Los testimonios testimonios o las narrativas... narrativas...
Los tes testimon timonios ios o las narra narrativ tiva as de la(s la(s) memoria( oria(s)* Tesstimo Te imonies ies or orNa Narrrative ives of Mem Memory(ies ies) Elsa lsa Blair Blair Tru Trujillo** jil lo** Resumen: El artículo rtículo des desarrollaunare rrolla unareflex flexión ión teóricasobr teóricasobre e uno uno delos delose ejescentr jescentrale aless de laproblem la problemática ática delasvíc de lasvíctim tima as:e s: el tes testimonio timonio o lasna lasnarra rrativa tivass dela( dela(s)me s)mem moria(s) oria(s).. Enun En unprime primerr mome omentoab nto aborda ordaalg algunosas unosaspe pectosque ctosquea ayuda yudan a esclare sclarece cerr laspos las posibi ibililida dade dess y lim limitaciones itaciones de estas tas narra narrativa tivass des desde sus ante antece cede dente ntess, que pasa pasan n por el «acto acto de tes testimoniar» timoniar»ha hassta esclare clarece cerr su pote potencial ncial político político y su luga lugar en el ámbito bito delo del o público. público. En la segunda undapa part rte e, apoyada poyadafunda fundam menta entalme lmenteen nteenRicoeur Ricoeur,, sehaceuna análi nálissise is en torno torno al cará carácter cter narra narrativo tivode dell tes testimonio. Y en la l a tercera tercera,, y última úl tima parte parte,, sobre la base base del traba trabajjo de tres tres autoras autoras latinoam latinoamericana ericanass, E. Jelin, C.Feldy C.Feld y L.Da L. DaS SilvaCate ilvaCatela, la,sseproponeunacons proponeunaconstru trucción cción metodológica todológica del del «actode cto dete tesstimoniar timoniar»e »en n contex contexto toss marcados rcadospor porla lag guerray uerray la viole iol encia. Palabrascl Palabrascla ave: ve: MemoriaCol oriaCole ectiva; ctiva; Testimonios; timonios;Ví Víctim ctimasde asdeGuerr Guerra; a;M MemoriaHi oriaHisstórica. tórica. Cómo Cómo citar citar estea te artículo: Blair Blair Truji Trujillllo, o, Elsa. lsa. (2008, 2008, ener enero-junio) o-junio).. Lostest Lostestimon imonios ioso o las narrativasde narrativasde la(s) la(s) me memoria( moria(s) s).. EstudiosPolíticos, 32,Inst 32, Institut ituto o deEs deEstudios tudiosPolí Políticos ticos,, Univers niversidad idad
deAnt deA ntioquia ioquia,, 83-113 83-113.. Abstract: Thisa Thisart rtic iclede ledev velopsath lopsathe eoretica ical refl refle ection ion ononeof ononeoftthe central axesoft sof the
problems problems of victims: victims: test testimony imonyor or thenarrative thenarrativess of memory(ies ory(ies). ). In a firstm first mome omentit nt it addre address sses es som some aspect pectss tha that help help toclar to clarify ify thepos he posssibili ibilittiesa iesand lim li mitationsof itationsof thes these narra narrative tivess sinceth ince the eir ante ntecede cedent ntss, which passfromthe« passfromthe«actof ct ofte testifying tifying»t »to o clarifyingthe clarifyingtheir ir politicalpot political pote ential ntial andth nd the eir place place in thepub hepublilicc aren arena a. In thes hesecondpa cond part rt,, support upporte ed funda fundam mentally ntallyby byRicoe Ricoeur, ur,th the e auth author or pres presents nts an analys nalysis ison onth the e narra narrativ tive e chara charact cte er ofte of tesstimony timony.. In the the third third and last last part parton onth the e bas basisof is ofwork workdoneby donebyth thre ree e Lat Latin-Ame in-American rican aut authors, hors,E E. Jelin, C. Feld Feld andL. nd L.Da DaS SilvaCa ilvaCate tela, la,th the e author uthor proposesa proposesa methodological ethodologicalcons constr truct uction ion of the«ac the«actt of test testifying»in ifying»in context contextss marked rked by war war and and violence violence.
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Keywords: Colle Coll ectiveM emory; ory; Tes Testim timonies onies;; War Victim Victims; s;Hi Hisstorical torical M emory. ory.
* Este Este artículo artículo hace ace parte parte de la inve investigación tigación «De Mem Memorias y De Gue Guerras», rras», des desarrollada los l os miembros del grupo grupo de inves nvestigac tigacii ón «Cultura, Violencia y Terr Terriitorio» del I nstitut nstituto o de Estudios Estudios Reg Regionale ionales s (INER) dela del a Unive Universidad rsidad deAntio deAntioq quia en tres barriosdeMed arrios deMede ellín: ll ín: La Sierra, ierra, Villa il la Lill Li lliam iam y el 8 deMarz deM arzo. o. La inve investigac tigación ión sere se realizó alizó en alianza alianza con con el Program Programa deVíct deVí ctim imas dela del a Secreta cretaría ría de Gobiern Gobierno o Municipa Municipall entre feb febrero rero de 2007 y feb febrero de 200 2008 y con contó con con el el apoy apoyo del del I DEA, COLCI ENCIAS ENCI ASy y la Alcaldía, Alcaldía, en el marco arco dela del a Conv Convocat ocatoria oria Age Agenda nda ciuda ciudad d deMede deMedellín: ll ín: estudiosde tudiosde ciudad. ciudad. Artículo Artículo recibido: marzo marzo 20, 2008. Aprobado Aprobado:: abri abrill 21, 21, 2008 2008.. ** Sociólog Socióloga, a, PhD. en Sociolog ociología ía de la Université Catho Catholi liq que de Louv Louvain, L ouv ouvain-L ain-Laa- Neuv Neuve, Bélgica, Bélgica, 1996 1996.. Docent Docente e-Inv -I nve esti stigadora gadora del I nstitut nstituto o de Estudios Estudios Re R egional gional es de la Universidad Universidad de Antioquia. Antioquia. Medell Medellín, ín, Colombia. eblair@iner blair @iner.ude .udea.edu a.edu.co .co
Estudios Políticos Polí ticos ISS I SSN 012 0121-5 1-5167 167 Nº N º 32 32,, Medellín, Mede dellllín, ín,enero-junio eneroen ero-junio junio de de2008: 2008: pp. 2008: pp. 85-115 85-115 85115
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Els lsa a Bla Blair ir Tru Trujillo jillo
Introducción* problem lemá áticade ica dela lass víct víctima imas en laciu la ciuda dad d y en el país, ís, hahech hahecho o que que La prob
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el tem ema a delas de lasvíctima víctimass ganea ne actua ctualment lmente e rel releva evanciaen ncia enla la agenda endaa acadé cadém mica y polí políttica. ica. Como Como una un aport porte e a esa discu discussión, y en tanto nto cre creemosquee osque el prob problem lema a del del tes testimonio timonio o las lasna narr rra ativas tivas dela( de la(ss) mem emoria oria((s) es una un aspect pecto o cent centra rall en el tra tratam tamiento iento y la atención tencióna a las lasvíct víctima imass, des desarroll rrolla arem remosun os una a reflex reflexión ión teórica teórica que que ayude yudea a ente ntender nder la compleji complejida dad d delas de lasna narra rrativa tivass produ producidasen cidasencon conte text xtos os deg de guerray uerray deviolen de violencia. cia. En ella ellaa abord bordamosva os varios riosa aspect pectos os:: enpr enprime imerr luga lugar, y a modo de antecedentes, lo que según algunos autores instala «la era del tes testimonio»(Cf. imonio»(Cf. Wieviorka, ieviorka, 1998) 1998)y y que que tiene tiene su asiento nto enun enunfe fenóm nóme enocom no como o Ausch Auschwitz witz en el marco rco de la Segunda undaGue Guerr rra a M undia undial; l; en segundo undo luga lugar, y como como frut fruto deun de una a reflexión reflexión mucho ucho más recien reciente te,, introdu introducirem ciremos osa algunos lgunosde de los eleme lementos ntos fund funda amenta ntales con relac relación ión a los testimonios imonios o, a lo que que más precisa precisam mente ente podem podemos llama lamar, el «acto de tes testimoniar» timoniar»: sus posibi posibillidade dadess y pot potencialida ncialidade dess, susli us lim mitacion itacione es y susco us cond ndicione icioness depo de possibilida ibil idad. d. Aquí Aquí nos nos det detendre endrem mose os en la importa importancia nciade dete tesstimoniar timoniar,, así como como ens en seña eñalara lar algunos lgunosde de lospr los problem oblemasque asqueen enfre frent nta a el tes testimonio timonioen enssituaciones ituacionesde deviol violen encia ciay y deg de guerra uerra,, part particular icularm mente ente,, conre con relación lación a las lasvíct víctima imass y los tes esttigosde igos dee estas tas situacione ituacioness y trata ratare rem mosde osdee esclarecer clarecera aspect pectos oscom como o los siguiente iguientess: ¿Q uéesel ué esel tes testimonio timonio y quién quién es el testigo? igo? ¿Q uién uién dae da el testimon imonio? io? ¿Q uién uién escuch cucha a y para paraqu qué é se tes testimonia? timonia? En terce tercerr lugar, lugar, anali nalizare zarem mos el poten potencial cial político polí tico del del acto de tes testimoniar imoniar y su luga lugar en el ámbito ámbito de de lo públi público. co. Finalme Finalment nte e, propone proponem mos unacons unaconstru trucci cción ónm metodológi etodológica cade dell «actode cto dete tesstimoniar»en timoniar»en context contextos osm marca arcados por por lag la guerr uerra a y la violen violencia, cia, que que ha sido con construida ruidassobre obrela la bas base del del trab rabajo de tresaut tres autoras orasllati atinoameri noamericana canas. s.
1. El tes testimon timonio io 1.1 Anteced Antecede entes ntes del del tes testimonio timonio El tes testimon timonio io nopu no pue ede ni debesó debesólo lo dar dar cue cuenta nta, es nece neces sario rio que que dévida dé vida,, que que al tes testimon timoniar iar hag haga pres presentela nte la historia, historia, la humani anice Este Esterr Cohen
* Este Este artícu artículo lo no hub hubiera podido podido escribir cribirs se sin la colab colabora oración ción permane anente nte de todo todo el equipo uipo de inve investigac stigación ión involuc involucrado rado en el proy proyecto ecto:: Natalia Natalia Quiceno, no, I sab sabel Crist Cri stina ina de los Ríos Rí os,, Ana María Marí a Muñoz Muñoz y Mariso Mari soll Grisale Gr isales. s. A toda todas s ellas ll as mis agrade agradecimiento ientos. s.
