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meapolítica Año 19 No. 91. Octubre-Diciembre 2015 www.revistametapolitica.com RECTOR
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José Antonio Aguilar Rivera, Roderic Ai Camp, Alejandro Anaya, Antonio Annino, Álvaro Aragón Rivera, Israel Arroyo, María Luisa Barcalett Pérez, Miguel Carbonell, Jorge David Cortés Moreno, José Antonio Crespo, Jaime del Arenal Fenochio, Rafael Estrada Michel, Néstor García Canclini, Pablo Gaytán Santiago, Francisco Gil Villegas, Armando González Torres, Paola Martínez Hernández, María de los Ángeles Mascott Sánchez, Alfio Mastropaolo, Jean Meyer, Edgar Morales Flores, Leonardo Morlino, José Luis Orozco, Juan Pablo Pampillo Baliño, Mario Perniola, Ugo Pipitone, Juan Manuel Ramírez Saíz, Víctor Reynoso, Xavier Rodríguez Ledesma, Roberto Sánchez, Antolín Sánchez Cuervo, Ángel Sermeño, Federico Vázquez Calero, Silvestre Villegas Revueltas, Danilo Zolo. COORDINADOR DE DEBATES DEL PRESENTE NÚMERO
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DISEÑO, COMPOSICIÓN Y DIAGRAMACIÓN
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METAPOLÍTICA, METAPOLÍTICA, año 19, No. 91, Octubre - Diciembre de 2015, es una publicación trimestral editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, con domicilio en 4 Sur 104, Col. Centro, C.P. C.P. 72000, Puebla, Pue., y distribuida a través de la Dirección de Comunicación Institucional, con domicilio en 4 sur 303, Centro Histórico, Puebla, Puebla, México, C.P C.P.. 72000, Tel. (52) (222) 2295500 ext. 5271 y 5281, www.revistametapolitica.com, Editor Responsable: Dra. Claudia Rivera Hernández,
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[email protected] Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Todos los artículos son dictaminados. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. METAPOLÍTICA aparece en los siguientes índices: CLASE, CITAS LATINOAMERICANAS EN CIENCIAS SOCIALES (Centro de Información Científica y Humanística, UNAM); INIST (Insti tute de L’Information Scientifique et Tecnique); Sociological Abstract, Inc.; PAIS (Public Affairs Information Service); IBSS (Internacional Pol itical Science Abstract); URLICH’S (Internacional Periodicals Directory) y EBSCO Inf ormation Services. METAPOLÍTICA no se hace responsable por materiales no solicitados. Títulos y subtítulos de la redacción.
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SOCIEDAD ABIERTA Los lí mites tes de lo lo in intol toler able. le.
Autoritarismo y Estado anómico en México
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Franco Gamboa Rocabado
Del 15-M a Podemos: el nuevo panorama político ante la las elecciones ge gener ales David Fuente
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DEBATES Micropoder, contrapoder y violencia. Aproximaciones desde la teoría de sistemas
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Hugo César Moreno Hernández
Contradicción y conflicto en la definición de la sociedad moderna Mónica Elivier Sánchez González
Esquema analítico para el estudio de las organizaciones religiosas desde la teoría de Niklas Luhmann Demetrio Arturo Feria Arroyo
La función socio-psíquica del dolor. Aproximaciones desde la sociología de Niklas Luhmann Mónica Elivier Sánchez González y Luis Fernando Macías García
Problemas y perspectivas . El concepto Persona en la teoría de la sociedad de Niklas Luhmann. Leonardo Flores Vivanco y Luis Fernando Macías García
El gran Luhmann Javier Torres Nafarrate
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SOCIEDAD ABIERTA
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Hann Hanna ah Aren Arendt, dt, la polít polítiica como omo po posibilid sibilidad ad de de ca cambio mbio María de los Ángeles Palma López y Nancy Hernández Martínez
El estudio de los enfoques teóricos para el análisis de las Fontaine ume Fo illau uilla a Gu revista a G icas. Entrev íticas pública políti Francisco José Rodríguez Escobedo y Miriam Fonseca López
PORTAFOLIO
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Del desacuerdo a la calle Karina Bustos
IMPRENTA PÚBLICA
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Sobre Dialéctica de la imaginación: Pablo González Casanova, una biografía intelectual de Jaime Torres Guillén José Luis Reyna
Sobre Figuras, historias y territorios. Cartógrafos contemporaneos de la
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indagación política en América Latina de Israel Covarrubias (coord.) HoracioCerutti-Guldberg
Sobre Los dilemas de la ciudadanía moderna y la dignidad de los derechos humanos de Arendt a Benhabib de Concepción Delgado Parra Arturo Artu ro Santillana An draca
Sobre Antologías para el estudio y la enseñanza de la Ciencia Política. Vol. 1: Fundamentos, teoría e ideas políticas de Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo Horacio Vives Segl
(in) actualidades Ricardo Cartas
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. L o s lí m i te s de lo in tole ra ble Autoritaris mo y Estado en México
por FRANCO GAMBOA ROCABADO*
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FRANCO GAMBOA
l actual gobierno de Enrique Peña Nieto está enfrentando un terrible escándalo con la desaparición de 43 estudiantes normalistas en octubre de 2014. A un año de su desaparición (octubre de 2015), los pormenores del siniestro hecho van esclareciéndose pero todavía impera la impunidad puesto que no hay nada concluyente sobre d ónde se hallan los cuerpos, ni tampoco existe una certeza que permita decir que la calma ha regresado a la so ciedad mexicana, donde parece predominar la anomia estatal y democrática. El hecho ha sido espeluznante porque se cree que estos estudiantes fueron quemados vivos. Las decapitaciones, descuartizamientos y cientos de asesinatos horrorosos superan con creces las acciones violentas del Estado Islámico. Lo que sucede en México es una crisis estatal que está golpeando duro en toda América Latina. El Estado mexicano se enmarca dentro de un verdadero proceso anómico, lo cual significa que presenta un conjunto de desequilibrios dentro del orden político, porque las estructuras estatales están dejando de representar el imperio d e la ley y la integración social. El Estado anómico viola las garantías fundamentales de libertad y protección de derechos que poseen los ciudadanos. Se trata de una degeneración institucional y política donde es difícil recuperar la capacidad para controlar tres ámbitos de suma importancia en el siglo XXI: a) la policía; b) las fuerzas armadas; y c) el poder judicial. En estas tres esferas, la violencia contra los derechos humanos y la penetración del crimen organizado hicieron que el Estado tropiece con una crisis de legitimidad, sin poder revertir una serie de incentivos a la impunidad y la corrupción. A sí, se socavan constantemente las débiles estructuras institucionales que la democracia trató de desarrollar los últimos treinta años. México arrastra una ola de violencia donde sorprende la existencia de 60 mil muertos, solamente en el gobierno del ex presidente Felipe Calderón (2006 -2012), junto a otros 26 mil desaparecidos en los mismos seis años. Todo esto a consecuencia de la guerra contra las drogas y la imposibilidad de brindar seguridad interna a la sociedad civil. La cantidad de asesinatos y desapariciones en diferentes gobiernos democráticos de México va más allá de la cifra de muertos durante las dictaduras más sangrientas en Chile (1973-1988) y Argentina (1976-1982). Una vez más, las desapariciones en México ponen al descubierto la relación peligrosa entre el poder político y diversas bandas de sicarios en la ciudad de Iguala, relación avalada incluso por el gobierno del estado de Guerrero. La sociedad mexicana está fuertemente indignada por estos crímenes y se organizó para afrontar los abusos del crimen organizado; sin embargo, el remedio parece ser peor que la enfermedad, debido a la irrupción incontrolable de anomia estatal. Cuando la sociedad desconoce la autoridad del Estado, aparecen múltiples distorsiones donde algunas personas tratan de hacer justicia por mano propia, lo cual agiganta la violencia por medio de múltiples linchamientos
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colectivos. Las brigadas d e autodefensa provenientes de la sociedad civil también rompen con la estabilidad estatal, llevando hacia otros extremos la descomposición del ord en político.
Los huecos de la estatalidad Las preguntas más relevantes para comprender el Estado anómico podrían ser las siguientes: ¿cómo puede estimarse la penetración de intereses corporativos y del crimen organizado como el narcotráfico, en las estructuras estatales de México, en medio de la globalización?, ¿cuáles son las características de la crisis de institucionalidad que afecta a la policía, las fuerzas armadas y el poder judicial, características que destruyen la fort aleza estatal?, ¿cómo contribuyen los factores y actores internacionales a fortalecer (o debilitar) las c apacidades estatales mexicanas? Si concebimos a la “estatalidad” como un péndulo que se mueve entre “estados anómicos” y “estados fuer tes”, es importante agregar otra orientación en la que el Estado sea entendido como un sistema social complejo que cambia constantemente y de forma no necesariamente lineal. Cambia en relación con el contexto internacional y en su conexió n con la sociedad. Existe un aspecto des cuidado en las ciencias sociales latinoamericanas: la incapacidad del Estado para reformarse como burocracia (eficiencia) y referente de orden político (principio de autoridad y soberanía). Hasta el momento, algunas instituciones estatales mexicanas no logran tener una identidad democrática para enfrentar los retos económicos de la globalización, y la protección interna de los derechos humanos en condiciones de seguridad. La noción de falla, fragilidad o anomia estatal, generalmente está asociada con la incapacidad del Estado para desarrollar una o varias funciones que se consideran primordiales. El concepto se vincula con definiciones de tipo “funcionalista”. Un Estado con alta capacidad sería aquel que cuenta con el poder infraestructural para mantener el monopolio de la coerción y, adicionalmente, para proveer a la población de bienes públicos fundamentales. Esta noción, originalmente planteada por Michael Mann (1984: 185-213; también véase O’Donnell, 1993: 13551369), fue recientemente recuperada en el influyente artículo de Soifer y Vom Hau. Según estos autores: “los Estados con altas capacidades se encuentran en mejores condiciones de establecer el monopolio de la fuerza, hacer cumplir los contratos, controlar su población, regular las instituciones, extraer recursos y proveer bienes públicos” (Soifer y Vom Hau, 2008: 220). En México, la aparición del Estado anómico impide la entrega de servicios públicos, agrandando los r iesgos de la desigualdad. El crecimiento económico podría contribuir a la reducción de la pobreza extrema; sin embargo, un Estado débil y poco respetado por la sociedad, es arrastrado hacia la
* Sociólogo. Doctor en Gestión Pública y Relaciones Internacionales. Investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y profesor de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), La Paz, Bolivia. Correo electrónico:
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reproducción de la desigualdad so cial, económica y política, donde está ausente la imparcialidad, debido a que el Estado tiende sobre todo porque las élites corporativas que tienen conexiones constantemente a estar corporativizado. con el poder bloquean las capacidades del Estado para En el orden interno, el Estado mexicano ha desarrollado los actuar con autonomía. Esto es lo que desata demasiados conflictos llamados códigos paralelos (o informales) que rigen la conducta y pugnas de élites corporativas dentro de la dinámica del sistema cotidiana de numerosos jueces, empleados del p oder judicial y político. Además, la noción del “Estado como eficacia de la ley” fiscales. Estas pautas normativas de comportamiento conforman se encuentra en decadencia. El Estado supone la capacidad de una compacta cultura institucional que no está codificada por hacer cumplir la ley en el territorio. Esto no implica necesariamente escrito pero regula una parte importante de la vida diaria del la presencia de un régimen legal democrático u occidental, sino poder judicial, de las fuerzas armadas y la policía, donde se simplemente la vigencia e implementación de un sistema legal violan abiertamente los derechos, deteriorándose la eficacia establecido con anterioridad y que requiere ser obed ecido pero del Estado como ley. no ocurre esto. La ley tiende a ser cumplida, únicamente para quien tiene De cara hacia el sistema internacional, se trata de mostrar un más dinero, mayor poder o mayor capacidad para amenazar Estado fuerte, con vocación de autoridad. Es decir, mostrar al Estado que va perdiendo el mon opolio de la coerción un Estado como Leviatán seguro de sí mismo p orque las y el uso legítimo de la violencia. El horizonte prospectivo es redes de interdependencia de la globalización exigen un tipo catastrófico porque demuestra que las reformas del Estado, y de actor estatal con plena potestad. Empero, hacia adentro de todo tipo de esfuerzo para mejorar la calidad institucional de México, la realidad presenta otro tipo de identidad más frágil y la democracia, habrían fracasado, precisamente debido a los desestructurada, de manera que hay una constante contradicción efectos profundamente negativos que desarrolla aquella cultura entre lo que es capaz de ofrecer el Estado hacia el orden interno y de códigos ocultos. otros desafíos por fuera: hacia la globalización que se transforma La comprensión del carácter, extensión y profundidad en una influencia sumamente riesgosa. de esta cultura institucional paralela también confirma la El Estado en México es enormemente inseguro debido a existencia de una anomia social, lo cual exige la formulación la escalada de violencia e impunidad que predomina en el país. La de propuestas de reingeniería gradual para la reforma estatal, policía, las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial constru yeron una junto con la necesidad de diseñar un programa educativo con el cultura institucional paralela que es vulnerable a la incursión del propósito de combatir la retardación de justicia y las influencias crimen organizado en las más altas esferas políticas. A simismo, perversas que reproducen ciertos código s paralelos en los existe una peligrosa tendencia en la sociedad civil donde se aparatos policiales y militares. está naturalizando todo tipo de anomia est atal, lo cual también Los actores corporativos como sindicatos, asociaciones se complementa con el hecho de que la anomia estatal viene de empresarios, élites policiales, facciones privilegiadas de los desenvolviéndose en medio de la realización de elecciones partidos (PRI, PRD y PAN), élites militares y burocracias judiciales, periódicas. La sociedad elige gobiernos en las urnas pero no están involucrados en una serie de hechos anómicos como puede encontrar una salida para la violencia y la decadencia de cohecho, extorsión, lavado de dinero, secuestros, tor turas y las instituciones estatales. asesinatos selectivos. Así se tiran por la ventana las preocupaciones Son pocas las investigaciones que analizan cómo e indicadores de una mayor calidad democrátic a. Esto tiene funcionan los Estados latinoamericanos. Los especialistas en consecuencias d esestabilizadoras que promueven ciert as políticas públicas tampoco intentaron comprender cómo el Estado acciones y decisiones que refuerzan el carácter antidemo crático, de México se relaciona con otros actores, específicamente las debilitándose la institucionalidad vigente, prácticamente en toda relaciones con grupos empresariales, carteles de narcotraficantes, América Latina. El mal ejemplo d e México contamina, como con la policía, con las redes que ésta tiene en secto res informales reguero de pólvora, a toda la región. de la economía y la política, con las fuerzas armadas y con el poder judicial que obstaculiza el acceso igualitario a la justicia y los debidos procesos. Conclusiones. Desinstitucionalización El Estado anómico de México vende una imagen externa, asumiendo la identidad de Leviatán autoritario con el fin d e y diversos tipos de anomia mostrar que es apto para racionalizar la actividad económica basada en el libre mercado y exponerse así a la globalización. Ésta La literatura politológica ha trabajado el concepto de requiere de seguridad jurídica y previsibilidad estatal que debe desinstitucionalización para referirse a una acelerada degradación ser brindada a todos los agentes económicos. Sin embargo, esta o pérdida de respeto por el derecho y las normas básicas que identidad es ficticia porque se producen varios conflictos, los cuales rigen un sistema democrático. Asimismo, el término está muchas veces no pueden ser resueltos por las instancias judiciales directamente ligado con la institucionalización que expresa lo
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contrario. Mientras la desinstitucionalización implica, de hecho, una descomposición de las reglas con que funciona cualquier institución, el proceso de institucionalización muestra un criterio de orden racional, previsibilidad de las conductas y legitimidad del derecho para resolver cualquier conflicto de intereses. Los horrendos hechos del municipio de Iguala donde tuvo lugar la desaparición forzada de los estudiantes de Ayotzinapa, confirman que en México se ha destruido todo respeto por las normas. Entonces, la violación y transgresión constante de éstas se transforma en un indicador de deterioro que termina instaurando la arbitrariedad y todo tipo d e abusos en la vida cotidiana y el sistema democrático (Covarrubias, 2012: 165181). En México del siglo XXI, nadie puede prever conductas obedientes hacia la ley porque la desinstitucionalización estimula a que los transgresores se aprovechen del desorden y alteren las reglas de convivencia, atacando a los ciudadanos más débiles y resolviendo cualquier conflicto o agresiones de manera unilateral y sesgada. La desinstitucionalización es la prueba más clara de la anomia mexicana y expresión de injusticia donde cualquier persona podría cometer un delito en contra de otra, o también ser afectada por las arbitrariedades de aquellos que son más poderosos o influyentes. La desinstitucionalización en México representa lo socialmente ilegítimo, marcando las pautas para sacar ventaja del incumplimiento de las normas y para manipular las instituciones estatales, con el fin de conseguir intereses estrictamente particulares. Por lo tanto, el terreno está abonado para observar cómo impera el Estado anómico en México, cuyos objetivos tienden a mostrar un conjunto de desequilibrios dentro del orden político, así como caracterizar la crisis del Estado en América Latina del siglo XXI porque, al parecer, el Estado está dejando de s er la expresión del imperio de la ley y la integración social. El Estado anómico en México viola las garantías fundamentales de libertad y protección de derechos que poseen los ciudadanos. Así, surge una completa debilidad institucional, o l o que equivale a no tener prácticamente instituciones. En consecuencia, aparecen contradicciones profundas porque se supone que en un sistema democrático debería primar el respeto por las instituciones y la ley, administrada imparcialmente por el Estado, antes que p or la voluntad de quienes poseen el pod er. La impunidad proveniente de Iguala y otros miles de abusos que suceden en México, expresan de qué manera el Estado anómico no es una estructura de regulaciones legitimadas y tampoco garantiza la integración de la so ciedad. El Estado mexicano, precisamente está caracterizado por múltiples arbitrariedades donde los partidos y las per sonas que administran el poder hacen un uso clientelar de las instituciones, apropiándose de sus recursos públicos mediante ilegales conductas patrimoniales que deforman los criterios modernos del derecho; el resultado inmediato es la desaparición de tod o tipo de orden equilibrado con racionalidad, emergiendo distintos
alicientes para la preponderancia de la injusticia. Ésta desembo ca en una sociedad prácticamente anómica puesto que también surgen diversas conductas violentas y criminales, llegándose a convertir en una manifestación patológica pero aceptada, finalmente, como una realidad inevitable. La sociedad mexicana anómica aparece como el escenario del fraude, la insolidaridad y el peligroso nacimiento de fuerzas parapoliciales, paramilitares y delincuenciales organizadas que liquidan los derechos humanos. En la sociedad anómica irrumpe la permanente inseguridad ciudadana, razón por la cual, los delitos del crimen organizado en México fomentan constantemente el secuestro bajo una lógica violenta, paramilitar y parapolicial. Así nace el imperio de la tristeza donde todos en México conviven con el peligro. Esta terrible convivencia desata un fenómeno que no sólo acontece en México, sino en toda Améric a Latina: la violencia estructural que desarrolla un conjunto de factores culturales, sociales, políticos y simbólicos donde se desbarata todo tipo de vivencias pacíficas. Los estudiante de Ayotzinapa son el emblema de seres humanos abiertamente humillados que no pudieron subsistir cuando emergieron hechos de violencia permanentes: agresiones que lesionaron la integridad física; secuestros que pusieron en vilo el libre ejercicio de una serie de derechos humanos; discriminación social y racial que aplastó a los ciudadanos; difusión de mensajes, imágenes y prejuicios por medio de los medios d e comunicación que difundieron noticias de crónica roja, etcétera. Las características estruc turales de la violencia en México se convierten en un espejo dond e, probablemente, también se refleja gran parte de América L atina pues está presente una ideología de la transgresión que practica una violencia sin límites. El México de hoy es un lamentable ejemplo en cuyo interior más profundo, el conjunto del sistema social acepta como válidos aquellos comportamientos destructivos de todo ord en jurídico o moral. m
REFERENCIAS Covarrubias, I. (2012), “Apuntes sobre un Estado sin ley”, en I. Covarrubias, El drama de México. Sujeto, ley y democracia , México, BUAP. Mann, M. (1984), “The Autonomous Power of the State: Its Origins, Mechanisms, and Results”, European Journal of Sociology , vol. 25, núm. 2. O’Donnell, Guillermo (1993), “On the State, Democratization and Some Conceptual Problems: A Latin American View with Glances at some Postcommunist Countries”, World Development , vol. 21, núm. 8. Soifer, H., y M. Vom Hau (2008), “Unpacking the Strength of the State: The Utility of State Infrastructure Power”, Studies in Comparative International Development , vol. 43, núms. 3-4.
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El nuevo panorama político ante las elecciones generales * po r DA V I D F U E N T E
e acercan las elecciones generales en España en un contexto político que ha cambiado sustancialmente desde 2011. Podemos, el partido encabezado por Pablo Iglesias, fue presentado el 17 de enero del 2014 ante la prensa, y desde entonces el abanico de la política electoral se ha ido reconfigurando. Para comprender lo que este partido ha supuesto de cara a las inminentes elecciones generales es necesario hacer un breve repaso a las causas so ciopolíticas de su surgimiento, y también reflexionar sobre el modo en que su p resencia se ha ido definiendo.1
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* Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 1. En este análisis, por limitaciones de espacio, no hay una lectura del marco internacional. A los interesados me permito recomendarles el texto escrito por Pablo Iglesias titulado “Understanding Podemos”, en el cual encontrarán un buen complemento de lo que aquí se expone.
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DAVID FUENTE
Los “indignados”: origen social de Podemos El 15-M —esa ola de indignación que recorrió España en mayo (PCE) se vio seriamente debilitado. Desde mediados de los años de 2011— es de interés académico, pero también de relevancia noventa hasta la crisis de 2008, el PCE, integrado en Izquierda política; este fue precisamente el punto de inflexión a partir del Unida (IU), fue perdiendo protagonismo en la vida política cual, dos años y medio más tarde, se fundó Podemos. española. Llegadas las elecciones de 2008, el Coordinador Sería difícil concebir las protest as de 2011 sin la crisis General de IU, Gaspar Llamazares, se refirió numerosas veces económica iniciada en 2007-2008. El régimen había mantenido al “tsunami bipartidista” que había arrasado con la presencia su hegemonía sin que las múltiples movilizaciones de la primera de su coalición en el congreso y el senado. década de siglo pudieran ponerlo en cuestión. Sin embargo, El PSOE de Zapatero, que comenzó su legislatura de 2004 para 2011 el retroceso social fruto de la crisis y profundizado con una serie de reformas progresistas, dio un giro importante a por los recortes, era ya evidente, de modo que la noción de “ya razón de la crisis. Tras comenzar por negarla a través del empleo era hora” inundó las plazas. Y es que, en ese espacio que va de del eufemismo “desaceleración econó mica”, llevó a cabo el 2008 a 2011, cambian muchas cosas en el apoyo social hacia Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan el régimen político español, y más concretamente, en el plazo E) desde una perspectiva tibiamente keynesiana improvisada e que transcurre entre que Zapatero anunciara los recortes el 12 indiscriminada (Torres López y Garzón Espinosa, 2009). Pero, de mayo de 2010, y el estallido del 15-M . Tan es así que para a partir del 12 de mayo de 2010 —después de la reunión del abril de 2012, el mito de la monarquía campechana, cercana y Eurogrupo el 7 de mayo para aprobar el “rescate” de Grecia, democrática, ya no podía sostener se, y vemos aparecer en video pero en la que se debió tratar, sin duda, la situación de España — a un rey que, sin precedentes, pide perdón por irse a cazar a Zapatero comenzó a aplicar recortes en el gasto público. Con Botsuana en mitad de una dura crisis. ello se evidenció que el PSOE no estaba desarrollando una El recibimiento del 15-M por parte de la sociedad española política socialdemócrata clásica y que profundizaba las medidas fue muy positivo.2 Esta irrupción visibilizó el descontento latente neoliberales. Este es el contexto político en el que surge el 15-M , que de un importante volumen de la población, des de las clases trabajadoras hasta las clases medias. La crisis de 2008 hizo se traduce en mayor precariedad, desempleo — especialmente evidente que los dos partid os dominantes se encontraban juvenil—, reformas educativas regresivas y recortes sociales. En este punto, y aproximándose las elecciones, el PP distantes de la mayoría de la población, que respondían a otros intereses y que, por tanto, la disyuntiva que planteaba el volvía aún más encarnizada y cínica su crítica, responsabilizando bipartidismo había perdido su sentido. El lema del 15-M para a Zapatero de todos los problemas económicos. Para la gran las elecciones de 2011 fue “vota a otros”. parte de la sociedad, el PP carecía de credibilidad, pero sus votantes tienden a mantenerse más constantes y la campaña electoral llegó a convencer a ciertos sectores de que este parti do Causas estructurales del 15-M : sabría gestionar la crisis. En las elecciones generales del 20 de la crisis del régimen del 78 noviembre de 2011, se produjo la debacle del PSOE —perdió casi un 40 por ciento de los votos respecto a 2008—, lo que En la España democrática, al igual que en otros países del permitió al PP lograr la mayoría absoluta gracias a una injusta mundo a finales del siglo XX e inicios del XX I, el porcentaje de ley electoral, con un aumento de los votos que no llegaba al 6 las rentas del trabajo respecto a las del capital han ido sufriendo por ciento de los obtenidos en 2008.3 Estocombinado con una una disminución. La llegada del Partido Socialista Obrero izquierda ideológicamente derrotada, una amplia abstención y Español (PSOE) al poder en 1982 supuso una ola de optimismo una indignación sin hoja de ruta institucional, permitió la victoria y ciertos progresos sociales. Sin embargo, el economista Vicenç del PP, la antítesis de lo que acababa de gest arse en las plazas. Navarro (2009) sitúa en 1993 el año en que España comenzó su des-convergencia social de Europa, revirtiendo el proceso d e expansión del Estado de bienestar —enormemente debilitado Cambio político-cultural del 15-M de partida por el franquismo, pues su gasto público social como porcentaje del PIB era, y es, d e los más bajos de Europa — y limitando la elección democrática a dos partidos que dejaban a El 15-M , como apuntó Alberto Garzón, cerró las puertas a una solución de la crisis que estuviera basada en políticas populistas España en la cola social del continente. La legislación electoral aprobada durante la transición de derechas, como las de algunos par tidos que crecían por perjudicaba a las izquierdas, y el Partido Comunista de España Europa. En los 16 puntos acordados en la asamblea de la Puerta 2. Había estadísticas que reflejaban que el 66 por ciento de la población simpatizaba con el movimiento -incluso el 70 por ciento- y que un 81 por ciento opinaba que “los indignados tienen razón”. Véase Garea (2011), y Martín (2011). 3. Es necesario señalar que el PP obtuvo el 30 por ciento de los votos, así como la abstención se tradujo en el 44,6 por ciento de los votos válidos y la ley electoral los elevó hasta el 53 por ciento de los escaños.
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del Sol el 20 de mayo de 2011, se solicitaba mayor participación democrática, eliminación de los privilegios de los políticos, mayor transparencia en los partidos, instauración de una fiscalidad más progresiva y recuperación de empresas públicas privatizadas. Se identificaba la situación crítica española con las carencias democráticas y la injusta ley electoral, con el comportamiento de la banca privada y la especulación, con la corrupción y el alejamiento privilegiado de los políticos con relación a la mayoría social, y con el vaciamiento de los recursos estatales a través de las privatizaciones y la fiscalidad regresiva. Lo que el 15-M hizo a nivel político-cultural fue poner en duda la veracidad de las élites políticas y de los grandes medios de comunicación, promoviendo el acercamiento a fuentes de información alternativas. A partir de aquellas protestas de mayo, varias cosas se elevaron al rango de sentido común: los desahucios eran un problema social y una vergüenza solventable legalmente de la cual eran culpables los bancos en connivencia con los gobiernos del PP y del PSOE; la policía agredía a menudo injus tamente y contaba con elementos infiltrados en las manifestaciones; los medios de comunicación no eran confiables; los injustificables privilegios políticos en mitad de la crisis debían terminarse y los grandes escándalos de corrupción habían alcanzado unos niveles que invalidaban moralmente a los dirigentes; los bancos eran culpables de la crisis... En resumen, las élites y los presupuestos que conformaban el régimen perdieron credibilidad ante la nueva coyuntura. Y lo hicieron ante un gran número de población, mucha no politizada hasta entonces, entre la cual se encontraban amplias capas de la clase media. Estas, en palabras de Íñigo Errejón, habían
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servido hasta entonces de colchón para los sectores oligárquicos pero, ante el panorama que se abría, veían bloqueada su posibilidad de ascenso social individual. Lo que el 15-M hizo es algo en cuya importancia coinciden varios autores vinculados a la ciencia política: hizo manifiesto lo que estaba oculto (Dagnino, Olvera y Panfichi, 200 6), objetivó lo implícito (Bourdi eu, 2001), evidenció una nueva volunt ad popular. Todo ello a través de la protesta social y de la toma del espacio público, legitimando estas estrategias. Otro asunto es vital para entender el futuro surgimiento de Podemos. Las protestas del 15-M no se auto-identificaron como de derechas o izquierdas, y rehuyeron de estos calificativos. A pesar de su contenido social, el 15-M se revindicó como un aglutinado apartidista de lo más variado en el que confluían personas que hasta entonces habían votado a diferentes partidos, o ni siquiera habían votado.
De la indignación fuera de las instituciones al "proyecto ilusionante" El 15-M hizo profunda presencia en el espacio público a través de las acampadas. Sin embargo, respecto a la acción política institucional, tan solo trató de ser escuchado y de influir a través de protestas pacíficas en la agenda política. Por tanto, capitalizar este descontento era una tarea a la que algunos partidos se volcaron.
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Izquierda Unida, que era el par tido, al mismo tiempo, más afín ideológicamente al movimiento y con más relevancia política, ascendía lentamente en las encuestas. IU —partido al que Juan Carlos Monedero había asesorado tiemp o atrás, y también Iglesias y Errejón brevemente para las elecciones de 2011— tenía serias dificultades para capitalizar el descontento general. Como sectores afines han reflexionado, si la refundación que IU lleva una década tratando de realizar se hubiese efectuado, quizá Podemos nunca hubiera existido. Pero no siendo así, como Alberto Garzón ha reconocido, a IU se le ha considerado erró neamente un partido del régimen. Por su parte, el PSO E no supo reaccionar y respaldar, aunque fuera tibiamente, algunas de las medidas defendidas por el 15-M ; todo lo contrario, ya que en agosto de 2011 reformó la constitución con el apoyo del PP para priorizar el pago d e la deuda. Esta medida, desacertada política y económicamente, lanzó nuevas protestas contra el PSOE, que seguía debilitand o el régimen al reformar deprisa y corriendo un texto que siempre se había declarado como intocable. Precisamente esta reforma de la constitución permitió a la indignación desatada pensar más seriamente en un nuevo proceso constituyente. Surgieron también nuevos partidos, pero limitados desde su inicio, como el Partido X, que tuvo una táctica excesivamente limitada a Internet, novedosa pero arr iesgada, que le impedía llegar a grandes sectores. Tampoco Equo, que acababa de nacer, logró trascender. Durante 2012 y 2013 hubo multitud de manifestaciones. Según las estadísticas del Ministerio de Interior, en ambos años superaron las 44 000. Sin embargo, a partir de 2014, tras la gran participación en las Marchas por la Dignidad, las manifestaciones comenzaron a descender y sumaron 36 679. Hay quien ha sugerido que esta desactivación d e la protesta tiene relación con las expectativas levantadas por Podemos, que desincentivan la movilización social a la espera del triunfo en las elecciones, sobre todo tomando en cuenta el crecimiento que le otorgaban las encuestas desde las elecciones europeas y hasta inicios de 2015. Sin embargo, hay que resaltar que casi la totalidad de las medidas impopulares —subida regresiva de impuestos, recortes presupuestarios, copago farmacéutico, reforma laboral— s e aprobaron entre finales de 2011 y finales de 2013 —teniendo bien en cuenta el ciclo electoral—, las cuales desataron gran rechazo social. A par tir de 2014 y durante 2015, el discurso del gobierno ha girado en torno una supuesta recuperación económica, celebrando un crecimiento escaso y coyuntural. En la etapa que va desde el 15 de mayo de 2011 hasta la fundación de Podemos en enero de 2014, la lógica de las protestas del 15-M y las reivindicaciones de sectores clásicos y más ligados al mundo del trabajo, coincidieron y dialogaron. Las Marchas de la Dignidad, convocadas en 2013 y realizadas en marzo de 2014, fueron expresión de esto. En ellas se funde la ideología del 15-M con las protestas como las que protagonizaron los mineros en 2012. Por un lado, las convocaba el Sindicato Andaluz de
Trabajadores (SAT), un sindicato combativo que ha logrado en los últimos años dar visibilidad mediática a varios problemas de las clases trabajadoras andaluzas, como la cuestión del hambre; por otro, los Campamentos Dignidad de Extremadura, un movimiento de parados que ha recogido las formas y el tono del 15-M ; por último, el Frente Cívico Somos Mayoría, fundado en 2012 por Julio Anguita —coordinador general de IU en sus mejores momentos electorales al tiempo que secretario general del PCE— con la intención de aglutinar el descontento transversal que el 15-M había encendido pero que, algo más d e un año más tarde, no tenía ya presencia en las plazas. De modo que amplias capas de la población protestaban formando un sentido común que podía plantear la construcción de una nueva hegemonía, pero no surgía la herramienta clara y evidente que recogiera esta inconformidad.
El origen inmediato de Podemos y el liderazgo de Pablo Iglesias Desde 2010, Pablo Iglesias había dirigido el programa La Tuerka, que se emitía vía internet. En él se discutían temas políticos de actualidad en un tono que no era posible hallar en la televisión convencional, ya que una parte importante de los invitados eran profesores de universidad con formación marxista, líderes de movimientos sociales, periodistas de izquierdas y militante. Un claro ejemplo era el tratamiento hacia los gobiernos del ALBA de América Latina, que los grandes medios estigmatizaban mientras Iglesias, Monedero, Errejón y compañía subrayaban su implicación en el avance democrático. La construcción de estos liderazgos latinoamericanos y sus mayorías políticas —que conocían bien, como lo demuestra la tesis doctoral de Errejón sobre el MAS en Bolivia, las asesorías de Iglesias y Monedero, y las publicaciones al respecto— fue un referente desde el que pensar el panorama español. Al programa La Tuerka le siguió Fort Apache, emitiéndose ambos semanalmente, con un cuidado técni co mucho mayor. Más adelante, aumentó el número de programas semanales. La cuestión es que desde 2010 a 2014, en este espacio confluyó una serie de personas de izquierdas preocupadas por la transformación social e invitados por un grupo,formado en torno a la Universidad Complutense de Madrid, que ponía el acento sobre la comunicación en la construcción de hegemonía. A este programa también invitaban a políticos y periodistas de derecha, de modo que no conformaban un diálogo cerrado, sino un auténtico ensayo de la disputa por el sentido común. La búsqueda de información alternativa a través de internet que el 15-M impulsó, comenzó a dar visibilidad al programa y a su director. Curiosamente, fue una cadena tremendamente conservadora, Intereconomía, la que invitó a Pablo Iglesias por
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primera vez como tertuliano en abril de 2013. Después de esto, su aparición en diversos programas de debate político, tan de moda a raíz del ciclo de protestas iniciadas por el 15-M , creció, siendo representante de las voces críticas. Sus intervenciones serían la puesta en práctica de todo el conocimiento político y mediático de Iglesias y su círculo, que revisaban cada aparición, le asesoraban y buscaban continuamente la forma de comunicar a capas más amplias de la población. Eran muy conscientes de que se encontraban haciendo política ya antes de fundar Podemos. La audiencia que generaba su presencia parecía asegurar su continua aparición. De tanto en t anto, un acorralado Pablo Iglesias, rodeado de discursos afines al régimen, lograba apuntar críticas, ya fuera hacia la limitada transición española o hacia la necesidad de la nacionalización de las industrias energéticas o la creación de una banca pública como formas de construcción de soberanía y expansión de la democracia sobre el capital. En cualquier caso, aun derrotado en el debate, la posibilidad de otra forma de pensar la política, bajo una apariencia honesta y socialmente preocupada en mitad de una crisis de legit imidad se iba filtrando. Quizá no era necesario que ganase la discusión para que sus argumentos tuvieran impor tancia política, para que sectores de la población se viesen representados en su discurso y aprendiesen a leer la actualidad en torno a sus conceptualizaciones, pensadas entre grupos de doctores en ciencias políticas y militantes de izquierdas para entrar en resonancia con los argumentos emanado del 15-M. A la par que crecía su presencia televisiva, existía un entramado de activistas y militantes —de grupos como Izquierda Anticapitalista, TeleK, algunos miembros de Izquierda Unida— que se encontraban reflexionando sobre la gran movilización social y los medios n ecesarios para que ésta alcanzase la transformación de las instituciones. Y es en este ámbito de activistas donde Podemos se concibe. Izquierda Unida no estaba capitalizando el descontento, y algunos sectores, entre los que se encontraba Iñigo Errejón, empezaban a pensar que existía la oportunidad de un desarrollo del populismo en España.4
El discurso de Podemos El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realiza, en sus encuestas periódicas, una pregunta donde el entrevistado se ubica ideológicamente del cero al diez siendo el cero la izquierda y el diez la derecha. En esta pregunta, en torno al 60 por ciento de la población española suele situarse del cinco hacia abajo. Como Belén Barreiro comentó en una entrevista a El Diario en julio de 2014, Podemos estaba llegando a captar el voto de sectores que se sitúan en el número cinco, algo a lo que Izquierda Unida
nunca había llegado. Pablo Iglesias estaba tratando de conquistar a una mayoría social, de hacer lo que en otros contextos se ha definido como una alianza interclasista, cuya viabilidad había evidenciado el 15-M. ¿Qué tiene de novedoso el discurso de Podemos para reunir a esta mayoría? Básicamente, la forma en que ha otorgado herramientas para leer la realidad. No es que haya explicado a la población cómo debe pensar la crisis, sino qu e ha permitido a los afectados a entenderla como un problema social con enemigos definidos —la casta— y un horizonte ilusionante de transformación. Para ello han empleado diferentes recursos. En primer lugar, como técnica populista definida por Ernesto Laclau (2006), la identificación de los significantes vacíos y el uso de categorías flotantes.5 El gran significante flotante portador de legitimidad es la "democracia". Esta va desde la democracia liberal sin pueblo, hasta la democracia económica del socialismo (no el socialismo del PSOE, sino el de Marx, valga decirlo). En medio, amplios sectores har tos de los recortes y de las imposiciones desde Europa —acatadas complacientemente por el PP— confluyen para reivindicarla. De lo que se encarga el populismo es de demarcar políticamente este concepto dándole la amplitud adecuada para incluir a la mayoría social. Podemos y su discurso no es, por tanto, como recuerda Errejón, una mera expresión social, sino una construcción de sentido que abre posibilidades que no existían previamente. Entre estos significantes se incluye la idea de nación —que en España ha hegemonizado la derecha desde un nacionalismo conservador opuesto al republicano, siendo este último progresist a, laico y sensible hacia la plurinacionalidad estatal— a la que se liga la noción de soberanía y patriotismo. Estos conceptos los pone Podemos en disputa señalando la subordinación política hacia Merkel y el despojo social que las élites realizan sobre la población, siendo esto último, subrayan, lo que debería interesar a un patriota. A esta disputa de lo nacional se suma la reivindicación de los servicios públicos, el derecho a la vivienda y todo el conjunto de garantías que ofrecen bienestar social. Pero los dirigentes de Podemos también dejan algunos significantes vacíos sin definir, como son el asunto territorial o el debate sobre la república, no porque no puedan deducirse sus aspiraciones —Estado plurinacional y republicano—, sino porque, sensibles al clima de opinión, encuentran necesario aplazar el debate de temas que dificultarían la constr ucción de mayorías. Si todo no queda cerrado y d efinido no es en aras de desarrollar después un programa oculto — siempre escapan a la no definición por la vía de la democracia, es decir, dejando para votaciones futuras la posición sobre aspectos aún no consensuados—, sino por una necesidad impuesta p or la dinámica política. Explicado en otros términos, el discurso de Podemos se basa en el reconocimiento de derrota simbólica
4. Un populismo no entendido como la descalificación empleada por los sectores conservadores ante cualquier irrupción de las masas, sino como reflexión teórico-práctica desde Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. 5. Esto tiene que ver con el uso de conceptos cuya definición social es lo suficientemente ambigua como para que, tras disputarlos políticamente, amplios sectores de la población que le asocian significados diferentes pero positivos, puedan confluir en un proyecto político que no está definido a priori.
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en una serie de puntos: los tradicionalmente defendidos por la izquierda. Otro pilar del discurso de Podemos es la construcción del antagonismo pueblo-oligarquía, que se concreta como pueblo o gente frente a oligarquías, élites o casta. El PP ha expresado una retórica de reparto uniforme d e la responsabilidad de la crisis sobre el conjunto de la población, para que en la prác tica se pueda recompensar a las élites y cargar los costos sobre la mayoría. Frente a esta estrategia oligárquica, Podemos contribuye a plantear un claro antagonismo con relación a los sectores (públicos y privados) que han tomado las decisiones que llevaron a la crisis. Si la versión del PP exig e adelgazar el Estado para intentar pagar una deuda que desde su llegada al gobierno no ha hecho otra cosa que aumentar, la lectura de Podemos reclama la auditoría de una deuda ilegítima y la expansión de un Estado de bienestar que ya antes de la crisis era reducido. Si la versión del PP reclama reducir salarios, Podemos plantea la renta básica. Si el PP mantiene a España a la cola de Europa en número de contribuyentes por cada inspector de hacienda y no persigue el fraude fiscal, Podemos plantea eliminar las puertas giratorias, luchar contra el fraude y realizar una reforma fiscal progresiva. El tercer pilar del discurso de Podemos es el carácter emotivo. Frente a la pedagogía desde la izquierda a la que tanto apela Alberto Garzón, desde Podemos, con la vista puesta en las elecciones, se intenta que la mayoría social se identifique también emocionalmente con la construcción de Iglesias y compañía, y pasen a convertirse en mayoría política. Este ha sido el recurso en este año y medio plagado de elecciones. Una vez pasado el ritmo acelerado, planean volver a lo que Errejón considera la otra línea de la política, la cultural, cotidiana y local. Esta funciona
a ritmo más lento, es más sólida y produce su propio sentido, contrario al conflicto electoral, que obliga a Podemos a discutir en los terrenos y términos del adversario y de forma precipitada. Además de los fenómenos discursivos, contribuyeron otros aspectos al crecimiento del apoyo hacia Podemos, como la confianza que la figura de Pablo Iglesias parece desper tar o la novedad de la formación, sin un pasado al q ue rendir cuentas.6 Con esta estrategia han sabido capitalizar a sectores descontentos del PSOE, reacios a votar a IU, que encuentran en Podemos su lugar.
Las consecuencias de la irrupción de Podemos Las encuestas previas a las elecciones europeas situaban el resultado del Podemos por debajo de lo obtenido finalmente. A partir del éxito de mayo de 2014, este partido irrumpe como un contrincante a tomar en cuenta seriamente. Inmediatamente se da la sucesión monárquica —adelantándose a un posible Congreso de los diputados que, tomado por la izquierda en 2016, pudiera aprovechar esta coyuntura para someter la monarquía a referéndum—, y Alfredo Pérez Rubalcaba, de supuesta tradición republicana, abandona su cargo de secretario general del PSOE una vez facilitada la sucesión. El sismo va desde la altísima política hasta las bases, pues los círculos se ven de pronto saturados, con dificultades para gestionar el aluvión de personas que acude a las asambleas posteriores a las elecciones. Y una serie de medidas,
6. Bastante trabajo le costó a Pablo Iglesias salir airoso de las críticas que se derivaban de algunos de sus comentarios en La Tuerka favorables a Chávez.
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como las primarias abiertas, empiezan a plantearse en todos los partidos. Con relación a su efecto sobre el espectro político, lo más relevante quizá sea el ascenso de Ciudadanos en las encuestas, motivado sin duda por la corrupción del PP pero también visibilizado como opción renovadora opuesta a Podemos. IU logró buenos resultados en las europeas, pero perdió apoyos en favor de Podemos, y lo ha seguido haciendo después. El PSOE, por su parte, intenta con dificultad mos trarse lejano a la austeridad, pero políticamente responsable, en supuesto contraste con el populismo de Podemos. El aspecto más relevante de la aparición de Podemos ha sido la posibilidad de romper con el bipartidismo, pilar del régimen. En plena caída del PP y del PSOE, este nuevo part ido planea convertirse en mayoría en el parlamento, algo a lo que IU no podría aspirar. Y esto permite plantear, como opción fac tible, un proceso constituyente que resuelva las insuficiencias de la transición, poniendo a las instituciones al servicio de la ciudadanía, limitando el capital financiero y sentando las bases de una España más social. Pero esta ruptura con el bipartidismo no implica una pasokización del PSOE, que ha sido una de las fuer zas con las que Podemos ha pactado tras las autonómicas para constitu ir gobierno. A lo que Iglesias aspira es a una posición de fuerza sobre el PSOE que obligue a este part ido actuar de forma más cercana a sus bases. Podemos es un partido regenerador con criterios y bases populares que no debe ser confundido con un partido liberal de discurso centrado en la gobernanza y sin intención de molestar en lo más mínimo al capital. En España se dan fuertes desigualdades en comparación con el resto de la Unión Europea, y hay un mundo del trabajo explotado en mayor medida que, para lograr cotas sociales a la altura de los países cercanos, necesita recuperar parte de la riqueza que acapara el mundo del capit al.
Los pactos para frenar a Podemos Ciudadanos es el “Podemos de derechas” que en junio de 2014 el
presidente del banco Sabadell, Josep Oliu, planteaba que España necesitaba. Con él, al bipartidismo le ha salido una cuarta pata en la que apoyarse, pues la tercera eran los partidos nacionalist as de derechas, tan enfrentados con el PP en la cuestión nacional y tan afines en los recortes so ciales. Ciudadanos, junto con UpyD, serán las dos fuerzas que tratarán de evitar un gobi erno de Podemos, IU y PSOE, sea pactando con el propio PSOE o con el PP. Si el pacto que se produce permite seguir gobernando al PP, las políticas de austeridad continuarán y Podemos seguirá creciendo en disputa con el PSOE. Quizá el escenario que más posibilidades tenga de frenar la
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transformación política sea un gobierno del PSOE apoyado por Ciudadanos que desarrolle ciert as reformas limitadas y logre apagar el descontento que empuja hacia Podemos. Para Errejón, sin embargo, el gran riesgo en este sentido está en los posibles pactos coyunturales entre PP y PSO E, aunque es difícil saber si esto es un apunte de politólogo o un comentario de precampaña, cuestiones que bien saben en Podemos que ahora mismo se encuentran relacionadas.
Dificultades para Podemos en las elecciones generales: la ley electoral Conviene aprovechar la coyuntura del análisis de Podemos para poner de relieve un asunto fundamental de la demo cracia española que ayudará a entender la lógica de pactos y negación de pactos que este partido está realizando y realizará de cara a las elecciones generales. Además, hablar sobre la ley elec toral es necesario para evidenciar al menos una de las estructuras escasamente democráticas que se erigieron en 1978 para el mantenimiento del régimen y la consolidación del bipartidismo. Si uno analiza los datos de cualquier elección general en España podrá ver que los partidos qu e menos votos necesitan para obtener un escaño son los nacionalistas, además del PP y el PSOE, mientras que los que reciben menos escaños en proporción a su número de votos son los partidos minoritarios con presencia distribuida por todo el Estado. A continuación se presenta una tabla con los resultados de 2011 con los partidos ordenados de izquierda a derecha en creciente costo de votos p or escaño (Esquema 1). Esta gran asimetría entre votos y esc años, ajena a un criterio proporcional, no se debe fundamentalmente, como a menudo se argumenta, al reparto efectuad o según el sistema D’Hont. Aunque este sistema concentra levemente los escaños en los partidos más votados, el problema reside en cómo la ley electoral divide al electorado por circunscripciones —las 50 provincias más Ceuta y Melilla—, para asignar a cada circunscripción un número de es caños y dejar sin valor a los votos que en cada circunscripción no adquieran representación. Por ejemplo, en el caso de Soria, la provincia menos poblada —77 355 electores—, sus votantes escogen dos escaños del congreso, de los 350 que lo componen. Los partid os votados que no obtienen representación ven sus votos perdidos. Es más, los sorianos saben que su voto solo otorga escaños a los dos partidos más votados, y lo que está en juego es que el PP tenga dos escaños o so lo uno, y que solo votando al PSOE es posible que el PP no obtenga ambos, lo que desalienta aún más las votaciones por partidos distintos de estos dos. Est a es la lógica del “el voto útil”, pilar del bipartidismo.
