El estudio de los llamados trascendentales (verum, bonum y pulchrum) desde los clásicos griegos ha ido unido, y ha marcado nuestra civilización occidental a lo largo de la historia. Se les consideraba inseparables, conscientes de que el descuido de uno de ellos repercute catastróficamente en los otros. Según Platón la belleza es la expresión del Bien, es decir, la armonía que fraterniza a los hombres a lo largo de los caminos de la vida; y esplendor de la Verdad, rayo de luz para el peregrino inquieto, tentado por el absurdo. Esta “trinidad pitagórica” mediante la doctrina de los transcendentales, formulada en la edad media en el seno de d e la tradición tomista, se convirtió en referencia r eferencia canónica. Santo Tomás de Aquino acogió tanto la tradición platónica, como la tradición agustiniana según la cual lo bello es el esplendor del orden. A partir de ahí elaboró una ontología de lo bello como reflejo y participación de la belleza eterna de Dios. Pero más tarde, en la edad moderna, esta trinidad se fue desmembrando progresivamente: la belleza tenderá a distinguirse y separarse de la verdad. La verdad se asienta en el nivel de la ciencia, mientras que la belleza se asentará en el terreno del arte y la estética, y la bondad en el terreno de la ética. Separada de lo inteligible, la belleza y el arte se transforman en apariencias que dejan de concernir a la verdad objetiva. En el ámbito religioso, la separación entre verdad, bondad y belleza ya había comenzado con la reforma protestante, en el siglo XVI. Mientras en la Iglesia Católica se consideraba el arte como una emanación de la belleza divina y se utilizaba en la transmisión de la fe, Lutero y Calvino insistieron en la vanidad e incluso en la maldad de todas las obras humanas y en la radical incapacidad del hombre de decir o representar algo sensato sobre Dios. En el siglo XX la ruptura de la unidad de los transcendentales se ha demostrado fatal: “La belleza separada de la verdad se convierte en moda pasajera. La verdad al margen de la bondad nos parece inalcanzable o inútil. La bondad sin la verdad se ha transformado en sinónimo de debilidad .”.”1. 1
Eduardo Sanz de Miguel, Belleza, ternura y gratuidad de Dios, 1
Ante esa realidad, a lo largo del siglo XX, se observan ya algunas reacciones sorprendentes: Con Heidegger2, en 1935, aparece una nueva teoría de lo estético como revelador de la verdad de lo existente. Expresamente manifiesta: “Tenemos una necesidad insaciable de bien, de libertad, un ansia infinita de belleza. El arte nos permite entrever la verdad de las cosas, su por qué; en el arte se transluce el misterio del Ser ”. También los Padres del Concilio Vaticano II reconocieron que estamos en un tiempo propicio para descubrir la Belleza. En su mensaje a los artistas decían: “ Este mundo en el que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperación. La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón de los hombres y es fruto precioso que resiste el paso del tiempo ”.”. Segundo Galilea manifiesta que hay una relación entre belleza y vida: “aunque los sufrimientos, conflictos y sinsabores pueden ofuscar nuestro deseo de vivir, la superación madura de momentos difíciles conduce a una síntesis superior en el gusto por lo auténticamente bello, hasta el punto de que qu e el desinterés absoluto por la estética en general, puede ser un síntoma de falta de sentido profundo de la vida ”3. En esta misma línea, un poco antes de morir (en agosto de 1979), Herbert Marcuse les pedía a los jóvenes que recuperaran lo antes posible los valores estéticos. En la época contemporánea parece intuirse un retorno a la consideración de los transcendentales, especialmente desde el ámbito de la estética a la que se le atribuyen claras connotaciones o vinculaciones éticas. Prestamos atención a analizar esta evolución del concepto de la belleza, hoy, y su vinculación con la ética, en la primera parte de este trabajo; para ocuparnos después de la cuestión de la belleza como vía de acceso a Dios (segunda parte); y dedicamos la tercera parte a presentar la vida consagrada desde la perspectiva de la belleza.
2
Heidegger expone su teoría en su ensayo “El origen de la obra de arte”.
3
Segundo Galilea, Fascinados por su fulgor. Para una espiritualidad de la belleza, p. 26 2
En la actualidad, el juicio estético parece quedar a merced del gusto cambiante, de la sensibilidad perceptiva de cada individuo. “Al hacer crisis, en la Edad Moderna, la confianza en el rigor objetivo de la percepción sensible, el conocimiento sensorial cobró un peligroso matiz subjetivista que contribuyó a escindir insalvablemente lo interior y lo exterior, lo subjetivo y lo objetivo, lo formal, como puesto por el sujeto, y lo material, en cuanto receptivo de la forma” 4 . Nuevas generaciones de artistas (entre ellos el último premio Velázquez de Artes Plásticas 2011, Artur Barrio) con su trabajo han contribuido a la redefinición de la obra de arte y de la estética, distanciándose de su tradición conceptual desarrollando una poética personal. Como Artur Barrios, muchos artistas desarrollan su trabajo explorando lo efímero y transitorio buscando la ap arición de una “belleza inesperada”. Para ello utilizan, cada vez más, materiales casi siempre efímeros y precarios y la mayoría de sus trabajos no se pueden guardar en museos. Otros muchos artistas recurren para sus expresiones artísticas a la fugacidad del momento presente a través de acciones, performances, instalaciones no permanentes, videos,… Marina no puede ser más explícito: “ Los artistas plásticos han incorporado a su arte todas las acciones que se pueden infligir a un objeto: chorrearlo de pintura, empaquetarlo, amontonarlo, pegarlo, despegarlo, rascarlo, prensarlo, ahumarlo, sembrarlo de bacterias, apuñalarlo, acribillarlo, quemarlo, sellarlo, plastificarlo. No son ingeniosidades mías, y bien que lo siento (...). En cualquier enciclopedia de arte encontrará el lector los nombres técnicos: dripping, empaquetage, assemblage, collage, decollage, gratage, fumage, etcétera, etcétera, etcétera ”5. La libertad es el aspecto más sugestivo del arte contemporáneo, pero su plasmación ha sido a menudo problemática. En nombre de la liberación se impuso el rechazo al pasado y a sus técnicas. El artista no podía estar coartado por ninguna educación, y sustituye las técnicas clásicas por su propia técnica, unipersonal y privada. Puesto que
4
Alfonso López Quintás, La Belleza y su Poder Transfigurador, Artículo publicado en CatholicNet (http://es.catholic.net http://es.catholic.net)) 5 José Antonio Marina, Elogio y refutación del ingenio, Editorial Anagrama 1992 3
la libertad subjetiva es el único valor, ella decide lo que es arte. El artista convierte en obra de arte cualquier objeto. Por otra parte, si el artista no dota de significado a su obra para no coaccionar al espectador, si le deja frente a un producto informe que debe interpretar a su manera, está dando paso a la ambigüedad como categoría estética. Lo bello parece que "no tiene concepto" que lo defina: defina: no tenemos un criterio seguro para identificar y evaluar la belleza. No tenemos una regla o un modelo que nos permita establecer si algo es hermoso, ni en qué medida, ni por qué lo es. Toda conceptualización de la belleza resultará siempre relativa. Debido a que la percepción de la belleza constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la « la belleza está en el ojo del observador » observador » (Gary Martin). Sería más justo decir que “la mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad de la persona que lo mira ”.”. Habría que añadir también “ dependiendo desde donde lo mira ”,”, ya que nos toca asumir que la conceptualización de la belleza puede variar según la diversidad de referencias culturales, socio-económicas, cronológicas (diversidad de tiempos y edades),…
Pero no se puede someter la belleza exclusivamente a la subjetividad y privarla totalmente de objetividad. Lo que fue objeto de belleza ayer, no deja de ser objeto hoy. Aunque haya cambiado la percepción del mismo, de alguna forma la belleza quedó objetivada en él y por lo tanto se puede acceder de nuevo a ella. La belleza de lo que es hermoso no depende absolutamente del gusto del sujeto, sino que está inscrita también en las cosas mismas. Por otra parte, en la percepción de la belleza, la intuición sensible juega un papel ineludible, aunque no exclusivo ni absolutamente definitorio. Habría que considerar que lo bello real, no siempre se corresponde con lo bello percibido; que la percepción sensible no siempre alcanza a captar o expresar totalmente la belleza. De hecho es normal observar la “insatisfacción” que padecen muchos artistas con sus obras, como
si siempre les quedará algo más por decir o no alcanzaran a objetivar y plasmar todo lo que han experimentado en su inspiración artística : “Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondables que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el
4
fervor del momento creativo ”6. Y además, “nadie es igualmente sensible a todas las innumerables y variadas expresiones de la belleza ”7.