Estud tudios ios Políti Políticos cos IS I SSN 01 0121 21-5 -516 167 7 Nº 32
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Los testimonios testimonios o las narrativas... narrativas...
Muchos uchosde delos los autore utoress que que traba rabajan jan actua ctualme lment nte e el tem ema a dela de la mem emoria oria (Cf. Jelin, 2002, A. Wieviorka, 1998, Cohen, 2006, M. Wieviorka, 2004) coinciden coinciden en cons consider idera ar que que Ausch Auschwi witz tz ocup ocupa a un luga lugar import importa ante nte, ya que que éste se hacons haconstituido ituido en uns un símbolo ímbolo conre conrela lación cióna a lam la memoria oriay y a lapo la possibilida ibili dad d det de testimonia imoniar, r, que que no en vano vano has ha suscit uscita ado enorm norme es reflex reflexione ioness. A part partir ir de obrascom obrascomo o las lasde dePrimo PrimoLe Levi vi o Jorge Jorge Sem empr prún ún,, los loses espe peciali cialisstas tas han han des desarrol rrollado una seri serie e de reflexiones reflexiones en torno al tes testimonio mismo mismo para para rescat rescata ar sus sus posibil posibilida idad desy esy pote potenc ncialidad ialidades es,, así como como para paranu nuttrir su prop propia ia reflex reflexión ión sobre obre los los tes testimonios timoniosen enssituaciones uacionesde deviol violen encia ciam más conte contem mporáne poránea as. De és éste tem modo, Enzo Trave Travers rsa, a,por porejem ejemplo, plo, seña eñalael la el año año de19 de1961 61(a (año ñode dell proce proceso sode deE Eichma ichmann en Jeru Jerussalén) como como el año de de la em eme erge rgencia del del tes esttigo, cuand cuando o se mira el tes testimonio imonio como como unpr un proce ocesso tera terapé péut utico ico donde dondepo porr prime primera rave vezz «el que que logró logró volver»pud volver» pudo o pronunciars pronunciarse e y relata relatar su historia historia (Tra (Travers versa a citado citado por Cohe C ohen, n, 2006 2006,, p. 48) 48). Ta Tam mbién bién para paraAnn Anne ette Wi Wie eviorka viorka esta fech fecha a es la que que inst instala la «erade ra dell testimonio» imonio», que que seráre rá repr prod oduc ucida ida a gran ran escala cala en los años ños 80 y 90 (Cf. 2002 2002)). Al igua igual que que Eliza li zabe betth Jelin, quien quien,, siguien iguiendo do a ésta última última (Cf. Wie Wi eviorka viorka,, 1998 1998)), plant plante ea que que el orige origen n delas de lasre reflex flexione ioness y el deba debatte sobre obrela la pos posibilida ibil idad d o impo impossibilida ibil idad d de testimonia imoniar, r, sobre obre la «verd verda ad», los sile il encios ncios y los huecos huecos,, así así como como sobre obre l a posi posibilidad bil idad de escuc escucha har, r, debe deben n su origen origen cont contemporá poráne neo o y su pot potente nte impuls impulso o a la expe xperie rienc ncia ia nazi nazi y al des desarrollo rrollo de los deba debattes que que se han han dado dado a part partir ir de ella ll a (2002 2002,, p. 79) 79). No N o obs obstante nte, para para [ 87 ] otro otross autor utore es, com como Esther her Cohe Cohen, es sólo has hasta fines fines delos de losa años ños 70 del del siglo XXqu XX que e emerge rge dem de manera neraco cons nscien cientte lafig la figur ura a del del tes testigo.S igo. Si biena bien antes ntesde dee esta fech fecha a yas ya se había habíaha hab blado lado delos de losca cam mpos pos dee de exter xterm minio, el tes estim timonio onio como como tal noha no había bíaocupa ocupado doha hasstaen taenton tonces cesun unllugar ugardet deter erm minante inante enla en lares respue puesstacolectiva tacolectiva al fen fenómen ómeno; o;és éstte es pue pues el momen omentto enel en el que que el tes testigoa igo adquier dquiere e fuer fuerza zay y un 1 luga lugar indis indiscu cuttible en la hist istoria oria (Cf. 2006, 006, p. 49) 49). Podría pare parece cerr un tant tanto o abrupt brupto o quer quere er asociar a Auschwitz Auschwitz o al genocid enocidio io judío judío con cua cualquier lquiera a de las las form formas de violenc violencia ia más recien reciente tess;2 si n embarg bargo, o, la enorm enorme e lite li tera ratu tura raqu que e se publica publica actua ctualme lment nte, e, con el fin de repe repens nsa ar el fenóm fenómen eno o de Aus A uschwitz, chwitz, pone en evidenc evidenciia la l a fuerza de su «cons construc trucción ción como como símbolo ímbolo tes testimonial» imonial»y y lo que que és éste teha hanu nutr trido ido la reflexión reflexión contem contempor porá ánea nea sobrela obre lam mem emoria oria y, más concret concreta amente ente,, sobrela obre la posibi posibillidad, idad, 1
Aunque admite que un testimonio como el de Primo Levi, sin duda el testimoniante por excelencia, se ubica antes, un tanto intempestivamente, de la «era del testigo», en tanto escribe en 1947 su obra Si esto esto es un hombre. “Un acto intrépido, casi épico de resistencia, lucido, austero, y consciente” (Cohen, 2006:51). 2 Con todo, vale la pena señalar que muchos autores autores que vienen reflexio reflexionan nando do sobre sobre la conflic conflictivi tividad dad contemporánea consideran el Holocausto como un evento de profunda actualidad con relación a lo que sucede hoy. Zigmunt Bauman, por ejemplo, no descarta la posibilidad de otro holocausto en el marco de la conflictividad contemporánea (Cf. Bauman, 1996; Agamben, 2001).
Medellín, enero-junio de 2008: pp. 85-115
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Elsa Blair Trujillo
el sentido y los efectos del acto de testimoniar. Al seguir esta vertiente, la presente reflexión se dirige a indagar el potencial político del acto de testimoniar, es importante anotarlo porque el momento histórico de su surgimiento y su discusión actual pone en evidencia los aspectos más relevantesdelaproblemática ligadaalostestimonios, y permitever demanera muy clara cómo se relacionan con experiencias históricas concretas que delinean suspropiasexpresionesy susposibilidadespolíticas. Sin duda, bajo el contexto deviolenciasextremasvividasenla segundamitad del siglo XXy en los inicios del siglo actual, es preciso reactualizar la pregunta por el potencial político quetienenlos testimonios dela violencia.
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Como muestraJelin, apartir delos estudios culturalesnorteamericanos sobre América Latina, en los años 90 se generó un intenso debate sobre el testimonio y su relación con la literatura. Este se centró, por lo general, en la discusión de textos elaborados con la colaboración de un testimoniante (generalmente de una categoría social «desposeída») y un «mediador» (provenientedeotracategoríasocial másprivilegiada)(Cf. Jelin, 2002, p. 89). Para Hugo Achugar, desde la perspectiva de los estudios poscoloniales, en América Latina la institucionalización del testimonio se da en los años 60, luego de la Revolución Cubana, pues con ésta última se reconoce que el testimonio ocupaunlugar legítimo en laluchaporel poder dentrodela esfera pública. Según el autor, si se asume efectivamente que éste es un «género» disputado porla antropología y la literatura, que recoge modalidadespropias de la narrativa y del discurso histórico, entonces debemos conceder que el testimonio ha ganado un espacio propio; un espacio o formación discursiva determinadaporla propiasituaciónhistóricadesuenunciadoyporla posición que el sujeto asume en la sociedad (Cf. Achugar, 1992, p. 52). Por lo anterior, el sentido político del testimonio se construye como modoalternativodenarrar la historia, en relación conel discurso monológico de la historiografía del poder, ya que es más plural y busca el respeto por otrasidentidades. Lapresencia del testimonio enla esferapúblicasehavuelto un espacio compartido, donde se intenta construir o buscar una identidad nueva. El carácter que tiene el testimonio de «historia otra»o de «historias alternativas»sólo parece posible cuando los silenciados o excluidos de la historiaoficial intentan acceder alamemoriao al espacio letrado(Cf. Achugar, 1992, pp. 55-56). Según Achugar, el testimonio tiene dos elementos fundamentales: la función ejemplarizante o la denuncia y la autorización letrada de circunstancias, vidas y hechosque noson patrimonio dela historia oficial o Estudios Políticos ISSN 0121-5167 Nº 32
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Los testimonios o las narrativas...
que han sido ignoradospor la historiay la tradición vigentey hegemónica en tiempos anteriores. El testimonio, la mayoría de las veces, es también una denuncia por su atención al otro y a la «historia otra»: denuncia los excesos del poder, denunciala marginación, denuncia el silencio oficial. (Cf.Achugar, 1992, p. 62).Particularmente, en la transcripción del testimonio del iletrado es donde se juegan algunos de los elementos centrales de esta narrativa, a saber: el registro de la voz del otro (Achugar, 1992, 60). Además, esta es central porotrarazón: su contribuciónal llamado efecto derealidad o efecto deoralidad/verdad, como lo llama Achugar. Este último aspecto nos parece muyimportanteentanto, como planteael autor,hay unacredibilidadasociada a la huella de la oralidad que lo hace ver como un testimonio auténtico, donde la ficción no existe o existe en un grado casi nulo que no afecta la verdad de lo narrado y esta confianza natural es esencial en el testimonio (Cf. Achugar, 1992, pp. 65-66). 1.2El testimonio y el «acto detestimoniar»en loscontextosde violencia másrecientes
El testimonio ha sido objeto de análisis desde distintas disciplinas y saberes: la antropología, la literatura, la historia, entreotras; estudios quehan producidoresultadosdistintossegúnsuperspectiva. Enel ámbitodelaliteratura, concretamente, delos«géneros»literarios, seapela a la literaturatestimonial. Desde la disciplina jurídica existe también una reflexión (o al menos una concepción) sobrelos testimonios, que estáenmarcadaenlo quese entiende jurídicamente por «verdades judiciales». Vamos a recoger en este apartado algunas de estas perspectivas en la voz de autores clásicos para mostrar la discusión que se havenido dando al respecto.
