SIGMUND FREUD
1. Conferencias de introducción al psicoanálisis (11!"1# $11%"
1#&' arte II. El sue)o (11! $11%"1!&'
1*+ conferencia. Ras,os arcaicos e infantilis-o del sue)o
El trabajo del sueño trasporta los pensamientos latentes , bajo el influjo de la censura pensamientos tos latentes latentes son los pensamientos onírica, a otro modo de expresión. Los pensamien
concientes de nuestra vigilia; el nuevo modo de expresión se remonta a estados de desarrollo intelectual que hemos superados, al lenguaje figural, a la referencia simbólica, quizs a condiciones que han existido antes de que se desarrollase nuestro lenguaje discur discursiv sivo. o. !or eso llamam llamamos os arcaico arcaico o regres regresivo ivo al modo modo de expres expresión ión del trabajo onírico.
"ediante un estudio ms profundo del trabajo del sueño podrían conseguirse valiosas aclaraciones sobre los comienzos, de nuestro desarrollo intelectual. #a prehistoria a que el trabajo del sueño nos reconduce es doble$ la prehistoria individual, la infancia; % en la medida en que cada individuo repite abreviadamente en su infancia, de alg&n modo, el desarr desarroll ollo o de la especi especie e humana humana,, tambi' tambi'n n la prehist prehistori oria, a, filoge filogen't n'tica ica,, la refere referenci ncia a simbólica, que el individuo no aprendió, es herencia filogen'tica. (o es este, el &nico rasgo arcaico del sueño, hasta los cinco, seis u ocho años de vida, no se recuerdan como lo que se vivenció despu's.. El niño, a los dos años, puede hablar bien; pronto muestra que se desenvuelve entre complejas situaciones anímicas, % dice cosas que muchos años ms tarde olvidó. )unque en años tempranos la memoria es mucho ms rendidora, pues est menos sobrecargada. *laro que no ha% motivo para tener a la función de la memoria como una operación anímica elevada o difícil; al cont contra rari rio, o, pode podemo moss hall hallar ar una una buen buena a memo memori ria a aun aun en pers person onas as de mu% mu% bajo bajo nive nivell intelectual Los primeros años de la infancia, se destacan recuerdos aislados, bien conservados,
de los que se tiene casi siempre una imagen plstica % cu%a conservación no puede justificarse. #a memoria, selecciona en el material de impresiones que nos llegan en nuestra vida posterior. +olo retiene lo importante en cualquier sentido. (o así con los
recuerdos de la infancia. reud intentó en su momento abordar, mediante el anlisis, el enigma de la amnesia infantil % de esos restos mn'micos que la interrumpen, % lleguó a este resultado$ tambi'n en el niño ha pervivido solo el recuerdo de lo importante; pero por el proceso de la condensación %, el del desplazamiento, lo importante est subrogado en el recuerdo por otra cosa que parece inimportante. !or eso 'l llamó a los recuerdos de infancia -recuerdos encubridores, mediante un anlisis a fondo puede desplegarse desde ellos todo lo olvidado. En los tratamientos psicoanalíticos se plantea la tarea de rellenar esas lagunas del recuerdo infantil. En la medida en que la cura obtiene alg&n 'xito la inmensa ma%oría de los casos/, se consigue tambi'n traer de nuevo a la luz el contenido de aquellos años de infancia. Esas impresiones nunca se han olvidado realmente; estaban latentes en el inconciente. 0ambi'n puede ocurrir que emerjan espontneamente del inconciente a raíz de sueños.#a vida onírica sabe hallar el acceso hasta las vivencias infantiles, latentes. El tener a su disposición el material olvidado de los primeros años de la infancia es otro rasgo arcaico del sueño. #a intelección de que los excitadores de los sueños eran deseos sexuales malos % disolutos que hicieron necesarias una censura % una desfiguración oníricas. *uando se interpreta al soñante un sueño así %, en el caso ms favorable, 'l no ataca la interpretación, de todos modos se pregunta, de dónde le vino un deseo tal, pues dice sentirlo ajeno % que en verdad es conciente de lo contrario. #as malignas mociones de deseo provienen del pasado, % muchas veces no tan remoto. 1na vez se tuvo conocimiento de ellas % fueron concientes. !uede demostrarse que gran n&mero de parecidas mociones de odio tienen id'ntico origen; son recuerdos de algo que perteneció al pasado, fue una vez conciente % cumplió su papel en la vida anímica. !uede suceder que el sueño manifiesto de la muerte de una persona querida presente una mscara espantable, mientras que en verdad significa algo por entero diverso, o que la persona querid a est' destinada a ser el engañoso sustituto de otra. El deseo superado es rastreable como excitador del sueño, % cabe averiguar si tambi'n otros deseos malignos admiten esa misma derivación desde el pasado. )l considerar los
