FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen)
Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales: Consignación textual y reflexiva en la reconstrucción analítica de la realidad empírica. Por Rosana Guber (CIS-IDES/CONICET) 1. Introducción Esta clase tiene varias tesis. La primera es que el registro no es un recurso tecnometodológico tecnometodológico de las disciplinas académicas sino una facultad humana. Por consiguiente, la segunda tesis es que el registro y la acción de registrar constituyen una operación de extrema complejidad, cosa que trataremos en la sección “El registro como problema(s)”. La tercera tesis es que esa complejidad puede ser analizada como otros hechos sociales y desde distintas perspectivas teóricas, esto es, siguiendo la lógica de la investigación social, cosa que veremos en la sección “El registro de qué, de quiénes y para qué”. Los criterios esbozados hasta aquí serán puestos en acto identificando, primero, la trayectoria histórica de las formas de registro en relación al trabajo de campo etnográfico, algo más amplio y hasta más impreciso que el acotamiento supuesto de los registros prefigurados en función de objetivos acotados y preestablecidos. Este será el punto que analizaremos en la sección “Tipos de registros y contextos”. Las dos secciones siguientes tratarán las que considero como las dos lógicas más corrientes de registro (“corrientes” para nosotros, investigadores en ciencias sociales de sociedades complejas, formación universitaria y de algo así como “clase media” urbana): la situación social de interacción no bilateral ni egocentrada (esto es, no basada en el investigador) y la situación de interacción bilateral y verbalizada que conocemos como entrevista (analizaremos el caso de las entrevistas no estructuradas). Este material comprenderá las secciones “Inscripción de una jornada” y “Transcripción de una entrevista”. Cerraremos la clase con alguna reflexión final acerca de la problematización del registro en la
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber
2. El registro como problema(s) Ahora bien. ¿Existe alguna diferencia entre el registro corriente, cotidiano o “lego”, y el registro que llevan adelante los investigadores de ciencias sociales? Y si la hubiera, ¿cuál sería y qué nos reportaría conocerla? Las ciencias sociales han razonado como si el registro fuera una prerrogativa de sus intelectuales y no de la sociedad. En ese sentido, puede hablarse del registro como un procedimiento dotado de un poder casi sobrenatural —por ser entendido como externo al mundo social que aborda y que consigna— como si el ojo de una cámara o la mano que toma notas o el artefacto que graba voces fueran ajenos a las situaciones de campo, resultando en un registro automático e idéntico a la realidad. Hasta hace poco tiempo, quizás hasta los 1980s, era difícil encontrar un acápite en la mayoría de los textos metodológicos de sociología, que problematizara esta cuestión. Salvando a un Aron Cicourel o a un Howard Becker, el registro se reducía a los ítems o dimensiones de análisis prefigurados por el investigador, y eventualmente al formato que implicaban los cuestionarios diseñados por el investigador-jefe, quien administraba sus preguntas cerradas, de elección múltiple y hasta abiertas a través de los trabajadores de campo o encuestadores. En vez, la cuestión de la representatividad de la muestra, su determinación mediante triquiñuelas varias (p.ej., encuestar a los vecinos cada tres casas yendo hacia el frente del encuestador con su hombro contra la pared) era el centro de las preocupaciones metodológicas, mientras que otras dimensiones del acceso a los informantes y la calidad de la información no eran problematizadas (GTTCE, 1998). Este sesgo, sin embargo, es inconveniente para la investigación social por razones que veremos a continuación, pero dicho sintéticamente, su inconveniencia radica en que no le permite al investigador comandar los efectos que resultan del hecho inevitable de que el investigador en tanto tal, el investigador en tanto que ciudadano, y las personas investigadas tenemos distintas formas de darle sentido a la realidad social en la cual convergemos coyunturalmente, unos para estudiarla con fines académicos y otros para vivir en ella/cumplir con un requisito formal/transcurrir un período/escapar de las presiones familiares, etc. Algunos autores ubican en el formato y modo de registro una serie de requisitos con el fin de dotarlo de mayor sistematicidad, objetividad, claridad, precisión, en fin, de mayor cientificidad. Para quienes la realidad de la investigación social difiere de y rompe con la realidad corriente, el registro es un punto muy serio del proceso de conocimiento que no
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) responde ni debe responder a la lógica del sentido común. Así concebido, el registro de campo es parte de una lógica autónoma y diferente, acerca del mundo social. Para otros autores, la investigación es parte del mundo en que se lleva a cabo y de la realidad que estudia. Por consiguiente, tiene los mismos atributos y procede según definiciones de este mundo. Como afirmaba Harold Garfinkel en 1967 al definir a la reflexividad, “las actividades realizadas para producir y manejar las situaciones de la vida cotidiana son idénticas a los procedimientos empleados para describir esas situaciones” (Coulon 1988). Esto significa que procedimientos descriptivos y actividades de la cotidianeidad no son intrínsecamente distintos. La reflexividad —propiedad que Garfinkel atribuía al lenguaje y que señala que el lenguaje “hace” la situación de interacción y define el marco que le da sentido (contexto)— es propia de toda actividad social, y la actividad investigativa también es una actividad social. En todo caso, la particularidad del conocimiento científico no reside en sus métodos sino en el control de la reflexividad y su articulación con la teoría social (Ibid.). Siguiendo esta premisa, si extendemos lo que Garfinkel y los etnometodólogos e interaccionistas aplicaban sólo al lenguaje, a las formas de interacción no verbalizadas, podríamos preguntarnos qué tiene de específico el registro de investigación. Esto es: ¿qué habría que controlar, cómo y por qué? El registro es, por tomar una definición operativa, la constancia escrita, auditiva y/o visual de la información que obtiene el investigador en el campo. En este sentido, el registro es el medio por el cual el investigador conecta dos ámbitos—el campo empírico y la academia— y dos actividades —recolección de datos y análisis/redacción. No problematizar la instancia del registro supone que esa conexión es directa pues o bien el investigador ha registrado con objetividad, o bien se atiene a formatos (formularios) que conllevan la objetividad en su acepción misma. Así, se cree que los fines científicos de su autor, debidamente entrenado, hacen de escudo contra el sesgo, la subjetividad y el prejuicio. Pero si tenemos en cuenta que el investigador y la investigación social son productos socioculturales e históricos, y que la percepción del investigador—incluso cuando está mediada por instrumentos de alta sofisticación—no es inconmensurable ni infinitamente abierta sino que está adiestrada socio-cultural-orgánicamente por los sentidos y por el intelecto, entonces la mediación es ineludible e inexorable. Volviendo a la reflexividad, el
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber investigador necesita darse cuenta de cuánto crea la situación al consignarla, registrarla y describirla. Pero entonces, ¿el registro sigue siendo una conexión entre el campo y el texto académico? Quizás convenga más hablar de articulación que de conexión, para no creer que el campo fluye automáticamente y libre de todo escollo, de un medio a otro. Si el registro articula dos cotidianeidades y dos campos de actividad, cabe preguntarse si a cada tramo no corresponderán problemas diferentes.
