Resumen de: Kemp B., El antguo Egipo faraónico, Capíulo VI “El nacimieno del om!re económico", Ismo, #adrid, $%%$.
En cuanto a la esfera esfera económica económica se conoce la existencia existencia de teorías amplias que engloban engloban a las sociedades anguas así como a las primivas, y que enden a propugnar una suerte de inocencia económica. En lo que concierne al anguo Egipto constuye constuye una reacción tardía tardía a la obra del historiador Karl Polanyi y han formulado uicios sobre la economía del anguo Egipto bao el in!uo de sus ideas. "n rasgo caracterísco de este enfoque es el distanciamiento del historiador con respecto al mundo económico actual, pues, seg#n ellos, los sistemas económicos de la ang$edad eran disntos a los del presente. %osenen que tan solo podemos elaborar modelos de cómo funcionaban a parir de las mismas fuentes anguas, de un uso prudente de la literatura etnogr&'ca y de algunos puntos de referencia que parecen ser validos en todas las economías de las primeras sociedades compleas. Esta perspecva se expone a aislar innecesariamente el pasado y empobrecer la discusión, pues representa a los sistemas anguos como si fueran endades est&cas, sin mecanismos para adecuarse al cambio de circunstancias. (tro punto d)bil es que en las discusiones de esta índole, los sistemas económicos actuales se convierten en sinónimos de *economías de mercado+. o se puede comen-ar a trabaar parendo de esta base. El mundo actual no cuenta, y am&s ha tenido, con eemplos de un sistema económico totalmente basado en las fuer-as del mercado. odos los sistemas macroeconómicos macroeconómicos representan representan una tregua insegura entre dos fuer-as/ el af&n del Estado por crearse una base 'rme para su propia existencia y proyectos, y la presión interrumpida de la demanda privada.0 lo #nico que hacen es mover las fronteras entre ambas -onas. 1os sistemas del pasado 2son tambi)n ellos una combinación peculiar, dentro de la estructura macroeconómica universal e ineludible que se creó cuando surgieron los primeros estados3 o hay ninguna duda duda respecto respecto a una de las verentes verentes de la angua combinación, combinación, la dirigida dirigida por la administración administración instucional y del po redistribuvo. %in embargo, no sucede lo mismo con la otra verente, la sasfacción de la demand demandaa de los indivi individuo duos, s, donde donde el enfoqu enfoquee de Polan Polanyi yi desta destaca ca la minimi minimi-a -ació ción n de su poder poder econó económic mico. o. %i consideramos que la economía administrada dominaba de modo absoluto, hemos de aceptar que o el mismo sistema era capa- de esmar connuamente las necesidades reales reales de cada individuo y sasfacerlas, o que sectores muy amplios de la población tenían unas necesidades pasivas y no est&cas, de manera que constuyen un re!eo de las !uctuaciones producidas en el sistema estatal0 es decir, decir, cuando el Estado tenía menos para dar, dar, la gente se resignaba a recibir menos. 4especto a la primera condición, si hubiese exisdo representaría un nivel de gesón económica que se halla fuera del alcance de cualquiera de los gobiernos actuales. En cuanto a la segunda, en cambio, hemos de examinar tanto la naturale-a de la demanda en la ang$edad como hasta qu) punto los sistemas anguos eran est&cos. El sector p#blico/ su capacidad y sus de'ciencias 5lgunos papiros constuyen constuyen la fuente principal principal de información. ambi)n ambi)n podemos uli-ar restos restos arqueológicos, entre entre los que se incluyen los enormes graneros, tesmonios de la escala a la que el Estado mantenía stoc6s cerealíscos de reserva, que nivelaban las !uctuaciones de la oferta causada por las variaciones de las cosechas seg#n los a7os. El eercicio económico ene un car&cter cíclico y en el caso del anguo Egipto podemos estar seguros de un elemento cíclico/ el volumen de las aguas del ilo, la crecida anual. 1a agricultura, no solo variaba de un a7o para otro sino que tambi)n dependía de unos ciclos clim&cos mayores que habrían tenido consecuencias inexorables sobre la economía agraria. 1a intervención del Estado 8el palacio y los templos9 habría eercido un considerable efecto amorguador. o era un sistema monolíco/ unto al palacio y sus diferentes diferentes centros de autoridad autorida d administravos había una complea red de fundaciones piadosas o instuciones religiosas cuasi autónomas, en donde el foco de atención lo constuía el culto a las estatuas de los dioses y los reyes que, en el caso de las segundas, incluían aquellas pertenecientes a las tumbas reales y los templos asociados a ellas. En grados disntos todas estas instuciones cobraban rentas, una parte de las cuales almacenaban mientras que distribuían la otra en concepto de raciones o salarios mediante el sistema de las phylae, las cuales se repar:an las obligaciones sobre una base de dedicación a empo parcial. El funcionamiento de la administración egipcia durante los disntos períodos no parece que sea consecuencia de un concepto abstracto de ;
administración aplicado con claridad a un variado repertorio de acvidades0 m&s bien funcionaba mediante conductos de autoridad. Es aquí donde se hacía gala del talento burocr&co. Pero es in#l que busquemos pruebas de una integración expresa de las disntas partes en un proyecto general de organi-ación. 1a forma angua de gobernar consis:a en una acumulación de diferentes medidas instucionales, cada una con un campo de aplicación muy restringido. o había ning#n sistema codi'cado de recaudación de rentas. En su lugar había una serie de pr&ccas aisladas sancionadas por la tradición/ un grupo de funcionarios hi-o esto, otro hi-o aquello. Pese a todo imperaba alg#n po de acción global de equilibrio económico. Parte del sistema radicaba en una delegación masiva de la gesón coyuntural por medio de las fundaciones piadosas.
