“Pan y afecto”
La transformación de las familias Elizabeth Jelin
4. Hacia nuevas estructuraciones de la familia y el hogar en los tiempos del divorcio y el envejecimiento
Algunas tendencias tendencias sociodemográ sociodemográficas ficas han tenido una incidencia importante sobre las transformaciones de la familia a lo largo del siglo xx: las tendencias en los patrones de matrimonio, los cambios en la fecundidad y en la mortalidad, la estructura de edades. En primer primer lugar, lugar, la divers diversida idadd interc intercult ultura urall en los patrones sociales de formación de matrimonios y familias es grande. Es posible caracterizar tres tipos históricos de patrones de formación de parejas: el patrón europeo, de casamiento casamiento tardío y tasas relativamente relativamente altas de celibato; celibato; el patr patrón ón "no "no europ europeo eo"" de matri matrimon monio io temp tempra rano no y prá práct ctic icam amen ente te univ univer ersa sal; l; y un tipo tipo inte interm rmed edio io,, prevaleciente en Europa oriental. Aunque durante el siglo xx se ha manifestado un proceso de convergencia, con una disminución de la edad de la primera unión en Occidente y un aumento en la edad de la primera unión en aquellas sociedades con tradiciones matrimoniales muy tempranas (en (en Asia Asia,, espe especi cial almen mente te en Indi Indiaa y en Chin China) a),, las las diferencias internacionales entre estos patrones aún son discernibles. En América Latina no se ha producido una variación significativa en la edad de la primera unión marital. En la Argentina ha habido en las últimas décadas Un pequeño aumento en la edad del primer matrimonio legal
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debido al aumento de uniones de hecho prematrimoniales, especialmente entre jóvenes de sectores medios urbanos. También hubo una disminución en las tasas de nupcialidad y un aumento en las uniones de hecho. Se incrementaron el divorc divorcio io y la separac separación ión,, convir convirtié tiéndos ndosee en hechos hechos más comunes. En segundo lugar, desde una perspectiva del curso de vida individual, se han manifestado dos cambios básicos que resultan de las tendencias en la fecundidad y en la mortalidad: un aumento considerable en la expectativa de vida y una disminución de la duración del periodo dedicado a la reproducción. Ambas modificaciones implican que hay muchos más años de vida adulta para ser dedicados a otras cosas. Al mismo tiempo que la edad de la primera unión marital no está cambiando de manera significativa, lo que sucede es que el número de años de duración potencial del matrimonio aumenta notoriamente. Si en épocas de alta mortalidad, la viudez era la manera más común de quebrar el vínculo matrimonial, participamos ahora de una expectativa de 50 o 60 años a partir de la primera unión marital, 1 0 cual conlleva el aumento de la probabilidad de que el matrimonio acabe en divorcio o separación. ¡El "para toda la vida" se ha vuelto demasiado largo! La tendencia es hacia una mayor diversidad en los patrones patrones del curso de vida, en lo que se refiere a patrones de nupcialidad nupcialidad y soltería. soltería. Los cambios más significativos no se manifiestan en las tasas de nupcialidad o en las edades edades al cont contra raer er un prim primer er matr matrim imon onio io,, sino sino en acontecimientos y transiciones en momentos posteriores del curso de vida: mayor cantidad de divorcios y soledad postmatrimonial. La soltería -o el vivir sola o solo- deja de asociarse a la imagen detestada
de la "solterona" y se convierte en un estado del que se puede entrar y salir varias veces a 1 0 largo de la vida. A su vez, la diferencia entre sexos en la expectativa de vida implica que la viudez es un fenómeno más común para las mujeres que para los hombres. En realidad, la situación de hombres y mujeres es bastante diferente en lo que respecta a su estado conyugal: las mujeres viudas y divorciadas son siempre mucho más numerosas que los hombres en esa situación. Además de la diferencia en la expectativa de vida, interviene también el patrón cultural que indica que, en las parejas, los hombres tienden a unirse a mujeres más jóvenes que ellos. En el "mercado matri matrimon monia ial" l",, las las muje mujere ress jóve jóvenes nes se halla hallann en una situaci situación ón de privil privilegi egio: o: son buscada buscadass por hombres hombres de todas las edades. A medida que las mujeres envejecen (no hablamos de "viejas", sino de mujeres a partir de los 30-35 años) la situación se revierte, tornándose cada vez más desfavorable en términos de la probabilidad de formar pareja con hombres, por los dos motivos mencionados: a medida que avanza la edad, hay más mujeres que hombres en cada cada catego categorí ríaa etar etaria ia,, pero pero adem además ás el núme número ro de hombres "disponibles" es todavía menor, porque éstos son de edades mayores que las que tienen las mujeres de cada grupo de edad. Con una claridad gráficamente impactante y demográfica mente rigurosa, Elza Berquó ha delineado lo que llamó en su momento la pirámide de la soledad. En tercer lugar, la tendencia hacia el envejecimiento de la población implica el crecimiento de la proporción de personas adultas y ancianas, y la consecuente tendencia hacia hacia la dism dismin inuc ució iónn de hoga hogare ress jóven jóvenes es y hacia hacia un aumento aumento de los hogares hogares de y con personas personas mayores. mayores. Tradicionalmente, el -o más a menudo la-
