Manual del Ama Guía de Dominación Femenina para para buenas chicas
Por
Mistress Lorelei
Manual del Ama Guía de Dominación Femenina para para buenas chicas
Por
Mistress Lorelei
Traducido por Guillermo García, 2006
Manual del Ama Guía de Dominación Femenina para buenas chicas por Mistress Lorelei
Parte Uno La Conversión en Ama 1 ¿POR QUÉ CONVERTIRSE EN AMA?: Algunos placeres inesperados. "Cuando estamos tumbados sobre la espalda no hay forma de ver si no nos levantamos" Roger W Babson
Para aquellas de mis lectoras que ya hayan paladeado el fuerte vino del control total sobre un hombre sumiso, esta cuestión puede parecer absurda. La respuesta es tan obvia: ser Ama es divertido. La Dominación Femenina ofrece a un Ama toda una cornucopia de deleites. (Los hombres sumisos también disfrutan, aunque haya momentos de la escena en que no parezcan hacerlo.) Pero, ¿por qué una mujer disfruta obligando a su amado marido a llevar el humillante disfraz de un corsé, tacones altos, y bragas de volantes afeminadas? ¿Qué es lo que haría que un hombre, a menudo un profesional poderoso y bien pagado, se someta alegremente a una severa azotaina mientras está vestido de esa guisa? ¿Qué es lo que hace tan divertido practicar juegos de poder? Las razones caen, por lo general, en tres categorías. Primero, la emoción de escapar a un mundo de fantasía. Segundo, el puro deleite sensual de los disfraces, el riesgo y la estimulación física. Tercero, la felicidad de compartir con otro ser humano la intimidad y la confianza más hondas posibles. La emoció n de la Fantasía. A veces necesitas escapar de tu papel de adulto responsable, trabajador obediente, o abnegado miembro de familia, sin que importe lo agradable y satisfactoria que sea tu vida diaria. Cuanto más estresante sea ese papel, cuanto más alejado esté de tus impulsos más hondos, más necesitas escapar de las limitaciones de la vida diaria. Algunas personas usan el alcohol, las drogas o el juego para ir más allá de sus vidas ordinarias, pero estas actividades han demostrado, por lo general, ser a la vez destructivas e insatisfactorias. Pero el escape que proporciona una vida rica en fantasía puede ser constructivo y extraordinariamente satisfactorio. En lugar de dañar al cuerpo, la liberación sexual le ayuda. En lugar de reprimir las necesidades de tu verdadero yo, la fantasía te permite expresar y realizar tus necesidades más profundas, y, en el proceso, la fantasía crea una realidad nueva, más fuerte. Un Yo nuevo y poderoso. La práctica de la Dominación Femenina permite al Ama expresar su poder, la parte fuerte y controladora de sí misma que puede resultar inaceptable en el trabajo o en la comunidad. Cuando asumes el papel de Ama, con su vestimenta, comportamiento, forma de hablar y rituales correspondientes, puedes sentir como si te convirtieras en alguna otra. Durante el proceso encontrarás que se te permite decir y hacer cosas estrictamente prohibidas en la vida ordinaria. Paradójicamente esa otra eres tú misma, solo es una parte de ti misma a la que ordinariamente no le dejas hablar.
La transformación es solamente liberadora. Dejar salir a tu poderoso y malvado yo interno es una cura más que segura para el estrés. En términos de Jung es una manera de integrar tu Sombra, el yo escondido y rechazado. Convertirse en Dómina puede parecer esquizofrénico al principio, especialmente si todavía eres una buena chica. Más adelante encontrarás a los poderes del Ama infiltrándose en tu vida diaria. Por ejemplo, puedes llegar a ser más enérgica en situaciones ordinarias. Si puedes imaginar al lascivo de tu jefe lamiéndote los zapatos por atreverse a tomarse libertades contigo, puedes reaccionar con el adecuado desdén gélido (más la demanda) cuando te acose sexualmente, en vez de preguntarte que has hecho para invitarle a sus caricias indescriptibles. Al final tu yo de Dómina será, no el opuesto de tu yo habitual, sino una intensificación juguetona de él. Como Ama serás capaz de exigir el respeto que no puedes recibir en otros casos, porque nuestra cultura devalúa a la mujer y exalta al hombre en muchos sentidos. Cada día las mujeres sufren los ataques violentos de hombres enloquecidos por el poder, desde trabajadores de la construcción pendencieros hasta banqueros condescendientes. (Debería bastar con el Congreso para convertir a una mujer que se respete en una Dómina.) Es un placer positivo llegar a casa de un encuentro con un hombre estúpido, grosero o humillante para encontrarse una criada afeminada que te venera y adora tu divina feminidad. Un hombre sumiso adecuadamente entrenado respetará todos los atributos de la mujer, desde nuestros pies tratados con pedicura hasta nuestras bragas delicadas, hasta nuestro hermoso pelo. Y sí, también nuestro poder. Aún más, disfrutarás de la emoción de rebelarte contra toda criatura engañada (hombre o mu jer) que te enseñe que los hombres tienen que ser apaciguados, aplacados y servidos. Como Ama ordenarás a un hombre que te apacigüe, te aplaque y te sirva, un cambio muy bienvenido. También está la simple excitación del poder, del que se ha dicho que es el mayor afrodisíaco. Que tus órdenes se obedezcan, se venere tu feminidad y hasta tus más leves deseos se traten como órdenes urgentes es extremadamente excitante. Aprenderás a deleitarte con las malignas emociones del poder: forzar a un hombre a estar atado e indefenso, ordenarle actuar como tu criada, exigirle horas de servicio oral a sus serviciales boca y lengua. La aplicación del castigo como juego se convierte en una experiencia emocionante, porque tus golpes (que él merece y desea) no solo producirán la gratificante evidencia de tu poder en forma de lágrimas, gritos y carrillos de las partes bajas enrojecidas, también provocarán un cambio en el comportamiento de tu pareja. La mayoría de nosotros desea tener efecto sobre su mundo, y ser Ama provee bastante entretenimiento y efectos inmediatos. Un placer práctico, pero que no debe desdeñarse, es el servicio doméstico que un Ama juiciosa puede obtener de su sumiso. La mayoría de las mujeres tienen que suplicar, dar la lata, y regañar a sus hombres para que hagan el trabajo de la casa, sin conseguir nada. Si hacer el trabajo doméstico es parte de la fantasía de tu sumiso (y bien puede no serlo) el juego de negociar el poder puede hacer mucho más fácil la negociación de otros papeles. Si tienes una criada feminizada, puede muy bien ocurrir que tus días de labores domésticas se hayan terminado, porque para él es un placer servir. Cocinar, limpiar la casa, lavar (especialmente el lavado a mano delicado), todo puede llegar a ser parte de su satisfacción sexual y evidencia de tu poder creciente. Un Yo nuevo y privado de poder. Pero, ¿qué placer encuentra el hombre en su papel vergonzoso y frecuentemente doloroso? Él también tiene una sombra, un yo que no puede conocerse o expresarse en la vida normal. Los chicos no pueden llorar, ni llevar ropa con volantes, o ser pasivos; tienen que ser fuertes, callados, machotes. Su papel como criada feminizada o escolar bien azotado o bebé con pañales, le permite expresar emociones prohibidas y llevar ropa tabú. Si simplemente desea, abierta y sinceramente, rendir su voluntad a una mujer, esa necesidad, tan intensa e innegable como la sed, puede finalmente saciarse en el terreno de la escena. Dadas las constantes exigencias sociales sobre los hombres de ser masculinos, llevar el control, tener éxito, poner en marcha, mantener en marcha, hacer en lugar de ser, no es extraño que algunos de los hombres más fuertes, brillantes y de más éxito entren en contacto con su yo escondido a través de la sumisión a la voluntad firme pero amable de una mujer. Los placeres del sumiso son el polo opuesto (y por ello estrechamente semejantes) a los placeres del Ama. Es una obviedad que todas las polaridades expresan los extremos opuestos de un
mismo principio o idea. Como el yin y el yang, la luz y la oscuridad, el hombre sumiso y la mujer dominante se necesitan el uno a la otra para completarse. Aún más, no son simplemente los dos opuestos. Incluso el Ama más severa obtiene placer no solo en forzar la sumisión de su esclavo, sino también en satisfacer sus fantasías. Asimismo el esclavo más servil disfruta no solo rindiéndose al poder de su Ama, sino también complaciendo sus propios deseos ocultos. En resumen, a pesar de todo lo absoluto que pueda parecer el poder de la señora, siempre está suavizado por la preocupación respecto a la satisfacción y bienestar de su sumiso. Y del mismo modo a pesar de lo miserable que pueda aparecer un esclavo, tiene, en alguna medida, el control de la situación, porque si se negara a responder, la Dómina no tendría el control por más tiempo. Los dos papeles son simbióticos. Más aún, un sumiso nunca arranca desprovisto de poder. Tiene que tener poder para poder pasárselo a su Ama, que lo mantendrá en una confianza ciega hasta que él necesite que se lo devuelva. Puede ser al final de una escena, después de una renegociación, o incluso al final de una relación con este tipo de vida. Nada podría ser más natural. El primer poder que conocemos es el femenino. Aunque no todas las mujeres estén interesadas en ejercitar tal poder siendo Amas, tanto hombres como mujeres encuentran que la Dominación Femenina encaja de forma innata en alguna medida. Es la vuelta a la infancia y el amoroso gobierno de nuestras madres, que pueden castigar pero que siempre perdonan. Aunque todas las mujeres empiezan sus vidas como hijas, no como madres, tienen que dar algún día el paso adelante de ser una niña sin poder a ser una mujer con autoridad. Convertirse en Dómina es una forma de aprovechar nuestra fortaleza femenina innata. Realmente toda mujer, tanto si se convierte en madre como si no, para tener hijos debe experimentar la transformación en autoridad femenina para convertirse en adulta y en su propia Ama de verdad. (Esto es cierto aún en el caso de mujeres sumisas, que encuentran su mayor gozo en entregarse; elegir entregarse, elegir a su propio Dominante, comprender y satisfacer su propia sexualidad, es una posición de genuina entrega de poder a poder, pero no obstante conocida conscientemente, utilizada, sentida.) Esta transformación era considerablemente más simple en los días en que la adoración a las diosas era la regla. Sin necesidad de adoptar la postura de una forma específica de moderna adoración a una diosa, tengo que decir que cuando no se atiende al rostro femenino de la Deidad, las cosas van tristemente mal. (Ver el capítulo 2 para más información.) Incluso sin una sólida estructura religiosa que ayude a una jovencita a tratar su paso a ser mujer, tiene que aprender a aceptar y usar su innato poder femenino. Placeres sensuales. Aparte de las satisfacciones psicológicas esbozadas más arriba, hay placeres físicos exclusivos de las relaciones de Dominación/sumisión. El papel del Ama es, a la vez, exigente y satisfactorio sexualmente. El papel de sumiso (tanto si es de criada, esclavo, niño de escuela) puede llevar a un hombre hasta los límites de su cáscara en una verdadera y profunda liberación. Estimulación intensa. El sumiso disfruta de la Dominación Femenina porque sienta bien. Su principal recompensa es un placer erótico de una naturaleza excepcionalmente intensa y prolongada. Algunos de los componentes de ese placer pueden no parecer demasiado agradables (azotainas, enemas o pañales, adoración del pie, tortura de la polla y los huevos) pero son placenteros, en parte porque son tan intensos, en parte porque dan lugar a un dejarse ir psicológico que capacita al hombre para alcanzar un espléndido orgasmo (si su Ama lo permite). Tal vez el principal placer sensual sea el menos explicable para aquellos que nunca han jugado a este juego. La estimulación intensa puede parecerse al dolor, pero no es (primariamente) dolor. La profunda estimulación muscular que produce una azotaina, manual o con paleta, el sentido de compresión dentro de un corsé de encaje prieto o un dispositivo de castidad mascu-
lino cerrado, la sensación insoportable de ser poseído que proviene de la penetración anal, las sensaciones, menores pero todavía intensas, de arrancar el vello púbico, pellizcar los pezones, o pinchar el glande del hombre: todas son estimulaciones intensas. Bajo su influencia el hombre se olvida de sí mismo y sus preocupaciones, convirtiéndose en nada más que un juguete sexual para una tirana todopoderosa. Su mente no puede desviarse hacia el trabajo o el dinero o ninguna otra consideración mundana. Le bombardean las sensaciones, algunas dolorosas, algunas placenteras, algunas mixtas, todas intensas. En el mundo de la fantasía todas estas sensaciones no solo están permitidas sino que se las potencia. Y se disfrutan bajo la voluntad de un Ama imperiosa y a menudo caprichosa, por lo que se añade la estimulación psicológica adicional del suspense a las sensaciones físicas, ya abrumadoras. Y lo mejor de todo, no se le permite echar a perder la estimulación llegando al orgasmo. La sensación de ser simultáneamente impulsado y refrenado, a la vez espoleado y reprimido, es la gran experiencia definitoria de la sumisión masculina. El resultado es estimulación añadida a estimulación, multiplicada, reduplicada, intensificada casi hasta el punto del alarido. Luego la súbita liberación del orgasmo. La restricción, incluso la restricción forzada, incrementa la satisfacción sexual masculina. Demasiados hombres, buscando la inmediata liberación, se apresuran en los juegos preliminares y en el coito, frustrando a sus parejas y regateándose placer a sí mismos. Bajo la tutela de un Ama tales hombres aprenden que su satisfacción sexual debe retrasarse hasta que la señora haya tenido su hartazgo de placer. Una Dómina hábil prolongará la excitación sexual del hombre, prohibiendo y animando simultáneamente, y, de ese modo, le ofrecerá el regalo de la verdadera liberación. La Dómina también disfruta con la estimulación prolongada. Tanto la demostración de su poder como la dominación de su esclavo son bastante excitantes, pero a menudo (si es juiciosa) tiene a su disposición otra forma de placer. (Y también es buena para su pareja.) Me refiero a la sagrada y antigua práctica del cunnilingus. Poca mujeres pueden conseguir lo bastante de esta actividad exquisita, mientras que los hombres sumisos la encuentran el acto supremo de adoración. Satisface el doble criterio de intensidad y restricción, porque el hombre sumiso arrodillado ante el Santuario de su señora, se siente abrumado por la cercanía de sus secretos más íntimos. No obstante no debe estropear la experiencia llegando al clímax con demasiada rapidez, especialmente si el Ama ha tenido la previsión de colocarle un dispositivo de castidad seguro. (Ver en el capítulo 8 una discusión iluminadora sobre las formas de mantener el control sobre tu sumiso mientras tú está a punto de desvanecerte con tu quinto orgasmo.) La libertad de sentir. Paradójicamente mucha gente encuentra que la Dominación y sumisión son fantasías liberadoras. Bajo la coacción fingida yace el permiso real para dejarse ir y disfrutar de actos, ropas, o sensaciones que están, en otro caso, estrictamente prohibidas. Aún más, el sumiso necesita sentir que no es culpable por disfrutar de estas cosas; no solo su cruel Ama le obliga a ponerse estas bragas de volantes o adoptar esa humillante situación de servilismo, también le “castiga” por su trasgresión. El escenario de mal comportamiento, castigo y perdón es una trama clásica aristoteliana que a menudo provoca en ambos actores la tradicional catarsis. La liberación del sumiso a menudo incluye lágrimas. Durante el juego de Dominación muchos sumisos resuelven otras tensiones de sus vidas. Algunos hombres no pueden llorar excepto en el contexto del juego. Otros necesitan expresar otras emociones tabú: miedo, ira, rebelión, arrepentimiento, o indefensión. Después de su arrebato prohibido el Ama le castiga y luego le ofrece perdón y consuelo. Los sumisos, especialmente los que están en posiciones de extraordinaria responsabilidad, también buscan un respiro de la tensión de la constante toma de decisiones. Es un alivio que le digan a uno que hacer y como hacerlo, tener los castigos por los errores tan claros y por ello tan inmediatos. Una sesión de disciplina escolar, por ejemplo, puede ser dolorosa pero también es seguro que tendrá un final feliz. La vida real nunca está tan bien coreografiada o no es tan satisfactoria. Seda y encajes y cuero proh ibidos. Otra atracción más de la Dominación femenina es la oportunidad de llevar ropas diferentes. Los disfraces, como los uniformes, transforman e identifican a quienes los llevan.
Para el sumiso, que tiene que llevar a trabajar trajes de sastrería y corbatas estranguladoras, un uniforme de criada o la ropa de un muchachito representa una ruptura con el coñazo de la vida diaria y un escape hacia la libertad de un yo nuevo. Muchos sumisos disfrutan vistiéndose con ropa de mujer. La vestimenta femenina es la ruptura definitiva con los estándares de la sociedad para la virilidad: profundamente vergonzoso, porque todo hombre es incitado a despreciar lo afeminado, incluso también irresistiblemente erótico. La ropa de mujer, con sus texturas suaves, sus adorables colores, su delicada fabricación, se diseña para que sea sensual. Más aún, tiene la atracción del tabú total. Un hombre con ropa femenina está mucho más allá de los límites de lo aceptable y, por ello, es libre. Por último, está asociado con las mujeres y sus misterios y la felicidad sexual que ellas pueden conceder al hombre. Muchos hombres creen (erróneamente, bien lo sabe Dios) que las vidas de las mujeres son más fáciles que las de los hombres. ¿Qué hay de raro en que busquen un escape en la ropa y accesorios de las benditas mujeres? Compartir intimi dad y conf ianza. Sin confianza una relación saludable de Dominación/sumisión es imposible. Para empezar solo la confianza permite a los miembros de la pareja discutir sus fantasías, mucho menos exteriorizarlas en gran detalle. Especialmente si la fantasía supone servidumbre, ataduras, humillación o dolor (y ¿qué fantasías de sumisión no lo hacen?), es necesaria la confianza más profunda posible para hacer que la relación funcione a largo plazo. Aunque alguna gente encuentra más fácil compartir sus secretos sexuales con extraños, otros muchos encuentran que lleva su tiempo fundamentar tal confianza. Para ellos las posturas de una noche están fuera de la cuestión. Es imposible ligar con un hombre, enterarse de sus necesidades, satisfacerlas, y a ti misma, y luego desaparecer, todo ello en unas pocas horas. Al entregarle su cuerpo a su Ama, un sumiso está diciendo “confío completamente en ti.” Pero, ¿qué supone esa confianza? En primer lugar, el Ama es responsable de conocer y respetar los límites de su pareja. Si se queda demasiado lejos, dentro de ellos, él puede sentirse frustrado, defraudado e insatisfecho. Si cruza los límites demasiado, puede resultar herido, emocional o físicamente. Aprender a llevar a un hombre hasta sus límites, y no más allá, es un proceso complejo, y lleva tiempo. No obstante, una vez que la confianza se ha establecido, es una de las grandes fuentes de alegría en una relación. Mi marido sumiso me confía su cuerpo y sabe que no he haré más daño del que necesita; también sabe que soy receptiva y amorosa con sus necesidades más convencionales, y que puede confiarme su vida, además de sus testículos cuando tengo una maquinilla de afeitar y jabón. Tal vez lo más importante, compartir fantasías profundiza los lazos entre los miembros de la pareja. Un sumiso que sabe que su esposa o amante entiende sus necesidades sexuales más profundas (necesidades de las que puede que siempre haya estado demasiado avergonzado y demasiado temeroso como para compartirlas) estará contento, será fiel y afectuoso. Una Mujer Dominante que comprende las fantasías de su marido lo suficientemente bien como para poner en pie una escena satisfactoria para él, entenderá también otras cosas suyas, y si es lo suficientemente fuerte como para exigir sus derechos debería intentar aumentar su dominio en su relación diaria. Los matrimonios en que la Esposa es dominante son a menudo los más igualitarios y los más satisfactorios de verdad. Además la relación de Dominación/sumisión se vive a menudo en plan Switch: una vez tiene ella el control, la próxima vez será él. Semejante confianza e intimidad se aúnan para ayudar a hacer un matrimonio muy feliz. Si estás interesada en la creación paso a paso de tal intimidad sáltate el capítulo 2 y vete al capítulo 3. Si todavía tienes dudas lee el capítulo 2 antes de seguir.
2 AMA A REGAÑADIENTES: El aprendizaje del amor a dar órdenes ¿Cómo voy a gobernar a los otros, si no tengo todo el poder y el mando sobre mí mismo? – François Rabelais
A pesar del catálogo de placeres de la Dominación Femenina dado en el capítulo 1 has venido a este capítulo. Por tanto deduzco que sufres algún conflicto respecto a tu papel como Ama. Puede que te sientas culpable o avergonzada sobre tus fantasías de dominar a los hombres, o puede que estés enamorada de un hombre que tiene fantasías de sumisión y quiere que las practiques con él. (Probablemente él te dio este libro, a no ser que, en un valiente esfuerzo por aprender, te lo hayas comprado tú misma.) Y tú, deseando agradarle, pero poco dispuesta o incapaz de mandarle, te sientes sola, confusa, te repugna, o te sientes completamente inadecuada. Posiblemente tú misma seas sumisa, y te desesperas ante la sola idea de asumir la autoridad. ¿Es posible que aprendas a amar el mando? ¿Te puedes convertir en un Ama feliz, eficaz y satisfecha? ¡SI! No todas la Tiranas empezaron su vida con fantasías sobre controlar a hombres indefensos. Muchas aprendieron antes como hacer las jugadas del juego de la Dominación y solo más tarde llegaron a disfrutar de la experiencia. Este libro no solo te enseñará como convertirte en Ama sino también como divertirte haciéndolo. No es, ni mucho menos, mi intención oprimir a las Mujeres con otro deber más hacia los hombres. Si, después de escuchar mis sugerencias y dar una razonable oportunidad a la fantasía, encuentras que no vas a disfrutar con la Dominación Femenina, ¡no lo hagas! Si tu hombre insiste, mándale a la mierda. Nadie tiene derecho a obligarte a hacer actividades sexuales con las que te sientas incómoda. Sin embargo te debes a ti misma una oportunidad para intentar comprender y disfrutar de este nuevo campo de experiencias. Podrías encontrarte con que realmente disfrutas muchísimo. Si tienes de antiguo miedos o conflictos en materia sexual, hazte el mejor favor posible y vete a terapia. El proceso puede ser doloroso pero (supuesto un profesional decente y tu propia voluntad de trabajar) puede cambiar tu vida. La Dómina reprimida ¿Es posible que seas Dominante y no lo sepas? Por supuesto. Esa es la razón por la que siempre vale la pena probar. Recuerda, si lo odias, no tienes que seguir haciéndolo. He conocido a varias Dominantes fabulosas que dejaron pasar veinte, treinta, cuarenta años, sin notar su propia y profunda necesidad de llevar el control sexual. Entonces algo cambió, se lo sugirió un amigo, o escucharon algo u oyeron una historia que desató sus necesidades: a partir de ahí toda la Dominación reprimida regresó a sus vidas, llenándolas de energía sexual y dando a sus relaciones nuevos placeres y profundidades. Debido a que nuestras familias y la sociedad no ofrecen a las Mujeres que necesitan llevar el control sexual mucho apoyo ni muchos modelos positivos, puede resultar cómodo para nosotras guardarnos nuestros peligrosos deseos hasta que resulte seguro sacarlos a la luz. Yo mantuve recuerdos de viejas fantasías y actividades durante años, antes de convertirme en una Dominante activa, que ahora, retrospectivamente, parecen inequívocas de Dominante. Las horas y horas que pasé al teléfono con mi mejor amiga cuando teníamos catorce años, planeando secuestrar a un amigo nuestro, eran un pista definitiva; la oscuras y elaboradas fantasías de rapto que tenía entonces habían sido totalmente reprimidas y olvidadas hasta que una amiga me pidió sugerencias para hacer una escena de rapto consensuado. También había olvidado las fantasías de calabozos que databan de mis primeros años en la escuela. Los juegos a los que jugaba con mi primer amante, haciéndole que se incorporara y suplicara, girara, incluso que ladrara, resultan tan de Dominante que me río en voz alta cuando las recuerdo. Entonces tenía dieciséis años, pero había olvidado por completo que lo hacía. Ser Dominante no era entonces emocionalmente sano para mí, así que me lo guardé para cuando fuera lo suficientemente fuerte para hacerlo realidad.
La Dómina con complejo d e culpa Tal vez no hayas reprimido tus necesidades. Toda tu vida has fantaseado con Dominar a un hombre indefenso. Tus sueños pueden ir desde escenas de azotainas (relativamente) convencionales a fantasías sobre tener a un hombre como esclavo sexual para torturarle, putearle y controlarle. Pero nunca has ido adelante en busca de un hombre sumiso. ¿Por qué no? Aquí están algunas posibles razones: 1. No puedes respetar a un hombre que quiera ser dominado. 2. No crees que realmente todos los hombres quieran ser dominados. 3. Te da miedo que la experiencia real no esté a la altura de tus fantasías. 4. Te da miedo que puedas dañar o dañes seriamente al sumiso. 5. No crees que moralmente las Mujeres tengan derecho a Dominar a los hombres. 6. Tu hombre (pasado o actual) lo probó y lo odia. No tiene sentido volver a probar.
Trataré estos problemas de uno en uno, en el orden enumerado. 1. No puedes respetar a un hombre que quiere ser dominado. En algún sitio dentro de ti mantienes secretamente la imagen del hombre macho, tan celebrada en nuestra cultura patriarcal. Podría simplemente rechazar esto como una aberración individual (si no has notado que Rambo es un maníaco homicida y además un capullo, no hay esperanza contigo), pero resulta que esta actitud, muy extendida, tiene que ser derribada. De lo contrario Mujeres fuertes y sanas pueden encontrarse a sí mismas preguntándose intranquilas si sus sumisos no serán, digamos, más bien poco hombres. ¡Nada más lejos de la verdad! En primer lugar echemos un vistazo al modelo Rambo de masculinidad. (Podría citar a una docena de actores distintos que han hecho su especialidad de esta repugnante criatura, pero ¿por qué hacerles publicidad?) Sus mejores puntos son la fuerza física y la buena disposición para defender a su familia o su honor (normalmente lo segundo). Los peores son una predilección enfermiza por la violencia, odio sin tapujos y desprecio hacia las mujeres, falta de voluntad para escuchar razones, y aislamiento emocional total, a excepción de compañeras de cama ocasionales (que acaban muertas al final de la película) y de su compinche (y Dios sabe que apenas comparten muchos sentimientos reales, a menos que cometer juntos asesinatos masivos pueda llamarse una experiencia compartida). No piensa, lee, siente o habla. Mata. Su única emoción es la rabia, y con mucha frecuencia esa rabia se vuelve contra las mujeres que en estas películas son siempre buenas mujeres pasivas (casi invariablemente las víctimas) o zorras sanguinarias. ¿Es esta la verdadera virilidad? ¿Quieres que tus hijos crezcan para comportarse así? Un hombre sumiso, en cambio, sirve, honra y respeta a las Mujeres. Puede sentir; todo el asunto de la fantasía sirve a menudo para proporcionar una válvula de escape para emociones que nuestra sociedad ha definido como prohibidas para los hombres. La profunda conexión emocional con su Ama les capacita para compartir la fantasía. Pero, ¿es fuerte? Por supuesto. Daría su vida por su Ama. Y probablemente, hablando en términos estadísticos, sea un profesional con buen sueldo, un intelectual, un hombre poderoso con un trabajo de responsabilidad. Un hombre que necesita la liberación de dejar que por una vez algún otro sea el que decida y elija; un hombre que entiende su lado Femenino, aplastado por las exigencias incesantes de su trabajo, tiene que encontrar alguna expresión en su vida. El ideal moderno de virilidad está basado en la máquina. No, no en cualquier máquina, en la ametralladora (N. del T.: en inglés “machine gun”). El ideal de virilidad del sumiso es el ideal medieval, un hombre juramentado para servir y proteger a una Señora todopoderosa; orgulloso de contar con su favor, de mostrar al mundo la lealtad, el amor y el servicio a la Mujer a la que pertenece. Aunque pueda luchar, también puede amar. No se avergüenza de sus emociones o su espiritualidad. Es a la vez poeta y caballero; un ser humano completo. Y ansía en su corazón servir a su Ama. ¿Qué hombre te merece más respeto? 2. No crees que realmente todos los hombres quieran ser dominados . Solo tienes que mirar los anuncios clasificados de cualquier periódico alternativo. Lo están suplicando. Un
hombre puede ser demasiado tímido para contarte sus fantasías en la primera cita, pero solo tienes que sugerirlo y verás que rápidamente se precipita sobre la oportunidad. 3. Te da miedo que la experiencia real no esté a la altura de tus fantasías. Posiblemente ocurrirá al principio. Desarrollar una fantasía compartida lleva tiempo y confianza. Sigue las instrucciones detalladas que se dan en los capítulos que siguen y tendrás tanto una relación saludable como un papel de Ama satisfactorio. Después de que hayas desarrollado la costumbre de mandar realmente en un hombre, la mera fantasía del Mando te parecerá ya siempre plana y sin matices. 4. Te da miedo que puedas dañar o dañes seriamente al sumiso . Aquí hay realmente dos cuestiones: ¿Podrías hacerle daño? y ¿Le harías daño? ¿Podrías hacerle daño? Es posible, pero dadas unas instrucciones detalladas (por ejemplo, las de este libro) y una razonable dosis de precaución, un daño serio será altamente improbable. Ni siquiera una azotaina severa le matará. Pero puedes tener un temor profundo, escondido, al daño que una Chica puede hacer a un chico. ¿Te prevenían siempre tus padres contra hacer daño a los hombres? Intenta sacar estas cuestiones a la superficie y trátalas con él antes de preparar vuestra primera escena. ¿Le harías daño? Esta es una cuestión completamente diferente. Mira dentro de ti. Si deseas hacer daño a un hombre, por favor acude a terapia y da rienda suelta a tu rabia antes de intentar actuar según tus fantasías. No respondo de las consecuencias si no atiendes esta advertencia. 5. No crees que moralmente las Mujeres tengan derecho a Dominar a los hombres. Tus creencias morales son entre tú y Dios. Pero si estas abierta a la discusión, lee, por favor, la sección de este capítulo titulada “Defensa de la Dominación Femenina”. 6. Tu hombre (pasado o actual) lo probó y lo odia. No tiene sentido volver a probar. Sí, sí que lo tiene. Especialmente si el hombre que lo odiaba ya no es tu pareja. Si tu hombre actual probó y no le gustó la experiencia, intenta hablar con él del asunto. ¿Cuál fue el problema? ¿Se sintió incómodo con la intensidad de sus emociones? ¿Evocó sentimientos de la infancia, de indefensión o dolor? ¿Sintió que se precipitaba en una servidumbre demasiado profunda? ¿Se sentía incómodo usando la palabra de salvaguarda? ¿Hubo algún acto específico que le molestó? ¿Mejoraría algún otro? Si hablarlo no lleva a ningún sitio (no habla o no dice nada más que que lo odia), tal vez tengas que elegir entre actuar según tus fantasías o seguir con tu actual pareja. Pero más a menudo te encontrarás con que le gustó, pero duró demasiado, o algo de lo que dijiste le recordó a su madre (una forma segura de matar la pasión), o simplemente se sintió estúpido llevando zapatos de tacón y habría preferido que le ataras. Con tiempo, una Dómina con sentimiento de culpa puede relajarse y disfrutar realizando sus fantasías más secretas. Ya posees la cualidad más importante que necesita un Ama: la voluntad de mandar. En cuanto te hagas cargo, tú (y los sumisos de tu vida) te lo pasarás divinamente. La Dómina poco dispuesta. La auténtica Dómina poco dispuesta no tiene fantasías de controlar a los hombres. Simplemente puede estar poco interesada en jugar a juegos sobre el equilibrio de poder en su relación; puede que ella misma sea sumisa; o puede repugnarle la idea de hacer daño a alguien. Estos tres tipos, Aburrida, Sumisa y Aterrada, merecen todos ellos una consideración individual. - La Aburrida. Si no te interesa la Dominación Femenina, y han fracasado varios intentos de avivar cualquier chispa de deseo, intenta leer el resto del libro. Puede que simplemente nunca hayas encontrado el escenario adecuado. Si nada de lo que hay aquí te apetece, probablemente sea razonable decir que no eres un Ama ni lo serás nunca. No importa lo fascinante que otros encuentren el asunto, no se te puede hablar de Dominación Femenina. Prueba con otra fantasía. Puedes ser una mujer fuerte, amorosa, sexualmente poderosa, sin ser Dominante.
- La Sumisa. Si tú misma eres sumisa, entiendes las alegrías de ser Dominada, castigada y consolada. Consecuentemente puedes sentir que el sitio sobre las rodillas es, por derecho (y por placer), el tuyo. Sin embargo algunas de las mejores Dominantes que conozco empezaron como sumisas que ampliaron su repertorio. Lo mejor de todo, no tienes que dejar las alegrías de la sumisión para disfrutar de la Dominación. Como switch duplicas automáticamente tus posibilidades de una cita en cualquier fiesta de juego, y consigues lo mejor de ambos mundos. Vale la pena probar el papel Dominante unas cuantas veces para ver si disfrutas con él. Puedes preferir diferentes parejas para cada papel (una persona que te Domine, otra que se someta a ti), o puedes disfrutar conmutando con tu pareja primaria. Si tú misma no puedes hacerlo, pero la idea te intriga, fabrícate una hermana malvada y métete en su personalidad Dominante. Utiliza tu imaginación para crear un mundo en el que eres al Ama cruel y tu pareja es un chico malo infinitamente merecedor de castigos o una criada feminizada o lo que sea su fantasía específica. Si es imparcial (y debería serlo), tu compañero te recompensará con una noche de las actividades inconfesables que ansías. Desde luego que puedes encontrarte con que eres una sumisa genética, sin tendencias dominantes, pero al menos lo habrás intentado. - La Aterrada. Si te aterra o te repugna la idea de la Dominación Femenina puede que estés frente a uno de dos problemas. (Tal vez a ambos.) Quizás crees que el juego de la Dominación es enfermizo, que lleva a la devaluación de las Mujeres o a la violación real, al tumulto, y al asesinato, y que cualquiera que lo pruebe puede muy bien estar en camino de convertirse en el siguiente asesino en serie de América. O puede que mantengas opiniones más tolerantes sobre el juego de la Dominación en general, pero que la idea de que tú participes a fondo te angustia. Estas dos actitudes podrían llamarse la “Política” y la “Personal”. Terror político . El juego de la Dominación puede ser un problema difícil para una Feminista comprometida. (Yo misma debería saberlo, como feminista comprometida.) Me niego a soltar términos despectivos, como “corrección política”; respeto tu punto de vista, aunque no esté de acuerdo con él. Pero me gustaría señalar que el poder no se puede erradicar de la vida de las personas, y que jugar conscientemente con él es con mucho más saludable que permitirle mantenerse poderoso y sin análisis, provocando problemas más allá de la escena. Aparte de la utilidad de que las Mujeres prueben el papel de Tiranas, todo el juego de la Dominación consensuada enseña el uso compartido, simbiótico, del poder. El consentimiento trabaja en ambos sentidos. De la misma forma que no todo coito es violación, no todos los juegos de poder son manipulaciones nocivas. Tu objeción puede ser más psicológica: puedes rechazar el juego de la Dominación porque te repugnan y aterran los horrores del sadomasoquismo no consensuado. Tienes toda la razón al temer a los escasos psicópatas. Pero la relación entre la fantasía consensuada y el crimen violento no se sostiene. La gente que se mete en el juego de la Dominación o incluso en la fantasía de la Dominación rara vez comete delitos sexuales; la mayoría de ellos rechazan, incluso, pegar a sus hijos, un acto fuertemente promocionado por la cultura tradicional. Los dos tipos de Dominación son totalmente diferentes, no precisamente en grado sino en clase. Me gusta conducir deprisa, pero no soy una asaltante de coches. Violo las leyes de tráfico, cuando supero las 65 millas por hora (unos 100 km/h), y eso es lo que hace un asaltante de coches cuando roba un Mercedes a punta de pistola, pero no creo que los dos actos sean comparables, o que conducir demasiado deprisa en mi camioneta antigua vaya a hacerme robar a alguien un coche deportivo. O, por poner otro ejemplo, alguien que disfruta con un bistec poco hecho no es necesariamente un caníbal. ¿No lleva el juego de la Dominación consensuada a cosas peores? (Sombras de la Locura del Porro.) No. De hecho, si confiamos en Jung, las personas que son conscientes de sus deseos prohibidos (la Sombra) y los aceptan, están, con mucho, menos expuestas a que salgan a la luz de una forma que puede resultar devastadora para ellos mismos y los que les rodeen. Es extremadamente improbable que cualquier persona mentalmente sana y lo suficientemente consciente como para tratar las fantasías de Dominación dentro de una relación consensuada, caiga en actividades no consensuadas. Hay un problema lógico de fondo en asumir que los juegos de Dominación conduzcan a resultados espantosos. No caigas en al trampa de Krafft-Ebing, el psicólogo victoriano que escribió el trabajo seminal sobre la desviación sexual, Psychopathia Sexualis. En sus casos (que iban desde la necrofilia a
un hombre que practicaba el sexo con un pollo) destaca alegremente que, sin excepción, de todos estos pervertidos se sabía que se masturbaban. De aquí deducía que la masturbación era la causa de su comportamiento enfermizo. Desgraciadamente para el buen doctor, casi todo el mundo se masturba, también, y de pocos de nosotros se sabe que violemos a las aves de corral, mucho menos que profanemos sepulturas. Es como decir que respirar aire causa la muerte porque todas las personas que mueren han respirado aire. Terror Personal. Si te angustia seriamente la idea de la Dominación Femenina, puede ser que estés tratando con cuestiones más profundas que a quien atas esta noche. Exploraré con cuidado esas cuestiones y luego, como siempre, te recomendaré que las hables con un terapeuta competente. Tal vez suene cómico, pero estoy hablando en serio. Si eres absolutamente incapaz psicológicamente de tomar las riendas en temas sexuales, bien durante el coito o solo en el juego de las fantasías, has limitado innecesariamente tu abanico de formas de expresión. Un terapeuta puede ayudarte a encontrar el por qué y a liberarte de tus miedos e inhibiciones. La intensa angustia que sientes cuando se te pide que Domines a un hombre puede incluso ser una disonancia cognitiva: el choque entre dos identidades en conflicto. Criada para ser pasiva y para complacer a los hombres te encaras a una situación imposible: para complacer al hombre que amas tienes que dejar de ser pasiva. Es un clásico doble ciego; no puedes elegir ninguna alternativa en paz y cómodamente. En consecuencia te sientes desdichada. Cuando te das cuenta de que él también se siente desdichado, puedes sentirte aún peor. ¿Cómo puedes armar un alboroto sobre una cosa tan pequeña? No es una pequeña cosa, te lo aseguro. Ya es bastante destructiva la tendencia al estereotipo de nuestra sociedad para el sexo ordinario; hace que las Mujeres que son fuertes o gordas o listas o “diferentes” de cualquier otra manera se sientan monstruos asquerosos, a los que no se puede querer, crímenes contra la naturaleza. (Quiero decir que la cultura de la Dominación Femenina acepta generalmente muy bien tales desviaciones de la rubia tonta, débil, delgada, que es aparentemente la bella ideal de nuestra cultura.) Añadir la Dominación Femenina a la lista puede hacer que te sientas como un monstruo total. Peor aún, puede que hayas sufrido experiencias adicionales que te hayan sensibilizado frente al problema. Por ejemplo, si fuiste criada por un padre violento, como lo fui yo, ordenar a un hombre a hacer lo que le mandes puede superarte completamente. Has aprendido a ocultar tus intenciones, por miedo a que tu padre maltratador te destruyera. Cualquier intento de reprimir tus sentimientos y forzar tu forma de afrontar la situación puede provocar un serio daño psicológico. Sí, en algún punto tienes que enfrentarte a tu terror y darte cuenta de que tomar el mando, aunque sea en un juego, no te producirá la destrucción instantánea, pero te suplico que lo hagas solo bajo el cuidado de un consejero cualificado. Esto me llevó a mí años de terapia, pero bien valía la pena el dolor, porque fui capaz de recuperar mi poder, no solo en la arena sexual sino en todas las otras áreas de la vida donde había estado escondiéndome de mi propia fuerza. Algunas Mujeres criadas en situaciones familiares tan terroríficas pueden no ser pasivas, sino que pueden propugnar la igualdad con un celo que hace psicológicamente imposible la Dominación Femenina, o cualquier otra Dominación. Si eres una de ellas, no servirás, pero no mandarás, tampoco. El poder pertenece al padre cruel, y te niegas a tocarlo con un orgullo feroz. Si lo hicieras tu propia auto imagen, cuidadosamente construida, se haría añicos, porque te verías forzada a ver que eres como el monstruo que hizo desgraciada tu temprana vida. Ninguna de estas actitudes es especialmente saludable, aunque Dios sabe que son comprensibles. El poder no es, en sí mismo, maligno, y el intercambio voluntario de poder juguetón entre adultos está muy alejado de la brutalidad de matón de un adulto maltratador aterrorizando a un niño indefenso. Con ayuda profesional puedes recuperar la fuerza que llevas dentro de ti, que tu compañero ve y desea, y aprender a ejercitar el Mando para el que naciste.
3 BUSCANDO (O CREANDO): Un hombre sumiso “Intenta el final, y nunca te quedes en la duda; Nada es tan difícil pero esa búsqueda lo encontrará.” Robert Herrick, “Seek and Find”
Inaugurar una etapa vital de maravillosa Dominación Femenina puede ser tan sencillo como ponerse al mando una noche en la cama. O podría necesitar tanto tiempo como poner un anuncio clasificado en el periódico alternativo local, investigar a los que respondan, y elegir uno, para que tenga el honor de ser tu criada feminizada. En circunstancias normales, sin embargo, el proceso es irrisoriamente fácil, una vez que hayas aceptado tu naturaleza Dominante. (Las Amas que ya posean un sumiso pueden saltarse este capítulo. Seguid con el Capítulo 4, incluso si ya habéis empezado a Mandarle.) Reciclar a tu p areja La forma más fácil de encontrar un hombre al que Mandar es buscar en tu propia cama. Como observaba sabiamente Dorothy, el mejor sitio para buscar lo que deseas es, normalmente, tu propio patio trasero. Si tienes impulsos Dominantes tu pareja ya habrá respondido a ellos probablemente, aunque sea inconscientemente. De hecho, puede que se haya sentido atraído hacia ti precisamente porque eres una Dómina. En los tiempos anteriores a que fuera consciente de mis propios deseos de Dominación, estaba perpleja y sorprendida del número de hombres que me insinuaban que buscaban someterse completamente a una Mujer. Ni siquiera capté todos los indicios en su momento; muchos me resultaron claros solo después de que me convirtiera en Ama practicante. Aunque yo estaba emitiendo todas las señales propias de las Mujeres Dominantes: era fuerte, sexual, con confianza, y perfectamente dispuesta a restregar la nariz de un hombre contra la basura, al menos durante los debates intelectuales. Pero incluso yo, a quien encantaba demoler las pretensiones intelectuales de un hombre con una simple frase abrasadora, necesité superar una cierta pasividad aprendida. Sexual e intelectualmente era una tigresa, pero también con frecuencia durante las relaciones, me convertía en una gatita, lo que defraudaba a los hombres y me dañaba. A pesar de mi agresividad sexual natural, dar el paso siguiente resultaba un obstáculo enorme. Déjame que te lo facilite a ti, querida Lectora. Te diré exactamente como enseñar a tu pareja a aceptar la Dominación Femenina. (Supongo que tú ya la habrás aceptado en ti misma. Si no, vuelve al Capítulo 2.) Ponérselo fácil. Puede que desees empezar suavemente, si has sido una pareja pasiva hasta ahora. Empieza tomando el mando en la cama. No te limites a tumbarte y esperar a que te toque. Tócale. Pellízcale los pezones: la mayor parte de los sumisos responden intensamente ante esto, aunque algunos lo odien (en cuyo caso se convierte en un castigo excelente). Acaríciale y sóbale las nalgas. Pídele que se ponga encima de ti. Luego, cuando estés lista para el coito, ponte encima de él. Si responde mal a toda esta energía por parte tuya, puede que tengas un problema. Posiblemente sea un Dominante, en cuyo caso necesitáis hablar. O tal vez no es un Dominante, sino solo un gilipollas. ¿Es dominante e inflexible en otros aspectos de vuestra vida en común? ¿Es muy celoso y posesivo contigo? ¿Se siente ofendido por tu independencia o tus opiniones? ¿Se siente herido en su orgullo masculino? Tal vez deberías conseguirte un hombre nuevo. Incluso si estás dispuesta a mantener la Dominación Femenina nada más que como fantasía privada, considera librarte de este tío. Podría ser peligroso. Incluso si no lo es, la vida es demasiado corta para malgastarla con un gilipollas machista. Por otra parte la mayoría de los hombres están entusiasmados cuando una Mujer toma la iniciativa sexual. Mientras compartís el “después” dile lo mucho que te gusta tomar el mando.
