En el caso de Ellen West, como en cada caso terapéutico, se tomaron decisiones conforme a los elementos brindados por el paciente y aquellos otros observados por el médico tratante, así como las aportaciones familiares que siempre son de importancia. No obstante, los resultados no siempre son los esperados, aun en la actualidad nos enfrentamos a casos de difícil acceso o limitados por la falta de una permeabilidad del conocimiento adecuado. Ahora bien, desde el papel del psicólogo diré que el paciente siempre sufre de una vulnerabilidad inminente, y debe ser tratado con un carcter individual, ya que el paciente no debe adaptarse a la teoría sino que cada paciente forma una teoría, con lo cual no quiero decir que no se tenga un fundamento teórico previo, pero este este solo solo debe debe servi servirr para para busc buscar ar elem elemen ento tos s que que nos llev lleven en a la adec adecuad uada a resolución de cada caso. !e debe contar con un conocimiento intelectual y ético para el correcto aborda"e de cada situación, ya que lo intelectual no sustituye a los aspec aspecto tos s mora morale les s que que la colect colectiv ivid idad ad ha coloc colocado ado cult cultur ural alme ment nte e para para ser ser interpretados a nivel individual. En el caso de Ellen West me parece que el médico hi#o lo correcto, finalmente puso su disposición y conocimientos al servicio del paciente, lo que nunca es garantía de la salvedad prometida$ es decir, se brinda lo que se tiene tiene aunque aunque no e%ista e%ista garant garantía ía de su funcio funcional nalida idad, d, ya que tambi también én depende en gran parte, de la sub"etividad del paciente y la disposición que él mismo tenga para su probable sanación. En el caso de la psicología no debe llegarse a una confian#a tal con el paciente, ya que obstaculi#aría la ob"etividad del tratamiento, lo cual parece haber sucedido en el caso de Ellen West, en donde se depositan e%pectativas que no se cumplen, y ello lleva a la frustración de ambas partes. El psicólogo tiene al alcance los problemas de las personas que solicitan su ayuda, pero no quiere esto decir que tenga el poder absoluto de la cura de los mismos. !iempre se oscila entre el bien y el deber, cuando las normas estn pensadas sobre la colectividad y no sobre la individualidad difícilmente pueden tomarse decisiones adecuadas en ambos sentidos. Es evidente que no podemos curar a todo aquel que busca la ayuda del psicólogo, siempre e%istirn casos en los que el Página 1 de 2
alcance de nuestro conocimiento no pueda sobresalir ante la enfermedad, y para ello debemos estar también preparados, se trata no solo de estar listos para el triunfo, sino también, y yo diría ms a&n, para el fracaso, ya que ello implica una aceptación de lo humano y de las relaciones con el medio que nos rodea, implica esa aceptación de nuestro fin, de la que solo los seres humanos somos conscientes. El paciente nunca debe perder su autonomía, no consulta al psicólogo para de"ar de ser él, sino para que le ayude a serlo, a encontrarse como persona significante en el mundo, y para ello el terapeuta no debe nunca olvidar la parte humana que muchas veces es ms valiosa que el tratamiento en sí.
Referencias:
'igueroa (. )*+-. El caso Ellen West/0 1a ética médica en los albores de la anore%ia nerviosa.
Revista Mexicana de Trastornos Alimenticios. )*-,
3 *.
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