PERSONAJES Don Quijote Sancho Panza Teresa (esposa de Sancho Panza) - Mari Sancha (hija de Sancho Panza) Rocinante (caballo de don Quijote) - Rucio (Burro de Sancho) Sansón Carrasco (Bachiller del Pueblo) A Cervantes todo el mundo le preguntaba cuando iba a escribir la segunda parte de Don Quijote y fue tanto lo que insistían que al final cedió. Los niños estaban felices con la noticia y ansiosos de conocer las nuevas aventuras de Don Quijote hasta que un día ingresaron a su casa y lo obligaron a que les contara el libro. Cervantes que ya era un hombre viejo, más que el propio Don Quijote, al ver su casa llena de niños, se levantó de su cama y comenzó a relatar la historia.
“DON QUIJOTE VUELVE A LOS CAMINOS” Gracias a los cuidados de su criada, Don Quijote pudo recuperarse de su última aventura. El cura y el barbero fueron un día a visitar a don Quijote y hablo con tanta cordura que su criada pensó que se había recuperado pero no fue así pues cuando el cura menciono al caballero Amadis de Gaula dijo que él era mejor y que en una sola mañana había matado 3000 gigantes. De esa manera se dieron cuenta que seguía loco. Sancho también fue a visitarlo pero la criada no lo dejaba entrar. Don Quijote lo escucha y ordena que lo dejen pasar. Estaban conversando cuando entro Sansón Carrasco (Bachiller del pueblo), quien le dijo que en Salamanca había leído el libro “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.” y comenzó a alabar las aventuras que había leído en ese libro. A los tres días Don Quijote y Sancho salieron a buscar nuevas aventuras. El Bachiller había planeado todo para que Don Quijote saliera, nuevamente, en busca de aventuras.
“DULCINEA NO ES LO QUE PARECE” Don Quijote decidió ir a Zaragoza pero antes quiere visitar a Dulcinea al Toboso para recibir su permiso y su bendición. Sancho no quería ir pues Don Quijote descubriría la mentira de la carta que nunca le entrego a Dulcinea. Llegaron al Toboso y don Quijote decidió entrar una vez fuese de noche pero no encontraron el palacio de Dulcinea ya que no existía. Después de un buen rato Sancho convence a don Quijote para salir del pueblo y que él cuando sea de día buscara a Dulcinea. Al atardecer Sancho vio pasar a tres labradoras y fue corriendo junto a su amo para decirle que Dulcinea se acercaba con dos de sus sirvientas. Don quijote pensó que el Brujo Freston le había nublado los ojos para que no pudiese ver a Dulcinea y la viese como si fuera una labradora vieja y fea.
“DESAFIO EN EL BOSQUE” Esa noche, en el bosque, Don Quijote y Sancho se encontraron con otro hombre que decía ser “El Caballero del Bosque” y su escudero. Como aún era de noche no pudieron verles las caras. El caballero del bosque le conto a don Quijote que tenía una amada, Casildea de Vandalia, que no correspondía a su amor y que se pasaba poniéndolo a prueba. Los dos escuderos dejaron a sus respectivos caballeros hablando solos mientras ellos se iban a hablar algo más lejos de allí y comienzan a comer y a beber unos exquisitos manjares que llevaba el escudero del Caballero del Bosque. Después de haber comido y bebido se quedaron dormidos. El Caballero del Bosque y don Quijote hablaban acerca de sus aventuras y de sus amadas. El Caballero del Bosque afirmó que entre sus aventuras había vencido a muchísimos caballeros incluyendo entre ellos al gran don Quijote de la Mancha. Don Quijote al oír esto le retó a un duelo, por embustero, en el cual el caballero que saliese vencido obedecería al vencedor. Finalmente, debido a que el caballo del Caballero del Bosque se quedó parado justo delante de Rocinante durante la pelea, don Quijote derribó al Caballero del Bosque y salió victorioso del duelo. Después de caer al suelo, el Caballero del Bosque, Sancho se dio cuenta de que era el bachiller Sansón Carrasco y que el escudero era su vecino Tomé Celial (se había puesto una nariz postiza) y entonces le pidió a don Quijote que no matara a Sansón Carrasco. Al reanimarse Sansón Carrasco, don Quijote le obligó a ir al Toboso a encomendarse a la dama de don Quijote y a admitir que no había vencido a don Quijote sino a alguien que se parecía mucho a él. Después de esto don Quijote y Sancho prosiguieron su camino hacia Zaragoza. Sansón Carrasco promete que volverá a palear con Don Quijote como venganza mientras que Tomé Celial, su supuesto escudero, decide irse a su casa y dejar de actuar como un simple loco.
