DANIEL LAPAZANO
Dime q u é soo y s GUIA PRACTICA PARA RESOLVER EL VIEJO DILEMA DE LA IDENTIDAD SEXUAL SEXUAL
Luna Blanca
DANIEL LAPAZANO
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INDICE INTRODUCCION <7> SER O NO SER; EL ETERNO DILEMA DEL HOMBRE < 11 > DESENROLLANDO LA MADEJA < 30 > TAXONOMIA DE LA SEXUALIDAD < 50 > ZOOLOGICO < 72 > PANDORA BOX < 103 > OTRAS OBRAS DEL AUTOR < 114 >
INTRODUCCION La identidad sexual es una de las cosas que más le cuesta deinir a las personas. He notado que hasta la gente más “preparada” (entiéndase académica o salida de las Universidades) muestra enormes diicultades en tener una deinición correcta de la sexualidad. Un ejemplo de ellos es la ilósofa feminista española Beatriz Preciado, que en el programa “Carta Blanca” conducido por el genial Alejandro Jodorowsky dijo que el sexo es una construcción cultural y que ella no se considera ni hombre ni mujer (Preciado es lo que podríamos llamar una lesbiana). Mientras Alejandro la entrevistaba, pude notar que la ilósofa, si bien estaba en lo cierto respecto a la idea de que los estereotipos patriarcales son una construcción cultural y no algo “natural”, la idea que ella tenía de la sexualidad (ambigua y sin deinición) bien podría comprenderse como un derivado de esa misma construcción social que ella criticaba delante de Alejandro. Puesto que el feminismo es un producto de la degradación del machismo, movimiento femenino creado al calor de la transformación de las sociedades patriarcales, el concepto de “sexualidad” que sustenta la sociedad moderna se ha construido justamente en base estos viejos estereotipos, trasmitiéndoles sus propios males y generando así una enorme variedad de deiniciones
sobre lo que es ser o no ser hombre y mujer a tal punto que hasta los mismos ilósofos parecen no ponerse de acuerdo en cómo deinir al ser humano. Según Preciado, ella airma deinirse no como hombre o mujer sino como “transgénero” , o sea “algo que está más allá de la feminidad y masculinidad” . Según sus palabras “la sexualidad y el género son espacios plásticos… son construcciones sociales y políticas”. Preciado (al igual
que muchos) no cree que alguien nace heterosexual u homosexual. Según sus palabras “eso es un absurdo” . Esta fue la razón que me llevó a escribir este libro. O mejor dicho el detonante. Un libro que no estaba para nada en mis planes escribirlo pues estas cuestiones sobre la identidad sexual son para mí algo superado. Y es que no es la primera vez que escucho desde los medios estas cosas “irresueltas” de la sexualidad. Esto de hablar de dos tipos de sexos, de cinco tipos de sexos, de la ausencia de sexos y al inal del día no saber qué carajo somos sexualmente… ¿Nos habrá hecho la Naturaleza «asexuados»? O quizás multisexuados… La pregunta no parece fácil de responder. La propuesta de este libro es ofrecerle al lector una clasiicación bien CLARA acerca de la sexualidad humana para que, una vez asimilada, ya no le quede dudas sobre a qué “sexo” pertenece y cómo autodeinirse como ser humano. Digamos que
le ofrezco una “taxonomía de la sexualidad del homo sapiens” que le permitirá autoclasiicarse con facilidad y clasiicar a todo homo sapiens que vea caminando por allí… Dicha clasiicación taxonómica le ahorrará varios dolores de cabeza y despejará de su mente un montón de prejuicios y confusiones, pudiéndose mirarse al espejo con absoluta y total tranquilidad sabiendo qué cosa es lo que tiene en frente. Además de eso, dicha taxonomía le permitirá conseguir algo muy importante: construir adecuadamente TEORÍAS DE GÉNERO. No se puede proponer ninguna teoría de género si no tenemos primero una deinición correcta de la sexualidad. Un lenguaje claro y desprovisto de ambigüedades. Una deinición imprecisa de la sexualidad nos llevará a proponer teorías de género probablemente erróneas. La Ciencia necesita de un lenguaje claro y deinido. Sencillo y unívoco. Y esto es justamente la propuesta de este libro. Poner “blanco sobre negro” en materia de sexualidad. DANIEL LAPAZANO
SER O
NO SER EL ETERNO DILEMA DEL HOMBRE
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Ser o no ser; el eterno dilema del hombre
El problema de la deinición sexual se origina, hasta donde yo pude investigar, con el advenimiento de la sociedad patriarcal. Esa sociedad que sentó las bases de nuestro comportamiento y de la que todavía no nos hemos podido despegar. Allí comenzó todo el rollo. El patriarcado cometió el pecado de dividir la personalidad humana (originariamente andrógina) en dos estereotipos. Estos fueron el hombre masculino y la mujer femenina. Artiicios sociológicos que coniguraron completamente a nuestras instituciones. No hace falta que aclare que son una cosa y la otra porque ya la hemos aprendido desde niños. Cuando vemos a una chica con la cabeza rapada y jugando al futbol y pensamos “ésta es una marimacho” o vemos a un chico adolescente con un celular color rosa escuchando la música de Britney Spears y pensamos “éste es un marica” estamos diciendo que no responden a esos estereotipos masculinos o femeninos que mencioné anteriormente. Cuando el movimiento feminista tomó fuerza a inales del siglo XIX y principios del siglo XX, la sociedad occidental comienza a romper con estos dos estereotipos sexistas y se empiezan a proponer las primeras “teorías de género”, que se
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ocupan de estudiar la conducta y la sexualidad del hombre y de la mujer. El problema de dichas teorías era (y es) que se construyeron partiendo de una situación irresuelta de la vieja sexualidad patriarcal. Fueron paridas por la vieja matriz. Por lo tanto sus propuestas teóricas estaban cargadas, en algunos casos, de incoherencias y de contradicciones conceptuales. Nacieron preservando parte de sus anteriores males y los resultados de esas teorías las venimos padeciendo hasta el día de hoy. La crítica rabiosa que algunas feministas le hicieron a la obra de Esther Vilar (autora del “El Varón Domado” y “El Varón Polígamo”) se debió, en parte, al defecto de estas teorías, puesto que lo que denunció Vilar en su libro ya lo sabían todas las mujeres y hombres del mundo menos las mismas feministas. Y lo mismo podemos decir de mis libros “El Hipermacho” y “Feminismo o Matrismo”, así que no me voy a extender en eso. El problema de los estereotipos patriarcales es que alinea tres aspectos del ser humano que son en sí mismos independientes. Ellos son sexualidad, orientación sexual y personalidad . El patriarcado construyó el mito de que la sexualidad (por ejemplo el ser macho u hombre) determina “naturalmente”
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la orientación sexual (en este caso heterosexual, es decir deseando al sexo opuesto) como a su vez la personalidad (en este caso masculina). Por lo tanto propone (y aquí viene la hipótesis de género) que el verdadero hombre se siente atraído naturalmente por la mujer y tiene además una conducta “viril”. En el caso de la mujer, cuando es una auténtica dama, se siente atraída naturalmente por el hombre y tiene una conducta “femenina”. Este invento sexual, que se impuso desde hace siglos, produjo una catástrofe mental en millones de seres humanos, pues muchos individuos sentían que no encajaban para nada dentro de estos estereotipos sexuales que proponía la sociedad. Habían mujeres que se sentían más masculinas que femeninas y hombres que se enamoraban de hombres… ¿Cómo explicaba la «teoría» eso? Estos sujetos “diferentes” fueron pronto tildados de enfermos o desviados por sus congéneres y luego marginados de la esfera social. A veces hasta perseguidos y maltratados, llegando en algunos casos al homicidio. Este grupo de freakys (raros o extraños, en inglés) tenía que soportar, a menudo, la burla y el desprecio de los demás. Los hacían sentir culpables por su distinta condición sexual y a veces no conseguían empleo
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cuando lo iban a buscar. Eso dio origen, como sabemos, a la prostitución de los hombres travestis. La sociedad quedó entonces segmentada en dos grandes grupos humanos; los “normales” por un lado y los “anormales” por el otro. Cuando la sociedad empieza a salir de este falso paradigma (por allá en los años 60`) al grupo de los “anormales” los empiezan poco a poco a normalizar y la discriminación por aquellos �diferentes comienza felizmente a disminuir. La moda se torna un poco más “unisex” y la televisión y el cine empiezan a mostrar la otra cara de la sexualidad. A inales del siglo XX y principios del siglo XXI la palabra “gay” ya no escandalizaba a nadie y gente de todas las edades discutían y hablaban de sexualidad con una gran libertad. Los viejos tabúes parecían haberse roto y los homosexuales, transexuales y travestis no tenían que esconderse como antaño. Sin embargo esta apertura mental, que abarcó todos los espacios sociales, no resolvió en problema de fondo. Esto es el cómo deinimos nuestra propia sexualidad. La vieja deinición de lo que es ser un hombre o ser una mujer tenía todavía prevalencia en la mente de la gente. Y toda deinición sobre la sexualidad giraba directa o indirectamente sobre < 15 >
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ese esquema. Por ejemplo, había hombres que se vestían como mujeres (travestis) y la sociedad no se ponía de acuerdo en cómo deinirlos. Esta confusión social llegaba al mismo travesti en cuestión, pues él, criado en esa misma sociedad “patriarcal”, tampoco sabía cómo diablos deinirse… Si bien el travesti se presentaba ante la sociedad como una �mujer, usando por nombre un seudónimo femenino, tenía dudas de reconocerse a sí mismo como una verdadera mujer pues era consciente de que no podía “parir” como todas las mujeres normales... Sin dudas le faltaba algo que hace particularmente esencial a una mujer: el poder dar a luz a una vida. Esto llevó a que en los debates sobre identidad de género se hablara por un lado de mujeres (en donde iguraban las mujeres y los travestis indistintamente) y de mujeres verdaderas por el otro (es decir las “mujeres mujeres” o “mujeres 100%”). Era todo una completa confusión. Algunos decían que el travesti era un “hombre” porque tenía pene, pero otros retrucaban que era una mujer porque hablaba y se vestía como una mujer. Es decir porque “parecía” una mujer. Sus modales y su manera de expresarse, aunque imperfectos en comparación con las mujeres reales, eran claramente femeninos.