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María Moliner define testimonio (del latín Testimoniun) como servir de, dar, ofrecer. Cosaque sirve paradar seguridad dela existencia decierto hecho, la verdad decierta noticia. En otraacepción dice: declaración deun testigo. Testigo, por su parte, lo define como persona que ha presenciado una cosa y puede dar a otras seguridad sobre qué ha ocurrido y cómo ha ocurrido. Persona que está presente mientras ocurre cierta cosa con o sin intención dedar fedeella(Moliner,1998, p. 1222). A partir deestadefinición es posible establecer la diferencia entre el testimonio propiamente dicho (como fruto o producto de la palabra de alguien) y la personaque lo ofrece (el testigo). En otras palabras, lo que queda claro es que el testimonio esla «narración»que da alguien de un hecho, según el caso, sería el testigo o el testimoniante. Esta diferenciación es, como lo veremos a lo largo del texto, muy importante a la hora de reconstruir la memoria de las víctimas de la Medellín, enero-junio de 2008: pp. 85-115
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Elsa Blair Trujillo
violencia y, de manera particular, a la hora de potenciar «la fuerza política dela memoria del sufrimiento»(Cf. Restrepo, 2000), dado que no todoslos testimoniosprovienendelasvíctimasmásdirectas(muertasy/o desaparecidas) y el testigo (sobreviviente de la tragedia) es quien da testimonio. Además, hay otrotestigo o testimoniantedelos hechos, el académico o el investigador quereconstruyesobresu palabra, cuenta«otraverdad»y motivalaposibilidad del reconocimiento, potenciando conello su fuerzapolítica.
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Paul Ricoeur, consciente delos «múltiplesusos»del testimonio y delas diferenciasentreel testimonio judicial yel historiográfico, señala que, deestos múltiplesusos, el uso corrientequesedespliegaenlavidacotidianayordinaria esel quemejor expresalosrasgosesencialesdel acto detestimoniar(Cf. 2003, pp. 210 yss.). Al aislar losrasgoscomunesala mayoríadelosusoso empleos del testimonio vaaseñalar aspectoscomo lossiguientes: a)sufiabilidad, según lacual el testimonio seríaexpresión verbal deunaescenavividaenla narración donde el narrador está implicado. Se supone que la factualidad atestiguada marca una frontera entre la realidad y la ficción, aunque Ricoeur señala el carácter problemático de la memoria para establecer dicha frontera; b) su condiciónautoreferencial, porcuanto hayunaestrecharelación entreel hecho de la realidad que se enuncia y la auto designación del sujeto que atestigua: «yoestabaallí»; c)el carácterdialógico, entanto laautodesignación seinscribe en un intercambio que instaura una situación dialogal. El testigo testimonia ante alguienla realidad de unaescena a la que dice haber asistido y con ello pide ser creído. No se limita a decir «yo estuve allí», añade, «creedme»(Cf. 2003, 214), así el testimonio no sólo es certificado sino también acreditado, conlo queinstauralaposibilidaddela sospecha; d)estaposibilidaddesospecha se confrontaen el espacio público (el testimonio de otros), «si no me creéis, preguntad aalgún otro»; e)la capacidad del testigo parareiterar su testimonio delamismamaneraymantenerlo enel tiempo,responderporsusafirmaciones a cualquiera que se las pida, esto es, la dimensión moral de certificar su fiabilidad; f) esta disposición a atestiguar hace del testimonio un factor de seguridad, degarantíaenel conjuntodelasrelacionesconstitutivasdel vínculo social quedescansaen la confianzadela palabradel otro. El crédito otorgado a la palabra del otro hace del mundo social un mundo intersubjetivamente compartido, el cual, no obstante, puedeserafectado porlaspolíticascorruptas queinstauranunclimadevigilanciaydelación, dondelasprácticasdel embuste socavan desde su base la confianza en el lenguaje (Cf. 2003pp. 213y ss.). Jelin, por su parte, quien comparte con Ricoeur su concepción sobre el carácterdialógicodel testimonio, señala algunoselementosqueconstituyen el aspecto mediadodel mismo, estoes, la mediación dequien edita—similar Estudios Políticos ISSN 0121-5167 Nº 32
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al papel de quien escucha los testimonios directos de los sobrevivientes—; su carácter plural3 y, finalmente, su carácter dialógico, que pese a la «complicidad»que suscita en el lector no invita a la identificación sino al diálogo. Son, pues, diversas las posibilidades en las que se manifiesta la narrativa personal sobre la realidad misma. Éstas narrativas combinan diferentesestrategias de enunciación y diversasmodalidades de expresión dela subjetividad (Cf. 2002, pp. 82-83). Felman, además, (como se citaen Feld, 2002, p. 40) señala el carácter único del testimonio, sobre esto afirma: «esuno de los actos más personales que se puedan realizar, yaque ser testigo es ocupar una topografía única, un lugar que no puede ser reemplazado ni reproducido y dar testimonio es comprometerseantelosdemás». El testimonio, enrelación conlamemoria, se da, según Feld, a diferentes niveles: «como narrativas de los hechos y los recuerdosdeesepasado;como sentimientosrecordadosy como sentimientos generados en el acto de rememoración […] como formas de transmisión intergeneracional […]comoreflexionessobrelo vivido, enfunción del momento del curso dela vidaen que se vivió, y lasmiradas actualessobreese pasado, como reflexión sobre el propio lugar de cada uno en el mundo y sobre la propia responsabilidad social»(Feld, 2002, 40citando aJelin y Kaufman). MargarethRandall señalaquenohayningunareferencia,géneroofunción denominado testimonio enla literatura. Sencillamentenoexiste. Sostiene, sin embargo, que cada vez se habla más de literatura del testimonio, la cual constituye una de lasramas de la literatura latinoamericana actual. ¿Qué es por tanto el testimonio? Si partimosenbuscade su etimología vemos que se enlaza con la de testigo que, por su parte, remite a la literatura jurídica (Cf. 1992,p. 23).Lasobrasliterariasquellamamostestimonios, continúalaautora, excluyen toda posible confusión con el ensayo, la narrativa histórica o autobiografía. El testimonio introduceunadiferenciación coneste«testigo»de primeramano, al asumir que el «autor»del testimonio puede ser periodistao escritor puede ser el participante, el autor principal o secundario del hecho real queserelatao, simplemente, unintermediario enarasdequeel testimonio hagallegar suspalabrasal público oyenteo lector. El testimonio es, pues, enla perspectivadelaautora, ungéneronuevo quenodebeserdefinido demanera excluyente. Se habla del «testimonio en sí», que incluye toda la literatura testimonial, semejante a la del periodismo, y los discursos en general que tienen unalto valor testimonial. Igualmente, sehabladel «testimonio parasí»,
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A diferencia de la autobiografía, el testimonio representa un sujeto plural y un escenario de luchas polí tica s.
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pero éste último parece ser, según la autora, el «verdadero»testimonio (un género distinto a los demás géneros) y que debe basarse en los siguientes elementos: el usodefuentesdirectas, vale decir, la entregadeunahistoria, no a través de las generalizaciones que caracterizan los textos convencionales, sino a travésdelasparticularidades dela voz o lasvoces protagonistasdeun hecho y la inmediatez; el uso de material secundario de apoyo, como una introducción, otras entrevistas, documentos, material gráfico, cronologías y materialesadicionalesqueayudan aconformar uncuadro vivo y, finalmente, una alta calidad estética (Cf. 1992, p. 25). Dejando de lado esta última característica, la cual no compartimos, los otros rasgos coinciden, en buena medida, con los señalados por otrosautores. 1.3Laetimología dela palabra testigo
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Quizá por la estrechaasociación entreel término testigo y el contexto judicial, varios de los autores apelan a la etimología de la palabra testigo para desarrollar sus reflexiones y tratar de aprehender el asunto del testimonio. SegúnGiorgio Agamben, el latín tienedospalabrasparareferirse al testigo. La primera testis, de donde viene nuestro «testigo», significa, etimológicamente, aquel que se sitúa como tercero (terstis) en unproceso o litigio entre doscontendientes. Lasegunda, superstest, hacereferencia al que ha vivido una determinada realidad, ha pasado hasta el final por un acontecimiento y está, pues, en condicionesdeofrecer untestimonio sobre él (Agamben, 2003, p. 17). Achugar, por su parte, dice que originariamente «testimonio»vienedel griego «mártir»: «aquel quedafedealgo»ysuponeel hecho dehaber vivido o presenciado undeterminado hecho. Entrelos griegos, sin embargo, el uso de mártir noconnotasufrimientoo sacrificio, y atiende, básicamente,al hechode «serfuentedeprimeramano». Al pasaral latín y,sobretodo, conel advenimiento dela eracristiana, mártir adquiereel significado,aúnvigente, deaquel queda testimonio de su fey sufre o muere porello (Cf. 1992, p. 61). Jelin habla de dos sentidos de la palabra «testigo»: quien vivió una experiencia y puede narrarla en un momento posterior, «dar testimonio». Sin embargo, señala que desde esta primera acepción «testigo-participe» hay acontecimientosyvivenciasdelosquenoesposibletestimoniarporquenohay sobrevivientes. Señalacomo, enefecto, nadiehavueltodela«cámaradegas»de loscamposo del «vuelo dela muerte»enArgentina. Estassonlasvivenciasque nosepueden«testimoniar»puesnadielessobrevivió.Paraestetipodetestimonios,
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la autorausa la expresión de«agujero negro»en la vivencia personal, un hueco histórico que marca un límite absoluto para la capacidad de narrar (Cf. 2002).4
En esteúltimo punto, la autoraparecedarle la razón aAgamben, quien, frente a estos casos, sostienesu tesis sobre «la imposibilidad detestimoniar». El testimonio comportasiempre una laguna que cuestiona el sentido mismo del testimonio yconél laidentidadylacredibilidaddelostestigos. El testimonio vale esencialmenteporesoquelefalta, llevaensucorazón eso«intestimoniable» queprivaalos«salvados»detodaautoridad paratestimoniar. Segúnesteautor, los«verdaderos»testigos, lostestigosintegrales, sonaquellosquenotestimonian, que no habrían podido hacerlo, son aquellos que han tocado fondo. Los testimonianteshablanensulugar (testimoniandeuntestimonio faltante). Quien seencargadetestimoniarporellos, sabequedeberátestimoniarlaimposibilidad detestimoniar, lo cual alterairremediablementeel valordel testimonio yobliga a buscar su sentido en una «zona imprevista»que haría posible hablar de lo indecible, lo inenarrable, lo «intestimoniable»(Cf. 2003, p. 36). Sin embargoyal margendeesta«imposibilidad», Jelin señalaotranoción de testigo con la que alude a un observador, a quien presenció un acontecimiento desde el lugar del tercero, que vio algo aunque no tuvo participación directaenel mismo. Sutestimonio sirveparaasegurar o verificar [ 93 ] la existencia de cierto hecho. En esta categoría se ubica el «testimoniante delegativo».5 Estetestimonianteseubicaenel campo del «deberdememoria» y con él se instala el primer llamado moral ala acción derecuperacióndelas memorias, lo cual essumamenteimportante porquerescatala posibilidad de hablar por otros que no han podido hablar. Por eso, para Jelin el punto de partida del testimonio enlos contextosdeviolencia esla «huella testimonial» que queda enlos sobrevivientes, quienes asumensu palabracomo un deber social, ético y político. Es claro, y todos losautores concuerdan en este hecho, que el testigo es quien con su palabra puede dar cuenta de un hecho, de ser fuente de primeramanoy decertificar dealgunamanerala ocurrenciadelo acontecido. Pero su compromisocon la «fidelidad»ysu condición deserfuentedeprimera mano, poneen problemasel testimonio dela violencia deaquellos «sujetos/ víctimas»queno puedentestimoniar. Sinembargo, loscontextosdeviolencia, presentesdurantetodoel siglo XX,sonlosquehanhecho imposible la palabra 4
Este tipo de testimonio (o su ausencia), es bien importante en los contextos de violencia como el que trabajamos en la investigación. 5 Cuya labor se orienta por cuenta de terceros frente a los que no sobrevivieron.
