2014
Breve Ensayo sobre el Beso SU NATURALEZA Y SU POR QUÉ
BORIS ALBERT
INTRODUCCIÓN AL EJERCICIO MENTAL
“Una
flor le preguntó a un niño ¿qué es un beso? El niño fue y le preguntó a su padre El padre fue y le preguntó al poeta El poeta fue y le preguntó a la existencia La existencia fue delante de Dios Y Dios susurrándole al oído al pétalo, Le enseñó todas las cosas”
Boris Albert
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El BESO
Debo retroceder hasta mi niñez y hasta mi infancia, debo nuevamente ingresar por los recuerdos para llegar hasta la estación de las nostalgias. ¿Quién fue la primera persona que me ha besado en esta extraña vida? De seguro mi madre, luego fue mi padre y luego fueron mis hermanas. Un beso en las frescas y primerizas mejillas, un beso en la pequeña y despoblada frente, un beso, un simple y sencillo gesto, una acción instantánea y acotada. Un beso.
¿Qu ¿Qué ées u n beso? beso? U n beso beso es el contacto cont acto su ti l , deli cado y a veces veces apasion ado de l os l abios abi os con u na superf i cie, general general mente con l as meji l l as y labi os de otr otr a persona. El bes beso es el encue ncu entr nt r o íntim nt imo oe i ni ciati vo de dos cuerpos. cuerpos. El bes beso es es l a re r elaci ón, la l a in teracción y la comun i cación cación m me edian te la boca, boca, per per o sin sin la palabr a. Ahora, ¿por qué besamos? El beso es un acto instintivo que nos acompaña desde el nacimiento. Mediante él (como parte del sentido del tacto) nos relacionamos con los elementos externos a nuestro propio cuerpo. Por ejemplo, cuando nuestros nu estros virginales labios presionaron el pezón de nuestra madre, lo hicieron con la finalidad de extraer la leche materna y procurar la lactancia como el primer medio de sobrevivencia. Aquella primera interacción con el cuerpo femenino de la progenitora nos permitió conocer la textura y el sabor. Es así como los besos nos permiten conocer. La acción del beso no es una acción protocolar enseñada en una escuela, el beso es una manifestación natural de comunicación entre los seres vivos, como la observación. De esta forma el beso es parte y una extensión de la capacidad sensitiva del tacto. Sin embargo la capacidad y potencialidad táctil del cuerpo es distinta de acuerdo a su zona y órgano. Las manos están diseñadas para ofrecer una experiencia táctil diferente a la de nuestros labios mediante el beso. Es que mediante el beso no solo interviene el tacto, sino también el sentido del gusto. Se expresa aquí una interesante dualidad que tiene como producto reacciones químicas dentro de nuestro cerebro, la liberación de endorfina y saliva permiten la nivelación de los niveles de estrés y posibilitan la anestesia sólo por mencionar algunos de los beneficios del acto de besar entre dos personas. Es digno de mencionar que el beso es un acto y comportamiento que también se presenta entre diversos animales. Pero entre nosotros los seres humanos, el beso ha sufrido diversas interpretaciones sociológicas de acuerdo al uso y las adecuaciones que le hemos dado a través de la historia. El beso es culturalmente relativo como el contacto humano es culturalmente relativo. El beso está condicionado por el tiempo histórico, por el sistema social reinante en cada cultura, por la connotación sexual, por los distintos niveles de cortesía, protocolo e intimidad. En cierto país, el besarse en las mejillas entre hombres es una señal de afecto bien intencionada y pura, en otros países, la misma acción es altamente condenada. En ciertas culturas el besar la mano de una mujer es signo de cortesía y amabilidad, en otras, es simple manifestación de cursilería e incluso burla. El muy bien conocido beso de Judas a Jesús representó un acto de traición que condujo a muerte, pero el beso entre dos enamorados puede significar el comienzo de una vida plena juntos. El beso entre dos personas de distintos o iguales sexos puede variar en significado e intención, un beso en la frente, un beso en las mejillas, un beso superficial entre dos bocas, un beso más profundo con la interacción de las lenguas, un beso en el cuello, un beso en la espalda, un beso en el sexo, un beso en los pies, incluso un beso lanzado al aire, todos y cada uno de estos tiene una connotación y un propósito diferentes. Algunos la simple expresión de cordialidad, otros la de afecto, otros con clara intención romántica, erótica y o sexual. Sea cual sea el motivo y la finalidad, el beso siempre representa un medio de comunicación íntimo con el ambiente más próximo que nos rodea.
