1
Esta conversación con León Rozitchner parte de una sentencia exigente. La creació ción de lo común afecta de modo insoslayable los modos de sentir y de pensar. Se trata del fundamento mismo de la política, que en sus capas más profundas se interroga sobre las pasiones que nos unen y separan. La filosofía, tratada sin infatuacio infatuaciones, nes, permite permite explorar explorar los avatares avatares de las configurac configuracione ioness colectivas durante el último medio siglo, y atribuir un contexto y una istoria a nuestro presente. El tono pol!mico, derriba"ídolos, despliega un ilo argumental, elaborado durante largas d!cadas, que incomoda y al mism mismo o tiem tiempo po desp despie iert rta a sens sensac acio ione ness que que las las narr narrac acio ione ness más más estrec estrecas as que circul circulan an abitu abitualm alment entee entre entre nosotr nosotros os no alcan# alcan#an an a ro#ar. Sobre todo porque esa incomodidad del pensamiento revela lo ineludible de enfrentar popularmente los obstáculos de una !poca. “Cuando el pueblo no se mueve, la filosofía no piensa”. Partimos de una frase tuya “Cuando el pueblo no se mueve, la filosofía no piensa”, que tiene una carga metodológica fuerte…
Esa frase se refiere a la experiencia social que da qué pensar al pensamiento, y también a la filosofía. Por ejemplo: la categoría teórica de lo “general en !arx, como algo que es com"n a todos, es pensable porque pre#iamente los $ombres $an creado la “propiedad comunal de la tierra como una relación social compartida. %ólo desde allí el concepto m&s desarrollado de “lo particular adquiere sentido. 'o que la sociedad produce mue#e al pensamiento cuando se piensa desde ese fundamento. %i sent sentís ís que que $ast $astaa los los afec afecta tado doss por por una una situ situac ació ión n que que los los destruye no reaccionan y entran en lo que se llamó una “ser#idumbre #oluntaria, es muy difícil que a uno le pase algo que lo ponga en juego y despierte las ganas de buscar una salida, porque las ganas colecti#as estimulan el pensamiento. %i no, se est& rumiando pasi#amente ideas de un pasado que quedó congelado: te quedas pensando con esquemas teóricos que decantaron de situaciones ya idas, esas que forman parte de los saberes de las asignaturas uni#ersitarias. Esa pasi#idad fue apropiada por el discurso político, que llama “asignatura pendiente a lo que no enfrenta. ( creo que eso nos est& pasando a$ora: nuestro pensamiento no $a puesto en duda los presupuestos míticos o religiosos que lo fundan.
2
)os basta con ser ateos y creer que nuestra “concepción del mundo *y nuestra percepción por lo tanto* no tiene presupuestos imaginarios, y $asta alucinados, que sir#en para eludir la amena+a si os&ramos ir m&s lejos. ne# ne#it itab able leme ment ntee el estí estímu mulo lo para para pens pensar ar #iene #iene siem siempr pree de afuera, desde el primero $asta el "ltimo suspiro, aunque pare+ca que #iene sólo de adentro. El afuera determina lo que creemos que #iene desde adentro, sea por carencia o por defecto. Por carencia: porque estamos sofocados y necesitamos abrirnos. Por defecto: es cuando la gente no se da cuenta $asta qué punto el terror nos $a marcado, y nos pasamos rumiando sólo los $ec$os de la #ida cotidiana sin animarnos a dar ese pasito m&s adelante. Es lo que est& pasando a$ora: no podemos pensarnos desde lo que en #erdad #i#imos porque el poder que organi+a la realid realidad ad nos ofrece ofrece conti continua nuamen mente te una repres represent entació ación n atomi+ atomi+ada ada:: tenemos no sólo “el cora+ón $ec$o peda+os *como el tango lo dice*, sino también la cabe+a. 'os medios “entre-tienen. ( ni siquiera es posible tener la pretensión benefactora de pensar por los dem&s en este caso: por qué $acerlo si al parecer, pasando lo que nos pasa, de eso, de lo m&s importante, a los mismos perjudicados nos les interesa nada/ %in embargo a"n dentro de ese empuje que est& tan contenido $ay $ay índi índice cess que que lle# lle#an an $aci $aciaa algo algo dife difere rent nte. e. 0no 0no no pued puedee $abl $ablar ar despecti#amente de la gente, a pesar que a #eces lo sientas porque la mayoría se traga todo y no enfrenta nada y nos quedamos solos, como ellos lo est&n aunque estén juntos. 0no sabe, porque lo #i#imos, que ésta es una sociedad en la que las marcas del terror militar se $an prolongado m&s all& del tiempo en que lo aplicaron. 'a gente no come #idrio, se dice, aunque a #eces sí, y come cosas peores, pero no las come con ganas. 1ué $ace $acerr fren frentte a eso eso/ 2$í 2$í el pens ensamie amient ntoo ro+a ro+a pel peligro igrosa same ment ntee la impotencia. Mirando lo que sucede en países próximos de ud u dam!r m!rica ica en este este momen omento to,, sur surge la preg regun unta ta por por la existencia, entre nosotros, de elementos mitológicos populares alternativos a los de nuestra modernidad desarrollista"
)o, no3 en 2mérica no $ay otra mitología dominante que no sea la religión cristiana, por el origen de los coloni+adores y la inmigración europea que tu#imos, impuesta sin conmiseración desde el comien+o. En 2mérica, a la población originaria la $an reducido luego de escla#i+arla, y $an querido $acer desaparecer su cultura. Este aspecto, el enfrentamiento entre mitologías para someter totalmente a los #encidos, no est& muy se4alado. 'eyendo uno de los "ltimos libros de 'e#i-%trauss,
3
de 5667 creo, donde reflexionaba sobre qué es lo que la cultura occidental $i+o de los aborígenes, decía que se los $abía expropiado no sólo de sus rique+as y de su trabajo. El objeti#o era aniquilar sus culturas y sus mitologías originar narias, suplantadas por una cultura que los conq conqui uist stad ador ores es,, por por el terr terror or,, les les meti metier eron on aden adentr troo para para #enc #encer erlo loss también en lo m&s $ondo de su imaginario: la mitología cristiana. %e trata de esa misma mitología con la que, a comien+os de nuestra era, el emperador 8onstantino, el primero, buscó profundi+ar el sometimiento de los $abitantes del mperio romano imponiendo la religión católica. 'a cru+ cristiana y la espada fueron luego los medios de la acumulación primiti#a de la economía europea: el oro y la plata extraída de 2mérica en época de la contrareforma católica del fero+ 9elipe , que comen+ó con la piadosa sabel la 8atólica que asesinó y expulsó a los &rabes y a los judíos de Espa4a. 'os festejos de los ;; a4os del descubrimiento de 2mérica, escribe 'é#i-%trauss en el 67, encubren el genocidio de los pueb pueblo loss de las las cult cultur uras as amer americ ican anas as:: eso eso fest festej ejam amos os.. ( demu demues estr tra, a, recurriendo a los mitos de origen, que la mitología indoamericana es muc$o m&s $umana y fraterna que la indoeuropea que generó el amor cris cristi tiano ano.. )ues )uestr tros os estr estruc uctu tura rali list stas as no saca sacan n de ese ese libr libroo ning ningun unaa consecuencia que sir#a para comprender mejor lo nuestro. # los originarios originarios los “conservaron”, “conservaron”, preparando para ellos un esterili$ado estereotipo dentro de la propia cultura moderna…
Podían sal#arse los que estaban m&s preser#ados, pero a los otros los destruyeron. Entre nosotros, los argentinos, la mayoría descendemos de los barcos, como se dice. Pero los barcos #inieron de pocos países. , 7> o ?>. 8uando para explicar lo que nos est& pasando uno $abla de la inmigración que pobló la 2rgentina, sobre todo desde finales del siglo @@ $asta mediados del @@, *y lo $ago como $ijo de inmigrantes judíos que llegaron en 5A6 desde Busia y Cesarabia y se con#irtieron en c$acareros en los campos de Entre Bíos* $ablo entonces no sólo de lo que los textos cuentan sino de la experiencia que #i#imos luego ya en la ciudad, entre inmigrantes e $ijos de inmigrantes en los barrios y en las esc escuel uelas. as. Es impr impres esio iona nant ntee cóm cómo camb cambia iaro ron n los los rost rostro ross de una una
4
generación a otra: las caras de los europeos *italianos y espa4oles sobre todo* eran caras duras de campesinos trabajadas por la pobre+a y el sometimiento. !ujeres y $ombres tenían rasgos marcados por el sufrimiento, el dolor, los siglos de #ida miserable, o por ser perseguidos a muerte como los judíos, y aquí todos fuimos cambiando. Diajé luego con italianos o espa4oles cuando de estudiante me fui a Europa en los camarotes de ?> clase, siempre iluminados con lamparitas eléctricas y el aire fresco que recibíamos por unos tubos desde arriba, porque est&bamos situados debajo de la línes de flotación. 2lgunos #enían y otros #ol#ían a su patria. Cueno, esos cuerpos y esas caras $an ido cambiando. 2 mí manera yo desde ni4o tenía una relación especial con inmigrantes latinos, diferentes a los de la inmigración de la cual yo pro#enía: pasaba largas $oras de mis rabonas a la escuela con#ersando con +apateros italianos remendones, alg"n #erdulero en la parada de su carrito sin caballo, o alg"n almacenero espa4ol del barrio, o sus $ijos que iban conmigo a la escuela. 8omo decía: traían los rasgos de una cultura cristiana, la de los pobres campesionos o peque4os artesanos sometidos durante siglos en Europa. ( con todos ellos se maceró esta cultura “argentina en lo que $a tenido y tiene de rebelde y de sometida. =tra cosa fue la que obser#é mientras #i#í die+ a4os en Dene+uela, exiliado. Entre los #ene+olanos, por ejemplo, $ay comunidades de negros e indígenas, con culturas muy fuertes a"n en su pobre+a. ay pueblos donde casi todos sus $abitantes son de ra+a negra, que conser#an #i#a su propia cultura y sus cultos. Dene+uela era un país cuyas clases populares mesti+as, negras o indígenas estaban despoliti+adas, al parecer rendidas en las grandes ciudades a los #alores cristianos y capitalistas del consumo, las costumbres y las modas que les llegaban de EE00, aunque ese acceso les fuera min"sculo. 8aracas est& en un peque4o #alle contorneado en buena parte por los ranc$os de ladrillos que la encierran y se ele#an trepando sobre sus laderas.