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La Izquierda Plural
1 685 991
11
153 271
Compromis-Q
125 306
1
125 306
FAC
99 473
1
99 473
BNG
184 037
2
92 018
ERC/ Esquerra
244 854
3
81 618
PSOE
7 003 511
110
63 668
CiU
1 015 691
16
63 480
EAJ-PNV
324 317
5
64 863
UPyD
1 143 225
5
228 645
CC-NC-PNC
143 881
2
71 940
PP
10 866 566
186
58 422
AMaiur
334 498
7
47 785
Geroa Bai
42 415
1
42 415
V o t o s
o s E s c a ñ
n t e C o c i e
Esquema 1. Los datos están calculados a partir de los resultados emitidos por el Boletín Oficial del Estado sobre las elecciones generales de 2011. En el caso del PP y el PSOE, se han incorporado los votos y escaños de sus formaciones locales que se presentan de forma independiente (como el PSC-PSOE) o que lo hacen en coalición con otras fuerzas (en Navarra, Extremadura y Aragón en el caso del PP) para simplificar la tabla; además, es más coherente con la lógica de disputa y colaboración partidista que se produce en el congreso.
En el caso de Madrid, la provincia más poblada —4 653 779 electores—, el número de escaños que sus votantes eligen son 36. De modo que la población madrileña escoge proporcionalmente a menos diputados que Soria. Por poner un ejemplo más gráfico, los electores de las nueve provincias de Castilla y León, que son algo menos de la mitad que los de Madrid, escogen a 32 diputados. En resumen, las zonas menos pobladas de España, precisamente las más conservadoras, están sobrerrepresentadas. Contra esa estructur a que durante casi 40 años ha refrenado las aspiraciones centroizquierdistas de la sociedad española, se enfrentará Podemos. Y no es solo una cuestión estadística coyuntural a las elecciones, sino que ha configurado todo un habitus del votante que, como se ha ejemplificado en torno a la provincia de Soria, se va conformando a través de dilucidar durante el transcurso de varias elecciones qué es lo que está en juego y a quién es necesario hacer perder, y quizá
no tanto hacer ganar. Por eso Podemos necesita esa ilusión y esa emoción del votante que tanto trata de avivar, porque ahora que el bipartidismo se ha debilitado, empíricamente necesita que las nociones de utilidad del voto y de participación existentes hasta el momento se derrumben, para salir lo menos perjudicado de las estructuras del régimen, que son reales y mantienen su función en mitad del más absoluto descrédito.
Escenarios de posibles, pactos por un cambio Ante este panorama, lo más relevante será la construcción d e pactos pre y postelectorales. IU busca la forma de confluir a las elecciones con Podemos para evitar la sangría de votos que en solitario produciría la ley electoral, sumar fuerzas y situarse con la mayor cantidad de diputados de cara a lograr la formación
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de un gobierno anti-austeridad. La llamada “unidad popular” aglutinaría a las fuerzas que ya se unieron en la coalición “La Izquierda Plural” en 2011, además de Podemos, y todas aquellas organizaciones que se oponen al programa de austeridad, como Equo, cuyo portavoz ya se ha expresado a favor de confluir antes de las elecciones. Este proyecto, que Podemos rechazaba abiertamente hasta agosto e IU respalda, es la plataforma “Ahora en Común”. Iglesias reconoció el buen papel de IU en las europeas en su apuesta por ganar espacio a la izquierda del PSOE. Sin embargo, considera que el papel de Podemos es otro, y que la suma de siglas no se traducirá necesariamente en un aumento de votos. Pero esta posición se ha relativizado durante finales de agosto y principios de septiembre. Según las declaraciones y negociaciones realizadas hasta la julio, lo más probable era que Podemos se presentara en solitario a nivel estatal, para buscar un pacto después de las elecciones con todas las fuerzas contrarias a la austeridad. En el caso de las pasadas elecciones municipales y autonómicas, la concurrencia con otros partidos fue una decisión tomada en asamblea desde los círculos a los que geográficamente les competía. Esta vez, a mediados de julio, siguiendo lo establecido por los Principios Organizativos del partido, se hizo una consulta a la As amblea Ciudadana — mayor órgano de decisión de Podemos, constituida por todo aquel que desee inscribirse en ella— sobre los pactos de cara a las generales. Se preguntaba a las bases si permitirían que el Consejo Ciudadano —constituido por el secretario general, los 17 secretarios autonómicos, 62 miembros escogidos po r la Asamblea y uno por los residentes en el extranjero— estableciera pactos a escala no mayor de la autonómica —recuérdese que los 350 diputados del congreso se disputan bajo circunscripciones provinciales, y que las izquierdas nacionalistas serían un buen aliado de Podemos para concentrar votos y no salir perjudicados del modelo electoral. En esta tarea es en la que Iglesias y el resto del Consejo se encuentra sumido desde agosto, habiendo logrado ya un pacto en Cataluña —en el cual están incluidos los referentes de IU en la región (ICV y EUiA) —, a punto de cerrar otro en Valencia y conversando en Galicia. Según las últimas declaraciones de Iglesias, los pactos con elección de candidatos a través de primarias abiertas —incluido con I U— serán posibles también en Madrid, Aragón y Andalucía. Por tanto, la posición enfatizada por Podemos en julio se matiza territorialmente, con una ajustada estrategia que equilibra la independencia estatal de Podemos con los acuerdos locales “ciudadanos” —al margen de la credencial de partido— para tratar de sortear la falta de representatividad de la ley electoral. Por su parte, IU decidirá
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cómo encarar este giro de Iglesias en la Presidencia federal que celebrará el 13 de septiembre. Podemos e IU pactarán a nivel estatal después de las elecciones, pues su diagnóstico y gestión d e salida de la crisis es similar. Mientras tanto, el programa electoral de Podemos está siendo realizado de forma abierta, con debates como el del Foro por el Cambio, con una llamada a la participación tanto en la producción de propuestas como en su votación, cuestión esta última que se producirá a finales de septiembre. La política española se encuentra en un momento de relevancia máxima. Podemos ha caído ligeramente en las encuestas desde inicios de 2015, y continua haciéndolo, pero su dirigentes le restan importancia. La aceptación de Tsipras del rescate y su posterior dimisión no han ayudado. Son días en los que es necesario hilar muy fino, pero la cuestión de los p actos está teniendo gran visibilidad. Este es el ring donde las élites se mueven cómodas y que los medios de comunicación airean haciendo énfasis en las dificultades, en la disputa calculada con la que no conectan las mayorías y que puede desincentivar la participación. Cuanto antes se resuelvan las incertidumbres, tanto mejor. También la presentación del programa electoral le permitirá a Podemos centrarse más en lo que le interesa a la mayoría, para que después de las elecciones traten de conducir a España a reducir su déficit so cial respecto a Europa y ayudar a plantear otra UE ajena al “austericidio”. Gane quien gane, lo que está en juego en las próximas generales es la posibilidad de desarrollar un proceso constituyente y realizar alianzas entre los países del sur de Europa. m
REFERENCIAS Bourdieu, P. (2001), “La representación política”, en P. Bourdieu, El campo político, La Paz, Plural. Navarro, V. (2009), El subdesarrollo social en España: causas y consecuencias Barcelona, Diario Público. Laclau, E. (2006), La razón populista, México, FCE. Dagnino, E., A. Olvera, y A. Panfichi (2006), La disputa por la construcción democrática en América Latina , México, FCE. Garea, F. (2011), “Apoyo a la indignación del 15-M”, El País, 5 de junio. Martín, C. (2011), “El 15-M agudiza la distancia entre los ciudadanos y los políticos”, Público, 6 de julio. Torres López, J., y A. Garzón Espinosa (2009), “No es suficiente”, agarzon.net , 9 de diciembre.
PALMA M. Y HERNÁNDEZ N.
d t, n e r A h a n Ha n
la polí tica como d a d i l i b i s p o
de cambio
por MARÍ A DE L OS ÁNGELE S PALM A LÓPEZ
Y NANCY HERNÁNDEZ MARTÍNEZ*
Introducción os hombres,1 la pluralidad, la acción, la libertad, lo público y la política son los temas predominantes en la obra de Hannah Arendt. Su pensamiento está atravesado por un contexto per turbador: la aparición del totalitarismo y las guerras del siglo XX. Al respecto dice: “las guerras y las revoluciones, no el funcionamiento de los regímenes parlamentarios y los partidos democráticos, constituyen las experiencias políticas fundamentales de Mediante la acción y el discurso, nuestro siglo” (Arendt, 1993: 131-132). Fueron esos hechos los que la llevaron a cuestio nar las los hombres demuestran quiénes formas tradicionales de pensar la política y por son, revelan activamente su única y p e r s on a l ide nt id ad y hac e n su consiguiente renovar dicho p ensamiento. Aunque tradicionalmente se ha vinculado aparición en el mundo humano. su pensamiento a la filosofía política, es importante Hannah Arendt destacar que ella se ubicó dentro de la teoría política, la cual consideraba su profesión. Por ello
L
* Instituto de Investigaciones Dr. José Ma. Luis Mora. 1. Es importante aclarar que cuando Hannah Arendt habla de los hombres o el hombre, hace referencia a los seres humanos. 2. Heriberto Cairo (2013: 781) señala que el espacio está políticamente definido y la política se encuentra situada, es decir, es inseparable del escenario en el que se desarrolla. De modo más preciso indica: “cuando se entiende que la actividad política está constituida espacialmente, se considera que no se puede comprender y explicar lo político sin tener en cuenta los discursos espaciales, las presunciones sobre el espacio político de una sociedad. Los hechos políticos quedan así ‘situados’, ya no ocurren en ‘escenarios más o menos neutrales’”.
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señalaría que en el centro de su obra es tá la acción (Günter, 1964). Arendt no se refiere al deber ser de la humanidad y de la política, sino de lo que es posible. Sus apor taciones se pueden considerar como parte de una teoría política situada 2 en dos sentidos. En primer lugar, porque es el resultado de la reflexión en torno a los hechos devastadores del siglo X X, hechos que la hicieron replantearse su interés por la política. De esta manera, los Estados totalitarios y todo el entorno social y político fueron su punto de partida para repensar la política. En segundo lugar, porque su propuesta hace alusión a algo concreto, se trata de lo que los hombres pueden hacer en tanto su condición de hombres respecto a la realidad que viven y que los determina. Para Arendt, entender de una forma distinta la política es fundamental; por eso, dirá que ésta nace entre los hombres y trata del estar juntos en t anto seres diversos. En su obra se pueden observar d os grandes preocupaciones: la primera es pensar a los hombres como seres homogéneos, y no reconocer su pluralidad; la segunda es ver en la política una amenaza y algo destructor. Al preguntarse ¿qué es la política? hace una serie de disertaciones no sólo válidas para su tiempo, sino aún vigentes. Así, en el presente artículo nos concentraremos en la idea de la política y el cambio como puntos de partida para adentrarnos un poco más en su pensamiento.
Una forma distinta de entender a la política El siglo XX s e caracterizó por la destrucción de la dignidad y la vida humana. Fue invadido por la violen cia, la exclusión social, el desempleo y la pobreza. Con la consolidación de regímenes autoritarios, esto es “una forma despótica de dominación ampliada” (Arendt, 1993: 50), se abrió una brecha entre dominadores y dominados. Ante ello, Arendt consideró que la política engendró una serie de sosp echas (prejuicios) que contribuyeron a su propia desacreditación y desprecio, tales como: la política como una dimensión medios-fines; y como relaciones inevitables e indiscutibles de dominación. Pero sobre todo, la presunción de que su contenido se fundamenta inevitablemente en la violencia y la catástrofe. Dichas sospechas no tuvieron or igen en la arrogancia de la población o de los intelectuales, sino que apelaron y reflejaron la experiencia concreta de su época. N o obstante, la autora señala que esta serie de sospechas han sido un impedimento para entender el verdadero significado de la política. Por consiguiente, se planteó restaurar una pregunta elemental: ¿qué es la política? Lo hizo desde la perspectiva del espectador que considera que el proceso histórico es una cuestión de hombres, “un intento incesante por traducir el lenguaje de la
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experiencia, el peligro y a menudo choque del hombre moderno con los hechos” (Arendt, 1993: 50). Para adentrarnos a su pensamiento sobre la política, es necesario referirnos a la expresión vita activa, en la cual identifica tres actividades fundamentales de la vida del hombre en la tierra —o condiciones humanas—, éstas son: labor, trabajo y acción, las cuales están de alguna forma relacionadas con la política. Labor es la actividad del proceso biológico, la vida misma, asegura la vida de la especie; es el espacio de la necesidad, lo qu e “produce lo necesario para mantener vivo al organismo humano” (Arendt, 1993: 16), ligado al ritmo y limit aciones de la naturaleza. La producción está destinada para el consumo; por consiguiente, laborar y consumir son “dos etapas del siempre repetitivo ciclo de la vida biológica —zoe—” (Arendt, 1993: 16). El trabajo es la actividad fabril o el artificio humano ( homo faber ). Se refiere a la producción de bienes duraderos y variables con la finalidad de hacer la vida más confortable. El ámbito común para la autora de dichas dimensiones, radica en que ambas son actividades subordinadas a la limitación, lo privativo, la capacidad adquisitiva y la necesidad. Por consiguiente pertenecen al ámbito privado que sujeta la libertad del individuo. Por otra parte, la acción es la “única actividad que se da entre los hombres sin la mediación de cosas o materia” (Arendt, 2005: 35). La reflexión de Arendt sobre la política gira en torno a la noción de acción y discurso, donde la acción es el medio constitutivo de la libertad. Ésta es un tipo de conducta, espontánea, libre, incierta e indeterminada, que al no estar sometida al imperio de la necesidad o de la coerción, nos permite criticar, irrumpir y reconstruir la historia. Sin embargo, la acción sólo es política si se acompaña del discurso, pues designa un alguien. Es a través de las palabras donde expresamos y reafirmamos nuestra perspec tiva del mundo; mediante las palabras se da lugar al consenso, lo que lleva a los hombres a vivir en un ambiente de paz, responsabilidad e igualdad —de esta forma nos insertamos en un mundo de relaciones humanas. Así pues, Arendt dirá que el hombre no es p olítico por naturaleza, pues “la política nace en el Entre-los-hombres, por lo tanto completamente fuera del hombre. La política surge en el entre y se establece como relación” (Arendt, 1993: 46). Esto significa que es una construcción d e los hombres e implica un estar juntos, por lo que es necesario acordar un orden y garantizar una igualdad jurídica. Señala también que el espacio político requiere del establecimiento de leyes que posibiliten la interacción entre iguales en el espacio público, y que al mismo tiempo lo doten de cierta perdurabilidad porque sin un marco legal o institucional el espacio público se encuentra en un est ado precario y en constante peligro de desaparecer. Asimismo, en la política se reconoce el conflicto (mas no la violencia) como necesario para construir consenso o disenso. Acción y discurso —la política— implica que los actores
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posean un juicio. Es decir, que tengan la “capacidad de ponderar decisiones, tomar cursos de acción y asumir responsabilidades” (Galindo, 2014: 91) para definirse a sí mismos y a su mundo. Dicha capacidad no es única de un grupo, ya que como menciona Galindo (2014), es independiente de los niveles de instrucción o de inteligencia. Más bien, depende de los sucesos históricos y la manera en que son percibidos, pu esto que en determinadas situaciones habrá quien no juzgue la norma, y otros quienes la critiquen y la desobedezcan. Por ello, la autora coloca en el centro de su planteamiento “la capacidad de pensar” y la idea de una “mentalidad crítica”. Los individuos se convierten en actores cuando ejercen un pensamiento autónomo y crítico que l os lleva a interrogar el poder, al tiempo de repensar la vida en común, por lo que pensar y criticar implica deliberar distintas narrativas. La deliberación tiene un sentido práctico: la acción, ya que promueve desde la pluralidad la búsqueda y la constitución de un orden político idóneo para la comunidad. Al respecto la autora señala: El poder del juicio descansa en un acuerdo potencial con los demás, y el proceso de pensamiento que se activa al juzgar algo, no es como el meditado proceso de la razón pura, un diálogo entre el sujeto y su yo, sino que se encuentra siempre y en primer lugar, aun cuando el sujeto esté aislado mientras el sujeto organiza sus
ideas, en una comunicación anticipada con los otros, con los que sabe que, por fin llegará a un acuerdo (Arendt, 1995: 232). Por lo tanto, el juicio no es una actividad personal propiamente sino que ésta trasciende al espacio público, por ello recurre a las máximas kantianas “pensar por sí mismo”, “pensar desde el lugar de cualquier otro” y “pensar siempre de acuerdo consigo mismo”. De igual forma, Arendt considera que el juicio no sól o debe remitir al presente sino también al pasado ( juicio retrospectivo), el cual debe recuperar a través de la memoria la justicia de ciertos acontecimientos o rememorar hechos con un carácter preventivo, “abre la posibilidad de traer el pasado al presente y construir una historia ex post ” (Galindo, 2014: 119). Realizar dicho juicio “capta el significad o de su acontecimiento en su irrevocable novedad, resistiendo a todo sentido totalizador, justificador y tranquilizante” (Quintana, 2007: 4), es decir, traer hechos al presente no implica legitimar lo acontecido sino “rescatar la factualidad y el shock de los acontecimientos del monopolio de toda historia procesual o progresiva” (Galindo, 2014: 104). En otras palabras, la política a través del juicio es la capacidad de di scernir de lo común, lo único y lo absoluto, para reconocer la pluralidad. Siguiendo con su concepción de la política, es necesario señalar que en Arendt se perciben dos momentos de coexistir
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del poder que están en constante tensión: “uno que surge en el espacio público entre los hombres y otro más acotado que se refiere al poder comunicativo” (Retamozo, 2009: 74). Más tarde Žižek denominaría esto como “la doble inscripción de la política”. El primero “surge allí donde los hombres, en un marco de estabilidad conformado a partir de promesas mutuas, abordan conjuntamente el tratamiento de los asuntos humanos a través de la acción y el discurso” (Di Pego, 2006: 103), por lo que restituye el espacio de la política aniquilando la reproducción de lo privado y la violencia, culminando en la institución de hombres libres. El segundo pod er hace referencia a la capacidad de imponer la voluntad de pocos sobre muchos a través de la violencia. Desde esta perspec tiva, “el poder es entendido, entonces, como la capacidad de dominación del hombre sobre el hombre” (Di Pego, 2006: 105). Esta forma de poder ut iliza a la violencia (institucionalizada) como el medio para imponerse, no obstante no es un medio a través del cual se instituya poder, ya que “sólo el poder como potencialidad —sólo la acción conjunta de los hombres— genera poder” (Hilb, 2001: 18). Para nuestra autora la última forma de p oder se ha instaurado en el mundo, bajo la forma de la primera. De tal manera que poder y violencia están relacionados, Arendt (1970: 49) señala que “la actual equivalencia de poder y violencia proviene de la idea de que el gobierno es el dominio del hombre sobre el hombre por medio de la violencia”. Ante ello la autora propone repensar al poder no como una relación de mando y obediencia, sino como la construcción de espacios críticos donde los hombres puedan expresarse activamente en los asuntos públicos.
La acción, un llamado al cambio La acción es central en la obra de Arendt y es entendida como la actividad política por excelencia. Apela a la necesidad del cambio, a la idea de trascender y se basa en la condición humana de la pluralidad. De forma poco usual en el pensamiento político, la autora emplea la idea del milagro no en su acepción religiosa, sino como un suceso extraordinario e imprevisible para referirse a la acción. Dice: “es el hombre quien, de un modo maravilloso y misterioso, está dotado para hacer milagros. Este don es lo que en el habla habitual llamamos acción” (Arendt, 1993: 66). Es así que en la acción está depositada la esperanza de un presente y un futuro mejor, lo que es po sible sólo por los hombres y lo que cada uno representa. Es contundente cuando dice que “El hecho de que el hombre sea capaz d e acción significa que cabe esperarse de él lo inesperado, que es capaz de realizar lo que es infinitamente improbable. Y una vez más esto es posible sólo a que cada hombre es único, de tal manera que con cada nacimiento algo singularmente nuevo entra al mund o” (Arendt, 2005: 207).
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La política no se puede entender si no es partiendo del reconocimiento de la pluralidad de los hombres. En su obra hay una clara oposición a concebirlos como seres homogéneos, pues esto anula su diversidad, es no admitir que cada ser es único. Situación que se observó en los totalitarismos, cuyo objetivo entre otros, fue eliminar la individualidad de los hombres y con ello negar su capacidad de hacer política. Sobre esto, la autora dirá que dicha eliminación es un riesgo p orque “con la pérdida de la individualidad se pierde también toda posible espo ntaneidad o capacidad de empezar algo nuevo” (Arendt, 200 5: 207), esto significa, la posibilidad del cambio. De esta forma, es en el espacio de lo público donde tiene cabida la política. Para Arendt ninguna acción realizada en lo privado puede alcanzar la excelencia que se puede obtener en lo público, porque como se mencionó con anterioridad, la acción requiere la presencia de los otro s. Para la autora todo espacio político es un espacio público, pero no todo espacio público es un espacio político. La idea de excelencia en lo público tiene su origen en los griegos. No obstante, es importante aclarar que los significados son distintos. Señala que para los griegos la esfera pública, la polis, era el lugar para la excelencia y se fundaba en un espíritu ago nal. Esto es, la polis era ese espacio donde todo individuo tenía que distinguirse de los demás, sobresalir, demostrar que era el mejor. Sin embargo, era un espacio restringido al que sólo los privilegiados tenían acceso, es decir, aquellos que eran libres. Libertad significaba “no estar sometido a la necesidad de la vida ni bajo el mando de alguien y no mandar sobre nadie, es decir, ni gobernar ni ser gobernado” (Arendt, 2005: 57). Por ello, las mujeres y los esclavos no eran parte de la polis. Arendt señala que esa idea de igualdad “tiene muy poco en común con nuestro concepto de igualdad”. Para los griegos no se relacionaba con la justicia. Ser libre era serlo de la desigualdad y ahí, apunta la autora, está la profunda diferencia entre el moderno y antiguo entendimiento de la política. Como indica Di Pego (2005:11), si Arendt vuelve a los griegos es “porque ellos constituyeron los primeros espacios públicos y políticos, cuyos contenidos y actividades son particulares”, pero no debe confundirse el pensamiento de la autora con esa concepción de lo público. En cuanto al tema de la igualdad, Arendt (2005: 238) señala: “la igualdad que lleva consigo la esfera pública es forzosamente una igualdad de desiguales que necesitan ser igualados en ciertos aspectos y para fines específicos”. Asimismo, manifiesta que un espacio público “no se puede establecer para una generación y planearlo sólo para los vivos, sino q ue debe superar el tiempo vital de los hombres mortales. Sin esta trascendencia, ninguna política, ningún mundo común ni esfera pública resultan posibles” (Arendt, 2005: 75). Lo cual denota la idea de la construcción del espacio público y por otro lado que la idea de la excelencia está en la trascendencia a la que hace alusión.
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En su obra encontramos la distinción entre esferas privada, social y pública. La esfera privada hace referencia a la familia, donde tienen lugar las acciones para cubrir las necesidades básicas individuales. La esfera social es producto de la época moderna y tiene dos significados, uno p ositivo y otro no tanto; el primero es una forma de asociación para propósitos concretos, es la coexistencia de lo privado y lo público. Pero por otro lado, representa un punto de atención, ya que esta esfera no garantiza la actividad política. Asimismo, debido a que “lo social se plasma a través de las convenciones y de las normas que procuran la homogeneización de los individuos” (Di Pego, 20 05: 13), se puede llegar a desconocer su pluralidad y capacidad de acción, es la idea de la masa manipulada. En cambio, sobre lo público expresa diversas ideas dentro de las cuales destacan tres. La primera es que “todo lo que aparece en público puede verlo y oírlo todo el mundo y tienen la más amplia publicidad posible. La apariencia —algo qu e ven y oyen otros al igual que nosotros— constituye la realidad” (Arendt, 2005: 71); aunado a lo anterior, “ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente. Este es el significado de la vida pública” (Arendt, 2005: 77). Finalmente: “el término público significa el propio mundo en cuanto es común a todos nosotros y diferenciado de nuestro lugar poseído privadamente en él” (Arendt, 2005: 73). En este sentido, si bien los hombres nacen en ciertas circunstancias —situaciones predefinidas— y están condicionados por un entorno particular, son capaces de crear y de hacer algo distinto. En la esfera pública se manifiesta la diferencia de los hombres y al mismo tiempo es un punto de confluencia para lo común, es el lugar por excelencia donde los hombres sobresalen y se distinguen, a diferencia de la esfera social. Por eso es el espacio para ejercer la política — acción y palabra. Finalmente, la autora dirá que el mundo de las relaciones que surge de la acción, entendida como la auténtica actividad política del hombre, “es más difícil de destruir que el mundo producido de las cosas, en que el productor y creador es el único señor y dueño” (Arendt, 1993: 129). De esta manera, ante las atrocidades del siglo XX y donde la política demostró destrucción, Arendt hace un llamado quizá un tanto esperanzador para ver en la política hecha entre los hombres la posibilidad —lo que puede ser— de esperar mejores cosas y darle un nuevo significado. Sin embargo, no deja de reconocer que la política como amenaza, sigue presente, es decir, aquella que se instrumenta desde el Estado. Así, la concepción de Arendt ha sido tema de grandes críticas, a veces considerada como conservadora y otras como radical. La dificultad de asimilar su pensamiento radica en que actualmente hemos reducido “la política” al ámbito de las instituciones, las leyes-normas, la violencia, la burocracia, las élites y/o a la cuestión electoral. Por lo que mirar desde la persp ectiva
de la autora implica reconfigurar estas visiones y más bien de reconocer que la posibilidad del cambio existe en los hombres, aquellos que se oponen, que deciden alzar la voz y que hacen suyo ese espacio llamado lo público. Ejercer ese poder de los individuos, que es la política. Al mismo tiempo, nos invita a tener en todo momento una mentalidad crítica. Ante el discurso oficial —aquel que parece inamovible, perfecto y absoluto. La autora incita a los hombres a pensar por sí mismo s, para sí mismos y al mismo tiempo considerando a los demás, con la finalidad de cuestionar, replantear o en todo caso crear otro discurso posible. Por lo que su pensamiento exige el esfuerzo de constr uir a través de la imaginación y del proceso histórico una utopía posible que sea capaz de representar al otro y no simplemente una mera ilusión particular. Si bien, para Arendt es importante concebir la polític a de un modo distinto, reconoce que la “otra cara de la política” está presente y sigue siendo una amenaza constante incluso contra la política. En este sentido, la construida entre los hombres y por las instituciones está en una lucha constante. La primera, recalca, es fundamental para cambiar el orden impuesto por la institucional puesto que abre canales alternos para repensar la política institucional. m
REFERENCIAS Arendt, H. (1970), Sobre la violencia , México, Joaquín Mortiz. _____, (1993), ¿Qué es la política? , Barcelona, Paidós. _____, (1995), Entre el pasado y futuro: ocho ejercicios sobre la reflexión política, Barcelona, Paidós. _____, (2005), La condición humana , Barcelona, Paidós. Cairo, H. (2013), “Espacio y política: por una teoría política situada”, Dados-Revista de Ciências Sociais , vol. 56, núm. 4, enero. Di Pego, A. (2005), “Lo social y lo público en la obra de Hannah Arendt . Reconsideraciones sobre una relación problemática”, Intersticios, núm. 22-23, Año 10. _____, (2006), “Poder, violencia y revolución en los escritos de Hannah Arendt. Algunas notas para repensar lo político”, Argumentos, nueva época, año 19, núm. 52, septiembre-diciembre. Galindo, C. (2014), “Hannah Arendt: juicio político, memoria y ciudadanía”, en G. Ávalos Tenorio (coord.), Pensamiento político contemporáneo, México, UAM-Xochimilco. Günter, G. (1964), Entrevista a Hannah Arendt: ¿Qué queda? Queda la lengua materna, disponible en: https://www.youtube.com/ watch?v=WDovm3A1wI4 Hilb, C. (2001), “Violencia y política en la obra de Hannah Arendt”, Sociológica, núm. 41. Quintana, L. (2007), “De lo político a sus márgenes: La facultad de juzgar en el pensamiento de Hannah Arendt”, Al Margen, núm. 2. Retamozo, M. (2009), “Lo político y la política: los sujetos políticos, conformación y disputa por el orden social”, Revista mexicana de ciencias políticas y sociales , vol. 51, núm. 206.
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q ues o f n e s o l e d E l es t ud io
teóricos para el análisis
as. de las po l í t icas p ú b l ic
i ne a t n o F me u a l l i u ta a G s i v e r t E n por FRA NCI SCO JOS É RODRÍG UEZ
ESC OBE DO Y MIR IAM FONSEC A
LÓP EZ*
uillaume Fontaine es Doctor en Soci ología por la Universidad de París 3, Sorbonn e Nouvelle y actualmente trabaja en el Programa de Estudios Socio Ambientales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociale (Flacso) con sede en Ecuador. Nació en Francia y reside en Ecuador desde septiem bre del 2001. Ha sido profesor de varias universidades ecuatorianas y ha participado en diversas investigaciones. En 1999 y el 2000 le fueron otorgadas becas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia (Programa Lavoisier) y del Instituto Colombiano de Estudios Técnicos en el E xterior. Cuenta con varias publicaciones, las más recientes son: El Precio del Petróleo. Conflictos socioambientales y gobernabilidad en la región amazónica (2007); y Pétropolitique. Une théorie de la gouvernance energétique (2010). Es uno de los sociólogos más importantes en el estudio de las políticas públicas en América Latina.
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¿Cómo se concibe una política pública desde su perspectiva?, ¿cuál sería una aproximación a esta temática?
¿Qué podría decir en relación a los enfoques teóricos de las políticas públicas?
La definición clásica de política, tomada de Thomas Dye, es: “Todo lo que decide hacer o no hacer el gobierno”. Es una definición que no tiene concreción pues no se puede involucrar al Estado en todo lo que no hace. El Estado hace en tanto el gobierno fomenta políticas públicas, las implementa, pero no se puede considerar una ausencia u omisión como una acción. Es distinto d ecir que ciertas políticas son el resultado de la omisión de una acción y en particular es un problema de muchas decisiones postergadas donde los gobiernos pueden producir ciertos instrumentos o comisiones, pedir informes para postergar una decisión par ticular en los momentos preelectorales y no correr riesg os políticos de descontentar a su electorado o su potencial electorado. Pero eso es otra cosa, no es lo que no hace el Estado es lo que hace, pero por la negativa, es decir, el hecho de suspender una decisión es hacer algo no es no hacer. Lo que tratamos de introducir, cuando enseñamos a analizar políticas públicas, es la noción de variable independiente. Es la idea de José Luis Méndez de que las políticas públicas son afectadas por otras variables que pueden ser los regímenes políticos, los choques económicos, los tejidos sociales, la capacidad de la sociedad de organizarse d e procesar sus demandas hacia el Estado. Estas variables independientes afectan a las políticas públicas en cada momento, es decir, inciden en la formulación de la agenda, en la selección de so luciones o la elaboración de programas de acción, en el desenvolvimiento de la política, y cada vez más inciden en la evaluación, en el rumbo de las p olíticas y sus impactos. Entonces, al decir que las políticas públicas son variables dependientes, marcamos una ruptura con muchas disciplinas desde la sociología hasta la ciencia política, pasando por los estudios culturales y otras disciplinas que se interesan por las políticas públicas pero de manera más tangencial. El tema está de moda, entonces tiende a ser estirado conceptualmente, lo cual por supuesto empobrece, le resta su cualidad analítica. Ahora todo es políticas públicas: cuando hablamos de derechos ciudadanos, es políticas públicas, cuando hablamos de género, es políticas públicas, cuando hablamos de lucha contra el hambre y la pobreza, todo es políticas. La diferencia con lo que proponemos, al definir las políticas como variables dependientes, es que nos detenemos en el proceso mismo de la política pública, antes de interesarnos por sus efectos e impactos. Es decir, no consideramos la política pública como un hecho dado, la consideramos como un hecho construido socialmente, en particular a través de las interacciones del Estado, la sociedad y la economía.
Es una discusión compleja. Hay muchas tipologías de los enfoques teóricos y ninguno es completamente satisfactorio. Entre las más clásicas, por ejemplo, está la de Yves Mény y Jean-Claude Thoenig, que contrapone los enfoques sociológicos con los enfoques politológicos. Ello corresponde a una división de trabajo entre ciencia política y sociología cuando se interesan por el Estado. El problema es que han aparecido muchos enfoques “mixtos” y entonces se desvirtúa esta visión de enfoque sociológico y enfoque politológico. Otra tipología tomada de la ciencia política es la que parte de la contraposición entre ontologías esencialistas y anti-esencialistas. A partir de ella, autores como Paul Furlong y David Marsh asocian los enfoques positivistas y constructivistas a los métodos cuantitativos y cualitativos. Ello es reduccionista y no corresponde con la diversidad de marcos analíticos que encontramos hoy en nuestra disciplina. Otros autores, como Michael Howlett y M. Ramesh, contrapon en los enfoques deductivos e inductivos. Esa es una tipología general y al final en su demostración no logran realmente ilustrar, por ejemplo, los enfoques marxistas que ubican entre los enfoques deductivos. Precisamente porque hay una pluralidad de enfoques marxistas, algunos son más deductivos o más inductivos que otros. Una cuarta tipología que es la de Paul Sabatier contrapone los enfoques top-down y bottom-up, los enfoques verticales (tradicionales) de análisis y los enfoques más recientes que emergen con las discusiones sobre redes y comunidades de políticas. Tampoco convence mucho, pues la literatura sobre la gobernanza, que se produjo principalmente de los años noventa, superó esta dualidad. Me refiero a todo el cuerpo de literatura de corte neo-institucionalista y más específi camente a los trabajos de Jon Pierre y Guy Peters, que evidencian un descentramiento del Estado a la vez hacia afuera (con la creación de organismos supranacionales, comunidades de países o áreas de libre comercio o zonas de integración supranacional como la Unión Europea), hacia abajo (con la descentralización y las políticas de desconcentración de recur sos) y hacia afuera (con la inclusión de actores no-estatales en los procesos políticos). Creo que es mucho más fértil esta visión de la relación entre el Estado, la sociedad y la economía desde la gobernanza que desde una contraposición binaria en modelos top-down/ bottom-up de toma de decisión, enfoques positivistas/ constructivistas o inductivos/deductivos. Ese es el marco en el que se produce teoría so bre las políticas públicas desde hace treinta años. A partir de esta discusión, propongo una tipología basada en las determinantes de las políticas públicas. Decimos
* Doctor en Ciencias Socioeconómicas y Doctora en Sociología. Ambos son profesores investigadores en el Instituto de Ciencias de Gobierno y Desarrollo Estratégico de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
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que son variables dependientes entonces es interesante ver qué las determina. Tradicionalmente hay una distinción entre los intereses, las ideas y las instituciones. Me refiero a los trabajos de Yves Surel y Bruno Palier en Francia, que trataron d e hacer un método de análisis a partir de estas tres dimensiones, pero no es una especificación francesa. Desd e Charles Lindblom, muchos autores de la escuela de la elección pública tienen esta preocupación por los intereses y las ideas. Otras escuelas más institucionalistas obviamente relacionan los intereses con las instituciones, etcétera. A partir de estas tres variables generales, ideal-típ icas, se puede agrupar la literatura en función de las problemáticas que plantea. Más que buscar una acumulación d e referencias para encontrar una tipología de los enfoques teóricos que muchas veces empieza a ser amplia, es mejor tomar el criterio de qué problemas analizan los autores que producen teoría. Creo que no son los mismos autores los que se preocupan por el rol de las ideas en las políticas públicas, los que s e preocupan por el rol de los intereses en las políticas públicas y aquellos preocupados por el rol de las instituciones en las políticas públicas. Obviamente, no es para decir que los que se interesan por los intereses no se interesan por las ideas. Ahí empieza justamente la hibridación en los debates teóricos. Pero hacer énfasis en una dimensión particular con la cual después se puedan relacionar las otras dimensiones, es el punto de part ida del análisis. Creo que la tradición más positivista desde Harold Lasswell hasta la escuela de la elección pública puede fácilmente ubicarse en lo que se suelen llamar los enfoques conductistas. Estos enfoques priorizan la variable intereses en el análisis de políticas —desde el análisis de fallas de políticas hasta el análisis de formulación de agenda o incluso la evaluación de p olíticas. Tal es el caso, en particular, de los trabajos de la escuela de la elección pública, con Gordon Tullock y William Niskanen, que estudiaban el Estado en particular como un problema de gasto público, y que fueron los teóricos neoliberales de la nueva administración pública en los años ochenta. El segundo cuerpo de literatura es lo que se suele llamar el enfoque cognitivista, que privilegia el rol de las ideas en las políticas. La sociolo gía de la acción pública y la teoría de los referenciales globales formulada por Pierre Muller y Bruno Jobert, son emblemáticas de estos enfoques. El Advocacy Co alition Framework (ACF), o marco analítico de coaliciones de causa, hace también hincapié en el rol d e las ideas en la conformación de coaliciones, en los procesos de aprendizaje hacia las políticas y en la manera en que se diseñan las agendas. Fue la primera gran crítica de Sabatier a la noción de ciclos de políticas y fue para decir: “Concentrémonos más bien en la manera en la que se diseñan las agendas a partir de las coaliciones de ac tores estatales y no -estatales, que pueden competir entre sí”. Hay
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varias coaliciones que compiten en el gobierno, incluso entre ministerios entre agencias, y cada grupo de interés trata de utilizar e instrumentalizar sus contactos dentro del Estado dentro del poder Ejecutivo o Legislativo, para hacer avanzar su agenda. En eso también se encuentra la literatura que se ha proclamado como “post empiricista” desde el giro interpretativo. Me refiero a Frank Fischer, John Forrester, y Vivien Schmidt, o André Roth en Colombia, que privilegian no solamente las ideas sino también el discurso. Es decir el propio método de análisis se centra en el discurso de los actores que intervienen en las políticas públicas. Puede ser el discurso del Estado como un discurso legitimador o puede ser el discurso de los actores no-est atales y precisamente la percepción que tienen estos actores de los problemas de políticas, la percepción que tienen del mundo, es decir, su visión del mundo. El tercer enfoque, a mi criterio, es hoy día el más robusto pues está solventando muchas dudas y crític as que suscitaron los dos enfoques anteriores. El neo-institucionalismo es un enfoque que interesa a los autor es que colocan el rol d e las instituciones en el centro de los procesos políticos, es decir que la variable determinante de las políticas públicas son las instituciones. Eso merece una explicación, en par ticular para entender a qué instituciones nos referimos. De Theda Skocpol a James Mahoney, de Elinor Ostrom a Peter Hall, hay muchos autores que desde la historia, la sociolog ía y la economía se han interesado precisamente por el rol de las instituciones en la toma de decisión y a nosotros nos consta en particular en la toma de decisión pública, para elaborar, ejecutar y evaluar las políticas públicas. El texto seminal de James March y Johan Olsen, (“The New Institutionalism: Organizational Factor s in Political Life”), que apareció en 1984, marcó una diferencia con la tradición institucionalista, con una innovación conceptual interesante para nosotros y es la conceptualización de instituciones “informales”. Ese es como un punto de quieb re en la teoría, que rebasa ampliamente el análisis de las políticas públicas. Pero aquí nos interesa, en cuanto al análisis de políticas públicas pues hay ciertas reglas más o menos formalizadas. Las más formalizadas son las normas legales, las constituciones, y las menos formalizadas son los códigos de conducta, los usos y hábitos que caracterizan a un grupo social. La noción de institución informal es la buena idea, para decir: “Hay algo que trasciende en las instituciones estatales o las instituciones clásicas pero que es constante, es estable en el tiempo y tiene un rol estructurante en las conductas, en las preferencias y en las ideas”. Más allá de esos tres enfoques yo no veo otro, lo demás parece que son matices, reformulaciones o hibridaciones pero creo que los enfoques conductistas, cognitivistas y neo institucionalistas abarcan todo el campo de los enfoques teóricos en nuestra materia.
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¿En el contexto actual qué se debe entender por gobernanza? Bueno, una definición operativa para empezar es la que da Jan Kooiman en Governing as Governance, del modo de regulación de las interacciones entre el Estado y la sociedad. Este mod o de regulación se puede concretar en un sistema particular cuando se fomentan instituciones formales o se crean regímenes políticos y en prácticas, es decir, en procesos. En ese sentido, Kooiman diferencia la “gobernabilidad” de la “gobernanza”. Es una discusión muy larga en América Latina, donde hay una vena de literatura sobre la crisis de gobernabilidad que surgió en los años noventa hasta bien entrada la década del 2000. A est a discusión, se refiere Luis Aguilar en su libro, Gobernanza, con una especie de enfoque normativo, una visión pesimista de los proces os políticos, toda una literatura sobre la crisis de gobernabilidad. Pero no hay mucha literatura sobre la gobernanza en América L atina. Esa discusión se dio en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, con el informe de Michel Crozier, Samuel Huntington y Joji Watanuki, titulado precisamente La crisis de la democracia: Informe sobre la gobernabilidad de las democracias para la Comisión Trilateral
publicado en 1973. Este texto anticipaba los problemas qu e iba a enfrentar el Estado de bienestar social por un efecto de tijeras entre el crecimiento continuo de las demandas sociales y la desaceleración del crecimiento económico, en particular a raíz del doble choque petrolero de 1973 y 1979. Hay un paralelo con la crisis de gobernabilidad en América Latina que se dio después de las transiciones democráticas y que vino a raíz de la crisis d e la deuda, concretamente los años 1980 y 1990. La discusión sobre la gobernanza inter viene más tarde, aunque el término en inglés, governance, es mucho más antiguo y no tiene esa dimensión normativa ni mucho menos pesimista, no se asocia a ninguna noción de crisis o de disfuncionamiento del sistema. Una primera literatura fue divulgada por el Banco Mundial, que viene de la jerga de los economistas y en particular el del negocio internacional para hablar de la gobernanza de las grandes corporaciones y de la visión global de la gestión de las empresas. Las estrategias de conquista de mercado son estrategias de gobernanza. Pero esa literatura no es útil para el análisis de políticas públicas. Prefiero referirme a la literatura de la ciencia polític a y la sociología, la de Kooiman, Peters, la de Rod Rhodes y Mark Bevir, también, que empezaron a teorizar sobre gobernanza a part ir de los años ochenta en el Reino Unido de Margaret T hatcher, pues ahí se empezó a observar en concreto un cambio p rofundo, radical en la manera de gobernar. Esta manera de gobernar está con la apertura al sector privado, por ejemplo a través de la
nueva administración pública, que introduce reglas de gestión del sector privado en la administración pública, las alianzas público-privado, las privatizaciones por supuesto de sectores enteros e incluso de sectores estratégicos para el Estado como la salud, la educación y la seguridad, y una creciente interacción con actores no-estatales. Esta última se puede ver del lado optimista, que es el lado de la participación ciudadana, como el lado de la interacción con la sociedad, y se puede ver del lado pesimista, que es más del lado neoliberal. La participación de actores económicos en particular de sectores hegemónicos que instrumentalizaron al Estado o digamos impusieron su agenda al Estado bajo este lema “la nueva gobernanza” mandaba que el Estado cediera en parte sus prerrogativas. ¿A qué nos lleva esto en términos de análisis de políticas públicas? Nos significó primero un cambio en la naturaleza y el rol del Estado en las prácticas públicas del poder Ejecutivo, entonces esta manera de proceder no es la misma que cuando el Estado no interactuaba con actores económicos o sociales, es decir, cuando el Estado tenía el dominio del monopolio de la legitimidad de la fuerza (un poco la concepción weberiana de la racionalidad legal) y decidía con base en un mandato legítimo la elección del rumbo de las políticas sec toriales. Desde los años ochenta, esto ya no funciona excepto en regímenes autoritarios. La noción de gobernanza expresa que la manera de gobernar es diferente, en part icular a raíz del triple descentramiento que evidenciaron Jon Pierre y Guy Peters. Incluso los países que más trataron de hacerlo, al recentralizar todas las políticas (Ecuador es uno de los ejemplos actuales), no lo pudieron hacer y quizá se dieron cuenta que no era tan beneficioso como se pensaba, recentralizar las políticas cuesta mucho, genera muchas dificultades a nivel de la sociedad civil, a nivel de los gobiernos locales y finalmente no trae tantos beneficios. Entonces hay sistemas de gobernanza más abiertos, los que el mismo Kooiman llama los sistemas de “co-gobernanza” y la gobernanza “en redes”, donde el Estado es un elemento de un sin número de actores y lo que hace es impulsar políticas y ser responsable de las políticas. Y hay sistemas menos descentralizados, menos participativos, menos integrados en la globalización, con modalidades centralizadas o de centralismo burocrático que quizá se parecen más a los modelos tradicionales de gobierno, que Kooiman llama sistemas de gobernanza “jerárquica”. En resumen, la gobernabilidad se refiere a las modalidades del gobierno que pueden ser más o menos democráticas, que pueden ser más o menos fluidas. Antonio Camou prop one una tipología interesante con un continuo desde el procesamiento más fluido que es la gobernabilidad ideal hasta la sucesión o multiplicación de crisis porque el Estado no responde. Cuando el Estado ya no responde a estas demandas y cuando el gobierno
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pierde legitimidad por no responder a esas demandas, ello conlleva a una serie d e disfuncionamientos de la democracia (juicios políticos, levantamientos populares, golpes de Estado, etcétera). Eso ocurrió en muchos países en América Latina a finales de los años noventa. Finalmente la gobernanza entendida como el sistema de regulación o como modo de regulación nos permite abrir un poco la perspectiva, ubicando al Est ado en el meollo de un acervo de interacciones con actores no-estatales. Ello nos interesa para analizar políticas públicas pues permite entender que las modalidades de formular o ejecutar políticas públicas hoy son fundamentalmente diferentes a las modalidades anteriores de los años ochenta. Hay una ruptura en esa década que no solo se dio en América Latina sino a nivel glo bal y que se explica por las innovaciones tecnológicas, po r la emergencia del consenso neoliberal que aceleró por ejemplo la desregulación de los mercados financieros.
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¿Cuál sería la diferencia entre la nueva gestión pública y la gobernanza? La nueva gestión pública es una modalidad del sistema administrativo de cualquier país. Es decir, en los años ochenta por la difusión de la doctrina neoliberal se asumió que la gestión pública debía obedecer las reglas del mercado (de productividad, de rentabilidad, etcétera). En la noción de gob ernanza no hay para nada una restricción en ese sentido, o sea es absurdo decir que la gobernanza es neoliberal no tiene ninguna contraparte empírica. Lo que hubo es una ideología neoliberal que impuso una noción de nueva gobernanza (como lo hizo con la globalización), como si fuera un modelo a seguir, como por ejemplo, la “buena gobernanza” del Banco Mundial. A nadie se le ocurriría p ensar que el “gobierno” es neoliberal por esencia, pero todos sabemos que el “buen gobierno” es una noción neoliberal, es un concepto
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que elaboraron los organismos financieros multilaterales a raíz del Consenso de Washington en particular para nuestra región. La “buena gobernanza” en el sentido normativo del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y muchas agencias de cooperación, obedecía a un acervo de reglas entre las cuales, en efecto, la nueva administración pública consta. Pero estas reglas eran mucho más que una modalidad de gestión, incluían por ejemplo procesos de rendición de cuentas, desregulación y liberalización de mercados. Otro concepto también muy discutido es la nueva gobernanza. A esto se refieren Rod Rhodes y James Rosenau cuando hablan de “gobernar sin gobierno”, se refieren a una especie de vaciamiento del Estado. El mismo Rhodes se dio cuenta y escribió 10 años después que se habían equivocado, o sea que la gobernanza no equivalía a la desaparición del gobierno, es una modalidad de gobernar pero no es vaciamiento del Estado como él lo anunciaba, en particular a raíz de la nueva administración pública. Hay que saber discriminar a qué literatura volcarnos a la hora de elaborar un marco de análisis y elegir nuestros conceptos. Cuando se empieza a mezclar los conceptos normativos de los organismos financieros con conceptos producidos po r la academia y a raíz de análisis o estudios empíricos, s e genera mucha confusión y se suele confundir las causas y los efectos de lo que se analiza. Hay cien definiciones de gobierno también, lo mismo, con democracia, desarrollo, peor desarrollo sostenible, no es lo que nos interesa, nosotros hablamos de gobernanza en un sentido analítico y no normativo; la nueva administración pública es un concepto normativo, es una modalidad normativa de administrar, de gobernar, de administrar los recursos.
