Resumen Libro: “Mamire, el último niño”
Capítulo 1: El valle de Aroma.
Mamire vive entre ancianos, los cuales lo sienten su nieto ya que es el último niño del valle de Aroma. Estos ancianos miran con temor el futuro porque sólo un milagro puede salvar al valle, que ni siquiera sale en los mapas, pero que está en el desierto. Antes Aroma era próspero y rico en vegetales. Lo obtenido satisfacía al valle y a los poblados vecinos. Famosos fueron los mercados de trueque en el valle. Además, no sólo era próspero, sino también los habitantes vivían en armonía. Las familias Huarache, Soto, Panire, Gamboa, Choque, Lucai, Caipa, Ocsa, Cevallos, Perea y Contreras casaron a sus hijos en cuanto pudieron para que el valle prosperara. Antes había muchos niños que alegraban al pueblo. Ahora, en cambio, el viento y el río son los únicos amigos de Mamire. Capítulo 2: Los primeros en marcharse. Los ancianos cuentan que un día llegaron de paso unos hombres con unas máquinas que tiraban humo. Días después algunos jóvenes siguieron el rastro de humo para tener más oportunidades de trabajo y riquezas. Así se fueron yendo todos los jóvenes y niños, quedando sólo los ancianos y Mamire con sus padres en Aroma.
Pero Mamire recibió el cariño y el conocimiento de los ancianos del valle. Capítulo 3: Un domingo a la hora del té. Ese domingo las doñas del valle se juntaron con Gregoria, la abuela de Mamire, en casa de Mamire, dónde vivía ella. Se juntaron para conversar el tema que más les preocupaban: Mamire iba a marcharse. Pensaban que si se iba sólo quedarían viejos y se preguntaban si algún día volverían los jóvenes de Aroma. También buscaban la manera de que Mamire se quedara en el valle. Tenían que retenerlos de alguna manera. Y también, si Mamire se quedaba, tenían que traer más niños al valle, porque o sino el profesor iba a cerrar la escuela. El padre de Mamire quería irse lo antes posible. Pero lo iban a hacer después de la fiesta de la Cruz de Aroma. Mientras las doñas seguían hablando Mamire fue al cerro a ver la puesta de sol. Mientras lo hacía recordó los tiempos en que tenía amigos de su edad. Después fue a guardar su rebaño y a regar los jardines de sus difuntos abuelos. Entonces sintió que doña Gregoria lo llamaba. Corrió a su casa. Las doñas le dijeron que si el profesor iba a cerrar la escuela por falta de alumnos, ellas serían sus alumnas. Mamire no hizo mucho caso a este comentario, ya que estaba pensando en otra cosa. Pero en la noche le dio vueltas al tema. Capítulo 4: En casa de Contreras.
Los hombres de Aroma solían juntarse en casa de Contreras a conversar. Estaba ahí Mamire padre cuando Panire le dijo que debería hacer un museo en el valle. Esto dejó muy pensativo a Mamire padre, se preguntaba porqué. Perea le dijo que era para mantener el recuerdo de la historia del valle. Mamire pensó que si hacía el museo, luego se iría a la ciudad y los ancianos no podrían mantenerlo. Capítulo 5: Maestro y alumno. Al día siguiente Mamire se fue, como siempre, temprano a la escuela. En la escuela lo esperaba el maestro para cantar la canción nacional. Luego de cantarla entraron a la clase. El profesor entró a la clase saludando luego se corrigió . Siempre solía equivocarse así. Para empezar la clase preguntó, con la misma equivocación, qué habían leído la última clase. Mamire, levantando la mano, respondió que habían leído “Cuando el viento desapareció”. Mamire recordó esa
bella historia de un joven sabio que un día hizo una red invisible con la que atrapó el viento. Capítulo 6: Una historia sorprenderte. De vuelta de la escuela Mamire fue donde su abuela Gregoria y le preguntó si podía tejer una gran red invisible. Gregoria le preguntó que es lo que decía y Mamire le contó la historia de “Cuando el viento desapareció”. Entonces doña
Gregoria le dijo que cuando hiciera los deberes iría a contarles la historia a todas las doñas del valle. Así lo hizo. Capítulo 7: Las abuelas en la escuela.