urante la #lma parte del período Predin&sco, la sociedad egipcia entró en esa etapa decisiva de trascendencia social y psicológica/ el consumo ostentoso. %i adoptamos el enfoque de Polanyi, podemos descubrir que la economía redistribuva y el consumo ostentoso no son incompables. El rey recompensa a sus hombres m&s eminentes, muchos de los cuales enen allegados en las provincias. ?stos, a su ve-, ofrecen regalos a los parientes m&s pobres y las personas dependientes. odos quedan sasfechos 8o se ven incapaces de expresar su insasfacción9 y, cuando mueren, ocupan el lugar que les corresponde en un cementerio donde tambi)n queda plasmado el orden social y económico. Podemos hacer de Egipto un modelo de economía redistribuva. %in embargo, a un nivel políco 8en el deseo de gobernar9, el @mperio 5nguo demuestra que el ideal de consenso es una ilusión. 5parecen los gobernadores de las provincias 8los nomarcas9 y cuando, a 'nales de la dinas:a A@, lo permió la coyuntura, los m&s ambiciosos de ellos trataron de apropiarse de los territorios m&s amplios, lo que en algunos casos culmino en guerra civil. 1a políca de los intereses personales ya estaba verdaderamente funcionando con pleno vigor. o se había perdido el sendo del deber social. =ualquier sistema económico que propongamos para el anguo Egipto debe tener en cuenta las modi'caciones, al parecer exitosas, que las comunidades locales hacían ante los cambios de disnta magnitud en un sistema estatal de dirección de la economía relavamente rudimentaria. B
1a respuesta que da el enfoque de Polanyi a la existencia de una demanda de cosas que no eran meramente secundarias a la vida es la pasividad económica enla-ada con el opmismo/ trabaar con honesdad y esperar pacientemente que la lealtad, el trabao arduo y las obligaciones que los dem&s tenían con uno traesen empos meores. %in embargo, podemos iden'car &reas con una fuerte demanda privada que se connuaba sasfaciendo independientemente de la efecvidad que mostrase el sistema p#blico. El Primer Período @ntermedio ene una enorme trascendencia aquí, en tanto que da a entender que no todo el mundo se resignaba al puesto que ocupaba dentro del orden social y económico. Cuchos aprovecharon cualquier posibilidad de enriquecerse que se les presentó. En cuanto al robo nada quedaba a salvo/ las reservas de grano de los templos desaparecían discreta y paulanamente/ las tumbas eran desvaliadas y se saqueaban los enseres y las guarniciones del templo. 5unque el robo de tumbas atraía sobre todo a individuos de baa estofa, otras modalidades de hurto y fraude menos trabaosas atraían tambi)n a los funcionarios, inclusive los sacerdotes del templo. >e hecho, la escala de los robos requería frecuentemente la intervención de los funcionarios. =asi todo lo que se robaban quedaba como parte de los bienes familiares. En muchos casos los ladrones se adherían a un sistema profesional para transformar su bo:n en otros ar:culos a cambio de una comisión. 1a corrupción de la sociedad a 'nales del @mperio Cedio se remedió, si bien de modo solo pasaero, con la imposición de un gobierno militar. Estas cuesones enen que ver con lo que estamos discuendo porque proporcionan un tesmonio literal de las actudes hacia las rique-as materiales y de lo f&cil y natural que le era a la gente recurrir a un mercado libre de ar:culos, esclavos, ganado, alimentos y erras. En los empos de mayor orden, la gente todavía recibía obsequios inesperados 8herencias, regalos del Estado9, y tenían la misma variedad de opciones sobre lo que hacían con ellos/ desde atesorarlos en casa hasta intercambiarlos por otras cosas. 1os robos de 'nales del @mperio uevo pusieron en circulación una oleada de rique-as en la sociedad desde abao. 1a dinas:a DA@@@ había hecho lo mismo con los bones de guerra, pero desde arriba y dentro del sistema administravo. Para sasfacer la demanda privada de ar:culos acabados hacía falta disponer de materias primas. %e cree que la presencia de inscripciones o'ciales denota la existencia de un monopolio real sobre aquellas materias primas que se hallaban sobre la llanura del ilo, una escala de operaciones que solo el Estado pudo emprender, pero no tuvo por qu) ser la norma. 1a estabilidad políca y la cohesión cultural del anguo Egipto durante largos períodos de empo forman parte de la fama que ene de perdurabilidad. esempe7ó el Estado alg#n papel en la 'ación de los precios3 o los regulaba de una manera explícita. o hay tesmonios directos de que los monarcas o los funcionarios lo hubiesen hecho alguna ve-, y el estudio de los mismos precios, tambi)n revela excesivas variaciones. 1os precios se 'aban solos. %in embargo, dado que, al menos en los F
