BARRERA TENORIO KARENT YACEL
SOBRE LA MUERTE Y LOS MORIBUNDOS Elisabeth Kübler Ross
Introducción Mediante este libro la Doctora Elisabeth Kübler-Ross, plasma su trabajo de dos años y medio con pacientes terminales, busca conocer los procesos y reacciones psicológicas por las que atraviesa todo paciente durante su último periodo de vida, buscando la comprensión y la aceptación del proceso de muerte, intentando brindar un ambiente digno, de respeto y de paz para todo paciente terminal. Capitulo 1 Sobre el miedo a la l a Muerte Cuando se vuelve la vista atrás y se estudia las culturas de pueblos antiguos, se constata que la muerte siempre ha sido desagradable para el hombre y probablemente lo será por siempre. Desde el punto de vista de psiquiatría esto es muy comprensible, ya que en nuestro inconsciente, la muerte nunca es posible con respecto a nosotros mismos, solo podemos ser matados, nos es inconcebible morir por una causa natural o por vejez. Por
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lo tanto, la muerte de por si va asociada a un acto de maldad, es un acontecimiento aterrador, algo que exige pena y castigo. El segundo hecho que se debe de tener en cuenta es que, en nuestro inconsciente no podemos distinguir entre un deseo y un hecho. El niño enojado que desea que su madre caiga muerte por no haber satisfecho sus exigencias, quedara muy traumatizado por la muerte, a pesar de que este acontecimiento no sea muy próximo en el tiempo a sus deseos destructores. Siempre atribuirá toda o parte de culpa de la muerte de su madre, el niño reaccionara de la misma manera ante un divorcio, separación o abandono. Cuando nos hacemos mayores y empezamos a darnos cuenta de que nuestra omnipotencia en realidad no existe, el miedo de haber contribuido a la muerte de un ser querido disminuye, al igual que la sensación de culpabilidad, sin embargo el miedo se mantiene atenuado solo mientras no se le provoque con demasiada fuerza. El proceso de dolor siempre lleva consigo algo de ira y como a ninguno de nosotros nos gusta admitir su cólera respecto a una persona muerta, estas emociones a menudo son disfrazadas o reprimidas y prolongan el periodo de dolor o se manifiestan de otras maneras, es importante recalcar que no nos corresponde juzgar estos sentimientos, calificándolos de malos o vergonzosos, sino llegar a entender su verdadero significado y origen como manifestaciones de conducta humana. La muerte es hasta la fecha un acontecimiento terrible y aterrador, y el miedo a la muerte es un miedo universal. Existen muchas razones por las que no se afronta la muerte con tranquilidad, uno de los hechos más importantes es que, hoy en día, morir es mas solitario, mecánico y deshumanizado, que en tiempos pasados en donde se le permitía al moribundo pasar sus últimos días en casa rodeado de un ambiente conocido y querido, con el acompañamiento de toda su familia, haciendo el proceso más fácil para el enfermo y la familia. Hoy en día, el paciente es arrebatado de su ambiente familiar, para ser llevado a un mundo frio y despersonalizado, al hospital, donde en la mayoría de las ocasiones al encontrarse gravemente enfermo, se le trata como un persona sin derecho y sin poder opinar sobre su propia vida y su cuerpo, poco a poco es tratado como un objeto pasando por alto sus necesidades emocionales y su dignidad, ya que la mentalidad hoy en día, es preservar la vida, a costa de lo que sea, esto implica muchas veces no escuchar ni observar las verdaderas necesidades de los pacientes, que
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podrían estar suplicando a gritos, ¡ya déjenme descansar estoy listo para morir!. La razón de un comportamiento tan mecánico y despersonalizado, podría ser un sentimiento de autodefensa, la concentración es los aspectos físicos y médicos, podría ser un intento desesperado de negar la muerte inminente, ya que esta es sumamente terrible y molesta para los seres humanos. El paciente hay en día sufre mas, tal vez no físicamente pero si emocionalmente. Y sus necesidades siguen siendo las mismas a lo largo de los años, pero no nuestra capacidad para satisfacerlas. Capitulo 2 Actitudes con respecto a la muerte y al moribundo. Una mirada al futuro nos muestra una sociedad en la que cada vez se mantendrá en vida a mas y mas gente, con maquinas que sustituirán a órganos vitales y con computadoras que comprobaran de vez en cuando el funcionamiento fisiológico de la persona, puede que se hagan más populares otros centros donde los muertos son