Hablando de toma de decisiones, ¿se puede afirmar que no hacer nada es una decisión? No, hacer nada no es necesariamente una decisión. En cierto s casos el gobierno “decide” no hacer nada, en otros, no actúa porque no tiene que hacerlo o nadie le hace caer en cuenta que tiene que hacerlo. El no-hacer del Estado es una decisión para el que quiere que haga algo. Es decir, si yo presiono al gobierno como asociación o gremio y si el gobierno no hace nada, pues puedo decir que el no -hacer es la decisión del gobierno. En cambio, el no haber pensado la reacción o la respues ta o resolución de un problema, en sí, no es una acción. Esto parece al s entido del fallo de la corte constitucional en Colombia, sinceramente, todo es del Est ado entonces, respirar es el Estado; sí aquí no hay aire acondicionado, es culpa del Estado. ¡No! Se vuelve una responsabilidad del Estado cuando alguien pide al Estado que haya aire acondicionado en un aula, entonces sí se le convoc a al Estado hacer algo.
Hay que tener mucho cuidado porque hoy en día hay una corriente neo-constitucionalista que está cargando mucho al Estado desde la perspec tiva del derecho, es decir, que por haber definido los derechos fundamentales de una manera tan amplia, finalmente tenemos derecho a todo. El Estado es responsable del cumplimiento de estos derechos, en ese sentido, para esta ideología, que para mí es una ideología el no hacer nada, es demandable legalmente al Estado, eso quiere decir que al gobierno o al presidente de la república.
¿En dónde estaría enmarcada esta ideología? Por ejemplo, tomemos dos interpretaciones posib les de la Constitución política de un Estado. En la concepción tradicional, la Constitución es un marco general en el cual se elaboran normas y del cual no pueden salirse las acciones de ningún actor del Estado, económico, sociales, pues finalmente es el marco que protege a los ciudadanos. Esto es, digamos, una concepción pasiva del derecho constitucional. La constitución es nuestra garantía no nuestra obligación. La interpretación neo-constitucional del derecho es inversa, da o empodera al ciudadano con la capacidad de demandar al Estado por el no cumplimiento de cualquiera de sus derechos; entonces, si todos tenemos derech o a la comida, al empleo, etcétera, en un cierto sentido yo puedo decir que la violación de este derecho es culpa del Estado. Esa es la interpretación neo-constitucional. Eso es un pozo sin fondo, yo puedo multiplicar los juicios al gobierno por incumplimiento de la Constitución. ¿Cuál es la viabilidad democrática de este tipo de marco? No hay, ningún gobierno va a poder asumir la totalidad de los derechos en políticas públicas, ningún gobierno puede justificar porque hizo una política y no otra desde un punto de vista constitucional, que es lo que pretende este enfoque. Lo que debe hacer el constitucionalista o juez es vigilar que ninguna política, ninguna acción, sea contraria a la Constitución. Por ejemplo, cuando un gobierno decide construir una infraestructura en un área protegida o un territorio indíg ena, debe obedecer a ciertas normas constitucionales, las cuales son reguladas por normas secundarias. La violación p or no acción, es un concepto político o ideológico. No sé si esta era la idea de Aguilar. Pero sí me parece que hay en la actualidad una discusión muy peligrosa y una interpretación muy peligrosa de lo que se suele llamar “el enfoque de derechos”, una apropiación de las políticas públicas por parte de los abogados y constitucionalistas que no me parece realista y me parece sumamente ideologizada.
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Ha cambiado en estos últimos años la percepción de lo público. ¿Qué podría decirse en relación con este cambio conceptual? En eso coincido mucho con el análisis que hace Francisco Rodríguez, creo que el puente con lo que yo decía está en ese punto. Es decir, la transformación del Estado, de su naturaleza, de su rol, han también conllevado a una transformación de lo público o quizá la transformación de lo público fue partícipe de la transformación del Estado. Es difícil dirimir entre las dos. ¿Qué fue primero el huevo o la gallina? Creo que es un tema de trabajo. Pero una cosa es cier ta, el dominio público, el ámbito de lo público, no puede rest ringirse a lo estatal, en gran parte porque en la esfera pública (esto no es una noción propia de las políticas públicas, en la filosofía se habla de esfera pública), los actores privados también generan un rol y tiene un lugar, los actores s ociales, económicos incluso los actores externos, transnacionales tienen un espacio, un rol, en lo público.
¿Qué papel le toca jugar a la academia en estos nuevos escenarios políticos? Pues es un momento interesante para nosotros, porque creo q ue podemos aportar mucho a un Estado, bastante desprovisto de herramientas para entender el mundo que le rodea (en general, no solo en América Latina). Uno observa una especie de repetición de la historia, volvemos a inventar las políticas keynesianas de los años cincuenta, probablemente en poco tiempo, porque ya se observa en Europa, países como Grecia, Italia, se estarán reinventado las políticas neoliberales de los años ochenta. En economía la vida es un ciclo y creo que la academia tiene mucho qué hacer para romper con esta visión cíclica de los problemas. Eso tiene que ver, por ejemplo, con quién influencia la agenda de políticas. Un tema neo-institucionalista por excelencia —que es la magistral demost ración Peter Hall— es cómo se impuso el dogma neoliberal a Inglaterra y luego a Francia, Estados Unidos, Alemania, América Latina y muchos países a nivel global. Es interesante este mecanismo de difusión de un modelo, porque en esto, no hay una conspiración, no hay un grupo de banqueros que pensaron: “Vamos a difundir el neoliberalismo”, la teoría de la conspiración, como algunos quieren hacerlo creer, pues ellos mismos no se dieron cuenta que esto se estaba realizando. Otra cosa es que la época en que analiza Hall, en el final de los setenta e inicios de los ochenta, en Inglaterra había todavía una tradición de lo que llaman “stop and go”; es decir, la alternancia
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del poder entre el Partido Laborista y el Partido Conservador hacen que las políticas se alternen entre más o menos gasto público, más o menos impuestos, etcétera. Finalmente es un esquema común de alternancia, que no genera un cambio global de políticas, un cambio estructural de políticas, son ajustes al margen, incrementales como decía Lindblom. Lo que obser va Hall, a propósito de la aparición del neoliberalismo y de las políticas monetaristas en particular de Thatcher, luego Reagan, es otra cosa, un cambio mucho más profundo. Él lo llama “un cambio de paradigma”. Primero, la formulación de los problemas cambia, ya no es solamente todos estamos de acuerdo con el problema, por ejemplo, luchar contra la inflación o desempleo, ¡no! la formulación del problema es que el Estado es responsable del desempleo y la inflación, entonces hay que luchar contra Estado, es literalmente lo que pasa. Reagan tiene en su discurso de envestidura una frase famosa: “Si el Estado no es la solución, el Es tado es el problema” y Thatcher tiene exactamente la misma ideología. Peter Hall dice que hay una retroalimentación entre las ideas y las instituciones que hace posible un cambio de paradigma, en el cual son partícipes los periodistas, los académicos, muchos intelectuales, obviamente, también la banca global y los grandes grupos industriales. Poco a poco esto se contagia en los años ochenta a los organismos multilaterales: el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, o las agencias de cooperación bilateral, son los vectores de esta ideología, literalmente sirvieron de canal de difusión para algo que se p ensó en un grupo muy reducido de actores. Entonces el rol de la academia en un ejemplo como éste, es haber desarrollado los foros de dis cusión, difusión y contienda política. Las nociones que manejamos son en gran parte producidas por la academia, luego se difunden en los medios de comunicación, éstos la trituran, pero en gran parte son conceptos pensados en determinados lugares, puede ser en Harvard, en Yale. Son pensados en teoría, luego se difunden y suelen ser parte del lenguaje cotidiano. El otro aporte, viéndolo del lado positivo, es advertir en esa tendencia a la repetición de la historia. Quizá en cierta forma somos la memoria de la sociedad, creo que es bueno que podamos decir nosotros que ciertos políticos fallaron por razones claras. No sé si fáciles, pues en su momento por ejemplo los trabajos de Jeffrey Pressman y Aaron Wildavsky sobre las fallas de implementación, no fueron fáciles, pero sí hemos logrado sacar ciertas conclusiones contundentes y es bueno que la academia pueda hacer valer esas conclusiones a los tomadores de decisión para que no repitan los errores. Yo pienso en el redescubrimiento de las políticas de sustitución de importación. En algunos países se está apostando mucho a esta noción de desarrollo endógeno y modelos de industrialización por modelos de sustitución selectiva de importaciones. La primera cosa que haría si fuera
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ministro preocupado por el éxito de mi política —aparte de haber estudiado qué son los modelos de sustitución de importaciones— es preguntarme por qué fracasaron en determinados países y por qué fueron exitosos en otros. A partir de eso, trataría de ver si las condiciones han cambiado en cincuenta años, pu es ¿de qué sirve hacer lo mismo que hace cincuenta años si las condiciones no han cambiado?, ¿quién me garantiza científicamente que hoy es mejor que ayer? Por el contrario, diría que las condiciones son más adversas. En particular la globalización de los mercados financieros es una variable importante que conspirará en contra de la sustitución de importaciones. La aspiración de las sociedades latinoamericanas, así como China y su nivel de vida elevado, de bienes de consumo duradero: automóviles, pantallas de plasma, etcétera, conspiran contra los modelos de sustitución de importaciones. Creo que ahí está el rol de la academia: recordar a los tomadores de decisión que hubo algo en el pasado que funcionó mal, en otro caso funcionó mejor. Sacar las conclusiones de las experiencias anteriores.
En términos de la toma de decisiones, existen todavía dos grandes escuelas, la incrementalista de Lindblom y la racional exhaustiva de Simon. ¿Qué opinión tiene sobre la forma esquemática del estudio de la toma de decisiones? Lindblom sigue las huellas de Herber t Simon. El primer trabajo lo hizo Simon sobre la racionalidad limitada y con eso marcó una senda. Hasta hoy, la tradiciónn en análisis del cambio de políticas se basa en parte en el incrementalismo y en otra en los equilibrios puntuados. Es decir, hoy en día hay d os teorías que compiten, una trata de absorber la otra que es la Franck Baumgartner y Bryan Jones, que más bien trata de explicar que no siempre el cambio es incremental, que hay rupturas, cambios bruscos que deb en tener una explicación, en parte por choques externo s también por el ciclo de atención de la opinión pública, en parte por los cambio paradigmáticos que ya mencioné. Hay momentos históricos dond e una sumatoria de variables coincide y hace posible una revolución o un giro radical en las políticas constitutivas. Entonces, el núcleo común es la racionalidad limitada pero la explicación al cambio puede variar. Ahorita hay una discusión interesante sobre varias preguntas relacionadas con el cambio, no solamente sobre si hay cambio o no, o si éste es incremental o brusco, preguntas como si el cambio es reversible (o desde cuándo se puede considerar que es irreversible), preguntas sobre con qu é
velocidad se da el cambio, sobre cuál es el ámbito del cambio. Uno de los temas más interesantes es la noción de cambios simultáneos —sean éstos termostáticos, o cambios de ajuste al entorno externo, homeostáticos, o endógenos. Podemos tener políticas cuyo cambio se explica por factores exógenos, de tip o equilibrio puntuado, durante el mismo periodo de gobierno, en la misma administración, simultáneos con políticas que evolucionan de manera más incremental y políticas que intentan cambiar, o que desean impulsar un cambio y no lo logran po r razones exógenas o endógenas. Esas tres situaciones pueden coexis tir en un mismo momento y gobierno. El problema es metodológico, más que teórico; aquí las teorías de las interpretaciones del cambio son válidas y lo que nos hace falta es un método para analizar las tres, para comparar incluso las tres modalidades. Al respecto, hay muchos aportes del laboratorio del diseño de políticas ( policy-design lab), un proyecto basado en Singapur, en el que trabajan autores como Michael Howlett o Ramesh, que estudian en particular el diseño de políticas. Lo que es interesante en su trabajo es que han logrado desagregar las variables dependientes del cambio. Ellos aíslan los elementos de políticas, entonces en vez de ver la política en su conjunto, nos estábamos bajando un nivel más en el análisis. No vemos a la política como una entidad sino como un proceso, y dentro de este proceso una entidad particular son los instrumentos. Lo más interesante de esa propuesta es que se puede medir el cambio de una manera mucho más fina que si uno viera una política a partir de un ciclo, en qué momento se consideró la necesidad del cambio, como se formó, cómo se implementó, cómo se evalúo el cambio, todo eso que es la visión clásica del análisis. Nosotros evaluamos si hay nuevos instrumentos, nuevos objetivos, una nueva relación entre los objetivos y los medios de la acción pública. Es decir, en algunos casos hay dos objetivos diferentes pero el gobierno trabaja con los mismos instrumentos, en otros casos el gobierno produce nuevos instrumentos para viejos objetivos. En general, los objetivos cambian, marginalmente, incrementalmente. En pocas oportunidades, el gobierno lograr formular a la vez los objetivos y los instrumentos de una política. Por ejemplo los modelos que impulsaron Chávez en Venezuela, o Correa en Ecuador, son de ese tipo, son realment e cambios radicales. Luego bajamos un nivel más viendo los grados de consistencia entre los instrumentos. Hay un problema de consistencia o de coherencia entre objetivos y medio s, pero también un problema de consistencia entre los medios. Al respecto, dos cosas nos interesan: los instrumentos sustantivos y los procedimentales. Los instrumentos sustantivos son los más familiares, incluyen la ley, el presupuesto del Estado, el organigrama de la función ejecutiva, la información disponible. Deben ser consistentes entre sí, pues si no hay ley o si no hay
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presupuesto, la política no va avanzar; o si hay un presupuesto pero nadie para ejecutarlo o si hay una pugna de poder por una indeterminación de la competencia, la política no va avanzar. Ese es el primer nivel de coherencia, y es un cor te longitudinal entre los instrumentos. Por otro lado, hay un corte vertical entre los instrumentos sustantivos y los instrumentos procedimentales, que se multiplicaron con la gobernanza. Se trata de los instrumentos que regulan las relaciones entre el Estado y los actores no-estatales. A menudo, se crean sobre la marcha, por ejemplo comisiones ad hoc en un proceso de discusión o de elaboración de política, mesas de diálogo o proceso de participación, auditorías públicas. Son muchas veces instrumentos creados en reacción a una demanda social provocada por la política. Aquí hay como tres tiempos: la política está formulada, genera una reacción y ésta es adaptada. Por eso es más preciso hablar d e “diseño” que de formulación, ejecución y evaluación. No es que el diseño incluya las acciones de formulación y ejecución, sino que la ejecución se formula de otra manera, se afina mediante lo que Howlett llama “calibración de los instrumentos”. Esto es interesante pues nos permite analizar varios tipos de problemas de polític as, no solo el cambio, sino también las fallas, la participación social, etcétera.
¿Qué se puede decir de la tipología de las políticas? Es la tipología que elaboró Theodore Lowi en el 1972, para caracterizar la relación coercitiva y el ámbito de coerción de una política determinada. Es útil para entender cómo el gobierno toma sus decisiones, en función de los destinatarios de los programas de políticas. En esta tipología hay un sesgo, un a priori , pues se basa en el grado de coerción, no todas las tipologías de políticas van en ese sentido. También es interesante tenerla como referente: no lo utilizamos mucho como método de análisis, pero nos sirve como contexto para diferenciar los problemas que enfrentan los tomadores de decisión en distintos ámbitos de políticas púb licas. Por ejemplo, entendemos que en una política distributiva los problemas son diferentes a los de una política constitutiva, porque en una política distributiva se trata p or ejemplo de distribuir tierras (hablamos de la reforma agraria), a individuos, a sujetos individuales; en el ámbito de una política constitutiva se trata de diseñar instituciones estatales, t ratar de fundar, por ejemplo el Congreso o reformar el poder judicial, eso no está dirigido a individuos, afecta a los individuos pero de manera indirecta, este es el término. Cuando se habla de políticas redistributivas (por ejemplo las políticas sociales, los sistemas de seguridad social), hablamos de una manera diferenciada de afectar a sujetos individuales.
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Una misma medida —incrementar el IVA por ejemplo— afecta positiva y negativamente a los individuos; o la creación de un impuesto sobre los altos ingresos, afecta a un sector par ticular de la población y beneficia a otro sec tor. Es interesante esa tipolo gía para diferenciar la naturaleza del proceso de toma de decisión. Hay que tomar ciertas precauciones, incluso para comparar, cuando hablamos de participación, entender que ciertos tipos de po líticas son más propensas a la participación. Por ejemplo, las políticas redistributivas —las de educación, salud— son mucho más propensas a la participación que las políticas constitutivas —fiscal, energética—, que son muy técnicas, muchas veces dominadas por sectores hegemónicos y tienen un nivel de afectación a las población indirecto.
Finalmente, ¿cuáles son los retos actuales que deben enfrentar los estudiosos de las políticas públicas en Latinoamérica? A propósito del papel de la academia, tenemos que enfrentar un reto particular en América Latina: no formamos suficientemente en el análisis de políticas públicas, y en particular no formamos a nivel doctoral. Tenemos muchas maestrías que forman a funcionarios públicos a tomadores de decisiones, pero sin las bases teóricas que se requiere. Entonces se convierten en formaciones funcionales, instrumentales a determinadas maneras de gobernar. No hay una reflexión profunda, más allá de si estamos a favor o en contra de la nueva administración pública, que si la gobernanza es neoliberal o no, o de si el Estado tiene que hacer esta u otra cosa. El reto es llegar a un nivel mucho más profundo de entendimiento de las políticas, y para llegar a ese nivel es imprescindible pasar a la investigación científica. No podemos depender todavía de la producción científica de Estad os Unidos, Francia, mañana de China o hasta Brasil, necesitamos una producción nacional. Cada país tiene que desarrollar una comunidad académica que produzca conocimiento teórico y empírico sobre sus políticas públicas porque éstas se enmarcan en un contexto nacional. A pesar de la globalización, finalmente quién rinde cuentas es un gobier no electo, quién cuida la naturaleza, es la población que vive en esa naturaleza. Hay una necesidad de crear doctorados, condiciones para investigar a nivel de doctorados para que podamos dialogar con un nivel satisfactorio de calidad, de p ertinencia con la comunidad internacional. Para que podamos intercambiar con los autores que hemos citado en nuestros textos, p ara que ellos nos escuchen y podamos dialogar con ellos, es urgente que creemos las condiciones de los doctorados y de los centros de investigación. m
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s e n o i c i a p o r p a s : e n o i c v a r e s b O
mann h u L s la k i N e de la teor ía d
l número de la revista que tiene el lector en sus manos contiene propuestas de apropiación de la teoría de sistemas de Niklas Luhmann. El objetivo principal es exponer la manera en que diferentes investigaciones se apropian de ella, la ponen a prueba, la llevan más allá de sus fronteras, la cuest ionan. El trabajo ha sido arduo, clarificar las líneas de defini ción de la teoría y conjugarla con premisas puntuales que estructuran la investigación aplicada es un gran reto, tanto como las replicas de las propuestas a la propia teoría. Los textos que a continuación se presentan llevarán al lector a las entrañas que definen a la sociedad, a sus sistemas y, de ahí, a repensar diversos fenómenos sociales. La riqueza de esta inmersión es po der traspasar la cotidianidad de los problemas de los que, nosotros como observadores, somos testigos. La tarea para el lector consiste en dejarse atrapar por la mirada de una teoría altamente compleja y por la riqueza que la complejidad aporta para poder comprender la ¿modernidad? de la sociedad. Este es un ejercicio por sacar de las universidades reflexiones arraigadas en el pensamiento sistémico de Niklas Luhmann para ponerlas a disposición de un circuito de lectores más amplio. m
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E l g ra n L uhmann
* R A T E R A F S N A O R R E T R E V I p o r J A
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JAVIER TORRES
n un último estudio sobre la circulación del procedimientos para estudiar lo so cial de manera fiable; 3) pensamiento europeo, Leandro Rodríguez Medina justificar normativamente la idea de que la sociedad moderna es postula que en la recepción del pensamiento de una y sólo una” (Chernilo, 2011: 242). Sin embargo, lo específico Luhmann en Hispanoamérica podrían distinguirse de mi argumento es llamar la atención s obre la relevancia de la tres círculos: a) un primer círculo de receptores configuración teórica del pensamiento de Luhmann. mucho más interesado en el contexto general de la teoría; b) un segundo más preocupado por la aplicación empírica de la teoría; y c) un último círculo de utilización hibridada de la teoría (Rodríguez Medina, 2014). Con alto grado de arbitrio podría El argumento de la complejidad elevarse este esquema a destino de to do gran pensamiento: el momento especulativo, el empírico, el hibridado. Podría incluso En Luhmann la teoría tiene que ver con la dimensión hipercompleja postularse que estos tres momentos son necesarios para el del mundo: el investigador siempre se encuentra con que hay “sistema”. Quisiera concentrarme en el carácter especulativo más cosas que las que puede aprehender, más huellas que de la teoría de Luhmann. Así como en la sociología es consigna las que puede rastrear, más posibilidades que las que puede estructural la necesidad de aplicación empírica, el p ensamiento seleccionar. Lo que lo hace distinto a otro tipo de actores es la de Luhmann adquiere una especial relevancia a la luz de su manera en que organiza dicha selectividad. Si esto se entiende carácter teórico. El mismo Luhmann lo anuncia en el inicio del en su justa dimensión, entonces se vuelve comprensible la conceptuación de Luhmann sobre la técnica: la técnica p odría libro sistemas sociales: considerarse como simplificación que funciona. Se trata de un proceso efectivo de aislamiento, de desentenderse de la híp erComo ciencia empírica, la sociología no puede prescindir complejidad del mundo. La técnica es altamente efectiva pero de la aspiración a comprobar sus afirmaciones mediante a costa de no involucrar las consecuencias no deseadas. Esto los datos obtenidos de la realidad, independientemente sugiere la conjetura de que el incremento del saber sobre la de qué tan viejos o nuevos sean los conductos por dond e naturaleza lleva tan sólo el incremento del no- saber sobre se vacía lo ya ganado. Justamente en razón de este las consecuencias de las intervenciones técnicas. La teoría en principio, no puede fundamentar el campo específico de cambio se sitúa en otro contexto: en el problema de manejar su objeto ni la unidad propia de su disciplina científica. la sobrecarga de complejidad y las posibilidades de selección. La resignación ha ido tan lejos que ya ni siquiera se hace La teoría se planta precisamente en el punto de descarga el intento (Luhmann, 1998: 7). de la complejidad y entonces Luhmann es capaz de afirmar por No sólo allí, Luhmann finalizó sus famosas lecciones sobre la ejemplo: “la diferenciación funcional no puede llevar a cabo introducción a la teoría de sistemas diciendo: “La intención de (contra todo lo que afirma la auto-descripción de los sistemas) la estas lecciones era la de enfrentar pr ecisamente a la tradición total inclusión postulada. Los sistemas funcionales (cuando operan humanista y de proponerse la pregunta de si hay teorías con racionalmente) excluyen a las personas de manera tan fuerte que capacidad de responsabilizarse ante un rompimiento de tales esto les trae consecuencias para el acceso a otros sistemas… Si dimensiones. Espero que estas lecciones hayan logrado hacer ver este diagnóstico es más o menos acertado, la sociedad no puede que eso es posible”. Y luego Habermas en distintos momentos esperar de la sociología ni cons ejo ni ayuda. Pero podría tener expresó: “Luhmann, inspirado en Maturana y otros, ha extendido sentido al ofrecer teorías que hacen más justicia (más justicia que y flexibilizado hasta tal punto los conceptos básicos de la teoría de el depósito tradicional crítico-optimista de nuestra disciplina) a los sistemas, que ha logrado convertir ésta en base de un paradigma hechos —hechos que, sobre todo, la misma sociedad produce” filosófico capaz de competir con los demás” (Habermas, 1990: (Luhmann, 1996, 219-230). Por la complejidad, la teoría no es sólo cues tión de 32). Luhmann puesto en referencia a la teor ía. En expresión del mismo Luhmann: “podría incluso renunciarse a la razón si “neutralidad valórica” para darse después vuelo disparando se supiera cómo podría salvarse el interés por la reflexividad juicios al objeto y no a la teoría misma. La complejidad puede teórica. Porque en este siglo hay muy pocos ejemplos de interés hacer añicos los juicios críti cos desde el momento en qu e la sociedad no opera bajo un continuum de racionalidad. Por decidido por la teoría”. Mi tesis es muy cercana a la sostenida por Daniel Chernilo: la complejidad, la sociología proyectiva (cuya capacidad de lo que caracteriza la gran historia de la sociología de Luhmann es juicio lo obtiene a partir de un juicio inconsiderado de lo posible) una pretensión universalista del conocimiento. “La pretensión encuentra que los contextos causales entre causas y efectos universalista puede describirse por un triple movimiento: 1) son sólo apropiados para sistemas relativamente pequeños. Y definir conceptualmente en qué consiste lo social de las relaciones lo mismo podría decirse de la investigación estadística: en los modernas; 2) formular metodológicamente cuáles son los mejores sistemas altamente complejos se encuentra con altos grados de
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* Profesor investigador de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana, Sede Ciudad de México.
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dispersión azarosa en las grandes cantidades, es decir, con un conocimiento “práctico” en el sentido de rico en acciones. Pero alto grado de falta de estructura. Los grandes sistemas no se construye un entendimiento tal de complejidad en la teoría, que encuentran determinados por su estructura, sino que resuelven la teoría puede aconsejar mejor e interpretar mejor al práctico. lo que para ellos es posible a través de su historia. No son, pues, De lo que se trata es poner en juego un contexto más rico en máquinas triviales. alternativas y mucho más complejo. La complejidad extrema es justamente el núcleo de la sociedad moderna —y es esta complejidad la peculiaridad de su referencia al mundo. La propuest a de Luhmann es escoger La teoría y el diálogo con otros el problema de la complejidad como último punto de referencia grandes paradigmas modernos del análisis y considerar todos los sistemas como aprehensión y reducción de complejidad y, en esa perspectiva extremadamente abstracta, considerarlos como comparables e intercambiables. La fundamentación pragmático trascendental . La teoría de La unidad de dicha teoría de sistemas estaría en la unidad de los Luhmann puede compararse con otros grandes paradigmas problemas de base que están presentes en todos los sistemas. modernos de fundamentación metodológica de lo so cial. Con Para la praxis de la teoría, los contornos de una teor ía así podrían su teoría sobre la sociedad se pone a la par en la his toria de la bosquejarse de la siguiente manera: filosofía con la más radical aplicación del convencionalismo (los 1. Muchas veces la manera clásica de interponer los juegos lingüísticos). Los seres humanos no utilizan un sistema problemas llega a callejones sin salida. Las grandes posibilidades onto-semántico de un lenguaje ideal que suponga a priori la de éxito no están en la dirección de buscar la solución de los determinación de sentido de las proposiciones, sino qu e el uso problemas sino en el sentido contrario: buscar un mayor nivel de que hacen los seres humanos de los signos se debe al sentido abstracción. Luhmann para ilustrar esto recurr ió a un ejemplo como médium de lo social. No sólo el significado de los signos espléndido: en la baja Edad Media ante el cambio inminente de depende de la regla de su aplicación, tamb ién el sentido de la positivización (volverse mudable) del derecho, se trató de hacer las reglas de aplicación depen de en todo momento de las que el derecho siguiera fiel a la tradición obligando a los señores convenciones que se establezcan en la sociedad. Con su teoría a prestar juramento. Y justo el derecho pudo hacerse positivo, de la sociedad, Luhmann no solo ha anulado todos los criterios como hoy lo entendemos, renunciando a la b ase duradera que de validez metafísico-objetivos, sino t ambién las condiciones dichos juramentos podían conferirle. subjetivas de posibilidad de la objetividad en sentid o kantiano. 2. La situación práctica de la teoría se vuelve viable para Precisamente porque no existe ninguna garantía metafísicoel teórico en la medida en que hace que su teoría se ocupe de la objetiva o subjetiva del sentido de los signos o de la validez de las complejidad. Esto evidentemente no conduce con obviedad a un reglas, la sociedad se vuelve el horizonte de todos los criterios de
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sentido y validez. Nosotros los seres humanos (como seres dotados de lenguaje) estamos condenados a concordar en los criterio s de sentido y validez impuestos en el acto social. Aunque pudier a objetarse que el acuerdo lingüístico en cada juego posible está vinculado a priori a reglas que posibilitan las convenciones, estas meta-reglas de todas las reglas establecidas convencionalmente no pertenecen a determinados juegos lingüísticos o formas de vida, sino al sentido emergente de la ilimitada comunidad de comunicación: la sociedad. Si se presupone la separación sujeto/objeto (tradicional en la filosofía cartesiano-kantiana) no puede pensarse la sociedad sin contradicción. Deberíamos recordar que han negado también la relación sujeto/objeto tanto la filosofía del Espíritu de Heg el como las ciencias histórico-hermenéuticas. Prescindiendo de las diferencias significativas epistemológicas que existen entre estos enfoques, la sociedad es para ellos un sujeto-objeto con el que nos podemos identificar mediante comprensión. Incluso esto podría incluir a Marx, quien también parte de un concepto de sujeto/objeto. ¿Qué relación guarda, pues, la noción de sentido en Luhmann con la fundamentación dialéctico-hermenéutica tradicional de las ciencias del espíritu o sociales? Según lo menciona Karl Otto Apel (1985b: 237 y s s.), Peter Winch, en The Idea of a Social Science and Its Relation to Philosophy , es el primero en plantear la relación entre juego lingüístico y la problemática fundamental de las ciencias sociales. La pregunta que plantea es: ¿cómo sabemos que un individuo cumple la regla que nosotros atribuimos desde afuera? Y él da la respuesta: podemos comprender cualquier serie de acciones con distintas fórmulas, con tal de que se escoja una fórmula suficientemente compleja: sólo puedo constatar que un ser humano sigue una regla con sentido si su comportamiento resulta comprensible a partir de un juego lingüístico como seguimiento de reglas controlables públicamente. Participar en un juego lingüístico común es el camino que se abre para la superación sujeto/objetos que sólo puede exigirse por completo a las ciencias sociales, y que no pudieron resolver en el siglo XIX debid o a la teoría sicologista de la comprensión qua empatía o rememoración. Evidentemente el postulado de la sociedad como horizonte es una solución diferente de aquella que resuelve el problema del acuerdo intercultural basándose únicamente en la semejanza entre condiciones vitales humanos —semejanza que es fáctica y constatable mediante comparaciones empírico-antropológicas. En pocas palabras: la auténtica condición de posibilidad del acuerdo estaría constituida por la sociedad, que ciertamente tiene su base real y su punto de partida genético en los hechos fundamentales de la vida humana generalizada. Puesto que (con Wit tgenstein) es impensable el lenguaje privado, los pensamientos y acciones solitarios de cada individuo están ya siempre relacionados con el juego del lenguaje en la comunidad ilimitada de comunicación. A la larga sólo puede alcanzarse esta meta de la filosofía
y las ciencias sociales críticas, realizando práctic amente la comunidad ilimitada de comunicación de los sistemas sociales. La propuesta de Luhmann se distingue de la filosofía trascendental kantiana en la medida en que no considera la unidad d e la conciencia del objeto y de la auto- conciencia como punto supremo. Si la argumentación en cuanto tal ha de tener sent ido, esta unidad de la interpretación tiene que poder alcanzarse, por principio, en la comunidad ilimitada de los que se comunican. En esta medida, la propuesta se entiende como transformación, desde la crítica del sentido, de la filosofía trascendental, que parte del factum a priori de la argumentación como un punto de arranque cuasi-cartesiano insuperable. El orden emergente del sentido puede mostrar que la aceptación de las reglas de juego de una comunidad crítica de la comunicación es algo praxeológi co, condición de posibilidad y validez de la comprobación de los hechos —propia de las ciencias empíricas.
Ampliación de las disposiciones comunicativas en vez de Institución: versus Gehlen En el contexto de la teoría de Luhmann existe una evidente referencia a la antropología cultural de Gehlen.1 La antropología provocativa de Gehlen establece: estando dotado el ser humano de tanta plasticidad e inestabilidad de las pulsiones cómo es que llega a desarrollar una conducta instintiva y automática. Y su respuesta es: gracias a las institucion es. Gehlen transfiere los problemas más agudos d e la ética a la situación humana originaria de la sujeción de los instintos. Esto lo toma de la teoría de Konrad Lorenz: en los animales existe una conducta análoga a la moral, es decir, instintos inhibitorios cons ervados por la especie —instintos que impiden atentar contra el semejante indefenso. Cuando falta esta capacidad inhibitoria se observan en la especie humana fenómenos como el canibalismo extendido entre los hombres primitivos y las guerras de ex tinción de las comunidades étnicas en la actualidad. Lo que está detrás del redescubrimiento antropológico de las instituciones en Gehlen es la idea fundamental de que la orientación sensorial y los desencadenadores específicos externos deben sustituirse por instituciones. Gehlen desconfía de las teorías de la subjetividad y da un viraje de la antropología a la filosofía de la historia. Deducir formas del espíritu objetivo (como el cristianismo puritano o la ética confuciana) directamente de la subjetividad humana es para Gehlen precipitado. Las instituciones son una especie de astucia de la razón que logra de refilón en los seres humanos una elevación indirecta sobre sí mismos. De ello se sigue metodológicamente hablando que preguntarse por las formas
1. Luhmann titula uno de sus primeros libros: Los derechos fundamentales como institución. “El último asistente de Gehlen atribuye a Luhmann motivos científico-políticos para distanciarse de la herencia gehliana. Luhmann no quiso, por razones de reputación, ser identificado con un representante de la ‘escuela sociológica de Leipzig’. En efecto, Gehlen —después de haber encontrado su modus vivendi al lado de Adorno— en 1969, con una crítica moral y un diagnóstico del tiempo basado en la teoría de la decadencia, puso en su contra no sólo a Habermas sino también a su primer asistente Schelsky, el apoyador de Luhmann, haciendo una profesión de fe por las instituciones (Lepenies 2009)”, en Luhmann (2010: 27).
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del espíritu objetivo es algo que sólo puede hacerse desde un punto de vista sociológico -cultural, es decir, preguntando al mismo tiempo por las instituciones. Entre la conciencia subjetiva y sus contenidos de sentido fáctico median las instituciones como idea directriz. Gehlen llega a la generalización filosófica de que las instituciones son las formas supremas del orden y del destino que nos amparan y nos perfeccionan. Los seres humanos se entregan a ellas con un grado de libert ad mayor que aquel que tuvieran actuando por sí mismos. “Y las instituciones como el matrimonio, la propiedad, la iglesia o el Estado libera a los hombres precisamente de su propia subjetividad inmediata, prestándoles una subjetividad más elevada que atraviesa los designios del mundo y de la historia, aunque también les protegen de sí mismos, dándoles opción, sin exigírselo, a un ajustamiento de la subjetividad supremo e incomparable” (Apel, 1985a: 199-200). En Luhmann, en cambio, no son las instituciones sino las disposiciones comunicativas funcionalmente diferenciadas, las que confieren fijación frente a la alt a contingencia humana. Partiendo de esta premisa, el desarrollo so cial que se extiende hasta nuestros días puede entenderse como ampliación de las disposiciones comunicativas —“pero no como una ampliación del ser humano en el sentido de Rousseau o Nietzche” (Luhmann, 1993: 42). A partir de grandes logros culturales, las posibili dades de éxito de la comunicación se impulsaron hasta lo inverosímil, porque “ningún ser humano concreto puede generar por sí mismo individualidad, civilización, dinero o poder legítimo” (Luhmann, 2010: 308). A ello contribuyeron dos principios: la diferenciación de una determinada capa sup erior, dotada de una fácil y atinada comunicación interna (por ejemplo, la nobleza) y la diferenciación de determinados centros d e gravedad funcionales, que en un principio eran sobre todo de tipo religioso, político-militar y comercial. “La diferenciación de religión, política, economía y formación de la personalidad empezó a florecer apenas en la Edad media tardía, gracias a que la reflexión filosófica había alcanzado en la escolástica un grado de abstracción que facilitó la discusión crítica y el cambio social de las premisas. La consecuencia fue una ola de fanatismo religioso-reformador que, sin embargo, no se tradujo en instituciones estables, sino en una guerra religioso-confesional, que se fue apagando en los inicios del tiempo moderno” (Luhmann, 2010a: 80). Sobre esta base la sociedad moderna adquiere su perfil particular, históricamente único. Se caracteriza por el primado de la diferenciación funcional, que tiene el efecto de una enorme ampliación de las comunicaciones altamente especializadas, así como de su efectividad: lenguajes extremadamente teóricos como las matemáticas, la multiplicación del empleo de la técnica en la comunicación por parte de los medio s de masas, la institucionalización de medios de comunicación simbólicos, como el amor, el dinero, el poder, etcétera (Luhmann, 2010a: 72). De esta forma, el potencial para la acción humana se pued e organizar, especializar y coordinar de un modo como no había
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sido posible hasta ahora. La verdad comprobada científicamente, el dinero, el poder organizado por la política y acotado por el derecho, sirven de mecanismos para llegar a ac tuar, incluso en aquellos casos en los que el ser humano, desde una perspectiva antropológica, nunca lo hubiera logrado. Lo improbable se convierte en posible, se vuelve rutinariamente pronosticable: puede acumular sus propios efectos, acrecentarse a sí mismo y, con todo ello, tiene profundos efectos sobre el eco- sistema de la sociedad e incluso sobre el mismo ser humano.
Dignidad de la sociología como “sociología primera”: con Husserl versus Husserl El afán sempiterno de la filosofía (la aprehensión de esencias) parecía que se lograba por fin en la fenomenología de la manera más sencilla. La filosofía no había llegado a ser ciencia rigurosa porque siempre modeló su concepto de ciencia según el modelo de las ciencias particulares: la filosofía d ebe partir inversamente de la crítica a los métodos y a lo s fundamentos de aquellas para así volverse capaz de ofrecer un verdadero sistema y no visiones parciales. A partir de allí, la tarea histórica que vio Husserl f ue elevar la fenomenología a la dignidad de filosofía primera. Por mucho que los conceptos matemáticos sean psicológicos en su origen, las leyes que por ellos se expresan no son psicológicas, no dependen de la constitución psíquica del hombre. Las matemáticas presentan un contenido no empírico y no temporal. En todos estos casos se trata de una validez a-priori y absoluta que no puede provenir del pensamiento, sino de su objeto. Todo el problema está en d eterminar si el objeto (la esencia) tiene validez en sí o solamente para una conciencia y de aquí viene el giro de Husserl hacia lo trascendental. A todo fenómeno psíquico corresponde, pues, por la vía de la reducción fenomenológica un fenómeno puro, que exhibe su esencia inmanente (singularmente tomada) como dato absoluto. La conciencia se convierte en Husserl en el único ente absoluto a partir del cual toda realidad alcanza su sentido. Por ente absoluto entiende Husserl ese ente que, en forma de una vida intencional y tenga lo que tenga presente en su conciencia, es a la vez conciencia de sí mismo. Y esta capacidad de autorreflexión es lo que caracteriza a la conciencia o subjetividad trascendental como realidad absoluta. El mundo consiste en el redescubrimiento de la g énesis intencional, por lo que este mismo mundo se fue constituyendo en el sentido de la conciencia. Es decir, la conciencia por su misma existencia presupone la existencia de la realidad —realidad por otra parte que no tiene sentido para el hombre sino a la luz de una conciencia que la descub re. No hay inmanencia sin
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trascendencia, no hay interioridad sin exterioridad, no hay yo sin mundo. E inversamente: no hay trascendencia sin inmanencia, no hay exterioridad sin interioridad, no hay mundo sin yo. Luhmann responde: Lo duro de esta despedida del sujeto trascendental puede reconocerse en cuanto se piensa si es posible que la conciencia pueda abandonarse como único médium de la construcción de formas y, a pesar de ello, conservar la estructura descubierta por Husserl, es decir, el entendimiento del nexo condicional entre capacidad de operación, separación y proceso simultáneo de heterorreferencia y autorreferencia, así como el de una temporalidad a partir de cada uno de los momentos operativos. Lo tengo por posible desde el momento en que uno se decide par tir del sentido como médium general para la construcción de formas, con el fin de distinguir si los sistemas se construyen en razón de una intencionalidad de la conciencia o en razón de la comunicación. Para el caso de las prestaciones de la conciencia podrían repetirse los análisis de Husserl, aunque ya no se necesitaría caracterizarlos como trascendentales. Para el caso de la comunicación debe encontrarse una construcción paralela que documente que aquí funciona tan bien como en el caso de la conciencia. Es decir, sólo como operación actual momentánea — como establecimiento de límites, como procesamiento simultáneo de heterorreferencia y autorreferencia (por tanto como bi-estabilidad) y, yendo más allá, como recursos recursivos y anticipativos en un tiempo inactual aunque aprehensible dentro de un horizonte temporal de pasado y futuro y, sobre todo: inclusión de lo excluido como modo de procesar el sentido. Pienso que un programa de teoría así, que distingue de manera radical entre sistemas psíquicos y sociales, es realizable —aunque aquí no sea el momento de mostrarlo.2 La pregunta sería: ¿cómo se vería el campo de la teoría si este programa fuera realizable? Tendríamos un tipo de diseño teórico que no se articularía a partir de leyes de la naturaleza (tipo antiguo), ni de sus derivados estadísticos, ni del leitmotiv de la eficacia de los acoplamientos técnicos. La crítica de Husserl a la parcialidad de la idealización galileocartesiana y de su forma vinculante en las matemáticas se sostendría. Tampoco tendríamos una teoría dialéctica (independientemente de su valoración positiva o negativa) que concluyera en un fin alcanzable. Tampoco sería una tabla de cruzamientos de variables —en el sentido parsoniano— derivada del concepto de acción. No sería ninguna lógica que trataría de responder desasiéndose de las paradojas, sino más bien una teoría que mantuviera abierta la paradojización y desparadojización de su
distinción directriz, para el caso de que ya no fueran convincentes las formas que ella ofrece. Sería una teoría de los sistemas autorreferenciales, no-triviales, por tanto movedizos e incalculables, que tienen que delimitarse de su entorno para lograr su tiempo y sus valores-pro pios y así llegar a delimitar sus posibilidades. Una teoría que asumiría la tarea cibernética de controlar su propia indeterminación (Luhmann, 1997).
El instrumental básico-teórico para entender la ilimitada comunidad de comunicación El medio emergente del sentido. Respecto a otras tradiciones
de pensamiento, el concepto de sentido goza en Luhmann — si pudiera decirse así— de un est atuto especial. En el plano del sentido no se trata ni de información ni de significados ni de cultura, sino de cómo se lleva a cabo, en absoluto, en el mundo, la constitución de sentido. Es el médium más general e insuperable que posibilita los sistemas psíquicos y sociales. Su perspectiva garantiza que el mundo se haga accesible y es la condición y el ámbito donde se procesa el sentido de manera temporal. Se trata, pues, de un orden emergente superior: El sentido es la “sustancia” propia de este plano emergente de la evolución… Sería un desacierto tratar de encontrar un portador del sentido. El sentido se soporta a sí mismo en la medida en que –refiriéndosea-sí-mismo– posibilita su propia reproducción… Es cierto que para la constitución del sentido son necesarias condiciones previas evolutivas altamente complejas, pero no existe ningún portador privilegiado, ningún sustrato óntico del sentido (Luhmann, 1998: 114-115). Luhmann sugiere (respecto a la reflexión sobre lo social) si no seríamos más afortunados suponiendo que lo social está orientado por un dinamismo comunicativo de sentido, frente al cual el ser humano se encuentra formando parte del entorno. Esta hipótesis se acomoda más a la posibilidad, siempre esbozada por la sociología, de que lo social es un ord en emergente. Los seres humanos, al estar situado s en el entorno frente a este dinamismo de sentido, no pueden ya sin más ser concebidos como una especie de tribunal superior que juzga el destino colectivo. Por lo contrario, los hombres se hacen dependientes de este dinamismo de sentido en el caso de que deseen es tablecer contactos sociales. ¿Qué significa que los seres humanos sean entorno de este dinamismo de sentido? Ser entorno, para Luhmann, es ser fuente inagotable de estimulación, de irritación, de p erturbación, pero
2. Para un intento, véase Luhmann (1998). También Foerster (1993: 61-85), con la afirmación decisiva de que la c omunicación es recursividad.
