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ETAPAS Y CRISIS EN ARGENTINA (1880-2005) (1)
LA
HISTORIA
ECONÓMICA
Mario Rapoport *
Resumen: La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentísticofinanciero. El país esta saliendo ahora de la brutal crisis de 2001 con un notable proceso de recuperación que parece significar el inicio de una nueva etapa. Este trabajo describe en forma sintética pero suficientemente precisa el cambiante curso de la economía argentina mediante una explicación que incorpora también, junto al análisis económico, los diferentes escenarios internacionales y los factores políticos, sociales y culturales, que marcaron su evolución. Palabras clave: modelo agroexportador, industrialización, peronismo, década perdida, crisis de endeudamiento
Abstract: Argentina has had in its economic history three very defined stages: the call agroexport model, the import substitution model of industrialization and the rent financial model. The country is going out now of the brutal crisis of 2001 with a notable recovery process that seems to mean the beginning of a new stage. This paper describe in a synthetic but sufficiently accurate way the changing course of Argentinean economy through an explanation that incorporates also, together the economic analysis, the different international scenarios and the political, social and cultural factors that marked its evolution. Keywords: agroexport model, industrialization, peronism, waste decade, debt crisis
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Fecha de recepción: 10 /02 / 2006 Fecha de aprobación: 26 / 05 / 2006
La Argentina ha tenido en su historia económica, tres etapas bien definidas: el llamado modelo agroexportador, el modelo de industrialización por sustitución de importaciones y el modelo rentísticofinanciero. Si llamamos modelo a un esquema simplificado que pretende reflejar una realidad compleja en sus principales rasgos, nos estamos refiriendo a tres etapas que representan los elementos sobresalientes de distintos modelos de país, aunque en cada uno de ellos subsistieran trazos de los otros.
El modelo agroexportador (1880-1930) La Argentina agroexportadora, que duró desde los años 80 del siglo XIX hasta la década de 1930, no era simplemente el país de las mieses y las vacas, ni el del Canto a la Argentina de Rubén Darío: estaba basado en una peculiar dotación de factores propios y ajenos: grandes recursos agrícolas, capitales externos y amplias masas de población inmigrante. Pero esto se sustentaba en una estructura socio-económica en donde la tierra, el bien abundante, estaba en pocas manos y en donde el endeudamiento externo, si bien ayudó a montar el aparato agroexportador fluía generalmente sin control y con fines especulativos. Desde el punto de vista de la inserción en el mundo la Argentina se había transformado en un gran exportador de productos agrícolas e importador de manufacturas y bienes de capital, favorecida por una división internacional del trabajo, cuyo eje principal era Gran Bretaña, la gran potencia hegemónica de la época.
El Modelo Agroexportador: Rasgos Esenciales La unidad nacional y los gobiernos oligárquicos Factores: grandes recursos agrícolas, capitales externos, mano de obra inmigrante División internacional del trabajo. Relación de Gran Bretaña y Europa Concentración de la propiedad de la tierra Endeudamiento externo para montar la infraestructura del modelo, pero no sujeto a control El liberalismo económico, como ideología dominante Transformación del país en un gran exportador de productos agrícolas e importador de manufacturas y bienes de capital Las crisis de 1885, 1890 y 1913 Los cambios a partir de la Primera Guerra Mundial Los gobiernos radicales La relación triangular con Gran Bretaña y EEUU
Por otra parte, la poderosa elite que gobernaba el país tenía como principales características una cultura fuertemente rentística (sus principales ingresos provenían de la renta de la tierra), una visión del mundo dependiente (se llegó a pensar a la Argentina como una especie de "colonia informal" del Reino Unido) y una conducta en el poder antidemocrática basada en la marginación de gran parte de la ciudadanía, la corrupción y el fraude electoral.
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En primer lugar, la cultura de lo rentístico. La elite tradicional, que poseía la mayor parte de las tierras explotables del país (el 5% de los propietarios poseía el 55% de las explotaciones agropecuarias en 1914) vivía fundamentalmente de una sustancial renta agraria, como los grandes señores ingleses del siglo XVIII que criticaba David Ricardo en sus Principios de Economía. Aunque se preocupara por mejorar sus propios campos, esa elite tenía, por lo general, pautas de consumo extravagantes y no necesitaba o no le interesaba invertir en capitales de riesgo, que, por ende, vinieron casi en su totalidad del exterior para crear la infraestructura del aparato agroexportador. Esta matriz cultural se transmitió, de una u otra forma, al resto de la sociedad y, sobre todo, a los sectores medios. Así, una de las funciones principales del endeudamiento externo de las últimas décadas no fue otra que la de financiar el gasto de ciertos sectores privilegiados de la sociedad y la fuga de capitales, generando un modelo que podríamos llamar de "capitalismo ausente", en tanto reproducía y prolongaba de alguna manera aquel viejo modelo del "terrateniente ausente", que vivía mayormente en Buenos Aires y no tenía conductas productivas sino rentísticas o suntuarias, hasta que agotaba, como en muchos casos, la riqueza original, vendiendo incluso las tierras que poseía. En las últimas décadas ha ocurrido, como veremos, algo parecido a nivel del país. En segundo lugar, existe también una cultura antidemocrática. Los primeros gobiernos de "unidad nacional" que salieron de la llamada generación del ´80, en las últimas décadas del siglo XIX, fueron gobiernos que no respetaron los principios constitucionales. Era una democracia ficticia o "ficta", como se decía en su época. Con presidentes "electores" que escogían a su sucesor. La elite se identificaba con la clase política y los rasgos principales del manejo político eran el paternalismo, el clientelismo, la corrupción y el fraude electoral. Más tarde, la intervención de los militares y los golpes de Estado, bajo el pretexto de derrocar "democracias corruptas", formaron parte de la misma ideología elitista. Esas conductas han perdurado, desafortunadamente, en los distintos períodos democráticos, penetrando en el comportamiento de los partidos políticos mayoritarios, aún cuando se expresen de otro modo. En tercer lugar, persistió una cultura de subestimación del interés nacional o, más directamente, de vivir dependiendo de factores externos o sometiéndose a condiciones externas, sin ningún beneficio compensatorio. Un caso notable fue el primer empréstito otorgado por la compañía inglesa Baring Brothers, en 1824, cuyos fondos no fueron destinados a sus propósitos iniciales y se volatilizaron en pocas manos, aunque terminaron de pagarse puntualmente casi un siglo después. Otro caso fue el del primer tratado de comercio y navegación, que establecía una libertad de comercio que favorecía sólo a intereses británicos, los únicos en condiciones de aprovecharla. Esa era en aquella época la trampa de la libertad de comercio. Esta cultura de la dependencia se acentúa a partir de las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX cuando la Argentina se inserta en el mundo a través de una relación fuertemente dependiente de la potencia hegemónica de aquel entonces, Gran Bretaña. Todavía en 1933, ante la firma de un nuevo tratado comercial argentino-británico, el Pacto Roca-Runciman, el vicepresidente de entonces, Julio A. Roca (h), decía que la Argentina "desde un punto de vista económico debía considerarse una parte integrante del imperio británico", concepción que se procura justificar teóricamente en la década del 90 en el plano de la política exterior, a través del llamado "realismo periférico", que proponía la subordinación a otra potencia hegemónica, los Estados Unidos, y alcanzó su máxima expresión en las propuestas de dolarización y de manejo de la economía por expertos "externos".