“LEONCITOS A MI” Don Quijote vio que por el camino se acercaba un carro con muchas banderas reales. Al ver ese extraño carruaje llamó a Sancho el cual estaba comprando unos requesones pero al ver que no tenía donde ponerlos se le ocurrió la gran idea de dejarlos en el casco de su amo. Cuando llego a su lado Don Quijote se puso su casco y el queso comenzó a derretirse cayendo por su cara. Don Quijote estaba muy molesto con Sancho por lo que hizo pero este le dijo que tenía que haber sido el mago Freston quien los puso ahí ya que él no desperdiciaría comida. En eso llego el carro. Don Quijote lo hace detener y pregunta al hombre que era lo que estaba llevando. Este le responde que un león que debe entregarle al Rey, el más grande que haya venido de África y que el animal venia muerto de hambre por lo que estaba muy apurado en llegar. Don Quijote pensó que el mago Freston le había mandado ese león para matarlo y le ordeno al hombre que abriera la jaula para enfrentarlo. Sancho llorando pensaba que eran los últimos minutos de vida de su amo. Cuando el hombre abrió la jaula, el león que acababa de despertar comenzó a acercarse con cara de
poco amigo. De repente paro, se dio la vuelta y al no ver nada interesante se volvió al fondo de la jaula ignorando completamente a Don Quijote y, este ultimo, pensó que había logrado vencer al león.
A los pocos días le dio por meterse en una gruta llamada “la cueva de Montesinos” donde decían que vivía el mago Merlín porque quería charlar con él un rato. Estuvo adentro por más de 5 horas y cuando salió le cuenta a Sancho que el mago lo recibió en su castillo de cristal y que llevaba 500 años en la cueva hechizado por la dama del lago. Además dijo que había visto a Dulcinea y a las dos damas que la acompañaban. Aquella noche se quedaron en una venta y conocieron a un hombre que se hacía llamar Maese Pedro (tuerto, chistoso y alegre) que era un titiritero que iba a dar una función. Esa noche represento la historia de la Princesa Melisendra, que estaba prisionera de los moros que la tenían en su palacio de Zaragoza, cuyo marido Don Gaiferos la había ido a liberar pero cual fue la sorpresa, nuevamente Don Quijote en otro arrebato de locura, saco su espada y destruyó todos los muñecos de Maese Pedro pues pensaba que eran moros de verdad y él quería ayudar a los buenos. Luego viendo el error que había cometido le echo la culpa al mago Freston diciendo que él lo había confundido haciéndole creer que eran moros de carne y hueso y le pago todo al Maese Pedro. Al día siguiente cuando salieron de la venta, Sancho estaba muy triste pues pensaba que de verdad su amo se había vuelto loco y que nunca lograría ser rey pero decidió seguir unos días más con el porque le daba pena dejarlo solo. Llegaron a la orilla del rio Ebro donde encontraron un bote de pescadores amarrado a la orilla. Don Quijote le dice a Sancho que es un bote encantado esperándolos para llevarlos hasta un castillo donde debían rescatar a un caballero. Una rápida corriente los llevo hacia un molino con el cual chocaron y estuvieron a punto de ahogarse pero unos pescadores, los dueños del bote, los rescataron. Estaban muy molestos por los daños causados al bote pero Don Quijote les pago todo. Como se supone, todo era culpa del mago Freston según Don Quijote pero Sancho estaba cansado y decide hablar con su amo para que le pague todo y volver a sus tierras.
