Daniel Romero Lengua II Resumen
La estética en el campo audiovisual
I.
Comprobación de fuente:
Título original: Esthétiques de l‟audiovisuel.
Autor: Pierre Sorlin. Profesor en el Institut d‟ Études et de Reserches cinématographiques et audiovisuelles de l‟ université Paris III. Autor de Sociologie du cinéma, The Film in History, European Cinemas, European Societies.
Traducido por: Belén Dezzi.
Título en español: Estéticas del audiovisual.
Audiencia: Estudiantes de medios audiovisuales.
Fecha: Abril de 2010.
Tipo de fuente: Libro académico.
Editor: La marca editora. Es un sello independiente especializado en arte, fotografía, ensayo y poesía. En los últimos años ha incursionado en la edición de múltiples, portfolios numerados y libros de artista. Ha realizado co-ediciones con la Universidad de Buenos Aires, ArteBA, el Centro Cultural Recoleta y casas editoriales de Italia, Francia y España. Ha participado en ArteBA y las ferias del libro de Buenos Aires, Frankfurt y Guadalajara. Es miembro fundador del Consorcio de editores independientes de la Argentina y su catálogo se encuentra disponible en librerías de Chile, Uruguay, Perú, Venezuela, Colombia, Panamá, Salvador, Dominicana, Puerto Rico, México, Estados Unidos y España.
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No, algunas ideas son demasiado dispersas y el autor utiliza una retórica totalmente confusa. ¿Los argumentos son lógicos? Sí. ¿Los hechos propuestos están documentados? Si. ¿Añade otros puntos de vista? Si. ¿Cómo está organizado el contenido? ¿Incluye índices, gráficos, tablas que complementan la información? El contenido está organizado por un índice y complementa la información por medio de referencias. ¿Cómo está estructurada la obra? }¿Tiene prólogo, introducción, desarrollo del contenido en capítulos o secciones, conclusiones, anexos, etc.? La obra no tiene introducción y se desarrolla en capítulos con secciones.
Capítulo 1
1. Intuición
a. Lo bello es indefinible
Sorlin admite por comodidad, que la estética era el conocimiento de lo bello. Y de lo bello toma lo que dijo Rilke, lo bello, “no es más que ese angustiante principio al que nos acercamos, que admiramos, mientras que él, indiferente, tiene en menos humillarnos”. La misma noción de belleza se borraría, delante del dolor de nunca poder alcanzar lo bello.
Debemos tener en cuenta que cuando se emite un juicio sobre la perfección o imperfección de una obra, se hace una comparación implícita, en la que el objeto alcanza cierta calidad o se mide en relación con una norma anteriormente instituida. Según Platón “los objetos bellos participan se su naturaleza sin que su creación o su desaparición la aumenten, la disminuyan o la modifiquen”.
Gadmer afirma que las llamadas obras clásicas son perennes y portadoras de valores duraderos que “preexisten a toda reflexión histórica y se mantienen a través de ella”. También comenta que “Una producción es clásica porque somos conscientes de su permanencia, de su significación imperecedera, independiente de toda circunstancia temporal – en una especie de presente intemporal contemporáneo a todo presente -.” (Sorlin, 2010)
Debemos dejar claro que la perfección no es el promedio de lo que impresiona en algunos films o de lo mediocre en otros y, permanece inaccesible a nosotros. Como inaccesible, el autor advierte que la
mayoría de los teóricos se aficionan en el proceso del creador, en esa tensión hacia lo que se busca sabiendo que no se encontrará jamás (como se aclaró anteriormente), siguen una progresión, en la que privilegian muchas veces el carácter doloroso o ascético y, no distinguen una categoría del entendimiento humano, dejando a un lado que, si lo bello es un ideal es vano querer describirlo.
