HISTORIA DEL TRAJE
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V i er n es 1 de abr abrii l de 2011
I n t r odu oducci cció ón : ¿por porqu qué é n os ve vesst i m os os? ?
Esta primera entrada de blog pretendo dedicarla a una serie de reflexiones sobre el vestido, las cuales considero necesarias para entender su significado y su lenguaje desde el principio de los tiempos hasta la actualidad. actu alidad.
Tenemos que considerar que el vestirnos es un hecho que hacemos diariamente bien para salir a comprar, bien para ir a trabajar, para una entrevista, para salir de fiesta... Dependiendo de lo que vayamos a hacer, el vestido, nuestra ropa, adquiere un significado y un uso. En cuanto al uso de nuestra vestimenta, parece evidente pensar que nos vestimos para no salir desnudos a la calle, entre otras cosas porque no está bien visto y seríamos considerados como provocadores y acusados de escándalo público; normalmente nos vestimos por pudor, al menos a mi personalmente no me gusta que la gente me vea como mi madre me trajo al mundo, y creo que también por higiene. En cuanto al significado de nuestra vestimenta, no es lo mismo la ropa que te pones para una entrevista que para salir de marcha. Lo que llevamos encima posee un lenguaje no verbal que nos habla de nuestra persona, de nuestra nuestr a forma de ser, ser , de nuestra ideología... es el aspecto exterior que mostramos el que desempeña un papel importante sobre nuestra imagen porque en ello la vista llega antes que el lenguaje.
Dentro de este punto de vista, de que no hace falta abrir la boca para que las personas vean cómo somos o lo que somos, podríamos poner como ejemplo a las "tribus urbanas": góticos, raperos, hippies, pijos, antisistemas... todos ellos tienen una forma particular de vestir que es representativa de su ideología, de su pensamiento y también de su estatus social. Si vemos a un grupo vestido de negro sabemos que son góticos a los que les gusta cierto estilo de música, que son de tendencia depresiva, que no les gusta el mundo en el que viven, etc., si vemos a un pijo, sabemos que papá y mamá se lo suelen dar todo, que su palabra favorita es el osea, que llevan ropa de marca (por que son mejores que los demás, por supuesto....es ironía claro), que conducen coches caros....
Reproducción de Australopithecus afarensis , Barcelona
Realmente nos vestimos por necesidad puesto que, en mi modesta opinión, en un segundo lugar se encuentra el vestirnos para decir qué somo o cómo somo o qué pensamos, pero ¿cuándo surge la necesidad de vestirse? Es evidente que no tenemos una fecha exacta en la cual señalar el momento exacto de la aparición del vestido, pero resulta evidente así mismo pensar que, bien por abrigarse o bien por pudor, el vestido comienza a hacer su aparición en la Prehistoria. Aunque a este periodo le dedicaremos un apartado especial, podemos adelantar que al parecer la idea de "decorarse", engalanarse, fue anterior a la de cubrir el cuerpo. Pero, al contrario que el resto de animales, que tienen un recubrimiento protector (los pájaros, plumas; los peces y reptiles, escamas...) el ser humano se muestra desnudo ante lo que le rodea. A medida que éste va evolucionando hasta llegar al homo sapiens, va perdiendo su protección, la piel se va haciendo más fina y delicada, va convirtiéndose en un ser más vulnerable ante el clima. Es la necesidad de protegerse del frío, del sol, lo que hace que nuestros ancestros comiencen a cubrir sus cuerpos, pero hasta aquí puedo leer, no quiero adelantar mucho más puesto que le dedicaremos un tema a la Prehistoria.
L unes 4 de abril de 2011
Apuntes sobre el vesti do en la Prehistoria
El estado de los conocimientos sobre la época que vamos a tratar a continuación nos permite analizar los escasos pero importantes datos sobre la indumentaria de estos momentos, los tiempos cuaternarios.
Los testimonios conocidos sobre el traje en la Prehistoria se aplican tanto al Paleolítica, época más antigua y de más larga duración (de 2,8 millones de años hasta unos 10.000 años) como al Neolítico, periodo más corto y reciente (7.000-4.000 años a. C. aproximadamente según la zona de la que estemos hablando, ya que no se puede aplicar la misma cronología para todas las zonas pobladas), al que le sigue la Edad de los Metales.
Los habitantes paleolíticos vivían de la caza y de la recolección, sólo a partir del 10.000 a. C. aproximadamente Europa fue finalizando su glaciación y comenzaron a aparecer los bosques en el continente, dando paso al Neolítico, entendido como un nuevo periodo prehistórico en el cual el hombre comienza a domesticar el ganado y la agricultura, cambiando entonces su alimentación y su asentamiento, pues la domesticación de animales y plantas exigía un asentamiento más estable. Así mismo, debido a estas nuevas prácticas, se produjo una revolución en los útiles, dedicados ahora a la labranza, la molienda, etc. Aunque los elementos de los pueblos prehistóricos descubiertos a través de las excavaciones arqueológicas no nos permiten conocer a ciencia cierta la indumentaria que pudieron utilizar, al menos nos descubren los materiales que emplearon y su evolución a través del tiempo. El conocimiento de la indumentaria para estos momentos se encuentra muy limitado, sólo podemos conservar algunos elementos cuyo material perdurable (piedra, bronce, hueso...) ha permitido su conservación, mientras que aquellos elementos realizados en materiales perecederos como fibras vegetales, cuero, corteza, han desaparecido y apenas unos cuantos excepcionales ejemplos han podido conservarse hasta nuestros días. De los objetos empleados en la elaboración de trajes que han llegado hasta nosotros podemos deducir alguna de las características que pudieron tener éstos, o incluso intuir su distribución geográfica.
A pesar de que es factible hacerse una idea más o menos exacta de cómo fue el vestido utilizado en la Prehistoria gracias a los trabajos arqueológicos que se han realizado y se siguen llevando a cabo, y sobre todo a los elementos conservados, es bastante difícil dilucidar los límites de tiempo y espacio dentro de los que el vestido pudo ser llevado, modificado y las causas que pudieron motivarlo. " El hecho de que en las regiones de clima más templado los pueblos cazadores se hayan adornado más que vestido trae aparejada la búsqueda de los orígenes de este
comportamiento en la voluntad de distinguirse de los otros miembros del grupo, en razones tanto espirituales como materiales: el deseo de llamar la atención o de atraer simpatía, de precisar los grupos de edades, la clasificación tribal o la condición del individuo, soltero, casado o viudo. Asimismo, pueden establecerse relaciones con las ceremonias religiosas, así como con las manifestaciones de luto y con la guerra " (François Boucher, Historia del traje en Occidente, Ed.
Gustavo Gili, pág. 21). De estos momentos se conoce la indumentaria correspondiente con las prácticas mágicas desarrolladas, por ejemplo, en el norte de Cantabria. El tipo más curioso es el que representa a un brujo o chamán disfrazado con una cola de caballo y llevando una especie de máscara y una cornamenta de ciervo, como el que se puede observar en la cueva de Les TroisFrères.
Recreación de la escena de la cueva de Les Trois-Frères Parece posible que en aquellos lugares de clima cálido las pieles pudieran haberse utilizado para cubrir la zona genital, pero podría darse el caso de que esta práctica hubiese obedecido más a una idea religiosa.
Los materiales empleados por el hombre para la confección del vestido primitivo debemos relacionarlos con el clima y la propio proceso evolutivo de los pueblos prehistóricos. El frío del Paleolítico Superior dejaba al hombre unos pocos meses para la caza, haciendo que predominen las pieles, lo cual atiende a una necesidad (abrigarse), pero por otro lado podríamos aludir a que en estos momentos el hombre no vive en asentamientos estables, esto, que sucede posteriormente, permitió el desarrollo de sociedades cada vez más complejas, estableciéndose especializaciones en el trabajo, el desarrollo de la agricultura, la domesticación, pero hay que aclarar que esto es un proceso largo y que merece un estudio aparte, al dedicarnos al desarrollo del traje sólo nos interesa apuntar o dar pinceladas sobre este tema, por lo que si hay alguien que quiera conocer este fenómeno más profundamente, tiene a su disposición una bibliografía importante y especializada (mi especialidad no es la Prehistoria...).
En la confección de la indumentaria los despojos animales van a conservar su forma natural en numerosas ocasiones, como en las faldas que aparecen en las pinturas rupestres de Cogul (Lérida), el mismo tipo que las que nos encontramos en Creta en escenas rituales: redondeada en su parte delantera y el apéndice del que va provista que es la cola del propio animal. Por otra parte, el corte de los vestidos de tejido encontrados en Muldbjerg y Trindhöj nos muestran claramente el tipo de vestido de la Edad de los Metales.
Como ya se ha mencionado, las poblaciones de clima cálido iban más adornadas que vestidas, pudiéndose esto deberse al asentamiento cada vez más estables de estas comunidades. Es posible, por tanto, que en Las fibras empleadas en los fragmentos textiles que han podido llegar hasta nosotros nos hablan del empleo del telar, que se remonta a uno de los periodos del Paleolítico o a finales del Mesolítico, sin que se pueda decidir la anterioridad del lino o de la lana. Durante estos tiempos, la mujer se ocupaba de la recolección por lo que se le atribuye, igualmente, el papel de tejedora. Además se ha observado que los restos de tejidos que han llegado hasta nuestro conocimiento son de reducidas dimensiones pues parece que no se tejía una gran tela para luego cortarla sino que se tejían piezas que luego se unían para conformar la pieza deseada. Los vestidos completos hallados en sepulturas danesas datados en la Edad del Bronce muestran que fueron cortados de piezas grandes.
Dinamarca nos ha proporcionado las prendas de comienzos de la Edad del Bronce que más cerca se hallan de las representaciones figuradas. En dos tumbas se han encontrado faldas confeccionadas con cordoncillos verticales de 40 cm. de alto y 154 cm. de desarrollo, fijados a un cinturón tejido y terminado en flecos que sostiene un disco de metal con adornos circulares y que se colocaba sobre la zona delantera. Este tipo de faldón parece desaparecer a principios de la Edad del Hierro. En este mismo país también se descubrió una prenda que servía para la parte superior del cuerpo y de la que no se tiene noticia en ninguna de las representaciones de la pintura rupestre o figuras esculpidas. Se trata de una chaqueta de lana de un solo color, con mangas y tejida en una sola pieza, cuyas partes cortadas han sido juntadas y cosidas. Estas prendas permiten afirmar el uso, en la zona nórdica, de la siguiente indumentaria: para mujer, chaqueta, falda, cinturón, calzado y gorro o cinta para el cabello, y para el hombre, manto, vestido-túnica, cinturón, calzado y gorro.
Piezas de vestuario pertenecientes a la Edad de Bronce, descubiertas en una tumba de Egtved. Museo Nacional de Copenhague
Traje de Borum Eshöj es igual que el de Egtved
Espero que esto haya podido aproximaros a estos tiempos tan remotos. Si hay algo que no queda claro, decídmelo y si me es posible, le doy respuesta.
Viernes 8 de abril de 2011
El vestido en el Antiguo Egipto
Mapa del Antiguo Egipto Contexto histórico La civilización egipcia provenía en origen del territorio que actualmente ocupa Etiopía, y denominaron a la tierra fértil del Nilo " kemet ", la tierra negra, diferenciándola de la tierra del desierto, " deshert ", la tierra roja. Este pueblo se desarrolló en torno al río Nilo unos cuatro mil años antes de Cristo, caracterizándose por un sistema de gobierno basado en la figura del faraón (término que proviene del egipcio per-a, casa grande, ya que al principio se refería más al palacio que al rey). Esta figura no sólo era el rey sino que también era considerado un dios, con autoridad absoluta y con control sobre todo los aspectos de la sociedad, arte y vestido incluidos. La tradición era lo más importante: vida y religión eran aparentemente inalterables y esto se refleja en cosas como el vestido. Después de que Alejandro Magno se hiciera con el control de Egipto (332 a.C.) la indumentaria del día a día fue cambiando, aunque el conservadurismo preservó la vestimenta tradicional para festividades y ceremonias religiosas. La religión dominaba la
vida diaria; las creencias egipcias se basaban en la idea de la vida eterna después de la muerte, creencias que se mantuvieron inalteradas durante toda su historia, exceptuando el reinado de Akenatón, padre de Tutankamón.
Indumentaria
Rollos de tela encontrados en la tumba de Tutankamón
Mientras que el arte y la cultura egipcia son bien conocidos por la mayoría, no podemos decir lo mismo de la indumentaria, que ha quedado en un segundo plano o incluso relegada al olvido. Cuando se menciona el vestido egipcio, mucha gente hace referencia a él recordando las prendas de las grandes superproducciones de Hollywood, pero lo que ha podido llegar hasta nosotros del Antiguo Egipto nos demuestra qu e tiene poco que ver con las películas. Prendas, utensilios, joyas, objetos, han llegado a nuestro conocimiento gracias al clima del país, que ha permitido su conservación; de Egipto han pervivido más objetos y vestigios que de ninguna otra cultura occidental desde la época r omana hasta la gótica. La tumba de Tutankamón, excavada por Howard Carter, fue una fuente muy valiosa de ropa y tejidos. Entre los elementos más destacados tenemos una camisa de hilo datada hacia 1360 a.C., conservada en el Victoria and Albert Museum de Londres (me ha sido imposible encontrar una foto, si alguien la encuentra que me lo comunique). A pesar de poseer ejemplos de tejidos y prendas, hallazgos de estas características son excepcionales.
Como casi todo lo que tiene que ver con el Egipto Antiguo, la indumentaria cambió poco a lo largo de su historia, conviviendo las escasas innovaciones con el vestido tradicional. En un principio la vestimenta tuvo una forma sencilla debido al calor extremo,
utilizándose ropa holgada y ligera. Debemos tener en cuenta que no se admitía la completa desnudez, que era considerada inmoral, exceptuando el caso niños, esclavos y plebeyos. Hombres y mujeres podían llevar el pecho descubierto, aunque las mujeres se cubrían más que los hombres. La indumentaria femenina se caracterizaba por el talle alto, mientras que la de los hombres resaltaba las caderas; pero incluso la ropa femenina era más restrictiva pues el kalasiris, vestido ajustado, limitaba el movimiento, mientras que la falda masculina proporcionaba una mayor libertad, haciendo esto referencia, a su vez, al estatus y posición social pues los hombres llevaban una vida más activa. Como a lo largo de nuestra historia, la vestimenta indicaba la jerarquía social a la que pertenecía el individuo, aunque en este caso la diferencia la marcaba el material con que la prenda se encontraba confeccionada, por ejemplo: la falda del faraón se realizaba en lino fino y se podía decorar con hilo de oro, mientras que los plebeyos solían llevar la falda hecha con fibras vegetales o cuero.
Uno de los vestidos descubiertos por Petrie en Dishasa
Prendas femeninas
Hasta mediados de la XVII dinastía las mujeres solían vestir el kalasiris, un vestido de forma sencilla y ajustado que caía desde el pecho hasta los tobillos, y se sujetaba mediante tirantes. Las piezas que han podido hallar los arqueólogos nos muestran que estos vestidos eran trozos de tela en forma de tubo cosidos en un lado, aunque probablemente estos vestidos no fuesen tan ajustados como se nos muestran en pinturas y esculturas. Estos vestidos podían variar ligeramente, podían cubrir todo el pecho o llegar hasta el cuello; algunos de los que han podido conservarse tienen mangas en vez de tirantes, y algunos tienen un solo tirante. Parece posible la utilización de un manto encima de este tipo de vestido para protegerse del sol y del frío. Un tipo de vestido que llevaron las mujeres durante el Imperio Antiguo y el Medio (de 3200 a 1500 a.C.) se componía de dos conjuntos distintos formados por piezas distintas: un corpiño corto y ceñido, de mangas largas pegadas a los brazos, y cuyas escotaduras delantera y trasera se cerraban con cordoncillos, y una falda ancha cosida al corpiño, de pliegues horizontales, que ocultaba el cuerpo pero sin pegarse a él. Así mismo se han exhumado ejemplares de vestidos de este tipo, denominados erróneamente túnicas, en tumbas de la V dinastía (de 2563 a 2423 a.C.) en Dishasa.
En la XVIII dinastía se incorporaron nuevos tipos de vestimenta, quizás como reflejo de los profundos cambios religiosos del momento. Las representaciones de Nefertiti (esposa de Akenatón) y de sus hijas nos muestran vestidos largos y drapeados de lino plisado. De este momento podemos ver representaciones de Nefertiti en las que aparece llevando un vestido largo y ajustado, con una túnica plisada, con amplias mangas que llegaban hasta el codo.
Tumba de Nefertari
Durante el Imperio Nuevo (de 1580 a 1090 a.C.) se extiende una especie de vestidotúnica unisex que fue llevado encima de una pampanilla o de un vestido opaco. Ligero, transparente y plisado, estaba tejido en gasa de lino blanco, tenía los bordes cosidos, unas hendiduras para pasar la cabeza y los brazos, y un cordón estrecho que servía de cinturón. El vestido se llevaba ya colgado recto, ya enrollado. El colgado era bastante estrecho, una especie de funda, con unos tirantes a veces estrechos a veces anchos que tapaban los pechos de la mujer. Encima de este vestido se colocaba una redecilla o se cosía a él; la redecilla se hacía con cuentas de diversos materiales, y hasta el momento, sólo contamos con dos ejemplos. Durante el reinado de Tutmosis III (1505-1480) estuvo de moda el vestido enrollado consistente en un gran trozo de muselina plisada o rayada que formaba un faldón corto ceñido en la cintura, y a continuación e enrollaba sobre el pecho.
Vestido de redecilla
Vestido de redecilla encontrado en Giza
Prendas masculinas
La prenda masculina egipcia que podríamos considerar como clásica es el schenti , confeccionado de forma sencilla, consistente en una simple falda envuelta alrededor de las caderas, cuyos extremos caían en pliegues por delante. Parece que al principio este tipo de faldas eran realizadas de cuero o piel, siendo después fabricadas en hilo. Es interesante observar en las representaciones de faraones como éstos llevan a veces una cola de león en la zona trasera de la falda, y los soldados llevaban en ocasiones una falda de rayas o con piezas de tejido teñido. Conforme fue pasando el tiempo esta falda se fue acortando, haciéndose más angular y almidonándose para que el tejido quedara rígido, formando un triángulo que sobresalía (en la zona genital, a la cual los egipcios le daban gran importancia).
Indumentaria de guerra y ceremonial
La vestimenta masculina fue evolucionando con el tiempo. Una de las innovaciones después del schenti fue la falda propiamente dicha. Durante el Imperio Medio (de 2040 a 1640), los hombres solían vestir una falda larga encima de la anterior, corta. Ésta era un rectángulo de lino cuya longitud variaba desde la mitad del muslo hasta los tobillos. En ocasiones esta prenda se sujetaba o adornaba con un cinturón. Muchos investigadores piensan que la implantación de otras prendas como la túnica o el vestido largo para hombre fue debido a la conquista de Siria por parte de Egipto en el siglo XV a.C., ya que a partir de estos momentos se aprecia la presencia de tejedores sirios que mejoraron la producción y la calidad de la indumentaria.
Calzado Las sandalias son el tipo de calzado más antiguo de que se tiene conocimiento. Éstas eran consideradas la forma más idónea para proteger los pies de la arena caliente del desierto, al tiempo que se mantenían frescos y ventilados. Las sandalias básicas tenían forma de chancla y se hacían con dos tiras y una suela. Para su elaboración se empleaban diversos materiales como madera, papiro, piel de cabra... Eran usadas también dentro de casa y eran consideradas como uno de los objetos más preciados del vestuario.
Sandalias de oro de Sheshonq II. 890 a.C.
Calzado de fibras vegetales
Peinados y joyas, adornos, tocados y demás son complementos del vestido, por lo tanto no los incluyo en este tema. Si más tarde se reciben peticiones al respecto o se considera oportuno, se incluirá un tema sobre ello.
Publicado por Marina en 18:18 0 comentarios Enviar por correo electrónicoEscribe un blog Compartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Antigüedad
M ar artes tes 26 de abri l de 2011
L a ind in dum ume entar ntarii a de de l a Anti gua Gre Gr eci a
Contexto geográfico e histórico
La civilización que se desarrolló en torno al mar Egeo, con una apreciable influencia mesopotámica y egipcia observable en los frescos del Palacio de Cnosos (Creta), por ejemplo, muestra en su forma de vestir a partir del III milenio unas características esenciales recibidas del núcleo central: Creta (acabamos de mencionarla). Se ha supuesto que las primeras invasiones arias hacia el 2000 a.C., produjeron la invasión de la Hélade por los aqueos, estabilizándose las características del traje primitivo, aunque no permitieron que éste conociera el refinado desarrollo al que se llegó en una isla de Creta que aún se encontraba bajo las exigencias de la nobleza señorial aquea y su organización feudal. Es a partir del siglo XVII a.C. cuando la isla cretense conquista las
Cícladas y la Hélade, produciéndose la adopción de las mujeres del continente de ciertas modas que llegaban de Cnosos. Por lo tanto, en la Hélade el vestido parece que permaneció estabilizado mientras que en la isla, durante el Minoico Medio y el Reciente (de 2000 a 1400 a.C. aproximadamente), una relativa seguridad ofreció las favorables condiciones para el desarrollo de extraordinarias formas de vestir. Hacia el 1200 a.C. se produce una segunda oleada de invasiones, en esta ocasión de mano de los dorios, que expulsaron a los aqueos. Durante más de cuatro siglos esta nueva civilización se fue formando en la Hélade, habiendo que esperar a que Jonia le restituyese los elementos de su cultura anterior. La importancia del traje jónico en el vestido griego continental -a pesar de lo raro que pueda parecer a primera vista- procede de la copia de los elementos del vestir que los griegos instalados en Asia Menor hicieron de los habitantes autóctonos de la costa y que trasladaron a la Hélade. La imposibilidad de extenderse hacia territorios del interior debido a la presencia de tribus hostiles, los había inducido a especializarse en ciertos productos, especialmente los textiles; tomaron tejidos y ciertas formas de vestimenta de estas tribus a la vez que adquirieron técnicas procedentes de Egipto y Mesopotamia. Resulta evidente que esta evolución jónica afectó a la Grecia continental provocando, por un lado, una mayor extensión de la industrial textil y, por otro, impulsando a los griegos continentales a emprender ellos mismos sus intercambios con Asia Menor.
Mapa sobre el comercio griego
De esta forma podemos tener una mejor comprensión acerca de la formación del vestido griego ya que, debido a la existencia y desarrollo de estas corrientes comerciales y de gustos, las riquezas obtenidas gracias a estos intercambios y las técnicas extranjeras adquiridas por esta expansión, la Grecia continental pudo extraer de ellas ciertos elementos que formarían parte del vestido clásico durante el periodo más importante de su civilización, del siglo VI al IV a.C. De esta manera podemos deducir que, del encuentro entre el traje rústico de los aqueos, y más adelante el de los dorios, con las modas cretenses más refinadas, las formas extranjeras y los colores vivos adoptados en la Hélade, se formó poco a poco el vestido de la Antigüedad griega y, después, romana.