En este momento, el límite entre el arte y el no arte no existe, porque hoy se considera obra de arte todo lo que es libre expresión. En el ensayo Elogio y refutación del ingenio, José Antonio Marina nos dice que las claves de las vanguardias son la libertad y el formalismo. Afirma que el fin último del arte contemporáneo no es crear belleza, sino libertad, y concluye que el formalismo artístico es la traducción plástica de la ética formal. Las últimas generaciones de artistas critican la separación del arte en relación a la vida y buscan que la obra de arte sea accesible para todos. Por eso sus trabajos quieren mostrar su “crítica al mundo”. Manifiestan una visión y una actitud cada vez más contracultural, un fuerte distanciamiento o ruptura con el “arte oficial”, sistematizado,
empaquetado y sometido al mercadeado estético. Se carece de criterios estéticos. Sin embargo, se observa una tendencia a considerar el arte (lo estético) como una e xpresión ética: “ La ética está muy vinculada a la belleza ”8. Desde esta perspectiva, lo estético se se revela como un sentido profundamente enraizado en el espíritu del hombre y estrechamente relacionado con la aspiración humana a la plenitud. Se podría decir que el sentir humano es un sentir estético. Los seres humanos estamos hechos para la belleza. La llamada de la belleza no es una urgencia fisiológica, ni tiene valor biológico de supervivencia, pero es inequívoca y constante. Aparece el sentido de lo bello como un “instinto ético inmortal ”: el ser humano conserva siempre la llama de la atracción por la belleza, que nos humaniza y despierta lo mejor que hay en nosotros. Incluso, B. Häring plantea una ética y una praxis desde la belleza 9. Solov'ëv dice que "la " la belleza es la carne de la verdad ", verdad ", la carne del bien. Y Marko Ivan Rupnik apostilla: “Si el bien no se encarna como belleza se convertirá en una dictadura 6
Juan Pablo II, Carta a los artistas , n. 6 Segundo Galilea, Fascinados por su fulgor. Para una espiritualidad de la belleza . belleza . Narcea 1998, p. 23 8 Gary Snyder. Poeta norteamericano. Premio Pulitzer de Poesía 1975, en periódico ABC 12/05/2011 7
9
B. Häring, en su obra “Liberados y fieles en Cristo”, sobre todo en el segundo de sus tres volúmenes,
traza las líneas de una teología moral en la que la belleza tiene un papel de gran importancia. Yendo al encuentro de lo bello transcendemos el ámbito de lo útil y provechoso, dejando atrás una moral que habla demasiado de lo que debe hacerse y que es tan poco fascinante. 5
del fanatismo y del moralismo, de donde todo el mundo inevitablemente huirá. La verdad que no se hace belleza, es una ideología monstruosa que engulle a los hombres. En nuestra historia contamos con varios ejemplos de ello ”10. El descubrimiento de la belleza como un camino hacia la verdad y como una posible contribución para la construcción de un mundo mejor, es el resultado de una doble crisis: por un lado, la crisis de las pretensiones de la utopía ideológica moderna; por otro, el proceso crítico por el que se ha renunciado a horizontes de significado más amplios, algo muy frecuente en las culturas posmodernas 11.
La vinculación de la belleza con la ética nos ayuda a discernir la verdad de la belleza. Dado que la ética es una actitud o cualidad característica del ser humano es lógico acudir a la consideración de la persona para realizar ese discernimiento. “En la intuición humana, lo hermoso se relaciona espontáneamente con lo bueno, del mismo modo que lo bueno tiende a relacionarse con lo verdadero ”12. Así, las
cualidades como la amabilidad, la sensibilidad, la ternura o la compasión, la creatividad y la inteligencia constituyen los valores que hacen a una persona agradable, buena e interesante en su forma de ser, en definitiva, una “bella persona”.
La estética griega, desde Sócrates, no duda en llamar hermosa a la conducta humana buena. Si el placer cumple los deseos básicos de comida, bebida, cobijo, comodidad o amor, la bondad de una conducta no cumple ninguna de esas funciones, pero se nos impone racionalmente: no tenemos más remedio que aceptar que la vida humana resulta más digna, más bella cuando cualquiera de nosotros hace lo que es debido y trata a los demás como personas, no como instrumentos manipulables. A la famosa actriz Audrey Hepburn le pidieron que compartiera los secretos de su belleza. Ella respondió de esta manera (o al menos le atribuyen estas e stas palabras):
10
Marko Ivan Rupnik, La verdad sólo tiene un camino, la belleza , en la revista Debate Actual, número 13 (Noviembre de 2009) 11 Cf. Bruno Forte, La teología de la belleza. ¿Un camino hacia la unidad? . Extracto de su libro The Portal of Beauty. Towards a Theological Aesthetic, Wm. B. Eerdmans, Grand Rapids, Michigan-Cambridge, Inglaterra, 2008 12 Segundo Galilea, p. 108, 6
“Para tener unos labios atractivos, di siempre palabras amables. Para tener unos ojos
adorables, mira siempre las cosas buenas de la gente. Para tener una figura esbelta, comparte tu comida con los que padecen de hambre. Para tener un pelo lindo, permite que un niño o niña pase sus deditos por él, por lo menos una vez al día. Para mantener la eleg ancia, ancia, camina con la certeza de que nunca estás sola… La belleza de una mujer no está en su figura, en la ropa que viste o en la forma como se peina. La belleza de una mujer tiene que ser vista en sus ojos porque son la puerta del alma, el lugar donde habita el amor. La belleza de una mujer crece con el pasar de los años. La belleza de una mujer no está en la moda superficial. La verdadera belleza de una mujer se refleja en el ama, en la bondad con la que da amor y en la pasión que demuestra .”.” Desde esta perspectiva, la belleza es en cierto sentido la expresión visible del bien, así como el bien es la condición metafísica de la belleza 13. La belleza es el resplandor de la verdad y la bondad. “Lo que es auténtico y lo que es bueno y confiable es, al mismo tiempo, bello y atractivo, pues lo hermoso es siempre transparencia de una bondad ”14..