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Además de eso, cuando tenía ganas de hacer pis, iba al baño de mujeres y éstas le aceptaban como a una más de ellas. Ninguna se escandalizaba cuando lo veían entrar al baño de damas, pues para ellas no era “Rodolfo” sino “Lolita”. Incluso hasta le prestaban el lápiz de labio para que se arreglara antes de salir. La cuestión era que no quedaba claro para la sociedad si el ser mujer pasaba por usar tacos y ponerse una pollera o si pasaba por tener útero y ovarios… Esto era realmente un dilema a la hora de abordar “teorías de género” porque, si la respuesta era que ser mujer pasaba por el maquillaje y la forma de vestir, entonces un hombre podía cambiarse de sexo tan fácil como se cambiaba de ropa. Y esto chocaba con la idea de aquellos que suponían que el signo sexual era algo “ijo” y que uno no podía abandonar su sexualidad tan fácilmente como se le diera la gana. Estaba claro que la propuesta “indumentarista”, sostenida por el segundo grupo, de alguna manera deslegitimizaba la propia condición “femenina”; convertirse en una “mujer” no podía ser algo tan fácil para un hombre. Pero si pensábamos que ser mujer pasaba exclusivamente por tener órganos reproductores femeninos, un hombre podía vestirse como Marylin Monroe y ser considerado un
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hombre igual… Podía calzarse una tanga Caro Cuore, perfumarse el cuerpo con Coco Chanel y ponerse a leer Corín Tellado y estaba todo bien, es decir sin que cambiase nada. Al inal del debate, ninguno de los dos grupos lograba ponerse de acuerdo. Esto mismo que pasaba (y que pasa) con los travestis hombres ocurría también con algunas mujeres homosexuales. Habían lesbianas que se cortaban el pelo y se vestían con ropa de “hombres” y entonces muchos no sabían si deinirla como un hombre o una mujer. La mujer en cuestión (es decir la lesbiana) airmaba que no se sentía “mujer”. Que se sentía un hombre con “cuerpo de mujer”. Esto produjo gran confusión y desató profundos debates porque, hasta el momento, el ser un hombre o ser un mujer era algo que pasaba básicamente por lo «visual». Se esperaba, como en el caso del travesti, que la sexualidad se manifestara principalmente en el propio organismo del sujeto. Tetas, vagina, voz aguda, pollera, tacos, muñeca quebrada eras signos inequívocos de que estábamos enfrente de una mujer. El cuerpo y la imagen eran, para la sociedad patriarcal, el dominio de la sexualidad humana y la mente de las personas un espacio inluenciado por las hormonas sexuales. Hormonas que pueden ser
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femeninas o masculinas según el sexo del individuo. Esa es la teoría de género de la ideología machista o patriarcal y que aprendimos desde niños (dije bien: desde NIÑOS). Resulta que, para males de la teoría, una lesbiana airmaba alegremente ser un hombre con un “cuerpo de mujer”, y esto desaiaba toda lógica preestablecida, pues se supone que una mujer entra por los ojos pero al mirarla no veíamos a una “mujer” por ningún lado. Sus tetas y su trasero eran planos como tablas de surf y su rostro se parecía más al de David Bowie sin maquillaje que al de Alicia Silverstone. La imagen “andrógina” se completaba con unas zapatillas negras, unos jean gastados y una remera con la imagen de los Sex Pistols saliéndole por fuera del pantalón. También un cigarro en la mano a medio fumar. El problema de este concepto “lésbico” (¿o feminista?) de que soy un hombre con cuerpo de mujer , radica en que la sexualidad deja de ser (según esta deinición) algo que se percibe con los sentidos para pasar a ser algo casi invisible. Algo “sentido” más que “visto”. La sexualidad como sentimiento o percepción “interna” de uno mismo más que como propiedad “orgánica”. Ser un hombre o ser mujer, por lo tanto, queda deinido como una
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condición “fantasmal”, completamente ajena a la misma Naturaleza. Si existe algo que se distingue enormemente de esto que llamamos “naturaleza” es justamente nuestra propia MENTE. La mente humana es lo más “antinatural” que existe… Al quedar la condición sexual encerrada en el plano de los “sentimientos” (me siento un hombre con cuerpo de mujer) el hombre y la mujer podrían ser considerados fantasmas sexuados que habitan envases biológicos sexuados también. Para echar blanco sobre negro y no hacerla tan complicada diríamos que existen “espíritus femeninos” (que dan origen a la mujer) y “espíritus masculinos” (que dan origen al hombre). Podríamos suplantar, si queremos, el término “espíritu” por “conciencia”, para no tener problemas con la Asociación Internacional de Psicología... Esta deinición de sexualidad desde luego armó un gran debate, porque los expertos en casas embrujadas airmaban que si bien habían fantasmas que tenían apariencia de hombre o de mujer, carecían, en cambio, de los atributos sexuales propios de los seres humanos. Los fantasmas no pueden tener sexo con nadie ni tampoco pueden tener hijos entre ellos mismos para engendrar fantasmitas…
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Pero un fantasma (o espíritu) sí puede pensar y sentir, pues para eso no necesita sexualidad. Y desde luego podría sentirse “hombre o mujer” si quisiera. Y vestirse con una túnica blanca y pararse los pelos para asustar a alguien. Por lógica ¿cómo se entendía eso de que soy un hombre con cuerpo de mujer ? ¿Tiene sentido hablar de sexualidad sin CUERPO? Imagínense ustedes que un buen día una mujer se levanta y le dice a su marido que ahora se siente un “hombre” y que por eso ya no lo quiere más... Mi abuela diría que esa es una buena estrategia para sacarse a un golfo de encima. Es por eso que la idea de muchas lesbianas o gays de la sexualidad como «sentimiento» no cuajaba en lo absoluto en el cerebro de la gente racional. Tenía mucho más sentido seguir con la vieja hipótesis patriarcal y airmar “Soy una mujer con sentimientos de hombre”. Pero las complicaciones sobre la sexualidad no terminaban allí. La teoría de género patriarcal daba para mucho más. La lesbiana que se vestía como un “hombre” buscaba reairmar en su medio social su derecho a
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ser tratada como a un hombre. Buscaba participar en espacios sociales dominados por hombres y exigía no ser discriminaba. Algunos hombres accedían de buena gana a su reclamo y la llamaban, cariñosamente, “Raulito”. La Raulito no era vista como una chica más sino como un chico corriente que, cuando era niña, jugaba con los varones a las canicas o al futbol. No se juntaba con las chicas porque se identiicaba completamente con los hombres. Era la “machona”, la “marimacho”, la compañera de juegos de los varones del barrio. Pero no todas las lesbianas se identiicaban con el clásico formato de “hombre”. Se tuvo que reconocer que había lesbianas que se identiicaban con el formato femenino. Tanto sus modales como su forma de vestir coincidían perfectamente con lo que la sociedad esperaba de una mujer. Aunque era en apariencia una mujer de lo más normal, no se la veía nunca de novia con algún hombre. Si estaba con alguien siempre era una mujer. Mujer que hacía pasar por una íntima amiga… Era pues una lesbiana “femenina”. ¿Cómo clasiicamos a esta notable criatura? La mayoría de la gente, siguiendo los patrones patriarcales, la consideraban sin duda una mujer . Con una inclinación algo distinta a lo esperado < 22 >
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pero… mujer al inal de cuentas. La lesbiana femenina, al ser tratada como una más de sus congéneres, asumía felizmente su condición mujeril y no padecía la discriminación social que padecía su par masculina. Por su parte, la lesbiana masculina solía buscar como pareja a la lesbiana femenina, y el círculo del amor se cerraba perfecto. Lo notable de esto es que si bien la lesbiana femenina parecía reivindicar la condición “natural” de las hembras dejaba en cambio inconclusa un par de cosas que hacía o parecía hacer a una verdadera mujer. Una de ellas era su deseo sexual, que no se dirigía a los hombres. La inclinación sexual de la lesbiana (sea del tipo femenina o masculina) es idéntica a la de la mayoría de los machos. Por lo tanto era legítimo decir que hasta en la lesbiana femenina había algo de “macho”. Imagínense ustedes viendo a una mujer que se calienta mirando los pechos de otra mujer. O quizás mirando su cuello. No parece una escena muy “femenina” que digamos. Sin duda hay algo de macho en toda lesbiana y además una semejanza o complicidad con el varón travesti, en el sentido de que aparenta una cosa pero en el fondo es otra distinta, como una media cuando la damos vuelta. La otra cosa que no puede hacer una lesbiana es la de poder tener un hijo por vía < 23 >
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natural . La lesbiana femenina, salvo que recurriera
a los trucos de la Ciencia o a algún generoso dador de semen, le resulta imposible gestar un hijo pues rechazaba el contacto con los hombres. Salvo que se abra de piernas y haga “tripa corazón” mientras un hombre la monta, no se ve a las claras como pueda quedar embarazada. Sí podría, si es su deseo, adoptar un hijo y transformarse en mamá adoptiva. La conclusión inal era que este tipo de mujer, si bien era considerada por la gran mayoría como una auténtica mujer, no era sin embargo “tan mujer” como aquellas que llevaban una vida más normal. Pero la historia no termina aquí... ¿Qué ocurriría si esta lesbiana femenina se peleaba con su compañera y luego la veíamos casada con un hombre normal y teniendo un hijo con él? Un sector de la sociedad airmaba que la mujer en cuestión tenía una sexualidad doble. La sexología forjó el término “bisexual” para categorizar a este peculiar espécimen, aunque muchos no estaban de acuerdo con esta categoría creada por la Ciencia. A algunos no les cabía eso de personas “bisexuales”. Lo positivo de todo esto es que ahora esta mujer casada se parecía mucho más a aquellas mujeres consideradas normales, despejando toda duda de < 24 >
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que no era una mujer de “verdad”. Su pasado lésbico había quedado superado alineándose plenamente a los cánones convencionales. ¿Cómo explicaba la gente este supuesto cambio? ¿Qué hipótesis sexuales barajaba cada grupo? Era necesario explicar este “giro” en la preferencia sexual de la lesbiana (o del gay, si hubiera sido un hombre). Algunas personas, aceptando las propuestas que venían de la Ciencia, proponían que esta mujer tenía una orientación sexual doble y que podía volver a sus antiguas andadas. “Donde hubo fuego cenizas quedan” murmuraban algunos por los pasillos, por lo tanto el pasado no se puede olvidar fácilmente. Aquí tenemos la hipótesis de la bisexualidad, que hace referencia a personas que pueden manifestar atracción tanto por el mismo sexo como por el otro. Otro grupo opinaba que esta mujer al principio había sido lesbiana pero que después cambió de orientación sexual cuando conoció a un hombre de verdad. “Se unió a una mujer porque nunca había conocido a un hombre” decían los partidarios de esta hipótesis. “Al conocer a un verdadero hombre descubrió su costado de mujer y se «rectiicó»”. Según esta controvertida teoría, la orientación sexual < 25 >
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podría originariamente haber estado “desviada” pero después, bajo ciertas condiciones sociales o psicológicas, retornaba por los caminos normales haciéndose patente su “natural” heterosexualidad. Se recurría como elemento de prueba a la opinión de algunos psicólogos que airmaban que las personas que padecieron en su infancia trastornos familiares (maltrato, abandono, crisis de pareja) podían manifestar de grande conductas eróticas totalmente contrarias a la normalidad. Y que antaño los padres llevaban a sus hijos a perder su virginidad con una prostituta para que el chico se haga “hombre” y no se pierda por otros caminos. “Estas conductas homosexuales – decían − se podían corregir con terapias psicológicas adecuadas... La cuestión pasa por conseguir un buen psicólogo para que el sujeto pueda �normalizarse” . También habían otros
profesionales que reconocían que los homosexuales raras veces renunciaban a sus preferencias sexuales pese a los esfuerzos de los terapeutas por tratar de �curarlos. “No aclare que oscurece” decía un gaucho de la pampa argentina mientras guardaba en la biblioteca un libro de Freud. Es así que todo este rollo de saber qué había pasado con estos sujetos que hoy pateaban para un
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arco y mañana pateaban para el otro no terminaba nunca de cerrarse. Parecía la historia sin in. El gran circo erótico se cierra (y no porque se hayan acabado los números sino porque hay que irse a dormir) con el caso de los hombres que airmaba pertenecer al grupo de los normales pero que tenían algunas conductas pertenecientes al sexo opuesto. Esta raza especial de machos usaba algunos accesorios “femeninos” y cuidaban su aspecto personal mucho más que el resto de los hombres. Eran muy selectivos a la hora de comprar una prenda y frecuentaban la peluquería con una frecuencia superior a la normal. Además de eso reconocían escuchar música del amor, interesarse por la meditación, gustar de la comida vegetariana y mirar algunas veces películas románticas. Este grupo de hombres no parecía responder al prototipo tradicional de machos. ¿Eran “hombres hombres” o eran “medio hombres”? La opinión popular estaba muy dividida. Los más intelectuales opinaban que eran hombres que tenían una sensibilidad superior a la del resto y los deinían como hombres más evolucionados. Se acuñó el término �metrosexual para deinir a estos hombres más femeninos. Los más conservadores, en cambio,
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airmaban con vehemencia que esa supuesta sensibilidad más reinada ocultaba un sospecho homosexualismo, y lo que realmente ocurría era que tenían reprimida su homosexualidad. Digamos que eran hombres gay que se esforzaban mucho para que no se les notase. Si había que hablar de “hombres hombres” decían estos últimos había que citar a tipos como George Clooney o Robert de Niro. Incluso al fortachón de Chuck Norris. Esos eran machos incuestionables. Hombres auténticos que no necesitaban otra etiqueta que los deinieran más que la de hombre mismo. ¡Al diablo con los adjetivos! Esta hipótesis se cayó a pedazos cuando uno de los íconos masculinos más grandes de todos los tiempos murió de HIV en 1985. La muerte de Rock Hudson estremeció a medio planeta porque a causa de eso se supo que la brillante estrella de Hollywood vivió toda su vida ocultando su homosexualidad. Este trágico suceso fue un golpe en medio de las pelotas para los partidarios de la teoría “hiperfálica”. Ahora ya no era posible airmar que un hombre con rasgos bien masculinos era un hombre “de verdad”. Después de la muerte de Hudson todos los metrosexuales del mundo pudieron respirar aliviados… La teoría de género creada por el patriarcado
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se contradice notablemente con la veracidad de los hechos. Lejos de habernos ayudado a conocer nuestra propia identidad generó, en cambio, un sinín de contradicciones y situaciones irresueltas. Sobre esa teoría fallida se construyó la identidad de los grupos transgénero (homosexuales, travestis, bisexuales…) que importaron los patrones preestablecidos en vez de construir su identidad a partir de patrones nuevos. De esta forma es muy diícil, tanto para un transgénero como para el que no lo es, deinir qué es un hombre y qué es una mujer. O si existen muchos “sexos” aparte del tradicional masculino y femenino (plurisexualidad). En el capítulo siguiente se analizará con más cuidado la cuestión de la sexualidad, distinguiendo lo que es estrictamente “sexual” de aquello que no lo es.