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del testigo directo y han potenciado el papel del testigo delegativo. Si bien paraAgamben la desaparicióndel testigo directosólo revela laimposibilidad detestimoniar (Cf. 2003),paraotrosautoresesjusto el momento depotenciar el papel de esos otros testigos: el testigo-sobrevivientedela tragedia, quien en razón de su sobrevivencia puede dar cuenta del hecho violento en sí mismo, y el testigo delegativodela palabradeotro, quienrecogeéstaúltima. Son ellos los que pueden tomar la «palabra del otro» y potenciarla en la esferadelo público. 1.4 ¿Quién narray quién esel testigo? El testimonio se constituyeen la posibilidad dedarle la palabra a esosmuertos que […] nodescansaránen paz si no surge la voz capaz de darles humana sepultura EstherCohen
[ 94 ]
En lo que respecta al testimonio, particularmente en contextos de violencia, vemos que se trata de tres tipos de testigos distintos: el testigo, estrictamente hablando, quien, en la mayoría de los casos, no puede testimoniar, lo cual evidencia las lagunas de la palabra; el testigo-víctimasobreviviente, que da cuenta del hecho desde su propio lugar y el testigo-delegativo, quien narra para contar la palabra del otro. Son estos últimos, sin duda, los que constituyen el recurso más importante con el fin de hacer viable «la posibilidad de la palabra» para las víctimas y el acto de testimoniar como un acto político y moral de deber hacia éstas por parte de los testigos (Cf. Reyes Mate, 2003, p. 115). En el caso concreto delostestimoniosdela violenciaquedan laslagunas de quien no puede testimoniar. ¿Se pierde con ello su palabra, el dolor y el sufrimiento padecidos,o existela posibilidadderecuperarla?Estaeslapregunta que sostiene la reflexión de muchos autores, que en contextos de violencia potencia el papel del testimonio-delegativo. Este, por su parte, puede ser un testigo-sobrevivientequeasumelapalabradel otro ylanarra, y/o un«mediador» (investigadores, periodistas, historiadores u otros) que la recogen para testimoniar. El testigo delegativo y el testigo-víctima-sobreviviente apuntan en la misma dirección, a «recuperar el habla»negadaporla violencia(Cf. Cohen, 2006), pero lo hacen de diferentes maneras y se enfrentan a retos diferentes. En primer lugar, el testigo-sobreviviente da cuenta del hecho y su palabra es Estudios Políticos ISSN 0121-5167 Nº 32
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unaluchacontrala tiranía del silencio. En cambio, el testigo-delegativo cuenta una historia que no es del orden de la víctima, ni del testigo-sobreviviente del hecho violento. Pero ambos pueden potenciar la enorme fuerza política del sufrimiento del «otro»a travésdela puesta en público desu palabra. En efecto, «hay que confiar en el testigo, el único capaz de indignar al espectador, esto es, deconvertirle alavez entestigo»(ReyesMate, 2003, p.119). Estaestambién la apuesta de Esther Cohen cuando potencia la enorme fuerza del testimonio dado por otro, sobre ello afirma: «en buena medida el relato de la segunda mitad del siglo XX está marcado por el testimonio [...] es tomar la palabra del otro, hablar en su lugar y a diferencia del héroe o del testigo judicial, quien escribedavozaquienesen su momento estuvieronimposibilitadosparahablar o incapacitadosparahacerse oír. Pero, sobre todo, el que testimonia recupera una dimensión política y social del relato» (Cohen, 2003, p. 51). Esteesel testimonio queinteresaparala presentereflexión, porquepuede permitir esa «puesta en público»de la palabra de las víctimas y recuperar con ella«otrasverdades»queno sondel orden delo judicial, sino másbien verdades sociales (y en algunoscasoshistóricas). Está claro, pues, queen situaciones de violencia, donde los testigos no pueden testimoniar, las verdades sociales e históricas, másquelasjudiciales, debenserrescatadaspuesellassonlamemoria dela violencia.
[ 95 ]
1.5 El potencial político del testimonio o la«fuerzapolíticadela memoria del sufrimiento»6 1.5.1 La escucha Dar testimonio esrecuperar el habla[…] toda palabraarrancadaala sofocación es una victoria sobre la barbarie EstherCohen
Laposibilidad detestimoniary reconstruir historiasdistintaso alternas a la llamada «Historia Oficial», sobre todo en contextos de guerra, es una alternativa empleada en muchos países, fundamentalmente porque existen otrasvocesqueson silenciadasen el «discurso oficial», quecuentala historia
6
La expresión es tomada de un artículo bajo la autoría de Beatriz Restrepo en el periódico de El Colombiano (Cf. 2000).
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delosvencedores. Sin duda, la palabradelasvíctimascuentalo que Achugar llama «historias otras»(1992) sobre la guerra, que no son lasaceptadas y/o legitimadas por quienes detentan el poder. La «posibilidad de la palabra» paraquienesno han sido escuchadoseslo que le dafuerzaal testimonio; de ahí su carácter político.
[ 96 ]
Aunqueel testimonio tiene distintas acepciones, casi todos los autores aluden a la figura del testigo desde su acepción jurídica, según la cual éste emiteen tanto esconsideradocomo el garantede«la pruebatestimonial»que sedespliegaen el terrenodelostribunalesy quesi bien esimportante—en la medida en que permite el acceso a verdades jurídicas y, en el mejor de los casos, conduce al castigo de los culpables—, despoja a las víctimas de su derecho aser escuchadasdesdesu dolor ysusufrimiento, yal hacerlo, despoja tambiénalasmemoriasdelaviolenciadeuno desusprincipalescomponentes: el dela subjetividad. Unasubjetividad quenotieneespacio en lostribunales, pero esuncomponentecentral dela memoria, la constituye.7 Un ejemplo de esta«mutilación»deloscomponentessubjetivos enel recuento de«lahistoria oficial» es el que trae Claudia Feld en el contexto del juicio a los militares argentinos. Allí señala queen los testimoniospresentados, lasemociones, las interpretaciones, la pertenencia de los testigos a cualquier tipo de identidad colectivafuedescartado; lascondicionesdel juicio sebasaronenla evidencia delos hechosy dejaron por fueratoda la subjetividad (Cf. 2002). El componenteemocional y desubjetividadqueencierranlostestimonios esimportante, además, porque escondición imprescindible dela calidad de «la escucha»; del respeto por la subjetividad del «Otro»y de un contexto de producción y recepción claro del relato que ayude a comprender y a darle sentido a la narración, así como a susdimensiones políticas. El aspecto dela escucha es importante porque sólo «cuando se abre el diálogo entre quien habla y quien escucha, éstoscomienzan anombrar, adar sentido, aconstruir memorias» (Jelin, 2002, p. 84). Todos estos testimonios son procesos de construcción social conbaseenlasubjetividad, porlo cual esdifícil establecer el límiteentrelarealidadylaficción.Enellos, el ejedelaconsideraciónfáctica (el hechoensí), sedesplazaalanarrativasubjetivada, quetrasmitelasverdades presentesen lossilencios, en losmiedosy enlos fantasmasdequienhavivido la situación traumática (Cf. Jelin, 2002). 7
En efecto, no es lo mismo el testimonio judicial rendido ante un juez que el que se hace ante un historiador o ante una «comisión de la verdad» para producir verdades históricas y sociales. Son estas últimas, más que las judiciales, las que es preciso rescatar como testigos de las memorias de la violencia. Este es el testimonio que nos interesa porque nos puede permitir esa «puesta en público» de la palabra de las víctimas y recuperar con ella «otras verdades» (con todo y sus componentes subjetivos), que no son exclusivamente del orden de lo judicial.
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«La escucha» resalta la dimensión moral que la problemática de las víctimascomporta. SobreestehechoevidenciamosenColombia unaenorme indiferencia social ante la problemática. No hay, pues, la suficiente condena moral que el drama exige. Por lo general se ignora la problemática y si se reconoce se «jerarquiza el sufrimiento», esto es, se consideran a las víctimas como de «primera» y/o de «segunda» categoría, en una carrera competitiva entrevíctimasqueesmacabra, inútil y profundamenteinjusta(Cf. ReyesMate, 2003). Como lo señala ReyesMate, la sola existencia delasvíctimas debería ser el mayor reto político de la sociedad, debe instaurar el deseo de que el horror que han vivido estas personas no se repita, debe ser la primerade las exigenciasmorales. Lasvíctimas, nopuedenseguir siendo «sólo unproblema a resolver»(Cf. Reyes Mate, 2003), sino una voz con la suficiente autoridad moral paradeterminarel proceso deunafuturacomunidadpolíticareconciliada. Esta dimensión moral es, por lo demás, el centro de la discusión sobre las tensionesentrelanecesidaddelajusticiaporpartedelasvíctimasylanecesidad depaz yreconciliación dela sociedad.El equilibrio entreambasno essiempre posible pero es en él, donde se deciden lasposibilidades. 1.5.1 El carácter narrativo del testimonio [ 97 ]
Lasguerrasseluchan pero tambiénserelatan. Kimberly Theidon Lamemoria corporal puedeser «actuada» como todas las demás modalidades de hábito [...] pero laspruebas, lasenfermedades, lasheridas, lostraumatismos del pasado invitan a la memoria corporal a fijarse en incidentesprecisos que apelan fundamentalmente a la memoria secundaria, a la rememoración einvitan a crear su relato. Paul Ricoeur
Otro componente que estructura la memoria es el relato, porque la narración es, no sólo la forma de construcción de la memoria, sino también su mejor expresión. En efecto, esporla vía dela reconstrucción delosrelatos por donde se ha implementado «la puesta en público del dolor y el sufrimiento» de las víctimas de situaciones de guerra (Cf. Blair, 2002). Por Medellín, enero-junio de 2008: pp. 85-115
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esta razón, quisimosexplorar «el carácter narrativo dela memoria»entendido como el mecanismo privilegiado dela construcción de ésta última. Para ello formulamos las siguientes preguntas: ¿es posible atribuirle un carácter exclusivamente narrativo a l a memoria?, ¿es el relato, el elemento diferenciador entre el recuerdo y la memoria?