En la belleza, lo ético adquiere primacía sobre lo meramente estético, convertido muchas veces en mera apariencia alejada de la verdad o en una estrategia manipuladora de la realidad. Realmente bello será aquello que exteriorice o exprese el afán del hombre por autentificar su vida y dar cauce al arte del “buen vivir”. Con esta premisa, se entiende también que la estética necesita de la ética para autentificarse y la ética encuentra en la estética un cauce de expresión y de accesibilidad universal. Está claro que la belleza tiene una fuerza objetiva de atracción ética: atrae y agrada la sensibilidad y también atrae, ilumina y eleva el espíritu. Pero la belleza también puede conducir al ser humano hasta el culto idolátrico de lo bello, separándolo de su fuente, y generando procesos alienantes en las personas. San Agustín pasó, en cierta manera por esa experiencia: admite que había sido precisamente la belleza de las criaturas la que le había mantenido alejado de su Creador; confiesa que finalmente el Creador y su belleza irrumpieron dentro de él, a través de los mismos sentidos con los que percibimos la belleza en todos los modos en que se nos presenta: “ Y he aquí que Tú estabas dentro de mí y yo fuera de Ti; yo te buscaba en aquellas cosas hermosas que Tú 13 14
Cf. Juan Pablo II, Carta a los artistas , n. 3 Segundo Galilea, p. 80 7
habías creado, pero me entregué a las deformes. Estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Ellas me mantenían lejos de Ti, ellas que q ue de no ser en Ti, T i, no serían ”15. Evdokimov afirma que si la verdad es siempre bella, la belleza no siempre es verdadera. La belleza es seducción, por eso es necesario discernir para llegar a la belleza verdadera. El discernimiento es algo esencial, constitutivo, del ser humano como ser orientado a actuar con libertad y responsabilidad, también ante la belleza, que puede perder su pureza, hacerse ambigua e incluso corromperse cuando se hace de lo bello algo puramente utilitario, cuando se utiliza como instrumento de propaganda ideológica o de poder, o cuando se la considera solo desde su dimensión sensible-sensual16. En este sentido, la belleza reclama también un sentido y un esfuerzo ético para ser percibida y expresada. “ La atracción por la belleza requiere ser educada… Lo cual implica, entre otras cosas, adquirir una cierta forma f orma de disciplina o ascesis. 17 ”
El arte se redefiniría como “actividad humana que tiene como objetivo no sólo la creación de cosas bellas, sino sobre todo buenas”. Por lo tanto, la experiencia estética, tanto en la creación artística como en la contemplación de la belleza, tiene un alto valor ético y pedagógico, pues nos enseña y nos da la posibilidad de ser mejores. Por eso, “entre la utopía moderna y el desencanto posmoderno, la belleza se nos ofrece
como una posible vía de salvación, capaz de evocar el Todo, sin caer en las pretensiones de las ideologías totalitarias y, al mismo tiempo, siendo capaz de respetar la dignidad de los fragmentos sin quedar esclavizados por ellos. En este sentido, como decía Dostoievsky – efectivamente, “la belleza – como – salvará al mundo ”18. Después de todo este recorrido, me atrevo a plantear una definición conclusiva de todo lo expuesto integrando en ella la intuición de Marko Ivan Rupnik: “El arte es sagrado porque es una traducción directa del corazón humano. La belleza es como el amor, se entiende y se conoce tarde. El amor se realiza en modo pascual... La belleza no agrada inmediatamente porque dentro encierra el drama ”… ”… de la humanidad en sus aspiraciones y sus esfuerzos de alcanzar la plenitud a la que está llamada, de dar forma a la autenticidad de su ser, de dar sentido a su existencia.
15
Confesiones, X, 27, 38
16
Cf. Segundo Galilea, p. 45-52 17 Segundo Galilea, p. 97 18 Bruno Forte, La teología de la belleza. ¿Un camino hacia la unidad? . 8
Tenemos necesidad de dejarnos fascinar por la belleza, de saber contemplarla, amarla y hacerla familiar, a fin de que a través de d e ella podamos intuir y descubrir la presencia salvadora de otra Belleza, la de Dios.
En el rostro, en la vida y en las palabras de Jesús de Nazaret se nos ha manifestado en plenitud el misterio del Dios vivo, que antes sólo se nos revelaba de manera parcial, incompleta. La continua – y, a veces, tortuosa- búsqueda de la Verdad, la Bondad y la Belleza por parte del ser humano, encuentra su respuesta cumplida en la revelación de Jesucristo, "Palabra única y definitiva del Padre" . En la contemplación del más bello de los hijos hombres (S 45, 3) y de su amor sin límites han hallado los cristianos de cada generación la fuerza y el consuelo necesarios en su caminar. En él nos disponemos nosotros a encontrar las energías necesarias para enfrentarnos a los retos que la sociedad contemporánea nos presenta. «Cristo es el resplandor de la gloria de Dios e imagen perfecta de su ser» (Heb ser» (Heb 1, 3). Con los ojos fijos en él descubrimos que la belleza, la ternura y la gratuidad de Dios se han hecho presentes en nuestra historia y se nos ha dado ya la oportunidad de contemplar en él un anticipo de la gloria futura19. Los seres humanos debemos dejarnos impactar por el resplandor de Cristo, es decir, por su belleza, su verdad y su bondad. En Cristo, Dios no se reveló primariamente como maestro (“verdad”), ni como redentor (“bondad”), sino como manifestador de la gloria de su amor trinitario trinitario (“belleza”)20. Incluso Jesús, desfigurado en la pasión y muerte, “precisamente en la Cruz manifiesta en plenitud la belleza y el poder del amor de Dios” 21. El amor con el que Él nos amó transforma al “varón de dolores” ( Is . 53, 3) en “el más hermoso de los hombres”. El amor crucificado es la Belleza que salva al mundo. En el Hijo encarnado, que muere en la cruz, la belleza es ante todo amor, bondad que se ha vuelto pequeña, bonum abbreviatum , bonicellum (de esta forma diminutiva provienen las palabras bello en italiano, beau en francés, beautiful en inglés, bello en castellano). ¡“La belleza es el 19
Eduardo Sanz de Miguel, Belleza, ternura y gratuidad de Dios,
20
Esta es la intuición de Urs von Balthasar, VC 24
21
9
ágape crucificado”!22 El que cree en Dios, en el Dios que precisamente en las apariencias alteradas de Cristo crucificado se manifestó como amor «hasta el final» (Jn 13, 1), sabe que la belleza es verdad y que la verdad es belleza, pero en el Cristo sufriente comprende también que la belleza de la verdad incluye la ofensa, el dolor e incluso el oscuro misterio de la muerte, y que sólo se puede encontrar la belleza aceptando el dolor y no ignorándolo 23.
