Qué pensaría Ud. si le dijeran que los miedos se resuelven creando más situaciones de miedo? ¿Qué diría si ante sus obsesiones le recetaran que todos los días se recree durante 30 minutos en su peor fantasía? ¿Cómo entendería que su terapeuta le propusiera para superar su dependencia física dejar de evitar las situaciones críticas y sumergirse en ellas por completo? Pues eso es básicamente lo que propone el psicoterapeuta Giorgio Gior gio Nardone para tratar todos los problemas que originan los miedos, desde el pánico pasando por las fobias, las obsesiones, los problemas de relación padres/hijos y los trastornos obsesivo-compulsivos hasta trastornos como la anorexia y la bulimia. Con excelentes resultados -afirma- en menos de diez sesiones. El pasado mes de Octubre el conocido psicólogo Giorgio Nardone, creador de la llamada Terapia Breve Estratégica, pasó por Madrid para impartir un seminario clínico en técnicas avanzadas con las que tratar los problemas del miedo, el pánico, las fobias, las obsesiones y los trastornos alimentarios (anorexia y bulimia). Se trata de uno de los investigadores clínicos más relevantes formados en el MIR de Palo Alto (California) de la mano de Watzlawick y Weakland. Profesor de Técnicas de Psicoterapia Breve en la Escuela de Psicología Clínica de la Universidad de Siena y director de la Escuela de Terapia Breve Estratégica de Arezzo sus investigaciones en el campo clínico han conducido a innovadores y eficaces modelos de terapias. Autor de numerosos trabajos sobre psicología y psicoterapia es miembro de la dirección científica y de la redacción de la revista Ciencia de la interacción. Aprovechando su visita a España hemos hablado extensamente con él. -¿Podría decirnos en qué se diferencia su método de las demás terapias psicológicas? -Verá, durante años estuve buscando soluciones efectivas para tratar las patologías del miedo más frecuentes. Para lo cual profundicé en la psicología conductista, en la terapia sistémica, la hipnosis e incluso en otras vías no relacionadas directamente con la psicología como la filosofía de los sofistas, las estrategias del arte de la guerra y las artes marciales chinas, la lógica aristotélica… hasta seleccionar lo mejor de cada una de ellas. Y de esa síntesis surgió la Terapia
Breve Estratégica. -¿Y en qué consiste? -La terapia trata de inducir al cambio de forma natural. La idea es que la persona experimente situaciones aparentemente casuales que, sin embargo, están perfectamente planificadas de antemano por el terapeuta. Para lo cual se crean una serie de estrategias personalizadas y focalizadas no en el problema sino en el objetivo que se pretende alcanzar. Esa es la diferencia fundamental con las otras terapias: trabajamos sobre la idea de que lo que hay que hacer es construir soluciones porque es desde ahí como se descubre el verdadero problema. -¿Por qué la califica de ―breve‖? -Porque, a diferencia de otras terapias, es muy rápida. Piense que normalmente no se precisan más 10 sesiones. A veces, incluso varias menos. -¿Y cómo se desarrolla? -En dos pasos. Primero hay que crear experiencias concretas de cambio mediante estrategias en las que tiene gran importancia el uso del lenguaje, la utilización de la capacidad que tenemos los seres humanos para comunicar y sentir. Es nuestro ―sexto sentido‖ en realidad. Tiene efectos perceptivos-afectivos. En este punto el terapeuta trata tr ata de inducir en el paciente experiencias internas transformadoras. Es la fase más larga pues en ella el paciente tiene que llegar a ser consciente de su problemática descubriendo el autoengaño en el que se halla inmerso. El segundo paso consiste en llevar a la persona a ser consciente de sus potencialidades, de sus recursos… y activarlos.
Es decir, primero hay que conseguir que se sienta responsable de sus cambios para luego, con la ayuda del terapeuta, despertar sus recursos naturales. -¿Implica eso que en su terapia es el paciente el que toma las riendas del proceso de sanación? -La terapia tiene como columna vertebral devolver al individuo la responsabilidad de su existencia. Y en ese sentido es muy importante la consideración de que un trastorno es un problema, no una enfermedad. Un problema tiene solución; en cambio, una enfermedad necesita curación. La percepción es muy diferente. Nosotros llevamos al paciente a actuar y sentir para que aprenda a ver su realidad de forma diferente. Y no se trata de enseñarle a vivir otros mundos sino de que cambie su percepción de lo que ve. La idea básica es diseñar estrategias para solucionar los problemas. El remedio consiste en usar la misma dinámica del incidente que causa el problema pero desplazando la atención del miedo a una tarea aparentemente más extraña, más complicada. A esa estrategia la llamamos Cruzar el océano sin que el cielo se entere. -¿Y qué efectos se consiguen? -Los efectos son muy claros: primero se produce el desbloqueo de la sintomatología, después se libera a la persona de su problema y, por último, se la acompaña mientras construye un nuevo equilibrio reconstruyendo lo que se ha destruido. El terapeuta es durante el proceso sólo un acompañante, un consejero. Siempre es el paciente el que da los pasos. Hay que sembrar en él la idea clave de que si fue capaz de crear el problema es igualmente capaz de resolverlo. Para ello le hacemos preguntas sobre cómo se siente y cómo se manifiesta lo que siente. Y cada dos o tres preguntas parafraseamos sus respuestas para corroborar. Así el paciente siente que es él quien hace la terapia, es él quien descubre cómo funciona su problema. El terapeuta sólo abre ante él posibilidades diferentes, escenarios que le permitirán ponerse a prueba. Al final de las preguntas resumimos y le damos las prescripciones. Se trata de establecer una relación constructiva con el paciente, empática. Así aseguramos que las prescripciones serán seguidas al pie de la letra, lo que es fundamental para los buenos resultados de la terapia. -¿Y cómo son esas ―prescripciones‖? -Se trata de desviar la atención, como antes dije, y pedirle que siga al pie de la letra las pautas que le marcamos o prescribimos aunque le parezcan absurdas. Son muy repetitivas y van unidas a un ritual. ¿Y por qué un ritual? Porque induce a la persona a creer en el poder de la magia. Aunque en realidad se trata de tecnología avanzada si lo miramos desde el punto de vista de la mente. Es un trabajo estratégico para que la magia se produzca. El cambio de la persona no lo da la consciencia adquirida sino las estrategias realizadas. Pero no se trata de que sea interiormente consciente de sus problemas y de conocer la causa para tratar de cambiar la situación; en la Terapia Breve Estratégica se parte de la base de que el cambio no necesita la consciencia sino que es, incluso, contraproducente (lea el lector cómo se desarrolla paso a paso la terapia en el recuadro adjunto) . -¿Qué tipo de trastornos se pueden tratar con su terapia? -Normalmente todos los trastornos del miedo tienen una sintomatología común: un efecto paralizador. Ahí se encuadran los ataques de pánico, fobias generalizadas o locales, obsesiones, depresión… Y también se aplica en los casos de anorexia, bulimia, problemas de relación padres/hijos, trastornos obsesivo-compulsivos, conflictos de empresa y organización, etc. Además da buenos resultados en otros problemas. Por ejemplo, una paciente que resolvió en pocas semanas sus ataques de pánico me pidió ayuda para adelgazar. Muy bien -la dije-, escoge una de las dietas que conoces, una que no sea restrictiva. Y haz un trato conmigo: cada vez que comas algo fuera del régimen tienes que tomarlo cinco veces a continuación. Por ejemplo, si
tomas un bombón a continuación tienes que tomar 5, si es un bocadillo habrás de tomar otros 5 iguales. En tres meses había perdido 12 kilos. Me dijo que alguna vez había transgredido el régimen pero que hacerlo 5 veces más era una tortura. Se tomó un bombón y dijo: ―¡Qué bien, ahora a tomarme los cinco restantes!‖.