deseos de eliminación, un deseo así es rastreab2e como formador del sueño . 0antas veces como alguien se nos interpone en el camino est el sueño dispuesto a matarlo, se trate del padre, de la madre, de un hermano, un cón%uge, etc. *uando advertimos que el origen de esos deseos debía estar en el pasado, descubrimos el período del pasado individual en que ese egoísmo % esas mociones de deseo, aun hacia los ms allegados, nada tienen de sorprendente. Es el niño en los primeros años que despu's cubre la amnesia, el que muestra ese egoísmo; se ama primero a sí mismo % despu's aprende a amar a otros, la moción de amor se hace independiente del egoísmo. #a actitud hostil parece ser, con mucha regularidad, la ms temprana, es posible observarla en niños de dos años % medio hasta cuatro % cinco, cuando les nace un nuevo hermanito. -(o me gusta; que la cig3eña se lo lleve de nuevo4, son mu% habituales. 5espu's se aprovecha toda oportunidad de rebajar al reci'n venido, % no es nada raro que ha%a intentos de hacerle daño, atentados directos. +i la diferencia de edad es pequeña, el niño, en el momento en que despierta en 'l una actividad anímica ms intensa, %a encuentra frente a sí al competidor, la observación cotidiana nos muestra que hartas veces los vínculos de afecto entre padres e hijos adultos van mu% a la zaga del ideal social, % acecha ahí una hostilidad que se exteriorizaría si no la coartasen unos añadidos de piedad % de mociones tiernas. #os motivos para ello muestran una tendencia a divorciar entre sí a los del mismo sexo. #a hija encuentra en la madre la autoridad que cercena su voluntad % la persona a quien se ha confiado la misión de imponerle esa renuncia a la libertad sexual que la sociedad exige; a veces tambi'n la competidora que se resiste a ser suplantada.. Ello se repite, de manera a&n ms llamativa entre el hijo % el padre. !ara el hijo, el padre encarna toda la coacción social, que soporta a disgusto; el padre le bloquea el acceso a la afirmación de la voluntad, al goce sexual temprano %, donde existen bienes de familia comunes, al goce de estos. 6a% una inclinación a desmentir su importancia, % a presentar como cumplido el ideal que la sociedad exige, con mucho ma%or frecuencia de lo que ocurre. !ero es mejor que el psicólogo diga la verdad, % no que abandone esta tarea al cínico. Esta desmentida sólo alcanza a la vida real. El arte narrativo % dramtico goza de la libertad de servirse de los motivos que ofrece el incumplimiento de ese ideal. El sueño
descubre en muchos su deseo de eliminación de los padres, en especial del de su mismo sexo. Es raro que la hostilidad reine sola en esa relación; ms bien se retira tras mociones tiernas por las que es sofocada, % espera hasta que un sueño, la aísle. #o que el sueño, a consecuencia de ese aislamiento, nos muestra magnificado vuelve a achicarse cuando, tras la interpretación, es reinsertado por nosotros en la trama de la vida, hallamos este deseo tambi'n donde en la vida no tiene asidero % el adulto en la vigilia jams se vería forzado a confesrselo. #as observaciones nos fuerzan a aceptar cun temprana es la edad a que se remontan tales actitudes complejo de Edipo/ porque esta saga realiza, apenas moderados, los dos deseos extremos que resultan de la situación del hijo varón$ matar al padre % tomar por esposa a la madre. 