(2) Esta cuestión se halla relacionada con otra igualmente importante, señalada ya en la década de 1920 por Raúl Prebisch a través de una serie de estudios sobre la historia económica argentina (sus primeros trabajos académicos). Uno de los grandes problemas de la Argentina era -para Prebisch- el de la falta de control de los flujos de capitales. Esto llevaba a algo que hoy nos parece común: la dependencia de los ciclos económicos de los centros capitalistas mundiales y, fundamentalmente en aquella época, de Gran Bretaña, que por su propio proceso de acumulación necesitaba exportar capitales, volcándolos hacia la periferia e iniciando allí ciclos de endeudamiento. Luego, en otra fase de su desarrollo económico, cuando se veía obligada a atraer capitales en función del impulso de actividades internas u otras razones, hacía subir las
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tasas de interés a través del Banco de Inglaterra, y dejaba a esos países con una altísima deuda externa que no podían devolver, arrastrándolos a profundas crisis, como en Argentina en 1873, 1885, 1890 y 1913. En esos artículos están las raíces de la teoría cepalina del centro-periferia.(3) Completando el análisis del modelo agroexportador, a través de la educación se procuró homogeneizar la cultura del conjunto de la población sobre la base de valores predominantes y de una cierta imagen del país y de su historia. Pero, la raíz ideológica liberal no proveyó políticas activas de seguridad social, que las comunidades, sobre todo inmigrantes, debieron asumir por si mismas, ni propició un mejor reparto de los ingresos; de modo que la integración social provino solamente del "efecto derrame" del mismo crecimiento económico. Por otra parte, a diferencia de naciones como Canadá y Australia, que se vieron favorecidas por similares estructuras agroexportadoras en un momento en que el mundo de la época las necesitaba, las elites argentinas mantuvieron un cerrado liberalismo que les impidió desarrollar políticas de protección a sus industrias, como Canadá, o de distribución de ingresos, como Australia. En general, aquellas elites ofrecieron una gran resistencia a adoptar otras conductas productivas cuando, a fines de los años 20, el modelo agroexportador mostraba ya señales de completo agotamiento.(4) En ese sentido, aún hoy persiste en muchos extranjeros y, por sobre todo, en gran parte de los argentinos, el "mito" del carácter "excepcional" del crecimiento económico de nuestro país, tanto en un sentido positivo, en su etapa de auge, como en uno negativo, en la de su meteórico descenso. Desde las últimas décadas del siglo XIX hasta los años 30, según se afirma comúnmente, la Argentina pasó de ser un país atrasado y marginal a figurar entre los primeros del mundo. Un país que aún tenía, en el período de entreguerras un PBI mayor que el de países europeos, como España, o que el de su gran vecino, el Brasil. Sin embargo, y contrariamente a lo que hicieron otras naciones agroexportadoras, la Argentina mantuvo inalterable hasta la crisis de los años 30 su política de libre comercio. Muchos economistas e historiadores sostienen todavía que las riquezas de la época agroexportadora fueron despilfarradas sin sentido a partir de los años 30, al promoverse la industrialización y la intervención del Estado, conduciendo así a la declinación económica del país, la inflación y la inestabilidad política que habrían imperado bajo el modelo de sustitución de importaciones, pero el análisis cuantitativo y cualitativo no les da la razón. El país fracasa, como veremos, porque no completa su ciclo de industrialización no porque se industrializa.(5)
El modelo de industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1975) El modelo de industrialización por sustitución de importaciones, que sustituyó el período agroexportador, nació en forma espuria. Prohijado a la fuerza por la elite oligárquica que retorna al poder en 1930, frente al derrumbe de la economía mundial y la necesidad de salvaguardar sus propios intereses, tuvo por eje una intervención creciente del Estado en la economía y un crecimiento del sector industrial forzado por las circunstancias. Al mismo tiempo el país se independizaba relativamente de los poderes externos y de sus fuentes tradicionales de financiamiento, aunque se intentaban conservar a toda costa los mercados existentes para la colocación de los productos agrarios.
El Modelo de Industrialización: Los Gobiernos Conservadores (1930-1943) Efectos de la crisis económica mundial
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Gobiernos fraudulentos, represivos e impopulares Creciente intervención del Estado en la economía Creación de juntas reguladoras de la producción Crecimiento de industrias livianas Pacto Roca-Runciman y relación especial con Gran Bretaña. Resistencia a la política panamericanista de EEUU Creación del Banco Central La Segunda Guerra Mundial, los conflictos con EEUU y las libras bloqueadas
Los cambios en la composición de la estructura social, como consecuencia de la ampliación de la masa de trabajadores industriales y urbanos, y el vacío político resultante de gobiernos apartados de los derechos y aspiraciones de la ciudadanía (fraudulentos y represivos) dieron lugar a la aparición de un fenómeno político nuevo, el peronismo, que apoyará el proceso de industrialización sobre la base de la participación social de los nuevos sectores y de la ampliación del mercado interno y tendrá conductas de una mayor autonomía en el marco internacional. De las filas militares apareció un nuevo líder político, como Perón, que tenía otra visión de la realidad del país y llegó a captar rápidamente los cambios sociales que se habían producido. Así, desde el poder, a partir del golpe de Estado de 1943, comenzó a realizar una serie de políticas sociales que irían ganando a la masa trabajadora y a gran parte de la dirigencia sindical, procurando también apartar, por otros métodos, a los que se le oponían.
El Modelo de Industrialización: El Primer Peronismo (1943-1955) El gobierno militar y el fin de la neutralidad en la guerra La Secretaría de Trabajo y Previsión y el Consejo Nacional de Posguerra 1946: el peronismo en el gobierno Los planes quinquenales y la política social y de redistribución de ingresos Los problemas de divisas. Las nacionalizaciones. El fin del comercio triangular El Estado industrializador. El Banco de Crédito Industrial y el IAPI Ampliación del mercado interno. Aumentos salariales y empleo público Desplazamiento del capital extranjero de algunas de sus posiciones en la economía argentina y cese del flujo de inversiones externas. La crisis externa de 1950-1952 Caída de los salarios reales e inflación Plan de Estabilización y cambios de la política económica Nueva estrategia de industrialización: la industria pesada Se procura atraer la inversión directa extranjera. Contratos petroleros La Tercera Posición en política externa La recuperación económica entre 1953-1955. Atenuación del proceso inflacionario. Los salarios reales se recuperan. La industria retoma su ritmo de crecimiento.