5
diferentes, no #ienen desde ese abajo, aunque algunos #engan de las clases bajas. En 8olombia lo mismo. %in embargo, algo permanece #i#o en esas culturas diferentes a la nuestra: los mitos, las diosas, la m"sica, la #italidad de los cuerpos y su relación con la tierra y la naturale+a no son sólo recuerdos de un pasado ajeno. Por eso creo que allí, como pasa a$ora en Coli#ia, en Ecuador, en )icaragua y a"n $asta en onduras, puede re#ertirse la sumisión política porque sus propias mitologías aborígenes siguen presentes, aunque clandestinas. 8$e+, mesti+o culti#ado en la 0ni#ersidad estatal, #iene de eso. %tra frase tuya que nos gustaría reproponer en este momento dice que cada uno de nosotros, en tanto su&etos, se constituye en un “n'cleo de verdad (istórica”"
)"cleo en el sentido de que cada persona es un lugar $istórico indi#idual donde lo social se elabora, lo quiera o no, y se pone a prueba desde su propio origen. 'o #eo muy ligado con lo materno y lo paterno que est& en nuestro comien+o: formas originarias desde las cuales la cultura se cuece en cada uno. ( si es n"cleo, es porque cada uno es un cuerpo irreductible donde el mundo se despliega, se reorgani+a y se #erifica en su materialidad transitoria. )xiste una relación entre la configuración popular y los modos de elaboración de las verdades sub&etivas" Cuando (ablamos de la #rgentina (abría que pensar la destrucción de las culturas originarias y la cuestión de la migración que comentabas, y nuestra (istoria m*s moderna signada por la presencia del peronismo"
Es cierto *y entramos otra #e+ en la +ona de rie+go de las impresiones personales que uno $a #i#ido*3 el peronismo est& $ec$o de esta migración italiana y espa4ola, es decir europeas y cristianas, aunque #engan de abajo. %on rasgos o índices que tienen un sentido, aunque no podes confesarlo para teori+ar desde ellos. %in embargo se podría $aber pensado que Perón pretendía unir a la cultura inmigrante #enida de la Europa cristiana *espa4oles, italianos* con la cultura de los cabecitas negras de tierra adentro, que aludían a una cultura aborigen, m&s distante de Europa y de su mitología. )o fue el caso.
6
)l peronismo tambi!n es una cierta imagen del traba&o industrial que a'n se evoca como base de una co(esión social fundamental"
Es e#idente que el peronismo tu#o la capacidad de incluir al mundo popular argentino en el goce de cierta #ida diferente, y no sólo a la gente que estaba empobrecida. 9ue un patriarcalismo capitalista nacional. 'o que implicó un #uelco complejo, que permitió sacarle la clase obrera a los sindicatos de i+quierda y construir con ella *pero no sólo con ella* otro modelo: un capitalismo de Estado moderno. 'a “masa peronista no fue mo#ili+ada ni integrada en su creati#idad colecti#a, sólo se acti#ó el apoyo pasi#o $acia el 'íder y su pareja. 'o que suponía abandonar un camino que era trabajoso, difícil, como !arx decía de los treinta a4os que se necesitaban de sufrimientos y de experiencias para que la clase trabajadora adquiera conciencia de sí misma. Esto no quiere decir que se #alore el sufrimiento, pero aprender a enfrentar acti#amente los obst&culos parece ser una experiencia social necesaria. 8on el peronismo esa experiencia popular fue ob#iada: las conquistas populares se organi+aron desde arriba3 se les a$orraba lo m&s temido, el terror que los sometía, pero como era dadi#oso no se lo sentía. 2nte el desborde por i+quierda de su propias filas, que Perón mismo $abía alentado como una astucia y t&ctica militar *las formaciones especiales* para retomar el poder, aparece primero la represión asesina del primer jefe de los grupos de tarea, =sinde, y luego 'ópe+ Bega, que culmina cuando el ejército de Perón, después de su fracaso, retoma la tarea inacabada que el 'íder $abía asumido, y culmina con el genocidio de ?;.ooo argentinos. Por eso no nos resulta extra4o que con el peronismo comen+ante se nacionali+aran y se desarrollaran empresas del Estado, se expandiera la salud p"blica, se construyeran escuelas, y con el apoyo de ese mismo peronismo mayoritario, luego con !enem, se las entregara nue#amente, se pri#ati+ara la medicina y se empobreciera la ense4an+a. 1ue la “década infame conser#adora se repitiera, ampliada, en la nue#a “década infame peronista. Ese tr&nsito, de un peronismo a otro, es lo que me inquieta. 1ue con lo mismo se $agan cosas tan diferentes y opuestas. 0no no se queja de que Perón no $aya $ec$o la re#olución que la i+quierda peronista esperaba. Estamos tratando de comprender un fenómeno político que al abrir el espacio del desarrollo nacional cerró estrec$amente el camino a todo cambio futuro que superara sus límites, como para $acer posible que con esa misma fer#orosa ad$esión política la masa peronista aceptara luego su propia destrucción. 'a cultura
7
industrial argentina, la racionalidad propia de la técnica maquinista del industrialismo entró por todas partes, y el Estado de Cienestar era eso. )o sólo se trata del desarrollo y la nacionali+ación de la economía con participación popular: a eso uno nunca se opuso. Es lo que Perón $i+o, y porque Perón lo $i+o *y #imos cómo lo $i+o* no era eso lo que nos correspondía $acer a nosotros. 'os del grupo $ontorno, en su momento, denunciamos a la Be#olución 'ibertadora y comprendimos la impotencia en que $abía sumido a los trabajadores el proyecto de Perón. icimos lo que alguno de nosotros $ace a$ora con Hirc$ner: se4alar que para que a"n esas medidas parciales no fracasen es necesario crear un apoyo desde las bases populares, ayudar a crear un poder acti#o desde abajo y pensar la realidad con otras categorías. Pero ese poder real, para uno y para otro, parece $aber sido y ser toda#ía un peligro para sus propios objeti#os políticos. 8uando !arx jo#en dice que el Estado tiene “presupuestos cristianos $ay que tenerlo muy presente: la materialidad que se tranforma en la producción industrial capitalista, a"n “progresista, sigue siendo la materialidad depreciada de la naturale+a, premisa mitológica cristiana, como lo siguen siendo *esto es lo importante* los cuerpos de los trabajadores mismos. Esto implica una racionalidad inmaterial, espiritual, estrictamente cristiana, que con su desprecio domina a la materia para poder construir su rique+a seg"n su teología: la acumulación infinita de todas las cualidades quedan reducidas a la pure+a contable cuantitati#a. El absoluto infinito que el cristianismo persigue es numerario. %e trata de una materia despojada de todo sentido $umano, que es la materialidad que nos $a legado el cristianismo y a la cual nos $a restringido el capitalismo. Este modo de concebir la materia no es sólo una afirmación “filosófica: $ace posible el aniquilamiento de poblaciones enteras y la destrucción de la naturale+a: ambas son exigencias simult&neas. El gran desarrollo nacional que produjo la “re#olución justicialista era, adem&s, el adecuado para el concepto de “nación en armas del ejército prusiano que Perón sostenía. 'os trabajadores peronistas fueron los posibles “soldados que Perón $i+o pasar astutamente de bando para des#iarlos de ese peligro: del temido ejército socialista de trabajadores, que $abía ganado la guerra en Europa, a prepararlos para el ser#icio del ejército futuro del nue#o Estado benefactor capitalista. ( todo esto en un imaginario enfrentamiento militar con el comunismo en expansión por el mundo: mo#ili+ar al pueblo desmo#ili+ando al mismo tiempo su capacidad de creati#idad y resistencia. El pueblo peronista, m&s all& de las generaciones que se
8
suceden, seguir& inmo#ili+ado esperando que Perón #uel#a como "nico recurso mítico-político, mientras sigue #otando a sus $erederos al ser#icio del capital financiero/ +)s decir que toda la política moderna se dio, entre nosotros, como actuali$ación de una metafísica de la separación +)sto incluye a la i$quierda