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nunca, de manera causal directa, fuente de determinación. Entre la comunicación y la conciencia se da una relación asimétrica. Para Luhmann (a pesar de Marx) ni el ord en social determina la conciencia ni la conciencia el orden so cial. Entre las diversas conciencias no puede formarse en sentido estricto nada en común de suerte que la vivencia de ego pudiera llegar a coincidir punto por punto con la experiencia de alter. Lo que surge, en cambio —y eso es un sistema social— es un desarrollo del sentido que surge por auto-reproducción, y que para desarrollarse tiene necesidad de establecer límites (clausurarse), con respecto a la vivencia de cada conciencia individual. Los sistemas sociales reproducen el sentido bajo la forma de comunicación. Y la comunicación introduce una pluralidad de perspectivas sobre el objeto, de tal suerte que nunca es posible lograr una única perspectiva común. La comunicación es, pues, por razones estructurales, diversidad de perspectivas sobre el objeto. Para superar esta diversidad de base de lo social, la evolución ha echado mano del lenguaje. Sin embargo, el lenguaje no pone a disposición algo así como expresiones con significado idéntico, sino que sólo permite sustituir el sentido por signos. Lo cual hace surgir la ilusión de la unidad de perspectivas que se tendrían sobre el mundo. El lenguaje no ofrece suelo sólido alguno sobre el que ego pudiera reunirse en un consenso definitivo con alter. Por eso, la comunicación (forma-de -sentido) es la estructura última de lo social y aquello que posibilita el que se den incluso perspectivas antónimas sobre el mund o. La divergencia es la estructura más íntima de lo social y ha sido necesaria una inversión descomunal de energía para lograr, mediante evolución, puntos de coincidencia, acuerdos, consensos —los cuales siempre serán contingentes. La sociedad es, por consiguiente, pura comunicación. Sería muy improbable, sobre todo con la carga de conocimiento moderno sobre la incomprensibilidad del otro, que los seres humanos pudieran hacerse dependientes entre sí, mediante acuerdos permanentes. Por esta razón las teorías contractuales de la sociedad han caído en desuso. En todo caso, si los individuos han de sacar alguna ventaja d e la convivencia humana, se hacen dependientes más bien de un or den superior con cuyas condiciones pueden elegir los contactos recíprocos y, precisamente por esto, son mínimamente dependientes unos d e otros. Para los seres humanos este sistema de orden superior es el sistema de comunicación llamado sociedad: “En otras palabras, debe existir en el plano del sis tema emergente un modo propio de operar (aquí la comunicación) una propia autopoiesis, una posibilidad auto- garantizada de continuidad de las operaciones; de otra manera, la evolución de las posibilidades del vicarious learning nunca hubiera resultado exitosa” (Luhmann, 2007: 148). Así como los seres humanos viven en la dependencia estructural de las leyes físicas y aprenden a sacar consecuencias de esta dependencia, de la misma manera los hombres viven
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en la dependencia estructural de un cosmos de comunicación. Evidentemente que entre las estructuras cósmicas y las estructuras de comunicación media un abismo de flex ibilidad. Mientras que la ley de la velocidad de la luz es insup erable, los sistemas sociales de comunicación están caracterizados por su enorme flexibilidad estructural: la flexibilidad de los programas políticos; la flexibilidad de los medio s masivos de comunicación que cambian permanentemente; la flexibilidad del derecho positivo; la flexibilidad de los recurs os monetarios. En una palabra: la flexibilidad de que disponen los sistemas sociales en términos de cultura y de memoria constituyen la verdadera ventaja de nuestra sociedad. Emergencia. La afirmación de que el sentido está instalado en un plano emergente está puesta en la mismísima dirección de Popper: “Según las opiniones cosmológicas ac tuales, entre los sucesos emergentes más importantes se encuentran quizás los siguientes […]: a) la cocción de los elementos más pesados b) el comienzo de la vida sobre la tierra c) la emergencia d e la conciencia d) la emergencia del lenguaje humano y del cerebro humano” (Popper y Eccles, 1985: 30-31). Popper además explica lo que entraña esto que se designa como emergente: En contra de todas estas opiniones, sugiero que el universo, o su evolución, es creador y que la evolución de los animales sentientes con experiencias conscientes ha suministrado algo nuevo. Al principio dichas experiencias eran de tipo más rudimentario y, posteriormente, de un tipo superior. Finalmente surgió esa especie de conciencia del yo y ese tipo de creatividad que, según sugiero, encontramos en el hombre […] A lo que me refiero con la palabra ‘creativo’ es a lo que se refiere Jacques Monod (1970-1975) cuando habla de la impredictibilidad de la emergencia de la vida sobre la tierra, de la impredictibilidad de las de las diversas especies y particularmente de nuestra propia especie humana ‘(…) éramos impredecibles antes de que apareciésemos (1975, p. 23)’ dice. La idea de evolución creadora o emergente es muy simple y un tanto vaga. Alude al hecho de que en transcurso de la evolución ocurren cosas y sucesos nuevos con propiedades inesperadas y realmente impredecibles. Estos sucesos o cosas nuevas contra toda idea reduccionista no pueden explicarse causalmente a partir de los niveles más bajos (Popper y Eccles, 1985: 17-18). La distinción. En el plano emergente del sentido sólo se participa
de dos maneras: introduciendo distinciones (operación de la comunicación) y percibiendo las distinciones (operación de la conciencia). Con el concepto de sentido Luhmann toma posición en cuanto a que la vivencia y la acción se encuentran de alguna manera estructuradas: se remiten a otras posibilidades de vivencia
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o de acción. El sentido (así en Luhmann) supone un contexto elemental, el cual antecede a toda determinación de la vivencia, de remisión de la actual vivencia y acción a otras posibilidad es de a saber: la distinción. Piensa él que las formas matemáticas (que vivencia o acción o a otras posibilidades de distinguir o de observar. comienzan con la distinción) son expediente especial porque Con el concepto de forma Luhmann toma posición sobre otra representan y se derivan de los modos internos del pensar: condición sin la cual no fuera posible la vivencia o la acción: éstas tienen tanta validez como el conocimiento mismo de la realidad están siempre dirigidas hacia algo determinado. Pensamos en un externa: “La disciplina de las matemáticas es vista como camino determinado objeto, actuamos con una determinada intención de revelación de nuestro conocimiento interno de la estructura hacia un fin expreso o hablamos sobre un tema específico. El del mundo”, y esto es además “aviso directo d e que la forma presupuesto de que nosotros nos dirijamos a algo determinado es matemática es estructura arquetípica” (Brown, 1972: XVII y que podamos distinguirlo, a saber, distinguirlo de todos los otros XX). Así el campo de objetos de la s ociología tiene que ver posibles objetos o de otros objetos determinados. Entonces, para con las formas de observar distinciones. La sociología en su que podamos intentar algo determinado es necesario distin guir. aspecto esencial tiene que ver con obser vaciones de sentido Y se llega a la distinción a través de que nosotros intentemos que observan otras observaciones de sentido en sus formas algo determinado o, como Luhmann lo formula, mediante la actuales. Con esto se agota el objeto de la sociología. Su tarea designación de algo explícito o que marquemos un lado de consiste en preguntarse por la condiciones bajo la cuales estas la distinción. Esta es la quintaesencia del concepto de forma. observaciones se realizan y se est abilizan haciendo posible la Sólo podemos designar algo en la medida en que lo distingamos, construcción del mundo social.3 y podemos distinguir algo cuando lo señalamos. Cada distinción remite a dos lados: uno que queda indicado, y otro que queda no-indicado. La unidad de la distinción indicación/distinción será La reflexión social de Luhmann llamada forma. Este pensamiento se lo debe Luhmann a la obra como “sociología primera” proto-matemática de Georg Spencer Brown. En su escrito sobre “las leyes de la forma” Spencer Brown se refiere a la pregunta d e cómo en absoluto se forman las identidades de sentido. Y Spencer En la tradición de pensamiento occidental, Aristóteles impuso Brown afirma: se forman mediante las distinciones e incluso estas un estilo de pensar referido a la filos ofía primera; en griego: distinciones anteceden a todos los cálculos (teoremas, (números, prwth jilosojia. La “filosofía primera” es la ciencia que se ocupa identidades) de los lógicos. de las realidades que se encuentran por encima de las realidades Si Husserl anduvo tras la idea de que más allá de cada físicas. Por eso, posteriormente, se ha llamado metafísica a vivencia intencional de los seres humanos se encontraban leyes toda tentativa del pensamiento humano dirigida a trascender elementales de la vivencia (subjetividad en la for ma más pura) el mundo empírico para alcanzar la realidad meta-empírica. De Spencer Brown cree haber dado con un mecanismo todavía más manera similar habría que entender la reflexión de Luhmann
3. Véase esto (puesto aquí como resumen) más extensivamente en Schützeichel (2003, capítulo 2).
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como “sociología primera”: tratar de delimitar en su forma más básica aquel ámbito emergente del mundo que llamamos sociedad. Es evidente que aparte de la sociedad existen otros muchos ámbitos: el hombre, la naturaleza, los organismos vivos, el cosmos... Desde una perspectiva formal Luhmann pretende que la sociología (ciencia que se aboca al fenómeno social) indague: 1) Los principios primeros y supremos del orden social; 2) analice la operación constitutiva de la socialidad; 3) estudie la comunicación —que es la sustancia de la socialidad; y 4) investigue la sociedad, que es el fenómeno omnicomprensivo de todo lo que se designa como social. La sociología, pues, de Luhmann se presenta en primer lugar como la búsqueda de los principios pr imeros y supremos del orden social (formas elementales). Descubre que el principio fundamental (y primero d e la sociedad) se encuentra en el hecho de que la sociedad es tan sólo forma. Forma —como se expresó en el apartado anterior— es simplemente la paradoja que resulta del empleo de una distinción. Es paradoja porque la distinción juega con dos movimientos simultáneos: 1) juega con la unidad al incluir algo; y 2) juega con la diferencia excluyendo algo. Si quisiéramos una definición moderna del hombre siguiendo el estilo de A ristóteles, se podría condensar probablemente de esta manera: el hombre es el animal que emplea distinciones. El ser humano se alza por encima de todo lo demás del mundo, porque juega con distinciones. Y, para señalarlo de nuevo, distinguir es jugar con la unidad y simultáneamente con la diversidad. Así como en la mitolo gía el rey Midas con tan sólo tocar las cosas las convertía en oro, así nosotros con sólo nombrar las cosas las partimos en un juego paradójico de unidad y diferencia. Al señalar las cosas, el juego que todos jugamos es un juego de inclusión y exclusión. Es evidente que no todo lo que exp erimentamos lo traducimos en distinciones. Incluso podría afirmarse que la manera elemental en la que experimentamos el mundo transcurre sin distinción. Estamos en el mundo. Tenemos una identidad primaria. Vivimos. Experimentamos el mundo. El problema, sin embargo, irrumpe cuando todo eso lo queremos comunicar, por tanto cuando lo queremos hacer social. Entonces la experiencia originaria del nosotros y del mundo se tiene que traducir en distinciones. Por tanto podemos ya concluir que el concepto más amplio y extenso de la sociedad —la fuer za centrípeta de todo lo social— es la operación por medio de la cual introducimos distinciones. La sociedad es un cálculo de distinciones, un juego de distinciones. Un juego que separa, discrimina, discierne, unidades y crea por eso mismo diferencias. La sociedad es, pues, en su principio y fundamento un cálculo formal: una forma. En el transcurso de la evolución este cálculo formal se traduce en la operación de la comunicación. Los seres humanos
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nos comunicamos recurriendo a una forma: a un código, a un lenguaje, a señas, a símbolos. La comunicación es en cierto sentido la forma —la naturaleza íntima— de la sociedad. L a sociedad está compuesta tan sólo por formas de comunicación. Dentro de estas formas no hay nada material, nada orgánico, nada del ser humano. La sociedad es tan sólo forma. Las cinco características decisivas de la sociedad son: 1) La sociedad es un dinamismo de formas de comunicación; 2) Este dinamismo existe como un orden de repro ducción emergente separado del orden de reproducción de las condiciones físicoquímico-orgánico-espirituales que lo posibilitan; 3) Mediante estas formas de comunicación, la sociedad —en el transcurso del tiempo— va adquiriendo contornos de más determinación; 4) La sociedad (la forma) es una unidad múltiple compuesta de partes —que a su vez obedecen a un mecanismo emergente. La sociedad no es, pues, un todo compuesto simplemente de partes, sino un todo compuesto de partes emergentes; y 5) La sociedad es un dinamismo formal entre lo actual y lo posible. O para decirlo de una manera más fuerte en alusión a la teor ía de la sustancia de Aristóteles: la sociedad no tiene realidad ontológica propia. No es más que una abstracción formal y que existe s ólo como símbolo entre los seres humanos. m
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. s a v i t c e p s r e p y s a m rsona en la teoría de e Pe l to ep nc b co l E o r P n. u h ma n L s a l k i ad de N d e i c o s la
E R NA N D O N CO Y L U IS F VA V I ES R O O F L po r L E O NA R D
A * M AC ÍA S GA RC Í
I. Introducción n problema de primer orden de la teoría social ha sido la forma, la constitución, el estatus ontológico y la forma d e las determinaciones en la relación micro-macro social. En la teoría sociológica, principal aportadora de teoría social, esta relación ha sido el problema central de la sociología contemporánea.1 El problema supone el debate entre las corrientes estructuralistas, que plantean “la existencia objetiva” y la supremacía de la estructura sobre la agencia, y las sociologías individualistas e interaccionistas, de base hermenéutica y fenomenológica, que plantean el privilegio de “lo subjetivo”, de la agencia sobre la estru ctura. Del debate surgen a su vez las posiciones integradoras que pretenden superar tal dualismo determinista, eliminando el privilegio de alguno de los dos planos, y buscando generar una unidad de constitución recursiva y bidireccional en todas sus aristas. Al final, la toma de postura intencional o inconsciente, el privilegio de uno de los elementos, de sus relaciones de fuerza, o el
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intento de trascender sus implicaciones, definen actualmente la forma de la teoría social desarrollada en el campo de la sociología y clasifican al autor con una etiqueta determinada. La teoría de Luhmann surge en el marco del debate por la superación de la dualidad micro -macro.2 Pero aunque su propuesta pretende ir más allá de la teoría estructuralista de Parsons de la que es deudora, como otros intentos parece quedar anclada a las bases que sus tentan su trabajo. El objetivo central de Luhmann es construir una teor ía de la sociedad moderna, entendida como sociedad mundial, con base en la lógica operativa de la teoría de los sistemas cerrados. Su trabajo representa un cambio importante en la teoría sociológica y la teoría social en general. No es aquí ya la acción individ ual o la agencia de un agente lo que se dis tingue como objeto de observación, sino la comunicación. Como operación social basal, la comunicación atraviesa todos los planos de la sociedad, la constituye y la delimita dejando fuera todo lo que no es social. La comunicación presupone individuos o conciencias en situación
* Profesores investigadores de la Universidad de Guanajuato campus Guanajuato-División de Ciencias Sociales y Humanidades-Departamento de Filosofía. 1. A veces puede parecer trivial distinguir entre teoría social y teoría sociológica, pero en realidad es una precisión necesaria y que deriva en posiciones y definiciones diversas. Véase, por ejemplo, Seidman, (1994-1995: 119-139). 2. Aquí se prefiere la distinción micro-macro que a la de agencia-estructura porque es más general y abstracta, lo que permite incluir en ella más formas del problema que la ot ra que, por su especificidad, excluye. Véase, Alexander (1987).
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de doble contingencia, pero la comunicación no es algo que hacen los individuos como acción o como agencia. Hablar de “acción comunicativa” es erróneo. Y la acción o agencia sólo es relevante socialmente cuando es tematizada o comunicada (Luhmann, 1998a: 161 y ss.). Para Luhmann, entonces, los individuos quedan fuera de la sociedad, en el entorno, y la acción o agencia s ólo es social cuando es tematizada comunicativamente. La acción, además, ni siquiera puede ser atribuible principalmente al actor o agente, sino al contexto, a la situación, por lo que generalmente es un sistema el que la define (Luhmann, 1998a: 163-164). Precisamente por esto, la teoría de sistemas sociales carga con la etiqueta de ser estructuralista, antihumanista y conservadora (p or ejemplo, véase Giddens, 1995: 36). Sin embargo, aunque el privilegio de lo macro es evidente, la teoría de Luhmann tiene una riqueza conceptual y comprehensiva de lo social a la que difícilmente se le puede resistir y que ilumina los rincones de lo micro y lo macro. Tiene una gran cantidad de recursos y metáforas que van construyendo el engranaje de la gran teoría con una consistencia interna difícil de quebrantar. “El brinco” de lo macro a lo micro, su puesta en juego, o el llamado “acoplamiento estructural” entre ambos, no resulta tan suave o claro como se desearía en función de esa consistencia global. Es donde aparece el concepto Persona como un recurso interesante que puede suavizar el paso de un plano a otro, que puede servir como acoplamiento, tal como fue pensado por Luhmann. La Persona en la teoría de Luhmann es un concepto desestimado. Apenas tiene presencia en algunos escritos y tiene un desarrollo que toma diversas formas con el tiempo. Parece que nunca es lo suficientemente claro ni lo suficientemente consolidado como para ocupar un lugar importante en el conjunto de la teoría. Sin embargo, este concepto parece tener una fuerza y poder de permitir a la teoría una mayor flexibilidad y una mayor capacidad de integración de los diferentes niveles y planos en que lo social se actualiza. Su función principal: formar un puente entre el plano individual y el plano social, de manera que los individuos puedan ser incluidos en la sociedad. La Persona entonces parece tener alcances y rendimientos que pueden ayudar a dar equilibrio mayor entre los planos micro y macro, primero dentro de la teoría de Luhmann, luego en el contexto general de la teoría social. Pero para acceder a estos rendimientos pensamos que es necesario hacer una revisión y precisiones que desemboc an en una reconfiguración del concepto que permite darl e una mayor fuerza para prestar los rendimientos y la función para la cual fue pensado; abriendo así nuevas posibilidades a la teoría de los sistemas sociales y a la teoría social en general. En este sentido, se presenta aquí en primer lugar la forma que toma el concepto Persona en la teoría de Luhmann, las diferencias que encuentra dentro del proceso d e evolución de la teoría y el problema de su falta de claridad; luego se expo nen los recursos a partir de los cuales se propone reconfigurarlo y, de manera general, la forma que el concepto tomaría a partir de ellos.
El lugar y la forma del concepto en el proceso de construcción de la teoría La configuración del concepto de persona en la teoría de Luhmann encuentra un desarrollo paralelo al proceso de conformación de su teoría de la sociedad, yendo de un nivel de menor abstracción y complejidad a uno de mayor. Este proceso, que se marca por lo que Luhmann y analistas de su teoría identifican como “cambios de paradigma” (por ejemplo, Luhmann, 1998a: 27 y ss. y Dammann, 1998: 20 y ss.), implica al menos tres momentos: a) la comprensión sistémica todo/partes y el mantenimiento parsoniano de sistemas de acción (Luhmann, 2010); b) la comprensión sistémica sistema/entorno y la lógica operativa de los sistemas cerrados (Luhmann, 1998 a); y c) la introducción de la teoría de la forma de Spencer Brown (Luhmann, 1998b y 2007).3 El segundo momento representa un rompimiento con el anterior de presupuestos en las distinciones y precisiones del esquema técnico de lo sistémico, pero no de la comprensión de la lógica del plano de lo societal. El tercer momento es sólo un plano de mayor abstracción que pretende dar mayor consistencia lógica al segundo. En este sentido, el caso del concepto Persona es un buen ejemplo para ilustrar la forma del movimiento de la teoría de Luhmann hacia sus estructuras finales, más abstract as y duras. El concepto toma una forma particular en el primer momento de la teoría y, al final del proceso, en el tercer momento, toma otra que aparentemente es distinta. La diferencia en los dos momentos obedece a los presupuestos y las distinciones que dan forma al concepto. Los elementos centrales que tomamos en este artículo para la configuración del concepto provienen del segundo momento de estructuración de la teoría, aunque no la fugaz concepción que se da ahí de él. En todo caso, las distinciones y presupuestos implicados en los tres momentos alimentan el análisis y la discusión.
Primer momento de estructuración de la teoría Luhmann mantiene el concepto de Persona usado por Parsons: un sistema-persona enlazado a un sistema de acción individualpersonal (Dammann, 2010: 30). El concepto en este momento, no tiene aún precisiones relevantes formales ni funcionales. Perso na se usa en muchos casos como singular particular del singular colectivo ser humano. Con mayor consistencia otras veces la persona esta presupuesta, como genérico, en la personalidad individual; que es el concepto central en este momento de la teoría (Luhmann, 2010: 132 y ss.). La personalidad individual es la base del individualismo funcional planteado aquí por Luhmann. 4 Este individualismo supone la diversidad y la particularidad de la personalidad. El orden social diferenciado implica una
3. Se toma de manera específica como referencia de cada momento las obras citadas. 4. A diferencia, de acuerdo con Luhmann (2010: 134), del individualismo racional del siglo XVIII que sostenía la igualdad bajo el principi o de la razón.
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gran cantidad de roles que “el ser humano” debe cumplir, esto sólo es posible sobre la base de un principio de selección consecuentemente sostenido que, al final, pueda presentarse siempre siendo uno y el mismo. Al mismo tiempo, la exigencia de los roles implica la multiplicidad de personalidades diversas para las funciones que debe cumplir. Lo que se da a conocer cada vez es la personalidad actual, y eso que se da a conocer determina la forma de la personalidad: “el ser humano será la personalidad como él se presenta” (Luhmann, 2010: 148). Esta forma de entender la personalidad encuentra cercanía con la propuesta de reconfiguración que se pretende en cuanto a que hay una base y una actualización en cada momento de lo que se presenta como personalidad. El problema aquí es que no aparece una clara distinción entre personalidad y rol, o al menos las fronteras no son claras. Si bien el ro l es una forma inserta en un sistema social y su diversidad está en los diferentes contextos y la multiplicidad de posibilidades en el interior d e cada uno, Luhmann hace al menos una forma de equivalencia entre rol y personalidad cuando dice que “se requieren una multiplicidad de personalidades diversas” (Luhmann, 2010: 132) para hacer frente al orden social diferenciado. En este sentido, la personalidad sería un acontecimiento comunicativo fáctico y actual que d epende del contexto en el que emerge. Es lo que se presenta en la interacción (o comunicación en general), pero es un atributo particular concreto formado unilateralmente. Estas son algunas de las formas germinales del concepto que sirven de base para pensarlo y también para buscar precisarlo. Es también importante aquí, aunque en el mismo sentido poco definida, la idea de Luhmann sobre el concepto, la cual es compartida por otros autores,5 de “contexto-significativo-de-vida” (Luhmann, 2010: 132). Esta sin duda también sirve como referencia importante para integrar la propuesta.
Segundo momento de estructuración de la teoría En este momento el concepto de persona carece de relevancia en medio de la fuerza que adquieren otros elementos que aparecen en él. El problema del que surge se mantiene en adelante y la función es muy cercana, lo que cambia es la manera de relacionar problema y función. El problema es la condición de cerradura de los sistemas frente al entorno. Pero en este caso la problematización es de sistemas de un mismo tipo frente a frente: sistemas psíquicos o conciencias. Esta situación, que está incubada en el antiguo problema del origen y del orden so cial, y que en la teoría de Luhmann es la fuente de los sistemas sociales, se construye tomando la noción parsoniana de doble contingencia (Luhmann, 2009: 325 y ss.). El problema que implica esta noción se ilustra con la imagen de dos cajas negras que po r alguna razón
deben interactuar. Cada una determina su conducta con base en operaciones autorreferenciales complejas dentro de sus límites. Cada una presupone lo mismo respecto a la otra. Ante la incertidumbre, lo menos probable es la aceptación de la comunicación. En la situación imaginaria de un estado originario, deben actuar suponiendo la determinabilidad externa. Mediante la suposición pueden generar certeza de realidad, y esta suposición lleva a la suposición de la suposición (Luhmann, 1998a: 118). En una situación “real”, las suposiciones son expectativas más o menos estables definidas por la situación (y todo lo que ésta conlleva) y que operan como estructura de posibilidad de la comunicación, esto es, de los sistemas sociales. En este contexto Luhmann usa el término persona para referir a los sistemas psíquicos que son observados por otros sistemas psíquicos o sociales. La conceptualización implica una perspectiva de obser vador, lo cual implica la auto-observación (Luhmann, 1998a: 117). Aunque el sentido de esta concepción parece tener un sentido interesante que remite al plano de lo social, cercano al que se desarrollará en la sección de la propuesta de este artícul o, Luhmann dice líneas más adelante que “se podrá hablar casi en el mismo sentid o de sistemas psíquicos y personales” (Luhmann, 1998a: 117). El problema de la doble contin gencia que se plantea aquí es otra versión, otro contexto, del problema originario de la distinción sistema/entorno que acarrea las consecuencias que hemos seguido. Una relación sistema-psíquico/sistema-psíquico es también una relación sistema/entorno con elementos d e un mismo plano de realidad. El uso del concepto de persona, sin embargo, aparece de manera ambigua y como un trazo que no aporta nada sustantivo al desarrollo general del momento de la teoría. Aunque aquí se incuben los elementos centrales de la teoría general que usaremos para bosqu ejar una forma más clara del concepto.
Tercer momento de estructuración de la teoría Manteniendo la distinción sistémica de base sistema/entorno proveniente del segundo momento, y con la integración de la estructura teórica de Spencer Brown, específicamente del concepto de forma, la distinción psíquico/social que puede adquirir diferentes formas que remiten a estos planos de realidad, parece tomar aquí la forma de individuo/persona (Luhmann, 1998b: 167). El problema de la distinción y la diferencia entr e sistema psíquico y social, en donde la dinámica operativa asumida los hace planos excluyentes, implica una met áfora burda: la de interno/externo. Si bien hay formas y recursos conceptuales para matizar tal distinción, como el de acoplamiento estruc tural, el de interpenetración y la relación auto/hetero -referencia, lo central de la distinción, siguiendo el concepto browniano de forma,
5. El mismo Luhmann (2010: 132) refiere al menos a Simmel, Mead y Durkheim.
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es diferenciar los planos que remiten al adentro y al afuera. El individuo representaría aquí lo interior, siendo equivalente, como versión semántica de otra tradición, a sistema psíquico. La persona por consiguiente se encontraría en lado exterior, en el plano de lo social. so cial. Sin embargo, esta posición resulta paradójica y ambigua, ya que siendo el lado externo del sistema psíquico no está ya dentro del espacio del sistema psíquico pero aún así forma parte de su límite. En la distinción sistema/entorno sistema /entorno lo social hace frontera con lo psíquico, entonces funcionaría al mismo tiempo como cara externa también de lo s ocial. La distinción sigue la lógica del concepto de forma aquí introducido.6 Una forma es la marcación de un límite que se genera con una distinción y que abre con su emerger dos lados. Marca una diferencia que implica que sólo uno de los lados puede ser utilizado como punto de partida para posteriores op eraciones. El otro lado queda como lo no -indicado, como el horizonte de posibles y sucesivas distinciones. Cada parte de la forma es la otra parte de la otra. Ninguna parte es algo en sí misma. Se actualiza solamente porque se indica esa parte y no la otra (Luhmann (Luhmann,, 2009: 83). Una forma entonces tiene siempre dos lados, y cada lado presupone al otro, por lo que la identidad de cada lado se da a partir de la relación autorreferencia/heterorreferencia (Luhmann, 1998b: 168). De acuerdo con el desarrollo que hace Luhmann para definir la persona como forma en este momento (Luhmann, 1998b: 167 y ss.), no se debe entender ésta como un tipo particular de objeto o una propiedad de o bjetos, sino un tipo específico de dis tinción con dos caras y con el cual se observan objetos como individuos humanos. La cuestión central aquí es, según Luhmann, identificar cuál es la otra cara de esta forma. “Aclarar “Aclarar en qué sentido específico una per sona puede ser no-persona, no-p ersona, sin que por ello deje de s er hombre, individuo” (Luhmann, 1998b: 171). 171). A diferencia de lo que se planteaba en el primero y segundo momento de la teoría, la per sona, ya que no tiene una forma operativa propia, no sería un sistema. Es una identificación que sirve para la regulación de la interacción social. En este sentido, Luhmann define la Persona como limitación individualmente atribuida de las posibilidades de conducta (Lumann, 1998b: 171) 17 1).. Las personas pers onas se condensan por po r la necesidad implícita de resolver la doble contingencia (Luhmann, 1998a) que define toda situación social. A partir de ello, se disciplinan las expec tativas, se limitan las posibilidades de conducta y se persevera en ser quien se ha pretendido ser (Luhmann 1998b: 172). 172). Con base en esta definición plantea que esta limitación supon e el otro lado de la forma, como lo no perteneciente a la pers ona. A diferencia de lo que se planteaba en el primero y segundo momento de la teoría, la persona, que no tiene una forma operativa, no ser ía un sistema. Más aún, no parece consistente esta definición con lo que Luhmann, al final de este momento, señala como la función de la persona: el acoplamiento estructural entre sistema psíquico y sistema social (Luhmann, 6. Que lo que hace es exacerbar la distinción sistema/entorno. 7. La distinción proviene de Heider (1926: 109-157), para los problemas de percepción.
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1998b: 174). 174). No es la forma de acoplamiento entre sis temas psíquicos que da lugar a la comunicación, sino que se plantea la función de acoplar los dos tipos de sistema. Al parecer de la función no se puede obtener la forma, ni viceversa. Cuando se habla de forma de dos lados para referir a la persona y s e piensa en su función necesariamente se asume que sus dos lad os deben coincidir con las caras externas de lo psíquico y de lo social. so cial. Hablar de posibilidades limitadas de conduct a parece ser una definición que se encuentra en otro plano.
Elementos Elementos de la propia teoría para pa ra reconfigurar el concepto y la forma que toma a partir de ello La distinción médium/forma. La distinción médium/forma7 sirve
para sustituir en la teoría de sistemas y en la epistemología constructivis ta a la vieja distinción sustancia/accidente de la tradición ontológic a occidental. Tanto medio como forma son categorías de observación d e un sistema. Entonces, no representan circunstancias físicas dentro del sistema. No son nunca algo en sí (Luhmann, 2005: 174). La distinción puede aclararse con base en una distinción ulterior: la de elementos acoplados de manera laxa /elementos acoplados de manera firme. La distinción apunta a la incapacidad de cada elemento de un plano distinguido a acoplarse con cada uno de los otros. Entonces la distinción médium/forma médium/ forma sirve para operar problemas de complejidad: representa las formas como selección en el ámbito de un médium. Debe entenderse que con cada forma, esto es, con cada selección o acoplamiento firme, aparece simultáneamente el médium; no es correcto pensarlo como un recurso teórico que supone un proceso de orden que va del médium hacia la forma (Luhmann, 2007: 150). Cuando se habla de elemento en tér minos del acoplamiento firme o laxo, de la misma forma que usando la distinción médium/forma, no se trata de unidades de la naturaleza (como partículas, átomos o individuos), las cuales podrían identificarse identificar se comúnmente como tales, sino de unidades construidas (distinguidas) (distinguidas) por un sistema en cuestión que observa. Por ejemplo, operaciones de la bolsa, debates y discusiones para aprobar una ley en el congreso, procedimientos médicos en un hospital. Los elementos dependen del acoplamiento y de la posición relacional entre acoplamientos. acoplamientos . Es decir, decir, un acoplamiento que permite una forma en relación con otro que opera como médium se convierte en médium con respecto a otro que aparece como forma de éste. La relación es, podría decir se, en términos de especificidad, de niveles de mayor y menor especificidad. La menor especificidad, la mayor laxitud, implica una mayor apertura a diversas posibilidad es formales o de conexión de elementos (Luhmann, 2005: 173 y s s.). Todo Todo acoplamiento de mayor especificidad que agota ciertas posibilidades es una forma
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con respecto a uno de menor especificidad y mayor posibilidad. El sentido como médium y forma. El sentido es un logro de la co-evolución de sistemas psíquicos y sociales (Luhmann, 1998a: 77). Para los sistemas de sentido, como lo son este tipo de sistemas, el mundo no es un mundo pre-existente de cosas, sustancias o ideas. No es un mecanismo inmenso que produce estados de cosas a partir de otros estados de cosas y que con ello determina a los sistemas, sino un mundo de posibilidades ilimitadas, posibilidades engendradas por el propio sistema en cuestión (Luhmann, 2007: 20 07: 27 27 y ss.). A este mundo de posibilidades posibili dades comunicables o pensables se le llama sentido. El fenómeno del sentido aparece bajo la forma de un excedente de referencias a otras posibilidades. Algo está en el foco, en el centro de la intención, y lo otro está indicado marginalmente marginalme nte como horizonte. Todo lo posible, abierto por la situación, mantiene al mundo en forma de accesibilidad (Luhmann, 1998a: 78). La totalidad de remisiones que surgen de cada distinción abre la gradiente de complejidad y obliga, en el siguiente paso, a la selección. Las operaciones de selección de los sistemas no destruyen la complejidad, sino que la regeneran continuamente por medio del s entido que permanece como sustrato medial para toda operación posible. El sentido reformula la coacción a la selección implícita en toda complejidad, y cada sentido determinado, esto es, cada forma de sentido, se cualifica mediante las sugerencias de d eterminadas posibilidades de conexión, y vuelve improbable o excluye difusa o momentáneamente a otras (Luhmann, 1998a: 79). Esto implica que el sentido opera según contextos sis témicos. Ya sea por el código de un sistema societal, como por ejemplo la ciencia, o temáticamente en una interacción, el sentido es delimitado por lo posible de ese campo, si bien siempre lo impensable permanezca latente como lo otro. La recursividad del sentido y la formación de estructuras, de expectativas, permiten una reducción de complejidad; de complejidad estructurada bajo la forma del sentido. El concepto de expectativa indica que las estructuras de referencia de los objetos o temas que se comunican sólo pu eden ser utilizados en forma densificada. Sin esta densificación que forma las estructuras (expectativas), (expec tativas), la carga de la selección sería demasiado alta para las operaciones de conexión de los sistemas. Como puede observarse, el sentido o pera bajo la forma de la relación médium/fo rma (Luhmann, 2007: 40). Cuando Cuando se habla de sentido se habla del médium, del contexto de posibilidad, en el que los sistemas sociales y los sistemas psíquicos realizan sus operaciones (Nafarrate, 2011: 2011: 332). 332). Y todo to do operar de dichos sistemas debe actualizar actualizar,, traer a la mano, es decir, seleccionar estados de sentido. Con cada comunicación, con cada pensamiento, los sistemas que operan en el médium del sentido generan formas. Estas formas no dejan de ser s entido, son formas de sentido. Acoplamientos firmes, condensaciones de sentido con respecto al mero campo laxo de p osibilidad osibilidad.. Esto no implica la amorfidad del sentido como médium. Si bien el sustrato basal que constituye el sentido implica una posibilidad
abierta, por un lado se encuentra perfilada por las estru cturas y, por el otro, la posición como médium es relacional, por lo que hay niveles de formalidad según la especificidad. Por ejemplo, las palabras son forma en el médium de las letras, pero per o son médium para oraciones o frases. En la teoría de Luhmann cuando hablamos de la relació n médium/forma se habla de la forma en que el sentido es operado por los sistemas psíquicos y sociales. Se deduce que la diferenci diferenciaa entre estos tipos de sistema que procesan sentido es la clase de operación que desarro llan: unos pensamientos, otros comunicación. El sentido es médium del cual abrevan estos sistemas para producir formas específicas. La selección de los sistemas sociales sociales es ayudada por estructuras que se generan por la recursividad de operaciones generalizadas, las cuales se convierten en expectativas de comportamiento. Las estructuras constriñen e inducen las posibles selecciones, las posibles formas que se reproducen en la sociedad, y ello permite la operación est able, la reducción de complejidad y la absorción de incertidumbre incertidu mbre que genera la apertura del mundo. La persona como clase de sentido. De acuerdo con Luhmann, el sentido operado en la sociedad moderna está diferenciado funcionalmente. La sociedad está diferenciada por grandes segmentos de operación comunicativa que atiende problemas específicos de la so ciedad: entre ellos, la política, el derecho, la ciencia, la intimidad, etcétera. Pero en la sociedad no hay sólo sistemas de este t ipo, hay también sistemas de interacción y organizaciones, y en ellos puede o no cruzarse un sentido funcional de los grandes sistemas con las particularidades que define la situación de una organización y una interacción particular. Esto es, hay capas y planos de sentido en operaciones estructuradas y recursivas que van dando forma a la contextura social. De acuerdo con esta perspectiva, la persona sería simplemente una clase más de sentido, de sentido que opera como médium y forma. En su más basal constitución, la persona no constituiría una limitación o constricción de posibilidades, sino el horizonte, el médium de posibilidades (disposicio nes de conducta) que configura la sociedad contemporánea para actualizar posibles personificaciones como forma. Por un lado, los diferentes sistemas generan distinciones, formas específicas, para observar a los individuos humanos. Por ejemplo, estudiantes, ciudadanos, amigos. Los individuos, desde su individualidad, generan personificaciones de las posibles formas de los contextos sociales: roles. Pero, por el otro, las atribuciones generadas por un sistema psíquico particular sobre sí mismo y por la obser vación que hace de las observaciones que distingue recibir, así como de las comunicaciones en las que par ticipa en el presente con otros como él, genera su “forma per sona” sona”,, o la personificación pers onificación presente de sí mismo. La personificación entonces se vuelve un concepto importante que puede ser utilizado tanto para referirse a la actualización de un rol como para la actualización de sí mismo
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como persona. Implica la posibilidad de auto-observarse, de observar observaciones ob servaciones de d e sí mismo (que no es más que otra forma de auto-observación) y de ser observado comunicativamente. De participar en la comunicación de cualquier nivel y de recibir y emitir atribuciones de sentido que acti ven más comunicación. Como personificación de roles la persona aparece como atribuciones de sentido interobjetivamente compartible (aunque no coincidente) que es seleccionado en los dos lados de la comunicación. Permite reducir complejidad complejida d y colaborar con la estabilidad de las estructuras, a que las expectativas de que alguien se comportará como lo que representa garanticen la operación del sistema en cuestión. Como persona, o personifi cación de sí mismo, el individuo construye una identidad más o menos estable en el tiempo que puede compartir compar tir con otros en el presente, con todas las particularidades de la actualización del momento. De la misma forma, como médium la persona obedecería a esto s dos planos de actualización: ac tualización: uno fijado principalmente por las formas diseñadas societal y organizacionalmente, y el otro por las observaciones específicas específi cas de sí mismo y de los otros. En cada uno entran matices y posibilidades de d e formalización que habrá que ir desmenuzando en trabajos posteriores, matices y posibilidades que obedecen a los dos planos que la persona viene a acoplar: el psíquico y el social.
Conclusión El concepto Persona no resulta en el proceso de conformación de la teoría de Luhmann ni suficientemente claro ni plenamente consistente. No se encuentra una distinción precisa entre rol y persona; ya que la persona puede ser un rol o posiciones en contextos específicos interactivos. Un rol parece una distinción y una forma específica por todos lados. Define y acota las posibilidades de conducta y comunicativas, pero una persona no es un rol; el rol como forma se encuentra inserto en sistemas y contextos específicos de actuación e interacc interacción. ión. La definición de Luhmann alude la mayoría de las veces a la función del rol o, en todo caso, a su personificación. Esta posición además implica un talante sustancialista al atribuir como propiedad de la persona lo que es propio del rol. En este sentido, por la particularidad otorgada, la persona supone una individualidad propia. Esto es, cada persona es única en su individualidad. Esto se ve cuando afirma que los sistemas psíquicos adoptan ad optan la forma de una per persona sona (Luhmann, 1998b: 173). Si esto es cierto, puede plantearse que la comprensión de Luhmann sobre este concepto termina cayendo en la concepción tradicional occidental. El uso de la distinción médium/forma y entender la persona como tipo de sentido, además de seguir la lógica de la teoría, parece que puede arrojar una mayor riqueza para usar la propia teoría como instr umento para volver sobre sí misma y mejorarse con sus recursos. Entender el concepto en esos términos, además, parece que puede permitir apelar a un plano de mayor integración integració n de una forma de lo micro y lo macro
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que puede ayudar a un mejor entendimiento de lo implicado en lo social y en la constitución de la modernidad. La investigación de la que surge este artículo se encuentra en su primera fase, por lo que sin duda se verá enriquecida por el diálogo que se llevará a cabo con otras teorías y tradiciones. No obstante, estas primeras intuiciones y configuraciones de lo que puede entenderse por el concepto Persona permiten ir vislumbrando que, en el marco de la comprensión de la sociedad moderna a partir de la diferenciación funcional como tendencia evolutiva, la distinción de la condición de persona perso na como médium societal puede implicar “niveles o grados de personeidad”. Es decir, que se podría ser más o menos persona según un individuo humano sea observado e integrado por la estructura societal de una región del mundo de acuerdo con la es tricta condición de personeidad que un sistema en cuestión deba configurar. Pero el análisis análisis de este tipo de consideraciones deberá d eberá esperar un momento posterior de la investigación. m
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La f unc ió n
so ci o - p sí q ui ca d el d ol o r. Aproximaciones desde la sociología n L u h ma n s la k i N de
* SÁ NC H E Z GO N Z Á L E Z por M Ó N ICA E L I V I E R MAC ÍA S GA RC ÍA Y L U IS F E R NA N DO
a propuesta que aquí se presenta es una primera traza que perfila un boceto para visualizar los límites y la función del dolor desde una perspectiva teórica que procede de la sociología. El artículo es sobre la frontera de dicho boceto y se ampara en los lineamientos generales de la teoría de sistemas de Niklas Luhmann. Objetivo que vuelve sobre engranes puntales tales como la relación conciencia/comunicación; las condiciones de la irritación de cada sistema al que refieren; la irritación entre ambas, así como una condición particular, la muerte, que afecta nuestra aproximación a la función socio- psíquica del dolor. El primer recurso para aproximarnos al dolor es proponerlo como una distinción, una irritación, una alarma que des encadena respuestas para la preservación d e la conciencia frente a las decepciones de la comunicación y para las decepciones de la comunicación de sí misma. La hipótesis, por lo tanto, postula que el dolor es una irritación que acontece en los sistemas psíquicos, individuales, que se vincula a comunicaciones sociales, que les afectan tanto de manera particular a cada sistema, como al acoplamiento entre la conciencia y la comunicación. El dolor acontece en el interior de cada sistema, psíquico o social, pues es una forma específica del estar atento a las amenazas a las que deben hacer frente dichos sistemas. En este sentido, el dolor cumple la función de alertar a la psique cuando se ponen en riesgo las disposiciones
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generalizadas desde las que se comprende su acoplamiento con la comunicación. La alerta se dirige al sistema inmunológico de la conciencia, para garantizar la existencia d e la conciencia. No se trata que el dolor intervenga en los sistemas (sociedad y psique), sino de un mecanismo que produce irritación y estimula la puesta en marcha de sus dispositivos de preser vación. El dolor acontece cuando se produce una alarma que alerta a los sistemas; técnicamente, acontece cuando la complejidad parece que se desborda y pierden la posibilidad de permanecer. La complejidad procede, por una parte, de los sistemas, por la otra, de la imposibilidad de manejar la complejidad que un sis tema pone a disposición del otro. El dolor en los sistemas sociales se vincula con su sistema inmunológico que se encarga de prepararlo para responder frente a cualquier amenaza. Un posible límite del dolor, como mecanismo de alerta para la preservación de los sistemas, está en que él no puede modificar sus estados. Si ellos des arrollan resistencias frente a su función, no puede forzarlos a responder. La posición del dolor como producto de las ganancias coordinadas entre la comunicación y la conciencia muestra que es una construcción de sentido a la cual nos podemos aproximar desde la comunicación, es decir, desde la sociedad. La particularidad d e la misma es su preponderancia simbólica, abstracta, un cat alizador efímero cuyo registro está en la forma que los sistemas le hacen frente a la amenaza de la ruptura de sus límites.
* Profesora-investigadora de la Universidad de Guanajuato campus León-División de Ciencias Sociales y Humanidades-Departamento de Gestión Pública.
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El camino de nuestro trabajo es preguntar por las condiciones que hacen posible la función social del d olor. Por medio de ello se especifica que el planteamiento construye un proceso d e conocimiento. Lo que se pone en cuestión es la viabilidad de trabajar el dolor desde una perspect iva sociológica, no su existencia al margen de esta aproximación. En torno a la pregunta: ¿cómo es posible la función social del dolor?, se diseña un proceso de conocimiento que determina, desde sí mismo, la unidad de obser vación, las relaciones entre los elementos que se establecen a partir del dolor y, finalmente, los distintos planos de aproximación. La observación, como operación desde la que se produce conocimiento, es el recurso principal para la delimitación de la problemática en torno al dolo r desde una perspectiva sociológica. El ejercicio se adscribe al desarrollo de herramientas teóricas que contribuyan a la incierta posibilidad de la observación desde la teoría social del dolor.1 En su carácter exploratorio, este artículo apela a un desarrollo de la propia teoría, pues la lleva más allá de las temáticas más elaboradas porque considera al dolor, como un elemento frontera entre la conciencia y la comunicación. Ahí instalados se exp lora a la conciencia y a la comunicación.
Uno. El acceso al dolor desde la teoría social sistémica de Niklas Luhmann La forma de proceder implica un primer movimiento para delimitar las condiciones a las que se apega, los parámetros que funcionan como su punto de partida. En este sentido hay que asumir que el dolor es propuesto como una comunicación, es decir, una distinción específica que produce la sociedad. Su especificidad está en que se relaciona de alguna forma, la cual habrá que elucidar, al sistema psíquico, a la individualidad. El primer diagnóstico que se desprende es postularlo, en esta vinculación específica, como una irritación que afecta a la psique y que, por esta irritación, estimula de manera indirecta 2 a la comunicación en torno al dolor. La posición del d olor desde este primer momento se presenta bifurcada en dos direcciones, la primera una comunicación, por ello competencia de la sociedad. La segunda, una irritación que afecta a la psique, a la individualidad, competencia de la conciencia. Aquí adquiere una posición que queda al margen de un tratamiento puramente comunicativo y nos lleva a interpelarnos por las condiciones que hacen posible que, desde la comunicación, podamos acceder a ese entorno. Una tarea pendiente desde el momento en que s e insinúa la relevancia del sistema psíquico para un tratamiento
sociológico del dolor es dilucidar la manera en que éste acontece en dicho sistema. En este apartado el lector se encuentra frente a aproximaciones iniciales para presentar un boceto que de pautas para vislumbrar cómo es posible el acceso al dolor en la psique. Si recordamos que tratamos con sistemas de sentido entonces un primer paso es observarlo como una distinción, pues su acontecer marca, irrumpe en los acoplamientos que sostienen comunicación y conciencia. El dolor se presenta como una distinción frontera entre la comunicación y la conciencia, sin perder de vista que ambas son operaciones de sistemas de sentido clausurados en torno a su operación específica. Si nuestra hipótesis posiciona al dolor como una distinción que afecta a dos sistemas es porque transita en el acoplamiento estructural que hace posible que sistemas autoclausurados (aquellos que no se adaptan al entorno) puedan irritarse mutuamente sin romper sus límites, sin intervenirse. De tal manera, el dolor se presenta como una irr itación que acontece sobre dos sistemas, por lo menos inicialmente, sobre la comunicación y la conciencia. Así, el dolor no es sólo una distinción comunicativa, sino una distinción posicionada en el puente que construyen dichos sistemas. Por lo t anto, refiere a la distinción que produce en la comunicación y que por medio de su reflexión, podemos plantearnos aproximaciones a él. Sin embargo, una vez que se ha comunicado el siguiente aspecto es volver sobre su acontecer operativo. 3 Aproximarse al dolor, a su función social, no es pura cuestión de autodescripciones especializadas, implica perfilar las condiciones estructurales que lo hacen posible. Al remitir la irritación a la conciencia y a la comunicación posicionamos al dolor en la relación que sostienen los seres humanos con su individualidad y, también, a la relación de los seres humanos con el sistema social. La posición ser humano/ individualidad indica que el dolor no es indistinto a la manera en que la conciencia se acopla con los sistemas que d efinen la condición de ser humano, es decir, con los sistemas orgánicos (Luhmann, 1998: 199-235). En tanto que la relación seres humanos/sistema social, marca la relación individualidad/sistema social. La cual implica, por lo menos, la pro ducción de dolor en tanto comunicación procesualizada por la reproducción comunicativa de los individuos, es decir, por la persona que tiene a su cargo dicha función. Hasta el momento el dolo r es una distinción de la comunicación y de la conciencia y una irritación que sucede en el acoplamiento que sostienen. La pres encia del dolor en estos tres planos diferentes presupone el acoplamiento entre el sistema psíquico y el social, de ahí que pueda considerarse como una irritación. Presuponer que el do lor se reproduce en la comunicación y la conciencia de forma distinta es sólo posible
1. Esta última enunciación apunta que, la contingencia, de la observación en uno de los elementos presentes en la aproximación que desde la sociología se quiere hacer sobre el dolor. La relevancia de esto es que exacerba que desde la teoría social, por lo menos desde la propuesta de la sociología de Niklas Luhmann, la observación sobre lo social refiere a la incierta posibilidad de la sociabilidad (Luhmann, 2010: 17). 2. En términos formales apelamos al concepto de ortogonalidad, el cual implica que la comunicación cuando se efectúa lo hace respondiendo a una dirección que por las condiciones en las que se produce se modifica, en tiempo y punt o de “llegada”. Esto como resultado de las disposiciones temporales y estructurales del sistema.
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porque son dos sistemas cerrados en sí mismos. Por lo tanto, el dolor no se transmite de la conciencia a la comunicación o viceversa, es una irritación que cada sistema decodifica y reproduce de acuerdo con su función y sus condiciones estr ucturales. De ahí que la comunicación del dolor pueda generalizarse, pero su vivencia es particular a cada sistema psíquico, individual en cuanto a su reproducción. La irritación qu e se produce impulsa el trabajo interno de los sistemas; sin embargo, la complejidad en la que acontece sólo es aprovechada por ellos de acuerdo a sus estructuras. Así, la intensidad del dolor en el sistema psíquico responde a las disposiciones internas, no a las condiciones donde acontece la irritación. La comunicación produce distinciones de acuerdo con las estructuras d el sistema y con la manera que tiene de auto-observarse, de reflexionar respecto del dolor. El dolor se presenta como una actualización de sentido, sólo de esta manera los sistemas sociales y psíquicos pueden distinguirlo y echar a andar sus estructuras. En términos generales, el dolor es una forma de la complejidad que pueden distinguir dos sistemas y una irritación que acontece en el acoplamiento estructural entre ellos. Una de las implicaciones de esta colocación es que el dolor se presenta como un recurso que expone cómo es que dos sistemas cerrados en sí mismos pueden utilizar la complejidad del otro, cuando éstos no pueden desbordar su propio límite. Teóricamente esto es posible por esquematizaciones binarias (Luhmann, 1998: 215-218), es decir, por formas que orientan a partir de las condiciones internas a los sistemas de sentido en el tratamiento sobre distinciones que lo irritan. ¿Cómo comprender la manera en que el dolor es una forma de la complejidad producto de los sistemas de sentido?, ¿cómo el dolor afecta los esquemas binarios que orientan la producción de comunicación?, ¿cómo el dolor interviene en el sistema psíquico?