7ste complejo no agota el vínculo de los hijos con los padres que puede ser mucho ms intrincado. )dems, el complejo de Edipo aparece perfilado con ma%or o menor fuerza, hasta puede experimentar una inversión, pero es un factor regular % mu% importante de la vida anímica infantil, % se corre ms bien el peligro de menospreciar su influjo % el de los desarrollos que surgen de 'l. #os hijos reaccionan a veces con la actitud del Edipo debido a una incitación de los padres, que con frecuencia se dejan guiar en su elección de amor por la diferencia sexual, el padre prefiere a la hija, la madre al hijo o, en caso de caos en el matrimonio, lo toma por sustituto del objeto de amor desvalorizado. El niño tiene una rica vida sexual. #o que en la vida de los adultos llamamos -perverso4 diverge de lo normal en los siguientes puntos$ en primer lugar, por el traspaso de la barrera entre las especies el abismo entre el hombre % el animal/; en segundo lugar, por la trasgresión de la barrera del asco; tercero, de la barrera del incesto la prohibición de buscar satisfacción sexual en parientes cercanos consanguíneos/; cuarto, de la identidad del sexo %, quinto, por la trasferencia del papel genital a otros órganos % partes del cuerpo. 0odas estas barreras se erigen poco a poco en el curso del desarrollo % de la educación. El niño pequeño est libre de ellas. "uestra lo que vuelve a irrumpir luego en la exaltación de un vínculo amoroso$ no sólo espera placer de los órganos sexuales, sino que muchos otros lugares del cuerpo reclaman esa misma sensibilidad, procuran anlogas sensaciones placenteras %, así, pueden desempeñar el papel de genitales. #a educación sofoca en el acto, las exteriorizaciones sexuales del niño. Esta sofocación contin&a, en la teoría, en cuanto los adultos se empeñan en no ver un sector de las exteriorizaciones sexuales infantiles % en disfrazar otro con una reinterpretación de su naturaleza sexual, hasta que a la postre pueden desconocer el todo. ) menudo son estas mismas personas
las que primero, en el cuarto de los niños, se enfurecen con todas sus malas costumbres sexuales, % luego, puestas a su mesa de escribir, son las campeonas de la pureza sexual de esos mismos niños. *uando los niños son abandonados a su arbitrio o estn bajo el influjo de la seducción, suelen dar muestras de una prctica sexual perversa. Esas cosas tienen su importancia tanto como indicios de una constitución cong'nita cuanto como causas % acicates de desarrollos posteriores, apuntan sobre la vida sexual infantil %, sobre la vida sexual humana. !or tanto, si tras nuestros sueños desfigurados reencontramos todas estas perversas mociones de deseo, esto no significa sino que el sueño ha consumado tambi'n en este mbito el retroceso al estado infantil. Entre estos deseos prohibidos, destacan los incestuosos, la evitación del incesto estaría asegurada % no se comprendería la necesidad de esa estricta prohibición, que ms bien apunta a la preexistencia de un poderoso anhelo. #as indagaciones psicoanalíticas han llegado a la inequívoca conclusión de que la elección incestuosa de objeto amoroso es la primera % es la regular, % sólo ms tarde adviene una resistencia a ella, que en modo alguno puede tener su origen en la psicología individual. El material de las vivencias infantiles olvidadas es asequible al sueño; la vida anímica de los niños, su egoísmo, su elección incestuosa de objeto amoroso, etc., persiste a&n para el sueño, en lo inconciente, % todas las noches el $sueño nos retrotrae a ese estadio infantil. Esto nos ratifica que lo inconciente de la vida anímica es lo infantil. #a impresión de extrañeza que nos provoca tanta malignidad ínsita en el hombre empieza a ceder. Esta horrible malignidad es lo inicial, lo primitivo, lo infantil de la vida anímica que nosotros podemos hallar operante en el niño, pero que en parte no vemos en 'l por sus pequeñas dimensiones, en parte no tomamos en serio porque no le exigimos ninguna elevación 'tica. *omo el sueño regresa hasta ese estadio, parece como si hubiera sacado a la luz lo maligno en nosotros. !ero solo es una ilusión engañosa, el sueño nos vuelve niños en el pensamiento % el sentimiento, lo racional no es sino una parte de la vida anímica, % en el alma operan adems muchas cosas irracionales; % así en forma no racional, nos avergonzamos de tales sueños. #os sometemos a la censura onírica, nos avergonzamos % enfadamos cuando, por excepción, uno de estos deseos logra penetrar en la conciencia de manera tan poco desfigurada que tenemos que reconocerlo, % a veces nos averg3enzan los sueños desfigurados como si en verdad los comprendi'semos.
