Los holocaustos de la era victoriana tardía - M ike Davis
El libro, es un estudio que analiza las devastaciones del colonialismo de 1880-1890, y el papel que éste tuvo en la pauperización de la mayor parte de la población mundial. La primera sorpresa es la magnitud de la tragedia que se va a estudiar. Estamos ablando de
ambrunas que en tres episodios entre 18!" y 190#, en $ndia, %ina y &rasil, mató a '1 o "1 millones de personas, seg(n diversas estimaciones. La segunda sorpresa, m)s morti*icante, es descubrir que estas estas mucedu mucedumbre mbress ambrie ambrientas ntas tras desapare desaparecer cer del mundo mundo an desapare desaparecido cido también también de la istoriogra*+a. avis %asi sin e/cepción, los istoriadores contempor)neos que escriben sobre la istoria mundial del siglo $ an ignorado las mega sequ+as y ambrunas que arrasaron al ercer 2undo.3 4o es éste un olvido inocente, pues contradicen la narrativa o*icial sobre la istoria económica del siglo $. 5os *errocarriles de la $ndia, por e6emplo, no son ve+culos de progreso, sino erramientas de despo6o y de muerte. 7ero no es sólo ésta la responsabilidad del imperialismo, también se ve que la e/pansión colonial va enlazada con desastres naturales y epidemias. avis %ada sequ+a da luz verde para una carrera imperial por el territorio. i la sequ+a del sur de *rica de 18!!, por e6emplo, *ue la oportunidad que %arnavan tomó para atacar la independencia zul(, la ambruna en Etiop+a de 1888-9# *ue como un mandato para que %rispi construyese un nuevo imperio romano en el cuerno de *rica. El papel de la naturaleza se analiza en la tercera parte del libro. 5os mecanismos comple6os que determinan los episodios globales de sequ+a *ueron descubiertos luego de los a:os "0, cuando ;acob &6er de vientos y corrientes oce)nicas en el 7ac+*ico central. El *lu6o raro de aguas super*iciales c)lidas acia el este provoca precipitaciones inusuales en la costa occidental de ?mérica, al tiempo que la situación se invierte en el otro margen del océano y la sequ+a se e/tiende por $ndia, %ina y el sudeste de ?sia, donde las lluvias monzónicas pueden *altar algunos a:os, y también por el nordeste de &rasil. 5os *enómenos 5a 4i:a pueden seguir a El 4i:o, por lo que en los a:os siguientes a las sequ+as es *recuente que se den espantosas inundaciones. Capítulo 9: Los orígenes del tercer mundo
5os istoriadores an descartado el @accidente clim)ticoA, ya que no son accidentales después de todo. B, en contra de la conclusión *amosa =Ctal vez eurocéntricaD> de Ernmanuel 5e oy 5adurie que el cambio clim)tico es un modi*icador @leve, tal vez despreciableA de los asuntos umanos. i, como a observado aymond Filliams, @la naturaleza contiene, aunque no nos demos cuenta, una cantidad e/traordinaria de istoria umanaA, aora estamos descubriendo que lo contrario es igualmente cierto ay una cantidad e/traordinaria de inestabilidad medioambiental en la istoria moderna.
e eco, la intensidad de los *enómenos E4G 1 es tan abrumadora que resulta tentador a*irmar que las grandes ambrunas, como las de 18!0 y 1890 =o la m)s recientemente, el desastre en el ael de la década de 19!0>, *ueron @causadasA por El 4i:o, o por El 4i:o actuando al un+sono con la miseria agraria tradicional. CEs esto ciertoD Un clima malo! contra un sistema malo!
er+a (til disponer de alguna estrategia para separar el contraste lamentable que los cinos acen entre un @clima maloA y un @sistema maloA. %omo emos visto, B. Hue a intentado crear un par)metro de la in*luencia que tuvieron, tanto la sequ+a y las pol+ticas relacionadas con la producción agr+cola durante la ambruna del Iran 7aso ?delante de 19J8-"1. in embargo, aunque su traba6o es rico metodológicamente, sus +ndices cruciales dependen de unos datos comprensivos meteorológicos y econométricos que no e/isten para el siglo $. ;ared iamond proclamó que se deber+a comparar sistemas @que di*ieren por la presencia o ausencia de ciertos supuestos *actores causalesA. 4ecesitamos, una seme6anza de las ambrunas de *inales de la era victoriana en la que los par)metros naturales se mantengan constantes pero las variables sociales di*ieran signi*icativamente. Kn candidato e/celente, es el *enómeno El 4i:o de 1!L'-LL, por el impacto que tuvo en las llanuras del norte de %ina. El monzón primaveral *ue suspendido durante dos a:os seguidos, lo que devastó el trigo invernal. 5os vientos abrasadores marcitaban las cosecas y los gran6eros mor+an de insolación en los campos. 5as provisiones de cereales provinciales eran inadecuadas. 7ero a di*erencia de lo que sucedió a *inales del siglo $ no ubo una mortandad generalizada ni de ambre, ni de en*ermedades. C7or qué noD 7ierre-Etienne Fill a reconstruido la istoria de 1!L'-LL usando los registros y crónicas contempor)neas. $nmediatamente se empezaron a distribuir raciones a los campesinos en los condados o*icialmente designados como a*ectados por la ambruna. 5a aristocracia local ab+a organizado comedores populares para asegurar la supervivencia de los pobres. %uando las provisiones *ueron insu*icientes, Iuanceng trans*irió mi6o y arroz, y usó el %anal para transportar vastas cantidades de arroz desde el sur. os millones de campesinos *ueron alimentados durante oco meses, asta que la vuelta del monzón izo que se pudieran retomar las tareas agr+colas. 5as acciones que se tomaron siempre estaban al d+a con los acontecimientos que iban ocurriendo o se les adelantaba. e eco, mientras la dinast+a Ming # estaba cumpliendo su contrato social con los campesinos, los europeos contempor)neos mor+an de ambre y de en*ermedades relacionadas con el 1 El E4G es un *enómeno oce)nico-atmos*érico que consiste en la interacción de las aguas super*iciales del océano 7ac+*ico tropical con la atmós*era circundante. El E4G est) relacionado con trastornos clim)ticos en mucas partes del mundo y con alteraciones en diversos ecosistemas terrestres y marinos. ico *enómeno presenta en su componente oce)nica, un contraste importante relacionado con las temperaturas super*iciales del Gcéano 7ac+*ico tropicalN dico contraste establece la aparición de dos eventos El 4i:o, que se presenta al tener anomal+as c)lidas y 5a 4i:a, se presenta al tener anomal+as *r+as, ambos en el océano 7ac+*ico tropical. 2 5a dinast+a cing o dinast+a qing o dinast+a manc( *ue *undada por el clan
manc( de ?isin Iioro en el actual noreste de %ina. 5a %ing *ue la (ltima de las dinast+as imperiales cinas. uvo su capital en 7e<+n desde 1"LL asta la abdicación en 191# del (ltimo emperador , como consecuencia de la evolución de inai y el establecimiento de la ep(blica de %ina.