8laro, la actuali+a y al mismo tiempo que te incluye, te corta en dos: separa lo indi#idual de lo colecti#o, lo p"blico de lo pri#ado, el espíritu del cuerpo. Iodos estamos partidos por el medio. Pero una cosa es confundir lo íntimo con lo a-social y ligarlo a un campo reser#ado como puramente personal, y otra cosa es abrir la subjeti#idad corpórea $umana al mundo. Esa separación sostiene, con su mitología cristiana como si fuera ontológica, el concepto de la propiedad pri#ada capitalista que obtura la posibilidad de pensar su fundamento en la naturale+a como cuerpo com"n de cada cuerpo $umano. ( esta di#isión est& presente a"n en la i+quierda que, atorada y oponiéndose a la propiedad pri#ada de los medios de producción a ni#el económico, sigue pensando la transformación política sobre este fondo. 8uando uno #e cómo actuaron algunos partidos de i+quierda durante el conflicto con el campo en torno a las retenciones, se #uel#e a preguntar: no tendr& la i+quierda que comprender de otro modo los presupuestos materiales de los cuales parte/ )o se trata de teoría, o m&s bien sí: se trata de que la teoría en la i+quierda *todo el pasado lo muestra* in$ibió la experiencia personal de ligar el propio fundamento $umano a la recuperación tanto del cuerpo propio como el de su in$erencia a la tierra y a sus $abitantes que $acen posible su existencia. )o se necesita aquí de ninguna teoría sofisticada para que la gente entienda. En ese sentido nuestros re#olucionarios siguen siendo peronistas. %ólo que en la i+quierda son m&s abstractos toda#ía: parten de “la nternacional, no de lo nacional territorial recuperado para definir su tr&nsito posible a lo internacional como una conquista necesaria, que no es $acerlo desde lo “nacional del peronismo o del desarrollismo. 'o particular de cada nación, en lo que ésta tiene de terrestre, implica que lo internacional se define continuamente como posible pero sólo desde cada nación, y eso "nicamente es pensable si emprendemos primero la recuperación de la propia terrenalidad com"n nacional para todos su $abitantes. Entonces lo nacional #uel#e a ser el punto de partida, pero una #e+ criticados los presupuestos de la nación “espiritual que propaga el Estado actual y la derec$a. ay tantos internacionalismos como los
9
que cada nación proyecta sobre el mundo globali+ado, que es sólo uno, el nuestro, cuando emprende recuperar su fundamento terrestre y geogr&ficamente definido para todos sus ciudadanos. -o que decís (ace pensar que en #rgentina (abría una imposibilidad cong!nita de resolver los problemas m*s elementales"
(o quisiera pensar otra cosa, desde c$ico estoy queriendo pensar otra cosa, como muc$os de los argentinos, para poder seguir #i#iendo: un futuro posible que no sea una utopía etérea. Pero e#identemente es como si cada circunstancia política me dijera: “no seas tonto, no es posible3 con el pa#or que produjo el terror militar, la economía y la política en cada $abitante, con eso no se puede $acer nada. ay toda una $istoria que nos ense4a algo. 'o que ya con#ersamos sobre la $istoria de la migración en 2rgentina dada por italianos y espa4oles, algunos que trajeron cosas como las de Jaribaldi y también anarquistas, o los espa4oles republicanos y grupos judíos que trajeron ideas transformadoras. Pero la gran mayoría era gente que #enía de siglos de sometimiento. ( esto lo digo por la experiencia que $e tenido al #er sus rostros. (o no podría renunciar a leer un índice de lo que cada uno es cuando miro un rostro, que se #a corroborando o corrigiendo luego de escuc$ar lo que dice: siempre es un rostro el que $abla. 'as caras de los argentinos me $ablan sin tener que traducirlas, como me sucede en cambio con las caras en otros países. 'o que te estoy diciendo no tiene nada que #er ni con el color de la piel, ni con la religión, ni con la clase, ni con la pobre+a o la rique+a: se refiere a esa $istoria propia que cincela la $umanidad de los cuerpos. ( los nuestros fueron cincelados por el repetido terror de nuestros gobiernos militares que fueron, desde el ?;, casi tantos como los gobiernos ci#iles. %i un pensador cl&sico antiguo pudo escribir que “el alma es la forma del cuerpo, no creo que lo dijera sin pensar en la cara que es una de sus partes. %ólo me refiero a la metamorfosis de las caras: lo que cada uno $ace consigo mismo. 8ada uno esculpe su propio rostro en su intercambio con el mundo y con los otros. Por eso se dice que los rasgos de un rostro son como una escritura cincelada: se lee en la mirada que la resume. 'a literatura los describe, a #eces con piedad, con crueldad en otras. Pero esa significación de las caras, cuya lectura sin embargo es insustituible en todas las relaciones de cuerpo presente que se anuda entre la gente, no podés utili+arla al sostener un juicio político. Es extra4o y, sin embargo, para mí las caras expresan, dentro de un campo social, casi siempre una #erdad irrefutable. Pero a$ora las caras de
10
nuestros inmigrantes con#ertidos en políticos ya no son índices de realidad: sucede que al #erlos todos los días por la ID, las re#istas y los diarios, todas sus caras se $an #uelto familiares: comen con nosotros o nos in#itan a sus almuer+os, nos $acen reir, nos explican como son las cosas, nos aconsejan como $ermanos o amigos. 'os rostros m&s tenebrosos se $an #uelto todos caras amigables, llenas de buenas intenciones. mitamos sus sonrisas, sus tics, sus seseos. )os $acemos como ellas. +.ecías que en #m!rica latina te pasaba otra cosa con los cuerpos
En otros sitios de 2mérica 'atina, al contrario, $ay un arraigo fundamental diferente en lo terrenal de las relaciones $umanas. Entramos en generali+aciones, qui+&s arriesgadas. )o se puede comparar a la 2rgentina con Dene+uela, Coli#ia o Per" donde, como ya dijimos, $ay grupos originarios, aborígenes, muy fuertes, con una gran cultura popular de muc$os siglos, no para turistas. 2llí, los inmigrantes formaban parte de la clase alta blanca recién llegada: los godos. =b#iamente $abía me+cla porque los blancos $acían el amor con las mujeres negras y salieron unas mulatas que son una mara#illa, ojos #erdes esmeralda o a+ules en cuerpos oscuros donde relucen como estrellitas de colores. 'os cuerpos cuando se funden son m&s co$erentes y se tienen m&s respeto: tienen inteligencia corporal para crear juntos seres nue#os. 'o que recuerdo siempre es que frente a la 0ni#ersidad 8entral de Dene+uela, en medio de la autopista que pasa por allí, est& la estatua de la diosa 'ion+a. Es una diosa mujer, con unas tetas rebosantes y un culo soberbio que se expande con su lleno $endido por las ancas del jabalí sobre el cual #a montada, libre y dominante. Es una mara#illa como idea #isible de la naturale+a en la que se prolonga la naturale+a $umana como $embra jocunda. 'as culturas que no son monoteístas tienen un imaginario diferente al nuestro. 1uiero decir: no tienen de modelo a la Dirgen !aría. Esas figuras fundamentales no tienen nada que #er con las nuestras: tienen otra relación con la naturale+a y con lo materno-femenino. Eso est& presente toda#ía en Dene+uela. ( lo est& en Coli#ia, en Ecuador, y también aunque est& m&s retorcido, en 8olombia, donde en gran parte de sus tierras bajas #i#en los descendientes de escla#os, de ra+a negra. Ioda#ía dicen: “su merced, cuando te $ablan. Para no referirnos a !éxico. En lo indio y en lo negro dentro de sus diferencias $ay una cultura distinta, de resistencia secular, que permanece y aguanta con el empuje de la #ida misma, como algo que en alg"n momento tiende a surgir por sus fueros a tra#és de #encer el
11
oprobio y el terror que #i#ieron por sus conquistadores cristianos espa4oles. En tanto secularmente dominados a"n sufren en su propio ser la afrenta, que aflora y se $ace #isible en las marcas de sus cuerpos y sus caras. 8onser#an con sus creencias religiosas una #erdad pujante desde la cual enfrentan a la mitología cristiana. ( la glesia lo sabe, y les teme: los cristianos saben que los aborígenes tienen el secreto y el origen terrenal de lo que la glesia oculta. Este es el problema que me mostró la lectura de %imón Bodrígue+: cómo pasar de la primera re#olución, la “re#olución política contra los godos que lle#ó a la creación de Estado-nación, a la segunda, a la “re#olución económica que incluya en el disfrute de la rique+a com"n a todos los postergados. Por medio de su pedagogía política trata de incluir a los $ombres de abajo, el contenido $umano del pueblo m&s sometido, en la forma jurídica del Estado, pre#ia recuperación de la tierra patria como suelo com"n para todos. Para pasar de la re#olución política a la re#olución económica, que estaba a la espera para dar término a la primera re#olución que organi+ó Colí#ar, $abía que acti#ar fuer+as y poderes colecti#os que no eran sólo económicos. )scribiste /odrígue$…
un
libro,
a'n
in!dito,
sobre
imón
%í. !ientras yo daba clase en la facultad de filosofía en la 0ni#ersidad 8entral de Dene+uela, algunos profesores se sorprendían de que un argentino anali+ara los libros de %imón Bodrígue+ como productor de ideas nue#as, si él no era un filósofo ni sus temas figuraba en los programas de filosofía. %imón Bodrigue+, maestro de Coli#ar, $abía #iajado por Europa $asta llegar a Busia, un ni4o expósito que ya maduro se expresaba con una lengua llana para decir cosas muy difíciles. 1uería pintar con palabras para que el pensamiento, en su abstracción, penetrara todos los sentidos. Ie leo una cita que aquí tengo. 1uería ense4arles a pensar a los #ene+olanos de abajo *uasos, 8$inos y C&rbaros3 Jauc$os, 8$olos y uac$inangos3 )egros, Prieros y Jentiles3 %erranos, calentanos, ndígenas3 gente de color y de ruana3 !orenos, mulatos y Kambos3 Clancos porfiados y Patas amarillas* desde los contenidos y la $istoria de su propia independencia como nación nue#a. Es como si les estu#iera $ablando a los #ene+olanos para que se calienten e imaginen con “ideas que brotan y se afirman desde las necesidades m&s postergadas de los seres m&s postergados, no como pasa entre nosotros. Es cierto, %imón Bodrigue+ no era populista.