Pregúntale si alguna vez ha fantaseado con que le domine una Señora. Si dice que sí o tal vez, tienes el campo libre. Proponle una sesión de fantasía para un futuro próximo y vete a los capítulos 5 y 6 para conseguir instrucciones completas sobre la preparación del escenario. Incluso aunque no admita haber fantaseado respecto a servir a un Ama severa, puede resultar intrigado por la idea. Averigua cuales son sus fantasías sexuales e intenta combinarlas en un escenario de Dominación. Por ejemplo, si le encanta el cunnilingus y no consigue lo suficiente, sugiere una escena en la que la adoración a tu Santuario sea la recompensa por obedecerte durante una hora. Empieza con obediencia ligera: que te lave a mano las bragas, tal vez que te dé un baño y luego te aplique por todo el cuerpo una loción cálida. Si la idea le excita (y debería hacerlo si es humano), adelante con la escena, ¡recordándole siempre quien tiene el mando! Puedes darle unas ligeras palmadas en las nalgas por un supuesto maltrato a tus bragas, pero no le des una azotaina en regla, si no responde bien. Luego déjale que te ofrezca la servidumbre oral que es su recompensa. Una vez que hayas tenido todos los orgasmos que te apetezca, déjale que se corra masturbándose con un par de bragas tuyas, cuanto más sedosas mejor. Resístete a la tentación de llevar el escenario demasiado lejos en plan de obediencia fuerte o castigo serio. Si disfruta de una primera vez agradable, se quedará colgado, y estarás en el buen camino para el control total de un hombre. Si no está dispuesto a probar ni siquiera con un escenario tan simple, no tienes que perder la esperanza. Dirígele hacia catálogos, tiendas, y obras de ficción que se centren en el Gobierno Femenino. Solo cuando haya dejado claro que no está interesado y que nunca lo estará debes perder la esperanza. El extremo profundo. Si siempre has sido agresiva sexualmente con tu pareja, o si ya habéis probado varias fantasías en común, tu mejor apuesta puede ser abalanzarte con el Mando Femenino sobre él. Planifica el primer escenario (usando las instrucciones de los capítulos 5 y 6) para un fin de semana, cuando los dos tengáis tiempo para un juego sexual prolongado. Esta técnica es más probable que falle cuando tu hombre esté bajo una tensión seria, por eso es mejor momento un fin de semana o unas vacaciones. Luego mándale ir a buscar el periódico y, cuando vuelva, toma el mando. Deberías conocerle ya lo bastante para adivinar si será más receptivo a una Gobernanta Victoriana que le regañe por desobedecer y le prometa una varea minuciosa, o una Amazona en traje de cuero que le amenace con atarle a la cama y usarle sexualmente, o una Reina imperiosa exigiendo el servicio inmediato de una doncella. Después hablad de los detalles de la experiencia, de tus reacciones, y sus reacciones, y haced planes para otra sesión. Estás en el camino de una entusiasta y satisfactoria vida como Tirana. Encontrar un sumiso Si normalmente estás entre hombres, o has decidido plantar a tu pareja poco colaboradora, hay varias formas de encontrar un sumiso. Estas sugerencias también funcionan bien si prefieres no involucrarte en una relación romántica con tu sumiso, sino que solo quieres servicio doméstico masculino o sumisión. Se busca: criada feminizada para Tía Buena Dominante. Un sitio para buscar pareja para juegos de Dominación / sumisión son los anuncios clasificados de tu periódico local alternativo. Semanarios gratuitos como el City Paper (publicado en Chicago, Filadelfia, Baltimore y otras ciudades) o periódicos no convencionales como el Village Voice, ofrecen tarifas razonables para anunciarse; muchos tienen secciones especiales para la gente que busca actividades sexuales poco usuales. La mayoría incluso ofrecen correo de voz. Si vives en una zona sin soporte para periódicos alternativos, todavía te queda usar los anuncios clasificados. Las publicaciones especializadas que atienden a Mujeres Dominantes y sus parejas ofrecen secciones de anuncios clasificados con distribución nacional. Algunas veces los anuncios de Mujeres se publican de forma gratuita en estas publicaciones, siempre que incluyas una fotografía tuya. Sin embargo muchas de las fotos de los anuncios en estas revistas son de Amas profesionales. Si eres una Dómina aficionada buscando una relación conti-
nuada, tu anuncio puede ser mal interpretado. Probablemente sería aconsejable quedarse con los boletines que realzan las descripciones únicamente verbales; se dirigen a una audiencia diferente. Puedes elegir contestar al anuncio de un hombre, poner el tuyo propio, o hacer las dos cosas. Si respondes al anuncio de un hombre sumiso, asegúrate de que tu respuesta no sea una súplica sino una firme, incluso severa, declaración de tus necesidades y deseos. No le permitas que te mande; muchos sumisos prueban a las Amas en perspectiva para ver si realmente llevan el mando. ¡Ponte en tu sitio! Tu propio anuncio debería ser claro y autoritario, como corresponde a una Dómina. Deja claro lo que esperas del sumiso: solo servicio, una relación romántica con Dominación a tiempo total, o una relación romántica con sesiones ocasionales de disciplina o servicio doméstico. Muchos hombres piden que adjuntes una fotografía con la respuesta, porque demasiado a menudo juzgan a las mujeres solo con los ojos. Puedes elegir entre facilitar una foto corriente o que una amiga te tome una foto tuya especializada con vestimenta de Ama. (Utiliza una Polaroid o una cámara digital y oscurece al principio tus características identificadoras.) O puedes, con bastante razón, negarte a facilitar ninguna foto en absoluto, hasta que hayas establecido comunicación con el sumiso. Recuerda, eres tú quien manda. Él te está suplicando tus favores. Hay muchos más hombres sumisos que Mujeres Dominantes, y tienen que competir por tus atenciones. (¡Un gran cambio respeto a la escena del mercado de carne de los bares de gente sin pareja!) Si te anuncias o contestas a anuncios, ahí van algunos consejos elementales de seguridad cuando respondas a cartas o mensajes. Intercambia correspondencia con el hombre u hombres durante un tiempo antes de veros. Consigue saber más respecto al sumiso que solo sus fantasías. ¿Es alguien que te interesaría conocer, incluso si no fueras a dominarle? ¿Cuál es su historial romántico? ¿Y su historial laboral? ¿Está casado? Cuando decidas establecer un encuentro no intentes empezar con una escena. Queda con él para comer en un sitio público para ver si es limpio, atractivo, tolerable. Dile a una amiga donde estarás y con quién, y establece una llamada de seguridad, para que pueda llamar a la policía sin no entras en contacto con ella en un tiempo especificado. Hazle saber a él que está en periodo de prueba; tienes otros hombres que solicitan el puesto de criada feminizada (o estudiante travieso, o lo que sea), y tienes que entrevistarlos a todos antes de decidir a quien honrarás con tu Mando. Resiste cualquier presión para irte directamente con él; la espera enardece el deseo. (En todo caso eres tú quien está al mando, no él.) Y consigue pruebas de VIH antes de que siquiera te plantees intercambiar cualquier fluido corporal. Sí, me doy cuenta de que tienes que esperar seis meses para una prueba limpia (N. del T.: supongo que a día de hoy este tiempo será menor, pero la idea está clara), pero no querrás morir por una fantasía, ¿verdad? Además, compartir una escena de Dominación satisfactoria requiere ineludiblemente conocerse mutuamente, con un conocimiento que no se haya adquirido ni fácil ni rápidamente. Tenéis que desarrollar una compenetración, una confianza en el otro. Dos extraños intentando representar juntos una fantasía es demasiado lamentable e insatisfactorio, para que tú, un Ama, lo soportes. La cita de una noche es para Mujeres de poca monta que todavía no se han dado cuenta de que controlan su propio destino sexual, que temen (pobres Chicas engañadas) que el hombre se desvanecerá como el humo si no se le sacia instantáneamente. Como Dómina sabes hacerlo mejor. Clubes y grupos soci ales. Otra manera de encontrar sumisos es a través de grupos sociales especializados y clubes. Si quieres conocer a un coleccionista de sellos asóciate a la sociedad filatélica local. Si quieres conocer a un sumiso únete a un grupo como PEP (People Exchanging Power, Gente que intercambia poder), la Connecticut Leatherfolk (Gente del cuero de Connecticut), la Sociedad Eulenspiegel (El Bufón), Black Rose (Rosa Negra), la Sociedad de Jano, o tu grupo local. Se anuncian en periódicos alternativos y en la publicación nacional para Mujeres Dominantes. Aunque muchos grupos aceptan solo parejas y Mujeres solas, usualmente los miembros conocen a sumisos sin compromiso que sean limpios, presentables y libres de enfermedades. Una recomendación personal es a menudo la mejor manera de encontrar un sumiso. Además estos grupos pueden darte ideas frescas, apoyo emocional y una vida social activa. Incluso si ya posees un sumiso puedes querer echarles un vistazo. Contactos en la red. Ahora hay tantas páginas web, salas de chat, canales de IRC y foros dedicados a las varias formas de BDSM que posiblemente no pueda listarlos todos. Mi favorito
es todavía y lo ha sido siempre el foro de Sexualidad Adulta de Compuserve (GO HSX200) que ofrece una sección especial solo para el intercambio de poder. El estilo local es definitivamente reflexivo e intelectual, más que basado en la fantasía, pero sé de más de una docena de matrimonios, y cinco veces más de relaciones serias y duraderas, que empezaron en HSX. Hay varios obstáculos potenciales para los contactos de la red. En primer lugar no puedes saber si tu pareja potencial te está diciendo la verdad respecto a su edad, sexo, estado, aspecto, aficiones, nivel de experiencia, intenciones, o cualquier otra cosa. Si llegas a interesarte en alguien por este medio, insiste en que os toméis mucho tiempo para conseguir conoceros mutuamente, hablad por teléfono además de por la red, y pide referencias a otra gente que le haya conocido en 3D. Segundo, la comunicación en la red puede ser tan íntima que vaya mucho más deprisa que otras formas de idilio. Es fácil enamorarse de alguien que parece hacerse eco de cada uno de tus pensamientos, pero eso, de hecho, no es un indicio de que esté necesariamente diciendo la verdad (N. del T.: en el original se dice lo contrario, el “no” es cosa mía, pero intuyo que se trata de una errata). Incluso si él es todo lo que afirma ser, los malos entendidos y las cosas que se asumen sin ser dichas pueden echar a perder un idilio. Cuando todo lo que ves de otro son frases desnudas es fácil rellenar el contexto con lo que tú estás deseando en lugar de con la vieja realidad aburrida. Habla de todo lo que es importante para ti, no solo de tu propia pasión en desarrollo. Ese es el camino de mantener las cosas en su perspectiva. Tercero, él puede estar interesado en charlas calientes o sexo telefónico pero no en una relación en 3D, o viceversa. Aclárate con lo que deseas y déjalo claro. Es una pérdida de tiempo y de energía emocional intentar Dominar cibernéticamente a alguien a la espera de conocerlo algún día cuando él no tiene deseo o expectativas de llevar la relación más allá de la pantalla. Asimismo, si él quiere casarse con una Dominante y tú deseas un establo de cibersumisos para compartir fantasías calientes, va a sentirse usado y explotado si tú no dejas claras tus intenciones. Yo misma he tenido relaciones ardientes de amor y amistad por la red con gente que era poco sincera o explotadora. Si insiste en mantener vuestra relación en secreto, hay una razón. Puede estar engatusándote en una ventana mientras corteja en otra a la siguiente víctima. No quiero aguarte el entusiasmo por lo ciber, pero es un coche rápido en una carretera con muchas curvas, y necesita mucha habilidad y atención para controlarlo. Las escenas ciber pueden ser increíblemente calientes, y la mayoría de mis mejores amigos los conocí en la red. Las posibilidades de información, soporte, amistad y, sí, romance ofrecidas por la comunicación por la red significan que todo el mundo tiene accesos a grandes ideas no convencionales, no solo los pocos afortunados que viven en San Francisco o Nueva York.
4 MANTENIMIENTO DE LA RELACIÓN: Equili brio entre Fantasía y Realidad “El matrimonio es una noble osadía.” Dryden
Cuanto mejor sea vuestra relación, antes de que pruebes la Dominación Femenina, menos probable será que te encuentres problemas después de que ejerzas tu derecho a Mandar. No obstante cualquier cambio en una relación requiere un período de ajuste, y empezar a representar fantasías sexuales no es una excepción. Este capítulo os ayudará a ti y a tu pareja a adaptaros a los cambios, evitar los obstáculos, y saborear los beneficios de un Régimen Femenino. Cambios de personalidad y malas reacciones potenciales La Dominación Femenina puede cambiarte (y a él) de formas inesperadas. Aunque probablemente la mayoría de los cambios serán positivos, también podrías encontrarte con un problema o dos. Puede parecer que se ha puesto una tensión excesiva en varios problemas psicológicos, en las páginas que siguen; estas advertencias no son una señal de que todas las parejas que prueben la Dominación Femenina sean un par de locos potenciales, o que todo el que juega con el poder está loco en secreto. Sin embargo, el juego de la Dominación puede hacer rememorar a la gente varios problemas personales o culturales, y sería una irresponsable si no tratara estas cuestiones. La mayoría de vosotras tendréis problemas menores, si es que tenéis alguno. Tu Nuevo Poder. Después de que hayas aprendido a exigir, a mandar y a controlar, en vuestras sesiones de fantasía, puedes encontrarte con que también te vuelves más enérgica en otras situaciones. Puedes experimentar una profunda transformación, especialmente si eras tímida en vez de segura, aniñada en vez de Mujer. Un incremento tal de poder es normal y natural. Has descubierto una nueva fuerza, una nueva voluntad en ti misma, y estás ansiosa de ejercerla. Más poder para ti; el mundo necesita Mujeres fuertes. Sin embargo tu compañero, tus amigos y tus colegas pueden pasarlo mal al tratar con tus nuevos modales enérgicos. Y también puede que tú te encuentres al principio un poco desbordada, disfrutando de tu nueva fuerza, sin considerar de qué manera afecta a otros. Donde una vez dejabas mansamente que otros te interrumpieran, ahora hablas más alto. Donde una vez ofrecías ideas de forma indecisa, como preguntando, ahora ofreces opiniones decisivas respaldadas por argumentos acertados. Puedes escuchar comentarios respecto a que pareces mucho más enérgica, que tienes mucha más seguridad. Puedes atribuir tu nuevo poder a una terapia o un entrenamiento en firmeza, si quieres, o puedes contarles a unos pocos amigos elegidos tus aventuras en el arte de la Dominación Femenina. ¿Por qué no compartir el placer? Sin embargo si encuentras que estás interrumpiendo constantemente a los otros, desdeñando sus ideas o exigiendo que te sirvan como si fuera un derecho sobre tus colegas, puede que hayas ido demasiado lejos. Mira, en casa puedes ser la Reina de todo, pero en el trabajo y con los amigos deberías ser una Mujer equilibrada: fuerte, racional, considerada y firme. Una Mujer habita por completo su propio espacio pero no busca conquistar el espacio de otros, no permite nunca más que otros se impongan a ella. Compite apasionadamente, con la vista en el objetivo, no con trucos sucios o golpes baratos. Y, cuando gana, es generosa con los que no han ganado. Si te has pasado un poco de la raya en tus primeros transportes de placer, no te culpes en exceso. El tiempo y el ser consciente de los otros te ayudarán a crecer acostumbrada a tu Reinado. La mareante sensación de poder naciente se asentará en una tranquila autoconfianza.
Malas reacciones – De él. Un hombre que siempre haya ansiado rendir su voluntad a una Mujer Dominante puede encontrarse haciendo frente a diferentes emociones al día siguiente de haberlo hecho de verdad. Tal vez la sesión fuera decepcionante. O se sintiera decepcionado de sí mismo por haber sido capaz de aguantar menos dolor del que pensaba que podría. O la disfrutó a fondo pero ahora se siente menos varonil. O la sesión planteó recuerdos atemorizadores o emociones con las que tiene que forcejear o intentar desesperadamente reprimirlas. - La Sesión Decepcionante. Este es, probablemente, el problema más común. Especialmente después de años de fantasía, un escenario de la vida real apenas puede dar vida a la fabulosa intensidad de los sueños del sumiso. Sus fantasías pueden incluir humillación profunda, castigo severo, y servicios en plan esclavo, pero quería todas estas cosas hechas en ese orden preciso y de esa manera exacta. Habría que coreografiarlas cuidadosamente para cubrir sus gustos, tan mísero e indefenso como resultaba en sus fantasías. Incluso el escenario mejor planificado puede no estar a la altura de la fantasía. Pocas sesiones son perfectas, y algunos sumisos pueden sentir que toda la escena se viene abajo por un solo defecto. Aún más, hay una distancia inevitable entre la fantasía como sueño y la fantasía tal como se representa; nunca son lo mismo. En las fantasías los sumisos soportan con bravura un intenso dolor mientras están completamente bajo las órdenes de una Mujer Dominante imposible. La realidad de un trasero dolorido y un Ama ligeramente insegura, o incluso una que es segura pero simplemente es distinta de la de sus sueños, puede suponerle una decepción estrepitosa. Esa brecha entre el sueño y la realidad puede estropear los mejores esfuerzos incluso de un Ama experimentada, especialmente la primera vez. Esta reacción será cada vez menos frecuente a medida que avancéis en la Dominación Femenina, porque comprenderéis cada uno las fantasías del otro, a medida que avancéis en acostumbraros a vuestros nuevos papeles, y aprendáis a relajaros y a disfrutar de la dimensión mental de la fantasía, tanto como de la intensidad física. Las reacciones ante la sesión imperfecta varían, dependiendo del temperamento de tu sumiso. Puede llegar a deprimirse, sintiendo que nunca encontrará al Ama perfecta. Puede echarte la culpa por no dar vida a sus expectativas, o simplemente puede sentir que tu estilo de Dominación no encaja bien con sus necesidades. Si acepta que la primera vez no es nunca la mejor, que la paciencia, la práctica, y la comunicación pueden llevar a una fantasía que cumpla de modo muy satisfactorio, entonces puede estar ligeramente decepcionado pero más excitado por lo que realmente ha disfrutado de lo que deseó durante tanto tiempo. La forma ideal para que los dos respondáis a la sesión decepcionante es discutir lo que estuvo mal y por qué. Cuanto más sepáis el uno del otro, más abiertamente podréis tratar la acción y la fantasía, que es lo que funciona y que no lo hace, llegaréis a estar mejor preparados para otra. - El sumis o decepcionado. A veces la escena irá sin problemas, pero de todas formas el su-
miso estará decepcionado, no por la sesión sino por él mismo. Puede haber soñado aguantar azotainas severas y luego encontrarse dolorido y claramente no excitado. En vez de conseguir una emoción sexual al servirte, se encuentra con que está un poco aburrido mientras friega el baño. Claramente, no ha revivido sus propias fantasías, o eso piensa. El problema real que tenemos aquí es que ninguno de los dos está abordando la fantasía con la suficiente intensidad. Sencillamente, no es suficiente con realizar los actos apropiados de una Dómina y un esclavo; hay que sazonarlos con fantasía. Un sumiso sin experiencia no puedo soportar mucho dolor, así que no tienes que hacerle creer que un castigo muy suave es el castigo más intenso posible. En el contexto de la fantasía, lo es. Ver el capítulo 5 para recomendaciones específicas. - Ansiedad posterior a la s umisión . Has completado una sesión con mucho éxito, en la que llevaste el látigo en la mano todo el tiempo, forzándole a la sumisión que tanto ansiaba, y le has proporcionado (y a ti también, por supuesto) un alivio espectacular. Después él te dice que ha sido la mejor, mil veces mejor que cualquier fantasía. Entonces ¿por qué está ansioso, hostil, disculpándose todo el tiempo o deprimido, al día siguiente? La ansiedad posterior a la sumisión ocurre en un hombre que se avergüenza en secreto de sus tendencias sumisas. Puede sentir que ha perdido o traicionado su virilidad sometiéndose a ti. Puede lamentar haber sido “forzado” a hacer algo que encuentra vergonzoso, egoísta o degradante.
Puede que esté sintiendo una sensación de asco de sí mismo por haberse dado el gusto con tales prácticas. Incluso puede estar asqueado contigo por haber participado, o enfadado, o despectivo. En alguna medida puedes aliviar sus ansiedades animándole a hablar de ellas y escuchando con calma mientras lo hace. Ofrece consuelos adecuados a la situación y a sus sentimientos. Entiende que si tener sentimientos mezclados es normal en cualquier experiencia sexual, mucho más en una tan marcada por el tabú y con tanta carga emocional como el juego de la fantasía de Dominación. Mucha gente involucrada en el juego de intercambio de poder tiene sentimientos ambivalentes respecto a sus fantasías y necesidades. Nuestra sociedad no ofrece modelos saludables para esa clase de sexualidad. En vez de ello nos ofrece la imagen del marqués de Sade o de Jeffrey Dahmer (N. del T.: se trata del asesino en serie conocido como “carnicero de Milwaukee”) para la dominación masculina, y de todas las esposas machacadas, maltratadas y sangrantes (“veis, realmente disfrutan o no seguirían”) para la sumisión femenina. ¡Y estos son considerados los roles naturales de género! Para aquellos que desafiamos los roles prescritos por la cultura a los géneros, la situación es aún más sombría. No tenemos en absoluto una imagen de Dominación Femenina, a menos que cuentes los ataques desexualizadores y viciosos contra las mujeres fuertes de la vida pública (a las que siempre se refieren como zorras marimachos, y el remedio para su poder es la violación; se supone que su sexualidad se expresa enteramente castrando machos). Si un hombre quiere ser sumiso, es un calzonazos a lo Caspar Milquetoast (N. del T.: personaje de una tira cómica de Harold Webster, que ha venido a significar “débil e incapaz”) y para nada un hombre de verdad. (Los hombres de verdad dominan a las Mujeres, no se someten a ellas.) En el calor de la fantasía, es fácil dejar que el deseo interno ahogue las voces de los censores. Pero al día siguiente, los modelos culturales pueden volver a atormentarte a ti o a él. Si tu sumiso tiene sentimientos ambivalentes a la mañana siguiente, solo es natural. Sin embargo, si intenta reafirmar su virilidad apartándote (literal o metafóricamente) párale inmediatamente. Tú no puedes entrar en esa clase de juego. Si es necesario deja de escenificar vuestras fantasías mientras resolvéis el problema. Podéis querer ver a un consejero de parejas o buscar terapia individual para ayudaros a tratar con las ansiedades. - Visiones del pasado y malos recuerdos . Si las ansiedades persisten, o se produce una profunda depresión como resultado del juego de fantasía, tu sumiso puede estar reviviendo ciertos recuerdos dolorosos. Mucha gente involucrada en el juego del intercambio de poder tuvo infancias saludables, normales pero han llegado a sentirse fascinados por la idea de la Dominación y sumisión. Otros tienen el tipo de experiencias de pesadilla, normalmente asociadas con los invitados a los programas de entrevistas de horario diurno. No estoy preparada para tratar si todo el juego de la Dominación/sumisión es una actividad de desplazamiento o un tabú freudiano convertido en ritual o un desarrollo de los roles culturales o incluso un producto de la reencarnación; no sabemos lo bastante para teorizar eficazmente y, en cualquier caso, aquí me preocupa la práctica, no los orígenes. Todo lo que puedo decir es que alguna gente que tiene fantasías de Dominación/sumisión también tiene otras serias cuestiones respecto al poder, y esa representación de las fantasías puede despertar esas cuestiones. ¿Qué haces si él empieza a tener pesadillas o se deprime seriamente o empieza a tener visiones del pasado? Dejar de jugar y ver a un terapeuta competente. ¡Inmediatamente! - Signos serios de advertencia. Si él (o tú) empieza a mostrar cualquiera de los signos de una alteración emocional seria, consigue ayuda y hazlo rápido. Si uno de vosotros se vuelve violento, deprimido, o lleno de una rabia inapropiada, no puede dejar de llorar o no puede levantarse a hacer nada en absoluto, empieza a pensar o a hablar de suicidio, consigue ayuda ya. (Aunque muy, muy pocos jugadores tienen tales reacciones malas, tienes que saber que hay que vigilar, solo por si acaso.) Malas reacciones – Tuyas. Tus reacciones pueden ser similares a las suyas. Puedes estar decepcionada con la escena o contigo misma, o sentir ansiedad respecto al desafío a la norma cultural. También puedes sufrir visiones del pasado u otras reacciones emocionales intensas. - La Escena Decepcionante y el Ama Decepcionada . Estos dos problemas van juntos, porque tu identidad como buen Ama está presumiblemente ligada a como vayan las escenas.
Si no marcha perfectamente puedes sentirte totalmente responsable. Después de todo tú llevas el mando. Tú la planificaste, tú eres la Dominante, y si fracasa, o tu sumiso parece decepcionado, puedes sentirlo como un fallo. Si te pasa, vuelve a leer la sección sobre su decepción. Pocas primeras escenas (o segundas, terceras, vigésimas) se desarrollan de forma perfecta y sin problemas. ¿Recuerdas cuando perdiste la virginidad? También eso fue probablemente espantoso, doloroso, embarazoso, o fallido, pero eso (espero) no te impidió volver a probar. Una sexualidad satisfactoria, pese a la MTV y la industria de la publicidad, no se compra fácilmente entera, como un tubo de pasta de dientes (o dentro de un tubo similar). Tienes que trabajártela. (Trabajo agradable, pero exige esfuerzo, intimidad y compromiso.) De modo que no es, necesariamente, fallo tuyo y no deberías darte por vencida solo porque olvidaras como sujetar sus ataduras o no te ocuparas de darle algo que él quería. (Y si nunca te dijo que él lo quería, es fallo suyo, no tuyo.) Seguid hablando de las fantasías, averiguad lo que funciona y lo que no lo hace, y seguid adelante. ¿Qué hay de tu propia satisfacción? Esto es, después de todo, Dominación Femenina, y si no estás consiguiendo lo que quieres de una escena, necesitas reevaluar tu técnica. Ayuda, al principio, tener una idea de lo que quieres de cualquier escena: un sentido de libertad y poder, o montones de caricias y orgasmos, o una pedicura perfecta. He hecho muchas escenas donde no vi ningún orgasmo, pero no siempre los deseo. A veces lo que quiero son Dominiorgasmos, esa maravillosa ráfaga de poder, de ser capaz de expresar las partes más profundas de mí misma con un sumiso servicial. - Ansiedad posterior a la Dominación . Sea cual sea tu situación personal creciste en una cultura que exige que las Chicas sean agradables. La Dominación no resulta agradable. Divertida, sí. Satisfactoria, por completo. Pero agradable no. Al día siguiente puedes sentir ganas de pedirle perdón por haberle hecho daño o haberle dado órdenes. Aún peor, puedes sentir que has violado lo que tú eres. (Puede que quieras releer el capítulo 2.) El vislumbre del poder que tienes puede ser aterrador; puedes estar viendo nacer un yo totalmente nuevo. Habla sobre ello. Escribe un diario sobre ello. No te limites a sentarte y cocerte en tu propia salsa, preocupada de que te estés convirtiendo en un monstruo. Con toda probabilidad no lo eres. Pero si no tienes a nadie con quien hablar, tu sumiso puede no querer tratar el asunto, tus amigas estarían horrorizadas, busca un grupo de apoyo. Te estás rebelando contra todo tipo de imperativos culturales al convertirte en Dómina, y necesitas el apoyo y la ayuda de tus Hermanas. Muchas ciudades tiene un capítulo de PEP (People Exchanging Power, Gente que intercambia poder) o grupos locales de apoyo (Black Rose en Washington, DC, la Sociedad de Jano en San Francisco, y la Sociedad Eulenspiegel en Nueva York, por ejemplo). Puede que necesites viajar para encontrar grupos de juego y grupos de apoyo; no es raro que la gente tenga que conducir cuatro o cinco horas para asistir a una reunión. Yo vivo en una zona intensamente rural, pero solo tengo que conducir durante dos horas hacia el norte o el sur para encontrar apoyo. Busca anuncios de otras Amas en el semanario local gratuito (las profesionales pueden no ser de ayuda) o pon un anuncio tú misma, sugiriendo que quieres crear un grupo de Dominantes para discusión, apoyo, amistad e intercambio de ideas malvadas. Los foros de la red pueden dar una oportunidad de hacer amistad con Dominantes de todo el mundo incluso al Ama más aislada, además de conocer Tíos Dominantes (que pueden ser unos amigos increíblemente útiles) y sumisos de los dos géneros convencionales. Los Tíos Dominantes también tienen que haber superado el entrenamiento de partida (“¡No se pega a las chicas!”) y pueden convertirse en sólidos camaradas, incluso si se ponen verdes y cruzan las piernas cuando hables del CBT. Los sumisos de cualquier género y orientación pueden ayudar a convencerte de que sí, ¡a ellos les gusta esto de verdad! Eso puede ser de gran ayuda si tu sumiso no es especialmente comunicativo. He conocido al menos una Dominante cuyas experiencias con su primer sumiso fueron tan difíciles que pensó en darse por vencida. Sin embargo, cuando buscó y encontró apoyo de otros, descubrió que no había nada erróneo en sus instintos o acciones; simple y tristemente no compaginaba con su sumiso. Las Dominantes tienden a sentirse responsables de todo, y se había echado la culpa a sí misma. O, si sientes que te gustaría explorar a fondo alguno de estos temas, habla con un terapeuta comprensivo.
- Visiones del pasado y malos recuerdos . Si tus ansiedades persisten, o se produce una depresión seria (como resultado del juego de la fantasía), puede que estés reviviendo ciertos recuerdos dolorosos. Fueran cuales fuesen los hechos de tu infancia, puedes haber llegado a asociar el poder ejercido con una indiferencia devastadora, o incluso odio activo, hacia las personas menos poderosas. En tu infancia, esa eras tú casi seguro. Encontrarse repentinamente en la posición del torturador puede provocar un cambio psicológico intolerable. Si sientes de esta forma consigue ayuda ya. No te limites a jurar que vas a dejar la Dominación Femenina, no puedes evitar el tema del poder. En algún punto tendrás que afrontarlo, y mejor pronto que tarde. - Signos serios de advertencia . Si empiezas a mostrar cualquiera de los signos de una alteración emocional seria, consigue ayuda y hazlo rápido. Si te vuelves violenta, deprimida, o llena de una rabia inapropiada, no puedes dejar de llorar o no puedes levantarte a hacer nada en absoluto, empiezas a pensar o a hablar de suicidio, consigue ayuda ya. (Aunque muy, muy pocos jugadores tienen tales reacciones malas, tienes que saber que hay que vigilar, solo por si acaso.) - Una nota final . A pesar de todas las advertencias y preocupaciones te aseguro que la mayoría de la gente que practica juegos de Dominación son de verdad más felices con el otro que las parejas que no pueden compartir sus necesidades y deseos más profundos, cualesquiera que puedan ser. Sin embargo, como Ama responsable y como autora, siento que debería dejar que supieras de algunas posibles fuentes de preocupación. Incluso si alguno o varios de estos problemas aparecen entre los dos, podréis superarlos si vuestra relación es fuerte. Después de un breve período de ajuste, los dos llegaréis a estar cómodos con los nuevos papeles, tanto si jugáis de vez en cuando como si lo hacéis todo el tiempo. Cambios en vuestra relación De la misma forma que representar vuestras fantasías puede haber sacado a la luz temas de poder y Dominación, lo mismo puede hacer con temas entre los dos. Los cambios individuales están condenados a afectaros como pareja. Una discusión sincera sobre esos temas y vuestros sentimientos pueden ayudar a mantener vuestra relación fuerte. En verdad, la intimidad y confianza creada entre vosotros, además de tu papel más activo en la relación, están condenados a hacer que el compromiso sea más fuerte y más profundo de lo que lo fue nunca antes. Lo que sigue es una lista de sugerencias para tratar los temas de Dominación y una lista de los beneficios que la Dominación Femenina puede llevar a vuestra relación. Tratamiento de temas de Dominación: Algunas sugerencias - Mantener la Dominación en su sitio . La Dominación Femenina es un juego maravilloso, pero tiene sus límites. Tú y tu compañero debéis decidir cuales son estos. Algunas parejas la usan como un aderezo especial unas cuantas veces al año. Otros prefieren jugar mensual o semanalmente, mientras que mantienen una vida sexual vainilla o exploran otras fantasías (incluso la dominación masculina). Muchas parejas disfrutan de la Dominación Femenina a tiempo completo, pero están más allá del enfoque de este libro. Vosotros dos deberíais decidir pronto con que frecuencia queréis hacer escenas y cual debería ser la señal para comunicar ese deseo. Debéis mantener los juegos de Dominación en su sitio en otro sentido: nunca uséis una sesión de disciplina para tratar un problema en vuestra relación o para volcar tu rabia en tu sumiso. Si tenéis un conflicto en la relación, tratadlo hablando de él. No lo mezcléis con juegos sexuales, a menos que ya hayáis negociado el derecho a castigar. - Siempre Seguro, Sano y Consensuado . El santo y seña para el juego de la Dominación/sumisión ha sido siempre que sea seguro, sano y consensuado (N. del T.: aunque “sane” debería traducirse como “sensato” más que como “sano”, porque hace referencia más a la mente que al cuerpo, lo he traducido como “sano” porque es la traducción tradicional en este contexto). Sigue estas reglas. No corras riesgos estúpidos ni hagas cosas que sepas que son peligrosas. Deja los otros problemas emocionales fuera de la mazmorra. Y no juegues nunca, a menos que los dos participantes estén dispuestos. Cualquiera de los dos tiene derecho a decir
“no” al juego de Dominación, de la misma forma que podéis decirlo a cualquier otro contacto sexual. Y nunca metas a participantes o testigos poco dispuestos o inconscientes en vuestros juegos. Sería una especie de violación psicológica. - Cumple tus compromisos . Trata siempre al otro con respeto. No te burles de las fantasías de tu pareja al día siguiente de la sesión, ni le cuentes a tu mejor amiga nada de vuestras actividades sin el consentimiento de tu compañero. Sí, he dicho que deberías buscar gente con la que puedas compartir tus experiencias, pero tienes que respetar la privacidad de lo que hacéis juntos. Coméntalo con tu compañero antes de comentarlo con otros. - Habla. La comunicación es la clave de una buena relación, y deberíais siempre ser capaces
de tratar juntos cualquier cosa, desde las sensaciones incómodas que ocasionalmente se presentan a partir de una escena, hasta el compartir nuevas fantasías. Cuanta más intimidad haya entre vosotros, mejor resultarán vuestras escenas, y viceversa. En los momentos de agotamiento y satisfacción, después de haber conseguido la liberación y finalizada la escena, puedes tantear las emociones profundas que nunca has compartido con nadie. Ahora puedes compartirlas, con tu compañero. - Relájate. A pesar de todas las advertencias, la Dominación Femenina es un juego, y un juego
maravilloso. Relájate y disfrútalo. No esperes que sea perfecto. Limítate a disfrutar de los placeres de mandar, o de ir más allá de tus límites habituales y llegar a ser otra persona. Tu sumiso debería relajarse también. La escena puede que no haya sido exactamente lo que había soñado, pero después de todo, lo que el quería era perder el control, no seguir manteniéndolo. Debería dejarse ir y sentir la embriagadora libertad de la sumisión total. Los beneficios de la Dominación Femenina - Una casa limpia. Una investigación reciente indica que el 61% de las Mujeres verían mejor
que un hombre hiciera el trabajo doméstico que bailara desnudo. También se casarían mejor con un tío del aspecto de Danny DeVito, que fregara los platos, que con uno del aspecto de Robert Redford, que no lo hiciera. Puedes usar estas fantasías de sumisión a una Tirana no solo para la satisfacción sexual mutua, sino también para mantener impoluto el aspecto de la casa. Si detestas las labores domésticas y el consigue una emoción erótica al pasar la aspiradora, diría que tienes una compañía ideal. - Una relación más igualitaria . Vuestra relación se hará más igualitaria, en parte porque él va
a hacer algo o todo el trabajo doméstico, cuando empieces a practicar el Mando Femenino. Tu nueva firmeza se transmitirá a otras partes de vuestra relación, y sus experiencias de estar desprovisto del control sobre su propio destino, deberían ayudarle a entender lo dura que puede llegar a ser la vida de una Mujer. - Sexo más intenso . Incluso una dosis ocasional de fantasía puede servir para mantener ar-
diendo y brillante vuestra llama sexual. Como Ama cuidadosa y amorosa, conseguirás saber todos los puntos más sensibles del cuerpo de tu amante, un conocimiento del que puedes hacer buen uso cuando estéis practicando sexo más convencional. Aún más, aprenderás a pedir lo que quieres en la cama. El sexo es siempre mejor entre dos participantes activos, involucrados. Quizás lo más importante, los dos mantendréis vivas y activas vuestras imaginaciones. El aburrimiento mata el deseo sexual más deprisa que cualquier otra cosa, excepto el puro cansancio físico. – Confianza más profunda. Más rara que el buen sexo es la confianza. Y una vez que has
compartido tus fantasías más íntimas con alguien que te ayuda a representarlas, que no se burla de ti o se echa atrás o te hiere, tú sabes que has establecido la confianza. La vulnerabilidad compartida de representar las fantasías puede crear una intimidad nueva y maravillosa. Nada puede fortalecer una relación como la confianza.
Manual del Ama Guía de Dominación Femenina para buenas chicas por Mistress Lorelei
Parte Dos El Ama en Acción 5 ESTABLECIMIENTO DE TU AUTORIDAD: Maneras de hacerle ob edecer “Esa ella no imposible/Qué mandará en mi corazón y en mí.” Richard Crashaw, “Wishes to His Supposed Mistress” (Deseos para su supuesta Ama)
Incluso antes de que planees y realices la primera sesión, tienes que entender de donde proviene la autoridad de un Ama. Establecer esa autoridad es la primera cosa que tiene que hacer un Ama; incluso la sesión mejor planeada fallará si el sumiso no puede creer en el Dominio de su Señora y rendirse a él. Lo que sigue es una discusión de media docena de maneras de establecer y reforzar tu autoridad, incluso mientras estás recibiendo el placer agotador del orgasmo. Algunas son más efectivas que otras, pero todas ellas cuando se usan juiciosamente, en su adecuada proporción, darán como resultado un sumiso contento y una Dómina satisfecha. Alguna de estas ideas pueden parecer poco plausibles. Sin embargo la vida corriente, con todas sus preocupaciones, miedos, y tensiones nos tiene agarrados a muerte a la mayoría de nosotros. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir para trasladarnos al reino de la fantasía. Elegir deliberadamente padecer sufrimiento y sentir el suspense como camino para un final feliz puede exorcizar los demonios de la duda, miedo, tensión y aflicción, con los que la mayoría de nosotros lucha cada día. Cambiar de nombre, ropa, entorno, comportamiento, puede ayudarnos a liberar el yo interno reprimido. Las sugerencias que siguen ofrecen caminos para romper la llave al cuello con que nos mantiene sujetos la realidad y trasladarnos al dominio glorioso, tenuemente iluminado y ritual, de nuestro yo escondido. El Guión Dado que el capítulo 6 está dedicado al arte de planificar, estructurar y representar un escenario efectivo de disciplina, no diré mucho aquí a ese respecto, salvo recordarte que un buen guión es la esencia primera. Un guión satisfactorio suministrará tanto al Ama como al esclavo una experiencia perfectamente significativa. Recuerda que es la historia la que os saca a ti y a tu sumiso de vuestro yo de cada día, te inviste con poderes casi mágicos, y finalmente ofrece la liberación. Todas las técnicas que trato en este capítulo son una forma de enfatizar la historia y hacerla más vívida, intensa y creíble. Una fantasía esbozada apresuradamente, trazada sin cuidado es tan aburrida como la mayor parte de la televisión. Si la TV os relaja de verdad a ti y a tu compañero, no deberías estar leyendo este libro. Necesitáis un ritual más profundo, más individual que el que se encuentra en los medios de comunicación. Y los libros, con todo lo maravillosos que son, no se pueden compartir de la misma manera. Además, algunas veces necesitas actuar. De aquí el guión, la fantasía y tu papel convincente como Ama. Aún más, un buen guión te ayudará a ti, el Ama, a recordar quien eres: la Mujer que manda. También nos suministra la útil metáfora teatral, que con tanta precisión describe todas las fases de la relación de Dominación/sumisión, que podría no ser una metáfora en absoluto sino la verdad literal.
Dolor y s uspense. Cuando la mayoría de la gente piensa en la Dominación Femenina, piensa en el dolor y les da mucha pena. Aunque el juego de las sensaciones tenga su lugar en una escena, no es, necesariamente, el elemento más importante. El suspense, la parte primordial de un buen drama, es mucho más importante, aunque no pueda mantenerse por sí solo. Puesto que el dolor y el suspense trabajan juntos tan de cerca, he decidido tratarlos como dos aspectos gemelos de un mismo tema. Para hacer que una escena funcione debes incluir el suspense en tu asunto. El dolor por si solo, incluso la humillación por si sola, no provocará la tensión y luego la liberación que él necesita. Apoyarse en el dolor físico para provocar la subordinación efectiva (en el mejor de los casos una técnica grosera) falla finalmente, porque no has hecho que el dolor tenga un sentido. Havelock Ellis, uno de los primeros expertos en psicología sexual, escribió que el suspense, no el sufrimiento, es lo que realmente desea el sumiso. Por ejemplo, que una Mujer extraña camine hacia él y le abofetee apenas haría que se sintiera excitado. El incidente puede, más tarde, proveer de una base para fantasías, en las que el sumiso fabricará una historia para explicar el dolor, añadiendo, por tanto, suspense y significado. En resumen, es la trama, la representación planificada, no el castigo, lo que produce el alivio del sumiso. Controlar el cuerpo de un hombre no es suficiente para controlar su mente. En otro caso se pasaría cada minuto de su jornada laboral pensando en el trabajo, cada minuto ante la mesa del comedor pensando en comida, y así sucesivamente. Deberías saber que aún cuando esté atado a un tablero o forzado a vestirse con ropa de señora, debes suministrarle fantasías (el guión) o su mente divagará. En semejantes situaciones, por supuesto, es probable que su mente divague en todo caso hacia las fantasías, pero serán sus fantasías, las que él elige y controla, y no será tan efectivo para él y satisfactorio para ti, como las fantasías e ideas que presentes tú. Incluso un castigo marcadamente simbólico, tal como una azotaina, puede sentirse como dolor sin significado a menos que esté acompañado de una fantasía irresistible (y, de nuevo, la tuya, si está bien elegida y atractivamente presentada, funcionará mejor que la suya propia). No, la única manera de controlar incluso al sumiso más aborregado es controlar sus pensamientos. El suspense es una de las herramientas más eficaces para gobernar la variable atención del sumiso. Cualquiera puede producir dolor, pero poca gente puede hacerlo erótico y satisfactorio. Si realmente fuera el puro dolor lo que él ansía, podría meterse en peleas de bar y ser igualmente feliz o incluso más, o estrellar el coche contra un puente y sufrir durante meses dentro de una escayola de cuerpo entero. Ninguna de estas espantosas ideas (que sinceramente pido que no consideres, ni siquiera por un momento) es lo más mínimamente erótica. Por tanto, si le administras una dosis de dolor más pequeña, pero una mayor medida de suspense, te obedecerá más fácilmente y te respetará más a fondo, y ambos estaréis más satisfechos. La utilización efectiva del suspense es la primera marca de una Disciplinadora de primera categoría, incluso de una que represente el papel de Amazona o Institutriz. Misterio y expectativas. Ahora que se ha demostrado que el suspense es vital para el establecimiento con éxito de tu autoridad, puedes estar preguntándote precisamente como puedes usar el suspense, o incluso, en primer lugar, como crearlo. Los dos elementos del suspense son el misterio y la expectativa. Aunque podrían parecer mutuamente excluyentes, de hecho actúan bien juntos en manos de un Ama experimentada. El misterio se basa en la sorpresa; el sumiso se pregunta que ocurrirá a continuación, y alternativamente tiene esperanza y miedo (“tal vez el Ama no me castigue... pero siempre lo hace”) Las expectativas se basan en el reconocimiento; el sumiso sabe exactamente lo que ocurrirá a continuación, y soporta la misma vacilación (“quizás no duela mucho esta vez... pero la última si que dolió”). El placer de los cambios de estación tiene exactamente la misma mezcla de misterio y expectativas. Cada primavera es igual, pero cada una es distinta. Disfrutamos a la vez con reconocimiento y sorpresa cuando florecen cada año los narcisos. Para hacer constantemente interesantes las mismas tres o cuatro fantasías, tienes que variarlas ligeramente: lo suficiente para que sean nuevas y excitantes, no lo bastante para distorsionar su mensaje. Si caes en la rutina con tu guión, riñéndole siempre por el mismo crimen y castigándole de la misma manera, tu
sumiso no sentirá el misterio ni tendrá expectativas, y pronto aumentará su inquietud e insatisfacción. Fomenta la sensación de misterio haciendo las cosas ligeramente diferentes cada vez. Prueba con nuevas sensaciones y variaciones sobre la fantasía. (Ofrezco sugerencias para esto más adelante en el libro.) Si él nunca está lo bastante seguro de lo que ocurrirá a continuación, cualquier cosa que hagas tendrá un poder añadido. Aumenta el misterio dejándole saber que planeas un castigo particular y luego, en el último minuto, alterándolo ligeramente en duración, instrumento, audiencia o estilo. También puedes hacerle promesas misteriosas o permitirle vistazos a un disfraz o implemento nuevo, y luego observar como el suspense trabaja con él. Anima sus expectativas diciéndole con precisión lo que planeas hacer y haciéndole esperar a que lo hagas. Calibrar la disposición de un vasallo a ser castigado es una materia delicada. Tienes que hacerle sufrir ante las expectativas, lo bastante para extraer todo el dolor de la espera, pero no tanto como para dejar que se sienta aburrido y abandonado. Una atención cuidadosa en mantener el suspense adecuado significa que necesitarás aplicar menos dolor físico. Haciendo que participe su mente creas una escena mejor y le proporcionas una catarsis más profunda. Apli cación del castigo: fin del suspense. La amenaza del castigo y el suspense de esperar el castigo están muy bien. Pero en algún punto tendrás que castigar de verdad a tu sumiso. Cuando lo hagas, tu sumiso sentirá que el suspense de la espera ha sido tan aterrador que no habría podido soportar ni un segundo más, aunque todavía afronte el castigo real con miedo y temblor. (Las técnicas de castigo se tratan en los capítulos 7 y 8, con notas en cada uno de los capítulos sobre fantasías específicas, para el mejor uso de estos métodos.) No obstante la Dominación que demuestres es, con mucho, más importante que el dolor que inflijas. Casi todo el castigo que un Ama aplique se hace con el consentimiento (implícito) del sumiso. Para ser sincera, pocas Disciplinadoras son lo suficientemente musculosas como para hacerse obedecer por la fuerza por un sumiso involuntario, al menos no sin una lucha improcedente. La mayoría de nosotras confiamos en la autoridad moral y el poder de la Dominación, acompañados de ataques ocasionales de severidad. Por tanto establecer tu autoridad sobre el hombre es esencial. Tienes que hacerle saber que tú mandas y que tema cruzarse contigo de cualquier manera. Solo entonces serán significativos tus castigos. Aunque físicamente pudiera luchar contigo y escapar del castigo esa opción tiene que ser impensable para él. Tiene que estar dispuesto a tumbarse en tu regazo para ser azotado, sabiendo que podría escapar, pero renunciando a hacerlo, porque escapar sería al final más doloroso de lo que pudiera ser cualquier azotaina. La amenaza de azotainas peores no es suficiente para provocar ese estado mental. Solo la Dominación psicológica puede hacerlo. El lenguaje del poder. Ir desde el castigo al lenguaje parece un salto extraño e inesperado. Sin embargo una de las herramientas más fuertes del Ama es el lenguaje. En una sección posterior consideraremos el uso de la voz misma para establecer tu mando, pero ahora nos estamos fijando en el poder del mero vocabulario. El nombre de la Dominación. La elección adecuada de las palabras puede expresar y sostener a la vez tu poder en la relación. La demostración más simple de esta gran verdad es como se dirige a ti tu sumiso durante una sesión. Dudo que te llame Cielo, Cariño, o el antiguo Mi Cadena. Más bien te llamará con tu nombre de Dominación: Señora, Ama o tal vez Ama Lorelei. Tal formalidad es propicia a la disciplina y a una adecuada atmósfera de sumisión. A algunas Niñeras e Institutrices les gusta que les llamen Miss o Mrs. Jones, usando su propio apellido o uno que hayan elegido por sus connotaciones disciplinarias. (Miss Birch es muy popular, también lo es Miss Marwood por la gran Institutriz de la ficción.) (N. del T.: “birch” significa vara o varilla de abedul y Miss Marwood es el nombre de la institutriz en varias obras de ficción que tratan el tema, como “Harriet Marwood, institutriz” de autor anónimo o “Una institutriz para Richard” de Jane Marwood) Otras prefieren que se las llame Mamá o Tiíta mientras están corrigiendo a los que tienen a su cargo.
