Doc trina So c ia l Doc De la Ig le sia
¿Que es la Doctrina Social De la Iglesia?
La doc trina social de la Iglesia c atólica es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad soc ial, política y ec onómica de la humanidad ba sado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia c atólica. El C ompendio de la Doc trina Soc ial de la Iglesia y el C atec ismo c atólic o la definen como un cuerpo doc trinal renovado, que se va articulando a medida que la Iglesia en la plenitud de la Palabra revelada por J esucristo y mediante la asistencia del Espíritu Santo, lee los hechos según se desenvuelven en el c urso de la historia
Principios de la doctrina
Según la Doc trina Soc ial de la Iglesia, la persona humana, por estar hec ha a imagen y semejanza de Dios, posee una dignida d que la hace superior a los demás seres c rea dos. He aquí algunas c itas de la Doc trina Soc ial de la Iglesia al respec to:
La dignidad de la persona manifiesta todo su fulgor c uando se c onsideran su origen y su destino. C rea do por Dios a su imagen y semejanza, y redimido por la preciosísima sangre de C risto, el hombre está llamado a ser "hijo en el Hijo" y templo vivo del Espíritu; y está destinado a esa eterna vida de comunión c on Dios, que le llena de gozo. Por eso toda violac ión de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios, y se configura como ofensa al Creador del hombre.
El Bien C omún Un sentido de pensar en el bien de todos los individuos, sin quitar ni el sentido de soc iedad, ni de unicidad. El Bien C omún está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y su progreso deben subordinarse a l bien de las personas y no a l contrario’ [...]. Este orden tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor.
Destino universal de los bienes, solidaridad, y respeto a la propiedad privada
Dios ha destinado la tierra y sus bienes en beneficio de todos. Esto significa que c ada persona debería tener acceso al nivel de bienestar nec esario para su pleno desarrollo. Este principio tiene que ser puesto en práctica según los diferentes contextos sociales y culturales y no significa que todo está a disposición de todos. El derecho de uso de los bienes de la tierra es nec esario que se ejercite de una forma equitativa y ordenada, según un espec ífico orden jurídico. Este principio tampoc o excluye el derec ho a la propiedad privada. No obstante, es importante no perder de vista el hec ho de que la propiedad sólo es un medio, no un fin en sí misma.
Principio de subsidiariedad
Se refiere a la protección a las soc ieda des intermedias, espec ialmente a la familia. C on este c riterio se pretende reducir la ac ción del Estado a lo que la soc iedad c ivil no puede a lcanzar por sí misma.
C uán grande sea la dignida d del ca sto matrimonio, principalmente puede c olegirse, Venerables Hermanos, de que habiendo C risto, Señor nuestro e Hijo del Eterno Pa dre, tomado la c arne del hombre c aído, no solamente q uiso incluir de un modo peculiar este principio y fundamento de la sociedad doméstica y hasta del humano c onsorcio en aquel su amantísimo designio de redimir, como lo hizo, a nuestro linaje, sino que también lo elevó a verdadero y gran [1] sacramento de la Nueva Ley, restituyéndolo antes a la primitiva pureza de la divina institución y enc omendando toda su disciplina y cuida do a su Esposa la Iglesia...
Participación social C onsiste principalmente en un c ompromiso del cristiano, en promover una sociedad más conforme c on los designios de C risto. Habrá que proclamar con más firmeza las verdades transmitida s por la Iglesia, toda su doctrina sobre la santidad del matrimonio. la educación doctrinal de los niños, la propiedad de bienes y su uso, los deberes para y con quienes administran el Estado; en fin, deberá restablecerse el equilibrio entre los distintos órdenes de la sociedad, la ley y las costumbres cristianas.
C ultura de la vida y de la calidad de vida
C ondena a toda forma de atentado contra la vida humana: aborto -incluso en caso terapéutico-, eutanasia, genocidio, homicidio, suicidio, etc. Y promueve que la persona tenga todas las condiciones nec esarias pa ra vivir: educac ión, trabajo, alimentac ión, salud, etc.
El hombre está llamad o a una plenitud de vida q ue va má s allá d e las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta voc ación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de tod o el proc eso unitario de la vida humana. Un proceso que, inesperada e inmerec idamente, es iluminad o po r la promesa y renovad o por el don de la vida divina, que alcanzará su plena realizac ión en la eternida d (cf. 1 J n 3, 1-2). Al mismo tiempo, esta llamada sobrenatural subraya precisamente el ca rácter relativo de la vida terrena del hombre y de la mujer. En verdad, esa no es realidad « última », sino « penúltima »; es realidad sagrad a, que se nos confía para que la custodiemos con sentido de responsabilida d y la llevemos a perfección en el amo r y en el don de nosotros mismos a Dios y a los hermanos...
La existencia de la ley moral
Para la Iglesia, la ley moral se deriva de tres fuentes: la revelación, el magisterio soc ial, y la concienc ia. Las personas, por su misma dignidad, deben conservarla, cumpliendo con sus deberes, amando a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo c omo a sí mismo.
Si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonc es las idea s y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de p oder. Una democ racia sin valores se c onvierte c on facilidad en un totalitarismo visible o enc ubierto, como demuestra la historia.