períodos de una administración muy centrali-ada, las instuciones se encargaban en gran parte de la remuneración de los salarios y del almacenamiento y devolución de los productos que se guardaban a modo de stoc6s de reserva, podemos inferir que de modo implícito se mantenían unos niveles generales. >e todas maneras, este es el marco general dentro del cual operan todos los sistemas económicos actuales. El nivel del comercio y la velocidad de las comunicaciones debieron ser mucho menores que en )poca moderna. 1os datos sobre los precios procedentes del anguo Egipto permanecen m&s o menos neutrales en lo que se re'ere a aportar pruebas sobre la manera en que se 'aban los mismos, ya que se les puede usar para respaldar interpretaciones muy dispares. Gassen enende que la tradición tuvo un gran peso en la 'ación de los precios. 1a tradición equivalía a un equilibrio entre la oferta y la demanda. "n grupo de precios muy interesantes son los de los cereales 8el trigo y la cebada9, producto b&sico que es propenso a unos cambios vol&les en sus precios y, por esa ra-ón, es obeto de inmensos planes intervencionistas en las economías modernas de libre mercado. ambi)n en el anguo Egipto era corriente este po de intervención, en forma de una capacidad impresionante de almacenamiento para crear stoc6s de reserva. anto a nivel de las instuciones como en las economías de las propiedades parculares, fuera en )pocas de pa- y abundancia, o en los empos de cares:a y desorden social. Era una intervención pasiva que no se traduo a un propósito o'cial de regular los precios. 1os egipcios no pensaban en la economía, la vivían. o ambicionaban un bene'cio entendido como medida abstracta del )xito en el comercio o en la fabricación de obetos, sino colmarse de ar:culos valiosos que les hicieran senrse sasfechos consigo mismos y suscitaran las envidias de los dem&s. Exis:an mercados, reconocidos como tales, en los que los vendedores desparramaban sus mercancías. 5lgunos se hallaban en las riveras del ilo. 1os metales formaban parte de la transacción, y tal ve- los extraneros llevaban su propio uego de pesas para evitar que les enga7asen. El estado proveía las necesidades b&sicas mediante las raciones. El &rea de contacto decisiva entre el sistema estatal y las necesidades privadas eran las vidas de los funcionarios, el grupo m&s expuesto a unas presiones compevas. 5unque recibían raciones y otras gra'caciones del Estado, adem&s poseían o arrendaban erras, lo cual les reportaba unos ingresos muy superiores a los de subsistencia. 2Hu) hicieron los funcionarios para sasfacer las demandas que un sistema p#blico limitado, por su misma naturale-a, no podía lograr3 1a respuesta nos la da una clase de personas, son los hombres con el :tulo de %huty, un t)rmino que podemos traducir como *tratante+, un agente de comercio, un organi-ador de los tratos. %iempre aparecen al servicio de alg#n otro, bien un templo o un funcionario, y debieron ser agentes de comercio en quienes se delegaba la tarea de comprar lo que hacía falta cambi&ndolo por las rique-as acumuladas. 1a coincidencia parcial entre los templos y las casas parculares en calidad de patrones es reveladora de la naturale-a en el fondo com#n de la base económica de ambos. 1os dos acopiaban productos agrícolas y ar:culos manufacturados a parr de rentas ordinarias, pero no eran del todo autosu'cientes y tenían que hacer compras a proveedores de un po u otro. 1a condición social de los tratantes variaba. Podían ser los bastantes ricos para poseer un esclavo propio, o lo bastantes pobres para ser al mismo empo esclavos de sus patronos. 1os contactos que tenían les permi:an hacer de paso negocios en bene'cio propio. El tratante era una 'gura omnipresente en el Egipto del @mperio uevo. Para encontrar los mercados idóneos se encontraba el ilo. %us viaes les llevaban hasta el extranero. Esta faceta de un comercio a larga distancia real-a que apenas debía haber un compromiso social entre el comerciante y el cliente. 1a movilidad interna proporciona un argumento de peso en contra de la idea de que las transacciones económicas personales eran intercambios recíprocos y amistosos entre parientes y vecinos, hasta el punto de constuir la #nica alternava seria a la redistribución.