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anciano/a viudo/a convivía con alguno de sus hijas/os y su familia de procreación, en hogares conformados por tres gene genera racio cione nes. s. En form formaa creci crecien ente te,, este este patró patrónn de allegamiento ha sido reemplazado por otras formas: la parej parejaa de anciano ancianos, s, los hogares hogares uniperson unipersonale aless y los hogare hogaress "no nuclear nucleares" es" (herman (hermanas as ancianas ancianas vivien viviendo do juntas, por ejemplo), además de los ancianos que viven en residencias institucionales. El aumento del número de hogares unipersonales en zona zonass urba urbanas nas resp respon onde de en part partee a este este proc proces esoo de envejecimiento poblacional, y es posible prever su aumento sostenido en el futuro. Responde también a otras tendencias tendencias sociales, aunque todavía no tan extendidas: la creciente autonomía de los jóvenes lleva a intentos de estable establecer cer su propia propia residen residencia cia,, alejada alejada de la de sus padres, padres, independiente independientemente mente del proceso de formación formación de pareja -o como etapa de convivencia prematrimonial-o Esta tendencia es incipiente y sólo se presenta en sectores medios medios y altos, altos, dadas dadas las restri restriccio cciones nes económi económicas cas.. Además, según la cultura de género prevaleciente, resulta ser más común entre varones que entre mujeres. En cuarto lugar, cabe preguntarse sobre el efecto que produ producen cen los ciclos ciclos económi económicos cos y las crisis crisis,, viejas viejas y nuevas, en la formación de los hogares. Cuando el hábitat urbano es caro y no existen políticas sociales de vivienda, las nuevas parejas tienden a demorar su formación o a compartir la vivienda de sus padres. Más que una forma de convive convivenci ncia, a, es común común compart compartir ir el terren terrenoo entre entre parientes en barrios populares, en unidades de vivienda relativamente independientes pero con una cotidianidad compartida. Estas tendencias constituyen el marco para entender la multiplicidad de formas de convivencia. Con el 86
propó propósit sitoo de poder poder tener tener una imagen imagen más completa, completa, resulta importante analizar otras dos tendencias: el aumento en la tasa de divorcios y separaciones y el aumento de hogares a cargo de mujeres. El aumento en la tasa de divorcios y separaciones debe ser considerado en el marco de situaciones socioculturales complejas, ligadas al proceso de individuación. La extensión de los valores modernos de autonomía personal, de libre elección de la pareja sobre la base del amor romántico, la creciente expectativa social de dar cauce a sentimientos y afectos implican también la contracara: la libertad de cortar vínculos cuando el amor se acaba, cuando el costo personal de la convivencia conflictiva supera cierto umbral. La creciente incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo, que acarrea un mínimo de autonomía económica, torna posible el hecho de quebrar relaciones conflictivas de sometimiento de género. Antes, muchas mujeres no tenían salida a situaciones matrimóniales conflictivas: separarse implicaba, además de poner en peligro la supervivencia económica, un fuerte estigma social y una victimización de la mujer. La falta de independencia económica de las mujeres reforzaba la institución matrimonial. Los cambios producidos en los patrones culturales que gobiernan las relaciones de pareja en dirección a una mayor equidad entre géneros implican, de hecho, la ampliación de los grados de libertad. Para los sectores sociales más pobres, el tema se torna complejo, ya que es frecuente el abandono de la familia por parte del hombre/padre hombre/padre,, ligado a situaciones situaciones de crisis crisis en el mercado laboral en que su rol como proveedor económico de la familia se ve desvalorizado, afectando a la persona como un todo. Sin embar87
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go, estos mismos hombres pueden estar jugando un papel de proveedores y/o protectores protectores de mujeres y niños en sus familias consanguíneas, en relación con sus madres o herm herman anas as.. En un estu estudi dioo sobr sobree la diná dinámi mica ca de la solidaridad y el conflicto en un barrio pobre de Porto Alegre, Claudia Fonseca muestra cómo las mujeres que viven en hogares sin pareja reciben ayuda y descansan (inclusive como defensa frente a amenazas de violencia de otros hombres en el barrio) en sus padres, hermanos o hijos, hijos, hombres de su red de parentesco parentesco consanguíneo consanguíneo que 1 no conviven con ellas. Este hallazgo es muy importante ya que permite poner en perspectiva los datos sobre el aumento de hogares constituidos por madres e hijos, categoría más común entre los llamados hogares encabezados por mujeres. Este tipo de hogares es numéricamente muy significativo en las ciudades latinoamericanas. Más de uno de cada cinco hogares tiene tiene como jefe de familia a una mujer, tal como puede observarse en el siguiente cuadro:
Hogares urbanos con jefatura femenina, 1980·1990 País
%
alrededor
de 1980 Argentina (área metro politana de Buenos Aires) Bolivia Brasil Chile Colombia (ocho ciudades) Costa Rica Cuba Ecuador Guatemala Honduras México Nicaragua Panamá Paraguay Perú República Dominicana Uruguay Venezuela América Latina
17,7
-
18,7 21,5 20,0 21,9 34,1
21,0 13,8 24,S
22,0 23,6 21,6 22,3 21,9 21,0
%
alrededor de 1990 21,1 26,2 20,1 23,2 22,7 22,7
-
18,3 21,9 26,6 17,7 35,6 24,7 20,1 19,3
-25,S 22,1 22,7
Fuente: Mujeres latinoamericanas en cifras. Volumen comparativo, p. 61.