CAMPO ------------------------- REGISTRO ----------------------- ACADEMIA
Problema I
Problema II
Hay problemas de cierto tipo—”Problema I”—en el tramo que va del campo al registro, y de otro—”Problema II”—del registro a la academia. Problema I refiere a qué consignar, cómo, de quiénes, cómo guardar y preservar, para qué y de quiénes o de qué. Problema II refiere a cómo organizar la información, cómo convertirla en dato, cómo descubrir datos en el registro, y cómo verter los datos en el texto final. Ahora bien: podría hablarse de un tercer nivel, conectando los problemas I y II: qué problemas del II comienzan en el I.
CAMPO ------------------------- REGISTRO ----------------------- ACADEMIA
Problema I
Problema II
Problema III
A continuación nos concentraremos en los Problemas I, pero a sabiendas que necesitamos tener en cuenta las otras dos series porque, según veremos, el registro implica ya una instancia de análisis, no sólo de recolección. El registro es una instancia del proceso de investigación, producida por el investigador estando todavía en el campo, que contiene el diálogo entre dos mundos: el de los investigados y el de los académicos, con sus correspondientes realidades y rutinas, temporalidades, idiomas y preocupaciones.
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3. El registro de qué, de quiénes y para qué. Si el registro surge como problema cuando se rompe la creencia en la relación biunívoca y transparente entre realidad empírica y representación textual, el problema del primer tipo (Problema I) debe concentrarse en cómo establecer una concepción distinta de dicha relación. Parte de la extraordinaria supervivencia de aquella vana ilusión reside en el perfeccionamiento de los medios técnicos, con la comodidad de su empleo y la fidelidad de su reproducción. En esta colaboración hacia la concepción del trabajo de campo como “recolección” en la que se produce la captación inmediata de “lo real”, el registro alude tanto a lo que se almacena —la información misma o los “datos”— como al recurso tecnológico por medio del cual almacenamos —las “formas de registro”. En esta versión, el registro es un medio por el cual se duplica el campo en las notas (registro escrito), imágenes (fotografía y cine) y sonidos (registro magnetofónico). Una perspectiva alternativa, como la que venimos sugiriendo, permite complejizar esta operación sin por ello descuidar la realización de cuidadosos y sistemáticos registros durante el trabajo de campo. Para ello no sólo es necesario aplicar críticamente técnicas de obtención de información que permitan ver y oír lo inesperado, abrir los sentidos y distinguir las perspectivas reunidas en el campo (Davies 1999, Briggs 1986, Cicourel 1964, Guber 2004, Hammersley & Atkinson 1983), sino también registrar esa información como diversa, inesperada, y “de final abierto”, mientras consignamos el proceso de apertura de la percepción y exposición de la propia como distinta de la de los nativos. Con el registro el investigador no “se lleva el campo a casa” sino que logra una sucesión de fotos instantáneas y sucesivas de ese proceso de apertura progresiva desde el ángulo de quien hace las anotaciones o fija el objetivo de la cámara. Pero este ángulo no es “la realidad registrada”, sino un recorte de lo que el investigador supone “relevante” y “significativo”. Los criterios de significatividad y relevancia responden al grado de apertura de la mirada del investigador en esa etapa de su trabajo de campo. Por eso, el registro es una valiosa ayuda 1) para almacenar y preservar información, 2) para visualizar el proceso por el cual el investigador va abriendo su mirada, aprehendiendo el campo y aprehendiéndose a sí mismo, y 3) para visualizar el proceso de producción de conocimientos que resulta de la relación entre el campo y la teoría del investigador. Por eso el investigador necesita registrar no sólo lo que ocurre “ahí afuera”, sino también todo lo que pueda echar luz sobre las razones
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber que lo llevan a registrar algunas cuestiones y a no reparar en otras. Su registro, entonces, es la materialización de su propia perspectiva de conocimiento sobre una realidad determinada y, por eso, es el comienzo de la fase analítica de la investigación toda.
Formas de registro Los investigadores de campo han optado por determinadas formas de registro según su grado de fidelidad con respecto al referente empírico. Pero este criterio se aplica a situaciones de interacción a las que afecta y modela. La forma a la que apela el investigador no es más o menos adecuada porque altera o no “el campo” y la conducta de los informantes, sino porque cada forma de registro, incide en la relación de campo, puesto que también merece consignarse. El investigador puede realizar el registro durante los hechos o posteriormente. En el primer caso, las formas más habituales son el grabador y las notas escritas. El grabador asegura una fidelidad casi total de lo que se verbaliza, pero además de los desperfectos técnicos, un grabador no registra movimientos, gestos, artefactos materiales y relaciones entre los individuos. El registro por medio escrito suele hacerse en una libreta de notas, en versión taquigráfica o tomando algunas expresiones textuales o indicadores de los temas tratados que se completarán luego. También es posible recurrir a la memoria y a la reconstrucción una vez transcurrido el encuentro. Cada uno de estos sistemas tiene sus efectos. Desde el punto de vista del informante, la
grabación combina un efecto de total
fidelidad con otro de inhibición, reticencia o temor. Del lado del investigador, implica una mayor comodidad al punto que es frecuente no atender a lo que se está diciendo; el investigador no recuerda todos los temas que se trataron en el encuentro ni su encadenamiento; peor aún, puede ocurrir que el informante “se largue a hablar” recién cuando se apaga el aparato y, sin embargo, que la extrema dependencia de este recurso técnico desanime al investigador a confiar en su propio recuerdo, con lo cual los datos “fuera de libreto” quedarán perdidos. Por otra parte, la grabación exige la desgrabación que suele ser lenta y costosa, haciendo que el acceso final a todo el material se postergue hasta bien finalizado el trabajo de campo. Así, cuando el investigador se dé cuenta de que algunas cuestiones merecían mayor indagatoria, ya se encontrará lejos. Pero mientras está en el campo, transformará a ésta en una etapa de “mera recolección” de información, aplicando preguntas cada vez más cristalizadas en interacciones más mecánicas y formales. Por eso, la transcripción de notas es una de las herramientas, por excelencia, de la elaboración reflexiva 7