ambre durante los inviernos )rticos y veranos de sequ+a de 1!L0 a 1!L'. 7ero la ayuda llevada a cabo en Oili en 1!L' y 1!LL no *ue la (nica la inundación del +o ?marillo el a:o anterior =1!L#-L'> tra6o mucos m)s gastos adem)s de las sequ+as e inundaciones. &ei6ing también actuó con *irmeza en la ayuda para prevenir la ambruna durante las sequ+as provocadas por El 4i:o entre 1!!8-8! . 5a capacidad del Estado cino durante el siglo P$$$, era verdaderamente impresionante sistema nacional de estabilización del precio de los cerealesN grandes e/cedentes de cerealesN graneros bien administrados e in*raestructuras idr)ulicas incomparables. 5os elementos culminantes de la Qpoca orada de la seguridad alimenticia *ueron la vigilancia del precio de los cereales. Qsta es otra di*erencia espec+*ica del absolutismo de la dinast+a Ming. esulta di*+cil imaginar a 5uis P$ empleando sus tardes revisando las minutas con los precios de los cereales de 5imoges o ?uvernia. 4i tampoco es *)cil imaginar a un monarca europeo seriamente comprometido en la misma medida en que la dinast+a Ming se sumergió. Rinalmente, ay pruebas abundantes de que el campesinado del norte de %ina, durante el apogeo de la dinast+a Ming, era m)s autosu*iciente con respecto a la nutrición y menos vulnerable a la ansiedad causada por el clima de lo que sus descendientes lo ser+an un siglo después. %on respecto al impuesto *ormal de la tierra era un mero J o " por ciento de la coseca y que una gran parte de éste era empleado localmente y por el Iobierno provincia$. ?l contrario que sus omólogos *ranceses, los campesinos de la llanura del +o ?marillo =la gran mayor+a de los cuales eran propietarios de su tierra> ni *ueron molidos por impuestos e/orbitantes, ni derrengados por las rentas *eudales. En particular, el norte de %ina e/perimentó una prosperidad sin precedentes. urante la mayor parte de la Qpoca orada3, se mantuvo ale6ado de en*ermedades epidémicas, al contrario de Europa., Cubiesen podido acer *rente a las sequ+as que a*ectaron a la mayor parte del norte de %ina en la escala que tuvieron en 18!" o incluso en 1899D Es importante calcular esta pregunta con cuidado, ya que las sequ+as con ambruna *ueron m)s localizadas geogr)*icamente en el siglo P$$$ y también porque la sequ+a de 18!", pudo aber sido un *enómeno que sucede cada #00 o J00 a:os. 7or ello, es razonable aceptar que si una sequ+a de la magnitud de la de 18!" ubiese ocurrido en 1!L' ubiese provocado, inevitablemente, decenas, tal vez centenas de miles de muertos en las regiones m)s remotas. 7ero es improbable que una sequ+a como esa se ubiese trans*ormado en un verdadero olocausto que consumiere a la mayor+a de la población. %ontrariamente a lo que sucedió en 18!"-!!, cuando los graneros ab+an sido vaciados o saqueados y los precios sub+an por las nubes sin control, los administradores del siglo P$$$ pod+an contar con grandes e/cedentes en el presupuesto imperial y respaldado por los enormes e/cedentes de arroz. ?dem)s una abundancia de *uentes de agua garantizaba la navegabilidad del Iran %anal durante todo el a:o. 2ientras que en 18!", el Estado cino -debilitado por el *racaso de las re*ormas de la dinast+a ongzi'- se vio reducido a repartir dinero como medida de socorro. 3 El Emperador ongzi, *ue el décimo emperador de la dinast+a Ming, y el octavo emperador Ming que gobernó sobre
cina. u reinado, desde 18"1 asta 18!J, que se prolongó de manera e*ectiva a través de su adolescencia, *ue eclipsada en gran parte por el estado de su madre la emperatriz viuda %i/+. ?unque ten+a poca in*luencia en los asuntos del Estado, los acontecimientos de su reinado dio lugar a lo que los istoriadores llaman la S estauración ongziS, un intento *allido de estabilización y modernización de %ina.
Las le"es de cuero! contra las le"es de hierro!