Claudia Fonseca, "Spouses, siblings and sex-linked bonding: a look at kinship organization in a Brazilian slum", slum", en: Elizab Elizabeth eth Jelin, Jelin, (ed.), (ed.), Family Family,, household household and Londres,, Kegan Kegan Paul Paul gend er relation tion s in Latin Latin AmeTica,Londres International/ UNESCO, 1991. 1
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Si bien en algunos casos se trata de mujeres mayores con hijos que trabajan, la mayor parte de estos hogares está compu compues esta ta por por la madre madre y sus sus niño niños, s, rela relati tiva vamen mente te pequeños. Con muy pocas excepciones, las mujeres tienen que hacerse cargo de la domesticidad y del mantenimiento económico de la unidad (de manera total o parcial, con ingresos provistos por el padre de sus hijos y muy a menudo sin ellos) por sí mismas. Es-
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ta situación puede ser llevada adelante satisfactoriamente (aunque casi siempre con considerable cansancio y síntomas de estrés) por mujeres profesionales con ingresos relati relativam vamente ente altos. altos. En situac situacione ioness de pobreza pobreza,, o de mujeres que antes de su separación no trabajaban fuera del hogar, la jefatura y la responsabilidad crean situaciones de défici déficitt signif significa icativ tivos, os, que en casos casos extrem extremos os pueden pueden manifestarse en la desprotección de los chicos. En realidad, las situaciones sociales que engloba el concepto de jefatura femenina son muy diversas. Hay padres padres que cumplen cumplen con sus tareas de patern paternidad idad -en términos económicos, de afecto y de protección y atención a sus hijos- aun cuando no conviven cotidianamente con ellos. Existen otras situaciones con ausencia de los padres, y aquéllas -las peores- donde la presencia de los padres es explo explota tado dora ra y viol violen enta ta.. Al mism mismoo ti tiemp empo, o, hay hay otro otro fenómeno cuya dimensión no es posible establecer a partir de las estadísticas censales, y que permanece oculto e invi invisi sibl ble: e: el papel papel domés domésti tico co y econ económ ómico ico de otro otross hombres (no la pareja) ligados por lazos de parentesco. El fuerte énfasis énfasis cultural colocado colocado en la pareja y en la figura del hombre como marido y padre seguramente seguramente ha llevado a sobrestimar el impacto de la ausencia de hombres en la vida vida fami famili liar ar.. En sist sistem emas as de relac relacio ione ness soci social ales es concret concretos, os, los lazos lazos consangu consanguíne íneos os entre entre parien parientes tes de distinto sexo (hermanos varones, padres, hijos adultos) pueden llegar a convertirse en un criterio significativo para organizar la solidaridad y la reciprocidad. El aumento de las mujeres solas con hijos constituye un fenómeno de transición, en dos sentidos: en el curso de vida de las mujeres, esta situación puede ser una etapa que desemboca en la formación de una nue89
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va pareja; en la temporalidad histórica, nos hallamos frente a una transición hacia nuevas formas de familia, más abiertas y alejadas del modelo nuclear completo. Si bien se registra un aumento en la proporción de hogares de este tipo, es posible que el fenómeno social de las mujeresmadres a cargo de sus hijos sin la presencia del hombre padre sea mucho mayor que el registrado en las estadísticas de hogares. A menudo, especialmente en los sectores de menores recursos, las mujeres con hijos no establecen un hogar en forma independiente sino que conviven con otros parientes (sus padres o hermanos). Sea que mantengan un hogar autónomo o convivan con otros familiares, estas mujeres a cargo de sus hijos y sin pareja deben responder a una doble demanda: al mismo tiempo que se convierten en proveedoras económicas del sustento de sus hijos, están a cargo de las tareas domésticas y del propio cuidado de aquéllos. Estos núcleos familiares son especialmente vulnerables y se hallan sujetos a situaciones de incertidumbre y riesgo, tal como veremos al hablar de familia y pobreza. En realidad, la familia nuclear, como modelo cultural, ha tenido un desarrollo muy especial: idealizada como modelo normativo, asumida en términos de lo "normal" por por las instit instituci ucione oness educati educativas vas y de salud, salud, la famili familiaa nuclear de mamá, papá y los hijos se combina con una fuerte ideología familista,en la cual la consanguinidad y el par paren ente tesc scoo han han sido sido crit criter erio ioss bási básico coss para para las las responsabilidades y obligaciones hacia los otros. Pero el familismo como ideología de parentesco y la idealización de la familia nuclear son potencialmente contradictorios, ejerciendo presiones cruzadas sobre los miembros. Aunque todos conocemos anécdotas y chistes sobre la tensión entre esposas y suegras, poco 91