Pero, claro, el segundo le supo rico, el tercero menos, el cuarto aún menos y el quinto le pareció ya insoportable. -¿Y para qué tipo de trastornos no es válida su terapia? -No tratamos psicodependencias, drogas, alcoholismo, etc. También está contraindicado en problemas que no presentan sintomatología fuerte. Si se trata de pequeñas crisis puntuales o problemas existenciales no se puede reutilizar la energía del propio trastorno y el paciente no sigue las prescripciones. Podríamos decir que no está recomendada para casos sencillos sino para los muy graves. Recordemos que la terapia estratégica utiliza la energía y la fuerza del trastorno contra el trastorno mismo. Si el trastorno es débil la energía también lo es. -¿Se tratan igual todos los trastornos? ¿Se aplica el mismo protocolo a distintos pacientes? -La terapia ofrece estrategias específicas para problemas específicos. Existen protocolos para cada patología, abiertos y adaptados a cada paciente. -¿Y con qué resultados? .Las estadísticas son muy buenas. Se resuelve el 88% de los casos en apenas 7 sesiones como media. Se ha tratado ya a 1.500 personas en Europa a las que se hizo un seguimiento durante seis meses comprobándose además que no hay recaídas ni desplazamiento de los síntomas. -¿Y en otros sitios? -En los últimos años han sido tratadas más de 6.000 personas en todo el mundo con el mismo porcentaje de resultados. Hay un 88% de resultados positivos en los casos de agorafobia y de un 90% en los trastornos fóbicos. El modelo es eficaz y científico. Y puede ser transmitido, se puede enseñar a otros para que lo apliquen; de hecho, ya hay más de 500 terapeutas formados en Italia y Europa. -¿Por qué cree Ud. que las psicoterapias rápidas son más efectivas? -Las psicoterapias rápidas garantizan un modelo más eficiente porque tienen una duración limitada en el tiempo. Las largas, en cambio, al durar tantos años fallan porque se producen cambios en la persona, en su vida y cuando acaba la terapia no puedes saber si realmente se ha curado la persona por la aplicación de la terapia o por los cambios significativos que se han producido en su vida. -¿Funciona tanto para tratar miedos psicológicos como físicos? -Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el ataque de pánico es la patología que más está creciendo en el mundo. Un alto número de personas lo ha padecido ya o lo padecen. Podría decirse incluso que hay dos trastornos que son producto de nuestro tiempo y de nuestra manera de vivir: la depresión y los ataques de pánico. Piense que el miedo es la emoción más antigua y primordial del ser humano, tanto si es dirigido al interior como si va dirigido al exterior. Y al miedo tenemos que verlo desde dos vertientes: los aspectos sanos y los aspectos patológicos. A fin de cuentas, es un mecanismo que nos pone alerta ante las amenazas y nos coloca en la mejor disposición para resolver los problemas ya que activa el organismo para lograr una mejor reacción. El miedo puede ayudarnos a salvar la vida. Sin embargo, se convierte en algo patológico cuando supera un determinado umbral ya que entonces nos bloquea e incapacita para dar la respuesta adecuada y necesaria. Miedo a la pérdida de un ser querido, a subir en un avión, a perder el control, a hablar en público, a sonrojarse, a perder el control de los esfínteres, a los espacios abiertos y a los reducidos, a la soledad, a determinados
insectos… Hay tantos miedos como personas. Miedos que además se pueden convertir en fobias, ataques de pánico, fijación hipocondríaca…
Hay que concretar pues lo que desencadena el miedo hasta convertirse en pánico. Y después se trata de ayudar al paciente a afrontar todas las situaciones que ha estado evitando por miedo. -¿A qué tiene miedo hoy la humanidad basándose en la experiencia de los casos que le llegan a la consulta? -Pues el miedo más extendido es a perder, el control en todas sus variantes: el segundo, a subir en avión; el tercero, a la altura (acrofobia); el cuarto, a perder a los seres queridos. Es la primera entre las fobias relacionales: el quinto, a los espacios abiertos (agorafobia); el sexto lugar lo ocupan los trastornos de pánico por soledad; el séptimo, la aracnofobia o miedo a las arañas; y el octavo, la dismorfofobia (fijación por someterse a cirugía estética constante para no tener defectos físicos). Requiere su propio tratamiento. -Dice que los síntomas derivados del miedo se solucionan con su terapia pero éstos normalmente esconden problemas psicológicos y emocionales. ¿Se tratan después con otra técnica o se tratan también con su terapia? -La verdad es que en ocasiones se elimina una fobia y aparece un trastorno obsesivo. Es como esas muñecas rusas de madera: abres una y hay otra después. Y así sucesivamente. Lo importante es centrarse en abrir la primera y después, cuando se haya resuelto completamente esa, abrir la segunda y se tratarla como si fuera una nueva terapia, un nuevo problema. En todos los casos se pretende siempre desbloquear, eliminar el problema que paraliza a la persona, la incapacidad de hacer algo por sí mismo… y activar su máximo potencial -¿Y si alguien se niega a seguir sus ―prescripciones‖ (veáse el recuadro con la descripción de las mismas)? -Casi nadie lo hace. Se crea desde el principio un doble vínculo terapéutico, les llevo paulatinamente a esa situación. Algunos llegan a la consulta diciendo: ―Doctor Nardone, ya he leído sus libros y conozco las estrategias así que no me van a funcionar‖. Y yo les digo: ―No, no, al contrario; como las conoce funcionará mejor‖.
