JUAN W. TAMAYO
EL VERDADERO COACHING Manual de referencia para el Coach -
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Escrito entre marzo y noviembre de 2013 en Algeciras (Cádiz) Registrado en la Propiedad Intelectual de Safe Creative
“LOS QUE ESTÁN LO SUFICIENTEMENTE LOCOS COMO PARA PENSAR QUE PUEDEN CAMBIAR EL MUNDO, SON LOS QUE LO HACEN” -Steve Jobs-
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INTRODUCCIÓN Es paradójico que en estos tiempos donde se proponen grandes cambios en la política, economía y sociedad en general, se den luego, al mismo tiempo, dos hechos contrarios entre sí. Por un lado se encuentra la proclamación de ese cambio urgente de forma contundente, y por otro lado está querer conservar concepciones del pasado que de alguna forma dificultan dicho cambio. Y esto ocurre por ignorancia o por inconsciencia. O también porque no se puede. Aunque en muchos casos es porque no se quiere. A saber. Personalmente apuesto por ésta última opción. Con esto me estoy refiriendo a quienes cargan consigo, muy convencidos, de una retahíla de modelos y patrones del pasado que también pretenden llevarlos al futuro, uniformizando todo y no dejando posibilidad ni espacio a nuevas creaciones, copando tan sólo ellos la capacidad de decidir cuáles han de ser los 7
patrones a seguir. Esto es algo que no se debe admitir por no ser coherente con la realidad en la que nos encontramos. Así, en lo que respecta al Coaching, quiero expresar en este escrito, y con especial hincapié, mi rechazo a toda esa cultura y gente que cree son mejores que el resto por acumular títulos, diplomas, certificados o másteres, con la ya más que manida y nada convincente creencia de estar más capacitados para todo, sea lo que sea, que cualquier otra persona que no los posea. Y aunque con esto me estoy refiriendo en concreto al mundo del Coaching, también lo hago de una forma extensiva a otras parcelas, ya sean profesionales o sociales. Ante todo hay que tener una cosa muy clara, y es que no todo se adquiere a través de la formación o ilustración académica. Y con esto hago una referencia directa a cuestiones como la Actitud, el Entusiasmo o la Motivación, aspectos que sólo lo puede aportar la propia persona, sin necesidad de mediación alguna para ello de
competencias académicas o técnicas. Dichos atributos vienen dados por el conjunto de las emociones que están involucradas en cada uno de nuestros pensamientos, actos y sentimientos. Es el propio entorno cultural, familiar y social, que junto a la experiencia personal, confecciona y desarrolla todas las cualidades emocionales que darán forma a nuestro ser. Hay que entender que la personalidad no necesita de diplomas y titulaciones para poder certificar su valía. Somos personas, seres humanos, antes incluso de ser conscientes de ello. Es curioso que cuando nos preguntan quiénes somos, la mayoría, de una forma inconsciente, contestamos con nuestra profesión, identificándonos con ello, ya sea si trabajamos como administrativos, ingenieros, médicos, albañiles, jueces, camioneros o fontaneros, cuando en realidad ésas son tan solo aptitudes que forman parte de algo mucho más amplio. Es decir, nosotros. Así que reducirnos sólo a cuestiones profesionales es toda 9
una gran equivocación, aparte de una mala costumbre, pues algo así no llega de lejos ni a definirnos como personas. No somos eso. En todo caso es una muy pequeña parte de nosotros, que por una cuestión de deformación cultural y unas costumbres que se han arraigado en el tiempo, se ha quedado establecida como la primera identidad que nos diferencia del resto de personas. Tenemos que entender que somos mucho más que una profesión y la acumulación de conocimientos técnicos o académicos. Quizás sea así porque al no saber definirnos como personas, hemos tenido que optar por el camino más corto y cómodo, quedándose implantado el uso de revelar nuestras aptitudes profesionales como el principal o único elemento de identidad, por encima de cualquier otro aspecto. Se da la curiosidad que en los casos donde suele haber mayor relevancia a nivel profesional se utiliza esta fórmula como la principal identidad de la persona en toda su extensión, haciendo que
la profesión sea lo que la defina por completo. Don Antonio el médico, Don Julián el notario o Don Alberto el juez, son claros ejemplos de esto. Pero cuando no se tiene una profesión notable apenas se da ya este uso como factor principal de identidad, sea por falta de autoestima o por una cuestión de orgullo. Esto en gran medida dice mucho de nosotros en tanto que damos mucha importancia a este tipo de aspectos y no lo hacemos sin embargo hacia el valor real y verdadero de nuestra personalidad. Debo recordar de nuevo que la cuestión profesional es una parte, una muy pequeña parte, de lo que somos realmente. Es tan sólo un currículum profesional, nada más. Nos encontramos en un momento crucial donde hay una gran expectativa de cambio que está llamando a gritos una renovación de todos estos paradigmas que ya se han quedado del todo obsoletos. Existe una reflexión de la filosofía sufí que dice de forma muy acertada algo al respecto: 11
"El erudito que no pone en práctica lo que ha aprendido es como un burro cargado de libros, pues los libros cargados por un burro no transforman al animal y tampoco pueden transformar el conocimiento que está en la cabeza del erudito"
EL VERDADERO COACHING El Coaching se está extendiendo a una gran velocidad, y esto suscita algunos serios problemas, entre ellos, más que ningún otro, está la capacidad de poder abarcarlo y contenerlo de forma que se utilice para lo que está creado y no lo contrario, perdiéndose en adulteraciones interesadas. El ímpetu con que ha hecho aparición puede ocasionar que se excedan sus expectativas haciendo que intereses particulares poco éticos puedan, de alguna forma, alterar su motivación original. Por lo que se hace necesario, e incluso obligatorio, que exista un control de su calidad y procedimiento de actuación. Pero claro, es ahí donde reside el gran problema, en quién le va a poner el cascabel al gato, quién lo controlará. Vemos cómo proliferan, cada día más, empresas de consultoría y formación que ofrecen cursos de Coaching sin que exista una seria y profunda reflexión en cuanto a la forma con la 13
cual se están llevando a cabo, mucho más incluso que en el método. Se trata de promover una calidad en la realización de dichos cursos que sea de un nivel aceptable y considerable, pues con la saturación que hay puede suponer, a corto y a largo plazo, una baja calidad de los mismos. Así ya podemos observar cómo hay miles de Coachs pululando por todo el mundo, los cuales, a través de webs, blogs o redes sociales lo primero que hacen es enseñar con orgullo casi adolescente, sus diplomas o certificados, además de una larga ristra de asistencia a multitud de congresos, conferencias, ponencias y reuniones, todas relacionadas con disciplinas que tienen algún vínculo con el Coaching, llámense Training, Mentoring, Consulting, Programación Neurolingüística, u otros tantos por el estilo. Además ocurre que si llevan el respaldo de las entidades que se denominan a sí mismas, acreditadas, pues entonces mejor todavía. El verdadero Coaching no es eso, o al menos no debería
serlo. Una de las cuestiones más graves referidas a todo esto, y a lo que no se le debe dar amparo alguno, es a la muy extendida práctica de exigir que se posea una formación a nivel de titulación universitaria o licenciatura para realizar cursos, sobre todo si están relacionados con el Coaching Empresarial. Vamos a ver, seamos serios, si se trata de exigir entonces también se debería pedir que los aspirantes a dichos cursos tuvieran algún tipo de formación académica que tenga que ver con el Coaching, o al menos que sea próxima en cuanto a sus principios fundamentales, tal como la Psicología, la Sociología, la Filosofía u otra especialidad relacionada. Digo esto pues he visto cómo licenciados en Física, Química, Ingeniería o Economía, se han convertido en Coachs cuando se entiende que dichas profesiones están muy alejadas de los fundamentos básicos del Coaching. Por lo tanto a quienes ofertan cursos de Coaching hay que decirles que deberían, si es que quieren 15
aparecer como empresas serias y creíbles, que sean consecuentes con este tipo de cuestiones, pues no se entiende que quien tiene una titulación universitaria en ciencias o ingeniería pueda ser Coach y sin embargo quien no la tiene, por la razón que fuere, no puede tan siquiera ni inscribirse. Es necesario comprender que la Actitud, la Motivación o el Entusiasmo, aspectos esenciales donde se asienta el Coaching, luego no sean tomados para nada en cuenta y se actúe de esa forma tan liviana. Pero sobre todo se actúa de forma muy interesada, pues todos sabemos de sobra que ésas cualidades emocionales no tienen precisamente nada que ver con carreras o títulos enfocados en lo puramente técnico o científico. Vender el Coaching como una disciplina académica, y hacerlo solo a quienes posean una titulación universitaria, sea de la especialidad que sea, es del todo fraudulento, poco ético y menos aún responsable. Y lo es más todavía si no se exige para ello tener una real
correspondencia con el Coaching y su filosofía particular. Si se deja fuera del Coaching a quien no posee una carrera universitaria, tan solo por no reunir unos mínimos requisitos académicos, ya está diciendo mucho de quienes están detrás de esta forma de hacer Coaching. Nos estarían mostrando la nula capacidad y credibilidad que tienen como expertos acreditados en Coaching, siendo del todo opuestos a lo que luego enseñan en los cursos que imparten. Deberían dimitir o retirarse del mundo del Coaching y dedicarse mejor a la consultoría u otras especialidades de otra índole. Es por lo que reitero de nuevo lo que dije al principio, cuando expuse la necesidad obligada de no dejar que éstos, que son los de siempre, sean los que han de llevar el mundo hacia adelante en este tiempo de cambio, y menos aún en el Coaching, pues ya observamos que siguen empeñados en mantener los mismos modelos del pasado, con el añadido absurdo de autocalificarse como los 17