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se ha investigado acerca de la magnitud de los conflictos planteados planteados a partir de la tensión tensión entre las demandas de la familia nuclear y las obligaciones ancladas en lazos de parentesco parentesco (especialmente (especialmente de la familia de origen, padres y hermanos de cada uno de los miembros de la pareja). Poco sabemos también sobre cómo se está estructurando un nuevo nuevo sistem sistemaa de relaci relaciones ones interg intergener eneracio acional nales es cuand cuando, o, a part partir ir del divo divorc rcio io y la sepa separa ració ción, n, la no convive convivenci nciaa cotidi cotidiana ana no imp implica lica necesar necesariam iament entee el abandono de la responsabilidad parental. La relación entre padr padres es (muc (mucho ho más más a menud menudoo que que entr entree madr madres es)) no conviví entes con sus hijos es un tema que requiere atención, tanto en términos de investigación como de la formulación de lineamientos normativos para asegurar los derechos y las obligaciones del caso. Los hogares en América Latina
Veamos algunos datos sobre la composición de los hogares. Las estadísticas censal es y las encuestas de hogares son siempre domiciliares,es es decir que recogen información en las viviendas. Los datos suministrados se refieren a las per perso sona nass que que conf confor orma mann el grup grupoo resid residen encia ciall o de convivencia, y no a las relaciones de parentesco o a los miembros de la familia no convivientes. A partir de este tipo de datos, tampoco es posible reconstruir la historia y el desa desarr rroll olloo anter anterio iorr del grupo grupo.. Se trat trataa de dato datoss sincrónicos, que dan una imagen de la situación en un momento dado en el tiempo, el momento en el que se realiza el censo o la encuesta. En primer lugar, la comparación a lo largo del período 1970-1990 indica que ha disminuido el número
promedio de personas que conviven en los hogares. Esta disminución está ligada al menor número de hijos, a la dism dismin inuc ució iónn de los los hoga hogare ress mult multig igene enera raci cion onale ales, s, al aumento de los hogares uniparentales, y al aumento en el número de personas que viven solas. Por ejemplo, en la Argentina, país cuya fecundidad ya resultaba ser baja en 1970, el promedio de personas por hogar disminuyó de 3,8% a 3,5% durante estos veinte años, mientras que en Brasil se redujo de 5,1% a 4,2%.2 Esta disminución está relacionada, en parte, con el aumento de las personas que vive vivenn sola solas: s: 6,8% 6,8% de los los hoga hogare ress arge argent ntin inos os eran eran unipersonales en 1960; 13,5% de los hogares lo eran en 1991 1991.. Cabe Cabe seña señalar lar que que los los datos datos refe referi rido doss al área área metropolitana de Buenos Aires (basados en la Encuesta Perm Perman anen ente te de Hoga Hogare res) s) indi indica cann que que los los hoga hogare ress uniper uniperson sonales ales son mucho mucho más frecuen frecuentes tes en sector sectores es sociales de ingresos medios y altos que en los sectores de ingresos bajos (en 1989, 21,8% y 20,3% de los hogares de ingresos altos y medios frente a 6,3% de los de ingresos bajos). Vivir solo o sola es, sin duda alguna, caro. ¡Un lujo Existen otros fenómenos que hay que tomar en cuenta: las transformaciones en los hogares monoparentales y en los mul multig tigener eneraci aciona onales les.. En resumen resumen,, hacia hacia 1990, 1990, la distribución de los hogares en algunos países (para los que se cuenta con datos) es la siguiente:
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Los datos en esta sección están tomados de
Mu jere s l a-
Un tinoamericanas en cifras. Volumen comparativo.
análisis de la situación en la Argentina se encuentra en Catalina H. Wainerman y Rosa N. Geldstein, "Viviendo en familia: ayer y hoy", en Catalina H. Wainerman, Ced.), Vivir en familia, Buenos Aires, UNICEF/Losada, 1994, de donde tomamos los datos adicionales para la Argentina.