Por lo tanto no podríamos decir en qué consiste la idea de lo Bello; aunque podemos afirmar que corresponde a un momento excepcional de la expresión humana.
b. Belleza/Fealdad
Lo Bello, no es el objeto exclusivo de la estética, lo Feo, lo realza también, incluso con el lugar reducido al que lo hemos relegado. Aristóteles tiene un punto de vista esencialmente moral en el que afirma: “pintar bien el mal es llevar a los espectadores a mirar lo que, habitualmente, evitarían ver y mostrárselos así, bajo su verdadera luz”. Y aunque se esperaría lo contrario, Muriel Gagnebin, mostró cómo la fealdad ejerce una verdadera fascinación y reafirma lo que Croce señaló en su momento, bello y feo forman una pareja indisociable, se apoyan el uno con el otro.
La estética de lo Feo, no se opone a lo bello, de hecho, ignora o simula ignorar lo Bello, niega acordarle una importancia particular y pretende
no hacer otra cosa más que, ordenar formas, algunas de las cuales, son poco agradables. (Sorli, 2010)
Conservador y futurista, lo Feo volvió contra la Academia su culto por la construcción, rechazando toda especie de armonía, desfigurando y privando de su significación a las recetas clásicas. Lo Feo, como aspecto disponible de la materia al mismo nivel que lo Bello o lo Indiferente, es usado desde 1900 para crear la tensión que los artistas nos imponen en su material.
Aunque el audiovisual siempre basó su trabajo en lo Bello, allí donde lo Feo toma el lugar de lo Bello, este, deja de constituir el objetivo de la estética y muchas otras combinaciones parecen interesantes al instante.
c. Intuición, goce, emoción
Croce, establece un paralelo entre la percepción, que desemboca en la acción, y la intuición cuyo complemento es la expresión y que se coloca de forma manifiesta del lado de la sensibilidad. Lo esencial se encuentra en la capacidad de creación intuitiva y expresiva que representa una de las características distintivas del ser humano.
Desde el punto de vista de la invención, es estética toda empresa que no se apunte a la eficacia racional y que deje aflorar el sentimiento. Se
podría formular de la siguiente manera: al comienzo, hay algo, en la ejecución de este cuadro, de este film, de este programa, que me concierne independientemente de lo que transmiten o de qué manera lo transmiten.
Un efecto como la seriación, en el que se repiten indefinidamente los mismos modelos, procura placer, debido a que al no innovar, tranquiliza. Este placer producido por la seriación, dependiendo del caso, se origina desde dos principios inversos: la invención sobre un fondo de continuidad o, al contrario, la repetición indefinida.
El placer viene de la facilidad de hallar significación directamente accesible, mientras que la intuición es la puesta en alerta de un observador decidido a cuestionar la obra, no obtendrá una gratificación rápida, si no, un descubrimiento progresivo y personal.
En la emoción, entendida desde afuera, hay a la vez una sensación poderosa y una necesidad de reacción, es esta perturbación la que la distingue del goce que es menos curioso y menos activo. Hay que tener en cuenta que nos conmueven circunstancias diversas, una desgracia o incertidumbre, un peligro o dicha, así también por lo bello y lo feo.
Detrás de la atención estética hay una profunda inversión más allá del razonamiento, debido a que hay emoción en la estética, desde el momento en que empezamos a descubrir una obra con nuestra intuición,
en la evolución que el espíritu opera para llevar a un buen fin su exploración y en el progresivo reconocimiento de los efectos que no eran sensibles de forma inmediata y es que la obra no se presenta sola a su espectador, provocando al mismo tiempo goce y emoción, aunque el instante estético comienza sólo con la búsqueda en la que se lanza el observador.
d. Una mirada sin trabas
Tanto el conocimiento de lo Bello, como la admiración desinteresada por la naturaleza se desarrollaron a la par y, formaron una idea de estética, en la cual una obra de arte forma un pretexto, algo en lo cual aplicar la atención estética. No por desarrollarse a la par estaban de la mano, durante mucho tiempo el ser humano usó la naturaleza como marco y fondo, en las representaciones pictóricas, cosa que después de un período retomó la industria del film, manteniendo ese lazo invisible entre productor y espectador, “nuestro gusto por la naturaleza” y así tenemos que la reacción frente a un paisaje pintado es la misma que ante un paisaje filmado, de esta manera se completan e influencian el uno al otro, dando un punto de arranque a la intuición estética.