El efecto del cambio de tu nombre es inmenso. Cuando tu sumiso te llama por tu nombre de Dominación, tiene que aceptar tu autoridad y tu poder. Más aún, se da cuenta de que ahora no está tratando con su esposa o su novia, sino con una Tirana a la que debe obedecer o sufrir las consecuencias. El cambio de identidades establece tu influencia durante las escenas y te ayuda a mantener una relación saludable el resto del tiempo. No solo deberías seleccionar un nombre de Dominación y forzar estrictamente a que se use, también tienes que elegir un nuevo nombre para otorgárselo a tu sumiso. No permitas discusiones por su parte sobre que nombre le gusta o desea. Tienes que facilitarle su nueva identidad para controlarle cuando lo invoques. Dirigirte a él por su nombre de sumisión es una señal inconfundible de que la sesión de Dominación está a punto de empezar. Tras algo de práctica se deslizara hacia la obediencia y la pasividad tan pronto como le llames por su nombre de sumisión, de la misma forma que tú tomarás el mando en cuanto oigas tu nombre de Dominación. ¿Qué nombres son elecciones eficaces para un nombre de sumisión? Los hombres que sueñan con ser criadas feminizadas responden a nombres tan femeninos y con volantes como Cindy, Yvette o Bitsy. Los hombres que desean una Institutriz o una Niñera responden mejor a motes infantiles, especialmente diminutivos (Bobby, Freddy, Ricky) o, durante la sesión de disciplina, al nombre completo: “¡Robert Edward Jones, inclínate!” Otros nombres de Dominación. En el mundo de la infancia cualquier objeto se conoce y se nombra. Tienes que esforzarte en recrear esta atmósfera en tus sesiones de fantasías. Así deberías dar nombres de Dominación a tus herramientas y técnicas de disciplina favoritas, además de a varias partes de tu cuerpo. Los nombres deberían enfatizar el poder femenino y armonizar con las fantasías del sumiso. Un cierto toque juguetón al asignar los nombres les añade un estímulo especial. Una paleta muy temida podría convertirse en Ama Pattycake (N. del T.: juego de palabras entre “pat”, palmada y “cake”, pastel, que podría dar a entender que cierto pastel se hiciera a base de palmadas). A un sumiso travieso que necesita que le aten se le podría decir que tiene que pasar algún tiempo con el Ama Bonnie (N. del T.: supongo que aquí el juego de palabras tiene que ver con “bondage”, atadura). La invitación a llevar puestas unas bonitas joyas podría referirse a la colocación de pinzas en los pezones. Los genitales también deberían recibir un nombre, en parte porque hay realmente pocas palabras agradables o atractivas para ellos en inglés, en parte para realzar la atmósfera de mundo secreto. Elige un nombre excitante y con poderío para tu Feminidad. Ama Gloria o Ama Victoria son buenos nombres, porque a la vez sugieren lo maravilloso y resultan fáciles de deslizar en conversaciones aparentemente inocentes. Dile a un sumiso, “Necesitas pasar algo de tiempo con Vicky, querido,” y él, instantáneamente, es consciente de que le estás exigiendo una larga sesión de cunnilingus. Y ese es el tipo de mensaje que le puedes dejar a una secretaria sin que suponga un corte ni para ella ni para ti. Es también deber tuyo renombrar sus genitales. El nombre debería recalcar su estatus inferior y juvenil sin que sea tan jocoso como para volverle impotente. Un nombre ligeramente infantil para su pene y dos nombres que sean variantes de pronunciación similar para sus testículos, te equiparán para provocarle y fastidiarle hasta donde te dé la gana. Instrumental y accesorios apropiados La preparación también contribuye en gran medida a la efectividad de la escena. Si tienes espacio suficiente para preparar una habitación aparte para jugar, puedes decorarla como te dicte la fantasía: como una mazmorra, un aula de escuela, o un dormitorio lleno de encajes. La mayoría de nosotros disponemos de un espacio limitado, pero una habitación normal puede decorarse con sutiles insinuaciones de la disciplina doméstica: con una cama de cuatro postes, cepillos de pelo de madera, y adornos atractivos de ramas de abedul atados con cintas. Si tu sumiso desea ser disciplinado por una severa maestra de escuela rural, compra un pupitre antiguo de escuela para hacer que se doble sobre él, y cuelga una pizarra con marco, dominando la escena para sus castigos escritos o para exponer tus juicios escritos respecto a sus travesuras. También puede que te apetezca resaltar el estado de ánimo con música, iluminación, incienso u otros estimuladores de los sentidos cuidadosamente elegidos. Sin embargo debes tener cuidado al elegir. El incienso y las velas, apropiados para una fantasía de Amazona o Diosa, están
totalmente fuera de lugar en un montaje de aula de escuela o guardería. Ni tampoco encaja con naturalidad una criada feminizada en una escuela. Los accesorios, por supuesto, incluirán todas las deliciosas herramientas para corregir, humillar y limitar los movimientos, desde correas de cuero a cintas de audio de sesiones de castigo y a la pizarra muy victoriana, pero estos accesorios varían dependiendo de la fantasía, y se tratan bajo las cabeceras de las fantasías individuales. Pero, ¿por qué tendrías tú, el Ama, que molestarte para nada en crear una atmósfera particular, y mucho menos decidir si tu esclavo prefiere una cálida y acogedora guardería o una severa celda de prisión? Porque el punto clave de la fantasía es la huida, y la liberación emocional se amplifica si tiene lugar en un ambiente agradable. Tus fantasías serán más efectivas si se representan en el entorno adecuado. Disfraces Debe tenerse especial cuidado en la selección de los disfraces adecuados para la Dómina y el sumiso, porque este aspecto de la fantasía es casi tan crucial para una sesión satisfactoria como un método de castigo adecuadamente elegido, especialmente al principio. Es una generalización infame afirmar que los hombres se excitan sexualmente por lo que ven, pero normalmente es verdad. La mayoría de los tíos sumisos han pasado años visualizando exactamente como vestirá el Ama de sus sueños. Si quieres engancharte directamente a su libido, tu vestuario y maquillaje te lo pueden facilitar. Más aún, ciertas ropas pueden convertirse en una señal sutil, o no tan sutil, de que es hora de jugar. Ya sea esa sombra especial de lápiz de labios burdeos o un par de zapatos particular, el aspecto del Ama puede excitaros a ambos. Dependiendo de tu comodidad y de tus deseos y de la fantasía elegida, puedes aparecer con un traje de chaqueta serio, con bragas y medias, o con botas de piel ceñidas hasta los muslos y corsé a juego, aunque mi experiencia indica que es difícil manejar el látigo cuando estás confinada de esa manera. Una sencilla camiseta negra y vaqueros a juego, pueden ser un disfraz tan efectivo como toda la parafernalia de cuero y acero del mundo. Necesitas decidir cuanto quieres agradar al sentido de la vista de tu sumiso, cuanto quieres provocar. También, francamente, cuanto disfrutas tú misma vistiéndote. Si te encanta, puedes elegir elaborados atuendos para la fantasía. O también puedes relajarte y mandarlos a la mierda. Tú eres la Dómina, recuérdalo. De la misma forma el sumiso puede llevar cualquier cosa, desde nada en absoluto a pañales. La propia fantasía dicta normalmente que tipo de ropa debería llevar. Los principios que hemos estado tratando indican que es necesario algún cambio en el vestuario. Cuando mejor sea la puesta en escena mejor resultará la fantasía. A diario juzgamos a la gente por su forma de vestir, de modo tan instantáneo que puedes no ser consciente de que estás clasificando a la gente que pasa a tu lado como estudiantes, vagabundos, ricos, artistas, trabajadores o fanáticos de los ordenadores. Puede que no siempre estés seguro, pero realmente lees el mensaje que la forma de vestir de los otros te ofrece. ¿Todavía dudas? Considera el efecto de los uniformes. Cuando un hombre de bata blanca y con un estetoscopio te dice que te desnudes, probablemente lo harás. En el mismo despacho, con el mismo hombre vestido de policía, que te haga la misma petición, le exigirías la orden correspondiente y luego lo harías. Si un hombre con casco te dice que hagas eso te negarías a menos que fuera tu amante. Normalmente no le pedirías al hombre de blanco que demuestre que es el doctor cuyos diplomas cuelgan en la pared. En lugar de eso te dejas convencer por el poder del uniforme. Puedes aprovechar las ventajas de este efecto vistiéndote de una forma que transmita poderío a tu sumiso, y para cada hombre ese disfraz es distinto. Explora sus fantasías, fíjate en las fotos de Dóminas que colecciona y podrás deducir cual es su imagen interna de la autoridad Femenina. Vistiéndote para invocar esa imagen podrás ejercer un mayor poder sobre él con menos esfuerzo. El disfraz también tiene influencia, no solo en como nos ven los otros, sino en como nos vemos nosotros mismos. Tu vestimenta de Dominación debería hacer que te sintieras orgullosa, severa, magnífica. Si eliges cuero negro adornado con incrustaciones metálicas o ropa de montar de Señora de cerca de 1890, el disfraz significará poder, también para ti.
De la misma forma, cuando vistes a un hombre con ropa de Mujer, se siente indefenso, excitado, y avergonzado, todo a la vez. Vestirle de bebé, escolar o prisionero alterará de forma similar su forma de actuar. También está la consecuencia muy práctica de que un hombre semidesnudo o vestido con uniforme de doncella francesa no podrá escapar bien de tu control. Estaría demasiado avergonzado si alguien le viera vestido como lo está en su fantasía secreta. Y esa fantasía es la verdadera clave. Si un vasallo se viste adecuadamente, su yo escondido se define y revela a la vez mediante su ropa. Los disfraces eliminan inhibiciones porque cambian las identidades. Incluso una doctora podría dudar en decirte que te desvistas sin su estetoscopio y bata blanca. Actuación Persuasiva Tal vez actuación sea aquí una palabra errónea. Pero, como estoy usando una metáfora teatral a través de todo el libro, puedo continuar. Cuando hablo de actuar no estoy suponiendo, de ningún modo, que no seas sincera en tu Dominación. Pretendo que actuar significa usar las técnicas de una actriz para confeccionar un personaje: voz, gestos, y porte. Un gran guión si se ejecuta pobremente puede resultar aburrido. De modo que tu Dominación no puede ser completa a menos que todo lo que digas y hagas la exprese: no solo las palabras sino también la voz; no solo las acciones sino también todo el lenguaje corporal. Tienes que vivir el papel. Tono de voz. Muchas Mujeres hablan como pidiendo perdón, con vocecitas suaves, asustadas, más propias de Muchachas que de Mujeres desarrolladas. Aprende a hablar con firmeza, a veces incluso con aspereza, a tu sumiso. Si tienes problemas practica usando una grabadora. Encontrarás que es extraordinariamente liberador usar la voz con toda su potencia, para permitir que todas tus emociones prohibidas se liberen en tu voz. Gestos y porte. Gestos y porte, conocidos comúnmente como lenguaje corporal, incluyen comunicaciones no verbales, como el contacto visual, expresión facial y postura del cuerpo. La forma en que caminas, te sientes, te pones de pie, sonríes y mantienes la barbilla expresa y determina si eres Dominante o sumiso en cualquier situación. La persona Dominante mira a los ojos, mientras que el sumiso baja la mirada. El Ama se mueve enérgicamente, con zancadas libres y gestos amplios, mientras que el sumiso limita la cantidad de espacio que utiliza. La Dómina sonríe raramente, el esclavo lo hace a menudo. La Mujer Dominante es libre para mirar donde le plazca mientras que el hombre se encoge y aparta la mirada. El Ama mantiene alta la cabeza, el sumiso deja colgar la suya. Moviéndote con confianza puedes imponerte a él sin decir una palabra. Preparación del papel Antes de una sesión de disciplina podrías desear pasar algún tiempo metiéndote en el papel de la Dómina. Revisa tu guión, comprueba tus herramientas, y practica tu voz y porte de Ama. Un poco de ensayo es conveniente para una fantasía que se desarrolle armónicamente y con éxito, hasta que puedas meterte instantáneamente, sin pensarlo, en tu estado Dominante Cuando te hayas convertido en un Ama experimentada puede que no necesites una preparación extensa. Pero siempre es inteligente recordar que el Ama no puede dar su autoridad por establecida. Tienes que ganártela con la fuerza y veracidad de tus fantasías, la eficacia de tus métodos disciplinarios y el poder imponente de tu personalidad. Placer Una de las mejores maneras de establecer y mantener tu autoridad es disfrutando de la Dominación. Cuando tu sumiso ve el placer que puede darte se siente feliz y agradecido y necesitado; quiere darte más. Ciertamente hay momentos en que el placer es inapropiado; algunos sumisos nunca desean ver la sonrisa del Ama. Pero la inmensa mayoría desea que te lo estés pasando bien, especialmente cuando le estás castigando o consolando. De otra forma puede sentir que no te gusta la Dominación Femenina y que lo estás haciendo poco dispuesta, y por ello que él está dirigiendo secretamente la acción.
Demostrar tu placer puede suponer tan poco como el sonreír severamente cuando blandes la vara o tanto como tener orgasmos múltiples. Demuestra placer en todas las distintas escenas de la fantasía, disfrutando de su disfraz, sonriendo cuando amenazas con castigarle, y así todo. Después de todo una Ama feliz hace un esclavo feliz. Demostrar placer, desde luego, indica que sientes placer. Si no te lo estás pasando bien, ajusta la escena hasta que lo hagas.
6 IMPOSICIÓN DE TU DOMINIO: Planificación, estruct uración y representación de tu pri mera sesión “El carisma solo sabe de determinación interna y limitaciones internas... El líder c arismático solamente se gana y mantiene su autoridad demostrando su fortaleza en la vida.” Max Weber, “Economy and Society” (Economía y Sociedad)
Las escenas satisfactorias no se limitan a ocurrir, se limitan a ocurrir poco más de lo que lo hacen las obras de Shakespeare. Las grandes fantasías, como las grandes obras teatrales, tienen que ser planificadas, meditadas, y coreografiadas antes de la representación. Una vez que conoces el guión de corazón y comprendes la dinámica de la obra puedes improvisar cuanto gustes. Al principio, sin embargo, es mejor planearlo, aunque sólo fuera para que tengas a mano todos los juguetes que quieras, en lugar de tener que andar hurgando en la bolsa de los juguetes buscando una venda. Naturalmente no estoy, en modo alguno, sugiriendo que tienes que escribir hasta la última línea de lo que le pienses decir a tu sumiso. Un estilo de representación demasiado rígido es tan malo como uno que esté demasiado en el aire. Solo te recuerdo que dediques algún esfuerzo a la planificación de las sesiones, especialmente la primera. La adecuada autodisciplina del Ama se muestra en un esclavo minuciosa y felizmente disciplinado. Cuando te tomas la molestia de entender las necesidades básicas de tu sumiso le estás haciendo el favor más cordial posible. Por ejemplo si necesita humillación y solo consigue castigo puede rebelarse. Ningún Ama desea un sumiso insolente; refleja una imagen tan mala de su gobierno sobre él. Más aún, preparando un guión estás creando una escena satisfactoria para ti misma, una escena que encontrarás erótica, que aumentará tu poder, que sea alegre, o cualquier otra cosa que desees. A veces es fácil para nosotras estar tan centradas en las necesidades, límites, terrenos minados, miedos, experiencias y deseos del sumiso que nos olvidamos de los nuestros propios. Sí, tienes que tener en cuenta todos esos factores. Pero también importa tu propio placer. Un buen guión puede ayudarte a recordar eso. El guión de tu fantasía proporciona el contexto que determina la significación de lo que haces. Una de las mayores diferencias entre la Disciplina Doméstica y el Cuero es la patente fantasía del juego de papeles al estilo de la Disciplina Doméstica. Aunque la comunidad del Cuero tenga sus mitos, su sensación de ser un grupo aparte, sus disfraces y atrezzo, su significado propio para palabras como “sádico” y “guarra”. En un sentido emocional muy real una Dómina del Cuero puede ser muy dueña de su sumiso, pero ningún tribunal de la tierra sostendrá esa posesión. Es a la vez absolutamente cierto y absolutamente falso, como todos los mitos. Y como todos los mitos está diseñado para crear y expresar un mundo. Determina sus necesidades Tu primer paso al planificar una sesión efectiva de disciplina es determinar las necesidades de tu sumiso. Puede que, de hecho, no necesite la auténtica disciplina (en el sentido de castigo físico) tanto como necesite la humillación, sometimiento, servidumbre, o feminización. Averigua lo que necesita hablando con él. Ordénale que te cuente sus tres fantasías favoritas y toma nota con cuidado de cualquier elemento recurrente. Si en cada fantasía se ve obligado a llevar bragas de señora con volantes, sabrás que la lencería (y probablemente la Feminización o la humillación o ambas) es una parte esencial de sus necesidades. Puedes elegir ofrecerle una degustación de tu Régimen forzándole a confesar sus fantasías. Pellizcarle los pezones, un método excelente de persuasión, le dejará jadeando por una dosis real de tu Reino. (No le permitas todavía tener un orgasmo, no importa lo mucho que te lo suplique.) Tienes que controlar la frecuencia y los tiempos de sus orgasmos de ahora en adelante. Ceder ante él, sólo le animaría a quejarse, un rasgo poco atractivo. Analiza sus fantasías comparándolas con las cinco perspectivas arquetípicas de la Dominación Femenina mencionadas en el capítulo 9.
Luego podrás continuar con confianza además de con curiosidad. Si esta primera escena se quiere que sea una sorpresa consigue acceso a su colección de libros y revistas sobre el tema del Gobierno de las Señoras. Si tiene una colección secreta de instrumentos mejor aún. Deberías ser capaz de determinar, a partir de este material de lectura y accesorios, que tipo de fantasía desea. Varas, cepillos del pelo, y revistas de azotes, todo apunta hacia la fantasía de la Institutriz, mientras que un almacén escondido de pañales, sonajeros y botecitos de bebé indican infaliblemente el aprecio por las tiernas atenciones de la Niñera. Si, después de la lectura concienzuda de su material favorito de lectura, no eres capaz todavía de determinar sus gustos, puede que sea un sumiso ecléctico. En cuyo caso, elige tu fantasía favorita de entre los cinco arquetipos, y planifica, de acuerdo con ella, tu estrategia. Siempre puedes tomarte unos momentos durante esa primera sesión para torturarle para que confiese sus deseos secretos. Consiguiéndolos y satisfaciéndolos enseguida ahorras energía y proporcionas un poco de entretenimiento. Te dije que ser Ama era divertido, ¿verdad? ¿Qué quieren las Mujeres? Freud planteó esta famosa cuestión, que de alguna manera retorcida se contesta a si misma. Las Mujeres quieren respeto, que, en este caso, significa que no se las englobe como una especie extraña incapaz de ser entendida. Lo que quieras en una escena puede ser cualquier cosa, desde una oportunidad para probar tus nuevas habilidades atando, a catorce orgasmos seguidos. Puede que solo quieras la emoción de mandar, algo que a veces se conoce como un Dóminagasmo. Comprende lo que quieres y planifica para conseguirlo. Planifica un escenario agradable El principio esencial del escenario agradable es el del drama. La escena debería ser elaborada como una obra de teatro bien hecha. Tienes que proporcionar una trama y un guión eficaz, un escenario adecuado, atrezzo y disfraces, y una actuación verosímil. Trama y guión. Los detalles de tu guión deben estar basados en las necesidades y fantasías conocidas de tu sumiso y, por supuesto, las tuyas propias. Sin embargo casi todas las fantasías de Dominación Femenina siguen, más o menos, la misma pauta. Este ritual es el drama privado que proporciona la catarsis a tu sumiso. Funciona así: Tú estableces tu autoridad, él la transgrede, tú le castigas, tú le reconfortas y/o le satisfaces. - Tú estableces tu autoridad . Para algunos hombres la primera fase es la más importante; los que desean fantasías de Reina o Diosa adoran dar de sí este proceso. Para otros, como los que prefieren las fantasías de la Institutriz o la Niñera, tu establecimiento de la autoridad puede darse casi por sentado. Los hombres con fantasías de Amazonas pueden ir por cualquier lado, algunos disfrutan luchando con la Mujer que es su Ama, mientras que otros prefieren dar por hecha la autoridad de la Señora y seguir con la segunda o incluso la tercera fase. Durante esta fase puedes establecer la situación de la fantasía: eres una Reina pirata que le has secuestrado, y deseas comprobar su fortaleza y resistencia antes de decidir si venderle como esclavo o quedártelo tú misma; eres una Institutriz que establece su Mando con azotes y humillaciones; sueltas secas órdenes para que él las obedezca; le obligas a vestirse, hablar, moverse, y comportarse de forma distinta (como una criada amanerada, un nene, o un escolar); le privas de la libertad manteniéndole atado; o le exiges y recibes servicio doméstico, adoración corporal, servicio oral, o cualquier cosa que te guste. (Algunos sumisos prefieren que se les recompense con adoración del cuerpo y servicio oral al final de la sesión de disciplina, me jor que disfrutarlo al principio sin habérselo ganado.) Para más detalles ver los capítulos individuales sobre las cinco fantasías arquetípicas. Esta fase es extremadamente gratificante para el Ama, y puede dar como resultado realmente un cierto número de clímax sexuales. - Él transgrede. De nuevo la duración e intensidad de esta fase varía con el tipo de fantasía. Los sumisos que buscan los arquetipos de la Institutriz o la Reina pueden cometer muchas pequeñas transgresiones, cada una con su castigo aparte, mientras que los que desean una Diosa, una Amazona o una Niñera pueden no cometer ningún delito en absoluto. Es estas fantasías el sumiso es castigado, o recompensado, con dolor, a tu capricho.
Si estás jugando con la idea de la transgresión, debes saber con precisión por que infracción le estás castigando, para regañarle con eficacia. Pero no tienes que pillarle realmente fumando, por ejemplo, para corregirle por hacerlo. Para algunos sumisos la única transgresión es haber nacido machos en vez de ser un ejemplar del sexo superior. - Tú le castigas . Esta fase es la suprema para muchos sumisos. Tanto si le azotas sobre tus rodillas como si le castigas el pene con un cepillo de alambre para perros, es crucial Planificar cuidadosamente el dolor y la humillación que tiene que sufrir en esta fase. Saber cuanto dolor puede soportar, que posturas y juguetes encuentra más embarazosos, y que clase de regañinas necesita. Luego ponerse a ello con decisión. - Tú le reconfortas y/o le satisfaces . Para algunos sumisos el castigo mismo (tal vez acompañado de lágrimas) es la liberación; para otros resulta catártico el orgasmo o consuelo que sigue al castigo. Averigua pronto que es lo que tu sumiso quiere y necesita, ¡y asegúrate de suministrárselo! Después de soportar el dolor, el sumiso puede sentir que se ha ganado el derecho a realizar algún servicio íntimo para el Ama: rendir pleitesía al Santuario de la Dominante, por ejemplo, o que se le permita acariciarle los pies y limpiarle los zapatos. Saca provecho de estas tendencias y no solo porque te proporcionen placer. Para algunos sumisos estas tareas son recompensas esenciales por haber soportado tu rigurosa disciplina, el éxtasis después de la agonía. Los hombres con fantasías de Reina y Diosa son los que más probablemente se plantean la fase del consuelo como el propósito final de la sesión de disciplina, como opuesto a la disciplina misma. (Ver los capítulos sobre las fantasías individuales para una explicación de las recompensas que está buscando cada tipo de sumiso.) Es una elección completamente tuya si tu sumiso obtendrá un orgasmo al final de la sección y de qué manera. Casi siempre el final de la sesión es un orgasmo. Castígale y pospón el orgasmo y de nuevo le encontrarás tratable. Con algo de práctica puedes ser capaz de prolongar el juego de forma indefinida siempre que tu hombre no llegue al clímax. Los métodos para el orgasmo varían; puedes preferir dejar que tu esclavo se masturbe o darle tú la satisfacción de tu propia mano, o terminar la sesión y pasar al coito. O puede ser que, por cualquier otra razón, ni tú ni tu sumiso tengáis un orgasmo convencional. No son obligatorios. Prepara tu equip o Como sabes desde el capítulo 5, la adecuada preparación de la escena es esencial para hacer que la fantasía funcione. Una vez que te hayas decidido por un guión específico haz una lista de todo el equipo y ropa que necesitas para cumplir el guión. ¿Necesitas algún artículo nuevo? ¿O puedes usar los juguetes que ya tienes para cumplir la fantasía? La compra de equipo y ropa de Dominación Femenina puede ser una experiencia erótica para vosotros dos. Si vais a unos almacenes puedes mantener tu Dominio mandándole llevar los artículos que selecciones. (También puedes hacerle llevar pantalones de satén o un dispositivo de castidad bajo la ropa de calle, o, si disfruta del travestismo total, hacerle vestirse de Chica.) Si prefieres la compra por correo o por Internet, busca y reúne todo lo disponible; mientras que tú tomas las decisiones principales, puedes permitirle a él elegir un solo juguete de entre, digamos, tres posibilidades que le has indicado. Las Web y catálogos especializados tienen un maravilloso surtido de herramientas, desde los arneses de cuero negro de la Amazona, a las prendas con encajes adecuadas para una criada afeminada, a las varas, ramas y cepillos de pelo de madera. Si ya tienes una buena cantidad de juguetes escogida puedes querer organizarlos por número. Prepara una lista con cada artículo en una tarjeta separada de 3x5 pulgadas (7,5x12,5 cm), describiendo el nombre, color y uso de cada juguete. Luego puedes mandar a tu sumiso traer los números 34, 12, 17 y 3 y él aparecerá con el collar, la correa, el látigo y los guantes que habías designado. Algunos sumisos encuentran esto poderosamente erótico; buscar la herramienta de corrección les hace estremecerse por anticipado. Puedes preferir guardar el secreto (y el poder) eligiendo y preparando el equipo tú misma, limitándote a ordenar al sumiso que se vista con el atuendo que le has dejado en la cama y que se presente inmediatamente ante ti, llevando con él el cepillo del pelo. (Esa es una orden que le meterá el miedo en el cuerpo.)
Pocas cosas hay tan molestas en mitad de una sesión intensa como buscar una herramienta y encontrar que está todavía en el armario, la bodega, o en cualquier parte donde guardes los juguetes. Entérate de todo lo que necesitarás y asegúrate de que esté limpio, a mano y listo para su uso. Un Ama desorganizada pierde la mitad de su autoridad. Deja que lo note ¿Cómo hacer saber a tu sumiso que estás planeando una escena? Y relacionado con eso, ¿cómo me transmite la idea de que necesita una? Estas cuestiones elementales de comunicación deben ser resueltas, porque muchos sumisos se sienten ofendidos si tienen que iniciar ellos el juego de Dominación, mientras que las Amas se pueden enfadar cuando desean montar una escena y su hombre dice no. Cuanto mejor sea vuestra comunicación el resto del tiempo mejor irá, pero incluso en ese caso habría que establecer un código claro. Que uno llame al otro por su nombre de Dominación o sumisión es una invitación abierta para una sesión. O puedes sorprender a tu sumiso dejando que al llegar a casa desde el trabajo o de un recado, te encuentre con todo el atuendo de Dominación y su propia ropa de sumiso extendida, preparada para que se la ponga. Sin embargo en cualquier situación tienes que estar siempre dispuesta a aceptar un no por su parte; puede sentirse mal, cansado o, simplemente, no estar de humor y tienes que respetarlo. De igual manera él debería ser capaz de entender que tú no estás siempre dispuesta a jugar, y mucho menos que siempre estés dispuesta al sexo o a comer o a cualquier otro placer. No tiene incidencia en tu Dominación que le rechaces de vez en cuando. También podrías llamarle al trabajo y dejarle un mensaje cifrado. Incluso aunque no estuviera de humor en el momento en que reciba tu nota, la expectación puede convertir sus otras emociones en ansia de someterse a ti. Si usas un buzón de voz o de correo asegúrate de que el código sea inquebrantablemente inocuo. Tú no quieres que todo su bufete oiga o lea cosas respeto a su miriñaque y sus bragas afeminadas. Si se muere por una sesión debería permitírsele sugerírtelo por los mismos medios y con las mismas advertencias. También puedes planificar una periodicidad, los miércoles por la noche, por ejemplo, o el último fin de semana de cada mes, y tener siempre una sesión en esos días. La ventaja de la planificación es que los dos estáis expectantes mientras pasan los días, y tenéis la posibilidad de planear y preparar la escena. Deberías, dentro de lo posible, rehusar otras obligaciones sociales en vuestra cita nocturna periódica. (Tus amigas pueden que no sepan con precisión lo que hacéis en esas citas, pero seguro que se sienten impresionadas por vuestro firme compromiso mutuo.) El inconveniente de este enfoque es que no funcionará si uno de vosotros tiene que viajar de forma impredecible y sólo, por cuestiones de trabajo. El gran debate de la palabra de salvaguarda Al dejar que tu sumiso note que vas a disciplinarle, puedes también desear recordarle la palabra de seguridad. “Rojo” es bueno para “para inmediatamente, tengo problemas serios”; “ámbar” se usa a menudo para “por favor, más despacio, empiezo a tener problemas.” La palabra de salvaguarda no significa que tu sumiso te esté dando órdenes. Te está dando información, información vital que necesitáis para una experiencia sana, segura y consensuada. La palabra de seguridad debería ser siempre, siempre, respetada instantáneamente. Si las cosas resultan demasiado intensas tu sumiso tiene que poder detenerlas; si te niegas a parar perderá la confianza en ti. Y la confianza, como vimos en el capítulo 1, es uno de los elementos esenciales de las relaciones de Dominación/sumisión que tienen éxito. Una palabra de salvaguarda es especialmente útil en situaciones de Disciplina Doméstica, donde tu sumiso quiere tener libertad para luchar, resistir, y gemir, “¡No, por favor, detente!” en la plena confianza de que tú ignorarás su veto. Si quieres jugar de esta manera, en un mundo en el que “no” significa “más, más” asegúrate de que lo tratáis por anticipado, y prepárate para lidiar con las consecuencias si cometes un error. Sin embargo, la palabra de seguridad no es una garantía perfecta de que nada irá mal. Ni te releva de la obligación de asegurarte de que todo va bien con tu sumiso. Tienes que controlar su respiración, la temperatura de las manos y los pies (si está atado), la expresión de la cara, y cualquier otro signo de problemas. Las palabras de seguridad fallan a veces, no porque el sumiso se niegue a usarlas (los cual es, de hecho, un problema potencial), sino porque no sabe que las cosas van mal. Es responsabilidad tuya vigilarlo todo.
También, a veces, un sumiso está tan profundamente inmerso, tan intensamente envuelto en la fantasía, que no puede usar la palabra de seguridad ni para salvar la vida. Algunos sumisos pierden el poder de hablar cuando están sumergidos en ello. Otros llegan a ser psicológicamente incapaces de detenerte. De modo que utiliza la palabra de seguridad si te sientes más cómoda de esa forma, pero recuerda que no es infalible. Representación de la escena Y ahora, al fin, el momento que ambos esperabais. La representación misma. Puedes no seguir, no lo harás, este modelo exactamente, pero es una buena representación de un guión normal. Al menos te hará pensar en que sentido vuestra escena podría, y debería, ser distinta. Primer Acto: la Dómina toma el mando. En el acto de apertura tienes que establecer tu autoridad. Tienes que demostrar a tu sumiso que ahora mandas tú, usando disfraces, iluminación, maquillaje, voz y cualquier cosa adecuada al papel que estás representando. (Ver el capítulo 5 para sugerencias específicas sobre como establecer tu autoridad. Casi con seguridad que él se resistirá, aunque de alguna forma leve de modo que parezca aparentemente amable y sumiso. Puede sugerirte que le ates de una forma determinada, que utilices otro instrumento para castigarle, o que él se vista con un disfraz específico. Toma nota de la petición para uso posterior, pero ¡no la cumplas bajo ninguna circunstancia! Tienes que establecer tu papel como la protagonista de esta pequeña obra. Tus ideas, tus preferencias, tu voluntad, son ahora lo que importa. Díselo. Recuérdale que la palabra de seguridad es “rojo” o la que hayáis elegido, y que si la escena resulta demasiado intensa para él siempre puede usarla. A menos que lo haga y hasta entonces, no te interesan en absoluto sus ideas ni preferencias. Y si no hace lo que le ordenes, inmediatamente, ¡pagará las consecuencias de tu desagrado! No puedo enfatizar lo bastante este punto. Si tu sumiso usa la palabra de seguridad, detente por lo que más quieras. Tienes que hacerlo, es parte del contrato entre los dos. Si resulta obvio que tiene problemas, tienes que parar. Sin embargo, tu autoridad está también en el contrato, y tienes que mantenerla, sin que importe lo que haga o diga (salvo la palabra de seguridad) para probarte o socavarte el terreno. Si fallas ahora al imponer tu poder, tu vasallo se sentirá defraudado. Quiere probar tus límites y encontrar que son estrictos. Este es el punto en el que muchas posibles Amas fallan. Si no eres lo suficientemente autoritaria, sino que estás demasiado dispuesta a agradar al hombre que deberías controlar, ni siquiera tú tendrás una experiencia satisfactoria. Se sentirá engañado, como si hubiera estado dirigiendo secretamente toda la escena, que no es lo que desea. Y tú te sentirás impotente y enfadada. Intentaste agradarle pero no se siente agradado. Bien, no intentes agradarle. Agrádate a ti misma. Al final los dos seréis más felices. Ahora que has sofocado sus primeros intentos de rebelión no dejes que baje el ritmo. Empújale a la fase siguiente. Una regañina, un cambio de ropa, el que sea el siguiente paso lógico en la fantasía que has seleccionado. Mantenle en movimiento. Recuerda la importancia de las dos clases de suspense. Ten siempre la iniciativa en tus manos. Si, como Diosa o Ama tipo Reina, utilizas el cunnilingus o algún otro tipo de servicio para establecer tu poder, es el momento de exigirlo. Como Niñera, deberías envolver la carga en sus pañales y advertirle sobre las consecuencias potenciales de sus rabietas. Si eres Institutriz deberías preparar a tu travieso muchacho para la disciplina que tanto merece: mándale que busque un palo, que se baje los pantalones, que se doble sobre la silla, dile lo mucho que le escocerán las ramitas, y cosas así. En una fantasía de Amazonas tu esclavo deberá ser atado ahora, mientras empiezas a mofarte de él y a atormentarle. En todas las fantasías el escenario está preparado para el segundo acto: la disciplina aplicada a tu sumiso. Segundo acto: el castigo. En este punto pocos sumisos se sienten insubordinados. Ahora es poco probable que te desafíe abiertamente (porque el desafío, después de todo, te reconoce como autoridad con derecho a mandarle) a menos que desee un castigo mayor del que piensa va a recibir. (Sí, deberías dárselo.) Realmente al hombre travieso se le detiene mejor con miedo. No está seguro de que pueda aguantar el castigo que solicita; sin embargo no está seguro de que no quiera sufrirlo. Puede recurrir a ti en tu personaje de cada día, pidiéndote que no le hagas esto, suplicando que acabe la fantasía. Endurece tu corazón contra estas súplicas conmovedoras. A menos que utilice la palabra de seguridad probablemente no hable en serio. Y sí, es una cuestión de opinión.
En vez de ello contesta desde tu personaje de Ama, ordenándole severamente que haga lo que dices. Si es necesario amenázale con duplicar el castigo a menos que te obedezca instantáneamente. Puedes probar otras varias amenazas: revelar a otros su debilidad si no cumple, prohibirle que vuelva a servirte nunca, o cualquier otra cosa que encaje mejor en la fantasía. Las restricciones físicas, comunes en las fantasías de Amazonas y Diosas, hacen más fácil la continuación de la escena. En una fantasía de escolar o de niñera puedes agarrarle del pelo o de una oreja y hacerle doblarse, castigando cualquier resistencia con un rápido golpe en el trasero. Las criadas afeminadas son menos inclinadas a rebelarse, pero suplican y lloriquean. Continúa simplemente con el castigo planificado, a pesar de las lágrimas y los gemidos. Recuerda que si realmente quisiera terminar la escena, debería usar la palabra de seguridad. Todas las súplicas y protestas son simplemente una forma de aumentar su propia excitación y revelan tu propio poder: porque, a pesar de sus ruegos, vas ciertamente a castigarle a fondo. Una vez le tengas en la posición de castigo, deberías jugar con su miedo. El miedo magnifica cualquier castigo que le apliques, haciendo de unos simples azotes una experiencia de un poder abrumador. En los capítulos sobre las fantasías individuales se ofrecen sugerencias específicas para el diálogo. Tercer acto: Desenlace. Una vez castigado a fondo, consuélale. Algunos sumisos (criadas afeminadas, esclavos de Amazonas, y adoradores de Diosas) pueden desear que se les recompense con una oportunidad de darte placer o mostrar su renovada devoción después del dolor. Los nenes adultos y los escolares pueden tener que pasar un tiempo en el rincón como parte del castigo, pero después estarán ansiosos de ser acariciados y consolados, que les digan lo bien que se toman la medicina, y que les pregunten como piensan portarse en el futuro. Luego, al fin, el orgasmo. El método de administrarlo depende tanto de la fantasía que generalizar se hace casi imposible. Algunos hombres pueden alcanzar el orgasmo directamente, por medio de la regañina; no obstante deberías consolarles después. Después de la escena. Una vez que la escena ha terminado, usualmente después de que el sumiso haya tenido un orgasmo, necesitas un ritual para ayudar a volver a vuestros personajes ordinarios. Limpiar y retirar los juguetes, abrazarse, tal vez comentar la escena (a menos que prefiráis esperar un poco), todo puede ayudar a hacer la transición a vuestras personalidades normales. Puedes escoger poner una pieza musical especial, compartir una taza de té, o daros una ducha juntos. Podéis limitaros a estar juntos en silencio, saboreando vuestra cercanía, o podéis aprovechar la extraordinaria compenetración para tener una conversación profunda. Después de unas cuantas sesiones podrás establecer una rutina que os alivie a los dos. Hay unos cuantos problemas potenciales inmediatamente después de una sesión de disciplina. Ahora mismo los dos estáis en un estado vulnerable, y necesitáis ser considerados el uno con el otro. Sin embargo puedes encontrarte que siempre discutís, que tu sumiso empieza a tener vicio por fastidiar, o que se retira gélidamente de ti. Cualquiera de estas reacciones puede querer decir que uno o lo dos tenéis problemas al trataros con intimidad. De ahí el impulso a hacerlo añicos con brusquedad, con una discusión, un afán crítico malicioso, o unas explicaciones frías. También podría indicar un problema con la propia escena, y deberíais discutirlo minuciosamente. ¿Hace revivir antiguos traumas? ¿Quiere el sumiso un tipo de juego que no está consiguiendo, o resulta que está teniendo exactamente lo que quería de forma tan abrumadora que tiene que retirarse de ello? Si después de vuestras escenas discutís de forma coherente, considerad el ir a ver a un terapeuta de parejas o en dejar de representar fantasías. No hace falta que os levantéis con rencor (y, desde luego, no deberíais repartirlo, en todo caso). La mayoría de las parejas, sin embargo, encuentra que después de la sesión se sienten más amorosos y comprometidos que nunca. Han pasado juntos una terrible experiencia, han afrontado partes de ellos mismos que la mayor parte de la gente nunca revisa, y la han pasado de jando intacta su confianza mutua y su responsabilidad. No hay confianza más profunda.
7 EL ARTE DE LA DISCIPLINA: Consejos, Técnicas y Herramientas "Si a los hombres se les hubiese de tratar según merecen, ¿quién escaparía de ser azotado " Shakespeare, "Hamlet" (traducción de Inarco Celenio)
“Disciplina,” en el contexto de la Disciplina Doméstica, casi siempre significa azotes. Los azotes pueden ir desde palmadas pueriles a los intensos azotes con ramitas atadas (“birching”), pero todos son castigos infligidos sobre las nalgas, y las técnicas básicas son muy similares. Este capítulo te enseñará a elegir y utilizar el tipo de azotes, las herramientas y la fuerza necesaria. Muchos de los consejos que se comentan suponen que estás aplicando azotes en un contexto de juego de castigo, en conjunción con la representación de papeles. Sin embargo, si tu sumiso está ansioso de disfrutar de los azotes solo por la sensación, o si te gustaría dispensarlos con la ficción de disciplina, encontrarás multitud de técnicas e ideas útiles. Aunque los azotes efectivos no es la única habilidad disciplinaria que necesita un Ama, es una ciertamente útil, aplicable a casi todos los sumisos, desde el niño adulto de la niñera al esclavo de la Diosa. Las razones, rituales, herramientas y fuerza pueden diferir, pero cada variante de las experiencias de Dominación incluye el castigo físico del sumiso. Técnicas básic as para azotar ¿Dónde debería azotar? No, no estamos tratando el asunto de la humillación pública. Por difícil que parezca de creer, estamos tratando del apropiado emplazamiento de los propios golpes de los azotes. Cada palmada individual debería caer donde fuera a la vez segura y erótica. Los golpes que caen sobre huesos, venas, órganos y articulaciones son antieróticos, además de peligrosos. Puedes que ahora te estés preguntando si cualquier punto del cuerpo humano es seguro para el castigo. La respuesta es sí. Los lugares más seguros para el castigo son también los lugares más eróticos para el castigo: la carnosa mitad inferior de las nalgas, y la parte superior de los muslos. (Por supuesto que hay otras clases de castigo además de los azotes, pero se tratarán en el capítulo 8.) Si tienes en mente otros puntos, retrocede y vuelve a leer “Una Advertencia Necesaria” al comienzo del libro. (N. del T.: por más que he buscado no he encontrado ese apartado). Las nalgas son realmente el punto soñado para la corrección. Carnosas y plenas, y normalmente ocultas, son ya de por sí sujeto de no poca vergüenza incluso sin la amenaza de tenerlas desnudas y vapuleadas. Su proximidad a varias zonas prohibidas ayuda a hacer de ellas el asiento (perdón por el juego de palabras) de una autoconciencia cargada sexualmente. La sensación erótica producida por la vergüenza se ve intensificada por la fisiología: sus nervios están entrelazados con los de los genitales. En conjunto son deliciosas y humillantes, un sitio perfecto para la mezcla de las dos cosas que hacen a la Dominación tan excitante. La parte más sensible y prohibida del trasero es la mitad inferior, donde los músculos son más rollizos y la división entre ellos es más profunda. El “punto dulce”, la delicia del azotador, es la porción central más baja de las nalgas, que se extiende generalmente desde la cima de la parte más baja de un carrillo a la cresta del siguiente. Este punto, situado por encima y rodeando la raja, es altamente susceptible a la vez de sensaciones dolorosas y eróticas. Cualquier golpe que aterrice hacia fuera, hacia las caderas, tiene menos impacto que los que caen en esta carne rolliza, temblorosa. El punto donde las nalgas se redondean para unirse a los muslos es también deliciosamente impresionable. Las propias partes traseras de los muslos deben ser golpeadas con cuidado; a menos que el sumiso sea inusualmente rollizo, a menudo los huesos y las venas están aquí cerca de la superficie. Aunque no necesitas colocar cada palmada en esa zona mágica, el “punto dulce” merece definitivamente la atención en tus castigos. Si estás tentada de azotar otros puntos, razonando que tu sumiso busca dolor y apreciará tu consideración, olvídalo. Un dedo del pie golpeado resulta decididamente doloroso pero no es excitante. El dolor en crudo ya está disponible con facilidad en el mundo; la mezcla de dolor y placer, el objetivo del castigo erótico, es a la vez rara y preciosa para el sumiso.