Materiales y colores de la vestimenta griega Respecto a este tema, a pesar de que no conocemos a ciencia cierta los detalles de la indumentaria de los dorios, podemos conocer gracias a Heródoto (historiador y geógrafo griego que vivió entre el 484 y 425 a.C.) que empleaban tejidos de lana, utilizada sobre todo para la confección de mantos de grandes dimensiones, el himation, y su versión militar, clámide. Parece que el empleo de este material se debió al origen montañés de este pueblo. Otro de los materiales empleados para la realización de tejidos fue el lino, introducido por los jonios, procedente de Egipto, aunque también parece que podía llegar de Sicilia. Su finura y liviandad provocaron el empleo de una curiosa técnica para su tratamiento de plisado, consistente en formar primero los pliegues a mano y mantener a continuación durante algunas horas la tela retorcida y sujetada en lo extremos.
En el empleo de la lana se conservó el color blanco crudo para la confección de la mayoría de prendas, pero al parecer el pueblo habría llevado mantos de color oscuro, rojo o marrón rojizo según Heródoto. También podemos conocer esto a través de un edicto ateniense que prohibía el uso de estos mantos en el teatro o en los lugares públicos. Sin embargo, el color no a estado siempre excluido del traje griego, sabiéndose por Plinio que el pintor Polignoto fue el primero en inaugurar en las mujeres los tintes vivos que los contemporáneos denominaron colores floridos.
Indumentaria Diversos historiadores han opinado que Grecia fue para Roma lo que Francia para Europa en los siglos XVIII y XIX: el centro del arte y del estilo. Aunque salvando las distancias y sin poder compararlas, la indumentaria de la Antigua Grecia era bastante sencilla, la mayor parte de las prendas se hacían a partir de un rectángulo de tela donde el cosido era mínimo, ya que las prendas pre ndas solían llevarse envueltas o drapeadas.
La Grecia de estos momentos podía considerar como estilos propios cuatro tipos: el minoico-cretense, el micénico, el arcaico y el clásico. Cada uno de ellos recibe el nombre de la época en que se desarrollaron y son fiel reflejo de los valores que se dieron en el momento de su aparición. En la época clásica la atención se fue fijando en los drapeados, que fueron adquiriendo un mayor refinamiento, cayendo de forma natural sobre el cuerpo. En su forma ideal el vestido debía ser tan fino hasta el punto de
que no pudiera diferenciarse el cuerpo de la tela, correspondiendo con el ideal artístico del momento.
Prendas masculinas
La forma primitiva de la indumentaria masculina fue el rectángulo de tela sin costura, que componía en ocasiones una túnica cuando se encontraba abrochado encima del hombro izquierdo, dejando libre el derecho y ceñido con un cinturón; en otras ocasiones formaba un manto cuando el rectángulo envolvía el cuerpo. Este exomide fue el vestuario de obreros, artesanos y hombres de guerra; se elaboraba en el propio hogar con la lana de los rebaños, sirviendo además de manta para la noche, al igual que el manto de lana de los pastores y guerreros homéricos, la khlaina. A través del continuo uso de esta túnica, se fue cerrando la abertura que quedaba encima del muslo derecho a través de unos puntos de costura y se sustituyó el broche del hombro por cintas que pendían por el pecho o la espalda. Este exomide propició la aparición de la túnica corta provista de un cinturón o khiton (también lo podéis encontrar como chiton). Este khiton se llevaba abrochado en el hombro izquierdo con una sola escotadura, o en los dos hombros, con dos escotaduras. Un segundo cinturón colocado encima del anterior permitía ablusonar el tejido. Si este vestido se llevaba sin cinturón, flotaba sobre el cuerpo, utilizándose como ropa de noche; encima se podía colocar una coraza. Si esta prenda se alargaba se convertía en una túnica masculina que era utilizada en ceremonias por personajes relevantes y, en las fiestas por músicos y conductores de carros.
Del primitivo exomide resultó además otra prenda masculina: el manto, un rectángulo de lana de una sola pieza, de grandes dimensiones (2 x 3 m), denominado himation, que se enrollaba alrededor del cuerpo sin puntos fijos de sujeción. Este manto podía llevarse solo, dejando libres el hombro y brazo derecho, a la moda espartana o por economía. Aunque en el siglo I esta forma de llevar el manto sin túnica fue pasando de moda hasta el extremo de provocar las burlas de los ciudadanos.
Demóstenes. Copia de un original. Existían diversas formas de llevar el himation, que se solía llevar encima de otra prenda. Aquí muestra austeridad. Prendas femeninas
La indumentaria femenina estuvo constituida desde los primeros tiempos por la gran pieza de tela rectangular primitiva. Gracias a un testimonio muy exacto de Heródoto, que confirma el de Homero varios siglos después, sabemos que en las poblaciones dorias existía un traje femenino llamado dórico (el peplos de Homero), antigua indumentaria nacional de las mujeres griegas. En Atenas este vestido dórico dio paso al denominado vestido jónico, representado por la túnica de lino. El peplos antiguo, vestido o prenda exterior, siguió siendo una especie de chal sujeto por dos fíbulas, completamente abierto en uno de los costados, siendo el izquierdo el lado preferente. Se trata del peplos abierto, que generalmente no se ceñía a la cintura. Las griegas, preocupadas por el pudor, decidieron cerrar esta prenda, dándose paso al peplos cerrado. Resultaba fácil replegar una parte y doblarla, sirviendo para tapar la cabeza en caso de que fuera necesario. Finalmente, con o sin la utilización de un cinturón encima del doblez, el peplos -abierto o cerrado- se prestaba a formas de atuendo muy similares a las de la túnica, y su descripción se presta a confusión con el khiton.
Forma del peplos, con una sola abertura a un lado del cuerpo y el doblez
El vestido largo confeccionado con lino, de origen jónico, era la túnica, a pesar de que su correcta denominación es khiton; se trata de una especie de tejido cuyos laterales se encontraban unidos por una costura. Una serie de fíbulas unían los bordes superiores de la prenda, encima de los hombros y a lo largo de los brazos, dejando una abertura para poder pasar la cabeza. La tela que se empleaba podía llegar a medir hasta tres metros de anchura. Esta prenda estuvo de moda la mismo tiempo que se utilizaba el peplos dórico.
Túnica o khiton, donde se pueden ver las "costuras" o sujeciones en los bordes superiores (hombros). También vemos el empleo del manto y diferentes formas de empleo.
Encima de la túnica, las mujeres solían utilizar el manto masculino, el himation , abrochado en uno de los hombros y dejando caer el extremo hacia delante. El traje
jónico comprendía al mismo tiempo el pharos, un manto de lino, y un largo echarpe oblicuo, formado por una bolsa de tela.
Diferentes formas de acomodación de las prendas que hemos mencionado.
Tocados y calzados Los griegos solían cubrir su cabeza con un sombrero combado parecido al sombrero nicense actual, la tholia. Este tipo de sombrero es el que podemos encontrar en las denominadas figurillas de Tanagra (figurillas de pequeño tamaño, de terracota, policromadas y descubiertas por casualidad en 1870 en Beocia).
En cuanto al calzado, la sandalia, común a ambos sexos, era lo habitual. Se sujetaba de formas muy diversas; las correas eran ligeras, quedando el pie casi desnudo. Había un tipo de sandalias que eran de color púrpura, con el orillo oculto en los bordes, sujetadas a un broche en forma de florón (adorno en forma de flor), alargado por medio de pequeños cordones de cuero trenzado. Otras sandalias eran más sencillas, con correas en abanico que pasaban entre los dedos de los pies. Las suelas de este calzado se encontraban guarnecidas de clavos. Se conoce una sandalia procedente del Bajo Egipto, utilizadas seguramente por cortesanas griegas de Alejandría, cuyos clavos dibujaban en el suelo la palabra Sígueme.
Supuestas sandalias de una cortesana. Se puede leer Sigue mis pasos. No puedo confirmar que sean originales ni en qué museo se encuentran.
Jueves 26 de mayo de 2011
L a indumentaria de la Antigua Roma
Contexto histórico
Nos cuenta la leyenda que la ciudad de Roma fue fundada el 21 de abril del año 753 a.C. por Rómulo y Remo, aunque es nuestro deber indicar que los arqueólogos han descubierto vestigios de la Edad del Bronce, del 1500 a.C. aproximadamente. Roma se encontraba situada en un punto estratégico: en la colina del Palatino, en la orilla izquierda del río Tíber y a unos 25 kilómetros del mar. Al parecer, según la leyenda, los dos hermanos gobernaron la ciudad durante un tiempo hasta que Rómulo asesinó a Remo y reinó en solitario hasta el 715 a.C. Se cree que su sucesor, Numa Pompilio, fue el fundador de la ley romana y de sus prácticas religiosas (creó el primer colegio sacerdotal) y fue el primero en dividir el año en doce meses. Se calcula que para el siglo VII a.C. los romanos se habían unido con los sabinos, un pueblo vecino, y la ciudad se había convertido en la más poderosa del Lacio (centro-oeste de Italia) cuando los etruscos la conquistaron alrededor del 616 a.C. El tercer rey etrusco fue depuesto en el año 510, decretando el Senado que Roma se convertía en una República; el Senado, compuesto por patricios (miembros de las antiguas familias nobles), había sido creado como órgano consultivo para los reyes, pero en aquel momento asumió el control. La República duró unos 480 años.
A medida que fue pasando el tiempo, el poder de Roma, su influencia y su territorio crecieron de forma nunca antes vista, la ciudad había vencido a sus rivales más poderosos, los cartagineses, y
dominaba muchos de los territorios gobernados por Grecia, Egipto incluido. El éxito de la ciudad que se convirtió en Imperio se basaba en la fuerza del ejército, al cual debía alistarse obligatoriamente un ciudadano de cada propiedad. El final de la época republicana estuvo salpicada por luchas por el poder protagonizadas por Julio César, Pompeyo, Marco Antonio y Octavio; finalmente éste resultó vencedor en el 27 a.C. – conocido como César Augusto, fue adoptado en el 44 por César- y fue nombrado princeps, primer ciudadano, en lugar de rey. Más de cuarenta años después le sucedió Tiberio, un hijastro adoptado; a éste le sucedieron Calígula, Claudio (que conquistó el sur de Britania) y Nerón, un derrochador del que se sospecha que incendió parte de la ciudad romana para construir un enorme palacio. En aquellos momentos el Senado trató de recuperar la autoridad perdida sobre el ejército, que servía a los emperadores, y proclamó como emperador a Nerva, un anciano hombre de estado, que eligió como sucesor a Trajano, soldado de Hispania (de Itálica concretamente, cerca de la ciudad andaluza de Sevilla). Durante el mandato del emperador “andaluz” se ampliaron los territorios del Imperio con las
conquistas de Oriente pero Adriano, su sucesor, tuvo que renunciar a ellos. Antonino Pío, Marco Aurelio y Lucio Vero, mantuvieron la estabilidad del Imperio pero con el reinado de Cómodo, hijo de Marco Aurelio, comenzó el declive. Las crisis económicas, la corrupción, la inflación, los levantamientos, los ataques en la frontera, las guerras civiles y las luchas por el poder supusieron el conjunto de problemas que harían irrecuperable la estabilidad del Imperio. Diocleciano (284305) dividió el Imperio en cuatro regiones, todas ellas bajo su mando pero tras años de conflictos entre los gobernantes de las mismas, Constantino (306-337) se hizo con el control absoluto. Trasladó la capital del Imperio a Bizancio, cuyo nombre cambió por el de Constantinopla en el 330. Para el 395 el Imperio estaba dividido en dos: el Imperio de Oriente y el de Occidente, que seguía desmoronándose. Los visigodos, pueblo bárbaro, invadieron Roma en el 410 (desplazándose después hasta Hispania, conquistándola por completo Eurico, salvo la zona gallega) y en el 455 los vándalos. En el año 476 el último emperador del Imperio de Occidente fue derrocado por el germano Odoacro, mientras que el de Oriente perduraba hasta el 1453, conociéndose hoy como Imperio Bizantino.
Reconstrucción de la Antigua Roma
El poder que Roma desarrolló, propició que una parte del territorio disfrutara de un largo periodo de paz, pero los romanos eran con frecuencia señores tiránicos: esclavizaban a sus prisioneros, explotaban las tierras conquistadas y cargaban de impuestos a sus ocupantes. Muchos adoptaron su estilo de vida y sus creencias, mientras que los romanos solían respetar la cultura y creencias siempre que no atentaran contra la política o supusieran un gran problema, como lo fue el Cristianismo en sus primeros momentos. En los territorios que fueron conquistados, los romanos construyeron ciudades basadas en un mismo plano, con un foro destinado a las reuniones públicas – en ocasiones con una basílica, un edificio público destinado a mercado, transacciones financieras, culto o administración de la justicia-, termas, teatros y templos. Además se construyeron y llevaron a cabo diversas infraestructuras como puentes, calzadas, acueductos, monumentos públicos, etc. La cultura y el pensamiento romanos se vieron influidos por la cultura y el pensamiento griegos, sin embargo, la ley y el modo de gobierno eran de creación propia. El gobierno regulaba todos los aspectos sociales: política, arte, cultura y modo de vestir.
Indumentaria
Lo que podemos conocer acerca de la forma de vida de los romanos se centra, sobre todo, en el conocimiento sobre las clases altas; la mayor parte de lo que sabemos acerca de la indumentaria romana se refiere a la que llevaban las clases altas. Cuando el poder de Roma se encontraba en su punto álgido, su manera de vestir influyó en la vestimenta de aquellos territorios que había conquistado, como Hispania, Britania y Germania; aunque debemos tener presente que la indumentaria romana era una amalgama de tipos ya que había recibido influencias del vestido de etruscos y griegos y, en menor grado, de algunos elementos procedentes de las tierras conquistadas. Los romanos dividían sus prendas de vestir en dos principales categorías: las indumenta, conjunto de prendas que se pasaban por la cabeza y que sólo se quitaban para dormir, y el amictus, vestimenta que se enrollaba o se drapeaba alrededor del cuerpo. La gran variedad de climas que había en el Imperio Romano propició que se diera un paso fundamental para la historia de la moda: el concepto de ropa de temporada; las prendas se orientaron hacia las estaciones y condiciones ambientales específicas. La ropa empleada para el exterior incluía, entre otras prendas, mitones, ponchos y pantalones que, según se piensa, se tomaron de los germanos.
Pr endas femeni nas
Existían diversas prendas de vestir que eran comunes a ambos sexos, y parece ser que su diversidad se debía más bien a la variedad de sus denominaciones, que a sus particularidades
fundamentales. Aunque los tejidos y colores diferenciaban las prendas masculinas de las femeninas, la vestimenta de la mujer tendía a estar hecha con tejidos ligeros como el algodón o la seda de la India, y en gran variedad de colores como el azul, el amarillo, el rojo claro, incluso Ovidio apuntaba al uso del verde marino, azul cerúleo y el encarnado.
Escultura de una mujer romana año 100 - 110, con stola y palla A diferencia de la ropa masculina, el vestido de la mujer experimentó cambios escasos. Lo que era específicamente femenino era el sostén, que se adjuntaba a la pampanilla o falda más o menos ajustada como prenda interior. La prenda principal del vestuario de las mujeres romanas era la estola, que en un primer momento fue elaborada de lana, más adelante estuvo disponible en otros materiales como el algodón y el hilo, y las mujeres ricas la tenían realizada en seda. Esta prenda era más holgada que la túnica, llegaba hasta los tobillos y poseía amplias mangas. La estola se sujetaba a las caderas mediante un cinturón ancho y plano denominado succinta, y debajo del pecho por otro cinturón, el cingulum. Las estolas se confeccionaban en diferentes colores, y a veces la tela se bordaba con hilo de oro. Debajo, las mujeres podían llevar una subucula, un vestido suelto sin mangas, así como el strophium, un corpiño hecho de tela sin almidonar.
Las patricias romanas vestían una túnica corta confeccionada con sedería de lujo y adornada con flecos y guarniciones de oro. Sobre ella se colocaban, bien el supparum de tela de medias mangas, que parece haber sido una prenda corta de encima, o la palla, una gran pieza de tejido cuadrado o rectangular, plegada a lo largo y sujetada en cada hombro mediante una fíbula. También utilizaron la alicula, una pelerina-capa corta que cubría la parte superior de los brazos. A partir del siglo II, un fular, un pañuelo, un abanico y una sombrilla durante la época del buen tiempo completaban el atuendo de una mujer elegante.
Las mujeres de clase alta nunca abandonaban sus hogares solas. Aquí aparecen representadas unas mujeres de la nobleza romana (izquierda y centro) que van acompañadas de una esclava o sirvienta. Las mujeres del pueblo llano, al igual que los hombres, utilizaban el bardocucullus, una capa probablemente de origen galo, con capucha y mangas.
Durante los últimos momentos de la República, las influencias extranjeras y probablemente la importación de modas orientales hicieron que se multiplicara en las telas, con el nombre de segmenta, unas ornamentaciones superpuestas: galones, flecos, bordados de toda clase que representaban incluso escenas con figuras. Todo esto recargó la indumentaria, sobre todo la de las mujeres. La búsqueda del color y de la materia, más que de la forma, distinguía la indumentaria de las mujeres de la de los hombres. En lugar de lino y de la lana, las mujeres preferían, debido a su suavidad y poco peso, la seda que llegaba a Roma a través de las rutas de tierra del Imperio o por el cabotaje indio y luego egipcio.
Imagen en la que podemos observar la vida diaria romana. Fresco procedente de la Villa de los Misterios, Pompeya.
Las bodas aldobrandinas, época imperial. La esposa, sentada en la cama, lleva el gran manto de color azafrán y el velo flammeum, colocado sobre seis tiras tubulares, que le oculta la frente.
Representación del rapto de Europa en una pintura romana hallada en Pompeya. Prendas masculin as
El subligaculum parece que debió ser algo así, como lo que se nos presenta en la imagen. A comienzos de la época republicana, los hombres romanos vestían de manera sencilla, llevando únicamente una falda corta. Esta prenda era conocía con los nombres de subligaculum olicinium; se hacía de hilo y se anudaba en la cintura. En tiempos del Imperio, sólo se permitía utilizar esta prenda a los atletas y obreros, éstos se la colocaban bajo la túnica.
Al igual que los griegos, los romanos utilizaban dos prendas básicas, la túnica y el capote. La túnica básica de manga corta se llevaba en casa; se trataba de una adaptación del chiton griego, y el modelo más sencillo estaba formado por dos piezas de lana unidas por los hombros y por los costados, con aberturas para la cabeza y los brazos, y se sujetaba a la cintura con un cinturón. También podía llevarse en lugares públicos con una faja, que podía estar provista de un portamonedas para guardar el dinero y otros cosas. En el periodo de la República se llevaba a la altura de la rodilla, pero durante el Imperio se alargó hasta el tobillo. Algunos estilos de túnica correspondían al rango social de su portador mientras que otros se llevaban en ocasiones más concretas:
Tunica angusti clavi . Era un tipo de túnica que la llevaban caballeros y jueces. Se
encontraba decorada con dos tiras finas de color púrpura, una en cada hombro.
. La llevaban los senadores. Ésta presentaba franjas más anchas de color Tuni ca laticlavia
púrpura.
. Era la que utilizaban los generales victoriosos. Se basaba en un conjunto Tuni ca palmata
de dos piezas y se llevaba con la toga picta. Las dos piezas estaban realizadas en seda de color púrpura, bordada con hilo de oro. También se decoraba con diversas escenas militares.
. Era una túnica sin faja que llevaban los hombres y las mujeres jóvenes Tuni ca recta
cuando se casaban.
Subucula y túnica exteriodum . Eran dos túnicas que se llevaban juntas, con
la subucula debajo.
. Se trataba de una túnica que llegaba a la altura del tobillo. Latúnica fue de uso Caracalla
generalizado hasta el siglo III d.C.
Los orígenes de la toga, que quizás sea la prenda romana más conocida, se remontan hasta el himation griego y la tebenna etrusca. Los romanos la incluyeron a su vestuario hacia el siglo VI a.C. En los primeros momentos esta prenda se llevaba sobre una falda corta y, más adelante, sobre una túnica. Estaba confeccionada con una pieza oval de lana, muy pequeña al principio, pero que con el tiempo fue aumentando de tamaño hasta que, durante el último siglo de la República y los primeros tiempos del Imperio, llegó a medir hasta 5,5 metros de largo y 3,5 metros de ancho, aproximadamente. Su enorme tamaño implicaba que para su colocación hiciera
falta la ayuda de un esclavo, con la intención de que quedara bien drapeada. La toga imperial de los siglos I y II d.C. era aún mayor (unos seis metros de largo). No obstante, éste era un modelo extraordinario, que sólo llevaban los ciudadanos romanos importantes. Esclavos, mujeres y extranjeros no podían llevar la toga ya que se trataba de una prenda reservada para los ciudadanos romanos, especialmente las clases acomodadas -esta prenda, por tanto, es un signo de poder ya que debido a sus dimensiones, no la podía llevar la gente trabajadora ya que dificultaría su labor por lo que estaba destinada a personas que no desarrollaban trabajo alguno-. Al igual que ocurría con la túnica, la decoración de la toga, su color y su forma denotaban la posición social de quien la llevaba. El lugar que un ciudadano ocupaba en la sociedad era algo sobre lo que no cabía la menor duda si se observaba el color de su toga y la manera en que ésta le envolvía el cuerpo. La manera de doblar la toga fue cambiando con el tiempo y las modas imperantes, en ocasiones especiales, podía doblarse de modo diferente para transmitir un significado concreto, por ejemplo, la toga pulla, que se llevaba durante el periodo de luto, tenía un pliegue de tela que cubría la cabeza. Entre los distintos tipos de togas se encuentran las siguientes:
. La llevaban los candidatos a un cargo público. Se parecía a la toga virilis, Toga candida
que utilizaban los hombres jóvenes, con la única diferencia de que se blanqueaba la lana para eliminar el tono amarillento de las fibras naturales. Los candidatos llevaban a menudo esta toga sin una túnica debajo. Según Plutarco, este modo de vestir les permitía hacer alarde de las cicatrices de batalla. . Era la que llevaban los generales romanos en ocasiones especiales. Esta Toga picta prenda, que era propiedad del Estado, se prestaba a los generales para que la utilizaran en ocasiones solemnes, y representaba la victoria. Más adelante se usó como prenda oficial del emperador y se reservó para él. . La llevaban los dolientes (era la vestimenta de luto), y era de color negro, Toga pull a marrón oscuro o gris. . La había de tres tipos: si toda era de color púrpura, significaba que quien la Toga trabea llevaba era una persona espiritual o que estaba en contacto con los dioses; púrpura y blanco eran los colores de los gobernadores de la República, mientras que los tonos púrpura y carmesí con rayas se reservaban a los augures.