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Habiendo comprendido inalmente que la teoría de género clásica que aprendimos de nuestros padres no sirve para nada, ya que no describe correctamente lo que somos y nos llena la cabeza de rollos, nos toca el desaío de comprender cómo es verdaderamente nuestra compleja naturaleza humana. Lo primero que debemos hacer es inspeccionar nuestro propio cuerpo. Sabemos que nacemos con genitales masculinos o femeninos. Eso no es ninguna novedad. O venimos al mundo con un pene o venimos, en cambio, con una vagina. También con un par de testículos o una pareja de ovarios correspondiéndose con lo anterior. ¿Son importantes estos órganos sexuales? Claro que sí. A ellos les debemos el hecho de que estemos aquí. Sin la unión de estos dos órganos tan fundamentales en la biología es imposible el nacimiento de los niños. Además estos órganos regulan otras partes del cuerpo pues segregan importantes hormonas (estrógeno y testosterona). Es importante aclarar que estas hormonas están presentes tanto en hombres como en mujeres, sólo que en proporciones distintas. Además la testosterona se puede convertir en estrógeno bajo
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ciertas circunstancias bioquímicas. Hay una enzima llamada aromatasa (que está en hombres y en mujeres) que puede convertir la testosterona en estrógeno. Esta enzima se encuentra en las grasas… Si hay algo que demostró la Bioquímica es que los seres humanos somos biológicamente andróginos. Pasar de un cuerpo femenino a otro masculino y viceversa es sencillo si regulamos artiicialmente nuestra bioquímica (sobre todo en el período de la adolescencia) ¿O cómo creen que hizo un hombre travesti para tener el cuerpo de una espectacular modelo? No todo pasa por ponerse siliconas… (investiguen). Luego tenemos la cuestión de la orientación sexual. Sabemos que esta puede ser de tipo homosexual, heterosexual o bisexual. Homosexual es cuando nuestro deseo apunta al mismo sexo (genital). Heterosexual cuando apunta al sexo opuesto y bisexual cuando nos da lo mismo comer almejas que comer calamares. El bisexual no le hace asco a nada. Es un “todo terreno”. Y acá viene la primera cuestión, porque nuestros padres (o nuestros maestros o la conductora de la radio o la tele) no han inculcado que la tendencia “natural” es la de tipo heterosexual, quedando la homosexual como
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“rara” o “antinatural”. Y esto no es en absoluto cierto. La experiencia humana (no la cultura humana) nos ha enseñado que la orientación sexual, aunque generalmente se corresponde con el signo genital (esto es heterosexualidad), no necesariamente es así. A un hombre bien puede atraerle los hombres y a una mujer bien pude atraerle otra mujer. Por lo tanto no es que la inclinación heterosexual sea la inclinación “natural”, la inclinación heterosexual es la inclinación “normal”. Normal no es sinónimo de natural sino de corriente. Lo normal es el patrón que más se repite. Y bien puede ser natural o no. Generalmente tiene que ver con convenciones preestablecidas por la gente. Por ejemplo en una época no era “normal” que un hombre se pusiera aros. Pero luego la moda cambió y fue “normal” ver hombres con aros por la calle. Antiguamente no era “normal” que una mujer se calzara un pantalón. No sólo que no era normal sino además una “irreverencia”. Estaba mal vista la mujer con pantalones. Después del avance del Feminismo el pantalón pasó a ser una prenda unisex, y la imagen de la mujer con pantalones se normalizó. Por otro lado, no es algo natural vivir encerrados en ciudades de cemento llenas de ruido y smog. Tampoco ingerir demasiado tabaco y carne, y además trabajar como burro doce horas por día. Ningún mamífero (al < 33 >
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menos que yo conozca) trabaja tantas horas como lo hace el ser humano (un mamífero también) y encima en las condiciones ísicas y psicológicas que lo hace. Sin embargo, aunque vivir una vida insalubre y recargada es algo que atenta contra nuestra propia salud (y por ende nuestra naturaleza), es algo que hacemos habitualmente y que está aceptado por las sociedades modernas. O sea es algo NORMAL. Normal y antinatural . La confusión entre lo que es normal y lo que es natural trajo aparejado una montaña de malos entendidos. Lo natural no tiene que ver con la cultura sino con lo extracultural y es estudiado por la Ciencia. La Ciencia es la que se encarga de investigar y de deinir lo que es “natural”. Y ella ha concluido, después de muchos análisis, que no es posible relacionar la homosexualidad o la bisexualidad con algún tipo de desviación biológica o enfermedad mental. Así que esto parce ser un tema cerrado. ¿Cuál será la causa entonces que lleva a millones de personas a elegir como parejas a personas de su mismo sexo? Podría hacer una lista de las posibles “hipótesis” que explican el origen de la homosexualidad, pero es
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algo que no tiene sentido. Una hipótesis no es más que eso; una “hipótesis”. Lo importante es saber que no es necesario detenerse a pensar “por qué” estas cosas son así. Los “por qué” pertenecen a otro orden y no contradicen la realidad. Muchos médicos no saben por qué hay pacientes que se curan de cáncer de un día para el otro sin que medie ningún tratamiento. Los tratamientos de tumores sabemos que son prolongados y no siempre tienen un inal feliz. Esto no invalida el hecho de que algunos tumores desaparezcan sin una causa aparente. Lo mismo podemos decir de las casas encantadas, de los OVNIS o cualquier fenómeno extraño. Sucesos que suelen presentarse en nuestras vidas sin que le hallemos ninguna explicación “razonable”. El no poder explicar racionalmente un hecho no nos autoriza a negar la realidad del hecho. Y esto mismo pasa con la sexualidad. El hecho de que no siempre entendamos que lleva y ha llevado a millones de personas en el mundo, desde la antigua Roma hasta el día de hoy, a tener una orientación sexual diferente a la normal no nos autoriza a negar que esa tendencia es un hecho y que ese hecho invalida la hipótesis que alinea unívocamente el signo sexual con la orientación sexual, esto es que si se tienen genitales masculinos la preferencia sexual < 35 >
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se dirigirá “naturalmente” a la mujer y si se tienen genitales femeninos la preferencia sexual se dirigirá “naturalmente” a un hombre. No parece existir tal “naturaleza” en nuestra especie. Las atracciones sexuales se mueven en ambas direcciones incluso hasta en las familias y sociedades más conservadoras sin que nos quede muy claro por qué. Lo único que podemos decir, conforme a los hechos, es que la tendencia mayoritaria en nuestra sociedad es del tipo heterosexual. Que lo más corriente es que los sexos opuestos se atraigan. La regla parece indicar que la preferencia sexual dominante es la heterosexualidad. Pero está visto que esa regla tiene su excepción. Finalmente queda por analizar el aspecto más complejo de todos: la conducta. Cuando me reiero a la conducta, por una cuestión de comodidad o conveniencia voy a vincularla con el aspecto ísico. Podemos proponer que el aspecto ísico es un aspecto más de la conducta. Esto lo hago porque para deinir la conducta y la parte ísica de la persona uso la misma categoría, por lo que podemos verla como dos aspectos complementarios de la persona. Es como la relación que existe entre un conductor y su automóvil. Nadie < 36 >
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dice que el conductor es el auto, pero nadie se imagina a alguien conduciendo sin estar subido a un vehículo. Cuerpo y mente actúan como una unidad. Así que primero vemos qué pasa con el aspecto ísico de los humanos y después seguimos con el aspecto psicológico. Si miramos a todas las mujeres, veremos que algunas tienen un timbre de voz más grave y otras un timbre más agudo. Si miramos sus cuerpos, algunas parecen ser más delicadas y agraciadas que otras. Incluso mas bellas que otras (me reieron a belleza natural). Lo mismo podemos decir del hombre. Hay hombres que bien se podrían vestir de mujer y no tendríamos manera de poder notar la diferencia. Pero hay otros hombres que no. Sus rasgos masculinos son tan marcados que no hay forma de poder disimularlo. Cualquiera se daría cuenta que son hombres en vez de mujeres. ¿Por qué se dan estas diferencias? Resulta que los humanos solemos tener, por naturaleza, rasgos ísicos más o menos andróginos. Esa androginia se acentúa o se pierde si el sujeto modula sus rasgos naturales. Por ejemplo si una mujer practica ísicoculturismo, su cuerpo se tornará un poco más masculino, pero si baja de peso y mantiene una igura delgada, se tornará más
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femenino. Con los hombres pasa exactamente igual. Pueden afeminar o masculinizar sus cuerpos. De esto se deduce que el cuerpo humano está dotado de cierta plasticidad anatómica natural. Sus formas presentan variaciones. Pueden oscilar de un polo al otro (masculino y femenino) con mayor o menor libertad dependiendo de las particularidades ísicas de cada individuo. He visto que estos rasgos andróginos varían según la raza o grupo social. No hay en ella demasiada uniformidad. No son iguales los japoneses que los latinos o los negros y los anglosajones. Las formas andróginas van variando entre los distintos grupos humanos e incluso entre distintas culturas y épocas. Esta evidencia nos indica que la �genitalidad no determina unívocamente la apariencia una persona.