nuevos abanderados de la innovación y el cambio. Así, por culpa de toda esta gente, llamados expertos en Coaching, vemos a licenciados de todo pelaje que se convierten de repente en Coachs por obra y gracia de unos cursos dados en pocas semanas o meses, y que logran hacer sin ninguna dificultad. Pero siguiendo con el hilo de todo este desaguisado habría que comentar algo sobre el coste económico tan elevado de estos cursos, los cuales son desorbitados en la mayoría de los casos para lo que se imparten en ellos. Y digo esto porque lo que se ofrece en ellos no justifica para nada ese desembolso enorme de dinero, sobre todo porque es algo fácil de comprender e incluso de asumir, aunque luego más tarde sean otros procesos y aspectos los que hagan que pueda ser asimilado por completo. Explicar qué es la Actitud, la Motivación o el Entusiasmo no debería en ningún caso tener tan alto coste económico. Aunque si hay quien paga por ello, pues entonces no ocurre na-
da, pues de sobra es conocido eso de que quien paga manda. Cada cual y cada quien es libre de gastar su dinero donde mejor le parece. Pero claro, pagar por un diploma o certificado donde se acredita que ya se es Coach dice realmente muy poco en favor de quienes se apuntan al curso, y no digamos ya de quienes lo imparten. Para darnos cuenta de lo absurdo de todo esto tan sólo hay que observar una cosa. Que se sepa, nadie ha suspendido nunca un curso de Coaching. Y aunque no lo puedo afirmar con total seguridad, no se sabe de nadie que haya hecho un curso completo y por no ser apto lo hayan suspendido, tal cual. Claro, se entiende que una entidad que imparte cursos de Coaching no va a quedar en entredicho por no conceder un certificado a quien ha pagado una estimable cantidad económica por dicho curso. Porque si no fuera así entonces ¿qué tiene que hacer el suspendido? ¿Pagar de nuevo por otro curso hasta aprobarlo definitivamente? Lo cierto es que 19
este caso no creo que se haya dado nunca en la historia del Coaching. Por lo tanto podemos deducir que si pagas todo el curso completo, el certificado te lo darán siempre. Sí o sí. Nadie se ha quedado nunca sin su título o certificado tras pagar por un curso de Coaching. Así llegamos a la conclusión de que si pagas te conviertes en Coach con todas las de la ley, y si no lo haces pues es tan fácil como lo contrario, esto es, no eres Coach. ¡Equilicuá! Aquí nos damos cuenta donde hay una, de entre otras tantas, falta de responsabilidad y ética en el mundo del Coaching. Si seguimos indagando en esto también podemos observar que si el nuevo Coach recién certificado luego no tiene condición para ser Coach, eso en realidad no sería problema alguno pues a la empresa o entidad que imparte cursos lo que le importa al fin y al cabo es hacer caja, hacer negocio ¿no? No tiene otra explicación. Claro que también hay que ser muy torpe intelectualmente hablando, si no se es capaz de
aprobar un curso donde se dan una serie de apuntes básicos sobre Coaching, aparte de unos juegos de rol que cualquier niño superaría con creces. Es normal entonces que tengamos que dudar, y mucho, de la capacidad intelectual y de la sagacidad de los aspirantes a Coach si no han sido capaces de ver todo este engaño. Para ser Coach hay que ser también despierto y suspicaz, sobre todo, y eso lo hace en gran medida la vivacidad propia del aspirante y su experiencia vital. No es por tanto imprescindible tener conocimientos técnicos o académicos para ser Coach, pues lo más importante, aparte de tener una mente despierta y ágil, es poseer una personalidad acorde al Coaching. Todo lo demás es tan sólo currículum o expediente académico. Viendo esto nos deberíamos preguntar entonces qué razones hay para que tan sólo los licenciados puedan ser quienes accedan a un curso que hasta un menor es capaz de aprobar con sobresaliente. Quienes capturan el oficia21
lismo del Coaching y se muestran ante todos como autoridad competente para ello deberían hacer autocrítica sobre estos métodos tan faltos de ética y responsabilidad, los cuales, dejando de lado el hecho de si es recomendable ser licenciado o no para ser facultado como Coach, no es de recibo que luego se pongan medallas por formas tan poco éticas decidiendo de forma unilateral quién es válido para ser Coach y quién no. Y todo ello ¿en base a qué? ¿En qué criterios se fundamentan para otorgar certificados de Coaching? ¿Solo en una cuestión de aptitud intelectual? Si el Coaching exalta la Actitud como uno de los valores más elevados y fundamentales en los que sustenta su filosofía ¿cómo es que luego sin embargo se otorga un diploma acreditado a quien supera un curso de marcada índole intelectual? Hemos de pensar que si el Coaching tiene su base en las emociones entonces ¿por qué en las certificaciones que se otorgan prima más el valor intelectual que el
emocional? ¿Será porque lo emocional no se puede evaluar ni calificar de una forma contrastada? ¿Cuáles son los parámetros con los que se valora una buena actitud emocional? No olvidemos que lo intelectual es eso, una Aptitud, con P, que no una Actitud, con C, pues lo intelectual no requiere para su realización y desarrollo de ningún tipo de Actitud, con C, emocional. Así una Aptitud, con P, intelectual la puede tener fácilmente una máquina u ordenador sin necesidad de poseer una Actitud, con C, emocional alguna. Los que entendemos el Coaching como una filosofía de alto contenido social y humano creemos que las experiencias propias reflexionadas en el día a día son en su conjunto mucho más importantes y a tener antes en cuenta que cualquier otro aspecto. Hay personas muy facultadas para ser Coachs que por no tener una capacidad económica con la que costearse un curso de Coaching, o no poseer una licenciatura, son de forma automática rechazados. E incluso 23
no admitidos para ejercer como tales. Se puede comprender que el tener una formación universitaria es un añadido a la hora de manejar conceptos que luego facilitarán la labor como Coach, pero siendo el Coaching una filosofía que tiene una base fundamentada en las emociones, está más que claro que lo meramente intelectual no es para nada necesario ni imprescindible. Lo que no se puede hacer es tomar el Coaching como si fuera una asignatura más que adherir al expediente académico. El Coaching verdadero tiene más de vocación que de profesión, por lo que se debe preservar de un uso que no sea expresamente para el que ha sido creado.
SITUACIÓN ACTUAL Se entiende que la situación actual es muy propicia para nuevas fórmulas de negocio, y el Coaching se ha convertido en una muy buena, y sobre todo, atractiva alternativa. Pero no es menos cierto que la ingente saturación de cursos que se ven a diario, sobre todo por internet, para convertirse en Coach está superando ciertos límites, y sobre todo el más importante de ellos, el ético. El Coaching es una filosofía ciertamente válida para estos tiempos que corren, es más, yo incluso diría que debería ser obligatorio en cualquier plan de formación como un módulo dentro de cualquier otro tipo de curso específico, al igual que se hace con los de riesgos laborales o gestión medio ambiental. Es una forma de hacer llegar a directivos y trabajadores la importancia que tiene el tratar de conseguir la excelencia en la empresa a través de la Actitud, con C. Es necesario que sea así pues se demanda una urgente reflexión sobre los grandes cambios 25
que se están produciendo en materia laboral y empresarial a nivel mundial, y que luego van a repercutir de forma directa en lo social, en lo cotidiano, en nuestras vidas diarias. Pero lo preocupante es que las organizaciones y entidades que toman las riendas del Coaching, esto es, quienes dan las autorizaciones acreditadas para ejercer como Coachs profesionales, son los mismos que han estado manejando la situación anterior, y ahora, de la noche a la mañana, se erigen de repente en iluminados mentores del nuevo paradigma mundial. Y como dice el refrán, tan sabio como la vida misma, son los mismos perros pero con distinto collar. Ante todo hemos de ser serios, éticos y responsables, y darnos cuenta que dichas entidades se han creado en realidad solo para hacer negocio. Son empresas, y no vamos a ser tan ingenuos pensando que su principal objetivo es mostrar la mayéutica de Sócrates, o el bien de la humanidad. Eso no se lo cree nadie, y mucho menos aún con la for-
ma de actuar con que lo hacen. Así que con muy buen ojo empresarial, pero muy poco ético, vemos como estas entidades de Coaching pescan esquilmando sin consideración alguna en las aguas revueltas de un sector que está siendo muy castigado por la crisis, me refiero en concreto al de licenciados y titulados universitarios, a los que atrapan sin pudor alguno para sus cursos de expertos en Coaching. De tal modo esta caterva de nuevos gurús surgidos de la nada aprovechan para decir, como anuncian en la publicidad de los cursos que ofertan, que formarán a los candidatos para hacer de ellos grandes profesionales del Coaching, los cuales lograrán una excelencia sin parangón que les hará tomar las riendas de su propia vida, pero sobre todo, la de los demás. Algo presuntuoso ya de entrada ¿no? Pues bien, como decían los antiguos, viendo la choza se ve al guarda, o también lo de, por sus palabras y sus obras les conoceréis, con lo que ya percibimos qué tipo de Coa27
ching pretenden vender, y sobre todo, quienes son los que lo venden así de tal guisa. Esto debe cambiar por completo pues estamos en un tiempo donde todo esto ya suena mal y sobre todo no hay quien se lo crea. En estos tiempos en que el avance tecnológico y la globalidad son los nuevos paradigmas, y en el cual todos, en tan solo un microsegundo, nos conectamos aportando debates y soluciones al entramado social, no estaría de más que vayamos separando el grano de la espiga. Y no es tan solo cosa de los pocos privilegiados de siempre. Eso se está acabando, pero también es cierto que de algún modo se está resistiendo. Por eso si el Coaching promueve cambios con el fin de obtener nuevas comportamientos, es también recomendable que el propio Coaching se ponga en entredicho a sí mismo, pues así se da vida a su sentido original, demostrando que el Coaching es exactamente lo que predica.