Esa noche las abuelas se quedaron muy pensativas. Al día siguiente doña Gregoria se preparó para su primer día de clases, y partió a la escuela con Mamire. Cuando llegaron a la escuela estaba el abuelo Panire y todas las doñas. El maestro estaba nervioso y extrañado, no sabía que estaba pasando. Después de que le explicaron no quería aceptar, pero lo convencieron. Entraron a la clase y pasaron la lista. Luego leyeron la historia “La fe y las montañas” cuand o,
repentinamente, entró el papá de Mamire, encontró todo muy raro, y luego preguntó por Panire. Le dijeron que ya se había ido. Entonces informó que habían llegado afuerinos y que buscaban a las autoridades del valle, o sea al alcalde Panire. Capítulo 8: Los jóvenes . Mamire, el maestro, las doñas y Mamire padre fueron rápidamente a la plaza, donde Panire ya había llegado. Estaba toda la gente del valle ahí. Los afuerinos eran tres jóvenes: una mujer y dos hombres. Venían para hacer un experimento nunca antes hecho en el desierto, iban a poner unas pantallas que atrapaban el agua de las nubes, para usar el agua para regar y aumentar el verde del valle. Panire los autorizó, pues tenían documentos legales. Los jóvenes iban a dormir en carpas, pero la mamá de Mamire les dijo que podían dormir en la casa de sus difuntos padres. Esa noche Panire fue a hablar con Mamire padre. Panire le aclaró que los no
iban a poder hacer todo solos, y requerirían a otros jóvenes, como Mamire padre. Decidieron irse a la casa de Contreras para seguir conversando. Cuando se fueron la mamá le pregunto a Mamire si había estado regando los jardines de sus difuntos abuelos, el confesó su secreto, pero su mamá no se molestó. Al día siguiente se había enfermado un joven así que le pidieron a Mamire padre su ayuda y el aceptó, pero con una condición: le tenían que dar agua para regar sus cultivos. Panire tenía razón. Desde ese día se le notó con más ánimo. Capítulo 9: Los tres Yatiris. Habían empezado los preparativos para la fiesta. Los primeros en llegar fueron los Yatiris, del interior de la pampa. Los ancianos los recibieron. Gregoria mandó a Mamire a invitarlos a comer esa noche. Esa noche comieron y luego uno de los Yatiris le contó una leyenda a Mamire. Se trataba de un hombre al que se le apareció un niño. Y en ese mismo lugar se apareció una imagen de la Virgen que siempre había estado en otra parte. La devolvieron a su lugar, pero siempre pasaba lo mismo. Así que decidieron hacer un templo en ese lugar. Cuando se estaban yendo los Yatiris, inesperadamente, doña Gregoria les dijo
que no iría a la fiesta porque se sentía delicada de salud. Los Yatiris dijeron que si ella no podía ir a la Cruz, la Cruz iría a ella. Pero antes de esto nadie sabía que Gregoria estaba enferma. A la mañana siguiente Mamire fue donde su abuela, quien le confesó que lo de la salud era mentira, y que lo hacía porque era parte de su plan para impedir que él se fuera. Luego Mamire fue a la escuela y se dio cuenta de que todas las doñas se habían hecho las enfermas. Luego tuvo una conversación con el maestro sobre qué pasaría si el último alumno se fuera del valle. Capítulo 10: La fiesta de la Cruz de Aroma. Muy temprano en la mañana los Yatiris fueron a decorar la Santa Cruz. Mamire, más tarde, se despertó con la música de la banda. Salió lo más rápido posible para integrarse a la fiesta. Cuando llegó a donde se desarrollaba la fiesta divisó inmediatamente a sus amigos y fue corriendo a saludarse y abrazarse con ellos. Estaban Ocsa, Cevallos, Contreras y Carmina. Juntos se unieron a la marcha para ir a buscar a la Santa Cruz. En la noche siguió la fiesta junto a una gran fogata, donde Mamire recordó la historia le la Cruz: Un día los habitantes del valle fueron a ver la Cruz y la encontraron botada en el suelo. Ella no quería estar allí. Entonces la cambiaron a otro cerro, pero pasó lo mismo. Y así fueron yendo de cerro en cerro hasta que ella misma eligió donde quedarse.