De izquierda derecha podemos ver a un orador público, un senador, un ciudadano y un jinete. Por el tono de las prendas -colores oscurosque lleva el ciudadano, parece que estuviera de luto. A medida que el Imperio romano iba ampliando sus territorios hacia el norte, las condiciones climáticas, más rigurosas que en la Península Italiana, convirtieron en una necesidad la ropa de abrigo. La prenda exterior más usada fue la lacerna, un capote hecho con una pieza rectangular de lana de extremos redondeados, aunque en las regiones más septentrionales del Imperio se confeccionaba con fieltro, y en ocasiones tenía una capucha que se podía quitar y poner. Entre las prendas exteriores que llevaban los hombres se encontraban las siguientes: Sagum . Los soldados copiaron de los galos este práctico chal, similar a una manta, en distintos tonos de lana roja. Pallium . De un estilo similar al himation, era una capa corta y rectangular. Paludamentum . Esta prenda, que llevaban los generales romanos, era una versión agrandada de la clámide griega. Se sujetaba en el hombro derecho con un broche. . Era una capa de lana para la lluvia, a menudo con cuello y capucha en punta, Paenula que llevaban principalmente los campesinos. . Se trataba de un chal similar a un poncho. Casula
Busto de Julio César. Vemos el paludamentum sujetado en el hombro derecho con un broche
Esclavo vistiendo a su señor con la toga Calzado
No existió una gran diferencia entre las formas del calzado que usaron los griegos y los romanos, ya que estos últimos adoptaron en lo esencial las modas de Atenas. En los dos pueblos, la diferencia entre el pie derecho y el izquierdo era muy clara, sin embargo, mientras que en Grecia y los territorios de Oriente el ir con el pie desnudo no era una señal de casta ni de miseria, ciertos tipos de calzado llegaron a ser en Roma la señal distintiva de las clases sociales.
El modelo más primitivo y común, cuyo uso se perpetuó durante largo tiempo en Italia, era la carbatina, una sandalia hecha al parecer de un trozo de piel de buey cruda, levantada en los bordes y en la zona de los dedos de los pies y sujetada en la garganta (¡del pie claro!). Este calzado, de hechura bastante tosca, fue utilizado principalmente por los campesinos. El calzado habitual para el exterior, común a hombres y mujeres, era el calceus, zapato bajo de suela de cuero y de correas entrecruzadas que envolvían el pie e incluso parte de la pierna; este tipo de calzado caracterizaba al ciudadano romano, porque los esclavos no podían llevarlo. La bota que subía hasta la pantorrilla y se ataba con zarrias era de uso corriente en el campo ya que protegía la pierna por completo de picaduras de insectos, cortes, arañazos, etc. Se denominaban pero, era de suela herrada y de cuero natural crudo. En las épocas de mal tiempo los romanos llevaban botas abiertas o cerradas, era lo que se conocía como gallicae, nombre que hace pensar que ese tipo de calzado se tomó de los galos. Los hombres tenían una mayor variedad de calzado, que podía ser de diferentes colores y materiales -según el nivel adquisitivo de la persona-, el calzado femenino era menos variado.
Calzado romano de cuero. Procedente de Oiasso, Irún (País Vasco).
Calzado romano, pie derecho, 200 a.C. Hallado en Maguncia
Carbatina de cuero, pie izquierdo, 142-180 a.C.
Conjunto de calzado romano
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L unes 20 de jun io de 2011
El vestido en el I mper io Bizantino
Mapa de la extensión del Imperio Bizantino
Contexto histórico En sus orígenes, Bizancio fue una colonia fundada en el 660 a. C. por emigrantes egipcios procedentes de Megara, pero para el 330 d. C. la ciudad pasó a denominarse Constantinopla debido a que el emperador Constantino el Grande, que gobernó entre el 324 y el 337, la volvió a fundar y le puso su nombre. El nombre oficial eraConstantinopolis nea Roma -la ciudad de Constantino que es la nueva Roma-. La ciudad, que vivió un desarrollo extraordinario, se encontraba situada en la orilla europea del Bósforo, un lugar estratégico del que Constantino se dio cuenta, con un grandioso puerto que la convertiría, con el paso de los años, en el nexo esencial entre Oriente y Occidente. El emperador Teodosio fue el último que gobernó sobre el Imperio Romano indiviso. Durante su mandato (379-395) realizó un cambio fundamental para la sociedad bizantina: convirtió la forma católica romana de Cristianismo en la religión oficial, culminándose entonces el ascenso del catolicismo, que dejó de ser una religión clandestina durante este proceso iniciado por Constantino. Tras la muerte de Teodosio el Imperio quedó dividido entre sus dos hijos: Honorio, que se quedó con la zona occidental, y Arcadio, que se hizo cargo de la oriental. Al caer la ciudad de Roma en las manos de los invasores germanos en el año 476, Constantinopla se convirtió en la capital de lo que quedaba del Imperio Romano.
Tras la caída de Roma, la función conectora de la ciudad entre Oriente y Occidente se hizo más importante; las mercancías más lujosas, como la seda, llegaban procedentes de Asia, por mar en un principio ya que más adelante, seda, perfumes y especias llegaban por tierra a través de Persia –aunque a partir del descubrimiento de la fabricación de la seda en el 552, disminuyó el comercio de la misma con esta ciudad-. Al mismo tiempo,
Constantinopla exportaba a las cortes, iglesias y monasterios una enorme cantidad de productos bizantinos: obras de arte, porcelana, cristal, incienso, perfumes, vestiduras, etc. Los prósperos bazares de la ciudad eran el lugar de encuentro de la población multirracial que la habitaba, produciéndose transacciones comerciales de todo tipo y de toda procedencia: seda de China, pimienta de Malabar, piedras preciosas y semipreciosas, sándalo de Indochina almizcle del valle del Indo…
Vista de Santa Sofía
Justiniano I, emperador desde 527 a 565, y su esposa Teodora, pasaron a la historia como los más célebres gobernantes de Bizancio, no sólo por lo que representaron sino también por lo que hicieron. Su ascenso al poder fue algo insólito ya que él era un campesino procedente de los Balcanes que escaló posiciones gracias a un diligente servicio en la legión, y ella era hija de un cuidador de osos del anfiteatro de Constantinopla, al tiempo se convirtió en “actriz” y bailarina (posiblemente un
eufemismo de prostituta). Su encuentro y posterior matrimonio tuvo un gran impacto en la dirección del Imperio. Esta época se ha considerado como el momento culmen de la cultura bizantina, ya que el emperador promovió una compilación y recodificación del derecho romano, base de la teoría del derecho en Europa hasta el siglo XIX. Así mismo, encargó a los arquitectos Antemio e Isidoro la construcción de la espectacular iglesia de Santa Sofía entre los años 532 y 537; además fomentó la creación de esmaltes, mosaicos y orfebrería con oro y plata, así como la fabricación de tejidos de seda. Justiniano y Teodora, con su pasión por la solemnidad y su deseo de suntuosidad, personificaron el recargado estilo bizantino. La indumentaria cotidiana de los emperadores estaba formada por sedas holgadas y brocados con perlas orientales y piedras preciosas. Sus tronos eran de oro y se rodeaban de cortesanos que atendían todos sus caprichos. La ostentación de la pareja podía verse reflejada en el palacio en el que vivían, construido en el siglo V. Teodora dirigía toda una comitiva que llenó el palacio de todo tipo de
objetos de lujo elaborados por los mejores artesanos bizantinos, así como otros productos importados de Oriente. En el exterior, el jardín imperial tenía un sendero de mármol por el que paseaban ibis, pavos reales y faisanes entre fuentes de agua perfumada. El mecenazgo cultural de Justiniano y el estilo de vida de la corte fueron notorios, mientras que la destreza militar no gozaba de tanto esplendor: la reconquista del norte de África y de la península italiana fue efímera, y el fin de su reinado estuvo marcado por la guerra contra los persas, las invasiones de las tribus búlgaras y eslavas, y el brote y propagación de la peste bubónica. El Imperio Bizantino no alcanzaría de nuevo tanto esplendor. En los siglos VIII y IX se produjo una ruptura entre los emperadores y la Iglesia por la cuestión de si el uso de iconos llevaba a la idolatría. También hubo roces por la presencia de los papas en Roma debido a que algunos pretendían interferir en materias que correspondían al emperador. Otro problema fue el ascenso del feudalismo, que propiciaba la concentración de tierras y riquezas en manos de unas pocas familias poderosas. Aunque fueron las cruzadas, a partir del siglo XI, las que provocaron el desmoronamiento del Imperio Bizantino ya que, tratando de defenderse de las incursiones de los turcos selyúcidas, a finales del siglo XI el emperador Alejo I Comneno pidió ayuda a Venecia y al papa. Se organizaron entonces las cruzadas, una serie de incursiones de saqueo contra los turcos –con la colaboración de alianzas- con el objetivo de reconquistar Tierra Santa para la cristiandad, tener acceso a las rutas comerciales de Oriente y reunificar los imperios de Oriente y Occidente bajo el poder del papado. El imperio fue aplastado por la cuarta cruzada y Constantinopla cayó en manos de los venecianos y los cruzados en el 1204, si bien fue reconquistada por los griegos en el año 1261. En 1453, el último emperador bizantino, Constantino IX Dragases, murió defendiendo del ejército turco del sultán Mehmet II lo que en otro tiempo había sido una gran capital imperial.
Indumentaria El estilo bizantino se trataba de una mezcla de los estilos griego y romano con la suntuosidad oriental y asiática; con el tiempo, este modelo influiría en la indumentaria medieval y renacentista. Según lo que ya hemos visto en temas anteriores y entendiendo que la indumentaria bizantina posee reminiscencias de la Antigüedad Clásica (Grecia y Roma), las prendas tenían un corte sencillo, siendo la prenda más habitual de la época la túnica en forma de T. Asimismo, podemos ver como los cónsules bizantinos también usaban la toga, prenda que mantuvieron hasta el siglo VI. Sin embargo, la incorporación de tejidos de vivos colores, borlas, flecos y bordados con adornos de joyería, todo de procedencia oriental, supuso una importante innovación en la indumentaria del Imperio. Los motivos que se representaban en los bordados podían ser motivos religiosos así como temas florales o formas geométricas de estilo oriental. La vestimenta
era indicativa de la prominencia y el rango social, cosa que quedó subrayada después del Concilio de Nicea en el 325, en el que participó Constantino, cuyo atuendo para la importante ocasión fue descrito como solemne y espléndido. Al parecer vistió una toga púrpura con bordados de oro y joyas incrustadas, calzaba altos coturnos rojos y lucía una tiara. A partir de ese momento, en todo Bizancio la vestimenta se convirtió en un símbolo de primacía y categoría social. Los emperadores, quienes tenían la doble función de jefes de Estado y de la Iglesia, vivían rodeados de grandes lujos, aunque su estilo de vida estaba rígidamente regulado y regido por las ceremonias. El protocolo se encargaba de organizar cualquier ocasión, y otorgaba los detalles como el vestido, la corona y las joyas; por ejemplo, sólo la realeza podía utilizar el color púrpura real. Parece que este color estaba basado en el púrpura de la toga picta, pero las técnicas para su fabricación eran el secreto mejor guardado por los manufactureros reales. Pero además de la opulencia y el esplendor, el Cristianismo ejerció una importante influencia en la indumentaria bizantina. Las mujeres se cubrían manos y caras, y los hombres llevaban pantalón bajo la toga. Como ya se ha mencionado, en las prendas se bordaban escenas religiosas de tradición cristiana así como motivos simbólicos. Los mosaicos de la iglesia de San Vital, en Rávena, nos muestran cómo vestía el emperador, que nos recuerda a estilos de la vestimenta eclesiástica. Esto se debe a que en un primer momento no había distinción entre la indumentaria de clérigos y la del resto de la población, pero más adelante se promovieron disposiciones en las que se prohibía al clero seguir la última moda.
Mosaico de la iglesia de San Vital, Rávena. El emperador Justiniano lleva una toga púrpura con bordados de oro. El arzobispo Maximiano (el tercero a la derecha) viste vi ste pallium y estola, y sus dos diáconos (a la derecha) llevan la túnica laticlavia. Prendas femeninas femeninas
La vestimenta de la mujer compartía características con la del hombre: ambas ocultaban la silueta y tenían varias capas. La primera de estas capas, para la mujer, consistía en una prenda interior que era ajustada y llegaba hasta los tobillos. Luego se colocaban un vestido tipo túnica, más corto, que dejaba ver la primera prenda; este vestido podía ir ajustado o ceñido a la altura de la cintura o por encima de ella. Las mujeres bizantinas solían llevar una estola romana y en algunas ocasiones, incluso dos a la vez. A menudo, encima de la estola se colocaban una palla (manto). Algunas mujeres utilizaban velo, que se confeccionaba con una pieza larga de tejido que unas veces se dejaba caer por detrás de la cabeza y otras se doblaba por delante de forma que cubriera el brazo. Las largas túnicas de cuello alto de Teodora conjugaban perfectamente con la obsesión de la época por ocultar la silueta corporal. Sus lujosos vestidos de seda se encontraban adornados con pedrerías y espléndidos bordados de oro. Collares de perlas, esmeraldas y rubíes ornaban su esbelto cuello y, para las ceremonias, lucía una pesada corona de oro cargada de cadenas de perlas y esmeraldas que le llegaban lleg aban hasta el pecho.
Mosaico de la iglesia de San Vital, Rávena. La emperatriz Teodora aparece en esta secuencia con sus damas de compañía. Las prendas son s on de seda estampada con ribetes de color bordados. Las mujeres visten largas túnicas con capa y tablion.
Detalle del mosaico donde se puede observar la corona de la emperatriz.
Este grupo de mujeres bizantinas, que aparecen en un mosaico de principios del siglo XIV, llevan la ropa característica de la época. Las prendas presentan una decoración recargada y lujosa; están cubiertas de perlas y piedras preciosas, y adornadas con ribetes de oro. Prendas masculinas masculinas
En los primeros tiempos de Bizancio, los hombres pertenecientes a la clase alta vestían a la manera de Roma. Las diferentes capas de ropa se encontraban dispuestas de modo que ocultaban la forma del cuerpo. Primero se colocaban la ropa interior, normalmente una túnica blanca de manga larga, ajustada y que llegaba hasta las rodillas o hasta los tobillos. Encima iba la dalmática, una túnica con mangas largas y anchas que a veces podía sustituir a la primera túnica. La dalmática debía su nombre a su lugar de origen, Dalmacia, y era de color rojo y dorado. Hasta el siglo VI d.C., la mayoría de los ciudadanos bizantinos vestían toga, pero más adelante su uso quedó restringido a los
cónsules y fue sustituida por una capa. Había tres tipos de capa, todas de origen romano. En el mosaico de la iglesia de San Vital, en Rávena, se representa a Justiniano con el primer tipo de ellas, compuesta por un simple rectángulo de tejido que cubría la espalda y llegaba hasta los pies. El segundo tipo consistía en una pieza semicircular sujeta a los hombros, el tercero era una capa circular, muy similar a la paenula romana, cosida delante por una abertura para la cabeza y, a veces, con una capucha que se podía quitar y poner. Además existía otra alternativa a la toga: la clámide griega, que en ocasiones se combinaba con una pieza cuadrada de tejido bordado denominado tablion. Entre los siglos V y VI los hombres de clase media llevaban la túnica, que tenía el escote adornado y era más larga que la túnica de los cortesanos. Los sacerdotes y la nobleza también llevaban el pallium, que, a pesar de tener el mismo nombre que la capa romana, era completamente distinto: consistía en una tira de tejido de unos veinte centímetros de ancho, exquisitamente decorada, que iba enrollada alrededor del cuello. Debajo de la túnica, los hombres solían llevar una prenda denominada hosa –unas mallas de lana o de otro tejido- o un braco –pantalón bombacho-. A partir del siglo VI, comenzaron a utilizar calzones o pantalones.
Reyes Magos en un mosaico de San Vital. En esta escena podemos observar perfectamente las hosas,
esa especie de malla ajustada a la pierna. Normalmente se llevaban metidas dentro de un calzado que llegaba a mitad de la pierna.
Detalle de un mosaico de la catedral de Hagia Sofía, en Estambul, que muestra al emperador Constantino con sus vestiduras imperiales (s. XI).
El Génesis: José y la mujer de Putifar, siglo VI. Biblioteca Nacional, Viena.
Podemos ver tanto en hombre como en mujeres ropajes que nos recuerdan a griegos y romanos. Los hombres llevan hosas y capas, las mujeres túnicas y capa, y también velo. Alguna de estas túnicas femeninas poseen bordados dorados dibujando unas franjas.
Los tejidos Damasco, seda, terciopelo, tafetán, algodón, lana, brocados… Los bizantinos elaboraban
los vestidos imperiales con una gran variedad de tejidos. El uso de telas suntuosas distinguía su indumentaria de la de otras civilizaciones.
La introducción de la fabricación de la seda en Europa constituye una de sus mayores aportaciones a la historia de la moda. Al principio, la seda llegaba a Constantinopla a través de la interminable ruta comercial procedente de China, que pasaba por Oriente Próximo. El proceso de elaboración de la seda fue un misterio durante largo tiempo ya que para muchos era inconcebible que el tejido más lujoso que existía estuviera producido por gusanos. Finalmente fue en el año 552 cuando se resolvió el enigma, y todos los incrédulos quedaron convencidos cuando dos monjes persas transportaron clandestinamente una rama hueca de bambú, en la que se escondían centenares de huevos de gusanos de seda y las semillas de morera necesarias para plantar los árboles
de cuyas hojas se alimentan estos animales. Un vez que se consiguió fabricar regularmente seda en el Imperio, se acabó el monopolio de Oriente. Los bizantinos comenzaron a fabricar una variedad de seda que se conoce con el nombre de samite: presentaba una textura densa y fuerte, parecida a lo que hoy conocemos como brocado, y su tacto, más basto, encajaba a la perfección con el estilo imperial bizantino, imponente y efectista.
A veces se bordaba con hilo de oro o se combinaba con piezas de tela de oro. No obstante, el Imperio siguió importando ocasionalmente seda de China en forma detogas con dragones bordados. La demanda de este material jamás disminuyó, puesto que denotaba una posición social elevada.
Calzado El calzado de hombres y mujeres estaba fuertemente influido por los materiales y los colores empleados en Oriente. A menudo era de seda bordada y estaba decorado con oro y pedrería en tonos que iban desde el negro, gris y marrón hasta el verde, azul, ciruela, violeta y rojo intensos. Eran comunes las botas de media caña, así como las zapatillas con pedrería. Teodora llegó incluso a calzar zapatos de oro. Los obreros solían llevar botas de caña alta.
Nota personal: espero que podáis perdonarme porque quizás este es el tema menos ilustrado pero a veces buscar lo que uno quiere resulta muy difícil. Espero que lo que he puesto os haya servido para haceros una idea. Además debo deciros que, como suele pasar en todas las épocas, de los vestidos que más conocimiento podemos tener se trata de los usados por la nobleza y la realeza, ya iréis viendo a lo largo de los temas que vaya subiendo (¡¡¡aún queda mucho!!!). Gracias a todos, un saludo!!! Publicado por Marina en 00:31 1 comentarios
Vi ernes 8 de jul io de 2011
L a indumentaria de la Edad M edia eur opea (general)
* En primer lugar quisiera hacer una aclaración en referencia al título del tema. Cuando indico entre paréntesis general quiero hacer saber que voy a hablar de forma general, conociendo y haciendo saber que existen particularismos que más adelante iremos viendo, dentro de la Edad Media.
Dejando a un lado la aclaración anterior podemos comenzar con el desarrollo del tema, para lo cual debemos tener en cuenta que la Edad Media, el Medievo o Medioevo es el periodo histórico de la civilización occidental comprendido entre los siglos V y XV. Normalmente se sitúa su inicio en el año 476, año de la caída del Imperio Romano de Occidente, y su final en el 1492, año del descubrimiento de América, o en el año 1453 cuando cae el Imperio Bizantino (del que ya hemos hablado). Es curioso apuntar que este mismo año de 1453 también se inventó la imprenta y finalizó la Guerra de los Cien Años.
Así mismo, debemos tener en cuenta para su estudio, que este periodo ha tardado bastante tiempo en ser definido e incluso hoy en día se siguen discutiendo sus límites geográficos y espaciales. Con la excepción de referencias más o menos claras que figuran en los escritos de algunos humanistas de los siglos XV y XVI, no fue hasta comienzos de la siguiente centuria cuando se definió la Edad Media como el periodo que transcurrió entre la Antigüedad Clásica y el Renacimiento del siglo XV. Sería Cristóbal Keller (Cellarius) quien publicara el primer manual sobre la Edad Media en el año 1688: Historia Medii Aevi, a temporibus Constantini ad Constantinopolim a Turcis captam deducta. Aunque los primeros estudios sobre la época anterior no supusieron un mayor interés sino lo contrario ya que persistieron prejuicios que fueron acuñados en el Renacimiento, prejuicios tales como que la Edad Media había sido un periodo oscuro y bárbaro donde la cultura antigua se había degradado tanto que estuvo a punto de desaparecer. Además de estas creencias sobre la etapa precedente, la Ilustración añadió nuevos tintes negros al concebirla como una sucesión de siglos de intolerancia religiosa, fanatismo y tiranía papal.
El cambio en la percepción de esta época se produjo a finales del siglo XVIII y principios del XIX debido, por un lado, al despertar de los nacionalismos y, por otro, al triunfo de las ideas del Romanticismo. Al finalizar las guerras napoleónicas, los diferentes pueblos trataron de reafirmar sus características, siendo entonces cuando descubrieron que había sido durante la Edad Media cuando las naciones europeas habían comenzado a formarse. Fue entonces cuando los historiadores europeos comenzaron a ver de manera diferente el periodo.
Mapa de las cruzadas
Contexto histórico general Las tribus germánicas que arrasaron el Imperio Romano de Occidente a partir del siglo IV (hunos, suevos, alanos, visigodos, vándalos...) destruyeron, entre otras cosas, las redes marítimas y terrestres que hasta entonces habían posibilitado la comunicación de un gobierno centralizado como lo era el Imperio Romano. Una de las consecuencias que se sucedieron tras estos hechos fue la desaparición de la vida artística y cultural que se había desarrollado con el Imperio para ser sustituida por las costumbres propias de estos pueblos invasores. Esta época medieval de la que estamos hablando es denominada como Alta Edad Media, o tiempos oscuros, denominación esta última que no se sostiene ya que se ha podido comprobar que estas invasiones no significaron la oscuridad europea sino que a lo largo de todo este periodo surgieron nuevas corrientes artísticas y de pensamiento. Al contraponer esta época con el Renacimiento se la llamó Edad Oscura, pero hoy sabemos que no fue así: debido a la multiplicidad cultural podemos señalar a la Iglesia como el único instrumento unificador.