Tenemos que recordar que leer algo o pensar en algo, es decir, conocerlo a través del pensamiento, del intelecto es algo muy diferente a experimentarlo, vivir nuevas sensaciones. Mi terapia no se basa en el pensamiento sino en la percepción. Por eso es tan efectiva, porque la percepción va antes que el pensamiento y sus efectos también van por delante. -Por último, ¿a qué cree Ud. que se deben los excelentes resultados de su terapia? -Creo que es a la forma en que se induce al cambio. Nosotros hacemos que el paciente experimente reacciones diferentes ante la misma situación y esas nuevas percepciones inducen al cambio. Hay dos formas de cambiar, la primera es dentro del sistema. Ahí encuadraríamos la psicología conductista: se cambia el conocimiento o la conducta y normalmente se producen recaídas. La segunda es romper con el sistema. Y las percepciones pueden cambiar el sistema. Mi terapia es radical, sencillamente, porque trabaja con las percepciones. Hasta aquí nuestra charla con Giorgio Nardone, creador de la Terapia Breve Estratégica. Es evidente que cada día surgen nuevas terapias más respetuosas con el ser humano. Terapias que intentan que las experiencias vividas se conviertan en conocimiento y sabiduría, terapias que potencian el despertar de los recursos de la persona para permitirle una manifestación más completa en todos sus niveles de expresión: físico, energético, mental, emocional y espiritual. Nos congratula.
María Pinar Merino ________________________________________ Fases de la Terapia Breve Estratégica 1ª FASE Hay que crear en la consulta una atmósfera sugestiva y saber que la relación va dirigida siempre al cambio. En esta primera fase el terapeuta toma una parte muy activa y usa un lenguaje casi hipnótico formulando preguntas estratégicas que permitan al paciente descubrir aspectos que no conocía. Esta fase de indagación e investigación provoca ya el primer cambio. El terapeuta usa en ella diversas técnicas de comunicación como redefiniciones, parafrasear, metáforas, aforismos, etc., a fin de concretar y redefinir el contenido de lo que va saliendo. El paciente suele sentirse a gusto, comprendido, convencido de que es él quien lleva las riendas. Todo el proceso es suave e indirecto, sin dirigismo. El paciente se siente el protagonista de la relación. 2ª FASE Una vez entendido el problema se aplica la estrategia adecuada (vea el recuadro adjunto) para desbloquear la situación aunque a veces es necesario encadenar varias estrategias. Es esta fase el paciente comprueba sesión a sesión cómo se producen cambios notables en sus hábitos y en su comportamiento. La terapia posee aquí un estilo diferente ya que en las primeras era más sugestivo e hipnótico. Y si bien normalmente las sesiones tienen lugar cada quince días en ese tiempo se mantiene el efecto sugestivo y es un buen plazo de tiempo para que la prescripción manifieste claramente sus efectos. De ese modo también se potencia la independencia del paciente que nota cómo va mejorando sin la presencia constante del terapeuta. Eso le da confianza y aumenta su autoestima. 3ª FASE Una vez que se ha producido el cambio y con objeto de que el paciente se responsabilice el tono se vuelve menos sugestivo, más confrontado. Se discute para que emerja la confianza en sus recursos activos. Se le reta y se le provoca para que surja la consciencia hasta que, finalmente, él mismo declare que ha superado los problemas que tenía. Le pedimos entonces que evalúe su progreso de sanación en una escala de 0 a 10. Cuando declara 10 se considera que ha sido totalmente superado. 4ª FASE El paciente nos dice lo que nosotros deberíamos decirle. Se ha convertido en su propio terapeuta, capaz de encontrar sus mecanismos para resolver las situaciones que antes le atenazaban. A partir de ahí se fijan citas a 3 meses, 6 meses y 1 año como sesiones de mantenimiento. Se mantiene así un fino vínculo entre paciente y terapeuta aunque la independencia es total. Permanece de esa forma entre ambos un vínculo afectivo. Y es que es importante que el paciente reciba reconocimiento por sus cambios, algo que cuando viene del terapeuta lo potencia. ________________________________________ Estrategias utilizadas en la terapia 1ª) La conjura del silencio. Consiste en pedir al paciente que no hable de su problema con nadie porque si lo hace ―riega‖ la
planta de su problema y éste crece. Es decir, le genero un miedo. Un nuevo miedo que enfrento a su miedo. Es lo que hacen las artes marciales: usar la energía del contrario para aumentar la
propia. Ahora bien, la terapia intenta aumentar el miedo en sentido positivo. La conjura del silencio va dirigida a cortar el círculo vicioso que produce el hablar una y otra vez del problema. El miedo a hablar es, pues, la base de la conjura del silencio. En el caso de un hipocondríaco se le recomendó que mantuviera la conjura del silencio todo el día pero después de cenar, todas las noches, debía reunirse en el salón son su mujer, coger un despertador, marcar media hora y durante ese tiempo quejarse hasta que se acabara el tiempo. Ella debía estar callada sin intervenir. Normalmente a los pocos días se agota y cada vez le resulta más difícil encontrar cosas de que quejarse. 2ª) La evitación. Se trata de no pedir ayuda a quien esté cerca porque cuando es ayudado en el fondo recibe el mensaje de que no es capaz de hacerlo por sí mismo. Eso le patentiza que no puede resolver su problema. Así que se le induce a una reflexión sobre la petición de ayuda. Es conveniente romper la dependencia. ―Cada vez que pides ayuda -le decimos- alimentas tu problema. Piensa en ello‖. Y a veces se le somete a una provocación paradójica como la de: ―No te esfuerces en no pedir ayuda pero piensa que cada vez que lo haces crece tu problema‖. Enfrento así el miedo a
empeorar al miedo a pedir ayuda. No se le dice que deje de pedir ayuda pero sí que piense en lo que ocurre cuando lo hace. Y al colocarle en esa situación el cambio es inevitable. 3ª) La concreción de la fantasía. Esta prescripción juega con la creencia en la magia y la sugestión hipnótica. Por ejemplo, se le dice al paciente: ―Imagínese cada mañana, al despertar, que su problema ha desaparecido. ¿Qué ocurriría entonces? Pregúntese: ¿qué cambiaría en su vida si ya no tuviese este problema?, ¿cómo sería su vida si resolviera esto?, ¿cómo le verían los demás?, ¿cómo lo notarían?, ¿qué haría?, ¿qué otros problemas aparecerían? Piénselo‖. Es decir, inventamos una realidad y la
convertimos en algo concreto. El paciente cree así ya desde esa primera sesión que la magia es posible, encontrándose en un cierto trance mágico/hipnótico. 4ª) Llevar un ―Diario de a bordo‖. La prescripción en este caso es: ―Tiene que llevar siempre consigo un cuadernillo y cada vez que
tenga un ataque de pánico o cualquier sintomatología relacionada con el miedo apuntar en él el día, la hora, el hecho que se produjo, su estado, cómo se sintió y en qué medida le afectó. Es importante hacerlo en el mismo instante en que se produce el trastorno. Como si tomara una foto de todas las situaciones críticas que ocurren durante las dos semanas. Cuanto mejor ejecute esta tarea más le ayudará porque nos ayudará a entender su problema y podremos ayudarle mejor‖.