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tomar notas mientras se desarrolla la entrevista, el
grabador puede ser reemplazado por versiones más o menos completas de lo verbalizado con agregados, incluso, de la conducta desplegada en el encuentro. Por ejemplo, los registros, de lo que ocurre en una sala de clases suelen realizarse por este medio, valiéndose de una serie de criterios de anotación que permiten, a diferencia del grabador, incorporar la conducta de los alumnos, la disposición del maestro y lo que se escribe en las pizarras (Bulmer 1982). Para registros en el campo educativo, Elsie Rockwell sugiere utilizar “ ” para notación textual; /.../ para textual aproximada, (...) para aclaraciones contextuales como climas, gestos, etc.; ... lo que no se alcanza a registrar, ... el que habla y no concluye, y subrayado lo que se escribe en el pizarrón o se dicta. Veremos luego otras aplicaciones de estas formas para la transcripción de entrevistas. Aunque este sistema puede albergar un buen material, este medio reitera algunas dificultades del registro magnetofónico y agrega otras. Enfrenta permanentemente al investigador con el dilema entre atender y mirar al informante. En el curso de la entrevista, y ni qué hablar en el desarrollo de una ceremonia, una discusión u otros eventos observable, el registro escrito puede incomodar a los presentes. En las entrevistas el interlocutor puede terminar dictándole al investigador en vez de adoptar una actitud más espontánea. Además, el contacto visual es fundamental para establecer una relación de confianza, proximidad y soltura, un marco aconsejable para desarrollar buenas entrevistas. Puede ser conveniente postergar el registro o tomar notas indicialmente de los temas tratados (ver infra. scratch
notes) y de algunas expresiones que parezcan “interesantes” en función de las intuiciones del investigador. La obsesión por “anotar todo” puede resultar en el olvido de preguntas para cuando la conversación decae, y en silencios desconcertantes para ambos. El informante, como suelen decir los metodólogos, “está agotado”, pero el sentido de ese “agotamiento” varía según la perspectiva. Mientras que el investigador siente que “extrae” información de un envase, el informante siente que está siendo observado, analizado y, sobre todo, succionado de su información; la toma de notas en presencia produce entonces una inhibición que termina
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber siendo una versión corregida y aumentada de la que produce el grabador, porque mientras éste registra las partes pueden olvidarse de su presencia. Sin embargo, todo depende de los hábitos locales. Si la gente equipara “trabajo serio” con formas ostensibles de registro (cuanto más sofisticadas, tanto mejor), puede despertar sospechas si el investigador no toma notas, graba o filma, ora porque alterará u olvidará partes significativas de su discurso, ora porque emplea algún mecanismo secreto. Es usual que el informante pregunte, después de dos horas de una entrevista informal: -Y? ¿Cuándo empezamos?, o que le “tome examen” al investigador para cerciorarse de que éste retuvo lo que se le dijo. En estos casos puede ser aconsejable grabar o tomar notas y, para el propio registro, continuar la entrevista como una charla informal una vez apagado el grabador o cerrada la libreta. Aquí es cuando suelen surgir algunos temas de modo menos planificado y sobreactuado.
Reconstruir a posteriori la “sesión de campo” es útil por varias razones: en contextos conflictivos que impliquen persecución, suspicacia o subordinación, el informante puede retraerse cuando siente que su palabra está en manos (o aparatos) de un extraño, y se desconoce su verdadero destino. La inhibición y la vergüenza pueden dominar cuando se tratan temas personales o tabú, particularmente sobre sexo, conflictos familiares, cuestiones morales, etc. Los aspectos no verbalizables del encuentro, del contexto o los eventos que lo preceden y suceden se registran cómodamente en la reconstrucción a posteriori porque son parte de las conexiones necesarias para recordar escenas y expresiones. En todos estos casos es conveniente hacer un primer listado indicial de los temas en un sitio apartado o ya fuera del campo y luego, con más tiempo, comenzar la reconstrucción detallada del encuentro. Aunque al principio esto parezca inviable, es un aprendizaje que se logra con la práctica a través de la memoria, la asociación y la atención en el campo. El investigador puede retener cada vez más y mejor información no sólo por su experiencia profesional ni tanto por su entrenamiento, sino fundamentalmente porque va comprendiendo lo que ve y escucha en términos que antes le resultaban poco significativos. El desafío consistirá, entonces, en aprender a ver y escuchar lo que antes no se podía registrar por falta de categorías homólogas en la concepción del investigador. Para ello es de gran ayuda la
redundancia de la vida social . Si bien cada situación es
única e irrepetible, la naturaleza plural y reiterada de la vida cotidiana y la larga estadía del investigador en el campo puede contribuir a recuperar “hechos” o “palabras” que uno cree perdidos. 9
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¿Qué se registra? Si bien a grandes rasgos los registros responden al objeto de investigación y a su esquema conceptual, no existe una correspondencia directa entre “lo que dice el campo” y lo que busca el investigador. En etnografía el investigador sabe lo que busca pero no dónde lo encontrará ni cómo encontrarlo. En este sentido, en el trabajo de campo el investigador suele hacer dos usos del registro que no necesariamente son excluyentes. Uno es registrar sólo lo que responde a sus interrogantes iniciales de investigación. Esta forma, si bien permite controlar el flujo abrumador de información, circunscribe el material a los pre-supuestos que el investigador llevaba al campo, alejándolo del acceso a materiales en los que pueda encontrar nuevos sentidos. Otro uso es registrar “todo” lo que pueda y recuerde, para ir estableciendo progresivamente las relaciones significativas en términos de la reflexividad que se maneja en el campo, la que proviene de él y la que establecen los pobladores. Si bien la apertura nunca es absoluta, quizás sea conveniente seguir cultivando aquella vieja y productiva utopía de “registrarlo todo”, al menos para hacer algunos descubrimientos que,
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber según muestra la tradición etnográfica, son efectivamente posibles. Pero para ello es necesario que el material conste en la sucesión de páginas y páginas de notas (GTTCE, 1999).