[ 98 ]
Para algunos autores, en efecto, la memoria no existe si no es narrada (Cf. Vásquez, 2001). Marc Augé afirma al respecto que un recuerdo como impresión, como huella amnésica, aún no constituyela memoria. Al recuerdo privado le hace falta la palabra, el relato para construir memorias. Incluso, plantea Augé, que cuando habla de relatos no alude solamente a las formas literarias consagradas, sino también a los relatos que adornan cada vivencia individual, cada vida en trance de vivirse y de narrarse (Cf. 1998, p. 61). Por eso nosparecemásacertado el concepto de re-memorar, utilizadopor Ricoeur, que une el recuerdo a la memoria; la impresión con el relato que se construye sobre ella, relato o narración que, por lo demás, da al recuerdo su dimensión pública (Cf. 2003, p 169). Esto se puede concluir de la apreciación del autor sobre lo que llama la «memoria declarativa del testimonio»la cual considera como «lo mejor para asegurarnos de que algo ocurrió»(2003, pp. 191-192). Dice Ricoeur: «hay un momento de inscripción del testimonio recibido por otro: ese momento esaquel en el que lascosas dichas pasan del campo de la oralidad al de la escritura»(Ricoeur, 2003, p. 192). De hecho, plantea que la actividad de testimoniar revela la misma amplitud y el mismo alcance que la de narrar, en virtud del claro parentesco entre ambas actividades (Cf. 2003, pp.212-213). Asimismo, paraJelin lamemoriao el«acontecimiento memorable» se expresa en una forma narrativa. De ahí su afirmación según la cual, las vivenciaspasadasquenopuedenser integradasnarrativamenteyqueconllevan grietas en la capacidad narrativason «huecosen la memoria»(Jelin, 2002, pp. 27-28), es decir, silencios, traumas. Existe un acuerdo entre los autores sobre la importancia dela narrativa para la memoria. Con todo y este acuerdo en que la forma narrativa y el relato parece ser la expresión privilegiada de la memoria, es decir, que no existiría la memoria sin relato, la reflexión en este terreno no resulta para nada simple. Para no ampliar mucho el debate, señalaremos uno de los aspectos fundamentales del problema, el cual tiene que ver con el poder comunicativo de los relatos y/o las narrativas en su doble dimensión como «acto de narrar» y como «producto» (el enunciado narrativo), al igual que con sus significaciones y resignificaciones y, finalmente, con los usos y los efectossociales, simbólicosy cognitivosdeesasnarrativas(Cf. Mumby citado por Contursi y Ferro, 2000, p.100). Lo que de ellas pueda derivarse para
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efectos del desarrollo de «ejercicios de la memoria», y de la posibilidad de producir «actos de habla» y recuperar los testimonios presentes en esos relatos; con la posibilidad también, en términos de significaciones, de resemantizar a través de ellos ese «pasado violento»—en tanto se trata dela memoria, como ejercicio deresignificación del sentido deese pasado (Ricoeur, 2003)—, y con los usos políticos, o las perspectivas de futuro, que reviste una importancia fundamental en la construcción y reconstrucción de la(s) memoria(s) producidas en contextos de guerra.
Sin duda, este carácter narrativo es reconocido hoy como la forma por excelenciadeconstrucción y dela expresión delasmemoriasdelasguerras. Sin embargo, la complejidad de esas narrativas no es puesta en evidencia: ¿Quésonesasnarrativas?¿Cómoseconstruyen?¿Dequéestánhechas?¿Cuál es su pertinencia a la hora de recordar y hacer memoria? ¿Puede existir una memoria sin palabras? Ahora bien, si el testimonio puede ser una «narrativa», lo cual no es claro hastael momento, antesdebemosresponder otraspreguntastalescomo: ¿Quéesunanarrativaycómo seconstruye?¿Quéle dael carácterdenarrativa al discursooral propio deunrelato?¿Quéespecificidadestienenlasnarrativas que se construyen en torno a la violencia? ¿Cuál es su carácter político? A [ 99 ] continuación, problematizaremos la construcción de estas narrativas, interrogaremos por su naturaleza y su expresión como mecanismo de elaboración delasmemoriasdela guerra. Paraempezar, queremoshacer una aproximación inicial sobre la naturaleza o el carácter de las narrativas con baseenlainterpretación deRicoeur, quenosayudeaprecisar sus«contornos» paradesentrañarsi, entérminosdelasnarrativas, los testimoniosdelasvíctimas pueden serasumidos como tales y potenciarasí susposibilidades analíticas. El análisis de Ricoeur sobre las narrativas tiene como fundamento el discurso históricoy la literaturadeficción. Un primer elemento quepermitiría hacer el tránsito del relato a la narrativa es el que daRicoeur al señalar que «hayunmomento deinscripcióndel testimonio recibido porotro:esemomento es aquel en el que las cosas dichas pasan del campo de la oralidad al de la escritura»(Ricoeur, 2004, p. 192). Un segundo elementoseestablececuando plantea que la actividad detestimoniar revela la misma amplitud y el mismo alcancequeladenarrar,envirtuddel claroparentescoentreambasactividades (Ricoeur, 2003, pp. 212-213). Uno de los problemas que se presenta con los testimonios de la violencia es que, generalmente, estos son «producidos» por la demanda Medellín, enero-junio de 2008: pp. 85-115
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del investigador, quien muchas veces modifica, sustancialmente, la intencionalidad del testimoniante. En otras palabras, al testimoniante convocado no lo asiste la mismaintención quepuede asistir al historiador cuando construye la narrativa histórica, como tampoco al escritor cuando construye la narrativa literaria. Con todo, muchosdelos puntosdeanálisis de la narrativa con sus tres momentos, que se abordarán en el siguiente apartado, están presentesen los testimonios que de la oralidad pasan a la escritura. Estostestimoniosson unarepresentación dela acción que conoce un momento pre-narrativo, produce un texto trascrito del testimonio oral (que puede ser objeto de análisis o de configuración) y, finalmente, se confronta con el oyente o con el lector, esto es, se pone en público, ese público que «remata la trama»(Uribe y López, 2006, p.14).
2. Lostresmomentosdela narrativa: la perspectiva deRicoeur El tiemposehacetiempohumanoenla medida en que se articula demodo narrativo Paul Ricoeur [ 100 ]
En La memoria, la historia, el olvido, Ricoeur introduce algunos elementos deanálisis sobrela narrativa en función del tema dela memoria, pero es en su obra Tiempo y narración donde entra de lleno a una de sus preocupacionesteóricasmásimportantes: el asuntodelanarrativa, sustramas y susrelacionesconla temporalidady la historia. Enunaaproximacióninicial y rápidadesu obra,8 vamosaseñalaralgunosdelosaspectosquenosresultan másútilesparael abordaje del temadelasnarrativasy aseguirle la pistaasu análisis delostresmomentosdela produccióndela narración:mímesis 1, la prefiguración; mímesis 2, la configuración y mimesis 3, la refiguración. Análisis que constituye el núcleo de su teoría sobrela narración. La mimesis o representación dela acción en la narración esel punto departidadel análisis deRicoeur. Quizáel mejor aporte deesteautorseasu propuesta de análisis de las narrativas, no solamente desde el análisis del texto mismo —como lo hace el análisis estructural—, sino también a partir 8
Sin duda, la obra de Ricoeur daría la clave para explicar muchas de las implicaciones del análisis de las narrativas; sin embargo esto exigiría un estudio de mucha más profundidad que no podemos hacer aquí. Para decirlo en términos de Ricoeur: «En este estadio de la investigación sólo puede tratarse de un esbozo que exige todavía desarrollo, critica y revisión» (Cf. Ricoeur, 2004, p. 113).
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de los momentosprevios y posteriores al texto, vale decir, lasexperiencias pre-narrativas que lo anteceden, los «contextos de acción»(sus estructuras inteligibles, simbólicas y temporales), y los momentos posteriores que lo enfrentan al lector y/o al oyente (la puesta en público de la narración que moldeael mundo dela experiencia), despuésdehaberse construido latrama y (el texto mismo en el proceso de configuración) y en una dinámica que sólo puede ser aprehendida en la circularidad de esos tres momentos (Cf. Ricoeur, 2004, pp. 113168). Unacircularidad que, como él mismo lo plantea, no es «viciosa»sino más bien unaespiral sin fin que vuelve a pasar por los mismospuntos aunque a una altura diferente (Cf. Ricoeur, 2004, p. 141). La tesis de la mimesis II o la configuración del texto y del relato constituyeel eje del análisis deRicoeur. El autor insiste, sin embargo, en que el sentido mismo de la configuración, constitutiva de la construcción de la trama(mimesis II), resultadesu función de intermediacióno de su posición intermedia entre las dos operaciones que se producen de manera previa (mimesisI: la prefiguración)ydemaneraposterior (mimesisIII: la refiguración), esto es, en un «antes» y un «después». En esta circularidad de los tres momentos, Ricoeur estaría oponiendo el análisis hermenéutico al análisis estructural o a la semiótica del texto, que hace el análisis de las narrativas teniendo en cuenta solamentela estructura internasin considerar el antes y el después(Cf.Ricoeur, 2004, p.114). «Seguimospuesel paso deuntiempo prefigurado aotro refigurado porla mediación deuno configurado»(Ricoeur, 2004, p. 115).
[ 101 ]
2.1MímesisI. Lapre-figuración o el «antes»del texto
La pre-figuración es, para Ricoeur, un momento de «experiencia práctica», esta es la pre-comprensión del mundo de la acción, de sus estructuras inteligibles, de su carácter simbólico y de su carácter temporal (Cf. Ricoeur, 2004, p. 116). Las acciones prefigurativas que la constituyen son, primero, del orden de la identificación de la acción y sus diferentes conexioneslógicaso, más directamente, del ¿qué, quién, dónde, paraqué, encuálescircunstancias, cómo, conquién,contraquien?9 Segundo, del orden del conocimiento de los recursos simbólicossobre el campo práctico, esto es, considerar qué aspectos del hacer, del poder hacer y del poder-saberhacer, sevanaconsiderar en laconfiguración dela trama. Si la acción puede contarse, esporqueyaestáarticuladaensignos, reglas, normas, esdecir, está 9
En términos de un análisis de las memorias del conflicto, esta prefiguración puede ser asumida en los momentos prebélico, bélico y posbélico (Cf. Uribe y López, 2006, p. 14).