congelados y en espera del día en que la ciencia y la tecnología hayan avanzado lo suficiente para volverlos a la vida, todo esto en realidad muestra el grado fantástico de negación que necesitan las personas para evitar enfrentarse a la realidad de su muerte. Cada hombre, solo podrá cambiar las cosas si es capaz de concebir su propia muerte. Esto no puede hacerse a nivel masivo, no puede hacerse a través de computadoras, tiene que hacerlo cada ser humano solo, si todos nosotros pudiéramos empezar a considerar la posibilidad de nuestra propia muerte, podríamos conseguir muchas cosas, las mas importante de las cuales sería el bienestar de los pacientes, de nuestras familiar, y por ultimo quizá de nuestra sociedad. Si se enseñara a los estudiantes, el valor de la ciencia y de la tecnología al mismo tiempo que el arte y la ciencia de las relaciones interhumanas, del cuidado humano y total del paciente, esto sería un verdadero progreso. Si la ciencia y la tecnología no fueran mal utilizadas para aumentar la destrucción, para prolongar la vida en vez de hacerla más humana, si pudieran hacerse compatibles con la utilización del tiempo necesario para los contactos interpersonales a nivel individual, entonces podríamos crear verdaderamente una gran sociedad, finalmente lograríamos alcanzar la
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paz, nuestra paz interior y la paz de las naciones, si enfrentáramos a la realidad de la muerte y la aceptáramos. Inicio del seminario interdisciplinar sobre la muerte y los moribundos. En 1965 cuatro estudiantes de teología pidieron ayuda a la Doctora KüblerRoss para un proyecto de investigación sobre la muerte, decidieron que la mejor manera para hacerlo, era pedir a los enfermos terminales, que fueran los maestros. Al inicio tuvieron muchos impedimentos para poder realizar sus entrevistas, ya que las reacciones iníciales de los médicos era proteger a sus pacientes de tan “traumatizante experiencia”, con el paso del tiempo, y la persistencia de la doctora y su equipo de estudiantes, algunos médicos empezaron a autorizar las entrevista a sus pacientes, resultando estas de gran ayuda, no solo para el paciente terminal, sino también para todo el personal del hospital. La conversación durante la entrevista discurre con facilidad y rapidez, se empieza por los datos personales, información general y se pasa luego a las preocupaciones personales. Después de cada sesión se estudia lo ocurrido, empezando por las propias reacciones del equipo, sin importar que sean inadecuadas o irracionales, se discute las diferentes respuestas, tanto emocionales como intelectuales, se intenta una comprensión psicodinámica de los que ha sido comunicado. Estudiando sus demostraciones de fortaleza y de debilidad, así como las del propio equipo a la hora de tratar al paciente y se concluye recomendando ciertas actitudes que se espera hagan más agradables los últimos días o las últimas semanas del paciente. Uno de los puntos fundamentales, es la manera en que se le da la noticia (enfermedad terminal) al paciente, esta reacción no solo depende únicamente de cómo se lo diga el médico, pero la manera de comunicar la mala noticia es un factor importante que a menudo se minusvalora y en el que se debe insistir más enseñanza de la medicina a los estudiante y en la supervisión de médicos jóvenes. Es importante que el médico examine primero su propia actitud hacia las enfermedades malignas y la muerte para poder hablar de estas cuestiones tan graves sin excesiva ansiedad. Es un arte compartir esta noticia dolorosa con un paciente, cuanto más simple se hace, mas fácil suele ser para un paciente pensarlo mejor mas tarde, si no puede oírlo en ese mismo momento. Algo que señalaban los pacientes era la sensación de comprensión, esta contaba más que la trágica noticia, la garantía de que se buscaría hacer todo lo posible por combatir la enfermedad. Si la noticia es comunicada con comprensión, el