UNA NUEVA ERA DE CAMBIOS El mundo se está transformándose a pasos agigantados en estos últimos años, y se debe, sobre todo, al asalto que sin previo aviso ha dado la tecnología en toda su extensión, con lo que a cada momento e instante, como ya vemos, nos vemos obligados a poner en marcha una nueva forma de entender todo lo que nos rodea y nos afecta. Nos ha pillado con el ritmo cambiado y sin apenas tiempo de asumirlo. Y es así porque aún seguimos funcionando en el pasado, un pasado éste que sin embargo es el presente, pero que por una suerte de paradoja inaudita nos ha metido de lleno y al mismo tiempo, en el futuro. Es algo así como estar con un pié en el pasado y otro en el futuro, al mismo tiempo, pero estando en el presente. Algo extraño de comprender pero en realidad se trata de una forma de acople o transición que nos está transportando de una era a otra. Pero como ya 29
apunté, al llegar este cambio así tan de repente, sin apenas previo aviso, no nos ha dado tiempo siquiera de preparar las maletas para poder cerrar capítulos anteriores. Por lo que se hace obligatorio salir por completo de este pasado atenazador y entrar de pleno en el futuro que se nos presenta por delante, aunque en un principio pueda parecer muy abrumador y desestabilizador. Pero sobre todo, lo que hace falta en primer lugar y por encima de cualquier otra cosa es hacer bien el tránsito. No se pueden traer cargas del pasado que nos hagan repetir lo mismo una y otra vez. Ya sabemos de sobra eso de lo que mal empieza mal acaba, por lo que es inexcusable hacer las cosas bien. Y si lo consideramos en su justa medida, la tecnología, siendo eminentemente técnica y nada emocional, está logrando sin embargo que los seres humanos estemos mucho más cerca y en contacto permanente unos de otros. Esto por un lado puede parecer chocante pero por otro
es muy curioso al comprobar que será la tecnología quien impulse al ser humano a ser quizás, valga la redundancia, más humano aún si cabe. O al menos eso es lo que se pretende. Y se torna paradójico que la tecnología aporte, por decirlo de algún modo, más humanidad que nosotros lo hemos hecho de forma consciente a lo largo de la historia. Si lo analizamos bien, la tecnología ha logrado que trabajemos cada vez con más ahínco por la comodidad y el bienestar. Todo lo que se fabrica y se crea se hace para ofrecer una mejor calidad de vida. Y es notable que sea la propia competitividad quien se encargue de poner en marcha todo este movimiento sin ser nosotros apenas consciente de ello. Y aunque la intención primera, y la última también, sea hacer negocio y tener rentabilidad, podemos ver como de una forma sutil se va instalando el cambio sin tan siquiera nosotros pretenderlo ni convocarlo. De tal forma se está haciendo posible un mundo cada vez 31
mejor a costa de ser ignorantes e indiferentes al respecto. Así hay cada vez más y me jores productos y servicios, en alimentación, sanidad, vivienda, transportes, tecnología u ocio, logrando con todo ello la creación de un bienestar en todos los órdenes. Todo esto está afectando también en las formas de ser y pensar. Y el mercado, o lo que es lo mismo, nosotros, pues no debemos olvidar en ningún momento que somos nosotros quienes generan el mercado, así lo demanda. Ya la competitividad no está tanto en la calidad o el precio como sí lo está más en el servicio o atención que se presta. Y la tecnología, en cualquiera de sus formas, está haciendo que se consiga esto. Pero claro, para que todo funcione de forma correcta también es necesario que nos pongamos en sintonía con ella, con la tecnología, pues no se entiende que estemos en este magnífico cambio de tiempo y aún mantengamos en muchos aspectos una forma de actuar que no está a la altura requerida. La crisis actual
viene dada por esa enorme diferencia que hay entre las posibilidades que nos ofrece la tecnología en general, y el modo que tenemos de hacer las cosas. Uno de los aspectos importantes a observar, según mi parecer, es la enseñanza que nos está aportando esta tecnología en cuanto al procedimiento de actuación. Fijémonos en una cosa, la tecnología, al carecer de sentimientos y emociones, es luego sin embargo capaz de aportar una coherencia en sus acciones que los seres humanos, por sí ser emocionales, no logramos tan definida y responsablemente. Y no se trata de dar más valor a la tecnología que al ser humano, pues al fin y al cabo somos quienes la hemos creado, pero sí tendríamos que hacer una reflexión sobre la contribución que nos está aportando. Hemos de admitir que estamos ya ante un nuevo paradigma que está transformando el mundo, y que toda la tecnología está afectando a nuestras vidas de una forma drástica y sustancial, logrando unir a las 33
personas en torno a una globalidad que hasta hace muy poco ni tan siquiera existía. Aunque también hay que entender que ha sido del todo imposible e impensable pues no había forma alguna de hacerlo. Y ha sido el propio devenir de la evolución lo que nos ha llevado hasta donde nos encontramos, logrando que se hayan derribado muros y cimientos que se suponían inexpugnables. Todo cambio para que sea culminado debe superar las formas anteriores y no es fácil desprenderse de lo que nos ha acompañado durante tanto tiempo. Es lo que se conoce en la actualidad a través del Coaching como la zona de confort, o zona de seguridad, esto es, un espacio donde nos hallamos seguros y a buen recaudo de posibles inseguridades y miedos. Pero no hay nada más humano que estar en crisis, pues las mismas propician y proveen los mecanismos que nos impulsan al avance. Sin su existencia no habría cambios y tampoco evolución, por lo que se debe entender que en realidad son
muy positivas, y a la vez necesarias. Las crisis actúan como todo un resorte impulsor que nos avisan de la necesidad de realizar movimientos. Es igual que cuando nos sobreviene un malestar físico o una dolencia repentina que nos avisa de la existencia de algo que no va bien en nuestro cuerpo y necesita de un remedio urgente. No hay que buscar por lo tanto ningún otro tipo de lecturas. Las crisis son significativamente claras, y ante ellas, o con ellas, hay solo dos opciones, una es acometer de forma rápida y voluntaria los cambios necesarios para pasar a otra situación mejor, y la otra es aceptar, de forma obligada, unos cambios que no se comprenden y se han de asumir. No hay nada más. Las crisis se han de ver como grandes posibilidades que aportan nuevas oportunidades. No hay que verlas como problemas, al contrario, son en realidad toques de atención que hay que tener muy en cuenta. Estando ahora en plena vorágine de una gran crisis, hemos de ac35
tuar con responsabilidad ante esta demanda crítica. Y es aquí cuando el Coaching se hace del todo necesario como herramienta que prepara el tránsito, haciéndolo de una forma consecuente, y siendo con total seguridad la mejor opción que ayude en la reflexión y luego posterior diseño que la sociedad está solicitando. Se ha de entender, haciendo un símil sanitario, que para cerrar una herida lo primero que hay que hacer es limpiarla hasta conseguir llevarla al punto de la desinfección total, para luego terminar el proceso de forma óptima. Hemos de reconocer que somos nosotros quienes creamos las crisis, y que éstas no vienen caídas del cielo, ni tampoco por arte de magia, por lo que debemos ser nosotros quienes también demos la solución y prestemos un buen tratamiento. De tal modo para que el cambio sea rentable ante todo debe ser de gran impacto, pues sabemos que las crisis suelen venir sin frenos y pasan por encima sin pedir permiso alguno. Las
comparo con grandes olas, las cuales nos brindan la oportunidad de tomarlas en su preciso momento para así deslizarnos sobre ellas hasta llegar a la orilla. Pero sin embargo puede ocurrir que no sea así y nos veamos arrollados por ellas, teniendo que esperar a que vengan otras olas para tomar el impulso definitivo. Hay que ponerse manos a la obra lo antes posible y aprovechar la oportunidad, pues como ya dije al principio, para que todo esto se produzca en las mejores condiciones hemos de despojarnos de las cargas de antaño, las cuales todavía nos mantienen en esta situación. Esas cargas han de ser suprimidas por completo para que tomemos altura por fin y poder avanzar hasta el capitulo siguiente, donde ya no hay razón para conservar actitudes que todavía justificamos y amparamos por creer que son aún válidas. Un ejemplo de todo esto es cuando le damos un estimado valor y respeto, por no estar acostumbrados a algo mejor, a la realización de tareas, a 37
nivel profesional, de forma correcta y concisa, sin tan siquiera reclamar en ello un mínimo de entusiasmo e implicación. Es tanto así que se ha hecho costumbre el efectuar todo sin aportar apenas participación emocional. En algunos casos, y como mucho pedir, se llegan a hacer las cosas de forma correcta, solo eso. Pero lo que más se advierte es el gran desafecto con que se hace todo, al no involucrarse apenas casi nadie, ya sea en los procesos o en los resultados. Sobre todo hay que fomentar actitudes entusiastas que sean dignas de ser apreciadas, como la cordialidad, la cercanía, el entusiasmo, la eficacia o el ser resolutivos, algo esto a lo que ahora se le llama excelencia. Se trata entonces que lo sencillo y amable sea la costumbre, lo normal, y no todo lo contrario, esto es, lo complicado y distante. En el actual Coaching Empresarial que se está ofreciendo, en su mayoría, es en concreto esto último lo que se está dando, donde lo artificial y la falta de emotividad
es lo habitual, ya que parece más profesional y serio hacerlo así, aunque en algunas ocasiones para darle un aspecto más cercano al Coaching verdadero se le da un toque distendido y jocoso. Esa es la metodología estándar que se está aplicando en la inmensa mayoría de los cursos, donde sus formas son muy técnicas y académicas, muy alejadas de lo emocional, que es de lo que se trata. Así, a las cualidades antes expuestas, cordialidad, cercanía, entusiasmo, eficacia o ser resolutivos, en el Coaching Empresarial estandarizado se está traduciendo en formatos cursis, como estrategias, procesos, técnica, talento o liderazgo. Y lo cierto es que no se puede ocultar lo evidente, y como ya decía Leonardo Da Vinci, en la simplicidad es donde está la mayor sofisticación. Es por lo tanto la sencillez lo que ha de marcar la tendencia en esta época tan crucial en la historia de la humanidad. Y ha de ser lo que guíe y acompañe de la mano a esta evolución, y a la vez revolución tecnológica que 39