Los dos ti pos de golpes Hay dos tipos de golpes de azote, los que escuecen y los profundos. El escozor pretende estimular la piel, mientras que el impacto intenta estimular los músculos profundos de las nalgas. La diferencia es, en parte, resultado de la fuerza aplicada, en parte del instrumento, en parte de la puntería. Escozor. En un golpe que escuece, apuntas a la piel, utilizando solamente la fuerza del antebrazo, y golpeas primero con los dedos o al mismo tiempo que la palma. Puedes abrir los dedos para ensanchar el área de impacto. El golpe de escozor puede literalmente hacer más daño al ama que al sumiso, así que es mejor aplicar estos golpes con la parte trasera de un cepillo del pelo u otro instrumento. Son bastante efectivos sin hacer un daño profundo: suenan de una forma especial, enrojecen rápidamente el trasero, provocan que se retuerza y chille, y generalmente dan la impresión de un azotamiento severo sin infligir el dolor que le correspondería. El golpe profundo. El golpe profundo es una historia distinta. Lo aplicas balanceando el brazo desde el hombro, y la palma aterriza en primer lugar. Tu diana no es la piel, sino el tejido muscular profundo del trasero. Puedes (y deberías hacerlo) balancear todo el brazo sin aplicar toda tu fuerza. Estos golpes profundos hacen menos ruido que los que escuecen, pero dejan el cojín de las nalgas temblando con espasmos (y pronto temblando de dolor). El enrojecimiento depende del individuo; una azotaina bastante profunda puede suponer poco color en el momento, pero más tarde se mostrará como una serie de cardenales o un trasero muy dolorido. Una azotaina profunda también parece provocar menos agitación, aunque pueden aparecer chillidos, gemidos y sollozos, lágrimas incluso. Estos dos tipos de golpes pueden aplicarse con la mano, el haz de ramitas, el cepillo del pelo, o cualquier otro instrumento para azotar. En las secciones individuales sobre cada instrumento explico que tipo de golpe es más apropiado y cuanta fuerza debería usarse. Espaciado de los golpes. Ahora que ya sabes donde colocar los golpes y como calibrar su intensidad, tienes que aprender la siguiente gran lección para proporcionar una azotaina verdaderamente satisfactoria: el espaciado de los golpes. Todo castigo es un compromiso entre intensidad y duración. Cuanto más intenso el dolor, menos tiempo; si quieres prolongar el castigo utiliza una estimulación menos intensa. Si empiezas los azotes golpeando con toda tu fuerza, tu sumiso gritará la palabra de seguridad muy pronto, y los dos acabaréis con sensación de abuso e insatisfacción. Cuanto más excitado esté tu sumiso más dolor podrá soportar. Solo estar en posición de castigo, sea la que sea para la fantasía que compartís, probablemente le esté excitando y, si has seguido las instrucciones dadas en los capítulos 5 y 6, estará además en un estado de considerable suspense. En todo caso, empieza lentamente los azotes. Guarda algo de tu fuerza para más tarde. La necesitarás. Aunque cada sumiso es diferente en lo que desea y necesita, los siguientes principios básicos pueden proporcionar algún servicio en cuanto a ayudarte a administrar un machacamiento total a tu sumiso. Una atención cuidadosa a estos detalles te capacitará para administrar una azotaina más efectiva y permitirá a tu sumiso disfrutar de un castigo más largo y doloroso de lo que pensaba que podría soportar. Y sí, la palabra que importa es disfrutar; unos azotes prolongados pueden ser extremadamente satisfactorios para el sumiso, llevándole no solo liberación física sino también satisfacción psicológica. Ritmo. La variación de la dureza, frecuencia y colocación de los golpes mantiene al sumiso con la guardia baja, de modo que no pueda fastidiarlo: nada más lejos de su mente. Las primeras palmadas deberían ser firmes y secas, pero no demasiado profundas. Unas cuantas palmadas que escuezan para empezar a elevar el color son una buena idea. Observa sus reacciones; cuando parezca que está demasiado satisfecho con como está llevando el castigo asústale con unos cuantos golpes más profundos. Puedes alternar los carrillos, palmear de arriba abajo el trasero, o seguir una pauta más aleatoria. Palmear repetidamente el mismo punto puede producir hematomas, y ciertamente intensifica el dolor. Una cobertura más extensa, enrojecer el trasero uniformemente, te permite estirar el castigo sin abrumar al sumiso.
Velocidad. Un ritmo lento es tradicionalmente más apropiado con la caña, la correa, la vara y el haz de varitas. En estas variedades de castigo el depravado tiene a menudo que contar los golpes en voz alta mientras los recibe. Puesto que cada uno abrasa las nalgas con gran fuerza, un ritmo lento permite al sumiso sentir la totalidad del persistente impacto de la franja y le permite un cierto reflujo de manera que pueda empezar a temer el siguiente. Por supuesto no tienes por qué dejar que el instrumento te dé las pautas; puedes torturar perfectamente a tu sumiso con golpecitos ligeros y rápidos de la caña o la vara, seguidos de golpes más lentos y poderosos. Por otra parte un ritmo de moderado a rápido está más de acuerdo con el uso del cepillo del pelo, la paleta y la mano. Aunque el sumiso puede que también tenga que contar los golpes, cada uno es menos intenso y deberían aplicarse cada vez más rápidamente para mantener en marcha el flujo del castigo. Unos azotes rápidos son más apropiados para la mano o el cepillo; un castigo rápido, impulsivo, sobre las rodillas, del muchacho travieso, puede no durar más que unos cuantos minutos, pero puede dar lugar a un trasero que escueza, palpite y a un sumiso con mejor comportamiento. Fuerza y duración. A medida que la azotaina avance puedes aplicar golpes cada vez más fuertes. Para entonces tu sumiso se estará acostumbrando al dolor y además estará, probablemente, extremadamente excitado. Cambia la relación entre palmadas que escuecen, a golpes a fondo a favor de estos últimos. Sus nalgas estarán brillantemente coloreadas y estará sollozando o gimiendo. Puedes terminar el castigo con una ráfaga rápida de golpes profundos, concentrándote en el punto dulce, o (si este es un castigo bajo cuenta, como los que se aplican con el haz de varitas o la caña), sigue aún más lentamente y aplica el último golpe con fuerza extra. Intensificación del castigo Cuándo, cómo y dónde apliques la disciplina puede hacer que unos azotes leves parezcan más severos y, por tanto, más eficaces. El primer principio es: Para hacer que una azotaina relativamente benigna parezca más intensa aumenta la cuota de vergüenza involucrada. Localización del i nstrumento. Antes de que empiece el castigo debe buscarse un instrumento de algún tipo para utilizarlo en la corrección. Si el depravado está atado, no se puede esperar obviamente, que busque y te traiga un cepillo del pelo. Sin embargo, si fuera posible, deberías insistir en que vaya a buscar la vara con la que será castigado. Adopta una postura fuerte, disciplinaria, erguida y enfadada, tal vez con las manos en jarras. Ordena a tu sumiso que te traiga el cepillo del pelo (o cualquier instrumento que hayas elegido) ¡inmediatamente! Y espera a que vuelva, con la cabeza gacha, de miedo y vergüenza mientras te pasa el temido instrumento. Mientras tu sumiso realiza este vergonzoso recado, su mente estará poseída por la idea del inminente castigo, viviendo voluptuosamente cada atroz detalle de estar con el culo al aire; ¿le soltarás un sermón mientras él está tumbado y expuesto sobre tu regazo? El dolor de los primeros golpes; sus temores de que pueda avergonzarse más adelante por haberse retorcido, llorado o intentado escapar al horroroso dolor; y las secuelas del tiempo en el rincón, la tortura de la polla, o lo que hayas elegido como forma ideal de terminar la sesión de disciplina. En consecuencia, para cuando llegue con el instrumento estará preparado psicológicamente a fondo para el correctivo. Pedir el castigo. Este paso no siempre es adecuado, pero puede ser extremadamente efectivo para domar la voluntad de un esclavo desafiante y mostrarle lo sabio que resulta rendirse a tu superior Autoridad. Mientras te pasa la vara debe decir, “Por favor Ama, castígueme. Sé que he sido malo. Por favor azóteme [flagéleme, varéeme, o lo que sea] hasta que tenga el trasero rojo y dolorido, para que no la desobedezca nunca más.” Dependiendo del arquetipo de fantasía que estéis representando, puedes cambiar las palabras para adecuarlas a vuestra situación. Puede que también desees hacerle confesar su particular delito en este pequeño discurso.
Sin embargo si lo haces deberías elegir una forma y ceñirte a ella. Se convertirá en un ritual tan familiar y vergonzoso como el mismo castigo, y añadirá algo inconmensurable tanto a su sufrimiento como a su sensación de seguridad. Si se negara a pedir el castigo debes animarle con un aperitivo de disciplina. Unos cuantos golpes de caña o palmadas del cepillo lo conseguirán. A veces el sumiso resiste todo el rato durante un castigo serio. Si lo hace ¡no tienes que dejar que se vaya sin pedir el castigo! Te está probando, y tienes que asegurarte de que encontrará tu régimen tan estricto e inflexible como una sólida paleta de madera. Si tienes que darle con la paleta hasta que se le salten las lágrimas antes de que pida el castigo, hazlo. La única posible excepción es si usa la palabra de seguridad. Entonces debes detener la escena y hablar de lo que ha ido mal. Pero mientras no use la palabra de salvaguarda es que desea que le dobleguen. Vestirse y desvestirse. Una vestimenta cuidadosamente elegida puede añadir una profunda humillación al escozor en los carrillos inferiores del sumiso. Simplemente tomar al sumiso sobre tus rodillas ya es bastante embarazoso para él; forzarle a llevar bragas afeminadas de encaje además, puede hacer insoportable un breve castigo bien llevado. Vestir a un sumiso como un niño pequeño o con ropa femenina, añade una vergüenza especial a la experiencia de sufrir el correctivo. Se recomienda vivamente “dejar al aire” el trasero del culpable. La ropa proporciona una protección física ante la fuerza de los golpes, y una protección psicológica ante la fuerza de la humillación. Bajarle los pantalones y la ropa interior puede convertirse en un ritual de vergüenza extrema. La lenta puesta al descubierto del trasero desnudo es un placer sensual para ti, el Ama, y una lenta incubación de una mezcla de miedo e ilusión para tu sumiso. Tácticas dilatorias. Una vez que estas nalgas estén desnudas, revelando todos sus rollizos secretos, puede que no te apetezca empezar inmediatamente con los azotes. Cuanto más dure el suspense, más profundo será el temor de tu esclavo y más efectivo el castigo final. Por tanto, puede que te apetezca seguir varias tácticas dilatorias, una vez al aire ese trasero. Puedes colocar al culpable en posición, los pantalones bajados, y luego comenzar un largo sermón sobre los pálidos y frescos panecillos que pronto estarán tostados y sintiendo un hormigueo; insiste amorosamente sobre el escozor y fuego que pronto azotarán aquel trasero, y señala lo embarazosa que es esta posición, que un chico tan grande necesite un castigo tan severo e infantil. Haz hincapié en sus errores y los cambios que esperas ver en él. Recuérdale el tiempo que le espera en el rincón, y cómo va a dolerle durante días su pobre trasero. Para entonces se estará retorciendo de frustración y miedo. Dile que debería estarse quieto; necesitará toda su energía para botar bajo tu severa paleta. El trasero bien preparado. Puedes también aplicarle en las nalgas varios ungüentos, lociones y otros tratamientos. Un trasero húmedo es más sensible al dolor que uno seco. Puedes elegir golpear con fuerza a tu sumiso en cuanto salga del baño o la ducha, o aplicarle toallas escurridas en agua caliente sobre el área del blanco. Una loción para las manos, una mezcla de glicerina y agua o una fina película de espuma jabonosa, también intensificarán el escozor. Puedes sermonearle mientras le aplicas lentamente la solución en el trasero. Para castigar travesuras reales restriégale un ungüento que escueza (Bálsamo de Tigre, linimento o Ben Gay son buenos ejemplos; también puedes usar aceite de menta), sobre el área afectada antes de comenzar con los azotes. Luego espera varios minutos, dejando que el esclavo sufra su característica quemazón ardiente, antes de que añadas tu propia quemazón ardiente. También puedes darle primero con la paleta y luego prolongar la agonía con una generosa aplicación de estos restregones profundos. Castigo público. Puedes considerar castigarle delante de otra gente, lo que es una humillación suficientemente profunda para que la más ligera palmada resuene en la mente de tu sumiso como una flagelación en toda regla. Sin embargo esta técnica debería aplicarse solo delante gente de la escena, que haya demostrado su disposición a ser testigo del castigo. Cuando expones a otros a un juego sexual que no han consentido violas sus derechos. Además esta técnica es potencialmente explosiva: tienes que hablarlo con tu esclavo antes de probarla.
Puedes, no obstante, adaptar la técnica. Una palmada subrepticia en las nalgas del sumiso, especialmente si lleva equipos de sumisión bajo las ropas de calle, puede ser a la vez discreta y excitante. También puedes fingir que le estás castigando delante de otros; durante los azotes dile que alguien está presente y observando su humillación. Charla. Esta sugerencia nos lleva a una de las grandes técnicas para realzar el castigo: la charla. Una vez que el sumiso esté en posición de castigo, tanto si está atado por ataduras físicas o por un sano temor a tu ira, deberías empezar a hablar. Sermonéale con lo malo que ha sido y recuérdale lo que ha hecho para merecer tu cólera. Describe el castigo que va a empezar, aderezando los detalles específicos del castigo con amenazas de que va a recibir la azotaina de su vida, que su pobre trasero travieso va a estar tan dolorido que no se sentará en una semana, y cosas por el estilo. El estilo de la charla cambiará según la fantasía, por supuesto; una Amazona burlándose de su cautivo puede poner más énfasis en la vergüenza de que un hombre tan fuerte esté siendo azotado por una mujer, mientras que una Niñera resulta más verosímil que centre su carga en lo travieso que es, de modo que simplemente tiene que azotar su malvado culete hasta que esté rojo y dolorido. Durante el castigo puede apetecerte hacer una pausa y comentar el daño que le estás haciendo. Habría que poner énfasis, o incluso exagerar, sobre el calor, el color y los cardenales del trasero. Puedes pedirle que confiese otras faenas que haya hecho (lo que supondrá instantáneamente un castigo extra) o preguntar si el sumiso lamenta haberte desobedecido. Incluso puedes preguntar si ya ha tenido bastante, y luego, cuando diga que sí (siempre y cuando no haya usado la palabra de seguridad), reírte y decirle que tú juzgarás cuando ha sido castigado lo bastante, y luego continúas con el castigo. Correctivos combinados. Una de las mejores maneras de intensificar una sesión de disciplina es combinar dos o más castigos. Puedes pasar de una azotaina manual al uso de uno de los instrumentos rígidos (cepillo o paleta),... o usar uno de los instrumentos flexibles sobre un trasero ya preparado por una azotaina manual o el uso de un cepillo o una paleta. Calentar a fondo el trasero antes de usar instrumentos más severos intensificará el escozor y proporcionará un delicioso contraste entre la cobertura más extensa de la mano o el cepillo y la sensación más centrada de la correa, la vara o la rama. En casos de rebeldía y travesuras repetidas, puedes empezar la sesión con unos azotes manuales, pasar al cepillo o la paleta y rematar con una docena de golpes de ramas, vara o caña. Besar la v ara. Sea cual sea el instrumento que elijas ¡no omitas esta ceremonia! Besar el instrumento que acaba de reducirle al status de guardería y evocarle las lágrimas, lo que se ha retorcido y otros comportamientos poco dignos, supone la amargura de la abyección total para el hombre sumiso. Pero, igual que tiene que ir a buscar la vara y pedir el castigo, tiene que besarla después y agradecerte sinceramente por haberle aplicado la corrección que necesitaba y merecía. Una vez más, elige una forma para este ritual y quédate con ella. Su familiaridad le hará sentirse cómodo y seguro, mientras la repetición de las palabras ahondará su humillación cada vez que las diga, recordándole no solo el castigo actual (por el cual su trasero todavía está dolorido y brillante) sino todos los que le precedieron. Tendría que besar la vara y decir, “Le agradezco, Ama, que me azote (o me dé con la caña, con las ramas, o con lo que sea). Sé que me lo merezco, y lamento que tenga que castigar a un chico tan grande. Por favor, perdóneme y asegúrese de castigarme siempre que crea que lo necesito.” En el caso de que se negara a representar esta ceremonia significaría claramente que el castigo no ha terminado, porque él no se ha doblegado completamente a tu autoridad. Devuélvele a la posición de castigo y aplícale una dosis más, hasta que indique su disposición a besar la vara. “Besar la vara” podría parecer imposible en unos azotes manuales, pero no lo es. Puedes elegir entre hacerle besarte la mano, o tal vez el carrillo o el pie, después de lo cual tendrá que recitar una disculpa. Secuelas. Después de que se haya acabado el castigo no has terminado el trabajo. Puede apetecerte mandar al sumiso aniñado a un rincón, para exhibir sus desnudos y enrojecidos carrillos inferiores y que piense en sus delitos. (No se le debe permitir que se acaricie las partes
afectadas.) A una criada afeminada se la puede obligar a adoptar varias posturas embarazosas o al servicio oral. El esclavo de una Amazona podría permanecer atado o ser obligado a realizar la adoración del cuerpo. Una vez hechas estas cosas puedes perdonar a tu sumiso, permitirle que tenga un orgasmo y dar fin a la escena. Usar el dolor sabiamente La Dómina novicia, formada en los libros, vídeos y tal vez en los faroles que se tiran otras Señoras, puede sentir que es de su incumbencia castigar al sumiso hasta que llore lágrimas auténticas. Puede azotar a su esclavo atado, disfrutando del delicioso ejercicio de su Autoridad, sin darse cuenta de que él hace tiempo que dejó de disfrutar del castigo. (Por supuesto, debería usar la palabra de seguridad pero puede puede no hacerlo.) Pocas cosas causan tanta frustración, culpa y enfado. ¿Cómo hace un Ama responsable para mantener una disciplina estricta sin infligir castigos severos? ¿Cuál es la línea entre los azotes eróticos y los disciplinarios? ¿Cómo se sienten de verdad estos golpes? ¿Cuándo es suficiente y cómo puedes decirlo? La psicología del castigo Al castigar a tu sumiso estableces y refuerzas tu Autoridad, tanto sobre su cuerpo como sobre su mente. Durante una sesión disciplinaria, tu vasallo sabe, sin posibilidad de error, que tú eres la que manda y él el subordinado. Pero, incluso en medio de un castigo de verdad, el dolor no es el elemento esencial de tu Dominio. Los factores psicológicos pesan más, con mucho, que el escozor de la paliza más severa. Por ejemplo, una azotaina sobre las rodillas, con el trasero al aire, obtiene mucha de su efectividad, no del dolor físico involucrado (que puede variar de insignificante a intenso, dependiendo de la duración, instrumento instrumento y fuerza aplicada), sino de su total total infantilismo. Es humillante humillante ser tratado así, especialmente si el Ama recalca lo del trasero desnudo, lo vergonzoso de la postura y lo travieso e inmaduro que es el macho que aúlla y patalea en su regazo. Un Ama inteligente saca partido de estos factores psicológicos para intensificar y centrar el dolor que produce. El castigo debería elegirse pensando en el culpable. ¿Qué fantasías le satisfacen? ¿Qué es lo que más le molesta? ¿Cuál puede ser la disciplina más efectiva? ¿Qué tratamiento necesita ahora para recordarle tu poder? ¿Añadirá humillación a su sufrimiento corporal? ¿Puede una ropa especial, una postura o tener audiencia, realzar su vergüenza? Estas consideraciones transmiten un escozor extra a la ya humillante experiencia del sumiso, aunque sean verdaderamente amables. Porque sin ellas el Ama puede necesitar afirmar su autoridad de maneras mucho más severas e insoportables. Y recuerda, él necesita tus cuidados, incluso los que dejan cardenales y el trasero dolorido. Azotes Azo tes erót icos ic os frent fr ente e a lo s d isci is cipl plin inari arios os.. El tópico de los azotes eróticos frente a los disciplinarios es controvertido y lioso. Al menos en el mundo de la Disciplina Doméstica, casi todos los azotes eróticos tienen lugar bajo el disfraz de disciplina, mientras que los azotes disciplinarios a menudo contienen un fuerte sabor a erotismo. Sin embargo la distinción puede ser crucial para decidir como tratar el castigo individual, por no mencionar a tu sumiso. Discutir el asunto con tu sumiso (no durante una sesión, por supuesto) puede no ser de ayuda. Un sumiso probablemente declarará con toda sinceridad que desea severos azotes disciplinarios, y en algún sentido posiblemente posiblemente sea así. Desea sentirse tan indefenso y totalmente Dominado como un niño al que se azota. Pero también puede querer que no duela tanto como para que pierda la erección. Sin que importe como sea el diálogo, cual sea la razón aparente, la línea decisoria es el control que tienes sobre él. Si desea y necesita unos azotes disciplinarios (y muchos sumisos los necesitan, al menos de vez en cuando), tiene que estar dispuesto a sufrirlos sin erección. (Después, por supuesto, probablemente volverá a una vida plena y palpitante, pero no durante.) Algunas Amas bien conocidas administran sus azotes disciplinarios después de que el sumiso haya tenido un orgasmo, eliminando eficazmente cualquier elemento erótico al castigo. Los azotes disciplinarios tienden a ser extremadamente intensos, al menos psicológicamente. El intercambio de poder es casi abrumador. abrumador. Muchas parejas que practican azotes disciplinarios no usan palabra de seguridad, porque el punto clave de unos azotes disciplinarios es que la Dominante sabe que es lo mejor para el sumiso y se puede confiar en que le castigará sin hacerle un perjuicio duradero. Para ser sincera, los azotes disciplinarios tienden a ser el ámbito de las parejas que llevan involucradas en la escena mucho tiempo, que han comprobado juntos sus límites durante años.
Puede que ambos hayan jugado con Otros y tengan una comprensión clara y segura de la fisiología y psicología del castigo. En resumen, que no es un juego para novatos. Haz gradualmente el camino hacia los azotes disciplinarios. Unos buenos azotes eróticos falsifican la versión disciplinaria, aunque dejan al sumiso más independencia. Un Ama habilidosa puede hacer que la ilusión parezca completa, sin remover las sucias profundidades psicológicas del castigo verdadero. En ambas clases de azotes la Dómina tiene que observar constante y cuidadosamente al sumiso, comprobando sus reacciones físicas y su estado emocional. Pero unos azotes eróticos, con todo lo dolorosos que puedan ser, nunca suponen soportar demasiado. Experimentar los azotes. Ningún libro, película, fantasía o amigo puede decirte como sienta una azotaina. Tenéis que aprender los temores y deleites de esa práctica sobre las rodillas de alguien. Toda buena Dómina prueba los nuevos instrumentos en su propia carne (aplicándoselo a un muslo, una pantorrilla, un antebrazo) para sentir el peso y el carácter del juguete. Pero aún eso no te dirá lo que experimenta un sumiso. En cierto sentido, la mejor Ama debería ser “switch”: una Mujer que entiende la sumisión, además de la Dominación, porque practica o ha practicado ambas. Cuando aplica azotes a trasero descubierto, sabe como se puede sentir el dolor y la vergüenza; los ha experimentado. Si nunca has sido “switch” puedes considerar buscar a alguien que te administre a ti una sonora azotaina, sobre el principio de que la experiencia enseña siempre mucho mejor que la teoría, podrías entender lo que estás haciendo (y como hacer para mejorar la técnica), cuando das con la paleta en el culo de un sumiso. Puedes decidir alternar con tu sumiso, o, si la idea no apetece, buscar un Ama o un hombre dominante para que te lo aplique. Realmente algunas Amas experimentadas, creyentes tan comprometidas del Gobierno Femenino que ni siquiera soñarían en permitir a su sumiso que lleve las riendas ni una hora, planifican con regularidad un tiempo con un Ama amiga, en el que puedan equilibrar su poder con una dosis de sumisión y castigo. Luego, sintiéndose limpias y en paz por la disciplina, vuelven renovadas al Mando sobre los hombres que tan profundamente profundamente les satisface. Cuando ya ha tenido bastante él. ¿Cuánto castigo es suficiente? No hay una respuesta sencilla. Varía con los niveles de tolerancia de tu sumiso, la intensidad de la representación, y el grado en el que él haya pecado. Empieza con poco dolor; siempre puedes añadir más, mientras observas sus reacciones. Este es uno de los asuntos que tenéis que tratar por anticipado, pero incluso horas de conversación no informarán de sus necesidades exactas y de su tolerancia al dolor. Tienes que observar sus reacciones, permanecer abierta a sus necesidades y controlarte a ti misma. Ir demasiado lejos puede hacer que escape de tu Mando para siempre. Específicamente, observa las siguientes señales de que tu castigo funciona. Al principio del castigo tu sumiso puede intentar ser varonil, estoico y silencioso. Incluso podría desafiar abiertamente tu autoridad, diciendo cosas intolerables intolerables para incitarte. Puede moverse nerviosamente e intentar escapar. Te estás haciendo con él cuando empiece a hacer ruido. Puede suplicar, gemir o sollozar (haciendo sonidos de llanto sin lágrimas). Si todavía lucha contra tu autoridad, sin embargo, intentando escapar de tu regazo o soltarse de las cuerdas, probablemente deberías seguir. La sumisión se revela a menudo quedándose tranquilo y aceptando los golpes. No necesitas llevarle hasta el punto de las lágrimas para haberte ganado su sumisión. Los signos físicos de que los azotes han durado demasiado incluyen la desigual coloración de las nalgas, luego con granos o ampollas. Si sigues golpeándole el trasero hasta que le salgan granos puede empezar a sangrar. Esto sería un castigo demasiado severo. Si usas una caña, vara o varitas puedes dejarle marcado; incluso puedes hacerle sangrar si no eres lo suficientemente cuidadosa con estos instrumentos de precisión. La mayoría de los sumisos no necesitan, desean o les gusta ser castigados hasta ese punto. Tú y tu sumiso podéis preferir acabar el castigo antes de que le hayas hecho un daño que le dejará el trasero manchado durante una semana. Recuerda, cuanto mejor seas creando suspense, menos dolor físico real necesitas infligirle a tu sumiso. Pero, ¿no se desanimará si no consigue todo el dolor que desea? Puede que un poco, pero si le montas todo el espectáculo que necesita puede que ni siquiera note que no le estás llevando a sus límites físicos. Instrumentos correctivos La disciplina se puede administrar con numerosos instrumentos, algunos formales, otros improvisados. Se agrupan en tres categorías: la mano humana, instrumentos rígidos e instrumentos
flexibles. Los instrumentos rígidos incluyen las paletas, los cepillos del pelo y los cucharones de madera. Los instrumentos flexibles incluyen correas, cañas, varas y los distintos tipos de látigos. Cada tipo tiene su propio protocolo de utilización: el rango de severidad, la posición del reo, y las fantasías que mejor exhiben sus virtudes únicas. La mano humana. Ningún otro instrumento de azotar ofrece el rango, delicadeza y precisión de este instrumento, el más perfecto. La mano y el trasero podrían haber sido diseñados expresamente el uno para el otro. Más aún, este instrumento, con su evocación de la infancia y el afecto severo de Mamá, puede fundir el corazón rebelde de un esclavo cuando un látigo o una vara endurecerían su desafío. Los azotes con la mano pueden ser palmadas suaves, más notables por la vergüenza que producen que por cualquier exceso de dolor, o pueden ser más severos, que cansan a la Disciplinadora y producen lágrimas y auténtico dolor al azotado. Debido a que la propia naturaleza de la mano hace imposible el daño permanente, dado que se aplica solo a la zona basal, es menos probable que ocurra un castigo físicamente severo cuando el Ama usa solo la mano. No obstante la severidad psicológica del castigo puede ser grande, especialmente si los azotes se producen en circunstancias especialmente vergonzosas: en público, por ejemplo, o si lleva puesta ropa de castigo. Recuerda, cuanto más humillante sea el castigo, menos necesitas centrarte en el propio dolor. La gran intimidad de los azotes manuales (y este es el más íntimo de todos los castigos) produce una vergüenza adicional, aunque la cercanía del Ama y el hombre, actúa paradójicamente como un consuelo y alivio para él, asegurándole, por encima de todo el dolor y humillación, que el castigo es realmente en su propio bien, que no es solo un cruel capricho de una Dómina descuidada, sino el triste correctivo de una Señora enfadada pero amorosa. Consecuentemente las mejores fantasías para esta práctica son los arquetipos domésticos: las fantasías de la Niñera, la Institutriz y la Reina. El culpable puede ser mantenido sobre las rodillas, en el regazo o bajo el brazo del Ama, con el Ama en pie. Mantén una mano firmemente en la espalda del sumiso, manteniéndole abajo mientras le golpeas sonoramente con la otra. Debes enganchar entre tus muslos una o las dos piernas del chaval para evitar que escape. Puedes sentarte en una silla recta o, para ayudar a repartir el peso del sumiso, en el borde de una cama, con el travieso tumbado vuelto hacia abajo sobre el regazo. Todas estas posiciones presentan los carrillos inferiores de una manera que supone una exquisita invitación para la mano del Ama. El ritmo y la fuerza de la mano que azota dependen de la situación, en este más que en cualquier otro castigo. ¿Qué fantasía estáis representando? ¿Qué falta ha cometido el travieso muchacho? ¿Cómo debe ser el castigo de serio? En general los azotes manuales deberían llevar un ritmo de moderado a rápido; los golpes pueden ser ligeros, medios, fuertes o variados. Azótale hasta que el sumiso se queje o llore, hasta que muestre la profunda contrición que esperas, o detén los azotes cuando la zona objetivo esté brillantemente sonrojada y pásate al cepillo, la correa o incluso la vara. Pocas escenas de disciplina son tan conmovedoras como el grupo íntimo formado por un Ama con su sumiso en las rodillas, aplicándole la ventilación del culo que necesita y merece. El rico color que tiñe sus carrillos inferiores, la ráfaga de palmadas, seguidas por sollozos y quejidos, el aspecto severo del Ama y la expresión avergonzada de él, todo se suma en un momento mágico en la disciplina. El cepillo del pelo. El cepillo del pelo de madera es uno de los grandes instrumentos tradicionales para azotar. Se puede comprar en tiendas especializadas, aunque muchas tiendas de cosas de baño y para cuidado corporal venden ahora preciosos cepillos de madera que van desde los minúsculos (para limpiarse la cara) hasta el cepillo de pelo de tamaño normal, y a monstruos muy largos diseñados para rascarse al espalda, pero útiles también más abajo. El peso y la suavidad de la parte trasera de madera ayudan a hacer efectivo a este instrumento, y su tamaño lo hace a la vez fácil de llevar y de dirigir a las partes más sensibles de las nalgas masculinas. Pero la mística real del cepillo del pelo es su Femineidad. Un instrumento tan íntimamente conectado con los rituales de los cuidados Femeninos está obligado a suponer algo de fascinación para los hombres sumisos. Su conexión con los rituales Femeninos de disciplina hace que casi se vuelvan locos. Los azotes con cepillo utilizan las mismas posiciones que los hechos con la mano y mantienen mucha de la dulce intimidad que añade tanto encanto a los azotes manuales. No obstante pue-
den ser mucho más severos, provocando hematomas si los golpes son demasiado vigorosos o el castigo dura demasiado. Unos buenos azotes minuciosos con el cepillo pueden consistir en de cien a doscientos palmetazos moderados en los carrillos inferiores. Si decides utilizar más fuerza, de veinte a cincuenta serán más que suficientes. Unos azotes con cepillo ligeros pueden continuar casi indefinidamente. Recuerda la regla: todo castigo es un equilibrio entre la intensidad y la duración. El cepillo es más adecuado para castigos moderados y severos porque la dura superficie de madera te permite continuar palmeando mucho más después de que tengas cansada la mano. Puedes querer reservarlo para sesiones especialmente intensas o para faltas particularmente atroces, especialmente si lo estás usando sobre un niño adulto. Los escolares y las criadas afeminadas pueden aguantar más castigo. El cepillo es extraordinariamente adecuado para la criada afeminada: es uno de los pocos instrumentos que pueden ser utilizados con efectos dolorosos sobre un par de bragas de volantes sin hacerles ningún daño. También va bien en la fantasía de una Reina severa castigando a un criado insolente o torpe. La cuc hara de madera. Aunque se trata de un instrumento menor, la cuchara de madera merece al menos un vistazo antes de que nos traslademos a los rigores de la paleta, la correa y la vara. El encanto de la cuchara, con funciones muy parecidas a las del cepillo, es su intimidad, su dulce espontaneidad y su naturaleza doméstica. Es un instrumento agarrado en el calor del momento para ser utilizado sobre el depravado sin pérdida de tiempo. El culpable puede estar en pie, apoyado rudamente sobre la rodilla del Ama, o sujeto bajo el brazo de ella, y la cuchara debería usarse con gran velocidad y energía. Se puede aplicar con vigor una cuchara de madera sin producir un daño serio porque es relativamente ligera de peso. Es más apropiada para las fantasías de la Niñera y la Institutriz. La paleta. La pesada paleta de los días de escuela todavía tiene su uso en la vida adulta. Puede producir unos azotes de moderados a severos, aunque en la relativa intimidad de la Reina y la criada afeminada o en la lejanía de la Diosa y su devoto. La paleta de madera familiar (apropiada para utilizarla con las Institutrices y a veces con las Reinas) está disponible con carácter general en las tiendas especializadas y, en algunos estados desfasados, en las tiendas de suministros para profesores. También se puede comprar bastante barata como recuerdo de varios destinos turísticos, a menudo emparentados con uno de los varios dichos vergonzosos. La paleta de cuero (más apropiada para las Reinas, Amazonas y Diosas) siempre está expuesta en las tiendas especializadas y se puede encargar por correo. Si la Disciplinadora es una Institutriz o una Diosa, forzará a su sumiso a adoptar la misma posición humillante para aceptar su castigo. Le doblará sobre el respaldo de una silla con el borde justo al nivel de la articulación de las caderas, de modo que quede expuesto su fundamento. Si fuera necesario o deseable podría estar apoyado en las puntas de los pies. O ella podría doblarle sobre un escritorio en una posición similar. Cualquier posición tensará las nalgas y hará que cada palmetada sea más dolorosa. Naturalmente las nalgas del travieso deberían estar al aire para este castigo. Deberías ver con precisión que color está dejando tu paleta en estos carrillos inferiores. Deberías empezar los azotes con paleta con un ritmo moderado y golpes de ligeros a medios. A medida que continúe el castigo podrás usar golpes más pesados, más profundos; nota como aplicas la paleta, de forma natural, con golpes cada vez más lentos. Los últimos pocos golpes serán bastante lentos y pesados, aunque algunas Amas prefieren terminar con una ráfaga de palmadas rápidas, punzantes, para que produzcan un color brillante, reciente. Se considera necesario un mínimo de una docena de palmetazos para poner las nalgas con un hermoso rubor, de bien azotadas. Por supuesto que se pueden administrar más palmetazos si fuera necesario. La correa. La correa de cuero (o el suavizador, o el cinturón) pueden ser instrumentos temibles, pero es extremadamente útil en la disciplina de muchos tipos de sumisos. Ningún niño adulto debería ser castigado con una correa, pero habría que dejar claro a todos los otros sumisos que son sujetos potenciales de esta severos y tradicional forma de disciplina. Las correas son casi todas de cuero; varían en longitud, grosor, flexibilidad, anchura y textura de la superficie. Cuanto más ancha sea la correa más ampliamente se distribuye el dolor; la correa fina es un instrumento verdaderamente severo. Las correas largas o flexibles se pueden doblar para proporcionar a los golpes más elasticidad y fuerza. El cuero liso es más rápido y más fustigador que el ante, que se pega más a las nalgas castigadas.
Los antiguos suavizadores de las navajas de afeitar, que son relativamente rígidos y gruesos, proporcionan un alto grado de disciplina; a veces se pueden comprar en tiendas de antigüedades o en catálogos especializados victorianos. Las tiendas especializadas venden una amplia variedad de correas, desde las estrechas y crueles, a monstruos anchos con remaches. (No uses nunca una correa con remaches para disciplinar. Pueden causar daños. Úsalas solo para decorar o para inmovilizar.) El “tawse” es una correa gruesa de cuero cortada en el extremo final en dos o tres tiras, que hacen que su mordedura sea realmente extraordinaria. Puesto que se diseñó para los traviesos traseros de las muchachas de las escuelas escocesas, cualquier sumiso masculino se siente especialmente humillado por este instrumento “Femenino”. En lugar de comprar un artículo especial puede apetecerte empezar tu carrera de Ama que maneja la correa, con una visita a una tienda de gangas, donde probablemente encontrarás cinturones de cuero de muchas longitudes, colores y texturas interesantes. Busca los cinturones trenzados, tan populares hace pocos años; son los instrumentos ideales para pegar correazos con un cinturón sencillo. ¡Esos últimos dos o tres golpes con la trenza proporcionarán realmente algo en que pensar al depravado! Sin embargo no desprecies el poder de un sencillo cinturón de cuero. Sus buenos efectos pueden ser visibles durante días, después del castigo. Recuerda quitar la hebilla antes para evitar cualquier posibilidad de un daño serio. La correa, aplicada adecuadamente, tiene verdaderamente unos efectos más severos que moderados. Aunque se trata de una forma de castigo a la antigua usanza, válida para escolares creciditos, chavales traviesos de granja y otras fantasías domésticas, es lo bastante severa y fría para ser utilizada por una Diosa. Como ya hemos demostrado, viene a satisfacer de forma suficiente y en varias formas, tanto el elevado estilo de la Amazona como el de la simple Maestra de escuela rural. El sumiso a castigar puede adoptar cualquiera de un número considerable de posturas fascinantes para su castigo. Se pueden usar las posiciones clásicas descritas para los azotes a mano o con paleta, aunque si se usa la correa sobre las rodillas tiene que hacerse con una correa doblada. Cualquier posición inclinada (sujetándose los tobillos, inclinado sobre la bañera después de una ducha, agarrado al borde más alejado de un escritorio) es útil. Sin embargo la correa es la única apropiada para una postura que rara vez funciona con otros instrumentos. Desnuda al sumiso travieso y haz que se tumbe boca abajo cruzado en la cama. Levántale las nalgas colocando cojines debajo, de modo que el blanco se presente apetitosamente como un montículo. Si el sumiso se resiste al castigo, puedes atarle las manos y los pies a los postes de la cama. Luego empieza a trabajar. Para empezar dale una docena, utilizando un ritmo deliberado y golpes de ligeros a medios. Los primeros deberían producir escozor apuntando a la piel; luego continúa con palmadas más profundas, apuntando a la carnosa parte baja del trasero. Eso podría muy bien ser castigo más que suficiente; si no lo fuera, añade unos cuantos más hasta que el sumiso se haya rendido al castigo. Ten cuidado con los hematomas y las ampollas. La correa es tan severa que puede ser usada como un castigo extra después de unos azotes con la mano o el cepillo. En ese caso deberías anunciar de forma definitiva el número de golpes que piensas darle (seis, ocho, o doce) y hacer que el sumiso los cuente en alto mientras le aplicas cada uno. Añade un golpe extra por perder la cuenta, dos o más por resistirse. Usar la correa combinada con otro instrumento es más efectivo que usarla sola; añade una dimensión atroz a la amenaza de los azotes, puesto que el sumiso sabe que si no los soporta bien, se resiste o intenta cubrirse el área de destino con las manos, no dudarás en sacar la correa y proporcionarle una paliza de verdad. Usar la correa en solitario puede hacer que la tema menos. La vara. La vara es un instrumento pastoril disponible en casi cualquier árbol. Las varas más populares son de abedul (un caso especial, ver más abajo), melocotonero (u otros árboles frutales), nogal y sauce. Las ramas de abedul, agrupadas en haz, constituyen la Reina de todos los instrumentos, el “birch” (N. del T.: al parecer es así como se conoce a la aplicación de un haz de ramitas de abedul, “birch” en inglés, para propinar los azotes), pero incluso una sola rama de abedul, a la que se le hayan quitado las hojas y las ramitas laterales, produce una impresión duradera en la parte posterior de los traviesos. Las varas de melocotonero tienen el sabor del Viejo Sur, habiendo sido usadas con los chavales traviesos sureños, desde los tiempos coloniales hasta hoy. Sin embargo incluso una Institutriz Yanki puede aplaudir su flexibilidad y severidad. La vara de nogal es también una favorita tradicional, por su resistencia y duración; es una elección excelente para castigos prolongados. Finalmente la vara de sauce se parece más a un látigo que a una vara. Fina y elástica, tiene los mismos efectos que una tralla.