Dos. La interpenetración sociedad/ conciencia como condición de posibilidad del dolor La condición que permite observar al dolor en dos sistemas de sentido cerrados en sí mismos, autorreferentes a una sola operación y que se reproducen sin intervención del entorno, es la interpenetración. Cuando por interpenetración se entiende la producción de complejidad, posibilidades que un sistema pone a disposición de otro que se define bajo las mismas condiciones. El principio para que suceda es asumir la diferencia de uno respecto del otro, sólo por ello es posible la interpenetración, de tal manera que: “cada operación de obser vación y exploración transforma
un objeto y es, al mismo tiempo, operación en ambos sistemas” (Luhmann, 1998: 216). El dolor es un mecanismo tanto para los sistemas sociales como para la conciencia, es una dis tinción. La especificidad está en alertar a los sistemas frente a perturbaciones que atenten contra ellos. Que pongan en cuestión su preservación operativa, el continuar/detenerse, en el caso de la vivencia (sistema psíquico); o en el caso de la comunicación la acción (sistema social). Para la sociedad y los sistemas sociales el dolor acontece como una distinción comunicativa que resulta de un quiebre de los símbolos que orientan la reproducción de la sociedad moderna. La consecuencia es que las expectativas dejan de orientar al sistema, se desarticula el engrane entre el plano societal, la organización y la interacción. El segundo y el tercero entonces actúan, esto significa que se dan pasos a la desdiferenciación. Por ejemplo, en la guerra, las grandes pérdidas de seres humanos p roducto del conflicto incitan a que el dolor s e posicione como una comunicación generalizada que asume la sociedad. Aquí alerta frente al quiebre de lo simbólico que ha acontecido, respecto de la irrupción de la contingencia so bre el límite de la sociedad. Porque, en lugar que cada sistema dispo nga su complejidad a los otros y, por medio de esquematismos estos puedan hacer uso de ella (Luhmann, 1998: 218), los límites se frac turan y se desbordan. Las expectativas seden su condición de orientar a la comunicación, el lugar lo asumen los otros planos. El dolor se generaliza como comunicación en tres momentos que podemos distinguir, el primero frente al quiebre de los límites, el segundo en la comunicación que se reproduce, el tercero para estimular la intervención del sistema inmunológico de la sociedad. La relevancia de esto último se debe a que en él recaen los mecanismos para estabilizar a los sistemas. A ello se suma la ineludible secuela de la marca, la herida que se generaliza en las reflexiones que la sociedad y sus sistemas hacen sobre sí mismos. Incluso, dicha herida puede afianzarse como una distinción que orienta la forma en que la sociedad se auto-observa, en este nivel el dolor se preserva como una latencia (Luhmann, 2007: 370.) La generalización del dolor en la reflexión que la comunicación hace de sí misma produce sedimentos que después la orientan. Cuando esto sucede emergen las semánticas del d olor. La introducción del sistema inmunológico, como instancia responsable de la permanencia de los sistemas sociales, nos permite apuntar que ahí está la relación más estrecha con el dolor. Porque es el punto de referencia más profundo se ubica el límite que define a la sociedad, ahí el dolor se sumerge en sus raíces, en la propia estructura. Además es el estímul o para que la sociedad y sus sistemas puedan responder frente a la amenaza, ya que lo observamos como un estímulo que tiene ecos de larga duración, con resonancia transversal (entre las funciones sociales
3. Uno de los recursos que definen a la propuesta luhmanniana, en cuanto a su distinción entre el plano de la aprehensión de comunicación y su operación, está en separar y precisar que las condiciones de operación de la comunicación corren en condiciones de presente que no están sujetas a que, la propia comunicación, de cuenta de ellas en sus autodescripciones (Luhmann, 1998: 37-76 y 140-171). La estrategia primera de este trabajo es definir la condición de acceso, posteriormente, explorar las condiciones operativas que dan pie a ello. Las implicaciones de esto último son volver sobre la constitución de los acoplamientos entre los diferentes sistemas a los que apela la reproducción operativa del dolor.
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o sistemas) y vertical a los sistemas sociales (los tres engranes: societal, organizacional e interacción) El dolor es, en este marco, generalizado en la comunicación y en su reflexión. En términos de inmunidad, su objetivo es que los sistemas se reajusten, como respuesta a la exposición s ostenida que reproducen. De tal manera que estamos frente al acontecimiento del dolor en los márgenes de la sociedad y sus sistemas, así como en el acoplamiento que sostienen con los individuos, con cada sistema psíquico. Precisamente, porque el dolor conmociona los cuerpo s, estimula los sentimientos, afecta la psique. 4 Queda pendiente explorar de qué manera el dolor es tá presente en la conciencia. Si bien es cierto que no hay intercambio directo entre la comunicación y la conciencia, el acoplamiento estructural qu e sostienen es un puente entre ellas. Los pensamientos son su producto y su posibilidad procede del lenguaje. Sin embargo, cuando se proponen vín culos entre el dolor y el sistema psíquico, retomamos la conmoción de los cuerpos, el estímulo a la producción de sentimientos, en suma, la afectación de la psique. Sin que esto signifique alejarse del acoplamiento que ambos sistemas sostienen. Al mirar a la psique podemos delinear un par de momentos para la irrupción del dolor como distinción que se hace presente. El que corresponde a la irritación que se produce respecto del acoplamiento entre los sistemas orgánicos y la propia psique. El que es propio de la disposición interna de la conciencia respecto de su sistema inmunológico, los sentimientos. El dolor como una irritación que afecta al sistema psíquico consigue identificarse y conmoverlo p orque es una forma que le alerta frente al peligro. La alerta frente al peligro, es una alerta interna propia del sistema psíquico, una irritación frente a los problemas internos que implica la reproducción permanente de elementos en la psique. Que afecta a la manera en que el sistema responde a la complejidad de sí mismo. En esta instancia el dolor es un sentimiento que al generalizarse enfatiza que la psique debe estabilizar se frente a la condición de su reproducción. El lugar donde esto acontece es en el sistema psíquico, es producto de su propia función, no pende de la función social. Lo que nos indica que la autorrepro ducción de la conciencia no es ajena a la incertidumbre que a ella le resulta su propio continuar. El dolor, de acuerdo con la función de alerta e irritación sostenida, es un sentimiento específico del propio sistema inmunológico de la psique. Porque enfatiza la satisfacción o la desilusión, o bien, la desilusión de las expectativas que orientan al sistema frente a la contingencia. Cabe recordar que las funciones que cumple la expectativa para el sistema psíquico permiten que éste pueda: “fundamentar los episodios temporales del proceso de la conciencia” (Luhmann, 1998: 247), así como sondear la contingencia de su entorno para acogerlo como incertidumbre de su autopoiésis, hacen posible la aler ta porque a partir de ellas emergen los sentimientos. Puntualmente,
en el caso del dolor, éste se presenta como un sentimiento que se asocia como respuesta frente a alteraciones en la producción de representaciones en la conciencia, o bien, cuando la secuencia de las representaciones (su elemento) es alterada, o cuando hay desilusión de las expectativas que orientan su autorreproducción, cuando las pretensiones (que reintegran los episodios del sistema psíquico) fracasan, o bien, cuando los sentimientos se desbordan y abren paso a la inestabilidad (a la que ellos est án expuestos). Hay que enfatizar que uno de los riesgos de los sentimientos es que pueden entregarse a su inestabilidad. El dolor puede hacerse presente y normalizar su reproducción por parte de l os sistemas psíquicos.
Tres. Los sentimientos: enclaves del dolor en los sistemas psíquicos La relación entre los sentimientos y el dolor, incluso, la consideración del dolor como un sentimiento es una forma de mirar a los sistemas psíquicos desde sí mismos. L a mirada es particular porque nos coloca en el núcleo que los preserva, su sistema inmunológico. Donde radica el dolor como un sentimiento, como adaptación interna a problemas internos de la autopoiesis del sistema psíquico. Sin dejar atrás su inestabilidad que se debe a su ocasionalidad o disponibilidad, a la paradoja que entre ambas condiciones se puede establecer. Porque emergen para hacer frente a la inestabilidad y aminoran cuando la estabilidad resurge y la autocontinuidad sistémica se preserva. Son ocasionales pero están disponibles, es decir, el sistema los considera en su horizonte como recurso que lo resguarda, pero del que espera no tener que valerse. El dolor como sentimiento se enclava en la preservación de las condiciones que definen, configuran y funcionan a los sistemas psíquicos porque el dolor puede mantenerse como una forma de la inmunidad sobre la que el sistema psíquico decide o no reproducir de manera sostenida. Esto se ampara en la función de la psique: reproducir conciencia mediante conciencia (Luhmann: 1998: 242). El dolor tanto como las perturbaciones se presentan de manera imprevisible, salen de las disposiciones estruc turales de los sistemas psíquicos. Sin embargo, que los sentimientos y en este caso el dolor emerjan para dar cabida al impase hacia la estabilidad, es una condición del sistema psíquico. De ahí que el dolor ostente una función central como un sentimiento específico de este impase, precisamente, el que marca el impase. 5 Cabe destacar que no hay obligatoriedad para que el dolor pase, no hay estado óptimo de la conciencia. El único requisito es que el sistema pueda lidiar con su complejidad y continuar su autorreproducción. Lo cual no exime el avasallamiento de los
4. La propuesta del dolor como un elemento que conmociona al cuerpo es propuesta por el acoplamiento entre cada sistema psíquico y los sistemas sociales. Los argumentos generales de esta propuesta proceden Luhmann en su libro sobre la definición de los sistemas sociales. Con mayor puntualidad en los capítulos sexto y séptimo, donde trabaja la especificidad del acoplamiento entre los sistemas sociales y la psique, es decir, la interpenetración; así como la individualidad de los sistemas psíquicos. Debido a que en ellos se plantea la manera en que se construyen las relaciones entre ellos que es materia prima para aproximarse a la función social del dolor y, también, una manera de observar dicha función en la psique. Cfr. Luhmann (1998: 217-254).
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sentimientos como condición de su autopoiésis, la inestabilidad y la exposición sostenida de ellos no es excluyente a la pervivencia de los sistemas. El límite para la expresión de los sentimientos, para la expresión del dolor, como una distinción específica del sistema inmunológico, es la conciencia. El argumento central es que la conciencia es más que los pensamientos, y el sistema inmunológico no está atravesado por ellos. Los pensamientos son la formalización del acoplamiento entre la comunicación y la conciencia. El dolor no se piensa y el pensamiento no es requisito para que se active el sistema inmunológico de la conciencia. Sin embargo, cuando el dolor es tamizado por los pensamientos entonces se está frente a la codificación de los sentimientos. Dicha codificación obedece a los primeros momentos de la conciencia por “lingüistizar” en sus términos la manera en que el sistema inmunológico irrumpe. Esto la coloca en la frontera con la comunicación, porque evoca al acoplamiento estructural entre conciencia y comunicación. Aquello que pertenece a la psique cuando quiere comunicarse encuentra en las condiciones del sistema psíquico su límite. El dolor es inexpresable en sí mismo, de ahí que adquiera relevancia la conmoción del cuerpo como uno de sus síntomas, de sus accesos. El cuerpo se conmociona porque la psique presupone el acoplamiento con los sistemas orgánicos. Por lo tanto, el dolor no sale de su condición inmunológica. Pero sí apela a su acoplamiento con el cuerpo, con los sistemas orgánicos. Los cuales son sistemas constitutivos de los individuos que visibilizan la alerta y también alertan frente a fallas, alertas, amenazas que les aquejan. En el sistema psíquico el dolor formaliza su distinción en los pensamientos que, aun producto del acoplamiento con la comunicación, no sostienen una relación transparente con ella. Ya en este sistema, cuando los sentimientos son comunicados, entonces ya no están en el sistema inmunológico de la psique. Los sentimientos, el dolor, son desterrados de la conciencia. Entre más se comunique menos se tiene acceso al sentir dolor, porque lo que marca este proceso es la distancia entre los sistemas psíquicos respecto de los sistemas de comunicación. Un enclave más del dolor es el que se establece entre los sistemas psíquicos y los sistemas orgánicos, aquél que recae en el cuerpo. Que tiene que ver con la forma en que los sistemas orgánicos producen estímulos de alerta cuando alguno de ellos se ve amenazado. Por ejemplo, la reacción de la piel frente a una quemadura se acentúa cuando acontece el dolor, respuesta qu e se presenta en diferentes órganos como respuesta a alteraciones que presentan. La relevancia está en que el acoplamiento entre los sistemas orgánicos y la psique queda a cargo del cerebro. El que tiene a su cargo la decodificación de la realidad de los sistemas que no son de sentido a los sistemas de sentido, en particular, hacia la psique. Aquí se está frente al dolor orgánico, el que compete a la
humanidad que se refiere a la delimitación que pende d el cuerpo. Frente al dolor que es una construcción del sentido que recae en los sistemas psíquicos donde se deposita la individualidad. O bien, cabría preguntarse si es posible pensar en el dolor del cuerpo al margen del acoplamiento que sostienen con los sistemas psíquicos, ya que estos son los sistemas de sentido, los que significan. Una probable línea puede llevarnos a considerar que la decodificación hecha por el cerebro de la realidad tangible al sentido, medio propio de los sistemas psíquicos, es la significación de dichas alteraciones a partir del dolor. La función del dolor en el acoplamiento entre los sistemas orgánicos y los sistemas psíquicos es promover que el cuerp o y sus sistemas sean preservados. El dolor incita a que se produzcan reacciones inmediatas o alertas sostenidas para que se tomen medidas respecto de las alteraciones en los sistemas orgánicos. El dolor es una primera forma para responder frente a las alteraciones que aquejan a los sistemas orgánicos. Pero él no garantiza que dichas medidas sean tomadas. La relación entre el dolor del cuerpo como experiencia sostenida puede presentarte, pero los individuos pueden desarrollar umbrales altos al respecto, es decir, auto-inmunizarse frente al dolor. Uno de los costos puede llevar a su finitud, a su extinción. Aquí se está frente al límite más contundente de la función del dolor de los sistemas psíquicos, pueden conmover al cuerpo, pero no pueden o bligar a que el cuerpo responda para preservarse. Ésta es una de las limitaciones más contundentes de la clausura operativa de los sistemas, por más que establezcan acoplamientos estructurales entre ellos uno no puede intervenir en el otro. No puede arreglárselas para romper su clausura operativa, salir de sí mismo y modificar al otro. El principio en el acoplamiento entre los sistemas or gánicos y psíquicos apunta que las amenazas a los sistemas orgánicos so n contrarrestadas por el sistema inmunológico que corresponde a cada sistema. Cuando esto falla se recurre al acoplamiento, a la irritación en forma del dolor para alarmar a la conciencia a responder, a irritar otros acoplamientos. Pero su límite, en este plano, es el límite de la conciencia. Al volver sobre el suceso del dolor entre los sistemas orgánicos y los sistemas psíquicos, uno de sus enclaves es la muerte. La muerte en dos direcciones, la primera, la finitud orgánica que se experimenta de golpe el alto a la vida. La segunda la muerte, de la conciencia (en coordinación con la vida) que no se puede enfrentar de golpe. Al margen de la finitud de los sistemas orgánicos, está el proceso de la finitud de la conciencia. Finitud que no puede asimilar frontalmente, responde dilatándola, asume un cese paulatino. El dolor emerge cuando la psique tiene que lidiar con su finitud y, en tal dirección, su función es plegar el fin de la conciencia. El cese paulatino conlleva una administración del dolor que lo disipa o que es inmunizado en la conciencia. Si no fuera inmunizado no podría asumir la muerte, aún cuando
5. Hasta este momento las aproximaciones al dolor desde la perspectiva de los sistemas psíquicos ha replicado el plano de su acontecer, ha dejado a un lado la interpretación cognitiva y lingüística de la misma. En esta dirección ha tratado de mantenerse al margen del acoplamiento que la psique sostiene con la comunicación. El argumento principal es buscar en los sistemas psíquicos recursos que desde ellos nos aproximen a la función del dolor. Si se cambia el enfoque y se observa la manera en que el acoplamiento con la comunicación afecta este interés. Esto se debe a que las interpretaciones cognitivas de los sentimientos no son labor de los sistemas psíquicos, sino de interpretaciones que proceden de las ciencias sociales.
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esto sea difícil de precisar o de g eneralizar. Una forma en que la conciencia disipa el dolor es aplazando las secuencias de las representaciones que garantizan su autopoiésis, retarda el tiempo. El lugar de esas representaciones puede evocar representaciones del pasado que se traslapan en el presente y, que por ello, hacen el tiempo. La vacuna para el dolor parece estar puest a en esta reconfiguración de la reproducción de la conciencia, cuando está frente a la muerte.
La muerte un punto de llegada del dolor, la conciencia y la comunicación La relación entre la muerte, el do lor y la conciencia nos lleva a voltear hacia la comunicación. El argumento es retomar la pregunta por las condiciones de posibilidad del dolor en los sistemas psíquicos y los sistemas sociales. En esta dirección proponemos que la producción de dolor social que ocasiona la muerte afecta a los sistemas psíquicos, a los individuos, a la manera en que ellos activan comunicación. 6 A pesar de la no pertenencia de los individuos a la sociedad, son ellos por medio de la forma persona quienes la reproducen, de tal manera que la pérdida de individuos afecta a la sociedad. Esto puede observarse en los planos que la definen, porque afecta la interacción (el plano del “cara a cara”) donde los individuos se ven obligados a lidiar con la muerte de ego. Aun cuando ego es una posición de la comunicación, precisamente por eso, alter no es indiferente porque él mismo es una posición comunicativa y ambas presuponen corporeidad, vida en torno a las cuales se definen tanto en un plano de facticidad, como en la dotación de sentido que se comunica a partir de ello. 7 La relación entre el dolor y la muerte como un binomio que articula la significación entre sistemas psíquicos y sociales es un recurso para redimensionar, desde la comunicación, la condición humana de los individuos. Particularmente, aquella que compete a la finitud y a las maneras que establece la sociedad para hacerles frente. Que incluyen construcciones semánticas, maneras de observar (por ejemplo el culto en torno a la muerte, las prácticas que se generalizan), así como la expectativa de preservar la vida respecto d e la muerte. Aquí el dolor es transversal a la facticidad de la finitud y a las comunicaciones que desencadena. Cuando observamos la construcción de una expectativa a favor de la vida estamos en el plano más abstracto de la so ciedad.
Si consideramos la relación muerte-dolor como uno de los lados de la forma que la comunicación generaliza, entonces la vida está del otro lado. La vida se simboliza comunicativamente y se presenta como una reducción de complejidad,8 porque uno de los distintivos de la sociedad moderna es mantener sus límites frente a la alta complejidad que resulta de su reproducción. Una garantía con la que cuenta es tener certeza sobre su sopor te comunicativo, los propios individuos. El dolor y la muerte son contrarios a esta definición porque la sociedad en el plano de las expectativas no puede responder de manera directa cuando el dolor y la muerte se presentan. Porque la sociedad tendría que intervenir sobre sus límites ya que muerte y dolor representan una manera de atentar contra la propia sociedad. La sociedad hace frente vía su sistema inmunológico: el derecho, un acontecimiento de tal profundidad pone en cuestión la generalización de expectativas de la sociedad. Quien en aras de orientarse por símbolos altamente abstractos y generalizados deposita en instancias específicas el resguardo de su entorno basal, los individuos. El sistema a cargo es el sistema la salud. La comunicación entonces, puede dedicarse a la especialización en los símbolos de orientación, específicamente, para preservar a las propias expectativas, a sus símbolos. El dolor atraviesa este proceso para irritar, incentivar las respuestas de los sistemas sociales, la irritación se generaliza hacia los individuos. Por una parte las comunicaciones que producen pueden ser acciones que incentiven la respuesta de la sociedad, basta pensar en las movilizaciones de protesta contra la guerra, contra las intervenciones armadas de un país sobre otro, así como contra los diferentes genocidios. La relación entre el plano de la interacción y el societal es la organización, donde se toman las decisiones per tinentes para responder a la alerta, a la alarma. En este caso, aquellas que hagan frente a la pérdida de individuos. Las or ganizaciones se especializan en responder y reducir la posibilidad d e incidencia en la generalización de la muerte siempre en coordinación con la inclusión/exclusión del plano societal. Las cuales son direccionadas a partir de las expectativas generalizadas de la sociedad aquellas que, incluso, han quedado simbolizadas. El siguiente plano es la interacción, donde la comunicación acontece como acción, sobre la que se había acentuado la protesta, la movilización, la demanda como formas de respuesta al dolor por la pérdida que ocasiona la muerte generalizada. En la interacción se redireccionan las comunicaciones que orientaron sus demandas, ya sea porque se les dio respuesta o bien porque se reencausa la voz para afrontar las secuelas que de ella se derivan.
6. La amplitud de un planteamiento que relaciona la muerte con los sistemas psíquicos y sociales mediado por el dolor excede a este texto. Sin embargo, la función que cumple es mostrar un enclave entre el dolor, los sentimientos y la afectaciones que tiene en el plano de lo social, esto, en sintonía con el objetivo del artículo, proponer un boceto de aproximación a la problematización del dolor desde una perspectiva teórica. 7. Cabe señalar que esta enunciación apunta a la problemática que acontece en los procesos de socialización del indi viduo, los cuales están en el acontecimiento del acoplamiento estructural entre la conciencia y la comunicación. Aquí se menciona la relación entre la conciencia y comunicación por medio de la muerte y la relación que sostiene con el dolor, lo que no significa que aquí se quiera agotar las problemáticas a las que apunta. Por el contrario, se abre una beta de exploración que sume elementos a la inicial. 8. La propuesta de la definición de la vida como un símbolo que hay que preservar implica observar la historia de la sociedad a partir del proceso de diferenciación, específicamente, de la manera en que la sociedad construye símbolos y la manera de posicionarse frente a ellos. Lo que aquí se plantea es que la posición de la sociedad frente a la vida le permite __
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Sin embargo, cuando se piensa en la producción de dolor por genocidios, crímenes de lesa humanidad, desapariciones forzadas, crímenes de Estado, hay una desarticulación entre la comunicación y los individuos. Para vislumbrar un panorama al respecto hay que considerar los elementos que se ponen en juego, los cuales pueden dar explicación a la profundidad de cesuras que no cierran o que dejan un profundo surco. En el plano societal se pasa por alto o se invierte aquello que incluye/excluye, es decir, si la preservación de la vida de los individuos es el principio de inclusión por antonomasia, en una situación como las enunciadas anteriormente se establece una codificación extra para incluir la sistematización de la muertedolor. En perspectiva esto indica que la tendencia de la sociedad responde más a su desdiferenciación 9 que a la diferenciación, entendida esta última como el sello distintivo de la modernidad. Así como la denominación de la vida como un derecho d e la sociedad mundial.10 En términos de la organización la sociedad moderna presupone organizaciones que velen por los diferentes engranes de la sociedad, por ejemplo aquellas que se derivan del derecho, tanto nacional como internacional. Las cuales están encaminadas a prevenir y evitar la sistematización de la muerte en coordinación con las expectativas sociales, trabajan con el dolor en el horizonte, uno de sus objetivos es prever que la sociedad se vea amenazada por la pérdida de individuos que la reproduzcan. Los individuos en esta dirección t ienen, como expectativa generalizada, asegurado su derecho a la vida; la decepción sobre el mismo luce remota o, en todo caso, tiene la certeza de acciones en caso que tal derecho no se preser ve. Estas disposiciones producen efectos en los individuos, por una parte, estabilizan expectativas respecto de uno de sus derechos, por la otra, se vislumbra en el horizonte los altos costos cuando las expectativas son modificadas o fracasan. Para ello la sociedad ha desarrollado diferentes mecanismos en sus planos para responder a ellos, desde terapias hasta organizaciones encargadas d e emitir decisiones y especializarse en res arcir, reparar los daños tanto a los individuos como a la sociedad. Sin dejar de lado que no haya posibilidad de retribución, de resarcir, de olvidar el dolor.
Elementos para reflexionar El camino de la traza hacia una reflexión socio -psíquica del dolor resulta más provocativo que res olutivo. Los diferentes elementos, planos, mecanismos, acoplamientos, expectativas
y las relaciones que entre ellos s e vislumbran nos mantienen en la pregunta por cómo delimitar, profundizar, definir al dolor y la relación que sostiene tanto con los sistemas psíquicos como los sistemas sociales. Al margen y en los márgenes se abren interrogantes para el trabajo de cotejo, discusión, acotación, profundización y familiaridad de lo aquí expuesto con otros autores. Sin embargo, lo que hemos logrado es hacer un boceto, una primera aproximación al dolor transversal a los límites de operatividad de la teoría de sistemas de Niklas Luhmann. Esto en el ámbito de sistemas sociales, psíquicos y, derivado de éstos últimos, a los sistemas orgánicos, es decir, a la condición humana. El eje articulador es la función del dolor en los sistemas sociales y psíquicos, a partir de ahí se ha concebido una aproximación a la teoría, a sus límites, a sus principios de definición desde la pregunta: ¿cómo es posible distinguir una función para el dolor en los sistemas sociales y en los sistemas psíquicos? Proceder que asume las condiciones de posibilidad para delimitar la funció n del dolor en dichos sistemas como el núcleo de su observación. El boceto nos lleva a subrayar que un primer momento de aproximación es observar al dolor como irritación que desencadena que cada sistema, de manera autónoma, responda a él. Esto, inmediatamente o cuando él lo considere, el tiempo depende de la amenaza. El dolor es una alerta, un alarma respecto de las amenazas que enfrentan los sistemas. Por ello, el dolor se relaciona directamente con los sistemas inmunológicos respectivos, los sentimientos en el caso de los sistemas psíquicos, el derecho en el caso de la comunicación. Resalta la situación que se produce entre los sistemas psíquicos y los sistemas orgánicos, específicamente, con el cerebro debido a que él es el encargado de decodificar las amenazas de los sistemas orgánicos cuando éstos no pueden apelar a sus recursos para re- establecerse. El dolor es la respuesta que produce dicho acoplamiento frente a esa situación. Aquí queda por explorar las condiciones, los recursos sobre la manera en que esto acontece. El límite se debe a que se está en la frontera entre los sistemas de sentido y los sistemas que no lo son, tal es el caso de los sistemas orgánicos. Los vínculos entre el dolor y el sistema inmunológico de la psique hacen del dolor un sentimiento que se generaliza para conseguir que el sistema psíquico responda. En el caso de los sistemas sociales el dolor se generaliza como una comunicación presente en lo s distintos planos sociales, el objetivo es permanecer mientras el sistema se ve amenazado. El dolor en el sistema psíquico ya como un sentimiento alerta para que el sistema pueda sostener la secuencia de las
no preocuparse por la pérdida de los individuos, quienes activan la sociedad. En esta dirección, la sociedad evita poner en marcha mecanismos que vuelvan sobre el plano fáctico que la activa, los individuos, con mayor precisión su corporeidad. En este contexto el dolor es un recurso que la sociedad generaliza para hacer frente a la muerte como irritación, generalización comunicativa. 9. La tendencia a la desdiferenciación funcional implica volver a los estadios comunicativos previos a la modernidad, tales como las sociedades estratificadas, centro/periféricas y segmentarias. En este punto consideramos que elementos como la vida y el derecho a vivir estaban sujetos a otras directrices tales el estrato al que se pertenecía, la pertenencia o no al segmento, o que las infracciones por atentar contra la sociedad se asociaran con la muerte. 10. Al mencionar la preservación de la vida como un derecho de l a sociedad mundial nos referimos a un derecho fundamental, cuando por derecho fundamental se entiende las codificaciones elementales que la sociedad produce para garantizar su reproducción en términos de la diferenciación funcional. En tal dirección, el resguardo de la vida de quienes activan sociedad es un principio constitutivo de la misma, aún cuando los individuos sea su entorno. Para profundizar en los derechos fundamentales, véase Luhmann (2010).
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representaciones, para que continúe el antes/después de la secuencialización de las representaciones. Respecto del acoplamiento que sostiene con los sistemas orgánicos los estímulos que dan cuenta de la amenaza sobre diversos sistemas orgánicos son decodificados por el cerebro y codificados por la psique como dolor. El dolor es el producto de la manera en que los sistemas psíquicos actualizan dichas irritaciones. La expresión física del dolor es el resultado del acoplamiento entre sistemas orgánicos y psíquicos. Mientras que la generalización de la finitud como un enclave del dolor entre sistemas orgánicos, psíquicos y sociales cataliza que éstos últimos pro duzcan comunicación en torno a ella. La producción de comunicación desencadena que los sistemas consideren en todos sus niveles responder frente a la situación de amenaza que implica, la generalización de la muerte de los individuos. Quienes activan la sociedad en su calidad de entorno. La sociedad se duele respecto de la pérdida en sus diferentes planos, se duele po rque el símbolo de la garantía a la vida se cuestiona, símbolo que remite a las expectativas. En este, que es el plano societal, la relación inclusión/exclusión entre la vida y la muerte parece invertirse pues la muerte al sistematizarse lucha por la inclusión. Uno de los resultados es la tendencia a la desdiferenciación de la so ciedad, se aleja de la modernidad cuando los símbolos pierden su función de orientarla. Paradójicamente, las organizaciones tienden a especializarse cada vez más en producir recursos que restrinjan la pérdida sistematizada de individuos. El dolor materializa su cause hacia la cura, por lo menos en cuanto al acontecimiento. Las secuelas y el tratamiento que la sociedad haga de ellas está por explorarse. Cabe señalar que la especialización de las organizaciones de la sociedad no implica la corrección del plano societal, este po r su cuenta se encarga de restituir sus límites, sus símbolos ya que está expuesto a ello continuamente. Finalmente, en la interacción las personas, formas que activan la comunicación, la encaminan hacia la corrección, a la disminución o extinción del dolor qu e implica la finitud sistematizada. En ellas reside la paradoja más profunda que produce esta situación, ya que son socialmente personas al tiempo que son individuos. Lo que significa que la muerte y el dolor por ella no es un símbolo que se trasgrede o una abstracción que se simboliza, implica la concreción de la pérdida, del dolor que ella desencadena. La finitud al margen de la comunicación cimbra el cuerpo hacia la manera más certera de dolerse por el cese definitivo. El cuerpo es el receptáculo de la finitud, el momento más concreto de poner fin al dolor humano (corpóreo) significado por la conciencia, pero no al certero cese del dolor de la psique que en la intromisión del antes/después de las secuencias de representación pone en punto de fuga a la muerte y asume la naturalidad del dolor, probablemente, como condición que acentúa la irremediable finitud. La traza desde la teoría de sistemas sociales de Niklas Luhmann al dolor nos deja en este primer acercamiento más preguntas y problemas por abordar. Interrogantes que vuelven sobre las condiciones de posibilidad que tiene la propuesta
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teórica de dicho autor, para aproximarnos a una sociología d el dolor. A partir de los elementos aquí expuestos, quedan abiertas preguntas y caminos en torno a la construcción social del dolor por parte de los sistemas de sentido, tanto psíquicos como sociales. Frente a ello queda abierto el trabajo sobre la manera en que los planos, mecanismos, acoplamientos, irritaciones construyen puntualmente sintonías con el dolor en aras de establecerlo como un recurso garante de su permanencia. El problema de la clausura entre sistemas sociales y sistemas psíquicos es expues to cuando se vuelve sobre el dolor. Que expone que precisamente por la clausura operativa que los resguarda y distingue, el dolor es una resonancia posible entre dos sistemas distintos. Les permite coordinar respuestas internas, propias de cada uno d e ellos, presuponiendo uno al otro. Cada uno asume que el otro intervendrá a partir de su límite y especificidad respecto del dolor, insistimos, sin que esto tenga un cause estandarizado, por ejemplo en el caso de los sistemas psíquicos. En suma, los recursos que provee la teoría sistémica de Niklas Luhmann nos ha llevado a replantear la óptica de aproximación a un elemento frontera, el dolor, incluso si al concluir la lectura de estas líneas al lector lo rodean las críticas que han descar tado que ésta teoría pueda dar cuenta de la interioridad psíquica de los individuos. m REFERENCIAS Luhmann, N., et al. (2003), Beobachter: Kovergenz der Erkenntnistheorien? , Múnich, Fink. Luhmann, N. (1991), La ciencia de la sociedad , México, Universidad Iberoamericana/Anthropos/ITESO. _____, (1992), “El futuro no puede empezar: estructuras temporales en la sociedad moderna”, en R. Ramos Torre, Tiempo y sociedad , Madrid, CIS. _____, (1997), “La cultura como concepto histórico”, Sistemas sociales (artículos 2), Chile, Universidad de los Lagos. _____, (1997), Observaciones de la modernidad: racionalidad y contingencia en la sociedad moderna , Barcelona, Paidós. _____, (1998), Sistemas sociales. Lineamientos generales para una teoría general , México, Universidad Iberoamericana /Universidad Javeriana/Anthropos. _____, (2000), “Tiempo universal e historia de los sistemas. Sobre las relaciones entre los horizontes temporales y las estructuras sociales de los si stemas sociales”, en S. Pappe (coord.), Debates recientes en la teoría de la historiografía alemana , México, UAMAzcapotzalco/Universidad Iberoamericana. _____, (2002), “La forma escritura”, Estudios Sociológicos, vol. XX, núm. 58. _____, (2007), La sociedad de la sociedad , México: Universidad Iberoamericana /Herder. _____, (2010), ¿Cómo es posible el orden social?, México, Herder/ Universidad Iberoamericana. _____, (2010) “‘Nomological Hypotheses’, Functional Equivalence, Limitationality: the Philosophy of Science of Functionalism”, Soziale Systeme, Zeitschrift für Soziologische Theorie , vol. 16, núm. 1. _____, (2010), Organización y decisión , México, Herder/Universidad Iberoamericana/Ediciones UC.
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d io u t s e l e a r a p í t ico l a n a a m e u q Es
s desde sa io lig re es on ci za ni ga de las or la teoría de Niklas Luhmann
p or D E M E T R I O A RT U R O F E R I A
A R RO YO *
os estudios de las organizaciones religiosas están en concordancia con la forma en cómo se observa el cambio religioso en la sociedad moderna; destacan el enfoque del individualismo religioso, del declive religioso e integración (o mundanización) de la religión. Cada perspectiva consecuente con su postura sobre la religión en la so ciedad moderna, entiende a las organizaciones religiosas: si se plantea un declive religioso, eso se observa y se busca comprobar en las organizaciones religiosas por medio del descenso de par ticipación, de la p érdida de influencia de los individuos. Si se sugiere la existencia de una religión que se individualiza, entonces, las organizaciones no son relevantes y su formación se concibe cada vez más improbable ante una modernidad religiosa definida por el movimiento de los individuos . Socialmente, además, las organizaciones pierden influencia social en tanto se encuentran dominadas por lógicas individuales. Si se plantea la existencia de una religión civil, entonces las organizaciones pierden relevancia y sólo la tienen como agentes que posibilitan la integración o mundanización de la religión. De igual manera, la concepción sobre las organizaciones se emplea para establecer el predominio de una sociedad tradicionalpremoderna, o moderna, sin omitir que algunos aspectos característicos de las organizaciones religiosas adquieren una carga negativa, tales como su dimensión racional (burocratización, planificación), o social (en temas de autoridad, poder o dominación).
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* Profesora-investigadora de la Universidad de Guanajuato campus León-División de Ciencias Sociales y Humanidades-Departamento de Estudios Sociales.
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Contrario a estos enfoques considero que la religión y las organizaciones religiosas han logrado diferenciarse como sistemas específicos en la sociedad (Luhmann, 2007a). Por ello, contrario a las perspectivas que enfatizan el declive o individualización religiosa como característica de la modernidad, la religión tiene, como fenómeno social, la capacidad para distinguirse de otros hechos sociales. De hecho, la existencia de una sociedad que se “aleja” o se “diferencia” de la religión posibilita la formación de una distinción religiosa. La religión observa al resto de la sociedad como un mundo secularizado, distanciado de ella, donde cada esfera no se rige más por normas o valores religiosos, sino por medio de aquellas que definen los p ropios sistemas (Luhmann, 2007b: 245). Con la capacidad para distinguirse en el nivel societal en un ámbito específico, la religión realiza sus diferenciaciones y expresiones colectivas en un plano interactivo y organizativo. Un sistema interactivo religioso se crea a partir de la presencia cara a cara de sus integrantes y se disuelve cuando esa posibilidad se pierde (Luhman, 2007a: 645). Son sistemas “efímeros” que aún carecen de una estructura formal aunque en ocasio nes están presentes fuertes liderazgos carismáticos. La organización religiosa representa en comparación con el sistema interactivo, una “adquisición evolutiva” (Luhmann y De Gio rgi, 1993: 365), al figurar como una construcción so cial autónoma que ha alcanzado una estabilidad en el tiempo, resultado de condicionar la pertenencia (Luhmann y De Giorgi, 1993: 366) y regular las relaciones entre sus miembros Precisamente el objetivo del presente artículo es proponer un esquema analítico para el estudio de las organizaciones religiosas a partir de la teoría sistémica de Niklas Luhmann que nos permita entender la lógica y especificidad del nivel organizativo de la religión. Esto import a consecuencias teóricas: a) consideramos que el proceso de diferenciación característico de la modernidad posibilita que la religión se distinga en un ámbito social específico; b) resultado de esa distinción la religión constituye sus expresiones colectivas en un nivel organizativo e interactivo; c) la distinción de los niveles que integran la religión: societal, organizativo e interactivo, es una delimitación importante en la teoría de Luhmann, que los otros enfoques no precisan o en su caso omiten. Las organizaciones al figurar como un plano específico, permiten contemplarlas como un campo de estudio; e) al observar a las or ganizaciones como sistemas sociales nos posibilita analizarlas desde su ló gica colectiva. Para el estudio de las organizaciones proponemos un marco analítico con base en tres dimensiones: 1) Una dimensión racional . En la cual se observan los acoplamientos estructurales que realizan las organizaciones como respuestas a los desafíos de su entorno, y los ajustes
internos que ello implica en su estructura y composición. Además de contemplar el marco n ormativo –planeación religiosa y normatividad en general- mediante el cual se intenta “racionalizar” las acciones de sus miembros a campos de interés o destinatarios prioritarios en su relación con el entorno. B) Una dimensión social . Dicha dimensión en las organizaciones muestra la forma en cómo construyen el consenso, enfrentan el disenso, atiende la diversidad interna y la participación de sus miembros (Luhmann, 2005: 27-28). Las organizaciones atienden la diversidad interna mediante las estructuras d e autoridad. Aquí resaltamos las relaciones desiguales entre sus miembros al ocupar posiciones diferenciales en las organizaciones: al existir una situación de autoridad, es imprescindible la forma en cómo construyen o propician la legitimidad entre su miembros. Con la legitimidad, las organizaciones aseguran su continuidad, sin embargo, es un ámbito donde enfrentan la contingencia que persiste en el horizonte con el probable rechazo de d ecisiones, las disputas doctrinales, incluso la separación o fractura interna. C) Una dimensión relacional. Las organizaciones son sistemas sociales que tienen la capacidad de relacionarse con otros sistemas de su entorno mediante la definición de destinatarios para su comunicación. A través de ellos, las organizaciones condensan las relaciones con su entorno. Las organizaciones desarrollan sus estrategias para ampliar su margen de acción e influir en el entorno social. En el caso del ámbito religioso existe una estructuración diferencial del juego inter-organizativo de acuerdo con el contexto social dond e se desarrolla: eso recorre escenarios de hegemonía religiosa de una organización, a otros de creciente pluralidad religiosa. Dichas dimensiones fueron derivadas a partir de la propuesta de Luhmann sobre los sistemas organizativos (Luhmann, 2005)1 y debido a su generalidad nos permite incorporar discusiones realizadas desde otros enfoques, en especial, las reflexiones desarrollas sobre sectas, iglesia, denominación religiosas, incluso de discusiones sobre las organizaciones religiosas de otros enfoques aquí s eñalados. A partir de esta propuesta se propone contribuir a la discusión general de las organizaciones religiosas.
Dimensión racional: Ajustes internos y marco normativo. La búsqueda de una racionalidad organizativa Las organizaciones en el transcurso del tiempo pasan por
1. Las tres dimensiones expuestas se definieron a partir de la teoría de Luhmann aunque con ciertas particularidades. Para Luhmann en los sistemas sociales se distinguen analíticamente la dimensión objetiva o material, la social y la temporal. En la dimensión objetiva, los sistemas sociales atienden la complejidad del entorno mediante la definición de temas de comunicación significativos (Luhmann, 1998: 91). Con la selección de temas, el sistema actualiza y reactualiza solamente un conjunto de posibilidades presentes en el entorno (Luhmann, 1998: 82). En las organizaciones los temas seleccionados se convierten en premisas de decisión, con las cuales se busca una racionalización en el proceso de toma de decisiones de sus miembros. Por ello, la dimensión objetiva será observada en las organizaciones desde el tema de la racionalización, lo cual explica que hayamos definido una dimensión racional. En la dimensión social, el sistema se constituye a partir de las posibilidades de comunicación entre alter y ego que pueden ser de consenso o disenso (Luhmann, __
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DEMETRIO FERIA
un proceso de cambio en sus formas y en su composición interna. Esto no implica necesariamente ir de las formas simples a las complejas, sino que abarca los escenarios posibles tales como aumento o disminución de sus miembros, procesos de diferenciación interna, desajuste y desequilibrio, “estancamiento” y desaparición, entre otros. No existe una linealidad en los cambios de las organizaciones religiosas, más bien se presenta una multiplicidad de vías y opciones. Para la constitución de una organización, se tuvo que adquirir una capacidad de autonomía, que permita producir sucesos internos –“que no tienen cor respondencia con el entorno”– (Luhmann, 2005: 16) y así d eterminar su propia reproducción o aquellas estructuras que sirvan a su conservación. En los casos en que el origen de la organización se encuentra en la experiencia de un grupo en torno a un líder carismático, fue necesario transitar por un proceso de institucionalización: el incremento en el número de seguid ores, y la búsqueda de mantener la memoria y la enseñanza del mito fundacional motivan a realizar una institucionalización donde se instaura una autoridad formal, una doctrina específica, roles diferenciados, así como determinadas reglas ética-morales que orientan el comportamiento de sus integrantes. Estos aspectos permiten a la organización dar continuidad a sus operaciones internas, imponer sus exigencias y establecer una identidad propia, así como límites simbólicos y físicos frente a su entorno social; además remiten a una dimensión temporal donde una acción colectiva religiosa logra construir autonomía y formalidad propias. Las organizaciones intentan “asegurar” su estabilidad a través de condicionar o regular sus relaciones para reducir la complejidad interna; con esa intención generan procesos de diferenciación donde se crean o modifican estructuras y procesos que responden a una necesidad de “racionalizar” las acciones de sus integrantes a determinados intereses, o metas especiales, y así mantener su permanencia en el ti empo. Dentro de las estructuras que establecen restricciones de cómo decidir y actuar en el presente se encuentran la tradición religiosa e historicidad . A partir de la tradición, las organizaciones realizan auto-reflexiones sobre los sucesos presentes; y frente aquellos problemas que simbolicen discontinuidades en la organización, se interpretan y solucionan en continuidad con su pasado. Así actualizan aspectos del entorno social que consideran relevantes para su conservación y que derivan en adaptaciones de su estructura, y de las premisas para la toma de decisiones. Las actualizaciones incrementan la complejidad interna y también la preocupación por racionalizar las acciones de sus miembros. A estos propósitos, algunas organizaciones incorporan procesos de planeación religiosa donde se delimitan prioridades –tales como campos o destinatarios prioritario s- tiempos para
su cumplimiento y evaluaciones permanentes. Sin embargo, la diferenciación de estructuras y procesos internos no solucionan el problema de toda organización de racionalizar y conseguir una coordinación de sus miembros y estructuras a ciertos ámbitos o intereses. Al contrario, cada ajuste trae una mayor diversidad interna lo cual incrementa la dificultad de obtener lo s resultados programados por la complejidad adquirida. Existen organizaciones religiosas que se caracterizan por realizar acoplamientos estructurales constantes frente a su entorno, con el propósito de conseguir “mayor profundidad en la compresión de la realidad” (Luhmann, 2005: 25), debido a que con eso se amplía su variabilidad interna en cuanto a estructuras, campos prioritarios para la acción de sus miembros, niveles organizativos que intervienen o diferencias en el tipo de integrantes que participan. Cada acoplamiento efectuado, trae consigo adaptaciones en diferentes ámbitos de la organización: en el sistema de creencias con la incorporación de temas para la auto-reflexión, o bien con la asimilación de nuevas doctrinas y prácticas religiosas; en su estructura interna con instancias encargadas de orientar el trabajo de los miembros a los diferentes intereses definidos; y en la relación con el entorno al incluir campos o destinatarios de su interés. De ahí que a causa d e la variabilidad adquirida, los procesos de racionalización operados tengan alcances limitados. Incluso, las innovaciones 2 que se intentan propiciar con las normas y la planeación aplicadas, tienen amplias posibilidades de fracaso debido al desencadenamiento de reacciones en sus estructuras y miembros que confirman o reac tualizan la forma de cómo se ha decidido tradicionalmente en los diferentes niveles de la organización (Luhmann, 2005: 95). Contrario a este tipo de organizaciones, existen otras con una menor propensión a realizar actualizaciones e incrementar su complejidad interna que se observa en su propósito de mantener su doctrina en estado de “pureza” y evitar cualquier tipo de influencia del entorno. Implementan una regulaciónnormativa estricta con sus integrantes. La complejidad que se adquiere tiene el propósito de evitar en sus miembros las influencias e interacciones exteriores del mundo por concebirlo en oposición a su identidad religiosa. Aunque todos estos aspectos, normativos y formales: reglas, planeación religiosa, cambios en la estructura y roles definidos, fijan restricciones en las acciones de sus miembros, también amplían su complejidad y con ello se incrementa la posibilidad de no alcanzar en sus miembros la “decisión óptima” deseada. Además todas las decisiones en la organización son contingentes, en tanto que existe la posibilidad no sólo de su aceptación sino también de su rechazo. Por ello, a pesar de que en la dimensión racional se busca optimizar la acción de sus miembros está lógica se encuentra limitada por una
1998: 94-95). En la discusión sobre las organizaciones religiosas esta dimensión la abordamos mediante la dualidad ortodoxo/heterodoxo y, como fue señalado, con el modelo de gobierno existente. En la dimensión temporal, el sistema ordena sus experiencias a partir del esquema antes y después (Luhmann, 1998: 92). Dicha dimensión no es abordada de manera específica en este trabajo, y es contemplada sólo para entender las variaciones en las dimensiones delimitadas. Finalmente, aunque Luhmann no establece una dimensión relacional en sentido estricto, en el caso de las organizaciones señala que son los “únicos” sistemas que tienen “la posibilidad de comunicarse con sistemas en su entorno”, y preferentemente con otras organizaciones (Luhmann, 2007a: 661-662). De di cho presupuesto es cómo definimos una di mensión relacional. 2. La innovación refiere aquella decisión realizada que se desvía de la manera de cómo tradicionalmente se ha hecho (Luhmann, 2005: 89).