“EL CABALLO QUE VOLO A CANDAYA” En Aragón junto a un hermoso campo de amapolas había un castillo donde vivían un duque y una duquesa. Estaban dando un paseo cuando se encuentran con un par de forasteros que estaban mojados de pies a cabeza y se dan cuenta que eran Don Quijote y Sancho Panza (ellos habían leído el primer libro donde narraban las aventuras de estos hombres). Entonces decidieron tomarles el pelo y reírse de ellos un poco y los invitaron al castillo para divertirse un poco. Los duques se habían adelantado un poco para explicarles a los criados como debían tratar a Don Quijote y Sancho. Lo trataron como un famoso caballero. Durante la cena le regalaron a Sancho una ínsula (isla) para que la gobernase. Sancho le cuenta a la Duquesa que el encantamiento de Dulcinea era una historia inventada por él. Al día siguiente los duques los invitaron a cazar y en el camino se les apareció el mago Merlín quien le dijo a
Don Quijote que Dulcinea dejaría de estar encantada cuando Sancho se diera 3000 azotes en el trasero. Entonces Don Quijote le dice a Sancho que no será Rey hasta que lo haga. Otro día le tenían preparada otra broma: Apareció una condesa llamada Trifaldi con 12 doncellas preguntando por Don Quijote y Sancho Panza. Cuando aparecieron ante ella les conto una historia de que venía de un reino llamado Candaya donde un gigante llamado Malambruno había convertido a su reina en un mono de bronce y a las doncellas las había dejado feas. La única forma de liberarlas era que Don Quijote luchara contra él. Ante eso, este acepto y la condesa Trifaldi le dijo que la forma más rápida de llegar era en el caballo de madera llamado Clavileño que sabía volar y había sido inventado por el mago Merlín. Se subieron al caballo y les vendaron los ojos. Los criados echaban viento para que pareciese que estuviera volando y luego de un rato encendieron la cola que tenía cohetes lo que hizo explotar al caballo de madera y lanzo a los dos hombres. Al levantarse se dieron cuenta que estaban en el jardín de los duques pero junto a ellos había una lanza con un mensaje que decía que Don Quijote había vencido con solo intentarlo. Malambruno se contentaba con eso y había decido liberar del hechizo a las doncellas. Sancho decía que en el viaje a Candaya se había levantado un poco el pañuelo y que había visto la Tierra muy pequeña, que habían pasado por un planeta lleno de cabras que comían flores y por un campo de estrellas que no paraban de guiñarles los ojos.
“SANCHO APRENDE A REINAR” Pasaron los días y una mañana el Duque entra al cuarto de Sancho para decirle que se prepare a reinar la Isla de Barataria. Los criados vistieron a Sancho con un lujoso traje bordado en oro. Sancho se despidió de todos, se subió a Rucio y comenzó su camino junto con varios criados. El Duque le insistió que fuera a caballo porque un Rey nunca monta en burro pero Sancho quería tanto a su borrico que no podía dejarlo pues era como su confidente ya que le contaba todas sus penas y alegrías. Los criados cuando escucharon todo lo que él hablaba a su burro tuvieron que aguantarse las ganas de reírse especialmente un paje del Duque que era quien les indicaba el camino. A Sancho le sonaba conocida su cara pero no sabía de donde (el paje era el mismo que había hecho de la princesa Trifaldi). La isla Barataria no era más que un pueblecillo tierra adentro a donde no llegaba ni siquiera el olorcillo a mar pero todos sus habitantes habían recibido órdenes de tratarlo como si fuera un marques. Cuando llego lo recibieron con mucho afecto y alegría. Al verlo lo llevaron a la Iglesia donde le hicieron entrega de las llaves de la ciudad y le admitieron como gobernador perpetuo. El primer juicio al cual tuvo que enfrentarse fue el de un hombre que había recibido diez monedas de oro y no quería devolvérselas a su dueño porque decía que ya se las había devuelto y para probarlo lo juro ante el crucifijo. Sancho pensaba que algo raro había en todo eso y les pidió la caña que tenían. Cuando la tomo la doblo y partió en dos pero cual fue la sorpresa que saltaron las monedas de oro. Entonces echo al viejo de la ínsula y todos quedaron asombrados pues les habían dicho que Sancho era un tonto y pensaban que se
iban a reír de sus tonterías pero no fue así pues encontraron que era muy sabio y atinado como nacido para hacer justicia. A la hora de almorzar, Sancho estaba listo para comer todo lo que había en la mesa pero de pronto entro un hombre que no probara nada porque seguro le caería mal. Él era su médico, el Doctor Recio y estaba para cuidarlo. Solo podía comer agua y pan. Sancho se molestó y rugió. Le dijo que si quería dejar a alguien en los huesos se buscara a otro porque él no había venido a esa isla para morirse de hambre y cuando estaba a punto de comer llego el paje del duque para decirle que lo estaban esperando para hacer una ronda por la ínsula. Cada vez que tenía un plato de comida aparecía el médico. La gente estaba contenta con él porque era un buen gobernante y no querían que se fuese pero como todo en esta vida no es eterno llego una carta del duque que decía que un grupo de hombres querían atacar su ínsula. Un día, cuando ya era de noche y Sancho dormía soñando con comida, se despertó con los gritos y campanas. Al ver ese alboroto pregunto qué pasaba y un hombre vestido de capitán le dijo que se armara porque estaban atacando. Sancho alarmado se dejó vestir con dos grandes escudos, uno por delante y otro por detrás que le cubrían el cuerpo desde el cuello hasta los tobillos (quedo igualito que una tortuga), de entre los cuales sacaba la cabeza, las piernas y los brazos. También le dieron una lanza para que pudiera defenderse. Cuando termino la guerra les pidió a los hombres que lo levantasen y sacaran los escudos. Volvió a su cuarto y se vistió con sus ropas. Luego de eso fue a ver a su borrico, lo abrazo fuerte y preparo a Rucio pues estaba decidido a irse. Todos trataban de convencerlo, hasta el mismo Doctor que le decía que lo dejaría comer todo lo que quisiera pero él dijo que no servía para gobernador y se iba tan pobre como había llegado. Nadie pudo olvidarlo y hasta le crearon una estatua en la plaza que decía: Sancho el justo. Al llegar donde los Duques abrazo fuertemente a Don Quijote y volvió a estar a su servicio pues decía que con él nunca había pasado hambre.
