Facultad de Ciencias Sociales Escuela de Periodismo Oratoria y Debate – Sección 1 (Viernes) Profesor Moisés Norambuena
Trabajo 1
“Hablar bien en público” Harold Zúñiga
Pedro Kortmann Quinteros
“Hablar bien en público” de Harold Zúñiga
Capítulo I: Convertirse en un ser humano con poderes de relación social
La comunicación, se entiende como la interacción entre la recepción y el envío de mensajes. A su vez, es el medio que nos permite entablar nuestras relaciones sociales en y con nuestro entorno. No obstante, para mejorar como seres humanos en este ámbito, es necesario desarrollar habilidades que influyen en el proceso comunicativo. Primero está la escucha, la cual involucra una predisposición a que en el momento de estar interactuando con otra persona, solo me concentro en ella, sin interrumpirla hasta que termine, y no hacer otras cosas mientras me esté hablando. De lo anterior, es que "la pausa" resultar ser un herramienta eficaz para facilitar la escucha, poder percibir "las emociones, sentimientos y sensaciones de los demás", lo cual por consecuencia posibilita nuestra aceptación del otro - desarrollando nuestra empatía - y nos permite un mejor manejo sobre nuestras emociones al momento comunicarnos, es decir, una buena gestión emocional. En suma, es que el desarrollo de este conjunto de habilidades potencia nuestra "expresión y exposición de los mensajes cuando se tiene que hablar en público". Siendo además muy importante, el seguimiento que se haga luego del exponer, para enriquecer nuestra experiencia y aprendizaje como oradores y, "disminuir la distancia entre lo que decimos que hacemos y lo que realmente hacemos".
Capitulo II: La relación con nuestras inseguridades
Los malos softwares, concepto que usa el libro, son pensamientos que damos por ciertos y que reducen nuestra capacidad de acción. Influyen de manera directa en nuestros miedos e inseguridades. Esta especie de obstáculos tienen origen en nosotros
mismos, ya que somos nosotros los que nos auto imponemos concepciones erróneas de lo que somos capaces de hacer y de lo que no, ahora bien, es complejo intentar que desaparezcan, pero, si es mejor procurar en neutralizarlos. En respuesta a aquello, existen las contramedidas, las cuales nos permiten evitar que ese pensamiento de bloqueo se conecte con nuestro interior y nos haga renunciar y rendirnos sin intentar nada; lo que se denomina: el preocuparse. Caso contrario e idóneo, es que se debe focalizar nuestra atención en conectarnos con el exterior, haciendo algo útil para hacer frente a los malos softwares, en otras palabras, ocuparse. Para lograrlo, se requiere ejercitar la habilidad de dirigir la concentración a un lado u otro, junto al plantearnos pequeñas metas, para ir adquiriendo confianza y una actitud enérgica, entusiasta y empática al momento de exponer.
Capitulo III: ¿Qué queremos que pase? ¿Para qué hablamos?
Definir una estructura para la exposición facilita nuestro proceder durante ésta. Esto significa, dar orden y coherencia a lo que queremos decir, lo cual permitirá que nuestra audiencia pueda comprender de mejor manera el mensaje y, también uno pueda manejar sus inseguridades. Por consiguiente, es que es necesario primero definir el objetivo, tener claro el propósito, es decir, para qué estamos haciendo esto. Seguidamente, aclarar lo que se quiere aportar o dejar a quienes nos escuchen. Concretando estos dos puntos, es cuando se podrá definir el camino que tomaremos para lograr nuestro objetivo, o sea, a la disposición y secuencia del contenido a lo largo de la presentación. Habiendo dos momentos claves en ésta: el inicio y el cierre. El principio de la exposición, es el momento de enganche con el público, por lo tanto previamente se debe conocer el perfil de los oyentes para sintonizar con ellos y,
también dar a entender el sentido de lo que se irá presentando. En tanto el final, es el espacio donde se entrega, por lo general, la síntesis de lo expuesto, buscando generar los efectos prefijados, ya que es la última oportunidad de hacer que la ponencia sea recordada, y así procurar un buen impacto.
Capítulo IV: La administración del tiempo
La manera más práctica y simple de administrar el tiempo es mirando el reloj. La mayoría de las veces, se trata de hacer de la forma más disimulada, pero, dicha manera resulta ser más distractora, por ende es preferible: mirar directamente el reloj de muñeca o utilizar algún otro recurso para llevar el control del tiempo. Esto es fundamental, ya que es de mucha importancia no sobrepasar los horarios establecidos, netamente por respeto al tiempo y expectativas de quien(es) nos escucha(n). Además, en el ámbito del tiempo resulta imperioso preparar con mucho cuidado la estructura de nuestra presentación. Pues se pueden dar circunstancias en que nos pidan recortar el tiempo de duración original o, alguna intervención dure más de lo esperado. Ante estas emergencias, requeriremos de agilidad en saber de qué partes de la exposición podemos prescindir, para reestructurar la exposición y gestionar eficazmente el tiempo.