Lo que observa, lo que oye El investigador, aún cuando se encuentra en una entrevista, no sólo recibe información de labios de sus informantes. Observa gestos, escudriña entornos, ve actividades y movimientos de personas. Por eso, su registro conlleva, en todo momento, datos acústicos y observacionales. Es útil, aquí, diferenciar entre los datos observacionales (no mediatizados por el informante sino obtenidos directamente por el investigador) y los verbalizados (que pueden consistir en referencias de los informantes sobre alguna actividad o hecho no atestiguado por el investigador). Al registrar observaciones es frecuente caer en adjetivaciones que parecen abreviar la labor descriptiva del investigador. A la larga, este procedimiento inutiliza al registro debido a su ambigüedad y a sus marcos de referencia inciertos o cambiantes conforme avance la investigación. Lo que era incomprensible o abyecto al principio, es lógico y “natural” al finalizar el trabajo. Expresiones como “estaba todo sucio”, “la sala de espera era grande”, “la maestra trataba mal a los alumnos”, “el hombre estaba fuera de sí”, etc. serían inutilizables salvo si se explicita: - a quién pertenecen (al investigador o a algún informante); - qué significan (“sucio”, “grande” y según qué términos de comparación); - en qué elementos concretos (observables y verbalizables) se expresan (“maltrato” visualizado en qué actitudes; en qué se manifiesta estar fuera de sí en aquel hombre, etc.). Por otra parte, los datos procedentes de información verbalizada no son sólo aquéllos que se encuadran en la entrevista y que responden a las preguntas del investigador. Cualquier hecho o enunciado, por ínfimo que parezca, puede aportar datos, echar nueva luz o suscitar otras preguntas. Así, el contenido del registro debiera estar referido a lo que sucede desde antes de comenzar la entrevista. Cualquier acontecimiento, incluidas las situaciones de entrevista, está enmarcado en coordenadas de tiempo y espacio, dentro de las cuales algunos actores llevan a cabo ciertas actividades. No estamos tratando a estas coordenadas como “contexto”, según quedará aclarado más adelante, sino como una relación de ubicación. En
espacio se incluye
información sobre las dimensiones del ámbito de observación/entrevista, su mobiliario, los objetos y la decoración, y datos sobre el ámbito mayor. El
tiempo atañe, por un lado, al 11
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personas presentes, desde el comienzo hasta
el final de la observación/entrevista, pueden observar distintos tipos de relación con el investigador. Entonces, no sólo caben en el registro los entrevistados sino también los testigos eventuales del encuentro, quienes pueden afectar la disposición de los informantes y los temas a tratar, además de aportar información acerca de los vínculos del informante con otros individuos en su medio laboral, doméstico o vecinal. Registrar “personas” significa tener en cuenta el género, las edades, las nacionalidades y grupos étnicos, las ocupaciones, los vínculos y formas de trato interpersonal, los flujos sociales (por ejemplo, en sitios públicos, reparando en la mayor afluencia en determinados horarios), la vestimenta y la ornamentación, las actitudes generales, y las
actividades desarrolladas en el lugar. Las actividades incluyen el
número de personas que las llevan a cabo, la división de tareas, las líneas de mando y de poder, el ritmo de la actividad, el tipo y duración de las actividades, la habitualidad de esas personas en el lugar, etc. Cuanto más acabadas sean las descripciones, más información se habrá recabado y de mayor utilidad serán las notas. Pero el investigador y el informante son asistentes cruciales en el encuentro. Conviene pues registrar los
datos del encuentro mismo como la forma de
concertación (casual, planificada), los canales de acceso al informante, el número de encuentros previos, las condiciones generales de la apertura, las condiciones generales del encuentro, las interrupciones y el desarrollo, el cierre y la finalización, las causas exógenas y endógenas, el modo abrupto o gradual, etc.
Sobre el informante se registra género, edad, nacionalidad, grupo étnico, religioso, nivel de instrucción formal, nombres y seudónimos, unidad doméstica y lugar en la unidad doméstica, ocupaciones principales y secundarias, antigüedad en la/s ocupacion/es, lugar de residencia actual, etc. Caben también anotaciones acerca de la disposición del informante durante el encuentro, su forma de presentarse, su vestimenta, información proveniente de sus gestos o expresiones, recurrencias, redundancias y renuencias a nuevas temáticas.
Sobre el investigador se registra su presentación al informante y a los demás presentes, su disposición previa al encuentro y durante su transcurso, las expectativas del
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber encuentro, los temas que se propone relevar, las primeras impresiones, las preguntas, los comentarios, los movimientos, los silencios, las dudas, inferencias y supuestos, las interrupciones, las preguntas aclaratorias, asociaciones con registros pr evios, etc. Dichas estas generalidades, necesitamos todavía integrar estos elementos en una dinámica descriptiva que reconozca las reflexividades reunidas en el campo, a riesgo de caer en un brutal esquematismo por el cual una página se dedica a datos del informante, otra al “contexto”, otra al investigador. Las situaciones sociales que el investigador necesita registrar integradamente en probables significaciones, quedarían descuartizadas sin posibilidad de establecer las conexiones, algunas esperadas y las otras no. Pero lo más importante es que es precisamente su dinamia la que nos permite ver a los registros como pasajes articuladores entre Problemas I y Problemas II, haciendo que la investigación sea una y no un agregado de observaciones y notas mecánicamente vinculadas.
Actividad sugerida: Examine en los dos anexos (on-line) los criterios expuestos en esta sección. ¿De cuáles puede dar cuenta y de cuáles no? ¿A qué atribuye su presencia y su ausencia, y cómo afectan éstas a su comprensión de las situaciones reconstruidas?
4. Tipos de registros y contextos Siete décadas después de la aparición de la primera etnografía de Bronislav Malinowski (1922; ver Recuadro I on-line), en los 90, asomaron dos volúmenes dedicados sola y exclusivamente a las notas de campo. Writing Ethnographic Fieldnotes , de Robert M. Emerson, Rachel I. Fretz y Linda L. Shaw (1995) exhibe un perfil sociológico cualitativo, es más instrumental y contiene numerosos ejemplos que, generalmente, provienen de investigaciones de la propia sociedad del investigador. Fieldnotes. The Makings of
Anthropology compilado por Roger Sanjek (1990) es algo anterior, y ostenta no sólo una argumentación antropológica sino que, ya en el subtítulo, conecta las notas de campo con la producción disciplinar (ver Recuadro I y II on-line). Si hasta ahora no me he referido a “notas de campo”, término más caro a los antropólogos que registro, es porque me pareció que este último era más abarcativo (incluso hasta abarcar al film y la fotografía), y porque no estaba sujeto a los debates que protagonizaron, principalmente los antropólogos, acerca de los géneros textuales disponibles que se producen estando en el campo. No estamos ya pensando en las vías técnicas para consignar cuanto ocurre, sino en las formas posibles de expresión y ordenamiento—tendientes a la clasificación—de cuanto vamos aprendiendo y “compilando”. 13
FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) En “Notes on (Field)notes”, un interesante artículo del libro de Sanjek, James Clifford distingue tres formas de escribir que, según él, refieren a tres momentos en la constitución de las notas de campo:
la inscripción, la transcripción y la descripción . Cada momento está
representado por una foto tomada a algún antropólogo estando en el campo. En la primera la joven antropóloga Joan Larcom anota y revisa su libreta rodeada de nativos “haciendo nada”, todos y ella sentados en el umbral de una cabaña local. Según Clifford, la antropóloga
inscribe elementos de la fugaz cotidianeidad. La sensación de confusión que transmite ella mirando su libreta y papeles sueltos, muestra que el trabajo etnográfico está siempre sobrepasado por—o compuesto de—hechos ínfimos de relevancia aparentemente mínima. Muestra también que el observador es siempre observado y que toda representación de este momento un tanto desordenado, es en sí parte del hecho mismo en observación (Clifford 1990:54). La foto relativa a la
