La esperanza,
el amor y la sencillez son
aspectos esenciales
encontrados en la superficialidad de esta obra literaria por medio del protagonismo de Carmen Rosa, quien se desarrolla en un pueblo venezolano del antier, el cual sufrió las desidias de los organismos gubernamentales ante dificultades afrontadas a diario por los orticeños, habitantes condenados a sufrir los embates presentados de un pueblo olvidado La novela Casas Muertas
fue publicada en 1955 por el escritor
venezolano Miguel Otero Silva, luego de regresar a Venezuela tras su exilio durante el mandato de Juan Vicente Gómez. Ligado a la política, Otero Silva es capaz de narrar en su obra acontecimientos presenciados por la Venezuela gomecista (1908 – 1935) abarcando a fondo aspectos socio-económicos y políticos. El texto exhibe la esperanza como factor clave manifestándose casi como una ilusión de optimismo desenfrenado. Casas muertas hace alusión a la profunda problemática que afectó un pueblo entero el cual se vio gravemente afligido por fuertes enfermedades. Apreciada Apreciada como una de las mejores obras del siglo XX, narra los aspectos socio-económicos resultantes del período político presenciado para el momento en el cual se acercaba el fin al mandato de Juan Vicente Gómez. Haciendo énfasis en la política venezolana descrita en la novela, expone como la misma influye al punto de destruir un pueblo, marginando a la sociedad de aquella época causando un déficit de salud a través de alarmantes epidemias, las cuales no fueron motivo suficiente para atenuar la viva esperanza que moraba en la niña Carmen Rosa.
Al decir que Casas Muertas entra en la categoría de novela – ficción, genera una leve sorpresa, ya que es una historia tan real de cómo era Venezuela para aquella época según los historiadores. Tal vez lo que se reflejo a través de Ortiz, estaba sucediendo en el Llano entero. El aspecto social reflejado en Casas Muertas es de suma importancia ya que hay que hacer hincapié en que Ortiz ya se encontraba olvidado por su patria, en donde la gente debía decidir entre el abandono de su pueblo o el abandono de la vida misma, desabasteciendo cada una de las casas que alguna vez pertenecieron a los individuos que las mantuvieron en pie por un tiempo. Durante la dictadura de Juan Vicente Gómez el país venezolano era manejado por fuerzas exteriores y mucho de los patriotas eran degradados o ignorados, dejando atrás poblaciones enteras, fue exactamente esto lo ocurrido en Casas Muertas. Sin embargo, dentro del relato sobre un pueblo moribundo el cual cada vez está más cercano a su extinción aparece la protagonista, Carmen Rosa, como destello de esperanza entre las desdichas ocurridas a lo largo de la novela. Creciendo entre memorias recreadas de un ayer que no vivió, Carmen Rosa fantasea con el Ortiz vivido por sus antecesores, pintando así en su cabeza aquél pueblo gris, cambiándolo por todos esos colores que le son relatados una y otra vez por sus mejores cuentacuentos, los adultos que en su tiempo, pertenecieron al Ortiz lleno de vida. Es así como la esperanza invade a Carmen Rosa y comienza a buscar vías para que Ortiz, este pueblo ya muerto, resurja.
Al principio, su esperanza se ve como un simple deseo optimista pero a medida que la historia se desarrolla, es esto lo único que realmente le importa a Carmen Rosa. Aferrándose a la vida misma, y al decir la vida misma no sólo se hace referencia a la de ella, sino a la de todo el pueblo, incluyendo las plantas, viviendas y cada uno de los habitantes que en ellas hacían el intento de sobrevivir, Carmen Rosa se enamora de un joven viril y lleno de vida. Hay que cuestionar si dicho amor se basó en la pureza del noble sentimiento o si era más complejo que este conjunto de emociones y química. Carmen Rosa desde muy niña buscó aferrarse a la vida, es por ello que buscaba esa energía, esa vitalidad, en otras cosas para nublar un poco el panorama que tenía que afrontar a diario; Este joven, quien lleva por nombre Sebastián, aparece en su vida como una persona sana, emanando vigor por doquier e, inevitablemente, Carmen Rosa se sintió embelesada por dicha energía. ¿Esperanza? Quizás hasta cierto punto pero más allá de eso, la joven Carmen Rosa ya debía afrontarse a una realidad severa cuyo destino era más que seguro, no obstante no pretendió cambiar su pensamiento determinativo en dónde un Ortiz volvería a brillar. Desde una perspectiva psicoanalítica como lo describe Freud, existen estrategias psicológicas inconscientes puestas en juego por diversas entidades para hacer frente a la realidad y mantener una autoimagen, fue así como la niña Carmen Rosa, pasó de una simple esperanza a un fuerte mecanismo de defensa como lo es la negación, para que así ella no se descompensara emocionalmente por su cruda realidad.
Realmente el título de la novela es idóneo, Casas Muertas ya indica una realidad en su enunciado en donde algo que vivió ya pasó a su defunción, aún así, el personaje principal de la historia, Carmen Rosa, se niega al que pueblo muera por no querer aceptar la dura realidad en la que se ve envuelta. El uso constante del mecanismo de defensa por parte de Carmen Rosa lo convirtió a una patología conduciendo así a comportamientos inadaptados los cuales se reflejan en el desfavorecimiento íntegro de la persona afectada. El estado de Carmen Rosa es producto de la serie de eventos traumáticos vividos a lo largo de su vida en Ortiz, siempre relacionados con eventos fúnebres, es por ello que busca refugio en Sebastián, su novio el cual emanaba vitalidad pero éste a su vez, alimentaba la negación en la que Carmen Rosa se encontraba. Al fallecer Sebastián, el paradigma se rompe de manera dramática y ella debe tomar una decisión importante en su vida: si morir con Ortiz o seguir adelante con su vida fuera de ese lugar.