está siendo casi imposible de digerir en tan poco espacio de tiempo. No es por tanto cuestión de complicar lo sencillo ya que entonces se convertiría en una mezcla imposible de tratar. Y en lo que respecta a la tecnología ya vemos como se ha avanzado en muy pocos años lo que sin embargo no se ha hecho en siglos. Así cuando un producto apenas ha sido estrenado en el mercado, a los pocos meses ya está anticuado por la salida al mercado de nuevas versiones. Es de tal forma que nos está abrumando por completo, sin tan siquiera darnos tiempo para prever consecuencias a corto plazo, porque ya hasta el largo plazo se reduce incluso cada vez más. Va todo tan rápido que hay mucha gente aún, que estando rodeados de tecnología por todos lados, no se dan cuenta que el cambio lo tienen justo encima, en pleno y total proceso, y esto hace que tanto la mentalidad y la actitud vayan con mucho retraso o gran desigualdad comparadas con el avance de la
propia tecnología, la cual, como ya vemos, no tiene sentido de la pausa ni de la espera. Lo cierto es que la tecnología, de alguna forma, nos está forzando a que dejemos de pensar y actuar como lo hemos hecho hasta ahora. Poniendo un ejemplo rápido podemos observar cómo la revolución en el mundo de las comunicaciones, a través de las nuevas tecnologías y redes sociales, ha hecho que ya nada ni nadie queden ocultos ni desapercibidos. Ni tan siquiera los altos secretos políticos, sociales o empresariales. Todo ha quedado expuesto, y nos hace ver que la mayoría de las poses protocolarias, apariencias rigurosas y formas solemnes han quedado en entredicho al mostrarnos que no todo era trigo limpio. O al menos, casi nada. Ese ha sido hasta ahora el resultado de una costumbre, poco natural y nada creíble, de otorgar a lo correcto, práctico y aséptico el valor máximo, dejando fuera y sin posibilidad de participación alguna a la parte emocional en favor de la intelectual. 41
Es en esto donde se nos presenta un gran y grave problema, y es el hacer borrón y cuenta nueva, pues no va a ser nada fácil quitarnos de encima todas estas cuestiones que creíamos verdades incuestionables. En la actualidad escuchamos con frecuencia eso de desaprender todo lo aprendido porque de no hacerlo hará que nos impida avanzar con la fuerza y el potencial que podríamos lograr si lo llevásemos a cabo. Hay que tener claro que no va a ser nada fácil entrar con buen pie en este nuevo modelo social que ya está en pleno movimiento, pero al menos ya está afianzada la herramienta que nos va a facilitar sobremanera la entrada. Me refiero de nuevo a la tecnología pues es la que está abriendo todos los canales que hará posible la entrada a una nueva era de grandes propósitos. Podríamos decir que de alguna manera estamos extinguiendo las últimas cenizas de todo un ciclo, siendo ahora el momento justo y adecuado para sobrevolar por enci-
ma de ellas cual ave fénix. Es entonces necesario que todas nuestras acciones y actitudes sean igualmente acordes con lo que aspiramos. Y a la vez que la tecnología se expande aprisa y sin pausa, el Coaching, al menos bajo mi parecer, se tiene que postular como agente que pueda acomodar esta transición. El Coaching es un adaptador o trasformador, pero volviendo de nuevo al principio, es del todo preciso que quienes actúen como agentes del proceso de cambio no vengan cargados con trazas del pasado. Es decir, los Coachs, y quienes se van a encargar de mostrar el camino a los futuros Coachs, no pueden erigirse ni siquiera manifestarse como reveladores de una nueva configuración social cuando en ellos aún permanecen usos primitivos. No es de recibo que al entrar en un nuevo modelo social se sigan facturando concepciones del pasado como hasta ahora se ha hecho, o se sigue haciendo todavía. Sería como repetir otra vez de nuevo la misma secuencia. Y aunque 43
no fuera la misma, tal cual exactamente, sí vendría ya con fallos de origen que no deberían estar ahí. De tal modo el verdadero Coach debe hacer notar a través de su persona que realmente lo es, que en sí mismo está la esencia del Coaching. Debe ser una persona con un carácter limpio y expansivo, de valores elevados, actitudes notables y tener también, de algún modo, un alma de guerrero dispuesto a poner en alza la verdad, sin ambages, y con una experiencia vital que demuestre su valía sin la necesidad para ello de recurrir a recursos académicos, como sí suelen hacerlo por el contrario, quienes no pueden aportar nada de sí mismos y han de echar mano de cualificación técnica o erudita. Por lo tanto no vale quien por hacer un curso de Coaching ya se convierte en Coach. El tiempo, la experiencia y el esfuerzo que cuesta adquirir una personalidad notable no se efectúa de una forma tan breve como realizar un simple curso, por lo que el verdadero Coaching
no debería plegarse en absoluto a este tipo de condiciones. El Coaching debe tener una base robusta y firme en la cual sustentarse, y no ser tomado tal como una disciplina académica que sólo quienes están acondicionados intelectualmente pueden adquirir aún no estándolo emocionalmente. No, no se trata de algo que hay que estudiar y quedar en una simple comprensión de conceptos. Es en esto, sobre todo, con lo que hay que tener cuidado, pues las entidades y empresas que dan cursos de Coaching no parecen contemplar esta cuestión, y se sirven de la sugerente posibilidad profesional que proporciona el mismo para dar cursos sin importarles el cómo ni el para qué lo realizan. Hay que comprender que el ser humano no se transforma tan rápido como quieren hacer creer quienes patrocinan estos cursos. Algo así no se consigue de un día para otro, ni en cuestión de unas pocas semanas o meses. Todo conlleva un proceso, y nadie se va a convertir, así de golpe, en 45
alguien con un elevado sentido de la vida y con unas virtudes que antes, o no se tenían, o no eran visibles ni palpables. Y de la misma forma que una sencilla semilla no se convierte en árbol en pocos días, una persona no se convierte en comprensiva y sabia en sólo unas sesiones, pues un Coach ha de ser en gran parte eso, una persona sabia y comprensiva. El Coaching no es una operación quirúrgica donde de una sola vez se cambian las actitudes o emociones, como si de una cirugía estética de pago se tratase. Si nos fijamos bien, la mayoría de los Coachs certificados están del todo estandarizados, utilizan todos los mismos patrones y modelos de actuación que se dan en los distintos cursos. Así vemos como la metodología manejada en todos ellos es siempre la misma. De hecho parecen clonados pues si observamos las publicaciones que ponen en sus webs o blogs, todos lo hacen usando un mismo lenguaje, escribiendo las mismas cosas y haciendo referencia a las mismas
técnicas. Hay que comprender que el ser humano adquiere su personalidad casi por completo en la infancia, y luego, es al final de la adolescencia cuando ya se afianza del todo. A partir de ahí y hasta la vejez guardamos casi intactas las cualidades en lo que se refiere a carácter, emociones y actitudes en general. Tan sólo si tenemos alguna experiencia que nos cause un fuerte impacto puede hacer que cambiemos parte de esas cualidades, y entonces a consecuencia de esa experiencia, puede que también se remuevan antiguos conceptos hasta esos momentos sostenidos como únicas verdades inamovibles. Por lo demás seguiremos siendo igual que desde pequeños. Es por tanto todo un engaño hacer creer que a través de un simple proceso de Coaching, dado en un curso, se puede cambiar o transformar la personalidad sin hacer algo de mella a nivel emocional. Por supuesto, mucho menos aún se consigue si se hace bajo una metodología técnica y académica basa47
da en premisas intelectuales. Poniendo un ejemplo ilustrativo de todo esto imaginemos que existieran unas entidades que anunciaran en su programa formativo que disponen de cursos donde en unas pocas sesiones se sale transformado en sabio o filósofo, y además reconocido como tal por medio de la expedición de un certificado en el cual se acredita dicha condición. Claro, todo esto bajo pago económico, por supuesto. Pues bien, algo así, aparte de no ser creíble, sería todo un fraude, pues ya sabemos que es imposible. Nadie se hace sabio o filósofo en un curso y en tan poco tiempo, tal como si fuera un máster, y menos aún sabiendo que quienes han sido sabios o filósofos de verdad han tardado para ello incluso toda una vida. Pues en el Coaching que se está ofertando en la mayoría de los casos es así, exactamente igual. Hay que comprender que el Coaching es ante todo un método de reflexión, una forma de entender y actuar, y no por ser estudiado en
un curso va a convertirse alguien en un buen Coach de forma automática, sin más. En el Coaching se tocan aspectos de distinta índole, como la filosofía, la psicología, la sociología o hasta la metafísica, y todo ello sin que un aspecto técnico o académico tenga que ver, pues en el Coaching, sobre todo, lo que se muestra son aspectos que apenas son medibles de esa forma, pues es lo emocional lo que da fundamento a su función. Habrá quien no estará de acuerdo con todo esto y dirá que es la inteligencia el valor más a tener en cuenta, por encima de cualquier otro, pero no debemos olvidar que el intelecto es un aporte mental, y que por sí solo no nos define. Es nuestra parte emocional la que realmente nos hace personas y nos diferencia a unos de otros. Para comprender esto pondré un ejemplo. Imaginemos una reunión de intelectuales donde todos ellos comparten un elevado nivel en lo que respecta a su profesión, esto es, la ingeniería. Podemos suponer que todos, en 49
dicha materia, en la cual son especialistas cualificados, tendrán una misma o similar capacitación intelectual. Pues bien, la única cosa que marcará la diferencia entre ellos será el factor emocional y no el intelectual, pues ya vemos que en éste último todos poseen la misma medida. Podemos hacer un símil con este ejemplo y veríamos que sería exactamente igual que un grupo de ordenadores, donde todos tendrían el mismo sistema operativo con también idénticos recursos informáticos. O lo que es lo mismo, una misma inteligencia práctica. Así que si prescindimos del aspecto emocional por completo estaríamos hablando tan solo de meros objetos y conceptos intelectuales, y observaríamos entonces que la creatividad no existiría pues se trataría tan solo de una acumulación de información sin más. De tal modo lo intelectual, desde un punto de vista académico o técnico no aporta nada más allá si no hay tras ello una participación emocional que lo anime. Una mente