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paciente continuara teniendo confianza en el médico y tendrá tiempo para pasar por las diferentes reacciones que le permitirán afrontar su nueva y difícil situación vital. Capitulo 3 Primera fase: negación y aislamiento La negación funciona como un amortiguador después de una noticia inesperada e impresionante, permite recobrarse al paciente y con el tiempo, movilizar otras defensas, menos radicales. Una negación angustiosa ante la presentación de un diagnostico, es mas típica del paciente que está informado prematura o bruscamente por alguien que no lo conoce bien o que lo hace rápidamente para “acabar de una vez”, sin tener en cuenta la disposición del paciente. La negación por lo menos la negación parcial, es habitual en casi todos los pacientes y no solo durante las primeras fases de la enfermedad o al enterarse de del diagnostico si no también mas delante de vez en cuando. Generalmente la negación es una defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial. La negación mantenida no siempre aumenta el dolor si se aguanta hasta el final, cosa que se considera muy poco común, ya que entre doscientos pacientes, tres intentaran negar la proximidad de su muerte hasta el último momento. Mientras los otros ciento noventa y siete pacientes, podrán hablar brevemente de la realidad de su situación, y de repente manifestar su incapacidad para seguir viéndola de un modo realista. La necesidad de negación existe en todo los pacientes alguna vez, mas al principio de una enfermedad grave que hacia el final de la vida, la necesidad viene y va y el oyente sensible y perceptivo reconocerá esto y respetara las defensas del paciente sin hacerle consciente de sus contradicciones. Generalmente es mucho mas tarde cuando el paciente usa el aislamiento más que la negación. Entonces se puede hablar de su salud y su enfermedad, su mortalidad y su inmortalidad como si fueran hermanas gemelas que pudieran existir una al lado de la otra, con lo que afronta la muerte pero todavía se conserva la esperanza. Todo el personal del hospital debería de estar interesado en la conducta humana, en las adaptaciones y defensas que tiene que utilizar el ser humano para afrontar situaciones de tensión, y mediante esta observación es como se aprende, visitar a sus pacientes y tener paciencia, estar disponibles para cuando estos estén dispuestos a hablar, se abrirán y
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compartirán su soledad, unas veces con palabras otras con pequeños gestos o comunicación no oral, de esta manera el paciente por si mismo ira rompiendo su propio ritmo su negación. Es importante intentar averiguar las necesidades del paciente, conocer sus puntos fuertes y sus puntos débiles, buscando indicios visibles u ocultos para determinar hasta qué punto un paciente quiere afrontar la realidad en un momento dado. La Doctora Kübler-Ross considera que es de suma importancia hablar de la muerte y el morir con los pacientes mucho antes de que llegue su hora, si el paciente indica que quiere hacerlo. Un individuo más sano y más fuerte puede afrontar mejor y esta menos asustado ante la muerte venidera cuando todavía está a kilómetros de distancia, de la misma manera es más fácil para la familia, afrontar el tema mientras se cuenta con salud y estabilidad financiera. Posponer la comunicación no sirve en absoluto al paciente, sino a una actitud a la defensiva. Es fundamental para el personal que trabaja con este tipo de pacientes, realizar una autoexploración a sus reacciones, ya que siempre reflejaran en el comportamiento del paciente y pueden contribuir mucho para su bien o su daño. Si se está dispuesto a mirarse honradamente, le puede ayudar a madurar y crecer. Capitulo 4 Segunda fase: ira Cuando ya no se puede seguir manteniendo la primera fase de negación, esta es sustituida por sentimientos de ira, rabia, envidia y resentimiento, surgiendo la siguiente pregunta ¿Por qué yo? En contraste con la fase de ira es muy difícil de afrontar para la familia y el personal. Esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones y se proyecta contralo que les rodea, a veces casi al azar. Todo el personal del hospital especialmente las enfermeras son el blanco de los disgustos del paciente, sin dejar a una lado a los familiares que abra días que serán recibidos de muy mala gana, pudiendo volverse el encuentro hasta violento, lo cual puede generar que el familiar se aparte y eso solo sirve para aumentar la incomodidad y disgusto del paciente. El problema está en que pocas son las personas que se ponen en lugar del paciente y se preguntan de dónde puede venir su enojo. Tal vez nosotros también estaríamos disgustados si todas nuestras actividades se vieran