“En virtud de la Creación y, aún
más, de la Encarnación, nada es profano en la tierra para quien sabe ver”. (Teilhard de Chardin) Génesis 1 narra de manera poética y solemne la obra creadora de Dios. Dios va realizando una compleja obra, que corresponde a un plan perfectamente programado, para que del «caos» surja el «cosmos» . Después de cada operación, Dios contempla su obra y ve que es buena, que le ha salido bien (bella). Como artista, se goza ante un proyecto largamente deseado y, finalmente, realizado. Después de crear a los seres humanos bendice su obra recién terminada t erminada y se alegra porque «era muy bella b ella 24». La Belleza de Dios, por tanto, está sembrada en los plieges de las realidades creaturales y en los surcos de la historia. Es lógico acudir a la contemplación de la creación y de la realidad para “rescatar” las huellas de la belleza de Dios. Con razón los clásicos griegos
y los Padres P adres de la Iglesia I glesia invitaban a descubrir una huella de la belleza b elleza de Dios en su obra: la armonía de las esferas celestes, la interrelación entre las especies, la grandeza de la naturaleza... les hablaba de una belleza infinitamente mayor y mejor. Así lo experimenta San Agustín: al principio se trata de la belleza de las cosas creadas, pero luego pasa a ser la Belleza última, la fuente de toda belleza de las criaturas. Y así toda la historia de Agustín se convierte en una travesía desde la belleza hasta la Belleza, desde lo penúltimo hasta lo Último. Sólo al final de este recorrido es capaz de redescubrir el significado y la medida de la belleza de todo lo que existe, bajo la luz de la Belleza en la que se afianza. En el cosmos hay rastros de la belleza de Dios porque “Dios está penetrando toda la Realidad, en las entrañas mismas mismas de la Realidad: con con una Energía infinita de ser, con un Amor infinito, con una Cercanía infinita. Es la vieja y profunda fórmula del Catecismo: Está «por esencia, presencia y potencia»: por esencia, porque toda la 22
Bruno Forte presenta presenta estos argumentos refiriéndose a la idea de la belleza en Santo Tomás de Aquino
23
Ratzinger: la contemplación de la belleza El término original empleado en el texto bíblico de Gen 1,31 es tob que significa bello.
24
10
Creación es una imagen suya; por potencia, porque el ser que somos está atravesado por el suyo que nos sustenta; por presencia, porque su amor nos envuelve tiernamente en cada momento ”25. «Así pues, allí donde está lo creado, allí está Dios, distinto de hecho en su ser, pero presente hasta lo más íntimo del ser creatural, 'intimior intimo meo' (San Agustín). La trascendencia del Creador, tal como ha sido estipulada antes por la noción de creación, no hace imposible, sino más bien exige la inmanencia de este su hacerse cercano a la criatura en todos y cada uno de los instantes de su existencia. Dios, como diría Bonhoeffer, no está 'allá arriba', sino también 'aquí abajo'; está en lo alto, mas también 'en lo profundo' » 26 . Dentro de la creación, el ser humano ocupa un lugar privilegiado por haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto toda persona es también portadora de la presencia de Dios y de la huella de su belleza: “Por el hombre, Dios se transfigura” decía San Antonio Abad. Gracias a Dios el mal y el pecado no han destruido en nosotros la imagen de la belleza de Dios; sólo la han deformado, reduciéndola en algunas ocasiones a un silencio ontológico. Sin embargo, en algunas personas aparece en todo su esplendor. Sobre todo en aquél que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, que de esta forma también decía “Yo soy la Belleza 27”. También se hace presente la belleza de forma eminente en María –“la toda hermosa”-
la llena de gracia, en quien resplandece el ser de Dios 28. Y en aquellas personas que son reconocidas como santos. Según Teilhard de Chardin “cada persona tiene, dentro de sí, algo de la bondad de Dios”. De igual manera manera podemos decir decir que cada persona persona es portadora también de algo de la belleza de Dios porque “en la vida que brota en mí, en esta materia que me
sostiene, hallo algo todavía mejor que tus dones, Dios mío: te hallo a Ti mismo; a Ti, que me haces participar de tu Ser y que me moldeas” 29. La experiencia humana tiene un indeleble carácter teofánico. Tenemos que atender, 25
Luis Briones, lugares para el encuentro con Dios en la vida cotidiana, en UPS (ITP), ¿Dónde está Dios? Itinerarios y lugares de encuentro, Verbo Divino, 1998, pp. 150-151 26 J.L. Ruiz de la Peña, Teología de la Creación, Sal Terrae, Santander 1986, pp. 125-126. Cf. también la magnífica exposición de A. Torres Queiruga, La Revelación de Dios en la realización del hombre, Ed. Cristiandad, Madrid 1987. especialmente el cap. 5, con un abundante recorrido por la tradición teológica acerca de este punto 27
Evdokimov nos recuerda que “Belleza” es un nombre de Dios. Y Cirilo de Alejandría llama al Espíritu Santo el “Espíritu de la Belleza.
28 29
Cf. Pablo VI, en su discurso en el Congreso de Marilogía, mayo 1975, en AAS 67 (1975) pp. 334-335 Cf. Pierre Teilhard de Chardin, El medio divino, 11
con oídos y ojos atentos, dicha experiencia para poder atisbar el rostro de Dios (su Belleza) que se nos manifiesta también en medio de la vida más profana, más ordinaria, más dura.