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No vamos a analizar exhaustivamente que significó el peronismo desde el punto de vista político aunque puede señalarse la existencia de un Estado omnipresente y de un partido político que pretendía representar a todos los sectores sociales, pero cuya base de sustentación eran los sindicatos obreros. Tampoco nos detendremos en sus aciertos o errores desde el punto de vista económico, con un crecimiento fuerte en los primeros años de gobierno pero con políticas económicas que se revelaron insuficientes para sostener el proceso de industrialización y llevaron a una fuerte crisis entre 1950 y 1952, de la que costó salir. Sin embargo, cinco aspectos no pueden dejar de mencionarse. En primer lugar, la inclusión de nuevos actores sociales a la vida pública del país pertenecientes a la clase obrera urbana y rural y a sectores medios bajos. En segundo término, una apreciable mejora en la distribución de los ingresos, llegando los asalariados a tener una participación del 50% del ingreso nacional. En tercer lugar, la entrada en vigencia de una serie de leyes sociales: jubilaciones y pensiones, aguinaldos, vacaciones pagas, convenios colectivos de trabajo; y el otorgamiento de otros beneficios materiales para los sectores de más bajos ingresos, como construcción de viviendas populares, hoteles sindicales, etc., que mejoraron notablemente la calidad de vida de la población. En cuarto término, la transferencia de ingresos, mediante una política crediticia y mecanismos institucionales de manejo del comercio exterior, del sector agrario al industrial, acompañado por un proceso de nacionalización de las empresas de servicios públicos y de intervención creciente del Estado en la vida económica, sobre todo en los primeros años del gobierno. Por último, una política exterior más autónoma, que pretendía expresar una Tercera Posición entre el capitalismo y el comunismo, pero que en realidad mantenía la adscripción a Occidente.(6) Sin embargo, pese a contar aún con un considerable apoyo popular e intentar realizar cambios más ortodoxos en su política económica, en septiembre de 1955, en el marco de un enfrentamiento creciente con la Iglesia Católica y sectores opositores, Perón se vio desplazado del poder por un golpe de Estado cívico-militar. Este hecho inauguró una etapa de inestabilidad política en la Argentina que llevó finalmente a la dictadura militar de 1976. Es preciso destacar este punto, porque en todo el período que va de mediados de los años 40 hasta mediados de los 70, el país creció económicamente y la distribución del ingreso no empeoró en demasía a pesar de los distintos gobiernos que fueron pasando, civiles y militares. Pero hubo una fuerte inestabilidad política, que comenzó con la proscripción del peronismo, el partido político mayoritario. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de vastos sectores populares, influenciados también por la revolución cubana y movimientos contestatarios en otros países, y llevó, por otro, a un endurecimiento de lo que llamamos el partido de derecha, que se expresaba a través de las fuerzas armadas: Frondizi tuvo cerca de 30 intentos de golpes de estado antes de ser derrocado y, luego, Illia, un gobierno débil por las proscripciones políticas, cayó en 1966. El peronismo volvió con el apoyo popular después de que los militares dejaron el poder en 1973, pero entró pronto en profundas contradicciones internas (en la que participaron grupos armados de izquierda y sectores paramilitares de derecha), que se agudizaron con la muerte de Perón y dificultaron una nueva salida política.
Modelo de Industrialización: Gobiernos Civiles y Militares (1955-1975) El gobierno de la "Revolución Libertadora" (1955-1957) y el Plan Prebisch Adhesión a los organismos financieros internacionales y multilateralismo La estrategia desarrollista de Frondizi (1958-1962).
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Se retoma el proyecto de industrialización. Énfasis en industrias básicas Recurrencia a la inversión extranjera directa y predominio de las empresas transnacionales Política regresiva en materia de distribución de ingresos Contratos de concesión para explotación del petróleo a empresas extranjeras Crisis de la balanza de pagos en 1959 y 1962 y ciclos stop-go El gobierno de Guido (1962-63) y el retorno de políticas ortodoxas Gobierno del radicalismo del pueblo (1963-1966) Comercio exterior favorable. No hay estímulos específicos para la industria Anulación de los contratos petroleros firmados por el gobierno desarrollista Período de fuerte crecimiento económico que se prolonga hasta mediados de los 70 Política progresiva en materia de distribución de ingresos Gobierno de la "Revolución Argentina" (1966-1973) Se mantiene la industrialización pero en beneficio de las transnacionales Incremento en las exportaciones manufactureras Los flujos de inversiones extranjeras se orientaron a la compra de industrias y bancos ya existentes (desnacionalización) Regresión de la distribución del ingreso que venía mejorando desde el anterior gobierno. Estallidos sociales Gobierno peronista (1973-1976) El Plan Trienal (estímulos al sector industrial) Regulación de las inversiones extranjeras El Estado como principal agente de transformación y cambio Política distribucionista Puesta en marcha de un Pacto Social para lograr la estabilización Quiebra del Plan Social y ajuste ortodoxo Proceso inflacionario y recesión La crisis política
En este período, no se vuelve a caer en el endeudamiento externo pero si en crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de stop-go, como consecuencia de problemas internos y externos y de los requerimientos del propio proceso de industrialización que se contradice con una estructura dependiente de las exportaciones agropecuarias. Basado en el desarrollo del mercado interno y en las industrias livianas desde la crisis de los años 30, ese proceso fue cambiando en los años 50 y pasando a otra etapa, con la creación de ciertas industrias básicas, el énfasis en la necesidad de capitales externos y la necesidad de que el proceso redistributivo provenga del incremento de la productividad. En su etapa final se agrega también un tímido intento de exportación de manufacturas.
El modelo rentístico-financiero (1976-2001) Esto no resuelve, sin embargo, la gran fractura social y desembocó, finalmente, en el último y más sangriento golpe militar de marzo de 1976, que va a producir, a través de la represión, los llamados 30 mil "desaparecidos". En este caso, la intención explícita de sus promotores fue la de eliminar en forma definitiva a actores mayoritarios de la escena política nacional debilitando sus bases económicas y sociales. El "disciplinamiento social y político", encarnado por la represión, será la contracara del "disciplinamiento económico".