Esta estrategia es especial para los ataques de pánico aunque también se usa en los hipocondríacos porque desplazan su atención al cuaderno, dejan de buscar el apoyo de los demás. La hipocondría se asocia con un trastorno de pánico e interacciones patógenas a su alrededor. Con esta estrategia desaparece el miedo porque al preocuparse por llevar un registro completo de lo que sienten y cuándo lo sienten su atención se desplaza de la lucha contra el síntoma a intentar simplemente describirlo. 5ª) La pregunta diaria. Esta estrategia permite al paciente romper sus propios límites. Le planteamos: ―Si Ud. quisiera
no mejorar voluntariamente su situación sino empeorarla, ¿qué tendría que hacer o dejar de hacer, pensar o dejar de pensar? Sólo imagíneselo, reflexione. No lo haga, sólo plantéeselo.
Deberá escribirlo en su cuaderno si son muchas las cosas que le surgen pero si no con expresarlo verbalmente en la siguiente sesión de terapia es suficiente‖. Esta estrategia se basa en el axioma‖Si quieres enderezar algo aprende primero todas las formas de torcerlo aún más‖.
6º) La peor fantasía. La prescripción es: ―Tiene que fijar media hora cada día, siempre a la misma hora, par a aislarse
en una habitación a oscuras y recrear sus peores miedos, los pensamientos más negativos. Evoque sus más terribles fantasías, todo aquello que le produce pánico, situaciones, personas, etc. Pondrá un reloj despertador que sonará a los 30 minutos. Si le da por gritar, grite; si por llorar, llore. Hasta que suene el despertador. Cuando eso suceda saldrá de esa habitación y continuará su vida normal‖.
Normalmente nos pasamos la vida intentando evitar lo que ésta nos depara. Sin embargo, al forzarle a imaginar las peores situaciones normalmente la persona se relaja; eso sí, le cuesta hacerlo de forma voluntaria y algunos, incluso, se duermen. Ese es el objetivo. Experimentar que la mejor forma de superar un miedo es provocarlo conscientemente. Llamar al fantasma, provocarle, tocarle e ir tras él hasta hacerlo desaparecer. Después, si los resultados han sido satisfactorios, en la siguiente sesión le pediremos: ―Ahora deberá hacer eso mismo cada 3 horas.
Es decir, 5 veces al día durante 5 minutos en lugar de hacerlo media hora diaria. Sin aislarse, donde quiera que esté, piense en las peores fantasías mientras sigue con su actividad normal. Si surge algún problema fuera de los momentos preestablecidas lo afronta igualmente. Mirará el reloj y durante 5 minutos intensificará esa sensación de miedo‖. Con ello se pretende entrenar a la mente para que voluntariamente aumente la sensación de miedo durante esos cinco minutos a fin de controlarlo y vencerlo también voluntariamente. El efecto es que desaparece. Se basa en la idea de ―echar más leña para que el fuego se apague‖. Los antiguos decían que el miedo
enfrentado se convierte en valor y desaparece; y que si intentas evitarlo se hace más fuerte. Esta técnica enseña a erradicar el pánico definitivamente. Ahora bien, se trata de una estrategia que no puede utilizarse con paranoicos, borderline o psicóticos. 7ª) El ritual matinal Viene muy bien para los depresivos. Lo llamamos Discurso desde el púlpito y está especialmente indicado para aquellas personas que se quejan siempre. La idea es dejar que el paciente hable durante media hora seguida pero prohibiendo el diálogo. Es decir, su interlocutor debe guardar un religioso silencio. De esa forma le damos espacio para que se exprese pero le quitamos el soporte para romper su modelo de comunicación que está muy viciado. A los hipocondríacos también se les aplica esta técnica en conjunción con la de la conjura del silencio. Es decir, por un lado se les dice que no pueden hablar de su problema durante todo el día… pero se les concede hacerlo en los 30 minutos prefijados. 8ª) El sabio que finge ser estúpido. Normalmente esta estrategia se aplica en las últimas fases de la terapia. A veces, cuando el paciente ve una cierta mejoría intenta desplazar la atención hacia otro problema, otra preocupación. Dejan de hablar del problema que les atenaza e intentan sacar otros conflictos psicológicos. El terapeuta debe estar atento para no caer en la trampa y mantener las prescripciones a pesar de todo. Se le pregunta al paciente: ¿cuál es su valoración del cambio?, ¿ha observado una gran mejoría entonces?, ¿qué puntuación le daría en una escala de 0 a 10?
9ª) El mapa con los límites (especial para agorafóbicos) La prescripción es ―Coja el coche todos los días y desde su casa aléjese en dirección a uno de los
cuatro puntos cardinales hasta donde llegue, hasta donde se sienta seguro, sin superar su límite de miedo; márquelo entonces en el mapa, de la vuelta al coche 180º y vaya marcha atrás despacio durante 50 metros. Al día siguiente haga lo mismo en otra dirección, llegue al punto en que siente miedo, márquelo, de la vuelta al coche y circule marcha atrás 50 metros.‖
Con ello se le somete a una tremenda contradicción: se le dice, por un lado, que no supere su límite; y después que debe superarlo… pero marcha atrás. Es un truco muy sugestivo. Cuando haya ido a los 4 puntos cardinales debe volver a empezar por el primer trayecto y repetir los mismos recorridos mirando hasta donde puede llegar (normalmente rebasan el límite anterior). Las distancias se van ampliando considerablemente hasta que el miedo desaparece por completo. 10ª) El secreto perturbador. Esta estrategia se aplica en las obsesiones que sufren las personas que tienen miedo a hablar en público (trastorno de evitación). En este caso el ―diario de a bordo‖ no sirve porque no le permite afrontar la situación. Así que se le propone afrontarlo como un experimento: ―Al entrar en una
sala donde se celebra la reunión o la conferencia se disculpa y dice lo que le podría ocurrir, es decir, lo que le da miedo que ocurra. Si no tiene bastante miedo no lo diga. Se trata de reconocer públicamente esa dificultad. Si lo hace se convierte en un acto de coraje que es valorado por los demás. Por ejemplo, si dice: ‗Discúlpenme pero e n estos días estoy muy estresado y dentro de un rato podría sonrojarme, bloquearme o incluso olvidar algo importante‘. Declarando un secreto perturbador usted demuestra más valor‖.