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mediatizadasimbólicamente.10 EstoesimportanteparaRicoeurporquelepermite señalarqueel simbolismo no estáenla mentedealguien, noesunaoperación psicológica destinadaaguiar la acción, sino unasignificación incorporadaala acciónydescifrableporlosdemásactoresdel juegosocial (Cf. Ricoeur, 2004, p. 120), cuyos símbolos, adicionalmente, cobran significación en un contexto particulardedescripción, pues, unsímbolo sólo adquieresentidoenel contexto enel queseproduce.11 Tercero, el aspectorelacionadoconlaintratemporalidad propia delasnarracionesquesuperanla representación lineal del tiempo(una sucesión deahoras) y lo sustituyenportiemposcomplejos(míticos, pasados, imaginarios y futuros), que tienen la virtud de hacer presente momentos diferenteseincluso tiemposabstractos(Cf. Uribey López, 2006, p. 12). Estas narraciones recrean la «yuxtaposición de tiempos sociales» que desarrolla Halbwachs (1997). 2.2Mímesis II. Lacon-figuración o la mediación entreel «antes» y el «después»del texto
LamimesisII esunaimitacióno representacióndelaacción quenecesita del momentoprevio deprefiguración (odel mundodelaacción). Esexactamente el momento de la composición de los eventos y los acontecimientos en una [ 102 ] tramacon sentido, enel cual se seleccionan, entremuchosacontecimientos, aquellos que tienen significación parael relato. Estemomentose caracteriza, básicamente, por sufunción demediación. Lo queRicoeurquieremostrar con esto esque el «momento»de configuración dela tramase haceinteligible en su facultad de mediación, que consiste en «transfigurar»el antes en después por su poder de configuración(Cf. Ricoeur, 2004, p. 114). El elemento central dela configuración es la trama, la cual tienevarias características: en primer lugar, media entre acontecimientos e incidentes particulares, dispersos, diferenciados en el tiempo y en el espacio, y la construccióndeunahistoriaconsentidotomadacomo untodo,esdecir, extrae una historia legible, verosímil e inteligible de una multitud de eventos 10
Vale la pena anotar que el contenido de la dimensión simbólica que estructura Ricoeur en este trabajo está apoyado en la concepción simbólica de Cassirer, para quien «las formas simbólicas son procesos culturales que articulan toda la experiencia», como también en la concepción de Clifford Geertz sobre el carácter público de la significación, según la cual: «la cultura es pública porque la significación lo es» (Ricoeur, 2004, p. 120). 11 Un proceso que ha sido explorado ampliamente por la antropología simbólica, muy esclarecedor y que trae de nuevo Ricoeur, es el de la significación de un gesto según el contexto en el que se produc e. Levantar el brazo, por ejemplo, puede significar un saludo, llamar un taxi o votar (Cf. Ricoeur, 2004, p. 121).
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diferenciadosydispersos. Latramaestáguiadaporunpropósitoqueespúblico y que busca convencer o conmover al auditorio. Una historia, dice Ricoeur debe ser más que una sucesión de acontecimientos en serie, ella debe organizarlos en una «totalidad inteligible»de modo que se pueda conocer a cadamomento el «tema»dela historia. Así, la construcción dela trama es la operación que extrae de la simple sucesión de los hechos, la configuración (Cf. Ricoeur, 2004, p. 132). En segundo lugar, la trama es la «síntesis de lo heterogéneo», esto es, queentanto mediadoradebetener la capacidadparaintegrar, articularyponer en relación factores totalmente heterogéneos (actores, fines, propósitos, intenciones, medios, circunstancias, resultados, etc.) (Cf. Ricoeur, 2004, p. 132), para extraer de esa heterogeneidad una historia con sentido, es decir, legible, creíble, verosímil. Finalmente, la tramaconciernealas«dimensiones temporales». Unassoncronológicasyconstituyen la «dimensión episódicade la narración o la historia hechadeacontecimientos», mientrasqueotrasno lo son. Estas últimas son las que constituyen la «dimensión configurante» propiamente dicha, que es la acción mediante la cual los acontecimientos o eventosse convierten enhistorias. La dimensión episódica de la narración lleva al tiempo narrativo del lado dela representaciónlineal (del tiempoqueconocemoscomounasucesión de unos hechos antes y después de otros). La dimensión configurante, en cambio, transformalasucesión deacontecimientosenunatotalidadsignificante (Ricoeur, 2004, p. 134). «Esta última corresponde al ‘tiempo narrativo’ que rompe con la sucesión de eventos ‘unos después de otros’ para instaurar los encadenamientoslógicos»(Uribe y López, 2006, p. 14).12 Como veremosen el análisis propiamente dicho, estaesla dimensión temporal más recurrente de la memoria, la cual nos interesa, no tanto por los acontecimientos en sí mismos (como sería la historia), sino por el significado que ellos tienen. Significado que cambia el orden o la «temporalidad»de los mismos y se teje desdelo significativo dela experienciadel narrador, pues, como afirmaWhite: «El narradorordenaenla narrativadela memorialoseventosylugaresconforme a una trama que los dota de sentido en relación con sus deseos, temores, sueñosy ensueños»(citado enPiazzini, 2006b).
[ 103 ]
12
Aunque esta frase es producto del acercamiento que tienen Uribe y López a los textos de Ricoeur, creemos, sin embargo, que la palabra lógica no sería la más acertada, puesto que esa temporalidad se teje desde referentes no necesariamente «lógicos» sino significados. En cambio, consideramos, como lo plantea Clifford Geertz , que en el terre no de las significaciones la palabra lógica es una palabra traicionera (Cf. 1997).
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2.3MímesisIII. Lare-figuración o el «después»del texto
Esel momento donde, segúnRicoeur, la narración tienepleno sentido, porque es«restituidaal tiempodel obrar y el padecer». LamimesisIII tienesu cumplimiento en el oyente o en el lector, pues, ellamarcala intersección del mundodel texto y del mundodel oyenteo del lector. Esel momento dondela tramatienela capacidad demodelarla experiencia(Cf. Ricoeur, 2004, p.139), es la «puesta en público»de la narración, que de cara al oyente o al lector, puedeversecomo la intersección entreel mundoconfiguradoporlo narradoy la acción efectivadeloslectoresuoyentes, pues, enúltimotérmino, estepúblico seráobjeto del convencimiento o delaexposición desentimientos. El acto de lecturao deaudición constituyela refiguración propiamentedicha, refigurael mundo bajo la influencia de la trama, es decir, produce impactos o modificacionesdiferencialesenla experienciacotidianaporquelos lectoresu oyentesnosonreceptorespasivosdelatrama,haceninterpretacionessubjetivas, toman partido. Son ellosquienes, en últimas, «rematan la trama»(Cf. Uribey López, 2006,p. 14). En estemomentose«recobran»losfactorespre-narrativos del mundo dela acciónyseproyectasobreellosel sentidoconstituido através de la narrativa, modelando o transformando así la experiencia de los sujetos (Cf. Piazzini, 2006).13 [ 104 ]
3. Silencios, «puesta enescena», verdady «momentos»del testimonio: una propuestaanalítica del testimonio en contextosdeviolencia y deguerra Laliteraturasobreel temadela(s)memoria(s)encontextosdeguerraha supuestotambién,másalládesusreflexionesteóricasy/o políticas, el desarrollo deunaserie depropuestasmetodológicaso deaproximación al análisis delas «narrativasdelamemoria».Comoejemplo deellotenemoslostrabajos detres autoras latinoamericanas, los cuales hacen enormes aportes en el terreno metodológico frente a lo que supone la aproximación o el acceso a los testimonios, su tratamiento y susexigenciasenel terrenoético. Aunquenose trata de que las autoras hagan una propuesta metodológica precisa de aproximación al análisis de los testimonios. Ha sido trabajo nuestro el estructurarlascomopropuestasmetodológicasy «operacionalizables»para el análisis. Los tres trabajos son el de Elizabeth Jelin, el de Claudia Feld y el de Ludmila Da Silva Catela, que, por efectos de la estructuración que hemos 13
Para otras aproximaciones de las narrativas en los contextos de guerra y violencia recomendamos especialmente el texto de Uribe y López, 2006 y el de de Piazzini, 2006a.
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reconstruido a partir de sus textos, los hemos llamado: «Los silencios del testimonio y el problema de la «escucha», en el caso de Jelin; «Narración, «puestaenescena»y verdad», enel caso deFeld; y«Loslugaresylos momentos del testimonio»enel caso deDa SilvaCatela.14 3.1Lossilenciosdel testimonio y el problema dela «escucha»: Elizabeth Jelin ¿Qué pueden decir o contar quienes vivieron esassituaciones‘invivibles’? ElizabethJelin
Con esta pregunta Jelin introduce su reflexión sobre los testimonios. Su reflexión tiene como ejemplo principal el caso deAuschwitz, y se apoya en autores como Laub y Pollack; a partir de allí, la autora quiere situar la reflexión más contemporánea sobre la memoria y las posibilidades del testimonio. Su propuestaanalíticasepuedere-construir desdevarios aspectos: los obstáculos o trabas del testimonio, esto es, las dificultades para su producción, para que quienes vivieron y sobrevivieron la situación-límite hayan podido relatar lo vivido. En este punto se ubica la imposibilidad de [ 105 ] narrar y loshuecossimbólicosdelo traumático, esel problemadel silencio.15 Al silencio se agregan aspectos que la autora ubica en el testimonio propiamente dicho, pero quetambién contribuyen areforzarlo: los huecosy vacíos que se producen, lo que se puede y no se puededecir, lo que tiene y no tieneunsentido y, finalmente, lacuestión delos usos, efectose impactos del testimonio sobre la sociedad: el entorno en el que se manifiesta, el momento en el que se narra, las apropiaciones y sentidos que distintos públicospueden darle a lo largo del tiempo (Cf. Jelin, 2002, pp. 79-80). Con todoesto, la autoraabordauno delos aspectosmás importantes frente al tema de la memoria en contextos de guerra, el que tieneque ver con las dificultades o incluso las imposibilidades de narrar que estas 14
Estos análisis sobre la construcción de memorias en torno a la violencia tienen el mérito de estar apoyadas en diferentes trabajos empíricos. Jelin y Feld toman por caso concreto la dictadura Argentina; Da Silva Catela, por su parte, analiza tres casos: los sobrevivientes de Auschwitz, los desaparecidos argentinos y los archivos de la represión política en el Brasil. 15 En este punto la autora retoma a Pollack (1990) y a Heinich (1986), para señalar que el silencio, a diferencia del olvido, puede funcionar como modo de gestión de la identidad que resulta del trabajo de reinsertarse en el mundo de la vida. Puede también expresar la dificultad de hacer coincidir el testimonio con las normas de la moral imperante o la ausencia de condiciones sociales favorables que autorizan, solicitan o abren la posibilidad de escucha (Cf. Jelin, 2002, p. 80).