#a regresión del trabajo onírico es formal % material. 0raduce nuestros pensamientos a una forma primitiva de expresión % convoca a las peculiaridades de nuestra vida anímica primitiva, la vieja prepotencia del %o, las mociones iniciales de nuestra vida sexual % nuestro viejo patrimonio intelectual la referencia simbólica/.0odo esto infantil viejo, que una vez dominó % lo hizo como &nico señor, tenemos ho% que atribuirlo a lo inconciente; % entonces nuestras representaciones sobre lo inconciente se modifican % amplían; el inconciente es un reino anímico particular, con sus mociones de deseo propias, sus propios modos de expresión % sus mecanismos anímicos peculiares, que en ning&n otro lado estn en vigor. !ero los pensamientos oníricos latentes, que hemos colegido por la interpretación del sueño, no pertenecen a ese reino; son ms bien tal cual habríamos podido pensarlos en la vigilia. +on, no obstante, inconcientes;. )lgo que proviene de nuestra vida conciente % comparte los caracteres de ella 8lo llamamos -los restos diurnos48 se junta, para la formación del sueño, con otra cosa que viene de aquel reino del inconciente. Entre estas dos piezas se realiza el trabajo del sueño. El que los restos diurnos sean influidos por lo inconciente que se les sobreagrega encierra la condición para la regresión. !ero pronto habr que imponer al carcter inconciente de los pensamientos oníricos latentes otro nombre para diferenciarlo de lo inconciente que proviene de aquel reino de lo infantil. 9:u' debe la actividad psíquica hacer esa regresión durante el dormir 9!or qu' no tramita de otro modo los estímulos anímicos que perturban el dormir < si por la censura onírica tiene que servirse del disfraz de la vieja manera de expresión, ahora incomprensible, 9de qu' le vale la reanimación de las viejas mociones del alma, los deseos % rasgos de carcter %a superados 95e qu' le vale, la regresión material, sobreañadida a la formal +ólo así puede formarse un sueño, dinmicamente no se puede cancelar el estímulo onírico. 1+ conferencia. El trabajo del sueño es la trasposición de pensamientos a una vivencia alucinatoria. !or
los sueños infantiles sabemos que el trabajo del sueño= se propone eliminar, mediante un cumplimiento de deseo, un estímulo anímico perturbador del dormir. 5e los sueños desfigurados no pudimos enunciar nada así antes de que supi'ramos interpretarlos. !ero desde el comienzo esperbamos poder introducir los sueños desfigurados dentro de la
misma perspectiva que obtuvimos para los infantiles. La primera confirmación de esta expectativa fue la intelección de que en verdad todos los sueños trabajan con el
material infantil, mociones anímicas % mecanismos infantiles. )hora que vencimos la desfiguración onírica, tenemos que averiguar si la concepción de los sueños como cumplimiento de deseo tiene validez tambi'n para los desfigurados. Los deseos de estos sueños desfigurados son deseos prohibidos, rechazados por la
censura; su presencia, fue la causa de la desfiguración onírica % el motivo para la intervención de la censura. 0endremos necesidad de explicarnos la existencia de tantos sueños de contenido penoso %, en particular, los sueños de angustia, tropezamos con el problema de los afectos en el sueño, si 'ste es un cumplimiento de deseo, no podría incluir sensaciones penosas; en esto los críticos legos parecen tener razón. !ero es preciso considerar tres clases de complicaciones en que ellos no han reparado. >/ puede ocurrir que el trabajo del sueño no logre plenamente crear un cumplimiento de deseo, de suerte que una parte del afecto penoso de los pensamientos oníricos quede pendiente % añore en el sueño manifiesto. El anlisis tendría que mostrar que esos pensamientos oníricos eran a&n ms penosos que el sueño conformado a partir de ellos. < eso es lo que en todos los casos puede demostrarse. El trabajo del sueño no ha alcanzado su fin, tal como el sueño de beber, provocado por un estímulo de sed, no logra su propósito de extinguirla, era un sueño, no había resignado nada de su esencia. 0ales casos de fracaso no son nada raros. *ontribu%e a ello el hecho de que para el trabajo del sueño es mucho ms difícil alterar el sentido de los afectos que el de los contenidos; los afectos suelen ser mu% resistentes. 6a% casos en que el trabajo del sueño ha logrado refundir el contenido penoso de los pensamientos oníricos en un cumplimiento de deseo, mientras que el afecto penoso se abre paso a&n inalterado. En tales sueños el afecto para nada conincide con el contenido. #a tendencia del trabajo del sueño al cumplimiento de deseo sale a la luz de la manera ms nítida en los sueños de esa índole, porque est aislada, pero quien no conoce las neurosis imagina mu% íntimo el enlace entre contenido % afecto, % por eso no puede concebir que un contenido se retoque sin que la exteriorización de afecto correspondiente se altere tambi'n. ?/ "ucho ms portante es que. un cumplimiento de deseo tendría que brindar placer, a quien tiene el deseo. +e sabe que el soñante desestima sus deseos, los censura; no le gustan. 1n cumplimiento de ellos no puede brindarle placer, sino lo contrario. #a