El obsesivo lo admite si se le convence de que puede escoger entre dos opciones: afrontar la situación temida y resolverla -es decir, callar, pasar sin declararlo- o atreverse a decirlo y los demás le verán como un valiente y le entenderán. Con esta estrategia la persona deja de evitar. Su atención se desplaza a lo que debe hacer, tiene que decidir hacer una cosa u otra pero va a afrontar la situación. Es crear de la nada una estrategia. Con ello pierde el miedo y la vergüenza a quedar mal ante los demás y al poder elegir se siente más libre. Si siente más miedo que vergüenza confesará su límite, verá la disposición de la gente, descargará su tensión y será terapéutico de igual manera. Si tiene más vergüenza que miedo nunca confesará su secreto pero no por ello su nivel de miedo subirá. En este caso enfrenta la vergüenza al miedo y también es terapéutico. fuente:discoveri salud Dejar un comentario
José Meolans en la Isla de Caras,toc marzo 12, 2008 a 15:39 (diario del toc)
Cuando ese río cordobés pase la cuenta estará viviendo cerca para devolver, con gratitud, el cúmulo empírico de tantas emociones. Esa corriente natural, que al principio fue amenaza, se convirtió en disciplina y hoy es parte de un romance renegado. La precaución fue el pretexto inicial de una gran profesión y, luego, mucho después, José Meolans (28) logró entender a qué sabe la vocación y capitalizó el hábito en pasión. Porque el río lo eligió y el agua hizo de él su criatura predilecta. ―Comencé a nadar casi por casualidad — comenta — . Pasábamos los fines de semana en Carlos Paz, y mamá tenía tanto miedo de que me cayese al río, lindante con la casa, que se preocupó para que aprendiese a manejarme en el agua. Tenía sólo cinco años, y fue en la pileta de mi abuelo, en su quinta de Mortero.‖
No tardaron en llegar palabras alentadoras de una familia muy presente y las evaluaciones de los expertos que destacaban las condiciones del pequeño aprendiz. Pero, de a poco, el hobby cobró peso de obligación para un adolescente que intentaba elegir rumbo. ―Fue una etapa mu y difícil.
Todas las mañanas me levantaba a las 04:30 para entrenar, iba al colegio y, por la tarde, regresaba al club para cumplir con la segunda parte. Muchas noches llegué a casa llorando y negándome a continuar con el entrenamiento. Mis viejos me alentaron sin exigencias. Gran parte de lo que logré se lo debo a mamá, que es psicóloga y a las tantas char las de café compartidas.‖ Atribuye el pesar de todo aquello que signifique esfuerzo a su modo tranquilo y casero. El período escolar y de training fueron los dolores más agudos para José. Tanto, que actualmente cursa los dos últimos años de la secundaria en River Plate, club de sus entrenamientos desde 2003. ―No había tiempo para hacer ambas cosas, y sabía que podía retomar los estudios más
adelante. De las asignaturas la que más me cuesta es matemática; prefiero historia y geografía, dos materias que despertaron mi curiosidad y que satisfago cada vez que realizo un viaje.‖ La capitalización. ―Me he perdido de vivir muchas cosas, pero gané otras a las que ningún chico
común accede. El deporte me ayudó a madurar varios aspectos personales como la responsabilidad, una virtud que adquirí con el tiempo. Si salgo debo estar pendiente de la hora de regreso y seguro que disfruto a medias de las fiestas, partidos de fútbol, asados y citas. Pero son cosas para las que, en algún momento, habrá tiempo.‖ — ¿No se aburre de batir tantos récords? — Sería aburrirme de la evolución, y no concibo otra forma de vivir que la de buscar la
superación constante. Lo que me satura es cargar con la misma rutina desde hace 20 años: de lunes a sábado doble turno de pileta y gimnasio tres veces por semana. Aun así, el desgaste no es
físico, sino que es la mente la que no se banca tanto palo. — ¿Y qué pasa, entonces? — Recurro a la terapia más eficaz: evitar la natación y todo tema que se relacione con ella. Me escapo a Córdoba, a esquiar en invierno o a lugares como éste, donde disfruto sin obligaciones, como muy bien y duermo más de lo debido. Y como el hábito hace al monje, cada mañana, a las 05:00, Meolans abandona su bungalow, para nadar con la guía y supervisión de Orlando Mocagata, su coach personal o, como suele llamarlo el nadador: ―Mi gurú, mi terapeuta, del que aprendo mucho más que a nadar.‖ — ¿En qué otros aspectos de la vida le hubiese gustado moverse como pez en el agua? — En los estudios, en poder ser reconocido por una carrera como la de ingeniero agrónomo, de la
que durante mi infancia estuve convencido que seguiría. Pensar que cuando me enteré de qué se trataba y vi cómo mi tío trabajaba de sol a sol, dije ―esto no es para mí‖. Y casi terminé en la
misma situación. — Con las mujeres, ¿qué tan rápido se tira a la pileta? — Sólo si me aseguro que habrá agua. Siempre me resultó difícil encarar a una mujer y, por lo general, no lo hago hasta recibir una señal clara. Las hago trabajar un poco. — ¿Cómo es vivir dentro de una pileta con tantas mujeres en traje de baño? — Nada excitante; muero por las mujeres vestidas y me seducen aún más si son elegantes y con clase. Prefiero a las chicas sobrias, que provocan con su sola presencia, con bajo perfil y mucha humildad. Debe ser compañera, divertida y, por sobre todo, con afición familiar. Ese es el primer aspecto de una mujer en el que me fijo. —No creo que sea lo primero que llame su atención… — (ríe) OK, se me van los ojos por las morochas con cuerpo, nada esqueléticas. — ¿Cuántas novias soportaron su ritmo de vida? – Cuatro, dos de ellas nadadoras. Tuve noviazgos cortos que no pasaron de los dos años y medio.