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Por otra parte, la crisis económica internacional que comenzó a desarrollarse en los inicios de la década de 1970, con la crisis del dólar primero y la del petróleo después, creó una amplia disponibilidad de capitales (eurodólares y petrodólares) dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo, lo que permitió a las dictaduras de Pinochet y Videla disponer del financiamiento necesario para hacer prevalecer sus políticas económicas, precursoras del neoliberalismo en el mundo, antes aún de la llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En esto tenían también un peso decisivo los organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, que querían facilitar la inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.(7) Pero los factores internos no fueron menos importantes. La Argentina vivió, desde fines de los años sesenta y principios de los setenta, un proceso de agudos conflictos sociales y políticos. Los levantamientos obreros (tales como el "cordobazo" y el "viborazo") así como la existencia de fuertes grupos radicalizados, incluso guerrilleros, en la escena política nacional entrañaban una seria dificultad para la persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso de sustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de inserción en la economía mundial. Es por eso que en 1976, se produjo un verdadero punto de inflexión en la historia del país, que significó no sólo el terrorismo de Estado y la pérdida de varias futuras generaciones de líderes políticos o sociales, sino la convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y que, como éstas se asentaban sobre el aparato productivo industrial, era imprescindible modificar radicalmente la estructura económica. Ello suponía también la reformulación del papel del Estado, hasta allí involucrado en impulsar ese tipo de desarrollo.
El Modelo Rentístico-Financiero: La Dictadura Militar (1976-1983) La crisis mundial de 1971-1973 y sus repercusiones en la Argentina El terrorismo de Estado Razones externas e internas de los cambios económicos El plan Martínez de Hoz. Apertura comercial indiscriminada y comercio triangular Desregulación financiera Desindustrialización y reprimarización de la actividad económica. Aceleración del endeudamiento externo. La crisis de 1981-1982 La guerra de Las Malvinas y el fin del régimen militar
Esta fue la tarea principal que realizó la dictadura militar inaugurando los 30 años de predominio de un modelo neoliberal en el país. La Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato industrial con problemas pero de dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, controles de cambio, tasas reguladas de interés, un sistema financiero bastante controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas de crecimiento relativamente buenas y sostenidas, especialmente entre 1964 y 1974. Todo eso se destruyó: se promovió la desregulación financiera y la apertura indiscriminada de la economía, que afectó a la balanza comercial y a la cuenta corriente de la balanza de pagos; se produjo un fuerte proceso de desindustrialización y reprimarización de la economía y se estableció un sistema de
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pre-convertibilidad que se llamó "tablita cambiaria". En particular, a principios de 1977 se implementó una reforma que ubicaría al sector financiero en una posición hegemónica en términos de absorción y asignación de recursos, mediante su liberalización, el alza de las tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental: se traían del exterior dólares que se convertían en pesos a un cambio sobrevaluado, se colocaba esos pesos a altas tasas de interés y cuando se pensaba que el dólar iba a subir, se volvía a cambiar pesos por dólares y se los fugaba al exterior.(8) Se hacían así negocios fáciles y altamente rentables. Veamos en los cuadros 1, 2 y 3 los principales indicadores del período 1975-1983.
CUADRO 1 Variación de Déficit fiscal / Intereses deuda Gasto Reservas PBI (millones / PBI (millones de público / PBI de pesos) dólares)
Var PBI
Inflación
Saldo bza. Comercial (millones de dólares)
1975
-0,9
182,6
-
8.085
-791,1
38,95
15,15
1976
-0,2
444,0
882
9.739
1.192,4
39,71
1977
6,0
176,0
1.490
11.762
2.226,5
1978
-3,9
175,5
2.565
13.663
1979
6,8
159,5
1.102
1980
0,7
100,8
1981
-6,2
1982
1983
Año
Deuda / Export.
Intereses externos / export
1,24
270
14
11,73
2,02
210
11,9
38,04
5,13
2,02
170
6,5
1.998,4
44,08
6,83
3,07
200
6,3
19.034
4.442,4
42,13
6,26
3,19
240
6,3
-2.527
27.153
-2.796,1
44,18
7,55
3,44
340
11,8
104,6
-287
35.671
-3.433,1
51,53
15,62
9,75
390
32,4
-5,2
164,7
2.289
43.634
-5.080,5
48,56
16,52
11,94
570
57,8
3,1
343,3
3.334
45.087
-4.204,3
49,72
15,77
5,79
580
63,6
Deuda total (millones de dólares)
Fuente: Ministerio de Economía de la Nación. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. FIDE.
CUADRO 2
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Empleo
Salario
Masa salarial
Actividad industrial
1975
100,0
100,0
100,0
100,0
1976
97,6
66,4
64,8
97,0
1977
99,0
51,4
50,9
104,5
1978
100,4
53,9
54,1
93,5
1979
101,8
57,7
58,7
103,1
1980
101,4
66,3
67,2
99,2
1981
103,6
61,9
64,1
83,3
1982
-
-
-
79,4
1983
-
-
-
88,0
Año
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La clave del sistema fue, sin duda, la convertibilidad con un tipo de cambio fijo (un dólar igual a un peso), que funcionó como el patrón oro del siglo XIX y contradijo todas las otras medidas de liberalización. En un sistema así, con apertura irrestricta de los mercados, la única forma de controlar el déficit externo y el déficit fiscal es aplicando políticas recesivas y de ajuste a la espera de un milagroso flujo de capitales que compense la situación. Se trata de una economía que crece sólo con el endeudamiento externo, proceso cuya falencia pudo observarse una vez agotadas las privatizaciones, que significaron una importante pérdida del patrimonio nacional y que, junto a la venta de empresas privadas nacionales, dio lugar a una extranjerización sin precedentes de la economía sin que se ampliara su capacidad productiva. Por supuesto, las tasas de crecimiento relativamente altas de comienzos de la década del 90 se revelaron muy frágiles. No sólo beneficiaron a pequeños sectores de la sociedad sino que no pudieron sostenerse en el tiempo, hasta que vino la caída final del 2001-2002. Veamos en el Cuadro 4 los principales indicadores del período 1990-2002.