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¿Qué sucedería si no nos besáramos? Las expresiones cariñosas siempre resultarían incompletas, nos sobrarían todas las demás acciones por sólo la falta de una. Los labios se marchitarían, se secarían, caerían en las redes arácnidas de un autismo no descubierto, se volverían idólatras de ellos mismos, se limitarían a su propio autoconocimiento y a la estreches de su supuesta única únic a y privilegiada existencia en el mundo. Se transformarían en una puerta cerrada que sólo se abre para el tránsito de palabras y de aire, ya no cruzaría por el umbral el deseo, la pasión ni el placer, ya no nos devoraríamos las células y los átomos del otro para la exquisita ex quisita sobrevivencia del espíritu propio y ajeno. Ahora bien, ¿qué sucedería si nos besáramos en demasía los unos con los otros? Los besos tienen su medida correcta así como las gotas de agua dentro de un vaso. Una gota más de agua podría significar el rebasamiento del vaso. De la misma forma un beso innecesario podría significar el rebasamiento de nuestra libertad y de nuestros comportamientos. Entonces un uso extralimitado del beso por parte de todos los seres humanos resultaría en el rebasamiento de todas las libertades y comportamientos humanos. Es que el beso es la puerta que conduce a un mayor grado de intimidad emocional y física. Y tal grado de mayor intimidad no se desea con cualquiera ni con todos. Si fuera así, se perderían las nociones del respeto al espacio propio y a la intimidad como derechos fundamentales de todo hombre. Finalmente se generaría una sobreestimación del placer físico que probablemente conduciría a la precocidad sexual y al libertinaje moral. Pero tal situación hipotética es altamente improbable ya que en un extremo también malsano, nos hemos transformado en seres demasiado superficiales y poco cercanos al humanismo y a las expresiones de afecto sinceras y desinteresadas, es más, algunos ya se han convertido en simples máquinas vestidas de piel humana, fríos y calculadores, sin apego ninguno por la bondad. Pocas veces (quizás ninguna) los extremos son beneficiosos. La ausencia de la interacción íntima a través del beso es perjudicial e innecesaria innec esaria de la misma forma que su uso excesivo. e xcesivo. Pero, también el beso tiene un cargado contenido emocional. No solamente es un acto físico con consecuencias químicas corroborables de forma instantánea. Cuando el beso se produce en un contexto de amor romántico, es una expresión sincera de afecto y de entrega. Y Probablemente sea esta la manifestación más trascendental del beso. Cuando dos cuerpos, cuando dos almas, cuando dos espíritus se encuentran voluntariamente, no existe sólo el contacto entre materia ya que se genera aquí un traspaso de energía pura en las respiraciones entrelazadas, en los bailes de las lenguas, en la transparente mezcla de las salivas, en la electricidad sutil y biológica dispuesta en las terminaciones nerviosas de los labios. Todo en un beso es traspaso de energía. Y he aquí este dicho: de la abundancia del corazón besa la boca. Bese, pero no únicamente a otras personas como usted o como yo. Bese le recomiendo a los árboles, bese a las flores, bese el aire limpio, bese el agua, bese a cada cad a día y a cada noche, bese b ese la luz y bese la oscuridad, bese los sabores agrios y dulces, bese los colores desde el blanco hasta el negro, bese a la presencia y bese a la ausencia, bese al amor e incluso bese al odio, bese a la felicidad y a la tristeza, bese a los sueños y a los recuerdos, bese a las ideas y al pensamiento, bese la verdad y el conocimiento, bese a la sabiduría y por último bésese b ésese a usted mismo para que jamás se pierda de sí mismo y de su sendero.
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Boris Albert Propiedad Intelectual. Todos los Derechos Reservados. Tratado de Ginebra (1989) Convenio de Berna (1971)
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