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situaciones-límite traen consigo, esto es, el problema de los silencios y, por otro lado, el problema de «la escucha». En efecto, cuando se trata de las memorias de guerra y, en consecuencia de experiencias traumáticas, muchas son laslimitaciones. No bastacon vivir unhecho violento y querer contarlo (Jelin, 2002). La imposibilidad de la palabraha sido evidenciada en múltiples situaciones históricas; algunas tienen que ver con el testigo mismo, otras con el contenido de lo que se relata y otras, finalmente, con la posibilidad y la calidad de la escucha. 3.1.1El silencio
Frenteal temadelossilenciosqueseproducen en la narración, Jelin va a insistir en varios aspectos. En primer lugar, el del silencio que se produce como efecto de situaciones traumáticas que laspersonas no puedensuperar. Estos constituyen «huecos traumáticos»que son los más extendidos en las situacionesdeviolencia. En efecto, el sufrimiento traumático puedeprivarala víctimadel recurso al lenguaje, desu comunicación. Pero hay también otros silencios que no son debidos a los traumas, sino al intento de resguardar la intimidad de las personas que han padecido el sufrimiento, «espacios de intimidad que no tienen porque ser expuestos a la mirada de otros» (Jelin, [ 106 ] 2002, p. 96). En amboscasossereflejala subjetividad dequienespueden o no dar un testimonio y el carácter desussilencios. Sussilencios no siempre son silencios ensentido estricto, algunasvecesse puedecontar «sin subjetividad» (sin implicarse enel relato) o ser «repeticionesritualizadasdel sufrimiento»o incluso pueden evidenciar la falta de recursos para saldar la brecha entre la vivencia y la ausencia de marcos narrativos para decirla (Cf. Jelin, 2002, p. 96). Otrasrazones del silencio están asociadas a los usos, efectose impactos del testimonio sobrela sociedad. De hecho, no sesabemuybiencualesserán los usosposterioresdelaspalabras y ese «peligro», invitaal silencio. El silencio puedeestar relacionado,ydemaneramuyimportante, conla imposibilidad dela escucha. El testigo debecallar (incluso ante su necesidad de hablar), por la imposibilidad de encontrar oídos receptivos a su palabra. Esto lo sumerge en el dilema de querer contar y sin embargo callarse para conservarseensu «comunidad», dela cual nopuededesligarse. Esto llevaala autora a ampliar su reflexión en términos, ya no del testimonio mismo y sus posibilidades por parte de las víctimas sino de los receptores, que nombra como el problemade«la escucha». Con ello vaa señalarlos desafíoséticosy políticos que enfrentan los testimonios de las víctimas y las exigencias que semejantetrabajo supone.
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3.1.2 La escucha
¿Cómo segeneralacapacidaddeescuchar?Deestamanerainstala Jelin la pregunta por la «escucha» en contextos de guerra, al situar al «testigo delegativo»en la escena de la narración. Aquí se parte de la consideración según la cual los modos, en que el testimonio es solicitado y producido, no sonajenosal resultado queseobtiene,16 paradesarrollar su reflexióndesdela posibilidaddereconstruirmemoriassociales,distintasdelasverdadesjudiciales, marcadaspor la relación que se establece entre quien narray quien escucha. En el caso de las memorias sociales se necesita, por ejemplo, un «otro»que esté por fuera de la situación de violencia que se narra y de la comunidad afectada. Al respecto, afirma Jelin que no se trata de la escucha interna de quienes comparten una comunidad y un nosotros; se requieren otros con capacidad de interrogar y expresar curiosidad por un pasado doloroso, combinadacon la capacidad decompasión y empatía. Poreso, cuando nose daempatía con el otro que escucha, la narración puede transformarse en un volver a vivir, en un revivir el acontecimiento donde no hay alivio sino una reactualización de la situación traumática. Se requieren entonces «emprendedores de la memoria», personas comprometidas a preservarla y atentasalosprocesossubjetivosdequien narra. Sin embargo, esnecesario un equilibrio entrela cercaníay la distancia, debeproducirselaempatíanecesaria pero no la identificación, ya que «la alteridad en el diálogo más que la identificaciónayudaenesaconstrucción»(Jelin, 2002, p. 86). Si nosetienela capacidad de escuchar se aniquila el relato y esto constituye, dice la autora retomando aLaub, el golpemortal, la aniquilación dela narrativa.
[ 107 ]
Otro aspecto quese resaltadeesacapacidad o labor deescuchaesla necesidad de«recursossimbólicos», en virtud deloscuales lasnarraciones de lasque se es testigo pueden hacerse inteligibles y llenarse de sentido. Por consiguiente, se necesitan marcos interpretativos culturalmente disponibles paraquelo escuchado tenga sentido (Cf. Jelin, 2002, p. 83), de este modo, el pacto entre quien narra y quien escucha se basa en una presencia noobstructiva u obstruyentepero visibley activadequien escucha (Cf. Jelin, 2002, p. 84). Uno delos desafíos másimportantes de«la escucha»tieneque ver con los juicios morales. La víctima está situada en un lugar de vulnerabilidad absoluta: no sólo vivió o experimentó las situaciones de la guerra, sino que 16
Aquí se incluyen, por supuesto, los testimonios judiciales desde la demanda del juez o el funcionario judicial.
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estáobligadaal silencio. De estaforma, hay queestar atentosal peligrodelos juiciosmoralesfrentealostestimonios. No setratadecomprender o entender las causas, pues en este caso es más importante reconstruir que explicar. Reconstruir la historia atravésdelos relatosdeberíabastar parano caer en el hueco de losjuiciosmorales(Cf. Jelin, 2002). Finalmente, Jelin introduce otro aspecto fundamental: la «subjetividad de los relatos». Todos los testimonios son procesos de construcción social subjetivayenellosesdifícil establecer el límiteentrelarealidad ylaficción;el eje de la consideración fáctica (el hecho en sí), se desplaza a la narrativa subjetivada, quetrasmitelasverdadespresentesen lossilencios,enlosmiedos y en los fantasmasdequien havivido la situación traumática. De ahí que sea preciso el respeto por la subjetividad del otro y un contexto deproducción y recepción clarodel relato queayudeacomprender,adarlesentidoalanarración y a susdimensionespolíticas. El aspecto de la escucha en Jelin es de vital importancia, esto se concluye desu afirmación segúnla cual la escuchamarcala posibilidad de «construir memorias». Sólo «cuando se abreel diálogo entre quienhabla y quien escucha, éstos comienzan a nombrar, a dar sentido, a construir [ 108 ] memorias» (2002, p. 84). No obstante, con todo y la importancia de los testimonios, la escucha no essuficiente pararesarcir el daño y solucionar la problemática de las víctimas. En sus propias palabras «la importancia personal eindividual dehablar y encontrar unaescuchano deberemplazar, ocultar u omitir losotrosplanosdetrabajosdela memoria. Laolatestimonial no puede remplazar la urgencia de respuestas políticas, institucionales y judiciales a la conflictividad del pasado, además de las personales, las simbólicas y las morales o éticas»(2002, p. 98). 3.2 Narración, «puestaen escena»y verdad: Claudia Feld
Pese a compartir algunoselementosdeanálisis conJelin, esta autora centra el suyo en otros tres aspectos muy importantes, con lo cual aporta enormescontribucionesalasmetodologíasdeanálisis detestimonios. Feld elabora una propuesta según la cual el análisis de las memorias implica tener en cuenta, al menos, tres dimensiones: una dimensión narrativa, en la que importa quien cuenta el relato, cómo y para quién. Ella remite, directamente, a los dispositivos narrativos puestos al servicio de la construcción de sentidos sobre el pasado y los mecanismos por los cuales se seleccionan, jerarquizan y reúnen diversas voces o testimonios.
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Dispositivos que en el terreno dela memoria obligan a considerar ¿Cómo narrar lo ocurrido? ¿Qué lenguajes pueden dar cuentade la magnitud del crimen?¿Qué lenguajesson capacesdecondenar y a la vez mantenervivo el recuerdo del horror? (Cf. 2002, p. 7). Un segundo elemento tiene que ver con la «escenificación» de la memoria. Concretamente, una«puestaenescena»quelaautoranombracomo la «dimensión espectacular», en la que toman relevancia los lenguajes y los elementosusadosparala escenificación. En efecto, éstaúltimanoseproduce enel vacío, sino enuncontexto particular querequieredeciertascondiciones. No se trata solamente de «situaciones de contexto»que permiten situar esa palabra, sinotambiéndecondicionespropiciasal relato:espacioso escenarios dela memoria. Sobreesto afirmala autora: «El trabajo dela memoria no sólo requieredeactores, esdecir, depersonaso institucionesencargadasdeelaborar el recuerdo y construir representacionessobre el pasado. Necesita, además, espacios o ‘escenarios de la memoria’ en donde una ‘presentación de’ y un ‘discurso sobre’ el pasado sea posible. Estos espacios tienen sus reglas específicas y suslenguajes, que determinan, a su vez, la producción de esos relatos»(Feld, 2002, p. 5). Como «escenario de la memoria»se entiende el espacio en el que se hacever y oír aun público determinado un relatoverosímil sobreel pasado. Másqueunlugar, queloscanaleso losvectoresdelamemoria, el «escenario dela memoria»deFeld refierea una «puesta en escena»y a los dispositivos narrativos que ahí seconstruyen, lo cual nos parece un gran acierto frente a las propuesta de otros autores que simplemente hablan del espacio de la narración en cuanto tal.