No es fácil para ellas tolerar mis horarios, las ausencias y el agotamiento. Ya hace más de un año que estoy solo. — Como amante, ¿también supera sus propios récords? — Es el único aspecto en el que no tengo cronómetro. Me tomo mi tiempo para la seducción y, aunque no me considero un gran romántico, por lo general comienzo con una buena comida en casa. Produzco el ambiente con luz baja, música tranquila, cocino pastas con salsa scarparo y preparo alguna sorpresa. Me gusta regalar. — El último regalo que hizo a una mujer — Un reloj, pero sin cronómetro (bromea). — ¿Qué hay de verdad sobre el acoso femenino que recibe vía e-mail? — Recibo mucho cor reo con propuestas y fotos ―indecentes‖. Alguno que otro respondo, pero me da fiaca el cyberespacio, prefiero conocer la cara de la persona con la que estoy hablando. — El agua, ¿un buen medio para el sexo? — He tenido varios encuentros en el agua, pero para el sexo prefiero un lugar tan cómodo y básico como mi propia cama. — ¿Alguna vez desobedeció la abstinencia previa a la competencia? — Jamás. En esos momentos, el sexo distrae bastante y paso sin dramas las 48 horas. Soy disciplinado hasta con mis instintos. —En su grilla, al menos un desorden debe de haber… — Soy un preso de mi propia estructura y el orden es casi una obsesión para mí. Tal vez me
escape un poco de la bola de nieve que es la rutina en lugares como estos. Muero por los dulces y
acá sobran buenos postres. Confieso que hay veces que no me puedo ir a la cama sin comer un chocolate. — ¿Padece la soledad del nadador? — Soy algo raro, me gusta la soledad. De vez en cuando me encierro en mi cuarto a mirar tele, leer o tan sólo pensar. Suelo desaparecer por varias horas, incluso por el fin de semana. — ¿Nunca pensó en patear los relojes para siempre? — Soy terrible con los tiempos, pero sé apagarlos cuando necesito descansar. El único día que no uso despertador es el domingo, y nada me da más placer. Durante la semana, cuento con un horario para la siesta, de 13:00 a 15:00. Y si por alguna razón no puedo estar acostado a esa hora, me trastorno, me vuelvo loco. Ya llegará el día en que deje este deporte y podré vivir a pleno. — ¿Cuál es su TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) más característico? — Ordeno la ropa de forma especial. Mi guardarropa se divide según el tipo de prenda. Cada estilo en su compartimiento, con el calzado apropiado y hasta en orden cromático. Y debo admitir que me he calmado un poco con la limpieza, porque cuando me mudé solo al barrio de Belgrano, obligaba a mis amigos a limpiarse los pies antes de entrar al departamento y a lavar cada plato que usaban. — ¿Cuánto tiempo pasa frente al espejo? — Lo necesario. Suelo cortarme el pelo yo mismo, y no me tiño como muchos creen. Trato de cuidar mi piel de los efectos nocivos del cloro, entonces uso varias cremas para mantenerla sana. Por lo general, como me gusta vestir bien, paso algunos cambios frente al espejo antes de decidirme a salir para asegurarme de que la opción es la más adecuada a la circunstancia. —La envidia tienta a pecar. Algún defecto físico debe de tener… — Reniego de mi nariz. Me hubiese gustado que fuera más chica, pero aun así, jamás me la
operaría. José no evita su asombro. ―Cuando veía las imágenes de la Isla de Caras, siempre creí que era
una porción de costa cercana al pueblo. Me asombré al ver que se trata de un paraíso suspendido en medio de la nada, donde todo es perfecto. Lo primero que haré cuando deje de nadar, será instalarme por algún tiempo en un sitio como este.‖ — Los Juegos Olímpicos 2008, ¿el fin de su carrera deportiva? — Sí. Ya tendré 30 años, y comenzaré a pensar en otras cosas de la vida. Dediqué muchos años a la natación y sería la última chance de retirarme con gloria. Imagino una buena despedida, dejando mi legado de aliento para las nuevas generaciones. Pienso formar una familia con casa en Córdoba, tener una madre para mis hijos y un trabajo relacionado con el deporte: entrenador o director de un complejo deportivo. Un proyecto que ya he comenzado a gestar. — ¿Entonces, finalmente, podrá enamorarse del agua? — Mi cuerpo siempre me pedirá seguir nadando, aunque tan sólo sea por quince minutos. El agua es para mí un elemento de relajación que me quita las preocupaciones, me sana, y recompone cualquiera de mis estados. — Medalla de oro, ¿por qué la merecería? — Por ser un buen tipo. fuente:revista caras Dejar un comentario
Hechos vitales que conducen al TOC
marzo 12, 2008 a 15:07 (diario del toc)
Hechos vitales que conducen al TOC El origen neurobiológico del TOC no significa que no haya factores vitales que puedan contribuir a desencadenarlo en los sujetos predispuestos. Así, Zohar se ha referido a dos hechos biográficos que favorecen la aparición del trastorno: un episodio traumático y el embarazo. Durante este último y después del parto, se produce un aumento del riesgo de desarrollar conductas obsesivo-compulsivas. ―Es menos conocido, y también menos frecuente que la depresión postparto, pero también se
produce; al parecer con el aumento de la oxitocina, una hormona que se ha relacionado con el trastorno‖.
En cuanto al trastorno por estrés postraumático, se calcula que un 30 por ciento de los afectados desarrollará el TOC. ―El estrés postraumático es uno de los cuadros psiquiátricos donde se puede
realizar tratamiento preventivo, evitando en el afectado la memoria emocional que lo desencadene‖.