Durante el reinado de Carlomagno (742-814) se produjo un periodo de respiro, fue rey de los francos (confederación de pueblos procedentes de la Baja Renania y de los territorios situados al este del Rin). El mandato de Carlomagno como primer rey de la dinastía carolingia (771-987) y como primer emperador del restablecido Imperio Romano de Occidente, se caracterizó por el florecimiento de las letras, las artes y la moda. Su reinado y el de su hijo Luis se extendió por la mayor parte de Europa. En un primer momento el Imperio colaboró activamente con la Iglesia pero ésta intentaba constantemente inmiscuirse en asuntos que no le concernían, lo que supuso el aumento de los conflictos. Fue en estos momentos cuando comenzó a surgir un nuevo régimen que caracterizaría este periodo: el feudalismo. En resumidas cuentas, en este sistema la nobleza ofrecía su lealtad al rey, participando en las campañas bélicas y proporcionándole soldados a cambio de tierras. Por su parte, los vasallos juraban lealtad al noble a cambio de protección y alojamiento. Este sistema de lealtades se iba repitiendo en los diferentes niveles sociales, incluso entre grados de campesinos, que trabajaban la tierra de su señor y luchaban por él a cambio de protección y sustento. En esta época la vida era muy dura para la mayoría de la gente, incluso para la nobleza la vida no era del todo placentera, pero comenzaba a surgir una Europa más "moderna". En Francia, Inglaterra y España se formaron monarquía nacionales y, desde mediados del siglo XI, se vivió un nuevo renacer económico y cultural. Las ciudades comenzaron a crecer así como el comercio, gracias a un transporte más rápido y seguro que facilitó la disposición de mejores alimentos, mejorando así la salud de las personas y por ende, el crecimiento de la población. En el siglo XIII aparece un nuevo estrato social, la "clase media" o burguesía. Es en estos momentos cuando comienzan a constituirse los gremios de artesanos y obreros, cuya función consistía en la regulación de los precios de los productos y de los salarios, aunque con el tiempo pasaron a garantizar una formación especializada a todos los artesanos. Durante todo este periodo el hombre medieval hubo de enfrentarse al hambre, la naturaleza y la enfermedad, siendo la peste bubónica (enfermedad provocada por las pulgas de las ratas) la que entre 1348 y 1350 exterminó a un tercio de la población europea. Mientras que Francia e Inglaterra se encontraban guerreando la mayor parte del tiempo, tenemos en esta época a una Italia dividida en diferentes Estados, siendo Florencia el más conocido gracias a la familia Médicis, que convirtió a la ciudad en el centro de las artes y el conocimiento (siglo XV).
Batalla de Crécy (1346). Guerra de los Cien Años.
Indumentaria La mayor parte de las prendas que estuvieron en boga durante el periodo conocido como la Alta Edad Media dejaba ver una clara influencia de la moda de Bizancio derivada de los trajes que se importaban de Oriente, aunque las modas que se llevaron en Occidente llevaban unos cuantos años de retraso (unos 25 ó 30 años). Sin embargo, para los momentos finales de este periodo podemos apreciar como la Europa occidental desarrolló modelos de vestir propios y exclusivos.
Esta ilustración de principios del siglo XV muestra a unos campesinos que recolectan heno, descalzos y vestidos con sencillez
Una de las innovaciones más características que aparecieron en el Viejo Continente para estos momentos fue el uso de los botones para sujetar las prendas; este objeto llegó de Oriente en la época de las cruzadas. Otra de las novedades fue la aparición del sastre profesional. La confección de la ropa, que anteriormente había sido una tarea de la mujer, pasó a manos de los hombres y a convertirse en una profesión. Los historiadores de la moda establecen el surgimiento de los estilos nacionales durante la época que ahora nos concierne, cuando se aprecian por vez primera las preferencias individuales por los diferentes elementos compositivos de la indumentaria tales como los accesorios, el color y los tejidos. Aquellas personas con una cierta o entera relevancia social comenzaron a vestir una serie de prendas que lucían motivos o emblemas identificatorios de la familia o linaje al que pertenecían. A pesar de ello, la ropa en sí misma no tenía mayor trascendencia para la gente corriente, que la usaba por motivos funcionales. El uso de lo funcional también era válido para las personas pudientes, y me explico con el siguiente ejemplo y es que, aunque el atavío ceremonial de Carlomagno era suntuoso y se acompañaba con zapatos de pedrería incrustada, una capa sujeta con un broche de oro y una diadema, su vestimenta habitual consistía en sencillos ropajes, e
incluso parece que utilizaba piel de conejo en vez de otro tipo de pieles más lujosas como el armiño o el visón. Claro que también tenemos que tener en cuenta que los pudientes se lo podían permitir todo, cualquier capricho, tejido, etc. mientras que pudieran pagarlos, por lo que es obvio pensar que si no utilizaban ropas lujosas era porque no querían, mientras que en el caso de los estratos sociales más bajos (campesinos, artesanos...) utilizaban ropas básicas destinadas a protegerse de los rigores climáticos y, sobre todo, empleaban vestimentas que les permitiera trabajar. Hasta el siglo XIV hombres y mujeres de todos los estratos sociales usaban un atuendo similar. Tanto en verano como en invierno se vestían con prendas holgadas y largas, quedando el cuerpo totalmente cubierto, siendo muy probable que en invierno vistieran más capas de ropa. Al igual que sucedía en el Imperio Bizantino, la elección del género, es decir, de la tela y su riqueza era la que diferenciaba la indumentaria de nobles y reyes de la de los campesinos, labradores, artesanos, pastores, etc., del común, de los súbditos. Hombres y mujeres solían llevar un capote largo como prenda de exterior. Durante la Edad Media hombres y mujeres vestían una túnica interior, otra exterior que era más corta que la primera, y un cinturón a la altura de la cintura; numerosos historiadores piensan que es aquí donde se encuentra el origen de la camisa o blusa actual. Otra de las prendas que ambos sexos utilizaban en estos momentos era la llamada sobretúnica, de piel. Parece que durante el siglo XV esta prenda era más larga que en momentos anteriores, se sujetaba con un cinturón colocado bajo el pecho y caía suelta hasta el suelo. Los estratos acomodados llevaban capotes forrados de seda, piel o tejido dorado mientras que campesinos, siervos y obreros usaban prendas adecuadas para su trabajo.
La indumentaria de moda en la Edad Media mostraba una clara influencia bizantina, bizantina, como ocurre con las prendas que pueden observarse en El enlace de Renaud de Mantauban y Clarisse , de Loyset Liedet (Flandes, 1460-1478) Prendas femeninas femeninas
Leonor de Aquitania, reina de Inglaterra y esposa de Enrique II. Le gustaban los vestidos confeccionados con samite, una seda rígida popularizada en Bizancio. Esta representación suya, de E. Hargrave, está basada en un retrato de la época
Durante la Edad Media las mujeres copiaron los ropajes masculinos, aunque adaptando estas ropas a la forma de su cuerpo. A Leonor de Aquitania (Poitiers 1122-Fontevraud l´Abbaye 1 de abril de 1204, duquesa de Aquitania y Guyena, condesa de Gascuña y reina consorte de Francia e Inglaterra) se le atribuye el hecho de haber puesto de moda el vestido holgado. Las mujeres acomodadas vestían una indumentaria más r efinada, como las faldas acampanadas, tan largas que iban barriendo el suelo según andaban sus dueñas. Estas faldas se solían confeccionar con pesados géneros como el brocado. La cintura de la mujer se subió hasta quedar bajo el pecho, añadiéndole un cinturón para remarcar la zona. El área superior de los vestidos femeninos se encontraba muy elaborada, y la mayoría de las mujeres europeas utilizaban un escote alto. Las mangas podían ser sencillas y ajustadas o podían encontrarse muy trabajadas mientras que en otras ocasiones se forraban de piel, las había muy anchas y tan largas que llegaban hasta el suelo. Alrededor del siglo XIV las mangas comenzaron a decorarse con puños dentados, efecto que según algunos historiadores de la moda inspiró la posterior invención del encaje.
La aparición en escena de la peste bubónica en el año 1348 tuvo un profundo efecto sobre la moda occidental debido a las consecuencias que produjo en la política y en los asuntos sociales. La gente comenzó a vestir de forma extravagante como respuesta a la crisis: las faldas comenzaron a acortarse y las prendas se fueron ajustando al cuerpo; al marcar las prendas la silueta, resultaban más favorecedoras. Con el tiempo, la indumentaria fue ganando en refinamiento, sirviendo como ejemplo el indicar que las mangas y los bajos de las faldas presentaban los bordes recortados, a modo de adorno. A finales de la Edad Media volvió la moda sencilla para la mujer: la vestimenta se hizo cada vez más funcional, por no calificarlas de austeras. Las faldas dejaron de llegar hasta el suelo, subió la línea del escote y las mangas comenzaron a acortarse por el codo.
La apariencia extravagante de la ropa era una reacción natural ante la crisis provocada por la peste bubónica. A la izquierda de la imagen se ilustra la ceremonia funeraria a los muertos víctimas de la plaga
Estas mujeres lucen vestidos de cintura alta con cinturones ornamentales. La mujer de la izquierda lleva un tocado cónico de cuyo extremo cuelga un velo.
Breviario italiano, hacia 1380. Ms. lat. 577 fº 380. Bibl ioteca Nacional de Francia, París
Prendas masculinas
En esta ilustración podemos ver a un grupo de hombres, cada uno perteneciente a una profesión distinta
El estamento y el oficio desempeñado determinaban el tipo de indumentaria que debía llevar un hombre durante la Edad Media. Entre los siglos XIII y XIV los hombre medievales solían llevar una túnica, denominada cota, de manga larga que llegaba hasta las rodillas; por encima de esta prenda se colocaban un vestido holgado de mangas amplias, a veces con un cinturón, y encima de todo esto, una prenda denominada sobrecota, sin mangas, que caía holgadamente hasta los tobillos. Esta última prenda se encontraba abierta por los lados y tenía un corte en la parte frontal. Entre los diferentes tipos de sobrecota se encontraba el cyclas. Se conocen otras prendas exteriores utilizadas en estos momentos como el garnache , que era un vestido ligeramente entallado, con costuras laterales que iban desde el hombro hasta la cadera; el hérigaut , nombre que recibía un tipo de sobretodo. Los sobretodos largos, confeccionados con un pedazo de tela semicircular, eran muy comunes en esta época. Esta prenda podríamos compararla con una especie de abrigo, gabán o gabardina. Tras la caída de Constantinopla, la ciudad dejó de ser el centro de la moda para ser sustituida por París. Flandes era la ciudad que mejor tejido de lana producía -muy solicitado por la nobleza europea- y los flamencos eran conocidos como los mejores
tejedores. En Francia, París comenzaba a afianzarse como centro de la moda masculina; el gusto de los franceses por el lujo fue tan influyente que se expandió por toda Europa.
Túnica del infante Don García, 1145-1146
De forma general podemos decir que el vestuario masculino era más corto que el de las mujeres; se solía llevar un jubón con medias, así como la cotardía, que se trata de una prenda de exterior con encajes y de escote bajo, que se ensanchaba a partir de la cadera o cintura. Para el siglo XV, la cotardía se acortó y adquirió la longitud de un redingote.
La hopalanda se trataba de otra prenda de moda que vestían tanto hombres como mujeres, y cuya datación se determina alrededor del año 1400. Esta prenda consistía en una túnica larga y ancha que se llevaba con un cinturón e iba ajustada en los hombros, tenía cuello alto y mangas amplias y holgadas. Las mujeres también llevaban una cotardía larga, así como vestidos largos y sueltos. En esta época surgió la forma como elemento diferenciador en el vestir, la indumentaria se había convertido en algo más que una señal de posición social.
Jubón de Charles de Blois, 1360
Calzas y campagi atribuidos a Saint Germain, abad de Moutiers-Grandval (cerca de Délémont, Suiza). Siglo VII
Primero: quiero dejar claro que esta diapositiva NO la he elaborado yo. Aquí se nos explica de forma gráfica el atuendo masculino medieval (pudiente)
Los tejidos Durante la Edad Media, el tejido más importante fue la lana. Hacia el siglo XV se construyeron en Inglaterra telares específicos para tejerla. Existían diferentes variedades de tejido de lana, incluyendo el camelot , un tejido de gran calidad que se fabricaba en Francia. En Italia se hacía el punto de lana, aunque también se fabricaban hilos de distintos pesos, desde muy grueso hasta casi transparente. Al popularizarse en Europa el tejido de seda, el precio de este material se redujo considerablemente. La seda mate y gruesa se empleaba para la confección de caros mantos, cuyos forros estaba realizados de terciopelo y satén. La nobleza medieval solía vestir una indumentaria realizada en lana ligera de buena calidad, de hilo procedente de Reims y de seda importada. A Leonor de Aquitania le gustaban las prendas realizadas en samite, un tipo de seda rígida fabricada originariamente en el Imperio Bizantino. Al parecer, sus vestidos lucían a menudo bordados dorados y perlas cosidas, que servían para ocultar los dobladillos. Por el contrario, el campesinado vestía prendas de fibras bastas como lino rugoso, lona o lana. Todos los estamentos sociales utilizaban pieles pero su procedencia era la que distinguía la clase a la que pertenecía el usuario ya que la nobleza solía utilizar pieles de armiño o marta, mientras que los estratos bajos usaban pieles de oveja, tejón o zorro, que eran más accesibles.
Las ferias de tejido -y las ferias en general, muy importantes para el comercio de la época- se convirtieron en un importante punto de encuentro. En ellas se vendían tanto telas como ropas confeccionadas por encargo, y la clientela internacional que atraían garantizaba la propaganda de tendencias similares dentro y fuera de Europa. En la Edad Media se usaron espléndidas telas para la confección de vestidos así como para la elaboración de otros objetos domésticos. En la época de Enrique III de Inglaterra se aprobaron leyes suntuarias para la regulación del uso de telas extravagantes, pero la obediencia -como en otros muchos casos- fue escasa. Los hogares franceses e ingleses usaban hilos y lanas de gran calidad para la realización de sábanas, manteles, ropa y colgaduras. Thomas, duque de Gloucester (1354-1397), uno de los hijos de Eduardo III, disponía en su casa de dieciséis juegos de ropa de cama de seda con bordados de oro. Los tronos de los reyes se forraban con telas más valiosas, como el terciopelo de seda. Así mismo podemos hablar de la confección de tapices, que se remonta a esta época que nos ocupa. Además de utilizarse éstos como colgaduras los vemos en la indumentaria como elemento decorativo, sin embargo los historiadores de la moda opinan que estas colgaduras no nos aportan información certera sobre la indumentaria ya que los tejedores de tapices se permitían ciertas licencias fantásticas, por lo que estos tapices resultan fuentes poco fiables acerca de los ropajes de la época.
Calzado Durante la Edad Media se introdujo un tipo de calzado que terminaba en punta, era denominado polaina. En un principio calzar zapatos terminados en punta era considerado como símbolo de posición elevada, por lo que las puntas fueron haciéndose cada vez más largas, llegando a medir hasta 45 centímetros. Finalmente una ley inglesa promulgada en el año 1363 asignaba a cada grupo social una longitud determinada para la punta de estos zapatos: la plebe podía llevarlos con 15 centímetros, los caballeros con 37,5 y la nobleza puntas de hasta 60 centímetro. No obstante, la Iglesia consideraba que las puntas de estos zapatos, tan largas y estrechas, eran algo perverso, por lo que se fueron ensanchando cada vez más, hasta el punto de aparecer un nuevo estilo de zapato denominado "calzado en pico de pato".
Ilustración que, valga la redundancia, nos ilustra un conjunto de zapatos medievales
Escarpines de Doña Teresa Petri, siglo XIII
Conjunto de polainas de diferentes puntas
Conjunto de zapatos medievales de origen inglés. Foto realizada por mi en el Museum of London, Londres
Zapatos y camisa medieval. Foto realizada por mi en el Museum of London, Londres
Publicado por Marina en 16:22 0 comentarios
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M ié rcol es 10 de agosto de 2011
L a indumentaria en F r ancia bajo los merovingios (481- 752) y los carolingios (752-987)
Mapa del Imperio Carolingio
Entre los diferentes pueblos que se dieron en el periodo merovingio, el traje no parece haberse distinguido en demasía. Según Paul Diacre -n. 720-725, erudito, historiador, poeta y monje benedictino de Cividale del Friuli, capital del ducado lombardo de Friuli, los lombardos del siglo VII, llevaban prendas amplias y ornamentadas como las de los anglosajones, con largas bandas de variados colores, mientras que otros cronistas señalan entre los francos las túnica ajustadas. Los documentos que hacen referencia a la indumentaria de la época son raros; en la Francia merovingia en plena formación es donde podemos estudiar la evolución de los vestidos en las mejores condiciones gracias a la costumbre de francos o alamanes de enterrar a sus difuntos vestidos, armados y adornados, en ves de incinerarlos como los galorromanos. Tanto en los textos contemporáneos como en las investigaciones modernas resulta muy difícil distinguir si los nombres aplicados a diversas prendas de vestir durante estos tres siglos designan para cada época prendas diferentes o si los términos no han cambiado debido ya al origen del autor, ya al conocimiento más o menos amplio que éste tenía de las cuestiones del vestir. No podemos olvidarnos que se llega a un periodo durante el cual la lengua se encuentra en plena evolución, por lo que ante dos términos, es posible aplicarlos a dos prendas que se diferencian quizás únicamente por detalles secundarios. Parece entonces lógico seguir las grandes líneas de la indumentaria como permiten establecerlas los documentos figurados. Estos documentos, raros en lo que a la época merovingia se
refiere, más abundantes en la época carolingia, hacen presentir una evolución que se irá haciendo más clara en el periodo románico y gótico.
Interior de la Basílica gótica de Saint-Denis, París, Francia
La característica general de la mayoría de las prendas de vestir merovingias y carolingias, de las cuales algunas procedían de la Antigüedad Clásica a través de Bizancio, era el de ser comunes a hombres y mujeres. Así es para la camisa, túnica de debajo, la túnica propiamente dicha y los mantos rectangulares, como el pallium.
Prendas masculinas
La indumentaria masculina refleja el carácter militar existente en los pueblos europeos de época merovingia, y las escasas figuraciones que han podido llegar hasta nosotros junto con los objetos de las sepulturas, no nos permiten distinguir -como sucede en otras épocas- el traje civil del vestido de guerra. Los cementerios merovingios donde se han llevado a cabo excavaciones metódicas (sobre todo en la zona de Lorena) nos han proporcionado fragmentos bastante bien conservados de tela de lino fino o gruesa, floja o ceñida, lo que demuestra que los cuerpos fueron inhumados vestidos y que las telas más finas se llevaban directamente sobre el cuerpo. Por lo que podemos conocer a través de los documentos escritos, lagonda, una túnica de mangas largas o cortas, descendía hasta las rodillas, generalmente, y solía estar bordada con galones y ceñida a la cintura mediante un
cinturón, presentándose en los siglos VII y VIII con pliegues más o menos grandes, y en el siglo X con una gruesa tira cilíndrica alrededor del cuello.
Estatuilla de hombre hallada cerca de Le Mans. Ofrece una representación única de la túnica cosida y ceñida a las formas del cuerpo.
Al igual que los invasores precedentes, los merovingios llevaron una prenda denominadabraga, la cual la podemos observar en algunos documentos gráficos como el Breviario de Alarico y en documentos escritos. Tal como nos cuenta el autor cristiano y obispo de Clermont, Sidonio Apolinario (430-480), los francos iban vestidos en esta época con una prenda estrecha que se detenía encima de las rodillas y dejaba las piernas desnudas, siendo probable que esta túnica ocultase las bragas. Cien años más tarde Agatías (536 Mirina - 582-594 Constantinopla, llamado Escolástico) atribuía a los mismos francos las largas bragas de tela o cuero blando y flexible de los antiguos galos, sujetadas a la pierna por las zarrias del calzado. Un objeto que se encuentra en las colecciones de Dumbarton Oaks, único en su género hasta el momento, nos ha mostrado el aspecto completo de un traje merovingio. Esta estatuilla, realizada en oro, representa a un hombre de pie y sin armas, de melena hasta la nuca y cabello peinado, con las
piernas y los pies desnudos. La túnica, que desciende hasta las rodillas y se encuentra muy ceñida a la cintura, lo que implica una forma cosida, aparece salpicada de adornos cuadrilobulados dispersos verticalmente y formando en la zona inferior de la prenda una banda horizontal. Esta estatuilla fue hallada cerca de Le Mans, datada entre los siglos IV y V. En el periodo carolingio se vuelven a encontrar las bragas de tela en el traje habitual de Carlomagno. Sobre esto se escribe lo siguiente: "Mientras que los galorromanos habían conservado las femoralia de la época de Trajano, la mayoría de los francos habían continuado siendo fieles a las bragas largas. El gran emperador las llevaba de tela de lino, cubiertas, según costumbre de los cazadores y de la gente del campo, con tibiales, especie de polainas sujetadas en la pierna por las cintas del calzado" . En algunos
documentos se nos informa que estos pantalones no eran vestidos sólo por los caballeros o la gente de a pie, sino que también eran vestidos por trabajadores. Así mismo en el siglo IX, el pantalón colocado encima de unos calzoncillos de lino, el calzado con cordones y las cintas que sujetan las pantorrillas son señalados por el monje Abón de San Gall como características de la indumentaria de los "obreros francos". De todas maneras, desde el siglo IX al XI, cierto número de miniaturas muestran a la gente de la corte llevando pantalones cortos o largos como las antiguas bragas; todos con botas altas acordonadas hasta la mitad de las piernas. Entre los francos, para los que la tejeduría de la lana era una especialidad, parece haber estado siempre en uso el sayo,un pequeño manto corto que sólo cubría los hombros. Posteriormente, provisto de capucha, debió confundirse con el bardocucullos de los galos.