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Esta distribución requiere algunos comentarios. En primer lugar, es necesario recordar que hablamos de hogares y no de personas. Obviamente, la proporción de la población en cada una de las categorías es muy diferente de la proporción de hogares. Para dar sólo un ejemplo, los hogares unipersonales constituyen el 13,5% de los hogares argentinos, pero vive en ellos el 3% de la población. En segundo lugar, al no tener información de la historia familiar, no es posible a partir de estos datos saber cómo los miembros de estas unidades han ido conformando sus familias. ¿Cuántas de las parejas viven solas porque ninguno de sus miembros tuvo hijos? ¿Cuántas porque los hijos viven en otros hogares por ser mayores que ya se han independizado? ¿Cuántas son parejas "reconstruidas" con hijos que conviven con el otro -o más a menudo con la otra-progenitor? La familia nuclear incluye todas las variantes: "completas", es decir, aquéllas donde hay una pareja e hijos, e "incompletas" o monoparentales, donde hay un padre, y más a menudo una madre, con sus hijos. A su vez, no se conoce la historia de las familias "completas": pueden estar conformadas por parejas y sus hijos comunes (la familia nuclear "ideal") pero también ser familias "reconstruidas" o "ensambladas", donde los hijos convivientes pueden ser de uno, de otro, o de ambos. Los miembros de la pareja también pueden tener otros hijos no convivientes. Y las familias extendidas pueden poseer composiciones de lo más diversas. Los datos muestran con claridad que los lazos familiares siguen siendo los criterios centrales para la conformación de los hogares. El cambio social no se produce en la dirección de abandonar los lazos familiares como criterio de la convivencia, sino a partir de una
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frecu frecuen enci ciaa mayor mayor de mudan mudanza zass y de camb cambios ios en la composición del grupo familiar de convivencia. Es decir que lo que seguramente está ocurriendo es un cambio importante en la estabilidad temporal de la composición del hogar. El modelo del ciclo de vida familiar "ideal" presentaba transiciones previsibles y duraciones largas de cada etapa: infancia y adolescencia en familia nuclear completa, con papá, mamá y hermanos, matrimonio y hogar de pareja sola hasta el nacimiento de los hijos, familia nuclear completa hasta que los hijos se casan, luego pareja sola ("nido vació") y viudez/muerte. Frente a esto, la realidad actual incluye mucha más variabilidad, imprevisibilidad, y por sobre todo temporalidades más cortas. Los niños convivirán sólo con su madre si hay divorcio; luego, pueden convivir en una familia nuclear, pero no con su padre biológico sino con la nueva pareja de su madre; madre; hay pareja parejass solas solas reconst reconstrui ruidas das,, viejos viejos que vive vivenn en parej pareja, a, solo solos, s, en la famil familia ia exten extendi dida da o en instituciones. Debido a ello, más que seguir hablando de ciclo de vida (que implica previsibilidad, etapas claras, repetición de caso a caso), el curso (más que el "ciclo") de vida implica numerosas transiciones de una a otra situación, casi siempre "en familia". Si la estabilidad de los matr matrim imon onio ios, s, la auto autonom nomía ía de los los hijo hijoss y la mayor mayor movilidad geográfica de la población conllevan más a menudo el cambio de hogar y de grupo conviviente, esto no ocurre "a costa de" los vínculos familiares, sino a partir de armar y rearmar vínculos familiares, que siguen ligados a la cercanía y contención afectiva, al cuidado de los que necesitan protección, a la sexualidad y a la procreación.