transcripción muestra al antropólogo británico C.G.Seligman
escribiendo en su block de hojas, sentado a una mesa en la galería de su vivienda (que no es una vivienda nativa) y en ángulo recto con un nativo sentado a la misma mesa (con la cola en el borde del asiento) que supuestamente le habla o dicta. La ocasión ha sido concertada; el nativo asume una postura más occidentalizada, y el etnógrafo transcribe discursos ya fijos y formulados, alejándose de la cotidianeidad. En verdad, la escena misma está fuera de la cotidianeidad nativa (como la silla bajo las asentaderas del nativo). Por último, vemos a Bronislav Malinowski, antropólogo social de cuna polaca y titulación británica, escribiendo en su tienda de campaña, en su máquina de escribir, de perfil y a contraluz de los nativos que lo miran apostados a la entrada pero sin ingresar a la tienda. El antropólogo aquí
describe
aspectos de la vida tribal de los Trobriandeses, y para ello debe apartarse de ellos y concentrarse en una representación más o menos coherente de su realidad social (Ibid.:51). Estas imágenes con sus correspondientes interpretaciones provistas por Clifford, dan una idea de momentos y tareas que tienen que ver con el registro, pero que difieren en las formas de implicar a investigador e investigados, y de producir sus relativos contextos. Entendiendo por contexto a aquello que los participantes definen como el marco que torna significativo cuanto sucede en la escena, el registro que redacta el investigador dice su relación con la realidad social registrada y establece el contexto necesario para interpretarla. Ahora bien. Si en este ejemplo, Clifford apunta a tres momentos que de algún modo son progresivos en el proceso de investigación (de Problemas I, más próximos a la inscripción
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber y la transcripción, a Problemas II, más cercanos a la descripción), imaginemos la complejidad de formas de inscripción cuando distinguimos entre cartas a colegas, director, familiares, amigos y amantes; diarios, notas, índices, esquemas y planos, todos ellos como formas de registro. “La institución de las notas de campo existe, claro, entendida ampliamente como un corpus textual discreto producido de algún modo por el trabajo de campo y constituyendo una base de datos descriptiva, cruda o parcialmente cocida, para la posterior generalización, síntesis y elaboración teórica” (Clifford 1990:52, mi traducción). Hay, ciertamente, un extenso vocabulario para hablar de las notas de campo. Hay “notas sueltas” ( scratch notes ), los primeros apuntes o palabras que anota el investigador aún en presencia de sus informantes, o ni bien acaba de dejarlos. Estas notas pueden engrosarse luego en papel de tamaño estándar, “pasando las notas” a máquina o en la computadora, pero si no se tiene ni una ni otra, en blocks de hojas y en manuscrito (las tabletas electrónicas guardan una gran cantidad de material digitalizado, pero hay que tener pilas para la tableta y para el lápiz; son muy buenas para diagramas, esquemas, croquis y dibujos). En el campo también hay acceso a textos escritos u orales, que el investigador transcribe, a menudo, por separado. Por último, y antes de los informes, están las transcripciones de entrevistas grabadas (Sanjek, 1990). Los diarios presentan las actividades en orden cronológico de cada jornada de campo. Algunos investigadores incluyen allí notas o información sustantiva, mientras que otros prefieren hacerlo por separado. La presencia del investigador, sus emociones y contratiempos, pueden figurar en el diario de campo, que a veces es distinto a un diario personal. Estas alternativas tienen sus ventajas pero desde el punto de vista de reconocer la reflexividad que recorre la investigación (qué entiende el investigador que está haciendo; cómo va definiendo los sucesivos contextos; cómo interpreta a sus interlocutores; qué son ellos para él y quién es él para ellos, etc.), tienen algunos inconvenientes porque no permiten articular los datos con la subjetividad del investigador, subjetividad que no es necesariamente un sesgo sino la totalidad físico-cultural-emocional del principal instrumento de investigación que se va puliendo con el tiempo y el aprendizaje “estando allí”. Sea como fuere, no existen registros en estado puro, prístino y transparente —ni siquiera en los cuadros genealógicos (Recuadro II on-line)— porque el trabajo de campo es un fluir constante que suele superar la capacidad de registro del investigador, quien debe ir eligiendo constante y renovadamente, qué registrar, sobre quiénes y, a medida que identifica
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) sus temáticas centrales, sobre qué. Y si ésta parece una sentencia a muerte de la “ilusión recolectora”, también es un enorme consuelo. Si pensamos en los registros como una forma de llevarnos el campo a casa y, por lo tanto, en su función de depósito o almacenamiento de datos, uno podría creer que, en términos prácticos, siempre es conveniente tener copias del material acumulado a lo largo de meses de trabajo, y en este sentido la computadora y la tableta pueden generar copias más fácilmente (¡eso si no se daña la memoria!). Con la máquina de escribir era vital hacer copias en papel carbónico que algunos disciplinados trabajadores de campo enviaban sistemática y regularmente a sus “casas matrices” o centros académicos. ¿Pero sucedió alguna vez que las notas completas se perdieran? ¡Ciertamente! El fuego y el agua fueron los principales enemigos hasta que “la memoria” digital pasó a tener vida propia y a ser secuestrada, hackeada, robada o destruida por virus de existencia inorgánica. Casos sonados como el del antropólogo británico Edmund Leach o el del indio M.N. Srinivas muestran que las notas no guardan toda la “memoria” del investigador. Henos aquí el Problema III en toda su dimensión. La destrucción de las anotaciones que pacientemente fue elaborando el investigador, es el fin d el mundo. La pérdida de “memoria”, “información”, “datos”, inscriptos en y transcriptos a libretas, blocks, cuadernos y archivos en la computadora, debido a catástrofes o accidentes (incendio, inundación, requisa policial, guerra, pérdida en el correo, etc.) parece ser un límite absoluto a la continuidad de la investigación. Sin embargo, a quienes algo así les ha ocurrido no abandonaron la empresa; todos lograron completar sus investigaciones escribiéndolas en etnografías, algunas de enorme resonancia. Si leemos con cuidado los textos del Recuadro III (on-line) veremos que el proceso de conocimiento nunca es externo al investigador, aunque tome la forma de un montón de papeles o de archivos virtuales. ¿Cómo y por qué fue posible que Leach completara su estudio? Porque las conexiones de sentido ya estaban en él. Es difícil afirmar que estaban “en su cabeza”; es más probable que estuvieran también en su cuerpo, en su inconsciente, esto es, en toda su capacidad experiencial. La memoria, que siempre es social (Halbwachs), se actualiza según los intereses de los sujetos en el presente. Los registros son contemporáneos al trabajo de campo, pero son también trabajos de la memoria (Küchler, 1987), ya que registran lo ocurrido después de que ocurrió; se diferencian así de las transcripciones porque éstas ostentan intercambios orales al momento de su
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber ocurrencia. Esto último tampoco es del todo cierto, porque la transcripción escrita de una entrevista no da cuenta de todos los ingredientes que componen la situación social en que la entrevista tuvo lugar. La inscripción y la transcripción son el comienzo de un proceso descriptivo cuyos principios conceptuales fueron elaborados en el campo. Si el investigador tuvo el tino de consignar explícitamente sus propias inferencias, aún las más avezadas, en vez de esconderse detrás de los datos, entonces el primer tramo campo-registro redunda directamente en el segundo, en el registro-texto. En caso de pérdida, el registro saldría de escena como manifestación de la memoria externa del investigador. Pero queda la interior, la experiencial, acaso más desordenada y quizás más difícil de visualizar, pero no por ello menos real. En este sentido, la memoria experiencial es la más próxima a la “inscripción”. La pérdida de registros puede redundar en la de datos puntuales, pero no en la pérdida de sentidos elaborados por “estar ahí inscri- y transcribiendo”. O, como señala Clifford, la inscripción es el pasaje del fenómeno experiencial en escritura (1990:56).