Siempre se ha señalado la mística como una forma de conocimiento de Dios por la experiencia del contacto directo con Él. Lo característico de esta experiencia espiritual o religiosa es que pone en contacto con una transcendencia absoluta que nos antecede, nos envuelve y que, desde el interior de lo real, se hace presente desde la inmanencia. Se produce un descentramiento radical que lleva a aceptar esa realidad experimentada como centro de la vida 30. Normalmente, este tipo de experiencia mística acontece a través de la oración de contemplación. La contemplación cristiana y la experiencia de Dios que conlleva, deja en quienes la experimentan (místicos) una marca indeleble. Contemplar la belleza de Dios es entrar por gracia y connaturalidad de la fe, en la realidad más íntima de Dios, que nos sobrepasa, fascina y nos seduce. Así lo describe Santa Teresa de Jesús: “Cuando vi a Jesucristo, su incomparable belleza quedó impresa en mi alma tan profundamente, que todavía hoy la tengo esculpida… Cuando vi la fascinante belleza del Señor, ya no encontré a nadie que a su lado pudiera decirse bello… y de cara a las bellezas y
encantos que descubro en mi Señor, todas las cosas de la tierra me resultan insípidas ”. (Vida 37, 4) Al contemplar la belleza de Jesús – siempre siempre envuelta en la fe- que es luz y gracia para el hombre, seremos cada vez más absorbidos por su belleza, que como gracia luminosa actúa y transforma a la persona. Así, de claridad en claridad y de gracia en gracia, Jesús va comunicando a sus amigos la sobreabundancia de su belleza interior 31. A lo largo de la historia de la Iglesia han ido apareciendo antologías diversas de textos, que tenían por objetivo ayudar a los creyentes a liberar toda la belleza interior que en ellos habita. En este sentido, toda colección de textos destinada a favorecer la experiencia espiritual y mística es denominada filocalía, que significa amor a la Belleza. Se refiere a la Belleza infinita de Dios, que se revela al corazón humano cuando éste llega a la cumbre de la experiencia orante. La Filocalia por antonomasia es la gran Filocalia griega, publicada en Venecia en 1782 con el título “Filocalia de los 30 31
Cf. Juan de Dios Martín Velasco Cf. Segundo Galilea, Fascinados por su fulgor, pp. 61-77
12
santos padres népticos, recopilada a partir de nuestros santos y teóforos padres, en la cual, a través de la práctica y la contemplación de la fislosofía moral (sabiduría espiritual), la mente es purificada, iluminada y perfeccionada.. El modo o el camino de acceso a Dios que proponen las colecciones de textos filocálicos que van desde el siglo IV al siglo XIV es la oración, especialmente el modo de oración que se denomina “la oración de Jesús” . La oración de Jesús se realiza dentro de un contexto ascético de ayuno de alimento, pero también ayuno de las pasiones y de la maledicencia; castidad , que unifica alma y cuerpo y la dirige a la comunión fiel en el matrimonio espiritual con Dios; vigilancia para esperar al Esposo que viene en medio de la noche, iluminando de forma pascual las tinieblas que nos envuelven. Se desciende al corazón invocando la presencia de Jesús, invocando su nombre, y la fórmula empleada habitualmente para orar es: “Señor Jesu cristo, Hijo de Dios, ten piedad de mi”. El nombre es invocado siguiendo el ritmo de la respiración, que .
permite pacificar todo el ser y orar – tal tal como dice el Evangelio- sin interrupción. Al ritmo de la respiración – vital vital para la vida física- acontece la oración – vital vital para la vida espiritual-. La postura del cuerpo más adecuada para esta oración es la del “de profundis”:
inclinada la cabeza, espaldas curvadas incluso con la cabeza en las rodillas como Elías en el Carmelo (1 Rey 18,42). El cuerpo que asume esta postura remite al Otro. La oración conduce a una praxis de lucha que lleva a la liberación de las pasiones y a tomar conciencia de la gracia bautismal. Las pasiones son idolatrías, ilusiones que se empadronan del ser humano, lo poseen, le hacen cambiar de dirección, lo bloquean. La pasión principal es la muerte que muerte que fascina al hombre al mismo tiempo que lo llena de angustia. La clave es la metánoia, que es, ante todo “memoria de la muerte” y
evocación de aquel que bajó a los infiernos para darnos vida, Jesucristo. Las pasiones que enumera la filocalía, además de la muerte, son siete u ocho: avaricia, lujuria, cólera, tristeza, pereza (torpeza espiritual), vanagloria y orgullo. La avidez y el orgullo son las “madres” de las demás pasiones; hacen girar todo en torno al propio yo. Es lo que los Padres llaman “philautia” o amor a sí mismo, que es el narcisismo espiritual..
13
Uno hace la experiencia de la resurrección cuando sienten cómo las virtudes van sustituyendo a las pasiones. Estas virtudes son la fe, el temor de Dios, la humildad, la continencia, la paciencia, la mansedumbre, la esperanza y culmina en la apatheia, que es su síntesis, porque genera gen era el amor y abre al amor de Dios D ios por sus criaturas.
La Iglesia reviste la liturgia de su mayor obra de embellecimiento; es la expresión más rica de la Iglesia. Toda la hermosa simbología cristiana se concentra en la liturgia, armónicamente: la luz, la poesía de la palabra, la música, la iconografía, la arquitectura, el canto… Pero la belleza de la liturgia no es una mera belleza formal, no busca en primer lugar la estética, sino revelar el misterio de Dios a través de los símbolos y las palabras 32. Por otra parte, la liturgia expresa, a través de los tiempos, las diversas maneras con las que la gente se relaciona con el misterio de Dios. A través de ella, sobre todo en la celebración eucarística, experimentamos que Dios está con nosotros, la presencia sacramental de Dios. La Jerusalén celeste hacia la cual caminamos está descrita en términos de Luz y Belleza. El hombre total y la comunidad humana participarán transfigurados de la luminosidad del Resucitado. Mientras estamos “prisioneros” en el tiempo, las celebraciones litúrgicas nos anticipan esta maravilla 33, despertando nuestro corazón ante los gestos gratuitos de la Gloria Dei que alcanzan a la historia y envuelven el universo. En la eficacia simbólica de la liturgia, encontramos al hombre contemplando las maravillas de Dios, y volviéndose a la realidad como colaborador de la Gloria de Dios. Por eso, “la liturgia es el arte de la belleza infinita” 34. El ser humano es un ser estructuralmente simbólico que transciende el sentido de la realidad. Por eso se hace necesaria aprovechar la vía de la belleza en la que se inscribe la celebración litúrgica como canal de experiencia con Dios Trinidad.
32
Segundo Galilea, Fascinados por su fulgor, pp. 92-93 “En la liturgia terrena pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos” (SC 8)
33
34
Josep Torras i Bages, Estétiques. (tomo V Obras completas). Barcelona 1936, p. 294 14
Gary Snyder35 reconoce en el arte una dimensión transcendental: “el arte es un don, un regalo, algo que le llega de fuera al creador. El artista es el vehículo. A veces se merecen ese don y están a la altura, ya a veces no lo están tanto” . Por eso, como manifiesta Juan Pablo II: “Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística – de de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.- advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio de l prójimo y de toda la humanidad”36. Así como Dios manifiesta su belleza en la creación, las obras de arte, que dan forma a la realidad, cooperan también a la manifestación de la belleza del Creador : “Dios ha llamado al hombre a su existencia, transmitiéndole la tarea de ser artífice. En la creación artística el hombre hombre se revela más que nunca imagen de Dios ”37. El arte tiene una dimensión sacral, es una mediación eficaz de la belleza divina. Antoni Tapies, en su discurso en el acto de su nombramiento como académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando decía: “Pretender destruir la dimensión
sagrada del arte sería acabar con el arte mismo, con algo que es esencial al arte y a toda la sociedad” 38. El Concilio Vaticano II decía que las artes, por su naturales, están relacionadas con la Belleza infinita de Dios 39. En todas las culturas, el arte ha servido para transmitir a los hombres la experiencia de la belleza divina: “El arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas… co ntinúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa. En cuanto búsqueda de la belleza… es por su naturaleza una especie de llamada al Misterio” 40. Y Juan Pablo II señala que “toda
forma auténtica de arte es, a su modo, una vía de acceso a la realidad más profunda del hombre y del mundo. Por ello, constituye un acercamiento muy válido al horizonte de la fe” 41.