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interrumpidas tan prematuramente, si todo los proyectos que habíamos forjado fueran a quedarse sin acabar o fuera a acabarlos otro; si hubiéramos ahorrado un dinero ganado duramente para disfrutar de unos cuantos años de descanso y a solas, para viajar y dedicarnos a nuestras aficiones y nos encontramos con que las cosas serán de una manera totalmente distinta a la planeada, ¿Qué haríamos con nuestra rabia, sino descargarla sobre las personas que probablemente iban a disfrutar de todas aquellas cosas? Las personas que corren a nuestro alrededor con aire de estar muy ocupadas solo para recordarnos que ya ni siquiera podemos ponernos de pie, personas que nos dicen que nos estemos quietos para que no haya que volver a empezar la infusión o la transfusión, cuando sentimos deseos de salir de nuestro pellejo y hacer algo para saber que todavía funcionamos a algún nivel. A donde quiera que mire el paciente en esos momentos encontrara motivos de queja. Un paciente al que se respete y se comprenda, al que se le preste atención y se dedique un poco de tiempo, pronto bajara la voz, y reducirá su enojo, se sentirá un ser humano valioso, del que se preocupan y al que permiten funcionar al nivel más alto posible, mientras pueda. Lo grave es que quizá no se piensa en las razones del enojo del paciente y se toma como algo personal, cuando el origen, no tiene nada que ver o muy poco, con las personas que se convierten blanco de su ira. Sin embargo cuando el personal y la familia se toman esta ira como algo personal y se reacciona en consecuencia de la misma manera, con más ira, esto no hace más que fomentar la conducta hostil del paciente. Se puede incluso empezar a evitar y hacer más cortas las visitas o pueden darse argumentos innecesarios para justificar su visita, sin saber que, aquello es totalmente irrelevante. Se tiene que aprender a escuchar al paciente y a veces incluso aceptar su irracionalidad, sabiendo que el alivio que experimentan al manifestarla les ayudara a aceptar mejor sus últimas horas. Solo se puede hacer cuando se ha afrontado los propios temores con respecto a la muerte, los deseos destructivos y se ha adquirido consciencia de las defensas que pueden estorbar al a horade cuidar al paciente. Capitulo 5 Tercera fase: pacto La tercera fase, la fase de pacto es menos conocida pero igualmente útil para el paciente, aunque solo durante breves periodos de tiempo.
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El pacto es un intento de posponer los hechos; incluye un premio “a la buena conducta” además fija un plazo de “vencimiento” impuesto por uno mismo y la promesa implícita de que el paciente no pedirá nada más si se le concede este aplazamiento. La mayoría de los pactos se hacen con Dios y generalmente se guardan en secreto o se mencionan entre líneas o en despacho de un sacerdote. En muchas de las entrevistas realizadas por el equipo se ha observado que la mayoría de los pacientes prometen una vida dedicada a Dios o una vida dedicada a la iglesia a cambio de vivir más tiempo. Psicológicamente las promesas pueden relacionarse con una sensación de culpabilidad oculta y por lo tanto sería muy útil que el personal de los hospitales no pasara por alto este tipo de comentarios de los paciente, ya que será de mucha utilidad averiguar cual es el origen de estos temores irracionales y sentimientos de culpa excesivos con el objetivo de disminuir los pactos y promesas incumplidas. Capitulo 6 Cuarto fase: depresión Cuando el paciente desahuciado no puede seguir negando su enfermedad, cuando se ve obligado a pasar por más operaciones u hospitalizaciones, cuando empieza a tener más síntomas, su insensibilidad o estoicismo, su ira y su rabia serán pronto sustituidos por una sensación de pérdida. Todo el que trata con pacientes conocen muy bien todas las razones posible para la depresión, lo que se tiende a olvidar, es el dolor preparatorio por el que ha de pasar el paciente desahuciado para disponerse a salir de este mundo. Existen dos tipos de depresión una es una depresión reactiva que es de naturaleza distinta que debe de tratarse de manera completamente diferente a la segunda, una mujer que está preocupada por haber perdido su matriz, la hace sentirse menos mujer, se puede trabajar con ella rescatando rasgos específicamente femeninos que la hagan sentir que no ha perdido su esencia de mujer, al igual que es de mucha importancia el trabajo con los familiares para que esto contribuya en mantener la autoestima de la paciente. El segundo tipo de depresión, no tiene nada que ver con la perdida de algo pasado, si no tiene como causa, perdidas inminentes. Este segundo