CUADRO 4 Saldo bza. Comercial (millones de dólares)
Variación de Deuda Reservas Deuda externa externa (millones de / PBI (millones de dólares) dólares)
Var. Gasto público
Capitales Resultado argentinos en el Fiscal (millones de exterior (millones de dólares) pesos)
Año
Var PBI
Inflación minorista
1990
-
1343,9
8.275
-
-
3.566,0
-
-
-
-
1991
10,6
84,0
3.703
61.334,0
33,1
2.728,0
100
3.666,0
60.416
-
1992
9,6
17,5
-2.637
62.766,0
27,7
3.826,0
110
4.922,4
53.583
4.384,0
1993
5,7
7,4
-2.364
72.209,0
30,5
4.250,0
147
2.730,5
62.867
2.763,0
IED
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1994
5,8
3,9
-4.139
85.656,0
33,3
682,0
157
-285,9
74.976
3.489,0
1995
-2,8
1,6
2.357
98.547,0
38,2
-102,0
158
-1.373,3
78.973
5.341,0
1996
5,5
0,1
1.760
109.759,0
40,3
3.882,0
162
5.624,4
84.310
6.523,0
1997
8,1
0,3
-2.123
124.382,0
42,5
3.273,0
183
-4.276,6
96.155
8.755,0
1998
3,9
0,7
-3.117
138.844,0
46,6
3.234,0
190
-4.073,5
99.231
6.510,0
1999
-3,0
-1,8
-2,199
145.288,9
51,2
898,2
196
-8.536,0
91.228
23.988,0
2000
0,2
-0,9
1,061
146.575,1
53,07
-505,0
201
-7.763,5
94.249
10.418,0
2001
-5,5
-1,1
6,223
168.544,5
51,57
-9.862,6
203
-6.975,5
107.114
2.166,0
2002
-16,3
25,9
16,719
173.207,1
142,95
-7.922,0
-
-
117.654
785,0
Fuente: Ministerio de Economía de la Nación. Dirección Nacional de Estadísticas y Censos. FIDE. Como observamos, lo que se produjo fue una fenomenal fuga de capitales, 120 mil millones de dólares se fugaron en todos esos años, y se verificó, sobre todo, un incremento casi exponencial del endeudamiento externo, que pasó de 45 mil a 170 mil millones de dólares, creando las condiciones de una grave depresión en la economía argentina, que se aceleró por las sucesivas crisis financieras internacionales, la del tequila, la de Rusia y la del Sudeste asiático (producto de ese proceso de globalización y de burbujas financieras) e incluso, también, por la devaluación en Brasil, hasta que vino finalmente la debacle (el Gráfico 1 compara la evolución de la deuda externa y de la fuga de capitales y el Cuadro 5 da una explicación del proceso de endeudamiento externo en cada una de sus etapas, explicando las políticas económicas implementados que llevaron a su incremento). Pese a la fragilidad de este esquema, los organismos financieros internacionales, en particular el FMI, desempeñaron un rol fundamental en la instrumentación de las reformas económicas que llevaron a la crisis y, luego, frente a las dificultades del repago de la deuda, presionando ante el gobierno argentino que practicase políticas de ajuste. GRÁFICO 1 Deuda Externa Argentina vs. Capitales Argentinos en el Exterior 1 Millones de dólares Fuente: Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina.
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CUADRO 5 La evolución de la Deuda Externa Argentina (1973-2004)
Año
1973
Presidente de la nación
Monto deuda % de aumento de la deuda en externa Partido de gobierno relación al (millones de período anterior dólares)
Cámpora / Perón
1974
Observaciones
4.890
JUSTICIALISTA
5.000
+ 62%
A fines de 1975 cada habitante de la Argentina debía al exterior U$S 320
Martínez de Perón 1975
7.800
1976
9.700
1977
11.700
1978
13.600
Videla
1979
19.000 MILITAR
1980
+ 364% El mundo vive en la era de los eurodólares y los petrodólares. Los bancos internacionales ofrecen créditos fáciles a tasas bajas. Comienza el gran endeudamiento del Estado argentino. Pero hacia 1980 se produce un viraje en la economía mundial. El crédito se vuelve escaso y caro. En este período el gobierno de Reagan incrementa las tasas de interés en EE.UU. lo que termina de producir la crisis mexicana de 1982 y otras crisis de endeudamiento externo en varios países latinoamericanos. A fin de 1983 cada habitante debía al exterior U$S 1.500.
27.200
1981
Viola
35.700
1982
Galtieri
43.600
1983
Bignone
45.100
1984
46.200
1985
49.300 Alfonsín
UNION CIVICA RADICAL
+ 44%
1986
52.500
1987
58.500
La democracia se reestablece en medio de un panorama internacional muy duro para los países latinoamericanos, que experimentan la llamada "década perdida". El gobierno argentino se limita a gerenciar la crisis de endeudamiento sin mucho éxito. Se produce una crisis hiperinflacionaria en 1989-90
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1988
58.700
1989
65.300
1990
62.200
1991
61.337
1992
62.972
1993
72.425
1994
85.909 Menem
JUSTICIALISTA
+ 123%
1995
99.146
1996
110.614
1997
125.051
1998
141.929
1999
145.289
2000
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De la Rúa
ALIANZA
146.575
+ 9%
Consenso de Washington y aceptación de sus postulados y de las políticas propiciadas por los organismos financieros internacionales por el gobierno argentino. En 1992, el ministro Cavallo renegocia la deuda externa sobre la base del Plan Brady Sin embargo, el endeudamiento sigue aumentando en forma galopante, pese a los ingresos obtenidos por las privatizaciones de empresas del Estado.
Políticas de ajuste por consejo del FMI. A fin del 2000 cada habitante debe al exterior U$S 3.800.
2003 2004 2005
Kirchner
JUSTICIALISTA
172.773 a 125.000
Default con los acreedores privados, no con los organismos internacionales, a partir de 2002. En enero de 2005 se lanzó la Reestructuración de la deuda pública. La adhesión del canje fue del 76.15% y se logró una quita nominal del 43%. Del monto total de la deuda elegible (USD 81.836 millones) se logró canjear USD 62.318 millones. De esta forma el total de deuda reestructurada fue USD 35.261 millones. A fines de 2005 se pago el total de la deuda con el FMI que sumaba 9.530 millones de dólares.
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Fuentes: Ministerio de Economía de la Nación para años recientes y cuadro difundido por Internet sobre datos oficiales.
Entonces llegamos a la crisis de 2001, cuyos primeros síntomas se advierten desde los años finales del último gobierno de Menem y se agravan con el gobierno de De la Rúa, que siguió las recetas ortodoxas del FMI, bajando sueldos y jubilaciones, aumentando impuestos a sectores medios, proclamando el déficit cero pero pagando los intereses de la deuda y realizando un ruinoso megacanje de títulos públicos que incrementó notablemente el endeudamiento futuro. Todo ello tuvo su desemboque a fines de aquel año, cuando el sistema bancario y financiero basado en la convertibilidad, que tenía por fundamento la presunta dolarización de los depósitos bancarios a través de un tipo de cambio artificial no se sostuvo provocando el colapso del sistema bancario, el "corralito", es decir la bancarización forzosa que impidió al público retirar sus ahorros y llevó al fin de la convertibilidad y del tipo de cambio fijo.(13) Ya a lo largo de ese año, las organizaciones y movimientos de desocupados se constituyeron en centros aglutinantes de la población y potenciaron un amplísimo movimiento de protesta, que abarcó a obreros activos y trabajadores estatales y docentes, y fue sumando a productores agropecuarios, comerciantes y pequeños industriales, asambleas barriales, grupos de ahorristas, etc. La protesta social se generalizó y se manifestó en el plano político y cultural, también con contenidos de reivindicación de la soberanía nacional frente a la subordinación de toda la política gubernamental a las imposiciones de los organismos financieros internacionales y a su explícita intromisión en la vida política argentina, (auditores, misiones, comisiones asesoras de "notables" ex-funcionarios de las grandes potencias, viajes de funcionarios argentinos a Washington y otras capitales europeas y planes de "rescate" propuestos por economistas extranjeros con exigencia de resignación de la soberanía del Estado argentino en materia financiera). Con lo que se arribó finalmente a una explosión social, el 19 y 20 de diciembre de 2001, que en verdad había comenzado a mediados de los 90, pero se exasperó cuando la crisis se profundiza. Explosión social que produjo por primera vez la caída de un gobierno, el de De la Rúa, que había sucedido a Menem, sin ninguna intervención militar. La devaluación posterior y el cese del pago de la deuda externa fueron una consecuencia de estos procesos. Los Gráficos 2, 3 y 4 y el Cuadro 6 nos muestran estadística y gráficamente los índices de desempleo, salarios, pobreza y distribución de ingreso en la Argentina y su comparación con otros países.