Capítulo V: La atención al entorno físico y los ensayos
Cada lugar es distinto, tiene su ambiente y elementos propios, es por ello que es relevante conocer antes el sitio donde se va a exponer, de forma presencial idealmente. Primero, para saber si se dispone de un espacio cómodo para exponer, sin objetos que sean obstáculo para desplazarse, por ejemplo. A continuación, manejar la disposición de
los utensilios de apoyo para la presentación: la pantalla, la computadora y el proyector, los cuales se encuentren ubicados de manera que no interfieran con el campo visual del auditorio. Si estas condiciones no se presentan, hay que darse el tiempo y distribuir de forma óptima cada elemento para procurar una buena presencia y comodidad mientras se expone. Los ensayos, son el mejor medio para verificar la óptima organización del lugar para llevar a cabo la exposición, el dominio del contenido y la forma en que se transmitirá. Nuestra posición respecto a la pantalla, el contacto visual con el público, el pase de las diapositivas, entre otros factores, deben ser previstos en el ensayo, de manera de asegurar una mayor efectividad al momento de enfrentarse a la audiencia.
Capítulo VI: La gestión de preguntas
Siempre se van generando inquietudes en quienes nos escuchan mientras exponemos. Por tanto, para estar preparado ante el devenir de preguntas es recomendable: plantearse que cada interrogante es una oportunidad para poder ayudar al entendimiento de la otra persona y, salir de la idea de que nos están poniendo a prueba. Ante cada formulación se debe escuchar y mirar a quien pregunta, no interrumpirlo, y luego contestar mirando al interlocutor (pudiendo ampliar la vista hacia todo el auditorio) y de la manera más concisa. Sin embargo, de igual forma se nos plantearan preguntas que nos incomodarán, ya sea por la agresividad con que son emitidas o porque sinceramente no sabemos la respuesta. Antes estos escenarios se sugiere: esperar unos segundos antes de responder las preguntas agresivas, ello dejará tiempo para preparar una mejor respuesta y transmitirá interés. Ya en el caso de que no sepa qué contestar, lo mejor es ganar tiempo:
admitiendo que no se sabe la respuesta o, dar una respuesta conciliadora que comprometa a la pronta resolución de la inquietud.
Capítulo VII: El lenguaje no verbal
El lenguaje no verbal (LNV) se compone de gestos y posturas, estos elementos nos pueden entregar mayor información de las personas, la cual nos permite una mayor capacidad de acción en y con nuestro entorno. Para captar dicha información, es necesario agudizar nuestra capacidad de percepción para obtenerla desde la expresión corporal. Esto último se ejercita con observar el lenguaje no verbal de otra persona, solo así nuestra lectura del LNV irá mejorando, junto al control de nuestros propios mensajes corporales. En el momento de dirigirse al público (de pie), se requiere una buena postura, ya que ayuda en la emisión de la voz. Aquí la quietud es conveniente, pues proyecta formalidad, solidez y confianza, siendo una correcta posición en la que se reparta el peso del cuerpo sobre las dos piernas, con una separación justa de los pies (a la altura de los hombros). No obstante, aun así se puede matizar con movimiento, pero, un movimiento que demuestre serenidad, del cual conscientemente se tenga control y tampoco se exagere su uso. Conjuntamente se debe apelar a la actitud, ya que es el componente al cual la gente más responde y capta inmediatamente. Las manos son un recurrente recurso de gesticulación durante las exposiciones, siendo el modo más empleado el de las manos por delante del cuerpo. Lo importante es equilibrar el constante movimiento de éstas con los momentos de pausa, así no se acelera la comunicación y mantiene la cuota de tranquilidad que se precisa proyectar. Por otra parte, no es adecuado el dejar los brazos extendidos al lado del cuerpo mientras se
habla, como también el cruzar los brazos o la manipulación excesiva de algún objeto entre las manos. Entre otros elementos y/o factores en una buena comunicación, está la mirada. Es preponderante el mirar a quien estemos escuchando, porque fuera de permitirnos el “leer” la corporalidad de la otra persona, yo me exhibo como alguien creíble, de confianza. Por añadidura, el concentrar la mirada en el otro, también es signo de interés, lo que favorece al feedback en la comunicación, así como una sonrisa o el asentir con la cabeza, también son muestra de atención y empatía. Si bien esto nos hace seres más cercanos, hay que tener cuidado con la proxémica, es decir, la distancia que mantenemos con quienes interactuamos. Se reconocen cuatro tipos de zonas, desde la pública hasta la íntima, las cuales son relativas, pues se encuentran supeditadas a rasgos culturales. Sin embargo, lo esencial a comprender es que seremos aceptados en la medida que respetemos el espacio personal del otro. En situaciones de interacción como el de una reunión, nuestra postura radica más en estar sentado, pero variando dicho elemento, la preocupación por lo que queremos transmitir es y debe ser la misma. Nuestro cuerpo seguirá manifestando algo, desde la forma en cómo nos sentamos, hasta en el cómo saludamos y participamos de la situación. Asimismo, los gestos guardan un significado, expresando sensaciones positivas o negativas. Ayudan a reafirmar nuestra comunicación verbal, y depende de la ejercitación propia, al comienzo planteada, el poder controlar su uso de manera adecuada.