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Familiay pobreza
La dinámica de las familias, tanto sus vínculos intrafamiliares y sus redes de parentesco como su relación respecto de los demás ámbitos institucionales (la escuela y la salud, el mercado de trabajo y las instituciones políticas, la religión y la vida recreativa), refleja al tiempo que construye las diferencias de clase social. En todas las clases clases,, la dinámi dinámica ca famili familiar ar está está muy marcada por la situ situaci ación ón econó económi mica ca gener general al,, que afec afecta ta de maner maneraa especifica especifica la forma en que se logra acceder y articular articular los diversos recursos para el mantenimiento, para el bienestar y para elaborar o preservar un estilo de vida. ¿Qué pasa con las familias de menores recursos económicos, aquellas que se encuentran en situaciones de carencia de recursos par paraa llev llevar ar adel adelan ante te las las tare tareas as de mant manten enim imie ient ntoo cotidiano? ¿Hay algo para decir respecto de la relación entre familia y pobreza? El tema es importante para una per persp spec ecti tiva va democ democrá ráti tica ca e igual igualit itar aria ia,, ya que está está claramente claramente demostrado que el crecimiento crecimiento económico no es, en si mismo, fuente de equidad social. En América Lati Latina na (con (con exce excepc pció iónn de Urug Urugua uay) y) los los proc proces esos os económicos de los últimos veinte años han aumentado la desigualdad social, mostrando tendencias regresivas en la distri distribuci bución ón del ingres ingresoo y una crecien creciente te polariz polarizaci ación ón social. El bienes bienestar tar famili familiar ar se halla halla condic condicion ionado ado por la manera en que los miembros del grupo aprovechan las oportunidades que la estructura productiva y sociopolítica les les ofre ofrece ce en cada cada mome moment nto. o. Esta Esta prop propos osic ició ión, n, apare aparent nteme ement ntee banal banal o de sent sentid idoo común común,, tien tienee otro otro mensaje: los seres humanos no son entes pasivos que reciben las influencias influencias del medio, sino agentes activos de su propia realidad, en condiciones sobre las cuales, 97
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una vez dadas, resulta difícil intervenir a partir de la atomización y el aislamiento del mundo "privado" familiar miliar.. Se requier requieren en movimie movimiento ntoss social sociales es y accion acciones es colectivas, pero esto es harina de otro costal. Volvamos, por el momento, a la familia y a la pobreza. En coyun coyuntu tura rass de creci crecimi mien ento to econó económi mico, co, la de penden pendencia cia de factor factores es extern externos os al grupo grupo domést doméstico ico se intensifica -principalmente el ingreso que los miembros reciben por su trabajo, pero también el acceso que tengan a bienes y servicios públicos-o En situaciones de recesión y escasez, el trabajo asalariado de los miembros adultos se intensifica, pero también de niños y ancianos, se alargan las jornada jornadass de trab trabajo ajo,, se reduc reducee el cons consum umoo y se incrementa el trabajo doméstico. Sin embargo, no todos los hogares están igualmente igualmente preparados para reaccionar reaccionar ante situaciones de crecimiento y de adversidad. Hay hogares cuya vulnerabilidad es tal que no pueden aprovechar los beneficios del crecimiento ni defenderse del deterioro. En primer lugar, hay relación entre la pobreza y la conformación del grupo doméstico, aunque no sea lineal. Más bien está condicionada por la tasa de dependencia econó económi mica ca,, es deci decir, r, el númer númeroo de pers person onas as que que no trabajan y deben ser mantenidas por el ingreso de cada trabajador. trabajador. Esto está ligado a la etapa del curso de vida de la familia y el grupo doméstico. En un mismo estrato social, o sea, dentro de sectores sociales con niveles de educac educació iónn y de capac capacit itaci ación ón labor laboral al relat relativ ivam ament entee similares e estamos hablando de niveles bajos), son los hogares hogares jóvenes jóvenes y los ancianos ancianos los que tienen tienen mayor mayor número de dependientes y menor capacidad de generar ingresos múltiples. Los hogares adultos o consolidados, con hijos que ya han crecido y pueden incorporarse a la fuerza de trabajo, poseen 98
mayor capacidad de ingresos, ya que más miembros de la familia se hallan en condiciones de buscar trabajo. En consecue consecuenci ncia, a, la etapa etapa del ciclo domést doméstico ico y las características internas del hogar ayudan a explicar cuáles son los hogares con más probabilidades de salir de la pobreza en coyunturas de bonanza, y resistir mejor en momentos de crisis. Los hogares pobres tienden a ser más pequeños que los no pobr pobres es.. Exis Existe tenn dos dos situ situac acio ione ness donde donde la vuln vulneerabilidad es especialmente notoria: los hogares encabezados por mujeres, mujeres, principalmente principalmente con hijos pequeños, pequeños, y los hogares de viejos. El aumento en la proporción de hogares encabezados por mujeres es un hecho destacado y que ha dado lugar a numerosos estudios. Antes, se trataba fundamentalme fundamentalmente nte de mujeres mujeres viudas, a menudo de edad mayor