La vara puede ser aplicada por la Institutriz, la Reina, la Amazona o la Diosa, aunque es más utilizada por la Institutriz y la Reina. Hay que cortar las varas cuando se necesiten, porque pierden rápidamente su flexibilidad y se vuelven secas y frágiles. Enviar al sumiso afuera para que elija y corte su propia vara es un castigo adicional y humillante. Haz que corte una docena para que puedas elegir la más flexible y fuerte entre ellas. Deberías tener siempre al menos una de repuesto, para el caso de que se rompa la original. Coloca al culpable en una de las posturas inclinadas tradicionales: agarrándose los tobillos o soportado por el respaldo de una silla o un escritorio. Deberías colocarte en su lado izquierdo (asumiendo que seas diestra; en el derecho si eres zurda), para que sus nalgas estén de perfil hacia ti, y sea una vista que eleve el ánimo, tan plenas, correctas y redondas, y tan monas y blancas antes de que las toque la vara por primera vez. En pocos momentos estarán rojas y escocerán, con largas líneas delgadas cruzándolas, para subrayar lo travieso que es tu sumiso. Puede que te apetezca decírselo antes de empezar con el castigo Luego aplica la vara, teniendo cuidado de observar como el extremo ligero y flexible muerde el flanco más alejado. Con práctica puedes controlar la elasticidad de la vara, eligiendo aplicarla de manera que caiga toda a la vez sobre el trasero, o haciéndola rodear un poco de forma que muerda primero en el lado cercano y luego se curve hacia el más alejado. Usa un ritmo lento y una fuerza de ligera a media, mezclando los golpes que escuecen con uno o dos más profundos. Pronto le tendrás saltando ante el dolor concentrado e intenso de las franjas que cruzan sus carrillos inferiores, especialmente si ya le has preparado con unos azotes minuciosos a mano o cepillo. Deja que la vara haga el castigo; no necesitas volver los golpes con todo el peso de tu brazo. En realidad algunos expertos aconsejan que solo uses el brazo del codo para abajo. Hazle contar los golpes. En la mayoría de los casos bastarán una docena de franjas moderadas, especialmente si el trasero ya ha sido preparado con unos buenos azotes. En casos severos puedes llegar a las dos docenas. El encanto rural de la vara puede resultar mejor exhibido en picnics. En una arboleda solitaria en una propiedad privada, haz que tu sumiso corte una selección de varas de varios árboles. El proceso de probarlos sobre su trasero desnudo sería suficientemente estimulante incluso dentro de casa, pero hacerlo al aire libre y fresco del exterior resulta especialmente excitante. La Caña. La caña es superficialmente similar a la vara; realmente ambas son varas finas, flexibles, de madera, y con ambas se utilizan las mismas posiciones. Pero si la vara es un instrumento americano, deliciosamente pastoril, válido para la utilización espontánea al aire libre además de en ambientes escolares, la caña es el instrumento más inglés disponible, con toda la ceremonia formal que conlleva esa descripción. La vara está disponible en cualquier sitio donde crezca un árbol, pero la caña tiene que comprarse en una tienda especializada. Las cañas tradicionales se hacen de rota (palma malaya) flexible, de dos o tres pies de longitud (60 ó 90 cm). Las cañas más largas son considerablemente más difíciles de controlar; tienden a recortar, rodeando las caderas de una forma indeseable, provocando un tipo de dolor que no es en absoluto erótico. Ahora están disponibles cañas hechas de materiales artificiales; tengo un arsenal formidable de cañas hechas de metacrilato, “delrin” (acetal homopolímero) fino o grueso, fibra de carbono inflexible y fina, y, por supuesto, rota. Las cañas finas y flexibles deberían usarse más como una vara, mientras que las más gruesas es mucho menos probable que se ciñan. La esencia del buen uso de la caña es el control: situar los golpes en líneas paralelas y precisas sobre la carnosa parte inferior del trasero. Los golpes al azar disminuyen el efecto. Practica utilizando la caña con un cojín o sofá hasta que la tengas controlada. Hay al menos dos estilos de utilización de la caña: el tradicional o estilo inglés, que he visto que se usa en este país por los entusiastas de la Disciplina Doméstica, y el estilo Cuero. Naturalmente hay miles de derivaciones, pero la diferencia entre los dos estilos es considerable. - Uso de la Caña al estilo tradicional inglés. Este es un castigo tan severo como para ir más allá
de los límites de la mayoría de los sumisos. La clave del ejercicio es un calentamiento erótico lento y no muy largo, terminando con intensidad. Es dolor puro y simple, y duele de mil demonios. Debido a la severidad e intensidad de la caña, el ritual que conduce a su uso es especialmente importante. Solo puedes dar a tu sumiso de seis a doce golpes, así que cada uno tiene que llevar una gran carga de significado. Aún más, el dolor es tan grande que solo un sumiso bien preparado puede soportarlo. La Institutriz usa la caña la mayoría de las veces en situaciones
de desobediencia repetida; aunque la Reina, la Amazona y la Diosa pueden usarla algunas veces se trata, esencialmente, de una fantasía británica de escuela. Coloca al culpable en una de las posturas inclinadas tradicionales: agarrándose los tobillos o soportado por el respaldo de una silla o un escritorio. Deberías colocarte en su lado izquierdo (asumiendo que seas diestra; en el derecho si eres zurda), para que sus nalgas estén de perfil hacia ti. Adviértele de que tiene que mantener el trasero abierto y relajado a cada golpe. Tiene que tomar este castigo como un hombre, sin súplicas ni ruegos. Anúnciale el número de golpes que te propones darle: cuatro o seis para las faltas normales, tal vez uno extra si pierde la cuenta y otro extra por apretar las nalgas. Golpea con fuerza su culo con la caña, levantándola hasta el hombro o el codo, deja de treinta a sesenta segundos entre cada golpe contabilizado. Es inevitable que se ciña y enrosque y hay que esperar que ocurra. Si lo hace una experta, este movimiento aparentemente simple puede dejar cardenales que duren semanas. Este es el tipo de aplicación de la caña que a menudo se presenta en la ficción, y que resulta extremo en la vida real. Haz que cuente los golpes. En la mayoría de los casos de cuatro a seis franjas moderadas serán bastante, especialmente si el trasero ya ha sido preparado por una buena sesión de azotes. En casos extremos puedes darle hasta una docena de golpes, como máximo. Después puedes esperar ver cardenales de color rojo o púrpura en sus nalgas, siguiendo las líneas de los golpes. Casi literalmente el caballero no se sentará con comodidad en una semana. Si prefieres no castigarle con tanta dureza puedes darle el sabor de la caña usando golpes ligeros según el ritual señalado aquí, tal vez con un único golpe moderado al final del castigo. Incluso una aplicación suave de la caña al estilo inglés es una experiencia para recordar. - Uso de la caña al estilo Cuero. El temible mordisco de la caña no tiene porque usarse con
fuerza punitiva. Puedes representar una escena de caña, prolongada y placenteramente dolorosa, usando golpes de ligeros a medios, mezclando los de superficie con uno o dos profundos, sin dejarle moretones de semanas. Deja que la vara haga el castigo; no necesitas volver los golpes con todo el peso de tu brazo. En realidad algunos expertos aconsejan que solo uses el brazo del codo para abajo. El haz de ramitas. El haz de ramitas (“birch” en inglés, de abedul) es la Reina de las varas: un haz largo y esbelto de varitas frescas o curtidas, atadas artísticamente con cintas, y aplicado a un trasero sonrojado y desnudo. Su severidad puede medirse por el hecho de que se le consideraba un instrumento demasiado cruel en las escuelas británicas, ¡y por ello fue sustituido por la caña! Puede comprarse en las tiendas especializadas o hacerse uno en casa. Si lo cortas tú misma elige media docena de ramas de dos a tres pies de longitud (entre 60 y 90 cm). Quítales las hojas y ramitas muerta o quebradizas, dejando el tallo principal y todas la ramitas más pequeñas. Las ramas estarán curvadas en unas direcciones u otras; arregla el haz para que todas se curven hacia dentro, y recorta el extremo del mango de manera que todas las varas tengan la misma longitud. Puedes enrollar los extremos finales con alambre de floristería o con cinta aislante (yo la prefiero por su uniformidad, elasticidad y mayor cobertura), para hacer un mango de seis a siete pulgadas (15 a 18 cm). Cubre bien el enrollamiento con cintas trenzadas; lo clásico era usar un solo color, pero a mi me gusta el efecto de dos tonos, trenzando rosa con lavanda o azul claro con amarillo claro. El “birch” ofrece mayor cobertura que la caña, pero produce un escozor más intenso que cualquier otro instrumento. De seis a doce golpes son mucho para la mayoría de los sumisos. Debido a la severidad e intensidad del instrumento es especialmente importante el ritual que acompaña su utilización. La Institutriz, la Reina, la Amazona y la Diosa pueden usarlo pero, como la caña, está en el corazón de la fantasía de escuela británica. Coloca al culpable en una de las posturas inclinadas tradicionales: agarrándose los tobillos o soportado por el respaldo de una silla o un escritorio. Deberías colocarte en su lado izquierdo (asumiendo que seas diestra; en el derecho si eres zurda), para que sus nalgas estén de perfil hacia ti. Adviértele de que tiene que mantener el trasero abierto y relajado a cada golpe. Tiene que tomar este castigo como un hombre, sin súplicas ni ruegos. Anúnciale el número de golpes que te propones darle: cuatro o seis para las faltas normales, tal vez uno extra si pierde la cuenta y otro extra por apretar las nalgas. Luego aplica el haz, haciéndolo sisear en el aire unas cuantas veces para asustarle antes de que haga contacto. Deja de treinta a sesenta segundos entre cada golpe contabilizado. Usa
una fuerza de ligera a media, mezclando los golpes que escuecen con uno o dos más profundos. Deja que la vara haga el castigo; no necesitas volver los golpes con todo el peso de tu brazo. En realidad algunos expertos aconsejan que solo uses el brazo del codo para abajo. Ten un cuidado especial con los golpes que muerden. Una aplicación prolongada y con fuerza puede romper la piel. Hazle contar los golpes. En la mayoría de los casos, de cuatro a seis golpes le castigarán a fondo, especialmente si el trasero ya ha sido preparado con unos buenos azotes. En casos severos puedes llegar a la docena de golpes como máximo. Después puedes esperar ver cardenales de color rojo o púrpura en sus nalgas, siguiendo las líneas de los golpes. Casi literalmente el caballero no se sentará con comodidad en una semana. Si prefieres no castigarle con tanta dureza puedes darle el sabor de la aplicación del haz usando golpes muy ligeros según el ritual señalado aquí, tal vez con un único golpe moderado al final del castigo. Incluso una aplicación suave del haz es una experiencia para recordar. Una severa es demasiado para que lo soporten la mayoría de los sumisos. Látigos, azotadores, gatos de colas. Los látigos, azotadores (“floggers”) y gatos no son realmente instrumentos clásicos de Disciplina Doméstica, pero pueden ser, a pesar de todo, unos juguetes maravillosos. Los azotadores en particular son en sí mismos una rareza totalmente exquisita. Los látigos (conocidos habitualmente como “de una sola cola” en la comunidad del Cuero) son trenzas largas de cuero, rectas y flexibles. Aunque la fusta, un látigo corto y grueso, pueda ser usada como una caña, el látigo que Indiana Jones hizo famoso es difícil de usar. Necesitas un montón de espacio para hacer oscilar adecuadamente un látigo de una cola, y tienes que entender que no se usa como una paleta, sino para chasquear o rozar la piel. No hay forma de que pueda enseñarte sobre el papel como lanzar el látigo. Si estás interesada en aprender la postura adecuada y la técnica búscate una demostración o a una jugadora experta y dile que te enseñe. Y para una exhibición exquisita del arte del látigo, mira a Anthony Hopkins en “La máscara del Zorro”, una película muy caliente que también incluye una escena ante la chimenea que hace que me flaqueen las piernas. El gato de nueve colas es un haz de trallas de cuero trenzado, unidas y mantenidas juntas mediante un mango. Se puede usar como el “birch”, con menos fuerza, o como un azotador. La versión en miniatura, de solo un pie de largo (30 cm) aproximadamente, puede chasquearse ligeramente a modo de juego sobre el pene y los huevos durante la tortura de la polla. ¡Nunca golpees en esta área usando otra fuerza que la más leve! Piensa en una palmadita de amor, no una bofetada o un trallazo. El azotador se hace como un gato pero con tiras de cuero plano o ante, y es verdaderamente uno de los más sensuales de todos los juguetes, con un aroma, sensación y movimiento poderosamente eróticos. Un buen azotador puede costar 150 dólares o más. Puede haber otros más baratos que estén bien hechos, pero hay muchos azotadores chapuceros que pueden dañar tu técnica. Deberías probar el azotador antes de comprarlo, o comprarlo a una artesana (casi todos los mejores fabricantes de azotadores son mujeres) que sea de tu gusto. De nuevo la postura adecuada, el agarre y la técnica son esenciales, y se aprenden mejor por aprendizaje directo. Los azotadores se pueden usar como las paletas, o para rozar la parte superior de la espalda de un sumiso atado, en pie. Recomiendo vivamente aprender su uso, aunque se utilicen raramente en una escena de Disciplina puramente Doméstica. Si eres Reina, Amazona o Diosa puedes decidir que la importancia simbólica del látigo (en forma de fusta) y el gato es tan grande que tienes que usarlos. Si lo haces, sigue las reglas cuidadosamente. La fusta debería aplicarse con las mismas precauciones que la caña; para el uso del gato el modelo debería ser el haz de varas (“birch”). Unas pocas p alabras como Conclusión El arte de la disciplina incluye realmente el impacto verdadero de un instrumento sobre las nalgas tensas del sumiso. Pero la parte más importante de la disciplina es el drama y el ritual en que se incluyen. Recuerda, el dolor solo difícilmente puede satisfacer. (Ningún hombre consigue una erección con un dolor de muelas.) El dolor debería ser una extensión natural de tu autoridad y poder, además de la estimulación de los músculos profundos de sus nalgas.
8 HABILIDADES DE UN AMA: Atadur as, Humillación y otras formas de control '¡La Buena Vida nos está esperando aquí y ahora!... En este preciso momento tenemos las técnicas necesarias, tanto materiales como psicológicas, para crear para todo el mundo una vida plena y satisfactoria. "- B.E Skinner, "Walden Two"
Tanto si eres una Niñera cariñosa como una Amazona severa, necesitas ciertas habilidades para contener y disciplinar a los rebeldes. Las artes de la corrección ya han sido expuestas con exquisito detalle, pero el castigo no es la única técnica (ni siempre es la mejor) para mantener a raya a un sumiso. Este capítulo trata otros varios métodos para controlar a un sumiso, incluyendo la coacción, ataduras, dispositivos de castidad, estimulación de los pezones, humillación verbal y enema. Concluye con un pasaje delicioso de cómo mantener el control sobre tu sumiso cuando estás en las agonías del éxtasis, una habilidad que, te lo aseguro, es tremendamente útil y agradable de ejercitar. Coacción La coacción física se ha ganado mala fama en muchos círculos y, realmente, no es apropiada para tratar con trabajadores que tardan más de lo previsto, policías corruptos, niños testarudos, caseros brutos, jefes incompetentes, empleados perezosos y otro seres molestos, por tentada que puedas estar. No obstante, tiene un sitio en el manejo de adultos sumisos (y puede ser utilizada para castigar cualquier de los irritantes comportamientos relacionados antes, si ese es tu deseo). La coacción, en este contexto, incluye todos esos medios por los que tú, el Ama, fuerzas al hombre a situaciones humillantes, le inmovilizas o castigas o tomas el control sobre él cuando se ha rebelado contra tu Autoridad. (Semejante rebelión tiene que ser seguida de un castigo severo e instantáneo, por supuesto.) Las técnicas incluidas en esta lista no provocan daños permanentes pero hacen difícil que el sumiso se resista a tu voluntad. Algunas son especialmente humillantes y propias de niños, pero es siempre por su bien. Agárrale de la oreja. Sujetar a un sumiso por este punto sensible capacita al Ama para llevarle hasta el castigo. Un agarre firme sobre la parte superior de la oreja es a la vez práctico y doloroso; semejante sujeción es, además, difícil de soltar. Tendrá que caminar bastante voluntariamente cuando uses esta técnica. Engánchale por el pelo. El cuero cabelludo es aún más sensible que la oreja. Entretejiendo los dedos con seguridad entre su pelo tendrá un buen enganche y podrás controlar sus movimientos. Si el hombre es mucho más alto que tú, utiliza esta forma de agarrarle para hacer que se ponga de rodillas. Forzar a un hombre a cruzar una habitación de rodillas, desplazándose dolorosamente hacia un castigo merecido y severo, es bastante emocionante para el Ama. Doblar un dedo. Una forma sutil y deliciosa de obligar a un hombre a hacer lo que le mandes es agarrarle un dedo (los dedos medio y anular son generalmente los más sensibles), doblárselo por el gran nudillo central y apretar. Esta acción fuerza a la parte más externa contra la mano y es sorprendentemente dolorosa. (Pruébalo contigo misma para comprender la técnica y la sensación.) También puedes doblarle hacia atrás un dedo o dos, pero esta forma de actuar tiene más riesgo. No le rompas el dedo. Las fracturas no resultan eróticas. Agárrale el m iembro viril. Manifiestamente poco sutil pero efectivo. Como lo expresó una vez un importante miembro del gobierno, “Si les tienes cogido por los huevos, sus corazones y sus mentes te seguirán.” Los métodos difieren dependiendo de que el hombre esté en estado de excitación sexual. Si no está erecto, puedes agarrarle y retorcerle el miembro o incluso el escroto. Agárrale el saco desde abajo, colocando las puntas de los dedos justo encima de los testículos, y hazlas girar media vuelta. Esta técnica, sorprendentemente similar a la forma en que uno cierra el pan en
una bolsa de plástico, traslada la piel, haciendo que los huevos se encuentren con un saco súbitamente más pequeño. Forzado de esta manera tu esclavo te seguirá donde le lleves. Si está erecto, un agarre sólido sobre el pene te permite llevarle, o puedes preferir rodearle la base del escroto y el miembro hinchado con los dedos. Podrás hacer que el pulgar y el índice se unan rodeándolos, sin que importe su tamaño. Luego puedes tratarle como te plazca. Una suave presión de unos cuantos dedos en un testículo es generalmente suficiente para hacer que haga exactamente lo que le digas. Como siempre, cuando se trata de los genitales del hombre sé firme pero suave. Lo último que querrías es estropear para siempre tu diversión. Amordázale. Cuando no pueda expresar sus protestas puede que se haga más dócil. Amordazar es una actividad delicada, alguna gente no puede soportarlo ni un segundo, pero puede ser efectivo. Si tu esclavo tiene fobia a la mordaza, puedes amenazarle con ello, pero nunca lo hagas de verdad. Mientras esté amordazado, tres pisotones en el suelo, o algún otro gesto, deberían reemplazar a la palabra de seguridad. Y nunca le amordaces a la vez la boca y la nariz, ni lo hagas cuando tu sumiso tenga un resfriado de vías altas. La mejor mordaza es un par de bragas tuyas, preferiblemente puestas un día por lo menos, artísticamente embutidas en su boca. También pueden valer medias o mallas. Estas mordazas suaves son buenas para un amordazamiento a corto plazo. No las metas tan adentro en su boca que no pueda desplazarlas si lo necesita, y no ates nada sobre ellas; si se le deslizaran por la garganta podrían matarle. Las mordazas rígidas consisten en una pieza para la boca, normalmente de plástico, y una correa que rodea la cabeza para mantener la pieza en su sitio. (Piensa en aparatos y en aplicaciones de ortodoncia.) Incluye mordazas de bola, mordazas con forma de pene (en las que la boca del sumiso se sofoca con un hermosamente real, aunque corto, pene de plástico), bocados y otros juguetes disponibles por correo mediante encargo y en las sex shop locales. La mordaza de bola es la más simple; de hecho se autoexplica. La mordaza con forma de pene es especialmente humillante para un heterosexual. El bocado se parece al de un caballo pero para la boca de un hombre; puedes emplear esto en el juego del pony. La mayoría de las mordazas provocan la salivación del sumiso, por lo que las mordazas no deberían ser tan grandes como para hacerle imposible tragar y/o para no permitirle que la baba le caiga de la boca. Privación s ensorial. Controlando lo que tu sumiso ve, oye y huele puedes controlarle. La idea original de hacerle pasar un tiempo en el rincón, o mandar a un niño que se porta mal a su habitación, era privarle de contacto social y limitar los estímulos que pudiera recibir, para que se apaciguara y reconsiderara su comportamiento travieso. La privación sensorial en sus diferentes formas también sirve para castigar al travieso y domar al desafiante. Utilizar varios métodos juntos es especialmente efectivo. La venda simple puede consistir en un antifaz negro para dormir, un pañuelo o una corbata de seda, bragas atadas con medias, o incluso una caperuza de cuero (de la que hablaremos más adelante). Asegúrate de que no puede ver a través de la venda, por encima o por debajo. Una vez vendado, el sumiso puede imaginar que le están esperando horribles castigos, o incluso creer que en la habitación hay varias Amas, todas preparadas para humillarle y castigarle. Puedes elegir contarle todo sobre el castigo que le espera, o quedarte callada y dejar que crea que te has ido. Incapaz de ver, es peculiarmente vulnerable a los temores de abandono, crueldad y humillación pública. El vendado es útil en conexión con varias formas de atadura. Para impedir que el esclavo de oído fino pueda escuchar que te acercas, puedes equiparle con protectores de oídos gruesos. Diseñados para evitar la pérdida del oído cuando se utiliza maquinaria ruidosa, se pueden encontrar en almacenes de ferretería y en centros para el hogar, y, si tu sumiso también utiliza herramientas de potencia, deberías tener un par de ellos en todo caso. Por otra parte unos auriculares estéreo de buena calidad pueden servir como sustitutos. El modelo pequeño portátil no bloquea en absoluto el sonido. Las caperuzas de cuero que siempre se exhiben en las sex shop actúan como una combinación de mordaza, venda de ojos y protector de oídos. Algunas Dóminas encuentran estas caperuzas útiles y atractivas. Al ocultar completamente el rostro la caperuza proporciona libertad total y por tanto liberación total. Si las encuentras excitantes, por lo que más quieras, disfruta de ellas de forma saludable. Personalmente las detesto. Al esconder totalmente la cara, te im-
piden juzgar el efecto de tus palabras o acciones sobre tu sumiso voluntario. Pero usarlas o no es enteramente cosa tuya. Estimulación de los pezones. La estimulación de los pezones merece una sección específica porque es más que una forma de coacción. Forma parte de la naturaleza de las ataduras (por lo que puede ser utilizada como una forma de restricción y puede requerir varios elementos de equipamiento) y de la humillación (porque la mayoría de los hombres se avergüenzan secretamente de tener semejante marca femenina en su carne de macho, y se sienten aún más avergonzados del placer sexual que proviene de ellos). También es intensamente estimulante para muchos hombres, incluso para aquellos que todavía no han descubierto su naturaleza sumisa. Manos, dientes y artículos domésticos. El instrumento más simple y más sensible para la estimulación de los pezones son tus dedos. Pellizca, tortura, retuerce y roza los pezones de un hombre, especialmente uno que esté atado, y le verás retorcerse de agradable dolor. Utiliza también las uñas para arañar y pellizcar. Incluso puedes mordisquear con los labios o los dientes. El paso siguiente son las pinzas improvisadas hechas de pinzas de la ropa del tipo de muelle o las pinzas francesas de metal que se encuentran por todas partes en las tiendas de camping y en los WallMart (N. del T.: se trata de una cadena de tiendas con artículos de ferretería, electricidad y otros). Incluso puedes experimentar con pinzas para el pelo de varios tipos. Se pueden abrir ligeramente las horquillas y luego cerrarlas sobre el pezón. Las pinzas con dientes malvados que se utilizan en las peluquerías de señora para mantener el pelo alejado de la cara, pueden ser demasiado feroces para una utilización prolongada, pero si se las abre rápidamente y se las cierra sobre el pezón pueden provocar un tormento exquisito. Puedes incluso escoger antiguos pendientes, especialmente esos con pasadores atornillados, para adornar a la vez que estimulas. Pinzas para pezones y pesos. Todos los catálogos de juguetería sexual ofrecen pinzas para pezones en una multitud desconcertante de tamaños y estilos. Algunas emiten el chasquido de las pinzas para apurar colillas de antaño, mientras que otras van atornilladas (y siempre parece que se van a escurrir). Algunas son dentadas, otras suaves. Algunas van unidas con cadenas mientras otras llevan pesos enganchados. Y los precios varían desde lo razonable a lo exorbitante. Todas sirven para el mismo propósito. Perforaciones. La perforación permanente de pezones, huevos, polla, o donde sea, debería hacerla un profesional. Si eliges perforar los pezones de tu sumiso ve a un perforador cualificado, asegúrate de que los instrumentos estén totalmente esterilizados y disfruta. Jugar a hacer perforaciones. Si tienes acceso a agujas estériles médicas de un solo uso, podéis jugar a las perforaciones. De nuevo esto (como el juego del fuego, los látigos de una sola cola, las ataduras japonesas, y tantas de las otras artes del Cuero) deberían aprenderse directamente de un/a Dominante experimentado. At adur as Las ataduras pueden variar desde la ropa de cama remetida, firme pero suave, del niño adulto, hasta una cautividad prolongada y salvaje del esclavo o el devoto que se somete al suplicio. Las ataduras de cualquier clase suponen a la vez comodidad e inquietud. La comodidad se deriva de la sensación física de compresión que es tranquilizadora y apaciguante, como la de estar sujeto firmemente. La intranquilidad sería más psicológica; se deriva de la sensación de restricción, de ser incapaz de escapar, de moverse libremente y de hacer su voluntad. Por eso las ataduras son perfectas, ofreciendo a la Dómina libre acceso para hacer su voluntad sobre el cautivo indefenso, mientras en el esclavo producen la peculiar combinación de estimulación y restricción que hace la sumisión tan satisfactoria para un hombre travieso. Primero algunas advertencias. Nunca dejes a un esclavo solo mientras esté atado. Nunca suspendas a nadie por el cuello o en una posición tal que su peso descanse sobre el cuello. Asegúrate de que puedes liberar instantáneamente a tu sumiso (ten cerca un par de grandes
tijeras paramédicas o tijeras metálicas para cortar las ligaduras si fuera necesario). Y, si empieza a entrarle pánico o utiliza la palabra de seguridad, ¡suéltale inmediatamente! Equipo estándar de ataduras. La elección del equipo de ataduras adecuado es de las delicadas. Puesto que puede también implicar un gasto considerable, deberías replantearte tu fantasía (por no mencionar la de tu esclavo) antes de gastarte 359 dólares en equipo que no se puede devolver y que nunca usarás. Los sumisos con fantasías de Amazona o Diosa prefieren a menudo cosas de cuero negro con remaches, fáciles de encontrar. Tienen asociada una sensación apropiadamente siniestra, fría y con estilo, y vienen bien para un impresionante abanico de posibilidades. Sin embargo las tres fantasías domésticas (las fantasías de la Niñera, la Institutriz y la Reina) exigen realmente un tipo de equipo diferente. Para ellas son más apropiados y eróticos las cuerdas, correas y collares de perro. Ni siquiera en las fantasías nadie esposa a un nene. A casi todo el mundo le gusta lo que he llamado ataduras Victorianas: trabas, corsés y tablero; se trata de ellas en una sección posterior. Los niños adultos necesitan las ataduras más sencillas, si es que necesitan algunas: sábanas bien remetidas que les sujetan a la cama; tal vez una correa para mantenerlos sujetos a un “mesa para cambiar” mientras se someten a un enema o hay que cambiarles el pañal. Un escolar adulto puede necesitar que le aten una mano y un pie para recibir un castigo particularmente severo. La criada afeminada puede inclinarse en cualquier dirección, dependiendo del gusto individual. Puede que él requiera unas ataduras más extensas, incluso de las de tipo mazmorra, pero puede que no se sienta atraído por el brillo negro y plateado tradicional de estas cosas. Ataduras suaves: pañuelos y corbatas. La mayoría de las entusiastas de las ataduras empiezan con las suaves, atando al sumiso con pañuelos o corbatas. Este método parece cómodo y simple y tiene la ventaja de no ser caro, siempre que tengas una cama de cuatro postes de bronce o madera. Aunque la técnica tiene ciertos inconvenientes, además del obvio de arrugar los pañuelos de seda. Dependiendo del tejido utilizado, los nudos pueden deshacerse totalmente, provocando la interrupción de la escena, o apretarse inesperadamente provocando la interrupción de la circulación. El anudamiento puede ser lento y difícil y el desanudamiento puede ser casi imposible. ¿Deseas realmente cortar tu pañuelo favorito para soltar los tobillos de tu esclavo? Elección y uso de cuerdas. Pueden usarse todo tipo de cuerdas suaves de algodón. (Las cuerdas de nailon tienden a deslizarse.) Puede ser ideal una cuerda vieja de tender, muy usada. Si lo deseas, puedes acolchar las cuerdas con tejido suave enrollado alrededor de las articulaciones que vayan a atarse. Necesitarás aprender a hacer algunos nudos básicos. Practica hasta que puedas hacer y deshacer los nudos con los ojos vendados, utilizando las instrucciones de una guía de acampada o un manual de macramé. Tienes que ser rápida y hábil; pocas cosas son menos eróticas que un Ama luchando con cuerdas mientras su aburrido e impaciente sumiso suspira frustrado. Grilletes, correas, cadenas y cinturones. Mientras estás aprendiendo con las cuerdas, por decir algo, puedes usar cadenas y/o correas con hebillas para las ataduras. Una necesidad básica en la caja de juguetes de la Dominante son los grilletes decentemente acolchados o forrados en piel para muñecas y tobillos. Los de cuero negro con remaches están muy extendidos en las sex shops, pero para amarrar y enganchar puede que prefieras comprar collares de gato o de perro, que vienen en todos los colores, varios anchos, y una gama de longitudes, desde seis pulgadas (unos 15 cm) hasta más de veinte (más de 50 cm). Algunos son demasiado rígidos para usarlos cómodamente sobre carne humana, pero otros están ligeramente acolchados o forrados con suave gamuza. Además todos tienen anillos enganchados para las correas y se ajustan con facilidad. Se enganchan y quitan rápidamente y, con una modificación pequeña y simple, pueden admitir un candado. (Utiliza uno de los candados pequeños que se venden para el equipaje; inserta el vástago a través de uno de los agujeros de la correa, agrandándolo si fuera necesario.) En resumen, son ideales para una variedad de posiciones de atadura. También puedes utilizar cinturones usados, de piel suave o tela, cuando necesites lazos con longitudes adicionales. Si tú o tu sumiso sois manitas podéis cortar trozos de cuero de un cin-
turón o una pieza de cuero para hacer grilletes con cordones, de la longitud adecuada. Utiliza cordones de cuero de los de atar las botas para los lazos, y termina con un pequeño candado. Las correas de cuero o metal son también cosas útiles. Se pueden enganchar a un collar, a las pinzas para pezones, a dispositivos de castidad masculinos, o a las tres cosas. Permiten a la Dómina controlar a su sumiso mientras sigue siendo relativamente capaz de movimiento, y exhibe su poder de la manera más humillante. Collares. El collar es, para la mayoría de los practicantes de la Disciplina Doméstica, un lugar útil para enganchar una correa. Sin embargo, en la Comunidad del Cuero, el collar es un símbolo de compromiso tan poderoso como una banda nupcial. Antes de que le coloques un collar al cuello a un sumiso nuevo, asegúrate de que los dos sabéis exactamente lo que significa para ambos. Mucha gente del Cuero tiene ceremonias de colocación del collar para celebrar el compromiso. Los collares mismos pueden variar desde unos afeminados con volantes de encaje hasta un babero para un bebé adulto, desde una cascada de cadenas y cuero bellamente labrada hasta una corta gargantilla de perlas indistinguible de cualquier otro collar excepto para los que están en el secreto. En algunas comunidades solo los sumisos llevan collares. Sin embargo los medios populares a menudo muestran a Dóminas con collar, por lo que he visto en fiestas a Dóminas que los llevaban. Es tu elección y de tu sumiso decidir lo que cada uno de vosotros lleva y lo que significa. Barras separadoras y cosas de mazmorra. Dada la gran variedad existente de útiles de mazmorra, podrías atar a tu esclavo de una forma nueva cada día, mientras puedas permitirte el cuero. Entre la profusión de deliciosos instrumentos de restricción destacan unos cuantos antiguos favoritos, siempre disponibles e interesantes. Las esposas de acero deberían ser sólidas, de calidad profesional; los pares baratos a menudo tienen llaves no estándar hechas de material suave, y normalmente carecen de la posibilidad del “bloqueo doble” para impedir que se aprieten luego. Poca gente usa esposas para ataduras prolongadas, porque pueden cortar la circulación y provocar daños en los nervios. Las barras separadoras están diseñadas para engancharse a los tobillos y mantener separadas las piernas del sumiso, de manera que puedas hacer cualquier tortura de la polla que te apetezca. Otros útiles de mazmorra son (pero no se limitan a estos) restricciones muñeca-conmuslo, camisas de fuerza, suspensorios y todas las docenas de variedades de arneses. Revisad juntos un catálogo para elegir esos artículos de especialidad, que son demasiado numerosos para relacionarlos aquí. Ataduras victorianas. Varios tipos de restricciones podrían llamarse apropiadamente ataduras victorianas, porque derivan directamente de aquella época fascinante de la historia. Los corsés, las trabas y el tablero, todos ellos encajarían bajo este encabezado, y, lo mejor de todo, pueden ser utilizados por una Ama para practicar virtualmente cualquier fantasía. - El Corsé. Los corsés pueden estar asociados con el Ama, pero a menudo se los ponen también los sumisos. Lo que oprimen, la postura erguida que provocan, y el efecto Feminizante podrían hacerlos adecuados para un escolar travieso (condenado a vestirse como una Mujer, tal vez por haber fastidiado a una pobre Chica) y para una criada afeminada. Una Amazona y una Diosa podrían humillar a su esclavo forzándole a meterse en ropas de mujer, empezando por el corsé. Los corsés están muy extendidos en docenas de estilos. Elige con cuidado y disponte a tener uno a medida del cliente. Aunque pueden ser caros son virtualmente indispensables para el sumiso. Las Dominantes, afortunadamente, solo tienen que llevarlos si quieren. - El Trabado. El trabado ha recibido, todavía la recibe, demasiado poca atención en la litera-
tura. Deriva del miriñaque de los años 1870 (revivido en los primeros años del siglo veinte), que era tan estrecho por los tobillos que una Señora apenas podía hacer otra cosa que tambalearse. Al acortar los pasos del sumiso, el trabado le hace sentirse indefenso y atrapado; elimina cualquier posibilidad de que pueda escapar. Al mismo tiempo hace su manera de andar y su porte más femenino, especialmente si también lleva corsé y zapatos de tacón alto. Puede incluso aportar un exquisito balanceo, a lo Marilyn, a sus pasos.
El trabado más simple es todavía el miriñaque, disponible en tiendas de segunda mano o fabricado en casa. Sin embargo se puede improvisar una traba excelente a partir de una cadena de 12 a 14 pulgadas (25 a 30 cm), disponible en la ferretería, enganchada a grilletes de cuero. Nunca dejes que tu sumiso use las escaleras estando trabado. - El Tablero. El tablero, también, es un accesorio auténticamente victoriano, utilizado histórica-
mente para corregir la postura de generaciones de muchachas escolares. Consistía en una superficie de madera acolchada con correas en los hombros y la cintura, para mantener la espalda rígidamente erguida y evitar la caída de los hombros. La película temprana de Peter Weir “Picnic en Hanging Rock” (además de ser una buena película) tiene una escena de tablero; puede que te apetezca alquilar la película y examinar la aplicación. Desgraciadamente nunca he visto ofrecer uno de ellos en los catálogos, pero si tú y tu sumiso sois manitas podéis haceros uno. Cortad una trozo de contrachapado de la longitud del torso de tu sumiso, desde los hombros hasta la parte superior de los muslos, ligeramente más ancho que los hombros por la parte de arriba y estrechándose a la altura de las caderas. Acolchadlo bien con espuma firme y cubridlo con un material suave y absorbente; el mejor es el terciopelo, pero también valdrá un buen grosor de felpa. Enganchad tiras finas verticales en los hombros, para sujetar el brazo firmemente al tablero. Pueden pasarse por el pecho correas horizontales (justo por debajo de los pechos) y en la cintura y las caderas. Puedes darle gusto a la imaginación con adornos, cintas, candados, y cosas así, dependiendo de si estás entrenando a un niño adulto para que esté derecho o castigando a un esclavo descuidado. Posturas de atadura En los capítulos de las fantasías individuales se dan muchas utilizaciones y técnicas adicionales de ataduras, pero aquí se explican las seis posiciones básicas. Si tu sumiso está tumbado, de pie, doblado, sentado, arrodillado o caminando puedes tener la satisfacción de mantenerle atado. Maravilloso, ¿verdad? Tumbado. La posición más simple de atadura es tumbado, boca arriba, atado a una cama de cuatro postes o metálica. En esta postura, con las piernas separadas y los brazos inmovilizados, tú puedes hacerle “el trono de la Reina”, como se explica más adelante en este capítulo; torturarle los pezones o los genitales; o darte el gustazo de burlarte de su indefensión. Puedes apuntalarle las nalgas con cojines para conseguir un mejor acceso a su ano y sus huevos. De pie. Realizado idealmente en un vestíbulo equipado con argollas, esta posición te obsequia con muchas posibilidades de salida. Las manos sobre la cabeza pueden ser una posición incómoda de mantener durante largos períodos de tiempo, pero puedes enganchar sus grilletes a las argollas con bastante margen, de modo que pueda mantener bien la circulación. Puedes disciplinarle con una paleta, una fusta o unas varitas; puede apetecerte torturarle los pezones, estimularle el ano o burlarte de él. Un esclavo atado a la alcachofa de la ducha en una bañera o ducha puede ser disciplinado o darse el gusto con deportes de agua. La Dómina puede también atar a su esclavo en pie a un poste de flagelación. Doblado. Combina las posiciones de pie y tumbada, esta es absolutamente la mejor posición para la disciplina, porque presenta el área blanco de forma tentadora. La piel tensa incluso ayuda a la estimulación, haciendo que cada golpe sea más intenso. Puedes atar al sumiso sobre el brazo de una silla o sofá, con los brazos bien estirados hacia delante, o encima de una mesa de despacho. Considera el sujetarle también los tobillos para prevenir las patadas. También en esta posición puedes estimular el ano. Sentado. Una posición rara, útil sobre todo para bebés adultos atados a una sillita por medio de una larga correa que rodee la cintura y el asiento. De rodillas. Útil sobre todo para criadas afeminadas y para esclavos de Amazonas y Diosas. Los tobillos o las rodillas deben atarse juntos. Las muñecas se pueden atar a la espalda o detrás de la nuca (una postura que generalmente no puede tolerarse mucho tiempo). El Ama
puede estar de pie sobre el sumiso arrodillado para que le sirva oralmente, o forzarle a confesar varias fantasías y crímenes. Caminando. Atar a alguien caminando puede parecer una contradicción en sus propios términos, pero se utiliza muy comúnmente. Un esclavo trabado y/o con corsé puede estar libre para caminar y servir a su Ama, pero sigue estando atado. Una de las razones para los dispositivos de castidad masculinos es permitir las ataduras caminando. Con un vasallo móvil pero atado, el Ama puede disfrutar de todos los privilegios de ser servida, mientras mantiene una rienda firme sobre su posesión. La correa se puede usar para limitar su libertad hasta una distancia específica. Dispositivos d e castidad masculinos Como todo el equipamiento restrictivo, pueden variar desde lo sencillo (correas y anillos para la polla) hasta los elaborados (dispositivos de castidad permanentes a medida del cliente). El ob jetivo de todos ellos es encerrar o limitar al pene.
Al llevar algunos, el sumiso no puede ni siquiera tener una erección, otros permiten la erección pero hacen imposible la masturbación. Otros todavía son anillos vibrantes para la polla, diseñados para permitir al Ama el control total sobre las sensaciones de su esclavo e incluso sobre su orgasmo. ¿Cómo deberías usarlos? Cada Ama, sea cual sea su especialidad, puede encontrar una utilización para estos dispositivos. Porque es tan importante mantener pura la mente de un bebé y su carne sin mancha como controlar a un devoto caprichoso de la Diosa. Realmente varios de los diseños más populares se basan en originales victorianos, diseñados para impedir a los prisioneros y a los niños los horrores del abuso de sí mismos. ¿Por qué dan resultado? Todos los dispositivos masculinos de castidad se basan en el principio de que el Ama que controla el pene de un hombre le controla a él, no solo su satisfacción sexual, sino sus pensamientos, fantasías, voluntad, acciones... y emociones. Cuanto más tiempo lleve el vasallo el estigma de su servidumbre rodeándole el miembro, más profundamente sumiso y obediente será. Por ello, el primer tratamiento para un esclavo rebelde es fijar un dispositivo de castidad a la raíz de sus problemas. Los resultados son un poco milagrosos: una suavidad nueva, obediencia, y humildad, incluso en los machos más recalcitrantes. Sin embargo unos pocos sumisos no responden bien a este tratamiento. Si la castidad produce mal genio o tristeza elige otro método para controlarle. Los dispositivos de castidad no son una panacea. Pueden ayudar a hacerse con el mando sobre un hombre indisciplinado, pero ese mando tendrá que mantenerlo tu propia Autoridad. Más aún, pocos dispositivos de castidad se pueden llevar todo el rato. La mayoría están diseñados para llevarlos puestos no más de una hora o así, especialmente si tu sumiso está bien dotado. Si la castidad te interesa seriamente, hay ahora algunos maravillosos dispositivos de castidad que se pueden llevar durante meses de una vez. Todos son a medida del cliente y algunos son bastante caros, pero el lujo resulta muy bien para las vacaciones y los regalos de cumpleaños. El dispositivo Remy es, según mi propia experiencia, el mejor compromiso para llevarlo mucho tiempo sin gastar una fortuna (N. del T.: se trata de un dispositivo con forma de tubo chato de unos 8 cm de fondo, provisto de un anillo articulado que rodea al escroto; puede verse una imagen en http://www.chastity-uk.co.uk/gallerytubes/Remy.jpg). Sin embargo funciona mejor en sumisos cuyos testículos sean de un tamaño sustancioso. Access Denied (Acceso Prohibido), Northbound Leather (Cueros del Norte), y otros fabricantes han creado exquisitos dispositivos para llevarlos a corto y largo plazo. Dispositivos rígidos. Los dispositivos rígidos están diseñados para llevarlos con una erección total o parcial. Incluyen la mayoría de los anillos de polla, estiradores de huevos, y arneses. Los dispositivos de restricción rígidos intensifican y contienen la excitación del sumiso. Prolongan y controlan su erección, torturándole simultáneamente mientras hacen difícil cualquier orgasmo, si no imposible. Cuanto más tiempo esté excitado un hombre más explosivo será su orgasmo final; las restricciones del pene no solo hacen que el hombre se sienta más sumiso, le añaden placer cuando finalmente se libera. Muchos vienen con candados, anillos en D para correas, y otras características de seguridad para asegurarse que el sumiso travieso no pueda quitarse
por sí mismo el dispositivo. Pocos se pueden llevar durante más de una hora. Sin embargo dispositivos hechos a medida pueden ser llevados durante meses. Dispositivos blandos. Los dispositivos blandos están diseñados para impedir cualquier erección. Generalmente consisten en piel suave adaptada a las dimensiones colgantes del hombre (tomarle medidas para el dispositivo es especialmente erótico y humillante) o tiras metálicas formando una jaula para el pene. Como los dispositivos rígidos, a menudo llevan anillos en D y correas bloqueantes. El dispositivo de castidad blando ofrece al Ama control total, porque cuando un macho pierde su capacidad de ponerse tieso bajo estímulos, su espíritu está a medio camino de ser domado. El único problema potencial es que tienen que ser enganchados cuando el miembro del sumiso esté en estado flácido, tarea que puede estar lejos de ser fácil porque muchos hombres se hinchan tan pronto ven el dispositivo. Puede apetecerte forzar a tu sumiso a una postura de dolor inusual, vergüenza o humillación (fregando aseos, por ejemplo) para colocarle el dispositivo. Una vez enganchado, se puede llevar durante muchas horas. Dispositivos vibradores. El anillo vibrador para la polla a pilas controla al hombre de una manera algo diferente. Asegura que tendrá un orgasmo a una orden tuya y bajo tu voluntad, ¡sin que ni siquiera necesites tocar el miembro activo! Al eliminar este control sobre el último poder personal que le queda, el del orgasmo, te haces con el mando total sobre el sumiso. En la sección sobre la Combinación de poder y placer, más abajo, hay sugerencias de uso. CBT y castigo del pene El siguiente paso natural a partir de los dispositivos de castidad es el CBT (N. del T.: siglas inglesas para “cock and ball torture”, tortura de polla y huevos), también conocido como castigo del pene. Pocas Niñeras o Institutrices emplearán estas técnicas, pero son básicas en el repertorio de la Reina, la Amazona y la Diosa. Aunque tienen que usarse con extremo cuidado, estas técnicas son a menudo altamente eficaces para controlar al sumiso desafiante o travieso. Como el castigo es tan severo, el sumiso debería estar firmemente atado antes de que empieces con ello. Las técnicas específicas varían, pero ahí van algunas sugerencias: -
Utiliza un pequeño gato de nueve colas para azotarle la polla y los huevos sin usar nunca toda tu fuerza. Aráñale con las uñas a lo largo del dardo, glande y testículos. Utiliza unas pinzas para arrancarle pelos individuales del pubis. Arrastra un pequeño rulo de puntas afiladas sobre el glande y el escroto Restriega las cerdas de un cepillo del pelo por encima de la polla y los huevos. Deja gotear cera candente sobre el glande. No uses nunca cera de lacrar, cera de abejas o una vela metálica; pueden causar quemaduras serias.
Humillación v erbal Algunos hombres necesitan que se les llame chicos traviesos o que se les diga en términos inequívocos que son muy malos, inútiles o cobardicas. La humillación verbal, sin embargo, consiste en algo más que fastidiarles solamente. Es un arte tan delicado como aplicar apropiadamente la vara e incluso más difícil de dominar. ¡Antes de intentar una escena que incluya humillación habla de ello con tu sumiso! Si inadvertidamente le dejas amoratado el trasero probablemente te perdone; si te burlas de su punto más sensible podrías arruinar vuestra relación. La humillación verbal se expresa la mayoría de las veces como una serie de insultos dichos con crueldad, generalmente dirigidos hacia la virilidad del sumiso y su autoestima. Algunas Amas practican esta forma grosera de un arte muy fino, principalmente porque algunos pocos hombres lo desean. Sin embargo la humillación verbal puede ser un campo de gran potencial creativo. Puede incluir el regañar a adultos infantiles y escolares y órdenes gélidas a una criada afeminada, además de los insultos directos y fuertes ya mencionados. Además puede incluir confesiones forzadas, interrogatorios y comentarios susurrados sobre la necesidad de castigo, e incluso Feminización, para el sumiso.
El enema Muchas Dominantes decidirán en uno u otro momento limpiar los intestinos de sus sumisos. Son necesarias técnicas apropiadas y cuidadosas para la administración del enema; agua excesiva o ingredientes inadecuados pueden llevar a consecuencias severas, incluyendo el estallido del colon o la muerte. Los enemas deberían ser usados raramente, porque pueden interferir con la función natural del intestino. A pesar de estas advertencias un enema puede ser una experiencia muy erótica para un sumiso y su Ama. Merece la pena intentarlo con cuidado. Equipo e ingredientes. No te molestes con enemas químicos del tipo Fleet (N. del T.: se conoce con este nombre al enema de fosfato sódico hipertónico); el placer del enema tiene que ver con el llenado del intestino y la estimulación anal, no con los retortijones y la eliminación. Consigue una buena bolsa de goma para enemas en una tienda de suministros médicos; debería tener una manguera de goma con pinzas para controlar el flujo del agua en el colon. La de tipo Bardex es inflable por lo que no se saldrá. ¡Sigue las instrucciones del paquete al pie de la letra en cuanto a esterilización y limpieza! Llena la bolsa con agua caliente, no hirviendo; debe evitarse el agua fría, produce retortijones. Nada de detergentes fuertes, nada de extraños ingredientes. No uses nunca drogas ni alcohol; pueden producir sangre e incluso la muerte por envenenamiento. El colon es una membrana mucosa y como tal absorbe los productos químicos mucho más fácilmente que la piel. Créeme, de una pinta a un cuarto de galón (de medio litro a un litro aproximadamente) proporcionará una sensación de llenado muy satisfactoria. La vergüenza y el drama que provoques obtendrán más probablemente buenos resultados que los ingredientes más exóticos imaginables. Administ ración. Engrasa la boquilla con un lubrificante en insértala en el recto del sumiso. Debe estar tumbado sobre el costado, con las rodillas levantadas. Deja que el agua entre lentamente, dejando que se vaya acostumbrando a la sensación de llenado. Puede apetecerte activar un temporizador de cocina y decirle que tiene que retener el enema hasta que suene a los quince minutos. Durante el tiempo que esté reteniendo el enema puedes darte el gusto con otros castigos y técnicas, desde regañarle a atarle y a unos azotes ligeros. (Puede que te apetezca palmearle el trasero antes de administrarle el enema, dependiendo del escenario.) También le puedes insertar un tapón anal para ayudarle a retener el agua. Cuando sea la hora de aliviarse, la mayoría de las Amas le permiten al sumiso hacerlo a solas y en privado. (Deberías tratar este asunto con él antes de la escena.) Después puedes hacer que se coloque en el rincón, insertarle un vibrador en el ano, o seguir con la escena de cualquier forma que se te antoje. Juego anal La voluptuosa sensación de sentirse lleno que proporciona esa penetración no es simplemente una prerrogativa femenina. (Aunque el apasionado poder de un coño de tragarse y secuestrar un polla es totalmente nuestro.) Podéis emocionaros tú y tu sumiso mediante la penetración lenta e inexorable del dulce capullo de su ano. A muchos hombres les encanta la penetración anal; estimula la próstata y puede ser lo bastante intensa como para provocar un orgasmo sin tocar directamente la polla. (Esto es la mar de divertido para la Dominante. Hacerle correrse, y correrse con fuerza, sin tocarle la polla es una emoción de genuino poder.) Sin embargo el juego anal requiere suavidad, habilidad y cuidado, para que resulte sano y placentero. Mantén las manos limpias, y asegúrate que nunca transfieras fluidos, gérmenes, a tus dedos u otros juguetes, directamente del ano a la vagina. Por ese camino te puedes producir desagradables infecciones. Si no te gusta la suciedad o tienes cortes en las manos, ponte guantes de goma y/o coloca una toalla. Es esencial una buena manicura con uñas cortas y las cutículas suavizadas. Si realmente deseas llevar uñas de mujer dragón, no penetres a tu sumiso con los dedos. Yo tengo normalmente las uñas largas en la mano izquierda (perfectas para la CBT) y uñas recortadas en la derecha para la penetración. Piensa en ello como una cuestión de moda en la Dominación.