Lo que sí podemos decir es que la genitalidad condiciona el aspecto ísico de una persona en cuanto a brindarle más o menos propiedades masculinas y femeninas. Digamos que le pone un “techo” o “margen” que lo limita. Ese techo nos permite distinguir, a simple vista, quién es un hombre y quién es una mujer. Por ejemplo la mujer tiene, por lo general, un rostro más redondeado y unas caderas más anchas. El hombre suele ser
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más alto y posee rasgos faciales más angulosos o rectos. También muscularmente es un poco más desarrollado y tiene más vellosidad en su piel. La mujer, en cambio, tiene mucha menos vellosidad, dos pares de mamas en el pecho y un cuerpo más “adiposo”. Es por eso que cuando la mujer come mucho y no se cuida su cuerpo crece en proporciones monstruosas. El típico trasero de “hipopótamo” y piernas de “elefante” que alguna vez hemos visto en las mujeres es un rasgo distintivo de ellas. Lo mismo que la imagen hiper velluda o de “hombre mono” es exclusiva del hombre (por regla general... porque he visto sorprendentes excepciones en ambos lados). Esta escasa diferencia que existe entre el ísico del hombre y el ísico de la mujer en comparación con otras especies de animales es, probablemente, lo que ha llevado a la humanidad a buscar otras formas de identiicación sexual. Aquí podría estar la razón de por qué las prendas hechas para el hombre diieren tanto en su estética de aquellas hechas para la mujer. La vestimenta, aparte de tapar nuestro cuerpo, opera como señal de identiicación sexual. Mediante la ingeniosa estrategia del “ropaje” la distinción entre el hombre y la mujer se realiza visualmente sin esfuerzo. Además parece ser que son
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una forma de reairmación de la propia sexualidad. En las ropas cada persona lleva orgullosamente la marca distintiva de su sexo. ¿Y esto qué signiica? Signiica dos cosas. Primero que la ropa es un artíico humano que no tienen ningún signiicado sexual. No hay nada “sexual” en los distintos modos de vestir. Todo se reduce a una cuestión de criterios selectivos que determina cada grupo humano. Podrían los hombres usar polleras y el pelo largo y las mujeres pantalones y el pelo corto y el objetivo de distinción sexual se lograría igual. Lo mismo con la distinción entre el color rosado y el color celeste, que se adjudican arbitrariamente a un sexo u al otro. Por ejemplo uno podría decir que el color rosado es más romántico que el celeste. Que el rosa es el color del amor y la delicadeza. Si suponemos que el amor, la delicadeza y el romanticismo son características más de la mujer que del hombre (si suponemos) entonces podemos elegir el rosa para las mujeres y el celeste para los hombres como criterio distintivo. Pero ese no es un criterio inequívoco. Podríamos haber usado otro, por ejemplo decir que el color rosado es un color cálido y el color celeste es un color más frío. Lo mismo vale para el rojo y el azul, que son cálidos y fríos respectivamente. En la ilosoía taoísta (YIN y YANG), lo cálido se relaciona con el elemento fuego < 40 >
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y lo frío con el elemento tierra y agua. Resulta que el fuego pertenece al principio masculino y la tierra (o el agua) al principio femenino. Podemos consultar un libro de astrología, de magia o brujería, incluso de ilosoía china y lo comprobaremos. Queda entonces que lo frio se corresponde con lo femenino y lo cálido con lo masculino, por lógica el color rosado (que es un color cálido) le corresponde al hombre y el celeste (que es un color frio) le corresponde a la mujer. O sea todo al revés de cómo lo aprendimos. Como podemos apreciar éste es otro criterio muy coherente de selección cromática que sin embargo nunca se utilizó, al menos desde que tengo uso de razón. Así que esta discriminación de colores para cada sexo es pura arbitrariedad. No tiene ningún basamento “real”. Lo usamos por pura convención social. Porque está “establecido” así. Es una cuestión cultural eso de vestir a las bebas de rosado y a los bebes de celeste. Su signiicación sexual es NULA. La otra cosa que signiica esto de vestirse de manera diferenciada es que la misma implica un reconocimiento explícito de que la Madre Naturaleza hizo al hombre y a la mujer parecidos. Este parentesco andrógino es algo que confunde a la hora de la identiicación sexual (algo que para
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nuestra sociedad es fundamental) por ende la sociedad crea una distinción sexual artiicial que la naturaleza humana no concibe. Se nos ha impuesto una distinción erótica por medio de la ropa para hacer efectiva la construcción de una sociedad patriarcal (antiguamente podría haber sido matriarcal). La vestimenta opera y ha operado en el psiquismo de la gente como una herramienta de amputación erótica. Un medio de disciplinamiento social para tenernos alineados al paradigma dominante. Nos han partido literalmente en dos partes y nos han engañado imponiéndonos una sexualidad que no es la nuestra. Además la ropa actúa como una poderosa fuerza aglutinante en donde los hombres por un lado y las mujeres por el otro establecen vínculos de identi�icación de género. Identiicación que hace más efectiva la imposición de estereotipos sexistas. Por ende los hombres logran establecer, mediante este travestismo machista (saco, pantalón y corbata), una suerte de camaradería que los protege del la peligrosa inluencia de las mujeres. Y no sólo de la inluencia de las mujeres sino de la necesidad imperiosa de ejercer control sobre ellas. La vestimenta ha sido, entonces, una de las formas que ha tenido la sociedad de indicar la superioridad de un sexo sobre el otro. Y cuando no ha sido de < 42 >
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superioridad (porque todo va cambiando), lo ha sido de territorialidad . Hombres y mujeres marca su terreno y le indica al otro sexo cuáles son sus límites. Hay una competencia permanente por el espacio social y hasta por el espacio ESPIRITUAL. Porque ni el espíritu se salva de esto. Es por eso que los grupos transex, que se visten conforme a lo que el ser humano es realmente (es decir una amalgama ininita de
componentes tanto masculinos como femeninos) escandalizan a la mayoría de sus congéneres. Porque proponen una vuelta a lo natural . Un regreso a nuestras fuentes andróginas y una ruptura con los estereotipos sexistas propios de nuestra cultura. La transexualidad es el grito de nuestra naturaleza humana reprimida. Es el despertar de lo “animal” en el hombre civilizado. La liberación de esos instintos que quedaron archivados en el subconciente. Pero si en lo ísico la Naturaleza nos hizo más andróginos que diferentes, qué decir de los modales, gustos y conductas. Allí las cosas quedan menos claras que cuando comparamos nuestros cuerpos. Supongamos que, después de hacer una encuesta, conirmamos que las mujeres sienten más preferencias por la música del amor que por la < 43 >
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música rock y los hombres a la inversa, preieren el rock a la música del amor. Dicho resultado, sin dudas, nos estaría dando información sobre la conducta del sexo femenino y masculino pero sabemos que hay hombres que gustan de la música romántica y mujeres que gustan del rock y acompañan a sus novios a los recitales. ¿Podemos suponer que esos sujetos son homosexuales por tener esos gustos? La realidad demuestra que no. De más está decir que los músicos que se dedican a hacer música del amor son en su mayoría hombres. La literatura y música romántica le debe muchísimo al sexo masculino. Otra cosa que podemos suponer es que los hombres son, por lo general, competitivos y amantes de los deportes. Que preieren mirar una película policial o ver un partido de futbol a que ir al teatro o quedarse en casa mirando películas como “La Casa del Lago” o “Hechizo de Amor”. Pero sabemos que no todos los hombres son muy amantes del futbol y que algunos gustan de ver, de vez en cuando, alguna película romántica. Y esto ocurre porque el hombre también se siente interesado por el amor. Y está claro que en el amor tiene que haber por lo menos dos personas (normalmente hombre y mujer), por lo que una película que contiene una historia de amor responde a las necesidades de ambos sexos, < 44 >
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no sólo de las mujeres. Por ende no podemos decir que un hombre es menos hombre sólo porque no le atrae mucho los deportes o por que mira de vez en cuando las películas que mira su novia. Lo mismo podemos decir si le gusta mucho cocinar o quedarse en casa leyendo y escuchando su música favorita (el hombre �hogareño. Parece claro, entonces, que los hombres tienen gustos y personalidades que oscilan entre el polo femenino y el polo masculino. Aunque en general parecen moverse más hacia el polo masculino, tampoco se quedan pegados permanentemente en ese lugar, gravitando algunas veces sobre el YIN. Y lo miso podemos decir de la mujer. Esta, a diferencia del hombre, se ha sabido despegar del polo femenino con mucha más facilidad que su compañero. Actividades que tradicionalmente hacían los hombres empezaron a hacerlas también las mujeres. El lenguaje femenino fue incorporando con el tiempo palabras y modismos tradicionalmente propios del sexo opuesto. En cuanto a la personalidad, muchos están de acuerdo en que la mujer es mucho más andrógina que el hombre. En el último siglo la mujer se ha permitido ejercer roles y conductas que el hombre, en su machismo, no se ha permitido imitar. Y eso sin renunciar ni un ápice a su normal orientación sexual. El aumento de la < 45 >
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androginia femenina no ha derivado de un aumento proporcional de la homosexualidad femenina. En el grupo de las mujeres deportistas, cientíicas e ingenieras hay mayoría de heterosexuales que de lesbianas, y eso lo podemos ver en las millones de mujeres profesionales y deportistas casadas o en pareja con hombres. La orientación heterosexual sigue siendo mayoría en el mundo pese a que los hombres y las mujeres se parecen, en sus conductas, cada vez más. Y si esto ha ocurrido con la mujer, con el hombre ocurriría también si algún día se decidiera a cambiar. Sólo es cuestión de que se anime. Si observamos tanto el aspecto ísico como el aspecto psíquico de los seres humanos veremos que, aunque hay diferencias incuestionables entre ambos sexos también hay muchas similitudes. Pocas cosas son exclusivas de un sexo en particular. El 90% o más de las propiedades humanas (sobre todo las que pertenecen al plano mental) las vamos a encontrar en ambos sexos. Y esto es independiente de su signo sexual genital y de su orientación sexual. Estas dos características no determinan
unívocamente los rasgos mentales de una persona. El ovario no te hace más romántico ni la próstata te convierte en un deportista. Lo que podemos
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decir, conforme a muchos estudios médicos, es que las hormonas sexuales «predisponen» al sujeto a estar más dispuesto o más incentivado a tomar determinadas conductas. Por ejemplo un aumento en la producción de testosterona en el cuerpo podría predisponer, tanto a un hombre como a una mujer, a una mayor actividad ísica o concentración mental. Y lo mismo podemos decir con un aumento en la producción de estrógenos. Pero de allí a decir que los órganos sexuales (gónadas, cromosomas, hormonas) generan conductas diferenciadas ente hombres y mujeres hay un gran trecho... La educación familiar, el medio sociocultural y la elección personal son ininitamente más inluyentes en las conductas humanas que las mismas hormonas. Una vez que aceptamos que la orientación sexual y la conducta no es un derivado natural de la genitalidad, no podemos, a partir de allí, construir teorías de género en donde se confundan los tres elementos. Un concepto de hombre o de mujer debe saber distinguir a cada uno de los tres aspectos. Por ejemplo no podemos construir un concepto de “sexualidad femenina” o de “feminidad” que incorpore los tres aspectos a la vez ya que, como hemos vistos, son totalmente independientes. Allí
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debemos DEFINIR de antemano que es lo “femenino”, a qué nos referimos cuando hablamos de “mujer” y qué cosa queremos decir cuando hablamos de “sexo” o de “sexualidad”. Tampoco podemos decir (como dice Preciado o algunas feministas) que el sexo o la sexualidad son una “construcción cultural” porque eso excluye la natural genitalidad humana. Está claro que la sociedad no hizo los órganos sexuales. Tampoco que el ser heterosexual es una imposición social o que el ser homosexual es una elección personal porque eso no explica el predominio de la heterosexualidad en todas las culturas a lo largo de todos los tiempos. Sin duda existe una ventaja adaptativa (por usar un término darwinista) en la heterosexualidad y eso explicaría por qué ha sido seleccionada con mayor frecuencia respecto de otras inclinaciones sexuales. Existe un punto que parece ser INDISCUTIBLE, y es que la heterosexualidad garantiza la perpetuidad de la especie y además eleva al nivel más alto el éxtasis sexual de los amantes
(dada la perfecta complementación ísica y química que existe entre ambos órganos sexuales). A esto me reiero cuando hablo de ventaja adaptativa. Sin dudas existe algo que hace especial a la unión erótica “hombre-mujer” respecto de otras respetables sexualidades. < 48 >
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Una vez entendido todo esto ya estamos perfectamente preparados para estudiar y “clasiicar” a los humanos.
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TAXONOMIA DE LA SEXUALIDAD
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Taxonomía de la sexualidad
La Taxología es una rama de la Biología que se ocupa de clasiicar a los seres vivos. Para ello utiliza deiniciones que son muy claras y excluyentes, es decir, o son la una o son la otra (el tercero está excluido). Por ejemplo, si clasiicamos plantas decimos que son “con tallo” o “sin tallo”, con hojas de “borde liso” o “borde dentado”, “acuáticas” o “terrestres”, etc. etc. Si queremos clasiicar animales decimo que son “unicelulares” o “pluricelulares”, “vertebrados” o “invertebrados”, “sexuados” o “asexuados”. En nuestro caso, la clasiicación se apoya, contradiciendo un poco a la Biología, en tres categorías. Estas son, para poner un ejemplo: blanco, negro y gris
La tercer categoría (el gris) nos dice que en el individuo se maniiestan ambos aspectos de la clasiicación dual (o sea blanco y negro). Esta clasiicación dual, como puede verse, es la principal. La tercera sería una combinación de las otras dos, por lo tanto no agrega nada nuevo en materia de propiedades y nos habla de una naturaleza mixta. Para deinir la identidad de una persona
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Taxonomía de la sexualidad
(entiéndase sus rasgos �generales) me valgo de la siguiente categoría: 1)
Sexo
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Orientación sexual
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Personalidad
El sexo se reiere a los órganos reproductores del individuo. Es, en general, el aspecto más sencillo de detectar y el primero que nos miran cuando nacemos... La orientación sexual también es sencilla de identiicar y tiene que ver con los deseos eróticos, es decir el sexo que más nos produce atracción. Normalmente es uno en particular, pero pueden ocasionalmente ser dos. Finalmente nos queda la personalidad el aspecto más complejo de todos que deine los rasgos mentales del sujeto y, por extensión, la apariencia ísica. Aunque la apariencia ísica no está comprendida como un rasgo de la mente, tiene su valor a la hora de deinir a una persona. Cuando una mujer le pregunta a su amiga “cómo es tal hombre” su amiga le responde “es alto, de ojos claros, trabaja de empleado en un banco, es de carácter tranquilo…”. Los humanos
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Taxonomía de la sexualidad
asociamos lo ísico a la persona, por lógica, por una cuestión de comodidad y conveniencia, podemos SUMAR a la personalidad el aspecto ísico también. Esto simpliica y deine mejor la clasiicación en cuestión. Demás está decir que el ísico es la parte menos “rica” o “interesante” de una persona si lo comparamos con la multitud de rasgos y aptitudes psicológicas que posee un ser humano. No parece diícil de aceptar que nos distinguimos los unos de los otros más por nuestra personalidad que por nuestro aspecto ísico. Estas tres categorías mencionadas (sexo, orientación sexual y personalidad) son totalmente independientes. Ninguna de ellas determina UNÍVOCAMENTE a las otras. El ser de un sexo determinado no determina de manera inequívoca su orientación sexual ni determina inequívocamente su personalidad. Ambas categorías se mueven por canales diferenciados.