experiencia muestra que eso contrario es la angustia. En su relación con sus deseos oníricos, el soñante sólo puede equipararse a una sumación de dos personas, ligadas por una fuerte comunidad. #os sueños de angustia a menudo tienen un contenido despojado de toda desfiguración; sin censura. El sueño de angustia es muchas veces un cumplimiento no disfrazado de deseo, no el de un deseo admisible, sino el de uno reprobado. #a angustia desarrollada ha ocupado el lugar de la censura. "ientras que del sueño infantil puede enunciarse que es el cumplimiento franco de un deseo permitido, % del sueño desfigurado común , que es el cumplimiento disfrazado de un deseo
reprimido, al sueño de angustia sólo le conviene esta fórmula$ es el cumplimiento franco de un deseo reprimido. #a angustia que emerge en el sueño es una angustia frente a la fuerza de estos deseos sofrenados. Lo mismo que es válido para los sueños de angustia no desfigurados , tenemos
derecho a suponerlo tambi'n para los que han experimentado una cuota de desfiguración % para los otros sueños de displacer cu%as sensaciones penosas probablemente corresponden a aproximaciones a la angustia. El sueño de angustia es, por lo com&n, un sueño de despertar; solemos interrumpir el dormir antes de que el deseo reprimido del sueño ha%a impuesto, contra la censura, su cumplimiento pleno. En este caso el sueño ha fracasado en su cometido, pero no por eso se modifica su esencia. "uchas veces se logra seguir durmiendo aunque el sueño empiece a ponerse peliagudo % a volcarse a la angustia.. El deseo puede cobrar alguna vez una hiperintensidad; pero uno tiene la impresión de que ms a menudo es la censura onírica la responsable de este desplazamiento de la relación de fuerzas. #a censura trabaja en cada caso individual con intensidad diferente, trata a cada elemento con un grado de rigor diverso; suponemos que es absolutamente variable % no todas las veces aplica el mismo rigor al mismo elemento chocante. +i una vez las cosas se han conjugado de modo que se siente impotente frente a un deseo onírico que amenaza coparla, ella se sirve, en vez de la desfiguración, del <imo recurso que le queda$ abandonar el estado del dormir, con desarrollo de angustia . 5urante el día, sobre estos deseos malignos, reprobados gravita la pesada presión de una censura. !or la noche, es probable que esta censura, como todos los otros intereses de la vida anímica, se recoja o al menos se rebaje en beneficio de un &nico deseo, el de dormir. ) este rebajamiento de la censura durante la noche deben entonces los deseos prohibidos el que les sea permitido agitarse de nuevo. *iertos neuróticos insomnes
confiesan que su insomnio fue inicialmente deliberado. (o se atrevían a dormir porque sentían temor de sus sueños, vale decir, sentían temor de las consecuencias de esa aminoración de la censura. El estado del dormir paraliza nuestra motilidad; por ms que nuestros propósitos malignos se remuevan, no son capaces de hacer otra cosa ms que un sueño, inocuo en la prctica. @/ #a concepción seg&n la cual el soñante que se revuelve contra sus deseos es equiparable a una sumación de dos personas separadas, pero conectadas estrechamente de alg&n modo, hace concebible otra posibilidad de que por la vía de un cumplimiento de deseo pueda producirse algo en extremo displacentero, una punición. #a solución cumplimiento de deseo cumplimiento de angustia cumplimiento de castigo es bien circunscrita. ) esto se suma que la angustia es el opuesto directo del deseo, que los opuestos se sit&an particularmente próximos entre sí en la asociación %, como tenemos averiguado, coinciden en el inconciente. )dems, consid'rese que el castigo es tambi'n un cumplimiento de deseo, el de la otra persona, la censuradora. El supuesto de que el sueño responde a diversas formas de pensamiento % operaciones intelectuales. 