Actividad sugerida: ¿Cómo caracteriza los dos textos anexos (on-line): inscripción, transcripción o descripción? ¿Por qué?
5. Inscripción de una jornada Ahora bien: ¿Cómo funcionan, en realidad, la inscripción y la transcripción? En un diario, como el Recuadro IV (on-line) que contiene un día completo del diario de campo de 1
Esther Hermitte , la inscripción y transcripción toman la forma de actividades desarrolladas durante un día. La referencia es algo extensa porque comprende el día entero con aquello que 1
María Esther Alvarez de Hermitte, conocida como Esther Hermitte (1921-1990) -y en cuya obra profundizaremos en la clase dedicada a “La articulación etnográfica”- fue la primera argentina en obtener un postgrado (M.A. y Ph.D.) en Antropología Social. Graduada como profesora de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1950, cursó su postgrado en la Universidad de Chicago y realizó su investigación en el seno del proyecto Man in Nature que dirigieron el lingüista Anthony McQuown y el antropólogo social británico Julian Pitt-Rivers. Esther regresó a la Argentina en 1965, fue investigadora del Instituto Torcuato Di Tella, en cuya Revista Latinoamericana de Sociología de 1968 publicó un resumen de su tesis de maestría. En 1970(a) publicó en México su tesis doctoral Poder sobrenatural y control social que reeditaron paralelamente en 2004 la Universidad Intercultural de Chiapas, en México, y en la Argentina la Editorial Antropofagia. En 2007 la UNICh y el Centro de Antropología Social del IDES que ella fundó en 1974 en Buenos Aires, publicaron conjuntamente su diario de campo bajo el título de Chiapas en las notas de campo de Esther Hermitte. En la Argentina Esther llevó a cabo varias investigaciones en las provincias de Catamarca y Chaco, relativas al desarrollo, las cooperativas de teleras y minifundistas pimentoneros (Catamarca) y la situación de la población indígena en 4 localidades (Chaco). Sus cursos en el IDES versaron sobre sistemas de creencias, antropología médica, situación de la población indígena en América Latina, pero los más concurridos fueron sus cursos sobre Técnicas de investigación etnográfica, donde narraba sus experiencias en contextos indígenas, rurales y urbanos. Pudo ingresar a la Universidad y al CONICET recién en 1984 (Guber 2006, Hermitte 1970b, Hermitte y equipo 1996, entre otros).
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) la investigadora consideró digno de registrar en su diario que, como puede verse, incluye no sólo hechos y emociones personales sino también datos que ella está recolectando a sabiendas, como la relación de ladinos e indios en Pinola (la localidad cuyo nombre castellano es Villa Las Rosas, en el estado mexicano de Chiapas) en 1960-61, parte de un proyecto que el departamento de Antropología de la Universidad de Chicago estaba llevando a cabo en distintas localidades acerca del cambio social y cultural. Podríamos comenzar por hacer un ejercicio de reconocimiento y sólo después de la lectura de su registro (Recuadro IV on-line) contestar las siguientes consignas. Más adelante proveeré las respuestas que considero correctas según mi propia investigación sobre su labor etnográfica. 1) Leer toda la jornada; 2) Identificar sus escenarios y los actores que van interviniendo en distintos momentos; 3) Identificar las temáticas consignadas por ella y las tratadas en las distintas situaciones; 4) Identificar las referencias al orden personal de la autora, su posicionamiento narrativo, el tiempo de verbo que emplea y el tono de la narración, eventualmente quién o quiénes serían sus destinatarios o lectores; 5) Inferir las relaciones que mantiene ella con cada uno de los actores; 6) Inferir si su presencia en el campo es reciente o prolongada.
Si hacemos lo mismo con los dos registros anexos, uno que presentó en 2008 la educadora Elizabeth Lidia Pineda (Anexo I on-line) y otro que presentó el filósofo Cristian Jurables en 2010 (Anexo II on-line), encontraremos distintas modalidades y tonos, posicionamientos de sus autores, y relaciones con los actores que denotan distintos grados de conocimiento recíproco. Después de leer las notas de Esther sobre la jornada del 9 de setiembre (de 1960) podemos identificar sus escenarios y los actores. Todo sucede en su casa, que ella alquiló durante el año y medio de su permanencia en Pinola, en el barrio indígena (tzeltal) Golohuitz. Allí la visitaban regular e informalmente, aquéllos con quienes tenía relación por su trabajo, o lo que en ciencias sociales llamamos “informantes”. Sus visitantes son Alberto, Guillermo, Bricio, Elva, el hombre de la limpieza, y “los gringos” Marcelo, los Salovesh y los Sarles, que están de paso. También pasan los niños Villatoro, que serían los hijos de Elva. Elva es ladina,
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber Alberto y Bricio son indios y Guillermo es un “aladinado”, esto es, ha cambiado su ropa india por la criolla o ladina (es un “revestido”) con lo cual se presenta socialmente como un ladino, aún cuando por ascendencia y nacimiento no lo sea. Las relaciones entre ladinos e indios son sumamente estructuradas, distantes y jerárquicas, como ella prueba en la anécdota sobre “el banco”, cuyo intercambio verbal reconstruye a posteriori y transcribe. El t rato entre revestidos e indios es complejo porque precisamente los revestidos quieren pasar por ladinos pero, en la comunidad, todos saben quién es quién. Estas relaciones se muestran en el trato cotidiano, en las narraciones sobre anécdotas (como las que refiere Alberto) y en los chismes (dar información de la vida privada de alguien en su ausencia). Los gringos son elementos próximos a Esther pero no a los locales, quienes de todos modos saben de su existencia. Marcelo no es gringo sino otro doctorando de Chicago, es mexicano (Díaz de Salas) pero forma parte del equipo. Esther se refiere a quienes pasan ese día por su casa desde una distancia analítica y descriptiva que permite recrear escenas, interacciones y climas en tiempo presente. Utiliza adjetivos y describe tratos y términos de sus visitantes reuniendo evidencias acerca de lo que llamará en su texto final “relaciones estructuradas” y “no estructuradas” entre ladinos e indios. La autora se permite presentarse como interviniendo en las escenas de las que es parte, contando sus sorpresas y sus sensaciones —desasosiego, ansiedad, resignación, contrariedad, interés— para sostener una presencia que