y con hijos que podían participar activamente en la fuer fuerza za de traba trabajo jo.. En las las últi últimas mas décad décadas as,, ha sido sido agregado el efecto de los cambios en los patrones de formación de la familia, especialmente en lo relativo al matrimonio y la separación. Si en relación con las mujeres pro profe fesi sion onale aless de los los secto sectore ress medio medioss el hech hechoo de encabezar un hogar con sus hijos puede ser el resultado (a menudo elegido) del aumento en la tasa de divorcio que refleja una mayor autonomía y libertad, en las clases pop popul ular ares es much muchas as veces veces se trat trataa de situ situac acio iones nes de abandono y violencia. En estas condiciones, el resultado, casi indefectiblemente, es la pobreza -a veces extrema- de las mujeres y sus hijos. La feminización de la pobreza implica implica que hombres y mujeres mujeres experimentan la pobreza pobreza de maneras diferentes. Ésta puede referirse a la cuestión de si hay hay más más muje mujere ress que que homb hombre ress pobr pobres es.. Más Más importante, sin embargo, es la dimensión cualitativa del fenómeno, centrado en la severidad de la pobreza 99
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y en la mayor dificultad de las mujeres para salir junto a sus !fijos de la pobreza en la que están entrampados. La amplia gama de estereotipos y discriminaciones a la que están sujetas -desigualdad de oportunidades en educación, empleo y acceso a crédito y a capital- implica que las mujeres tienen menos oportunidades. La pobreza acentúa la desigualdad de género, y frente a la adversidad, las mujeres son las más vu1nerab1es.3 La pobrez pobrezaa tambié tambiénn afecta afecta de manera manera despro despropor por-cionada a los viejos. La probabilidad de no llegar a ser un viejo pobre depende, en las clases trabajadoras, de haber logrado un ingreso diferido adecuado (jubilación) y/o de la ayuda ayuda fami famili liar ar de hijas hijas e hijo hijos. s. En la Arge Argent ntin inaa contemp contemporá oránea nea,, la incide incidencia ncia de la pobreza pobreza entre los viejos (que tienden a ser las viejas, por las diferencias en expec expectat tativ ivaa de vida vida)) es muy muy sign signif ific icat ativ iva. a. Hay tres tres proceso esos convergentes que con contribuyen a la intensificación de este fenómeno y al hecho de haber adquiri adquirido do la notori notoriedad edad que conocem conocemos: os: la crisis crisis del sistema de seguridad social y jubilación, e! proceso de envejecimiento de la población (cada vez hay más viejos por cada persona económicamente activa) y los procesos de empobrecimiento y desempleo de sectores medios -a quienes les resulta cada vez más difícil derivar recursos para el mantenimiento de sus parientes ancianos-o En los años noventa, la pobreza en América Latina constituye un fenómeno de carácter urbano. Según datos de! CEPAL,en 1990 abarcaba al 34% de los hoga3 Infonne
de desarrollo humano, Nueva York, UNDP, 1997,
p.64. El informe del año 1997 está dedicado al análisis de la pobreza en el mundo. 100
res urbanos de la región (y e! 39% de las personas: 116 millones de personas residentes en áreas urbanas vivían en situación de pobreza).4 Su existencia y permanencia (cuando no su aumento) están ligadas a los cambios en las políticas estatales en la región, fundamentalmente a la disminución de! gasto público destinado a programas sociales, con el doble efecto de disminución de empleos en e! sector público y e! deterioro de los servicios, tanto en cantidad como en calidad. Además, la apertura de la economía y la libre operación de! mercado implicó la desaparición de los subsidios estatales a bienes de consumo masivo y a los servicios de infraestructura urbana: los alimentos básicos, e! transporte público, los servicios públicos aumentaron de precio por encima de los índices de aumento de otros bienes y servicios, con 10 cual se deterioró la capacidad adquisitiva de! ingreso popular. Un prim primer er nivel nivel de resp respue uest staa frent frentee al dete deteri rior oroo económico se da en e! interior mismo de los hogares. La primera reacción es intensificar la participación de sus miembros en e! mercado de trabajo: quienes ya trabajaban intentan intentan aumentar sus jornadas; aquellos que no lo hacían salen a buscar trabajo. En los años ochenta y noventa, e! aumento más notorio es el de las mujeres, con un cambio en los factores determinantes de! trabajo femenino. La inco incorp rpor orac ació iónn a la fuer fuerza za de trab trabaj ajoo no es sólo sólo o fundamentalmente el resultado de retornos a inversiones en "capital humano", es decir, respuestas esperab1es al aumento en los Lati 4 Familia y futuro: un programa regional en América na y el Caribe, Caribe, Santiago Santiago de Chile, C E P A L , 1994, especialme especialmente nte el
capitulo preparado por Mercedes de la Rocha, "Familia urbana y pobreza en América Latina", en el que nos basamos para esta sección. 101