“EL CABALLERO VENCIDO” Después de tantas aventuras en casa de los Duques, Don Quijote y Sancho decidieron marcharse una mañana hacia Zaragoza. El Duque le dio a Sancho una bolsa con monedas de oro. Esa noche se quedaron en una venta pero sucedió algo inesperado. Don Quijote encontró un libro llamado “Segunda parte de las aventuras de Don Quijote de la Mancha” escrito por un tal Avellaneda. En él decía que Sancho era un borracho que no tenía ni pizca de gracia y que Don Quijote había estado en la cárcel y había dejado de amar a Dulcinea. También decía que ya había estado en Zaragoza. Entonces, ante eso y para no quedar como mentiroso, decidió ir hacia Barcelona. Lo que más le preocupaba era desencantar a Dulcinea pero veía que Sancho no tenía intenciones de cumplir con los azotes y se decidió a dárselos el mismo. Sancho al abrir los ojos vio a su amo con una cuerda dispuesto a azotarlo y tal cual como estaba salió
corriendo hasta que alguien lo agarro y al levantar la cara vio que había caído en manos de una cuadrilla de bandoleros. Su líder era Roque Guinart, un hombre moreno y recio como nacido para mandar. Tenía fama de ser un bandolero cruel pero en el fondo tenía un buen corazón. Estaba encantado de conocerlos y así fue como decidió acompañarlos hasta Barcelona para que no les pasara nada en el camino. Una noche, después de tres días de viaje, los bandoleros se despidieron pues ya estaban cerca. Cuando amaneció Don Quijote y Sancho quedaron maravillados con lo que vieron. Delante de ellos estaba el mar… era primera vez que lo veían. De pronto escucharon mucho ruido y vieron que venía gente gritando que eran Sancho y Don Quijote. Durante los días en Barcelona, la gente los sacaba a pasear, hacían fiestas y grandes banquetes. Don Quijote estaba paseando armado por la playa y se encontró con un caballero que se hacía llamar Caballero de la Blanca Luna. Había ido a buscarlo para que confesara que su dama era más bella que la de Don Quijote. Como esto no fue admitido por Don Quijote decidieron irse a duelo. Si el perdía debía obedecerlo en todo. Rocinante ya no estaba para tanta cosa. Ni siquiera hizo falta que el Caballero de la Blanca Luna usara su lanza pues su caballo apenas toco a Rocinante y lo hizo caer. Don Quijote termino tendido en la arena y también aceptando lo que le exigían que era permanecer durante un año sin salir de casa a buscar aventuras de caballeros andantes. Don Quijote le propone a Sancho pagarle por cada azote que le faltaba a lo cual este acepto pues así llegaría rico donde su amada Teresa pero cuando ya iba en el quinto vio que era mejor idea azotar los arboles pero su amo le pidió al rato que parara pues no quería que muriera. Sancho siguió hasta completar los tres mil azotes y Don Quijote estaba feliz porque su Dulcinea ahora si estaba al fin desencantada. Una vez en el pueblo Don Quijote se dirigió a su casa y se metió a su cama. Esa misma noche comenzó con una fiebre muy alta. Cuando el médico lo visitó encontró que ya no había nada que hacer. Don Quijote se estaba muriendo… tenía el corazón tan apenado que no tenía ganas de vivir. Un amanecer, Sancho escucho un grito y era su amo que había cobrado su juicio, que era otra vez Alonso Quijano, y que no estaba loco, que todo ese tiempo había hecho puras tonteras. Le pidió perdón a Sancho por haberlo involucrado en sus locuras y cuando cerró los ojos, poco a poco descanso hasta ya no despertar más….