CMué decir de la ambruna en la $ndia antes a la colonización brit)nicaD e nuevo, no ay ninguna prueba que con*irme que la $ndia ab+a e/perimentado, antes una crisis de subsistencia igual que la cat)stro*e de &engala en 1!!0 ba6o el dominio de la %ompa:+a de las $ndias Grientales, o el largo asedio de las en*ermedades y el ambre entre 18!J y 19#0, que *renó casi totalmente el crecimiento demogr)*ico. Es cierto que los mogoles ni dispon+an de recursos como ten+a el Estado centralizado de la dinast+a Ming ni su istoria administrativa est) tan bien documentada. 7or otra parte, la $ndia de la dinast+a 2ogol, en general no padeció ambrunas asta la década de 1!!0. ?dem)s, ay pruebas de que en la $ndia anterior a la colonización brit)nica las reservas de alimentos a escala local eran mayores, la solidaridad m)s generalizada y los precios de los cereales estaban me6or protegidos. 7or supuesto, los brit)nicos ten+an un interés claro en a*irmar que ab+an liberado a la población de los siglos oscuros del despotismo mogol . El primer $n*orme de la %omisión sobre la Tambruna de 1880, citaba la e/traordinaria campa:a de socorro que ?urangzeb L organizó durante la sequ+a y ambruna de 1""1 =C%ausada por El 4i:oD>. El Emperador abrió su tesoro, repartió dinero sin restricciones, promovió la importación de ma+z y lo vendió a precios reducidos, o lo distribuyó gratuitamente . ?l contrario que en el sistema raiyatUari impuesto por los brit)nicos, los derecos de ocupación en el eccan marata no estaban ligados al pago de la renta, sino que los impuestos variaban dependiendo de la coseca realN los pobres pod+an acceder a las tierras y a los recursos comunales y los gobernantes subsidiaban me6oras en los sistemas de riego locales con préstamos a ba6o interés. En contraste con el dogmatismo y la rigidez de las colonias brit)nicas, cuyo propósito era ma/imizar las rentas de la tierra, tanto los mogoles como los maratas J dise:aron su dominio de modo *le/ible para poder tener en cuenta las relaciones ecológicas clave y las *luctuaciones clim)ticas impredecibles que suceden en las regiones del subcontinente indio m)s propensas a padecer sequ+as. 5os mogoles ten+an leyes de cuero3, durante la ambruna de 1899, en contraste con las leyes de ierro3 brit)nicas. El requerimiento que los pobres traba6asen a cambio de socorro, una pr)ctica que empezó en &engala en 18"" in*luida por las 5eyes de 7obres victorianas, contradec+a enormemente la premisa de los bengal+es que los alimentos deb+an darse generosamente. ?unque los brit)nicos insist+an en que ab+an rescatado a la $ndia del ambre eterna3, m)s de un o*icial recibió un reprimenda cuando los nacionalistas indios citaron un estudio publicado en 18!8 en el que contrastaba las '1 ambrunas 4 ?bu 2uza**ar 2uiuddin, =?urangzeb>, *ue emperador del $mperio mogol entre 1"J8 y 1!0! y est) considerado como
el (ltimo de los Sgrandes mogolesS. Es también una de las *iguras m)s controvertidas de la istoria de la $ndia. ?l contrario que sus predecesores, ?urangzeb llevó una vida austera y piadosa. u estricta adesión al$slam y la aria =la ley isl)mica> *ueron los pilares de su reinado. ?bandonó la tolerancia religiosa de sus predecesores y, durante su reinado, se destruyeron numerosos templos induistas y mucos indios se convirtieron al $slam. ?urangzeb usó la estrategia militar para e/pandir y consolidar el imperio mogol, pero a un precio muy alto. u gobierno provocó numerosas revueltas que reprimió durante toda su vida pero que estallaron y cambiaron por completo la $ndia después de su muerte. 5 El $mperio marata, también conocido como %on*ederación marata, *ue una organización estatal que e/istió en
el subcontinente indio entre 1"!L y 1818.
graves ocurridas en los 1#0 a:os de dominio brit)nico con las 1! registradas en los dos milenios anteriores. Es claro que, la intensidad del ciclo del E4G a *inales del siglo $, probablemente solamente igualada en tres o cuatro ocasiones en el (ltimo milenio, determina en gran medida cualquier e/plicación de las cat)stro*es de la década de 18!0 y 1890. 7ero no es la (nica variable, sino que debemos notar el aumento de la vulnerabilidad social a la variabilidad clim)tica que se izo tan evidente en el sur de ?sia, el norte de %ina, el nordeste de &rasil y el sureste de *rica. 2icael Fatts El riesgo clim)tico... no lo crea la naturaleza... sino que es un acuerdo negociado3 porque toda sociedad dispone de medios institucionales, sociales y técnicos para a*rontarlo... ?s+ , las ambrunas son crisis sociales que esconden el *racaso de ciertos sistemas pol+ticos y económicos. #erspectivas so$re la vulnera$ilidad
5a (ltima generación de investigadores a producido estudios que revelan las istorias económicas y sociales de las regiones conectadas por las perturbaciones del E4G. Estas investigaciones an contribuido a demoler los estereotipos orientalistas, que consideran que la pobreza inmutable y la superpoblación son los prerrequisitos naturales de las grandes ambrunas del siglo $. Tay pruebas convincentes de que los campesinos y 6ornaleros agr+colas, después de 18J0, a medida que sus econom+as locales eran violentamente incorporadas al mercado mundial, se vieron en una posición dram)ticamente m)s vulnerable a los desastres naturales. 5o que los administradores coloniales, misioneros y ocasionalmente también las elites criollas, como en &rasil, percibieron como la permanencia de los ciclos de atraso inmemoriales eran, en cambio, estructuras imperialistas *ormales o in*ormales t+picamente modernas. esde la perspectiva de la ecolog+a pol+tica, la vulnerabilidad de los agricultores tropicales, causada por los *enómenos clim)ticos e/tremos posteriores a 18!0, *ue acrecentada por una reestructuración simult)nea que convirtió los v+nculos *amiliares y aldeanos en sistemas de producción regional y en productos para el mercado mundial y el Estado colonial =o dependiente.> 5a constelación de estas relaciones sociales, que manten+a los ogares unidos y los proyectaba acia el mercado, era la que determinaba la *orma precisa que tomar+a la vulnerabilidad de los ogares. ambién *ueron estas mismas relaciones sociales las que *allaron porque no estimularon o previnieron el desarrollo de las *uerzas productivas que pod+an aber aminorado la mencionada vulnerabilidad. 5as nuevas relaciones sociales de producción, con6untamente con el 4uevo $mperialismo, no sólo alteraron las dimensiones estad+sticas del ambre, sino que cambiaron su misma causa3 . res cuestiones, re*erentes a la articulación con estructuras socio-económicas mayores, eran decisivas para la subsistencia rural en el proto-ercer 2undo3 de la era victoriana tard+a. En primer lugar , la incorporación *orzosa de la producción mini*undista a los circuitos productivos y *inancieros controlados desde el e/tran6ero tend+a a socavar la seguridad alimenticia tradicional. El capital rural, a su vez, tend+a a ser parasitario en vez de productivo, porque los terratenientes ricos destinaban las *ortunas que ab+an amasado durante los auges e/portadores a la usura, a la comisión de cultivos y aumentaban las rentas de la tierra. 5a anomal+a de los mercados agr+colas3 *orzó, a través de los mecanismos de mercado, a los productores marginales de cultivos de subsistencia a entrar en una relación de