da cuenta de su capacidad de discernimiento, de relevamiento de datos que surgen de situaciones concretas, de acciones cotidianas de apariencia ínfima que muestran la posición de los indígenas en la sociedad pinolteca de entonces. Su casa, entonces, es un escenario más de dicha sociedad, aunque modificado por su presencia como mujer blanca, extranjera, que puede interactuar con indios y con ladinos sin ser amonestada. Las tensiones aún al interior del sector indio se revelan cuando un informante —dos de ellos son sus compadres pero tiene distinta relación con ellos en términos de confianza y afecto— habla con recelo de otros ausentes, desnudando su origen tzeltal. Esta acción deja translucir el lugar de Esther en su red de relaciones, un lugar propicio para recibir información no autorizada, que ha logrado tras sólo un mes de permanencia, pues su primer registro de campo data del 19 de agosto de 1960. Claro que había transcurrido allí los últimos cuatro meses de 1959, aunque no contamos con el diario de aquella oportunidad. Pero sí contamos con un aire de familiaridad que nos inserta, con ella, en la vida cotidiana. Como en las genealogías (Recuadro II on-line) también en el registro de campo es necesario que haya
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) un Ego (el investigador) desde cuyo punto de vista se establece la inscripción y se diseña la escena. El diario de campo lo escribía a máquina (obviamente mecánica, una Olivetti portátil) con varias copias que entregaba a su director de tesis Pitt-Rivers, a alguna de las coordinadoras de campo —Calixta Guiteras o Eva Verbitsky— y otra copia más la enviaba a Chicago a intervalos regulares, para evitar su pérdida ante un eventual desastre (como que el techo se desplomara sobre sus registros derramando el agua de lluvia). El estilo narrativo de este diario da muestras de que será leído por terceros ajenos al campo, por su nivel de explicitación en todos los órdenes. Ese nivel de explicitación no es habitual para alguien que ya ha transitado varios meses en el campo. Suele recomendarse que en un principio se detalle todo lo posible porque con el correr del tiempo, una serie de aspectos se incorporan como naturalizados. Este no es el caso de este diario que suele explicitar cuestiones que ella ya conoce pero que presenta de modo que el lector pueda apreciar puntos interesantes para su argumento posterior. Por último, el único término teórico que aparece en este registro es “cuán estructuradas son las relaciones entre indios y ladinos”. Salvo este punto, la narración se mantiene en un nivel cotidiano, eminentemente práctico y de una gran sencillez, sin pretensiones ni rebusques. Ella vive allí, y tiene problemas que se suscitan en las rutinas que ella ha elaborado en su estadía. Su cotidianeidad se encuentra con la de sus informantes y con la de los colaboradores que no son informantes principales (Elva) pero que pueden colaborar a su bienestar (dormir seca). De manera que el nivel de realidad de las notas de campo no depende de su uso de teoría, sino de la capacidad de recrear climas, situaciones, formas de hablar y de trato en la interacción. O, en todo caso, la descripción, y por eso la inscripción y la transcripción que la preceden, hace teoría de otra manera que la que acostumbramos en las ciencias sociales.
Actividad sugerida: ¿Cuál es el problema de investigación y la perspectiva teórica de los autores de los dos anexos (on-line)? ¿Cómo lo ha inferido? ¿Puede hablarse de la perspectiva teórica de los actores? ¿Cómo la reconoce? ¿Son coincidentes la perspectiva de los autores y de los actores? ¿Hay datos consignados que contradigan las inferencias que esboza el autor?
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber
6. Transcripción de una entrevista Una entrevista es un intercambio verbal entre el investigador y uno o más informantes o respondentes o entrevistados. Si bien es el tipo de registro que la l iteratura metodológica nos presenta con mayor familiaridad, y aunque hemos advertido acerca de algunos de sus giros más arriba (sección 3), conviene tener en cuenta que su registro suele pasar por alto algunos elementos que, sin embargo, son inherentes a la problemática de la transcripción. A
menudo
se
cree
que
uno
“tiene”
la
entrevista
porque
la
registró
magnetofónicamente. Se limita entonces a desgrabar —lo hace alguien pago porque es un trabajo tedioso y largo que supuestamente quita tiempo valioso para la investigación— consignando las alternancias entre ego (el investigador) y el entrevistado con los signos del diálogo: - ¿Cuánto cuesta? - Casi naaa.
Sin embargo, las entrevistas, como toda ocasión interactiva, conllevan una serie de decisiones que ambas partes toman en su decurso. Como señala Charles Briggs, una entrevista es parte del arsenal de competencias comunicativas de una comunidad de hablantes que así definen un intercambio, pero la competencia “entrevista” no es uniforme ni unívoca. Existen entrevistas médicas, policiales, educativas, asistenciales, periodísticas y también de investigación social. Cada quien define la situación según sus competencias, sus experiencias y sus expectativas, que suelen no corresponder a las del investigador, con lo cual es muy probable que ambas partes estén definiendo la situación de manera diferente, produciendo un contexto alternativo, disociado y hasta divergente. Que el contexto sea convergente y cooperativo depende de muchas cosas, que no están en el punto de partida de la investigación sino hasta que ésta se encuentra bien avanzada (Briggs, 1986; Guber 2001). ¿Cómo se registran los indicios de divergencias y convergencias? Haciendo agregados lingüísticos y comentarios ad hoc como los que hacía Esther sobre su diálogo casual con 2
Alberto, o como los que hace Manuelita Núñez en su transcripción.
Convenciones de Transcripción (símbolos utilizados) 3 2
Licenciada en Letras, becaria doctoral de CONICET-Argentina/IIGHI-CONICET de Resistencia, Chaco.
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) 1. Fin de una emisión . 2. Fin brusco de una emisión 3. Emisiones simultáneas o superpuestas [ ] 4. Emisiones contiguas (inmediatas, sin intervalo) 5. Pausa larga ...(N) 6. Pausa media ... 7. Pausa corta .. 8. Entonación alta ↑ 9. Entonación baja ↓ 10. Alargamiento breve de la sílaba : 11. Alargamiento prolongado de la sílaba ::: 12. Transcripción incierta /palabras/ 13. Transcripción inaudible /?/ 14. Corte de la grabación (...)