El sexo, en este caso, tiene que ver con las características sexuales reproductivas. Estas pueden ser tres: Hombre ,mujer, intersexual.
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Taxonomía de la sexualidad
El hombre es aquel que posee pene, próstata y testículos y la mujer es aquella que posee vagina, útero y ovarios. Estos son los sexos primarios, como
primarios son el color rojo, el amarillo y el azul; padres de todos los demás colores. Normalmente estos genitales vienen asociados a cromosomas y hormonas particulares (estrógeno + cromosomas XX para la mujer y testosterona + cromosomas XY para el hombre). Los intersexuales son personas que nacen con genitales ambiguos u, ocasionalmente, de ambos sexos. Es una condición poco común en la naturaleza humana por la cual un individuo presenta discrepancia entre su sexo cromosómico (XY y XX), gónadas (testículos u ovarios) y genitales (pene o vagina), poseyendo por tanto características genéticas y fenotípicas propias de hombres y mujeres. Puede poseer, por ejemplo, una abertura vaginal, la cual puede estar parcialmente fusionada, un órgano eréctil (pene o clítoris) más o menos desarrollado y ovarios o testículos, los cuales suelen ser internos. Antiguamente se les llamaban hermafroditas, pero luego se desestimó el uso de esta palabra porque los verdaderos hermafroditas son algunas especies de animales que poseen ambos sexos simultáneamente (caracoles,
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sanguijuelas) o que pueden cambiarse de sexo (hipocampos, pez doncella). Los casos registrados de «intersexualismo» son extremadamente raros pero he decidido ponerlos en esta categoría porque se suelen dar. Es un fenómeno que existe en nuestra naturaleza por lo que es necesario tenerlo en cuenta. Respecto a la orientación sexual también tenemos tres categorías bien distintas: Heterosexual, homosexual, bisexual
El heterosexual es aquel que experimenta, normalmente, atracción sexual por personas de SEXO opuesto. Está claro que cuando hablamos de sexo nos referimos a hombre, mujer o intersexual (clasiicados en el punto 1). El homosexual es aquel que experimenta, normalmente, atracción sexual por personas del mismo SEXO. Si es mujer le interesará la mujer y si es un hombre le interesará el hombre. El bisexual es aquel que experimenta atracción sexual por personas de ambos SEXOS indistintamente. Como el bisexual siente deseo por ambos sexos podría también interesarse por un intersexual, ya que éste presenta características sexuales mixtas.
En cambio el heterosexual y el homosexual, al tener inclinaciones más especíicas, seguramente se sentirían confundidos frente a un individuo < 55 >
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Taxonomía de la sexualidad
intersexual, no sabiendo si desearlo o no pues para ellos es muy diícil deinirlo como uno “igual a uno” o uno “distinto de uno”. Sin embargo, sea cual fuera la decisión que ambos tomen (es decir el hetero o el homo) respecto del intersexual, ésta no deslegitima sus propias orientaciones sexuales pues quedan libres de vincularse eróticamente a él o no, ya que la misma ambigüedad morfológica del intersexual habilita dicho trato. Está en el homo apreciarlo como a un �igual o no, y esto mismo podemos decirlo del hetero. Resulta obvio que allí no existen “reglas generales” y la elección es totalmente individual. Respecto del intersexual, se aplica la misma regla que con el hombre y la mujer. Este podría ser bisexual (si le atraen ambos sexos), homosexual, si desea a un solo sexo en particular y se identiica sexualmente con él (es decir si vive su sexualidad masculinamente y desea a un hombre o vive su sexualidad femeninamente y desea a una mujer) y heterosexual, si desea a un solo sexo en particular pero no se identiica sexualmente con él (es decir si vive su sexualidad masculinamente y desea a una mujer o vive su sexualidad femeninamente y desea a un hombre). Está claro que, al ser el intersexual ambiguo en sus órganos reproductivos, no nos
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queda otra cosa que apelar a su “experiencia erótica interna” para poder deinirlo como hetero, homo o bisex. Sólo él sabe más que nadie si vive su sexualidad de una forma masculina y/o femenina. Finalmente, si se encuentran dos intersexuales, cada uno decidirá por su cuenta cómo valora sexualmente al otro, es decir si lo ve más como hombre, si lo ve más como mujer o si lo ve como hombre y mujer al mismo tiempo. Luego de eso viene cómo el intersexual se valora valora a sí mismo, es decir si se identiica identi ica más con el hombre, con la mujer o le es indistinto. Concluida las valoraciones valoraciones mutuas estos se atraerán o se repelerán dependiendo si sus orientaciones apuntan al mismo sexo o no (recordemos que si la orientación sexual de uno de ellos es bisexual , no interesa cómo éste valore al otro pues no discrimina sexos). Todo esto da como resultado que dos intersexuales bien pueden atraerse o repelerse. Por poner un ejemplo concreto, supongamos que un intersexual vive su sexualidad más “femeninamente” y su tendencia erótica es homosexual. Si valora al otro intersexual como un “hombre” está claro que lo rechazará. Si en cambio lo valora como “mujer” lo deseará. Y si no tiene claro cómo valorarlo (tercera posibilidad) puede
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que lo rechace por falta de deinición. Si, en cambio, el intersexual vive su sexualidad tanto masculina como femeninamente, está claro que aceptará al intersexual (como también a un hombre y una mujer) ya que su orientación sexual será bisexual. bisexual. Aconsejo no complicarse demasiado con la orientación sexual de intersexual ya que este grupo representa a una ín�ima minoría. En la mayoría de los casos son sometidos a operaciones quirúrgicas que normalizan su sexualidad, es decir son convertidos en hombres o en mujeres normales. Lo importante, en materia de sexo, son el hombre y la mujer, que representan más del 99% de los casos. Por lo que la orientación sexual no presenta complicaciones pues estos pueden deinirse como homos, heteros o bisexs.
Esta deinición de la orientación sexual que propongo desata un debate interesante porque, algunos podrían deinir a la orientación sexual como aquella dirigida tanto a los rasgos genitales como anatómicos de una persona (lo que la Sexología denomina características sexuales secundarias). Por ejemplo un hombre que gusta de la mujer, pero que también gusta de algunos hombres travestis, es decir aquellos que tienen cuerpos muy femeninos. < 58 >
♀ D DII M E
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Este hombre se siente atraído no sólo por la parte genital de las mujeres sino también por los rasgos afeminados de una persona. Rasgos que suelen estar presentes en ambos sexos. Este gusto erótico por la anatomía femenina en sí misma es algo común en algunos hombres. Hombres que no se autodeinen como bisexuales sino como hombres “heteros”. La clave para entender esta conducta sexual es que algunos hombres travestis tienen un cuerpo muy femenino y encima, para colmo de males, son extremadamente bellos. El hombre “hetero” se siente, al parecer, parecer, confundido confundid o ante esta e sta ambigüedad “sexual” y le resulta inevitable canalizar su deseo sexual por el travesti, aún a sabiendas de que éste no es una mujer. Esto nos puede llevar a la conclusión de que el deseo sexual verdadero no se circunscribe solamente a la genitalidad sino que se extiende por toda la anatomía. Pero eso es un error, porque sabemos que hay hombres que no aceptan relacionarse con ningún tipo de hombres travestis (por más hermosos que sean) y que en las mujeres heterosexuales se da el caso de aquellas que sienten atracción por hombres que poseen rasgos ísicos muy masculinos (George Clooney, Kevin Costner, Rock Hudson), frente a otras que se
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sienten más atraídas por hombres con rasgos más andróginos (Robert Pattinson, Leonardo DiCaprio, Johnny Depp). Incluso hay mujeres que se sienten fuertemente atraídas por hombres ísicamente muy femeninos. Esto es algo común, por ejemplo, en la cultura juvenil japonesa, donde el modelo masculino que se impone es el afeminado. Este gusto particular de algunas mujeres no es nada extraño sino que se explica porque, para la cultura japonesa, lo femenino es sinónimo de belleza. Grupos japoneses como Dir en Grey, Nightmare, Alice Nine y Malice Mizer son y han sido bandas muy populares representantes del movimiento Visual Kei, que pregona la preponderancia de la estética femenina tanto para hombres como para mujeres. Por lo tanto no es válido airmar que una mujer no es heterosexual porque le atraen los hombres ísicamente andróginos o femeninos. En el caso de la cultura japonesa, las mujeres que adhieren al movimiento Visual Kei, buscan como parejas a un hombre, no a una mujer (salvo que sea lesbiana). Su objeto de deseo es el hombre con estética andrógina o femenina y no la mujer visualmente andrógina o femenina. La evidencia nos dice que la orientación
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sexual va por un lado y la atracción ísica (ojos, cabellera, rasgos faciales, brazos, piernas, tórax...) por el otro. Hay hombres que las preieren rubias y otros las preieren morochas; hombres que les gustan los cuerpos voluptuosos y otros que les gustan los cuerpos más “espigados”, hombres que se desvanecen por la mujer hiperfemenina y otros que aceptan formas de mujer más andróginas. Incuso hay hombres que les resultan atractivas las mujeres con una masa muscular más desarrollada de lo normal. No es una cuestión de “inclinación sexual” sino de “preferencias estéticas”. Para agregar un dato más, en la antigua Roma y Grecia los escultores esculpían estatuas de hombres y mujeres andróginas. Los artistas del Renacimiento (Da Vinci, Miguel Angel, Botticelli) se inspiraron en el arte griego y pintaron y esculpieron muchas iguras andróginas. Ejemplo de este estilo artístico es el Baco Richelieu del museo de Louvre, el Dionisio del Museo del Prado y diversas esculturas de Cupido y de Adonis (personajes mitológicos grecoromanos). Por lo tanto, si hay hombres que gustan tanto de mujeres como de hombres travestis o muy femeninos es porque su tendencia sexual es doble (bisexual). Ocurre que en la bisexualidad suelen haber más preferencias por un sexo que por el otro. No todos los bisexuales < 61 >
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viven su sexualidad de la misma manera. Por ende hay bisexuales que preieren más a la mujer y otros más al hombre (como cuando uno va a una heladería y no se resiste a pedir siempre “frutilla y chocolate”. Eso no implica que si le ofrecen “dulce de leche y vainilla” o algún otro sabor no lo vaya a comer…). Hay hombres que tienen poca “tolerancia erótica” a lo masculino y necesitan, para compensar esa deiciencia, que el sujeto de deseo compense esa falta con otros rasgos ísicos que le asemejen más a lo que él desea (digo “sujeto” de deseo porque no me gusta hablar de “objeto” de deseo…). Desde luego existen también hombres y mujeres bisexuales que parecen no tener preferencia por algún sexo en particular. En lo personal, considero que TODOS los seres humanos somos, por naturaleza, bisexuales. Es un punto que podemos discutir, pero tengo mis razones para pensar así. Creo que por lo general los humanos tenemos al menos una capacidad mínima de aceptación erótica por personas del mismo sexo y por el sexo opuesto (en el caso de los homosexuales). Me parece que es muy diícil que el rechazo sexual sea absoluto. El “macho” perfecto y la “hembra” perfecta son, a mi modo de ver, una
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auténtica rareza. Lo mismo que el homosexual perfecto. Siempre tenemos un poco de hetero y un poco de homo en nuestras preferencias sexuales, pero los prejuicios propios y la vergüenza social nos impiden reconocerlo PÚBLICAMENTE. A la sociedad le cuesta legitimar la homosexualidad. Lo “gay” y lo “lésbico” sigue siento todavía un tema tabú en muchos de nosotros. Es por eso que para deinir al heterosexual utilicé el término “normalmente”, que está indicando su inclinación sexual habitual o cotidiana. Aquella que ejerce habitualmente cuando se relaciona con otras personas o incluso cuando fantasea con otras personas. Esto mismo podemos aplicarlo al sujeto “homo”. En el caso del bisexual (y esto ya lo hablé), su erotismo es más complejo pues su tendencia varía según la persona. Hay “bisexs” que frecuentan o fantasean más con c on un sexo que con otro. Digamos que tienen una mayor preferencia por un sexo en particular. Otros, en cambio, fantasean con ambos sexos de manera más o menos proporcionada. La orientación sexual de este grupo, respecto de los otros dos, está más heterogeneizada . Hay para todos los gustos. La famosa actriz Angelina Jolie, casada con el popular actor Brad Pitt , ha reconocido públicamente su tendencia bisexual y haber sido pareja de la modelo internacional Jenny < 63 >
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Shimizu. Esto no es un chisme sino que es sabido por
los medios intenacionales. Respecto de ella, Angelina dijo “Probablemente me hubiera casado con Jenna si no me hubiera casado con Jonny. Me enamoré de ella desde el primer segundo que la vi.”