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(13) Ver el informe especial del Instituto para el Modelo Argentino, Argentina, del mejor alumno al náufrago solitario, Documento de Trabajo N° 1, diciembre de 2001; Robert Boyer y Julio C. Neffa (comp.), La economía argentina y sus crisis (1976-2001: visiones institucionalistas y regulacionistas, Miño y Dávila, Buenos Aires, 2004.
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Revista OIKOS | Escuela de Administración y Economía | Universidad Católica Silva Henríquez Inicio Comité Editorial Normas de Publicación Condiciones de Uso Enlaces Buscar Contacto
GRÁFICO 2 Distribución del Ingreso 3 Fuente: Dirección de Estadísticas y Censos
GRÁFICO 3 Salario Docente Universitario 3 Fuente: Ministerio de Educación de la Nación.
GRÁFICO 4 Desempleo y Subempleo 3 Fuente: FIDE. IMA.
CUADRO 6 Pobreza y distribución del ingreso Línea de indigencia Países
Años
Población por debajo de la línea de pobreza
1990
21,2
5,2
2002
41,5
18,6
Argentina
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1990
48,0
23,4
2001
37,5
13,2
1989
47,7
18,7
2002
39,4
12,6
Años
Participación en el ingreso total del 10% más rico (%)
Coeficiente de Gini*
1990
34,8
0,501
2002
42,1
0,590
1990
43,9
0,627
2001
46,8
0,639
1989
38,2
0,538
2002
41,0
0,614
Brasil
México
Países
Argentina
Brasil
Bolivia
Fuente: CEPAL; Panorama Social 2002-2003. Los datos de Argentina son para el Gran Buenos Aires.
Una comparación entre los modelos Veamos más de cerca las cifras, para comparar los tres modelos económicos que venimos de describir. En primer lugar, las tasas de crecimiento en la época primario-exportadora no fueron tan altas como se dice: hubo serias crisis financieras, como en 1885, 1890 (una crisis de magnitud que tuvo repercusiones a nivel mundial) y 1913, y la distribución de los ingresos era muy regresiva. El problema no es el de criticar la industrialización en sí sino la razón por la cual el país no se industrializó más. Pero es necesario tener en cuenta que ese período de 40 años de industrialización, entre el modelo agroexportador de fines del siglo XIX y las primeras décadas del 20, por un lado, y los últimos 30 años de neoliberalismo, por el otro, fueron la época, económica y socialmente, más importante de la historia argentina. Para mostrar mejor lo que sucedió entre mediados de la década de 1970 y fines del siglo XX hagamos una comparación con el período anterior, en el cual el país logró un cierto proceso de industrialización, destruido en los últimos 25 años. Mientras entre 1949-1974 el PBI argentino creció un 127% y su PBI industrial un 232%, entre 1974-1999, el PBI argentino aumentó un 55% y su PBI industrial sólo un 10%. Si comparamos, por su parte, los dos períodos tomando el PBI per cápita, entre 1949-1974 éste creció un 42% y entre 1974-1999 apenas un 9%. Entre mediados de la década de los 40 y mediados de la década de los 70 el país creció a una tasa razonable, el PBI por habitante creció 2,10% contra un 1,3% en el período agroexportador y un 0,3% entre 1976 y el 2000, tasa, esta última que sería menor si incluimos los años 2001 y 2002. En los mejores años de la industrialización, entre 1955 y 1975 el crecimiento promedio del PBI fue de un 5,7% anual mientras que
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entre 1976 y 1999 no superó más del 1%.(14) Veamos los Gráficos 5, 6 y 7 que ilustran la comparación entre los modelos económicos.