=
En una entrevista a colonos algodoneros descendientes de alemanes y residentes en el interior del Chaco, Manuelita empleaba estos signos para registrar su conversación (E) con A (padre) y B (madre)
E_ Claro, además ustedes tienen precio de la luz más [cara], tienen una retención para el picudo ¿no es cierto? B_ [y sí] A_ [Acá por ejemplo, bueno, vio que tendría que ser las hilanderías grandes están en Buenos Ai::res, en la Rio::ja.. están los grandes, el algodón se produce acá. A nosotros si nos compran fibra o hacemos fibra nos co:bran el flete, bueno tanto es el flete.. no no tenemos.. y si estamos, tenemos la planta acá, se produce acá- las industrias tendrían que estar acá en el Chaco y no allá en Buenos Aires, que que Buenos Aires tenga otras entradas, quieren amontonarla allá que todo porque todas las industrias estean todo junto, pero ↑la industria tiene que estar hacia donde se produce, esos tendrían que estar acá, en Sáenz Peña o en Resitencia cuando menos, las hilanderías todo, y los otros cuando vienen que nos compren entonces.. las::.. las telas. Nosotros vamos y compramos un.. un pantalón de grafa y:: bueno, tanto de flete tiene, tanto de flete nos cobran, y.. primero nos cobraron el flete para allá, después nos cobran el flete de vuelta, entonces uno mira así, cositas así, uno mira que el gobierno no tienen, ¿no tienen la matemática, digo yo? Digo yo, ¿a dónde están ellos? Están trabajando atrasados lo, lo, lo.. todo lo que se produce, lo que es tela, eso tendría que estar acá= B_ =en el lugar donde se produce.. Sí hay cosas que uno a veces no.. lo mira del lado.. y se hace al revés de lo que se debería hacer, yo te diría que… pero creo que.. no sé, más allá de todo, a lo mejor si el gobierno estaría apuntando mejora a lo que.. a cada cosa por ejemplo a nosotros decir ↑el algodón. Si por ejemplo salieran las telas allá también eso abarataría: porque- ↑hoy el hilandero dice ‘bueno tanto vale la fibra, tanto:: tanto es:: es:: lo que es:: el flete, y bueno, ↑tanto te queda, ↓tomá tanto vale.. 3
Referencias: Jefferson (1983); Tannen (1989).
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Clase 2. El registro de campo en Ciencias Sociales Por Rosana Guber el algodón. Eso va a ser mejoras, las desmotadoras por supuesto, nadie.. nadie va a pagar el.. el.. gasto:: que es el flete, esas cosas, porque si uno quiere todo viene de adónde sale.. la producción. Siguiendo a pie junto los signos es posible reproducir no sólo el tono del nordestino del interior del Chaco sino también el contexto que crea la interacción. Como la entrevista suele ser la única técnica que aplican muchos investigadores en ciencias sociales, suponiendo que de allí extraerán pautas ideales y datos de prácticas reales, en la transcripción es vital consignar los sucesivos momentos de la entrevista: cuándo se cree que cambian los referentes implícitos del encuentro, cuándo y por qué se supone que el contexto cambió. Y aquí nos referimos a los marcos interpretativos por los cuales lo que el investigador cree que es una interacción de entrevista investigativa, se convirtió en una confesión personal, un pedido de ayuda, una búsqueda de rédito, una manifestación de prestigio ante otros presentes, una inspección, etc. En suma, el contexto no cambia con el lugar del encuentro, sino con los signos que denotan competencias comunicativas interpretadas de modos diferentes. Briggs señala que para darse cuenta de estos cambios es imprescindible aprender las pautas y los repertorios comunicativos locales, y esto sólo se puede saber estando allí, viendo quién es quién y quién con quién. Las entrevistas, entonces, son parte del trabajo de campo, y el sentido de una transcripción es parte de los sentidos que comienzan a alcanzarse desde la inscripción hasta la descripción. Los Problemas I y los Problemas II de los registros, se plantean y resuelven como parte de la investigación misma, no como recetas específicas según criterios externos.
Actividad sugerida: Revise una entrevista transcripta suya o de otra persona e indague: ¿a quién le habla el investigador y a quién le habla el entrevistado? ¿Qué indicios tiene de los contextos que cada uno delimita; son convergentes o divergentes? ¿Qué entienden que están haciendo allí los interlocutores? ¿Cuáles son los indicios que el registro le da para hacer estas inferencias?
Actividad sugerida: Haga un registro de alguna situación cotidiana con el fin de transmitírsela a alguien que no la conoce. Reléala y fíjese si logra transmitir la escena de manera vívida.
7. Palabras finales
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FORMACIÓN DE POSGRADO VIRTUAL EN IDES (DRA. MIRIAM KRIGER) CURSO: MÉTODOS CUALITATIVOS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL CONTEMPORÁNEA: TÉCNICAS Y CLAVES EN ETNOGRAFÍA Y ANÁLISIS DEL DISCURSO (Dirección: Dra. Miriam Kriger - Coordinación académica: Dr. Juan Dukuen) Un registro no es una recopilación de información que quedará guardada hasta finalizar el trabajo de campo, sino un material que cimenta la siguiente visita al campo y que resignifica todo lo hecho hasta el momento. De ese modo, el registro es una herramienta que puede ayudar a reformular el contenido y los canales de los futuros encuentros para el proceso de focalización. Para imprimirle este carácter dinámico, al cabo de cada unidad de registro pueden anotarse las expectativas futuras incluyendo un resumen de los puntos más destacables de la jornada, nuevos informantes contactados, posibilidades de futuros informantes y sus canales de acceso, temas desechados o que no se pudieron explorar, temas a explorar con el informante entrevistado, temas generales a explorar, dudas y contradicciones en el nuevo material obtenido durante la jornada, limitaciones del encuentro y del investigador. Este resumen puede ser de rápida visualización antes de una nueva visita al campo o a cierta persona, además de presentar un somero análisis de las líneas tratadas con cada uno y a lo largo de la investigación global. El registro es la imagen de este proceso de conocimiento sobre otros y sobre sí mi smo, que va experimentando el investigador. Su apertura y percepción progresivas se manifiestan en información vertida en datos cada vez más numerosos, sorprendentes y articulados. Por eso la forma y el contenido del registro están lejos de ser un mero depósito de información; se trata, más bien, de una síntesis del eterno diálogo que el investigador lleva a cabo consigo mismo para conocer a sus informantes mientras se conoce a sí mismo, a su sentido común como miembro de otro sector social o cultura, y a su sentido académico, todo esto como parte de la herramienta principal de investigación, trabajo de campo y análisis. Queda claro, pues, que el registro no es una fotocopia de la realidad sino una buena “radiografía” del proceso de conocimiento. Ello no elimina la utopía siempre necesaria de realizar registros más precisos y sugerentes sobre la vida social. Un buen registro mira, entonces, en dos direcciones: hacia afuera y hacia adentro.
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