Finalmente, tenemos la parte más compleja de esta clasiicación. Y esta es la de la personalidad . En la personalidad también existen tres categorías diferentes: Masculino, femenino, andrógino.
La personalidad masculina se caracteriza por una mayor inclinación hacia los deportes y los juegos jue gos de intelecto. Al masculino suele interesarle mucho la Ciencia, la Filosoía y mirar películas de acción. Le atrae también todo lo que tenga que ver con el movimiento, los cambios y la destreza mental. Suelen ser personas competitivas, abiertas y muy proclives a relacionarse con la gente. A veces son muy rudos y temperamentales. Otra característica que tienen los masculinos es que cuando hablan no expresan mucho sus emociones, razón por la cual sus gestos g estos o modulaciones de voz no lucen “amanerados”. Como viven viven preocupados por su estudio estud io o su trabajo suelen descuidar su aspecto personal. Les gusta la ropa
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Taxonomía de la sexualidad
simple y ligera. No demasiada llamativa. Preieren las explicaciones “racionales” a las explicaciones “místicas” o “religiosas”. En su forma más extrema, suelen ser fríos y calculadores, relacionándose con la gente de manera supericial. A veces suelen comportarse de manera violenta o dominante, causando mucho dolor a su alrededor. alrededor. Por supuesto que esto escribí tiene una signiicación general. No hay que tomarse esta descripción como una plantilla o “molde ijo”. ijo”. Lo que acabo de mencionar es simplemente un estereotipo que nos orienta en lo concerniente a la masculinidad. Es como en el caso de la Astrología cuando dice que “los taurinos son así y asá y los acuarianos son de esta forma y la otra…” otra…” . Está claro que no todos los taurinos
son idénticos y lo mismo pasa con los acuarianos. La personalidad femenina, en cambio, se caracteriza por una mayor inclinación hacia el arte y los juegos de azar. También de expresar sus emociones por medio de la danza o el baile. Gustan de leer novelas y mirar películas de romance o de suspenso (incluso terror). Les gusta la comunicación, hablar y ser escuchadas. No les atrae la competencia, son más bien cerradas y poco proclives a relacionarse con personas que desconocen. Son selectivas e
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Taxonomía de la sexualidad
intimistas. Su modo de expresarse es calmo y suave
y odian los disturbios y las peleas. Una característica típica de las personas femeninas es que cuando hablan expresan abiertamente lo que sienten, razón por la cual sus gestos o modulaciones de voz lucen claramente “amanerados”. También suelen ser algo narcisistas, pasando largo tiempo probándose ropa y mirándose al espejo. Conían más en su intuición que en su razón y se destacan por su sensibilidad, su buen gusto y su sentimentalismo. En su forma más extrema, suelen ser personas muy interesadas y posesivas, relacionándose con la gente de manera absorbente o muy pasional, lo que los lleva a tener conductas muy egoístas y hasta crueles. También suelen ser inseguras, tercas, materialistas o muy supersticiosas. El sujeto andrógino es aquel que tiene una conducta mixta. Es femenino y masculino al mismo tiempo, por lo que deinirlo nos llevaría todo un capítulo. Es la personalidad más compleja que existe y por eso confunde mucho a la gente. Algunos lo pueden ver como “femenino” y otros como “masculino” dependiendo del cristal con que se lo mire. La ventaja que tiene este sujeto “mixto” es que, a diferencia de los otros dos, raras veces suele
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Taxonomía de la sexualidad
caer en conductas extremas. Podemos decir que su androginia lo tiene casi todo el tiempo balanceado, como si estuviera en el equilibrio justo. Puede ser alguien muy inteligente sin que eso lime un ápice su emoción o sensibilidad. Sabe cuándo debe ser blando y cuándo debe ser duro. Cuándo debe hablar y cuándo debe callar. Puede interesarle tanto la Ciencia como el Arte, la música como el deporte, la meditación como la investigación. Es muy diícil encasillarlo en alguno de los dos polos. Como regla a seguir podemos decir que cuando a un sujeto no se lo puede deinir como �masculino o como �femenino es porque es �andrógino . Es una regla que nunca
falla. Desde luego que no siempre el andrógino es consciente de su androginia. Y esto es así por una cuestión de educación o formación cultural. Muchas mujeres andróginas se autodeinen como femeninas y lo mismo pasa con los hombres. Les cuesta reconocer su otro costado. Las propiedades masculinas y femeninas, además de estar presentes en la personalidad también se maniiestan en la anatomía. Había dicho que, por una cuestión de conveniencia, el aspecto ísico lo tomo como una extensión o parte de la personalidad. Aunque son cosas bien diferenciadas,
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Taxonomía de la sexualidad
pueden englobarse dentro de las características generales del sujeto. Voy a utilizar el término “anatomía masculina” y “anatomía femenina” para referirme al cuerpo humano indistintamente de su sexo, es decir hombre o mujer. La anatomía, como sabemos, describe las características ísicas de un individuo más allá de que estos dependan o no de otros factores (por ejemplo hormonales, genéticos, etc.). Respecto al aspecto ísico, la anatomía masculina tiene una forma menos sinuosa que la femenina. Sus rasgos faciales son más angulados y posee más masa muscular. La anatomía femenina, en cambio, tiene un rostro más redondeado y su cuerpo tiene más ondulaciones. Además, en nuestra especie, el cuerpo femenino viene asociado a una mayor cantidad de grasas, razón por la cual la silueta delgada genera un efecto más femenino en cualquier ser humano. No hace falta decir que esto es así porque al haber más grasas hay menos tejido muscular… Respecto del timbre de voz, los masculinos tienen una voz más grave y los femeninos una voz más aguda. El andrógino es el humano con rasgos mixtos, por ende la anatomía andrógina está a medio camino entre los dos extremos. Tranquilamente se puede vestir como lo hacen los hombres o las mujeres y es imposible notar la diferencia. Puede jugar a < 68 >
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Taxonomía de la sexualidad
ser mujer y hombre tranquilamente . El timbre de
voz andrógino también es intermedio, llegando al punto de quedar absolutamente indeinido entre ambos polos. Un caso emblemático de voz andrógina es la del ex cantante Thomas Anders (vocalista principal de Modern Talking) o de Bill Kaulitz , vocalista del grupo alemán Tokio Hotel. Recuerdo que la primera vez que escuché a Anders creí que era una mujer. Menuda sorpresa me llevé cuando me enteré que era un hombre… También hay mujeres con voces andróginas como la solista Sally Oldield (hermana del popular compositor Mike Oldield) y Desireless, cantante francesa intérprete del mundialmente famoso hit “Voyage Voyage”. No siempre la androginia vocal llega a ser tan perfecta como en estos casos excepcionales pero hay voces que, sin llegar a ser lo suicientemente femeninas (la androginia exige un grado alto tanto de feminidad como de masculinidad), se escuchan al oído bastante “ainadas”. Una de las que más destaco es la del fallecido cantante estadounidense Michael Jackson o del ícono andrógino del funk & rock Prince. En líneas generales, si lo miramos bien, todas las personas son por naturaleza ANDROGINAS. El ser humano es andrógino de nacimiento. Lo que
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Taxonomía de la sexualidad
ocurre es que los estereotipos sexistas que impone la misma sociedad va desnaturalizando con el tiempo esa androginia. Esto hace que el andrógino sea una “rara avis” en su medio pese a que pudo conservar sus rasgos primordiales. Considero que las personas que logran conservar su androginia a lo largo del tiempo lo han hecho porque nacieron con una personalidad muy independiente o porque se criaron en el seno de una familia que les permitió EXPRESARSE. Cuando esto no ocurre, el sujeto termina derivando en conductas preferentemente masculinas o femeninas, alineándose de esa forma al mandato de su comunidad. Una vez que tenemos bien en claro estas categorías y deiniciones (que podemos etiquetar como “La regla del tres veces tres”), es muy fácil deinir la sexualidad de cualquiera. Ya es imposible caer en confusiones. Obsérvese que para deinir a una persona, disponemos de nueve palabras inequívocas: hombre, mujer, intersexual, heterosexual, homosexual, bisexual, masculino, femenino, andrógino. Estas, a
su vez, pertenecen a tres categorías inequívocas también: sexo, orientación sexual, personalidad . En total tenemos doce denominaciones que describen tanto la sexualidad como la personalidad del hombre.
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Taxonomía de la sexualidad
Esta terminología singular otorga al estudio de la sexualidad humana mayor exactitud conceptual y facilitan enormemente la elaboración de teorías de género. Curiosamente, esta taxonomía contiene tres números que tienen un fuerte sentido cabalístico: 3, 9 y 12. El tres es el número de la divinidad; el nueve es “tres veces tres” y el doce es el número de apóstoles de Jesús, el número de tribus de Israel, el número de signos del Zodíaco y el número de meses del calendario Gregoriano.