12
0olvamos al peronismo" Plante*s que en su origen operó como facilitador de un mundo popular al que la i$quierda marxista en sus distintas versiones le proponía un camino m*s arduo" in embargo, esta opción por el peronismo volvió a darse varias veces en nuestra (istoria"
'o que resulta difícil es pensar la fundación del peronismo con las categorías de $oy. abría que remontarse a aquel momento. (a les contesté algo de eso. %i lo $acemos desde el campo internacional, la situación era muy diferente: existía la 0nión %o#iética. abía terminado la segunda guerra mundial. El ejército o gran parte de él estu#o a fa#or de los na+is o del fascismo. 'a derec$a política nacionalista estaba a fa#or del na+ismo. Perón declara que su política tenía en cuenta que el comunismo $abía #encido en la 7> guerra. %i no recordamos las cosas sobre este fondo, no se comprende aquellas medidas sociales, que $oy en pleno neoliberalismo a$ora sí serían re#olucionarias, porque la re#olución actual se plantea como la contra-re#olución del neoliberalismo. Para lograrlo se precisa necesariamente ir m&s all& del “desarrollismo, porque el capitalismo financiero $a re#elado una profundidad destructi#a cuya magnitud antes no $abía aparecido. ( esa profundidad debe aparecer planteada en la política para suscitar en cada indi#iduo, en cada subjeti#idad, las nue#as fuer+as capaces de $acerle frente. 8on la mera rei#indicación económica, como se planteaba antes, ya no es suficiente. El dominio del capitalismo se $a profundi+ado y extendido $asta límites antes nunca alcan+ados. El Estado de Cienestar del peronismo $oy ya no es posible, ni siquiera dentro de su ideología política. ay que pensar que el imperialismo de entonces no era el financiero omniabarcati#o actual ni muc$o menos. Esa $istoria que retrospecti#amente da sentido al peronismo y que lo ubica, sólo sobresale a$ora en el recuerdo $istórico como un $ec$o sobre todo económico, cuyo fracaso sin embargo dejó rastros que quieren borrase. 8reo que $asta que no re#eamos el sentido político del peronismo sólo lo anali+aremos desde lo económico-social de su primer tiempo, pero dejamos de #er la transformación política que, como sujeción, ejerció sobre los trabajadores. Por eso sus conquistas se perdieron: la economía no fue suficiente por sí misma, porque los sujetos del peronismo fueron políticamente desarmados por Perón para sostenerla. ( si pensamos que $asta la 0B%% se #ino abajo *y $abía $ec$o una tranformación producti#a en serio* fue porque le faltaba el soporte político y creador de sus $abitantes, que es la "nica fuer+a que
13
puede ir creando sus propias defensas para enfrentar las #ariaciones y los ataques que los tiempos traen. Pero este pasado que es recordado míticamente, +no puede ser interpretado de otro modo
Damos a los $ec$os, a #er qué pasó en la realidad y qué significó todo eso, porque se daba en un contexto. asta que no lleguemos al meollo de este origen, realmente no #amos a poder dar respuesta. En "ltima instancia, todos los partidos políticos, para llegar a constituirse como tales $an tenido que pasar por la etapa de “castración de sus ideales primeros. ( no $ablo de simbolismos. ablo de una castración adulta desde el poder de muerte que impone luego $asta en la fantasía infantil su amena+a. 'a amena+a de castración que 9reud descubre en la primera infancia, que llama “complejo de Edipo, es en realidad la penetración del terror que los adultos primero #i#en en el espacio de la dominación política y que penetra en la familia. Primero es el terror político y luego es el terror de la infancia que, en efecto, el ni4o #i#ir& en sus primeros a4os. 'a infancia del ni4o est& marcada por la dominación que el terror político y religioso ejerce sobre los padres adultos que producen a los ni4os. 'os partidos políticos actuales $an fracasado en su empuje re#olucionario que suscitó al comien+o el apoyo de las masas, y porque an fracasado sólo $an subsistido como “partidos políticos: por esa atracción primera que ejercieron sobre la población cuando surgieron. 2$ora sólo se mantienen como promesa #acua, por eso pueden con#ertirse en partidos mayoritarios tolerados por el poder efecti#o de los #encedores que los derrotaron. 2$í est&n el Partido Badical, el Partido Lusticialista. %on &rboles cuya fronda $a muerto y sólo sigue en pié su tronco, secas sus raíces. Porque si $ubieran triunfado como re#oluciones, y $ubieran mo#ili+ado las fuer+as populares desde un lugar distinto, sería otra la realidad, diferente a la que estamos #i#iendo. Entonces, fracasó (rigoyen y después quedó como $erencia el partido político legali+ado en la medida que reconocieron que $abía un límite a la política yrigoyenista primera: así aparece el Partido Badical que conocemos. 8on el peronismo fue lo mismo: primero fue el gobierno peronista re#olucionario, despla+ado después del golpe de la “Be#olución libertadora. ( cuando luego el peronismo accede de nue#o al poder en la mismísima figura de Perón, los descamisados y los cabecitas negros del primer peronismo $an desaparecido: formula un programa político aggiornado, porque para acceder al poder como un partido político legal *tr&nsito de la guerra a la política* tu#o que aceptar el límite que impone el terror armado de sus
14
antiguos camaradas. 8uando Perón #uel#e es el Perón castrado el que desciende en !orón, que persigue a quienes lo $abían mantenido #i#o popularmente. 'o mismo pasó con el partido Badical ntransigente de 9rondi+i, quien termina defendiendo el patriotismo de los militares asesinos, y luego con todos los que les sucedieron, $asta nuestros días. Por eso es difícil que desde adentro de alg"n partido político mayoritario puedas encontrar algo #i#o, porque estar a$ora adentro de un partido político que en su origen popular atrajo por sus postulaciones transformadoras y fue incapa+ de imponerlas, ya implica aceptar la castración originaria, $aberte sometido al rito de iniciación en la política: dejar en la entrada al gobierno toda esperan+a. (a ninguno de ellos *la lección fue aprendida* se anima a mo#ili+ar desde abajo a las masas de ciudadanos para enfrentar con m&s inteligencia política ese nue#o desafío que la democracia les abre. +1o (ay una diferencia con 2irc(ner en esto
Eso también acaba de pasarnos con Hirc$ner. Ml, peronista, surge desde dentro de un Partido Lusticialista castrado, pero lo $ace de una manera inesperada: pone de relie#e él, el primero, aquello que todos los partidos políticos siempre $an ocultado para llegar al gobierno: el terror, la estela de sangre y desaparecidos que est& en el fundamento del gobierno al cual él mismo accede. Iraiciona el secreto, el terror que funda el juego político democr&tico. 2 partir de aquí nada, de cualquier cosa que $aga, le ser& perdonado. %i no, no se entiende la inquina $omicida, el odio #isceral de sus opositores y de las clases cómplices que se #en delatadas. Por eso, para todo el espectro político Hirc$ner es el Ludas de la Nltima 8ena que muestra la antropofagia de los comensales: la complicidad que tienen con los asesinados cuyos restos de#oran. ( esta es la desa+ón actual que sentimos por lo que #ino luego de aquello que aparecía como un nue#o comien+o de la política desde este otro ni#el así desnudado: que no $aya suscitado el empuje popular necesario para sostener sus medidas de gobierno, aunque fueran limitadas y no fueran lo que la i+quierda “re#olucionaria reclama. El fundamento así re#elado del terror militar no se prolongó para acti#ar la "nica fuer+a que podría sostener su gobierno: la del colecti#o $umano que sus opositores temen. 2caso un gobierno popular en el poder es incapa+ de producir un $ec$o político muc$o m&s amplio y contundente que el que $an producido, rea#i#ando el poder de los genocidas, nuestros terra-tenientes/ Hirc$ner $ubiera sido el recomien+o de una nue#a política, porque se $abía atre#ido a poner de relie#e la castración que todos los
15