intercambio desigual, en vez de obtener proveco del intercambio, el mercado deterioró progresivamente sus condiciones de producción, por e6emplo les supuso la pérdida de sus t+tulos de propiedad, especialmente en a:os de mala coseca y precios elevados, los peque:os productores tuvieron que comprar grano adicional e, incluso endeudarse. En segundo lugar , la integración de millones de cultivadores tropicales en el mercado mundial a *inales
del siglo $ vino acompa:ada por un deterioro severo de las condiciones del comercio. El dé*icit de poder por parte de los campesinos en comparación con los comerciantes y los prestamistas agr+colas aumentó por la pérdida del poder adquisitivo de sus productos en el )mbito internacional. En tercer lugar , el imperialismo victoriano *ormal e in*ormal, respaldado por el automatismo
supranacional del patrón oro, con*iscó la autonom+a *iscal local y limitó las respuestas desarrollistas a escala nacional =especialmente las inversiones en la conservación de agua y en la irrigación> que podr+a aber reducidas la vulnerabilidad de la población *rente a la inestabilidad clim)tica. Es decir, el *allo no estaba solamente en que las ganancias de las e/portaciones no *ueron restituidas a los mini*undistas en *orma de incrementos en los ingresos *amiliares, sino que tampoco volvieron en *orma de capital social reutilizable o inversiones estatales. 5a elaboración de estas tesis, como siempre sucede en las e/plicaciones geo -istóricas, requiere un an)lisis pro*undo de varias magnitudes. ?ntes de considerar los estudios de caso del empobrecimiento rural en las regiones clave devastadas por los *enómenos El 4i:o de la década de 18!0 y 1890, o antes de observar la relación entre el imperialismo, la capacidad estatal y la crisis ecológicas a escala aldeana, es necesario discutir brevemente cómo las posiciones estructurales de $ndia y %ina en la econom+a mundial cambiaron en el curso del siglo $. 5a comprensión de cómo la umanidad tropical perdió tanto terreno económico a *avor de los europeos occidentales después de 18J0 sirve para e/plicar por qué el ambre pudo cosecar tales ecatombes umanas . La derrota de %sia
&airoc se izo *amoso por a*irmar que las di*erencias en los ingresos y en la riqueza entre las grandes civilizaciones del siglo P$$$ eran relativamente insigni*icantes, lo que *ue corroborado por 2addison Es muy probable que, a mediados del siglo diecioco, la media del est)ndar de vida en Europa *uese un poco m)s elevada que en el resto del mundo3 . %omo a demostrado recientemente 7rasannan 7artasarati =7ro*esor de istoria de &oston %ollege>, el estereotipo del 6ornalero indio desgraciado vestido con un taparrabo y medio muerto de ambre se desploma cuando miramos los datos comparados de los est)ndares de vida. @e eco, ay pruebas convincentes de que, durante el siglo P$$$, los 6ornaleros del sur de la $ndia ganaban m)s que sus omólogos brit)nicos y viv+an con mayor seguridad *inancieraA. ebido a que la productividad de la tierra era mayor en el sur de la $ndia, los te6edores y otros artesanos dis*rutaban de un régimen alimenticio me6or que el del europeo medio. B m)s importante es que los +ndices de desempleo tend+an a ser menores porque pose+an derecos de contratación superiores y ten+an m)s poder económico. $ncluso los 6ornaleros agr+colas de 2adr)s =actualmente %ennai, antiguamente conocida como 2adr)s> ganaban m)s, en términos reales, que los 6ornaleros en las gran6as inglesas. %ontrariamente, acia 1900, omes %under utt estimó que los ingresos medios de una *amilia
brit)nica eran #1 veces superiores a los de una *amilia india. 5as investigaciones recientes por parte de istoriadores cinos también cuestionan las concepciones tradicionales sobre el crecimiento económico comparado. ?dem)s, en el *oro reciente titulado epensar la %ina del siglo P$$$3, Hennet 7omeranz subrayó las pruebas que indican que, durante el siglo P$$$, los cinos de a pie dis*rutaron de un est)ndar de consumo mayor que el de los europeos 5a esperanza de vida cina =y con ella la nutrición> estaba apro/imadamente al mismo nivel que la inglesa incluso a *inales del siglo P$$$. 5a *ertilidad cina *ue, de eco, menor que la europea entre 1JJ0 y 18J0, mientras que su población creció m)s r)pidamenteN por ello, la mortalidad deb+a aber sido ba6a. ?dem)s, mis estimaciones del consumo =2i, de productos no esenciales3 salieron sorprendentemente elevadas. El consumo de az(car era entre L,' y J libras per c)pita alrededor de 1!J0, muco mayor en algunas regiones con apenas # libras per c)pita en Europa. %ina, acia 1!J0, parece que produc+a entre " y 8 libras de pa:o de algodón per c)pita en su región m)s rica, el delta del Bangzi =con una población de '1 millones de personas>, probablemente produc+a entre 1# y 1J libras per c)pita. El eino Knido, incluso en 1800, produc+a grosso modo 1' libras de pa:os de algodón, lino y lana combinados, incluso
la producción continental estaba
probablemente por deba6o de la de %ina. El estereotipo abitual en la istoria económica del siglo $ es que ?sia se quedó quieta mientras que evolución $ndustrial empu6aba a Iran &reta:a, seguida por Estados Knidos y, eventualmente, el resto de Europa occidental, por el camino del crecimiento veloz. 7or supuesto, super*icialmente esto es correcto, aunque los datos acumulados por &airoc y 2addison demuestran que ?sia perdió su preeminencia en la econom+a mundial muco después de lo que mucos de nosotros imaginamos. El *uturo ercer 2undo, dominado por las econom+as comerciales y artesanales altamente desarrolladas de %ina e $ndia, *ue perdiendo terreno asta 18J0 =cuando todav+a generaban "J V del 7roducto 4acional &ruto>, momento en el que empezó a caer vertiginosamente y siguió aciéndolo durante el resto del siglo $ =en 1900 solamente generaban '8 V del 74& mundial y en 19"0, el ## V>
.