que no aporta emoción en sus actuaciones es tal como un ordenador. Sin el resorte de la emoción no existe creación alguna. Se puede conseguir que un piano suene de forma automática por medio de un mecanicismo o programa ya preestablecido, pero es imposible que lo pueda hacer por sí mismo. Tanto el artilugio como el programa que lo ponen en funcionamiento pueden ser de un nivel intelectual muy elevado, pero si no existe una inteligencia emocional que lo pueda crear, que lo anime, el piano no sonará nunca. Es así que el Coaching no puede ser tomado como una disciplina académica que se acomete y lleva a cabo bajo un concepto intelectual simple. El Coaching se debe sentir plenamente y no ser tratado como un simple razonamiento mental. Sí, se puede hacer sin aportar vínculo emocional alguno, pero el resultado nunca va a ser igual. No es lo mismo que en un negocio o empresa nos atienda una persona a que lo haga una máquina. Y puede ser incluso que 51
la máquina sea más eficaz y productiva que una persona, pero entonces habría que hacerse las preguntas de ¿Qué hacemos con nosotros? ¿Qué tipo de valores estamos promoviendo? ¿Qué clase de mundo estamos creando? ¿A dónde queremos llegar? ¿A una sociedad donde todo se realiza bajo la inteligencia en detrimento de las emociones? ¿Qué futuro nos espera si le damos más valor a lo práctico, intelectual y aparente? Al final vamos a conseguir que el mundo sea como esa imagen ya cotidiana de la estación de servicio donde llenamos de combustible nuestros vehículos y nos sale una voz artificial a través del surtidor expendedor que nos da las gracias de forma siempre repetitiva y automática. En dicha voz no hay emoción, actitud ni entusiasmo. No hay vida alguna. Es un automatismo, un mecanismo, una inteligencia desprovista de alma, de emoción, de ser. Pues del mismo modo ocurre en el mundo del Coaching, donde los aspirantes a Coachs se memori-
zan el formato estándar dado en un curso y luego lo exponen sin mayor entusiasmo, al igual que una máquina expendedora. Claro que esto no solo está ocurriendo en el Coaching, también pasa con la mayoría de cursos que se están dando, sean del tipo y de la especialidad que sean. Así vemos como hasta ahora se ha dado más énfasis a lo intelectual que a lo emocional, dejando a esta última fuera por completo, excluyéndola al no ser necesaria. Este es el camino que se tomó hace tiempo y que se está revelando como todo un gran error, mostrándonos el síntoma a través de la crisis. No podemos ser ajenos a todo esto pues nos está indicando de forma muy clara donde se encuentra el problema. El Coaching, siendo la forma precisa que hará cambiar toda esta tendencia equivocada, como proa que abre camino, debe poner el aspecto emocional por delante del intelectual, o al menos equilibrarlo, y proporcionar eventos que lo conviertan en la máxima expresión de sí 53
mismo. Pero está ocurriendo todo lo contrario a causa del Coaching que se está dando, y donde tan solo lo estrictamente académico o técnico es lo correcto y válido. Si se sigue apostando por esa dirección se estará haciendo en sentido contrario al que indica la propia crisis. No podemos ignorar las señales que advierten de los peligros. El Coaching, como resorte que abre puertas ha de actuar también en consecuencia, no tomándose como una técnica más donde se articulan procesos mecanicistas que se asumen de forma intelectual, dándose así por hecho y finalizado. No, no es de esa forma, pues se trata de apostar todo porque tanto lo mental como lo emocional vayan de la mano. No vale eso de seguir haciendo lo mismo que se ha hecho hasta ahora, aunque lo disfracemos y le llamemos modernidad. Hay que estar convencido de hacer Coaching verdadero, sintiéndolo y no examinándolo. Como ejemplo de lo absurdo de toda esta fiebre de acaparar títulos para
estar más preparados y parecer más inteligentes y creíbles, voy a relatar aquí una experiencia que tuve en una ocasión al quedar citado por una empresa de formación a la que iba a presentarles un proyecto de Coaching Empresarial creado por mí, el cual he tratado de diferenciarme todo lo posible del resto de métodos estandarizados que se imparten, al observar en ellos, sobre todo, una gran falta de actitud, motivación, y más aún creatividad. Algo esto que resulta de algún modo muy paradójico pero que luego no es tan extraño de ver, pues se supone que el Coaching está precisamente para aportar eso, Actitud y Motivación, así, en mayúsculas. Con puntualidad llegue a las oficinas del complejo empresarial donde se encontraba dicha empresa, y la directora, una chica joven, con porte de ejecutiva moderna y vanguardista, me recibió amable pero al mismo tiempo de forma protocolaria y fría. Una actitud que no me sorprendió pues es muy generalizada en 55
directivos de nueva promoción. De alguna forma parecen clonados, y se nota en casi todos ellos que la metodología académica recibida es la misma, idéntica. O tal vez sea que la pose la adquieren ya por sí mismos, entre todos ellos, al verse situados en esas lides. Parece un contagio endémico. Pero bueno, sigo con el relato. De momento esas formas tan meticulosas en la entrada no me dieron buena espina, y sin más preámbulos pasamos directamente a su despacho donde tras unos primeros minutos intercambiamos las ya habituales presentaciones. Sin demora alguna encendí mi ordenador portátil y una vez ya todo dispuesto le mostré el proyecto de Coaching Empresarial que hacía meses atrás había desarrollado con verdadero entusiasmo y trabajo. Y lo hice con unas presentaciones de diapositivas creadas por mí, todas ellas originales y sin rastro alguno de ser copias o plagios de tantas otras que circulan por internet. Mientras le exponía el proyecto e iban pa-
sando las diapositivas, ella me interrumpía a cada momento para expresarme su total y sorprendente admiración por todo lo que estaba viendo y escuchando. No salía de su asombro hasta que en una de ésas me interrumpió para decirme muy entusiasta que no le hacía falta ver más y que le gustaría contar conmigo de forma inmediata para poder ofrecer en su empresa cursos sobre Coaching Empresarial. Lo cierto es que me cogió por sorpresa tanta rapidez, pero parecía estar muy segura. Me comentó que tenían un Coach certificado en su empresa pero que ni por asomo tenía nada que ver conmigo, y ni mucho menos con el proyecto y la forma en cómo yo lo tenía desarrollado. No dudó incluso en decir que prescindirían de él, o al menos lo sugirió solapadamente, algo esto que de alguna forma no me pareció bien, pero bueno, así son las cosas. Tras terminar la presentación de las diapositivas me dijo atropelladamente que ella también era Coach, que obtuvo el certificado en una 57
empresa acreditada pero que nunca había ejercido, y que de nuevo, mi proyecto no tenía que ver con nada que ella vio y estudio cuando realizó el curso de Coaching. Le parecía increíble tanto el material como el método. Al momento, y haciendo gala de sus competencias profesionales, me comentó que era Licenciada en Ciencias Químicas y tenía varios másteres en diferentes disciplinas. Confiada y pensando que yo era colega de profesión, o al menos de tener un mismo nivel de estudios académicos, me preguntó muy interesada por mi experiencia profesional a lo que le respondí que era técnico en riesgos laborales, habiendo trabajado como tal en varias empresas privadas y organismos públicos como inspector de centros de trabajo en lo que a prevención de riesgos se refiere, aunque también le expuse que había trabajado en otros sectores y profesiones que no tenían que ver con ello. La ejecutiva, de inmediato, y con una euforia inusitada me dijo que ella tam-
bién era técnico en riesgos laborales pero que en realidad no había ejercido como tal. Me señaló que se lo sacó porque era algo que estaba muy demandado en su momento, aunque en realidad no le gustaba. Queriendo ser del todo honesto, le apunté que a diferencia de ella, yo era técnico en riesgos laborales pero no de nivel superior, sino intermedio. Tras escuchar este detalle ella se quedó de pronto en un desconfiado silencio, cambiando de pronto toda su actitud inicial. Con gesto serio me preguntó sobre cómo podía ser técnico de grado intermedio y sin embargo no serlo de nivel superior. Le contesté que para ser técnico de nivel superior era necesario, y de forma imprescindible, tener una licenciatura, diplomatura o grado universitario, algo que en mi caso particular no tenía pues por cuestiones circunstanciales no pude realizar una carrera universitaria. Ella durante unos segundos se quedó sin habla, del todo dudosa y ciertamente confusa. Sospechando ya del todo 59
sobre mis capacidades académicas quiso indagar un poco más y se atrevió a preguntarme con recelo sobre si poseía certificado de Coaching acreditado, a lo que le respondí que no, que en todo caso había asistido a algunos cursos de Coaching como invitado pero sin pasar en ningún momento por un proceso completo. Le expliqué también de paso que de ninguna de las maneras iba a pagar por algo que, como ya presenció tan entusiasta, perfectamente yo podía hacer mejor que cualquier experto Coach certificado. Como si por arte de magia se tratase todo se vino abajo, y con ello el entusiasmo que había puesto en mí y en el proyecto que le había presentado. No parecía ni la misma persona. Todos los halagos que recibí minutos antes desaparecieron en un instante, del mismo modo que la inmediata incorporación en su empresa. Sin más zanjó la entrevista argumentando que ya consultaría con su equipo de técnicos la posibilidad de integrar el proyecto en la empresa,
aunque de momento no les era necesario ni les corría prisa ninguna. Así, tal cual. En la puerta de la oficina, con aires de directora altiva y mostrando una mueca de cierto desafecto me dijo que la empresa, y que no ella, ya se pondría en contacto conmigo cuando tomara alguna decisión al respecto. Y aunque me sentí notablemente defraudado, por otro lado no me cogió por sorpresa pues me había visto en situaciones de esta misma índole alguna que otra vez. Gentes con carreras y un expediente académico muy extenso pero que luego tienen poca capacidad para reconocer habilidades o facultades en quienes no están en su mismo nivel. Se entiende que han cursado estudios para lograr una profesión y no para otra cosa. Está claro que el aspecto emocional y la lógica natural no entraron en sus planes de estudios. Así, tras este tipo de actuaciones que son llevadas a cabo por personas de este perfil académico y profesional, casi todos ellos clónicos, se entiende luego que 61