Al día siguiente siguió la celebración e hicieron la procesión yendo por cada rincón del valle. Entre tanto, los niños de la ciudad estaban en la plaza jugando con sus Games Boys. Estaban tan concentrados en eso que ni siquiera pestañeaban. Mamire se impresionó al ver que preferían esos jueguitos que jugar al aire libre el los bellos lugares del valle. Capítulo 11: El juego el compre y venda. Mamire y su padre subieron a la cumbre para asistir al
ara sólo un juego, no era de verdad, pero si fuera de juego se muestra
alguien interesado, se arma un negocio de verdad. Mamire padre iba a jugar usando la casa de sus difuntos suegros. Mamire ayudó a su padre a dibujar la propiedad, un metro equivalía a 100 metros. Pero cuando ayudó a hacer los jardines, su padre descubrió que había estado regando los jardines de esa casa, y se enojó mucho porque sabía que Mamire se iba a encariñar, y no iba a querer irse a la ciudad. Panire dio el comienzo del juego. Todo se lleno de gritos como y . Entonces Mamire decidió ir a buscar a sus amigos que también estaban por ahí con sus padres. Se reunió con Ocsa, Caipa y Cevallos. Subieron a lo más alto de la colina y buscaron formas en las nubes. Los de la ciudad veían máquinas y cosas que Mamire no conocía. Luego comenzaron a ver edificios y terminaron viendo una ciudad completa, así Mamire supo cómo era la ciudad. Siguió el hasta que Panire lo dio por terminado. Y por fortuna de todos menos Mamire padre, nadie se interesó seriamente por la propiedad.
Más tarde Mamire encontró a su padre hablando con su maestro y los . Hablaban sobre el museo que se pensaba hacer. El maestro estaba muy emocionado con la idea y los jóvenes le decían que se estaba pensando hacer una carretera que pasaba por el desierto. Esto impresionó mucho al maestro y a Mamire padre. Si eso era cierto el museo iba a funcionar. Esto hizo que Mamire padre cambiara de opinión y cambiara la fecha de ida a la ciudad. Y también sobre que Mamire regara los jardines de sus difuntos abuelos. Esto puso tan feliz a Mamire que le dio ganas de correr cerro abajo, sin previo aviso lo hizo. Capítulo 12: La escuela llena de niños. El lunes Mamire y los abuelos (que venían en reemplazo de sus esposas) encontraron la escuela cerrada. Empujaron la puerta para entrar. Cuando entraron a la sala estaba el maestro. Él se impresionó mucho porque pensó que Mamire se había ido a la ciudad, y por eso había cerrado la escuela. Había estado a punto de mandar una carta al Ministerio de Educación, la que decía que se había quedado sin alumnos. El maestro dijo que de todos modos Mamire se iría a la ciudad tarde o temprano, y no podría seguir con la locura de que las dueñas fueran sus alumnas. Entonces decidieron darle la sorpresa que le tenían preparada. Entraron a la sala tres mamá con sus hijos, varios hijos. No sabían cuanto tiempo se iban a quedar el Aroma, y no querían que sus hijos perdieran clases. Así fue como las doñas no tuvieron que volver más a clases. El aula estaba llena de niños. Capítulo 13: Las aulas del valle.
El martes se iniciaron las clases con todos los alumnos. El maestro enseñó un poco de historia de Aroma y programó salidas para el día siguiente, para aprender más historia de Aroma en terreno. A partir de entonces, se juntaron en la plaza para pequeñas expediciones. El abuelo Caipa les enseñó todo lo que es de rebaño. La abuela Huarache les enseñó los colores de los cerros, porque se producían y cuando. La abuela Gregoria les iba a enseñar cómo se echa tierra al riego, pero como debía continuar con su mentira, les enseñó Mamire. La abuela Ocsa enseñó los cantos del valle. El abuelo Choque a cazar pájaros. El abuelo Perea les enseñó mucho sobre los flamencos que viven e el valle. Y el abuelo Gamboa les enseñó sobre las estrellas. Así se dio cuenta Mamire, al ver a los niños tan felices, que nada se podía cambiar por Aroma. Capítulo 14: Los nuevos afuerinos. Un mes más tarde, llegaron unos nuevos afuerinos, un grupo de investigadores. Venían porque creían que en Aroma funcionaría muy bien el cultivo de jojoba, que sirve ara fabricar cosméticos. Y para cultivarla se necesitaban muchos trabajadores jóvenes, los que fueron llegando lentamente a Aroma. Tiempo después llegó un grupo de científicos que venían a ver el eclipse del 3 de noviembre. Y comentaron que penaban hacer un centro de observación de estrellas. Para el cual también se necesitaban trabajadores jóvenes. Luego los científicos, el maestro y Mamire padre hicieron el museo. Y un día Mamire padre confesó que ya no se quería ir. Esto hizo que todos se pusieran muy felices, en especial Mamire.