7ero, Cpor qué ?sia se quedó quietaD 5a respuesta rutinaria es porque estaba sobrecargada por las cadenas de la tradición y la demogra*+a maltusiana, aunque estas mismas cadenas no impidieron que la %ina de la dinast+a Ming, cuyo +ndice demogr)*ico creció casi lo mismo que el +ndice europeo, e/perimentase un crecimiento económico e/traordinario a lo largo del siglo diecioco. %omo a argumentado recientemente ;ac< Ioldstone, el @estancamientoA de %ina es @una ilusión anacrónica que viene provocada por leer la istoria al revésA 5a pregunta pertinente no es tanto por qué la evolución $ndustrial ocurrió primero en $nglaterra, Escocia y &élgica, sino por qué otras regiones del mundo económicamente avanzadas en el siglo P$$$ *racasaron a la ora de adaptar sus manu*acturas artesanales a las nuevas condiciones de producción y competición del siglo diecinueve. 5os telares de %ina e $ndia no *ueron derrotados por la competición del mercado, sino que *ueron desmantelados a la *uerza por las guerras, las invasiones, el opio y el sistema de aranceles en una sola dirección impuesto por 5ancasire. ean cuales *ueren las limitaciones internas a un crecimiento económico r)pido en ?sia, 5atinoamérica y *rica, es indiscutible que, desde apro/imadamente 1!80 ó 1800, cada intento serio de una sociedad
no occidental de introducirse en el carril de v+a r)pida del desarrollo o de regular las condiciones de su comercio recib+a una respuesta militar y económica de 5ondres o de otra capital imperial competidora. La economía mundial de la era victoriana tardía
En Iran &reta:a, durante el periodo prolongado de patrón de crecimiento pare y siga3, entre 18!' y 189" =que los istoriadores económicos sol+an llamar, equivocadamente, la @Iran epresiónA>, el +ndice de *ormación de capital y el crecimiento, tanto de la productividad de la mano de obra como del capital, empezaron a decaer dram)ticamente. Iran &reta:a se mantuvo ligada a productos y tecnolog+as anticuadas, mientras que ?lemania y Estados Knidos, protegidos por sus barreras arancelarias, *or6aban su camino acia el liderazgo en las industrias punteras qu+mica, eléctrica y petrolera. 7uesto que las importaciones brit)nicas y las inversiones en el e/tran6ero todav+a dinamizaban el crecimiento local, desde ?ustralia asta inamarca, la posibilidad de su*rir el e*ecto ti6eras3, entre la productividad del eino Knido y su consumo, amenazaba la totalidad de la estructura del comercio mundial. En esta coyuntura, los ambrientos campesinados indio y cino *ueron incorporados al sistema como salvadores inveros+miles. urante una generación apoyaron todo el sistema internacional de pagos, lo que permitió que la supremac+a *inanciera inglesa continuada coe/istiese, temporalmente, con su relativa decadencia industrial. eg(n Iiovanni ?rrigi, @el enorme super)vit en la balanza de pagos india se convirtió en el elemento central que permitió la reproducción ampli*icada de los procesos de acumulación de capital a escala mundial por parte del eino Knido y el dominio de las *inanzas mundiales por parte de la %ityA. El *uncionamiento de este circuito crucial era simple e ingenioso. Iran &reta:a ganaba anualmente un enorme super)vit en sus transacciones con $ndia y %ina, que le permit+an sostener dé*icit igualmente grandes en sus transacciones con Estados Knidos, ?lemania y los dem)s dominios poblados por los blancos. Es verdad que Iran &reta:a también dis*rutó de las ganancias producidas por la navegación, la banca y las inversiones e/tran6eras pero, seg(n ?ntony 5atam, sin ?sia, que generaba !' V del crédito comercial brit)nico en 1910, Iran &reta:a seguramente se ubiese visto *orzada a abandonar el libre mercado y sus socios comerciales se abr+an visto *orzados a *renar el ritmo de su industrialización. 5a econom+a mundial liberal se podr+a aber *ragmentado en bloques comerciales aut)rquicos, como sucedió después, durante la década de 19'0 Estados Knidos y la Europa industrializada, especialmente ?lemania, solamente *ueron capaces de seguir con sus pol+ticas de protección arancelaria gracias al super)vit que Iran &reta:a obten+a de ?sia. Iran &reta:a, sin el super)vit asi)tico, no ubiese podido seguir subsidiando su crecimiento. ?s+, el resultado es que ?sia en general, y %ina e $ndia en particular, en vez de ser elementos peri*éricos eran, de eco, elementos cruciales en la evolución de la econom+a internacional del momento. in los super)vit que Iran &reta:a ganaba all+, el patrón de desarrollo económico internacional se ubiese visto gravemente limitado . La &ndia *ue, claramente, el mercado cautivo m)s grande en la istoria mundial. esde 18!J, saltó de la
tercera a la primera posición en la lista de consumidores de las e/portaciones brit)nicas. 5os gobernantes brit)nicos imposibilitaron, deliberadamente, que los indios se convirtiesen en mec)nicos cuali*icados, recazaron suscribir contratos con empresas indias que produc+an materiales que pod+an conseguirse de $nglaterra y, en general, di*icultaron la *ormación de una estructura industrial autónoma