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tipo de depresión generalmente es silenciosa a diferencia de la primera que el paciente requiere muchas comunicaciones verbales. En el dolor preparatorio no necesitan palabras, o se necesitan muy pocas es mucho más un sentimiento que puede expresarse mutuamente y a menudo se hace mejor tocando la mano, acariciando el cabello o sencillamente sentándose a lado de la cama en silencio. Son unos momentos en los que la excesiva intervención de visitantes que traten de animarle dificultara su preparación psicológica en vez de aumentarla. Si los miembros de las profesiones asistenciales llegaran a ser más conscientes de la discrepancia o el conflicto entre el paciente y lo que los rodean podrían compartir sus conocimientos con las familias de sus pacientes y ser de gran ayuda para unos y otros. Deberían de saber qué tipo de depresión es necesaria y beneficiosa si el paciente a de morir en una fase de aceptación y paz. Solo los pacientes que han podido superar sus angustias y ansiedades serán capaces de llegar a esta fase. Capitulo 7 Quinta fase: aceptación Si el paciente ha tenido bastante tiempo (esto es, no una muerte repentina e inesperada) y se le ha ayudado a pasar por las fases anteriores, llegara a una fase en la que su “destino” no le deprimirá ni le enojara. Habrá podid o expresar sus sentimientos anteriores, entonces podrá contemplar su próximo fin con relativa tranquilidad. Se encontrara cansado y posiblemente bastante débil, sentirá la necesidad de dormitar constantemente y en breves intervalos, lo cual es diferente de la necesidad de dormir en épocas de depresión, ya que este no es un sueño evasivo o un periodo de descanso para aliviar el dolor y las molestias, es sino una necesidad cada vez mayor de aumentar las horas de sueño similar a las del niño recién nacido pero a la inversa. No se trata de un abandono resignado y desesperanzado, sino síntomas de aceptación, no hay que confundir y creer que la aceptación es una fase feliz. Esta es casi desprovista de sentimientos, es como si el dolor hubiera desaparecido, la lucha hubiera terminado y llegara el momento del descanso final. En esta etapa es la familia la que suele necesitar más ayuda, apoyo y comprensión que el mismo paciente. Cuando el paciente moribundo ha encontrado cierta paz y aceptación, su capacidad de interés disminuye, desea que lo dejen solo o por lo menos que no lo agiten con noticias y problemas del mundo exterior.
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A menudo no desean visitas y si las hay el paciente no desea hablar, a menudo solicita que se limite el número de gente y prefiere visitas cortas. Es entonces donde la comunicación se vuelve más mudas que orales. El paciente puede pedirnos que nos estemos sentados en silencio, esto lo tranquiliza, ya que se siente acompañado, confirmándole que vamos a estar disponibles hasta el final. existen pocos pacientes que luchan hasta el final, y conservan una esperanza que hace imposible alcanzar la fase de aceptación, estos pacientes entre mas luchan por esquivar la inevitable muerte, cuanto mas tratan de negarla, mas difícil les será llegar a la fase de aceptación con paz y dignidad. Capitulo 8 Esperanza La chispa de esperanza es lo que mantiene durante días, semanas, o meses a los pacientes del sufrimiento, da a los pacientes desahuciados una sensación de misión especial que les ayuda a conservar el ánimo y que les permitirá soportar más pruebas cuando estén cansados de todo, en cierto modo puede ser, una racionalización de sufrimiento, para otros puede ser, una forma de negación temporal, pero sumamente necesaria, se le llame como se le llame, se ha encontrado que todo paciente mantenía un poco de ella y se alimentaban de ella en momentos especialmente difíciles, manifestando la máxima confianza en los médicos que le permitían tener esperanza, realista o no, agradeciendo siempre el que se les diera esperanza en vez de malas noticias, esto no significa que los médicos tengan que mentir, solo tratar de compartir la posibilidad de una mejoría, que puede vivir más de lo previsto. Cuando un paciente deja de manifestar esperanza, generalmente es señal de muerte inminente. Los conflictos que se han visto en referencia a la esperanza surgen de dos fuentes principales, la primera y más dolorosa era la transmisión de una sensación de desesperanza por parte del personal o la familia cuando el paciente todavía necesitaba esperanza. La segunda fuente de angustia viene de la incapacidad de la familia para aceptar la fase final del paciente, se aferran desesperadamente a la esperanza aun cuando el propio paciente estaba dispuesto a morir.