haya un gran problema empresarial, y por ende social, que está afectando de forma muy negativa al funcionamiento de toda la sociedad en general. Ahora en la actualidad, que se habla tanto del talento, me pregunto ¿cómo alguien sin talento, que es gerente o director de una empresa, puede reconocer el talento en otros, si ellos no lo tienen? ¿Cómo van a identificar a un talento si no saben qué es eso? ¿Será que para ellos eso del talento no es otra cosa que poseer numerosos diplomas y másteres? Siendo así es normal entonces que exista una crisis a todos los niveles cuando quienes administran y dirigen las empresas, o administraciones públicas, amparan y tienen en consideración este tipo de creencias y actitudes. No se puede venir luego echando culpas a la crisis de forma tan simplista cuando en realidad el enemigo está dentro de las propias organizaciones empresariales y demás estamentos que regulan el mercado en general. Hemos facultado a un segmento de la
sociedad, esto es, a técnicos y académicos, para que sean ellos quienes decidan como hacer y deshacer todo en base a la prerrogativa de ser expertos acreditados, por encima de cualquier otra cualidad. Esto necesita de una reflexión, de un serio debate, responsable y contundente, si es que de verdad queremos salir bien parados de este gran atasco en el que nos encontramos, pues es indiscutible que las cosas no funcionan tal como tenían que hacerlo, y es por lo que habría que preguntarse si todo ello en realidad viene a causa de tener todavía este tipo de creencias establecidas como las únicas válidas. Son ya muchas voces las que están dando la voz de alarma en cuanto a esto. Ahora todo el mundo habla y promueve mucho el talento y la excelencia, pero tal vez quienes lo hacen también son los mismos que mantienen las condiciones de siempre. Esto del talento y la excelencia, tal como se está fomentando, se parece más bien a una moda snob que ha surgido entre 63
los nuevos ejecutivos y directivos de nueva hornada, que a una realidad cierta y objetiva. Y tal como dice el dicho, “cuando el río suena es porque agua lleva”, y es cierto que por todos lados se multiplican ahora las conferencias, congresos y debates donde esto se está poniendo sobre la mesa. Pero se hace necesario llegar a la raíz del asunto para que todo esto llegue a buen puerto. Tener talento es algo muy diferente a tener habilidades o facultades, y hay que decir la verdad, muy poca gente tiene realmente talento, un talento que se precie de ello, que sea sublime, que sea elevado. No hay que confundir diciendo que todo el mundo tiene talento. Esa forma de vender el talento es todo un engaño. El talento es algo bien escaso, pero no por ello se ha de menospreciar o dejar de lado las habilidades y facultades, las cuales hay que tener muy en cuenta, pues son en realidad las más habituales y comunes entre la mayoría de los seres humano. Y es aquí donde el Coaching,
desde su gran labor de reflexión y pedagogía, puede contribuir sobremanera a que dichas habilidades y facultades tengan su real y valiosa importancia. Todas las personas tenemos algún aspecto valioso, y nadie debe ser desestimado sin antes ser valorado en su justa medida. Este es otro de los valores que promulga el Coaching en su cometido esencial, por lo que no debe ni puede ser tan solo una pose intelectual de cara a la galería, ni una pieza más en una ristra de conocimientos técnicos o académicos. En realidad el Coaching es una filosofía y no un procedimiento o método. Considero que un Coach ha de ser también un filósofo. Un filósofo que está en continuo cambio, crecimiento e incesante debate con todo lo que le rodea y sobre todo consigo mismo. No se trata de alguien que aprende en un curso una serie de técnicas y ahí se queda. Eso será otra cosa, pero no Coaching. Tenemos que entender y reconocer que la capacidad para ser Coach no tiene que ver 65
con poseer conocimientos académicos, sino con la capacidad propia de su actitud particular. Siendo así habría que tener en cuenta qué tipo de Aptitudes con P, a nivel de actitud con C, debería tener un buen Coach. Aunque también hay que pensar, si somos honestos, que en la elección de un Coach tan sólo debe prevalecer la opinión de quien lo solicite o contrate, es decir, la persona o empresa que está interesada en recibir Coaching, dejando a su libre decisión elegir al Coach que le parezca oportuno, sin que para ello tenga que intervenir ninguna organización o entidad que se denomine acreditada. No se debe permitir la coacción tan extrema que se está dando en el mundo del Coaching para que quienes no tengan un certificado acreditado no puedan ejercer como Coachs. Este tipo de actitud por parte de las organizaciones de Coaching está siendo del todo restrictiva, aparte de ser despótica, en tanto que se esgrime de forma banal y simplista que tan sólo los Coachs
certificados son quienes pueden realizar Coaching. Eso es algo que, aparte de ser muy poco realista, es del todo opuesto al Coaching en sí mismo, porque la valía de un Coach no la puede hacer un puñado de diplomas ni certificados. Quienes proponen que se imponga una normativa legal para regular este tipo de cuestión están demostrando lo muy lejos que están del Coaching verdadero. En primer lugar porque quieren poner límites al Coaching, algo esto que no se puede hacer porque su propia naturaleza es contraria a cualquier limitación, y en segundo lugar porque el hecho de querer regularlo para impedir que pueda ejercerlo cualquier persona dice mucho de quienes lo fomentan, demostrando que se hallan en las antípodas del Coaching con todas estas artimañas tan poco éticas. Además, y sobre todo, porque demuestran que lo único que les importa en realidad es hacer negocio. Nada más. El Coaching como tal les importa muy poco. La verdad es que con este tipo de 67
bajezas exponen con gran descaro una más que cierta sospecha sobre sus reales capacidades para hacer Coaching en comparación con quienes sí las tienen de verdad. Es por tanto que este tipo de método rígido y estandarizado con el que se imparte el Coaching está del todo equivocado pues por su propia naturaleza no puede, ni debe, estar atrapado en un procedimiento y desarrollo tan sistemático. Se debe pretender que su fundamento sea el mismo que preconiza, esto es, el continuo crecimiento y dinamismo, abriendo toda clase de posibilidades para que se convierta de forma clara en un instrumento cada vez más amplio y eficaz. Se hace entonces necesario que el Coaching, para quienes lo pretenden de forma vocacional, sea algo de lo que poder sentirse realmente dignos y orgullosos. Es por lo tanto del todo necesario poner en la mesa el hecho irrefutable de que el Coaching no puede, ni debe, estar en manos exclusivas de unos pocos interesados. El Coaching ne-
cesita de personas convencidas de su filosofía y con una personalidad acorde a los valores que patrocina, con el fin de poderlo llevar a cabo en toda su expresión. El camino ha de ser despejado de tantos que quieren complicarlo y sobre todo adulterarlo, debido al apego desmedido que profesan hacia sus excesivos delirios de intelectualidad. Y es curioso que en todo esto se produzca luego, de una forma extraña, una paradoja significativa, pues se da que al mismo tiempo de dificultar lo que debería ser sencillo, se cae luego en un exceso de propuestas simplistas y banales. Así quienes no están batallados y entrenados en los vaivenes de la vida, luego proyectan, sin conocimiento alguno, un Coaching de corte estrictamente académico y técnico, pero que a la vez lo es especulativo, pues se entiende que al no existir en ellos una experiencia directa que sea válida, tan sólo tienen experiencia en lo académico o técnico, han de echar mano entonces de forma69
tos que otros ya en su día, con su misma carencia, creyeron que eran los oportunos para ponerlos en práctica, pero que para nada tienen que ver con la realidad. Un ejemplo de esta paradoja donde se unen lo complicado y lo más simplista es la extendida moda de las dinámicas de grupo o roller play, donde se realizan una serie de juegos o recreaciones, muy ingenuos la mayoría de ellos, en los que se invita, por no decir forzar, a que un grupo de personas o equipos de trabajo tomen una actitud idílica mientras están participando en ellos. Es obligado puntualizar que en todas las dinámicas de grupo es muy fácil conseguir cooperación y actitudes propicias puesto que suelen desarrollarse siempre en ambientes previamente inducidos. El problema está que en la práctica, en lo cotidiano, no todo es tan sencillo, jocoso y agradable, pues luego en la mayoría de los casos no se dan situaciones ni entornos tan propicios ni sugerentes. Hemos de entender que el día a día es una
realidad y no un simple juego de rol, en el que puedes decidir parar o retirarte del mismo cuando así lo creas oportuno. En estas dinámicas de grupo los participantes adquieren unos roles ficticios que desarrollan bajo unas pautas predeterminadas diseñadas por los Coachs también de turno, recreando escenarios supuestos para luego llevarlos en la medida de lo posible a la vida real. La verdad sea dicha, no me llega la imagen de ver a unos empleados de oficina colocando pegatinas o cartelitos en la espalda de sus compañeros de trabajo expresando en ellos cuáles son sus virtudes o defectos, al igual que antes hicieron en los cursos de Coaching Empresarial que habían realizado. Eso aparte de ridículo no es eficaz, y no es Coaching, será en todo caso otra cosa, aunque se haya incluido en la mayoría de cursos dentro de su metodología. Este tipo de dinámicas de grupo en todo caso es un entrenamiento lúdico sin más, donde los participantes están más pendientes del jue71
go y el ambiente recreado que de la reflexión o enseñanza que se ha de sacar de todo ello. Otro caso por querer complicarlo todo pero que luego de forma paradójica se convierte en una práctica simplista y banal, está en la técnica de hacer preguntas como si se tratara de un chequeo automatizado, que aún estando basada en la mayéutica socrática, no deja por otro lado de ser en realidad algo frío, distante y de muy poca implicación. Para eso no hace falta realmente ser un Coach, en ese caso da lo mismo ir a la consulta de un psicólogo, que también hace un test de preguntas y es la persona quien va contestando, sin ir más allá y sin aportar en ello nada de afecto y cercanía. Para mí el Coaching no es eso. En el Coaching debe existir comprensión, cercanía y en gran medida afecto, entre la persona y el Coach. Se trata de crear una atmósfera cercana pero que al mismo tiempo fomente un debate y una reflexión que lleve a lograr objetivos. Somos personas, no máquinas, y