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la exclusión de tendencias doctrinales que de no realizarse significarían alteraciones en sus confines. La visión doctrinal oficial para lograr un dominio en la organización, acopla creencias ubicadas más del lado heterodoxo, desarrolladas ya sea afuera o en la organización. Dimensión social: Autoridad, poder y No obstante, está pretensión en nada socava la existencia de nuevas interpretaciones: existe, de manera latente, la posibilidad conflicto en las organizaciones religiosas de su aceptación, también de su continuo rechazo con otra visión. En las organizaciones esto se intenta regular con En toda organización existe una autoridad establecida y “legítima” encargada de mantener y socializar la tradición principios de inclusión y exclusión, que definen compromisos entre sus miembros. Las organizaciones religiosas mantienen de su membresía. Las organizaciones religiosas condicionan la un sistema simbólico-religioso por medio de un conjunto de permanencia de sus miembros al cumplimiento de cierto cuerp o creencias y prácticas, las cuales remiten a un mito fundador, normativo y doctrinal. Un incumplimiento, desacato o posible y donde además definen una visión del hombre y del mundo “desvío” a la norma, o doctrina que marca la “tradición”, puede social (Willaime, 1997: 125). Este sistema simbólico es parte desencadenar una sanción o bien la expulsión del miembro. Existe una diferencia entre las organizaciones de central en la identidad de las organizaciones, y su distinción frente a otras confesiones religiosas. acuerdo con la rigidez o flexibilidad que muestran en su posición Cuando las organizaciones surgen en referencia a doctrinal y en la disciplina establecida para su cumplimiento otras o a un marco de creencias pre-est ablecido diferencian en sus miembros. Cada organización, en la definición de su su doctrina frente a aquellos para fijar mejor su originalidad y sistema de creencias, reduce las posibilidades de esa diversidad diferencia. La constitución del cuerpo doctrinal es parte de la de interpretaciones religiosas existentes en el mundo. Entonces, institucionalización que sufre un grupo religioso para preser var las organizaciones con base en sus principios de (inclusión/ en el tiempo las enseñanzas y el recuerdo del mito fundador. exclusión) abren o cierran el horizonte de interpretacionesEn ese proceso se enfatizan y seleccionan sólo ciertos aspectos religiosas que pueden s er incorporadas y rechazadas. Hay de ese pasado que buscan retener y socializar en sus miembros. organizaciones con una mayor propensión a construir doctrinas En torno a la doctrina se conforma un cuerpo de especialistas con un carácter más sincrético, o abierto a los aspectos culturales encargado de conservarla; figuran como los “auténticos” de su entorno. Otras en cambio, se encuentran en la tendencia intérpretes y responsables de codificar la tradición y socializarla opuesta al conser var su doctrina en un estado de “pureza”. Esas diferencias implican posiciones ideológicas frente en sus miembros por medio de ritos, declaraciones, documentos oficiales y de un proceso de enseñanza. Como cuerpo de al mundo. El rechazo a incorporar y conser var lo más “intacto” especialista basan su poder en un saber esp ecializado y en una posible su cuerpo doctrinal, podría estar en sintonía con una “capacidad” de interpretación de los textos y hechos sagrados. alta tensión ideológica con el mundo, que se aminora cuando En su posición de “guardianes” de la tradición, establecen se desarrolla una posición de mayor acoplamiento. Cabe señalar que la instauración de una doc trina una versión “oficial” de la doctrina, y a part ir de esta también desviadas señalan las interpretaciones consideradas como . y autoridades formales que s e encargan de conservarla, Esto se simplifica con la dualidad entre ortodoxo/ evidencian un proceso de centralización que deriva en la heterodoxo misma que varía en el tiempo. En un momento generación de jerarquías con una distinción entre portadores de lo situado como orto doxo puede ser visto en otro como cargo y entre subordinados (Luhmann, 2004). Invariablemente, heterodoxo y viceversa. Esa distinción, está asociada al principio ello nos remite al poder que se expres a en la capacidad real de autoridad: se aproxima más a la visión ortodoxa cuando se o posible de un miembro o grupo para provocar decisiones coincide con aquella que sostiene la autoridad legítima, que vinculantes en los miembros de la organización debido a la es la encargada de definir en un momento y espacio determinado “amenaza” latente de recibir alguna s anción. De ahí que el la recta fe y como consecuencia excluir a las posibles “herejías”. poder implique una relación entre miembros que pueden estar Por ello, se acerca a lo heterodoxo cuando existe una en una posición distinta o semejante en la jerarquía, y que refleje mayor distancia y cuestionamiento a la autoridad. Lo heterodoxo una situación desigual entre ellos, asociada con las capacidades muestra la contingencia en la organización, expresada en una y posibilidades diferenciadas para propiciar un tipo de influencia probable vía de rechazo a la postura oficial, con conflictos y en la organización. disputas doctrinales, e incluso con experiencias cismáticas y el Aunque la estructura organizativa formal establece surgimiento de otros grupos religiosos basados en una doctrina cargos entre sus miembros, con mayores posibilidad es para opuesta, así como en un nuevo principio de autoridad religiosa. propiciar algún tipo de influencia en la organización, no excluye Al mismo tiempo, representa la posibilidad para establecer que existan otros integrantes que fuera de esa estructura límites en la organización sobre su sistema de creencias, con mantengan un margen importante de acción, precisamente dimensión social donde se observan resistencias, negociaciones, y conflictos que evidencian complejas relaciones de poder entre miembros y grupos con posiciones diferentes en la organización.
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por su capacidad para resolver ámbitos significativos para la organización. Sin desconocer esa posibilidad, las organizaciones religiosas tratan de regular su diversidad con una autoridad formal que por medio de sus decisiones obtengan una capacidad de vinculación “colectiva”. Para generar esa vinculación colectiva es indispensable que la autoridad religiosa sea considerada y aceptada por sus integrantes como un poder legítimo. De ahí que como en toda autoridad política, se necesite fundamentar o justificar su poder a fin de conseguir un determinado consenso que le permita desarrollar sus acciones con la mayor “eficacia” posible, y cumplir con sus funciones esenciales. Dicha fundamentación constituye un marco ideológicodoctrinal con el cual se busca propiciar el reconocimiento de sus miembros como autoridad legítima y que ello se traduzca en “obediencia”. La aceptación de la autoridad contribuye además a legitimar el uso de un sistema coercitivo y de sanciones que figuran como factores para obligar a sus miembros a realizar una acción específica. La creencia en la legitimidad del poder y su traducción en determinado consenso en sus integrantes contribuye a qu e la organización obtenga una estabilidad temp oral. De igual forma, cabe señalar que los momentos de desestabilización, ya sea que se deba a una disputa interna o a factores externos a la organización, están relacionados, de manera indirecta o directamente, a una crisis o impugnación d e la legitimidad. La existencia de una autoridad “legítima” reproduce distinciones en la organización que remiten a esa d esigualdad en la distribución del poder. Una primera, es la generada entre clérigo/laico : donde los primeros destacan como un cuerpo de funcionarios-especialistas que detentan el monopolio de la gestión de los bienes de salvación, y fundan su poder en la creencia de ser los depositarios legales y la autoridad legítima en la organización; son los autorizados en determinar la legitimidad de las creencias e interpretar la tradición; en cambio los segundos están en una situación de exclusión de dicho trabajo religioso y en una posición jerárquica de “subordinación” (Bourdieu, 2006: 42-43). En muchas ocasiones, la distinción del clero como especialistas religiosos, frente a lo s laicos es t raspasada, cuando los últimos p or la complejidad adquirida en la organización, logran especializarse e intervenir en áreas o espacios importantes, como puede ser el trabajo que se realiza hacia sus miembros o en el entorno social. Con ello muchos grupos de laicos amplían su margen de acción, y su capacidad de influencia en las decisiones d e la organización (Crozier y Friedberg, 1990: 71). De ahí, que resulte otra posible distinción interna basada no sólo en una posición jerárquica, sino en las mayores capacidades que muestran un grupo en influir sobre las decisiones y la orientación de la organización religiosa: con ello se define una élite religiosa o élites religiosas, frente al resto de los integrantes de la organización. La(s) élite(s) pueden estar formada(s) tanto por clérigos como laicos (Vallier, 1970), y de acuerdo con la organización o contexto específico se puede
observar élites en competencia y en flujo contaste, donde logra dominar una élite, sobre otras minoritarias, con un carácter más o menos homogéneo por compartir intereses similares y mantener entre sí cierta cohesión. Las decisiones de la élite buscan influir en el resto de sus integrantes para orientar a la organización a una determinada estrategia en la sociedad. Muchos de los procesos de racionalización o diferenciación en las estructuras internas de la organización son impulsados, precisamente, por la élite religiosa, para conseguir la “influencia” deseada en las decisiones de sus miembros. Además, en la organización se desarrollan relaciones con un carácter más “horizontal” entre grupos o miembros “semejantes”. Así se obser van las siguientes: laicos/ laicos, clérigo/clérigo, y élite/élite, que a pesar de ser parte de un mismo segmento mantienen identidades y t rabajos diferentes en la estructura organizativa. Aunque entre estos grupos la característica principal es una relación entre “semejantes” no implica que existan unos con más posibilidades que otros para influir en la organización. Las relaciones mencionadas se desarrollan en marcos o modelos organizativos diferentes, por medio de los cuales se instituyen los órganos que concentran las funciones de imponer las reglas éticas-religiosas, y de tomar las decisiones (doctrinales, organizativas, disciplinarias) que orienten el trabajo de la organización. Estos modelos representan formas distintas en que se estructura la autoridad religiosa y la relación entre sus miembros. En ese sentido, muestran lógicas diferentes en la manera en que hacen participes a sus fieles en la toma de decisiones, atienden los conflictos y la diversidad interna. En la conformación de sus estructuras organizativas, cada modelo conjuga los principios de centralización/ descentralización , ya sea que pongan mayor énfasis en el primero o en el segundo, o bien que intenten conciliar ambos. En todas las organizaciones resulta imposible encontrar un estado de total centralización o d escentralización. De hecho la formación de una organización con el est ablecimiento de una autoridad implica un grado de centralización, y siempre está acompañado de un proceso de descentralización que lleva a delegar a ciertas unidades un conjunto de decisiones.
Dimensión relacional. Vínculos con la sociedad y relaciones inter-organizativas religiosas Las organizaciones religiosas son sistemas sociales que tienen la posibilidad de vincular, en nombre de la organización, a sus miembros con el entorno social y con otras organizaciones (Luhmann 2007a: 661-662). Para ello, las organizaciones religiosas definen estrategias que orientan con su doctrina, su disciplina interna y su estructura organizativa a un tipo de
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relación con su entorno. Esta relación varía por el “grado” de “distancia o tensión social” que establece cada organización con la sociedad: se traduce ya sea por su mayor alejamiento con ésta, en posturas de rechazo o competencia, o bien, por su menor aproximación con acciones de apertura o acomodamiento con su entorno. Con relación a las posiciones de mayor rechazo se presentan dos variantes. La primera corresponde a una oposición extrema con la sociedad que se presenta en una estrategia que aísla a sus miembros de su entorno social. Para ello, establecen una regulación estricta con sus integrantes, asociada con sus hábitos, formas de vestir, relaciones comunitarias y procesos de socialización, que permitan a la organización religiosa evitar las influencias exteriores del mundo por concebirlo en clara oposición a su identidad religiosa (Wilson, 1970; Pace, 1997). Esto puede presentarse en algunos casos con una segregación espacial, con la cual se delimitan al mismo tiempo de una frontera simbólica, otra territorial que contribuya a lo s fines organizativos de controlar en un espacio determinado las interacciones de sus miembros y sus relaciones con el entorno. Dentro de esta misma tendencia de rechazo, se encuentra una segunda postura que no implica una fuga de la sociedad, sino la determinación de reconquistarla. En lo ideológicodoctrinal se mantiene el rechazo a la sociedad por considerarla que representa un mundo secularizado d esvinculado cada vez más de lo sagrado. Sin embargo, se asume que como grupo representan la solución y salvación para esa sociedad, de ahí que busquen su reconquista y restauración religiosa -moral. Aunque todas las organizaciones religiosas mantienen una tensión con la sociedad, ésta disminuye cuando aquellas muestran un acoplamiento a los procesos sociales y a su intervención. En esta línea se encuentran organizaciones que en un aspecto ideológico si bien mantienen ámbitos de oposición con la sociedad, plantean transformarla al considerar sus estructuras sociales como injustas. No intentan, en este caso, generar un cambio en cada persona, sino en el conjunto de la sociedad ( Wilson, 1970).
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En esta misma línea se ob serva un mayor acercamiento con la sociedad cuando se enfatiza una estrategia que prioriza la cultura como campo de su trabajo pastoral en la sociedad. De las diferentes culturas se aceptan elementos tanto positivos como negativos. Algunos de esos aspec tos positivos se emplearán en su trabajo religioso para acercarse a los diferentes grupos sociales e intentar cambiar los negativos. En un nivel ideológico se construyen también doctrinas más propensas al “sincretismo religioso y cultu ral” (Pace, 1997: 40) y menos a preservar su “pureza”. El caso extremo en esta tendencia de acoplamiento, se da cuando la organización acepta un lugar en “el orden establecido en la sociedad” y se deja la actitud de confrontación para pasar a una de legitimación total. En lo doctrinal sucede, lo que Berger (1994) señala como rendición cognitiva donde se adapta a la ideología secular imperante, y frente a sus miembros, las organizaciones funcionan como instancias de s ocialización e inserción en el orden social. Cada organización puede transitar por varias de esas posturas, vincular dos o más o permanecer con sus matices en una sola. En su relación con la sociedad, parte impo rtante para las organizaciones es la que se establece con el Estado y otras organizaciones religiosas. Algunos de los aspec tos del rechazo o acercamiento con la sociedad se encuentran asociados con el Estado y otros están en referencia a organizaciones religiosas. Cada organización, a partir de la autoridad, la estructura organizativa y la tradición, establece su distinción y diferenciación frente a otras organizaciones. Eso significa el establecimiento de límites que permiten regular la entrada y salida de sus integrantes. Las organizaciones realizan inclusiones con las cuales establecen la calidad de miembros, y al mismo tiempo exclusiones que diferencian al resto como no- miembro. Por esa razón, aunque discursivamente alguna organización se adjudique una representación mayoritaria de la población, ninguna puede abarcar las diferentes expresiones generadas en el sistema de la religión ni tampoco al conjunto de la s ociedad. Al contrario, ante la imposibilidad de abarcar al conjunto de la
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sociedad, las organizaciones religiosas seleccionan destinarios o campos prioritarios de su comunicación mediante los cuales se propone mantener y ejercer una determinada influencia social. Por ello, es mediante esos campos o destinarios en los cuales las organizaciones condensan su relación y comunicación con el entorno. Las exclusiones realizadas por las organizaciones religiosas representan nichos vacíos –sectores poblacionales o espacios- que pueden ser cubiertos por otra organización, sea o no religiosa. Para cubrir o influir en estos nichos vacíos, las organizaciones realizan prestaciones de otros sistemas sociales como el educativo, el político y el cultural, y emplean medios de difusión que les permiten superar las limitaciones espaciales. Esa participación en dichos campos se debe a que las organizaciones religiosas “presuponen en el entorno destinatarios de comunicación” (Luhmann, 2004: 270). En la búsqueda de adhesión de nuevos miembros, y en la decisión por influir en determinados dest inatarios, las organizaciones religiosas compiten entre sí y también con otras organizaciones sociales. En esta competencia, las organizaciones definen estrategias con las cuales se hacen presentes en el entorno social, y en este sentido orientan a sus miembros con sus auto-reflexiones, estructuras y su planeación religiosa para cubrir ciertos ámbitos o sectores de su interés. En la competencia religiosa no todas las organizaciones tienen la misma capacidad para incorporar miembros e influir en sus destinatarios prioritarios. De acuerdo con el contexto social se conforman ámbitos organizativos donde predomina una organización religiosa sobre el resto de las organizaciones, debido a que cuenta con diferentes bases de influencia para mantener e incrementar su presencia social; o bien en un caso opuesto, se forma un ámbito organizativos donde existe una condición de relativa igualdad, en tanto distintas organizaciones muestran capacidades similares y contención entre sí. Esas diferencias en la formación de los sistemas organizativos, nos remiten a variaciones en la forma en cómo se estructura el escenario y la competencia religiosa. La consolidación de una organización mayoritaria, en ciertos casos aún con una posición hegemónica, marca una d esigualdad en la competencia religiosa con relación a otras organizaciones religiosas minoritarias. Este modelo estaría representado con el esquema centro/periferia (Luhmann, 1993: 286 -325). Del lado de la periferia existen una variedad de organizaciones religiosas, que a pesar de sus menores capacidades, significan una competencia y desafío para el centro en tanto representan la posibilidad futura de revertir dicha situación. Un escenario opuesto es aquel donde se presenta un pluralismo religioso. Mientras en el anterior hay un centro u organización dominante frente a grupos periféricos o minoritarios, el pluralismo religioso se caracteriza por la ausencia de un centro religioso de poder, donde hay un campo segmentado y existen múltiples “centros” debido a la presencia de varias organizaciones que cumplen con la función de contención y control entre sí. En ambos escenarios, sin embargo, la relación entre
las organizaciones religiosas genera influencias mutuas que se traducen en cada organización en diferentes ámbitos: a nivel doctrinal o teológico con la introducción de nuevos ritos o discusiones teológicas que actualizan aspectos de su entorno religioso; en lo estructural con la incorporación de modelos de gobierno y la creación de nuevas instancias especializadas, y en lo estratégico en las formas de cómo se hace presente en el entorno social. Estas influencias mutuas nos reflejan la conformación de ámbitos organizativos interdependientes, que se expresan en ese entramado de organizaciones en un estado de competencia. Por eso, los contextos de competencia manifiestan una diferenciación en el plano organizativo religioso, que se traduce en una mayor complejidad, y representa para cada organización la formación de entornos religiosos dinámicos y contingentes. De ahí que una de las formas que se respon de a ese entorno dinámico sea con ajustes internos y redefinición de estrategias pastorales. Así, el incorporar como marco referencial a la teoría de Luhmann, se consideró a las organizaciones religiosas como un nivel de la religión que no abarca a la totalidad de los hechos religiosos, pero que eso no significa ni su devaluación como objeto de estudio, ni como expresión colectiva religiosa. De hecho, con la distinción organización/entorno religioso, se presupone la existencia de una mayor complejidad fuera de los sistemas organizativos. En consecuente, la constitución de cada organización representa reducciones de esa complejidad y variabilidad existente en el entorno socio-religioso. m
REFERENCIAS Berger, P. (1994), Una gloria lejana: La búsqueda de la fe en época de credulidad , Barcelona, Herder. Bourdieu, P. (2006), “Génesis y estructura del campo religioso”, Relaciones, otoño. Crozier, M., y E. Friedberg (1990), El actor y el sistema. Las restricciones de la acción colectiva , México, Alianza Editorial Mexicana. Luhmann, N., y R. De Georgi (1993), Teoría de la sociedad , México, Universidad Iberoamericana/Universidad de Guadalajara/ITESO. Luhmann, N. (1998), Sistemas sociales: Lineamientos para una teoría general , Barcelona, Anthropos/Universidad Iberoamericana/CEJA. _____, (2004), La política como sistema , México, FCE/UNAM/Universidad Iberoamericana. _____, (2005), Organizaciones y decisión. Autopoiesis, acción y entendimiento comunicativo, Barcelona, Anthropos. _____, (2007a), La sociedad de la sociedad , México, Herder- Universidad Iberoamericana. _____, (2007b), La religión de la sociedad , Madrid, Trotta. Pace, E. (1997), Le sette, Boloña, Il Mulino. Vallier, I. (1970), Catolicismo control social y modernización en América Latina, Buenos Aires, Amorrortu. Wilson, B. (1970), Sociología de las sectas religiosas , Barcelona, Guadarrama. Willaime, J.-P. (1996), “Dinámica religiosa y modernidad”, en G. Gilberto (coord.), Identidades religiosas y sociales en México , México, IIS-UNAM/IFAL.
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C on t ra d ic c i ó n y c o nfl ic t o e n l a
definición de la sociedad moderna
por MÓ NICA ELI VIER SÁNCHE Z GON
na de las críticas a la teoría de sistemas de Niklas Luhmann es la ausencia del cambio, de la revolución social. Críticas que hacen parecer que la sociedad está condenada a la estabilidad permanente de los sistemas, a conser varse y, que en esa dirección, es ciega a las movilizaciones sociales, a la protesta, a la anarquía, a la inconformidad de sí misma. En este contexto las reflexiones que a continuación se presentan quieren exponer un panorama que problematice dicha óptica. Para ello apela a las condiciones que definen a la sociedad moderna. En ellas hay elementos que cuest ionan la estaticidad, la falta de cambio, de revolución, de anarquía, de contradicción de la sociedad. La manera de trabajar es a partir de la pregunta por las condiciones de posibilidad de la negación, la contradicción y el conflicto en la sociedad moderna. La hipótesis de partida concibe que los elementos para la contradicción, el conflicto y el quiebre estructural están en los sopor tes limítrofes de la sociedad moderna. La distinción, como punto de partida, es el primer recur so que lo hace posible, al definirse como una cesura que separa entre dos lados uno queda excluido forzosa e irremediablemente. La comunicación, operación propia de la sociedad, es una distinción que excluye entre sí/no para poder continuar con su autopoiésis. Hasta el
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momento la afirmación del “sí” define uno de los lados de la autopoiésis y autorreferencia de la sociedad. Sin embargo, para que autopoiésis, clausura operativa y autorreferencia/ heterorreferencia se consigan plenamente el “no” queda del otro lado, a la sombra. Sólo por esa posición que guarda es posible la continuidad de la soci edad en torno al sí. En esta dirección la pregunta se perfila es: ¿cómo es posible que la sociedad albergue la contradicción en su medio que es el sentido y en la operación que le es propia, la comunicación?, ¿cómo es posible que contradicción y conflicto sean inherentes a la sociedad? Esto último como resultado de la for ma de dos lados que es la comunicación, en particular, cuando el “no” está presente en el acontecimiento comunicativo. El sentido como medio de la comunicación la expone a la actualización afirmativa del “no”, tanto como al “sí”. ¿Cómo es posible que el “no” de la comunicación produzca contradicciones y conflic to en la sociedad? El punto de partida de las reflexiones aquí vertidas es teórico, su objetivo es apelar a la propuesta de Niklas Luhmann. El argumento principal es que su teoría consigue observar cómo se define la sociedad moderna sin desdibujarse por los fenómenos que en ella acontecen (Luhmann, 2007). La ventaja más relevante es que permite observar la constitució n de la
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sociedad, su operación, expectativas, estruc turas, emergencia y reproducción en torno a límites definidos, manejo de complejidad, disposición heterárquica por funciones, así como la diferencia entre la operación y la observación de la sociedad. Precisamente la distinción entre observación y operación permite diferenciar el plano al que nos referimos cuando se habla de la contradicción y conflicto. Las reflexiones giran en torno a la operación de la sociedad, no a las observaciones que sobre dichos conceptos pueden hacerse. Las unidades que aquí se observan dan prioridad a la contradicción enraizada en el medio y operación de la sociedad. La cuestión de la revisión semántica, de las grandes teorías que se han especializado en este problema se aplaza en aras de mostrar desde esta teoría las perspectivas que puede aportar.
Un modelo analítico para la observación de contradicciones y conflicto en la sociedad moderna La teoría de sistemas provee de recursos analíticos para obser var la manera en que los sistemas sociales producen contradicciones y conflicto desde sus recursos de definición más abst ractos. A esto se refiere la propuesta de un modelo analítico para explicitar la contradicción y conflicto de la sociedad y los sistemas psíquicos en su condición de sistemas de sentido. El primer recurso es la distinción entre la operación y la obser vación, que es válida para ambos tipos de sistemas. Cuando se trabaja la producción de contradicciones en los sistemas de sentido, no se le puede colocar sólo como el resultado de observaciones. Las contradicciones no son atribuciones semánticas que se han condensado y posibilitan el reconocimiento de más contradicciones en uno de los planos, el de la observación. Al contrario, la diferencia entre la operación y la observación permite distinguir la producción d e contradicciones en cada una de dichas instancias. Las contradicciones en los sistemas de sentido se presentan por partida doble en la operación y en la observación. La diferencia apunta a dos formas de producción de contradicciones, en la operación la contradicción está en la autopoiésis sistémica. En la observación la contradicción se orienta por distinciones y opera indicaciones (Luhmann, 1998). La primera implica que las contradicciones son una forma determinada que seleccionan las operaciones de enlace. Por ello la contradicción se presenta en la autopoiésis de los sistemas de sentido y atraviesa su organización. A diferencia de la observación donde las contradicciones refieren a la indecisión. Resultado de la imposibilidad de cubrir la distinción con indicaciones mutuamente excluyentes. Hasta aquí un primer punto de partida, es que las contradicciones son propias de los sistemas de sentido, tanto comunicación como conciencia son sus operaciones específicas. Las contradicciones son producidas, por ejemplo, por la negación de la comunicación. En est a secuencia, el siguiente movimiento consiste en especificar que el tratamiento que aquí se propone es sobre las contradicciones de los sistemas so ciales. Sin embargo, la tarea preliminar es
explicitar la manera en que las contradicciones suceden en el sentido, dado que es el medio del sistema. El sentido en la reproducción de los sistemas es en un primer momento es requisito de los soportes estructurales de los sistemas, en las condiciones basales que permiten el cauce operativo. Así, es como las contradicciones afectan la autorreferencia de los sistemas. Aun cuando la contradicción pueda presentarse como forma semántica, cuya función es coordinar la autopoiésis y la observación, separar y unir, su raíz está en los límites de los sistemas con una función y for ma que interviene desde los momentos de definición. Lo que significa que la contradicción tiene una función doble bloquea y desencadena su reproducción, por lo tanto, permite que el sistema conserve cierta indefinición durante su autopoiésis. Esta referencia expone que las contradicciones condicionan la autopoiésis de los sistemas en todo momento. Con esto hay un primer cambio de perspectiva porque los sistemas no son ajenos a las contradicciones en sus últimos fundamentos, antes bien, un rasgo característico es que tienen que hacerles frente pues en ello va su propia permanencia. Elementos que acentúan esta posición están en la función y la forma de la contradicción, la primera, está en la autorreproducción, la segunda, en la coacción que ejerce sobre la autorreferencia y que le permite concebirse como una autorreferencia sistémica plena. Precisamente porque el sistema consigue lidiar con la gran cantidad de posibilidad que resultan de la incesante autopoiésis del sistema. Las distinciones que emergen son un pool que considera aquellas que son afirmadas por los sistemas , su realidad operativa, las que qu edan como posibilidades y, finalmente, aquellas que son negadas. El planteamiento de las contradicciones como condición de autorreferencia trae una secuela específica, muestra que desde la base de los sistemas se produce una segunda contradicción. El hecho que la contradicción goce de una función operativa en los sistemas lleva a que ellos en sus operaciones incrementen las restricciones encaminadas a contrarrestar la presencia de contradicciones en sus procesos internos. Les obliga a disminuir las posibilidades internas de la contradicción. Ya que hasta el momento hay que recordar que, un primer momento de presencia de las contradicciones es en la autorreproducción de los sistemas, en su autorreferencia. El que se deriva de ellos, inaugura, ya al interior la presencia de contradicciones, a las cuales, en caso de presentarse tiene que hacerles frente. La doble presencia al sistema le representa un problema, la resistencia, respuesta y cobertura del gradiente de capacidad de restricciones/posibilidades que limitan a las contradicciones. Porque aquí no sólo se pone en juego la autopoiésis de los sistemas, sino también la condición de su medio, el sentido. El gradiente de capacidad está expuesto siempre a todas las remisiones de sentido (Luhmann, 2007), porque la reproducción sostenida de los sistemas genera ese pool de distinciones. Entonces, en el horizonte de reproducción está la posibilidad que las contradicciones del sentido sean actualizadas como contradicción, que a partir de ellas se pueda construir, que la contradicción misma sea el punto de partida. Es decir, que en uno de los momentos de autorreferencia en
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la reproducción del sentido se afirme en la autopoiésis de los sistemas de sentido. Todo sentido incluye su negación, a esto se conoce como condición de posibilidad propia del sentido. ¿Cómo es posible que la contradicción produzca unidades que atraen y producen más contradicciones a partir de ellas? El establecimiento de unidades en torno a la contradicción es la base de la formalización de la exigencia de unidad de las contradicciones. A partir de las contradicciones es que se producen unidades que atraen a contradicciones. En ello radica la autorreferencia y, a partir de ello, la heterorreferencia. Desde aquí las propias contradicciones se someten a condiciones sistematizadas y, por ello, contraladas. La forma de la contradicción es producto de la lógica de cada sistema (Luhmann, 1998). Cuando por lógic a se entiende el sistema de reglas que condiciona las contradicciones a partir d e lo que no es contradictorio para el sistema. La propia lógica, como elemento de referencia para el manejo de lo sistémicamente estable, direcciona la construcción negativa en él mismo. En su calidad de subproducto de la propia lógica, no al margen de la misma, ya que por el condicionamiento de las contradicciones, son las contradicciones las que permiten a los sistemas dejar marcada la entrada para su producción. Las contradicciones cuando se sistematizan en unidades definibles y que se distinguen, consiguen tanto sistematizarse como controlarse. La lógica da cuenta de ello porque las contradicciones son uno de los produc tos derivados del control que los sistemas establecen. Entre más control se presente más p osibilidades para que demanden su actualización se presentan.
Las contradicciones de los sistemas sociales Anteriormente se ha expuesto la relación intrínseca que sostienen las contradicciones con los sistemas de sentido, tan propia a ellos, que no consiguen excluirla por completo. Antes bien, logran, por su resistencia a ella abrirle paso. Una forma específica de contradicción acontece en los sistemas sociales, cuando se produce la negación de la comunicación. La cual resulta de los propios controles lógicos del sistema que, en aras de sostener un control sobre los límites de los sistemas, produce comunicaciones negativas respecto de dichos controles.1 El impacto que las negaciones adquieran depende d e la manera en que se disponga y presente en el sistema. El primer momento apunta en dos direcciones, una, es si la negación se corresponde con una expectativa, es decir, si señala hacia la orientación desde la que se reproducen los sistemas. La otra, si sólo la perfila hacia dicha expectativa, en cuyo caso la relación que s ostiene el sistema con ella es diferente, sólo apunta a la condición de
reproducción de la comunicación. Donde la contradicción es producto de la autorreferencia comunicativa. La diferencia respecto de la primera está en que, dirigirse hacia la expectativa que orienta a los sistemas, indica la posibilidad de trascender la posición de autorreferencia de la comunicación. Porque puede, o no, llegar a formalizar su condición de negación, ahora en el interior de los sistemas, puede interpelar la reproducción estandarizada de los sistemas sociales. La formalización de las contradicciones implica que el sistema las reconoce propias, lo que sucede en el momento de la reproducción del sistema (Luhmann, 1998). Porque, como se ha insistido, las contradicciones son una de sus condiciones basales. De tal manera que las contradicciones siempre son contradicciones de los sistemas de sentido, en este caso, contradicciones de los sistemas sociales. Su presencia no t iene un tiempo específico en los sistemas ya que, la oposición a lo establecido puede suceder sin previo aviso. En el momento en que se incorpora a la comunicación, con la que es incompatible (aquella sobre la que el sistema se actualiza), se vuelve contradicción. Cabe señalar que las contradicciones contribuyen a la autorreferencia de los sistemas de sentido, pero que esto no significa que pueda trabajar en la misma dirección que las actualizaciones que no lo son. Así como las posibilidades no se actualizan cuando el sistema actualiza una distinción, ya que su función está en su condición de po sibilidad. Desde esta perspectiva la función específica de las contradicciones es cuestionar, poner en peligro la seguridad del sistema, 2 desestabilizarlo. Cuando las contradicciones se presentan como amenaza al sistema se pregunta el rumbo y el carácter que tienen. El rumbo es, por lo menos inicialmente incierto, su dirección depende de la manera en q ue las contradicciones consigan actualizarse en el sistema. Otra facultad es el carácter que pueden adquirir, si será o no reconciliable para él, las contradicciones establecen formas específicas de estructurarse, de posicionarse. Frente a ellas, los sistemas tienen recursos generales de respuesta que se especializan en función de las demandas particulares de las contradicciones. 3 La inestabilidad que producen las contradicciones al sistema tiene una función específica, la inseguridad sobre la dirección de enlace de los acontecimientos del sistema, sobre los enlaces de las comunicaciones. El sistema espera que cada actualización enfrente y supere las contradicciones que se presentan, cuando eso no sucede entonces tiene que trabajar en dos direcciones. Una, la preservación de su autopoiesis, la otra, el manejo de las contradicciones, de la inestabilidad qu e pueden producirle. Las resonancias son inmediatas porque el sistema no está plenamente preparado al interior para darles respuesta, está frente a una novedad, a una información y ello le implica tiempo. Por ello, se consideran disposiciones especiales que amplifica la inseguridad del sistema, la paradoja se produce, porque esto acontece al mismo tiempo que el sistema actualiza
1. Cuando se habla de comunicaciones que se niegan es importante tener presente que la negación es negación que producen los sistemas, ellos las establecen al mismo tiempo que los dispositivos para hacerles frente. Por lo tanto, el trabajo sobre negaciones particulares responde a la historicidad de los sistemas sociales presente, tanto en sus operaciones como en sus observaciones. 2. Precisamente por ello satisfacen la autorreferencia del sistema porque interpelan al sistema desde la contradicción misma. 3. El proceso de especialización frente a las contradicciones obedece a la historicidad tanto de las contradicciones como a la del propio sistema, por lo tanto no es predecible, ni predictible. El sistema produce recursos generales para hacer frente a las contradicciones, en particular para aquellas que amenazan su autorreferencia. En conjunto, las contradicciones ponen a prueba al sistema que también requiere de inestabilidad latente para que pueda fortalecer y desarrollar sus propios límites.
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las distinciones estandarizadas, las que considera reales. Una de las impresiones que genera en el sistema es que hace de la contingencia un elemento que el sistema excluye, porque las coloca del lado de la imposibilidad. El sistema no puede asumirla como un recurso inherente a la autorreproducción, tiene que hacerse cargo porque lo que está en juego es la exclusión del sistema en el sistema (Luhmann, 1998). El sistema se mueve porque un recurso que marca la autorreferencia demanda el mismo estatus que las distincion es que afirma como su realidad. Una forma de lidiar con la inseguridad promovida por las contradicciones es mostrando que son capaces de producir enlaces en el sistema. Que la exclusión sobre la que emergen puede incluirse en su calidad de exclusión.
La profundidad de las contradicciones en los sistemas sociales Hasta aquí se ha expuesto la posición, la función y el plano general en el acontecen las contradicciones en los sistemas sociales. La profundidad y las diversas dimensiones qu e tienen en los sistemas es una pregunta que no puede obviarse, debido a que ella expande la particularidad que en la teoría de sistemas tienen las contradicciones como motores de autop oiésis y autorreferencia. Una de las múltiples dudas que el lector puede tener es sobre la posición de las contradicciones en los sistemas sociales. Si bien es cierto, se ha presentado que están en los límites y, de ahí, los retos y problemas que representan ya en el interior. Pero al volver sobre ellas y sobre lo que desencadenan en el sistema entonces se establece que la relevancia está en el sistema que desencadenan, aquel que acentúa la diferencia entre la estructura de los sistemas y su autopoiésis. Abren la puerta al sistema inmunológico de los sistemas sociales, cuya responsabilidad principal es procurar y proveer para el sistema de respuestas inmediatas para resp onder frente a cualquier perturbación del entorno y de su reproducción. Las contradicciones desencadenan el trabajo del sistema inmunológico, tanto como lo hace el dolor. La respuest a de la inmunología cuando responde a las contradicciones n o requiere procesos cognitivos 4 que orienten su función, apela a la seguridad operativa del sistema y en es ta dirección a la preservación de sus límites y todo lo que los define, ahí sí, quedan incluidos los procesos autodescriptivos. La inmunidad que provee al sistema no es para atacar específicamente a la contradicción, sino p ara proveerle de recursos que tengan presente el incremento de complejidad. El sistema incrementa su nivel de selectividad para discriminar aquellas que son contradicciones, es decir, si una vez reunidas en torno a una expectativa pueden tratarse de acuerdo con lo previsto, o si éste
requiere mayores recursos para hacerles frente. La cobertura del sistema de inmunidad no obedece a la contención plena de eventos que le pongan en peligro, sino a la condiciones para que pueda hacerles frente en un amplio margen. Entre más sea puesto a prueba el sistema inmunológico de los sistemas sociales tiene mayor solvencia para hacer frente a la complejidad. La función que tienen las contradicciones en los sistemas inmunológicos es como alarma permanente (Luhmann, 1998; 2007 y 2002), ya que: “Sirven como sistema de inmunidad dentro del sistema mismo, lo cual exige de ellas una gran movilidad, una continua disposición para entrar en acción, activación ocasional, una aplicación universal” (Luhmann, 1998). Las contradicciones están dispuest as de una manera orgánica en los sistemas, su función resulta vital porque activan los circuitos de inmunidad y con ello los resguardan permanentemente. Esta es la explicación de mayor abstracción en torno a las contradicciones, la que muestra la profundida d de su raíz, tanto en la estructura donde yace el límite y la diferencia de los sistemas, como en su sistema inmunológico que es dond e se resguarda de su complejidad. Las actualizaciones del “no” pertenecen al sistema desde sus recursos constitutivos, tan posible como el sí, tan aglutinante como el propio, tan móvil y volátil como el sí. Donde la contradicción es la mejor vacuna contra la contradicción,5 de acuerdo con Luhmann. Le concede a los sistemas hacer frente al cambio en los términos del cambio mismo, porque contribuye a que las rígidas es tructuras conserven flexibilidad y alejen la aniquilación que la extrañeza a las contradicciones le ocasionaría. Porque las contradicciones siempre presuponen la relación que sostienen las estructuras con sus acontecimientos. Los acontecimientos pueden adquirir la forma de contradicciones, tanto como la forma de acontecimientos que se afirman en el rumbo del sistema. En este último punto, la emergencia de las contradicciones como acontecimientos, guarda una estrecha relación con el presente sistémico, es en el donde acontecen, donde suceden y exponen la dualidad de los acontecimientos. Tan altamente probable es uno como el otro, así como, de hecho porque uno sucede el otro también sucede, la diferencia es que uno actualiza el sí de la comunicación, mientras que el otro actualiza el no. Al ver con mayor puntualidad la manera en que trabajan las contradicciones en el sistema, adquiere relevancia y se vuelve más clara la afirmación de la teoría de sistemas que apunta que la actualización del “sí” es posible por un “no”, donde el “sí” se ve y el “no” sólo se puede ver por ese sí. Tan abigarrada afirmación ahora adquiere dimensiones y profundidad para la comprensión del funcionamiento de los sistemas sociales. Ya que la función del no se relaciona con las contradicciones, con la negación y el cambio, de acuerdo con lo s momentos, planos, relaciones, funciones y posiciones descritas con anterioridad. La advertencia y alarma que desencadenan las contradicciones afianza el “sí” en torno al cual se organiza
. 4. Cuando se habla de procesos cognitivos asume que son producto del sistema de la ciencia, es decir, del sistema que tiene la función de producir conocimiento, de romper la extrañeza de la sociedad para la sociedad desde una función específica (Luhmann, 1993). 5. Esta relación está diseñada para la negación misma, debido a que los sistemas hacen frente a las negaciones que ellos producen con las propias negaciones, con ello se explica que es en la reentrada de la negación donde ésta es observada como ajena al sistema
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el sistema. Sólo que lo hace desde su posición, al parafrasear a Luhmann, porque destruyen la pretensiones mundiales de invariante ordenada y reducida complejidad. Su condición de acontecimiento del sistema se afianza c ada que ocurren, ellas también son responsables de los enlaces de elementos de sentido (comunicación)
El tiempo como elemento para el despliegue de las contradicciones El tiempo es el elemento que multiplica las contradicciones de los sistemas sociales en cada actualización, ya que se producen afirmaciones y contradicciones que se vuelven exponenciales en función del excedente de remisiones del sentido. En esa situación los sistemas tienen que s eleccionar una distinción en su presente, sólo que esa selección enfrenta la multiplicidad de posibilidades. La relación entre las posibilidades a seleccionar, el tiempo en el que esto debe suceder y la contingencia que enfrenta la selección producen el tiempo del sistema. Lo que significa que el tiempo es el precio que el sistema tiene que pagar para poder reducir la complejidad (entendida como posibilidades) que le cuesta su reproducción (Luhmann, 1998 y 2007). La distancia que se establece entre el pro ceso de actualización del sistema y la actualización requiere de mecanismos que consigan que la actualización se realice, el sistema inmunológi co es uno de ellos, así como las contradicciones. El proponer a las contradicciones estrechamente relacionadas con el tiempo, lleva a comprender la necesidad que el sistema tiene de ellas como alarma que corre en el sistema inmunológico. Porque significa que ellas tienen a su cargo la función de descartar aquellas contradicciones que no son compatibles con el momento en que sucede la actualización del sistema. El motivo se debe a que en los horizontes de selección no son reconocidas como contradicciones que el sistema pueda reconocer e incorporar. Sin olvidar que el despliegue de tiempo entre el proceso de actualización y la actualización misma es el que multiplica las contradicciones. Por lo tanto, el tiempo sostiene una relación paradójica con las contradicciones del sistema. Así como las multiplica puede disolverlas, ello depende de los horizontes temporales: futuro-presente y presentes-futuros. El primer horizonte las multiplica, el segundo las aplaza. El futuro-presente multiplica las contradicciones porque su función es poner a prueba al sistema, ya que contribuye a que sus estructuras den cabida a enlaces no esperados y a que pueda responder a ellos. Al poner a prueba alarma al sistema y activa al sistema inmunológico, el sistema se fortalece. A diferencia del papel que tienen los presentes-futuros donde la preponderancia es de la reducción de contradicciones a favor de la planificación, el sistema tiene que continuar. La organización de las contradicciones es prioritario para ello.
Las contradicciones: Fundamento de los conflictos sociales La relación entre contradicciones y conflictos es la base para la emergencia de los conflictos sociales. En la teoría de sistemas los conflictos son producto de la contradicción de una comunicación, emergen en el momento que la contradicción es comunicada en el sis tema social. ¿Cuál es la diferencia entre las funciones previas de las contradicciones y la que se vincula con el conflicto social? La diferencia específica se debe a que la contradicción se independiza de las condiciones de alarma, inmunidad, resguardo de autorreferencia en las que acontece en el sistema. Para manifestarse como contradicción en una comunicación, requiere comunicar sus expectativas y la no aceptación de la comunicación hasta ese momento aceptada. En este marco el conflicto es un procedimiento comunicativo que refiere a un no comunicado que responde a una comunicación previa. El “no” en torno al que gira el conflicto tiene como referencia las comunicaciones p revias, es un “no” respecto de ellas. El conflicto posee un anclaje en las actualizaciones permanentes de los sistemas, interpela su autopoiésis y autorreferencia. Lo hace cuando forma una unidad de sentido de dos comunicaciones y desde ahí asume la autopoiésis por momentos. La síntesis de dos comunicaciones, el no de la contradicción y la comunicación que el sistema reprodujo con anterioridad, sobre la que se asocia el “no”. El camino de los conflictos es el de la comunicación, también son su continuación, sobre la posibilidad específica del propio “no”. ¿Dónde se colocan los conflictos? Interrogante que adquiere sentido porque los desarrollos de la teoría de sistemas parecen ciegos a ellos. Los elementos dispuestos por la teoría luhmanniana establecen que los conflictos son sistemas sociales, su especificidad está en su lugar de emergencia, porque emergen en otros sistemas, son sistemas parasitarios . Porque se orienta por la versión negativa de lo que actualizan los sistemas, por una parte, esa negación abre el horizonte de los sistemas, lo deja abierto por completo para sucesos positivos. Por la otra, adquiere autorreferencia, de ahí su especificidad: “lo que daña a alter es considerado por ego su propia ventaja”, esto es válido para alter (Luhmann, 1998).6 En conjunto, los conflictos tienen un esquema a partir del cual se elaboran: la doble contingencia. Es decir, primero, se estructuran a partir d e la imposibilidad que la comunicación “estandarizada” de los sistemas continúe su reproducción. En segundo lugar, que de esa estandarización de los sistemas, de la que el “no” es una condición innegable, se niegue una comunicación. De ahí que los sistemas de conflicto sea producto de la doble contingencia (Rodríguez, 2011) de la reducción que ellos hacen de su imposibilidad de acontecer. El nivel de su integración alrededor del conflicto contribuye a su especificidad, son fuertemente integradores como resultado de la subordinación que hace de toda acción a la rivalidad. El contexto general del conflicto es la propia rivalidad, de ahí
6. La formulación alter y ego responde a las posiciones comunicativas que asumen los individuos cuando activan comunicación. Estas posiciones implican que cualquiera puede ser alter o ego, de acuerdo con la posición que adquieren al reproducir comunicación. Son empleadas por Luhmann para establecer distancia entre nomenclaturas veteroerupeas como sujeto o individuo, sólo por citar dos de los referentes teóricos más relvantes.
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que sea el punto cardinal para la integración. La fuerza de la rivalidad como mecanismo integrador es considerada de primer rango por su contenido, porque reúne acciones sin importar lo heterogéneas que puedan ser, la clave es asociarlas con la doble contingencia negativa a la que se amparan. En otras palabras, mientras más se produzcan posibilidades que perjudiquen a los otros y consigan su encomiendan, se acercan más a su incorporación. El sistema social del conflicto con el sistema, o sis temas sociales, a los que se fija pueden alcanzar altos niveles de dependencia. Una secuela está en los alcances de la fuerza destructiva del conflicto que dependen, precisamente, de la relación del conflicto con el sistema donde encontró su motivo7 y salida. La compenetración entre los sistemas sociales y los sistemas sociales de conflicto es que, los últimos, no pretenden la simbiosis con sus sistemas huéspedes. Algunos de los límites internos de los sistemas de conflicto son lo s niveles de interdependencia con sus huéspedes, entre más fuerte es, la posibilidad de su insensibilidad al entorno aumenta. Circunstancia que puede plantear la pregunta por los “motivos” que catalizaron el conflicto y si, en ese punto, aún guarda relación con ellos. La contracara de este aspecto está en la presencia cotidiana de los conflictos que se deriva de la arbitrariedad a la que se acogen los conflictos. Esto es po sible porque los sistemas por principio operativo descartan grandes cantidades de remisiones de sentido, de posibilidades para garantizar su autorreproducción, son altamente restrict ivos, arbitrarios. Así, que un conflicto consiga impactar a los sistemas sociales depende que logre la transición entre el sistema de interacción hacia el sistema so cial (Luhmann, 1998). Sólo la diferencia entre el plano societal y el plano interaccion al permite establecer el nivel de impacto del conflicto, si permanece en el plano interaccional el alcance de sus enlaces está en el plano del cara a cara, en el presente de la interacción. Ahí, se concentra la producción de sus enlaces. A diferencia de su colocación en el plano societal, porque ahí los enlaces que produce afectan a las expectativas que orientan a la s ociedad, apelan a la inclusión/ exclusión que lo caracteriza, a las estruc turas, símbolos, límites que estructura a los sistemas sociales. Los sistemas sociales de conflicto son unidades autorreferentes y autopoiéticas de comunicación, a partir de ello establecen sus disposiciones y dinámicas internas, las amenazas a las que se exponen, o bien, la inseguridad. Que, en particular, es producto de la inclusión de terceros en el sistema de conflicto. Los terceros construyen su camino en los sistemas de conflicto, pareciera que su función apunta a la despolarización del conflicto. Por antonomasia el conflicto refiere a dos posiciones que se contraponen, la intromisión del tercero afecta esa disposición. El camino que traza el tercero, ahora incluido, se define, primero, por una posición n eutral de imparcialidad frente al conflicto, sin s olidaridad, ni preferencia por alguna de las dos posiciones. El siguiente momento, es su inexorable adhesión a una de las posturas. Aquí el sistema
de conflicto está frente a su desintegración pues él tiene que replantearse sus posiciones iniciales ya que uno de sus objetivos es sumar para su bando a ese tercero. La duración del proceso vuelve inseguro al sistema del conflicto, porque al replantearse sus presupuestos de partida se pueden generar estructuras no previstas, tanto como nuevas relaciones, nuevas posibilidades de selección. Lo que pone en jaque es el principio de restricción de lo ajeno, si lo ajeno rebaza lo establecido por el sistema, él mismo atenta contra sus límites. Enfrenta el manejo de lo restringible, recurso sobre el que s e erigió, de ahí la relevancia del proceso de inclusión de un tercero. Operativamente, los sistemas sociales de conflicto se dan cuenta que, en su definición y defensa de autopoiésis ellos también domestican la amplitud del “no”, tanto como el “sí” sobre el que se amparan sus sistemas huéspedes.
El largo camino a la aplicación de la contradicción y conflicto en los movimientos sociales de la sociedad moderna La gran cantidad de planos, relaciones, recursos y apuntes que presenta esta apropiación de la teoría de sistemas de la contradicción y conflicto, expone el acucioso trabajo que implica pensar en la contradicción y el conflicto en la sociedad moderna. La profundidad está en sus estructuras y en el presente continuo de su autorreproducción. Si quisiéramos imaginar por qué el conflicto es posible, una respuesta es la presencia de la contradicción en tod o momento, ya que atraviesa la auto-organización de los sistemas sociales tanto como las estructuras que los delimitan. La contundencia de los conflictos que consiguen cimbrar a los sistemas sociales es resultado de la función que las contradicciones, de alarmar, alentar, en sus sistemas de seguridad: los sistemas inmunológicos. ¿Cuándo se presenta un conflicto, como es posible su emergencia en sistemas expuestos a la contradicción, negación, azar, contingencia? La mirada sobre la propuesta luhmanniana desde coordenadas como la contradicción y el conflicto problematizan la certeza de los sistemas sociales, porque expon en la alta improbabilidad para que puedan sostenerse. Sin embargo, sólo por la consistencia que adquieren es posible interpelarse por el conflicto en los sistemas sociales, en la sociedad moderna. Una forma en la que materializan los conflictos en la sociedad moderna como movimientos sociales pende de tres condiciones: el relajamiento de los lazos internos, la especificación de las aportaciones a las que se recurre en las interpenetraciones y la producción de efectos p or acumulación de efectos (Luhmann, 1998). Los movimientos sociales son posibles por la manera en que la contradicción trabaja en las
7. Aquí motivo se entiende a partir de la comunicación propia de los sistemas sociales, se relaciona con el factor, la irritación que propiciaron los sistemas para permitir que las contradicciones, que acontecen normalmente en los sistemas, se aglomeren en f unción del no.