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El doctor Bell, comenta, que hay que dar a todos los pacientes la posibilidad del tratamiento más eficaz y no considerar desahuciados a los pacientes gravemente enfermos, dándolos por perdidos. Capitulo 9 La familia del paciente No se puede ayudar verdaderamente a un paciente desahuciado sino se tiene en cuenta a la familia, ya que esta desempeña un importante papel durante la enfermedad y sus reacciones contribuyen mucho a la respuesta que dé el paciente a su enfermedad. Las necesidades de la familia cambiaran desde el principio de la enfermedad y continuaran haciéndolo de muchas formas hasta mucho después de la muerte. Por eso los miembros de la familia deberían administrar sus energías y no esforzarse hasta el punto que se derrumben cuando más lo necesita. Una persona comprensiva puede ayudarles mucho a mantener un sensato equilibrio entre el cuidado al paciente y el respeto a sus propias necesidades. Problemas de comunicación Durante el periodo crucial, las familias reaccionaran de diferente manera, y esto depende mucho de la estructura y unidad de cada familia en concreto, de su capacidad para comunicarse y de si disponen de verdaderos amigos, un extaño neutral, sin excesivas implicaciones emocionales, puede de ser de gran ayuda escuchando las confidencias de la familia, sus deseos y preocupaciones. Muy a menudo la familia necesita un mediador, para poder fortalecer la comunicación entre la familia y el paciente. Es importante que la persona moribunda pueda ser de gran ayuda para su familia a la hora de afrontar su muerte, puede hacer esto de distintas maneras, una de ellas es compartir con naturalidad alguno de sus pensamientos y sentimientos con los miembros de la familia para ayudarlos a hacer los mismo. Si puede sobreponerse a su propio dolor y mostrar con su ejemplo a la familia como uno puede morir con ecuanimidad, ellos recordaran su fortaleza y soportaran su propio pesar con más dignidad. Un elevado porcentaje de los viudos y viudas, presentan síntomas somáticos que son consecuencia de su incapacidad para sobreponerse a sus sentimientos de dolor y culpa. Algunas personas que han experimentado la crisis de una muerte inminente, han descubierto que la conversación sobre ese tema es difícil la primera vez y que se hace más sencilla con el aumento de la experiencia, en vez de aumentar el alejamiento y el aislamiento, la pareja se descubre comunicándose cada
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vez más profundamente, y puede alcanzar esa intimidad y comprensión que solo puede producir el sufrimiento. La familia frente a la realidad de la enfermedad mortal. Los miembros de la familia pasan por diferentes fases de adaptación similares a las que pasa el paciente, así como el enfermo pasa por una fase de ira, la familia inmediatamente experimentara la misma reacción emocional, también tendrá sentimientos de culpa y un deseo de compensar oportunidades pasadas perdidas, mientras más se ayude al paciente a expresar estas emociones antes de la muerte del ser querido, mas cómodo se encontrara el miembro de la familia. Cuando la familia logra superar la ira, el resentimiento y la culpabilidad, entonces la familia pasara por una fase de dolor preparatorio, al igual que lo hace la persona moribunda. Si los miembros de la familia comparten sus emociones, gradualmente afrontaran la realidad de la separación inminente y llegaran a aceptarla juntos. La familia después de producirse la muerte. Muchas de las personas están muy preocupadas por los recuerdos y se encuentran absortas en sus sueños, incluso hablan con el difunto como si todavía estuviera vivo, no solo se aíslan de los vivos si no hacen más difícil a sí mismos afrontar la realidad de la muerte, es importante comprender esta necesidad y ayudarlos a desprenderse de ella sacándolos de su aislamiento gradualmente. Solución del dolor y la rabia. Dejar que el pariente hable, llore o grite si es necesario. Dejarlo