GRÁFICO 5 Crecimiento del PBI y del PBI Industrial de Argentina 3
GRÁFICO 6 Crecimiento del PBI por habitante de Argentina 3
GRÁFICO 7 Tasa media de crecimiento del PBI por habitante de Argentina 3 Fuente Gráficos 5, 6 y 7: ver nota 13
El proceso de redistribución regresiva de los ingresos que llegó a padecer la Argentina en el peor momento de la crisis constituye otro aspecto que también podemos comparar: entre 1974 y el 2000, la diferencia entre el 10% de la población de mayores ingresos y el 10% de menores ingresos había aumentado más de 40 veces. Por otra parte, el porcentaje que tenían los asalariados en el ingreso nacional hacia 1950 era del 50%, y a comienzos del nuevo siglo no llegaba ni a la mitad de esa cifra. Mientras la tasa de desempleo, que históricamente se hallaba en torno al 6%, a partir de 1994 saltó al 12,2 y alcanzó en el momento más álgido de la crisis, a más del 24%, pero si se incluye la subocupación, personas que trabajan sólo parcialmente, alcanzó a superar con holgura el tercio de la población activa.(15)
La salida de la crisis Eso es en gran medida, para abreviar, lo que explica la llegada del presidente Kirchner al gobierno. Sin duda la consigna "que se vayan todos", esgrimida por muchos sectores de la población era atrayente para algunos, descreídos del sistema político, pero si se van todos, nadie gobierna y las elecciones del 2003, respetadas por la población, mostraron los deseos de un cambio. La pregunta que debe hacerse ahora es si pueden reunirse las condiciones objetivas y subjetivas, es decir, en las estructuras económico-sociales y en las relaciones con los poderes externos, por un lado, y en la conciencia de la gente y el liderazgo, por otro lado, para realizar los cambios necesarios. Por el momento
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parece que se ha iniciado ese proceso. Un elemento esencial, evidentemente, es el fin de la impunidad, que terminó, con la anulación, por parte de la nueva Corte Suprema de las nefastas "leyes del perdón" para los militares. Queda por ver si es posible cambiar el modelo económico, transformarlo en un modelo productivo y lograr un crecimiento con equidad. En los últimos tres años el PBI creció en forma notable, casi un 9% anual. Por otra parte, se terminó el default, con el canje de la deuda, que fue aceptada por más del 70% de deudores, y se pagó el total de la deuda pendiente con el FMI (cerca de 10 mil millones de dólares), aunque el nivel de endeudamiento que queda, a plazos más largos e intereses más bajos, es aún considerable: 125 mil millones de dólares. Los balances favorables del comercio exterior, basados en un alza de los precios de los productos exportables, como la soja; en la mejora producida por la devaluación y en una mayor demanda internacional, junto a un decrecimiento de las importaciones no esenciales, han permitido aumentar las reservas internacionales. Por otra parte, existe un fuerte superávit fiscal que garantiza, por el momento, el pago de la deuda, pero faltan todavía reformas económicas de fondo (tributaria, previsional, de inversiones públicas, etc.). La economía esta creciendo fuertemente, demostrando que una reactivación del mercado interno era necesaria (algo que los neoliberales negaban) ayudada por una capacidad productiva no utilizada, pero subsiste el gran tema pendiente de la deuda interna: revertir la pobreza y la desocupación y, sobre todo, la distribución regresiva de los ingresos. Además, el amplio superávit fiscal debe usarse para esa redistribución y para la realización de obras públicas y la creación de empleos. Tenemos que recordar que la etapa post-devaluación fue traumática, marcada por una devaluación asimétrica que favoreció a unos sectores con respecto a otros, especialmente a grandes grupos económicos y empresas endeudadas por sobre los pequeños ahorristas, y a intereses agroexportadores por sobre otros sectores económicos. Por eso es necesario replantear el modelo productivo, que no puede basarse otra vez en productos agrarios, sino que debe ampliar su base industrial, produciendo bienes de mayor valor agregado e incorporando procesos de innovación tecnológica para lo cual existen abundantes recursos humanos calificados. Los Gráficos 8 y 9 muestras la recuperación de la economía en los últimos dos años.
GRÁFICO 8 PIB y Sector Industrial - Tasa de variación interanual 3
Fuente: Ministerio de Economía de la República Argentina
GRÁFICO 9 Superávit Primario y Resultado Global - 1993 a 2005
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3
Fuente: Ministerio de Economía de la República Argentina
Las tres brechas Desde el Plan Fénix, grupo de economistas heterodoxos de la Universidad de Buenos Aires, se señaló que la crisis se basaba en tres brechas que era necesario cerrar y que restringían el crecimiento. La primera de ellas era la brecha externa producida por el endeudamiento y el déficit creciente en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Esta brecha se ha comenzado a cerrar, aunque los compromisos externos siguen siendo importantes para las generaciones presentes y futuras. Ante todo, no deben aceptarse nuevos endeudamientos que no sean inversiones productivas directas y en sectores necesarios para el crecimiento del país. En segundo lugar, si el crecimiento no se sostiene en el futuro y los superávit fiscales tampoco, no hay que comprometer pagos que afecten nuevamente el nivel de vida de la población. Los capitales externos no dudan en rentabilizarse en los países periféricos cuando les conviene y así sucedió en los años 70 y 90, produciendo un shock financiero en esas economías. Debemos retomar la idea del control y selección de los capitales que entran para que no nos pase eso mismo en el futuro. Por otro lado, debería cambiarse el perfil exportador basado en productos primarios y commodities, que son altamente dependientes de los precios internacionales, por aquellos que provengan de la manufactura y de la alta tecnología, en la medida en que el crecimiento se sostenga. También hay que tener en cuenta que las exportaciones aumentan como consecuencia del propio crecimiento de la economía y requieren divisas: un nuevo proceso de industrialización puede llevar, como en el pasado, a crisis en la balanza de pagos. La segunda cuestión a resolver era la de la brecha fiscal. Dejando de lado los pagos de intereses de la deuda, el superávit primario ha superado todas las expectativas previstas, lo que se debe a dos factores: el gasto público sólo ha aumentado moderadamente mientras que los ingresos fiscales se han incrementado en forma notable, cuestión que tiene, a su vez, aspectos que merecen destacarse. Los impuestos principales siguen siendo todavía los que afectan sobre todo el consumo, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) cuya tasa es del 21%. Estos impuestos representan más del 60% de la recaudación. Por otro lado, se han establecido retenciones a la exportación, aprovechando un tipo de cambio alto, a los efectos de que los precios no se disparen y facilitar la recaudación de sectores de altos ingresos. Pero, aunque esa medida sea necesaria, no implica un cambio significativo del sistema tributario, porque descansa en recursos extraordinarios que dependen de la demanda internacional. Está pendiente todavía la verdadera reforma tributaria, con las mismas características de los sistemas que predominan en los países desarrollados, estableciendo impuestos progresivos a los beneficios de las empresas, a los capitales financieros y accionarios (ahora desgravados) y a las riquezas, y fortaleciendo los mecanismos recaudatorios. Al mismo tiempo, el IVA debería bajar o eliminarse en los productos de la canasta familiar, lo que incrementaría el consumo y estimularía el crecimiento, al mismo tiempo que produciría un efecto redistributivo importante. La renta de los recursos naturales, como el petróleo, es decir la diferencia entre los precios internacionales y
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los costos locales de producción, que no deben confundirse con el beneficio empresario, deben pertenecer, también, al Estado, lo que no es el caso. Otro sistema a modificar es el régimen previsional privado, generador de suntuosas ganancias para el sector financiero y de un déficit crónico del Estado, reimplantando además, las contribuciones patronales. La tercera cuestión es la de la brecha social, que en nuestro caso tiene varios componentes. En primer lugar, la regresiva distribución del ingreso, el desempleo y el problema de la pobreza y de la indigencia. Según estadísticas recientes el desempleo ha bajado al 12,1% en el segundo trimestre del 2005, pero es necesario tener en cuenta que todavía se excluye en sus cálculos a los beneficiarios del Plan de Jefes y Jefas de Hogar, que es un programa asistencial (sería del 14,7% o sea casi 2,5 millones de personas) y que existe una economía informal que abarca más del 40% de la población. Están allí amenazados el presente (ausencia de toda seguridad social) y el futuro (ausencia de todo aporte jubilatorio) de una gran parte de la población activa. En cuanto a la pobreza y a la indigencia si bien han disminuido apreciablemente queda mucho por hacer: se pasó de un pico de pobreza del 54,7% de la población a un 41%, cifra todavía muy elevada. El efecto derrame es sólo una ilusión de la ideología neoliberal y es preciso realizar políticas activas y no sólo asistenciales para combatir el desempleo. La inversión pública debe volver a jugar un rol clave generando puestos de trabajo genuino. También es necesario actuar directamente sobre la distribución del ingreso, pero a través de medidas sobre todo fiscales. Debemos recordar, además, que no sólo se ha incrementado brutalmente la diferencia entre pobres y ricos sino que una gran parte de la riqueza de los que más tienen se ha evadido del país y debe recuperarse. Otro tema importante a considerar, y que ahora vuelve a plantearse, es el de la educación y el de la salud. Hay 4 millones de habitantes sin instrucción o con la enseñanza incompleta y 17 millones de habitantes sin cobertura social. En segundo lugar, debemos mencionar la cuestión salarial y la posible carrera entre precios y salarios con las presiones inflacionarias consiguientes. Sin duda, todo proceso de crecimiento trae presiones inflacionarias, pero ya lo dijo Keynes y lo comprobamos en la Argentina: "Cualquier inflación moderada es mejor que una deflación moderada". Ahora bien, los salarios reales han disminuido drásticamente desde la devaluación y todavía no recuperaron, pese a los aumentos recientes, su nivel anterior, sobre todo para los trabajadores no registrados y para los estatales. Cabe recordar que mientras los salarios reales cayeron más de 20 puntos durante las crisis el costo laboral bajó entre 1999 y 2003 un 50%: no se puede hablar de incremento de productividad como base de los aumentos salariales. El ingreso promedio de los argentinos aún es un 25% más bajo del que se percibía antes de la devaluación y gran parte de la población ha tenido una notoria pérdida de su capacidad adquisitiva.