35
Poeta y ensayista estadounidense, premio Pulitzer de poesía 1975, en periódico ABC 12/05/2011 . Juan Pablo II, Carta a los artistas , n. 3 37 Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 1 38 Antoni Tapies, Arte y contemplación interior, Madrid 1990 39 Cf. SC 122 40 Juan Pablo II, Carta a los artistas, n. 10 41 Juan Pablo II, Carta a los artistas , n. 6 36
15
La tradición oriental ha profundizado la acción transfiguradora del arte en la visión iconográfica: como representación de la realidad transcendente, el icono llena nuestra visión en un universo de belleza. La obra de arte se convierte en una teofanía: es una presencia de la belleza y de la Gloria luminosa 42.
No cabe duda que en la Exhortación apostólica postsinodal sobre la vida consagrada y su misión en la iglesia y en el mundo (Vita Consecrata) la belleza se convierte en una categoría de interpretación o lectura de la vida consagrada. En este documento aparece 19 veces el término “belleza”. En una ocasión se hace referencia al concepto de filocalia. Y en varias ocasiones se habla de lo hermoso o la hermosura, aplicadas o referidas a Dios (especialmente a Cristo), a María, a la Iglesia, al camino de seguimiento de Cristo a través de la vida consagrada, y más en concreto al sentido, la identidad y la misión de la misma vida consagrada 43.
Para entender el concepto de belleza tal como aparece en Vita Consecrata, hay que observar que, siempre aparece . Vinculada directamente con Dios, la belleza adquiere rasgos de inagotable, no se marchita.
es
También se le atribuye a la belleza cierta , que facilita la visión y la orientación en la vida del hombre, que es capaz de dar sentido, que es capaz de satisfacer totalmente los anhelos más profundos del ser humano, de su corazón 49.
42
Cf. Paul Evdokimov, El arte del icono. Teología de la Belleza , Madrid, Publicaciones Claretianas, 1991 Cf. Anexo 1 44 Cf. VC n. 19, 111 45 Cf. VC n. 24 46 Cf. VC n. 20 47 Cf. VC n. 16 48 Cf. VC n. 109 49 Cf. VC n. 16 43
16
Sobre todo, aparece como algo atractivo con una tal que puede suscitar en las personas una confianza radical, como una fuerza motriz con la voluntad de las persona hacia una disponibilidad disponibilidad y una entrega totales a favor de los demás. Por eso también la belleza, por su fuerza de seducción, aparece con para embellecer a aquellos que la contemplan y participan de ella. Se trata de una que está llamada a hacerse presente en el rostro de aquellos que son imagen de Dios 52, y por lo tanto puede ser reflejada por el hombre para los demás. En conclusión, la belleza divina no queda reducida a algo meramente estático que suscita simplemente actitudes pasivas o contemplativas. Tampoco se trata de algo acabado, como una obra de arte, que suscite solamente admiración por su perfección estética. Ni es algo de lo que se pueda disponer sin sentirse implicado y complicado con ella. Esta es , reclama interacción. Es tremendamente . Las connotaciones connotaciones de la belleza divina en Vita Consecrata nos orientan en la comprensión del Misterio de Dios, que se hace asequible al hombre, que le invita a participar de su Belleza para seguir embelleciendo su creación. Y también aportan orientaciones para una mejor compresión de la vida consagrada.
El dinamismo profundo de la vocación a la vida consagrada está constituido por el encuentro con Cristo, el estar con Cristo, seducidos por el fulgor de su amor 53 . El proceso del surgimiento, crecimiento, madurez y realización vocacional se identifica como camino espiritual de la filocalia (amor por la belleza divina) 54 . Por eso se insiste en que los formadores deben preocuparse, sobre todo, de mostrar la belleza del
50
Cf. VC n. 15 Cf. VC n. 75 52 Cf. VC n. 64 53 Cf. VC n. 15. 51
54
Cf. VC n. 19 17
seguimiento de Cristo 55, “el atractivo de la persona del Señor Jesús y la belleza de la entrega total de sí mismo a la causa del Evangelio. ” 56 En consonancia con esta motivación, se plantea la “ promoción del amor fraterno en la forma de vida común… la belleza de la comunión fraterna” para mostrar el atractivo de la vida consagrada 57, y se presenta de una forma positiva y atrayente atrayente el voto de la la obediencia como “belleza liberadora” 58. Faltaría completar la visión y el planteamiento de los otros votos desde la misma perspectiva.
La vida consagrada es planteada como una respuesta de amor a la seducción de la belleza y la bondad del Señor 59. Una respuesta que supone confesar la grandeza del amor de Dios60, manifestado en Cristo, y que nos convierte en “espejos de la belleza divina”61, “en una de las huellas concretas que la Trinidad deja en la historia, para que los hombre s puedan descubrir el atractivo y la nostalgia de la belleza divina” 62 . En eso consistiría la “belleza de la meta a alcanzar ” en la vida consagrada 63. La vida consagrada contempla a María como modelo sublime de consagración al Padre, de unión con el Hijo y de docilidad al Espíritu. E intenta identificarse con su hermosura64.
La misión de la vida consagrada quedaría configurada como una “ búsqueda de la
belleza divina que mueve a las personas consagradas a velar por la imagen divina deformada en los rostros de tantos hermanos y hermanas”. 65
55
Cf. VC n 66 56 VC n 64 57 Cf. VC n. 41 58 Cf. VC n. 21 59 Cf. VC n. 104 60 Cf. VC n. 16 61 Cf. VC n. 111 62 VC n. 20 63 VC n. 107 64 Cf. VC, 28 65 VC n. 75 18
Esta misión supone tener presentes las exigencias y asumir las dificultades de la experiencia de una vida de “entrega al prójimo, que las personas consagradas viven no sin sacrificio en la constante intercesión por las necesidades de los hermanos, en el servicio generoso a los pobres y a los enfermos, en el compartir las dificultades de los demás y en la participación solícita en las preocupaciones y pruebas de la iglesia” 66 . Por eso, se invita a la persona consagrada a colocarse bajo la Cruz de Cristo y contemplar como “ Cristo en la cruz manifiesta en plenitud la belleza y el poder del amor de Dios... la sobreabundancia del amor de Dios que se derrama sobre el mundo” 67 .
La compresión de la vida consagrada desde esta perspectiva contribuyen a una presentación más atractiva y atrayente de la misma. Pero ¿cómo mantener ese atractivo y cómo manifestarlo?