compartir y expansionar sus sentimientos estando disponibles. Cuando han terminado los problemas del muerto, al pariente aun le queda una larga temporada de duelo. La ayuda más importante que podemos prestar a cualquier pariente, sea niño o adulto, es compartir sus sentimientos antes de que produzca la muerte y permitirle superarlos, tanto si son racionales como irracionales. Capitulo 10 Entrevistas con pacientes moribundos En capítulo cuenta con una serie de entrevistas a paciente terminales, en donde podemos observar las distintas maneras que tienen las personas en afrontar y ver la muerte, sus miedos, sus mecanismos de defensa, la importancia de la comunicación no verbal, etc. Capitulo 11
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Reacciones ante el seminario sobre la muerte y los moribundos Reacciones del personal. El personal del hospital reacciono con gran resistencia, incuso con hostilidad abierta hacia el seminario, al principio fue casi imposible que los médicos nos dieran permiso para entrevistar a uno de sus pacientes, nueve de cada diez médicos reaccionaban con incomodidad, fastidio u hostilidad. Lentamente se fue constatando un cambio de actitud una vez puesto en marcha el seminario, los estudiantes y los capellanes de hospital contribuyeron a familiarizar nuestro trabajo a los médicos, las enfermeras quizá fueron las que más ayudaron en este proceso. Afortunadamente las cosas cambiaron y son los médicos los que acuden ahora a solicitar una visita para alguno de sus pacientes. Reacciones de los pacientes. En gran contraste al personal del hospital respondieron favorablemente y de una forma abrumadoramente positiva a las visitas. Menos del dos por ciento de los pacientes se negaron a asistir al seminario, todos los demás acogieron muy bien la posibilidad de charlar con alguien que se ocupara de ellos. La mayoría de los pacientes agradecieron que se rompieran sus defensas, algunos otros reaccionaron ante el primer encuentro como si hubieran abierto una compuerta volcando todos sus sentimientos contenidos logrando un gran alivio después del encuentro. Las personas sencillas, con menos educación, sofisticación, vínculos sociales y obligaciones profesionales, en general parecen tener menos dificultad para afrontar esta crisis final que las personas ricas. Capitulo 12 Terapia del enfermo de muerte Para trabajar con el paciente moribundo se requiere de cierta madurez que solo se adquiere a través de la experiencia, se tiene que analizar a fondo la propia actitud con respecto a la muerte, antes de poder sentarse junto al lecho de un paciente moribundo tranquilamente y sin ansiedad. Una sesión puede librar a un paciente de una carga emocional tremenda, así que se debe estar alerta a cuando un paciente da señales (estas muchas de las veces no son explicitas) de que se siente preparado para compartir sus preocupaciones, el terapista deberá darle la seguridad que lo escuchara en el momento que él lo requiera.
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El silencio que va más allá de las palabras. Hay un momento en la vida del paciente que deja de haber dolor, la mente deja de imaginar cosas, la necesidad de alimento se vuelve mínima y la conciencia de lo que rodea desparece. En estos momentos es demasiado tarde para las palabras, y no obstante es cuando los parientes piden más ayuda, con o sin palabras, es demasiado tarde para intervenciones medicas, pero aun es demasiado pronto para una separación final del moribundo, es el momento más duro para la familia, pues desea marcharse o se aferra desesperadamente a algo que está a punto de perder para siempre. Son los momentos de terapia del silencio con el paciente y de la disponibilidad de cara a los pacientes. Los que tienen la fortaleza y el amor suficientes para sentarse junto a un paciente moribundo en el silencio que va mas allá de las palabras sabrán que ese momento no es espantoso ni doloroso, sino el pacifico cese del funcionamiento del cuerpo.