políticos aceptan para llegar a serlo. Pero $ubiera tenido que suscitar las nue#as energías que el tenue le#antamiento del terror sobre los ciudadanos $abía pro#ocado con su gesto simbólico-real del cuadro de Didela y con los juicios. 'uego de desnudar las premisas asesinas que limitan con su amena+a el campo político sólo le quedaba, como "nica conclusión pr&ctica, suscitar las fuer+as populares que podían sostenerlo. Pero se refugió en el poder trans#ersal de su Partido. 8ada partido de i+quierda entre nosotros también quedó, aunque quisiera no serlo, como lo que ellos llaman “partidos políticos burgueses, congelado imaginariamente en su origen: cuando se identificaron en su momento de creación con alg"n mo#imiento triunfante *0B%%, 8$ina, 8uba* que querían imitar, pero sin considerar las diferencias de los momentos $istóricos y las sociedades y los pueblos que los produjeron. %e congelaron, faltos de eficacia, en el punto en el cual cada uno tu#o su originaria “re#elación política. 8ada partido de i+quierda prolonga en nuestra realidad sus propias fantasías pasadas con la cuales siguen enfrentando un presente que no es tenido cabalmente en cuenta. ( repiten incansablemente sus premisas originarias, sea cual fuere la transformación que la realidad $aya sufrido: ellos permanecen plantados en los trece de su origen, como también congelan los textos de los teóricos o políticos que leen: !arx, 'enin, !ao, IrotsOy, etc. 'a falta de eficacia respecto de la realidad que $a cambiado tanto no les dice nada: mantener #i#a esa re#elación primera es para ellos la prueba de la #erdad, la entere+a y la pure+a de sus planteos re#olucionarios y * decimos nosotros* también de sus fantasías y de los fantasmas que las compa4an. +3oda democracia es democracia de castrados
En cada nue#o período democr&tico re#erdecen los partidos que alguna #e+ fueron re#olucionarios, cuyos límites les fueron impuestos por los golpes militares. 'a democracia es un campo de tregua después de $aber sido derrotados quienes pretendían transformarla. Por eso la nue#a democracia aparece sangrando por la misma $erida que la amena+a de muerte dejó abierta cuando los militares los bajaron del gobierno: les impone a los partidos políticos el límite del terror armado que los $abía despla+ado del poder político. El fundamento guerreromilitar se oculta y retrocede $acia lo oscuro en la democracia, pero permanece allí en las sombras al acec$o, como el "ltimo recurso siempre disponible. ( entonces, cuando el poder armado desaparece, la democracia resurge ex-ni$ilo, limpiada a seco, donde las cartas #uel#en a repartirse como si comen+ara un nue#o juego: como si ésta fuera la
16
primera #e+ que se iniciara. Pero las cartas ya est&n marcadas. Persistir& el juego durante el tiempo que, en la imaginación popular, los partidos políticos sigan siendo algo de lo que fueron. El golpe militar no sólo enfrenta y detiene el empuje de un partido político: el terror penetra en sus adeptos que en adelante quedan limitados y al mismo tiempo satisfec$os de que a$ora el Partido en realidad no sea tan peligroso como lo fue antes para ellos: el límite del terror penetra al Partido tanto como a sus adeptos: forman un solo sistema, sosegado y prudente. 2$ora, luego del terror, los #otamos porque ya sabemos que no #an a cumplir lo que prometen. 'os políticos saben que si llegan no #an a $acer lo que proclaman, ni quienes los #otan tampoco esperan que lo cumplan. 'o aceptan a Perón, por ejemplo, porque saben que el que #uel#e es un león $er#íboro: saben que si los militares le permiten el retorno es porque el que #uel#e no es el mismo Perón que se $abía ido. Por eso, el goce democr&tico entre nosotros es siempre un goce interruptus: cuando piensa culminar, con sólo pensarlo cae en la impotencia. El corte abrupto entre golpe de estado y democracia no es un accidente político inesperado: est& anticipado en la forma política del Estado mismo. En la alternancia se pasa de un estado al otro, se abandona el ímpetu primero, el desafío, el juego de fuer+as, y luego del terror el juego #uel#e a jugarse de nue#o, a$ora m&s sosegado y sujeto al principio de la “realidad política. 8reo que el campo de la política sólo puede entenderse desde la lógica de la guerra, como 8lauseit+ y !arx lo decían de la economía. Pero no exageremos: en #erdad no $abría política si ésta no produjera en ciertas circunstancias $istóricas un cambio en las fuer+as populares, cuando por su empuje logran exceder el poder de las puras armas destructi#as, y alcan+an a crear lo que el prusiano llamaba “la moral de las fuer+as. Ese límite a enfrentar est& en juego siempre que una mayoría se propone un cambio radical, y ponen la fuer+a, la pasión y la inteligencia popular para lograrlo. .e (ec(o, #m!rica latina no est* pacificada, sino que esos límites del poder (an sido desafiados…
oy #uel#e a $aber un desafío, es cierto. El símbolo de esto es onduras, que te marca de nue#o los límites: ojo, no nos descuidemos, no desaparecieron los militares entre nosotros. 8uando nosotros llegamos $asta el límite de lo militar que se $abía dejado de lado, con una fantasía también *Oirc$nerista/ * de que eso ya no formaba parte del campo de la política, porque él la $abía detenido al denunciarla y someterla a juicio, sin pensar que la economía en el capitalismo es siempre una economía que prolonga la guerra con sus propios medios,
17
pero que sigue apoy&ndose siempre en la fuer+a de las armas represi#as. )ada de eso: nuestros militares estaban #encidos ya, pero no por nosotros: estu#ieron #encidos por un poder exterior, por los ingleses y los norteamericanos que los mandaron al frente. )o cayeron por nuestra resistencia. 'a nuestra fue una democracia “regalada porque ya estaban planteadas las premisas del post-modernismo y del neoliberalismo. #lguna ve$ (ablaste una de i$quierda “sin su&eto”, que en este contexto se transforma en una i$quierda sin praxis…
8uando $ablamos de pr&ctica y de praxis, creo que no se muestra claramente la diferencia radical que existe entre ambas. 'as “pr&cticas ense4an los medios culturales ya construidos y puestos a prueba para alcan+ar un objeti#o. El sujeto que lo #a a reali+ar, el objeti#o que se propone alcan+ar y los medios para lograrlo ya est&n defindos pre#iamente: est&n a#alados y legali+ados porque son co$erentes con el sistema dentro del cual las pr&cticas se ejercen. %on actos predeterminados por una cultura que organi+ó los modos de incluirte pasi#amente en ella para satisfacer tus necesidades sin disturbarla. !ientras que la praxis, en el sentido marxista, es otra cosa: no existen caminos pre#iamente determinados para alcan+ar tu objeti#o, porque te proponés algo nue#o que el sistema no contiene como co$erente con su propia estructura. Entonces el orden dado, y la ra+ón que lo organi+a, tiene que ser puesto en duda a partir de tu ubicación dentro de él, y lo primero que aparece como condición para reali+ar tu acto, y buscar una nue#a eficacia, es la necesidad de conocer la estructura que no lo reconoce como compatible. 'a pr&ctica no necesita preguntarse por el “todo que la determina y la condiciona: tu acto “pr&ctico est& bien delimitado: sólo te queda emprender el camino, los distintos pasos ya preparados y consolidados para alcan+ar ese objeti#o también aceptado. Es cierto: la precondición para poder pensarlo como posible exige algo m&s complejo: tenés que ponerte #os mismo en duda y también poner en duda todo el sistema que te organi+ó como su sujeto. Ienés que proponerte, aunque sea en forma de $ipótesis, otra forma distinta de mundo. Ius objeti#os, cuando adquieren entonces un sentido nue#o, no coinciden con los que te presenta el sistema, pero sin embargo est&n dentro de él como posibles. ( para pensarlos como posibles, tenés que #erificarlos. Para acercarte a tu objeti#o cada paso que das tiene entonces que ir ajust&ndose y diferenci&ndose de los ya fijados: es un proceso de corrección y #erificación para poder alcan+ar aquello que concuerda con lo imaginado y pensado de otro modo. El pasar de la pr&ctica a la praxis en el campo político abre el riesgo de la represión mortífera. 9ijate todo
18
lo que tiene que estar mo#iéndose en alguien para decir que est& metido en una praxis. 'a praxis abre una epistemología política: plantea la necesidad de transformar todo el sistema para alcan+ar su objeti#o. Pensemos, por ejemplo, qué sería necesario emprender como camino si el objeti#o fuese eliminar la pobre+a. 'as “pr&cticas políticas que se aplican sólo lle#an al fracaso. -a praxis ob&etividad…
rompe
con
lo
que
se
presenta
como
0no se a#i#ó de esto desde que !arx, en la oncea#a de sus Iesis sobre 9euerbac$, planteaba el límite de la filosofía y su tr&nsito a la transformación del mundo, pero agreg&ndole que bajo ciertas condiciones la reflexión teórica también era una pr&xis.
Iodo mi aprendi+aje en la filosofía lo fui $aciendo con tipos que son algunos radicalmente $eterogéneos conmigo o, por el contrario, muy próximos: %an 2gustín, %c$eler, 9reud, !arx, y $asta Perón. Iodo aprendi+aje es siempre polémico3 es decir, primero comprensión del otro diferente, y luego discusión crítica. Pero para refutar a alguien tenés primero que comprenderlo, $acerte lo que el otro es, lo cual supone un riesgo. (o con Perón fui peronista, con %an 2gustín, cristiano, me $ice judío con#erso con !ax %c$eler. 8on !arx me $ice re#olucionario y con 9reud psicoanalista.