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ZOOLOGICO
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Zoológico
Si tenemos tres características distintas por cada uno de los tres aspectos que deinen al ser humano, combinándolas a todas tenemos 27 tipos de personas diferentes. Si a esa cantidad le descontamos los “intersexuales” (que generalmente se operan los genitales para quedar normalizados) las posibilidades se reducen a 18. 18 es un número alto si tomamos en cuenta que esta clasiicación establecida es demasiada general pues está muy lejos de poder contener con más detalles todas las individualidades básicas. Decir que fulana es una mujer “andrógina” no nos dice nada sobre qué gustos musicales tiene, cuál es su ideología política y con qué tipo de ropa se viste. Lo único que nos dice es que su personalidad está más balanceada y que encontraremos en ella aspectos tanto femeninos como masculinos. Lo mismo si nos dice que es heterosexual. Los heterosexuales tienen maneras diferentes de vivir la sexualidad. Hay para elegir. Si nosotros nos consideramos personas andróginas, es posible que podamos compatibilizar con otro andrógino en muchos aspectos. Incluso en esos aspectos o ideas que no compartimos podemos encontrar algún punto de conexión. Dos personas
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Zoológico
semejantes, por lo general, compatibilizan mucho más entre sí. Ahora voy a proponer un juego para poner a prueba lo aprendido en este libro. Voy a elegir a tres tipos humanos diferentes y vamos a tener que determinar, en base a la clasiicación ofrecida aquí, qué clase de personas son, es decir cómo las deinimos. Una regla a seguir es que hay que leer con cuidado la descripción del sujeto para no confundirse y terminar errando la respuesta. Encontrar la solución es fácil y al inal del capítulo estará la solución. Un buen consejo a seguir es no hacer especulaciones más allá de la información que se da. Ajustarse completamente a lo que dice el texto,
pues allí está todo lo necesario. Si parece que no queda bien claro algún aspecto del sujeto, entonces releer todo de nuevo tratando de detectar alguna “pista” (por pequeña que sea) que nos revele la respuesta buscada para poder encontrar la solución correcta . Vamos a empezar por Alexis, que nació en el seno de una familia de clase media. Sus padres eran cristianos pero no practicantes. Una familia normal como tantas. A Alexis le gustaba mucho jugar a la pelota con los chicos del barrio y decía, por aquel < 74 >
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entonces, que el ser futbolista sería su destino Su madre recuerda que, cuando todavía era un infante, se pasaba horas pegándole a la pelota y que por eso descuidaba sus estudios. No era que a su madre no le agradara la idea de que sea futbolista − desde luego quería lo mejor para Alexis − pero pensaba que iba a ganarse la vida de una mejor manera siguiendo la carrera de medicina, psicología o incluso algún profesorado. Cuando Alexis se hizo adolecente trenzó amistad con una chica, pero al poco tiempo la chica lo dejó por otro. Esa fue su primera frustración sentimental. Tuvo su primer período a los 12 años y a los 18 se marchó de la casa de sus padres a vivir a la casa de una amiga. Estuvo saliendo con ella un tiempo y en ese período vivieron un fogoso romance, pero después de pelearon y Alexis tuvo que mudarse a otro apartamento. La depresión y la soledad se habían adueñado de su corazón, pero con el tiempo pudo salir. En cuanto a su forma de vestir Alexis preiere la estética formal. Su aspecto ísico es delgado, con poca masa muscular y rasgos faciales delicados, no más alto de 1,65 metros y peso no mayor de 60 kilos. Gusta de usar el pelo corto pero desiste de tener aros en la oreja como
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Zoológico
muchos otros chicos. Preiere los colores oscuros a los claros o chillones y se pone siempre pantalones, combinándolos con alguna camisa sencilla o una elegante remera. Nada de adornos o estampados vistosos. Airma que eso es muy “gay” y que no cuadra para nada con su estilo. Si bien sigue siendo amante del futbol hasta el día de hoy y no se pierde ni un partido de la Champions League, su vocación se ha inclinado por la Física nuclear (actualmente asiste a una Universidad) y es amante de grupos musicales como Héroes del Silencio, Keane y Tokio Hotel . Entre sus películas favoritas iguran XXY , The Secrets (la película judía) y cualquiera de las protagonizadas por Denzel Washington. También es amante del animé japonés (no de la música) teniendo especial admiración por algunas de las películas del famoso cineasta Hayao Miyazaky y de casi todas las series del famoso estudio GAINAX. Cowboy Beebop es su serie favorita, sintiendo mucha identiicación con el protagonista principal de la serie (Spike). Actualmente se desempeña trabajando en una tienda de ropa de jeans, trabajo que consiguió por intermedio de una amiga, pero no se siente muy a gusto allí. Lo hace simplemente porque necesita el dinero. Después de vivir en la soltería durante un
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tiempo, conoció a un chico travesti que se hace llamar Selene. El chico trabaja en una tienda de cómics y también asiste a la Universidad. Sus padres son de buena posición. Alexis lo conoció allí cuando fue a comprar una película en DVD y pronto se hicieron muy amigos. Dada esa amistad, el joven le consiguió a precio de costo muchísima mercadería. Alexis no sabía cómo agradecérselo. Selene, por su parte, tenía interés por independizarse y andaba en la búsqueda de un alquiler. Como Alexis precisaba dinero para costearse sus gastos (pagar el alquiler y la Universidad) le propuso irse a vivir a su casa a cambio de que le ayudara a pagar el alquiler. El chico aceptó encantado y pronto se mudó a su departamento. Al poco tiempo de vivir juntos, el amor surgió entre los dos; Alexis se enamoró de Selene y Selene le correspondió. Hoy viven juntos y felices, teniendo una relación como cualquier pareja normal y no descartan la posibilidad, a futuro, de tener un hijo juntos… Alexis te pregunta: Dime qué soy
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Made in Japan
El Visual Kei es un estilo muy popular en la juventud japonesa. Tanto chicos como chicas adoptan una estética entre andrógina y femenina.
The Gazette es una famosa banda de metal alternativo japonesa perteneciente al estilo Visual Kei formada a principios del 2002.
Japón parece ser el único país en el mundo en donde se le rinde culto a la belleza femenina del hombre. No siempre es fácil distinguir un sexo del otro. Pese a todo eso, es considerada una sociedad bastante machista.
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Andrea vive en Italia y trabaja en una importante empresa de diseño de ropas. No voy a decir el nombre de la irma pero sí diré que tiene fama mundial. Desde su niñez fue amante del arte y recuerda que, por aquellos años, se metía en el ropero de sus padres y se vestía con las prendas de ellos. Su madre se enojaba y lo reprendía por eso. Tiene una hermana de nombre Francesca, con la cual se lleva muy bien y solían, cuando eran niños, compartir juegos juntos. Nunca jugó bien al futbol aunque siempre siguió a su equipo favorito: el Milán. Y estuvo en Japón cuando éste salió campeón del mundo en el 2007 al derrotar a Boca por 4 a 2. Cuando se hizo grande estudió diseño gráico pero luego descubrió que esa no era su verdadera vocación y terminó estudiando en una escuela de moda y diseño. Andrea es del signo de piscis y le fascina el arte en general (pintura, música, poesía). Hasta el cine le viene bien. “La casa del Lago” , protagonizada por Sandra Bullock y Keanu Reeves es su película favorita. Está saliendo desde hace dos años con una joven de nombre Verónica, a quien conoció en una tienda de ropas en la misma ciudad donde trabaja. < 82 >
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Verónica no es mala cocinera pero Andrea cocina mucho mejor. También se encarga de ayudarle a Verónica a elegir sus prendas y le confecciona, además, hermosos vestidos. Verónica dice que su pareja “tiene buen gusto para la ropa” y además “cocina como los dioses” . La ecología es una de las preocupaciones de Andrea, por lo que aparte de ayudar en su tiempo libre a grupos que trabajan en la preservación del medio ambiente, está juntando dinero para ponerse un negocio por su cuenta para la fabricación de prendas “ecológicas”. Es muy amante de los animales; tiene una perra de nombre “Maggie” y un gato de nombre “Tonny”. Hace poco tuvo una mala noticia. A su hermana Francesca le diagnosticaron cáncer de mamas. Si bien el médico le dijo que con un buen tratamiento no tendría problemas de curarse, la preocupación está presente en la familia. Sobre todo para el padre de Francesca, que desde ese día vive pendiente de la salud de su hija. “Es la nena de la familia” le explica Andrea a su pareja… “Imagínate como estará papá después de esto”.
Andrea te pregunta: Dime qué soy
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Ella y él
es una lósofa feminista partidaria de la teoría Queer. Dicha teoría sostiene que la orientación sexual y la identidad sexual son una construcción social y que, por ende, no surgen de la biología humana.
Beatriz Preciado
Jenny Shimizu es una modelo y actriz lesbiana muy famosa en los círculos gay y transex. Trabajó con Angelina Jolie en la película Foxfre y fue
pareja de ella por un tiempo. Dijo que fue amante de la popular cantante Madonna pero que, por aquel tiempo, prerieron mantener en secreto esa relación. Su estética masculina desafía claramente los cánones de belleza femeninos impuestos a la mujer por la sociedad patriarcal.
¿Bella señorita? No. Es el vocalista de la banda alemana “Tokio Hotel”. A diferencia de Shimizu, Bill Kaulitz preere una estética mucho más femenina. Algo que parece no molestarle a los miles de fans que le siguen.
Un poco de maquillaje en la cara, un toque de sombreado en los ojos, corte de pelo adecuado, gorrito y listo. Pasar de una estética masculina a otra femenina, para algunos hombres parece no ser una tarea tan difícil.
Shakti, Shiva, Vishnú .
Bill parece personicar (en estas tres imágenes) las tres caras de la tríada divina hindú. La energía femenina (abajo) la trasmutación de las cosas (arriba izq.) y la fuerza masculina creadora (arriba der.).
Duelo de titanes: Bill Kaulitz vs. Jenny Shimizu
El “hombre femenino” vs. “la mujer masculina” ¿Quién ganará? Gane quien gane estas imágenes parecen vericar, al menos en parte, la teoría queer de Beatriz Preciado.
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Canta en un grupo de rock inglés y se hace llamar Paris. Su estética ambigua y sus movimientos serpentinos arriba del escenario seducen por igual tanto a hombres como a mujeres. En especial a las mujeres, que enloquecen en los recitales cuando escuchan su voz sensual. Los chicos de la radio dicen que tiene un millón de fans… El exceso de alcohol y de drogas llevaron su vida al ilo de la muerte, pero la Parca se apiadó de su alma y pudo salvarse. No era su hora todavía. Se recuperó en un hospital de Sutton y a los pocos meses volvió con su grupo. Estuvo en pareja con el guitarrista del grupo, un chico que conoció en los suburbios de Londres, pero al poco tiempo se peleó y a causa de ello lo echó de la agrupación. Después quiso salir con el bajista, pero éste, por razones “obvias”, le rechazó. Además no quería terminar como el anterior guitarrista… Todo igualmente terminó bien ya que Paris pudo comprender los sentimientos de su compañero. El bajista siguió en el grupo sin ningún tipo problemas. Esa fue la última vez que decidió buscar pareja dentro de su grupo. Aunque la fama y el dinero no le faltan, el amor era su cuenta pendiente. Después de estar < 90 >
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mucho tiempo en soledad, se puso en pareja con un DJ que conoció en una discoteca londinense. Un productor de 32 años que se hacía llamar Nicky (su nombre real era Neil Donovan). Con él pudo grabar su tercer simple titulado “Drink up all”, una canción que se hizo famosa en todas las discotecas gay de Europa. Luego de estar de gira por algunos países de la comunidad Europea regresó a su ciudad natal y allí se separó de Nick. Descubrió, cuando regresó, que su novio había estado teniendo sexo con varias mujeres mientras él andaba de gira. Esa fue la última pareja oicial que tuvo. La estética de Paris es muy provocativa. Tiene el estilo de los rockeros japoneses. Cara cuidadosamente maquillada, prendas con estilo algo barroco y aristocrático (tipo Duran Duran de los 80` pero mucho más “rockero”), cinturones gruesos con tachas plateadas y collares y piercing por todo el cuerpo. Sus allegados dicen que tiene gran obsesión por su apariencia. Un día se tardó como media hora en salir al escenario porque no le gustaba cómo le quedaban unos botines negros con plataforma que llevaba puestos. Al inal solucionó el problema cambiándose el calzado con el baterista del grupo. Casualmente ambos calzaban el mismo número.
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Pero la ropa no es su única obsesión. También le gustan los autos de lujo y sobre todo las motos. Se gastó cerca de 100 mil dólares en adquirir un Audi A8 y otros 100 mil en una Tiger 800 de BMW. Le encanta vestir de color negro (su color favorito) y gusta de coleccionar camperas de cuero. Pese a su aspecto de chica o chico “duro”, Paris es de carácter suave y afectuoso. No le gustan las peleas aunque se hace valer si es necesario. Utiliza la música como medio para expresar lo que siente pero rechaza la violencia y toda forma de xenofobia (algo que – según sus palabras − está aumentando en Europa). Le gusta compartir su tiempo libre con la gente que quiere y, en especial, con su propia familia, con la cual mantiene una cordial relación. Ha participado en recitales en favor de causas humanitarias y no pierde la esperanza de encontrar algún día su amor. Paris te pregunta: Dime qué soy
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Sobre Dioses y Andróginos
Hermafrodito (museo de Louvre)
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Adonis (arriba izq.) Dionisio (arriba der.) Cupido (abajo)
son divinidades paganas que representan la androginia del hombre. La imagen del humano andrógino era algo muy común en las civilizaciones de la Europa y Asia antiguas.
Venus de Milo (museo de Louvre) y Hércules (derecha) representan el estereotipo de la mujer femenina y el hombre masculino. Sobre estos dos estereotipos grecorromanos se construyó el paradigma de la sexualidad patriarcal.
Los artistas renacentistas y aquellos que practican el arte clásico representan a los ángeles y a muchas deidades paganas con una belleza andrógina o femenina. En la estatua de arriba (doble) vemos que la misma carece de pechos pese a que su rostro parece al de una mujer. Abajo, la gura andrógina-femenina de un ángel tocando el arpa.