Manuscrito Breviario de Alarico , siglo V. Biblioteca Nacional de Francia, París. Ms. lat. 4404 fº 197vº. En estas imágenes se reconocen las prendas mencionadas en varios textos: bragas ceñidas hasta los tobillos mediante tiras de cuero entrelazadas (figura superior izquierda), túnica corta de falda amplia, a veces confeccionada en rico tejido con adornos multicolores. La túnica larga, plisada, y el manto corto son típicos del traje español
Biblia de Carlos el Calvo, siglo IX. Biblioteca Nacional de Francia, París. Ms. lat. I fº 423 Prendas femeninas
Aunque se tiene escasa información acerca de la indumentaria que caracterizó a la mujer de la época merovingia, se sabe que en la época carolingia solían llevar la stola, un vestido largo que se ensanchaba en la cintura encima de un cinturón de cuero, al igual que la stola romana pero sin la instita, y adornada alrededor de la escotadura con una banda bordada que se prolongaba por delante hasta los pies (esta banda, separada más
adelante del vestido, pasó a convertirse en la estola litúrgica). El vestido en cuestión dejaba los brazos desnudos. Unas fíbulas sujetaban estos vestidos en los hombros, y otra, colocada en el pecho, permitía levantar la parte inferior del vestido. Un largo echarpe cruzado, la palla, sujetada por un alfiler o una pequeña fíbula, se enrollaba encima de los hombros, dejando caer por delante uno de los extremos y el otro por detrás. También podía cubrir la cabeza según la moda bizantina. El vestido de ostentación
La indumentaria oficial del Imperio de Oriente se transformó en trajes de ostentación y lujo para la aristocracia franca: la clámide, denominada por analogía toga hendida bizantina , insignia de dignidad, llevada por el rey; la túnica corta de púrpura, de mangas bordadas, ceñida alrededor del cuerpo mediante un echarpe doble, calzas tejidas en redondo y pantalones cortos. Las excavaciones llevadas a cabo en el año 1959 en la Basílica de Saint-Denis (París) proporcionaron importantes informaciones acerca del vestido gracias al descubrimiento de joyas y fragmentos de tejido procedentes de una tumba intacta, perteneciente a la reina merovingia Arnegonda (Worms, c. 515-573, esposa de Clotario I y madre de Chilperico I de Nustria). Esta reina fue inhumada envuelta en una camisa de tela fina de lana que, sin duda, llegaba hasta las rodillas, como el vestido de encima, éste de seda asargada violeta-añil; en las piernas lucía una especie de calzas de tela de lana sujetadas por tiras de cuero cruzadas, habiéndose hallado restos de jarretera. Encima de este vestido, una larga túnica de seda roja, forrada con una tela de lino, descendía casi hasta el suelo. Completamente abierta por delante, con mangas largas de gran abertura, estaba sujetada por fíbulas redondas y una gran aguja de oro, y un ancho cinturón, que rodeaba la cintura y se cruzaba en la espalda, volvía hacia delante para ser anudado en la parte inferior del vientre. En los pies vestía unas botas de cuero negro sujetadas por tiras de cuero. Entre la túnica y el vestido se hallaron un ancho tahalí cerrado por una guarnición muy grande (placa y contraplaca). Sobre el lado se había colocado un velo que descendía hasta la cintura, sujetado sin duda a la túnica por dos alfileres de oro.
Sarcófago de piedra donde descansaban los restos de la reina Arnegonda
Reconstrucción de la posición del cuerpo y la indumentaria
Aquí tenemos otra reconstrucción y una aproximación al vestido
Reconstrucción del cinturón
Reconstrucción del calzado
Joyas de la reina Arnegonda
Hebilla del cinturón
Pendientes
Bordado
Agujas de pelo
Aguja
Adornos de calzado Los
tejidos
de
la
indumentaria
y
su
ornamentación
La historia de la indumentaria textil durante este periodo de la Alta Edad Media permite precisar ciertos puntos en el estudio del traje. El lino, que se venía cultivando desde el siglo V en las Galias, fue algo raro entre los merovingios y debió ser importado. Cabe la posibilidad de que la introducción de estos tejidos, más finos que los empleados por los bárbaros, fuese facilitada por las relaciones comerciales de los merovingios con Italia. Este lino era empleado, sobre todo, por la gente pudiente para la confección de camisas, túnicas ligeras y calzas. En lo que se refiere a la lana, los merovingios la utilizaron para realizar pantalones: lasbragas estaban ornamentadas con figuras en forma de rosáceas, tréboles, cuadrifolios y lunares, las cuales parecen haber sido las ornamentaciones más utilizadas. Del periodo carolingio se conoce con seguridad la existencia en Frisia (actualmente una de las doce provincias que conforman los Países Bajos), a mediados del siglo XI, de una fabricación ya antigua de telas de calidades diversas, utilizadas para confeccionar los pallia de los monjes y los campesinos. Los habitantes de Frisia, desde luego, tejían ya desde la antigüedad más remota la lana de los carneros de sus tierras de pastos, y sabemos gracias a los textos que en el siglo IX fabricaban unos pallia fresonica, de calidad superior, que utilizaba Carlomagno. Si los tejidos bastos fabricados por los
tejedores locales satisfacían la demanda popular, las telas finas de lujo de elevado precio, que se distinguían por el esplendor y la variedad de su colorido, servían para la exportación. La pañería flamenca estaba ya perfeccionada y se encontraba en la víspera de un inmenso desarrollo en los siglos posteriores. En lo que a la seda se refiere, su empleo en la indumentaria de este periodo que nos ocupa revela el influjo del Imperio Bizantino. Se ha dicho justificadamente que " la unión íntima entre Oriente y Occidente se realizó sin duda alguna a través de las sederías bizantinas tejidas a partir del siglo VI ". Aunque no debemos dejar de recordar aquí que a partir del año 470, con ocasión de su entrada en Lyon, el príncipe franco Sigismero, a
pesar de que iba vestido a la moda franca, llevaba prendas de seda y joyas de oro y pedrerías. Este lujo traduce con mucha exactitud la adaptación de los jefes bárbaros a la civilización imperial, por lo menos en lo referente a la penetración de objetos de adorno de origen bizantino u oriental, aunque hay que decir que otros merovingios conservaron sus trajes de pieles en bruto. En conjunto el traje de las regiones sometidas a las dinastías merovingia y carolingia conserva ciertos elementos romanos, pero elementos extranjeros propagados por diversos ocupantes, lo renuevan. Se trata menos de la introducción de nuevos tipos de indumentaria que de la difusión general de las bragas, la túnica, el echarpe, así como de la superposición de varios vestidos. Por otra parte, este vestido se enriquece adoptando los tejidos bizantinos y los adornos de un arte original con temas decorativos a la vez rigurosos y de fantasía.
El
calzado
Los hombres utilizaban un tipo de zapato cerrado de cuero más o menos preparado, frecuentemente cubierto de pelo animal. Todo ello se describe como provistos de un corte en la parte superior del pie y sujetados por cordones sobre el empeine o por tiras de cuero entrelazadas, a menudo muy largas y que llegaban hasta la mitad de la pierna. Durante el reinado de Carlomagno, el término brodequin (borceguí, botilla) parece haber sustituido a las denominaciones romanas. La heuse, una especie de calzado subido de cuero blando, que anunciaba la bota, aparece hacia el siglo IX. Los zapatos de las mujeres eran más finos, de cuero adornado con dibujos, con lengüetas sujetadas encima del empeine por una cinta o por cintas ligeras que terminaban en unos herretes debajo de las rodillas. También se han hallado zapatos femeninos de tejido de cáñamo.
Calzado del emperador Carlomagno, siglo IX
Calzados de mujeres pertenecientes a la burguesía, siglos V-VI
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Martes 23 de agosto de 2011
El vestido en la Europa de los siglos XI I al XI V
Mapa de Europa durante el siglo XII
Las condiciones de una nueva vida. Las Cruzadas y las condiciones económicas y sociales Para finales del siglo XI comenzaron a darse nuevas formas de vida en Europa, aunque la profunda transformación de las ideas y los gustos así como de las condiciones materiales de la existencia, se efectúa en el transcurso de los siglos posteriores. El espíritu religioso, las Cruzadas, las relaciones comerciales y el progreso general de la economía así como los progresos técnicos del periodo como el invento del torno para hilar, el perfeccionamiento de los telares, las disposiciones en los reglamentos de la lanería, contribuyeron a las modificaciones en la indumentaria.
Desde luego, es necesario aclarar que estos diferentes factores de influencia no coexistieron siempre desde el siglo XII al XIV. Quizás el hecho más importante y espectacular de la época sea el movimiento de vida interior, el misticismo y disciplina religiosa, que generó aquellas Cruzadas en las que participaron todos los pueblos cristianos de la Europa occidental. Esta celebración de una fe común comenzó después del cisma griego del año 1054 y se amplió con la llamada del papa Urbano II en el 1095, y con la fundación de la Orden del Císter en el 1098. Es entonces cuando se produjo una vuelta al espíritu de los tiempos apostólicos, de lo cual da fe el traje general e impersonal
que unifica a la cristiandad en sus formas exteriores, como las Cruzadas la unifican en un mismo movimiento de fe. Sin embargo, la mayoría de los historiadores del traje europeo se han fijado menos en su uniformidad que en su alargamiento y su amplitud, y han atribuido generalmente estas dos características a las Cruzadas que, según ellos, introdujeron en Europa la indumentaria y las costumbres que hasta entonces eran características de Oriente. En su opinión se habría sustituido el desapego de los bienes de la tierra por el apetito de los goces materiales y el lujo refinado, lo cual se opone a esta corriente de entusiasmo religioso y deseo de aventuras caballerescas. En realidad, la influencia de las Cruzadas se manifiesta mucho menos en las formas del traje que en los tejidos, por lo que el fenómeno típicamente europeo de la prenda larga, muy anterior a la Primera Cruzada, no se puede explicar sobre esta base, sobre todo teniendo en cuenta que algunas modas orientales habían penetrado ya en Occidente con mucha antelación a estas expediciones. Fueron pues las modas orientales las que penetraron hacia Occidente durante el periodo de las Cruzadas. Así mismo, se ha querido atribuir un origen oriental a prendas como el amigaut , una especie de abertura bastante corta, central o lateral, en la escotadura delsurcot (antigua sobrevesta), que recuerda las camisas persas o las blusas de Cachemira. También es necesario indicar que no disponemos de ningún documento que nos proporcione la prueba de que una prenda del norte de África denominadagandurah inspirara la moda del surcot sin mangas que apareció hacia el 1220 (moda seguida por San Luis). Lo que sí nos hablan los documentos escritos es acerca del descubrimiento que llevaron a cabo los cruzados de toda una civilización oriental, impregnada por un lujo, un refinamiento y una fastuosidad esencialmente asiáticos. Los cruzados no sólo descubrieron las largas túnicas de mangas anchas y la amplia indumentaria árabe si no que tuvieron la oportunidad de ver nuevas prendas como las pellizas de pieles, que llegaban a los mercados costeros a través de las rutas de caravanas: el armiño, que se llamaba entonces piel de Babilonia, la marta oscura (hoy en día cebellina), piel de petigrís o ardilla del note, así como zorros negros o blancos del Caspio. Aunque debemos indicar que los cruzados no sólo apreciaron las nuevas prendas sino también los tejidos, como podemos observar en un escrito de Guillermo de Tiro donde habla de su asombro al ver por vez primera "estas innumerables prendas de vestir, todas de seda" , que eran tomadas como botín o recibidas como obsequio.
Mapa de las Cruzadas
Las mujeres "francas" instaladas en Oriente no tardaron en adoptar los modelos del territorio: vestidos largos con mangas acampanadas, muselinas (entonces telas de seda y oro procedentes de Mosul), buratos (similar a una mantilla, velo, tul) y crespones de fabricación local, crespones de trabajo indio y pañuelos chinos para el cuello de seda. Fue con gran probabilidad gracias a ellas que se introdujeron, al menos en los estamentos más elevados, los lujosos tejidos procedentes de Asia Menor que los peregrinos anteriores a las Cruzadas habían introducido en Occidente en forma de preciosas y raras muestras que hoy podemos ver en algunas catedrales europeas. Predicadores y cronistas -nuestras mejores fuentes en la materia- señalaban el gusto por el lujo, pero atestiguan por encima de todo la inmensa popularidad alcanzada por los tejidos difundidos por los cruzados: telas de algodón o hilo como el fustán, telas de lana como el camelin de Chipre o Siria, camelots de Asia Menor, damasco, samit ,cendal , telas preciosas procedentes de Siria, Persia, Egipto, etc., sin olvidar los vistosos tejidos de Almería denominados ispahanis que, entre los de origen oriental, fueron los primeros que comenzaron a fabricarse en Occidente.
De lo que debemos ser conscientes y sin posibilidad de réplica es que en el haber de las Cruzadas se encuentra la aparición de una nueva situación: el desarrollo de las comunicaciones internacionales, la reanudación de los intercambios económicos, la consolidación del poder real y, en las ciudades dedicadas al comercio y la industria, el nacimiento de un nuevo régimen corporativo obligatorio junto con la entrada en escena de un nuevo elemento social, el de los comerciantes y artesanos -evidentemente esta situación no se da de un día para otro sino con el paso del tiempo-. En la evolución del traje durante el periodo que nos ocupa, el factor económico tuvo un peso considerable. La expansión, con las Cruzadas, de los intercambios internacionales y la formación de importantes industrias en el sur de Francia, norte de Italia y Flandes, contribuyeron al
nacimiento de un nuevo "capitalismo", y a la formación de grupos profesionales dedicados a esta industria. Por otro lado es lícito indicar que el Mediterráneo recupera el tráfico perdido tras las invasiones árabes del siglo VIII. Después de restablecerse por completo la navegación entre Oriente y Occidente, Bizancio, desposeída de su marina, perdió su hegemonía. A finales del siglo XI dos materias particularmente importantes para la indumentaria, la seda y la lana, experimentaron una difusión que fue ampliándose con el paso de los siglos.
Durante el transcurso de los siglos XII y XIII, el vestido se ve beneficiado por las primeras transformaciones sociales: alrededor del soberano se instaló una nobleza cortesana con origen en las funciones administrativas o los servicios militares, así como una "burguesía" rica y potente nacida de la expansión de los intercambios comerciales. De manera natural este nuevo estamento social trató de imitar a los señores, y tanto los unos como los otros se beneficiaron de la prosperidad económica que acompañó a la renovación intelectual y artística que se produjo en toda Europa. Por otra parte, la cultura literaria y las costumbres "corteses" refuerzan en la nobleza y el nuevo estamento "burgués" (para entendernos) el gusto por la elegancia. Las mujeres tomaron ideas, a través de los romances, sobre la forma de calzarse, la compra de cinturones bordados o chapels con florón cincelado, así como sobre la forma de realzar la cintura reteniendo el extremo del manto, de remangar la falda para mostrar la finura del pie y de adoptar un estilo de andar ondulante -la moda del movimiento afectado de las caderas comenzó a partir del año 1240, volviéndose general hacia 1300-. La complacencia de los autores concede a ciertos excesos una mayor importancia de la que tuvieron en realidad.
Las influencias orientales a través de Sicilia y España
Sicilia y España, los primeros puntos de contacto político o espiritual de la cristiandad europea con el mundo musulmán, también introdujeron los tejidos orientales en los países de Occidente, aún con anterioridad al siglo XI.
Coronación de Roger II, mediados siglo XII. Mosaico de la Martorana, Palermo. Roger viste el traje de los emperadores de Bizancio con el loros y la corona stemma con colgantes.
En el caso de Sicilia, su conquista por parte de los caballeros normandos comenzó a partir del año 1060, con el apoyo de las flotas italianas. La última resistencia de mano de los sarracenos se produjo en el 1091. Al principio los peregrinos normandos que regresaban de Siria hacia el 1016, después de haber expulsado a los musulmanes de Salerno, fueron seducidos por los regalos de los burgueses de la ciudad, en concreto por los mantos púrpuras, según cuenta el cronista Aimé de Mont-Cassin. Cuando el ducado de Normandía fue transformado en el Reino de las Dos Sicilias, Rogerio II (Roger II) tuvo que hacerse representar con la dalmática bizantina en pinturas y mosaicos en la Martorana (Palermo). Al igual que su indumentaria, los musulmanes instalaron allí sus tejidos debido a la creación de fábricas de tejido. Según Ibn Djobair, "las damas cristianas, en la forma de velarse y de llevar sus mantos, siguen la moda de las mujeres musulmanas. Con ocasión de estas fiestas de Navidad, salieron ataviadas con vestidos de seda de color oro, envueltas en mantos elegantes, cubiertas con velos de color, calzadas con borceguí dorados, pavoneándose en sus iglesias ataviadas como damas musulmanas" . La manufactura real de tejidos de Palermo adquirió una gran
importancia y fue donde, según todos los indicios, se realizó para el propio Roger II la espléndida capa real del Tesoro de Viena. Los sicilianos se convirtieron en los proveedores de los cruzados, fabricando para ellos prendas de fastuosos tejidos según el
gusto adquirido por éstos en Oriente. Debido a su vistosidad y la novedosa ornamentación, por su colorido y su ligereza, los tejidos árabes fueron desplazando a los bizantinos, tan de moda y tan demandados -y pesados- años atrás. Tras esto, la industria textil siciliana fue en decadencia, hasta que los telares se trasladaron a Lucca, donde la ornamentación bizantino-sarracena se fue mezclando con la ornamentación gótica introducida en Italia por el nordeste; aunque fue a través de Sicilia por donde continuó penetrando la influencia oriental hasta la misma Europa central.
Capa del rey Roger II de Sicilia, datada hacia el año 1133. El manto en forma de capa es de raso de púrpura bordado con oro y perlas; el tejido procede de la manufactura real de Palermo y los motivos decorativos, el combate entre un león y un camello, son de inspiración oriental.
En España, la famosa peregrinación hacia Santiago de Compostela había producido un movimiento continuo de peregrinos desde Francia hasta Galicia a partir de mediados del siglo VIII. A partir del 1018 y durante doscientos años se inician diversas expediciones francesas para su protección. En la Península Ibérica, al igual que en Tierra Santa, los barones franceses adoptaron con gran facilidad las costumbres de los musulmanes, al igual que hizo aquel señor de Aquitania que, tras la conquista de Barbastro (Huesca) en el 1064, según el cronista Ibn Haiyán, se instaló en la vivienda del antiguo gobernador musulmán, se vistió con sus ropajes y se calzó sus babuchas. Desde entonces se activaron los intercambios de tejidos entre España e Italia.
El traje de Europa central y occidental Numerosos documentos gráficos, como esculturas, miniaturas, pinturas murales, nos permiten comprobar la unidad y hasta la entidad del traje en la Europa occidental en el siglo XIII. Ciertos manuscritos como las Vies des Offas, el Livre de Santé o el Apocalipsis conservado en el Trinity College presentan los mismos tipos de indumentaria que en Francia en la misma época: saya, sobrevesta con amigaut ,cotardía, perpunte, bragas para los hombres y sorquenie para las mujeres. En Italia podemos encontrarnos con prendas similares, sobre todo si observamos pinturas como las existentes en el Monasterio de San Benedetto, en Subiaco, y en Santa Croce, Florencia. En este caso, las sobrevestas de los hombres son algo más gruesas y los vestidos de las mujeres poseen colas más largas.
Monasterio de San Benedetto, Subiaco (Italia)
Pinturas murales de San Benedetto
En el caso de España, los vestidos de los miembros de la familia real hallados en las tumbas del Monasterio de Las Huelgas, cerca de Burgos, son prácticamente idénticos a los que vistieron los príncipes de la rama de los Valois en Francia; las mismas camisas ajustadas con lazas en el lado y grandes escotaduras en las mangas de las sobrevestas. Algunas miniaturas, como las del Libro de ajedrez del rey Alfonso X el Sabio (12211284), representan mujeres con vestidos adornados y gorros estrechos y altos, modelo quizás propio del país. Finalmente, en Alemania las características del estilo son lo que parece dar un particular aspecto al traje de Renania, Franconia y Baviera, como se puede apreciar es las esculturas del as catedrales.
Sin embargo, debemos decir que los nombres en la antigua lengua existente en el norte de Francia sustituyeron las denominaciones de origen latino, por lo que se puede observar la desaparición de los términos antiguos (túnica se sustituye por bliaud ) y se utilizan palabras nuevas como doublet , amigaut , gipon, peliçon, cuyas fechas de aparición resulta muy difícil de determinar. Así mismo no nos resulta fácil seguir, a través de todos estos cambios, el uso de una misma prenda de la indumentaria y trazar su evolución. Hay numerosos autores que se limitan a enumerar las piezas indumentarias sin precisar a qué elementos se refieren, por lo que resultaría determinante la realización de un estudio en profundidad para proyectar algo de claridad en estas confusión reinante y establecer una relación exacta entre los nombres y los trajes de la Edad Media. En este punto, debemos repetir que la forma de llevar el traje largo sólo afectó a la "clase" más elevada; la indumentaria de pobres y trabajadores no se modificó hasta finales de la Edad Media.
Piezas concretas procedentes de España Ajuar de la infanta María (siglo XIII)
Conocer la fecha exacta de la muerte de la infanta María nos permite conocer la fecha exacta del conjunto, el año 1235.
Colegiata de San Isidoro de León
Doña María era la hija menor del rey Fernando III el Santo, rey de Castilla y de León, y de su primera esposa, Beatriz de Suabia. La infanta murió siendo una niña en el año
1235, sin embargo, desconocemos su fecha de nacimiento, por lo que no se puede precisar su edad. Fue hermana de Alfonso X el Sabio, que sucedió a su padre. Fue la última en ser enterrada en el Panteón Real de la Colegiata de San Isidoro de León. Con la invasión napoleónica y la entrada de estos en San Isidoro, se produjeron numerosas profanaciones pero a pesar de ellas, la información que nos ofrece la Colegiata ha sido objeto de estudio por parte de historiadores y antropólogos. Estas piezas junto con la saya encordada de Leonor de Castilla, el pellote de Fernando de la Cerda y otras de excepcional importancia procedente del Monasterio de Santa María la Real de Huelgas, constituyen un tesoro para la historia de la indumentaria. Piezas únicas en el mundo, nos han permitido conocer las hechuras de los vestidos y la riqueza y variedad de los tejidos medievales del siglo XIII. Para el siglo XIII se usaba vestidos muy semejantes en todo el Occidente europeo, aunque era Francia quien tenía un papel más importante, tanto en la creación del primer arte gótico como del primer traje gótico. España siguió la moda en lo esencial aunque, sobre todo entre las mujeres, presentaba unos rasgos muy originales. Algunas de las creaciones procedentes de España pasaron al resto de Europa en el siglo XIV. Podemos decir entonces que España se mantuvo el mismo estilo durante el siglo XIII, las prendas son cómodas, de corte sencillo, y observamos un especial gusto por vestirlas unas encima de otras, conformándose un vestido vistoso y exponente de la riqueza de aquel que lo porta. Así mismo, en estos vestidos queda reflejado el gusto por la naturalidad que caracteriza al primer arte gótico. Tras esta breve puesta en situación, pasamos a la descripción de las piezas. Tres prendas en concreto (comunes a ambos sexos en esta época) son las que componen el conjunto del ajuar de doña María: camisa, calzas y garnacha .
La camisa. Así se denominaba la prenda que se vestía directamente sobre el cuerpo. En este caso es una prenda de algodón, con cuello redondo y abertura en el delantero. Se encuentra confeccionada con dos paños: delantero y espalda, cortados en una pieza. La parte inferior de la prenda se hace más holgada al añadir a los costados dos piezas triangulares cosidas o nesgas, con punto de crucetilla en color rojo. Así mismo las mangas amplían la sisa mediante dos piezas romboidales añadidas en su parte interior y van adaptándose al brazo hasta ceñirse en las muñecas.
Camisa de la infanta María, 1235
Las calzas. Se trata de una prenda que cubría las piernas y el cuerpo hasta la cintura. Se encuentra confeccionada en lino, presentando una hechura muy simple sin corte central para formar el tiro, limitándose a un corte semicircular en el centro para separar las piernas. Se ajusta a la cintura con una cinta que se pasa por unos ojetes.