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profundidades estructurales del sistema. Los movimientos sociales son uno de los síntomas de los costos que su complejidad le produce. A mayor complejidad más efectos y reacciones sobre los efectos que tienden a aglomerarse en torno de sí mismos, construir sus propias expectativas, relacionarse en sus propios términos con las estruc turas establecidas. En tal dirección los movimientos sociales son procesos que se activan a sí mismos, no dependen de una semántica que los oriente en su emergencia. Las bases para ello están en la contradicción y el conflicto que de acuerdo con lo aquí escrito, son constitutivas a los sistemas sociales. Aquí adquieren relevancia el relajamiento de lazos internos, la tipificación de las apor taciones en las interpenetraciones y la producción de efectos. El relajamiento de lazos internos responde a que los sistemas sociales orientan las interacciones a la activación de la comunicación, por medio de expectativas puntuales. Pero eso está muy lejos de significar coerción física, 8 ellos se orientan por expectativas. La manera en que consiguen su orientación es apelando a que los símbolos sean recursos suficientes para conseguirlo. La construcción de lazos so ciales apela a los recursos simbólicos a partir de los cuales se definen. Una de las consecuencias afecta la tipificación de las aportaciones en las interpenetraciones. Cabe señalar que las interpenetraciones son las maneras en que se acoplan estructuralmente los sistemas. Por ejemplo, al acoplamiento por excelencia es el que establecen los sistemas orgánicos con los sistemas de sentido, psíquicos y so ciales (Luhmann, 1998). En el contexto de la teoría de sistemas sociales de Luhmann esto es relevante porque significa que los individuos están en constante construcción, afianzamiento, desilusión, reestructuración de los acoplamientos. En particular entre los sistemas de sentido. Para el horizonte de los movimientos sociales tanto el relajamiento de lazos internos como las tipificaciones son relevantes porque son dos coordenadas que permiten explicarlos. Bajo el entendido que emergen por el relajamiento de lazos sociales y por la manera en que se producen los acoplamientos estructurales entre los sistemas de sentido, entre los sistemas psíquicos y sociales, y entre los propios sistemas sociales. Las construcciones en torno a ellos producen efectos que se orientan, en el caso de los movimientos sociales, por los efectos referidos a la contradicción, al conflicto. Al asumir que la sociedad construye su propia historia, su marca operativa en cada presente, los movimientos sociales son producto y producen efectos. En tal dirección, los efectos que podrían resultar significativos para los movimientos sociales tienen una estrecha relación con el presente de la sociedad en que se producen. La manera en que esto se observa está en la relación que sostienen con los lazos y los acoplamientos estructurales intersistémicos. La casualidad en la que emergen los movimientos sociales está delimitada por la triple condicionalidad, cuyo distintivo es la volatilidad. La emergencia de los movimientos sociales en el contexto de volatilidad es reorientado a su favor, en su horizonte se dispone de metas, para hacer contrapeso a la
volatilidad. Que funciona como catalizador y restricción de los movimientos sociales. Un recurso que surge de la propia volatilidad son las metas de los movimientos sociales que son consideradas símbolos de su autorreproducción. Los movimientos sociales consiguen que las metas los orienten y sean su motor, en la medida que las metas no se obtienen, los movimientos incrementan su radicalidad. La radicalidad es el eje de orientación de los movimientos, sus soportes bas ales las contradicciones y los conflictos. Aquí los movimientos sociales son más que autodescripción, queda pendiente el trabajo sobre movimientos sociales específicos, ahora desde los lentes del aparato teórico luhmanniano. El reto constante es la apertura hacia procedimientos que antes de observar el acontecer se preguntan por las condiciones de posibilidad de los marcos en los que acontecen. El costo de ello es el desmontaje de la propia teoría debido a los niveles de abstracción que la sostienen. Un claro ejemplo son estas reflexiones que lejos de abonar recursos para la observación y comprensión de movimientos sociales, conflictos y contradicciones de la cotidianidad social, están colocadas en los planos donde sumergen sus raíces, en los límites de los sistemas sociales. m
REFERENCIAS Rodríguez Mansilla., D., y J. Torres Nafarrate (eds.), (2011), La sociedad como pasión. Aportes a la teoría de la sociedad de Niklas Luhmann, México, Universidad Iberoamericana. Rodríguez Mansilla, D., y J. Torres Nafarrate (2008), Introducción a la teoría de la sociedad de Niklas Luhmann , México, Universidad
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8. Cabe destacar que la no recurrencia a la coerción física es uno de los requisitos de los centros de la modernidad, pero esto no significa que en la sociedad moderna no se presente. En las regiones comunicativas en l as que acontece se habla de una tendencia a la desdiferenciación funcional, donde pueden conservarse las funciones sistémicas, pero las estructuras no responden a dichas funciones.
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ia. c n e l o i v y r e a pod r t n o c , r e d o M ic ro p temas Apro ximaciones desde la teoría de sis
por HUG O CÉSAR MOR ENO HER NÁN
ara poder comprender la violencia en la teoría de sistemas es preciso, por un lado, comprenderla a través de su relación con el poder y así pensar la posibilidad de su separación sistémica como otra forma de medio de comunicación simbólicamente generalizado. Desde aquí empieza la dificultad, pues si bien el poder es teorizado como un medio de comunicación simbólicamente generalizado, lo cual lo sitúa de un contexto social extenso, es decir, como un medio de sentido de la sociedad, disminución de complejidad con respecto a las posibilidades contingentes (doble contingencia) en el momento de toma de decisiones, es decir, la manera en que se selecciona una comunicación,1 la violencia debería operar más o menos de la misma forma. El poder, como medio de comunicación simbólica teje las comunicaciones de manera tal que se realice una selección orientada, precisamente, por el po der. Es decir, las posibilidades de selección son disminuidas considerablemente, quedando sólo las definidas por el código del poder. La contingencia se disminuye, al disminuir la complejidad. Se disminuye pero no se cancela, aún quedan distintas posibilidades. Así, las capacidades de poder se “miden” según la capacidad con que se oriente la selectividad.
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DEZ *
Si entendemos aquí al poder como la capacidad de obligar a otro a realizar o decidir algo aun contra su voluntad, entonces podemos orientar esta argumentación entendiendo que el medio del poder “dirige” la manera en que se seleccionará una comunicación. Pues como medio de comunicación el poder es un “código de símbolos generalizados que guía la transmisión de selecciones” (Luhmann, 1995: 11). Entonces el poder es, precisamente, la capacidad d e uno (ego) para dirigir las selecciones d e otro (alter). Para esto, como ilustración, se puede pensar en la utilización de la fuer za, imponer la superioridad física. En primera instancia podr ía ser aceptado esto, pero, en el puro uso de la fuerza no existe el poder, sino en su mera enunciación (en su comunicación). En la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel esto es claro. Ahí no se ubica la posibilidad del sometimiento mediante el hacer efectiva la muerte, la lucha a muerte descrita por Hegel no ofrece la posición de amo ni la de esclavitud. La extinción de los oponentes mediante la lucha a muerte sólo nos ofrece la muerte. Sin embargo, la enunciación de la muer te, el que uno sea capaz de matar a otro y ese otro lo considere como peligro serio y, con tal de mantener su vida la ofrece como objeto, se da el origen del poder. De tal manera la violencia, la fuerza física, aquella
* Profesor investigador de tiempo completo en la Universidad Pedagógica Nacional 1. La comunicación sólo se realiza si se entiende la selectividad de un mensaje, es decir si se está en posición de hacer uso de ella al seleccionar los propios estados del sistema. Esto implica contingencia en ambos lados, y de este modo, también la posibilidad de rechazar las selecciones que ofrece la transmisión comunicativa (Luhmann, 1995: 9).
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primigenia lucha a muerte no es, propiamente, el poder. Éste aparece de la amenaza, en tal sentido el medio poder mantiene una relación simbiótica con la violencia, fuerza: “[...] existen bases simbióticas comunes para todos los medio s de comunicación, tales como las condiciones y limitaciones sobre la capacidad orgánica del pro cesamiento de la información y, también, mecanismos especiales específicos para cada combinación, cada uno de los cuales es particularmente relevante sólo para un medio de comunicación individual” (Luhmann; 1995: 88). Llevar el poder hasta la solución última del ejercicio de la violencia significa, en estricto sentido, eliminar cualquier capacidad de que el medio del poder funja como elemento de comunicación, como marco referencial para realizar las selecciones, para decidir. Se elimina la posibilidad de contingencia del otro, pues simplemente se le vi olenta para que haga lo que se le ordena. Para que el poder exista, éste debe influir en la disminución de la contingencia, es decir, debe “orientar” la toma de decisiones hacia un camino más es trecho, donde las opciones se reduzcan. Sin embargo, la relación simbiótica determina cierta “independencia” del código con respecto a la función de sentido simbólico, es decir, en el caso del poder, la instancia primigenia del uso de la fuerza violenta, simplemente como enunciación, integra en sí la efectuación concreta del acto, aun cuando éste signifique la disolución de todo p oder. El uso de la fuerza queda detrás, la violencia, como enunciación, torna en influencia. Se influye, no se destruye, y ahí radica el poder, las relaciones de pod er. El poder es entonces la capacidad de uno para influir en las selecciones hechas por algún otro. Pero dicha influencia emana de distinta fu entes. Ahora bien, el poder como influencia, como forma de guiar y agrupar a unos alrededor de otros, supone la conformación de “comunidad”, de gregarismo, si s e quiere, de sociedad o proceso socializador dond e el poder vincula, pues desarrolla un lazo entre quienes obedecen y quienes mandan. Sirve, por decirlo de alguna forma, porqu e así se “absorbe” complejidad del mundo circundante, de la realidad cruda y cruel. Sirve para ambas partes del código. Tanto para quienes mandan como para quienes obedecen: El entendimiento del poder como “medio simbólico generalizado” es un requerimiento exigido por el mismo proceso de la socialidad. La situación de par tida en este caso es que los sistemas psíquicos quedan puestos frente a frente bajo el signo de la doble contingencia [...] Para resolver este problema de opacidad mutua, los sistemas psíquicos encuentran un rodeo: si no pueden ser translúcidos para los otros, cuando menos se pueden influenciar y pueden aprender a partir de la observación de este proceso. Pueden tratar de influir en lo que observan por medio de su propia acción y
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pueden de nuevo aprender de la retroalimentación. De este modo se genera un orden emergente condicionado por la misma complejidad de los sistemas que lo hacen posible. A este orden emergente lo llamaremos sistema social (Torres Nafarrate, 2004: 100). Se hace posible que emerja, como sis tema, diferenciando la “realidad” total con respecto a la “realidad creada” por los sistemas psíquicos de un sis tema social y éste es posible sólo en la medida en que existe un medio de comunicación generalizado como el poder, que posibilita la vinculación de distintos actores unidos sólo ante la posibilidad de “influirse”. Dicha influencia se da en, por lo menos, tres niveles: 1) Autoridad: donde la influencia sucede en la medida que se le confiere ciertas cualidades a un actor, se le “autoriza” el ejercicio de una autoridad, otorgada por la tradición o por un proceso histórico determinado (al estilo de Max Weber, durante su exploración de los tipos de autoridad y las fuentes de donde mana su legitimidad); 2) Sanción positiva: se influye a los actores otorgándoles una recompensa por llevar a cabo determinada acción (salario), la afluente de este ejercicio de influencia es la capacidad económica. Aquí, la tensión es económica, sobre todo, pero también puede ser ética o moral, en un sentido positivo; y 3) Sanción negativa: los niveles anteriores son susceptibles de alcanzar el nivel de “amenaza” en el sentido de prometer un castigo o no entregar lo contemplado al fallar el resultado esperado. Sin embargo, es en las relaciones políticas (mediante la instauración de un Est ado) donde la sanción negativa, la posibilidad del castigo si se quebrantan ciertas exigencias (muchas o pocas, depende d el régimen) establecidas previamente. Así, la sanción negativa es propia del sistema político. En las relaciones de poder no sólo existe una relación entre parte activa y par te pasiva, como tampoco pasa en la comunicación. La relación mandatario-obediente supone la necesidad de una actitud activa de la parte “no poderosa” de la relación. Esta actividad aparece cuando se “acepta” el mandato: “en este terreno de obediencia se sitúan las disponibilidades de aceptación que deben estar presupuestas en el poder y en ese campo se hacen visibles los límites que el ‘ejecutivo’ tiene que calcular. Los miembros deciden permanecer dentro de la organización y crean un campo de indiferencia en donde aceptan órdenes. De esta manera la fuente del poder se sitúa también en la parte de abajo” (Torres Nafarrate, 2004: 109), y es ahí donde se conforma con más fuerza la relación de poder, pues es la aceptación de la influencia o la influencia misma, aceptada y atendida por la parte baja d e la relación la que otorga el poder. Las relaciones de poder implican la “tenencia” de un poder que se cede, es decir, quien obedece, cede a qui en manda la posibilidad de mandar, ya sea porque se autoriza dicha
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capacidad mediante la creencia en las capacidades superiores o porque existe un marco referencial social que indica dicha superioridad. Así, el poder analizado como un medio simbólico de comunicación generalizado, como elemento de “disminución de incertidumbre” (¿contingencia?) hace posible la organización colectiva. Se delimitan las capacidades de acción de unos a favor de otros (prohibiciones y deberes o resp onsabilidades). Siguiendo la pista de la noción de micropoder en Luhmann, es decir, buscando el lugar preciso para encajarla en el cuerpo teórico, los apuntes hechos sobre las relaciones de poder en el centro de las organizaciones nos permiten ver un resquicio por donde sería posible encontrar relaciones de micropoder. Entiendo micropoder como la capacidad d e ejercicio de poder (si se quiere y desde ese punto elemental, la capacidad de “manipular” la voluntad del otro a pesar de sí mismo) desde abajo. Esta situación de infra significa que es la “fuerza” de los débiles, el poder de los que no tienen poder, el poder en la situación de despoder . En este sentido, es micro también en la situación de fugacidad, es decir, el poder ejercid o es fugaz, inacumulable en principio, es táctico en términos de Michel de Certeau (2000). En las organizaciones, las relaciones de poder se establecen en el sentido de disminuir complejidad, distribuyendo las cuotas de poder mediante la creación de cargos. El cargo es, y no la persona, quien detenta el poder, por decirlo así, comunica su estatus frente a los demás integrantes de la organizació n y va estrechando las posibilidades de la doble contingencia, […] la organización es un modo particular de formar sistemas al aumentar y reducir las contingencias. Este principio se lleva hacia los sistemas organizativos y se formula por medio de cargos de identificación. Cada cargo indica un punto que une programas conductuales contingentes (=condiciones para la corrección de la conducta), y relaciones de comunicación contingentes, en cada caso, con una persona contingente. La identidad del cargo es lo único que permite estos diferentes aspecto s surjan como contingentes (Luhmann, 1995: 140). El medio del poder facilita la toma de decisiones, tanto en el ámbito individual como en el organizacional (en este sentido, disminuye complejidad). Lo hace debido a que limita los probables campos de acción, refiriéndose sólo a unos cuantos elegidos previamente. La creación de cargos, que despojan de la personalización del poder y lo hacen más generalizado, significa un principio para la organización. Pero en toda organización exis te la interacción. Interacción que se da tanto entre pares (hor izontalidad) como entre desiguales frente al acceso al poder. Es en esta
interacción donde se “esconde” el poder de los subo rdinados. En la capacidad que desarrollen tanto individualmente como grupalmente, pueden hallar una fuente de poder. “Con el objeto de usar términos breves y concisos, hablaremos de poder organizacional y de poder personal. En ambos, la base del poder es la misma: el control sobre la contingencia, sobre sí y no en relación con los roles deseados” (Luhmann, 1995: 140), es decir, en la capacidad de disminuir lo más posible la capacidad de un “otro” de observar distintas rutas de acción, en la medida en que se le acotan las selecciones se ejerce mayor poder. En la idea de poder compensador , donde el poder o las relaciones de poder dejan que desde abajo se genere cierta capacidad de poder, es decir, de control de la contingencia de los de arriba, de quien mantiene el cargo, se permite una cierta manipulación, ya sea de las capacidades personales (poder personal), evitando que se “mande” con mayor vehemencia (quizá gracias a un saber hacer experto), siendo las órd enes innecesarias. Sin embargo, aquí existiría un aumento importante en el poder d e arriba y una tremenda disminución en el poder personal, una expropiación casi total de las cualidades personales, pues si no es innecesario mandar porque el otro obedece sin recibir órdenes, al anticiparse y cumplir cabalmente con sus ocupaciones, eximiendo al “superior” de cualquier desgaste estomacal, entonces el poder se mantiene donde ya estaba con un “plus” interesante, pues ahora la capacidad del subordinado p ara ser contingente es cada vez menor. Esto es más acucioso si además el subordinado disfruta de su labor, ofreciendo un plus de goce al patrón. He ahí al trabajador modelo. Sin embargo, Luhmann observa la posibilidad de ejercer poder desde abajo. Siendo esta capacidad, más allá de evitar la órdenes mediante el cabal cumplimiento de las ocupaciones, sino evitando las órdenes “engañando”, “desorientando”, “manipulando”, “ocultand o”, etcétera, estableci endo complicidades estructurales con los otros subo rdinados, estableciendo relaciones de poder horizontales con ellos. 2 En la organización se dan relaciones de micropoder, relaciones que no se generalizan porque son pro pias de la individualidad y la manera en que cada uno pueda encontrar los recursos más efectivos, son producciones tácticas para enfrentar al poder estratégico de las instituciones (fábricas, escuelas, ejércitos, etcétera). Sin embargo, estos recursos deben ser desarrollados por la instancia “interesada”, pues sólo así, si le es propio, puede ser considerado como poder, pues si se cae en la trampa de la falacia del “empoderamiento”, donde lo que acontece es la “supuesta donación” de ciertas cantidades de poder, donde lo que sucede es que la superioridad busca reducir las capacidade s contingentes de los subordinados (la manera de que desarrollen estrategias para decir “no” cuando se exige un sí). La falacia del empoderamiento, entendiendo esto como la sesión d e
2. “[...] la tensión excesiva en el portador de poder en las organizaciones siempre puede ser explotada por otros como su propia fuente de poder, si su posición no le da discreción para actuar o no actuar. Uno no sólo puede negarle la información y, de este modo, protegerse de él; además, uno puede cont ar con que busque el consenso porque confía en la cooperación y, de este modo dejar para uno las decisiones sobre el consenso libre o el disentimiento” (Luhmann, 1995: 150).
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responsabilidades, nuevos márgenes de acción, independencia para ciertas situaciones, etcétera, sólo sirve para acumular más poder arriba y secar las fuentes del poder desde abajo, “la emancipación se convierte en la última treta de la gerencia: negando la diferencia entre el superior y el subo rdinado y quitándole de este modo la base del poder al subordinado. So pretexto de igualar el poder, simplemente reorganiza el poder que ya poseen los subordinados” (Luhmann, 1995: 152). La capacidad mayor o menor para disminuir la posibilidad contingente en otro está sustentada en las tácticas que se tejen desde abajo, es decir, en la medida en que se descubran y se decodifiquen las fuentes del poder d esde abajo, en esa medida se resta a la probabilidad del actuar contingente. En tal sentido, el poder superior es tará siempre buscando las fórmulas que le permitan dinamitar las fuentes que brindan poder a los subordinados. Sin embargo, el poder del inferior, al manar de los pocos recursos propios (pues casi siempre son situaciones que vienen de arriba, maniobradas por lo s de abajo), está siempre presentes, porque se podrá eliminar una relación táctica con un instrumental estratégico de la gerencia (el empoderamiento), pero el hecho de su eliminación hará surgir otro. Así “el poder de un sup erior, sea el poder organizacional, el poder personal o, en último término, el poder del juicio personal, se encuentra orientado con el poder del inferior, el que se basa en alternativas de evitación bastante diferentes” (Luhmann, 1995: 155), reflejando una batalla simbólica entre tác ticas y estrategias, donde los inferiores se enfrentan a la fugacidad de sus prácticas que en la cotidianidad generan cadenas de sentido y supervivencia (anímica, si se quiere) y el superior buscará estrategias para acumular más poder extrayéndolo de esas tácticas de los inferiores. Si bien, como se ha expuesto, el poder del superior se “orienta” desde el poder del inferior, en el sentido que desde ahí se trata de limitar las posibilidades contingentes de los subordinados para establecer la forma del poder organizacional (cargos, obligaciones, responsabilidad, etcétera), también se pueden observar cómo las relaciones de pod er horizontales (entre los subordinados) pueden ser utilizadas por el poder superior, si es que los inferiores no se organizan a sí mismos. Pero, por otro lado, lo que aquí interesa obser var o, al menos, explorar si es posible, desde la teoría de los medios de comunicación simbólicamente generalizados, observar algo que pueda ser considerado como micropoder. Si nos atenemos al poder en una organización, quizá veamos más una lucha de estrategias para aprovechar el poder de los subo rdinados (la falacia del empoderamiento) o las estrategias de los subordinados para no ser mandados (las tácticas de las maneras de hacer). En primera instancia, tomemos en cuenta qu e: El poder que se acumula en los subordinados lo hace en forma individual, a lo sumo como pequeños grupos .
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Resulta de situaciones determinadas, permanece dependiente de la iniciativa personal y del acuerdo previo satisfactorio. En todo caso, inicialmente no puede resultar en una simple reversión, en que los subordinados asumen el poder, porque estructuralmente su poder descansa en la posición como subordinados y en la relativa impotencia de sus superiores excesivamente poderosos (Luhmann, 1995: 151). De aquí tomemos en cuenta tres, p or decirlo de alguna forma, dimensiones: a) La acumulación individual del poder d el inferior; b) La especificidad de la situación; c) El poder basado en la situación de subalternidad, es decir, no se toma el poder del superior, no se emancipa el inferior, sino que ejerce un poder propio otorgado por su situación. De tal manera, el micropoder (forzando al máximo los puntos anteriores para llamarlo así ) aparece. Más que en la organización, en la interacción, en determinada situación en donde el poderoso se ve “atrapado” por los poderes del no poderoso, en la cotidianidad y sus prácticas, en la filigrana de lo pequeño y casi invisible (Certeau, 2000). Cuando se “orienta” la conducta mediante la debilidad de quien ejerce micropoder. Sin embargo, es necesario dejar en claro que el micropoder, en su posibilidad de disminuir complejidad y delinear la contingencia hacia derroteros más o menos específicos, con un código claro, es débil, porque es un proceso particular de un poder sutil, específico y fugaz. Hay, sí, una agresividad punzante desd e abajo, desde el desposeído de poder para hacer de esa carencia un poder, se puede recurrir desde la lastima, pasando por la simulación, hasta la burla y maneras de hacer divergentes a las exigidas por la dirigencia desde el poder de arriba. El micropoder no es estratégico, sino táctico. Si nos atenemos a lo explicado por Michel de Certeau, la táctica no ti ene capacidad para “acumular” poder o para crear instituciones, eso se realiza desde la estrategia. Desde la organización es posible genera poder, es decir, las interacciones deben estar orientadas por un sistema organizacional con metas claras y específicas. En este sentido, pensar el micropoder desde Luhmann es atender la teoría más general del poder como medio de comunicación simbólicamente generalizado. Es en el contrapoder, en su posibilidad de existencia, donde la violencia podría pensarse como separada del poder en su forma de medio de comunicación simbólicamente generalizada. Esto porque el contrapoder entraña estrategia y constitución de organización. Ya sea como contrapoder político, es decir, insurgente, o como contrapoder criminal, a través de las organizaciones delincuenciales capaces de desestabilizar a Estado, oponiendo formas de organización pseudo-políticas pero que disminuyen contigencia (orientan maneras de actuar en territorios, digamos, ocupados) y, al mismo tiempo, elevan complejidad ante la relación de conflicto con el Estado y la ley. Si la política y el derecho usan el po der como medio
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de comunicación para disminuir complejidad y el contrapoder se opone abiertamente a los códigos del poder (ejercicio de la fuerza/acción no violenta), entonces la violencia se separa del poder, se aísla y obtiene códigos para constituirse como medio de comunicación simbólicamente generalizado. Tomemos como ejemplo, para ayudar al esclarecimiento del argumento, al dinero inmaterial (sin metal, sin papel, sin plástico, tan sólo la clave cibernética de la comunicación en el tiempo real de la virtualidad digital), éste es expresión por antonomasia de un medio de comunicación simbólicamente generalizado, es decir, entorno del sistema que aparece en cuanto comunicación, ni siquiera como comunicante, de ahí que la relación emisormensaje-receptor, haya sido superada por Luhmann, pues no importan los elementos, sino el acontecimiento de la comunicación, es decir, de la sociedad. Los flujos pasan a ser código binario 0/1, sí/no, legal/ilegal, sistema/entorno. De esta manera, el operador “/” más que un tajo es una sutura que no violenta, sino que oculta la vio lencia, cierra el flujo de la sangre, esteriliza las heridas para permitir la supervivencia de la comunicación, de la sociedad. Por su parte, la violencia, cómo lenguaje del contrapoder, abre la sutura y la vuelve a cerrar al usar los efectos de la violencia como código. Por ello es el medio de comunicación del contrapoder establecido por el crimen organizado: Para Luhmann, el dispositivo inmunitario del derecho no implica la represión violenta de la comunidad en el sentido de Benjamin, ni el sacrificio de una víctima según el modelo de Girard. Ya no mancha y no se mancha de sangre porque no hay nada ni nadie fuera de él sobre el que se pueda ejercer: el sistema no puede comunicar; inmunizándolos, más que sus propios componentes. Por eso, desde su punto de vista, lo exterior es interior, el conflicto es orden, la comunidad es inmunidad. Si en nuestros sistemas sociales todo es comunicación, quiere decir que todo es también inmunización (Esposito, 2005: 74). En lenguaje luhmanniano, reentradas acaecidas desd e el sujeto. Limar las asperezas, apenas pequeñas espinas, para evitar los desgarros. Dejar las heridas abiertas, pero sin el libre fluir d e la sangre, sin chorrear, pues la comunicación supone inundación de sociedad que ahoga y envuelve, cual líquido amniótico a los sujetos subjetivos, dejándolos dentro de sí, culpables y benditos en la asepsia de su esfera o, dicho de otra manera, enfermos de interioridad, inválidos de exterioridad. Empaquetados en sus límites, paredes celulares, comunicados sin relación, sin sujeción al otro, sujetados a sí: sujetos subjetivos. L a violencia opera en contrasentido al convertirse en medio de comunicación, habla otro lenguaje y sus códigos se expanden. Según Luhmann la ventaja de la modernidad es la diferenciación sistémica, dónde los sistemas sociales son
eminentemente inmorales, pues son las expectativas cognitivas (que aprenden) las que priman sobre las expectativas morales (que no aprenden, sino que esperan una determinada acción). En ese sentido, la racionalidad se reduce al instrumentalismo y el peligro es la conversión de unos seres humanos en instrumento de otros. Luhmann, al observar la diferenciación sistémica, insiste en que los sistemas económico, político, científico, etcétera, están separados, operando cada cual por su lado. El crimen organizado, al constituirse en contrapoder, ya no es parte de un sistema, o no sólo de un sistema, del derecho o la política o la economía. Logra distinguirse y hasta alcanza su medio de comunicación: la violencia, la cual entraña su propio código. El código, a la manera de Luhmann, es decir, en términos de sistemas sociales, desde una perspectiva sistémica, donde lo social o la sociedad como sistema consiste en comunicación, ahí se desarrollan códigos específicos. Códigos binarios representados por un corte, por el operador “/”, la diagonal o el tajo que permite la diferencia entre el adentro y el afuera, entre el sí y el no. El código se desarrolla para que el sistema no se vuelva loco, es decir, no se pierda en la disfunción y quede del lado, exclusivamente, de su función, una sapiencia cuasi-mística acerca de las operaciones propias d e cada sistema: El código es un fenómeno específico de comunicación que tiene como último fundamento la disposición binaria del lenguaje: posibilidad de construcción total de la realidad bajo el aspecto d e un sí o un no. Los códigos de los sistemas no son sino derivaciones lingüísticas de este hecho fundamental. Cada sistema tiene un código constituido por una relación inversa entre un lado positivo y otro negativo: economía = tener/no tener; política = poder/no poder; derecho = lícito/ilícito jurídicamente. De esta manera, el código fija fundamentalmente dos valores ante los cuales el sistema puede oscilar permanentemente (Luhmann; 1992: 15). Así pues, el código-corte como “fenómeno específico de comunicación” describe de manera elocuente lo qu e Deleuze (2005) llama codificaciones sombra en la máquina social capitalista. Esto es, las representaciones de unas codificaciones inundadas y sostenidas por la axiomática, vaya, en el capitalismo los códigos no configuran lo social, sólo lo salvan de la asfixia, del ahogo para orientar a los sujetos en determinadas relaciones. La condiciones actuales que vive México respecto a la violencia ha complejizado el fenómeno más allá de un síntoma de descomposición social, que si bien es patente, las formas de la violencia contemporánea la han convertido en una forma autónoma de sus fuentes, es decir, está más allá del síntoma para convertirse en forma social. Para entender esto, podemos recurrir a la elocuente hipótesis de Rossana Reguillo: “la violencia puede ser tratada como un lenguaje cuya variabilidad en sus
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dimensiones ‘intraoracionales’ tiende a confirmar las reglas y las pautas, y la idea de que estas pautas y reglas comandan de forma invisible los códigos y comportamientos violentos” (Reguillo, 2012: 36). La violencia como un lenguaje, como una forma social de comunicación, con sus códigos y consecuencias. Sin embargo, es necesario aislar el código del lenguaje violen cia. Desde la teoría luhmanniana, más esquemática por su capacidad de abstracción, de los medios de comunicación simbólicamente generalizados, el lenguaje es el medio de comunicación más elemental o simple (Luhmann, 1991). Por tanto, la violencia, más que un lenguaje es un medio de comunicación simbólicamente generalizado. Si los medios se distinguen por su capacidad de codificar preferencias y así d e inducir selecciones. La violencia codifica preferencias e induce selecciones según un código que defina una disyuntiva, una valoración según la distinción sí/no (Luhmann 1998), que en este caso no sería sí violento/no violento, sino la aceptación de una selección que dé a la violencia capacidad de ser medio simbólico, más allá de una acto físico desmedido que produzca daño, sino la forma en cómo se produce el daño. Es decir, que produzca su paradoja, por tanto sí violento/no violento no fundamenta una operación de la violencia. Sin embargo, no se está afirmando aquí que la violencia sea un sistema social, sino un medio que puede ser usado p or la política, el Derecho, la economía y cualquier otro sistema. Y ahí está el quid de la cuestión ¿a qué sistemas se ha integrado mejor la violencia como medio de comunicación? Porque si la violencia se ha convertido en un medio, esto significa que se ha institucionalizado y en la medida que mejor lo haga, mayores ventajas evolutivas tendrá respecto a otros medios (como el amor, por ejemplo) (Luhmann 1991: 250-257). Para aislar el código de la vio lencia es preciso reconocer que la autorreferencia de los sistemas le tome como medio. Sin duda eso aún no sucede con la violencia, pues si bien el dinero no se intercambia por el amor, esta institucionalización de la violencia sí, es decir, la violencia se intercambia po r dinero, respeto, territorio, notoriedad, etc., y favorece determinadas selecciones (Luhmann, 1998: 120-121). A falta de una revisión más exhaustiva con más y mejores elementos, pensando en la propuesta de Reguillo: Se trata de tres procesos que autorizan a p ensar que la violencia, aquí en singular, puede ser metonímicamente asimilada a un lenguaje y a una cultura y por ende susceptible de ser leída o interpretada a través de la gramática: reglas, pautas, usos, dispositivos. El esquema que trato de esbozar contiene tres ingredientes clave: poder, racionalidad y alcances. En otras palabras, toda violencia está sustentada en la capacidad o, mejor, competencia, de unos sujetos conscientes que buscan alterar la realidad o el curso de los sucesos mediante el uso de métodos, mecanismos o dispositivos violentos para conseguir ciertos resultados previstos, más los
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que se añaden a la cadena en espiral de las acciones violentas (Reguillo, 2012: 36-37). Entonces se propone como código de la violencia, asumido medio de comunicación simbólicamente generalizada, la distinción espectacular/no espectacular. Podría ser, también, horroroso/no horroroso, para pensar específicamente en el fenómeno de la violencia del crimen organizado, pero eso dejaría fuera otras formas que están igualmente comunicando, aunque no lleguen a lo horroroso. Espectacular/no espectacular se articula también con la capacidad simbiótica del medio violencia con las nuevas tecnologías de comunicación: desde el blog del narco hasta canales de Youtube donde más allá del daño físico lo que se comunica es la violencia o la violencia comunica para urgir a una determinada selección. De esta manera, fenómenos de espect acularización de la violencia van permitiendo comunicaciones que buscan intercambiar poder, dinero e incluso amor, todo de manera simulada, porque el asunto de los decapitados bien puede entenderse como el empuje para intercambiar poder, dinero y mercado (territorio), pero la difusión de un video en redes sociales o imágenes, insultos, etcétera, irían más por el intercambio de afectos (en sus distinciones contingentes, por supuesto). Además, identificar el código espectacular/no espectacular invita a reflexionar so bre cómo determina ciertas selecciones en los sujetos sometid os a dicha espectacularización de la violencia. Por supuesto, este ensayo es una primera aproximación y pretende provocar a los expertos en la teoría a profundizar en los temas aquí expuestos, sobre todo en la posibilidad de la aproximación a la definición de la sociedad moderna como sistema que está bajo la orientación de la contradicción y el conflicto, sobre todo en cómo la contradicción además de desencadenar conflictos puede constituir sistemas sociales terroríficos, como el crimen organizado y otras formas de contrapoder, con sus propias ló gicas de autorreferencia y autopoiesis. m
REFERENCIAS Certeau, M. de (2000), La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer , México, Universidad Iberoamericana/ITESO. Deleuze, G. (2005), Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia , Buenos Aires, Cactus. Kojeve, A. (1999), La dialéctica del amo y del esclavo en Hegel , Buenos Aires, Editorial Fausto. Luhmann, N. (1991), Sistema social , México, Alianza. Luhmann, N. (1995), Poder , México, Anthropos/Universidad Iberoamericana. Luhmann, N. (1998), Complejidad y modernidad , Madrid, Trotta. Reguillo, R. (2012), “De las violencias: caligrafía y gramática del horror”, Desacatos, núm. 40, septiembre-diciembre. Torres Nafarrate, J. (2004), Luhmann: la política como sistema , México, FCE/ Universidad Iberoamericana/UNAM.
P or ta f olio: Del desa cuer do a la call e por KA RINA BUSTOS
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Patria fría
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43 se dice en la calle
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Sin título
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Normalistas - 2 de octubre no se olvida
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Dogmas en rebelión I
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Dogmas en rebelión II
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Atenco - Tierra y dignidad
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Agitando el silencio I
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Agitando el silencio II
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Agitando el silencio III
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Se dice Estado
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Estudiando libertad I
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Estudiando libertad II
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Sincronías
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i mp re n t a
Figuras, historias y territorios. Cartógrafos contemporáneos de la indagación política en América Latina. Israel Covarrubias [coord.] Dialéctica de la imaginación. Pablo González Casanova, una biografía intelectual Jaime Torres Guillén
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p ú b l ica
Antologías para el estudio y l a enseñanza de la Ciencia Política Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo (ed.) Los dilemas de la ciudadanía moderna y la dignidad de los derechos humanos de Arendt a Benhabib. Concepción Delgado Parra
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. Pa b lo Gonzá lez Casano va La crítica necesaria para la explicación de la realidad social por JOSÉ LUIS REYNA*
o menos que se puede decir de este libro es que es atrevido. Lo es por dos razones: primero, porque es una revisión integral de la fructífera obra de Pablo González Casanova, la cual se caracteriza no sólo por su calidad sino por su cantidad. Esto la convierte en un enorme desafío qu e Jaime Torres Guillén ha resuelto con solvencia. La otra razón es que al escud riñar en la productividad intelectual de González Casanova, el autor nos permite caminar por la historia, la so ciología y la ciencia política del siglo XX y parte del ac tual. Nos redescubre autores como C. Wright Mills y su imaginación sociológica, a la par que nos lleva por ese México en el que t ransita la investigación de su sujeto de estudio, el maestro González Casanova durante las últimas siete décadas: el primer libro del maestro fue publicado en 1948 (El misoneísmo y la modernidad cristiana en el siglo XVI II ) y hasta la fecha, su creatividad sigue vigoro sa. Para entender la obra que nos incumbe, me parece importante destacar una premisa: la ciencia en México y la ciencia social con ella han crecido institucionalmente al amparo del Estado. El desarrollo científico nuestro no puede entenderse sin ese cobijo. Sé que no todos comparten este argument o pero yo lo defendería desde el momento en que Venustiano Carranza le permite a Manuel Gamio, realizar investigación desd e una parte del Estado, con sus recursos y con trabajos, para descubrir un México cuya identidad es utilizada por el propio Est ado. Sin embargo, de esa premisa sería falaz inferir que la creatividad científica le pertenece al Estado, o que no exista distancia entre ciencia y Estado, entre una institución y un investigado r. Por decirlo de alguna forma, los logros de la investigación son de quienes lo t rabajan, no de quienes los financian. Ejemplo de ello es Pablo G onzález Casanova, intelectual quien tiene una carrera hecha en instituciones públicas y una obra cuyo rasgo la distingue por su crítica al poder, no su apología. Sostendría con Jaime Torres Guillén, que el libro que sir ve de puente para entender la transición de la historia a la sociología en el trabajo intelectual de González Casanova, nació en 1955: La ideología norteamericana sobre inversiones extranjeras. Esta investigación no se limitó a narrar el contenido d el título, sino a explicar las implicaciones de este tip o de inversiones en el desarrollo nacional de nuestro país. Fue un intento exitoso de sacar a la luz los factores ideológicos y culturales de los procesos históricos de las inversiones extranjeras, una explicación de nuestro atraso y nuestra desigualdad. Pablo González Casanova sostenía que la inversiones extranjeras, alteraban la estructura política, social y cultural de los países desarrollaos; esta idea tomaría más forma en La democracia en México.
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*Profesor e investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México.
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Como bien lo interpreta Torres Guillén, esta inflexión teórica transforma a González Casanova de un historiador a un científico social crítico de la realidad nacional y latinoamericana. Es probable que de esta investigación, surgiera esa necesidad que ha acompañado a nuestro autor desde hace más de sesenta años: la necesidad de una política de unidad nacional para México; una política de desarrollo igualitario o como en algún lado de su libro nos menciona Jaime Torres Guillén: “un mundo alterno al capitalismo que incluya a los pobres de la tierra y a quienes están con ellos”. En Dialéctica de la imaginación , el lector p uede encontrar la historia de las ideas de la primera mitad del siglo XX en México, en las que se inserta el trabajo de González Casanova. Por decir algo, pasarían diez años entre la publicaci ón de Las inversiones extranjeras y La democracia en México. Esta última, aunque concluida en 1963, vería la luz hasta 1965. Fue publicada por ediciones ERA y no en el FCE, como el libro de José Iturriaga, La estructura social de México (1951) que sin duda es un antecedente teórico-empírico de La democracia en México. Habría que agregar el trabajo de German Parra, La industrialización de México , publicado en 1954. En los tres libros, al decir de Torres Guillén, el punto de partida para comprenderlos es el principio de “hacer progresar a México”. Sin duda la investigación de Iturriaga es pionera y visionaria. Con base en datos censales (por cierto en México, desde 1895 no se ha dejado de levantar uno, que aunque con errores y defectos, permiten vislumbrar una fotografía, a veces clara a veces borrosa, de la estructura social mexicana), Iturriaga por primera vez realizó una aproximación de la estructura de clases del period o entre 1895 a 1950. Me atrevo a so stener, con las consecuencias correspondientes, que Iturriaga influyó en el quehacer científico de González Casanova. Sin embargo, este último lo supera. Para González Casanova una afirmación se sostiene con datos cuantitativos y de otro tipo; reconstruye el dato históricamente y hace del mismo una interpretación sociohistórica y política. Por eso es que La democracia en México es un parteaguas teóri co y de investigación. Es una agenda de investigación como dice Torres Guillén. Es un compendio de problemáticas, como diría yo, que se irán desarrollando a partir de 1965. En suma, en esta biografía de Go nzález Casanova se puede entender que La democracia en M éxico no sólo devela la estructura política autoritaria del país, además, incentiva el desarrollo de tantas investigaciones, muchas de ellas de vigencia actual. Hace cincuenta años González Casanova planteó en La democracia en México dos problemas: la marginalidad y la
JOSÉ LUIS REYNA
desigualdad. Sostuvo que pese a los esfuerzos de los gobiernos emanados de la revolución, en términos relativos, los marginales, aquellos divorciados de las tendencias de desarrollo habían crecido en términos absolutos. Hoy esto se constata: México es el país de América Latina que no ha podido vencer su problema de pobreza. Alrededor de la mitad de la población (120 millones) vive b ajo alguna condición de pobreza. Actualmente hasta Guatemala o Nicaragua, países con una economía menor a la nuestra, ha abatido sus niveles de pobreza. Otro problema destacado en esta investigación es la desigualdad social. La pobreza puede ser combatida vía políticas públicas y controlarla, pero la desigualdad es un problema mucho más grave porque se inserta en la estructura social. Según Torres Guillén este punto conduciría a González Casanova a investigar el fenómeno de la explotación como parte sustantiva para explicar dicha desigualdad, de ahí saldría Sociología de la explotación publicada en 1968 por la editorial Siglo XXI Editores. En este 2015 se cumplen 50 años de la publicación de La democracia en México y debo decir que fui uno de sus beneficiarios directos. A partir de ese trabajo pude definir un tema de investigación que me permi tió acceder al doctorado. Torres Guillén acierta al afirmar que González Casanova fue impulsor de instituciones y motivador de estudiantes. Cómo olvidar el tiempo en que fue mi maestro en la entonces Escuela Nacional, ahí nos
impulsó a mí y a otros a irnos a la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, institución pionera de posgrado formada en 1957 por la UNESCO. González Casanova fue uno de sus primeros presidentes y no dudó en motivarnos a salir al extranjero a formarnos con la solidez que él esperaba para que se hiciera investigación en México. Por esta razón, tengo un especial agradecimiento al maestro, mi maestro, Pablo González Casanova. Un par der reflexiones más. No tengo la menor duda que Dialéctica de la imaginación, Pablo González Casanova, una biografía intelectual , acierta al presentar la congruencia teórica y práctica de González Casanova en su faceta de investigador y ciudadano. Ambas convergen en un Ja i me To r re s G u i l lé n, Dialéctica punto: la crítica al poder como de la imagi nación. Pablo un ejercicio obligad o, para González Casanova, una biografía comprender sus límites, sus intelectual , México, Edic iones La usos y abusos y saber qué tan legítimo puede ser su ejercicio. Jo r nada , 201 4. Su crítica no es gratuita, es para comprender y explicar la naturaleza de la estructura de poder que nos envuelve y en la que, como comunidad vivimos. Si algo distingue la obra de González Casanova, es eso, criticar para explicar, para emprender etapas superiores de desarrollo. El inicio del epílogo con el que termina Torres Guillén su obra, es revelador: después de siete décadas de infatigable y productiva labor, la trayectoria de Pablo G onzález Casanova no ha terminado. Eso d emuestra su capacidad para es cribir, investigar, enseñar y compartir su sabiduría. No es posible entender la ciencia social mexicana, sin conocer la magna obra de este brillante investigador mexicano, para ello es imprescindible leer Dialéctica de la imaginación. m
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e la d a ri to is h la e br so s ne o ci ta Ano t i na a L a c i r é m A n e a c i t í teo r ía po l por HORACIO CERUTTI�GULDBERG*
I s r a e l C o v a r r u b ia s ( c o o r d .) , F i g h is t o r ia s y u r a s , t e r r it o r io s . C a r t ó g c o n t e m p o r a f o s r á n e o s d e la i n d a g a c i ó n p o l í t i c a e n A m é r ic a L a t i n a , M é x ic o , F a c u l t a d d e E c o n o m i a d e Q u i r o “ V a s c o g a ” d e l a U n i v M i c h o a c a n e r s i d a d a d e S a n N i c o lá s H i d a lg o / P u b l ic a c io n e s C r u z , 2 0 1 5 .
* Doctor en Filosofía. Investigador del CIALC y Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras-UNAM. Correo electrónico:
[email protected]
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HORACIO CERUTTI
ruto de una fecunda cooperación entre colegas de México, Brasil, Argentina, Europa y Estados Unidos, este volumen invita a recuperar de modo responsable el pasado intelectual a sabiendas de los riesgos epistémicos y prácticos que conlleva su ignorancia y las soberbias pretensiones de supuesta “originalidad” impulsadas por ese desconocimiento. Pero, eso no es lo peo r producido por la ignorancia, sino que “desarma” y conduce al espontaneísmo y la improvisación frente a los inmensos desafíos siempre presentes. Enfrentando esa ignorancia, se logra captar que no todo es novedad, no todo es repetición, no todo se resuelve con “recetitas”. Examinar lo pensado y experimentado en la región — y, por supuesto, en el mundo— ayuda a colocar se en una posición más fecunda y fructífera en términos de afrontar problemas, dificultades, enigmas y consolidar propuestas constructivamente al respecto. Ayuda a que las indagaciones no deriven en devaneos o evasiones respecto de realidades y responsabilidades. No es un detalle menor que esto se impulse desde la Facultad de Economía “Vasco de Quiroga” de la Universidad Michoacana, haciendo confluir enfoques politoló gicos y sociológicos con esfuerzos de historiar las ideas en la región, aportes filosóficos y antropo lógicos, el conjunto territorial (espacial) y temporalmente situado. Recuperar la labor cartográfica como un quehacer que excede los marcos de la ubicación espacial, para provocar y estimular ubicaciones apropiadas y apreciaciones más precisas de dónde y cómo se encuentran colocad o/as (¿o se colocan?) quienes asumen su protagonismo indiv idual y — siempre— colectivo. Apelar a aportes de otras disciplinas siempre ayuda a precisar lo indagado. Aquí hasta la teología aparece convocada, junto a la semiótica, tratando de no descuidar la inherente dimensión historiográfica de lo experimentado y que se procura reconstruir. Y un punto previo más que conviene destacar: es una apertura a aportes fuera de México, no porque en México no los haya habido, sino para —justamente— propiciar más la apertura a alimentarse (en una fagocitosis canibalesca) de lo aportado desde procesos de otras zonas de la región. Estos comentarios no pueden reemplazar la lectura
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de tan sugerentes materiales y ellos mismos tampoco pueden representar sin más los textos fuentes referidos. Más bien, es una invitación a asumir la propuesta que propician para encarar cada vez con más ánimo, precisión, responsabilidad y compromiso el quehacer en pro de la transformación de nuestro presente, sin perder de vista los aportes y experiencias previas. Los esfuerzos teóricos quedan así re-situados de un modo más potenciado y su inserción en los procesos histórico- sociales adquiere mucha mayor eficacia política en lo propositivo que de ellos se espera. Compartir aristas de algunos tópicos que más han impactado la lectura efectuada, quizá signifique un granito de arena al esfuerzo conjunto. Un primer marco de referencia más amplio y abarcador, que viene inmediatamente a la mente al autor de estas líneas por haber compartido el esfuerzo, remite a los valiosos trabajos de Francisco Zapata y Patricia Funes sobre pensamiento sociológico y político como parte del amplio proyecto conjunto que convocara con motivo del Bicentenario Mercedes de Vega y en los cuales brindaron un panorama amplio de lo pensado e intentado en do s siglos y más en y desde la región.1 Brindan una perspectiva más amplia para situar los esfuerzos del texto que aquí se comenta, el cual se concentra en algunos autores a partir de los años sesenta del siglo pasado, acotando la investigación y permitiendo ahondar en detalles y matices. Albert Hirschman, Guillermo O’Donnell, Gino Germani, H. C. F. Mansilla, Florestan Fernandes, Fernando Henrique Cardoso, Juan Carlos Portantiero, Dieter Nohlen, Ernesto Laclau y Leonardo Boff son los autores examinados en este volumen. Suele ser común que cuando ciertos nombres se vuelven emblemáticos o referentes ineludibles terminan siendo inercialmente iconizados y hasta caricaturizados. Se llega a perder de vista los meandros de sus aportes y las variantes teóricas e ideológicas que suelen conllevar. Se los refiere como autores estáticos, cuando no constituyen un bloque inmutable, sino procesos con avances, retrocesos, dificultades, logros. Esa banalización aparece en principio disipada con el esfuerzo que comparten quienes colaboran en este volumen. I ncluso ayudan a visualizar cambios que aparecen como francos abandonos de posiciones iniciales o hasta contraposiciones decididas. Pero, más que eso,
1 Cfr. Mercedes de Vega (coordinación general), La búsqueda perpetua: lo propio y lo universal de la cultura latinoamericana . Francisco Zapata, Horacio Cerutti y Patricia Funes, El pensa mien to fi losóf ico, polít ico y socio lógic o , México, Dirección General del Acervo Histórico y Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores, vol. 2, 2011.