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niveles educativos y en las expectativas sociales de autonomía e independencia económica de las mujeres, sino que un creciente número de mujeres con hijos, escasa escolaridad y cargas de trabajo doméstico considerables han ingresado a los mercados laborales de las ciudades. En menor medida, también niños y jóvenes participaron de esta intensificación laboral -sea consiguiendo trabajos casi siemp siempre re prec precar ario ioss y mal pago pagoss o (par (paraa las las muje mujere res) s) reempl reemplaza azando ndo parcia parcialmen lmente te a sus madres madres en la labor labor doméstica-o Muchos de los chicos de la calle (o mejor dicho, en la calle) reco ecogen lo que puede eden, se automantienen y regresan a sus hogares periódicamente, con algún dinero para contribuir al presupuesto familiar. Mayor número de miembros de los hogares pobres trabajan, trabajan, con contribucione contribucioness económicas económicas cada vez más signif significat icativa ivass en términ términos os relati relativos vos (la propor proporció ciónn del ingreso familiar total aportada por el "jefe del hogar" ha disminuido) pero no absolutos. De hecho, el ingreso de las familias pobres en la región ha disminuido. Además, existe un limite del aumento de la oferta de trabajadores, que se refleja en el aumento del desempleo. Llega un momento en el que aunque se intente no se consigue trabajo. Otras respuestas en el ámbito privado de la familia y el hogar se refieren a disminuir el consumo, intensificar la labor doméstica para el auto consumo, reorganizar los patrones de residencia (una vuelta a hogares extendidos, fenómeno que se detecta en observaciones de carácter etnográfico pero que todavía no han llegado a impactar los datos estadísticos agregados), incorporar nuevos miembros al hogar (que puedan aportar algún ingreso), etcétera. 102
Hay respues respuestas tas más social sociales es y colecti colectivas vas en otros otros niveles. Las redes informales de ayuda mutua, que forman parte de la vida cotidiana de la pobreza urbana, pueden seguir activándose, pero tienen un techo. ¡Hay un límite respecto de cuánto es posible compartir, cuando se tiene cada vez menos, y las demás integrantes de estas redes son tan pobres como una1 Ahora bien, cuando la familia y el hogar no tienen la capacidad de mantener a sus miembros, ¿quién lo puede hacer hacer?? Una "sal "salid ida" a" es la diso disolu luci ción ón del hoga hogar, r, la atomización, donde cada individuo intentará resolver su supervivencia como pueda. Los chicos de la calle y los "sin techo" son, a menudo, el resultado de esta situación. Unidades sociales suprafamiliares también pueden hacerse cargo de la situación de crisis, e intentar paliarla a través de la colectivización del consumo. Las ollas populares, los comedores populares, las cooperativas de consumo y de producción, así como los programas de distribución de aliment alimentos os son ejemplo ejemploss de estas estas respues respuestas tas social sociales. es. Puede Puedenn ser ser part partee de progr programa amass gube gubern rnam ament ental ales es,, proye proyectos ctos de organi organizaci zaciones ones de base base que apelan a la solidaridad social, o ser promovidas por organismos no guberna gubernamen mentale tales. s. Manifi Manifiest estan an formas formas organi organizati zativas vas divers diversas. as. Siempr Siempree tienen tienen un fuerte fuerte protag protagonis onismo mo de mujeres. Casi siempre -como ocurrió en la crisis de la hiperinflación inflación de 1989 en la Argentina- se trata de medidas de urgencia en respuesta a situaciones de emergencia (los saqueos a supermercados en ese caso). Por lo general, estos comedores populares y ollas comunes en momentos de cris crisis is alim alimen enta tarí ríaa han han cons consti titu tuid idoo resp respue uest stas as tran transi sito tori rias as,, que que no han han plas plasma mado do en mode modelo loss de organi organizaci zación ón de las tareas tareas cotidi cotidiana anass altern alternativ ativos os a la domesticidad familiar. Tampoco han producido im103
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pactos sobre la división sexual del trabajo doméstico. Sin embargo, dada la persistencia y el agravamiento de las situaciones de pobreza extrema, la organización pública del manteni mantenimie miento nto cotidi cotidiano ano de parte parte de la població poblaciónn parece estar convirtiéndose en un fenómeno de carácter relativament relativamentee más permanente. permanente. Los comedores infantiles infantiles de Caritas y otros organismos no gubernamentales (muy a menudo menudo ligado ligadoss a instit instituci ucione oness religi religiosa osas), s), como como las iniciativas solidarias individuales o de pequeños grupos están proliferando en toda la región. El "hogar", en su sentido literal, el fuego común que da calor y permite preparar la comida familiar, como imagen focal de la familia, va perdiendo su lugar cuando no hay ni olla ni fuego, y los chicos van a comer al comedor comunitario. El peligro reside en que, al no contar con políticas orientadas a eliminar las raíces estructurales de la pobreza extrema, estas formas de organización asistencialista-al igual igual que que algu alguno noss progr program amas as estat estatal ales es basado basadoss en distri distribuci bución ón "c1ient "c1ienteli elisti stica" ca" de artícul artículos os de la canast canastaa fami famili liar ar-- prom promue ueva vann tipo tiposs de depe depend nden enci ciaa y de sometimiento (basados en la "necesidad") que bloqueen el potencial de transformación que la acción colectiva podría llegar a tener en este campo.