Calzas (siento la nefasta calidad de la foto)
La garnacha. Se trata de una prenda sin mangas, con cuello redondo y abertura en el delantero, confeccionada con dos paños que, cortados en una pieza, integran cuerpo y falda. Con forma en el cuerpo, se abre hacia el borde inferior con dos grandes nesgas que se incorporan en los costados. Parece que estuvo forrada de piel sin curtir, probablemente conejo. Se conoce la existencia de dicho forro por los restos hallados en su restauración. La garnacha tiene en común con el pellote su hechura pero,
a diferencia de éste, llevaba un grueso forro, por lo que no quedaba pegada al cuerpo y se plegaba con menos facilidad. Se trataba entonces de una prenda de abrigo que se vestía sobre otras prendas, como la saya encordada y el pellote, o directamente sobre la camisa, como en el caso de doña María. Confeccionada en seda de su color, se decora con bandas horizontales formada por hilos entorchados de oro.
Garnacha de la infanta María
La camisa, las calzas y la garnacha son prendas cómodas y holgadas, de corte sencillísimo, que permitían una total libertad de movimiento. Las tres prendas se encuentran confeccionadas y tejidas a mano con ligamento de tafetán, aunque con diferente material: la camisa de algodón, las calzas de lino, y la garnacha de seda e hilos metálicos dorados, enrollados en espiral sobre hilo de algodón o seda y componiendo la trama. La seda fue introducida en la Península Ibérica gracias a los árabes, instalándose entonces sederías y talleres de telares. El empleo del algodón en tejidos medievales es muy limitado debido a que la planta no es autóctona (también introducida por los árabes), lo que nos indica que se trataba de un tejido de importación y de uso limitado a los más poderosos. No ocurre lo mismo con el lino, conocido desde tiempo atrás para la confección de tejidos. Ajuar de doña Teresa Gil (siglo XIV)
Primero de todo, en lo que se refiere a la fechación de las prendas, debemos indicar que presumiblemente fueron realizadas en el 1307, año en que falleció y fue enterrada la propietaria.
Doña Teresa Gil fue una infanta portuguesa que pasó gran parte de su vida en Valladolid y fue fundadora del monasterio del Sancti Spiritus el Real de Toro, Zamora. Desconocemos la fecha y el lugar de nacimiento de doña Teresa, así como sus primeros años, pero la documentación que ha llegado hasta nosotros nos informa sobre su origen y su existencia en la segunda mitad del siglo XIII y la primera década del siglo XIV. Relacionada con la casa real portuguesa, en tiempos de D. Dionis, y la castellana en tiempos de Sancho IV y Fernando IV, ocupó un destacado lugar entre la clase noble de aquel tiempo, y su privilegiada situación le permitió acumular una gran hacienda. Según podemos observar en algunos documentos, afirmamos que doña Teresa Gil pasó la mayor parte de su vida en Valladolid; el primero de estos documentos se encuentra fechado en 1276 y en él el infante Sancho (futuro Sancho IV) ordena a los alcaldes de Sabugal (Portugal) que acudan con los "maravedis de la martiniega e con el portadgo e con los derechos de nuestra villa en nuestro termino a donna Teresa Gil" , como lo había de haber el rey su padre "et como lo tenie d´elen tierra el infant don Pedro mio hermano" . El último documento, datado en el año 1305, en Medina del Campo, y en él es don Fernando IV el que ordena a los recaudadores remitir los pechos de Zaratán y Arroyo a doña Teresa Gil, tal y como fueron concedidos por su padre, lo que nos hace pensar que no se había cumplido. El 16 de septiembre de 1307 doña Teresa otorgó testamento en la ciudad de Valladolid ante el notario Pero Pérez de Valladolid, dejando vestimentas, joyas, mobiliario y dinero a familiares, criados, pobres, eclesiásticos e instituciones religiosas, expresando su deseo de que "todas las cosas que fincaren de lo mio de mueble et de heredat, mandolas para fazer un monasterio a onrra et a servivio de mio sennor IESU Xpo (Jesucristo) a quien y he en voluntad de fazer mio heredero en todos mis bienes" . Para esta decisión dejó como albaceas a los reyes de Castilla, don
Fernando y doña María, y al rey de Portugal, don Dionis. Fue la reina María de Molina quien eligió los terrenos para la construcción, iniciándose el 28 de agosto de 1316. Para el año 1345 el monasterio estaba habitado y prácticamente terminado, por lo que se cumple la voluntad de doña Teresa de trasladar sus restos a este monasterio de Sancti Spiritus.
Monasterio de Sancti Spiritus
Momia ataviada de doña Teresa Gil
Haciendo una breve referencia al contexto de la época en que nos encontramos, debemos apuntar a que la estabilidad y la mejor calidad de vida, alcanzada gracias a los avances tecnológicos producidos en España durante el siglo XIII, se desvanece en el siglo XIV debido a guerras, hambrunas y la peste, que en el año 1348 asoló Europa y acabó con un tercio de la población. Podemos decir entonces que el siglo XIV fue un siglo de calamidades, donde la guerra estaba presente en todo el continente. Mientras que Francia e Inglaterra se encontraban inmersas en la Guerra de los Cien años, España proseguía con la Reconquista. Los dos grandes reinos del momento en la Península Ibérica eran Castilla y Aragón. La segunda mitad del siglo XIV se caracteriza por una mayor inestabilidad y crisis; se producen enfrentamientos entre Aragón y Castilla, y Aragón y Mallorca; inestabilidad en la corona castellana debido a luchas dinásticas. A esto se une una crisis espiritual provocada por las calamidades producidas por la peste negra, interpretada como un castigo divino. La sociedad sigue estructurada en estamentos (NO clases, aunque a veces hablemos de clase para entendernos): la nobleza y la Iglesia, detentoras de lo religioso, cultural y social, dominan la sociedad mientras que el pueblo sirve a ambas. En lo que se refiere al vestido en España, en el siglo XIV era bastante similar a la moda del resto de Europa. En las primeras décadas del siglo se mantuvieron los mismos vestidos, con alguna variación estructural, pero para la segunda mitad se produjo un cambio radical. Hacia el año 1360 apareció en escena el traje corto para el hombre, que lo diferenciaba definitivamente de la indumentaria femenina, siendo las prendas que constituyeron este traje la jaqueta y el jubón. Ambas prendas, de difícil ejecución y corte, estaban diseñadas para modelar el cuerpo, siguiendo los dictados estéticos del momento. El ajuar de doña Teresa, compuesto por camisa, brial , guantes y velo, es excepcional, siendo las únicas prendas femeninas del siglo XIV que se conservan en España. Desconocemos el alfayate o sastre que realizó las piezas aunque, teniendo en cuenta que vivió en Valladolid hasta los últimos días de su vida, suponemos que el autor era de la ciudad. En lo que se refiere al tejido de seda, se piensa que este pudiera proceder de la industria sedera del sur de la península. Descripción de las piezas:
La camisa. Confeccionada en tafetán de lino en su color, es larga y con forma acampanada. Presenta una abertura delantera hasta la altura del pecho, no lleva corte en la cintura, y cuerpo y falda se encuentran cortados en una misma pieza. El vuelo se amplía con dos grandes nesgas cosidas en los costados que parten de las sisas de las
mangas, que son largas, con forma en la parte interior y ceñidas en el antebrazo con puños con una pequeña abertura.
Camisa de doña Teresa Gil
El brial. Realizado en tafetán de seda color azul, es largo, lleva cuello a la caja y abertura en el delantero hasta la altura del pecho, no tiene costura en la cintura, y cuerpo y falda van cortado en una pieza. El vuelo de la falda se amplía con grandes nesgas. La manga es larga, con forma en la parte interior y se adapta al antebrazo hasta estrecharse en las muñecas. La prenda se encuentra completamente guateada (acolchada) con fibras de relleno de lana y algodón, y va forrada con tafetán de lino en su color. Aprovechando la unión de los tejidos para formar el guateado, mediante pespuntes, se crearon motivos decorativos en líneas verticales a lo largo de la prenda; en los puños de las mangas esas costuras forman hojas. Las aberturas del cuello y los puños se cierran con ojales y pequeños botones del mismo tejido.
Brial de doña Teresa Gil
Los guantes. Realizados en piel de cabritilla en su color, el anverso y el reverso están cortados en una pieza, con la excepción del pulgar, que se une a la misma mediante una costura en zigzag con hilo de seda. El puño se abre, en forma acampanada, hacia la boca.
Guantes de doña Teresa Gil
El velo. Confeccionado en gasa de seda en su color, su hechura es rectangular. Se encuentra decorado en los extremos, superior e inferior, con listas de seda en su color y en rojo, y rematada en fleco formado por los hilos de la misma urdimbre. El velo cubría el rostro de doña Teresa Gil.
Velo
Detalle del velo
Botonadura del brial de doña Teresa Gil
Desde el punto de vista de la hechura, camisa y brial presentan un corte muy sencillo y lineal propio del momento histórico en el que nos encontramos. Ambas prendas se confeccionan partiendo de una estructura rectangular, propia de la túnica altomedieval, que se va modificando al introducir una pieza triangular llamada nesga. La hechura de la camisa nos muestra la simplicidad del corte, que no precisa de la intervención de un especialista, mientras que la hechura del brial es más elaborada, pudiendo observar en ella los pequeños cambios que se produjeron en los vestidos de principios del siglo XIV. Estos cambios se aprecian en el interés de ajustar el vestido al torso y, en contraposición,
proporcionar mayor vuelo a la falda con amplias nesgas; las mangas presentan también un corte más elaborado, con forma en la costura interior para adaptarse a la forma del codo. En el siglo XIV se incrementan las tipologías de vestuario, siendo una novedad las botonaduras en delanteros y mangas. Los botones adquieren un gran protagonismo en estas fechas, no sólo para cerrar las prendas sino también como decoración.
Las piezas que componen el vestuario con que fue enterrada doña Teresa son típicas del armario femenino de las primeras décadas del siglo XIV. Sobre el cuerpo desnudo la primera prenda que se vestía era la camisa blanca y, sobre ella, el brial o la saya, que durante este siglo, al igual que en el anterior, siguió siendo un vestido rico, muy largo y sólo de mujer. Tan solo el brial, por sobrepasar en altura la medida de su usuaria y el lujoso tejido empleado en su confección, nos informa que perteneció a una persona de posición social privilegiada. Efectivamente, la largura de la prenda era privativa de un alto nivel social, así como el color azul de la prenda (brial), también reservado a los altos estratos sociales.
Otras prendas
Birrete de Fernando de la Cerda (anterior a 1275). Bordado con aljófares (perlas pequeñas), corales y vidrios. Guarnición de oro y engastes de zafiros y granetes
Calzas de Rodrigo Ximénez de Rada, siglo XIII
Cofia de Fernando, infante de Castilla, hijo primogénito de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet (hacia 1189-1211). De tipo almohade, tejido con seda blanca y azul e hilos entorchados de oro de gran pureza
Pellote de Enrique I (hacia 1204-1217). En tafetán de seda carmesí, presenta su parte inferior decorada con farpas
Pellote de Fernando de la Cerda (hacia 1255-1275)
Pellote de Leonor de Aragón, primera mitad del siglo XIII
Saya encordada de Leonor de Aragón, 1250
Saya de Leonor de Castilla, 1244. Lampazo, fibras de seda e hilos entorchados de oro
Saya de Fernando de la Cerda (1255-1275) La indumentaria civil
Los soberanos, que en la vida corriente llevaron el vestido ordinario del estamento privilegiado, conservaron como vestido ceremonial la dalmática hendida en los lados y en un principio más corta que la saya, con mangas largas que se detenían en el codo, durante el reinado de San Luis, y que después se hicieron más largas, ya para el siglo XV. El manto real, denominado soccus, se mantiene abrochado en el hombro derecho. El conjunto de los elementos del traje comienza a denominarse robe ("vestido" en francés), aunque este término no designa una única pieza de indumentaria sino su conjunto, sólo a mediados del siglo XII se aplicará este término a una única prenda de encima. El bliaud , una prenda que no se menciona antes de la Canción de Roland , desaparece a comienzos del siglo XIV, siendo sustituida por la saya, una prenda ajustada en el busto y larga. El surcot o sobrevesta se trataba de una túnica de encima sin mangas, en el caso de las mujeres era una prenda muy larga, que arrastraba por el suelo.
El corte de las prendas de encima era entonces muy variado y cuidado, pero la identificación de las diferentes prendas resulta muy difícil, como ya mencionamos con anterioridad (los diversos nombres y la variedad tipológica hacen muy difícil la identificación de las piezas, a veces el estudio de la indumentaria es duro y "lioso"). Parece ser que la sorquenie femenina fue una túnica con un cuerpo particularmente ajustado, mientras que la cotardía (utilizada por ambos sexos) era unasobrevesta ajustada con falda ancha, corta o larga. Por otro lado, el garde-corps y elcorset (no el que se nos viene a la cabeza), que se confunden entre sí en algunas ocasiones, parece que fueron otras prendas de encima, que podían superponerse o sustituir a otras prendas, según la época del año. En las representaciones figuradas, la variedad de mangas ajustadas o sueltas, con o sin coderas colgantes, ensanchadas en formas de alas o abiertas bajo los brazos, quizás no indica siempre un cambio en el nombre de la prenda pero modifica considerablemente su forma, por lo que nos dificulta su identificación.
Gardecorps. La prenda la podemos ver en el personaje
que se encuentra sentado y el que va de azul
Gardecorps
Las prendas de vestir ya en uso durante la época anterior, el doublet , el peliçon, elgipon o la chupa, no se modificaron. A estas prendas se añadió la cotte gamboisée ogambesón para los hombres, almohadillada con estopa, y el hoqueton, un chaleco igualmente almohadillado, prendas que se llevaban bajo la armadura, asimilándose para finales del siglo XIV a la indumentaria civil. Estas prendas acolchadas y almohadilladas son el origen del jubón del siglo siguiente.
Gambesón
En lo que se refiere a las prendas femeninas, si las mangas de los vestidos de debajo eran a menudo acampanadas o sueltas, las de las túnicas eran tan estrechas, tan ajustadas que había que coserlas a la escotadura una vez se había colocado la prenda, lo cual favorecía todo tipo de fantasías de color y contrastes de tejido. Aunque hay que añadir que las mangas se descosían con igual facilidad, por lo que las mujeres solían llevar en sus bolsos hebras de hilo para recoser cuando se descosía. Esto nos hace pensar que la dama que llevaba este tipo de túnicas era, evidentemente, de alto nivel social, con tiempo suficiente para que le cosieran sus mangas. Esta moda explica la costumbre de los caballeros de enarbolar en los torneos, en su yelmo o escudo, una manga ofrecida por una dama.
El traje de los estamentos populares y campesinos
La extrema pobreza del villano (obrero o campesino), así como las múltiples formas de servidumbres que pesan sobre su clase, lo mantuvieron sometido a una indumentaria muy simplificada hasta la época de la liberación del vasallaje: los hombres llevabanbragas, una blusa basta, calzas de tela, grandes zapatos de cuerdas y, a veces,
una camisa; las mujeres vestían camisa, vestido o túnica, y calzas. El sayo con capucha o laesclavina de estameña completaban el atuendo de los estamentos más bajos de la sociedad. Este tipo de vestimenta podemos verla en miniatura y esculturas de catedrales. Esta situación en la indumentaria campesina se modificó por efecto de la emancipación, que fue librando al siervo de las excesivas exigencias fiscales del señor, y por el hecho de las Cruzadas, que contribuyeron a nivelar las diferencias sociales. La intensidad en la circulación de los productos textiles por medio de las ferias -en pleno desarrollo a partir del siglo XII- y la prosperidad que se manifestó entonces, constituyeron factores no menos importantes de mejora de la vida del siervo. A comienzos del siglo XIV, obreros y campesinos llevaban "ropa interior, prendas de lana y calzado".
Publicado por Marina en 00:36 1 comentarios Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Edad Media
M ié rcol es 21 de septi embre de 2011
El traje en Eur opa desde el siglo XI V hasta pr incipios del siglo XVI . Par te I
Giovanni Arnolfini y su mujer , Jan Van Eyck, 1434.
Traje de la burguesía. Lleva una huca de terciopelo forrada de piel sobre un jubón negro con puños bordados de oro y un sombrero de fieltro, en forma de cono invertido. Junto a él, vemos sus chanclos de madera con tira ancha y dos tacones. Su mujer luce un vestido de paño ribeteado con piel de letice, variedad del armiño. Las largas mangas hendidas están adornadas con recortes acaracolados; la huve de fino lienzo se apoya sobre dos trufas recogidas en una redecilla dorada. El talle alto subraya la prominencia del abdomen que estaba de moda acentuar.
La aparición del traje corto y su evolución hasta el 1520 aproximadamente La gran novedad en la evolución del traje en Europa a partir de mediados del siglo XIV es el abandono del vestido largo y holgado, común a ambos sexos: corto para los
hombres y largo para las mujeres, pero a partir de estos momentos, el traje fue ajustado y hendido, parcialmente o por completo; así mismo se encontraba atado o abotonado. Esta evolución no sólo hizo desaparecer del uso corriente, exceptuando algunas categorías sociales, las formas antiguas heredadas sino que representa una primera etapa hacia nuestra indumentaria actual o moderna. Hacia el año 1340-1350 este cambio se generalizó en el Occidente europeo, encontrándolo en Inglaterra, Alemania e Italia, así como en Francia, sin que se pueda establecer de forma clara su origen -atribuido a España, Cataluña más concretamente, o a Italia, que a su vez lo atribuyen a Francia-.
Bocetos de trajes de corte , Pisanello. Principios
del siglo XV. Aunque es posible que estos trajes nunca se llevaran, sus diseños nos muestran el nuevo espíritu de mimo en el atuendo personal que se introdujo a finales del siglo XIV bajo el influjo italiano. La larga gamurra (casaca) de la mujer, su voluminoso peinado, los adornos de plumas y las formas complicadas del traje masculino se merecen el epíteto de trajes disfrazados , que se aplicaba a las prendas que se salían de lo habitual.
Por supuesto, no podemos dejar atrás la importancia de la aparición de un nuevo espíritu, perceptible ya desde finales del siglo XIII, que va afirmándose y se desarrolla a comienzos del siglo XIV y, en primer lugar, en Italia. Los primeros síntomas del Humanismo declaran una mayor preferencia por las expresiones profanas de un arte laico, una idea acerca de un hombre con mayor independencia y más ávido de acción, un interés en el individuo y no en lo universal. Al mismo tiempo comienzan a darse una serie de cambios importantes en el ámbito social, por ejemplo, la "clase" o estamento campesino se libera de los señores, que tienden a su futura función de grupo restringido de corte, mientras que los artesanos se organizan en grupos económicos sostenidos por un "capitalismo" ya potente. Otro factor menos visible pero no menos importante interviene también en estos hechos, tratándose del concepto de belleza ideal , que se define a partir del siglo XIII en el arte y la literatura en Francia y, sobre todo, en Italia, donde de Dante a Giotto, de Petrarca a Pisanello, de Boccaccio a Rafael, este tema inspira a artistas y poetas. Se da una mayor importancia al cuerpo femenino, al mismo tiempo que se anuncian y descubren más cuidados para lo que a la apariencia externa se refiere. En todos los Estados italianos, tanto mujeres como hombres extendieron al traje esta apasionada búsqueda de la hermosura en las formas, satisfaciendo así su gusto por la elegancia y por las asociaciones de colores afortunadas, al igual que su deseo de una mayor distinción. Fue entonces cuando apareció en Italia el denominado dibujante de modas; artistas tan famosos como Pisanello, Pollaiuolo y Jacopo Bellini, que crearon modelos de trajes y dibujaron ornamentaciones de tejidos.
Retrato de una joven , Antonio Pollaiuolo, 1475.
Estas bellas mangas decoradas constituyen el testamento del inmenso talento de los trabajadores textiles de los siglos XV y XVI.
A continuación, diversos grabados de Pisanello:
Vemos, por tanto, que la transformación del vestido se ve influenciada por nuevo clima psicológico y artístico, pero también económico a pesar de las dificultades producidas por las guerras. Se ha observado que a comienzos del siglo XIV el comercio europeo se estabilizó, sin apreciarse un aumento en su campo de acción pero, poco a poco, se intensificaron las rutas de intercambios hasta que la gran ruta Italia-Flandes se sustituyó por el tráfico marítimo entre el Mediterráneo, el Atlántico y el Mar del Norte (dependiendo en cada país de la política de su gobierno debido a la inseguridad generada tras la Guerra de los Cien Años y la ocupación turca del Mediterráneo). A continuación, se inicia en el oeste europeo un desplazamiento hacia los centros comerciales en desarrollo, a saber: Marsella, Venecia, Génova y Barcelona. En el norte se establecieron los grandes puertos internacionales de Brujas y Amberes, que enlazaban con la Hansa teutónica, que controlaba el tráfico procedente de Novgorod (ciudad rusa situada a 155 kilómetros de San Petersburgo). Quizás algún día podamos saber como es que las modas imperantes en la Francia de Carlos el Temerario pudieron ser las mismas que en Groenlandia, en la misma época, según se desprende de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los emplazamientos de las antiguas colonias normandas. Al mismo tiempo que sucedían estos hechos, se crearon en los Países Bajos y en las ciudades de Florencia y Milán unas industrias apoyadas por ese "capitalismo" mercantil, que
aprovecharon el perfeccionamiento técnico de la tejeduría y los tintes. Esta mejora de las condiciones generales se tradujo en la re-acuñación de monedas de oro en todos los Estados europeos, mientras que el gusto por el lujo y el aumento del poder adquisitivo tuvieron, como siempre sucede, una gran repercusión sobre el traje.
Haciendo referencia a esta repercusión en el traje, debemos hacer mención al traje militar, ¿porqué? Ahora lo veremos. Es en estos momentos cuando aparece la armadura de placas, corta, que sustituyó a la cada vez más anticuada cota de mallasemilarga, denominada loriga. Este cambio parece que seguro debió ser a causa de la aparición de ballestas más potentes y a la introducción de las primeras bocas de fuego, bombardas y pedreros. En los últimos años del siglo se inició el uso de la brigantina , que llegaba hasta la parte superior de los muslos, y estaba formada por finas laudas traslapadas y fijadas a una tela exterior o de cuero, que tenía la forma de un jubón civil o de jaqueta muy ajustada. No nos es posible discernir la cuestión de cuál prenda fue la que influyó primero sobre la otra, si el traje civil sobre el militar o viceversa, pero es necesario (y este es el por qué) tener en cuenta el paralelismo de su acortamiento.
Brigantina de Felipe el Hermoso , finales del siglo XIII-
principios del siglo XIV. Es mi deber indicar que no se trata del
Felipe que se nos ha venido a la cabeza, se trata de Felipe IV de Francia, también llamado el Hermoso. Como podemos ver, la brigantina es una especie de chaleco sin mangas realizado con placas metálicas remachadas sobre un forro rígido. Mis disculpas por el blanco y negro...