Si la vida consagrada es respuesta de amor a la seducción de la belleza y la bondad del Señor, tenemos que acudir asiduamente a contemplar la belleza del amor del Señor allí donde más plenamente se manifiesta para seguir manteniendo nuestra fidelidad a la vocación recibida. El seguimiento de Jesús en la vida consagrada nos exige un descubrimiento permanente de Dios como valor supremo de la existencia. Por eso, urge descubrir la conexión inmediata entre experiencia de Dios y vida religiosa, si queremos que nuestro proyecto personal se asiente sobre un fundamento sólido en tiempos de fugacidad y ligereza. Ante las dificultades nos queda siempre la única y radical alternativa: fiarnos de Dios, ponernos en sus manos como el niño que tiene miedo en la noche; descubrir a Jesús, al Jesús de Getsemaní, como Señor de nuestras vidas; dejarnos guiar sin resistencias inútiles por la luz del Espíritu. Esta alternativa creyente ha de partir de una serena aceptación psicológica de nuestras limitaciones, liberados de la compulsión de la imagen hacia fuera, reconciliados con nuestra biografía, con sus más y sus menos, dejando de lado perfeccionismos y voluntarismos, para abrirse paso hacia el abandono y la confianza definitiva en Dios. 66 67
VC n. 24 VC n. 24 19
“Donde está presente el miedo no está presente la fe. Sois hombres y mujeres de fe
profunda. Ojalá cada vez que el miedo se haga presente p resente en vuestra vida v ida o en vuestras vuest ras comunidades se lo presentéis a Dios para que lo “recicle” en fe, en confianza ilimitada
y en fidelidad. Así la bondad y la belleza de Dios se seguirán encarnando en nuestro mundo, así seguiréis siendo destellos del Dios que os habita ”68. Se impone la necesidad de mantener nuestra íntima comunión con la Belleza divina para no perder el atractivo de nuestra vocación, para recrearnos (embellecernos) y poder ser portadores y generadores de belleza en el mundo. En definitiva, se trata de cuidar más la dimensión teologal y la experiencia espiritual en nuestra vida religiosa.
La vida religiosa es una vida bella, y tiene que ser una vida bella, siendo fiel a su vocación de narrar y testimoniar en su propia carne la buena noticia, el Evangelio. Esto nos obliga a hacer un verdadero examen, un discernimiento profundo sobre la calidad de vida evangélica en nuestras comunidades: “ sabemos bien de su bondad en el servicio a los pobres y los últimos; de las diversas diaconías que asumimos en la Iglesia; de nuestro vivir las promesas hechas al Señor… Pero, ¿sabemos también de su
belleza? ¿conocemos el espacio que ofrecen a un amor realmente fraterno, efectivo, visible, que da rostro a aquella belleza que viene de una vida bella? ”69. Deberíamos preguntarnos si realmente percibimos el amor con que Dios nos ama y participamos ese amor con los hermanos, si nos sentimos realmente bienaventurados. Es importante que exista la alegría en la vida religiosa para que ésta tenga valor testimonial y capacidad de convocatoria. Pero es importante, ante todo, para que sus miembros tengan y disfruten calidad de vida: “Una fraternidad donde abunda la alegría es un verdadero don de lo alto a los hermanos que saben pedirlo y que saben aceptarse y que se comprometen en la vida fraterna confiando en la acción del Espíritu. Se cumplen, de este modo, las palabras del salmo: "Vean qué delicia y qué hermosura es vivir los hermanos hermanos unidos...; ahí el Señor da la bendición y la vida para siempre" (Sal 133, 1-3), porque cuando viven juntos fraternalmente, se reúnen en la asamblea de la Iglesia, se sienten concordes en la caridad y en un solo querer .70”
68
Mari Fe Ramos, ¿Cómo expresa la vida religiosa la belleza y la bondad de Dios?, en Confer 153 (2001) p. 133 69 Enzo Bianchi, La vida religiosa, testigo de la belleza y ternura de Dios , en Confer 153 (2001) p. 62 70 VFC 28 20
La belleza de la vida religiosa no está solo en lo que hacemos sino, sobre todo, en la vida que vivimos, vida en comunidad: “Se pide a las personas consagradas que sean expertas en comunión. La vida de comunión será un signo para el mundo y una fuerza atractiva que conduce a creer en Cristo” 71 . La vida fraterna es determinante para manifestar la belleza de Dios que, seduciéndonos por el amor que nos tiene, nos ha hermanado. “ Nuestra vida debe aparecer gozosa, y no por el resultado de un esfuerzo y un voluntarismo, que trata de mostrar a los demás que somos felices, sino el resultado de una vida santa, que participa de la Belleza y la Bienaventuranza de Dios ”72 Estas motivaciones se ponen más de relieve en el ámbito de la pastoral vocacional. Uno de los elementos que intervienen de modo decisivo en la capacidad de atraer y suscitar vocaciones a un instituto, de seducir a los posibles candidatos potenciales, o de suscitar la pregunta vocacional, es la calidad de la vida y el testimonio comunitario, la felicidad que se percibe en los religiosos. Hemos de estar convencidos de que lo que hoy atrae, sobre todo, a los candidatos es el ejemplo de vida, el gozo espiritual y una voluntad firme de servir a Dios y a los hermanos 73.
Nos toca reconocer que en la experiencia de nuestra vida religiosa hay algunas actitudes y circunstancias que opacan su belleza. En este sentido, resulta preocupante cuando algunas veces se observa: - Una vida religiosa más preocupada de su supervivencia que de extender el Reino de Dios. - Una vida religiosa aletargada y pasiva ante los gritos de auxilio de los más empobrecidos y marginados. - Que algunos quieren aferrarse al pasado, añorando nostálgicamente algo que nunca volverá, que lleva a una inevitable decadencia porque la vida religiosa o es actual o no es significativa. - Que nuestro profetismo es débil y nos atenaza el miedo a los cambios, a enfrentar lo nuevo, a perder seguridades y poder, al riesgo, al futuro incierto. - Que nos esforzamos más por ser excelentes profesionales que por ser testigos del Dios de la Vida que genera g enera pasión, esperanza y alegría. 71
VC 46 Enzo Bianchi, La vida religiosa, testigo de la belleza y ternura de Dios , en Confer 153 (2001) p. 62 73 Cf. ET 55 72
21
- Que nos puede un activismo enajenante y un individualismo invasor que relativiza la vida comunitaria y hasta la misma oración. - Que el consumismo, el aburguesamiento y la instalación se nos cuela por las rendijas de nuestras casa religiosas con el peligro de la mundanización.