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Es posible que una gran mayoría de la población, que llevaba una existencia circunscripta a las aldeas o los vecindarios urbanos, permaneciese totalmente aena a este aspecto din&mico de la vida egipcia. Pero en general, Egipto era un país rico, que ofrecía un nivel de vida bastante por encima de la subsistencia a una clase importante de funcionarios. 2>e dónde obtenían los funcionarios sus reservas de oro y plata3 "no de los lugares era el palacio. >urante el @mperio uevo, el !uo se instucionali-ó mediante la ceremonia de entrega de recompensas en la ventana de la aparición, que suministraba al sector privado y mantenía la oferta de metal precioso. 5dem&s, los funcionarios, a trav)s de sus tratantes, a veces tambi)n reali-aban ventas a cambio de oro y plata. %iempre había en circulación una candad elevada de oro y plata. Explicaría cómo es que el oro y la plata ocupan un lugar destacado entre los productos uli-ados por las ciudades y los distritos de provincias para pagar los tributos municipales a la o'cina del visir. El tratante tenía una categoría social baa, por ello no lo podemos traducir como *mercader+. Es en este punto donde la economía del mundo anguo y del actual se separan. 1os ricos disfrutaban de los bene'cios que les reportaba el comercio, pero no se lo tomaban como una profesión, a la ve- que la idea de que aquella acvidad pudiera traer consigo rique-as y posición les resultaba inconcebible. o exis:an príncipes mercaderes. 1os funcionarios 8los escribas9 controlaban el monopolio del poder, el presgio y las rique-as. %eg#n los est&ndares del mundo anguo, Egipto era un país rico. En las )pocas de estabilidad, tenía rique-as en abundancia, tanto guardadas como en circulación, lo cual ofrecía el sue7o de una vida bastante por encima del nivel de subsistencia. Ello dio lugar al fenómeno de la demanda privada, que se difundió ampliamente y con intensidad a parr de 'nales del periodo Predin&sco. =uando el Estado era fuerte y estaba bien organi-ado, numerosas personas conseguían muchos de sus mecanismos redistribuvos, los cuales debido a su envergadura, debieron hacer de control general de toda la economía en estas mismas )pocas. Pero, para aquellas demandas que los repartos del Estado no podían sasfacer 8y ello abarcaría virtualmente todo en los empos de gobierno d)bil9, el mercado fue la respuesta/ tratos cara a cara, a veces aquilatados a causa de compromisos sociales, así como a intercambios de mayor alcance para los cuales se empleaban intermediarios, los tratantes. 1os valores sociales disimularon la realidad de los procedimientos, deando una -ona oscura en torno al concepto del bene'cio. Pero cualquier egipcio que pudiera notar la diferencia entre un buen precio y otro malo era un representante del *hombre económico+. El enfoque descripvo de la economía egipcia determina dos esferas, los intercambios entre los campesinos y la redistribución estatal, y no da a ninguno una din&mica que pueda desempe7ar un papel en la historia. Pero, este enfoque no da cuenta de la integración mani'esta de unos funcionarios ambiciosos en sendo material dentro del sistema, ni de la capacidad de adaptación que todo el sistema poseía. Podemos acomodar ambas si aceptamos la existencia de un sector privado relavamente din&mico. En consecuencia, podemos decir que uno de los temas principales de la historia políca 8el !uo y re!uo del poder centrali-ado con respecto a las reivindicaciones de las provincias9 debió tener su homólogo económico en la expansión y contracción del sector privado, que se mani'esta en parte en las estrategias de mercados locales y regionales. ratar de iden'car las economías del pasado como un po parcular de sistema económico, con unas modalidades de transacción y unas interrelaciones especiales, puede ser una forma #l de agrupar las fuentes y de centrar la atención, pero tambi)n conduce a debates huecos. >entro del marco #nico de la macroeconomía, que abarca todos los estados que hayan exisdo alguna ve-, la 'nalidad del estudio es iden'car de qu) manera las dos fuer-as, la instucional y la privada, sasfacían sus intereses, tanto por lo que se refería a los medios empleados como a los ropaes con que se les cubría. ambi)n es un error considerar las economías del pasado como una etapa de un proceso evoluvo/ en el mundo actual hay la variedad su'ciente de sistemas económicos como para que la elección de una línea evoluva resulte arbitraria. C&s bien se les debería ver como variaciones de un mismo tema, soluciones disntas al mismo problema/ 2cómo las comunidades grandes, inevitablemente integradas por intereses contrapuestos, existen durante largo empo3
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