Un cambio tan importante en el traje sobrepasa por su magnitud los límites de una simple variación temporal, sin embargo, podemos afirmar que la aparición del traje corto ha constituido, hasta cierto punto, la primera manifestación de la moda. Vemos, por tanto, que a partir del siglo XIV aparecieron nuevos elementos en el traje que participaron menos de las necesidades que de las fantasías. Sin dejar de representar la llegada a su término, algunas veces lenta, de diversos factores de orden económico, político e incluso étnico, las variaciones en la indumentaria fueron más ocasionales y limitadas, correspondiendo a zonas más restringidas, más "nacionales", a producciones más locales. La evolución del traje corto se estableció, como vemos, en un plano geográfico en el que se encontró frente a frente con particularismos de carácter "nacional". Al propagarse el traje corto, poco a poco, por toda Europa, va encontrándose con diferentes condiciones que corresponden ya a características nacionales en formación. Al contrario que el traje largo, que era prácticamente uniforme, el traje corto deja de ser idéntico en Alemania, Francia, Inglaterra, Italia.
Durante este periodo, la indumentaria se sometió algunas veces a la atracción protagonizada por Italia, cuyo papel de precursora es muy importante, mientras que en otras ocasiones recibiría la influencia del núcleo Francia-Borgoña. Por ambas partes, la indumentaria se impregnó de un fasto y una opulencia nunca antes vistas, quizás más perceptibles en el traje masculino que en el femenino, aunque una diferencia esencial marca a estos dos polos de influencia. Por una parte, en Italia, dividida en una decena de Estados, el sentido de la forma y de la imaginación creadora transformaron el traje, pero el incremento de la tejeduría de la seda y la perfección de la organización comercial fueron las bases que permitieron su expansión por los países vecinos: el facto económico desempeñó un papel importante en ello. Mientras, en el núcleo de Francia-Borgoña, al ser más concentrado, sucede lo contrario, son las Cortes las que influencian la indumentaria. A pesar de las dificultades causadas por la Guerra de los Cien Años, la indumentaria era suntuosa, en respuesta a la ambición de los duques borgoñones y a las tradiciones reales que las vicisitudes no habían logrado alterar de forma sustancial. El enriquecimiento de los Estados de Borgoña y la prosperidad de Flandes no fueron otra cosa que factores de apoyo. La "política" fue aquí el principal motor de la evolución.
La transformación del traje en los siglos XIV y XV aparece así menos como la expansión de una civilización general y común, que de un grupo de naciones de cultura al mismo nivel pero diferente. El traje dejó de tener un carácter universal, uniforme e impersonal y pasó a particular, personal y nacional.
Durante la segunda mitad del siglo XIV y en el siglo XV, en toda Europa, el poder político se concentró y las clases privilegiadas perdieron sus antiguas posiciones, mientras que se fue afirmando una emancipación social y económica. La constitución de los poderes nacionales trajo consigo en las cortes reales y principescas, a pesar de las guerras, un desarrollo del lujo que sigue siendo uno de los fenómenos más curiosos de estos momentos. Estas cortes se constituyeron alrededor del rey en Francia, España e Inglaterra, y en otros lugares como el Sacro Imperio e Italia, adaptándose al sistema de los principados y de las señorías locales. En todos los lugares, la actividad urbana y el enriquecimiento de las clases comerciantes hicieron emerger una burguesía rica que se elevó al nivel de la nobleza. El traje vino a ser así, para unos, un medio para expresar su ascenso y, para otros, el de manifestar una preeminencia celosamente protegida. La aparición y el desarrollo de las cortes y de los grandes centros urbanos, ambos creadores del lujo, iban a la par con la transformación en Europa de la noción de la nacionalidad ; la adopción del traje corto señala las primicias de un particularismo de la indumentaria europea.
* Quiero indicar, llegados a este punto, que esto se trata de una introducción general, como se indica en el título con el nombre de Parte I . Tras esto, con sucesivas Partes, pasaremos a hablar del vestido en zonas concretas como Francia, Borgoña, Italia, España, etc., antes de llegar al Renacimiento. Por tanto, esta época que estamos hablando, siglos XIV-XV podríamos considerarla, en el traje, una transición hasta la indumentaria de la Edad Moderna. Dicho esto, me despido hasta el siguiente tema, que será Francia.
lun es 10 de octubr e de 2011 El tr aje en Eu ropa desde el siglo XI V hasta pri ncipi os del siglo XVI . Parte I I I
EL TRAJE DE BORGOÑA
En la corte borgoñona se sobrepasó a las demás en cuanto a la suntuosidad de la indumentaria se refiere: variedad de tejidos, vistosidad de los tejidos, renovación constante del vestido, características que se observan en mayor medida en el traje masculino.
Roman de la Violette , mitad del siglo XV. Ms. fr. 24376 fº 5 y 8
(la imagen inferior), Biblioteca Nacional de Francia, París
Pero aquí tiene lugar la pregunta acerca de cómo pudo un ducado superar a otros reinos; un hecho nos lo explica, la boda de Felipe el Valiente con Margarita de Flandes, hija y heredera del poderoso conde Luis de Male, que añadió al importante patrimonio del
duque los enormes recursos del condado más rico y extenso de toda la cristiandad, con las ciudades de Ipres, Brujas y Gante, siempre prósperas, y sus florecientes industrias de pañería y sedería, su Bolsa y su feria de Amberes, convertida en un lugar de comercio internacional. Entre Flandes y los Países Bajos, por un lado, y Borgoña, por otro, los intercambios se desarrollaron gracias a un sistema financiero perfeccionado, dentro de una estructura económica incomparablemente más potente que la del propio reino de Francia.
Castillo de Grandson
En su deseo de igualar, e incluso superar, a los reyes que les rodeaban, los duques utilizaron los considerables ingresos de la Corona para su lujo personal, especialmente para su indumentaria. El cuidado por ella llegó a convertirse en una obsesión; Felipe el Valiente tenía una irresistible necesidad de ostentación. Por ejemplo, en el año 1389, con motivo de la llegada a París de la reina Isabel, se vistió sucesivamente con cuatro trajes de terciopelo ornamentados con flores de oro y de piedras preciosas, una jaqueta de color rojo escarlata con cuarenta corderos y cisnes de perlas, un traje verde con mangas bordadas con oxiacantas y carneros de perlas. Juan sin Miedo compraba sobre todo a los comerciantes italianos de Lucca las telas de baudequins (en origen sederías de Baldac o Baudac, es decir, Bagdad) con hilos de oro. En sus libros de cuentas no sólo se registraban sus trajes sino también los de su casa y su familia, informándonos también acerca de sus proveedores. A través de estos libros podemos conocer las libreas que llevaban sus pajes, los escuderos y las damas de honor, que comprendían mantos, capuchones, caperuzas de tela de Malines forradas de piel, con adornos de flores y emblemas. Pompones, botones, penachos de plumas de avestruz adornaban los gorros; los sombreros de verano, de paja, adornados con cintas y apliques, se hacían en Italia mientras que los de invierno, de terciopelo o fieltro, se hacían en Alemania, en
Ratisbona. De todo esto que nos cuentan los libros de cuentas, destaca la costosa locura de un sombrero de seda encargado en 1420 por Felipe el Bueno, que además se encontraba adornado con plumas raras, flores y pepitas o lentejuelas de oro. Otro sombrero destacado se encontraba entre el botín de los suizos conseguido en Grandson: comuna y ciudad histórica suiza en el cantón de Vaud, con un importante papel en la batalla de Grandson, que enfrentó a finales del siglo XV a Carlos el Temerario, duque de Borgoña, con los confederados suizos aliados con Luis XI de Francia. Carlos intentó recuperar el castillo pero tuvo que retirarse debido a la reacción suiza, dejando atrás un importante botín y el castillo. Pues bien, parece que entre el botín con el que se hicieron los suizos se encontraba un sombrero de terciopelo amarillo, adornado con un aro de oro con rubíes, perlas y zafiros (sombrero perteneciente a Carlos el Temerario).
Reproducción de cómo pudo ser el sombrero de Carlos el Temerario perdido en Grandson
Felipe el Bueno se distinguió de sus predecesores y de su corte a través de prendas de tono violeta, azul oscuro o negro, que hacían resaltar el esplendor de sus joyas. Carlos el Temerario aportó una renovación del lujo en la indumentaria, tanto con ocasión de su boda con Margarita de York -que vestía un espléndido traje adamascado con oro-, como en su encuentro en Tréveris con el emperador Federico III, que, según Boucher, quizás fracasó debido a las rivalidades de elegancia entre los dos jefes de Estado y de sus partidarios, al burlarse los borgoñones de sus torpes adversarios germánicos.
Escuela francesa del siglo XV, La Chasse au vol à la cour de Philippe le Bon . El cuadro ilustra las fiestas en las que se utilizaban los trajes disfrazados , es decir, trajes que se salían de lo habitual. Debe de ser de hacia 1442, ya que los leones de Limbourg no se añadieron a las armas del duque de Borgoña hasta esa fecha. Sin embargo, la mayoría de los trajes son anteriores a dicha fecha y el color blanco que lucen todos de forma uniforme parece indicar que se trata de un tema impuesto para esta fiesta en concreto. Todos los hombres, incluso los criados, visten el traje corto con pliegues tubulares, enriquecido con
bordados, en el caso de los gentilhombres. Las caperuzas adoptan formas muy variadas: la del duque, sentado junto a la mesa, es de corona prominente, otro la lleva en forma de turbante, con la cornette colgante en forma de hojas según la moda de Alemania, detalle que aparece en varios tocados femeninos. El manto con borde recortado del personaje que se encuentra de espaldas, junto a los caballos, en primer término, sigue la misma moda, por el contrario, los personajes de espaldas, que se hallan junto al duque (vestido de oscuro), lucen mantos inspirados en las modas italianas. En el centro, abajo, un joven viste jubón ceñido adornado con flecos; otro, vestido con huca, sujeta el sombrero en la mano dejando ver su corte de pelo en escudilla. En el centro, la duquesa aparece envuelta en un manto forrado de armiño; al igual que otras damas luce peinado con trufas y adornos de orfebrería, con la cabeza cubierta con una redecilla perlada. Sólo una mujer, que está cerca del duque, lleva un tocado con cilindro de tela ( bourrelet ), las demás lucen caperuza enrollada y colocada de distintas maneras sobre redecilla o cofia. En el centro, abajo, una joven lleva debajo de esta caperuza, otra clásica, cerrada por delante con un prendedor. Muchos de los hombres visten calzas con suelas, y varios, entre ellos el duque, llevan además chanclos de punta larga. Los halconeros son los únicos que calzan zapatos de caña alta con cordones. Hay que señalar también los bordados de los trajes, los collares grandes de oro o coral, los bordes recortados de las mangas y de las mucetas , los sombreros de alas planas adornados con una pluma y, a veces, con una cinta repujada alrededor de la corona, los guantes rojos de la joven en segundo término, a la izquierda, con golilla -moda muy poco frecuente en ese momento-, y los cinturones repujados que, en general, las mujeres llevan muy arriba.
Como vemos, este gusto por la riqueza, la utilización de paños y sederías de lujo, en ocasiones extranjeros, los tocados desmedidos, marcaron en Borgoña una tendencia más acentuada que en Francia mediante la creación de una silueta de línea creada y asimétrica, sometida ya a un espíritu barroco en potencia (aquí este "barroco" he de decir que se refiere a el hecho de recargar la indumentaria). Debido a la gran diversidad de las provincias que componían el ducado y a la compleja diplomacia llevada a cabo por sus duques, el vestido en Borgoña sufrió muy diversas influencias: desde Portugal, Isabel, tercera mujer de Felipe el Bueno, aportó modas desconocidas (parece que esta mujer recibió a los enviados borgoñones vestida con un manto hendido y un tocado con una especie de turbante), mientras que España, Italia y Alemania enviaban respectivamente sus lencerías plisadas, sus tejidos raros y sus sombreros de forma alta y trajes recortados. La explicación a esta última moda que hemos mencionados, la de los trajes recortados, puede tener su origen en la boda celebrada entre Juan sin Miedo y Margarita de Baviera en el 1404.
Es posible que la gran anchura de espaldas del jubón, que se acentuaría en el siglo XVI en Italia, España y Francia, procediese de las maheutres, unas tiras rellenas de las sisas de las mangas, brahones, aparecidas en la corte de Borgoña hacia el 1450. Los brahones , que se tratan de una rosca o doblez que ceñía la parte superior del brazo, fue posteriormente una prenda de vestir típica de los soldados del siglo XVI. La influencia de un lujo en la indumentaria que iba a heredar pronto la Casa de Austria dio a la corte un esplendor inigualado, aunque el traje fue en Borgoña un verdadero aliado político de los duques. Publicado por Marina en 11:55 0 comentarios
Sábado 24 de septiembre de 2011
El traje en Eur opa desde el siglo XI V hasta pr incipios del siglo XVI . Parte I I EL TRAJE EN FRANCIA
Mapa de la Europa del siglo XV
Contexto A pesar de la escasa distancia que separaba la Francia de las "flores de lis" del ducado de Borgoña, la indumentaria de cada una de estas regiones recibió diferentes influencias, siendo posible la introducción del traje corto en Francia por medio de Italia, ya que en sus inicios, la nueva indumentaria tomó de este país sus formas, sus tejidos y la ornamentación. Sin embargo, esta desmedida afición se debilitó después del año 1350, ya por haber sido asimilada la influencia italiana por el gusto francés, ya por haber sido sustituida por la corriente borgoñona, así como el hecho de la ocupación inglesa de París.
A pesar de los avatares militares y políticos, un segundo periodo de gran lujo se estableció en Francia entre los años 1380 y 1420, seguido del complicado reinado de Carlos VII y la reconquista contra los ingleses. Hacia finales del reinado de Carlos VII
apareció un tercer periodo de lujo, muy probablemente debido a la presencia en la corte de Inés Sorel (http://mujeresdeleyenda.blogspot.com/2011/05/agnes-sorel.html), que gozó del favor del rey de 1444 a 1450, y a quien el cronista Georges Chatelain juzgaba severamente: "Llevaba colas una tercera parte más largas que las princesas de este reino, tocados más altos, vestidos más costosos, y experta sólo en la vanidad, día y noche" . Aunque debemos decir que después de ella, las mujeres adoptaron con gran
rapidez otras modas igualmente costosas. Hacia el año 1467 cesó la moda de las colas y los vestidos comenzaron a lucir ribetes de piel.
Inés Sorel
Atenuado durante el reinado de Luis XI, este gusto por el lujo en el vestir volvió a animarse a partir de las primeras expediciones francesas sobre tierras italianas.
Hubo en estos momentos ciertos detalles procedentes de las modas alemanas que se introdujeron en suelo francés, especialmente detalles como los recortes realizados a las telas, a través de Borgoña y no por la influencia de Isabel de Baviera, como suele afirmarse. Parece muy poco probable que la reina, vestida sin gusto en el momento de su llegada y deformada por una precoz obesidad, hubiese podido desempeñar algún papel como árbitro de la elegancia, aunque derrochadora y disoluta, debió inducir a sus damas de honor a llevar prendas suntuosas, como podemos observar en Las muy ricas horas del duque de Berry, y cuya fantasía y extravagancia hicieron decir al predicador Jacques Legrand que "Venus se había domiciliado en la corte de Francia" .
Las muy ricas horas del duque de Berry . El duque
en el momento de emprender un viaje. Ms. lat. 18014 fº 288 vº, Biblioteca Nacional de Francia, París. Juan de Berry luce un manto negro de tejido brocado de oro, forrado de piel, con cuello alto y rígido y colgante y sombrero con ala vuelta recortada. La hopalanda de color rosa del heraldo tiene forro blanco, bordes festoneados y cuello alto, denominado carcaille. El tocado anaranjado está drapeado a modo de escarapela. El traje masculino
A partir del año 1340, aproximadamente, la sobrevesta fue sustituida por la prenda corta denominada gipon o jubón, a pesar de encontrar una gran oposición; la prenda larga subsistió en la corte y en los medios eclesiásticos y universitarios. Estas nuevas modas trajeron enormes cambios al conjunto de la indumentaria. La moda corta, que dejaba la pierna al descubierto, exigía unas calzas tanto más ajustadas y estiradas cuanto más arriba subían. Frecuentemente se hacía a medida a la
moda corta; existían calzas forradas de piel, calzas específicas para cabalgar y calzas con
suelas. Las calzas redondas de la época anterior se sustituyeron por otras que eran mucho más altas, denominadas de cola, que podían sujetarse al jubón no sólo por delante, sino también por la parte trasera y lateral; hacia el año 1371, para contrarrestar las críticas de "deshonestidad" que se realizaban a estas novedades, se tuvo la idea de coser las dos calzas entre sí, lo cual dio como resultado las calzas de fondo plano, un pequeño triángulo que se añadió entre las dos partes delanteras, la braye, que cubría la abertura de las bragas. Esta pieza se transformó, posteriormente, en la bragueta del siglo XVI. Las bragas, que se redujeron a su función de prenda interior por motivos de "limpieza" -como nos dicen las fuentes-, eran siempre de tela y se fueron haciendo cada vez más cortas. A mediados del siglo XV, la zona superior de las bragas se cubrió con una especie de tiras rellenas de tela almohadillada que se denominaban lodier (esta forma primitiva de la parte superior de las calzas no se utilizó hasta finales del siglo).
Los Reyes Magos, frontal del altar de Sant Vicenç d´Espinelves, Barcelona. Finales del siglo XIII.
Álbum de Villard de Honnecourt: calzas drapeadas, hacia 1220-1230. Ms. fr. 19 093 fº 6 y 28, Biblioteca Nacional de Francia, París. En ambas representaciones podemos ver el tipo de calzas anterior al siglo XIV, que continuó utilizándose con el traje largo: suben hasta la mitad del muslo y se enrollan; los Reyes Magos llevan debajo del traje corto medias calzas de colores que llegan hasta la parte inferior del muslo y se fijan mediante una tira lateral a un cinturón que permanece oculto (en las tumbas de Las Huelgas se han encontrado restos de un sistema muy similar).
Hacia el año 1360, quizás para satisfacer a los costureros, quienes se encontraban amenazados por la ruina debido a la desaparición de la sobrevesta, apareció una nueva prenda, la hopalanda, un vestido amplio y largo generalmente, de mangas amplias y ensanchadas, ceñida al talle mediante un cinturón bajo el cual se formaban pliegues regulares en forma de tubos de órgano, los pliegues tubulares. Parece probable que estos pliegues se sujetaran interiormente en la espalda, mientras que la anchura de la parte delantera y la abertura hasta la cintura permitían colocarse esta prenda sin dificultad. Una variante de esta prenda, pero en corto, se denominó haincelin. Esta moda duró hasta aproximadamente el año 1425.
A partir de este año, el término robe [vestido] perdió el significado que tenía hasta entonces (el de conjunto de prendas de vestir) para referirse ahora a la prenda de encima, corta y holgada. El término vestido largo se mantuvo para designar al traje utilizado por los dignatarios o por los mayores, que en el siglo XV e incluso en el siguiente, no quisieron renunciar a él. En el siglo XV el vestido de uso común recibe la denominación de vestido de guisa común y antigua, diferenciándolo así del llamadovestido disfrazado, un tipo de vestido de fantasía que utilizaba la nobleza para asistir a ciertas celebraciones como torneos, asambleas o fiestas. Como ya hemos dicho en alguna ocasión, en la Edad Media el traje en sí mismo no distingue los grupos sociales, al mantenerse el corte más o menos uniforme, era la calidad de las telas empleadas para su confección la que diferenciaba a campesinos y nobleza. El damasco, el raso y el terciopelo eran telas que solían utilizar los nobles para sus prendas, mientras que la burguesía, por ejemplo, utilizaba el paño. Con la progresiva desaparición de la sobrevesta, el doublet , que hasta esos momentos había consistido en una prenda de debajo que se llevaba encima de la camisa, se fundió con el gipon o chupa, transformándose en una prenda que dibujaba el pecho y la cintura, de mangas muy ajustadas y siempre abotonadas en el antebrazo: el jubón. Normalmente esta prenda se confeccionaba con un tejido vistoso forrado y acolchado -su nombre en francés era pourpoint-. Las calzas se sujetaban a esta prenda a través de cordones cosidos a su forro o mediante agujetas, cordones o trenzas con herretes que se pasaban por ojales. Parece ser que esta forma de sujeción de las calzas no se dio hasta que el jubón estuvo en uso durante cierto tiempo. No no es posible entrar en detalles acerca de las diferentes formas que tuvo el jubón. A finales del siglo XIV, el corte era, generalmente, de grandes sisas cuidadosamente estudiadas que envolvían estrechamente el hombro, mientras que para el siglo XV la prenda se cortaba en cuatro cuartos, siendo los extremos inferiores añadidos a la cintura. En Francia e Inglaterra, para finales del siglo XIV, esta prenda comenzó a adoptar un cuello recto, denominadocarcaille; en un principio la altura del cuello fue moderada pero más tarde subió hasta las orejas. Hacia el siglo XV nos encontramos con que el jubón vuelve a ser una prenda de vestir interior y es muy raro encontrarlo como prenda de paramento antes del 1520, llevándose debajo de la hopalanda o el vestido.
Jubón de Charles de Blois (duque de Bretaña), antes de 1364. Esta pieza es un ejemplo
único de jubón del siglo XIV que se lleva sin otra prenda de encima. Se conserva en el Museo Histórico de los Tejidos, Lyon. Vemos las características de la prenda, mencionadas en el texto: prenda muy ajustada al torso, con sisas que ajustan los hombros de manera estrecha, abotonada en los antebrazos y en la zona delantera, el cuello es "normal". Está realizado en brocado de seda y oro; hubo de hacer un patrón de 32 piezas. Se abrocha con 32 botones, 15 son abombados y el resto planos.
En Europa se extendió la moda de las amplias mangas para las hopalandas, luego para los vestidos que las sustituyeron o para las manteletas, y más aún para los jubones u otras prendas cortas. A veces con forma de saco o globo, las mangas se prestaban a multitud de exageraciones, sobre todo en Italia y Alemania. Las mangas cerradas (ajustadas a las muñecas) y las abiertas (de ancha bocamanga) coexistieron en un principio, adoptándose posteriormente las mangas cerradas, hasta el 1450 aproximadamente. También se dieron durante el siglo XV y principios del XVI unas mangas fruncidas al mismo tiempo en el hombro y la muñeca, hendidas verticalmente en el pliegue formado por el brazo y el antebrazo (mangas acuchilladas), que usaron al otro lado del Rin.
Ambas imágenes pertenecen al Romance de la rosa , finales del siglo XIV-principios del XV. La hopalanda amplia, que observamos en ambas imágenes, a menudo forrada de piel, a veces con el borde recortado a la moda alemana, está provista de un cuello alto llamado carcaille. La manga del jubón (de color rojo, sobresale por debajo de la hopalanda ), que cubre la mano, es de tipo manopla y la de la hopalanda de bocamanga colgante.
Para finales del siglo XIII pero sobre todo en el XIV y XV, la jaqueta, una especie de jubón ajustado y de fuerte acolchado, terminado en una falda corta que cubría las caderas, apareció en la indumentaria militar. La chaqueta, que debió derivarse de ella, era a mediados del siglo XIV una prenda civil de forma análoga, pero menos ajustada, que llevaban sobre todo los campesinos y que en Francia les valió el apodo de Jacques.