en la $ndia. Iracias a una pol+tica de abastecimiento gubernamental que ordenaba que la mayor+a de las adquisiciones gubernamentales *uesen productos brit)nicos y daba el monopolio en la organización del comercio de importaciónWe/portación a las casas mercantes brit)nicas3, la $ndia *ue obligada a absorber los e/cedentes de unas e/portaciones industriales brit)nicas cada vez m)s obsoletas y no competitivas. ?s+, Iran &reta:a evitó @tener que reestructurar su industria y *ue capaz de invertir su capital en los pa+ses que proporcionaban mayores bene*iciosA. Iracias a la $ndia, los *inancieros brit)nicos no se vieron obligados a atar3 sus préstamos a las e/portaciones brit)nicas, ya que los productos brit)nicos siempre ten+an a su disposición el capital imperial3 . 7ero Ccómo, en los tiempos del ambre, pudo el subcontinente indio permitirse subsidiar la supremac+a comercial, repentinamente precaria, de su conquistadorD En pocas palabras, no pudo la $ndia, como veremos, *ue obligada a incorporarse en el mercado mundial a marcas *orzadas por las pol+ticas acend+sticas e idr)ulicas que obligaron a los campesinos a producir para el consumo en el e/tran6ero al precio de su propia seguridad alimenticia. Este impulso e/portador *ue el elemento distintivo de la nueva estrategia de *inanzas p(blicas introducida por ;ames Filson en los primeros a:os de dominio directo. 5a apertura del %anal de uez y el crecimiento de la navegación a vapor redu6o dr)sticamente los costos de transporte de las e/portaciones, en grandes cantidades, de productos del subcontinente indio. ? resultas de ello, en la $ndia, el comercio e/terior por v+a mar+tima se octuplicó entre 18L0 y 188". ?dem)s de cultivar opio en &engala, las nuevas e/portaciones de monocultivos de +ndigo, algodón, trigo y arroz usurparon millones de acres a los cultivos de subsistencia. 7or supuesto que, después del debacle de la agricultura inglesa en la década de 18!0, una parte de esta producción ten+a por destino asegurar que los precios de los cereales se manten+an ba6os en la metrópolis. Entre 18!J y 1900, periodo en el que sucedió la peor ambruna en la istoria india, las e/portaciones anuales de cereales aumentaron de ' a 10 millones de toneladas una cantidad que, como a se:alado omes utt, era equivalente a las necesidades nutritivas anuales de #J millones de personas. urante el cambio de siglo, la $ndia abastec+a casi una quinta parte del consumo de trigo brit)nico, al igual que permit+a a los comerciantes de cereales de 5ondres especular en la Europa continental durante los periodos de carest+a. 7ero la contribución m)s decisiva de la agricultura india al sistema imperial, iniciada con el primer cargamento ilegal de opio que la %ompa:+a de las $ndias Grientales envió a %antón =oy Iuangzou>, *ueron los ingresos que ésta ganaba en el resto del emis*erio oriental. Especialmente en las décadas de 1880 y 1890, el comercio permanente y los desequilibrios contables que el subcontinente indio mantuvo con Iran &reta:a *ueron *inanciados con los e/cedentes comerciales del opio, arroz e ilo de algodón que éste manten+a con el resto de ?sia. e eco, la e/plotación sistem)tica de la $ndia por parte de $nglaterra depend+a, en gran medida, de la e/plotación comercial de %ina por parte de la $ndia. Este comercio triangular entre $ndia, %ina y Iran &reta:a ten+a una importancia económica estratégica en el sistema mundial victoriano que trascend+a otros *lu6os comerciales de mayores dimensiones. ?unque %ina solamente generase un min(sculo 1,' por ciento del volumen total del comercio mundial a *inales del siglo diecinueve, éste era, sin embargo, inmensamente valioso para el $mperio &rit)nico, que monopolizaba 80 por ciento del comercio e/terior de %ina en 18"0 y "0 por ciento en una *eca tan le6ana como 1899.
?l agrandar por la *uerza la demanda cina de narcóticos y, con ella, los impuestos que se recaudaban de su e/portación, las dos Iuerras del Gpio " =18'9-L# B 18J"-J8> B el punitivo ratado de ian6in =18J8> revolucionaron la base impositiva de la $ndia brit)nica. ;on Fong dice que @el opio cubrió los costos de la e/pansión imperial en la $ndiaA. 5os env+os de opio de la $ndia alcanzaron su cima, 8!.000 co*res en 18!9, la mayor transacción de narcóticos en la istoria de la umanidad. Este comercio e/traordinario en una sola dirección -en 18"8 la $ndia proveyó alrededor de 'J V de las importaciones de %ina pero compró menos de uno por ciento de sus e/portaciones- también subsidió las importaciones de algodón de Estados Knidos que alimentaban la revolución industrial en 5ancasire. 5atam e/plica que @la venta de opio de &engala a %ina era un eslabón importante en la cadena comercial con la que Iran &reta:a envolv+a el mundo. 5a cadena *uncionaba as+ el eino Knido pagaba el algodón de Estados Knidos con billetes del &anco de $nglaterra. 5os estadounidenses llevaban algunos de esos billetes a %antón y los intercambiaban por té. 5os cinos cambiaban los billetes por opio indio. Kna parte de los billetes se reenviaba a $nglaterra en concepto de bene*iciosN otra parte se destinaba a la compra de m)s productos en la $ndia, a nutrir las remesas monetarias de las *ortunas privadas en la $ndia y los *ondos para mantener el *uncionamiento del Iobierno de la $ndia en la metrópoliA. espués de 1880, cuando los cinos recurrieron e/trao*icialmente al cultivo doméstico de opio para reducir su dé*icit comercial, la $ndia brit)nica encontró un nuevo negocio lucrativo en la e/portación del ilo de algodón ilado a m)quina que, como veremos, tuvo un impacto devastador en los te/tiles populares cinos. ?dem)s, por primera vez a *inales del siglo diecinueve, la misma Iran &reta:a empezó a ganar un super)vit substancial en su comercio con %ina. Rue durante la egunda Iuerra del Gpio que decuplicó, en una sola década, las e/portaciones brit)nicas a %ina, cuando sucedió el cambio. El patr'n oro " el militarismo
?dem)s de encontrarse en el bando perdedor del imperialismo librecambista, las econom+as indias y cina también se vieron estranguladas por los gastos militares y el patrón oro. En la era victoriana, ning(n otro de los grandes pa+ses se vio obligado a dedicar a la guerra una porción tal de su producto 6 El mercadeo de opio por parte del