1na vez, dentro de una historia clínica, inform' de un sueño que sobrevino tres noches sucesivas % despu's no lo hizo ms, % expliqu' ese comportamiento por el hecho de que el sueño respondía a un designio % no hacía falta que retornase luego de que se lo ejecutó. "s tarde he publicado un sueño que respondía a una confesión el sueño es un deseo cumplido no quiero un malentendido que confunde al sueño con los pensamientos oníricos latentes, el sueño puede subrogar todo eso % ser sustituido por todo eso que antes enumeramos$ un designio, una advertencia, una reflexión, una preparación, un intento de solucionar una tarea, etc. 0odo eso es vlido para los pensamientos oníricos latentes que han sido trasmudados en el sueño. !or las interpretaciones de los sueños se ve que el pensar inconciente de los hombres se ocupa de esos designios, preparaciones, reflexiones, etc., con los cuales despu's el trabajo del sueño confecciona al sueño. +i por el momento a ustedes no les interesa el trabajo del sueño, pero les interesa mucho el trabajo de pensamiento inconciente del hombre, eliminen entonces el primero % enuncien del sueño esto que en la prctica es correcto$ 'l responde a una advertencia, a un designio, etc. En la actividad psicoanalítica este caso se da a menudo$ las ms de las veces el empeño apunta a volver a descomponer la forma
del sueño e insertar en su lugar dentro de la trama los pensamientos latentes de los que el sueño ha nacido. *uando hablan del -sueño4 tienen que aludir al sueño manifiesto, al producto del trabajo del sueño, o a lo sumo al trabajo mismo del sueño, o sea, el proceso psíquico que a partir de los pensamientos oníricos latentes forma al sueño manifiesto. #os pensamientos oníricos latentes son el material que el trabajo del sueño remodela en el sueño manifiesto. Lo único esencial en el sueño es el trabajo que a operado sobre el material de pensamientos. El trabajo del sueño no se limita a traducir estos pensamientos a los
modos de expresión arcaicos o regresivos conocidos. En cambio, generalmente agrega algo que no pertenece a los pensamientos latentes del día, pero que es el genuino motor de la formación del sueño. El deseo, tambi'n inconciente, para cu%o cumplimiento es remodelado el contenido del sueño. El sueño puede ser todo lo que se quiera mientras ustedes sólo tomen en cuenta los pensamientos subrogados por 'l$ advertencia, designio, etc.; es siempre tambi'n el cumplimiento de un deseo inconciente, % es sólo esto si ustedes lo consideran como resultado del trabajo del sueño. 1n sueño, nunca es un designio o una advertencia, pura es siempre un designio, etc., traducido al modo de expresión arcaico con el auxilio de un deseo inconciente % remodelado para el cumplimiento de estos deseos. El cumplimiento de deseo, es el constante; los otros pueden variar; pueden ser tambi'n un deseo % que el sueño figure como cumplido un deseo latente del día con el auxilio de un deseo inconciente. #os parientes cercanos del sueño son los síntomas neuróticos. #os fragmentos del contenido del sueño tras los cuales todavía se ocultan los pensamientos oníricos latentes se sobreimponen a esa situación de satisfacción como una modificación discordante e incomprensible. #a interpretación del sueño tiene que prescindir de todo cuanto sirve a la figuración del cumplimiento de deseo, % recobrar, partiendo de esas indicaciones, los penosos pensamientos oníricos latentes. Esta nueva consideración se propone dirigir la atención a los pensamientos oníricos latentes, empujados al primer plano. #es ruego no olviden que ellos son, en primer lugar, inconcientes para el soñante; en segundo lugar, enteramente comprensibles % coherentes, de suerte que se dejan comprender como reacciones naturales frente a la ocasión del sueño; en tercer lugar, que pueden tener el valor de una moción anímica o una operación intelectual cualesquiera. #lamar a estos pensamientos -restos diurnos4, los confíese o no el soñante. +eparo restos diurnos %
pensamientos oníricos latentes, estos <imos, todo cuanto averiguamos a raíz de la interpretación del sueño, mientras que los restos diurnos son sólo una parte de aquellos. Esta concepción desemboca en que a los restos diurnos se les suma algo, algo que tambi'n pertenecía a lo inconciente, una moción de deseo intensa, pero reprimida, % esta sola es la que ha posibilitado la formación del sueño. #a repercusión de esta moción de deseo sobre los restos diurnos crea el otro sector de los pensamientos oníricos latentes, aquel que %a no tiene que aparecer racional ni concebible desde la vida de vigilia. En la formación del sueño, el papel del capitalista lo desempeña siempre % sólo el deseo inconciente$ 'l presta la energía psíquica para la formación del sueño; el empresario es el resto diurno que decide acerca del uso de ese gasto. !ero, el propio capitalista puede tener la idea % la pericia, o el empresario mismo poseer capital. 9+on los restos diurnos 8me preguntan realmente inconcientes en el mismo sentido que el deseo inconciente que debe agregrseles para hacerlos soñables4. El deseo del sueño pertenece a otro inconciente, al del origen infantil, provisto de mecanismos particulares. +ería totalmente apropiado diferenciar estas dos maneras de lo inconciente con designaciones diversas.