Pere Serra, San Jorge, 1393. Catedral de Manresa, Barcelona.
Pere Serra, San Jorge. Señalado con el círculo verde, así se puede ver el color.
Breviario italiano, hacia 1380. San Jorge y el Breviario, ejemplos de jaqueta. La jaqueta, corta y ajustada, está realizada con tejidos preciosos y a veces presenta un forro de piel. En San Jorge, su forma respeta la del delantero acolchado del jubón cuyas mangas ajustadas o algo acampanadas sobresalen por debajo de las de la jaqueta. En el Breviario, el capuchón enrollado y ceñido al cuello lleva colgando una banda estrecha denominada liripipe, que podemos encontrarla también en Francia e Italia.
El tabardo, un manto generalmente corto y suelto, de mangas muy corta y a menudo abiertas, se podía llevar en los torneos -a lo largo por los heraldos, a lo ancho por sus ayudantes-. La huca, una prenda de encima, corta, hendida en los costados y a veces también delante y detrás, apareció a comienzos del siglo XV como un manto que se utilizaba encima de la armadura, aunque parece que en muy poco tiempo pasó a formar parte de la indumentaria civil, adoptando una longitud variable, los bordes recortados adornados con pieles y a veces sujeta con un cinturón. Parece ser que los mantos de época anterior desaparecen al incorporarse a la indumentaria la hopalanda, aunque se continuaron utilizando algunos modelos para ceremonias, como el socq o soccus, un gran manto derivado de la clámide, hendido por delante o en los costados, abrochado en el hombro, que se llevaba con un cuello de piel de armiño. Era el tipo de manto utilizado por el rey y los dignatarios en consagraciones y ceremonias (en Francia se empleó hasta
el reinado de Carlos X). Otro modelo de manto, llamado de fondo plano ode cuba, o campana, derivado de la casulla, se vestía para los viajes, así como el manto de cabalgar, más corto. Desde el año 1440 en adelante tiene lugar la aparición de una serie de prendas, cuyo origen resulta muy difícil determinar, que anuncian, por su forma, la indumentaria del siglo XVI: el paletó, prenda de encima de igual longitud que el jubón, de mangas acuchilladas, frecuentemente adornada con orfebrería; la journade, formada por dos extremos sueltos delante y detrás, parece estar inspirada en la giornea italiana (prenda son mangas, abierta a los lados, que dejaba ver el vestido interior y las mangas); la manteline, de forma análoga pero más corta.
Tabardo de los heraldos de Borgoña, mediados del
siglo XV. El tabardo , manto de parada, se encuentra blasonado y se lleva a lo largo, en el caso de los heraldos de armas, o a lo ancho, en el caso de sus ayudantes.
Finalmente, debemos mencionar de manera especial una prenda que se originó en los últimos años del siglo XIV, el gabán, una prenda de encima abierta y cruzada, con mangas largas y un capuchón, que solía sujetarse mediante el empleo de un cinturón. Según nos cuenta François Boucher, a lo largo de todas las historias del traje que se han ido publicando, se ha mencionado la aparición de esta prenda pero no se habla de su importancia. Según Boucher, "Hay que tener en cuenta que se trata de la primera prenda de este tipo en Occidente, siendo manifiesto que se deriva del caftán oriental, Introducido en Europa por Venecia e Italia, donde las prendas cruzadas aparecieron hacia el siglo XIII. Esta prenda se halla aún hoy en uso y representa todo lo que a partir de entonces se ha denominado abrigo en el sentido en el que lo interpretamos en la actualidad" .
El calzado masculino
Similares a un tipo muy antiguo, el calzado era generalmente alto y se ataba en la parte exterior, raras veces por dentro, o se cerraban mediante el uso de botones o hebillas en la parte superior del pie. La suela era sencilla y doble, aunque también existieron y se llevaban calzas con suelas y zapatillas. La novedad en el calzado llegó con el reinado de Carlos V, momento en el que aparecieron los zapatos con la punta alargada y muy estrecha, à la poulaine (zapatos que ya hemos mencionado en otro tema), cuya moda duró cerca de un siglo. Se decía que este modelo de calzado procedía de Polonia e hicieron reaparecer y acentuaron los pigaches, zapatos en punta, que había estado de moda durante un tiempo en el siglo XII. Parece que esta moda tuvo más popularidad en Borgoña que en Francia; primero apareció en Milán a partir de 1340, penetrando después en Francia -un decreto prohibió su uso en Montauban en 1367-. Las puntas llegaron a ser tan afiladas, de más de 24 pulgadas de largo, que algunas veces estaban sostenidas por ballenas. La forma alargada fue también adoptada para los zuecos, utilizados con todo aquel calzado que no poseía una suela fuerte. La moda de los zapatos con punta alargada tuvo su apogeo hacia 1460-1470. Con bastante brusquedad, le siguió la moda de los zapatos anchos, de aspecto abombado y amplio, denominados de pie de oso o de pico de pato, cuyo uso se generalizó durante el reinado de Francisco I.
Reproducción de calzado. Vemos el calzado de punta alargada,
teniendo que ser sujetada la punta en algunas ocasiones debido a su largura, como se puede ver en la parte superior izquierda, en este caso mediante una especie de cadena. Podemos ver también los zuecos, que adoptan el mismo aspecto.
Zapato de pico de pato, 1450-1550. Posiblemente hechos en Londres. Nos sirve como ejemplo para ver cómo eran estos zapatos anchos.
Otro tipo de calzado masculino eran las heuses, unas botas de cuero blando y bastante altas casi siempre, de forma variada, se llevaban a veces encima de los borceguís ligeros, bajos o de caña corta. Las bobaiches y las trique-houses eran unas polainas que estaban muy en uso.
Reproducción. Conjunto de zapatos de la Edad Media. El traje femenino
A raíz de la aparición del traje corto masculino, se estableció una clara diferencia entre las prendas femeninas y masculinas. En general, la indumentaria femenina ceñía la zona superior del cuerpo y lo alargaba mediante el uso de la cola, contribuyendo a realzar la silueta, por aquel entonces era sinuosa, según la moda, por lo que la curva lumbar, el busto y las caderas quedaban realzadas. Se trataba, pues, de un vestido muy ajustado en el que se empleaba la saya, hendida y enlazada en la espalda, y el corset , que en estos momentos se ataba por delante. La moda del vientre prominente, que se conseguía mediante el uso de saquitos almohadillados, repercutió en todo el arte del siglo XV. La cintura se iba afinando debido a la realización de costuras curvadas, y poco a poco se fueron añadiendo al conjunto el escote, el elaborado peinado, el atavío de la cabeza y la moda por los detalles, como recortes y coderas. En cuanto al escote, debemos decir que constituyó una innovación que no se libró de las críticas por parte de los predicadores. Al escote se le atribuye un origen chipriota debido, en gran medida, a la influencia que ejercía en Eur opa la elegante corte de los Lusiñano; El amplio escote y el busto ajustado acentuaron el cuidado
personal. En cuanto a las prendas interiores, las mujeres utilizaban la camisa de tela fina o de seda, escotada y con mangas, y el blanchet , que en la época anterior se confundía con el doublet . Esta prenda ( blanchet ) seguía siendo una prenda de debajo larga, acolchada y forrada a veces, otras sólo de tela, ya que se trataba de una prenda usaba para el baño, aunque también hacía las veces de bata o traje de casa. El corset sustituía a la saya, ambas se diferenciaban muy poco; el corset era escotado, de mangas cortas que dejaban pasar la camisa y abierto mediante un corte abrochado por cintas. Esta prenda se llevaba encima del vestido, aunque a veces podía sustituirlo.
Los hermanos Limbourg. Las muy ricas horas del duque de Berry , hacia 1412-1416. En referencia al traje popular, vemos como en esta escena las mujeres visten la sorquenie, una túnica de cuerpo ajustado (izq.) o el corset atado (drch.).
La sobrevesta abierta, femenina, se trató de una de las creaciones más elegantes de la Edad Media, durando su moda cerca de dos siglos. Se trata de una sobrevesta con el cuerpo hendido y ampliamente escotado desde las sisas de las mangas hasta las caderas, dejando ver la saya. La parte delantera formaba una especie de chaleco, que se cubría de armiño, así como el borde de las sisas de las mangas; una hilera de hebillas de orfebrería o de botones decorativos marcaba el centro y descendían encima de la falda. Ésta, que
era muy amplia, arrastraba por el suelo; para ciertas ceremonias, la falda podía ser partida o blasonada, al igual que en el periodo anterior. El escote, redondeado y bastante bajo, se volvió a triangular en el siglo XV, cuando el chaleco fue reducido a dos estrechas bandas de armiño que dibujaban las escotaduras de las mangas y llegaban a la espalda, ancha y frecuentemente forrada. Esta sobrevesta se llevaba ceñida, pero el vistoso cinturón colocado encima de la saya seguía siendo visible encima de las caderas descubiertas. A principios de siglo, las mujeres llevaron, al igual que los hombres, la hopalanda muy larga, siempre abotonada en la parte delantera, con voluminosas mangas, de bocamangas anchas o cerradas.
Juana de Borbón, hacia 1388. Palacio de Justicia, Poitiers. Prenda de lujo, la sobrevesta abierta, ribeteada de piel tanto en la pechera como en las sisas o abrochada con botones de orfebrería, deja al descubierto el cinturón también de orfebrería. No es tan habitual en Italia como en Francia, donde se seguirá llevando a principios del siglo XVI.
La ofrenda del corazón , primera mitad del siglo XV. Tapiz. Museo Nacional
de las Termas y del Hotel de Cluny, París.
Atuendos de mujer, principios del siglo XV. Museo del Louvre, París.
Pinturas al fresco del castillo de la Manta, Piamonte: Las nueve mujeres de la fama (detalles), finales del siglo XV. Hopalandas femeninas. Al igual que los hombres, las mujeres vistieron amplias hopalandas con o sin cinturón, de mangas grandes, colgantes y abiertas (como vemos en las mujeres de la fama ) o cerradas ( Atuendos de mujer ), caperuzas de bordes festoneado al estilo alemán ( Atuendos de mujer ) o huves en las mujeres de la fama y chapel de flores. En el tapiz, la mujer aparece luciendo un guante de cetrería denominado senestre y el hombre, garde-corps (manto) y una caperuza con punta prolongada por una cornette hundida en la visagière .
Aunque se ve regular, se trata de una mujer vestida con sobrevesta de manga corta sobre un corset cuyas mangas lucen coderas colgantes; tocado corniforme denominado de pan hendido, colocado encima de una banda o toca, hacia 1450. Chimenea del Dam, Ámsterdam.
Mujer luciendo hopalanda con mangas saco con abertura; manto de boato (lujo) cerrado con ceñidor; caperuza recogida en forma de concha festoneada y peinado con trenzado, hacia 1450. Chimenea del Dam, Ámsterdam.
En estos momentos el vestido y la cotardía se confunden. El término "vestido" sigue siendo más general, aunque se utiliza principalmente el de traje de mujer. Este traje de mujer se trata de una prenda larga que se pone como una camisa a través de la abertura de la zona del cuello y para andar, se recogía con la mano o con un broche ( troussoir). El escote en punta se acentuó por delante hasta la cintura y era menos bajo por detrás; el tassel , una banda de tejido de color negro, disminuyó su profundidad y lo transformó en un escote cuadrado. Un pañuelo de gasa denominado gorgias,gorgerette o touret de col , cubría los bordes. Un cinturón bastante ancho ( bandier) se colocaba bajo el busto.
Retrato de joven , Petrus Christus, mediados del siglo XV.
En este retrato podemos observar el tassel , una banda de tejido generalmente de color negro, que tapaba el pronunciado escote.
A finales de siglo, durante los reinados de Carlos VIII y de Luis XII, el vestido había sustituido a las demás prendas, con la excepción de la sobrevesta abierta, que se mantuvo de forma excepcional para algunas ceremonias. La forma general del vestido se conservó, salvo en lo que se refiere al corpiño , plano, con escote cuadrado, de inspiración italiana, encuadrándose en los paramentos de color bordados; la manga era recta y ancha, terminada con una ancha vuelta. Esta manga se denomina a la francesa para poder distinguirla de la manga a la italiana, de dos parte (puño y brazal) unidas a la altura del codo por agujetas, ahuecando la manga de la camisa. La capa o el manto parecen haber estado en uso durante todo el siglo; algunos autores mencionan unos sobretodos llamados beluques y brancs, sin que ningún documento exacto nos permita describirlos (al menos hasta este momento). En esta indumentaria femenina debemos incluir una pieza imprescindible, la cadena de
plata, que hacía de cinturón y de la que colgaban toda clase de objetos de necesidad práctica, que llevó el nombre de medio cinto. Utilizada a partir del siglo XIV, su moda no llegó más allá del siglo XVII en la clase popular. El calzado femenino
Durante el siglo XIV, las mujeres llevaron zapatos ligeros con caña, generalmente forrados de piel en invierno. En el siglo XV, llevaron también los zapatos con puntas largas y afiladas, y los chanclos continuaron empleándose como protección para los zapatos ligeros. Publicado por Marina en 12:39 0 comentarios Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir blog Compartir con TwitterCompartir con Facebook Etiquetas: Edad Media
Lunes 14 de noviembre de 2011
E l tr traje aje en E ur op opa a de desde el si glo XI X I V has hasta ta pr pr i nci ncipios pios dell si gl o XVI . Pa de Par te I V EL TRAJE EN ITALIA Y ESPAÑA ESPAÑA
Centrándonos en primer lugar en Italia , debemos indicar que aquí al igual que en otros lugares, los factores sociales y económicos así como la aparición de un nuevo espíritu, explican la transformación del vestido; además, es en este país donde el Oriente introduce primero la importante novedad que hace referencia al traje abierto por delante, que con el tiempo llegaría a ser en Europa entera una de las principales características de la indumentaria moderna. Sin embargo, se trata de un error el pensar que el traje corto fue aceptado de buena gana en Italia, pudiéndose observar esto en las leyes suntuarias florentinas del año 1340, donde se nos habla del freno al acortamiento de los jubones. Aunque por otro lado debemos tener en cuenta que no se solía hacer demasiado caso a las leyes suntuarias (ya lo iremos viendo) por lo que, a pesar de estas leyes, la difusión del traje corto fue rápida entre los diferentes Estados italianos debido sobre todo a que las cortes señoriales, hogares de lujo, crearon un "clima" más apropiado y favorable para esta innovación. Las características de esta nueva indumentaria aparecen con rapidez en el arte del Trecento italiano: el escote de los vestidos -algunos historiadores de la moda apuntan a un posible origen chipriota- y su ajuste, complicados tocados con tiras rellenas superpuestas y trufas, mangas hendidas dejando ver las de la camisa en el vestido femenino; en la ropa de los hombres, un traje corto y ajustado, calzas pegadas a las piernas, pantalón, sombrero con papalina (especie de cofia o bonete) pequeña.
Desde mediados del siglo XIV a mediados del siglo XV, la indumentaria masculina no sufrió demasiados cambios. Sobre el conjunto masculino, que continúa su adaptación a las formas del cuerpo, se podía colocar un manto corto, en ocasiones forrado de piel, con mangas colgantes, que cubría el cuerpo desde los hombros. A lo largo de la segunda mitad del siglo XV los hombres vistieron el jubón ajustado, escotado en forma triangular en la parte delantera, de mangas ahuecadas y fruncidas a la altura del codo, y ceñidas encima del antebrazo, zona que se encontraba abotonada abotonada o sujeta con cordones. No es hasta principios del siglo XVI cuando aparece la moda de las cuchilladas, producidas éstas en las mangas, la zona superior de las calzas y el manto pequeño, mientras que ciertas formas, ornamentaciones y colores dan a la moda italiana un exceso en algunas ocasiones. En lo que se refiere al manto, durante la segunda mitad del siglo XV éste llegaba hasta las rodillas, con cinturón bajo, con grandes pliegues y el borde inferior recortado, ofreciendo una extraordinaria fantasía
con las mangas cosidas con galones de oro y bordadas con flores y arabescos. A través de la observación de los dibujos de Pisanello podemos ver como los mismos motivos adornan la indumentaria de ambos sexos. En Venecia la moda se basó en mangas con forma de saco, anchas en el hombro y ceñidas en las muñecas; se encontraban ornamentadas, sobre todo la parte derecha de la manga con toda clase de insignias, galones, escudos de armas, emblemas, nombres, etc. Esta misma originalidad podemos hallarla en las calzas en las que una pierna era, por ejemplo, de un solo color mientras que la otra podía ser rayada o con algún motivo decorativo. Esto se trataba menos de una marca de fantasía individual que de la señal distintiva de sociedades, muy numerosas en Italia. Así la Compagnia della calza en Venecia, que a comienzos del siglo XV sembraba con pedrería una de las piernas de sus calzas rayadas.
Anónimo, La boda de Boccaccio Adimari , mitad del siglo XV. Algunos personajes lucen hucas muy cortas; la prenda corta con mangas en forma de capa se denomina giornea, que en Francia se denominará journade. Los sombreros con corona redondeada son característicos de Italia, al igual que la caperuza con banda muy larga colgante ( cornette ). La giornea femenina sin mangas se lleva encima de la gamurra de mangas ajustadas; la cioppa es el vestido cerrado con mangas abiertas. La mujer de la derecha luce un pequeño tocado con tira cilíndrica ( bourrelet ), la segunda un chapel de pavo real y el hombre de la derecha, calzas partidas. Los retratos del momento, tanto pintados como esculpidos, nos muestran una gran diversidad en los tocados: tocados de cofia colgante o cofia alta, así como el Florencia, de una gran fantasía que asombraba a cappuccio de todos, aunque realmente hay que decir que se trataba de una variedad de la caperuza. [De momento no vamos a entrar en los tocados; han ido apareciendo, hemos señalado algunos, pero os aviso que habrá un tema dedicado a los tocado, aunque aún no lo he planeado ni organizado ni nada de eso, pero de seguro que con el tiempo haré
un tema exclusivo de los tocados y peinados a lo largo de la Historia]. En lo que se refiere a las mujeres, las italianas nunca llevaron las cofias terminadas en punta denominadas, erróneamente, hennin, pero mostraron un mayor interés por los complicados tocados realizados con tiras de tela rellenas y superpuestas. Curiosidad: el ajuar llevado a Francia en el año 1389 por Valentina Visconti revelaba el gran lujo existente en las cortes italianas y su preferente inclinación por los tejidos con perlas y bordados con ornamentaciones de frutos, emblemas, pájaros, flores (rosas, uvas, hojas de higuera...). Si las grandes damas trataban de rivalizar en lujo con las princesas, los procesos verbales de los inspectores nos demuestran que las mujeres de baja condición social también poseían vestidos con ornamentaciones análogas. Aunque, llegados a este punto debemos admitir que la indumentaria italiana sufrió, al igual que las demás, fuertes influencias extranjeras: las modas francesas después de la expedición de Carlos VIII, los mantos españoles sueltos sin mangas o con amplias mangas adornadas con pieles.
En lo que se refiere a España, aquí se desarrollaron una modas que se extendieron al resto de Europa hacia el 1460. A primeros del siglo XV, en el traje femenino, sus características se centraron en la figura, tendiendo hacia una silueta ajustada, con la cintura y las caderas muy marcadas y con las grandes mangas de cola. Así mismo recibe la influencia de otras cortes, como la borgoñona, de donde se adoptaron los orillos de piel, las escotaduras en punta y los pliegues regulares. A pesar de estas introducciones en la moda española, el manto corto en tres anchos de tejido, típico de nuestro país, se mantuvo. También se produjeron adopciones de tocados franceses, pero la moda española desarrolló una nueva prenda que influyó de manera muy importante en el resto de países, que fueron adoptando la prenda y transformándola según sus gustos y modas propios, esta prenda es el verdugado o verdugo, que apareció en la corte de Castilla hacia el año 1470; Francia lo adoptó con el nombre devertugade e Inglaterra con la denominación farthingale; en cualquier caso hablamos de la misma prenda. Cuentan que a la reina Juana de Portugal, esposa de Enrique IV el Impotente, se le ocurrió dar a las faldas el apoyo de unos aros rígidos para poder disimular su estado, del que su marido no era responsable. Esta moda se extendió rápidamente por Castilla y Aragón hasta 1490 aproximadamente, época en que pasó a ser una prenda rara que dejó de usarse hasta que posteriormente se recuperó. Este artilugio penetró en Italia hacia el 1498, generando un gran escándalo, hasta tal punto que fue prohibido en algunas ciudades, luego fue abandonado con bastante rapidez. Hacia 1520 fue introducido en Francia y desde allí se trasladó al resto de Europa.
Escuela catalana, El festín de Herodes , hacia 1470.
Escuela catalana, El festín de Herodes , mediados del siglo XV. En la indumentaria femenina, subsiste alguna influencia francesa en la forma de los vestidos y en las sobrevestas ribeteadas de piel, así como en los peinados con trufas y tiras cilíndricas almohadilladas. Las ricas telas y las gorras de seda de los hombres se inspiran en modelos italianos (en la imagen inmediatamente arriba). Pero, hacia 1474, aparece el vestido sostenido por verdugos, forma primitiva del vertugadin; las mangas con aberturas, que dejan que cuelgue a la altura de la muñeca la manga bordada de la camisa morisca, son una moda típica española. Para la vestimenta masculina, la aparición del traje corto transformó su indumentaria y les proporcionó una silueta recortada y sinuosa: las prendas ajustadas, la nueva disposición del peinado, los primeros sombreros de pico, todo ello bajo una clara influencia militar. Hacia el año 1400 se introdujo desde Francia y a través de la corte de Pamplona las jaquetas cortas y las hopalandas. La exageración la podemos observar de manera clara en el busto almohadillado a base de algodón y ajustado de forma excesiva, el talle bajo y las mangas fruncidas. A partir del año 1470 aproximadamente, la moda de Borgoña se ve eclipsada por Italia. En su conjunto, el vestido español recibió la influencia de las modas borgoñonas y, en cierta medida, de las italianas. Para la confección de las diferentes prendas se emplearon tejidos bordados con ornamentaciones al estilo morisco y hasta prendas de vestir moriscas, como los quixotes y la marlota, prendas amplias y que en ocasiones descendían hasta el tobillo.
Nota: siento que en esta ocasión haya menos ejemplos gráficos, pero a veces resulta muy difícil encontrar las prendas, por no hablar de sus definiciones exactas. Poco a poco iré adjuntando más material. Además del tema de los tocados y peinados a lo largo de la Historia, que aviso que aún queda mucho para que pueda empezar con ese tema, tengo pensado incluir vocabulario, bibliografía, webgrafía, en fin, se me ocurren muchas cosas. El gran problema es el tiempo, así que de antemano os pido disculpas ya que me gustaría llegar ya a la Edad Moderna pero bueno, tendré paciencia y os lo pido a vosotros también. Un gran saludo!!! martes 27 de diciembre de 2011
El tr aje en E ur opa desde el siglo X I V hasta prin cipios del siglo XV I . Parte V