Aunque la mayoría de la gente puede practicar el juego anal sin incurrir en consecuencias médicas serias, unas pocas personas no pueden, y tú, como la Dominante, eres responsable de asegurarte de que tu sumiso esté a salvo. Ciertas condiciones médicas, como la alta presión sanguínea, pueden hacer arriesgados los enemas o la penetración anal. Las drogas betabloqueantes y ciertas otras medicaciones para la presión sanguínea y los problemas cardíacos son particularmente peligrosas en conjunción con el juego anal. Si tu sumiso tiene una prótesis en una válvula cardiaca no debería participar en el juego anal sin permiso explícito de su médico. Obviamente si deseas practicar la estimulación anal habla con tu médico. Si te resulta incómodo hablar de esto, puede ser inteligente escribirle una nota preguntándoselo o hacerlo por teléfono, o acudir a un médico con el que te sientas cómoda. Por mi experiencia, la mayoría de los médicos son mucho menos impresionables de lo que piensan los pacientes. Pero deberías tener un médico en cuyo juicio confíes y que no vaya a juzgar tus prácticas sexuales. Una vez que tu médico haya aclarado que el sexo anal es seguro, necesitas hacerte con algunos juguetes y suministros. El lubrificante es esencial para cualquier juego anal. Pese a Marlon Brando la mantequilla no es un lubrificante anal ideal. Hay docenas de marcas de lubrificantes en tu droguería local o almacén de cosas raras, pero la elección depende de varios factores. El nonoxynol-9 puede ser irritante para el juego anal para algunas personas. Los lubrificantes basados en silicona son maravillosamente hábiles para la penetración basada en los dedos, pero pueden estropear los juguetes de silicona. Mucha gente encuentra al KY demasiado ligero para el juego anal. Mi favorito personal es basado en silicona, porque protejo todos los juguetes, incluyendo los costosos y maravillosos de silicona moldeable, con cinta Saran o un condón, para hacer más sencilla la limpieza. Luego están los juguetes. Bolas, tapones, consoladores, vibradores, consoladores de arnés, támpax, tu propia mano... la variedad no tiene fin y es maravillosa, en tamaño, forma y material. Los vibradores gelatinosos son, en mi opinión, más divertidos que los de plástico duro. Para mí los consoladores de silicona son los mejores de todos, porque se les siente casi como la carne de verdad. Cualquier cosa que insertes en el ano debería tener una pestaña al final, lo suficientemente grande para evitar que sea chupada del todo, o una cuerda u otro dispositivo que facilite su extracción. Los juguetes varían en tamaño, desde los que son como un dedo a los gigantescos. Si quieres hacer un poco de juego de terror deja que un sumiso vea un tapón anal enorme y luego insértale uno más pequeño. Pero toda penetración anal debería realizarse suavemente y por etapas. Rasgar el tejido anal puede provocar cicatrices e incontinencia eventual, un problema sucio. Empieza por lo pequeño. Siempre puedes recorrer más tarde el camino hacia la Vibración de Economía Gigante. Recuerda que casen longitud y circunferencia. Vete paso a paso, lenta y suavemente. Este es un proceso que debería ser saboreado. No empieces penetrando con un consolador de arnés de doce pulgadas (unos 30 cm) del grosor de una lata de cerveza. El primer juguete a utilizar debería ser probablemente tu dedo. Por movilidad, longitud y comodidad, el pulgar es el mejor dedo para comenzar con él. Asegúrate de utilizar montones de lubrificante, y deja que tu pareja se vaya acostumbrando a la penetración en el transcurso de semanas. Francamente, los posibles resultados del apresuramiento pueden también incluir el arruinar tus posibilidades (¡y las de tu pareja!) de disfrutar para siempre del sexo anal. Asegúrate de que tu pareja consigue montones y montones de placer. Acaríciale, abrázale y estimúlale. Puedes probar a aplicarle un vibrador a la base de un pequeño tapón anal enterrado en su culo o deslizar un anillo vibrador para pollas para intensificar la experiencia. Provócale, penetrándole repetidamente con un pulgar bien lubrificado, moviéndolo superficialmente al principio y luego moviéndolo más a fondo con cuidado. Si le duele vete más despacio y sácalo un poco. Relájate, pásatelo bien, y deja que la tensión y la excitación vayan creciendo. Cuantas más experiencias positivas tenga tu pareja con la estimulación anal más ansioso estará por esa penetración total y final. Eliminación del vello Desde la época de la pubertad, el vello es un símbolo de mayoría de edad y poder sexual. Eliminar el vello púbico de tu esclavo (u otro vello corporal) muestra no solo que te pertenece sino
también que es menos que un adulto. Puedes afeitarle (usando montones de jabón), utilizar cera para bikini, arrancarle el pelo, o utilizar depilatorios químicos para desnudar a tu sumiso del pelo del pecho, piernas, nalgas o axilas, y utilizar cualquiera de estos, excepto los depilatorios químicos, en los huevos. Y sí, el acto mismo de eliminar el vello debería ser una experiencia erótica compartida. La cera caliente es dolorosa; cuídate de comprar un tipo aprobado para la zona del bikini. El afeitado es erótico pero potencialmente peligroso; no es improbable algún corte. También enjabonarle los huevos para afeitárselos es una sensación emocionante que no hay que perderse. Puedes vendar y atar a tu sumiso durante cualquiera de las técnicas; de esa forma podrá saltar menos. Abofetear l a cara Los padres que abofetean a sus hijos en la cara están haciendo algo tan peligroso que mucha gente del Cuero bien entrenada y sádica se niega a hacer. Abofetear la cara sin protección puede causar todo tipo de problemas, desde desprendimiento de retina, a daños auditivos permanentes y a un latigazo cervical. Sin embargo abofetear la cara puede ser erótico; es intensamente poderoso debido a sus connotaciones emocionales. Para abofetear a tu sumiso con seguridad, primero asegúrate de que no lleva lentes de contacto. Luego ponle una mano en la mejilla, suavemente pero con firmeza, mientras le palmeas o abofeteas ligeramente con la otra, usando los dedos, no la palma. Esto amortigua el impacto y le prepara para el golpe; también puede resultar erótico en sí mismo, puesto que demuestra a la vez tierno cuidado y control urgente. Combinación de poder y p lacer ¿Cómo puedes mantenerte al mando mientras estás enganchada en las agonías del éxtasis? Puede que no sea fácil, pero es posible, y, por si fuera poco, bastante gratificante. El servicio oral, anal o vaginal es el método a elegir. Pero, ¿exactamente cómo puedes mantener el control sobre tu esclavo mientras te lo está haciendo? Esa pueda ser una cuestión delicada y tengo varias sugerencias concretas. 1.
Refiérete al Cunnilingus siempre en los términos que hayas elegido. Rendición de obedien-
cia, adoración a tu Santuario, servicio oral: todos estos nombres enfatizan tu Dominación y lo bajo y humillante de su posición. Recuerda el poder de las palabras. Puedes elegir otro nombre para el acto, si lo deseas, pero asegúrate de que tiene las adecuadas connotaciones. 2. Considera tu posición. La clásica postura, en la que tú te tumbas de espaldas mientras el hombre te sirve, puede hacerle sentirse arrogante y al mando. Intenta hacerle la “silla de la Reina” (o “coronarle”). Tenerle a él sobre la espalda, mientras tú te sientas en su cara (asegúrate de que tenga paso de aire a través bien de la boca o de la nariz). Puede que te lleve algo de tiempo antes de que aprendas a tener un orgasmo de esta manera, pero vale la pena. Si te sientas cara a su cuerpo en lugar de cara a su cabeza, también puedes ocuparte de castigarle el pene, pellizcarle los pezones y otros deliciosos pasatiempos mientras te está sirviendo. Puesto que al esclavo se le debería prohibir totalmente correrse (o tal vez incluso excitarse) durante el acto del servicio oral, puedes sentir el sentido de orgullo del deber cumplido si fastidias y atormentas al sumiso que está adorando tu Santuario. Pocas cosas son tan satisfactorias en la vida de un esclavo o de un Ama como esta recompensa y castigo combinados. 3. Recuérdale su sumisión. Háblale mientras está rindiendo obediencia a tu Santuario. Puedes usar la humillación verbal o simplemente contarle una fantasía que demuestre tu poder y control total. Este enfoque es ideal para muchas Tiranas, que se ponen de manifiesto ante la oportunidad de hablar con dureza a sus subordinados. Sin embargo, para algunas Amas esta técnica funciona bien solo en las primeras fases del servicio; encuentran difícil mantener una conversación fluida mientras se acerca el orgasmo. 4. Controla hasta el último de sus movimientos. Si estás tumbada de espaldas agárrale bien del pelo. Tira de él para acercarle e intensificar la sensación, tira hacia atrás de tu Santuario para hacer que se modere. (Ciertamente tú no deseas correrte demasiado pronto.)
Además puedes darle órdenes orales, indicando si tiene que ir más aprisa o más despacio, más suave o más fuerte. También puedes prohibirle ciertos actos, tales como que use la lengua, pero si lo haces tienes que controlarle cada minuto, y estar preparada para castigarle de forma instantánea y memorable por cada transgresión. Una fusta aplicada a su espalda o nalgas es útil para indicar tu desagrado. 5. Prueba el control remoto. Un anillo vibrador para la polla, con un control de velocidad variable, es ideal para esta tarea. Mantén el control aumentando la intensidad de la vibración cuando estés satisfecha, bajándola cuando estés descontenta (o viceversa; ¡solo tienes que asegurarte de que sepa cual es la recompensa y cual el castigo!). Prohíbele absolutamente tener un orgasmo, y asegúrate de que comprende las penas por hacerlo así sin tu orden expresa. Luego puedes relajarte y disfrutar una serie de clímax sin preocuparte sobre la pérdida de iniciativa. Los dispositivos de castidad masculina, por su propia naturaleza, le mantienen bajo control; de alguna forma, cuando un hombre no puede obtener o utilizar una erección se vuelve una criatura más suave, humilde y sumisa. Con lo estimulante que es para el sumiso de tipo medio el servicio oral, cuando su órgano está atado no puede expresar su excitación en ninguna de las maneras habituales cuando es el hombre el que domina. En vez de ello tiene que canalizar toda la energía desde su deseo hacia la necesidad de obedecerte. Estimulación más frustración igual a servicio. Estas sugerencias también funcionan bien para controlar a tu esclavo durante el analingus, adoración de los pies, masaje, o cualquier otro placer personal de tu elección. Podrías conseguir clímax de una extraordinaria intensidad y frecuencia, puesto que el hombre no puede detenerse a menos que se lo ordenes. Más adelante su propio orgasmo (deberías permitirle uno) será intensificado, no solo por el castigo sino también por la prolongada estimulación sin alivio que tan amablemente le has ofrecido. Si no es agradecido, aplícale la vara al cachorrillo.
Manual del Ama Guía de Dominación Femenina para buenas chicas por Mistress Lorelei
Parte Tres Las cinco Fantasías Arquetípicas 9 FANTASÍAS: Descubrir las suyas, satisfacer las Tuyas “Saber no es nada en absoluto; imaginar lo es todo.” - Anatole France
La rica profusión de fantasías de Dominación Femenina puede desconcertarte al principio. Abundan las posibilidades: puedes ser una sirena sofisticada atrayendo a un hombre joven a tu trampa, una dama elegante aceptando el homenaje de un caballero o una fresca belleza sureña provocando a su amante. Claramente estas son fantasías diferentes que exigen enfoques diferentes. ¿Claramente? Tal vez no. Con todo lo distintos que parecen, todos estos roles podrían encajar en la misma estructura básica de la fantasía, de la misma manera que distintas fotos del mismo tamaño encajan en el mismo marco. Sin embargo, cambiando el énfasis, la interpretación y el guión, podrían expresar también fantasías totalmente distintas, o, si prefieres, encajar en distintos marcos. Este capítulo simplifica, eligiendo entre la infinita variedad de fantasías, clasificándolas en cinco arquetipos, desde la cariñosa pero punitiva Niñera a la severa e inalcanzable Diosa. Por una cuestión de buenas maneras e importancia relativa, las fantasías se nombran según la Dómina al mando, incluso aunque el sumiso en cada fantasía tenga un papel distinto: infante, colegial, criada afeminada, esclavo y devoto. Ciertamente una fantasía puede formar parte de varios de los arquetipos; un Ama puede disfrutar primero de los servicios debidos a una Reina y luego de la adoración que deleita a la Diosa. De la misma forma un sumiso puede anhelar ser azotado con la caña como un colegial travieso, luego condenado a una hora o dos de tratamiento infantil como humillación adicional. De cualquier forma, encontrarás que las categorías básicas son útiles, porque se basan en distinciones genuinas y duraderas. El intercambio ritual de poder es el corazón de cualquier fantasía de Dominación Femenina, y en cada arquetipo de poder hay una fuente característica, un equilibrio, utilización, expresión y significación entre Ama y sumiso. Más aún, la distancia emocional (un indicador indirecto de poder) es distinta en cada arquetipo. Elección de una fantasía En cierto sentido incluso el Ama más poderosa no elige la fantasía. Son las fantasías las que nos eligen. Nos atraen en una serie de niveles, desde el profundamente inconsciente (en el que la fantasía es una recreación ritual o la negación de un incidente, que no podemos ni siquiera recordar, tal vez, incluso, de una vida pasada), al transparentemente superficial (gusto por los disfraces) Cuando leas los próximos cinco capítulos, no deberías tener problema en absoluto en decir que roles te gustaría probar. La sacudida de electricidad sexual debería decírtelo inmediatamente. Puedes, incluso, estar tentada de dejar de leer. ¿Por qué buscar a tientas alguna otra cosa cuando has encontrado exactamente lo que siempre deseaste? Porque alguna otra cosa puede ser incluso más divertida para ti que tu primera elección. Porque tu pareja puede responder
mejor a una versión diferente del escenario de la Dominación/sumisión. Porque la variedad es la sal de la vida. Deja de leer, si quieres, y vete a atar a tu sumiso. Pero, cuando la escena se haya terminado, vuelve y lee las partes que te has saltado. Puedes encontrar una idea, una técnica o un escenario que instantáneamente despierte todos tus instintos de Dominante. Puedes reconocer elementos de las fantasías de tu sumiso en otro arquetipo, ofreciéndote una nueva y deliciosa forma de sorprenderle. La mayoría de los sumisos son conmovedoramente agradecidos cuando un Ama da un nuevo giro a una escena antigua. Además, ¿por qué debería ser tu vasallo el que viniera siempre con nuevas ideas para su Dominación? O podrías, semanas o meses después de ahora, encontrarte jugando con una idea recogida de una fantasía diferente. Tal vez, mientras estáis representando vuestra fantasía básica, podrías adaptar una técnica de un arquetipo de Dominación Femenina completamente diferente. Una Amazona puede humillar a su esclavo haciéndole escribir líneas de castigo, como haría una Institutriz, luego volver al tipo básico y encadenarle a la cama para poder utilizarle sexualmente. Una Reina podría avergonzar a su criada afeminada poniéndole pañales, como haría una Niñera. O la suave Niñera podría adaptar la malvada técnica de interrogatorio de la Amazona, para averiguar que el travieso muchacho robó una galleta de la caja de las galletas. Las posibilidades no tienen fin. No limites tus opciones definiéndote demasiado rígidamente. Puedes ser Diosa o Niñera, pero primero y más importante, eres una Mujer que manda. Si pruebas una nueva técnica y la encuentras decepcionante, o a tu sumiso no le gusta, no se pierde nada. La próxima vez pruebas otra. Las cinc o fantasías Más abajo se explican brevemente los cinco arquetipos básicos de la Dominación Femenina. La tabla que acompaña resume toda esta información y ofrece consideraciones adicionales (N. del T.: en el original inglés que me ha llegado no aparece por ningún sitio la tabla citada); puede apetecerte estudiarla antes de volver a los capítulos individuales. Puedes leer primero tu favorita y luego examinar las otras a tu gusto. Releer puede ser útil; puede asaltarte en la tercera lectura una idea que se te pasó por completo la primera vez y la segunda. Aunque la mayoría de las fantasías caen dentro de una de las categorías, la clasificación ni es rígida ni mutuamente excluyente. La mayoría de las Mujeres Dominantes también toman prestadas libremente técnicas, actitudes, diálogos y vestuarios de otras categorías. En todo caso, los arquetipos son útiles, para mí, porque expresan diferencias muy reales en el uso y la distribución de poder, en los tipos de Dominación y sumisión que suponen, y en la actitud ante el dolor. Como ocurre con los colores, se les identifica instantáneamente en sus formas puras, pero también pueden adoptar miles de otras formas, mezclándose unos con otros. La Niñera. La más cariñosa de todas las Amas, la Niñera, se hace cargo de un sumiso que pretende ser un nene travieso pero adorable, cuya edad varía desde el recién nacido al nene de cuatro o cinco años. A veces el adulto infantil se identifica como una Niña, expresando su sensación de la propia e indefensa dulzura y la necesidad de que le críen. La Niñera mima, abraza y disciplina al niño, atendiendo ocasionalmente a sus necesidades, en el plano de la salud, administrándole un enema. El placer del sumiso descansa en la mucha atención y en estar totalmente libre de responsabilidad. El placer de la Dominante se debe a su poder absoluto y, para mí, en la pura diversión de jugar con un bebé. La Institutr iz. La Institutriz es implacablemente severa. Enseña y disciplina a un sumiso cuya edad en la fantasía puede variar desde la edad de un colegial a la de una alumno de facultad. De todas las fantasías esta es probablemente la menos explicable para quienes no comparten sus hipnóticos encantos. La excitación y la liberación no son facilitadas por los abrazos (como en la fantasía de la Niñera) o por formas más adultas de contacto sexual (como es a menudo el caso en los tres arquetipos que siguen), sino por el proceso de imaginar y experimentar la disciplina física. El enfoque de esta fantasía es casi puro castigo; raramente hay contacto sexual (a menos que el muchacho haya sido pillado masturbándose). El sumiso obtiene su placer en el propio castigo y la subsiguiente liberación de la culpa. El Ama disfruta del poder de infligir el castigo y del sentido de su propia superioridad moral. La Reina. Esta fantasía permite a ambos participantes sentirse mimados y especiales. La Reina, servida asiduamente por su criada afeminada, disfruta teniendo hecho el trabajo domés-
tico, sus deseos personales satisfechos, y todas las órdenes obedecidas. Puede ser una empresaria severa, una secretaria malvada que vuelve las tornas con su jefe, o una tía con ideas avanzadas sobre como enseñar a los jóvenes lo que respecta al sexo Femenino. Bajo cualquier apariencia, fuerza a su sumiso a servirla y rendir obediencia al Santuario de su Femineidad. Puede también decidir castigarle severamente por cualquier alteración del decoro. En señal de respeto a su Femineidad el sumiso también lleva ropa Femenina, que puede ir desde un par de bragas muy femeninas escondidas, a la Feminización total, hasta e incluyendo sostenes y fajas con relleno, medias, vestidos, tacones altos y pelucas. Esta experiencia es a la vez un honor (porque, dentro de esta fantasía, el sexo Femenino es superior) y una profunda vergüenza para él (porque, dentro de esta fantasía, ningún hombre merece vestirse con tal vestimenta). La criada afeminada, liberada de la triste conformidad con el atuendo masculino y los papeles asignados por la sociedad, se da el gustazo de las texturas suaves y los colores tiernos de la vestimenta Femenina, mientras es castigada voluptuosamente por sus deseos prohibidos. La Amazona. La relación entre la Amazona y el esclavo varía, dependiendo del escenario elegido. En algunas fantasías los dos son casi iguales; su ventaja es que ella le ha capturado y se prepara para comprobar su entereza como hombre, torturándole de varias formas imaginativas. El esclavo puede intentar escapar o rebelarse, pero siempre es vuelto a capturar y a vencer por la fuerza e inteligencia de la Amazona. En otras versiones de la fantasía, el sumiso es un esclavo totalmente aplastado y obediente, torturado solo por placer. En la primera versión, el sumiso puede atreverse de hecho a luchar con su Dómina. En cualquier caso el respeto del esclavo por su Ama no es la intimidación infantil del niño adulto o el colegial, o la adoración fiel de la criada afeminada o el devoto de la Diosa. Se ve forzada por el Dominio físico que ella ejerce sobre él, e incluye tanto el respeto como el deseo. De manera que el placer en esta fantasía descansa en la comprobación y demostración de la autoridad del Ama y la sumisión del esclavo, más una saludable dosis de placer puro al infligir, o recibir, dolor. La Diosa. El de Diosa es uno de los papeles más dulces de todos los que una Mujer puede asumir, porque la Diosa es servida, adorada y obedecida simplemente porque es una Mujer superior. En este papel la Dómina puede exigir horas de servicio oral, masaje en los pies y otros servicios personales, y recompensarlos con, tal vez, una sonrisa remota o un nuevo tipo de castigo del pene. Su devoto o esclavo a menudo sufre castigo por varias transgresiones. Puede también ser obligado a soportar tormentos rituales, diseñados para probar su devoción, pero también tiene que estar dispuesto a acariciar, restregar, lamer, dar masaje y cualquier otra cosa que demuestre su adoración y respecto por la carne sagrada de su Señora. La Diosa está, por supuesto, a inconmensurable distancia de su devoto, y él se mostrará conmovedoramente agradecido por cualquier señal de que ella ha notado su presencia, incluso si se tratara (bajo circunstancias ordinarias) de una humillación más que de una recompensa. Fantasías en confl icto Tus propias preferencias son tu mejor guía para lo siguiente que deberías probar, junto con cualquier sugerencia hecha por tu sumiso a la que quieras prestar atención. Pero, ¿qué pasa si vuestras fantasías son muy diferentes? Mistress Kay, una Dómina que conozco, es una Amazona natural, ansiosa por vencer la rebelión de su esclavo y comprobar su virilidad. Desgraciadamente su sumiso, Timmy, prefiere el papel de colegial asustado, que desnuda su trasero travieso para la paleta. Aunque su fantasía le permite amontonar castigos sobre él (un proceso del que ella disfruta), también le gustaría extender su sumisión a más áreas. El esclavo de una Amazona normalmente tiene que soportar la CBT y la humillación verbal, cosas que Timmy no aprecia. Más aún, se espera que el esclavo de una Amazona se rebele de vez en cuando, incluso que intente escapar, para que la Amazona pueda demostrar su poder sometiéndole a cautiverio. Desgraciadamente Timmy no tiene espíritu para rebelarse. Su peor aventura ocurrió cuando se atrevió a sacarle la lengua a Mistress Kay. Aunque ella disfrutó lavándole la boca con jabón y dándole una buena tanda de correazos, luego vino a mí, en busca de consejo.
“Realmente no está interesado en obedecerme,” dijo enfadada. “Todo lo que le preocupa es esa estupidez de la paleta. Me dice que quiere someterse, pero siempre acaba controlando la situación. A veces siento que me estoy dando por vencida.” Conociendo a Timmy y a Mistress Kay tan bien como es mi caso, me di cuenta de que este problema, con todo lo molesto que era, nunca podría destruir su relación. Estaban muy comprometidos el uno con la otra. Sin embargo, en situaciones similares, algunas parejas han sido incapaces de alcanzar un compromiso y en consecuencia han roto por la elección de la fantasía. Y estaba claro que Kay estaba extremadamente disgustada. Había que hacer algo inmediatamente. Hablé a solas con Timmy para conocer su perspectiva del problema. “Sí, sé que ella quiere hacerme todas esas cosas raras,” dijo. “Pero soy un tío sencillo. No quiero que me aten y me torturen con plumas. Todo lo que deseo es una buena azotaina y luego que me abracen. ¿Por qué tiene que hacerme tragar esa otra porquería?” Después de varias largas discusiones entre Kay y Timmy, con ayuda y consejo míos y de otras Amas, surgieron varias soluciones al problema. Timmy podía disfrutar de su situación de colegial la mitad del tiempo, prestándose a la fantasía de Kay el resto. Podría combinar sus juegos preferidos con algunos elementos de los de ella, mientras evitaba la CBT que tanto temía. O podía seguir aferrado a su fantasía de colegial, sabiendo que Kay estaba representando su fantasía de Amazona con otros sumisos más amoldables. Enfrentado a esta elección, Timmy se dio cuenta de lo egoísta que estaba siendo. Había estado tan cazado en la fantasía infantil, que estaba actuando como un niño respecto al asunto. Él y Kay decidieron comprometerse. Ha llegado a apreciar los placeres de la esclavitud y la rebelión, y Mistress Kay encuentra más satisfactorio castigarle como él desea, sabiendo que ella también va a conseguir alguna satisfacción. Pautas para resolver conflic tos Una buena parte del problema entre Kay y Timmy radicaba en el hecho de que nunca habían tratado lo que deseaban sexualmente, excepto durante las sesiones de fantasías. Desgraciadamente estaban tan profundamente metidos en sus papeles que no podían tratar cada uno con el otro como adultos que necesitan consideración y respeto. Kay, propensa a resultar y sonar dictatorial, tendiendo a tratar sin miramientos los deseos y necesidades de Timmy. A su vez Timmy era quejica y poco colaborador. Precisamente como el niño que estaba representando, ¡quería lo que quería y lo quería ya! Cuando hablaron del problema fuera del terreno de la fantasía, Timmy fue más capaz de ver que Kay merecía tener la satisfacción de representar sus escenarios favoritos. Igualmente Kay pudo entender que la resistencia de Timmy provenía, no de la indiferencia ante sus sentimientos, sino de una actitud defensiva. Necesitaba desesperadamente el escenario colegial, y temía que si se convertía en el esclavo de una Amazona en lugar de ser el colegial, nunca conseguiría lo que necesitaba. Así que, si tienes un conflicto sobre una fantasía, espera un día o dos para discutirlo, y habla sobre ello como adulta, en igualdad de condiciones, no como una Dómina con su esclavo. A veces ayuda que cada uno escriba sobre su fantasía ideal, junto con algunas razones por las que le gusta. Un sumiso que adore el placer puro de servir a una Reina lo incluiría en la lista como un placer para él. Si su Dómina quiere representar la fantasía de la Niñera, podría asegurarse de que su nene estaba enrollado en las ropas de bebé más suaves y Femeninas. Un sumiso que ansíe la intensa sensación de riesgo físico abrumador de tratar con una Amazona puede tener problemas con un Ama cuyo mayor interés sea ser Reina. Sin embargo, si ella hace hincapié en la humillación y el peligro de vestirse con ropa femenina, y se da el gusto de azotarle cada vez que comete el menor desliz al servirla, las dos fantasías pueden funcionar bien juntas. La clave consiste en identificar lo que cada fantasía supone para los dos participantes. Aunque he aportado una guía general de los placeres de las fantasías, cada individuo tendrá una reacción diferente. Hablad sobre lo que os excita en cuanto a la fantasía. ¿Qué más sentís, además de dolor y placer y poder? A menudo las emociones subsidiarias son las más importantes. Por ejemplo Mistress Kay se siente excitada ante la idea de sofocar la rebelión de un esclavo; se siente mezquina si se limita a azotar a un colegial indefenso. Cuando Timmy estuvo de acuerdo en ser un poco más desafiante, los dos disfrutaron más de las sesiones de la Institutriz. Por su parte Timmy se sentía seguro con la fantasía del colegial,
porque sabía exactamente cuanto castigo podría soportar. Se sentía demasiado atemorizado ante la idea de estar en poder de una Amazona, como para encontrarla sexualmente estimulante. Cuando Kay le prometió no ir más allá de sus límites y liberarle fielmente si usaba la palabra de seguridad, se sintió más capaz de relajarse y disfrutar de los estímulos adicionales de ser un cautivo. La mayoría de los conflictos se pueden resolver con un poco de compromiso y algo de pensamiento adulto. Comparte, habla, ama y abre tu corazón a algún otro. No caigáis en la trampa de usar la fantasía misma para castigaros mutuamente. Si surge un conflicto en el mundo de la fantasía no intentéis resolverlo mediante escenas más largas o más duras. Discutidlo como adultos, como iguales, como amantes, como amigos. No como Ama y sumiso. Usar la fantasía para evitar conflictos solo los hace peores al final.
10 LA NIÑERA: La Disciplina del Pañal y otros trucos de Guardería “¡El cielo nos rodea en nuestra infancia! Las sombras de la casa-prisión empiezan a cerrarse sobre el muchacho al crecer.” - William Wordsworth, "Ode: Intimations of Immortality" (Oda: Atisbos de inmortalidad)
El Ama que representa la fantasía de la Niñera disfruta de la sensación intoxicadora del poder completo sobre su sumiso. Pocos sumisos están tan dispuestos a ser dominados como el bebé adulto. Aún más, en esta fantasía el Ama y el sumiso están inusualmente cercanos e íntimos; la distancia emocional, que tan a menudo forma parte de las fantasías de la Amazona y la Diosa, sería aquí totalmente inapropiada. Para el sumiso la fantasía de la Niñera es un viaje hacia atrás en el tiempo, hacia la era cataclísmica de la infancia. Ningún bebé entiende que las cosas cambian, que lo que está experimentando en ese momento no es eterno. Para un niñito todas las sensaciones son abrumadoras: está totalmente indefenso, es totalmente amado, totalmente castigado. La intensidad de estos sentimientos es realzada por su irresponsabilidad absoluta. Un bebé no tiene deberes; no puede servir, trabajar, planear o decidir. Todo lo que puede hacer es sentir. Abunda en sensaciones, emocionales y físicas, perforadoras, tumultuosas, extáticas. Algunas de esas delicias están, incomprensiblemente, prohibidas para los adultos: el cálido y húmedo placer de los pañales empapados, por ejemplo, o la felicidad de beber de un biberón. Si la sociedad moderna permitiera tales satisfacciones, nadie trabajaría nunca; todos estaríamos ocupados en contarnos los dedos de los pies, chuparnos los pulgares y en mantener una mano por debajo de los pañales, explorando las variadas características de nuestra fisonomía oculta. Tampoco habría nadie para cambiarnos esos pañales cuando se hicieran fríos e incómodos, para traernos los biberones o remeternos las sábanas por la noche. Los elementos de la fantasía La fantasía de la Niñera está diseñada para hacer que el sumiso se sienta amado y protegido, por una parte, y completamente avergonzado y castigado, por otra. En resumen, para recrear la infancia en todos sus aspectos. Un Ama cuidadosa se ocupará de que el guión, los disfraces y la puesta en escena mantengan todos ellos la ilusión de una Niñera todopoderosa, castigadora, aunque amorosa, a cargo de un bebé indefenso, castigado, aunque seguro. El guión. Para esta fantasía es mejor un guión sencillo. Mientras representa el papel de un niñito, tu sumiso es incapaz de hacer confesiones prolongadas o realizar servicios complejos. Tú, como Niñera, tendrás que tomar todas las decisiones, algo que es frecuente en las fantasías de Dominación Femenina, pero también hacer todo el trabajo, lo que no es siempre cierto en otros papeles de fantasías. Realmente, la cuestión de quien tiene el mando de verdad siempre se entromete en estos escenarios. Aunque el bebé acabe convenientemente castigado, siempre es un pequeño tirano, que exige alimento, atención, cuidados y mimos de su fiel Niñera. Las deas específicas para el guión incluyen las clásicas escenas de la Tía, la Niñera y la Canguro; difieren solamente en la relación entre la Mujer Dominante y el niñito. Esta es una de las pocas fantasías en las que puede tomar parte la figura de la Mamá; las Madres en sí mismas no son generalmente eróticas, aunque es importante una poderosa figura de la Madre para muchas fantasías de Dominación Femenina. La edad del sumiso en la fantasía puede variar desde el recién nacido hasta los tres o cuatro años. Los niños mayores presentan más problemas; los más jóvenes necesitan más atención amorosa. Disfraces. Tu bebé adulto necesita muchos de los disfraces que un niñito cronológico encuentra útiles. Lo primero y principal, debería tener pañales. Ningún bebé está vestido adecuadamente sin ellos. En los almacenes hay pañales de gran tamaño para adultos con incontinencia; casas de venta por correo y sitios de Internet ofrecen artículos especializados, tales como calzones de
caucho o plástico, pañales de tela y ropa de bebé en tallas de adulto. También se pueden necesitar biberones, blusones, gorritos de encaje, botitas y calcetines hasta los tobillos. Tú puedes llevar un uniforme blanco de niñera, completado con zapatos blancos y medias, o vestirte como una canguro quinceañera o con otras ropas de Mujer. Para la Mamá de un niñito joven resulta un toque bonito un sostén de apertura fácil para la alimentación. Los vestidos exóticos, perfumes fuertes, uñas rojas largas y maquillaje chocante están aquí tan fuera de lugar como lo estarían en una guardería. El objetivo es una sensación de comodidad cálida, limpia y segura. Puesta en escena y accesorios. El cuarto de los niños en sí puede ser cualquier dormitorio, pero es mejor uno decorado para un niñito, en el que destaquen montones de volantes rosas y azules, ovejas y conejos y una luz nocturna suavemente matizada. El bebé debería tener juguetes adecuados para su edad y sexo; los favoritos suelen ser los animales de peluche, junto con sonajeros, chupetes y libros de poemas para niños para que Mamá los lea en alto. La única música apropiada es la música para niños, o bien grabaciones de las canciones de cuna favoritas de la propia Niñera, cantadas a media luz para conseguir que se duerma el bebé. Desde luego que ningún cuarto de niño estaría completo sin unas cuantas botellitas para bebés, chupetes, polvos de talco y una superficie cambiante de algún tipo. También es un bonito detalle una silla orinal, para Niñeras a cargo de los más mayores o que administren enemas frecuentes. Se pueden encontrar de tamaño de adulto en casas de suministros médicos; aunque sean prohibitivamente utilitarios se pueden decorar con motivos infantiles. Una falda de volantes es un añadido sencillo y no interferirá con el propio vaciado del orinal. También son necesarios una sillita de madera para la hora del rincón, un cepillo del pelo de madera para mantener la disciplina y, por supuesto, un equipo para enemas. Las habili dades de una Niñera ¿Qué es lo que hace de un Ama una buena Niñera? El primer requisito es el afecto sincero por la persona a su cargo, sin que importe lo problemática que pueda ser. Puede que tengas que disciplinar su trasero travieso o enseñarle el valor de la buena salud con una lavativa, pero tu firmeza debe estar atemperada con calidez y cuidado. Después de todo, lo que estás haciendo no es por tu propia salud, sino por la suya. Pañales. Si has cuidado alguna vez a un niñito cronológico, sabrás exactamente lo que el bebé adulto quiere y necesita. Llevar pañales resulta desgarbado y vergonzoso pero, para él, también cálido y erótico. Tener que cambiar los pañales supone no solo quitar una prenda y sustituirla por otra, sino todo el ritual de lavar, secar, echar polvitos, aplicar pomadas y todo eso. Este ritual puede ser el foco de un magnífico tratamiento de juego erótico. Es, de hecho, la manera normal de que el sumiso llegue al orgasmo. Los azotes y la hora del rincón. En todo caso tienes que mantener una Autoridad fuerte. Cuando tu sumiso tenga una rabieta, desobedezca tus reglas con los pañales o cualquier cosa que te moleste, tienes que estar preparada para intervenir drásticamente. El castigo clásico para semejante comportamiento travieso es una azotaina sonora, en la clásica posición sobre tus rodillas, usando la mano o un cepillo del pelo. No puede ni pensarse en la caña, la correa o la vara: son demasiado severas para la tierna piel de un bebé. La cuestión de si dejarle que lleve los pañales puestos o quitárselos se debate con frecuencia. Aunque unos azotes con el trasero al aire es lo clásico, definitivamente es mejor dejarle puestos unos pañales sucios, diga lo que diga la tradición. Un pañal húmedo puede ser secado a base de azotes, o un pañal empapado se podría bajar para exponer la piel mojada, lo que incrementa el escozor La intensidad de unos azotes a un niñito adulto puede variar con la situación. Las travesuras ordinarias pueden pedir una breve ráfaga de azotes bastante fuertes, pero unos azotes prolongados deberían empezar con lentitud e ir creciendo en fuerza e intensidad. (Cuanto mayor sea la excitación del sumiso mayor será el dolor que pueda soportar.) Limita las palmadas a las partes más bajas y rechonchas de los carrillos inferiores, recordando siempre que el punto dulce en el que un azote hormiguea más deliciosamente está en el centro de la curva más baja. Si el trasero de un sumiso está acolchado por los pañales puedes golpear más fuerte. Puedes empezar con varias palmadas ligeramente punzantes, abofeteando las nalgas vivamente para conseguir activar la circulación. Luego añade un poco más de fuerza hasta que las
nalgas estén sonrosadas y el sumiso reaccione con lloriqueos o gemidos. Acaba con unos golpes un poco más pesados, más profundos, palmeando bien hasta que el travieso sumiso esté totalmente castigado. Puede dejar de agitarse, puede llorar con lágrimas de verdad (aunque esto es relativamente raro), pero definitivamente dejará de resistirse a las palmadas y se mostrará arrepentido. Después de los azotes puedes hacer que el sumiso travieso se quede en el rincón, manteniendo las faldas en alto por encima de la cintura para exhibir el trasero bien azotado y enrojecido. Para algunos sumisos esta posición es más humillante que los azotes mismos, pero solo es apropiada para un niño adulto que empieza a andar o un chico más mayor. (Los bebés no se pueden mantener de pie.) Enemas. El pañal parece llevar naturalmente al enema (o lavativa, una palabra agradablemente anticuada para esa práctica). Los detalles de la administración segura y erótica del enema se dan en el capítulo 8, pero el enema de la Reina (suena a mala novela histórica) o la purga que una Amazona aplica a su esclavo son muy diferentes en tono y estilo de la cálida y afectuosa lavativa de la niñera. Para hacer del enema una experiencia placentera, deberías decidir si el procedimiento es un castigo o una medida de salud y preparar la escena en consecuencia. Si es un castigo, ¿cuál fue el delito de tu sumiso? Normalmente las lavativas están indicadas para curar al travieso de mojar o manchar los pañales; para limpiarle de pensamientos o acciones de desobediencia (una mente limpia en un cuerpo sano); para curar rabietas temperamentales; para ayudar en el entrenamiento para ir al baño; para prevenir o castigar la masturbación; para aliviar la irritabilidad y el cólico. Todas estas razones sirven tanto en los escenarios de salud como en los de castigo, pero el guión diferirá, dependiendo de cual elijas. El enema por motivos de salud debería estar rodeado de la evidencia de tu preocupación solícita por su bienestar. Mímale, diciéndole el mucho bien que le hará el enema, lo fuerte y sano que estará cuando haya sido purgado totalmente. No le recuerdes nunca que le ayudará a crecer y hacerse un chico grande. Esto es lo último que querría. Alábale por admitir un montón de fluido (no importa lo pequeño que sea el que le estés aplicando) y prométele regalos y dulces por ser tan valiente. El enema de castigo debería aplicarse en una atmósfera que mezcle dolor y enfado. En vez de alabanzas y solicitud ofrécele un triste sermón de lo que lamenta la Niñera tener que hacer esto, de cómo el fluido le hinchará y hará que le duela su barriguita y cuales serán las consecuencias directas si deja que la más mínima gota se salga de su trasero travieso. Mientras el sumiso mantiene el fluido dentro puedes enfatizar su castigo dándole unos azotes de suaves a moderados. El dolor de los azotes, añadido al llenado desacostumbrado en sus intestinos ardientes y su deseo frenético de no causarse una desgracia con un accidente, pueden constituir la mayor emoción para un niñito adulto. Si tienes un orinal de silla ahora es el momento de sentarle en él. Si retiene de forma persistente el enema, amenázale con unos azotes, si se le aplicó ostensiblemente por motivos de castigo o salud. Elógiale y mímale una vez que haya vaciado los intestinos, diciéndole que ahora será un niñito bueno (o sano). Puedes incluso lavarle, aunque unas pocas Amas prefieran dejar que el bebé se limpie por sí solo. Los placeres de una Niñera Cantar, abrazar, jugar a juegos de niños, puede ser una cálida, afectuosa e íntima manera de pasar el tiempo con tu sumiso. La Niñera disfruta de la dulzura del escenario de su fantasía junto con el placer sensual de tocar a un hombre en cualquier parte que desee, sin tabúes, sin exigencias sexuales, solo como cuestión de poder, placer, abrazo. Más aún, los enemas y los pañales le proporcionan una sensación de intimidad además del placer secreto de jugar con sustancias prohibidas. Aceptando totalmente la indefensión de su sumiso, sus residuos corporales, sus lágrimas, su necesidad de consuelo y disciplina, la Niñera le da lo que necesita, y a sí misma todo el poder y la satisfacción de los cuidados maternales. Las necesidades de un bebé Las necesidades de un bebé adulto no son difíciles de entender. No anhela sufrir suplicios para probar su virilidad. Desea olvidarse de su virilidad (con toda su parafernalia de macho asociada, competiciones sin escrúpulos, mentiras y falta de sinceridad y preocupaciones de adulto)
y volver a la simplicidad, calor, y atención que tuvo (o necesitó) en sus primero años. Si puedes ofrecerle afecto, atención y algo de disciplina, te recompensará con un juego agradable y un gran afecto. Representación de la escena Primer Acto: el establecimiento de tu Autoridad. El bebé adulto es poco probable que ponga a prueba, per se, tu autoridad, aunque pueda montar alguna rabieta ocasional. En todo caso esta etapa es crucial en la fantasía de la Niñera, no como una prueba de tu Mando, sino como una experiencia claramente placentera por sí misma. Durante este tiempo puedes elegir darte el gusto, a ti y a tu sumiso, en cualquier combinación de las actividades siguientes: - Vestirle con ropa de bebé - Ponerle pañales (estos primeros dos son de rigor) - Jugar con juguetes de niño - Jugar al cucú trastras y otros juegos de bebé - Ponerle a dormir la siesta - Contarle historias para dormir - Abrazarle - Usar un biberón con chupete - Darle a comer comida de bebé - Darle el pecho - Atarle a la cuna para que no se caiga o se salga a rastras - Enseñarle a ir al baño
Acto segundo: Trans gresión y Castigo. Tristemente, incluso en el acogedor paraíso del cuarto de niños, el delito y el castigo tienen que imponerse. Un bebé adulto puede tener una rabieta, que necesita unos azotes, o puede mojar o manchar sus pañales, haciendo de la administración de un enema un castigo deseable. También puedes elegir sentenciar a tu sumiso a pasar un rato en el rincón, a tartamudear disculpas o tal vez a darle unas palmadas con los dedos. Empieza el castigo con una regañina. Tira al depravado sobre tu regazo y súbele los faldones, dejando visible el pañal. Dependiendo de tu humor y de la condición del pañal, puede apetecerte empezar el castigo con el pañal cubriendo todavía su trasero sonrosado, pasando más tarde a unos azotes con el culo al aire. Con el bebé travieso sobre el regazo, dale una charla severa, pero en términos que pueda entender, diciéndole lo desencantada que está Mamá (la Tía, la Niñera) con su comportamiento. Aunque te entristezca verte forzada a estropearle el día con unos azotes, sería peor estropearle de por vida por no corregir su maldad infantil. Técnicas similares son útiles en la administración de la lavativa. Al bebé adulto le gusta habitualmente romper a sollozar (sin lágrimas) ante la amenaza de perder el cariño de su Niñera. Se mostrará arrepentido y dulce después del castigo, esperando recuperar el amor perdido de su Ama. Acto Tercero: consuelo. El consuelo para el niñito adulto es notablemente similar al establecimiento de tu autoridad. Puede consistir en abrazos, juegos, besos, y cosas así. Sin embargo para llevar el juego a un final deberías detectar la necesidad del bebé de un nuevo pañal. Mientras se lo cambias puedes, subrepticiamente, rozarle y acariciarle, hasta que humedezca el pañal de una forma más adulta. Variantes en la f antasía. Puedes escoger utilizar la fantasía de la Niñera como un adjunto a la fantasía de la Institutriz o incluso de la de la Reina. En ese caso la Niñera emerge como un castigo por algún delito en la otra fantasía. Un joven travieso podría ser castigado por desobediencia a verse relegado temporalmente al status de la guardería. Una criada afeminada, que es descuidada en su trabajo o su forma de vestir puede ser castigada quitándole el uniforme de doncella, poniéndole un pañal hasta que se humedezca él mismo, y (para asegurar que no vayan a ocurrir más incidentes de terquedad) a la completa limpieza interna de un enema. Durante el tiempo que estás dirigiendo
la fantasía tienes que tratar al sumiso como a un niñito. Ahora no se puede esperar que recite las lecciones o que ofrezca servicios de criada.
11 LA INSTITUTRIZ: El poder de la Disciplina "La Dirección ha anunciado que continuarán las palizas hasta que mejore la moral.” – anuncio en una pared de oficina
La Institutriz es la más pura de las fantasías arquetípicas. Su éxito no depende de guiones elaborados, elegantes disfraces u otra parafernalia. Para ser una buena Institutriz tienes que mantener la autoridad y proporcionar castigos. Eso es todo. El encanto de esta fantasía es casi inexplicable para cualquiera que no sea un devoto. “¿Por qué iba a querer alguien que le azoten?” preguntan muchas Amas potenciales confusas. “¿Es que no duele?” Sí, duele. Pero mucha gente (y no solo hombres sumisos) encuentran que la expectación, realización y cuidados posteriores de un castigo son intensamente eróticos. La explicación habitual es que los rituales de los azotes recuerdan a los castigos de la infancia que accidentalmente despertaron los primeros fuegos de la sexualidad. Sin embargo muchos adoradores del azote nunca fueron castigados de esa manera en su juventud. Además, algo ha creado una fascinación voluptuosa en los detalles del castigo. Puede que sea genético; muchos devotos dicen que se han sentido atraídos por los azotes desde que pueden recordar. Y es una fantasía muy corriente, una de las más comunes. Muchas películas de Hollywood, novelas de amor y antiguas tiras cómicas mencionan esta práctica (aunque a menudo con una Mujer en la posición indigna). Claramente el asunto de los azotes tiene una dimensión sexual para mucha gente, sin embargo pocos de ellos están dispuestos a admitirlo. Para los sumisos hay un montón de referencias culturales para mantenerles en un estado de constante excitación: historias sobre el uso de la vara en los internados británicos, las flagelaciones judiciales que tenían lugar incluso en nuestro propio país (¡la última fue en Delaware en 1952!) y la aplicación de la vara en Singapur en 1994, que demostraban a mucha gente que un golpe en el trasero podía realmente variar desde un golpe suave a una experiencia que deja cicatrices. Sea lo que sea lo que causa este fetiche, es, típicamente, casi obsesivo. Nadie consigue nunca apartarse durante mucho tiempo de la fantasía, y la mayoría de los amantes de los azotes dicen, a pesar de los placeres del sexo vainilla, que nada proporciona la misma intensidad de sensaciones que la que crea una buena y larga sesión de castigo. Por tanto, si estás enamorada de un sumiso que quiere y necesita el castigo tipo Institutriz, o bien te decides a facilitárselo o debes considerar dejar la relación. Los elementos de la fantasía Pequeñas variaciones en el guión, disfraces y puesta en escena pueden añadir picante a esta fantasía, pero el drama central es siempre el mismo. Sin embargo, elegir el planteamiento adecuado puede ser vital. Lee y estudia las sugerencias detalladas dadas en el capítulo 7, tomando nota de todas las deliciosas variantes.
Luego ármate con el instrumento o instrumentos elegidos, ¡y a disfrutar! El guión. El guión básico es siempre el mismo: el colegial peca, sufre y se arrepiente. Sin embargo, esa estructura no necesita limitar tu creatividad en la planificación de guiones. Hay docenas de formas en las que un adulto travieso puede encontrarse a merced de una Mujer enfadada, con la venganza en la mente y una paleta en la mano. Disfraces. Algunas de las clásicas fantasías de colegial se benefician de buenos disfraces, especialmente las fantasías de Niñera, que son favoritas especiales de muchos sumisos. Sin embargo, la mayoría de las fantasías tipo Institutriz no requieren mucho en el terreno del disfraz para la Dómina o el sumiso. Por otra parte la mayoría de los sumisos disfrutan al ser disciplinados por una Mujer que lleve falda, ropa interior o incluso corsé y medias. Puedes, si lo deseas, diseñar un disfraz especial de castigo para tu sumiso, consistente en un camisón de bebé vergonzosamente corto. Muchos colegiales encuentran la Feminización de cualquier tipo extremadamente humillante; no lo consideran como el honor y la reverencia típicos de una criada afeminada o un devoto. Puede apetecerte probarlo con tu sumiso.