19
)l pensamiento político no puede eludir asumir una realidad profunda de enfrentamiento que est* en la base de lo (istórico4social
Est& en la base de todo, completamente. 'a "nica punta que encontré $asta a$ora, y que est& presente en el ejercicio del poder mismo, ya que el poder se $a constituido sobre su expropiación, es la experiencia de lo materno como lugar originario del sentido $umano para el $ombre que fue antes ni4o. )o #eo otra. 8on las categorías arcaicas de la infancia y con la simbiosis que con ella #i#imos, lo relati#o de nuestro origen desaparece: somos absolutos como ella lo es, en la memoria arcaica, para cada uno de nosotros. Ese es el riesgo, porque al ser metamorfoseado ese lugar $umano por el
8reo que toda cultura se origina y supone permanentemente una mitología, cuyas determinaciones fundantes excluimos de nosotros como si no lo fueran, porque es #i#ida como absoluta y #erdadera, y funda la conciencia con la cual deberíamos pensarla: estas narraciones mitológicas son los presupuestos inconscientes del pensamiento racional, científico o filosófico. )uestra mitología, puesto que nacimos en este país, es el cristianismo, aunque uno como judío recono+ca otras raíces. En #erdad uno nunca termina de saber $asta qué punto la mitología cristiana es la m&s determinante. 'as premisas de las cuales parto significa reconocer el lugar negado por el saber de la conciencia, porque la conciencia ignora el proceso $istórico que la funda, allí desde donde la mitología nos organi+a: el lugar $umano en el cual aparecen los primeros materiales con los cuales la narración mitológica no sólo se enuncia como narración, sino como ordenadora de todas nuestras relaciones con el mundo. Es el equi#alente de aquello que 'é#i-%trauss denomina “operador totémico. El mito expresa el lugar originario donde una cultura se genera, da cuenta del génesis del entramado $umano.
20
entre los cuerpos en su intercambio afecti#o, sexual, económico, político, etc. Porque una mitología implica la permanencia, m&s all& de la maduración del ni4o, de una #i#encia infantil mantenida como absoluta y eterna, tal como est& organi+ada la experiencia arcaica de la infancia. Es desde esa infancia arcaica congelada e inconsciente, desde su rique+a insospec$ada, donde los primeros sentidos y las significaciones se organi+an. Pero #uel#en a aparecer en el adulto como si no #inieran desde nuestra propia experiencia, como si fuera una condición incondicionada, impronta de sentido ya formada, sin origen. Entonces, el fundamento productor de lo mítico es una experiencia que todo $ombre $a #i#ido en su infancia, innegable y absoluta en su contundencia imborrable *desde la cual la memoria comien+a* que determinó el afecto y lo imaginario desde el "nico lugar primero, perenne e irreductible: el cuerpo enso4ado de la madre. Porque la matri+ de toda mitología sería extender la experiencia arcaica de la infancia y mantenerla, transformada, organi+ando en el adulto el sentido, la jerarquía y los #alores de cada cosa que a partir de ellí se abre $acia el mundo. Beconocer, por ejemplo, que el mito cristiano prolonga y abre metamorfoseando la experiencia primera #i#ida con la madre para poder, al despojarla de su sentido originario, sustituir su plenitud sentida por la Dirgen madre milagrosa. ( sobre su estela enso4ada así sustituída incluir, tranformando su sentido acogedor originario, la presencia persecutoria del espectro paterno desde el cual alucinamos un
21
materialidad QmaternaR originaria que da qué pensar, anular su contenido primero que todos $emos tenido que #i#ir necesariamente. 'a experiencia con la madre es el a priori de todo pensamiento, que debe pasar de absoluto a relati#o para recuperarlo. 5ay muc(o para desplegar" 5abl*bamos de mitologías en un sentido (istórico político" #(ora, ligas todo esto a la idea de una mitología propiamente cristiana4racionalista, que niega el mundo sensible sobre el cual se piensa" 6 a la infancia como momento en que todo esto se &uega" +5ay una memoria adulta de esta relación afectiva primera +0ale esta memoria como sitio de la sub&etividad a reactivar en el plano (istórico político
Est& presente, porque en "ltima instancia las marcas $an sido reconocidas. 8uando $ombres tan distintos como !arx o %an 2gustín reconocen que nunca m&s #ol#er& esa “#ida feli+ que todos los $ombres alguna #e+ #i#ieron, tenés a un católico y a un judío por lo menos que lo sostienen, y donde cada uno la ubica donde puede3 2gustín en el fondo "ltimo de la memoria que
8reo que el acto de pensar también es un acto de praxis en el sentido m&s material de la palabra, porque implica la puesta en juego del cuerpo m&s all& de los límites que los otros, los que “$acen política, enfrentan de otra manera. )o digo que uno sea m&s #alioso que otro. 'a pr&ctica no produce angustia, no $ay que crear ninguna respuesta que sea socialmente nue#a, porque sólo se trata de adaptarnos. Pero $ay también una praxis que se descubre en la propia capacidad de pensar o de tantear el mundo para #er cómo te metés en él enfrentando lo que él no tolera. Esto también es política, si política es lo que est& ligado al
22
juego del poder de dar la muerte: del poder ajeno interiori+ado que impide el ejercicio del nuestro. 'a ruptura del límite supone un coraje en el pensamiento, una #alentía que est& modulada por las ganas de #encer la angustia por infringir un límite. %iento que estoy pensando cuando #en+o un límite en mí mismo para decir lo que me brota como pensamiento. Por lo tanto, queda transformado lo que pude $aber pensado antes. 'a angustia se instala sin que yo la llame, junto con el pensamiento que se piensa en mí mientras me lle#a casi de la mano, como si me antecediera. 2cepto seguirlo o tomo otro camino/ !e detengo porque, me digo, estoy cansado, porque me entró $ambre o ganas de ir al ba4o. 'a angustia es algo que se produce en el cuerpo afecti#o, que sostiene al cuerpo de palabras como su #erdad sentida, porque no lo dice con palabras aunque las palabras lo desencadenan. 'a co$erencia lógica es también un sentimiento que dice “si o “no al pensamiento. Para mí la angustia es un índice fundamental, una guía implacable en mi relación con el mundo. +3odo lo cual queda bloqueado cuando no se puede elaborar el miedo y la angustia
%í, uno niega la angustia porque duele muc$o, duele de un dolor diferente. Es un dolor que no te dice de dónde #iene. Excede toda referencia. Es un sentimiento indescifrable. Por eso $abitualmente rec$a+amos sentir ese malestar como índice del algo. “Est&s angustiado, toma pastillas. Pero en algunas situaciones es un grito sordo de alerta. ( también podría agregarse, en este "ltimo caso, que la profundidad del goce es tan profunda como la que abrió la intensidad del sufrimiento que enfrentaste para transitar un camino. ( esto no tiene nada que #er con el dolorismo. +7inalmente praxis es lo que se cru$a con la angustia
'a cuestión es la de siempre: la muerte est& como posible en cada instante que #i#ís, y sobre todo en el acto de recogimiento, cuando se piensa solo, en silencio. 2llí, de alguna manera $ay un lugar donde la presión inmediata de la realidad se suspende3 debe ser como el silencio anterior a la batalla: la duerme-#ela. %i est&s solo, quién te protege/ i retomamos tu idea de que en el fondo de la política, y de la política democr*tica, pervive una relación de dominación, una guerra pospuesta o latente, un estado de tregua, +dirías que el pensamiento est* afectado ante esta situación de inmovili$ación de las fuer$as, +(aría falta
23
entonces una política capa$ de pensar el trasfondo de enfrentamiento, un pensamiento que sepa (acer de la tregua un momento de acumulación de fuer$as
8laro, pero la tregua, que es el supuesto fundamental para preser#ar la #ida, es también un momento de resistencia. 'os #encedores la conceden para contenerte porque te #encieron “objeti#amente, pero 8lauseit+ dice que si $ay resistencia no te $an #encido toda#ía, aunque así se lo crea la inteligencia de los “ser#icios de inteligencia que piensan que pueden pre#eer el futuro que ellos producen a la fuer+a. 'a resistencia de los aborígenes latinoamericanos dura desde $ace cinco siglos. 'o que pasa es que ellos, los que la ejercen, podrían pensar que a$ora con todo el poder de fuego que tienen acabar&n con toda la resistencia y para reno#arla, porque el terror es duradero en sus efectos, nosotros tendríamos que esperar a las nue#as generaciones $asta que cobren entonces nue#amente fuer+a. 2 no ser que el capitalismo persista y nos arrastre $asta la destrucción del mundo, destruya a grandes +ancadas la naturale+a y aniquile por omisión a poblaciones enteras que $an quedado fuera del consumo. oy en día $ay muc$a gente, millones, que est& de sobra en la tierra. %i se persiste en el consumismo y en el sistema capitalista, tipo modelo norteamericano, se $a emprendido un camino sin retorno. 2$ora yo les pregunto a ustedes: 8u&l es la lectura que $acen, unidos como est&n, a los mo#imientos sociales/ 8ntentamos pensar cómo despu!s del momento m*s duro del neoliberalismo, que va de la dictadura al gobierno de Menem y el período de la #lian$a, se abre una novedad importante en la #rgentina, a partir de la resistencia de movimientos novedosos como fue el de los desocupados, de los excluidos de los bienes p'blicos, y de quienes se suponía que no podían organi$arse porque no estaban en la producción, sin embargo (icieron una resistencia muy fuerte, entre otros y con otros…
Eso sí lo recono+co. 8uando comen+ó el mo#imiento piquetero se podía reconocer la nue#a ocupación de los desocupados que el sistema dejaba libre, y lo ejercieron: el trabajo de los sin trabajo era un trabajo, trabajar era también $acer eso que estaban $aciendo los piqueteros sin trabajo. 0no pensaba: es el germen de un nue#o trabajo, mo#ili+ando a los millones que lo perdieron y que lo recuperan como trabajo político.
