CUADERNOS PARA EL DEBATE
Nº 2 Las condiciones objetivas y el papel subjetivo de la revolución
COMISION IDEOLÓGICA DEL PCOE
Cuadernos de debate – Nº 2 - Condiciones objetivas y el papel subjetivo de la revolución
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I La vulgarización del marxismo, o la interpretación “al pie de la letra” de los manuales del marxismo-leninismo, conduce al ultra izquierdismo y al anarquismo inevitablemente. En los textos se dice con frecuencia que la premisa para la revolución social es el desarrollo superior de las fuerzas productivas (medios de producción más la fuerza de trabajo). Hace décadas que las fuerzas productivas en los países más adelantados han alcanzado un desarrollo extraordinario, suficiente para satisfacer las necesidades del pueblo y mucho más; sin embargo, son los trabajadores los que menos reciben en el reparto de los bienes por ellos producidos viviendo, incluso un número muy elevado, en la indigencia. Durante la crisis se agudiza esta contradicción saliendo a flote a través de huelgas, manifestaciones y toda clase de actividades de protesta, que reflejan las condiciones objetivas para la revolución, que inducen a creer a los izquierdistas que el pueblo está preparado para el levantamiento contra sus opresores y que la revolución está a la vuelta de la esquina.
CONDICIONES OBJETIVAS
En efecto, una condición objetiva de la revolución es la crisis del régimen en proceso de caducidad que es cuando todas sus contradicciones entran en un estado de encono total. Pero estas circunstancias no son suficientes porque jamás la premisa de la revolución se limita a las condiciones económicas. Este error nos
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puede llevar a extraer conclusiones equivocadas, por ejemplo de la situación en Grecia y también del estado de grave crisis que atraviesa el capitalismo español. Identificar las premisas objetivas de la revolución socialista con las condiciones económicas nos desvía al “economismo” engañoso, a la pasividad de los oportunistas, como también al idealismo de los izquierdistas y finalmente a deducir erróneamente que el grado de desarrollo de las fuerzas productivas determina automáticamente la revolución. Además de la extrema contradicción entre las fuerzas productivas (medios de producción más la fuerza de trabajo) y las relaciones de producción (formas de propiedad sobre los medios de producción y formas de distribución de los bienes producidos por los trabajadores) es imprescindible para que la revolución sea posible, una situación revolucionaria, que surge dependiente de la situación económica y política, pues la revolución se dirime en tres campos de batalla -en el económico, en el político y en el ideológico-. La situación revolucionaria es el conjunto de las condiciones sociopolíticas que exige la revolución social, cuyos rasgos los definió Lenin del siguiente modo:
1) Crisis de los de arriba, crisis de la política aplicada por las clases dominantes, que no pueden ya mantener inmutable su dominación.
2) Agravamiento -superior al habitual- de la miseria y sufrimiento de las clases oprimidas.
3) Intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas que, en tiempo de “paz”, se dejan expoliar tranquilamente pero que en épocas turbulentas de crisis son empujadas por todo el estado de cosas a una acción histórica independiente.
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CONDICIONES SUBJETIVAS
Pero estas circunstancias descritas son los rasgos que determinan tan sólo las condiciones objetivas de la revolución, que se crean independientes de las condiciones subjetivas. El partido no puede provocar por deseo y en cualquier momento la crisis de poder de la burguesía aunque sí puede estimular la intensificación de las actividades huelguísticas y de protestas de las masas, que a su vez pueden estimular los rasgos expuestos por Lenin. Pero estimular no es crear. Los izquierdistas, en cambio, piensan que con acciones resueltas pueden crear la situación revolucionaria, por ejemplo mediante una guerra de guerrillas contra el régimen opresor. El partido puede y debe “organizar” la revolución para cuando la situación revolucionaria esté dada, estructurando a las masas populares en torno a la clase obrera, que se erige en el sujeto revolucionario. Será cuando en el país se haya acumulado “material inflamable” suficiente cuando maduren las condiciones, cuando actúe acelerando el proceso revolucionario. El partido, o condición subjetiva de la revolución, tiene pues la misión de acelerar el proceso revolucionario, para lo cual debe preparar y organizar la revolución por medio de su táctica de masas, pero no puede crear la revolución a su capricho. Los elementos indispensables que han de concurrir para el factor subjetivo de la revolución son los siguientes: 1) La conciencia revolucionaria de las masas y su disposición de librar la lucha hasta el final.
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2) La organización de las masas y su vanguardia, lo que permite concentrar todas las fuerzas capaces de combatir por el triunfo de la revolución, de actuar solidariamente y no divididas. 3) La dirección de las masas por un partido con experiencia suficiente, templada en los combates, capaz de trazar una justa línea estratégica y táctica de lucha y de llevarla a la práctica. Tales condiciones corresponde crearlas al Partido por ser el elemento principal de las condiciones subjetivas de la revolución. Mas para que el partido inculque en las masas la conciencia revolucionaria le es obligado luchar sin tregua contra todas las tendencias izquierdistas, reformistas, etc., que anidan en el movimiento obrero y que constituyen la correa de transmisión de las ideas burguesas y pequeño burguesas que desvían a los trabajadores de la revolución. En definitiva, la revolución socialista exige la conjunción o unidad de las condiciones objetivas y subjetivas.