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ayudan a captar en qué contextos situacionales estos vaivenes se dieron o a qué estrategias procuraron responder. Indicios valiosos abundan por todas par tes. Tránsitos del optimismo al escepticismo, giros ideológicos de izquierda a derecha, esfuerzos por desprenderse de utopías ingenuas o por reforzar propuestas eficaces y otras variantes, todo aparece regido p or un intenso cuestionamiento teórico, donde la actividad teórica se asume como tarea responsable, con claras exigencias prácticas y donde el pragmatismo no parece descartable. Y conviene retomar el término pragmatismo con todas sus connotaciones claras y nebulosas (más bien debería entenderse tácticamente de lo que conviene aparentar como nebulosas). Desarrollo y sus variantes, el humanismo cristiano, variantes del catolicismo, la social democracia, propu estas revolucionarias, reformistas, nominar, autoritarismo, comunidad científica, paradigmas, evidencias empíricas, ética, incertidumbres y azares, modernización, inmigración y emigración, violencias, poder, Estado-nación, geop olítica, populismo, tradición, comunidad, neocapitalismo, relaciones ámbito militar y civil, caudillismo, utopías, fe, modas, fatalismos, filosofías de la historia, ilustración, relativismo, crítica, educación, economía de mercado, tecnologías, metodología, humanismo, universidad, afroamericanos, oligarquía, burguesía, dependencia, socialismo, periferia, dialéctica, neoliberalismo, globalización, democracia, transiciones, multiclasismo, pacto, consenso, discurs o, mediaciones, ambigüedad, pueblo, hegemonía, administración, milagro, secularización, profetas, reino, ser vicio, ecología. Estos son algunos de los tópicos puestos sobre la mesa de la discusión para abrevar en los aportes efectuados y para tener muy en cuenta que no está todo dicho al respecto. Lo dicho, cómo fue dicho, cómo fue receptado e interpretado y cómo se reconstruye en estas indagaciones resultan ejes claves para sumergirse en sus variadas manifestaciones cargadas de connotaciones. Hay otras aristas que conviene también retener. Por ejemplo, el énfasis de Hirschman en los banquetes públicos como el donde se podría articular también lo privado y más (pp. 32 ss). No está demás recuperar tres párrafos que resumen de manera acotada el modo en que sugiere encarar la cartografía Pablo Bulcourf: Comprender la relación entre una historia intelectual y su contexto tanto académico como político, cultural, social y económico se asemeja a trazar un mapa con sus respectivas coordenadas, límites, colores y texturas. Como toda representación presenta sus interpretaciones y arbitrariedades que permiten lecturas diversas, las que se volverán a escribir al cambiar los contextos que las producen y contienen. Pensar en una cartografía nos remite a la búsqueda, a la acción de los descubridores que intentan dar cuenta de nuevos horizontes. Presupone también un punto de partida y otros de referencia que permiten establecer
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relaciones y distancias entre el observador y el obser vado en un juego dialéctico. Esa búsqueda, con un alto grado de incertidumbre, se mediatiza con diferentes artefactos, escuadras, reglas, compases, brújulas, sextantes, satélites. Un conjunto de elementos que nos permiten acercarnos al terreno, escanearlo, interpretarlo desde nuestras propias coordenadas. Pero también nos convertimos en objetos de observación, somos también cartografiados y analizados por otros. Al intentar dar cuenta del nuevo espacio lo relacionamos con otros, en tamaños y formas. Una biografía intelectual es como una isla en un archipiélago de vínculos entre la propia comunidad académica y la sociedad de la cual forma parte. Nuestros aparatos de indagación son verdaderas “cajas de herramientas” teóricas que hacen a un marco metateorético de análisis que condiciona nuestro trazado y lectura de la topografía a ser analizada (pp. 47-48). Para el caso de Dieter Nohlen, Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo destaca tres elementos de su formación en Heidelberg, “con los que poco a poco haría ‘escuela’: precisión conceptual, sensibilidad por el contexto y trabajo en equipo” (p. 169). Sobre todo el trabajo en equipo resulta relevante en ámbitos académicos neoliberalizados, donde el individualismo más absurdo prima petulantemente sobre toda humildad indispensable a la actividad intelectual. También resulta interesante cuando resalta los avances alcanzados con Diccionarios, siempre a sabiendas de que no hay definiciones finales e indiscutibles o cuando destaca el esfuerzo de Nohlen por pulir sus propios tex tos de modo incansable (p. 171). Y es que la labor de pulir, de corregir, nunca se acaba y no puede menos que verse esta tarea como artesanal y con todo el énfasis valorativo que ésta conlleva. Y, otro aspecto casi siempre menospreciado, resalta y llama mucho la atención, cuando destaca de No hlen “su buen humor —tengo para mí que el buen humor delata inteligencia—” (p. 178). Quizá un último aspecto a considerar se relaciona con un Cristo repensado y reconocido como Jesús del Reino en est a historia, como lo recupera Luis Martínez Andrade de Leonardo (Boff pp. 211-212). No evadir responsabilidades, asumirse como protagonistas, no renunciar a la construcción de alternativas siguen siendo tareas asociadas a la constatación de que nunca se dispone de una exégesis perfec ta. Por ello, estos trabajos requieren de más lectoras y lectores capaces de explo rar línea por línea y, mucho más, entre líneas, para quedar en condicion es de avanzar en los desafíos pendientes sin recluirse en los depósitos academicistas y, menos, quedarse esperando pasivamente en que algún día sucederá. No resulta un mero ritual agradecer a quienes gestaron estos trabajos su esfuerzo y el que compartan sus inquietudes, búsquedas y logros, así como felicitarlos y animarlos a seguir adelante. m
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Debatir los derechos humanos por ARTUR O SANT ILLANA ANDRACA*
ensar y repensar el tema de los derechos humanos desde un país como el nuestro, que ocupa uno de los primeros lugares en los índices de vio lencia a nivel mundial, no sólo es oportuno y necesario, sino también inteligente y comprometido. En nuestro país a diario mueren p ersonas asesinadas, torturadas, secuestradas y las instituciones estatales encargadas de garantizar nuestra integridad se encuentran totalmente rebasadas, entre otros motivos porque d e ellas mismas provienen los crímenes o la impunidad que gozan quienes los cometen. En un país como el nuestro en el que el gobierno as esina a sus estudiantes y a sus periodistas, en el que crecen los feminicidios día con día, los derechos humanos adquieren, para decirlo con nuestra autora, relevancia política.
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Los dilemas de la ciudadanía moderna y la d ign ida d d e l os derechos h uma nos de Arendt a Benhabib, es una obra que sorprende
Concepción Delgado Parra, Los dilemas de la ciudadanía moderna y la dignidad de los derechos humanos de Arendt a Benhabib, México, UACM-
Gedisa, 2015. por la riqueza de inquietudes y sugerencias de líneas de investigación sobre el futuro de los derechos humanos y las esperanzas en la I construcción de una ciudadanía cosmopolita. Sería prácticamente imposible discutir aquí La primera inquietud, que está vinculada con los alcances de todos los temas que propone la autora, por los derechos humanos y su custodia más allá de las fronteras ello, solo tomaré dos de ellos qu e considero nacionales, pone sobre la mesa de los derechos humanos la relevantes, sobre todo para la situación que preocupación por todas aquellas personas que se han visto atraviesan los migrantes y desplazados en obligadas a desplazarse de sus lugares de origen para buscar México y el mundo: el primero tiene que ver oportunidades de subsistencia en otras regiones de su propio con los límites del Estado-nación soberano y país o en países distintos al suyo. Miles de personas se desplazan sus dificultades para garantizar los derechos a diario en distintos lugares del mundo, persiguiendo mejores humanos dentro de su territorio, a quienes no oportunidades de vida; sin embargo, al llegar a otros sitios considera ciudadanos, incluso a quienes los se enfrentan a la triste realidad de que la procuración de sus considera. La segunda inquietud desarrollada derechos fundamentales, incluidos los derechos humanos están ampliamente por Delgado Parra en su obra, y condicionados por el reconocimiento a su ciudadanía. Cuando que simplemente comentaré, está relacionada justamente, cabe aclarar, que una de las razones de la existencia con una crítica al derecho positivo que tiene su de los derechos humanos, es el lograr el reconocimiento de la fuente en las tesis del contractualismo moderno persona, del ser humano, más allá de su origen, raza, nacionalidad, y en la ética de la reciprocidad condicionada clase social, etcétera. que lo articula. Finalmente, en la última parte de Es sabido, entre nosotros, las medidas de endurecimiento mi exposición intentaré sugerir alguna ruta que día con día analiza la clase política estadounidense, en contra de reflexión complementaria sobre lo ofrecido de los migrantes, la mayoría de ellos, provenientes d e nuestro por la autora. país. Hemos constatado la flagrante violación a los derechos * Profesor investigador en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
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humanos de los afroamericanos en el país que se hace llamar el exégeta de los derechos y las libertades. Ello nos hace pensar en lo atrasada que se encuentra todavía la comunidad internacional con sus respectivos Estados, en la tarea de procurar los derechos humanos. En nuestro país, además de la cantidad d e migrantes que a diario intentar pasar hacia Estados Unidos, en los últimos veinte años ha crecido enormemente la cantidad de p oblación desplazada en el interior del territorio nacional. A pesar de no contar con bases de datos lo suficientemente confiables, que nos indiquen la cantidad de afectados p or el desplazamiento interno forzado en nuestro país, se estima en alrededor de 5 millones de personas debido a conflictos vinculados con el crimen organizado, el surgimiento de grupos de autodefensa, desastres naturales y desarrollos turísticos. Hablamos de cantidad de personas que de la noche a la mañana se quedan sin un empleo, sin tener escuela para sus hijos, sin un lugar donde residir, sin documentos oficiales, sin acceso a la salud ni a los beneficios de políticas públicas locales o estatales. Ahora bien, si en México ni siquiera existe un programa de política públicas serio y reconocido que atienda a sus propios ciudadanos internos desplazados, en la procuración de sus derechos, ¿qué podemos esperar de la atención a migrantes, por ejemplo centroamericanos, que ni siquiera cuentan con la ciudanía mexicana? Y en la misma indefensión se encuentran los connacionales que cruzan la frontera del norte en nuestro país vecino. La autora recupera una preocupació n de la filósofa alemana Hannah Arendt, para hacer frente a la paradoja d e una formación política como el Estado moderno que procura seguridad, justicia, libertades a sus ciudadanos al tiempo que excluye a todos aquellos que no gozan del derecho de ciudadanía. Sin embargo, no olvidemos que más allá del azar que no s arrojó a tal o cual lugar del mundo y nos hizo provenir de tal o cual familia, somos seres humanos capaces de entendimiento y comunicación. La preocupación de Arendt rescatada por Delgado Parra y que es a mi juicio el momento protogenético de los derechos humanos se encuentra en la máxima: “el derecho a tener derechos”. Cito a la autora: “La idea de que los derechos humanos tenían su concreción en la estructura de los Estados-nación, por medio de la membresía política, evidenció de manera racial sus límites. Si bien, el Estado-nación constituía la única autoridad jurídica para reconocer y realizar los derechos humanos, este principio perdió su significado para todos aquellos quienes, como resultado d e la expatriación y migración, dejaron de pertenecer a cualquier Estado-nación” (p. 18). El derecho a tener derechos es una máxima formal, cuya validez no depende de los contenidos del derecho y cuya preocupación permite defender a la persona humana en su
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dignidad frente a cualquier situación de violencia o conflicto que ponga en peligro su integridad. Si bien es complicado que las leyes constitucionales de un país se puedan universalizar en tanto son resultado de la historia, la cultura, las identidades que como diría Montesquieu, se plasman en el espír itu de sus leyes; una máxima como la propuesta por Arendt y rescat ada por nuestra autora, resulta hoy fundamental para construir una p lataforma ético-política que nos permita criticar la ley, los gobiernos, los Estados, las injusticia, la corrupción, sin renunciar al derecho. Ahora bien, ¿qué nos hace sujetos de derechos? O para decirlo en otras palabras, ¿qué nos hace humanos? La respuesta reconstruida por Delgado Parra se alimenta de las obras de Arendt y Sheyla Benhabib y de las nociones de libertad, acción y dignidad, por un lado, y libertad comunicativa, por el otro. La posibilidad que tenemos de actuar y de decidir sobre los contenidos y el rumbo de la acción, nos permite la libertad que en sí misma ya se vuelve un derecho: derecho a decidir. Por ello, la voluntad es fuente de dignidad. Somos dignos, porque po demos decidir sobre nosotros mismos y defender ese derecho. El problema es que el derecho a tener derechos, tiene que atravesar por una lucha por el reconocimiento entre los seres humanos. Pues si los demás no reconocen mis derechos de qué sir ve que los tenga.
II Aquí comienza una segunda inquietud de nuestra autora y tiene que ver con las repercusiones políticas del derecho a tener derechos. Cómo repercute el derecho a los derechos. Uno de los motivos por los que los derechos humanos han cobrando una gran relevancia podríamos pensar que a partir de la Segunda Guerra Mundial en el contexto de las bombas atómicas y el auge de los regímenes totalitarios, es p orque los órdenes constitucionales de los Estados-nación existentes no han resultado suficientes para garantizar los derechos y la integridad de las personas. Los derechos humanos, son entonces una vía, para defender a la persona en su dignidad, más allá de lo que se encuentre escrito en una constitución. Si esto es así, los derechos humanos se convierten en una plataforma fundamental para exigir justicia ahí, donde los intereses políticos, la correlación de fuerzas, la cultura de impunidad hacen que el derecho p ositivo sea falible. Al estar por encima de la letra constitucional, los derechos humanos se nutren y cobran fuerza del carácter moral de sus preceptos y de la promesa d e una democracia discursiva y deliberativa que se comprometa a denunciar su violación. Los derechos humanos siguen actuando incluso ahí, donde el Est ado ya no se compromete con la impartición de just icia. Pero para
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que éstos se hagan valer en su crítica al Estado, es menester que los ciudadanos rompan los esquemas morales de la reciprocidad condicionada que caracteriza a la política vista como contrato, y se arriesguen por una ética de la responsabilidad de la acción política. Dice la autora: “El elemento de la reciprocidad mediada ilustra cómo la relación entre los miembros individuales d e una comunidad moral centrada en la ley, están inevitablemente mediados por la ley, mientras que el elemento de cooperación e intercambio coloca a la moral en el terreno de la negociación condicionada” (p. 113). Concepción Delgado nos advierte que una de las teorías hegemónicas desde las cuáles se explica al Estado y que es además la cuna del iusnaturalismo moderno y de la noción de derechos humanos que prevaleció al menos durante la segunda mitad del siglo XX, la teoría contractualista, dotó a sus nociones de política y derecho de una cierta estructura moral, por llamarlo de alguna manera, que piensa a las sociedades como individuos que se relacionan a través de contratos y que son iguales en derechos, libres y racionales, capaces de poner coto a sus apetitos, procurar su propio bien al tiempo que ven por los demás. La forma moral que adquieren estas relaciones es la reciprocidad condicionada, esto es, “doy en la medida que recibo”. La cultura popular está permeada de esta misma forma moral: “con la vara que midas serás medido”, “ojo por ojo, diente p or diente”, “en el pedir está el dar”, “como te ven te tratan”. Sin embargo, cuando pasamos de la teoría a la realidad, constatamos que ni somos iguales, ni todos so mos libres en los mismos aspectos ni en la misma intensidad y nuestra racionalidad se encuentra bastante accidentada. No podemos aplicar la ley de la misma manera a personas distintas con circunstancias y orígenes diferentes, sin atentar contra criterios de justicia. Todos somos iguales ante la ley, pero no iguales en bienes materiales, en educación y otras oportunidades de desarrollo, ni compartimos necesariamente la misma visión del mundo. Sabemos que aunque las leyes estén inspiradas en la idea de justicia, no agotan la justicia. El derecho positivo es, en es te sentido, política congelada. A diferencia del precepto moral, la ley aunque también se inspire en él, tiene fuerza coactiva, esto es, se o bliga a su obediencia a través de la violencia que administra el Estado. Pero esas leyes que determinan nuestra conducta externa, también expresan y responden a relaciones de poder, correlación de fuerzas, luchas de intereses y estrategias. La ley nace de la política, pero la congela para salvaguardar intereses a través de su acatamiento. Coincido con Delgado Parra, en la necesidad de trascender los marcos de la reciprocidad condicionada que piensa al Estado como resultado de un pacto o contrato social, para abrir la puerta de los derechos a otros y otras que por su condición de excluidos no podrían ser reconocidos por dicha moral cristalizada en la
ley. En cambio pensar en una ética de la respons abilidad de la acción, como nos propone nuestra autora, significa partir ya no del horizonte de la reciprocidad, la competencia o el cálculo de intereses, sino de la responsabilidad con nuestra vida y la de nuestro entorno, la solidaridad, el compromiso, el compañerismo. Sólo desde una política d e la acción donde seamos capaces de vincularnos con los demás desde el reconocimiento de nuestras diferencias, podemos imprimir fuerza de apelación a los derechos humanos, para sacarlos de la órbita del Estadonación y pensar en una ciudadanía cosmopolit a, como lo soñara Kant en su Paz perpetua. Una ciudadanía mundial sería aquella, en la que independientemente del lugar que habitáramos o visitáramos tendríamos garantizados nuestros derechos humanos fundamentales. Ahora bien, quisiera hacer un apunte final respec to a la importancia del carácter deontólogico y por tanto normativo de la obra de Concepción Delgado. Si bien es cier to que resulta complicado y hasta ilusorio pensar en una ciudadanía mundial en la que los seres humanos se reconocieran independientemente de su raza o nacionalidad y en la que existiera la libertad de acción política necesaria para que esa misma ciudadanía se hiciera cargo de la custodia de sus derechos, no debemos perder de vista que se trata de una idea regulativa de la razón práctica, tal y cómo Kant la pensara en su obra La paz perpetua. Es decir, se trata de una idea que aunque no la encontremos tal cual en la realidad, nos sirve para orientar nuestras acciones hacia su consecución. En este sentido no importa que haya Estados o personas desinteresados o que hasta obstaculicen los derechos humanos, siempre y cuando también haya personas comprometidas en respetarlos y hacerlos respetar con el sueño de que algún día los demás se contagiarán de la importancia del reconocimiento y la solidaridad. Una sugerencia que me atrevo hacerle a la autora es quizá la de considerar la cuestión de cómo enfrentar las amenazas de un mundo cada vez más mercantilizado, más desechable del capitalismo depredador que estamos viviendo. ¿Qué hacer con el mercado?, ¿la acción política libre y responsable de ciudadanos informados e interesados en los asuntos públicos, bastaría para hacer frente a la fuerza del capital, legal e ilegal que amenaza los derechos humanos? No puedo finalizar sin antes recomendar ampliamente la lectura de Los dilemas de la ciudadanía moderna y la dignidad de los derechos humanos , para todas aquellas p ersonas, sean estudiantes, docentes o simplemente libre pensadores, interesados e interesadas en el tema de los derechos humanos. En esta breve y sustanciosa obra, van a encontrar una guía de lectura de los problemas contemporáneos que nos d epara la filosofía política en la materia de los derechos humanos y su dimensión cosmopolita. m
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s La cen tra lidad de las idea por HORACIO VIVES SEGL*
ace unos meses tuve el gusto de recibir una invitación por parte del director del Departamento de Ciencias Sociales de Posgrados de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla para presentar el libro que recientemente compilé sobre una serie de ensayos en homenaje a la obra d e Alonso Lujambio ( Vives Segl, 2014). Emocionado por la idea, trabajamos de manera conjunta para celebrar la presentación. Supe que a partir de entonces se establecería una buena relación de colaboración con Herminio Sánchez de la Barquera. De ahí que cuando recibí la invitación para hacer la reseña del libro motivo de ést as líneas, acepté de inmediato y con entusiasmo.
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Antologías para el estudio y la enseñanza de la Ciencia Política. Volumen 1: Fundamentos, teorías e ideas políticas es
una extraordinaria antología de lecturas, a cargo de Her minio Sánchez de la Barquera y Arroyo quien, además de editor, es autor tanto de la introducción, como de dos capítulos. El libro consta de diecinueve capítulos, al que se suma el brillante Prólog o de Dieter Nohlen, y aparece bajo el prestigiado sello editorial del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Univer sidad Nacional Autónoma de México. Indica el editor que se trata del pr imer volumen, de cuatro, de una “Antología para el estudio y enseñanza de la Ciencia Política”, con lo cual se cumple una de las primeras premisas que se propuso Sánchez de la Barquera: ofrecer un conjunto de discusiones que den una visión panorámica del estado en el que se encuentra la ciencia política y, al mismo tiempo, reflexionar de forma precisa sobre determinadas temáticas de nuestra disciplina. Valga arriesgar aquí un apunte: si los otros volúmenes —dedicados al régimen político, a la sociedad civil y política internacional, a la metodología de la ciencia po lítica y a las dimensiones de la política: casos concretos de análisis— son tan equilibrados como el que estoy discut iendo, las Antologías completas estarán destinadas a ser un material obligado de consulta, discusión y reflexión para nuestra disciplina. Al margen de las muchas virtudes que se encuentran en cada capítulo, considero que este primer volumen es un libro pertinente por dos razones actuales. En primer lugar, como lo señala el editor de la obra en el capítu lo primero sobre “Reflexiones en torno a la naturaleza de la política y de la Ciencia Política”, además del desinterés y desprestig io asociado a la política, una de las principales realidades a la que nos enfrentamos los profesores que impartimos alguna materia de esta área del conocimiento, es el hecho de que un porcentaje significativo de los alumnos “no está en condiciones de distinguir claramente entre la Ciencia Política y la política”. En ese sentido,
la contribución de este capítulo de Sánchez de la Barquera en lo particular —y el libro en general—, reside en diferenciar la actividad política del rigor de los datos, leyes, métodos, teorías y demás categorías analíticas que sirven para la aproximación de su estudio como ciencia. En segundo lugar, me parece muy importante el esfuerzo emprendido por el editor de la obra por ensanchar la cosmovisión de nuest ra disciplina, yendo más allá de la escuela dominante, la angloestad ounidense. Si bien el libro es multidisciplinario y plural, por la selección ponderada de los textos, la Antología se concentra principal —aunque no exclusivamente— en aportaciones que abrevan del enfoque alemán “histórico-empírico” desarrollado fundamentalmente en la Universidad de Heidelberg. Por tal motivo, las citas y referencias a las obras de Dieter Nohlen y Klaus von Beyme —profesores eméritos de la citada universidad— acompañan a muchos de los textos. Junto con Dolf Sternberger y Carl Joaquim Friedrich constituyen los cuatro referentes universales de la politología teutona, y Sánchez de la Barquera los pone a disposición de los lectores de lengua castellana —logro no menor. A través de textos propios o de la influencia reflejada en el pensamiento de sus discípulos, en la obra, doce de los veinte textos que la conforman (diecinueve papers más el prólogo general de Nohlen), se pueden clasificar de esta manera. En el segundo capítulo, Carl Friedrich señala la paradoja de la ciencia política al considerarla la más joven y a la vez la más antigua de todas las ciencias sociales. Posteriormente, recuerda la manera en la que la disciplina se desplazó hacia Estados Unidos. La investigación sobre la vida política estadounidense fue uno de los cambios de paradigmas de la disciplina: las revisiones históricas de Bryce o de Tocqueville fueron superadas por la necesidad de producir “conocimiento microscópico” sobre las relaciones institucionales de aquel país. Como en la época d e Aristóteles, la posibilidad de la libertad y su relación con el Estado, “elevan” a la Political Science —a decir de Friedrich—a la posición más alta de todas las ciencias. El libro se enriquece con tres textos de la autoría de Klaus von Beyme. En el capítulo tres del libro, con el sugestivo título de “La colaboración antagónica: Ciencia Histórica y Ciencia Política”, Von Beyme analiza la manera en la que la ciencia política fue empleada como la “Ciencia de (la) democracia” a mediados del siglo pasado, así como su transición a “la revuelta conductista” de los años cincuenta y sesenta para tener su desenlace en el “neoinstitucionalismo sapiente”. Otro de los asp ectos interesantes de su argumentación, tiene que ver con los criterios metodológicos empleados para distinguir la ciencia política nueva de la antigua. En el capítulo siete, “La teoría política”,
* Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano, Argentina. Profesor del Departamento Académico de Ciencia Política y Director del Centro de Estudios Alonso Lujambio del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
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HORACIO VIVES
Von Beyme recuerda un rasgo muy específico de la ciencia política: ésta ha desarrollado pocas teorías “propias” y se encuentra cargada de enfoques teóricos no problematizados por politólogos, sino por cultores de disciplinas vecinas. A pesar de ello, destaca el “inesperado retorno de la teoría normativa de la p olítica” y sus consecuencias; a manera de ejemplo, el encuentro entre el empirismo y el ideal normativo que da lugar a la teoría de juegos o a la de elección racional. En el último de sus tres capítulos, Von Beyme desarrolla una matriz en la que vincula los enfoques teó ricos y metodológicos en la construcción de la teoría. Discute temas relevantes como los elementos fundamentales de las teorías en general, de las teorías políticas en la actualidad, así como sus etapas de desarrollo; explica los errores al confundir teoría con método y res alta la importancia de la noción del “actor”, para tratar de dar respuesta a las preguntas de método y a las teorías formuladas en los modelos realizados por politólogos. La Antología recupera el discurso de Dolf Sternberger en la inauguración de la cátedra que lleva su nombre en la Universidad de Heidelberg en noviembre de 1960. En ella, disertó sobre uno de los temas clásicos de la disciplina: los límites y contenidos de lo específicamente político. Ahí son abordados las formas y los sistemas de gobierno, la naturaleza del Estado, de la Constitución y el papel de las relacio nes individuales o la tensión entre conciliación y conflicto. En el capítulo cinco, Michèle Dufour escudriña las relaciones entre la política, la música y la educación en la polis griega. A través de la manifestación artís tica de la música, la autora describe cómo en la Antigüedad, todo movimiento pasional quedaba suprimido para lograr una reordenación de las emociones en el orden público. Era la sublimación de la p asión ante la razón, por la que debe gobernarse el hombre. Hay textos de la Antología que fueron previamente publicados en el Diccionario de ciencia política de Dieter Nohlen — en colaboración con Rainer-Olaf Schultze— por Porrúa y El Colegio de Veracruz en 2006. No obstante, su valía e incorporación en el libro son muy pertinentes. El breve capítulo seis reproduce la voz “Filosofía política”, de Ulrich Weiss. Al propio Schultze corresponde el capítulo diez,
en el que desarrolla la idea de bien común, variantes de la teoría marxista, las críticas a las teorías del pluralismo orientadas por el bien común, la teoría liberal de la sociedad basad a en los derechos fundamentales o —retomando a Habermas—el difícil acomodo de la noción de comunidad frente a la disidencia o las minorías culturales. En el capítulo once, titulado “Los principio de solidaridad y subsidiariedad”, Manfred Gro ser recupera planteamientos clásicos de Durkheim (la solidaridad como hecho social, objeto de la sociología y contrario al darwinismo social), advirtiendo sobre los desafíos que la solidaridad implicó en la adopción de los programas de acción tanto de la Unión Demócrata Cristiana, como del Partido Socialdemócrata de Alemania, así como el papel central del principio de subsidiariedad en la discusión de la po lítica europea y el Estado social. En el doce, “Sistema Político” —elaborado de manera conjunta por Dieter Nohlen y B ernhard Thibaut—, además de repasar referencias obvias al concepto (como la clásica teoría sistémica de Easton y Parsons) los autores proponen nuevos desarrollos para la discusión, tales como las dimensiones del sistema político (las instituciones, los procesos y el contenido de las decisiones políticas). El capítulo quince, “Soberanía y soberanía popular”, es otro en coautoría entre Reimund Seidelmann y Ulrich Weiss. En la primera parte del capítulo, Seidelmann discute sobre la soberanía
Herminio Sá nchez de la Barquera y A rroyo (ed.), Antologías para el estudio y la enseñanza de la Ciencia Política. Volumen 1: Fundamentos, teoría e ideas políticas, México,
Instituto de Investigaciones Jurídicas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2014.
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IMPRENTA PÚBLICA
como uno de los fundamentos esenciales para el monopolio de comunes sobre el neoliberalismo, al que se le culpa de todos los la dominación del Estado, y realiza una revisión de las funciones males posmodernos, a partir de los elementos constitutivos del históricas de la soberanía en el Estad o moderno. En la segunda “credo neoliberal”. El capítulo diecisiete, “Exclusión, deseo y reconocimiento. parte, la relativa a la soberanía po pular, Weiss la define como Paradojas de la política y Estado democrático”, Israel Covarrubias el principio fundamental de legitimación del dominio político democrático. Pasando inevitablemente por el contrato social de desarrolla desde diversos ángulos, la pretensión de la inclusión Rousseau, plantea la aceptación de la soberanía popular como la del sujeto en la democracia; esto es, el reconocimiento de la realización de una voluntad general infalible, autónoma e inmune igualdad. Retomando a Osvaldo Iazzeta, señala la conexión a cualquier criterio de evaluación. Rolan Czarda, en el capítulo entre democracia y Estado y la forma en que a través de la dieciséis, desarrolla “las instituciones y los enfoques de la teoría representación política (el voto) los individuos y la sociedad de las instituciones”. Señala que la razón de las instituciones en general participan de la democracia. En el apartado sobre políticas es la regulación de conflictos por normas y la disposición la disolución del sujeto democrático —en el que desarrolla de personal específicamente encargado de su consecución. Para el vínculo entre el sujeto, la sociedad de la información y la él, las instituciones políticas están irremediablemente vinculadas política democrática— trata un tema relativamente nuevo en la disciplina: “fenómenos de las antisociedades”, como el pánico, al ejercicio de dominación política. Otro texto de Schultze publicado en el Pequeño el mal o la insatisfacción; a saber, el mal y las perversiones como diccionario de política —editado igualmente por Dieter Nohlen formas metapolíticas para instaurar —citando a Ugo Pipitone— y Florian Grotz—, es recuperado en la Antología. Es el capítulo “un deseo de orden construido sobre la desconfianza de los trece sobre “Federalismo”. Shultze reconoce el punto de contagios”. Como una de las claras paradojas a las que hace partida de todo intento por definir el concepto: la delimitación referencia en el título del capítulo, se encuentra el “analfabetismo del Estado federal frente al Es tado central. Para ello, recuerda ilustrado” —citando la expresión de Armando González Torres— primero la experiencia histórica de la República Federal Alemana con la libertad informática. Ahí algunas consecu encias de la como un ejemplo de federalismo multicultural, relativamente especialización técnica. Cierra la Anto lo gí a un texto con una perspectiva homogéneo y sin potencial de conflicto. Retoma también el caso de Estados Unidos de América, donde las diferencias culturales disruptiva. Como una obviedad desde el título, en “El estudio y no se encuentran territorialmente consolidadas. Desde una la profesión de la Ciencia Política; una visión personal”, Claudia perspectiva tributaria reflejada en un diseño constitucional, Zilla cuenta en el capítulo diecinueve, su interesante proceso de señala el caso de la Constitución española de 1978 como ejemplo aproximación a nuestra disciplina. Una de las experiencias que de dependencia financiera de las comunidades autónomas de le dejó a la autora el estudio de la ciencia política — compartida Madrid, representando la capital española el símbolo d el Estado por muchos colegas— fue que le arrancó “la ingenuidad de los central. También señala como ejemplo frustrado, la “Reforma ojos”. A través de las cinco actividades básicas de la disciplina del federalismo” en Alemania en 2006, presentándola como (leer, pensar, escribir, observar y hablar sobre los fenómenos resultado limitado frente a los ambiciosos objetivos originales políticos), Zilla reafirma la vocación politoló gica, sus temas de de la propuesta. En el capítulo catorce, Sánchez de la Barquera interés relevantes y la no inusual distancia con los intereses y desarrolla la división de poderes, los fundamentos y tipos de preocupaciones de los ciudadanos y políticos. En suma, Antologías para el estudio y la enseñanza de federalismo, la distribución de competencias, y, como una categoría interesante de análisis, la calidad de los Estados la Ciencia Política. Volumen 1: Fundamentos, teorías e ideas integrantes del arreglo federal. Expone los casos de la República políticas editada por Herminio Sánchez de la Barquera y Arroyo Federal Alemana como modelo del “federalismo dual” y a Estados es un texto bien balanceado, imprescindible para leer y entender Unidos como “federalism o de separación” o “interestatal”. el estado actual que guarda la ciencia política, con énfasis en el Concluye que más allá de los diseños institucionales, la viabilidad desarrollo de la escuela germana. La Antología presenta a través del arreglo federal reside en su principio p eculiar y original y en de una mirada multidisciplinaria y de diversas generaciones de politólogos, una revisión de las ideas y de los conceptos clásicos su construcción gradual. Javier Brown César aporta dos textos a la Antología. En el de la disciplina, a la vez que alimenta debates actuales. Una capítulo nueve, desarrolla la siempre fascinante relación entre ética antología que estaba faltando. m y política, catalogándola como una de largo desencuentro. Expone en el plano histór ico, su difícil correspondencia referenciada por Aristóteles desde la Antigüedad. En el apart ado sobre la construcción del “Yo y las preferencias electorales”, Brown analiza la importancia de la acción social a favor de la justicia y la forma en la que los gobiernos han reaccionado a reivindicaciones REFERENCIA sociales ante la existencia de grupos de poder. En el dieciocho, “El Vives Segl, H. (coord.), (2014), Constructor de instituciones. La obra de Alonso Lujambio comentada por sus críticos, México, Instituto embate neoliberal”, presenta elementos para rebatir los lugares Tecnológico Autónomo de México/El Colegio de México/Ins tituto Nacional Electoral/Miguel Ángel Porrúa.
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(in)ac tualidades S D O C A R T A p o r R IC A R
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1. Kafka en traje de baño, (Franco Félix. Kafka en traje de baño, Nitro Press, 2015). 2. La tacopedia, enciclopedia del taco, (Alejandro Escalante. La tacopedia, enciclopedia del taco, Trilce Ediciones, 2015) 3. Desde el corazón de las palabras, (Raúl Godínez. Desde el corazón de las palabras, Ediciones Felou, 2015). 4. El gran solitario del palacio, (René Avilés Fabila. El gran solitario del palacio, Universidad Popular Autónoma de Verazruz, 2014).
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(IN)ACTUALIDADES
Desde el corazón de las palabras, 26 escritores, un diálogo afable… de Raúl Godínez
Hace unas semanas llegó a mis manos el más reciente libro de Raúl Godínez, escritor, periodista y editor. Me sorprendió que después de haber publicado una excelente novela que lleva por título: Tu nombre recordaba la primavera, ahora se haya decidido a publicar un libro de entrevistas con autores de muy buena factura: Juan García Ponce, Elena Poniatowska, Eraclio Zepeda, Carlos Monsiváis, José Agustín, Gust avo Sáinz, Juan Villoro, Jorge Volpi; convirtiéndose en un material imprescindible no sólo para las estudiosos de la literatura mexicana sino para los lectores (y miren que hay muchos) de los autores incluidos. Al contrario de lo que se piensa, creo que el género de la entrevista aún sigue vivo y con mucho camino por delante, gracias a estos textos híbridos entre documento histórico-periodístico, podemos captar, más allá de los libros, situaciones más íntimas de los autores. Lo que sí hay que subrayar y reconocer es el trabajo de Raúl que durante veinte años estuvo cazando a cada uno de los autores, labor nada fácil. Raúl Godínez habla sobre su libro: AUTOR: RAÚL GODÍNEZ EDITORIAL: TESTIMONIOS
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Son épocas, etapas culturales de nuestro entorno, entonces uno va descubriendo estas diferentes generaciones, por ejemplo, dentro del libro viene desde México en la cultura, aquellos escritores que formó Fernando Benítez en diversos suplementos como Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis; vienen escritores de la Onda como Gustavo Sáinz, José Agustín, Juan Tovar; del ciclo de Chiapas como Eraclio Zepeda hasta el Crack, son diferentes etapas de la narrativa nacional tratadas en este libro y siempre con el afán de darlos a conocer, de difundirlos y de recordarlos.
RICARDO CARTAS
El gran solitario del palacio En 1971 se publica en Argentina El gran solitario del palacio de René Avilés Fabila. De aquella fecha hasta hoy, su novela lleva alrededor de 47 ediciones y se ha consolidado como una de las novelas emblemáticas del 68. RAF, periodista, promotor cultural, académico y escritor. Desde hace varios años recorre el país recibiendo homenajes por parte de Institutos de Cultura y Universidades. Precisamente la Universidad Popular Autónoma de Veracruz, publicó la más reciente edición de El gran solitario del palacio. Sin duda es una buena razón para hacer la relectura de esta novela. RAF, perteneciente a la generación que le tocó vivir minuto a minuto el Movimiento del 68, plantea una postura dentro de su novela que resulta inédita, poco abordada dentro de las novelas que tratan sobre el movimiento estudiantil: el humor. Al contrario de lo que se piensa, el mexicano no se ríe de sus desgracias, se consume en ella. Dentro d e la literatura mexicana hay pocas muestras de humor y las que existen, regularmente no son tomadas en cuenta dentro de la Literatura Mexicana (con mayúsculas), casi siempre se requiere ser dramático y sufridor para ser tomado en cuenta; sin embargo El gran solitario del palacio, es de las pocas novelas que se publican constantemente y que sobrevive en el mercado literario. Su humor, cabe aclararlo, es una estrategia de resistencia ante el poder monolítico, dictatorial y retrógrado del partido oficial que cambiaba cada seis años de rostro, gracias a una vanguardista cirugía, que modificaba los rostros de los presidentes a partir de los gustos ciudadanos; pero el fondo es lo mismo, el poder se transforma y se fort alece como la Hidra de Lerna. Ante eso qué es lo que se puede hacer? RAF, hace operar dentro de la novela la ridiculización de la cultura política mexicana en los años duros; desde el presidente de la república, sus funcionarios, burócratas, los medios de comunicación. En las primeras páginas de la novela RAF exhibe el ritual cuasi fascista del priismo sesentero que se dan cita para quemar los libros de donde provienen las ideas exóticas que tanto daño les est aba causando a los jóvenes mexicanos:
AUTOR: RENÉ
AVILÉS FABILA
EDITORIAL: UPAV
En el centro del jardín: una enorme montaña como de la altura de un edificio de tres pisos, confeccionada con libros, folletos y revistas. Reporteros que se acercan a ella para analizar el material; no la escalan. !Asquerosa propaganda subversiva y pornográfica!, dice uno en voz alta. El resto confirma el adjetivo y el matiz virulento. Otro: Sí, de Pekín, de Cuba, de Corea. Varios encapuchados, con antorchas rodean el cerro de papel en espera de órdenes. (p. 18) El gran solitario del palacio es una novela que tiene la virtud de ser hilarante y que
en el camino, esa sonrisa poco a poco se va convirtiendo en duelo. La edición de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz incluye un prólogo de Ricardo A. Yocelevsky R., quien hace una reflexión sobre la novela de Avilés que conviene compartir: "La novela se puede vengar (vicariamente) del poder haciendo os tentación de lo único que el poder no puede poseer auténticamente, humor. El humor, la ironía generan cercanía, establecen relaciones. El solitario no ríe. O no puede hacerlo o, nadie puede ver lo que lo haga". (p.12) ¿Recomendable? Desde luego, René tiene especial talento para describir y ridiculizar a la cultura política nacional.
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(IN)ACTUALIDADES
AUTOR: FRANCO FÉLIX EDITORIAL: NITRO/PRESS
Recapitulemos. Todo inició en 2008, en una fiesta, un amigo comentó que en Hermosillo había un chico que decía ser descendiente de Kafka. Me causó bastante gracia. Primero porque en Hermosillo no sucede ni un carajo, no existe nada interesante. A nivel nacional, esta ciudad y el estado entero fueron señalados por José Vasconcelos como el territorio en el que moría la cultura (y aunque el bloque de cultureros de esta ciudad haga berrinches, patalee y diga lo contrario, es verdad: la cultura en este municipio tiene dos betas: las bicicletas y el malabarismo). ( p.30)
La maldición de Kafka En los últimos años, la crónica ha l ogrado tener un lugar especial dentro del mercado editorial en México. Uno podría suponerse que esto no podría lograrse sin el interés del lector por temas de coyuntura como “narco”, “violencia”, “corrupción”, tópicos que aún tienen cierto anclaje con los lectores. Sin embargo, cuando nos encontramos con libros como Kafka en traje de baño (Nitro Press, 2015) de Franco Félix (Hermosillo Sonora, 1981) el argumento acerca de los temas coyunturales se desploma. De “narco” y “violencia” (con todo y que es norteño) no encontramos nada; por el contrario, encontramos tres crónicas que ahond an en la sensibilidad y en la maldición Kafkiana. Cuando te encuentras con libros como el de Franco Félix, uno pued e morir tranquilo ¡Ya sé que soy un exagerado! ¡Claro! Pero tampoco puedo ocult ar el placer que me dio el haber leído este libro que incluye tres crónicas: Kafka en traje de baño, El origen del autismo y Vacaciones en el Borda. El libro, quiero decirles, ganó el premio Libro Sonorense 2014 en crónica. ¿Te puedes imaginar que algún familiar de Kafka ande por alguna calle de la Ciudad de México o ya de plano hasta en Hermosillo So nora? Bueno, pues esa fue la cuestión que hizo a Franco Félix clavarse en esa investigación por años y todo porque escuchó en una fiesta la existencia de sangre kafkiana en su odiado Hermosillo:
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Cualquiera que haya leído cualquier texto de Kafka, sabe que hay una especie de maldición que persiguió a sus p ersonajes, al autor, ¿y por qué no? hasta a sus descendientes que, para continuar esa tradición, se van a vivir al paradisiaco Hermosillo. Como si fuera parte de la herencia maldita, Franco Félix, decide cargar con la loza de la investigación. Supongamos que estemos en los pies de Franco, ¿qué sería lo primero que haríamos? Pues claro, lo primero es prender nuestra computadora y meternos hasta el fondo de las redes sociales, también las que se dedican a los judíos, para buscar la primera hebra que nos puede llevar a nudo s alucinantes. Creo que eso es lo que más nos cautiva, el saber que cualquiera persona puede llevar a cabo una investigación de este tipo, claro, sólo hace falta que en nuestras ciudades vivan descendientes de algún escritor maldito ¿Se imaginan? …Dicen que en Puebla viven algunos descendientes de Kerouac, sí y que en Cuernavaca Malcom Lowry dejó algunos gringuitos por ahí regados y en Oaxaca y en Guanajuato…La genealogía al Facebook le asienta muy bien. Franco Félix extrae de la obra de Kafka dos elementos: la maldición y un extraño humor que resulta deslumbrante. ¿Libro recomendable? ¿Ustedes creen que quepa esa pregunta? Pero por si exis te alguna duda, les digo sí, creo que este libro d e Franco Félix extraordinario.
RICARDO CARTAS
La tacopedia, enciclopedia del taco
Hay libros que no deben de faltar en una casa (y menos en una mexicana), me refiero a La tacopedia, enciclopedia del taco, editado por Déborah Holt y Juan Carlos Mena, bajo el sello de TRILCE. Y digo que es un libro imprescindible porque no hay mexicano que no le gusten lo s tacos y que resulta necesario saber de dónde salieron, de su increíble diversidad y que culturalmente es un referente de lo mexicano. Además de ser un libro bellísimo, nos explica (como toda buena enciclopedia) el origen del maíz, su evolución, las partes de los animales, ya sea res, cerdo, carnero, cabrito (y perrito ¡broma!), que se utilizan para hacer distintos tipos de tacos. Además, hace una cartografía del taco, los estados de la república y lo que han aportado a la cultura del taco. El principal reto de este libro es abrirlo y luchar contra las ganas de ir corriendo a la primera taquería. Yo por lo mientras estoy a la espera del 31 de marzo para celebrar el día mundial del taco. ¿Recomendable? Más que eso, lo creo que necesario para todos los que somos de buen diente.
AUTOR: ALEJANDRO ESCALANTE EDITORIAL: TRILCE
EDICIONES
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(in)actualidades por RICARDO CARTAS y DIANA GÓMEZ
Niños Héroes
Río Frío
Es casi una tradición que el primer disco de una banda lleve el nombre de la misma. Grabado bajo el sello de La cuatro Récords, Niños héroes, debuta con un disco que incluye diez temas de los cuales pueden destacar Día de muertos, Que asco, Los coyoles, Atraco al pesero y Dragomán. En general es un disco bien logrado, consistente, con sonidos que son fáciles de asimilar y distinguir sus influencias. Es un disco que cuando se va asimilando, sabe a regiones conocidas. Creo que es ese uno de los aciertos de la banda, que saben combinar el espíritu del rock con sonidos más latinoamericanos. Pero lo mejor de la banda en su presencia en el escenario. Felicidades a Santiago, Alan y Leo. INTÉRPRETE: NIÑOS HÉROES
A pesar de que está grabado por La cuatro récords en Puebla, hay pocas referencias sobre el músico. Hace unos meses t uve la oportunidad de escucharlos y me dejó sensaciones positivas. Su ánimo por combinar el fo lk con el rock, nada nuevo, pero propuesta de forma orgánica. El disco tiene aciertos interesantes, por ejemplo en Vamos a Cholula, la cual tiene ese sonido clásico de los artistas de la segunda década del XXI. ¿Recomendable? Claro, creo que es un disco que puedes ir escuchando en el auto para relajarte mientras la vida ruda se representa tras el cristal.
Álbum: Niños Héroe s/ 2015 Sello: La cuatro récords @ninosheroesband
Massive Attack Ante sus emocionadas pero también interrumpidas presentaciones en México (Plaza Condesa y Corona Capital 2014), vale la pena darle una repasada a Massive Attack y a su primer disco, Blue LInes. Se trata de un álbum que a pesar de su añejez de 23 años sigue sonando actual y se ha convertido en una cátedra deliciosa de cómo hacer trip hop en cualquier década.
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INTÉRPRETE: YUSH
Sello: La cuatro récords @Yush_Of
INTÉRPRETE: BLUE LINES
Álbum: Massive Attack @MassiveAttackUK
RICARDO CARTAS Y DIANA GÓMEZ
Clear Lake Forest Austin Texas continua con su psicodelia y su folk, y una de sus ventanas es The Black Angels, banda que entrega su quinto trabajo con su EP, Clear Lake Forest, una serie de piezas lisérgicas que se complementan con guitarras más sucias y una potente batería bajo el mando de Stephanie Baile y Christian Bland. INTÉRPRETE: THE BLACK ANGELS
Álbum: Clear Lake Forest @theblackangels
Sound and Color Algo grandioso pasó con Alabama Shakes en estos últimos años; madurar y d ejar que sus sonidos se sintieran desde el estomago. Sound and Color es de esos álbumes que se deben tener en el estante de discos para disfrutarse al final de una tarde. Sus poderosas guitarras, bajo y batería jazzera se llevan toda la emoción, pero la voz potente de Brittany Howard es una delicia que juega con vaivenes en el disco.
INTÉRPRETE: ALABAMA SHAKES
Álbum: Sound and Color @Alabama_Shakes
Barragán A estas alturas Blonde Redhead no tiene nada que demostrar, su larga y sustancial carrera de destiempo en baterías, voces dulces y guitarras estridentes los han llevado a entregar un material que llena expectativas: Barragán, titulo sacado directamente del arquitecto mexicano, Luis Barragán. INTÉRPRETE: BLONDE REDHEAD
Álbum: Barragán @BlondeRedhead
Adrian Thaws Adrian Thaws es el nombre real de Tricky, un músico que ha pasado las últimas décadas entrelazándose con el trip hop y la electrónica. Su disco número 13 aparece este año con voces femeninas como la de Francesca Belmonte y con un título que lo desmantela como un tipo que quiere reventar oídos con música más melódica.
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TRICKY Álbum: Adrian Thaws @KnowleWestboy
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www.revistametapolitica.com
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