24
Parecía el descubrimiento de una fuer+a pacífica que #ol#ía a descubrir el poder de su eficacia en el "nico campo que le dejaban libre, fuera del de morirse de $ambre. 8omo lo aprendieron luego los terra-tenientes desde la opulencia, copiando a los que no tienen nada: el país no podría funcionar si no se tenía en cuenta sus reclamos. %in embargo, aparece el límite de la eficacia de la rebeldía: los que conser#aron su trabajo no se interesan por los que lo perdieron. )n los 9:, confluye una generación nueva alrededor de 58;% y esta fuer$a tambi!n nueva que son los desocupados" .espu!s se da el encuentro con la clase media y el reclamo por la confiscación de sus a(orros" )ntonces (ay un momento sorpresivamente asambleario" 3al ve$ m*s breve que el que algunos (ubiesen esperado, pero rico en la medida en que a(í cuecen muc(as de las cosas que el gobierno de 2irc(ner va a intentar retomar a su manera" .u(alde c(ocó con esta realidad y eso le costó su gobierno"
Para #ol#er a los piqueteros. Becuerdo una imagen que para mí fue muy importante. 0n piquetero sentado al borde de una ruta, llorando, después de la represión policial. %e acerca un periodista para preguntarle si lloraba porque le $abían pegado, y el piquetero le responde: “)o, no lloro porque la gendarmería nos pegara3 lloro por estos $ijos de puta del pueblo que nos dejaron solos. Eso es fundamental. Podríamos decir que los partidos políticos no sir#en para crear una fuer+a colecti#a generadora de resistentes. Pero no es que los dejaron solos los políticos, sino los pobres del interior, también destruidos como ellos. Esta imagen del piquetero para mí simboli+ó un límite. %i los postergados no se unen para formar una fuer+a efica+ de resistencia, no $ay salida. Por otro lado, quién copó las asambleas del 7;;5/ S'a i+quierdaT Esa i+quierda congelada en las fantasías del origen de las que $abl&bamos antes, y que creía que $abía llegado el momento de la re#olución. )o se daban cuenta que en la consigna de “que se #ayan todos, que no tiene due4o, ellos también estaban incluidos. En las asambles de Parque 8entenario los asistentes se aburrían y se iban mientras ellos se peleaban por el micrófono. Jran parte de los que asistieron *no nos $agamos ilusiones* no fue la gente que $abía salido los días anteriores a la calle, que encendieron las fogatas en las a#enidas, sino que eran militantes de i+quierda, que pretendían conducirlos
25
se4alando el camino.
Estamos dentro del juego de la democracia y sólo queda el camino de profundi+arla, pero tenemos presente que $ay extremos que definen su juego, que $ay un momento en el que si no se abre un espacio de enfrentamiento, cuyas posibilidades deben ser creadas en la construcción de fuer+as nue#as, no $ay nada que oponer seriamente a aquellos que disponen del poder #erdadero. Es lo que est& pasando a$ora también: te #es obligado a apoyar con tu resistencia a un gobierno que no reclamó la tuya ni las que est&n m&s abajo para defenderlo. 'a mo#ili+ación de la gente no est& incluida en el “modelo: aparecen como con#idados de piedra en acuerdos de los que sólo participan los que tienen el poder para enfrentarlos. El gobierno define desde arriba lo que el pueblo necesita, pero no acude a despertar su apoyo para sostener las medidas que proponen. %ucede que todas las medidas concedidas, puesto que no $ay un di&logo mo#ili+ador con las bases, tienen una doble inscripción simult&nea. 8reo que la gente piensa3 nos sir#en a nosotros o sir#en a los otros/ Es como una balan+a sin contrapeso: sin el peso de las fuer+as populares. Hirc$ner, por definición de su primer gran $ec$o político, necesariamente debía $aber creado *y no era tan difícil, o por lo menos $abía que jugarlo para ser co$erente con ese punto de partida* una gran fuer+a popular que lo apoyara. Era el "nico soporte para pr;longar la política a partir de ese fundamento de muerte que él $abía desnudado. Ese comien+o se despoja de la fuer+a implícita en el acto de plantearlo, cuando pasa luego a asentarse en la trans#ersalidad del Partido. 8on estas “fuer+as políticas del Partido Lusticialista se puede acompa4ar cualquier política, pero nunca una política que mo#ilice a las bases y que pase por encima de los jerarcas y caciques del partido, cuya castración de esencia $abía denunciado. 8on esa política de “resistentes justicialistas se creó el menemismo. 8reo que $ay #arios fantasmas que est&n circulando dentro del peronismo, como en todos los otros partidos, y a"n entre la gente de i+quierda: no $an podido anali+ar $asta qué punto el terror del "ltimo gobierno dictatorial penetró en todos *y por lo tanto en cada uno de nosotros. (o creo que es un punto ciego, que impide poner en mo#imiento y conglomerar a las bases postergadas, que ponen de relie#e el peligro que #ol#ería a amena+arnos si se osara. Hirc$ner, en ese enorme y primer paso, puso su cuerpo como símbolo materiali+ado de la
26
osadía de enfrentar el terror. Ese acto de coraje se extendía y penetraba, como experiencia #i#a, en cada cuerpo ciudadano. %u propia osadía se apoyaba en los cuerpos ciudadanos que por ese $ec$o $abrían de acti#arse al liberarse. Pero entonces esos cuerpos luego debían necesariamente completar el suyo al materiali+arse como $ec$o político colecti#o: $abía que crear un poder donde la mayoría que $abían sufrido las consecuencias económicas, sociales y morales de ese terror se integrara. abía que ir construyendo ese poder nue#o, el "nico capa+ de sostener ese acto político indi#idual, como símbolo que era, y le diera, como sostén, el cuerpo de todos los que antes se $abían quedado solos, aislados e inermes. .urante el gobierno de 2irc(ner, la cuestión de los a>os ?: aparece con muc(a fuer$a…
'a democracia, cuando se instala luego del terror militar, aparece como si el terror sobre el cual reposa $ubiera sido superado. %e abre, creen, el libre juego entre libres jugadores que se afirman a$ora en la legalidad jurídica de la 8onstitución y pueden seguir jugando, sin darse cuenta que a partir del cambio del poder militar al poder ci#il se $an instalado en el campo donde rigen a$ora las categorías de la política castrada, porque el terror $abía demostrado que no existe otra. 2lfonsín, pese a la mayoría de #otos, tu#o la prueba con la sucesión de peque4os golpes militares a los que fue cediendo, felices pascuas mediante, para recibir el golpe definiti#o del poder económico que, con la inflación desmesurada, lo $i+o sucumbir antes de tiempo. Entonces, pasados los a4os, Hirc$ner abre un espacio político distinto con su acto inaugural. %e trataría, era pensable, de crear las condiciones de un enfrentamiento democr&tico dentro de la democracia, donde a partir de esa experiencia, el peso de la fuer+a colecti#a acti#a esté materialmente presente para que no fracase lo que $abía fracasado antes. )o queda otra. Porque si no $ay una fuer+a popular que esté resistiendo como mayoría al poder de dar la muerte del terror diseminado, ese que se prolonga en la economía y en los media, la democracia seguiría funcionando como lo $abía $ec$o $asta a$ora: sería una democracia castrada en su poder de transformarse. Eso es lo que #ino a desnudar Hirc$ner. Pero lo que no $i+o Hirc$ner, luego de abrir sin embargo ese espacio, y cuando tantos esperaban que lo $iciera, fue enfrentar la permanencia del terror que a$ora, por otros medios, siguió estando presente sobre todo en la economía y en los medios de comunicación. )o era esa la consecuencia necesaria de su primer acto político, donde se resumía toda la experiencia del pasado/
27
+Cómo viste la recuperación de la )M#
i+o un museo y otras cosas necesarias. Pero también $ay que preguntarse si con ello no se crea la impresión de que ese pasado $a sido superado, y sugiere que ya $a sido dominado. 2$í se conser#a el recuerdo #i#o de los muertos que $an dejado la realidad de su existencia, a$ora #i#a en nuestros cuerpos. El problema queda abierto: cómo $acer para que no $aya en el futuro necesidad de otro museo que conser#e los restos de los que $oy en día estamos #i#os/ 9ue muy extra4o, y a"n no acabamos de comprender esto: cómo Hirc$ner, que tu#o el coraje de desnudar el fundamento $omicida del Estado, ese que est& a la base de la castración de los partidos politicos #encidos, sin embargo se reduce luego a desen#ol#er su proyecto dentro de ese mismo espacio político que el terror $abía limitado. Era sólo una dramati+ación teatral de la tragedia argentina, que se agotó en la representación política/ Era el espectro de Perón que, persecutorio, #ol#ía m&s intensamente por sus fueros y pedía #engan+a por la traición de aquél que $abía osado desnudar la trampa del peronismo originario, al mostrar que Perón $abía prolongado en la política, aunque de modo m&s astuto, la misma tradición asesina de las 9922/ Eso es lo que los poderosos y las clases medias altas no pueden perdonarle, porque al poner al desnudo al poder militar que funda al peronismo político, desnuda simult&neamente el fundamento asesino de todos los poderes/ Porque el peronismo era el "nico partido democr&tico que $abía sido engendrado en las 9uer+as 2rmadas. 2l bajar el cuadro de Didela no era también, acaso, el de Perón el que descendía/ Hirc$ner dramati+a y pone en juego, como un escenario de la antigua Jrecia, la tragedía del origen del peronismo y de todo poder político populista. Entonces se comprende que todo lo disperso y lo distinto, borrando sus diferencias, se a"nen como “oposición frente al enemigo m&s odiado que los $a delatado. )sta ve$ la amena$a no se activó desde el poder militar sino directamente desde lo económico y medi*tico