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PSICOCIRUGÍA marzo 12, 2008 a 13:41 (diario del toc)
PSICOCIRUGÍA La controvertida operación de la mente La intervención más polémica de la medicina, que cauteriza una zona del cerebro para modificar la conducta, pasa días confusos en Chile. Dejó de realizarse el año 2000. Mientras una comisión delibera caso a caso la conveniencia de efectuarla, pacientes graves aguardan una respuesta. Silvia Vargas es uno de ellos. Por Pia Rajevic La tarde cae sobre la habitación de Silvia. La luz del sol acaricia tenue su cuerpo demacrado, de movimientos cansados, reclinado sobre su cama. De sus 39 años de vida, lleva por lo menos diez autorecluida en ese lugar, saliendo escasamente al baño, bajando rara vez al primer piso del departamento que comparte con su padre y su hermano en Ñuñoa, desde que su mamá muriera en 1995. Un trastorno obsesivo compulsivo la mantiene presa de rituales interminables, en los que irremediablemente se le va un día tras otro. Ocupa una hora por lo menos en hacer la cama, que debe quedarle perfectamente estirada, con los estampados de sábanas cubrecamas, almohadas, cojines y hasta un par de peluches (un oso y un conejo blancos, que conserva desde pequeñita) perfectamente centrados. Necesita otro par de horas para vestirse, cuidando que todos los atuendos le queden perfectamente instalados a su manera, desde los zapatos a la polera. Claro, eso es cuando decide levantarse, porque sólo pensar que ponerse la ropa le va a robar tanto tiempo, la atemoriza, así es que hay días que se queda con pijama, pese a que sabe que eso no la eximirá de realizar algún otro ritual con la ropa de dormir puesta. Concentra la ida al baño en una sola vez al día, porque puede tardar cuatro o más horas en eso. Por eso, para evitar tener que aumentar la frecuencia? ya que no desea quedarse ahí pegada? apenas ingiere comida y no bebe más de un vaso de agua diario. Está en los huesos: Mirar sus caderas, codos y clavículas, que despuntan filudos bajo la ropa, lastima. Con un metro y 59
centímetros de estatura, pesa exiguos 38 kilos. Sus fuerzas flaquean y se sostiene en pie con mucha dificultad. Palidísima, unas ojeras profundas le surcan el rostro.? Antes, cuando iba al colegio, podía hacer rapidito todas las cosas que ahora me cuestan tanto?, comenta. Nos invita a sentarnos en una silla sobre la que ha puesto un pañuelo blanco, perfectamente simétrico, asunto en el que probablemente invirtió buen porcentaje de su jornada.? Me quedo pegada en todo lo que hago?, dice. Todo comenzó con una depresión en 1987.? Tenía un desgano y una pena horrible y sólo quería estar en mi casa?. Sus padres la hicieron tratar y consiguió un repunte, lo que le permitió incluso meterse al coro de la iglesia del barrio. Pero el desánimo volvió muy fuerte en 1992 y esta vez acompañado de manías que fueron en aumento y de las cuales no puede salvarse. Desde entonces está encerrada, le complica ir al médico, lo que la ha llevado a un constante cambio de psiquiatras. ?Lo que tengo sólo puedo resumirlo en que uno está presa de esto. Sólo puedo oír la radio, porque al ser algo que no se ve ni se toca, puedo ocuparme de eso sin involucrarme. Ya no son muchas las cosas que puedo hacer. Ya no soy joven y no me queda tanto tiempo por delante. Hace diez años que dejé de vivir: Abro los cajones y me encuentro la ropa de hace diez años, el tiempo para mí se ha detenido?. Después de haber probado prácticamente todos los tratamientos y fármacos que le ofrece la medicina, y de haber recurrido incluso al electroshock, por recomendación de su último psiquiatra tratante, Silvia optó por la psicocirugía como solución a su trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Fue derivada al doctor Renzo Zamboni, el único médico que realiza este tipo de intervenciones en Chile. La operación, llamada estereotaxia, actúa sobre las funciones del cerebro y no sobre las lesiones. Con esta técnica también se operan otras dolencias funcionales como el Parkinson o el dolor intratable. La psicocirugía es considerada una intervención poco invasiva y su práctica es aceptada para casos de TOC severos y depresiones mayores refractarias a los tratamientos con medicamentos. La operación consiste en una cauterización de una zona del lóbulo frontal del cerebro, cortando un camino por donde transitan los impulsos. La interrupción selectiva de conexiones cerebrales provoca un cambio de conducta, disminuyendo la influencia hacia el lóbulo frontal, que es el que determina en las personas el quehacer. Renzo Zamboni inició su trabajo en esta técnica en el Hospital Psiquiátrico en los años `60, de la mano del doctor Mario Poblete, hoy retirado, con quien llegó a practicar unas 400 intervenciones de este tipo, incluyendo enfermos mentales agresivos. En los años `70 viajó a Alemania para adquirir mayores destrezas quirúrgicas. Desde 1980 ha realizado unas 80 capsulotomías frontales (técnica muy precisa desarrollada en Suecia por el Instituto Karolinska), cirugía que se usa especialmente para tratar los TOC. Aunque sólo en el último tiempo el doctor Zamboni ha iniciado un seguimiento minucioso de todos los pacientes que ha intervenido, señala que la gran mayoría de sus operaciones ha tenido buenos resultados. Silvia Vargas estaba a punto de entrar al quirófano en octubre del año pasado, cuando a la dirección de la Clínica Dávila llegó la copia de un instructivo legal que recordaba la existencia de una reglamentación del ministerio de Salud desde el año 2000 respecto de estas
intervenciones. La operación se suspendió. Silvia debió iniciar entonces un proceso de evaluación por la Comisión Nacional de Protección de las Personas con Enfermedad Mental, que la obliga a cumplir con un acucioso protocolo de evaluación, incluido el someterse al veredicto de un grupo médico especializado. Fue el último proceso que cumplió: Una comisión del Hospital Salvador compuesta por varias decenas de facultativos y presidida por el doctor Christian Osorio estudió su caso y en mayo de 2003 concluyó: Silvia Vargas padece? de TOC grave y resistente a numerosos tratamientos farmacológicos y psicológicos efectuados hasta ahora?. Advirtió:? La condición clínica de la paciente es grave y presenta riesgo vital a futuro?. Y propuso como? correcta y necesaria la realización pronta de la psicocirugía?. Pero la instancia resolutoria del ministerio de Salud encargada de dar el visto bueno sigue sin darle el pase. Ha puesto nuevas exigencias: Debe someterse a una terapia cognitiva y volver rápidamente al tratamiento psiquiátrico que la paciente, en su desánimo, abandonó (?prefiero apagarme a seguir viviendo así, es la única forma de no seguir esclava de este problema yo y mi familia?). Ella se niega a más tratamientos, dice que en su estado de salud seis meses de prueba en una terapia cognitiva -tiempo mínimo requerido para ésta- le pueden costar la vida. La historia de la psicocirugía es polémica. Tuvo su punto de partida en los años ï30, cuando el médico portugués Egas Moniz (Premio Nobel 1949) incursionó en el lóbulo frontal humano, rompiendo caminos del cerebro en los que circulaban ideas que se repetían con algunos estímulos, liberando así a los enfermos de actividades fijas que los afligían. Pero fueron los norteamericanos Freeman y Watts a mediados de los `40 quienes promovieron la operación con nuevos aportes y surgió la controvertida lobotomía frontal, que también mediante trepanación del cerebro provocaba un cambio en el estado afectivo y la conducta. Como se contaba con escasos psicofármacos, la lobotomía se realizó a destajo y sin diagnósticos claros. Sólo en Inglaterra fueron sometidas a ésta más de 10 mil personas entre esquizofrénicos, obsesivo compulsivos, depresivos y agresivos. Y se llegó a practicar incluso en reos violentos, usados para experimentar so promesa de rebajar sus condenas. Tuvo férreos detractores: Fue definida como? el cuchillo del alma?, y apuntada como técnica para controlar la mente y ser potencial mutilador de todo aquel que escapa a la norma establecida. Explica el neurólogo Arnold Hoppe que en los años? 60 comenzaron a conocerse los efectos adversos de este tipo de cirugías: trastornos cognitivos, apatía, epilepsia, desinhibición, incontinencia y obesidad. Al mismo tiempo, se revolucionó el tratamiento con psicofármacos que dieron buenos resultados. No obstante, se comprobó su eficacia para los TOC graves y depresiones mayores y la técnica se refinó. El doctor Hoppe añade que el procedimiento es considerado mundialmente? de absoluta excepción?, debe contar con el consentimiento del paciente y la aprobación, además de los médicos tratantes, de una entidad fiscalizadora independiente. Por eso, en los pocos países donde se realiza, está sujeta al cumplimiento de un estricto protocolo ético? como sucede en Chile desde hace dos años?, que exige agotar todo tipo de alternativas no quirúrgicas antes de indicarla.