Capítulo VIII: Entrenamientos de Oratoria
Conceptualmente, la oratoria tiene como principales objetivos: persuadir y conmover. De estos dos, el primero es el que necesita mayor entrenamiento, en vista de que compromete más control sobre el qué y cómo decimos y hacemos las cosas. Por lo
demás, en la generalidad de las presentaciones se tiene como fin la persuasión, pues se busca un impacto – o cambio – en la acción del público. Caso distinto lo es el otro propósito, donde más importante es la penetrabilidad para vislumbrar las emociones, que el control sobre éstas. En este aspecto es necesario el ser transparente con las propias vulnerabilidades, solo así podremos entusiasmar o estremecer a nuestros oyentes. Como ya se ha expuesto a lo largo del texto, para lograr las finalidades anteriormente mencionadas – persuadir y conmover – se requiere de hablar bien, para que el mensaje pueda ser entendido y captado. Esto involucra una ejercitación de ciertas técnicas, para conseguir esa oratoria eficaz, ya que es una habilidad, y para desarrollarla requiere de ensayo. Inicialmente, está el conseguir una alta claridad y un volumen adecuado, lo que nos entregará credibilidad frente al público. El primer componente (la claridad), subyace en una buena dicción (la forma de pronunciar), donde un recurso para su práctica son los trabalenguas. Allí se entrena el movimiento de labios, lengua y maxilar inferior. A la par, la cantidad de aire en la cavidad bucal también influirá en la pronunciación, especialmente, de las letras consonantes. Análogamente, el segundo componente (el volumen) involucra a la práctica de la acentuación de palabras y a los cambios de ritmo, donde ambos influyen en que un discurso sea dinámico o monótono. Las pausas, su control y dominio proyectan una imagen de seguridad y dominio. Se trata de un momento de silencio, el cual lo vivamos con calma, para que nuestros oyentes también lo puedan sentir así. Su práctica, por ejemplo por medio del respeto de los puntos y las comas al leer, a la larga permitirá eliminar las muletillas, que no son ningún aporte al contenido y menos a la forma del discurso. Simplemente una manifestación de ansiedad o angustia que nos cortan la fluidez. En cambio, el silencio permite que nuestras palabras obtengan resonancia, marcar el cierre de una parte y el comienzo de otra, tomar aire adecuadamente para seguir exponiendo y, concentración en la organización de ideas.
Nuevamente: la mirada, donde el ímpetu que se coloca en ella, es puente para una mayor interacción con la audiencia. Lo que se intenta realizar con el acto de mirar, es ir advirtiendo el efecto que va causando nuestra exposición. No mantener constante el contacto visual con el público, demuestra desinterés por parte de uno a lo que se está haciendo, y en consecuencia, se perjudicaría al proceso de persuasión. Finalmente en entrenamientos más avanzados, la vocalización es una práctica que permite lograr un sonido más claro y una mejor pronunciación. Involucra el ser consciente de que para pronunciar ciertas vocales se necesita una determinada apertura de la boca y forma de posicionar los labios. También se tratan los problemas de volumen, donde se distinguen diferentes causantes del problema, y cada una es tratada particularmente para buscar la mejor proyección de la voz. A posterior, continúa con los tonos e intenciones, aludiendo al lograr amenizar nuestra voz, capacitando y liberando la conexión con las sensaciones.
Opinión Personal: El texto de H. Zúñiga te invita a auto evaluarte. Explicándote desde la importancia de las relaciones sociales, hasta instalarte en situaciones cotidianas, te lleva a recorrer un camino donde revisas un acto básico de la vida y necesario en nuestra socialización: la comunicación. Mostrándote distintos aspectos de ella, que por lo general uno cataloga como obvios, por medio de un lenguaje sencillo y cercano te hace replantearte el cómo tú actúas en torno a esto: A caso ¿Realmente te concentras sólo en la conversación cuando una persona que te está hablando?, o ¿también estás preocupado del celular o mirando la gente que pasa por el lado? “Hablar bien en público”, te embarca en la globalidad de lo que realmente significa comunicarse. Son múltiples los factores que pueden marcar la diferencia al momento de
querer expresar o manifestar algo. El problema es que no tenemos el hábito de hacernos consciente de ello. No obstante, en cualquier actividad de interrelación, la forma en que nos comuniquemos, será el patrón por el cual se nos juzgará, se nos aceptará o rechazará. Por lo cual, es que se me reafirma la idea de la necesidad de desarrollar y mejorar nuestra expresión oral, más aún, con el rol de comunicadores que vamos a cumplir en futuro. Siendo un trabajo que involucra aprendizaje y práctica continuo.