Hacia una nueva industrialización Por otra parte, el país debe reindustrializarse. Para ello hay que tener en cuenta ejemplos de naciones como las del sudeste asiático, cuyo crecimiento no fue espontáneo sino apoyado por políticas de Estado. En la Argentina el valor agregado industrial por habitante declinó un 40% en el último cuarto de siglo. La industria integra cadenas de valor, infraestructura, minería, agro y servicios, pero no tiene todavía un verdadero apoyo. No existen instituciones crediticias de desarrollo como en Brasil después de la desaparición del BANADE, instituciones que deben, sobre todo, respaldar a las Pymes y a las empresas nacionales. En todos los países exitosos los procesos de acumulación son realizados en gran medida por empresas de capital local, en cambio en Argentina el capital local se ha desnacionalizado. Esto explica, a su vez, que la inversión haya caído hasta un mínimo de un 12% del producto en el 2001, aunque ahora se está recuperando rápidamente y se halla en cerca del 20%.. Con respecto al capital internacional hay que procurar que la reinversión de las utilidades de las empresas
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transnacionales se haga en gran parte internamente y sus productos se destinen sobre todo al mercado internacional. Además, las filiales se deben integrar al tejido productivo interno promoviendo la participación de componentes y tecnologías locales. Pero, no sólo hay que promover industrias que sustituyan importaciones dedicadas al consumo interno, sino también crear nichos de alta tecnología que favorezcan la exportación de bienes sofisticados, aprovechando recursos humanos calificados, como, por ejemplo, en biotecnología, informática, etc. y recursos naturales, como en la agroindustria. En lo que respecta a los recursos energéticos, debemos tener en cuenta que no son inagotables y que están en manos privadas. Es preciso, por tanto, fortalecer ENARSA la empresa estatal recientemente creada y captar la renta petrolera y gasífera (existen reservas de petróleo para 11 años y de gas para 15 años). En lo que hace a las empresas privatizadas se debe discutir a fondo el tema de las tarifas, sobre la base de los beneficios extraordinarios del pasado, y establecer verdaderos mecanismos de control. No hay que temer las renacionalizaciones, porque como en el pasado (el caso de los ferrocarriles) o el actual (Aguas Argentinas) la retirada de esos capitales puede ser de interés de las mismas empresas ante la perdida de rentabilidad o de ventajas especiales. Por último, es necesario afianzar la alianza estratégica con Brasil e institucionalizar el Mercosur, coordinando las políticas macroeconómicas y creando entidades políticas. A través de sostener, especialmente, una política externa común y posiciones compartidas con respecto a las negociaciones sobre el ALCA, la UE, la OMC y la concreción de una posible Unión Sudamericana, así como afianzar las relaciones con México y otros países de la región. Al mismo tiempo, se necesita un desarrollo simétrico y simultáneo de los sectores industriales, especialmente en bienes de capital. Se trata de pensar un proyecto compartido, que apunte a interrelacionar más estrechamente las cadenas de generación de valor, densificando las estructuras productivas y desarrollando complementariedades que potencien los procesos internos de desarrollo. En ese marco, no debería considerarse tan sólo, una reducción de las barreras arancelarias o de fijar tarifas externas comunes, sino de adoptar medidas para apuntalar la producción en toda la región. Allí encontraría su espacio la creación de instituciones regionales que tengan incidencia en los procesos políticos, pero con un claro contenido económico y social, tratando de buscar instrumentos para la convergencia de políticas macroeconómicas, la financiación conjunta de inversiones, la potenciación de programas de investigación y desarrollo y la implementación de políticas sociales y de empleo. (16) Para concluir: la sociedad argentina está alerta, y lo más importante es el cambio en la conciencia social. La Argentina se ha desembarazado en lo fundamental del velo del neoliberalismo, que tenía un peso aplastante, y puede encaminarse en una dirección distinta. En todo caso, comprendiendo en su totalidad y complejidad (económica, política, social e ideológica) las causas históricas de la última crisis, está dando un paso adelante para evitar que en un futuro próximo se vuelva a repetir. Como citar este artículo: Rapoport, Mario (2006): "Etapas y crisis en la historia económica argentina: 1880-2005", Oikos N°21, 55-88, EAE, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile
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(14) Jorge Schvarzer, "Economía argentina: situación y perspectivas", en La Gaceta de Económicas, 24-6-2001; Mario Rapoport, Historia económica, política y social de la Argentina, (2006), para el crecimiento del PBI, cálculo realizado sobre la base de los datos de los capítulos 5 a 8 del mencionado libro, del cual se extraen también los datos sobre la deuda externa. Los datos del PBI per cápita son de la OCDE y la CEPAL elaborados por Eric Calcagno. (15) Clarín, 5-11-2001; Rapoport, Historia Económica (2006), caps. 8 y 9; Instituto Nacional de Estadísticas y Censos; Instituto para el Modelo Argentino, Informe Económico, IV, enero de 2002. (16) Muchos de los elementos de esa política han sido planteados por el Grupo Fénix, "Plan Fénix. Propuestas para el desarrollo con equidad". Enoikos, Revista de la Facultad de Ciencias Económicas, UBA, Año 10, N° 20, 2003.
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