2 partir de esta interpretación, todos los actos del gobierno de Hirc$ner son necesariamente ambiguos: tienen una doble inscripción, por arriba y por abajo: en lo militar, en lo político y en lo económico. 'o que aparece como inco$erencia entre progresismo y entreguismo debe ser comprendido de otro modo entonces. 8ómo no creerle, pese a todo
28
lo que $aga, si se $a jugado tan a fondo, y sobre todo cuando ning"n peronista nunca llegó en los $ec$os a desnudar la castración política del peronismo $asta el límite que él lo $i+o/ Pero faltó la otra parte, la consecuencia política de ese acto inaugural, donde reciba la realidad que lo complete. 5ay dos premisas que (acen diferente al gobierno de 2irc(ner@ desactivó durante a>os el discurso del a&uste y bloqueó toda salida represiva durante la crisis
asta ese momento, quiénes estaban satisfec$os/ 'a burguesía que fue a golpear los bancos y formó parte de la rebelión/ Esa tu#o una presencia p"blica en los medios sobre todo por los peque4os a$orristas. Estaba la antecedencia piquetera. abía algo m&s abajo, lo que ellos m&s temen, que no surge desde los peque4os a$orristas que reclamaban sus fondos. Iemen la pueblada, temen el le#antamiento de masas. ( eso toda#ía no estaba en juego, aunque se insinuara. 1ué fue la política de
29
de#aluación y permite el crecimiento. Permite que se sigan enriqueciendo ciertos sectores, porque no toma ninguna medida contra los bancos, ni contra las remesas de las ganancias de las grandes compa4ías, ni aun lo $a $ec$o. 8on Hirc$ner comien+a un neoliberalismo nacional. ( entonces nos dicen que el presidente creía, al principio de su mandato, en la autonomía de los
medidas
relevantes
como
la
Eso tiene una doble lectura, como todos sus actos cuando fa#orecen a las clases mayoritarias: fue un $ec$o positi#o pero tomado desde la defensi#a política, luego de “la rebelión campesina. 8reo que el gran defecto de la política Oirc$nerista consiste en no $aber puesto en la mesa, para que la gente lo entendiera, los grandes obst&culos que los poderes económicos concentrados, de adentro y de afuera, oponían a una política sua#emente nacional a la cual no eran pocas las concesiones que se le $abían $ec$o. ( esto como un intento de explicarlo con la mejor buena lec$e y atribuyéndole a Hirc$ner las mejores intenciones. Entre ese $ec$o fundacional, el de mostrar al terror como premisa de la política, y la conclusión necesaria de pasar a mostrar que ese mismo terror estaba en el fundamento de la expropiación nacional de la economía, se $abía abierto una brec$a, porque sus compromisos lo acosaban a$ora desde adentro y desde afuera del gobierno. %i $ubieran suscitado el apoyo de la población mayoritaria $ubiera $ec$o pedagogía política al mostrar la complejidad ya tramada que un gobierno encuentra cuando llega a la presidencia: la mayoría $ubiera seguido entonces acompa4&ndolo con su apoyo, sobre todo si el gobierno comen+aba a desarrollar políticas acordes con la mayoría. 8ómo entender que ante el aumento de los precios de los alimentos permiteran la concentración oligopólica de los supermercados, marcadores de precios/ 8ómo entender el #eto a la ley de minería/ ( la ratificación de la propiedad pro#incial del subsuelo que permite seguir entregando el petroleo/ En el mejor de los casos podría decirse que la política de los Hirc$ner no mostró la punta de una lectura que permitiera a la gente, y yo soy uno de ellos, desde sus necesidades insatisfec$as, comprender los obst&culos que el gobierno enfrentaba para imponer su modelo, porque la contradicción est& presente en el gobierno mismo. 'a confusión se expande desde arriba: desde lo que se dice y desde lo que no se $ace. 1ui+&s por eso se entienda que el gobierno de Hirc$ner, contradictoriamente, buscara el apoyo en la trans#ersalidad del justicialismo y no en el apoyo de las mayorías populares. 8omo decía
30
antes: mayorías en la cuales $ubiera encontrado la fuer+a que podría sostener su política, aunque fuera solamente reno#adora. 5ablabas de la castración de los partidos, +extend!s esta imagen a los movimientos sociales, que no son ni partidos ni sindicatos
Por lo que yo sé, $abría que tener m&s experiencia del conurbano, donde muc$os de esos mo#imientos terminaron manejados por los punteros políticos. 'a "ltima mo#ili+ación en defensa de Hirc$ner, durante el conflicto de la 57, cuando nos sumamos con la gente #enida de esos barrios, se la podía #er animada por alg"n ímpetu político/ )o, nada. 'os pobres del conurbano #enían caminando, cansados, como cumpliendo una tarea impuesta. Pero las grandes mayorías, asediadas por los medios que Hirc$ner mismo $abía apoyado, fueron mantenidas en el secreto de lo que en #erdad se estaba jugando para los intereses colecti#os nacionales. !&s de dos meses de silencio: para mí sigue siendo incomprensible. Es extra4o: todo es explicable e inexplicable al mismo tiempo, pero sólo lo es si tenemos presente ese acto originario de su gobierno. ( uno desde afuera piensa: cómo no pusieron los medios en cadena para informar a la ciudadanía sobre los intereses que se estaban jugando/ Por qué no suscitaron un apoyo que frenara la piedra libre tomando medidas económicas que suscitaran fuer+as sociales contrarias a la que los propietarios de los campos pedían/ %ólo alguna gente jo#en bien trajeada de la nue#a burguesía “campesina dan+aba en los caminos y en las calles, los dem&s est&bamos espectantes: no salíamos del asombro. Entonces la impotencia que la palabra “castración e#oca en las fuer+as populares no #enía desde abajo: #enía desde arriba. Iodos los partidos, de derec$a e i+quierda, por esa limitación originaria que el terror les impuso, defendieron los intereses m&s retrógrados y miserables. 'a “oposición quiere reali+ar, con el apoyo de los mismos peronistas, la “gran unidad nacional que Perón $abía proclamado cuando retornó del exilio madrile4o sobre fondo de la 2rgentina potencia/ 7uiste a la pla$a cuando se inició el conflicto con el campo
9ui a la pla+a porque en ese momento, y con la ambigUedad que estaba planteada, se jugaba una di#isión de aguas muy importante. oy también iría, a pesar de todo. %e buscaba al menos que no permaneciera disperso aquello que el Oirc$nerismo $abía reunido en su comien+o.
31
1ueríamos que el gobierno no cayera #encido, que se mantu#iera al menos esa primera línea di#isoria. Bepito: yo $abía esperado que pusieran los medios en cadena, que informaran a la población de lo que realmente se estaba jugando, que se solicitara su apoyo masi#o ante el desabastecimiento, pero no se animaron. Es cierto, en política, cuando la ciudadanía m&s postergada no conoce los entretelones del juego de fuer+as ni se le ayuda a discriminar dónde est& el enemigo, esa ciudadanía queda inmo#ili+ada, expectante. !&s teniendo en cuenta las propias acciones de gobierno. abía un riesgo, es cierto, pero era una posibilidad muy democr&tica. +e cerró esa posibilidad
%i no lo $icieron cuando tenían fuer+a, a$ora que no tienen gran acompa4amiento popular tendrían que tener un coraje a toda prueba. El gobierno quedó a la defensi#a. El riesgo es caer otra #e+ en el tradicionalismo reaccionario que la trans#ersalidad política termina siempre apoyando: qui+&s un le#e resurgir del radicalismo ir& a refor+ar un candidato "nico de la oposición, y una permanencia del peor peronismo. Pero qui+&s también los Hirc$ner recuperen el espacio perdido, si pueden aprender de la experiencia. 'o que creo que le $a faltado al nacionalismo popular, que exaltaba los #alores nacionales con categorías de derec$a, fue ligar la terrenalidad y la materialidad geogr&fica, esa que define a la “patria, con los cuerpos explotados de los ciudadanos pobres, despojados de toda propiedad. )unca el problema de la nación estu#o tan claramente ligado a la terrenalidad geogr&fica material del suelo patrio, y ésta ligada a la materialidad de los cuerpos de sus $abitantes. Pero faltó referir el problema del campo a la expropiación del suelo nacional, que nos pertenece a todos, diferente al de la patria que los terra-tenientes definen. 'a economía es un ni#el de lectura, pero si no se la profundi+a $asta ligar la propiedad de la tierra a la expropiación de la geografía de la patria *que era el "nico ni#el que lo $iciera comprensible, en su simplicidad, para todos* lo que permanece es el fundamento de la propiedad pri#ada como "nico índice cierto en la economía. Pensamos que Hirc$ner no podía $acerlo, porque durante su presidencia ratificó la propiedad pro#incial del petróleo y las minas. El mismo criterio económico que a#alaba la expropiación del petróleo reguló las rentas que dejaban al Estado la soji+ación de la tierra y las minas por el capital financiero. 'as regalías petroleras y de los mineros son el equi#alente de las retenciones: propiedad de la tierra nacional en un caso, propiedad de los $idrocarburos y de las rique+as minerales por el otro. El $ec$o de