el tratamiento no puede ser igual para una persona que para otra, como si el mismo método sirviera para todos por igual. Eso es muy mecánico, frío y superficial. Y sí, vale, podemos estar de acuerdo en que es la persona interesada la que debe, a través de sus propias respuestas, encontrar el cauce y los objetivos, pero también el Coach debe estar ahí presente y no quedar tan solo como una figura estática que sigue el guión estricto de una metodología sistemática. Un Coach, como entrenador, debe ser y actuar como un acompañante que está junto a la persona a lo largo de todo el proceso, tal como un entrenador, pues se trata de eso, y no dejarla ahí sola, abandonada a la suerte de métodos y disciplinas sin alma. El Coaching verdadero debe tocar el corazón, el alma, ya que si no es así entonces su cometido es nulo. El Coaching debe crear impacto, pues hemos de entender que el ser humano, a partir de cierta edad, ya prácticamente lo tiene todo asumido desde la infancia o ado73
lescencia, y se hace luego muy difícil el poder hacer mella en actitudes ya del todo consolidadas. En un proceso de Coaching lo que se persigue es realizar los cambios necesarios para así poder conseguir los objetivos propuestos. Y para que esto sea del todo efectivo debe repercutir a niveles más profundos sin quedar tan solo en una superficie mental o intelectual. Se trata de afectar al alma o centro de emociones. Lo que no se puede hacer es un Coaching insípido, donde no haya tan siquiera emoción. Necesita de un impacto en su desarrollo. Todos comprendemos, de una forma u otra, qué es bueno y qué es malo, o que está bien o qué está mal, sin embargo en una metodología de Coaching que se precie debe llevar implícito un propósito que repercuta en lo más profundo, en lo emocional, donde queda establecido lo aprendido. Sabemos que nosotros, los seres humanos, como todos los demás seres vivos también, aprendemos por vivencia directa y no tanto por expe-
riencia ajena. Por ejemplo, sabemos que un niño no conoce el efecto que causa meter los dedos en un enchufe hasta que no recibe el impacto de la corriente eléctrica, y por mucho que nos empeñemos en explicárselo no lo entenderá hasta que lo haya experimentado de forma directa, o que haya visto en otros el efecto del impacto que causa. Pues esto aplicado al Coaching es igual. Para que una causa tenga un efecto real y contundente ha de producir un impacto intenso y no quedar solo como un intento posible. El Coaching debe impresionar en lo emocional para que las actitudes tengan valor y sentido. No es nada que tenga que ver con análisis, informes o ensayos. El Coaching verdadero debe arraigar en los comportamientos pues nos hayamos en un tiempo donde se demandan actitudes que faciliten el cambio. Es por tanto urgente que nos pongamos en marcha para avanzar y dejar atrás todo lo que ya no sirve. No podemos pasar de un estado a otro sin haber supera75
do los estadios anteriores. Es hora de ponerse en camino.
CONSIDERACIONES FINALES En estas últimas conclusiones quiero sintetizar lo expuesto, y aunque me repita, entiendo que es así como de alguna forma queda todo registrado. Es igual que cuando vamos a un gimnasio todos los días a entrenar, si lo hacemos así es porque queremos afianzar los objetivos marcados. Si sólo vamos un día no sirve de nada. No marca, no define. Pues con el Coaching verdadero es igual. No se trata de hacerlo una vez y se acabó. Ha de ser como una tabla de ejercicios, continua y constante para que pueda surtir efecto. Por eso digo que quien necesita un certificado de Coaching para ser Coach ya desde un principio comienza mal. Repetiré una y otra vez que el Coaching para mí no es una teoría sino toda una filosofía. Una comprensión de todas las cosas llevada a la práctica. Para ser un buen Coach ha de existir una base previa, una cualidad propia intrínseca. Un buen Coach nace ya con el 77
estigma necesario para ello. El buen Coach viene ya creado por su personalidad y no por un curso de pocas semanas o meses. Así quien necesita realizar un curso para convertirse en Coach es porque no tiene una base personal consolidada y es por eso que ha de aprenderlo. Pero no nos engañemos. El Coaching no es algo tan fácil ni tan rápido de resolver como tomar apuntes. Es tal como la vida misma, de la cual no se logra una notable personalidad en tan solo unos cuanto días. Se trata de un proceso arduo que de alguna forma abarca toda una vida entera. Un buen Coach se hace durante toda una vida. Una cosa es ser especialista o experto en una materia técnica o académica de forma puntual y otra cosa es ser Coach. No es igual, no tiene nada que ver. Es así que cuando necesitamos a un médico por cuestiones de salud vamos a la consulta de un profesional de la medicina, o si precisamos de un mecánico vamos a un taller de automóviles. Del mismo modo si nos urge
reparar nuestro ordenador llamamos a un técnico en informática, pero sin embargo, y es aquí precisamente donde podemos estimar la diferencia, si nuestro propósito es conseguir una mejor actitud o lograr un buen entusiasmo, lo que seguro no vamos a hacer es ir a una universidad o a un centro de investigación a buscar un técnico ¿no? Se trata por tanto de una cuestión emocional y no de análisis, proyectos o datos. Por eso quien realiza Coaching estando en consonancia con su vocación real como Coach, no se le pasa por la mente el regalar certificados de Coaching, previo pago, como quien hace churros. Eso son vendedores de fraudes. Por lo tanto si el Coaching busca y apela la excelencia en las personas y empresas, de igual modo debe aportarlo y poseerlo en sí mismo, no quedando por contra como un método mecanicista y estandarizado. Ante todo el Coaching debe buscar siempre de forma continua su propia evolución para que pueda ser creíble. El mundo actual, tan 79
basado en lo profesional, lo técnico o lo intelectual, se está convirtiendo, a pesar de pretender otra cosa, en un lugar inhumano, banal y artificial. Es esto lo que precisamente ha incrementado el número de crisis en este último siglo, y que conforme hemos ido avanzando, de igual modo, han aumentado en su número. Y todas lo han hecho en forma de guerras, cataclismos financieros o conflictos sociales. Es a partir del siglo XVIII con la llamada revolución industrial, como punto de partida crítico, cuando aparecen las crisis, de formas continuadas y cíclicas, tal cual las conocemos en la actualidad. Es a partir de ésos momentos cuando el progreso industrial, tecnológico y económico se dispara en todo el mundo haciendo que los mercados locales se vean en la necesidad de expandirse de forma obligada para no quedar fuera del nuevo mapa mundial económico y social. Había llegado la hora de competir y ocupar puestos relevantes en la carrera que daba comienzo. Pero es a partir
de ahí, de toda esa vorágine repentina, cuando empiezan las crisis a aparecer por todos los lugares, como si fuera un sarpullido. De alguna forma, y haciendo una analogía, es como cuando adquirimos una enfermedad y los síntomas se manifiestan de forma externa. En realidad una crisis no es otra cosa que una respuesta hacia algo que no está bien. Es la evidencia de un problema que se auto manifiesta al no ser captado o previsto con antelación. Es un aviso en toda regla que nos está advirtiendo de la falta de comportamientos adecuados a la vez que de actitudes incorrectas en nuestras acciones. Es por eso que cuando pasamos por situaciones difíciles o complicadas en nuestras vidas, éstas se pueden llegar a convertir en graves crisis si no somos capaces de cambiar lo que las produce. Y la función del Coaching es precisamente esto, hacer notar a través de reflexiones la importancia que tienen todas nuestras emociones, y que luego proyectamos en forma 81
de actitudes que afectan cualquier acción o toma de decisión, ya sea de índole personal o profesional. Así es como vemos, cada vez más, un gran aumento del estrés, la ansiedad, la depresión o la soledad en todo el conjunto de la sociedad, siendo todas ellas señales inequívocas que nos alertan de la falta de emociones saludables y benignas, y que hemos preferido sustituir por una inteligencia práctica, técnica y automatizada en detrimento de lo que realmente tiene más importancia, esto es, una inteligencia emocional. Hay que apelar por tanto a que se produzca la unión de la inteligencia con la emocionalidad para así completar todo un proceso que por fin nos haga dar un salto cuantitativo y cualitativo de profundo calado y trascendencia. Es así como el verdadero Coaching se convierte en la herramienta capaz de poner en valor actitudes que nos hagan más y mejores seres humanos. Fuera de todo aspecto académico, técnico o intelectual, hemos de tener en cuenta que casi
todos tenemos grandes posibilidades en el manejo de las emociones y su posterior aplicación a nivel personal o profesional. El ser lógicos, amables, comprensivos, resolutivos, responsables, equilibrados, cordiales, eficaces y simpáticos no necesita de una erudición intelectual para estar presentes. Quisiera en esta parte final dejar también en claro una cuestión para que no exista confusión alguna en cuanto a todo lo que he expuesto en esta guía. He querido hacer notar por encima de todo que los conocimientos técnicos o académicos tan sólo suponen una aptitud práctica que empleamos para el desarrollo industrial, tecnológico o productivo de nuestra sociedad. De igual modo lo que he querido hacer, en todo caso, es distinguir que como seres humanos, somos algo más que piezas de un sistema productor sin más. Si de algún modo nos encontramos en esta gran crisis es debido a que estamos percibiendo que no solo somos máquinas que realizamos nues83
tra labor o trabajo en una fábrica, en un bufete de abogados, en un hospital, en un barco de pesca, en una mina o en un gran centro comercial. Se trata de poner por delante el valor real que tenemos. He querido dejar claro con todo esto, desde un principio, que el tener una buena capacidad técnica o académica es la forma que tenemos para poder vivir mejor y más cómodos, para así evolucionar también hacia un mundo cada vez más justo y humano. Pero de ningún modo ello, lo intelectual, debe ser un atributo final y concluyente de la personalidad, pues ya vemos como, cada vez más, demandamos mayor atención hacia nosotros mismos, ya que sin duda alguna somos los protagonistas principales del mundo y de la vida que nos alberga y rodea. El que tenga oídos que oiga.