[ 109 ]
Por último, encontramos la «dimensión veritativa», la producción de una verdad en la que importa el tipo de verdad que se construye sobre el pasadoy suluchaconotrasverdades(Cf. Feld, 2002, pp. 5-6). Estadimensión veritativa es tomada por la autora de Paul Ricoeur, a la que agrega la concepción deverdad deMichel Foucault,esto es, unaconcepcióndeverdad conforme a la cual ésta esproducidagracias amúltiplesimposiciones y con efectosreglamentadosdepoder. Sin duda—dice Feld citando aFoucault—, «cada sociedad tiene su «política general de la verdad», es decir, establece los tipos de discurso que ellaacoge y hace funcionar como verdaderos, los mecanismos y las instancias que permiten distinguir los enunciados verdaderos o falsos, la manerade sancionar unos u otros, lastécnicas y los procedimientosquesonvalorizadosparalaobtención delaverdad,el estatuto de aquellos encargados de decir qué es lo que funciona como verdadero» Medellín, enero-junio de 2008: pp. 85-115
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(2002, p. 6). Esta verdad, en contextos de violencia, se vuelve muy problemáticadebidoasu componentepolítico, que la hace, como diríaJelin, «unalucha de memoriascontra memorias»(2002, p. 6). 3.3 Loslugaresy los «momentos»del testimonio»: Ludmila Da SilvaCatela
Ludmila Da SilvaCatela, con un excelente análisis detres casosen el marco dediferentesexperienciashistóricas,17 condensauna serie dedesafíos queenfrentael trabajo contestimoniosy deja ver los aspectosconstantesque seproducenen el acto detestimoniar en situaciones-límitecomola guerra. Al igual que Jelin y otros autores, Da Silva Catela insiste en el problema delos silencios y de la escucha como un componente importante del «acto de testimoniar»en dichoscontextos, eintroduceotroselementosque, segúnella, le son característicos. A nuestro modo de ver, estos elementos logran complementar la «puesta en escena» que constituye la producción del testimonio.18 Estoselementosson: a) la importancia delos lazos socialesque se crean entre entrevistador y entrevistado, b) la importancia del lugar y los espacios —públicos o privados— donde la entrevista se produce y c) los «momentos»del relato (Cf. Da SilvaCatela, 2004). [ 110 ]
3.3.1Loslazossocialesentre entrevistador y entrevistado
Con respecto a este punto, la autora señala varios aspectos de suma importancia: El acceso inicial alostestigospor la víadecontactospersonales o institucionales; ellasugiere, enel primer caso, quedebeexistircierta«afinidad en juego», cuando se trata del acceso por medio de las instituciones, estas deben ser consideradas conforme a su «respetabilidad»y/o por los objetivos quellevaronala entrevista, entrelos cualesseñala el interésacadémico. Con todo, insiste en que los lazos se construyen después de verse «cara a cara», pues «la proximidad social y la familiaridad aseguran dos delascondiciones de una comunicación no violenta» (Da Silva Catela, 2004, pp. 5-6). Estas situacionessevanacentuandoconel tiempoy el trabajomismo hastaproducir mayoresnivelesdeconfianza. Caberesaltar la insistenciaconla quela autora señala la precariedad dedichaconfianza o, másprecisamente, su carácter de «confianzasnegociadasy frágiles»(Cf.DaSilvaCatela, 2004, p.4)quepueden 17
Los tres casos son: familiares de los desaparecidos durante la dictadura militar argentina, los archivos del régimen militar en el Brasil y los testimonios de los sobrevivientes a la Shoah (Cf. Da Silva Catela, 2004). 18 Ellos estuvieron presentes en la experiencia que tuvimos durante nuestra investigación.
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variarendiferentesmomentosdel proceso. Esteúltimoaspecto esevidenciado en un momento posterior de devolución de los testimonios que la autora consideraun acto ético frente a la «donación»de suspalabras. En efecto, las personashablan, pero al leerseo al temerserpuestasen público «desdicen»o solicitan no ser citadas. Hay múltiplessituaciones de «arrepentimiento»o de «vuelta atrás»de estos testigos. Esteautocontrol se traduce en la petición de supresión de algunas de las afirmaciones.19 Es en estas supresiones y correccionesquesedecidela«negociación»conlosentrevistados. Estesegundo momento,el deladevolución,revelaloslímitesentrelo decibleylo silenciable, entrelosolvidosy lasestrategiasde autocontrol (Da SilvaCatela, 2004, p. 8). 3.3.2 Laimportancia delosespaciospúblicosy/o privados
ApoyadaenPierreBourdieu, laautoraseñalaunsegundoelementodela producción de estos testimonios, los efectos de los intercambios lingüísticos que enla esferaprivadatienen consecuenciasmuydiferentesalos dela esfera pública(Bourdieucitadopor Da SilvaCatela, 2004, 2). Esaesferaprivadatiene en lasnocionesdecasa, intimidad y familia sus rasgosmás significativos, por oposiciónalos«peligros»delo dicho enlaesferapúblicaqueremitealacalle y alacomunidad(Cf. DaSilvaCatela,2004, p. 1); aunquelaautoraadmitequelas fronterasentreambasson fluidas, resaltalos procesosdetransformación delas [ 111 ] palabrasdichascuando van aserdifundidas, sobretodo, enloscasosdondelos testimonios remitena«situaciones-límite»producidasporlaviolencia. Al interior deestemarcoentrelosespaciosprivadosy públicos, la autora introduce su reflexión sobre los silencios. «En la producción de narrativas destinadasahablardeexperiencias-límiteseobservaunfactorcomún:el espacio reservado al silencio, a lo no dicho, que debe diferenciarse claramente del olvido»(Da SilvaCatela, 2004, p. 19). Si bien, y demanerasimilaraJelin, Da Silva Catela habla de algunos silencios «inconscientes» del orden de lo producido porla «imposibilidad denarrar»que generan los traumas(Cf. Jelin, 2002), ella vaa insistir sobre todo en los silencios estratégicosy conscientes auto impuestosporlos mismosentrevistados. Esossilencios, que ubica como lo «no dicho», lo «silenciado», lo «corregido», están estrechamente ligadosal significado queasumeel tránsitodelapalabraprivadaal mundodelo público, dadaslasincidenciasdelos condicionamientossociales, culturalesy políticos sobrelashistoriassingularesdequieneslasnarran,queseñalanunaarbitrariedad entrelo enunciabley lo silenciable(Cf. Da SilvaCatela, 2004, p. 2). 19
En nuestra investigación pasó repetidamente con el testimonio de una pobladora que empezó a retractarse a partir de la primera publicación e incluso retiró una foto ofrecida como evidencia.
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3.3.3 Los«momentos»o el tiempo delosrelatos
Un último elemento y uno de los aspectos más importantes de su propuesta, esel quetienequever conlos «momentos»del testimonio. Ellosse encuentran delimitados, no sólo por la experiencia personal y la voluntad de hablar decadaindividuo o lainstituciónquelo encuadra, reproduceylegitima, sino también por los acontecimientos sociales y culturales desde donde se enunciany publicitan lasmemorias(Cf. Da SilvaCatela, 2004, p. 7). Unaprimeratemporalidadqueresaltaesla«social»y queestárelacionada con los momentos de la sociedad en los que el testimonio se produce. La sensibilidad parainstaurar en lo público unatemáticacomo la delasvíctimas depende, sin duda, de que estos momentos sociales la hagan posible. Esta temporalidaddelapalabra, queensu reverso seconstituyeenla temporalidad de los silencios, está dadaen función del vínculo y el momento que el tema ocupaen la esferapúblicay el grado delegitimidad social que halogrado en lasesferas individuales y estatales; depende delos «momentos sociales»que rescataen su propio trabajo. Para el caso de la dictadura enArgentina, entre losañosde1995y 1996, semostróunagran sensibilidad social frenteal tema de los desaparecidos, la llegada de un momento de «confesión» de los [ 112 ] torturadoresenel quehuboreconocimientodelosmilitaressobrelos«horrores» cometidos y un momento simbólico importante porque, adicionalmente, se cumplían 20 años del golpe militar de 1976. Llama la atención este último datoporquelasconmemoracionesalrededordefechasespecíficasseconstituyen enunasfechasmuysignificativasenel terreno dela memoria, esel momento donde, segúnDaSilvaCatela,aparecenenescenaloshijosdelosdesaparecidos, aportando testimonios y «sensibilidadesinéditas». Hay otratemporalidadligadaal paso del tiempoo, másconcretamente, a la distancia temporal que separa los hechosviolentos de susmomentos de reconstrucción, la cual no es menos importante y ha determinado procesos desatadosenmúltiplessituacioneshistóricas.20 Estemomentoesreconstruido solamentedespuésdeunlapso detiempogeneralmentelargo, dondesesupone que las heridas han sanado y que yase puede hablar del pasado sin desatar venganzaso «imposibilidades»paranarrar los hechosy los horroresdelo que sequierehablar.Tambiénen el caso del Brasil, analizadopor Da SilvaCatela, 20
La condena al Estado chileno y a Pinochet, el juicio a los militares argentinos posterior a la dictadura o, incluso, el rescate de cuerpos en fosas comunes producidas por la Guerra Civil Española, después de varias décadas, son algunos ejemplos de esa distancia temporal entre el acontecimiento y su reconstrucción en términos de memorias.
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habían pasado 20 años de la dictadura militar en el momento en que ella analiza losarchivos de la represión política (Cf. Da Silva Catela, 2004, p. 7). Esta es la temporalidad de la que habla Jelin al referirse a Auschwitz, donde señalacómo fuenecesario todaunageneración depostguerraparaempezara hablar, yaquelos testimoniosnopudieronsertransmitidosenel momentoen que se produjeron los hechos(Cf. Jelin, 2002). Otro aspecto dela temporalidad o delos «momentos»de lasmemorias estáligado a las experienciasde personas que pertenecen a distintos grupos etáreosdondesepueden apreciar diferenciasgeneracionales. Por ejemplo, el interésenciertosvaloresmoralespropio delosmásadultosyquenocomparten los jóvenes, como es el deseo de hablar «al final de su vida»(Cf. Da Silva Catela, 2004). Además, esfácil asociar alosviejoscon la memoria, peronoa los jóvenes, pues, como lo señala Martín Barbero, no es claro «cómo pueden juntarse laspalabras ‘jóvenes’ y ‘memoria’»(2006, p. XVII). Unúltimo aspecto dela temporalidado delosmomentosdel testimonio esnombradoporla autoracomo los«momentosfértiles»del campo, segúnlos cuales hay temporalidades y espacialidades específicas que le marcan un momento alamemoria. «Estosmomentosmuestranquelaconstruccióndelas memorias y los silencios, no está dadade unavez y para siempre, sino que observatemporalidadesy espacialidadesespecíficas»(DaSilva Catela, 2004).
[ 113 ]
Conclusión Pese a la importancia de los testimonios que, como deja ver el texto, tienen una enorme fuerza política, esta última solo se potenciará cuando la sociedadasumalacondenamoral necesariaanteloshechosquehan vulnerado a susintegrantes y les ha puesto en el lugar de víctimas. Por esto pensamos que deben continuarse los esfuerzosen el país por la «puesta en público»de lostestimoniosyporel acceso delasvíctimasasusderechos. ¡Verdad,justicia y reparación para lasvíctimas!, sólo ellas permitirían darle a lasvíctimas un tratamiento desdela perspectivadesujetospolíticosyde«sujetosdederecho». Pero para esto es preciso quebrar la indiferencia social y reconocer que la condenamoral al dramavivido por estaspoblacionesenla ciudadyenel país, debepreceder a cualquier reivindicación política. No hay que olvidar que el «Nunca Más» se instala —donde lo ha hecho— no sólo como respuesta al sufrimiento, sino también como consecuencia de la condena moral de las sociedadesimplicadasy delos actosque emergendedichacondena.
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