Puesta en escena y accesorios. El escenario puede ser un dormitorio sobrante o cualquier otra habitación de tu casa. Si a tu sumiso le gusta una fantasía de colegial con todas las de la ley sería deseable un pupitre y una pizarra. Puede apetecerte apoyar a tu sumiso travieso sobre el brazo de un sofá robusto o una silla, encima de una mesa o al fondo de una cama, para recibir su castigo. En cuanto a los accesorios, para la mayoría de las fantasías no se necesita ninguno, excepto los bártulos de inmovilizar y, por supuesto, el equipo necesario para aplicar el castigo. Asegúrate de que tienes un cepillo de pelo de madera robusto, una correa de cuero flexible y una buena paleta. Fustas, varillas y gatos son realmente un lujo, aunque un lujo agradable. (La fantasía de la Institutriz es normalmente la menos costosa de montar; la de la Reina es normalmente la más cara, aunque tienes que tener en cuenta el valor del servicio de la criada.) Las habilidades de una Institutri z Las habilidades que necesita una Institutriz están cubiertas con detalle entusiasta en el capítulo 7, donde se presentan una multitud de posibilidades excitantes para tu entretenimiento y la educación de tu sumiso. Deberías leer y releer ese capítulo, prestando especial atención a los tipos de golpe y las señales de que tu sumiso ha sido ya suficientemente castigado. Pero, puesto que estarás haciendo mucho aporreamiento de espaldas desnudas, quizás esté mejor colocada aquí una advertencia. Tienes que ser cuidadosa, especialmente con los instrumentos finos, flexibles (la caña, la fusta, la vara y las varillas). No empieces con toda la fuerza. Aunque los golpes pueden producir auténtico enrojecimiento de las nalgas e incluso ocasionalmente lágrimas reales, tú no quieres dejar cicatrices ni heridas abiertas. (Siempre que fluye la sangre es posible la infección.) En vez de intentar provocar la sumisión con dolor en crudo, utiliza la psicología. Tu sumiso quiere, y necesita, la experiencia total de unos azotes, no solo los golpes en las cachas. Y la experiencia total incluye temor, expectación, tensión, respeto a la Mujer, angustia por haberla disgustado. También puede incluir rebelión y desafío, que tienes que doblegar con mano firme, a menos que utilice la palabra de seguridad. (Si lo hace, ¡detén inmediatamente la escena!) A pesar de la simplicidad de esta fantasía, no puedes dejar a un lado dirigir media docena de palmetadas displicentes (o incluso una docena de palmetadas más duras) al trasero de tu esclavo, mientras dices, con voz aburrida, “Los chicos malos necesitan azotes”. Aporta algo de energía y algo de creatividad. Haz que le asuste tumbarse en tu regazo, pero mucho más desafiarte, y tendrás en marcha una buena escena. Penas adicionales. Algunos colegiales necesitan penas adicionales: castigos de escritura (piensa en Bart Simpson escribiendo 100 veces en la pizarra), servidumbre, tiempo en el rincón, etc. Dependen de la falta, el escenario, de lo que te apetezca, y de las necesidades de tu sumiso. A algunos colegiales les gusta que les Feminicen después de unos azotes serios. El placer de la Institutriz Administrar un castigo serio (e incluso uno divertido) puede ser tan estimulante como un paseo rápido en un día fresco y ventoso. Combina todos los placeres físicos de un buen ejercicio aeróbico con un erotismo intenso, arcano. El trasero desnudo e indefenso; los gritos y contorsiones del sumiso; el sentido de poder. En alguna medida, cualquier ritmo nos recuerda el sexo, y la desnudez más fuerza rítmica más esa indefinible satisfacción de la Dómina al estar al mando, dan lugar a un placer intensamente erótico. Aún más, el arquetipo de la Institutriz se basa en la administración de dolor, o de placer doloroso. Una Institutriz cuyo colegial travieso ansía el castigo tiene la satisfacción de darle lo que necesita y desea, mientras alimenta la secreta oscuridad en su propio corazón. Llegar a un acuerdo con las alegrías del sadismo (una palabra con la que pocos amantes de los azotes se sienten cómodos) es considerablemente más fácil cuando tienes un sumiso ardiente, ansioso, suplicando la tralla.
Las necesidades del colegial
El castigo que ansía el colegial es físicamente estimulante y emocionalmente liberador. Al someterse al castigo, tanto si se trata de unos breves azotes con la mano o uno largo y extravagante con multitud de utensilios, busca no precisamente los golpes rítmicos y el enrojecimiento del trasero, sino una sensación mística de perder su voluntad, su identidad y sus pecados en un gigantesco abismo emocional. El dolor, suspense y miedo a unos azotes le sacan de su vida ordinaria y le meten en un estado casi como el de la droga. Para alcanzar ese nirvana atraviesa una serie de reacciones cambiantes: excitación, dolor físico, rebelión, sumisión y, finalmente, paz. Los procesos que siguen puede que no sean ciertos para todos los devotos del azote, pero parecen ser exactos para la mayoría. - Excitación. Siente esta emoción creciente, realmente una mezcla de ansiedad y excitación
sexual durante el período de expectación, cuando el sumiso sabe que será azotado pero el castigo no ha empezado todavía. Cuando los azotes se acercan cada vez más, la ansiedad puede empezar a reemplazar a la excitación, y podría intentar escapar de los azotes. A menos que use la palabra de seguridad, sigue adelante y azótale, sin que importe lo que él diga que quiere. Está intentando probar tus límites, pero se decepcionaría si no le das los azotes vigorosos que necesita. Intenta dilatar este período todo lo que puedas. Cuanto más excitado, inquieto, asustado y tenso esté ante el castigo actual, más intimidatorio le parecerá. Puesto que lo que necesita es una catarsis emocional, hace falta tensión emocional para conseguirla. (Si este concepto no te queda claro, vuelve atrás y relee los capítulos respecto a establecer y afirmar tu autoridad, así como el inestimable consejo del capítulo 7.) Puedes prolongar el tiempo con regañinas, descripciones de los horrorosos azotes que van a venir, del tiempo en el rincón y varios preparativos del sitio donde tendrá lugar la acción. Podrías decirle que los azotes empezarán exactamente en quince minutos y hacerle estar de pie en una esquina, con los pantalones rodeando los tobillos, observando el reloj. Estará todo el tiempo imaginando el primer mordisco de la vara en su trasero desprotegido, preguntándose si será capaz de soportar el dolor, y alternando el sentirse miserable entre deseos de que se acabe la espera y esperar que no acabe nunca de pasar el tiempo. No olvides hacerle recoger el instrumento (o instrumentos) de su corrección y suplicar el castigo. Luego colócale en posición, atándole si fuera necesario y deja pasar un poco más de tiempo. No empieces el castigo real hasta que esté dispuesto a suplicarte que le azotes, solo para terminar el suspense. - Dolor físico. Ahora que él se encuentra en un estado de intensa excitación emocional deber-
ías darle unos azotes buenos y duros. El que empieces suavemente, casi en plan provocador, o con dureza y fuerza depende de tus gustos y los de tu sumiso. Si empiezas con fuerza, probablemente los primeros golpes romperán el hechizo con la impresión de su dolor. (Recuerda, cuanto más excitado esté, más dolor podrás proporcionarle, pero también que cuanto más largo sea el castigo más ligeros deberían ser los golpes individuales.) Mientras le estés azotando suelta algún comentario al vuelo sobre el color, calor y el probable escozor de sus nalgas, preguntándole de vez en cuando si lamenta haber sido un chico tan desobediente. Puedes añadir que si no hubiera cometido su falta (hay que ser específica), incluso ahora estaríais pasando una noche tranquila, jugando él con sus amigos o lo que fuera, en lugar de ser castigado de una forma tan minuciosa e infantil. Pero ha pedido estos azotes y tú tienes, aunque a regañadientes, que proporcionarle lo que necesita tan a las claras. - Rebelión. Bajo el estímulo combinado del dolor y tus comentarios, puede rebelarse, poniendo
las manos detrás para proteger su trasero, intentando arrastrarse fuera de tu regazo o mostrando de algún otro modo que no quiere recibir el castigo ni un segundo más. Mientras no utilice la palabra de seguridad tienes que sofocar su rebelión. Amenázale con un castigo redoblado a menos que se resigne a tomar su medicina como un chico bueno. Puede que tengas que atarle las manos a la espalda, fijarle con correas a una mesa, o vendarle los ojos de alguna forma antes de seguir adelante. - Sumisión. En algún punto dejará de luchar y aceptará su castigo. En este punto sabe que
estaba equivocado y está dispuesto a aceptar cualquier castigo que estimes necesario. Ahora empieza a relajar el castigo.
Después de que se haya cumplido el castigo asegúrate de que bese el instrumento correctivo (una negativa a hacerlo quiere decir que procede otra paliza) y te agradezca sinceramente por haber castigado su travieso trasero. Luego puedes dejarle en un rincón o hacer que cumpla cualquiera de las otras penas adicionales. Puede que esté excitado sexualmente, en cuyo caso puedes permitirle que se masturbe. O puede haber eyaculado mientras estaba ocurriendo el castigo, normalmente una señal para terminar el castigo. Como siempre, algunos sumisos no llegan a excitarse sexualmente durante una escena; para ellos la escena misma puede ser toda la satisfacción que necesitan. - Por fin Paz. Al haber recibido su castigo el colegial se siente renovado. Ha sido azotado y
está mejor por ello. Vuelve a hacerlo la semana siguiente. Representación de la escena El segundo acto es el corazón de esta fantasía, pero no deberías desatender la estructura en tres actos y apresurarte a ir a los azotes. Un Primer Acto bien planeado saca lo más jugoso de los azotes, mientras que un buen Tercer Acto redondea la experiencia.
Primer Acto. El establecimiento de tu autoridad puede ser muy breve. Podrías empezar por informar al chaval de cual es su crimen y cual tiene que ser su castigo. Incrementa el suspense y la expectación tomándote tu tiempo. Acto Segundo. ¡Azótale! Acto Tercero. Después del correctivo y de cualquier castigo posterior consuela a tu queridito. Demuéstrale que le amas, incluso aunque vayas a continuar aplicando el cepillo del pelo al asiento de sus problemas siempre que necesite corrección. Déjale llorar en tus brazos o expresar su contrición de otras formas. (Usa tu imaginación.) Variantes en la f antasía El colegial puede necesitar convertirse en un niño adulto o una criada afeminada después de los azotes. Recuerda, por favor, que sus escenarios de corrección son también aplicables al castigo de cualquier otro tipo de sumiso. ¡Que te diviertas!
12 LA REINA: El servicio de Doncella y el castigo de las enaguas “Si fueras la Reina del placer / Y yo fuera el rey del dolor / Perseguiríamos juntos el amor...” Algernon Swinburne, “A Match"
La criada afeminada sirviendo feliz a su Reina, haciendo todo, desde fregar los suelos a servirle el té, a proporcionarle horas de servicio oral, es una visión que alegra el corazón de cualquier Dómina sensata. El disfraz de su dulce doncella francesa, completado con bragas de volantes y miriñaque de muchas capas, cofia graciosa y delantal de encaje, es la última palabra en atuendo de Señora. Aunque su disfraz puede ser ultra Femenino, se trata habitualmente de un hombre que vive una vida tan intensamente masculina que tiene que hacer algún tipo de equilibrio. Responde a la necesidad de su lado Femenino representándola: vistiendo, caminando y actuando como una Mujer; obedeciendo las órdenes de una Mujer, y especialmente enterrándose en el Santuario de la Femineidad. Los chinos dirían que se está empapando en la esencia Yin del punto sagrado. La afortunada Reina se limita a decir que es, de todos sus sumisos, el más experto y ansioso en el servicio oral y, en consecuencia, con el que es más divertido jugar. Para el Ama los placeres son manifiestos: servicio de un tipo que poca gente puede permitirse en estos días (porque una criada afeminada actúa como ama de casa, doncella personal, Fregona y juguete sexual), más una oportunidad de practicar una Dominación compleja y con guión intrincado. La fantasía ofrece un sorprendente campo de posibilidades, desde el servicio suave y afectuoso hasta suplicios severamente punitivos. Y los dos extremos del espectro se pueden representar en la misma sesión de disciplina. No es accidental que la fantasía de la Reina se coloque en el centro de todas las fantasías, porque este arquetipo puede comprender todos los otros. La criada afeminada puede combinar elementos del niño adulto, del colegial, el esclavo y el devoto. Y la Reina hace más honor a su título y se convierte en un Ama de todas las artes de la Dominación, desde las ataduras básicas y la disciplina hasta la adoración por orden. Los elementos de la fantasía Otras muchas fantasías se pueden representar con mercancías de tiendas de baratijas y montones de imaginación. Pero para el éxito de la fantasía de la Reina son cruciales los mejores disfraces, puesta en escena y accesorios. Tu criada afeminada ansía una escapada del monótono y severo mundo del macho, a los ricos colores y texturas sedosas de la Femineidad. Sopesado contra el maravilloso servicio que te ofrece (y su lealtad indudable, especialmente si demuestras ser un Ama con habilidad e inventiva), incluso el alto coste de un buen uniforme de criada, miriñaque y medias, no debería desanimarte. El guión, además, debería prepararse con cuidado. Una cuidadosa y meticulosa doncella merece el mejor de los guiones posibles. De otro modo podrías acabar haciendo tú las labores domésticas de nuevo, renegando cada vez que se te rompa una uña. El guión. La planificación de la fantasía de la Reina depende en gran medida de las necesidades de tu criada afeminada. Desgraciadamente es altamente improbable que te diga él cuales son. ¿Por qué no? En un primer nivel, lo único que desea es agradarte. Y eso es lo que dirá si probaras a preguntarle directamente respecto a las necesidades de su fantasía. Sin embargo, a un nivel más profundo, desea que sepas por instinto justamente lo que él ansía. De alguna manera, preguntarle por lo que él desea ensucia la experiencia. Mancilla la pureza del servicio que te presta, y hace que tu Dominio sea solo una cosa más de la que él es responsable. Afortunadamente, para que no te vuelvas loca preguntándote que es lo que este hombre con encajes y volantes desea, tienes otra fuente de información. Después de años de experiencia, puedo contarte, en general, lo que él desea. (Revisa la sección sobre “Las necesidades de la Criada Afeminada” para sugerencias adicionales sobre como determinar cualesquiera otros deseos estrafalarios.) Su primera necesidad (la Feminización) se trata a fondo bajo “Las necesidades de la Criada Afeminada.”
Su segunda necesidad es que tú estés feliz y satisfecha con su servicio. No se limita a desear que le Domines, sino que quieras Dominarle. Desea un Ama que sueñe incesantemente en Gobernarle, que cree escenarios nuevos y maravillosos en los que él es su juguete o su esclavo y tú eres una Reina malvadamente alegre. Su tercera necesidad es el Dominio real. No desea representar su propia fantasía. Desea que te hagas cargo de él, y le saques provecho. Si eres tan compasiva como él, esto os puede llevar a un parón, a veces a uno trágico. Prepárate para ser una Bruja; realmente es la única cosa que le agradará. Comprende cuales son las tareas domésticas que detestas más, que pequeños servicios personales disfrutas más, y luego crea tu guión en torno a su rendimiento en ellos. Ahí van algunas sugerencias: - Lavado a mano. Las criadas afeminadas adoran lavar y aclarar bragas, combinaciones y me-
dias. Incluso las secarán con la plancha, aunque este procedimiento no se aconseja con la ropa interior de nailon. - Coser y remendar. Algunas criadas afeminadas son expertas en bordado, punto y otras labo-
res manuales cuyo mérito puedes atribuirte. Se les pueden enseñar otras. Puede ser aconsejable mandarle a una clase nocturna de costura. - Todas y cada una de las labores de la casa, desde fregar el baño a pasarle la aspiradora a la
sala de estar. Ninguna Reina que se respete o considere hará labores domésticas, excepto en caso de emergencia. - Preparar y servir aperitivos, té o el desayuno en la cama. El “té” puede ser una sencilla taza o
una comida con todas las de la ley, con pastas y servilletas de encaje. Si tus amigos están al tanto de vuestras actividades, la criada afeminada estará contenta de serviros a todos, mostrando, de paso, lo bien adiestrada que está y su total obediencia. - Dar masajes, cuidados faciales, manicuras, pedicuras o baños de pies. (Ver instrucciones
para los baños de pies en el capítulo 14.) -Cepillar el pelo, ayudar a vestirse y cualquier otra cosa que una asistenta personal pagada haría normalmente, incluyendo limpiar los zapatos. - Afeitar con cuidado las piernas, axilas e incluso área púbica del Ama, si la Reina lo desea.
(Usará cuchilla nueva, muchísima suavidad, y montones y montones de espuma.)
- Actuar como esclava de baño. ¡Por lo que más quieras, saca provecho de este fetiche deli-
cioso! Pocos placeres más voluptuosos que tener a una fiel criada afeminada enjabonándote y aclarándote, secándote suavemente, restregándote la carne con lociones perfumadas, y finalmente dándote el capricho de la adoración del cuerpo y el servicio oral. Y estos son solo unos pocos de los deliciosos servicios disponibles a partir de una criada afeminada bien entrenada. A cambio, le ofreces la Feminización que ansía, además de un severo castigo o un malvado suplicio para centrar sus sensaciones. Una vez que hayas elegido uno o dos servicios tienes que escoger también una tortura a llevar a cabo. Las siguientes sugerencias pueden ser de ayuda: - Una sesión de ataduras y CBT - Humillación verbal, incluyendo provocaciones por sus deseos afeminados - Interrogatorio intensivo sobre la historia sexual de tu sumiso, fantasías, prácticas y experiencias más humillantes - Azotes a mano, con cepillo, correa o vara por sus fallos como criada. - Humillación Física incluyendo “deportes de agua” (ver capítulo 13) o hacerle servirte de mesa o reposapiés
Insisto, son solo unas cuantas sugerencias, de intermedios dolorosos en tu guión. También puedes tomar prestadas técnicas o prácticas de las otras fantasías. Disfraces. Los buenos disfraces son esenciales para la fantasía de la Reina. Deberías vestirte de una forma que te guste: las Reinas se ponen cualquier cosa, desde cuero a enaguas de nailon. (Aunque la ropa holgada tiende a ser antiprovocadora, por alguna curiosa razón.) La criada afeminada tiene pasión por la ropa interior, y podrías hacer bien llevando solo sujetador y bragas, o enaguas y medias. Pero por una vez tu disfraz es menos importante que el de tu sumiso. Debería estar vestido con el mejor uniforme de doncella que puedas permitirte, completado con medias, corsé, bragas de volantes, miriñaque de volantes, delantal de volantes y cofia. Dudo sinceramente que encuentres nada remotamente aceptable en la tienda local de gangas. A menos que uno de los dos sepa coser, tendrás que comprar el uniforme. Y eso puede hacer correr la pasta. El único consuelo es que las criadas afeminadas tienden a ganar mucho dinero, y que puedes comprar el uniforme una prenda cada vez. Hacer de cada nueva prenda una recompensa por buen comportamiento puede ser en sí mismo un proceso de tortura. Cada prenda nueva del uniforme tiene que estar acompañada por un escenario elaborado de fantasía. El uniforme completo podría tenerte haciendo guiones durante meses. Puedes también empezar por vestirle con lencería genuina de Señora. Enaguas, bragas, fajas, corsés y sostenes son los favoritos habituales. La mayoría de las criadas afeminadas prefieren el rosa caramelo a cualquier otro color, y adoran encajes y volantes. (También adoran la compresión, de modo que un corsé es una necesidad real para este sumiso.) Cuando le pasas a tu afeminado su nueva lencería y le ordenas ponérsela, su escalofrío de excitación y vergüenza te producirá bastante emoción. Como para los zapatos, si sus pies son de un tamaño razonable (talla 10 de hombre o menos) (N. del T.: la talla 10 americana corresponde al 42 europeo), podrás encontrar zapatos altos de Mujer que le sirvan. (Las casas especializadas para travestidos son escandalosamente caras, pero tienen diseños excitantes.) Son mejores los modelos con los dedos al aire. Si alguna vez has sufrido con los tacones de aguja para impresionar a algún hombre, esta es la hora de tu venganza. Saboréala. Intenta no adquirir ropa barata. Tu criada afeminada necesita deleitarse con la sensualidad: la lujosa textura de los tejidos finos, el sabor y olores distintivos de tu Santuario, la estimulación intensa del castigo del pene. Puesta en escena y accesorios. La puesta en escena y accesorios deberían transmitir una sensualidad romántica, exuberante. Intenta amueblar al menos una habitación de tu casa con gusto y perfección; el estilo victoriano es el más indicado para esta fantasía, porque el colonial y el moderno son demasiado severos. Compra una bandeja de cama de mimbre para esos desayunos en la cama servidos por estas criadas. Haz que todo lo que veáis, paladeéis, toquéis, oigáis y olfateéis los dos sea totalmente delicioso para los sentidos. Sumérgete en un mundo de voluptuosidad carnal. Las habil idades de una Reina Manejar a una doncella afeminada requiere que le des órdenes hasta para la menor acción de la fantasía. Servirte, limpiarte la casa, lavarte las bragas, todo puede hacerse aburrido y desmotivador para el sumiso, a menos que pienses por delante y mantengas la fantasía en marcha. Tu Dominación en esta fantasía es casi total, y necesitarás un repertorio de habilidades útiles para mantener el control, no solo sobre las acciones de tu afeminado, sino también de sus pensamientos y sentimientos. Humillación verbal. Como ya indicamos antes la humillación verbal es algo más que el puro maltrato soez. (Eso es tan poco elegante.) La provocación y mofa sutiles están muy indicados para la mayoría de las criadas afeminadas, pero la humillación verbal no es necesario que termine contigo riéndote de lo ridículo que se le ve vestido de mujer, intentando aparentar Femineidad cuando no es más que un macho, grande y basto.
Realmente la mejor humillación verbal puede provenir de las humillantes palabras que diga él mismo. Siguiendo tus órdenes, por supuesto. Cambio de nombre. Espero que mis atentas Lectoras no hayan olvidado todas aquellas útiles sugerencias de los capítulos 5 y 6. ¡Tienes que cambiarle el nombre a tu criada! La confesión forzada. ¿Sospechas que mantiene secretos sexuales, se masturba sin permiso, fantasea respecto a tus amigas y familia o comete otras violaciones a tu ley? Intenta forzar una confesión de tu criada afeminada. Este proceso debería hacerse con la criada atada o tal vez arrodillada; tiene que ser obligada de alguna manera a adoptar una postura física que enfatice su indefensión y tu poder. Luego tortúrale físicamente (con castigos, disciplina, pinzas para pezones, lo que sea) mientras le interrogas minuciosamente. Tienes que usar una voz dulce, Femenina, o escupirle las preguntas, dependiendo de tú estilo personal, pero asegúrate de mantener la presión física y psicológica. Pronto el afeminado se vendrá abajo y confesara sus travesuras, por las que tienes que castigarle minuciosamente. Añade torturas adicionales por haberte obligado a interrogarle, en lugar de confesar voluntariamente. Esta es, dicho sea de paso, una de las mejores maneras de descubrir esas necesidades estrafalarias que son únicas de tu criada afeminada. El mantra. El mantra es la repetición por parte de tu sumiso, una y otra vez, de un hecho que encuentra casi intolerablemente vergonzoso. Tienes que dictar tú las palabras. Una vez más esto debe ocurrir durante una estimulación dolorosa; también funciona extremadamente bien cuando le estás dejando a tu criada afeminada que tenga un orgasmo. Algunos ejemplos de mantras: -“Soy esclavo de bragas de Mistress Lorelei.” -“Adoro las bragas de Mistress Lorelei.” -“Soy un afeminado que merece que le azoten.” -“Deseo un cóctel de bragas. Necesito un cóctel de bragas.” -“Por favor, tortúreme, Mistress Lorelei.”
Eres libre de fabricar vuestros propios mantras. Céntrate en cualquier cosa que excite y avergüence intensamente a tu sumiso. Sistemas de p untuación. No, este no es un camino a prueba de fuego para que los chicos de una fraternidad consigan acostarse con alguien. (¿Qué clase de libro te crees que es este?) Se trata de un sistema para clasificar y registrar todos los méritos y deméritos potenciales que tu criada afeminada puede ganar. Ser juzgada es a la vez seductor y vergonzoso para la criada afeminada normal. (También tienden a ser perfeccionistas, sin perdonarse sus propios defectos y fallos.) Si mantienes un registro de estos fallos menores, contrapesado con su servicio, tu criada afeminada se emocionará y sonrojará al escuchar como lo está haciendo. Desde luego, cualquier habitación limpiada de forma inapropiada, cualquier servicio que no se haya realizado a la perfección, cualquier defecto en la postura o fallo en la obediencia y tendrás que hacer que tu criada vuelva a hacerlos desde el principio, además de sufrir las penalizaciones habituales de disciplina. Igualmente si no soporta los castigos bien tendrás que volver a empezar. Algunas pistas. Los fallos deben valorarse con mucho más demérito que el que el sumiso pudiera jamás conseguir posiblemente por servir bien. En consecuencia el sumiso siempre te debe más servicio, merece más castigo y necesita más entrenamiento. (El castigo es una forma de limpiar los deméritos; el servicio, incluido el rendir obediencia a tu Santuario, es otra, pero más lenta.) Nunca se puede permitir que se vaya con un marcador positivo. Solo cuando los méritos y deméritos estén igualados se le debería permitir un orgasmo. Con todo lo duro que suena este sistema, se lo tragará. Humillación f ísica. La humillación física no se limita al castigo, aunque puedes desear disciplinar a tu criada afeminada como harías con cualquier otro sumiso. Ciertas prácticas específicas son maneras efectivas de reforzar su identidad como criada mientras le pones en situación tremendamente embarazosa. Disfrútalo.
Esclavitud de bragas. El esclavo de bragas tiene mil y un uso para tus bragas sucias, cuanto más maduro mejor. Las lleva en la cabeza, se le embuten en la boca como mordaza, se le fuerza a ponérselas él mismo (si vuestras tallas son compatibles) y tiene que masturbarse en ellas. También se le puede obligar a llevarlas en la boca, una por una, hasta el lavabo del baño, donde las lavará a mano, las enjuagará, las secará con la plancha, las doblará y las colocará, antes de volver por el par siguiente. Aunque las mismas tareas se pueden hacer con sostenes, fajas, enaguas o medias, las bragas tienen el encanto más poderoso, porque están en contacto directo con tu atormentador Santuario. El cóctel de bragas. Esta tarea es tan especial que tiene que tratarse aparte. Para hacer un cóctel de bragas, haz una pelota con un par de bragas que huelan fuerte en la boca de tu esclavo. Luego vierte lentamente agua templada, posiblemente aderezada con un poco de tu orina, dentro de su boca. (Puedes verterla directamente, aunque un embudo grande colocado en sus dientes puede hacer la escena menos sucia.) El fluido se filtrará a través de las bragas, recogiendo su sabor, y tu sumiso se lo tragará. ¡ Voilá, un cóctel de bragas! Imitación de muebles. Haz que tu criada afeminada se arrodille en el suelo y actúe como una mesita (coloca unas cuantas revistas o un florero sobre él) o como un escabel. Si no está perfectamente inmóvil, ponlo en su sitio con una paleta de madera, mientras te quejas de tener que arreglar los muebles. Afeitado del vello corporal. Ya se trató en el capítulo 8, pero pruébalo con tu criada afeminada. Su falta de vello es tu insignia de posesión. Entrenamiento de la criada. Obliga a tu criada a hacer reverencias veinte veces seguidas, a caminar con tacones altos y un libro en la cabeza, a hacer cualquiera de los otros miles de cosas embarazosas que la prepararán para ser una criada útil. El entrenamiento de la criada puede continuar indefinidamente, y puedes volver de vez en cuando a ciertas habilidades para pulirlas más. Los placeres de una Reina Tener a otra persona haciendo el trabajo doméstico (minuciosa, perfectamente, a tus órdenes, mientras te relajas y le sacas brillo a las uñas) es una fantasía Femenina tan común que ni siquiera resulta perversa. Pero el mero trabajo doméstico no es la única satisfacción de la Reina. Los mimos detallados, generosos, combinados con el poder ilimitado, resultan indudablemente eróticos para muchas de nosotras. Y transformar a un hombre en un simulacro primorosamente vestido y pintado de una Mujer puede ser extraordinariamente liberador. Aunque puede hacerte volver a examinar con exactitud lo que significan las cualidades masculina y Femenina, también te puede reafirmar en que, sin que importen los polvos que se haya aplicado, el poder central Femenino que el hombre envidia es siempre tuyo. Las necesidades de una c riada afeminada Una criada afeminada necesita control y disciplina, como lo hacen todos los sumisos, pero principalmente necesita deslizarse en un mundo reluciente de sensualidad Femenina y pasividad antimasculina, donde no tiene responsabilidades en las que pensar y seleccionar, solo cumplir tus órdenes, y donde el castigo por cualquier infracción es rápido y está asegurado. La dinámica de esta fantasía es fascinante. Realmente aparece más a menudo en hombres que trabajan en entornos casi exclusivamente masculinos (deportes, alto nivel de gobierno, ingeniería y ordenadores, corporaciones enormes, fuerzas armadas). Aunque en muchos de estos empleos han tenido que admitir con el paso de los años a algunas Mujeres en plan simbólico, no han admitido en absoluto ninguna característica Femenina. Se mantienen espantosamente falocéntricos (y por ello sesgados e ineficaces, pero no están ni en un lado ni en el otro). Y muchos de sus hombres más brillantes, más creativos y con visión más profunda (hombres que extraen su brillantez de la mezcla de energías masculina y Femenina) se sienten tan estresados por la distorsión de su equilibrio natural que utilizan esta fantasía para restablecerlo.
La criada afeminada es un hombre que honra tan profundamente a la Femineidad que le encanta (y necesita) imitarla. Sin embargo, para que no te preocupes de que tu marido se vaya a convertir en Chica y dejarte con una mejor amiga pero sin hombre, informaré de que virtualmente ninguna criada afeminada es transexual. Un hombre que se atreve a expresar su lado Femenino tan abiertamente es un hombre totalmente seguro en su masculinidad. Cuando no está siendo una criada afeminada todavía tiene esa profunda apreciación de la sensualidad y ese intenso deseo por el cunnilingus, pero los expresará en un sexo vainilla de dejar sin aliento y pleno de pasión. Rarezas individuales. Tu criada afeminada puede tener necesidades que no hemos mencionado. Tal vez ansíe incorporar alguna de las otras fantasías dentro de ésta, o tenga un tipo particular de fantasía con la que disfrute al representarla. Fisgonea a tu alrededor, busca en los cuadernos en los que pegue recortes, las revistas que representen su tipo favorito de Dómina, y cualquier otra evidencia de sus deseos pervertidos. También puedes probar con técnicas de interrogación, confesiones forzadas y cosas por el estilo. Prueba, también, escenarios diferentes. Nunca sabrás que es lo que activa sus puntos calientes. Feminización forzada. Para contrarrestar el desierto de machismo en el que el pobre hombre se cuece, necesita refrescarse con un turno dentro de la Feminidad. Cuanto más machista sea el entorno, más Femenina tiene que ser su reacción. Una Mujer real (a menos que esté participando en un concurso de belleza) puede relajarse y no ser todo el tiempo un encanto cubierto de escarcha, pero tu criada afeminada probablemente va a ponerlo todo para ser la versión más empalagosa posible de Feminidad. Algo del proceso de Feminización que acoge tu criada afeminada puede suponer un recuerdo desagradable de los grilletes de buena Chica que has aprendido a romper. Recuerda, aunque tú casi con seguridad te hayas tenido que rebelar contra lo de ser dulce, pasiva y dependiente, por miedo a ahogarte en tu propia debilidad, que tu sumiso necesita aprender esas habilidades y cualidades, para no pasar hambre de afecto y atención. Los dos estáis buscando el equilibrio, pero en direcciones opuestas. Realmente los textos de como ser una buena Chica y una Esposa obediente -como el nauseabundo “The Total Woman” (“La mujer total”) de Marabel Morgan o el repugnante "Fascinating Womanhood" (“Femineidad fascinante”) de Helen B. Andelin- pueden ser leídos con provecho por tu criada afeminada. (Espero que ya no se impriman. Prueba en una librería de viejo.) Personalmente me encantan las ironías que suponen. Mi matrimonio se hizo realmente más feliz con el consejo de estas Señoras, pero no fui yo la que tuvo que abandonar su personalidad y someterse a un desvanecimiento de dependencia extática. Fue mi fuerte e incondicional marido (el que tenía el trabajo de macho con responsabilidades abrumadoras) el que se refrescó disolviéndose temporalmente en un charco de dulce sumisión. Espero que Marabel y Helen estén contentas. Yo sé que lo estoy. Ropa Femenina. La ropa Femenina, especialmente la lencería, está empapada en las mágicas esencias de la Feminidad. Para la criada afeminada simbolizan no solo a sus propietarias de derecho, sino también toda la libertad, todos los privilegios que envidia en las Mujeres. ¡No te pongas de malhumor! (Te oigo murmurar sobre los privilegios del hombre.) A pesar de siglos (milenios) de opresión, las Mujeres tienen algunas ventajas. Podemos llorar. Se nos permite tener miedo, estar tristes, ser protegidas, dependientes y ser consentidas de maneras que nunca se les permiten a los muchachitos. A las Muchachitas se les permite llevar volantes y encajes (tanto si quieren como si no), ponerse algo del perfume de Mamá, jugar a disfrazarse con la ropa y el maquillaje de Mamá. Si tienen un hermano, puede observar con enfado y frustración como entran a este mundo Femenino, especialmente si sus Hermanas y su Madre disfrutan provocándole y mofándose de él por querer unirse a ellas en la diversión. ¿Quieren todos los muchachitos jugar a disfrazarse? Al principio, antes de que aprendan que se considera una cosa afeminada. En resumen, las Mujeres no tenemos la terrible carga de mantener la masculinidad a todas horas. Somos libres de entrar y salir en los papeles sexuales. Tenemos un margen más amplio de expresión y emoción, incluso antes de convertirnos en buenas Feministas y seres humanos completos. ¿Es sorprendente que muchachitos sensibles, inteligentes nos envidien esa libertad y margen? ¿O que el muchachito del que se mofaban en los 60 por ser un afeminado pueda
llegar a convertirse en una criada afeminada, llena de vergüenza, dada a las reverencias, treinta años más tarde? Para la mayoría de los sumisos, la ropa Femenina es, a la vez, una humillación y un privilegio. La criada afeminada sabe que no merece llevar las prendas sedosas, con volantes, del sexo superior, pero ansía probar su magia de todas formas. Consecuentemente solo el vestirse con ropa Femenina es erótico para él. Naturalmente bajo estas capas de ropa se necesita un dispositivo de castidad, en verdad, para hacerle sentir todavía más Femenino. Representación de la escena Tu criada afeminada tiende a necesitar escenas más duraderas, más elaboradas, que algunos sumisos. Tu sensación de poder y control, y la suya de sumisión y vergüenza, se hacen más profundas a cada minuto de una sesión bien planeada. Acto Primero. Establece tu autoridad vistiéndole con ropa de tu elección. Luego dale una lista de órdenes (preferiblemente a máquina) y explícale la tarea (o las dos) que hayas elegido como apropiada para la sesión de hoy. Merodea cerca de él, criticando sus prestaciones en los deberes, anotando cualquier fallo en la hoja de puntuaciones, y amenazándole con las graves consecuencias de su falta de cuidado y modos toscos y masculinos. Acto Segundo. Ahora es el momento de cumplir estas amenazas. Sea cual sea el castigo o suplicio que elijas (y puedes probar azotes, CBT, ataduras o deportes de agua, además de los específicos de la Reina, de esclavitud de bragas, etc.), deberías asegurarte de que sabe que sus esfuerzos inadecuados por resultar Femenino te han disgustado, y que intentas entrenarle, cuanto antes, para que sea una criada minuciosamente Femenina. Se mostrará ante todo el mundo como el afeminado que es. Acto Tercero. Después de un castigo tan intenso, muchos sumisos ansiarán el orgasmo y el consuelo. Tu criada afeminada merece una recompensa, también, pero el servicio oral está más en línea con sus (y tus) necesidades reales. Después de comportarse tan bien (o de sufrir un castigo tan malvado) debería permitírsele a la criada afeminada servirte a fondo. Finalmente puedes permitirle que se masturbe en tus bragas, tal vez mientras canta un mantra de su esclavitud de bragas o mientras responde a preguntas humillantes. Variantes en la f antasía La fantasía de la Reina es, a la vez, doméstica y salvaje, tendiendo un puente en el espacio entre la placentera y tierna relación de una Niñera con lo que tiene a su cargo y el abierto, alegre sadismo de una Amazona con un cautivo. Puedes incluir en tus escenarios escenas de cualquier fantasía. Son especialmente apropiados los suplicios descritos en detalle en el capítulo de la Amazona, la adoración de pies debida a una Diosa y los pañales de un niño adulto. Aunque algunas criadas afeminadas disfrutan a fondo con castigos tipo escolar, algunas no lo hacen. Recuerda, las afeminadas se excitan más con la vergüenza y la humillación que con el puro dolor. A cualquier dolor involucrado tiene que dársele una dimensión vergonzosa antes de que le remueva las entrañas.
13 LA AMAZONA: Esclavitud, Disciplina y Humillación "Era una Amazona. Se había pasado la vida entera cabalgando a velocidad suicida por las orillas más salvajes del amor.” - Lesley Branco
Si, antes de abrir este libro, se te hubiera pedido que describieras tu imagen mental de una Dómina, probablemente habrías descrito a una Amazona: corsé de cuero negro ceñido a la piel, con generosas incrustaciones de metal y cubierto de cadenas; botas altas hasta los muslos con tacones de aguja, tal vez equipadas con espuelas; un látigo en una mano de largas uñas y un cigarrillo, en boquilla de marfil, en la otra. Puede que hubieras añadido otras percepciones populares: que la Mujer esbelta, de largas piernas, vestida de cuero y acero es una prostituta, alta, rubia, bien pagada. Eso es una Amazona, de acuerdo. Una Amazona, no la Amazona. Empezando, en primer lugar, por la última imagen, muy pocas Amas son prostitutas; ni siquiera las Mujeres Dominantes que son profesionales permiten a sus clientes practicar sexo con ellas. Ofrecen un servicio altamente especializado por el que se les paga bien, y no necesitan vender el poco atractivo sexo “vainilla”. Luego, la Amazona, aficionada o profesional, puede ser una rubia alta, de largas piernas o una morena rechoncha o una pelirroja positivamente de las de Rubens. No tienes que medir seis pies de alta (1,80 m aproximadamente) y pesar 120 libras (unos 55 Kg.) para ser una Amazona feliz y eficaz. Por último no tienes que llevar cadenas suficientes para que te salga una joroba digna de una anciana o el cuero suficiente para volver a tapizar un sofá y una silla. Si te apetece esta fantasía, no te dejes asustar por el hecho de que no te ajustes a la imagen, odies los tacones altos, o no tengas dinero para vestirte de cuero de la cabeza a los pies. Recuerda, tú eres la que manda. Esto es Dominación Femenina, no Dominación de Madison Avenue. Puedes vestir como te plazca, ser tú misma y seguir disfrutando de tu situación natural de autoridad. Por supuesto que a muchas Mujeres les encanta el aspecto sensual y las sensaciones y el olor del buen cuero (es mi caso aunque prefiero el ante color canela con bronce o cuero al cuero negro con acero tradicional). Algunas Amazonas disfrutan poniéndose tacones de seis pulgadas (unos 15 cm); yo los odio, pero no espero que todo el mundo esté de acuerdo conmigo. Si una Dómina no puede ser un individuo, ¿qué Mujer va a poder serlo? Esta fantasía puede ser realzada con los disfraces y accesorios adecuados, pero tienes que decidir tú cuales son. Porque no hay una única fantasía de la Amazona, de la misma forma que no hay una sola forma de ser Reina o Niñera. La Amazona no se define por el tipo de la figura sino por cierta clase de relación de poder entre Ama y esclavo. ¿Cuál es esa relación? Es una lucha de voluntades, porque en esta fantasía el sumiso es un cautivo rebelde y casi un igual a la Dómina. Hacer de Amazona puede ser una experiencia maravillosa, porque necesita todas tus reservas de energía, coraje, fiereza y voluntad. Tu sumiso también disfrutará, porque puede mantener su virilidad y su autoestima después de haber sido conquistado por un Ama tan poderosa. De hecho, cuanto más valore tu poder, ¡más autoestima consigue! De modo que el que te respete es esencial para su paz de espíritu. Los elementos de la fantasía Dada la dinámica de base (entre una Mujer poderosa y un hombre que no es lo bastante para ser su igual) la fantasía de la Amazona puede funcionar de mil maneras diferentes. He incluido una larga lista de sugerencias para los dos personajes en la sección titulada “Guión”, pero puede que te baste con un enfoque único. La puesta en escena, accesorios y especialmente los disfraces, dependerán de los papeles de la fantasía que elijas. El guión. La fantasía de la Amazona ofrece oportunidades sin parangón para modificar tus guiones y hacer que la fantasía te satisfaga personalmente. ¿Quién has querido siempre ser tú? ¿Qué Heroína o Villana te gustaría llegar a ser? La lista que sigue es solo un ejemplo de la riqueza que está disponible. ¡Deja que tu imaginación corra a su aire! El Ama puede ser: - Una secretaria que le da la vuelta a las tornas con su malvado jefe (como en la película “De nueve a cinco”)
- Una Mujer pirata aterrorizando al capitán de un barco que ha capturado - Una Gobernante pagana evaluando a un prisionero de guerra como posible juguete sexual - Catalina la Grande, de Rusia, haciendo de ella misma - Una vaquera atando a un colega masculino odioso y bajándole los humos - Una Princesa India tomándose la revancha sobre un colono blanco explotador - Una Revolucionaria torturando a su rehén (naturalmente un miembro echado a perder del corrupto partido en el poder) - Una Enfermera ocupándose de un paciente escandaloso y agresivo - Una Reina Guerrera interrogando sin piedad a un espía capturado - Una Alienígena probando la respuesta sexual del macho humano - Una Cortesana (en cualquier período de tiempo, desde la Antigua Grecia hasta nuestros días) enseñando a un amante desconsiderado, la forma adecuada de tratar a las Mujeres - Una Esposa castigando a un marido inepto o infiel - Una Inquilina enseñando a un casero las consecuencias negativas del acoso sexual y la falta de calefacción - Una Hermana enseñando a su hermano a no ser un mirón (también se puede hacer como primos, vecinos, compañeros de clase) - Un Caballero Femenino convenciendo a su compañero soldado para que no revele su género (también puede funcionar con guerras de otros tiempos) - Una Abadesa torturando a un monje malvado - Una Guardiana vigilando a un prisionero - Una Bruja interrogando a un juez que persigue a las Brujas - Una Sultana castigando al hombre que se ha atrevido a invadir su harén - Una bella victoriana enseñando a un aspirante a seductor a respetar a las Señoras - Una Practicante de lucha libre probando su superioridad sobre su rival masculino - Una Dómina vestida de cuero, llena de remaches y cadenas y con botas de tacón de aguja, torturando y atormentando a su amoroso esclavo - Wonder Woman o Tank Girl (N. del T.: se trata de dos heroínas de cómic) y un villano - Una Autora vengándose de un editor, un crítico o un plagiario
A partir de esta lista parcial puedes observar que la fantasía de la Amazona ofrece un amplio repertorio de papeles para ambos, la Dominante y el sumiso. La única fantasía que desaconsejo es aquella en que el sumiso hace de violador capturado y torturado por su víctima; el peligro aquí no es que él pueda decidir cometer una violación real sino que puedas verte abrumada por la furia, perder el sentido del juego erótico y hacerle daño de verdad. Por otra parte, cual puede ser precisamente la fantasía para poneros en marcha a ti y tu amoroso esclavo. La decisión es tuya; después de todo, tú eres el Ama. Disfraces. Dado el espectro de posibles roles en la fantasía, puedes vestirte con cualquier cosa, desde un atuendo de harén a un traje de Armani, y el margen para la ropa de tu sumiso es igual de amplio. Todo lo que puedo decir sobre los disfraces es que deberían estar de acuerdo con la fantasía y que no hace falta que cuesten un riñón. Las liquidaciones domésticas y las tiendas de gangas ofrecen todo tipo de chucherías. Y lo mismo las tiendas de disfraces; toda ciudad grande las tiene, y venden o alquilan una gran variedad de ropa. Vigila los saldos de primavera, cuando se libran del material antiguo; puedes conseguir ropa fantástica por muy poco. Siempre puedes usar tu imaginación o cualquier habilidad manual que tengas para adaptar, decorar o crear magníficos atuendos para los dos. Pero todavía queda un segmento especial del disfraz que es significativo en los juegos de Dominación Femenina. No, no es el cuero. Zapatos y botas. De todos los símbolos de la Dominación Femenina, los zapatos (o botas) de piel, con tacón de aguja, son probablemente la cosa más poderosamente evocadora del Régimen Femenino. Los tacones altos añaden estatura a la Mujer, alargan y hacen más esbeltas sus piernas, y cambian su forma de andar convirtiéndola en una ondulante y sugerente, extraordinariamente provocadora para los hombres. Y los detalles adicionales también pueden ser seductores. Las botas de cordones sugieren ataduras y corsés. El cuero negro ceñido, el vinilo o el látex no solamente remarcan y realzan las curvas de las piernas, por sí mismos son materiales conectados con los juegos eróticos. Estos materiales negros, brillantes, ajustados, forman una especie de superpiel, sugiriendo que dentro hay toda clase de deleites malvados, y si se utiliza cuero genuino, ya solo el aroma es cautivador.