2. Juicio
a. Un juicio sin criterios
Usando la atención estética podemos abordar un objeto desde dos intenciones diferentes, de una manera intuitiva, abierta, que no se confronta con la obra, o, de una manera participativa en la que se realiza un cara a cara crítico que termina en una reelaboración personal del objeto.
En el ejercicio de definir un objeto, se relaciona la cosa con elementos preconcebidos que hacen referencia ya sea a las formas, o a los usos ya comprobados para dicho objeto. De esta misma manera se hace al evaluar un programa de televisión, se le compara con otras emisiones u otras producciones similares, o, se evalúa la comprensión final del trabajo por parte del espectador al que se dirige.
Como todo juicio, el juicio estético se establece a partir de lo que siente el que juzga, al comparar lo que observa con lo que ya conoce, clasificándolo en una o varias categorías. Así que cuando nombramos las características de un film, también estamos aportando a definir el “género”, mostrando cómo este trabajo cumple o no con dichas características.
El juicio estético, no se apoya en criterios definidos y tiene por base exclusiva una evaluación personal, justificable únicamente por la severidad y el sentido con que se dirige el proceso.
b. Una finalidad sin fin
Es bello lo agradable a cada quien, con las infinitas posibilidades de afinidad, en algunos casos tan rara que se toma como relativa. Aunque, esto nos lleva de manera directa a pensar que la satisfacción individual se hace regla, entendida así, la estética sería un asunto meramente subjetivo y no se prestaría a ninguna investigación seria. Entonces un juicio estético que no se basa en impresiones personales ni en comparaciones subjetivas es, en potencia, admisible. Al mirar una obra sin prejuicios, sin concepto preestablecido, se permite que las dos facultades que permiten el conocimiento se desarrollen: la imaginación y el entendimiento, capacidades comunes a los seres humanos y de esta manera se soluciona el problema antes citado sobre la subjetividad, con una frase de Kant “Es bello lo que gusta universalmente sin concepto”
c. Juicio/Participación
Kant dice “considerados en sí mismos los juicios estéticos no contribuyen en nada al conocimiento de la cosa;… el elemento subjetivo, en una representación, no puede volverse parte del conocimiento; … por allí no conozco nada del objeto; … el juicio estético no se funda sobre ningún concepto del objeto y no procura ningún concepto del objeto; … un juicio estético es único en su género y no da ningún conocimiento del objeto. Como el juicio estético devuelve únicamente al sujeto la
representación por la cual un objeto es daño, no permite distinguir ninguna propiedad del objeto.”
Por medio de la intuición, podemos tomar el objeto como para construirlo, al cerrarse a los límites y a las propiedades del objeto artístico para reinventarlo y es tan distante del original que en el acto de la reinvención se hace un nuevo boceto. Aunque desde el punto de vista de Hegel, hay que dejar lo material a un lado y dejar que la obra a través de su esencia manifieste sus cualidades, este forma de abordar este asunto, deja a un lado que, el gozar de la obra es también complacerse con la transformación de la materia prima.
La participación estética pone en alerta los sentidos, la creatividad o la inteligencia, esto no quiere decir que el espectador trabaje la luz o los colores para usarlos en un objeto. Esta participación, con el fin de notar la fuerza estética de un producto audiovisual, supone que se exprese un juicio que todos aceptan característico del producto.
3. Opinión
a. El gusto manifiesta la pertenencia a una clase social
En medio de una sociedad con desigualdades económicas y de autoridad, se necesitan signos para marcar esta distancia entre uno y otro nivel, a esto, Bourdieu llamó, la distinción: “Al hacer reconocer la excelencia de
mi gusto, me distingo, establezco una distancia en relación con aquellos a quienes quiero mantener lejos de mí.” En los bienes de consumo existe un impulso general de adquirir el mejor producto, pero la distinción se escapa de esto, al importarle no el mejor producto, si no, el de un gusto más refinado.