ANGELES I
ANGELES II
ABADON
ANGELES III
ME SIENTO Y ESPERO. ¿UN ÁNGEL CONTEMPLA MI DESTINO? ¿Y SABEN ELLOS LOS LUGARES A DONDE VAMOS CUANDO SOMOS CANOSOS Y VIEJOS? PORQUE ME HAN DICHO QUE LA SALVACIÓN LES PERMITE DESPLEGAR SUS ALAS. POR ESO CUANDO ESTOY ACOSTADO EN MI CAMA, CON PENSAMIENTOS CORRIENDO POR MI CABEZA, Y SIENTO QUE EL AMOR ESTÁ MUERTO, EN VEZ DE ESO AMO A LOS ÁNGELES. Robbie Williams
“Los andróginos tienen la belleza de los ángeles...”
Rock Hudson
HOMBRE HOMOSEXUAL MASCULINO
SOLUCIONES DEL JUEGO “Dime Qué Soy” ALEXIS: mujer – bisexual - masculina ANDREA: hombre – heterosexual - femenino PARIS: hombre – homosexual - andrógino
PANDORA BOX
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Recordando algunos programas de televisión donde los homosexuales o travestis eran interrogados acerca de su sexualidad, se me ocurrió plantearme algunas preguntas que pudieran aparecen y cómo éstas debían ser abordadas respecto de las categorías que propone este libro. Algunas de esas preguntas podrían ser las siguientes: ¿No resulta un poco �chocante hablar de “clasiicación” de los seres humanos como si estos fueran simples plantas o animales?
No considero chocante el intento de clasiicarlos siempre y cuando esa clasiicación no sea desnaturalizante . La Psicología también utiliza términos para deinir las diferentes conductas humanas y eso no escandaliza a nadie. Y lo mismo podemos decir de la Biología, que en su taxonomía está incluida la misma especie humana (homo sapiens: eucariota, animal, vertebrado, mamífero, primate, homínido). ¿Cómo se tomaría un hombre travesti que tiene una personalidad muy femenina el ser considerado un «hombre»? A muchos travestis no les gusta la idea de
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que se los trate como «hombres»…
Las personas “transgénero” (gay, travestis, intersexuales, bisexuales…) son personas que incorporaron los valores y estereotipos sexistas que la sociedad propone, por lo que es normal que en su propio LENGUAJE se reieran a «hombre» o a «mujer» como algo que trasciende la propia genitalidad. Eso es lo que la sociedad les enseñó y lo que ellos bien aprendieron… En la clasiicación que propone esta obra, el término «hombre» y «mujer» adquieren un signiicado distinto, remitiéndose exclusivamente a la parte reproductiva. Respecto a los rasgos anatómicos, vestimenta y conducta del individuo se utilizan otros términos para deinirlos. Está claro entonces que el problema, en todo caso, es de terminología, no de contenido. ¿Qué ocurriría si alguien propusiese que los baños públicos sean unisex? ¿Qué pasaría si un niño “transex” se negara a ir al baño de niños o al revés en el caso de una niña (ver el caso Coy Mathis, Colorado, EE.UU)?
Respecto al baño unisex está bien que se imponga en los espacios públicos siempre y cuando esa imposición esté respaldada por un consenso
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social. A muchos no les parece correcto que se le imponga a una mujer o a un hombre compartir su espacio íntimo con personas del sexo opuesto. Respecto al niño que quiere ir al baño de las niñas, está bien que se le respeten sus sentimientos siempre y cuando… las niñas lo ACEPTEN. Si las niñas aceptan a un chico (transexual o no) en su propio baño está todo bien. Pero si las niñas rechazan al niño porque no logran verlo como uno igual a ellas (o sea como a una «nena»), el niño no les puede obligar a ellas a que lo acepten en su propio espacio femenino. Por lo tanto los funcionarios públicos deberán buscar algún tipo de solución para este caso. Hay personas que incluso no estarían de acuerdo con esta idea que acabo de exponer porque piensan que son los padres y no las niñas los que tienen el derecho a decidir en un caso así (puede que las niñas lo acepten e incluso le tengan gran estima pero que los padres se «escandalicen» por eso y presenten sus quejas a las autoridades). La regla a seguir es muy simple: Todo se puede hacer siempre y cuando haya consenso social o consenso de grupo. ¿Pueden los varones usar nombres de “mujeres” y las mujeres usar nombres de “varones”?
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Considero que los nombres son simples ETIQUETAS y que deberían usarse con total libertad. Cualquiera tiene derecho a cambiarse el nombre si no le gusta el que le pusieron los padres. Pero debería haber un límite de cambios (por ejemplo hacerlo sólo una vez), pues cambiarse el nombre a cada rato traería aparejado problemas legales y gubernamentales. Esto de los nombres es algo muy interesante porque cuando uno busca la etimología de los mismos entra en la cuenta que gran parte de ellos son nombres TRANSGENERO. Por ejemplo, según una fuente que consulté en Internet (www. signiicadodelosnombres.org) “Carola”, que es un nombre considerado de mujer, signiica “canción de la felicidad” . No veo razón de por qué a un varón no pueda ponérsele un nombre así… Lo mismo que “Tamara”, que signiica “árbol de palmera” , o “Daiana”, que signiica “basta con crear”. En el caso de los nombres considerados masculinos tenemos a “Daniel”, que signiica “sólo Dios juzga” o “El juicio de Dios”. Luego tenemos a “Marín”, que signiica “del mar” y a “Néstor” que signiica “sabiduría”. No veo por qué una mujer no pueda tener estos nombres tan importantes. Finalmente tenemos a “Andrea” (que en varios países se lo utiliza como nombre
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exclusivo de mujer) y resulta que signiica nada más y nada menos que “valiente y varonil” . Curioso ¿no? ¿Qué opinión merecen las personas que se cambian de sexo?
Es un tema que da para hablar, pero a mi modo de ver me parece que es una consecuencia negativa de los estereotipos patriarcales que nos han inculcado. No hay ninguna razón para que una persona se cambie de sexo cuando comprende completamente su propia naturaleza. Resulta que
la teoría de género patriarcal vincula la genitalidad con la orientación sexual y con la personalidad, por lo que el transexual se siente confundido y piensa que por tener una orientación sexual de “mujer” y personalidad de “mujer” entonces DEBERÍA tener órganos reproductivos de mujer (ahora sin comillas…). El sujeto en cuestión siente que “algo anda mal” en su propio cuerpo y toma la drástica decisión de operarse, es decir sacarse lo que está “mal”. Pero está claro que nada está mal en su vida (salvo sus propios conceptos) y que el tener gustos y deseos de “mujer” no implica necesariamente tener genitales de mujer. Se puede tener, como hemos visto, una cosa y no la otra. Veamos el caso de algunas lesbianas que tienen, como mujeres que < 108 >
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son, genitales femeninos y sin embargo sus modales y deseos sexuales son masculinos. Si el transexual lo comprendiera así seguramente no tendría ningún tipo de problema con su sexo y desistiría de hacerse una operación. ¿Y si aún así decidiera operarse…?
Si aún decidiera operarse entonces está claro que el sujeto tiene un gran problema de aceptación de sí mismo, algo que no nos debería sorprender en lo absoluto si prestamos atención a la época en que vivimos y vemos los millones de mujeres que se ponen siliconas y se operan porque no están para nada conformes con su cuerpo. También las muchas adolecentes que se enferman de anorexia y hasta mueren por eso. La disconformidad con el propio cuerpo es una de las neurosis colectivas más comunes de nuestro tiempo. Y más frecuente en mujeres que en hombres. Antiguamente, en el cine porno, no era común ver a un hombre travesti teniendo sexo con una mujer. Incluso un travesti adoptando, en la relación, el rol activo. Hoy en día las cosas parecen haber cambiado y los hombres transexuales parecen animarse más con una mujer y no tienen problemas de adoptar el
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rol de “hombre”. Incluso adoptan ese rol «viril» con otros hombres también. Por parte de la mujer, parece que ésta tiene más aceptación erótica por el hombre travesti, rompiendo de esa forma con la hegemonía de la clásica pareja hombre masculino-mujer femenina que caracterizaba al porno clásico. ¿Esto se debe simplemente a una cuestión de estrategia comercial o hay algo más de fondo?
Los cineastas están sin dudas atentos a las necesidades de consumo de sus clientes y esto explica en parte el cambio. Cuando cambian los hábitos de consumo de la población cambia forzosamente el negocio del cine. Pero no es menos cierto también que el cine no puede imponerle a la gente algo tan íntimo como las costumbres sexuales y mucho menos la identidad sexual… Pienso que estos cambios se deben a la ruptura que hay en la sociedad con los clásicos estereotipos patriarcales. Ruptura que ha permitido que mucha gente explore su propio cuerpo y descubra la otra cara de su sexualidad. El moderno travesti ya no tiene como antes tanto conlicto con su parte masculina y asume su condición andrógina con más naturalidad. Esa aceptación, antes negada, le permite explorar ese costado erótico y en esa exploración
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profunda descubre la sexualidad de la mujer. Ese descubrimiento le permite conectarse con ella con luidez y en esa conexión se encuentra consigo mismo. Este descubrimiento explosivo refuerza su costado femenino porque ella es el espejo en donde él mismo se releja. La mujer le devuelve, a través de su erotismo, la feminidad que el travesti necesita. Ella representa esa parte que la Naturaleza le negó de nacimiento. La unión del hombre femenino con la mujer representa la imagen ancestral de la serpiente sagrada que muerde su propia cola. La serpiente que se retroalimenta de sí misma venciendo a la propia Muerte y alcanzando la eternidad. En el caso de la mujer, esta vence su prejuicio patriarcal y se vincula con el hombre travesti puesto que con él se rompe, simbólicamente, el viejo antagonismo que le provoca el hombre masculino. La relación amor y odio que la mujer suele tener con el hombre grecorromano y que bien fue representada por los antiguos griegos en las feroces disputas entre Zeus y Hera la lleva, inexorablemente, a refugiarse dentro de sí misma. A aislarse en su propio mundo de fantasías y de sueños. El travesti representa para la mujer moderna esa “caja rosada” donde ella guarda sus pertenencias. En él/ella la mujer encuentra todo: el espejo donde se mira, sus medias de seda, su vestido de noche, las < 111 >
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Pandora Box
cremas y el maquillaje. Revolviendo afanosamente dentro de la caja, como quien dialoga con una íntima amiga, la mujer encuentra sorpresivamente un juguete… Es un consolador rosado. Lo masculino irrumpe en ese mundo femenino y la lujuria se desata rompiendo los moldes. En ese encuentro inesperado con el otro, la mujer se abre como orquídea salvaje dejando atrás su ostracismo en la búsqueda de su complemento. De su otro yo. De su otra mitad. Ahora ya no está peleada con el hombre porque encontró en otro hombre al aliado necesario. El será de ahora en más su conidente, su compañero de juegos, el otro espejo en el cual se mire. La serpiente se vuelve a morder la cola y el número ocho se transforma en ininito… [el número 8 es la Muerte] El hombre normal − aquél que no es mujer ni es travesti o transexual − parece quedar sólo contemplando en un extremo. Contemplando a la serpiente que se muerde la cola y siendo relegado a ser un mero espectador. ¿Qué decisión tomará? Pero “no hay dos sin tres” dijo el sabio y el tres es el número de la divinidad, por lo tanto sin él el molde no está completo… Entonces acepta vincularse con el travesti porque solo travistiéndose (aunque sea < 112 >
♀ DIME
QUE SOY
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Pandora Box
de manera simbólica) puede hacer las paces con la mujer. Acabar con la maldición de la caja de Pandora reiniciando la Matrix y volviendo al PRINCIPIO. Una vez reconstituido el Mundo regresando los demonios a su lugar de origen, el antiguo Zeus se transforma en Adonis y la antigua Hera se transforma en Afrodita. Ya no hay conlictos entre el hombre y la mujer. Ya no hay más división en nuestra naturaleza humana. La fuerza del Amor nos ha devuelto la unidad.
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Otras Obras del Autor
El Hipermacho (Bubok 2010)
Feminismo o Matrismo (Bubok 2010)
Bubok
Poesías de Víctor Luna (Bubok 2010)
De Esto no se Habla (Bubok 2010)
Darwin Ha Muerto ¿Y ahora qué ? (Bubok 2011)
Viajeros del Tiempo (Bubok 2011)
Fuegos Fatuos (Bubok 2012)
¡Que Vuelva la Peseta! (Bubok 2012)