eino Knido, Rrancia y Estados Knidos a %ina generó un con*licto de grandes proporciones. 5os cinos consideraban que Gccidente no ten+a nada de valor con lo que comerciar, pero los comerciantes brit)nicos y estadounidenses, *uertemente respaldados por la %orona brit)nica, vieron en el opio la posibilidad de tener intercambio. El opio y sus derivados =mor*ina, ero+na, etc.> constituyen las drogas m)s adictivas. 7or e6emplo, un traba6ador medio cino adicto al opio gastaba dos terceras partes de su sueldo en esta droga, de6ando a su *amilia en la miseria. 7ara 18'9 el opio ya estaba al alcance de los obreros y campesinos. e generó con esto una epidemia de adictos en %ina, por lo que el propio emperador debió tomar cartas en el asunto, nombrando a 5in Tse su para que *renara el tr)*ico de opio =%uando Tong Hong *ue devuelta a %ina en 199!, lo primero que icieron *ue poner una estatua de 5in, considerado como un éroe nacional entre los cinos> . 5in Tse su mandó una carta a la eina Pictoria $ del eino Knido pidiéndole que no tra*icara m)s con opio. in embargo, la reina Pictoria no accedió a las peticiones cinas, estallando poco después la 7rimera Iuerra del Gpio, que generó un est+mulo para que m)s mercaderes *ueran a %ina desde Estados Knidos y el eino Knido. 2ucas de las grandes *ortunas de Estados Knidos *ueron basadas en este narcotr)*ico, que era encubierto, pues dec+an que se comerciaba con té o tabaco. e le llamaba %ina rade o Rar East rade. ? causa de la alta demanda de productos y la ba6a demanda de mercanc+as, Iran &reta:a ten+a un gran dé*icit comercial con %ina y deb+a pagar estos art+culos con dinero. Iran &reta:a comenzó a e/portar ilegalmente opio a %ina desde la $ndia &rit)nica en el siglo P$$$ para contrarrestar su dé*icit. El comercio del opio creció r)pidamente, y el *lu6o de plata comenzó a reducirse. En 189#, el Emperador aoguang proibió la venta y el consumo de opio a causa del gran n(mero de adictos. El emperador censuró el opio en %ina debido al e*ecto negativo de éste en la población. 5os brit)nicos en cambio, ve+an al opio como el mercado ideal que los ayudar+a a compensar el gran comercio con %ina. Estas guerras y los subsiguientes tratados *irmados entre las potencias dieron como resultado que varios puertos de %ina se abrieran al comercio con Gccidente, lo que condu6o en parte a la ca+da de la econom+a cina. Estas guerras se consideran la primera guerra de opio .
nacional. 5a $ndia, encasillada con una deuda p(blica enorme, tuvo que *inanciar la supremac+a militar brit)nica en ?sia. ?dem)s de una guerra con usia en la *rontera a*gana a través de terceros, los indios de a pie también pagaron las aventuras le6anas del e6ército indio . ? resultas de ello, los gastos militares nunca *ueron menos de #J V =o 'L V si se incluye a la polic+a> del presupuesto anual de la $ndia y los virreyes buscaban, constantemente, v+as creativas de urtar dinero de otras secciones del presupuesto para dedicarlo al e6ército, incluso del Rondo para la Tambruna. 7or otra parte, la $nglaterra victoriana nunca gastó m)s de ' V de su producto nacional neto en el e6ército y la armada, una situación endulzada que disminuyó considerablemente las tensiones domésticas causadas por el imperialismo. &ien es cierto que el caso cino era m)s e/tremo, de 18J0 a 18!', %ina estaba al ro6o vivo, llena de con*lictos sociales y étnicos. 5as ra+ces de esta situación se encuentran en gran medida en la recesión estructural y en la inseguridad que ocurrieron inmediatamente después de la 7rimera Iuerra del Gpio. 5os e*ectos *iscales de tal guerra civil épica *ueron enormes. En los peores a:os, se gastó !J V del presupuesto imperial en el mantenimiento de un vasto e6ército de tierra, sin que se avanzase acia una modernización militar de verdad. El costo asombroso de su mantenimiento obligó a la dinast+a Ming, a @clasi*icar a los eridos después del combateA, es decir, a seleccionar los gastos estatales que se ac+an en las di*erentes regiones. En (ltima instancia, eligieron *avorecer a las ciudades coste:as, donde los ingresos aduaneros eran elevados y su soberan+a estaba m)s amenazada, en detrimento del interior del norte de %ina, una vasta zona de econom+a de subsistencia. 5as dos grandes naciones de ?sia también *ueron las v+ctimas del nuevo sistema monetario internacional establecido en la década de 18!0. ?unque Iran &reta:a adoptó el patrón oro en 18#1, el resto del mundo todav+a se a*erraba a un patrón basado en la plata o a un sistema bimetalista. 5a o*erta y la demanda de los dos metales eran relativamente estables y solamente e/perimentaban *luctuaciones menores en su valor de cambio. in embargo, ?lemania, después de derrotar a Rrancia en 18!1, adoptó el oro y *ue r)pidamente seguida por Estados Knidos, el resto de Europa y, eventualmente, también ;apón. %antidades enormes de plata desmonetizada inundaron el mercado mundial, depreciando la moneda de $ndia y cina, las naciones m)s importantes *uera del bloque egemónico del oro. e 18!' a 189J, el valor de la rupia cayó de 100 a "L en un +ndice de valor basado en el oro. 5os campesinos indios, en general, ten+an tres salvaguardias contra el ambre =a> las provisiones domésticas de cerealesN =b> las ala6as *amiliaresN y =c> el crédito de los prestamistas aldeanos, que eran también comerciantes de cereales. 7ero acia *inales del siglo $, los campesinos las ab+an perdido todas. El mito de (maltusia)
5os dé*icit comerciales impuestos a la *uerzaN los impulsos a la e/portación que disminu+an la seguridad alimenticiaN la imposición e/cesiva y el capital mercante depredadorN el control e/tran6ero de los ingresos clave y del desarrollo de los recursosN las guerras imperiales y civiles crónicasN el patrón oro que vació los bolsillos de los campesinos asi)ticos eran algunas de las modalidades clave usadas en la econom+a mundial de *inales de la era victoriana para trans*erir la carga del @a6uste estructuralA de