Incluso fuera del pie de una Mujer, unos zapatos de tacón alto de Mujer (o unas botas), se reconocen instantáneamente como fetiches o iconos sexuales. Son tan diferentes en forma, tamaño, corte y color de los utilitarios zapatos de hombre, que naturalmente evocan la Feminidad en su forma más extrema. Se convierten en un fetiche, un objeto que desplaza a la persona como foco para la fantasía sexual. Y, como todos los fetiches, los zapatos o las botas recuerdan primero al fetichista a la Mujer que desea, luego encarnan la excitación y finalmente se convierten en excitantes por sí mismos. Aunque se pueden desarrollar fetiches acerca de muchos de los artículos del atuendo femenino (desde la curiosa pasión victoriana por los guantes o los pañuelos, al deseo moderno por bragas, combinaciones y corsés), los zapatos son virtualmente la única forma de prenda exterior que ha atraído tanta atención sexual. Las razones parecen suficientemente claras. Unos zapatos de Mujer (al menos de la variedad fetichista) son decorativos, no utilitarios. (¿Ha desarrollado alguien una pasión incontrolable por zapatillas deportivas maltratadas y polvorientas? Tal vez uno o dos hombres imaginativos. Pero la mayoría se inclinan por los zapatos de tacón de aguja.) Incluso la forma es inherentemente lasciva; visto desde arriba un zapato de mujer sugiere notablemente los genitales Femeninos. Durante siglos los zapatos se han reconocido como símbolo del Santuario de la Señora. ¿Recuerdas los minúsculas y ceñidos zapatos de cristal de Cenicienta? ¿Y qué decir de las señoritas que bailan por la noche quitándose los zapatos en el cuento de Hans Christian Andersen, “Los zapatos rojos”? ¿O la visión de la serpiente deslizándose a través de un zapato abierto en “En busca del arca perdida”? Dadas las tentadoras posibilidades de los zapatos y las botas, la selección que el Ama haga de su calzado puede ser crucial. Algunas Amazonas (profesionales o ricas) pagan miles de dólares por botas de tacón de aguja, de piel negra, ceñidas hasta los muslos, hechas a medida, que se ajustan como una segunda piel. Otras Amas llevan botas de vinilo menos costosas y otras prefieren zapatos de tacón alto. Si te gustan los zapatos ésta es una fantasía maravillosa para ti. Si no te gustan (y admito que soy una Dominante que prefiere trabajar con los pies desnudos o con zapatillas deportivas) sigues pudiendo ser, de todas formas, Amazona. Puesta en escena y accesorios. Una vez elegido un guión, unos disfraces y (si te gusta) un calzado lascivo, necesitas considerar la puesta en escena y los accesorios apropiados para tus fantasías. La puesta en escena más común de la Amazona se suele llamar mazmorra. Sin embargo no hace falta que vivas en un castillo gótico medio en ruinas para practicar juegos de Amazona, ni siquiera prepararte una mazmorra bien equipada. La imaginación y algunas compras básicas pueden hacer el recorrido para convertir tu casa de rancho, típica de los cincuenta, en la guarida de una Mujer pirata, el harén de una Sultana furiosa o el dormitorio de Catalina la Grande. La mayor parte de la gente involucrada seriamente en juegos de Dominación convierte un dormitorio libre o parte del sótano en sala de juegos. Aparte del equipo de ataduras descrito en el capítulo 8 deberías tener anillas en las paredes al nivel de los tobillos, rodillas, cintura y manos estiradas de tu sumiso, para poder encadenarle a la pared. Para las ataduras sentado y azotes sobre las rodillas, es útil una silla recta robusta. También es bueno tener una cama de cuatro postes. Podría llenar un libro con equipo opcional, pero aquí van unas cuantas sugerencias específicas: - iluminación atmosférica, variando desde puntos de luz rojizos a lámparas de aceite
(bien alejadas del camino del látigo)
- un potro acolchado para flagelaciones, azotes con la caña o la vara - un juego de cepos de fabricación casera - un sofá o banco, largo y bajo - una mesa de masaje o plancha inclinada, tipo gimnasio - una polea (enganchada únicamente a vigas robustas; ¡no querrás que se te venga
abajo el techo!) Aunque este equipo puede resultar divertido, permitiéndote representar muchas fantasías y realizar distintos tipos de ataduras y castigos, también es innecesario. Sería mejor que empezaras de forma sencilla, con las sugerencias básicas, y guardaras para más adelante el equipo más atlético y caro, cuando estés segura de lo que necesitas y deseas. Un sótano atiborrado de costoso cuero negro no es sustituto de una imaginación vívida y un deseo sexual vivo.
Lo mismo vale para los accesorios. Aparte del equipo básico de disciplina que tienes que tener (ver capítulo 8), la mayoría de los accesorios de alto precio son innecesarios. Elige, por todos los medios, las piezas que mejor realcen la atmósfera que deseas crear. El humo de incienso, junto con un cobertor de motivos exóticos tirado sobre la cama, pueden transformar en un harén cualquier habitación. Pero para tu fantasía de un harén no necesitas comprar una alfombra de mil dólares, una pipa de agua de latón de seis pies y un diván del siglo dieciocho. Aunque los accesorios auténticos son divertidos, también pueden resultar caros. Busca tiendas de gangas que puedan adaptarse a varias fantasías diferentes. Si tienes una o dos fantasías favoritas que practiques a menudo, puedes coleccionar accesorios específicos que parezcan apropiados. Y, de hecho, muchas Amas no poseen más accesorios que el equipo básico de ataduras y disciplina. Las habili dades de una Amazona La Amazona usa las ataduras, tal vez más que cualquier otro arquetipo, para hacer su voluntad. Estudia el capítulo 8 con cuidado y atención. Necesitarás entender como conseguir atar a un hombre y cuanto tiempo puedes mantenerle en una posición. En cuanto a que hacer con él mientras está en tus garras, puedes tomar prestadas actividades de los otros arquetipos o explotar la relación especial de poder entre la Amazona y su esclavo. Estas pueden expresarse en el conjunto específico de actividades conocido como “deportes de agua” (que la mayoría de vosotras puede que no quiera practicar) además de dos clases de disciplina: castigo y suplicio. Deportes de agua. La mitad de mis Lectoras estarán probablemente diciendo “¡Bien!” mientras el resto dirá “¡Qué asco!” ante la idea de jugar con orina. Nadie te obligará a producir “lluvia dorada” si la idea te da un asco de muerte. (Eres, después de todo, el Ama.) Si te saca de quicio, puedes saltarte esta sección y pasar a “Castigo y suplicio”. Pero puedes sentir curiosidad o excitación ante la idea de los deportes de agua y en cualquier caso te concedo la libertad de elegir por ti misma. Te gusten los juegos de pis o no te gusten, tienes derecho a saber de ellos. En cualquier caso, si has leído el capítulo de la Reina ya has encontrado una versión aguada de esto en el “cóctel de bragas”. La orina es una sustancia tabú y por ello posee un gran poder para avergonzar, emocionar, excitar y subyugar a tu esclavo. Está asociada en el inconsciente de casi todas las mentes con aquellos días confusos del entrenamiento con el orinal; con el pudor, la timidez, las tempranas exploraciones sexuales de “allí abajo”, vagas o específicas sensaciones sexuales y, a veces, con dolor y miedo; y con cuestiones de placer frente a disciplina, contentar a Mamá frente a contentarte a ti misma, el orden social contra el individual. Es una tremenda carga para que la soporte una simple función corporal. Y para los hombres el acto es aún más específicamente sexual; careciendo de nuestro equipamiento superior, tienen que orinar con su órgano sexual, un cilindro sobre explotado que también expresa su estatus social y laboral (¿no has oído a los hombres alardear e intentar superar a otros en el juego de estatus que ellos mismos llaman “medida de la polla”?). Los términos en jerga para el pene también son sinónimos de una persona molesta o idiota (capullo, gilipollas, chorra, cipote, pájaro) (N. del T.: lógicamente he intentado buscar algunos nombres en castellano que también tengan ese doble significado, aunque no traduzcan literalmente los usados en inglés). No es raro que les gusten los deportes de agua. Es más fácil soportar una lluvia dorada que pensar en las implicaciones de tener dos huevos y un pene, que la mayoría no sabe usar cuando tú lo deseas. Lo primero que debes saber es que la orina humana es estéril o casi, a menos que ocurra que tengas hepatitis o una infección de vejiga. No te envenenará a ti ni a tu sumiso. Puedes beberla o salpicarla alrededor, sin provocar que te salgan pelos en las palmas (N. del T.: esta es una amenaza típica en la cultura inglesa para los que se masturban), defectos de nacimiento, quemaduras de frío ni nada excepto, tal vez, una ligera náusea psicosomática si tu esclavo es escrupuloso. Por otra parte es húmeda y, a veces, aromática, puede manchar de humedad las alfombras y la tapicería, y resulta sucia. Por tanto puede que quieras limitar vuestros deportes de agua al baño, una sala de recreo o sótano fáciles de fregar o el maravilloso exterior de la casa. Jugar a hacerse pis en un sofá de terciopelo blanco es probablemente una mala idea. Utilizar una piscina de plástico para niños es a la vez barato y fácil de limpiar.
Si planeas practicar deportes de agua háblalo antes con tu sumiso. Puede no excitarle en absoluto, y merece un voto, incluso aunque no sea el voto decisivo. Si estáis decididos a probarlo deberías prepararte bebiendo cantidades de agua antes, durante todo el día. Las bebidas con cafeína actúan como diuréticos. Lo mismo que la cerveza, pero nunca deberías combinar el alcohol o las drogas con el juego de la Dominación. ¿Qué puedes hacer con las lluvias doradas? Puedes obligar a tu esclavo a arrodillarse en la bañera mientras tú te colocas sobre él y le rocías con tu agua, directamente desde la fuente. Puedes atarle y arrimarle una copa de champán a los labios, rebosante de tu orina (o incluso con solo un sorbo de ella) y obligarle a beberla, tanto a modo de castigo como de suplicio. Puedes ponerle de rodillas mientras le meas directamente en la boca o en un embudo sujeto a los labios. Hasta aquí todas las sugerencias se refieren a que seas tú la que suministre el dorado elemento, pero también puedes forzarle a mojarse él mismo, a beber su propia orina o incluso a lavarse con ella. Puede apetecerte obligarle a beber una gran cantidad de agua o café, o incluso puedes decirle que tiene síndrome premenstrual y hacerle tomar Midol (N. del T.: se trata de un medicamento a base de paracetamol e ibuprofeno aplicable a ese síndrome), que es, a la vez, humillante y efectivo. Castigo y suplicio. Tanto el castigo como el suplicio hacen uso del mismo repertorio de restricciones, bofetadas, latigazos, pellizcos, torturas de polla, humillación verbal y humillación física. La diferencia entre ellos es el propósito del dolor. Aunque la discusión que sigue ofrece varias diferencias entre las dos actividades, recuerda que en el mundo real (que incluye las fantasías representadas, más que las que se dejan a los sueños), pocas cosas son puras y simples. La mayoría de los castigos llevan algo de suplicio, y la mayoría de los suplicios sirven a alguno de los propósitos de los castigos. Las directrices de más abajo están pensadas para ayudarte a entender como planear y diseñar tus sesiones y que cosas específicas puedes hacer por tu propio bien y el beneficio de tu sumiso. El castigo existe para vencer la resistencia de un sumiso de modo que se humille ante ti en un agonizante éxtasis de sumisión. Con ese fin utilizas los intensos estímulos del dolor, la humillación y el terror para impulsarle más allá de su diario autocontrol, reservado y sin emoción, atravesando los muros de la masculinidad convencional y entrando en un mundo donde puede sentir y ser, donde puede expiar sus pecados y experimentar a salvo el terror de lo que escondería de ordinario. En el castigo el dolor es un medio para conseguir un fin: le ayuda a “estallar en ese mar silencioso” y, finalmente, aunque solo sea durante una hora, a sentir. Purga su culpa, una culpa que puede que nunca se permita experimentar en la vida ordinaria. En otras palabras, el resultado que tú deseas es su capitulación total. Solo entonces puede él ser libre y estar en paz. El suplicio es un poco diferente. Utilizando las mismas formas de estimulación intensa (dolor, humillación y terror), el suplicio fortalece las defensas masculinas del sumiso, le hace más seguro de su masculinidad, prueba su valía. Aún siente el dolor y la vergüenza profundamente, directamente hasta los huesos, se enfrenta a ellos y los vence y prueba su resistencia. El suplicio puede estar diseñado para probar su devoción por ti o para comprobar su virilidad. El dolor del suplicio (y normalmente supone un dolor considerable) no está diseñado para romper las barreras del esclavo sino para ponerle a prueba, para demostrar justamente lo que puede soportar. Para que un suplicio sea efectivo tienes que informar a tu sumiso de que tormentos va a afrontar (un paso que añade miedo y suspense, pero también proporciona un ob jetivo específico o un punto de referencia para que él se esfuerce) y tienes que hacerle creer que el objetivo está más allá de la resistencia de la mayoría de los hombres. Solo habiéndose probado a sí mismo en una prueba de fuego estará el esclavo contento y en paz. Los placeres de una Amazona La fantasía de la Amazona, probablemente la imagen mejor conocida del Ama, es también el lugar donde la Disciplina Doméstica se acerca más a la comunidad tradicional del Cuero. Una buena cantidad de las Mujeres del cuero podrían clasificarse a sí mismas como Amazonas, si estuvieran dispuestas a ello, pero no necesitan representar ninguno de los escenarios de juego que son el corazón de la Disciplina Doméstica. Simplemente disfrutan azotando por su propio gusto, no como castigo, real o fingido, sino como sensación pura. Sus parejas de juego no pretenden ser esclavos cautivos; son hombres que quieren rendirse a una Mujer, o que incluso prefieren conseguir las sensaciones de una escena sin someterse en absoluto.
Dada la libertad de guiones y expectativas, la Amazona y la Mujer del cuero pueden disfrutar de la maravillosa espontaneidad de hacer exactamente lo que les gusta con un compañero dispuesto, que está decidido ir tras ella por las más oscuras junglas del dolor, el placer y el deseo. Incluso si te sientes más cómoda con la aproximación a la Disciplina Doméstica mediante el juego de roles, puedes encontrar una libertad maravillosa en ser Amazona, además de la alegría de ejercer un poder sensual sobre un sumiso dispuesto. Las necesidades de un esclavo En esta sección he intentado trazar una distinción entre los sumisos que necesitan castigo y los que necesitan suplicio. Pero recuerda que son solo directrices toscas, que las necesidades de un hombre cambian dependiendo del humor y las circunstancias, y que las dos categorías se solapan la mayoría de las veces. El esclavo que debería ser castigado. Haciendo una clara generalización, el sumiso que necesita (o prefiere) el castigo normalmente ha guardado bajo llave casi por completo su lado Femenino. Tiende a negar que tenga problemas de cualquier tipo, y puede no ser muy aficionado a tratar los temas emocionales. Puede estar incómodo y profundamente avergonzado con cualquier forma de Feminización. Y puede que no sea especialmente pro-Feminista fuera de sus fantasías de Dominación Femenina. Probablemente disfrute de las fantasías de la Niñera y la Institutriz y del extremo más duro de las fantasías de la Amazona y la Diosa, especialmente aquellas prácticas diseñadas para llevar implícita una gran carga de humillación. Puede pedir a gritos la intensa aplicación de la vara o largas sesiones de azotes, los deportes de agua o la adoración de las botas. Puede que sienta alguna secreta culpa sobre el sexo, que se ve absuelta por el dolor y la Dominación Femenina. El esclavo que debería ser sometido a un suplicio. Haciendo una clara generalización, el sumiso que necesita (o prefiere) el suplicio está normalmente muy en contacto con su lado Femenino, aunque sea a un nivel sin palabras, puede sentirse un poco avergonzado de sus propios componentes Femeninos, porque ninguno de los otros tíos parecen tener problemas con, bueno, ya sabes, los sentimientos. Aunque en público pueda parecer agradablemente extrovertido y uno más de los tíos, tiende en secreto a ponerse en duda y a la introspección. Con la Mujer a la que ama será normalmente abiertamente afectuoso y emotivo. Puede ansiar la Feminización, sintiéndola a la vez como un honor y una humillación. Es más proclive a identificarse como Feminista fuera de sus fantasías de Dominación Femenina. Femenina. Probablemente Probablemente disfrute de las fantasías de la Reina y la Diosa, a veces de la de la Niñera, y las fantasías más igualitarias de la Amazona. Puede adorar la Feminización y es tu mejor apuesta para adoraciones de pies verdaderamente largas y voluptuosas y la servidumbre oral, tanto vaginal como anal. Adora, honra y respeta lo Femenino, y simplemente necesita poner a prueba su propia hombría con el dolor. O, más francamente, puede que simplemente adore el juego de las sensaciones por su propio bien. Le sienta bien. Incluso el dolor le sienta bien. Y lo necesita, lo quiere, y esta dispuesto a hacer casi todo para conseguirlo. Representación Representación de la escena La fantasía de la Amazona sigue la clásica estructura en tres actos con magnífica fidelidad. La única verdadera variante consiste en si eliges rellenar el Acto Segundo con un suplicio o un castigo. Sin embargo, dada la riqueza de papeles posibles para ambos, podéis representar esta fantasía dos veces a la semana durante veinte años sin repetir el guión. (A propósito, ¡deberías guardar tus guiones y notas en un lugar seguro! Nunca sabes cuando puedes necesitar uno.) Acto Ac to Primer Pri mero. o. El propio guión depende, naturalmente, del personaje de la fantasía que estés representando. Puede apetecerte representar toda la obra (a partir de la captura), o empezar con un hombre atado e indefenso. En todo caso tienes que hacerle saber quién eres (y, de paso, quién es él), por qué está bajo tu poder, que planeas hacer con él al final, y que sufrimientos va a tener que soportar en el camino hasta ese desenlace.
Luego átale en un posición que le deje indefenso (preferiblemente una que encaje con el guión) y o bien le demuestras que eres tú la que está al mando (exigiéndole un servicio oral, adoración de botas o lo que tú quieras) o empiezas con el castigo o suplicio del Segundo Acto. Acto Ac to Segun do. do . Ahora tienes que aplicar cualquier medida disciplinaria que parezca más eficaz. Si estás probando a tu esclavo mediante un suplicio, explícale que privilegios se le concederán si pasa la prueba de fuego sin quejarse ni moverse (o cualquier cosa que hayas decidido). Adviértele también de las tremendas penas que se le exigirán si falla en soportarlo. Si estás castigando a un esclavo, infórmale de cuales han sido sus pecados y transgresiones y hazle saber si quieres oírle gritar de dolor. No necesitas informarle de los consuelos previstos para cuando haya sido castigado minuciosamente. Si estás infligiendo un castigo o diseñando un suplicio, deberías considerar las ataduras, la humillación verbal y la CBT, seguidos, tal vez, de unos latigazos. Puedes terminar con deportes de agua de algún tipo. También puedes tomar prestado el cóctel de bragas de la Reina o la adoración de pies o botas de la Diosa. Sea lo que sea lo que elijas, coreografíalo cuidadosamente, manteniendo asimismo en alza el suspense para tu esclavo y totalmente estimulado su cuerpo. Acto Ac to Tercero. Terc ero. Tras haber soportado el castigo o el suplicio, tu esclavo puede necesitar ser consolado o demostrar su nueva devoción por ti. Puedes exigirle un servicio oral prolongado (un privilegio por el que puede que tu esclavo haya sufrido el suplicio) o le puedes permitir alcanzar el orgasmo mediante masturbación. En lugar de eso puedes decidir tener un coito normal con él, especialmente si su suplicio estaba diseñado para comprobar si era merecedor de aparearse contigo. Suponiendo que haya pasado la prueba, no veo objeción a que le ates a la cama, le montes y consigas placer para ambos. Esta es tu escena, y puedes hacer todo lo que gustes con él, siempre que sea sano, seguro y consensuado. Variantes en la f antasía La fantasía de la Amazona puede adaptarse fácilmente adoptando elementos de cualquiera de las otras fantasías. Como parte del castigo o del suplicio, puedes tratar a tu esclavo como a un nene, un colegial o una criada afeminada. Le puedes exigir la prolongada adoración que se merece una Diosa. También puedes exportar acciones y actitudes dignas de una Amazona, especialmente a las fantasías de la Reina y la Diosa. Si tu sumiso es, en el fondo, un niño adulto o un colegial, es poco probable que disfrute con las pesadas ataduras que son tan distintivas de la Amazona
14 LA DIOSA: Mantener Mantener a Tus pies a un adorador "Ebrios de ardor penetramos, diosa celeste, en tu santuario” - Friedrich von Schiller, "Ode to Joy" (Oda a la alegría)
La fantasía de la Diosa puede ser extraordinariamente extraordinariamente satisfactoria tanto para la Dómina como para su esclavo. Ella recibe montones de toqueteos amorosos y de adoración sexual; él tiene el placer de un toqueteo prolongado a una Mujer superior, además del conocimiento de su propia indignidad. Puede que no siempre implique dolor, aunque puede formar parte de la representación algún castigo ritual o alguna prueba de fuego (¡normalmente no en términos literales, por supuesto!). Esta fantasía tiene también ecos victorianos: la Mujer engrandecida, el macho abyecto, ansioso por tocar siquiera su guante o su bota. Nuestros ancestros sabían mucho mejor que nosotros que la Femineidad es preciosa en sí misma, el tesoro ideal al que el macho aspira. La fantasía de la Diosa también ofrece a una Dómina un regusto de poder trascendente. Para muchas Señoras esta fantasía es solo un juego agradable, una forma de recibir el respeto personal y los tiernos servicios que se deben a una Diosa. No se toman en serio las ramificaciones espirituales, sino que disfrutan de la atmósfera exótica y de la devoción del esclavo. Sin embargo, para algunas Diosas los ritos sexuales son una forma erótica de establecer contacto con la Triple Diosa, la antigua Doncella/Madre/Bruja que gobernaba nuestros corazones antes de que ni siquiera se pensara en los dioses masculinos del patriarcado. Todas las Triples Diosas (y aparecen en muchas culturas antiguas) poseían y gobernaban a un consorte masculino, que usaban sexualmente y a veces desechaban. La Triple (o Gran) Diosa exige reverencia hacia las Mujeres, respeto y aceptación de la sexualidad y de la armonía entre los humanos y la tierra en la que viven. Como representante de la Divinidad Femenina, el Ama acepta la adoración y veneración de un devoto o esclavo masculino. La Dómina que expresa sus creencias religiosas convirtiéndose en la Alta Sacerdotisa de la Diosa, está realmente fuera del propósito de este libro. (Aunque algunas Lectoras puedan ser Altas Sacerdotisas en busca de nuevas ideas, la mayoría de los adoradores de Diosas ya comprenden la dinámica básica de la Dominación Femenina y sumisión masculina, y no necesitan que les explique sus mitos sagrados.) Por tanto, este capítulo se ha escrito asumiendo que estás diseñando rituales para tu propio placer sexual y el de tu sumiso. Es perfectamente posible representar una fantasía de la Diosa sin creer en la Triple Diosa; incluso los aspectos psicológicos de la fantasía, en los que un hombre busca equilibrar su vida entrando en contacto con el alma Femenina que lleva dentro, son innecesarios para la satisfacción sexual. Todo lo que realmente necesitas para disfrutar de esta fantasía está indicado más abajo: una comprensión básica de los elementos, de la dinámica de poder entre la Diosa y su esclavo, y de las variadas actividades eróticas interesantes que pueden tener lugar. Los elementos de la fantasía La clave para representar esta fantasía es la adoración. No pienses en cantar himnos y en sermones prolongados. “Adoración” aquí tiene un significado específico: se trata de expresar la veneración y el respeto acariciando, acariciando, lamiendo y tocando el cuerpo de la Diosa. Este sentido de la adoración está expresado en el ritual de las bodas episcopalianas: “con mi cuerpo te adoro”. Sin embargo tú no deseas que la adoración del cuerpo degenere en mero juego preliminar, en un medio para un fin. La oportunidad de tocarte los pies debe ser privilegio suficiente para ilusionar a tu sumiso. El mantener una distancia emocional con su Diosa, mientras disfrutas de las atenciones de tu esclavo es un truco entretenido y puede ser la fuente de años de placer. Es vital crear un guión y una puesta en escena adecuados para mantener la ilusión de que tú eres divina. El guión. El guión puede ser simple (tu esclavo desea ofrecerte su adoración) o largo y complejo (tu devoto desea un favor, pero antes debe soportar un largo suplicio para probar sus merecimientos o expiar sus transgresiones). Para diseñar un guión que os satisfaga a ambos
tienes que equilibrar los elementos sensuales de la adoración del cuerpo con las otras posibilidades de humillación verbal, castigo físico, feminización o cualquier otra cosa que forme parte de vuestras ceremonias. Algunos esclavos de la Diosa necesitan grandes dosis de suplicio para limpiarse de pecado o probar su virilidad. Otros prefieren pasar horas dando masajes a los pies de la Diosa, rindiendo obediencia a su Santuario Femenino o sirviéndola de otras maneras. Considera tus necesidades y las de tu devoto antes de decidir los detalles del guión. El guión mismo debería ser razonablemente específico respecto a detalles como vuestras identidades y culturas. Puedes decidir ser una Diosa moderna, de forma que puedas saltarte lo de conseguir vestuario, puesta en escena y accesorios especiales. En cualquier caso tu propia Femineidad es lo que merece adoración y atención, y puedes vestir de cualquier forma que la realce más. Pero creo que es más divertido ser una Diosa antigua de algún tipo. Investiga un poco en las Diosas de las antiguas Grecia y Roma, y decide si quieres ser la sensual Afrodita o la salvaje e intocable Artemisa. (El libro Godesses in Everywoman, de Jean Shinoda Bolen –N. del T.: existe traducción al español en editorial Kairós con el título Las Diosas de cada Mujer- es útil para esto, además de presentar una profunda visión psicológica.) O puedes mirar más lejos y convertirte en una encarnación de la Triple Diosa en cualquiera de numerosas culturas: egipcia, fenicia, irlandesa, nórdica, galesa o puramente pagana. ¿Te gustaría vestirte como Cleopatra? Elige ser Isis o Astarté. ¿Te mueres de ganas por ser una doncella guerrera? Prueba a ser una valquiria. ¿Te apetece tener aspecto medieval? Prueba con una de las antiguas diosas celtas, galesas o irlandesas. Puedes ser Ceridwen, Olwen, incluso la heroína humana Boadicea (aunque sea de unos cuantos siglos antes de la Edad Media). Lo importante en escoger una identidad no es forzarte a mejorar tu educación sino hacer que la fantasía sea intensa y específica. El estilo egipcio, apropiado para una escena con Isis, sería totalmente equivocado para una valquiria. Elige lo que te guste, y haz que viva en tus fantasías. Y si simplemente no puedes decidir entre Artemisa y Astarté, bien, puede ser las dos en momentos diferentes. Algunos de los accesorios y disfraces pueden usarse para varias Diosas distintas. Basta con que te asegures de aclararle a tu esclavo a quien se supone que está honrando hoy. Disfraces. Para las Dominantes que deseen vestirse como una Diosa, el disfraz más común consiste en un vestido griego suelto y largo, hecho en casa o adaptado a partir de un vestido de noche. Completa el atuendo con brazaletes de serpiente, sandalias y un pequeño látigo u otro de tiras múltiples. También es popular la vestimenta vagamente medieval, como los caftanes, capas o, para la Diosa realmente salvaje, vestidos cortos de trozos palpitantes de ante o cuero. De hecho, cualquier atuendo que te resulte el más impresionante, erótico y cómodo, es válido para que se lo ponga la Diosa que hay en ti. Algunas Diosas modernas llevan ropa de Amazona con tacones altos hasta el cielo y cuero negro incrustado en plata, pero yo encuentro esto confuso. ¿Cuál es la ventaja de ser divina si tienes que ponerte algo incómodo? Si te pones cadenas deberían ser delicadas y de oro, no las que pueda parecer que le has quitado a la motera del barrio. Tu devoto debe vestir como tú le digas. Un simple taparrabos (o nada en absoluto) es más apropiado para un esclavo de baño. Muchas Diosas prefieren ver a sus esclavos llevando nada más que un collar y una restricción en la polla. Sin embargo para ciertos rituales cuadran mejor en el devoto vestimentas Femeninas. Puedes decretar que se le prohíbe tocar ciertas partes de tu cuerpo a menos que lleve bragas de Mujer, por ejemplo, o puedes exigirle que se vista totalmente de travesti para realizar ciertos ritos. (Desde luego, tienes que castigarle minuciosamente, por su temeridad de vestirse con ropa Femenina. Sí, incluso aunque se lo hubieras ordenado. Eso forma parte de la diversión.) Puesta en escena y accesorios. Para elegir la puesta en escena y los accesorios deberías antes considerar el efecto global de tu fantasía. La Diosa moderna puede elegir una puesta en escena de mazmorra convencional (como se describe en el capítulo de la Amazona) o cualquier otra que encaje mejor en su fantasía y se le ocurra a su imaginación. Las otras Diosas tienen que elegir una puesta en escena adecuada a sus personajes. Una escena al aire libre encaja mejor con una de las Diosas de la naturaleza: Artemisa o Démeter o la Triple Diosa. Nubes de incienso, música exótica y lujosas alfombras orientales evocan a Isis y Astarté.
Cualquier cosa que sea sensual y exuberante, especialmente baños calientes, ricos perfumes y luces tenues parecen mejor para Afrodita. Usa tu imaginación. No necesitas gastar una fortuna; a menudo puedes encontrar accesorios e incluso mobiliario en las tiendas de gangas. O puedes adaptar cosas que ya tienes. Poca gente escapó a los años sesenta sin al menos un quemador de incienso. Recupéralo y prende incienso de sándalo para hacer que tome vida la adoración de Isis. Ese aroma nostálgico por sí solo te hará sentir de nuevo con diecinueve años y lista para el amor. Las habilidades de una Diosa Una Diosa puede recurrir a las habilidades de la Amazona, la Reina, la Institutriz, incluso la Niñera en alguna ocasión (si está aplicando una purga ceremonial). Tiene que ser capaz de dar órdenes a un esclavo y castigarle, vestirle con ropa Femenina, inmovilizarle, humillarle verbalmente e incluso hacerle pasar por la intensa estimulación del castigo del pene. Sin embargo, la habilidad distintiva de la Diosa no es la inmovilización ni la disciplina ni la humillación, con todo lo útiles que puedan ser. Es la de aceptar la adoración. Más aún que la Reina, tan profusamente servida y honrada, la Diosa existe para ser tocada, acariciada y estimulada. El orgasmo no es el único propósito. Veinte minutos de masaje en los pies puede que no tengan mucho que ver con un orgasmo, pero los dos proporcionan un intenso placer sensual. Aunque el servicio oral prolongado da como resultado normalmente un orgasmo, a menudo clímax repetidos e irresistibles, el contacto es lo que realmente cuenta. Tu principal necesidad como Diosa es creer que te mereces todo el placer, toda la atención, que recibes. Aprende a exigirlo como un derecho. Acostúmbrate al placer. Tu Divina Feminidad es tan única y preciosa que tu sumiso hará literalmente cualquier cosa para estar en contacto con ella. Cuando te des cuenta de que tu Feminidad es un tesoro, que para tu esclavo es un honor, incluso una exaltación, que se le permita tocarte, entonces tendrás la correcta actitud de la Diosa. Puesto que tu parte más baja (en términos místicos, la parte de tu Santidad que realmente te conecta con el mundo inferior) es el pie, es lo más apropiado para que tu sumiso se aproxime y adore. Aún más, el pie Femenino es un miembro adorable y delicado, extraordinariamente sensible y, también a menudo, maltratado por zapatos incómodos y otras tensiones y esfuerzos. Tu devoto debería emplear una buena cantidad de tiempo cuidando tus preciosos pies. Puedes exigir baños de pies, masajes o una combinación de los dos. Baños de pies. Esta encantadora costumbre es, a la vez, relajante y sensual. Más aún, exhibe a tu esclavo en una posición muy erótica y humillante (arrodillado a tus pies) y está calculada para conducir a actividades más interesantes. Siéntate en una silla cómoda, con los pies extendidos. Ordena a tu esclavo traer el equipo para un baño de pies. (Probablemente tendrá que colocarlo sobre una gran bandeja, que puede dejar tal cual en el suelo. La toalla debería colgar de su brazo.) El equipo consiste en lo siguiente: Una esterilla impermeable. Puede valer una pequeña alfombra de baño, o incluso una toalla, si no queda más remedio. O puedes, simplemente, usar la bandeja si es suficientemente grande. Una palangana llena de agua humeante, perfumada. Tu esclavo debería conocer la temperatura que prefieres, así como cualquier aceite de baño, hierbas, sales o perlas que te gusten. Si te gusta un baño de pies sencillo, le dan también un toque agradable unas finas rodajas de limón flotando en el agua. Una esponja, paño o pequeño cepillo suave, si es que te gustan. Una pastilla de jabón o un tubo de gel de ducha. No escatimes; deberían ser ricamente aromáticos y con capacidad de ablandar. Las sales de baño (o los baños de espuma) y jabón con aromas a juego son muy agradablemente lujosos y no escandalosamente caros. A menudo puede conseguir un juego con loción y talco incluidos. Si es así, puedes incluir estos accesorios en la bandeja para después del baño.
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Una segunda palangana de simple agua caliente, para enjuagar. (Este es un lujo extra, no
una necesidad.) En lugar de ello puede que prefieras un paño grueso empapado en agua caliente. -
Una pequeña toalla de felpa para secarte los pies. Equipo de pedicura, si así lo deseas.
Después de colocar la palangana sobre la alfombrilla, tu devoto debe arrodillarse a tus pies y quitarte suavemente los zapatos y las medias, en caso de que los lleves, y meterte los pies en el agua. Luego, deberá lavarte con suavidad, acariciarte y restregarte cada pie, de uno en uno, utilizando la esponja (o lo que fuera) si ese es tu gusto. En otro caso utilizará simplemente las manos para proporcionarte un buen enjabonado, y restregarte suave pero firmemente cada pie, pasando los dedos entre los tuyos y cuidando de restregarte las partes de dentro y los puentes. Cuando tus pies estén exquisitamente limpios y relajados, el devoto puede enjuagarlos en la segunda palangana o limpiarlos con el paño húmedo caliente. Luego debería secártelos cuidadosa y lentamente. Si te apetece puede restregártelos con loción relajante o polvos de talco y pasar a la pedicura. Durante este proceso increíblemente erótico, puedes volverte a sentar en la silla, relajada. Puedes tener velas encendidas, quemar incienso, escuchar música, cualquier cosa que sea de tu gusto. Puedes estar tomando té o picoteando uvas. La escena debería estimular todos tus sentidos y los de tu esclavo, de modo que los dos os veáis bañados por un dulce erotismo. Lo más importante de todo, puedes estar hablando: contarle a tu esclavo lo obediente, privilegiado o indigno que es, relatar una aventura de fantasía, charlar sobre tu Divina Feminidad, amenazarle con futuros castigos, tratar de la servidumbre oral que seguirá o cualquier conversación que se te antoje y encaje en la fantasía. También puedes, si eres una Diosa cruel, mantener a tu devoto plenamente consciente de tu poder chasqueándole perezosamente con una fusta o un gato de colas. Una vez limpios y secos los pies, puedes escoger un masaje de pies, un masaje corporal, servidumbre oral o cualquiera de otros cien deliciosos servicios. También puedes proceder a castigar o a recompensar a tu devoto, según sea el guión. Variaciones en el tema del baño. Después de experimentar un baño de pies puedes llegar a la conclusión de que dejar solo para los pies un deleite semejante es una mala idea, y extender su aplicación a baños del Santuario, de las manos y de todo el cuerpo. En cada caso la técnica básica es la misma, aunque usa una bañera completa, preferiblemente una bañera victoriana de las de forma de zapatilla, para el baño de todo el cuerpo. Incluso una ducha, para aquellas que no tengan una bañera, puede ser revivida por el uso de un esclavo de baño. Naturalmente tendrá que entrar contigo, pero puedes acaparar el agua caliente sin ningún sentimiento de culpa. Una alcachofa de ducha de chorros múltiples, con una manguera flexible, ayuda inmensamente al deleite de este acto. Algunas Diosas toman prestadas la idea de la Reina y ordenan a sus devotos afeitar las piernas, las axilas e incluso la zona púbica del Ama. Más juegos con l os pies Adoración y masaje de los pies. El masaje de pies puede preceder, seguir o reemplazar al baño de pies. Algunos devotos encuentran el olor y la sensación de los pies sudados más excitante que la de los pies limpios o perfumados. Permitidle estas pequeñas excentricidades; fíjate en los placeres que puedes obtener de este hombre. El masaje de pies puede hacerse con los pies desnudos o por encima de las medias. De todas las muchas posiciones en que puede hacerse un masaje de pies, la favorita es con el Ama sentada en una silla y su vasallo arrodillado a su pies. El masaje debe ser tierno, firme y completo. La adoración de los pies (un término usado a menudo para lo que podría llamarse con más propiedad adoración de las botas) es el acto de besar, acariciar, lamer y chupar los pies de la Diosa. Para algunas Mujeres afortunadas pocos actos sexuales sientan mejor que el chupado minucioso de los dedos de los pies. Se sitúa, junto con el cunnilingus, en la cima del escalafón. Nunca te lo imaginarías hasta que no lo pruebes, y las sesiones de Dominación Femenina son el momento ideal para descubrir esta nueva zona caliente y erógena.
Adoración de las botas. Muchas de las revistas de Dominación Femenina se refieren a esta práctica como “adoración de los pies”, aunque la sensación para el Ama apenas se parezca. La adoración de las botas tiene que ver con los pies menos que con los zapatos o las botas. Básicamente consiste en la adoración de los pies aplicada al calzado del Ama, un desplazamiento erótico que muchos hombres encuentran increíblemente excitante. Para la Señora involucrada el estímulo erótico proviene del poder que supone hacer que un hombre se agache y le lama las botas. (Para más cosas sobre el simbolismo de los zapatos ver el capítulo 12, en la parte de “Disfraces”.) Otros f etiches. Al notar lo extendido de la adoración de los pies actual como adoración de las botas, la Lectora inteligente puede ver que la Divinidad Femenina se expresa no solamente en el hermoso cuerpo Femenino sino también en las posesiones íntimas de la Mujer. Incluso tu ropa está saturada de tu esencia y es, por ello, santa. La Diosa puede decidir extender su poder a varios objetos inanimados, que ordene adorar a su esclavo. Son tradicionales las bragas, enaguas, guantes, medias y, por supuesto, el calzado; también puedes divertirte haciendo a tu devoto adorar otros artículos. Las cualidades importantes de la ropa o las posesiones son, en primer lugar, su naturaleza Femenina; en segundo lugar su íntimo contacto con la Divinidad Femenina; en tercer lugar su capacidad de absorber los delicados perfumes de su cuerpo. Los placeres de una Diosa Es innegable que los placeres de una Diosa son directos y sensuales. Su poder es, como siempre, una fuente de gran satisfacción, pero los toqueteos y caricias prolongados que recibe de su sumiso, son una parte central de su placer. Las necesidades de un devoto El devoto tiene el respeto y reverencia más profundos por el poder Femenino. Sabe que todo lo que tiene que ver con la Mujer está bañado por una fuerza erótica y espiritual. Aunque el devoto anhele tener el honor de entrar en contacto con la carne Femenina, estaría feliz simplemente de tocar sus botas, puesto que este honor se extiende incluso a sus posesiones. Como esclavo, está dispuesto a servir a su Ama sin escatimar nada, a suministrarle orgasmos abundantes y que la dejen sin aliento, y a soportar cualquier suplicio que ella desee. Puede que tenga que sufrir expiaciones rituales, y también está sujeto, por supuesto, a los castigos habituales por fracasar en agradar a su Ama. Suplicios y expiaciones rituales. La prueba de fuego o el suplicio religioso es una sesión de castigo, que puede ir desde unos simples azotes a una CBT prolongada. Hasta aquí todas las técnicas deberían resultar familiares; lo que difiere es el significado del suplicio. Se castiga a un sumiso de cualquier tipo por sus travesuras. Un devoto (o el esclavo de una Amazona) soporta un suplicio para probar su hombría. A una Institutriz puede apetecerle ver como se doblega el espíritu de su colegial hasta la obediencia y la sumisión. Una Diosa o una Amazona desean comprobar si su esclavo es digno en el terreno de lo espiritual o lo sexual, respectivamente. Si se viene abajo se habrá probado a sí mismo que es indigno. El suplicio de la Diosa no es muy diferente del descrito en el capítulo de las Amazonas. Sin embargo, la Diosa puede insistir en los rituales de expiación para purificar a su esclavo. Pueden ser administrados antes de que se le permita tocarla, después de una ausencia o después de que él haya tenido una sesión bajo el Mando de otra Ama. Los rituales de expiación normalmente incluyen varias formas de castigo, inmovilización, baño y, a veces, lluvias doradas y/o enemas. Planéalos cuidadosamente para limpiar cualquier parte de tu devoto que haya sido contaminada. Por ejemplo, si se le ha pillado masturbándose, centra la limpieza en sus dedos malvados y su pene. Si ha pasado un tiempo con otra Ama (o incluso si ha fantaseado al respecto) la aplicación liberal de la paleta, seguida por unos cuantos golpes con la fusta debería dar comienzo al proceso de purificación, pero puede que también necesites darle un cóctel de bragas (como se describe en el capítulo de la Reina), un enema, y/o una lluvia dorada para volverle a situar bajo tu completa Dominación. Solo deberías aceptar que vuelva a tu servicio cuando hayan desaparecido todos los rastros de la impureza.
También puedes escoger poner en práctica los rituales de expiación con periodicidad semanal o mensual, solo para mantenerle libre de la contaminación de los pensamientos malignos. Representación de la escena La clásica estructura en tres actos de una escena puede aplicarse de forma un poco relajada en el dominio de la Diosa. Algunos sumisos están contentos simplemente con servir, y necesitan poco castigo. Si tú y tu esclavo encajáis en ese modelo, concéntrate en el Primer Acto, deja en el mínimo el castigo del Segundo Acto y disfruta del Tercer Acto de la forma que te indique tu fantasía. Otros devotos ansían el castigo, desean soportar suplicios prolongados o necesitan la frecuente expiación de pensamientos impuros. En ese caso el establecimiento de la autoridad en el Primer Acto puede ser breve, pero el castigo del Acto Segundo puede ser intenso. En todos los casos la liberación del Acto Tercero debería incluir mucha adoración a la Diosa del tipo que más te agrade. Recuerda, una Ama feliz es un Ama satisfecha sexualmente. Ningún esclavo desea fracasar dejando a su Diosa insatisfecha. Exige y consigue tantos clímax como desees. Primer Acto. Las actividades disponibles para esta fase de la escena deberían ser familiares para los lectores que hayan estado siguiendo este volumen de principio a fin. (Si no lo has hecho revisa los otros capítulos sobre fantasías para encontrar sugerencias.) Cámbiale la ropa, inmovilízalo o ponle una restricción en el pene, muéstrale de viva voz que ahora tú eres su Diosa, establece tu poder absoluto y su sumisión absoluta. Puede apetecerte Feminizar a tu esclavo, exigirle servicios orales o recibir adoración a los pies. Según tu guión, puedes encontrar defectos en las prestaciones de tu devoto (en cuyo caso sigue con el Acto Segundo y con su castigo) o simplemente disfrutar con montones de estímulos. Si Feminizas a tu devoto no es para castigarle sino para honrarle con el toque de tu Feminidad. Puede que se avergüence de su vestimenta Femenina, pero esa vergüenza no es la humillación del escolar por que se le considere afeminado. Es una vergüenza basada en su conocimiento de su propia indignidad masculina. Puedes hacer seguir a la Feminización el castigo por su temeridad al vestirse como el sexo superior. Segundo Acto. Tu esclavo tiene que ser castigado, sometido a expiación o a la prueba de fuego. Puede usar cualquier técnica desde la humillación verbal a las lluvias doradas, para alcanzar tu objetivo. Si el propósito es castigarle asegúrate de que cae en la sumisión antes de detenerte. Si lo que está probando es su devoción mediante un suplicio o purgando sus transgresiones con un ritual de expiación, no puedes seguir hasta que se venga abajo. De hecho si se viene abajo ha fracasado. Tienes que conocer muy bien la sensibilidad de tu hombre para hacer esto adecuadamente, pero puede ser extraordinariamente satisfactorio si lo haces bien. Cuéntale exactamente lo que le espera (una docena de golpes de caña, digamos, y diez minutos de castigo del pene) y adviértele sobre que comportamiento constituirá un fallo por su parte. Sé muy clara. Una Institutriz puede acabar diciendo, “ Quiero que aguantes esto como un hombre ” aunque esté segura de que lo que tiene a su cargo lo aguantará como un niño pequeño. Pero tú no estás castigando a un muchacho travieso, estás poniendo a prueba el coraje y devoción de un hombre hecho y derecho, que ha hecho votos para tu servicio, y le debes una descripción clara y completa de lo que tiene que conseguir para pasar la prueba de resistencia. Dile, “ Tienes que aguantar diez latigazos sin moverte ni gritar, o te amordazaré con estas bragas húmedas .” Sí, deberías usar tus poderes descriptivos para hacer que el suplicio que va a venir parezca casi insoportable, pero no puedes mentir. Dile, “Cada latigazo te quemará, como un rayo contra tu piel desnuda. Desearás retorcerte y gemir, pero sabes que tienes que quedarte quieto y aguantar cualquier cosa que tu cruel Diosa elija para ti; ¡sí, y dame la gracias por mi amabilidad al castigarte tan severamente!” No le digas, “Voy a darte mil latigazos,” y luego le das diez. Ni
siquiera le prometas una docena si luego le vas a dar diez. Eso no es amabilidad. El devoto necesita ponerse a prueba contra una referencia conocida. Tercer Acto. ¡La liberación! Aquí se puede recapitular sobre todas las maravillosas actividades del Primer Acto. Cualquier recompensa que desees ofrecerle por su fortaleza varonil durante la prueba de fuego, cualquier ritual íntimo que pueda ahora realizar puesto que ha sido limpiado de sus