Sueño una Vida Religiosa que vive el Carisma como Don del Espíritu para la Iglesia y el mundo. Sueño una Vida Religiosa que encarna el amor de Dios en la vida, que se deja conducir por el viento del Espíritu, ese espíritu, siempre libre, sorprendente y a veces, desconcertante. Sueño una Vida Religiosa profética, urgida a testimoniar la misericordia y la fraternidad, la reconciliación y la paz, la justicia y la solidaridad, el Amor y la Verdad. Sueño una Vida Religiosa que revela el rostro materno de Dios. Memoria testimonial de la ternura de Dios y de la fuerza de su Espíritu. E spíritu. Sueño una Vida Religiosa samaritana, volcada, como Jesús, en la Misión, comprometida con los más pobres, que vive el espíritu evangélico de la Bienaventuranzas. Sueño una Vida Religiosa profecía interpelante de comunidad, donde se respire un ambiente ecológico, donde se oxigene el alma y se vivan unas relaciones relaciones humanizadoras, humanizadoras, cálidas, acogedoras, abiertas… abiertas…
Sueño una comunidad de personas consagradas, célibes por el Reino, integradas, maduras, armoniosas, disponibles y gozosas en la misión confiada. Sueño una comunidad de personas consagradas, donde la pobreza no genera discusiones, sino que es una realidad de corazón que produce gozo. Sueño una Vida Religiosa donde la obediencia no se vive como lucha o resignación, sino como búsqueda en diálogo y discernimiento, del querer q uerer de Dios. Sueño una Vida Religiosa lúcida, capaz de mirar el futuro con esperanza, llena de imaginación, entrega y coraje. Sueño una Vida Religiosa que, al estilo de nuestro fundador, ame con fidelidad creativa y sea esencialmente Pascual, Signo, Símbolo, Parábola y Profecía del Reino. Sueño una Vida Religiosa llamada a despojarse del lastre, a crear odres nuevos para vino nuevo, a avanzar ligera de equipaje hacia el futuro. Sueño una Vida Religiosa apasionada por Cristo y apasionada por la humanidad.
22
En el documento Vita Consecrata, expresamente, aparece 19 veces el término “belleza”.
En una ocasión se hace referencia al concepto de filocalía. Y en varias ocasiones se habla de lo hermoso o la hermosura. Estos son los textos y las referencias concretas que hemos recogido: Nº 15 «Bueno es estarnos aquí» (Mt 17, 4). Estas palabras muestran la orientación cristocéntrica de toda la vida cristiana… expresan con parti cular elocuencia el carácter absoluto que constituye el : ¡ , dedicarnos a ti, concentrar de modo exclusivo nuestra existencia en ti! En efecto, : É » (Sal 4544, 3), el Incomparable. Nº 16 “ A la vida consagrada se confía la
de , el resplandor ante el cual
cualquier otra luz languidece, .”…
que caracteriza toda la vida cristiana, Padre, Hijo y Espíritu Santo y testimoniando con alegría su amorosa condescendencia hacia cada ser humano”.
Nº 19 “…los Padres de la Iglesia han calificado est e como f decir, , que es irradiación de la divina bondad .”
, es
Nº 20 “
En la medida en que se deja conducir por el Espíritu hasta la cumbre de la perfección, : , contemplo su fulgor y reflejo su luz; me arrebata su esplendor indescriptible”… De este modo, ”.
, practicada a imitación de Cristo, cuyo alimento era hacer la voluntad del Padre (cf. Jn 4, 34), , rica de sentido de responsabilidad y animada por la confianza
Nº 21 “
23
recíproca, que es reflejo en la historia de la amorosa correspondencia propia de las tres Personas divinas” .
Nº 24 “Aquel que en su muerte aparece ante los ojos humanos
hasta el punto de mover a los presentes a cubrirse el rostro (cf. Is 53, 2-3), precisamente ”. San Agustín lo canta así: « Hermoso siendo Dios, Verbo en Dios [...] Es hermoso en el cielo y es hermoso en la tierra; hermoso en el seno, hermoso en los brazos de sus padres, hermoso en los milagros, hermoso en los azotes; hermoso invitado a la vida, hermoso no preocupándose de la muerte, hermoso dando la vida, hermoso tomándola; hermoso en la cruz, hermoso en el sepulcro y hermoso en el cielo. Oíd entendiendo el cántico, y la flaqueza de su carne no aparte de vuestros ojos el esplendor de su hermosura » Nº 28
“
es aquella que, desde su concepción inmaculada, . « Toda hermosa » es el título con el que la Iglesia la
invoca”.
Nº 41 “Con la constante promoción del amor fraterno en la forma de vida común,
pone de manifiesto que la participación en la comunión trinitaria puede transformar las relaciones humanas, creando un nuevo tipo de solidaridad. Ella de este modo a los hombres tanto , como los caminos concretos que a ésta conducen”.
Nº 64 “La invitación de Jesús: « Venid y veréis » (Jn 1, 39) sigue siendo aún hoy la regla
de oro de la pastoral vocacional. Con ella se pretende presentar, a ejemplo de los fundadores y fundadoras, el atractivo de la persona del Señor Jesús y ”. Nº 66 Los formadores “ Atentos a la acción de la gracia, … sobre todo,
y el valor de l carisma en que éste se concretiza”. Nº 75 “ Desciende, Pedro; tú, que deseabas descansar en el monte, desciende y predica
la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye y exhorta, increpa con toda longanimidad y doctrina.
24
…
, Nº 104 “…la , hoy como ayer, está por la presencia de la . Lo que a los ojos de los hombres puede parecer un despilfarro, para la persona en el secreto de su corazón es una respuesta de amor, exultante de gratitud por haber sido admitida de manera totalmente particular al conocimiento del Hijo y a la participación en su misión divina en el mundo”
Nº 107 “Es preciso recordar que
”.
Nº 109 Dirigiéndose a las personas consagradas:“
Nº 111 En la oración a la Trinidad se pide: “… haz dichosos a tus hijos e hijas que has
llamado a haz que sean Hasta aquí el recorrido, lo más fideligno posible, por todos los textos donde aparecen alusiones a la belleza aplicadas o referidas a Dios (especialmente a Cristo), a María, a la Iglesia, al camino de seguimiento de Cristo a través de la vida consagrada, y más en concreto al sentido, la identidad y la misión de la misma vida consagrada.
25
Juan Pablo II, Vita Consecrata (Exhortación Consecrata (Exhortación apostólica postsinodal sobre la vida consagrada y su misión en la Iglesia y en el mundo) 25 de marzo de 1996; Carta a los artistas , artistas , 4 de abril de 1999.
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García Paredes, José C. R., Teología de la Belleza y Philokalía (Apuntes del Curso opcional del ITVR, 2º semestre, 2011) Historia de la estética, de Wikipedia
27
I.
II.
III.
INTRODUCCIÓN EL CONCEPTO DE BELLEZA, HOY 1. La difícil conceptualización de la belleza 2. La vinculación de la estética con la ética 3. No hay belleza sin verdad y bondad 4. Conclusiones EL ACCESO A LA BELLEZA DE DIOS 1. Jesucristo, revelación de la Belleza de Dios 2. La creación y la realidad cotidiana, portadoras de la Belleza divina 3. La experiencia espiritual y mística y la filocalía, como itinerario de acceso a la Belleza de Dios. 4. La liturgia, manifestación y celebración de la Gloria (Belleza) de Dios 5. La expresión artística y su dimensión transcendental LA VIDA CONSAGRADA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA BELLEZA 1. Características de la Belleza divina 2. La vocación de la vida consagrada como seducción de la Belleza divina 3. La identidad de la vida consagrada 4. La misión de la vida consagrada 5. El cuidado de la belleza de la vida consagrada a) La fidelidad a la vocación recibida b) La calidad evangélica de la vida fraterna c) La atención a las “fealdades” de nuestra vida consagrada 6. Soñando una vida consagrada bella ANEXO 1 Textos referidos a la belleza en Vita Consecrata BIBLIOGRAFÍA
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