Para tener un juicio participativo cómodo, es indispensable ser educado en la comodidad, económica o de aceptación personal. El miedo de no saber interpretar producciones más exigentes puede ocasionar un malestar puesto que se aprecia de forma exclusiva cierto target; series y telenovelas.
Según los datos del estudio de Pierre Bourdieu citado por Sorli en la página 52 del libro: los gustos, expresados por los juicios que se emiten o la manera en que se organizan sus lugares, responden a costumbres socialmente constituidas, las preferencias se jerarquizan entre ellas como lo hacen los grupos sociales, perpetúan, a través de la manera de utilizar su dinero, su tiempo, sus momentos libres, distancias muy bien establecidas ya. Podría suponerse que es una aceptación común de una conciencia de la posición y gustos que le corresponden.
b. Estética y afirmación de sí
Se puede entender que lo que denominamos gusto propio, en realidad serían un grupo de concepciones y prejuicios establecidos por el
mecanismo regulador del universo, que es el que se expresa a través de estos gustos resultantes.
“Los films exitosos, en particular las producciones hollywoodenses, ponen en escena, preferentemente, una „clase media‟ con compromisos sociales muy vagos, ofrecen una imagen tranquilizadora de la autoridad y hacen prevalecer los conflictos familiares sobre los enfrentamientos sociales.” (Sorlin, 2010)
Marx pensaba que la ideología burguesa con el fin de justificar moral e intelectualmente esa necesidad económica fundamental, inventó el individuo que pintó como maestro de sus opiniones, de sus conductas y de su destino y con él, la figura del “artista”. Se deduciría fácilmente que la estética de la época es construida en su mayoría por ese sector burgués de los mecanismos de la ideología de turno.
La estética, por otro lado, no debería ser impuesta, no debería realzar directamente ningún sector, más bien, debería depender de nuestro humor o nuestras preferencias; los individuos forman “su” gusto al mirar en su entorno y cree que sus elecciones responden a su personalidad. Esto conlleva que los sujetos, exhibiendo lo que les gusta, creen expresarse singularmente sin darse cuenta que expresan lo que esa clase de turno les autoriza.
Un pensamiento no puede estar separado del contexto en el cual interviene, al juzgar, uno se define en relación con el grupo, se / lo fusiona o se / lo excluyen. La crítica es una gran forma de poder, el reconocimiento de una pieza es imprevisible, no depende de lo que digan de la misma su publicidad y la opinión de los expertos, ni de la influencia de los líderes de opinión, es el orden social dicta el código de la distinción.
c. El gusto como herencia
Hemos adquirido un paquete de ideas preestablecidas que usamos para definir lo que sale, a nuestros ojos, del terreno artístico, representando un aparato indispensable para interactuar en el mundo actual. Cambia un poco la percepción sobre la distinción, recibiendo del pasado valores concebidos como un bien común y los juicios personales se basan en un prejuicio singular, solo así se puede hablar de “clásicos”.
La herencia funciona así, se tiene la huella de las producciones que rompieron con lo que estaba establecido y estas a su vez pasan al lugar de lo establecido por el momento. Sorli lo dice de la siguiente manera: “Lo que es bien conocido pasa rápido por necesario y vuelve difícilmente aceptable el cambio, es en nombre de la herencia que se condena lo que es innovador, es en contra de la herencia que se definen los jóvenes”.
d. Un juicio arriesgado
Los gustos expresan las ambiciones o miedos de un medio; un gusto no es una opinión. La estética por otro lado, pone en evidencia lo que excita la intuición, la emoción o el placer. La crítica sociológica analiza las elecciones artísticas tal como se manifiestan en las actividades del día a día, dejando de lado el desafío a participar en la calidad de esas obras.
Sorli afirma que el juicio estético no está al abrigo de las influencias que se ejercen sobre el que las propone, devela la personalidad, los sistemas de referencia y hábitos de pensamiento.
La estética debe ser plural, de esta manera la participación estética, que se ayuda de la sensibilidad, no beneficiará las influencias mencionadas anteriormente. Bibliografía
Sorlin, P. (2010). Estéticas del audiovisual. Buenos Aires: La marca editora.