Europa y 4orteamérica a los agricultores de las recientemente acu:adas nuevas @peri*éricasA. 7ero bien es cierto que durante el siglo $ la demogra*+a, especialmente en $ndia y %ina, donde los sistemas ereditarios basados en la división de la propiedad eran la norma, 6ugó un papel importante en el proceso de socavar la seguridad alimenticia. 2altus todav+a es una *igura signi*icativa, al menos para la vie6a guardia de istoriadores económicos. 5as investigaciones recientes o*recen un cuadro m)s comple6o de la relación entre demogra*+a y subsistencia en ?sia. =5a teor+a de 2altus no es aplicable a los casos de &rasil y *rica, donde las ratios entre tierra y población eran altas y la carest+a de mano de obra crónica, al menos asta mediados del siglo veinte.> En la $ndia en su con6unto, durante el medio siglo de 18!0 a 19#0, solamente ubo una década =la de 1880> en la que se dio un crecimiento demogr)*ico signi*icativo. El porcenta6e de la población mundial que representaba el sur de ?sia disminuyó de 1!J0 a 1900 de #' a #0 V, mientras que el de Europa aumentaba de 1! a #1 V. 5os estudios de caso m)s recientes corroboran la posición de los opositores nacionalistas al a6!, a*irmaban que @el problema de la $ndia no yace tanto en la supuesta sobrepoblación como en el mal, conocido y evidente, de la sub-producción. Esto es, ciertamente, lo que concluyó &agci, quien, después de realizar un e/amen cuidadoso de las estad+sticas agr+colas coloniales, a*irma que las e/igencias in*le/ibles de los recaudadores de impuestos durante una coseca me6or de lo @normalA, @obligaban a los campesinos a cultivar tierras marginales y también les *orzaba a @estru6arA su tierra, aunque la mayor+a de ellos, al *inal del d+a, ten+a muy pocos recursos para reinvertir en la me6ora de su productividadA. Tasta ace bien poco, la mayor+a de investigadores aceptaba las pruebas *ragmentarias que apoyaban la e/plosión demogr)*ica durante el siglo diecioco, que dobló o, incluso, triplicó la población que %ina ten+a en el a:o 1!00. in embargo, el reduccionismo demogr)*ico siempre a tenido di*icultades para e/plicar cómo el crecimiento demogr)*ico, que *ue tan claramente @boserupianoA durante el siglo P$$$ =que promocionaba la e/pansión din)mica de las *uerzas productivas>, pudo convertirse tan abruptamente en el maltusianismo mugr+ento del siglo $ =que bloqueaba todo avance en la productividad.> Ester &oserup invirtió la teor+a maltusiana en su *amoso estudio de 19"J, en el que argumentaba que el incremento demogr)*ico *ue, en realidad, el motor, en vez de ser el *reno, del progreso económico y social. ?dem)s, no ay pr)cticamente pruebas que con*irmen que ubo un incremento de la presión demogr)*ica posterior al *in de la Qpoca orada de la dinast+a Ming. &ien es cierto que recazar el determinismo demogr)*ico no signi*ica que el crecimiento demogr)*ico no aya 6ugado ning(n papel en la crisis de %ina durante el siglo $. ?l contrario, est) claro que el é/ito mismo de la intensi*icación agr+cola durante la Qpoca orada alentó, en mucas regiones, una subdivisión e/cesiva de la tierra y promovió que se ocupasen, con desastrosas consecuencias ecológicas, las zonas monta:osas y pantanosas que previamente no ab+an sido cultivadas. ?dem)s, el crecimiento demogr)*ico, a menudo, parece aber estado concentrado en las )reas m)s pobres y m)s vulnerables medioambientalmente. 7or ello, la relación entre la población local y los recursos deber) *igurar de *orma relevante en los estudios consiguientes sobre las crisis de subsistencia y la vulnerabilidad *rente a los desastres naturales en el norte de %ina. e todas *ormas, el crecimiento 7 El término a6 =Xgobierno, dominio> se re*iere a la administración colonial
brit)nica de la región del $ndost)n, lo que oy en d+a es $ndia, 7a
demogr)*ico no es para la istoria el equivalente al principio de ?rqu+medes para la *+sica, como mucos istoriadores económicos ab+an imaginado. El d*+icit en la irrigaci'n
%omo apunta 7omeranz, a principios del siglo diecinueve, Europa se en*rentaba a presiones demogr)*icas y ecológicas incluso m)s graves, pero *ue capaz de solucionarlas con la ayuda de los recursos naturales del 4uevo 2undo, de la emigración en masa a las colonias y, eventualmente, con la industrialización urbana.XEn otras palabras, lo relevante no es tanto la presión demogr)*ica per se, sino por qué Europa occidental pudo escapar de la incipiente @trampa del equilibrio en un nivel altoA mientras que %ina no pudo. ?dem)s de los *actores ya mencionados, ay otra variable que, con *recuencia, no aparece en las discusiones istóricas del @subdesarrolloA. i, seg(n 7omeranz, el principal @cuello de botella ecológicoA del crecimiento económico en la Europa atl)ntica a principios del siglo $ era la demanda inel)stica de *ibras y madera, en %ina e $ndia era el agua. %asi la mitad de la población de ?sia, *rica y ?mérica del ur subsist+an en tierras en las que el mayor impedimento para aumentar la producción agr+cola era el abastecimiento de agua. 5os @déspotas orientalesA lo sab+anN de eco, lo consideraban obvio y uno de los mayores logros de la Qpoca orada de la dinast+a Ming, *ue el mantenimiento sostenido de grandes inversiones, en el control de inundaciones y en la irrigación. in embargo, como veremos detalladamente, el siglo diecinueve se caracterizó por el colapso casi total de las me6oras idr)ulicas. avid Tardiman subraya que @los sistemas de recogida de agua se desintegraron y desaparecieron en mucas partes de la $ndia a principios del periodo colonial. 2ientras tanto, en %ina la irrigación, los depósitos y el control de las aguas y las in*raestructuras para el almacenamiento de cereales ni aumentaron su n(mero, ni me6oraron su calidad m)s all) de las caracter+sticas que ten+an en el siglo P$$$3.