FRASES RELACIONADAS CON EL COACHING VERDADERO Para terminar voy a hacerlo con unas frases que he tomado de personajes conocidos que de algún modo hacen alusión a todo lo expuesto en este escrito, quedando demostrada la importancia del Coaching en la historia de la humanidad incluso mucho antes de ser conocido y utilizado con dicha denominación. El Coaching es ante todo, al menos para mí, una filosofía por encima de cualquier otra definición. Una filosofía que basa toda su fuerza en el propio ser humano y que hace hincapié en las actitudes y emociones como máximo valor, dejando de lado toda vanidad intelectual, ya que ésta no representa para nada la esencia misma de la persona.
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“EL CONOCIMIENTO SE ADQUIERE POR MEDIO DEL ESTUDIO, MIENTRAS QUE LA SABIDURÍA SE OBTIENE POR MEDIO DE LA OBSERVACIÓN” -Marilyn Vos Savant-
Catalogada como la persona con el cociente intelectual más elevado del mundo, manifiesta en estas palabras la gran importancia de la sabiduría a diferencia del conocimiento erudito. En sus palabras se advierte lo que ha de tener en cuenta el Coaching verdadero a diferencia del Coaching meramente técnico o académico.
“LOS GRANDES ESPÍRITUS SIEMPRE ENCONTRARON LA VIOLENTA OPOSICIÓN DE LAS MENTES MEDIOCRES” -Albert Einstein-
Einstein revela aquí la situación que se da cuando quienes están a favor de un Coaching verdadero se encuentran de frente con el obstáculo de los que quieren estandarizarlo y limitarlo, haciendo gala de su anodina e inamovible actitud tanto intelectual como emocional, demostrando con ello su nefasta contribución al Coaching.
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“EL APRENDIZAJE ES EXPERIENCIA TODO LO DEMÁS ES INFORMACIÓN” -Albert Einstein-
El genio pone de manifiesto, una vez más, aún siendo un hombre eminentemente científico y pragmático, que la experiencia es sabiduría y no una simple información adquirida de forma ilustrativa. El Coaching es mucho más fidedigno cuando es transmitido por alguien experimentado en la vida y no sin embargo por un emisario indirecto que no aporta vivencias ejercitadas.
“NINGÚN MAR EN CALMA HIZO EXPERTO A UN MARINERO” -Proverbio chino-
En esta sabia frase se indica la importancia que tiene la experiencia propia como principal fundamento de conductas y actitudes. Un experto no se puede realizar de pleno si no ha experimentado en sí mismo lo que luego ha de mostrar. El Coaching para ser creíble debe ser cursado por quienes han transitado por la vida batiéndose en ámbitos, sobre todo, no académicos ni técnicos.
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“ES SENCILLO SER FELIZ, LO DIFÍCIL ES SER SENCILLO” -Mario San Miguel-
Aquí vemos cómo éste músico nos dice que la sencillez es la base para ser felices. Y es precisamente la felicidad lo que propone el Coaching como principio fundamental en cualquier acción a realizar. En un Coaching verdadero no puede existir lo complicado y enredado para hacer ver y demostrar lo que sin embargo es sencillo y fácil.
“TENGO UN PLAN ESTRATÉGICO: SE LLAMA HACER LAS COSAS BIEN” -Herb Kelleher-
En esta frase el líder de la compañía Southwest Airlines resume lo realmente esencial, esto es, el hacer las cosas bien, con eficacia y con sencillez. En la sociedad actual hay una predisposición a querer envolver todo con discursos y planteamientos enrevesados, haciendo entender así que quienes patrocinan estas fórmulas no poseen en realidad recursos propios de solvencia creíble.
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“UN PROBLEMA DE NUESTRA ÉPOCA ES QUE LA GENTE NO QUIERE SER ÚTIL, SINO IMPORTANTE” -Winston Churchill-
Aquí el político británico dio de lleno en el clavo al exponer la amplia y extensa práctica de pretender ser importante por encima de cualquier otra cosa. Es lo que durante tanto tiempo se ha señalado como un gran mal pero que luego quienes alcanzan cotas elevadas de importancia no están dispuestos a cambiarlas por una utilidad real y efectiva.
“EL PROGRESO IMPLICA SIMPLIFICAR, NO COMPLICAR” -Bruno Munari-
El artista y diseñador italiano propone de nuevo, como tantos otros, el uso de lo sencillo como evolución y avance de la sociedad, y no como quienes prefieren argumentar todo en base a una supuesta intelectualidad erudita que ya está demostrado no lleva a ninguna acción rentable.
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“SI TODO EL MUNDO PIENSA IGUAL ES QUE ALGUIEN NO ESTÁ PENSANDO” -George S. Patton-
El General del ejército de los Estados Unidos aporta aquí en esta frase la premisa de que quienes piensan igual no aportan en realidad nada nuevo ni constructivo. Y esto es algo muy habitual en este mundo donde sobre todo se premia lo mediocre y lo trivial. Si pretendemos un mundo mejor, es necesario que se piense de forma distinta y mejor con el fin de evolucionar y construir.
“EL QUE APRENDE Y APRENDE, Y NO PRACTICA LO QUE SABE, ES COMO EL QUE ARA Y ARA Y NO SIEMBRA” -Platón-
El filósofo griego pone ya en evidencia en esta frase lo que también el Coaching verdadero pone en la palestra, es decir, aprender de forma intelectual o mental pero sin ponerlo en práctica es del todo nulo, inservible. Hace falta arar y sembrar para recolectar. No puede ser de otro modo.
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“TODA VERDAD PASA POR TRES FASES, PRIMERO ES RIDICULIZADA, LUEGO RECIBE UNA VIOLETA OPOSICIÓN, Y FINALMENTE ES ACEPTADA COMO EVIDENTE” -Arthur Schopenhauer-
El filósofo alemán expone aquí con gran acierto el proceso de movimiento permanente hacia la evolución, y que desde siempre ha sido denostado y obstaculizado por quienes no aportan nada nuevo, persistiendo al mismo tiempo en no reconocer en otros las grandes habilidades o facultades que tienen y ellos sin embargo no poseen.
“UN TÍTULO NO GARANTIZA LA REAL COMPETENCIA NI LA HONESTIDAD PROFESIONAL O PERSONAL DE QUIEN LO POSEE” -Arthur Schopenhauer-
Otra frase del genial filósofo alemán que pone en entredicho los valores y virtudes de quienes poseen títulos o certificaciones académicas sin más, haciendo ver que hay valores que están muy por encima de lo estrictamente profesional y que un título por sí solo no garantiza.
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“NO SE PUEDEN SERVIR DOS SEÑORES AL MISMO TIEMPO” -Frase Bíblica-
En esta frase bíblica se muestra con total claridad el contrasentido de pretender un cambio y al mismo tiempo seguir actuando igual que siempre. No es de recibo que quienes hablan de cambios sean luego los que mantienen las mismas posturas del pasado hoy en día.
“LA DIVINIDAD ESTÁ EN TI, NO EN CONCEPTOS O EN LIBROS” -Herman Hesse-
Aquí el gran escritor y poeta alemán nos hace ver que lo esencial del ser humano no son conceptos intelectuales ni se adquiere por medio de estudios, sino que parte de la propia experiencia personal, de la parte más elemental y esencial de cada ser humano.
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“PARA CONSTRUIR UN MUNDO MEJOR ANTES HAY QUE DESTRUIR EL ANTIGUO, Y ESO CREA ENEMIGOS” -Película Capitán América-
Esta frase cinematográfica nos hace reflexionar sobre el problema que sugieren los cambios, los cuales para realizarlos, antes hay que pasar página a etapas pasadas, pero que de forma ineludible nos encontraremos siempre con quienes se oponen o son reacios a ello.
“TE DOY GRACIAS, PADRE, PORQUE HAS ESCONDIDO ESTAS COSAS A LOS SABIOS Y ENTENDIDOS, Y LAS HAS REVELADO A LA GENTE SENCILLA” -Frase Bíblica-
De nuevo esta otra frase apela al hecho de la sencillez por encima de la intelectualidad. Desde siempre se ha puesto de manifiesto que lo esencial y verdadero no es una prerrogativa del intelectual o el erudito, al contrario, lo fundamental tan solo puede residir en la sencillez.
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“LA SIMPLICIDAD ES LA MÁXIMA SOFISTICACIÓN”” SOFISTICACIÓN -Leonardo Da Vinci-
El gran genio expresa aquí en esta corta frase que lo más elevado y evolucionado es lo simple, lo sencillo. Y al igual que otros muchos lo han formulado a lo largo de la historia como si de un mantra eterno se tratase, luego sin embargo apenas se tiene en cuenta pues se da más importancia i mportancia a lo difícil y complicado que a lo diáfano.
“SI QUIERES SABER COMO ES ALGUIEN, MIRA DE QUÉ MANERA TRATA A SUS INFERIORES, NO A SUS IGUALES” -Sirius Black-
El personaje de ficción de la serie de libros de Harry Potter nos revela en esta frase una gran verdad que se da mucho en el mundo erudito del Coaching, donde los presuntos valedores del mismo no ven igual a quienes poseen certificados acreditados que a quienes no los tienen. A veces la realidad supera a la ficción.
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“ES AGRADABLE SER IMPORTANTE PERO MÁS IMPORTANTE ES SER AGRADABLE” -Séneca-
Aquí el historiador romano pone en valor toda la esencia de la vida misma, pues enaltece y encumbra lo agradable por encima de lo importante, ya que lo agradable siempre será mucho más importante que la propia importancia. Al fin y al cabo eso es lo que todos pretendemos en la vida, lo l o agradable. O lo que es lo mismo, la felicidad.
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