La Comisión Nacional de Protección de las Personas con Enfermedad Mental no da explicaciones sobre Silvia Vargas. Admite que es el caso más grave que tiene en sus manos, pero lo considera confidencial. La doctora Angélica Monreal, que encabeza la instancia, no obstante, explica sus directrices: Velar por los derechos del paciente y poner el acento en la regulación de los tratamientos complejos y polémicos, como el electroshock, la esterilización quirúrgica de enfermos psiquiátricos y la psicocirugía. Cuenta que desde 2001 la comisión revisa 200 casos y afirma que desde su creación, en 2000, no ha autorizado ninguna operación de psicocirugía. Asegura que están muy preocupados por la salud de Silvia y que detrás de su caso? no hay buenos y malos?. Y aunque acepta que la psicocirugía muestra rendimientos en TOC y depresiones gravísimas, matiza que? hay que aclarar a los pacientes que sólo modificará la evolución de su problema y que no constituye un tratamiento único y curativo, pues debe combinarse siempre con una atención psiquiátrica y un acucioso seguimiento.? El problema no es de riesgos, sino de una correcta aplicación y eso es lo que protegemos?. Mientras, el doctor Zamboni acusa a la instancia de? talibanes fundamentalistas contrarios a la psicocirugía, que no permiten la operación de esta grave paciente?. El doctor Otto D‖rr, quien formó hace un tiempo parte de la comisión, aclara que nunca tuvo
inclinación por este tipo de intervenciones, pero? es un método legítimo, que se justifica en algunos casos severos? e incluso él mismo lo ha recomendado en dos oportunidades. Opina que es muy positivo que se haya creado una comisión especial? porque evita abusos e intervenciones exageradas?. Pero como ex miembro de la instancia, sostiene:? Desgraciadamente percibo una suerte de politización en una línea de rechazar todas las intervenciones?. Y añade que están primando consideraciones ideológicas por sobre las técnicas. En la habitación de Silvia se ha hecho la noche y ella está pronta a iniciar su enésimo ritual. ¿Qué manía la ocupará? Eso tal vez le impida tenderse a descansar hasta altas horas de la madrugada. Cuando nos despedimos, comenta: ?¿Usted me preguntó por la tristeza? Sí, estoy muy triste. Tenía esperanza en la operación, como una última salida y todo se para. Yo creo en esa operación, hay gente que dice que no es la panacea, pero yo tengo derecho a pensar que es una oportunidad para mí. Así como estoy, lo único que quiero es morirme, no he hecho nada importante en mi vida. La comisión que no me deja operarme, dice que defiende los derechos del paciente, pero de qué derechos me hablan, si así como estoy me puede pasar algo grave. Ellos no me han visto nunca, no saben cómo soy y qué siento, todo lo que conocen de mí lo saben a través de papeles. Obligan a trámites y más trámites. Parece que fueran ellos los que se van a operar?. fuente:soyunamujer.com Dejar un comentario
breves consejos toc marzo 11, 2008 a 17:09 (diario del toc)
Si Ud. Sufre de T.O.C. ¿Qué puede hacer para ayudarse a sí mismo? En primer lugar, debe Ud. darse cuenta de que no está solo. Una de cada 50 personas padece el trastorno y con toda probabilidad sufre de obsesiones y compulsiones que son muy similares a las suyas. En segundo lugar, Ud. no se está volviendo loco, y no hay razón alguna para avergonzarse de tener T.O.C. Reconozca que sus obsesiones y su conducta compulsiva están, por naturaleza, más allá de su control. En tercer lugar, discuta sus síntomas con su médico en forma franca y completa. Este profesional se encuentra familiarizado con este trastorno, ha de tomar en serio sus síntomas y está capacitado para tratarlos en forma efectiva. En cuarto lugar, cumpla y mantenga el tratamiento aún cuando al principio la presencia de efectos colaterales pueda resultar desalentadora. Tome en cuenta que el tratamiento puede tardar varias semanas en producir efectos terapéuticos. En quinto lugar, manténgase activo y salga de casa. Afrontar sus temores y evitar llevar a cabo sus conductas compulsivas le resultará beneficioso al reducir la influencia que el T.O.C. ejerce en su vida. Inicio
¿Cómo puede Ud. ayudar a alguien que padece de T.O.C.? En primer lugar, no culpe a la víctima. El T.O.C. no tiene nada que ver con ninguna debilidad de carácter y el paciente no alberga intención alguna de perturbar la vida de Ud. En segundo lugar, haga todo lo posible para alentar al paciente a que obtenga ayuda profesional y apoye sus esfuerzos para tratarse. En tercer lugar, evite verse envuelto en las obsesiones y compulsiones del paciente, ya que ello sólo actúa como reforzamiento de sus conductas patológicas. Ud. puede demostrar su preocupación y solicitud por el paciente por otros medios. En cuarto lugar, trate de disminuir el impacto de la conducta obsesivo-compulsiva concentrándose en una relación normal con el paciente. En quinto lugar, estimule y aliente cualquier logro, por pequeño que parezca, que el paciente obtenga en su lucha